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Mes de noviembre de 1999
CLONACIÓN ¿“Fruta prohibida” de la biotecnología genética?
Dr. José de Vicente González
Académico C. de las RR. AA. Nacional de Farmacia y Ciencias Veterinarias de España.
INTRODUCCIÓN.
La ciencia, cada día que pasa, hace nuevas “diabluras”. Está visto que al progreso no hay quien lo
detenga y es inútil esgrimir consideraciones filosóficas o morales contra él. El hombre es curioso por
naturaleza y, además, pretende dominar las leyes de la Naturaleza sin respetar ninguna clase de
barreras, de tal manera que intenta alcanzar día a día nuevas conquistas. Ese curioso impertinente no
se detiene ni ante el capricho de manipular ni ante el deseo de dominar la genética.
El hombre se ha sentido siempre creador. La creación ha sido una potencia o fuerza oculta, que le ha
movido hacia el misterio y cuya finalidad ha sido asemejarse al Creador.
Por eso, la clonación encierra hoy día más fuerza teológica que aquello que la simple biología nos
puede dar a entender. En este nuevo “Génesis” primero será la oveja y después, ¿será el hombre?.
La verdad es que la clonación se viene desarrollando en vegetales desde hace muchos años con el
empleo de los esquejes de las plantas.
LA CLONACIÓN.
En la reproducción animal se están desarrollando nuevas biotecnologías de consecuencias casi
imprevisibles. Una de ellas es la clonación, que utiliza el control del ciclo, la capacitación “in vitro”,
la maduración ovárica “in vitro”, el diagnóstico pre-implantación, la congelación de embriones, la
transferencia embrionaria, los signos embrionarios de reconocimiento, métodos de diagnóstico y
mantenimiento de gestación, etc. Técnicas muy similares en algunos aspectos a las empleadas en la
transgénesis. El diagnóstico pre-implantario permite determinar enfermedades hereditarias, a través
de cultivos de embriones “in vivo”. Existen, al menos, 300 enfermedades genéticas ligadas al sexo.
Desde los pioneros trabajos de los científicos Robert Briggs, Thomas King y John Gourdon en
los decenios de los 50 y los 60, los investigadores han logrado clonar ranas, ratones y ovejas a partir
de células embrionarias, capaces de crecer y diferenciarse posteriormente en cada órgano específico.
El embriólogo John Gourdon, de la Universidad de Cambridge, experimentó con el sapo “Xenopus
leavis”.
En el año 1986 el danés Steen Malte Willadsen demostró la posibilidad de obtener embriones
viables por injerto nuclear, tomando núcleos de células de embriones muy jóvenes, estadio de ocho
células o blastómero, y fusionándolos con óvulos no fecundados y desnucleados, que cultivó en
probeta y posteriormente colocó en útero de ovejas “portadoras”. La transferencia nuclear se ha
desarrollado con éxito en rumiantes: vaca, oveja y cabra.
Podemos definir la clonación como la forma de compartir una carga nuclear genética idéntica por
división o por transferencia nuclear. Por supuesto que son clónicas todas las células embrionarias que
surgen tras la fecundación.
En la clonación generamos un ser vivo con la misma información genética de otro. En principio, se
trata de una forma asexual de reproducción que puede conseguirse de dos maneras: por división del
embrión y por trasplante nuclear.
En el primer caso cultivamos células de un embrión, antes del proceso de diferenciación, y después se
implantan en un útero. Estas células de las primeras divisiones, una vez conseguido el cigoto, son
totipotentes, es decir, mantienen la capacidad de originar un individuo completo.
En el segundo caso, la cosa se complica un poco más. La técnica consiste en introducir núcleos de
células embrionarias en óvulos no fertilizados que han sido enucleados. Los embriones conseguidos
nuevamente se trasplantan en el útero femenino y se deja continuar el proceso.
El gran paso final ha consistido en utilizar una célula somática de un individuo adulto e introducir su
estructura nuclear en un ovocito enucleado, que una vez conseguido el embrión correspondiente se
implanta en el útero materno, consiguiendo finalmente la obtención de un nuevo individuo.
