Tema 18 EL PROCESO DE TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1978. LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS (1979-2000) 1.- LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA 1.1. De la muerte de Franco a las primeras elecciones democráticas Franco muere el 20 de noviembre de 1975 y Juan Carlos es proclamado rey el día 22 de noviembre. Se inicia un proceso de establecimiento de las libertades y cambio de régimen que se conoce como la transición democrática. Desde el primer momento, Juan Carlos I pone el empeño en establecer una monarquía democrática, constitucional y parlamentaria. El programa de reformas no contaba con el apoyo de la derecha, anclada en el régimen anterior, ni de la izquierda que pedían unas Cortes constituyentes que decidieran el modelo de Estado, monarquía o república. Al final se llegará a un consenso, aceptando ambas opciones la monarquía democrática. La labor de desmontar el régimen anterior e iniciar el camino hacia la democracia desde la legalidad correspondió a Torcuato Fernández Miranda, aunque en un primer momento confirmó en la presidencia de gobierno al anterior presidente, Carlos Arias Navarro. Se iniciaba la “Primavera Arias” en la que las promesas aperturistas no se llevaron a cabo, defraudando la expectación despertada. Esto disgustó a la oposición, lo que hizo que la Plataforma de Convergencia Democrática, liderada por el PSOE, y la Junta Democrática, encabezada por el PCE, se unieron para formar la Platajunta, que organizó una serie continua de huelgas y manifestaciones que fueron reprimidas con gran dureza. A esta situación se unió los sucesos de Montejurra, donde se enfrentaron dos bandos carlistas, con dos muertos, y los atentados terroristas de ETA y el GRAPO. Carlos Arias Navarro se ve obligado a presentar su dimisión en julio de 1976. El rey nombrará, sorprendentemente, a Adolfo Suárez para sustituirle. En noviembre de 1976 presenta la Ley de la Reforma Política, que fue aprobada por las Cortes franquistas, que creaba unas Cortes bicamerales elegidas por sufragio universal. De esta forma, las propias Cortes franquistas se hicieron lo que se ha dado llamar el “harakiri”. Fue sometida a referéndum al mes siguiente. El sábado santo de 1977, Adolfo Suárez toma la polémica decisión de legalizar el PCE (Partido Comunista de España). El 15 de junio de 1977 se celebran las primeras elecciones generales democráticas, que se celebraron pacíficamente y con gran participación ciudadana. Había comenzado el desmantelamiento del régimen franquista desde la legalidad. La Unión de Centro Democrático (UCD), el partido político creado por Adolfo Suárez, fue el claro vencedor. Le seguía el PSOE, que había realizado un giro hacia la socialdemocracia, abandonando el marxismo, en el congreso de Suresnes (Francia), y que estaba liderado por el joven sevillano Felipe González. Después, descolgados, quedarán el PCE de Santiago Carrillo, y Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga. En Cataluña y País Vasco ganaron los partidos nacionalistas, CiU y PNV. Estos resultados refrendaban la opción moderada del pueblo español, al rechazar los extremismos. Todo el proceso se vio amenazado por dos fuerzas antagónicas. Por un lado, la extrema derecha – Guerrilleros de Cristo Rey o Fuerza Nueva, dirigida por Blas Piñar-, que propugnaba un golpe militar que pusiera fin al proceso democrático. Por otro lado, ETA y el GRAPO, que con sus ataques al ejército y las fuerzas policiales alimentaban las posibilidades de un golpe. 1.2. El primer gobierno de UCD El gobierno de UCD surgido de las elecciones del 15 de junio de 1977 tenía que hacer frente a tres problemas: dotar al país de una Constitución que permitiese el asentamiento de la democracia; realizar una política económica que hiciese frente a la crisis, y por último, solucionar las aspiraciones 1 autonomistas de nacionalidades y regiones. El gobierno tendrá personalidades importantes como el general Manuel Gutiérrez Mellado en el ministerio de Defensa, y al economista Fuentes Quintana. En cuanto a la cuestión económica se alcanza el consenso económico con los Pactos de la Moncloa. Estos tratarán de poner fin a los efectos de la crisis del petróleo de 1973. España había llegado a una inflación tercermundista del 25 %, el paro subía de forma galopante y el déficit exterior era alarmante. Por eso, el gobierno, los partidos políticos de la oposición, los sindicatos y la patronal firman estos acuerdos para luchar contra el paro, reactivar la