Siglos XVI al XVIII Mercantilistas Siglo XVIII Fisiócratas Adam Smith 1723 - 1790 Thomas Robert Maltus 1766 -- 1824 David Ricardo 1772 - 1823 CLÁSICOS Stuart Mills 1806 - 1873 Neoclásicos y Marginalistas Piero Sraffa 1898 - 1983 El Nuevo Cambridge John Maynard Keynes 1883 - 1943 Economía del Desequilibrio Alfred Marshall 1842 - 1924 Síntesis Neoclásica León Walras 1834 - 1910 Irving Fisher 1867 - 1947 Nueva Macroeconomía Clásica Carlos Marx 1818 - 1883 Nueva Izquierda Monetarismo La economía premoderna • • • En general, en la literatura económica premoderna se tiende más a juzgar los comportamientos económicos que a analizarlos. Preguntas típicas de las discusiones medievales en torno a la economía son: – ¿Qué constituye el precio justo? – ¿Es moralmente defendible la usura? A partir del siglo XVI estas cuestiones retroceden y se comienza a analizar los propios procesos económicos. Sin embargo, si comparamos estos análisis con los de los economistas clásicos, vemos que éstos adoptan un punto de vista fragmentario del funcionamiento del sistema económico, sin llegar a dar una interpretación analítica de la totalidad del proceso económico. Las dos grandes corrientes antecesoras del pensamiento económico clásico son el movimiento mercantilista (Inglaterra) y el fisiócrata (Francia). El mercantilismo (XVI-XVIII) • • Se centra fundamentalmente en los intereses económicos del Estado, no en los de los individuos que forman parte de éste. A diferencia de la concepción liberal de A. Smith, el objetivo fundamental del mercantilismo radica en maximizar el interés del Estado soberano, y no el de los individuos propietarios de los recursos económicos. Busca fortalecer la estructura del naciente Estado nacional. Con este fin, considera que el gobierno debe ejercer un control sobre la producción, el comercio y el consumo. El mercantilismo (XVI-XVIII) • Ven el fundamento de la riqueza en la acumulación de metales preciosos (oro y plata). – Veían la riqueza como un stock que se acumulaba y no como un flujo de producción. – ¿Cuál era el objetivo de esta acumulación de metales? Construir ejércitos con la finalidad de defender y ensanchar sus dominios territoriales. – El mecanismo fundamental para atraer los metales era el comercio internacional. La idea consistía en tener un saldo favorable en la balanza comercial mediante el que se lograba la entrada de riqueza en el país. Además, la entrada en el país de oro y plata a través del comercio exterior servía al mismo tiempo para disminuir las reservas de otros Estados, mejorando así la posición del país. El mercantilismo • • • Para alcanzar estos objetivos, defienden un alto grado de intervención estatal en la economía. Con el fin de disminuir los gastos en importaciones, los Estados buscaban alcanzar la autosuficiencia nacional, promoviendo y protegiendo la economía nacional. Para alcanzar este superávit, el Estado interviene en la economía a través de: – Promoción y protección de empresas nacionales – Restricción de importaciones mediante medidas arancelarias o paraarancelarias, como restricciones directas a las cantidades importadas. – Estimulación de la exportación mediante privilegios comerciales a compañías dispuestas a abrir nuevos mercados (principalmente en ultramar) – Para favorecer las exportaciones y restringir las importaciones trataron de mantener bajos costes de producción, principalmente regulando los costes del factor trabajo. Escuela Fisiócrata (XVIII) • Contestación al Mercantilismo dominante. • Defienden que los gobiernos no deben interferir en los asuntos económicos, más allá de un mínimo necesario para proteger la vida, la propiedad y la libertad de contratación. Escuela Fisiócrata (XVIII) • • • • • Para los fisiócratas la agricultura era el único sector genuinamente productivo de la economía, el único capaz de generar un excedente del cual dependía todo lo demás. Se consideraba la agricultura una actividad peculiar por lo siguiente: si plantamos una semilla, se obtienen veinte. Sin embargo, un manufacturero no puede obtener una multiplicación similar en el producto, sólo cambia la forma de la materia sobre la que trabaja. Por ello, calificaron la producción fabril como «estéril» y reservaron el término «productiva» a la actividad agrícola. El excedente logrado en la agricultura se destinaría posteriormente a elaborar y consumir productos manufacturados con lo cual aumenta la demanda y la riqueza de la nación. Pero en última instancia