Consideramos, en principio, que la clonación de personas solamente debe quedar circunscrita a los
límites de la “ciencia ficción”: los humanos con genes alterados en la novela “Un mundo feliz” de
Aldoux Huxley o la raza perfecta, clonando un prototipo humano, en la película “ Los niños del
Brasil”, cuyo tema se centraba en torno a la vida y milagros de pequeños “Hitler clónicos”.
Biológicamente, el clon es el responsable de la carga genética, asemejándose a su progenitor en la
igualdad de sus genes. Pero entre ambos individuos existen unas coordenadas espacio-temporales
totalmente distintas.
Con esta nueva técnica los laboratorios fabricantes de fármacos podrían algún día crear animales
portadores de genes propensos al cáncer o a las enfermedades cardiovasculares, y ensayar
posteriormente con medicamentos capaces de curar estas patologías.
En principio, el objetivo primordial de esta técnica es obtener un gran número de copias de un
individuo de alto valor genético. El método es teóricamente posible, aunque existen numerosas
dificultades técnicas.
El fundamento de esta técnica consiste en multiplicar un animal a partir de un embrión. Para ello
podemos emplear núcleos de blastómeros de embriones en estadio 8, 16, 32 y 64 células, cultivos de
células totipotentes o células ES -células Embryo Stem- proporcionadas por los núcleos donantes. En
el primer caso se utilizan ovocitos enucleados, obtenidos por maduración “in vitro” de ovocitos
obtenidos en matadero, a los que por micromanipulación se les eliminó todo el material nuclear. La
célula donante se introduce bajo la membrana pelúcida del ovocito y las membranas citoplasmáticas
se fusionan por electrofusión, permitiendo injertar el núcleo donante en el interior del ovocito
enucleado. Gracias a la electrofusión, el nuevo huevo de 2n cromosomas es activado y comienza a
dividirse para dar un futuro embrión trasplantable en un útero receptor.
Teóricamente, es posible obtener 10, 100 e incluso 1.000 individuos idénticos a partir de uno solo,
congelando embriones: hijos, nietos, etc. que a su vez serán clonados. Esta técnica podría motivar un
cambio radical en la ganadería del futuro, aunque presenta un inconveniente, un preocupante
empobrecimiento genético de la población animal. La diversidad genética entre razas e individuos, es
una riqueza que debemos proteger de forma prioritaria, y la clonación puede suponer un riesgo para
poder mantener el suficiente polimorfismo genético de las poblaciones animales. La creación de
embriotecas puede mantener las diferentes razas, pero la diversidad individual no será
suficientemente salvaguardada.
Actualmente, se utiliza más el programa de clonación todo “in vivo”: maduración ovocitaria,
transferencia de núcleos de blastómeros provenientes de morulas congeladas, desarrollo embrionario
hasta los 6-8 días, selección de embriones “in vitro” y trasplante de embriones en útero a hembras
receptoras. El rendimiento global de esta técnica es muy pequeño, aproximadamente de un 5%.
A pesar del bajo rendimiento en su utilización práctica, es posible llevar a cabo la clonación de
embriones.
Keith H. S. Campbell y colaboradores, del Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia), consiguieron
ovejas clónicas en 1996. Se trata de un experimento de clonación por transferencia nuclear, a partir
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de cultivos celulares. Esta técnica consistió, en primer lugar, en el aislamiento de un grupo de células
totipotentes de embriones inmaduros, es decir, con capacidad para diferenciarse posteriormente
hasta dar lugar a todos los tipos de células que componen los organismos vivos. Estas células se
mantuvieron en cultivo. Simultáneamente, se procedió a extraer cuidadosamente material
cromosómico de oocitos que, posteriormente, fueron fusionados con las células embrionarias
anteriores. Estas células embrionarias obtenidas se implantaron en los úteros de un grupo de ovejas
y como resultado del experimento nacieron varias crías que se desarrollaron con absoluta normalidad.