inversión, frenar la inflación y garantizar los aumentos salariales. Los efectos positivos fueron inmediatos. El consenso político se consiguió con la Constitución de 1978. Para ello se nombró una Comisión, integrada por representantes de todas las fuerzas políticas, los llamados “padres de la Constitución”, encargada de redactar un anteproyecto, que fue aprobado por las Cortes tras un largo debate con solo dos votos en contra y 14 abstenciones de los diputados vascos. La Constitución de 1978 consagraba la monarquía parlamentaria como modelo de Estado, proclamaba la soberanía nacional, abolía la pena de muerte, excepto en caso de guerra (ya quitada), se declaraba aconfesional y garantizaba todas las libertades clásicas. Como novedad establecía el Estado de las Autonomías. Al tratar de contentar a todos, la Constitución es poco concreta y ambigua, y en ocasiones larga y compleja. Fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, con casi un 88 % de votos a favor. Se convocarán nuevas elecciones generales, y con el fin de crear un buen clima social se decretó una amnistía total a todos los exiliados políticos y se convocaron elecciones sindicales libres. 2.- LA CONSTITUCIÓN DE 1978 La Constitución está dividida en diez títulos más uno preliminar, que recogen 169 artículos, a las que se añaden cuatro disposiciones adicionales, nueve transitorias, una disposición derogatoria y una final. Es una Constitución progresista, consiguiendo un equilibrio entre la tradición y las nuevas corrientes, lo cual posibilitó la convivencia pacífica de todos los españoles, aunque en los últimos tiempos se ha puesto de manifiesto por algunos grupos la necesidad de reformarla en algunos aspectos. Uno de los títulos fundamentales es del los Derechos y Deberes fundamentales, definiendo a España como un “Estado social y democrático de Derecho”, cuyos valores superiores serán la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Asimismo se contempla el derecho a una justa distribución de la riqueza. Promueve la libre participación política de todos los ciudadanos, ya sea de manera individual o colectiva –a través de partidos políticos o asociaciones. La Constitución garantiza, igualmente, la libertad de pensamiento y de expresión, declarando que nadie puede ser perseguido por su ideología, credo o religión. También se establece la libertad de mercado y el derecho de ciudadanía, de la que ningún español puede ser privado de ella. Reconoce el derecho a una vivienda digna y a un trabajo, pero también el deber del cumplimiento de las leyes, la solidaridad con el resto de ciudadanos, el pago de impuestos, el respeto mutuo, la tolerancia, etc. La Constitución contempla una serie de instituciones fundamentales regulando su funcionamiento. Entre ellas están la Corona, las Cortes Generales, el Gobierno, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. En cuanto a la Corona, el rey, Juan Carlos I heredero de la dinastía histórica, es el Jefe del Estado, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, arbitra y modera el funcionamiento de las Instituciones, siendo su persona inviolable. Sanciona y promulga las leyes, convoca a referéndum; propone, nombra y pone fin a las funciones del presidente del gobierno; nombra y separa a los miembros del gobierno, a propuesta de su presidente; expide los decretos acordados en el Consejo de Ministros; tiene el mando supremo de las Fuerzas Armadas; acredita a los embajadores y los representantes extranjeros están acreditados ante él; a él le corresponde, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz. En la sucesión se preferirá el varón a la mujer, y dentro del mismo sexo, el de más edad. En cuanto a las Cortes Generales, representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ejercen el poder legislativo, aprueban los Presupuestos Generales del Estado y controlan la acción del Gobierno. El Congreso tiene actualmente 350 diputados, elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto. Es elegido por cuatro años. El Senado es la Cámara de representación territorial y es elegido por cuatro años. Los diputados y senadores gozan de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones; gozan, asimismo de inmunidad y solo 2 podrán ser detenidos en caso de flagrante delito. Además, no podrán ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara respectiva. El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar, y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y tiene también cierta potestad