el origen del excedente siempre está en la agricultura. Para esta Escuela la riqueza de una nación procedía de la capacidad de producción, y no de la cantidad de oro y plata que ésta acumulaba, por lo cual centraran su análisis no en el dinero, sino en las fuerzas reales que permiten el desarrollo económico. François Quesnay (1694 – 1774) Sistematiza y gráfica El Flujo Circular de Bienes y Dinero en una economía ideal, Cuadro Económico (Tableau Economique 1758). Éste es el primer análisis sistemático del flujo de riqueza que sienta las bases de la macroeconomía. Confiere a la agricultura la máxima importancia, confiriéndole la capacidad de crear riqueza. Reconoce la existencia de tres o cuatro clases sociales: los dueños de la tierra, los agricultores arrendatarios (única clase productiva), y los industriales y comerciantes. Afirmó que la tierra corresponde a los terratenientes, pero que el producto creado por esos agricultores arrendatarios tiene que satisfacer las necesidades de las tres clases existentes. François Quesnay (1694 – 1774) El Cuadro Económico muestra cómo circula el producto neto entre las tres clases y cómo se produce cada año. Este máximo representante de la escuela fisiócrata argumentaba que el principal derecho natural del hombre consiste en el disfrute de los resultados de su trabajo, siempre que se armonice con los derechos de los demás. De aquí que considerara que el gobierno no debería interferir en los asuntos económicos más allá del mínimo absolutamente imprescindible para proteger la vida y la propiedad y para mantener la libertad de contratación. Las ideas de Quesnay constituyen una reacción ante las restricciones feudales, mercantilistas y gubernamentales, que restringían la iniciativa privada. Los movimientos mercantilista y fisiócrata y la economía política clásica • • • • • • • La economía política clásica mantuvo el interés fisiócrata por el origen y la naturaleza del excedente económico. Igual que los fisiócratas (y contrariamente al mercantilismo), afirmaba que el superávit surge no del comercio, sino de la producción. A partir de aquí la escuela fisiócrata y la economía política clásica toman caminos distintos: para ésta la agricultura no es la única actividad productiva. La industria también genera excedente. El tema fundamental de la economía clásica consistirá en la explicación de la naturaleza de este excedente y de los factores que influyen en su magnitud y distribución. Esta línea era claramente compatible con el incipiente industrialismo. Para éste resultaba vital la disponibilidad de un excedente para acumular capital y la utilización eficiente de este potencial. Según el análisis de clásico, las medidas mercantilistas no contribuían a esta utilización eficiente: la reglamentación y restricciones obstaculizaban la eficacia y el desarrollo económico. Propugnaban una organización en que las energías de los empresarios individuales pudiera desarrollarse y en que se eliminasen los privilegios de los cercanos al poder. Adam Smith (1723-1790) y la estructura del análisis clásico • • • • Ha alcanzado el destino de los clásicos: es más citado y comentado que leído. La mentalidad popular (y algunos historiadores de la economía) lo asocian inmediatamente a la más extrema apología de la libre empresa, de la no intervención estatal en la economía, de la autorregulación de los mercados por la que a partir del egoísmo de los agentes económicos surge misteriosamente el beneficio general, etc. Desde luego es cierto que se opuso frontalmente al sistema “mercantil” y al aparato de privilegios y protección estatal en que se sustentaba. Sin embargo, para ver la necesidad de reconsiderar la visión tópica del pensamiento de A. Smith sólo debemos leer (entre otros muchos) los siguientes fragmentos: Adam Smith (1723-1790) • La gente de un mismo gremio rara vez se reúne, aunque sólo sea para su entretenimiento y diversión, sin que la conversación termine en una conspiración contra el público o en algún tipo de arbitrio para elevar los precios (Smith 1776, p. 144) Adam Smith (1723-1790) • El interés de los negociantes … de cualquier ramo del comercio o de la industria es siempre diferente en algunos aspectos del interés público, e incluso opuesto a él… Cualquiera nueva ley o regulación del comercio propuesta por este estamento debería siempre escucharse con gran precaución y no adoptarse nunca sin antes examinarla larga y cuidadosamente, con la atención no sólo más