El profesor Ian Wilmut y su equipo científico, del mismo Instituto de Edimburgo, consiguieron una
oveja clónica a partir de una célula de otra. El experimento consistió en tomar una célula de la
glándula mamaria de una oveja de la raza Finn Dorset, de seis años y en el último trimestre del
embarazo. Estas células fueron cultivadas en laboratorio hasta obtener miles de ellas genéticamente
iguales. Estas últimas son, por tanto, diferenciadas o especializadas de un tejido concreto del animal.
Pero es condición imprescindible que éstas entrasen en hibernación, clave del éxito de la experiencia.
A una de ellas se le extrajo su material nuclear, que sustituyó al de un óvulo enucleado, que estaba
en una determinada fase de su ciclo celular. Este óvulo se implantó en el útero de otra oveja, de la
misma raza, dando lugar a un embrión. Finalmente, este embrión se implantó en una última oveja,
también de la raza Finn Dorset, que actuó como “madre adoptiva”. La consecuencia de este
experimento ha sido la obtención de una oveja clónica. Para conseguir el nacimiento de la oveja
clónica se utilizaron cuarenta ejemplares, y se practicaron, aproximadamente, 277 fusiones de
ovocitos con células mamarias. Después de este número de fusiones solamente 29 embriones
resultaron viables para su implantación y, por último, uno de ellos creció hasta formar la oveja clónica,
llamada Dolly. Según el Dr. Ian Wilmut la razón de tanto fracaso estriba en la dificultad de
conseguir que el ovocito enucleado y la célula donante del ADN se encontrasen en la misma fase de
división celular. El éxito de esta experiencia radica en que una célula somática de cualquier tejido de
una animal adulto puede “reprogramarse” y empezar a proliferar en un medio adecuado, para
originar el resto de las células específicas que integran cada órgano o tejido de un espécimen adulto.
Esta reactivación se consiguió “retrasando el reloj biológico” de una célula adulta, provocando en ésta
un estado de hibernación, en un medio de cultivo celular necesario para que siga con vida. Con esta
técnica se logra que la célula continúe viva, no se divida, ni copie su ADN; pero, sobre todo, se ha
conseguido que sus genes más vitales se activasen. También cabe pensar que en el ovocito existen
unos factores que desprograman la diferenciación genética de una célula adulta. O tal vez, según
algunos científicos, el ADN utilizado en la clonación, proceda de una célula totipotente inmadura de
las que suelen abundar en los tejidos de las glándulas mamarias. A pesar de toda esa serie de
preguntas el objetivo que pretendían los investigadores era conseguir la sincronización del
mecanismo de división nuclear de la célula mamaria adulta con el de división e inicio del desarrollo
embrionario del ovocito. Se nos presentan unas curiosas preguntas: ¿Qué edad tenía la oveja Dolly
cuando nació? ¿Tal vez la de la oveja que donó su ADN para su clonación?. Esto se está estudiando
en la actualidad en los telómeros de sus cromosomas.
El importantísimo logro científico conseguido consiste en haber obtenido el desarrollo de un embrión
a partir de una única célula diploide diferenciada en una función específica, que activada por
mecanismos desconocidos del óvulo es capaz de desdiferenciarse, para posteriormente activarse o
recuperar su capacidad pluripotencial embrionaria. Estas experiencias abren el camino para poder
efectuar modificaciones genéticas y lograr ovejas y otros animales con ciertas características
programadas. Incluso pueden abrir importantes vías para los xenotrasplantes o mejora ganadera.
Pero aún se puede llegar más lejos, porque una vez demostrado que se puede lograr retroceder el
“reloj biológico” de una célula hasta un estado en el que es capaz de dar lugar a todas las células que
componen un ser completo, cabe pensar que podrán obtenerse soluciones para patologías como el
Parkinson, la diabetes o la distrofia muscular a partir de las células del propio enfermo. Es decir,
se pueden lograr desarrollar terapias celulares contra enfermedades incurables.