legislativa por medio de decretos-ley. El presidente dirige la acción del gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo. El rey tras cada una de las elecciones generales, previa consulta con los representantes designados por los grupos parlamentarios con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propone un candidato a la presidencia del Gobierno, candidato que expone ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretende formar y solicita la confianza de la Cámara. Él nombrará a los ministros de su gobierno, que pueden ser parlamentarios o no, mientras que él si debe serlo. El Gobierno cesa tras la celebración de elecciones generales, en los casos de pérdida de la confianza parlamentaria (moción de censura) o por dimisión o fallecimiento de su presidente. Las Cámaras y sus Comisiones pueden reclamar la presencia de los miembros del Gobierno. Él, a su vez, puede plantear ante el Congreso la cuestión de confianza sobre su política. El presidente, previa deliberación del Consejo de Ministros podrá proponer la disolución del Congreso, del Senado o de las Cortes Generales, que será decretada por el rey. Respecto al Poder Judicial se administra en nombre del rey por jueces y magistrados, integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley. Es obligado cumplir las sentencias y demás resoluciones firmes de los jueces y tribunales, así como prestar la colaboración requerida por estos en el curso del proceso y en la ejecución de lo resuelto. El Consejo General del Poder Judicial es el órgano de gobierno del mismo, y está integrado por el presidente del Tribunal Supremo, que lo presidirá, y por veinte miembros. El Tribunal Supremo es el órgano jurisdiccional superior en todos los órdenes, salvo en materia constitucional, y su presidente será nombrado por el rey, a propuesta del Consejo General del Poder Judicial. El Ministerio Fiscal tiene por misión la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los tribunales. El Fiscal General del Estado será nombrado por el rey, a propuesta del gobierno y oído el Consejo General del Poder Judicial. Los ciudadanos también pueden ejercer la acción popular y participar en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado. El Tribunal Constitucional se compone de 12 miembros –magistrados y fiscales, profesores de Universidad, funcionarios públicos y abogados- nombrados por el rey, cuatro a propuesta del Congreso, cuatro a propuesta del Senado, dos a propuesta del Gobierno y dos a propuesta del CGPJ. Los miembros del Tribunal Constitucional serán designados por un periodo de nueve años y se renovarán por terceras partes cada tres, siendo independientes e inamovibles en el ejercicio de su mandato. El TC es competente para conocer el recurso de inconstitucionalidad contra leyes y disposiciones normativas con fuerza de ley; del recurso de amparo por violación de derechos y libertades; de los conflictos de competencia entre el Estado y las Comunidades Autónomas o de las de estas entre sí. Los proyectos de reforma constitucional deberán ser aprobados por una mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras. Respecto a Andalucía, aprobada la Constitución, se pide acceder a la autonomía por la vía rápida –artículo 151- al igual que País Vasco, Galicia y Cataluña, y no por la vía lenta –artículo 143-. El 28 de febrero de 1980 se celebró el referéndum de ratificación de la iniciativa, en el que UCD pedía la abstención, ganándose en todas las provincias menos en Almería. Ante algunas irregularidades, el gobierno aceptó la mayoría, y se elaborará un anteproyecto del Estatuto de Autonomía en Carmona. El socialista Rafael Escuredo será el primer presidente de la Junta. 3.- LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS 3.1. El primer gobierno constitucional: Adolfo Suárez (UCD) Las primeras elecciones constitucionales, en 1979, son ganadas de nuevo por la UCD. Adolfo Suárez afronta su tercer mandato. En segundo lugar se consolidaba el PSOE de Felipe González y 3 Alfonso Guerra. La Alianza Popular, de derechas, de Manuel Fraga obtenía muy malos resultados; y el PCE (Partido Comunista de España) de Santiago Carrillo, que había levantado muchas expectativas durante la Transición no se hacía con el voto de la izquierda. Los nacionalistas catalanes con Jordi Pujol, y el PNV, dirigido por Xavier Arzallus mantenían su electorado. El Partido Socialista de Andalucía (PSA) conseguía cinco diputados. Una de las cuestiones más delicadas era perfilar el denominado Estado de las Autonomías, según dice el título VIII de la Constitución. Este distingue entre “nacionalidades” contemplada en el artículo 151, y “regiones”, en el artículo 143. La primera suponía la existencia de un gobierno autónomo con competencia en materias tan importantes como sanidad, educación e infraestructuras, mientras que la segunda significaba una mera descentralización administrativa. La vía del artículo 151 quedaba reservada para las denominadas nacionalidades históricas. Dicha consideración fue otorgada a Cataluña, País Vasco y Galicia, en función del desarrollo de sus Estatutos alcanzado durante la Segunda República. El Partido Socialista Andaluz se mostró disconforme. La construcción del Estado de las Autonomías produjo la dimisión del ministro de Administraciones Territorial, Manuel Clavero Arévalo, ante la negativa del gobierno de Suárez a convocar un referéndum en Andalucía para determinar la vía de su desarrollo estatutario. Sometido a fuertes presiones, Suárez acabó por convocar el referéndum. La convocatoria del referéndum y el desarrollo de la campaña agrandaron las divergencias en UCD sobre todo al salir mayoritariamente favorable la opción de la vía 151. La crisis económica que venía de 1973 y las altas tasas de paro eran otro de los factores de malestar entre los llamados barones de UCD, donde se encontraban importantes personalidades políticas como Fernández Ordóñez, Garrigues Walker o Calvo Sotelo, alguno de los cuales cuestionaban el liderazgo de Suárez. A ello se unía el malestar en sectores del ejército con las medidas de Suárez, que había sido Secretario General del Movimiento, y al que consideraban por ello un traidor. Ante toda esta presión, Suárez dimitió y se convocó un congreso extraordinario de UCD (en realidad era una coalición de partidos) que elegirá a Leopoldo Calvo Sotelo como candidato a la presidencia. En la sesión de investidura de este, se produjo el asalto al Congreso por el teniente coronel Tejero al frente de un grupo de guardias civiles. Esta intentona golpista se debe a las tensiones propias de una situación de crisis económica, con un alto malestar social por la elevada cifra de desempleados, así como los problemas generados por una intensa actividad terrorista desatada por ETA y el GRAPO. Todo ello alimentaba deseos involucionistas de los grupos de la derecha radical –Fuerza Nueva, Guerrilleros de Cristo Rey o Falange Española- y de los sectores más conservadores del ejército, que miraban con nostalgia hacia los tiempos de la dictadura. Los entierros de las víctimas del terrorismo se llenaban de gritos contra el sistema. Cada vez había más “ruido de sables” en los cuarteles. Así pues, después de la intentona golpista de la llamada operación Galaxia, se produjo el asalto al Congreso. Los hechos se vieron en directo al quedar en funcionamiento una cámara. Las horas siguientes fueron de incertidumbre, al controlar los golpistas algunos puntos estratégicos, como las instalaciones de Televisión Española, y al proclamar el capitán general de la III Región Militar, el teniente general Milans del Bosch el estado de guerra y sacar los tanques a la calle. Al filo de la medianoche, el Jefe del Estado, Juan Carlos I desautorizó el golpe y conminó a los militares golpistas a deponer su actitud. El general Milans del Bosch ordenó el regreso a los cuarteles de las tropas que patrullaban Valencia. Los días siguientes, grandes manifestaciones recorrieron las calles de las principales ciudades del país, invocando a la Constitución y proclamando su voluntad de continuar por la senda de la democracia. 3.2. Gobierno de Calvo Sotelo (UCD) Con el gobierno de Calvo Sotelo siguieron los graves enfrentamientos internos en la UCD. Una de las prioridades de su gobierno fue una política exterior de acercamiento a Europa y sus instituciones. Calvo Sotelo llevó a cabo, pese a la fuerte oposición de los partidos de izquierdas, la adhesión de España a la OTAN, la alianza militar de los países occidentales, considerada como paso previo e imprescindible para la entrada de España en la Comunidad Europea. Esta entrada también significaba una ampliación de las bases norteamericanas instaladas en suelo español desde 1953. Felipe González defendía la neutralidad española, y uno de los lemas del PSOE en la campaña electoral de 1982 fue ¡OTAN, de entrada no! 4 Ante la grave crisis de UCD, Adolfo Suárez fundó su propio partido, el CDS –Centro Democrático y Social- con la clara vocación de recoger el legado de la UCD, cuya descomposición