La empresa británica Inmutran ha conseguido cerdos transgénicos con tejidos “humanizados”,
aunque aún no se haya llevado a la práctica ningún xenotrasplante de órganos.
Cabe aún una pregunta de consecuencias insospechadas ¿Es posible clonar seres humanos desde que
las técnicas de reproducción asistida se hicieron factibles, creando seres vivos por fecundación “ in
vitro”?. El potencial que nos presenta la mala utilización de esta técnica es impredecible e
impresionante, “de tal manera que podría ser factible producir réplicas de cualquier ser viviente”. Esta
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práctica se puede llevar a cabo con la misma tecnología que ha sido aplicada en otros mamíferos.
Desde este punto de vista, la clonación tiene algo del “mito de la inmortalidad”, porque supondría que
ya no es necesario evolucionar más y el individuo se hace inmortal al reproducirse en otros idénticos
a él.
Lee M. Silver, catedrático de la Universidad de Princeton, considera en su libro “Vuelta al Edén: Más
allá de la clonación en un mundo feliz”, que ésta tal y como la entiende la población en general, no
existe. “Para un científico, la clonación es el procedimiento por el que una célula extraída de un adulto
se emplea para conseguir material genético de esa célula y se implanta en un óvulo, que más adelante
se convertirá en un feto. Es decir, el material genético de ese nuevo ser será el mismo que el del
adulto donante”. Pero hay que tener en cuenta que a pesar de todo estas dos personas no van a ser
idénticas, aunque posean el mismo material genético. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con los
gemelos univitelinos, que aunque se consideran genéticamente iguales, se trata de dos personas
distintas. Continua diciendo que “la clonación no es un sistema para que un egocéntrico o egomaníaco
perpetúe su propio ser, ya que se encontraría con un bebé distinto a él y que posiblemente ni
escucharía a su padre”. El autor dedica el libro a sus padres “por haberme creado a la antigua
usanza”. El mismo autor considera que no hay diferencia entre intentar prevenir enfermedades una
vez que el niño ha nacido o hacerlo antes del nacimiento a través de la manipulación genética. El
Prof. Silver deja claro que cuando se quiere intervenir en otros temas que no sean puramente
sanitarios se está tratando de un asunto muy peligroso, que se debe evitar; aunque se esté
totalmente convencido de que algún día esta técnica se llevará a cabo en humanos.
La libertad, como resultado de sus experiencias y situaciones vitales, será distinta entre ambos
individuos; y no está impresa en los genes. También el medio que le rodea será distinto e influirá de
manera diferente en ellos. Es el “yo soy yo y mis circunstancias” de Gracián.
Hay una cosa bien evidente y es que los gemelos univitelinos que surgen de una forma natural, por
partición del embrión, son, en principio, mucho más similares entre sí que un individuo clónico y su
progenitor. Dos gemelos idénticos comparten tanto el ADN del núcleo celular como el ADN
mitocondrial. En el caso de la oveja Dolly el ADN nuclear corresponde a la célula adulta y el ADN
mitocondrial al óvulo que se manipuló para crearla. En el proceso de fecundación normal las
mitocondrias aparecen en el óvulo y no están presentes en el espermatozoide, representando una
importante fuente de energía citoplasmática. Actualmente, por mutaciones de su ADN, se reconocen
enfermedades hereditarias transmitidas únicamente por vía materna. Quiere esto decir que aún se
está presentando algún que otro “interrogante” en el tema de la clonación.
Lo que no sería factible es la clonación de un ser muerto, porque para ello necesitamos dos células
vivas: el ovario y la célula que contiene el ADN que se quiere replicar.
El médico inglés Patrik Dickson, en su libro “La Revolución Genética” asegura que “probablemente
podremos recuperar a los muertos de sus cuerpos antes de que mueran. De este modo, un padre
podría reproducir una copia idéntica de un hijo muerto trágicamente”. Se cree, incluso, que una mujer
puede teóricamente dar a luz un clon de sí misma.