era patente. No tendrá mucha relevancia. La debilidad del gobierno, sin apoyos parlamentarios para llevar a cabo su tarea, obligó a Calvo Sotelo a adelantar las elecciones al 28 de octubre de 1982. El PSOE obtendrá una amplia mayoría (202 diputados), mientras que Alianza Popular de Manuel Fraga sube espectacularmente (106 diputados) recogiendo muchos votos del descalabro de la UCD. El PCE solo obtendrá 4 diputados y el PSA desaparece del mapa electoral. Los nacionalistas vascos y catalanes mantenían sus posiciones. El arrollador triunfo del PSOE llevó a considerar que la Transición había terminado. Su secretario general, Felipe González se convertiría en el nuevo presidente del Gobierno. Tendría que afrontar importantes retos: hacer frente a la crisis económica, buscar el ingreso de España en la Comunidad Europea, y hacer frente a su compromiso electoral de sacar a España de la OTAN. 3.3. Los gobiernos de Felipe González (PSOE) Felipe González gobernará entre 1982 y 1996, al alcanzar cuatro victorias electorales consecutivas, tres de ellas por mayoría absoluta, aunque con un decreciente número de diputados. En el primer gobierno de Felipe González destacará Alfonso Guerra como vicepresidente, o Miguel Boyer como ministro de Economía. Era el gobierno del cambio prometido en la campaña electoral. En primer lugar era necesario afrontar la cuestión económica, donde el principal problema era la elevada tasa de desempleo; la creación de 800.000 puestos de trabajo había sido una de sus principales promesas electorales. No lo consiguieron, al contrario, el paro aumentó, aunque mejoró la protección a los trabajadores desempleados. La estructura del Estado de las Autonomías previsto en la Constitución se ponía en marcha. En política exterior destaca su cambio de postura ante el ingreso de España en la OTAN, que lo llevó a convocar un referéndum, haciendo campaña a favor de la permanencia en la organización. Ganó el sí por un estrecho margen. De esta forma se eliminaba el último obstáculo para el ingreso de España en la Comunidad Europea (solicitada años antes), firmada el 12 de junio de 1985 (y con entrada en vigor desde el 1 de enero de 1986) que significó el comienzo de un profundo cambio económico y social que modernizó el país, acercándolo a los parámetros europeos. Los ajustes necesarios en algunas ocasiones ocasionaron una importante contestación social, pero la mayoría parlamentaria le permitió hacer frente a los cambios. La modernización de España, afrontada por el gobierno y por la estela de optimismo que significó la entrada de España en la Comunidad Europea, influyó en el resultado electoral de 1986 mucho más que el cambio de posición del PSOE en la espinosa cuestión de la OTAN o el fracaso de la política de empleo. Del resto de partidos solo el CDS subía algo. La creciente decepción posterior a la entrada en la CE llevará al PSOE a una pérdida importante de votos en las elecciones municipales del año siguiente. Esto se debe a una necesaria reconversión industrial que significó el cierre de industrias obsoletas, incapaces de competir en el mercado europeo. El rechazo de los sindicatos a lo que se denominaba desmantelamiento industrial de los ministros Boyer y Solchaga condujo a una huelga general el 14 de diciembre de 1988. El seguimiento fue masivo. El enfrentamiento entre Felipe González y el secretario general de la UGT, Nicolás Redondo se hizo patente. Alianza Popular buscó transformar su imagen convirtiéndose en el Partido Popular –PP- que presentaba una imagen más centrista, y Manuel Fraga daba paso a una nueva generación, encabezada por José María Aznar; se empezaba a hablar de centro-derecha. Por su parte, el Partido Comunista se unió a otros partidos surgiendo Izquierda Unida –IU-. Felipe González decide adelantar las elecciones a 1989 y consigue una ajustada mayoría de 176 diputados, por lo que le obliga a pactos con nacionalistas catalanes y vascos y con el CDS. El PP de José María Aznar se queda estancando en 106 diputados, e IU, con Julio Anguita llega a 17 diputados. Los beneficios de la entrada en la CE empieza a notarse con un importante crecimiento económico y el paro descendió. Se empezaba a dar la modernización de las grandes infraestructuras –autovías, aeropuertos, trenes de alta velocidad, equipamientos urbanos-. La imagen de España en 1992, donde se dieron cita dos grandes eventos –la Exposición Universal de Sevilla, en conmemoración del V Centenario del descubrimiento de América y los Juegos Olímpicos de Barcelona- proyectaron al mundo la imagen de un país moderno. 