Al margen de las escalofriantes aplicaciones que tendría la clonación de seres humanos, los científicos
recuerdan que estas prácticas condenarían a nuestra especie a una indefectible desaparición. La
razón biológica es muy sencilla, la clonación tendería a reducir considerablemente la biodiversidad
genética de nuestra especie.
NUEVAS FACTORÍAS DE FÁRMACOS.
Se piensa que con esta técnica lo que ha de pretenderse es convertir a ciertos mamíferos, ovinos y
vacunos, en verdaderas “factorías vivas” de proteínas terapéuticas y de órganos para
xenotrasplantes. Es lo que Robert Edwards, el “padre” del primer bebé probeta, llama “medicina
clonal”.
Steven Stice, de la Sociedad Tecnológica para el Avance Celular, y James Robl, de la Universidad
de Massachusetts, EE. UU., han conseguido, por primera vez, la clonación de dos terneros, George y
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Charlie. La importancia de este proyecto es procurar la obtención de hembras clonadas para producir
en su leche fármacos, concretamente albúmina. Esta proteína presente en la sangre resulta
fundamental para los enfermos hepáticos y aquellos lesionados con quemaduras muy graves. En este
caso el producto terapéutico se podría administrar ingiriendo un simple vaso de leche.
Si el desarrollo de estas técnicas desembocan en avances científicos capaces de curar enfermedades
como el cáncer, la hemofilia y el mal de Alzheimer; estaremos ante un avance científico de primera
magnitud que contará con el apoyo social, biosanitario y legal de la comunidad internacional. Pero
resulta muy difícil trazar una frontera entre estos hallazgos clínicos y los ética y moralmente
discutibles, en distinto grado, como son la fertilización “ in vitro”, el uso de “madres de alquiler” o la
congelación de embriones humanos, y por encima de todo, la posibilidad de transformar el código
genético humano de tal manera que pueda acabar en una clonación en la que esté en juego las
esencias mismas de la personalidad, la individualidad y el espíritu.
Hoy día la comunidad internacional está obligada a estudiar a fondo, en un foro multidisciplinar:
científico, jurídico y ético radicalizado en la ONU, una cuestión tan controvertida como es el
establecimiento de unos límites a la libertad en función de la inteligencia, facultad humana que obliga
a un consenso mundial que haga compatible el progreso, la razón, la ciencia y el valor supremo
llamado alma.
La clonación humana es un atentado contra la dignidad de la persona. Ya que una característica de los
seres humanos es que todos son diferentes y respetar su dignidad es respetar su biodiversidad. Se
dice “que en la diversidad está el gusto”.
Se intentan clonar individuos con una estructura genética inmejorable para reproducirla en los demás.
Es decir, se pretende con esta técnica fomentar la existencia de los mejores, lo que como todo tipo de
eugenesia, supone una inaceptable discriminación.
Sin embargo, las personas clónicas vivirán en un entorno distinto, lo que implicará que estas personas
genéticamente idénticas tengan personalidades diferentes.
Clonar células para poder cultivarlas y trasplantar tejidos y, quizás en el futuro órganos completos,
con células idénticas del paciente, significaría que donante y receptor serían la misma persona, se
trata de una práctica que es factible; pero crear individuos clónicos como proveedores de órganos, es
un esclavismo monstruoso y repugnante.
Guste o no, cada día se nos presentarán un mayor número de dilemas éticos y legales en torno a este
gran avance científico.
Para finalizar quiero manifestar mi sorpresa ante una noticia que acabo de leer en un medio de
difusión. Dice así: Clone su mascota. Si adora a su mascota y quiere perpetuarla a lo largo de los años,
Genetic Savings and Clone, una empresa norteamericana de biotecnología, tiene la solución. Esta
empresa ofrece desde su página web congelar y clonar animales por 170.000 pts. Hasta que la
genética permita clonar a la perfección sus animales preferidos, Genetic Savings and Clone se
compromete a conservar su ADN para poder desarrollar mascotas mejoradas con una mayor
esperanza de vida. Finaliza el anuncio con un correo electrónico. Sobra toda tipo de comentario.
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