5 Sin embargo, la salida a la luz pública de escándalos financieros y casos de corrupción en los que estaban involucrados importantes dirigentes del PSOE o personalidades próximas a su entorno, como los del hermano de Alfonso Guerra, el gobernador del Banco de España o el director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, iba haciendo mella en el PSOE. Surgieron dos corrientes enfrentadas: los llamados guerristas, partidarios de las tesis de Alfonso Guerra, y los renovadores, vinculados a las tesis de Felipe González. Alfonso Guerra abandonó la vicepresidencia del gobierno en 1991. En un ambiente de crisis económica, y acosado por los escándalos de corrupción, Felipe González convocó elecciones en 1993. Supusieron el primer éxito del PP que se hacía con la alcaldía de Madrid y de algunas ciudades importantes. Con la promesa de acabar con la corrupción el PSOE volvió a ganar, aunque no por mayoría absoluta. Había incorporado en las listas, como reclamo, al juez Baltasar Garzón, para avalar su deseo de luchar contra la corrupción. Felipe González encontró apoyo para gobernar en los nacionalistas catalanes de Jordi Pujol. La corrupción no se arregló y aparecieron otros nuevos casos. Uno de los asuntos más graves fue la llamada trama de los GAL –Grupos Antiterroristas de Liberación-, cuyo objetivo era la lucha contra el terrorismo de ETA, aunque con procedimientos impropios de un Estado de derecho, utilizando atentados igual que los que querían combatir. En ese ambiente, en las elecciones municipales de 1995 se produce una severa derrota del PSOE en las principales alcaldías, por lo que Felipe González convoca elecciones generales para febrero de 1996. 3.4. El triunfo del Partido Popular: José María Aznar El Partido Popular gana con 156 diputados por 141 del PSOE, que sale airoso de lo que se pronosticaba como una hecatombe socialista. A José María Aznar le costó trabajo encontrar el apoyo de nacionalistas catalanes, vascos y canarios para gobernar. El nuevo gobierno fue asentándose poco a poco ayudado por la bonanza económica que llegó tras la crisis y por las medidas gubernamentales que permitieron afrontar con éxito el problema del paro, que pasó del 24 % al 16 % a lo largo de los cuatro años de legislatura. El PP mejoró su imagen que el PSOE trató de manchar con mensajes apocalípticos de la vuelta de la derecha, del pasado, al poder. Al final de la legislatura el PP había alcanzado importantes éxitos económicos, entre ellos el cumplimiento de los criterios de convergencia establecidos en Maastricht para poder acceder al euro, a la Unión Económica y Monetaria. Las elecciones de 2000 daban la mayoría absoluta al PP, al conseguir 183 diputados. EL PSOE sufre un grave revés, al igual que IU. La economía siguió creciendo, con la reducción del paro y espectaculares aumentos de los cotizantes a la Seguridad Social. España conoció una situación insólita al convertirse en país receptor de inmigrantes que llegaban en busca de un puesto de trabajo. El 1 de enero de 2002 comienza la utilización del euro, lo que supuso importantes ajustes en los precios que la expansión económica asumió sin grandes dificultades. La mejora de las infraestructuras y la modernización del país, iniciada en las décadas anteriores, continuó a buen ritmo. El sector de la construcción vivió una escalada de precios vinculada a movimientos especulativos, que convirtieron la vivienda en un bien muy costoso. Muchas familias se endeudaron para adquirir un bien tan básico. La invasión del Irak de Sadam Hussein, acusado de fabricar y almacenar armas de destrucción masiva por USA, tras el grave atentado terrorista perpetrado por radicales islámicos en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, contó con el apoyo del gobierno español, pese a la fuerte contestación social que dicha intervención desató. Aznar, comprometido a poner un límite a sus mandatos como presidente no se presentó a la reelección. El candidato del PP fue Mariano Rajoy, que había tenido varias carteras ministeriales. El 11 de marzo de 2004, en vísperas de las elecciones señaladas para el día 14 varios atentados terroristas en Madrid, sobre todo en la estación de Atocha, produjo dos centenares de muertos y miles de heridos. En principio se atribuyó a ETA, aunque después se demostró que habían sido islamistas radicales. Esto produjo un vuelco de los pronósticos de los sondeos y el PSOE, con Rodríguez Zapatero se alzó con la victoria. 6