escrupulosa, sino incluso más suspicaz. Hay que tener en cuenta que proviene de un estamento cuyo interés no coincide nunca exactamente con el del público, estamento generalmente interesado en engañar o incluso oprimir al público, y que consecuentemente, en muchas ocasiones, lo ha engañado y oprimido. (Smith 1776, p. 278) Adam Smith (1723-1790) • Smith supo ver en los manufactureros y arbitristas los portadores del progreso y del bienestar social. Por ello, instó a que se les permitiese un mayor margen del maniobra que el que entonces tenían. Consideró que algunas restricciones institucionales suponían una traba al proceso de maduración de una nueva y más productiva era industrial • Pero, por encima de todo, Smith planteó una visión de conjunto de la economía y del proceso de producción como no se había visto hasta el momento. • Por primera vez formula un gran modelo de orden económico en el que se puede estudiar cada parte en relación con todas las restantes. • Su obra pone sobre la mesa las cuestiones que ocupará a los economistas durante más de un siglo y algunos problemas que aún hoy siguen vigentes. Adam Smith (1723-1790) Algunos datos biográficos • Estudia en Glasgow y Oxford. • En 1752 obtiene la cátedra de Filosofía Moral de la Universidad de Glasgow • En 1759 publica su Teoría de los sentimientos morales • En 1764 renunció a su cátedra para trabajar como tutor del duque de Buccleuch – Esto, además de los incentivos económicos, le permite viajar por el continente y tratar con personajes ilustres como Voltaire, Turgot, Quesnay, Hume, etc. • Ese mismo año anuncia a Hume que está trabajando en lo que luego sería La riqueza de las naciones, pero tardará más de una década en escribirlo y publicarlo. • Para hacernos una idea de la amplitud del trabajo: Adam Smith (1723-1790) • “Hubo una vez un caballero que leyó la Riqueza de las Naciones; no un resumen, ni un volumen de pasajes selectos, sino la Riqueza de las Naciones en sí. Empezó con la Introducción, leyó el famoso primer capítulo sobre la división del trabajo, los capítulos sobre el origen y los usos del dinero, los precios de las mercancías, los salarios del trabajo, las ganancias sobre el capital, la renta de la tierra, . . . , sin omitir la larga digresión sobre las fluctuaciones en el valor de la plata durante los últimos cuatro siglos, y los cuadros estadísticos al final. Habiendo completado el primer libro, siguió con el segundo, sin desanimarse por el hecho de que supuestamente contiene una errónea teoría del capital, y una insostenible distinción entre trabajo productivo e improductivo. En el Libro III encontró una historia del desarrollo económico en Europa desde la caída del Imperio Romano, con digresiones sobre diversas fases de la vida y civilización medievales. En el cuarto libro encontró extensos análisis y críticas de las políticas comerciales y coloniales de las naciones europeas, y toda una batería de argumentos en favor de la libertad comercial. Por último atacó el largo libro final sobre los ingresos del soberano. Aquí encontró materiales aún más diversos e inesperados: una explicación de los diferentes métodos de defensa y administración de justicia en sociedades primitivas, y sobre el origen y crecimiento de los ejércitos permanentes en Europa; una historia de la educación en la Edad Media y una crítica de las universidades del siglo XVIII; una historia del poder temporal de la iglesia, del crecimiento de las deudas públicas en las naciones modernas, del modo de elegir obispos en la iglesia antigua; reflexiones sobre las desventajas de la división del trabajo, y—el objetivo principal del libro—un examen de los principios de la tributación y de los sistemas de ingresos fiscales. El tiempo no nos alcanza para enumerar todo lo que encontró aquí antes de llegar por fin a los párrafos finales, escritos durante los inicios de la Revolución Norteamericana, relativos al deber de las colonias de contribuir a sufragar los gastos de la madre patria. Ahora bien, quizá he exagerado un tanto. Probablemente nunca existió ese caballero” (G. R. Morrow, “Adam Smith: Moralist and Philosopher,” Adam Smith, 1776-1926: Lectures [University of Chicago, 1928]: 15657). Adam Smith (1723-1790) • Generalmente los historiadores del pensamiento económico se han centrado en la Riqueza de las naciones y han ignorado otras obras, como La teoría de los sentimientos morales, que, sin embargo, es decisiva para comprender adecuadamente la noción de «interés personal» sobre la que se apoya el análisis más estrictamente económico. • Durante mucho tiempo se pensó que había contradicción entre las obras, y que la posición «moralista» (simpatía) de la primera es superada por el economicismo (egoísmo) de la segunda; pero esto responde a una interpretación unilateral del pensamiento de Smith (y del ser humano en general) Adam Smith (1723-1790) • Algunas ideas de esta obra que tienen interés para reconsiderar la concepción económico-política de Smith: – «La parte principal de la felicidad humana procede de la conciencia de ser amado» (Smith 1759, p. 41) • Un sentimiento fundamental en el ser humano y en la sociedad es la “simpatía” (la capacidad para compartir los sentimientos ajenos). Ésta nos lleva a juzgar nuestra acciones sobre la base de sus efectos en los otros, además de en nosotros mismos. Así, dice Smith: – En la carrera por la riqueza, los honores y el ascenso social, [el ser humano] puede correr con todas sus fuerzas, poniendo a prueba todos sus nervios y sus músculos, a fin de aventajar a todos sus competidores. Pero si empujase a algunos de ellos, la indulgencia de los espectadores se agotaría por completo. Es una violación del juego limpio que no pueden admitir (Smith 1759, p. 83) – La sociedad (…) no puede subsistir entre aquellos que están siempre dispuestos a dañar y perjudicar a otro. (Smith 1759, p. 86). Adam Smith (1723-1790) • La concepción de Smith de la moral humana (y por ello del funcionamiento de la sociedad) se basa en un doble supuesto: • A) cada persona conoce mejor que nadie sus propios intereses, y nadie mejor que él para cuidar de sí mismo y de sus intereses (de aquí su liberalismo). • B) entre esos intereses está el deseo de ser amado por los demás y, por tanto, el respeto por el bienestar de los demás. • La distinción entre interés privado e interés público sólo se vuelve una oposición conflictiva si el interés privado se interpreta de un modo restrictivo, como egoísmo más que como interés personal, pues éste está moderado por el reconocimiento (simpatía) de los intereses de los demás. Adam Smith (1723-1790) • Sin embargo, Smith tampoco cae en una posición extremadamente idealizada del ser humano y la sociedad. En este contexto vemos ejemplos de justificación de la intervención del Estado (frente a la visión de Smith como «abogado doctrinario del laissezfaire» (luego volveremos sobre esto): – Ahora no estamos examinando qué principios aprobaría un ser perfecto acerca del castigo de las malas acciones; sino qué principios aprueba una criatura tan débil e imperfecta como el hombre (…) La misma existencia de la sociedad exige que la malicia inmerecida y no provocada deba restringirse por medio de castigos adecuados. (Smith 1759, p. 77) Adam Smith (1723-1790) • En resumen, en la visión de Smith concurren diversos elementos que garantizan el orden, la prosperidad y el desarrollo de las sociedades: – el comportamiento moral basado en el sentimiento innato de la simpatía – la fuerza motriz de un interés personal rectamente concebido – un conjunto de normas jurídicas y costumbres – instituciones públicas diseñadas entre otras cosas para garantizar la administración de justicia Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones • En 1776 publica La investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones • La obra alcanzó un éxito inmediato y duradero: la primera edición se agotó en seis meses, y durante la vida de Smith se publicaron cinco ediciones (1776, 1778, 1784, 1786, y 1789). • Además, en cuestión de tres décadas se había traducido a por lo menos seis idiomas extranjeros: danés (177980), tres versiones francesas (1781, 1790, y 1802), alemán (1776-78), italiano (1780), español (1794) y ruso (1802-06). Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones • El texto se articula en cinco libros. • Éstos son los temas de los cinco libros: • Libro 1: división del trabajo, teoría del valor y la distribución de las rentas • Libro 2: el dinero y la acumulación • Libro 3: digresión sobre la historia de las instituciones y la economía desde la caída del Imperio Romano • Libro 4: ilustración crítica de las doctrinas mercantilistas y los principios fisiocráticos • Libro 5. gastos e ingresos públicos, papel del Estado en la economía. Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones • El tema fundamental queda claro en el título del libro (la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones). Es decir: el libro propone lo que hoy denominaríamos una teoría del desarrollo económico. • Se trata de explicar los factores que determinan el progreso económico y, por tanto, las medidas que podrían tomarse para crear un ambiente favorable para un crecimiento económico sostenido (para crear «riqueza»). Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones • Según Smith, tanto el nivel del ingreso real per cápita como su tasa de crecimiento dependen esencialmente de “la aptitud, destreza y sensatez con que generalmente se ejercita el trabajo” (1776, p. 3) es decir, de lo que hoy en día llamaríamos la “productividad laboral.” • Desde la primera línea de la primera página del libro se defiende claramente que el trabajo es la fuente principal de la riqueza y del bienestar de una nación: – “El trabajo anual de cada nación es el fondo que en principio la provee de todas las cosas necesarias y convenientes para la vida, y que anualmente consume el país.” • Es decir, Smith identifica la “riqueza de las naciones” con la producción de bienes de consumo, definición que contrasta marcadamente con la entonces predominante tradición mercantilista, que identificaba la riqueza con el dinero en sí (con la acumulación de oro y plata). Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones • • A su vez, Smith atribuye las diferencias internacionales e históricas en la productividad a diferencias en el grado de “división del trabajo.” Para ilustrar los efectos de una mayor y más fina división del trabajo, Smith recurre al ejemplo de una manufactura “de poca importancia”: la industria de alfileres. Aún hoy en día no puede dejar de maravillarnos la siguiente relación: – Un obrero que no haya sido adiestrado en esa clase de tarea, ... , por más que trabaje, apenas podría hacer un alfiler al día, y desde luego no podría confeccionar más de 20. Pero dada la manera como se practica hoy día la fabricación de alfileres, no sólo la fabricación misma constituye un oficio aparte, sino que está dividida en varios ramos, .... Un obrero estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos iguales, un cuarto hace la punta, .... En fin, el importante trabajo de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas 18 operaciones distintas, .... He visto una pequeña fábrica de esta especie que no empleaba más de diez obreros, donde, por consiguiente, algunos tenían a su cargo dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y, por lo tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria debida, podían, cuando se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce libras de alfileres. En cada libra había más de 4,000 alfileres de tamaño mediano. Por consiguiente, estas diez personas podían hacer cada día, en conjunto, más de 48,000 alfileres, cuya cantidad dividida entre diez correspondería a 4,800 por persona. (Smith 1776, pp. 8 y s.) Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones • ¿A qué se debe este fantástico incremento en la productividad del trabajo? • Smith lo explica a partir de tres factores básicos: – [Primero] de la mayor destreza de cada obrero en particular; segundo, del ahorro de tiempo que comúnmente se pierde al pasar de una ocupación a otra, y por último, de la invención de un gran número de máquinas, que facilitan y abrevian el trabajo, capacitando a un hombre para hacer la labor de muchos. (Smith 1776, p.13) • En definitiva, se trata de alcanzar una racionalización del proceso de producción. Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones • • • • Sin embargo, hay un factor fundamental que limita esta división del trabajo: el mercado. En el ejemplo, vemos que si un trabajador “no racionalizado” produce 20 alfileres diarias, con la división del trabajo pasa a producir 4.800 por persona. Para que este incremento de la producción tenga sentido es necesario que el mercado crezca en la misma proporción. De aquí que Smith considere que todo lo que supone un obstáculo para el comercio constituye un obstáculo para la división del trabajo (para la racionalización de la producción) o, lo que es lo mismo, un obstáculo para la riqueza de las naciones. En consecuencia, cualquier tipo de restricción del comercio internacional, al limitar el tamaño del mercado, tendrá efectos adversos sobre la productividad. En cambio, el comercio libre y abierto tiene un efecto contrario: – “Gracias al comercio exterior, la limitación del mercado doméstico no impide que la división del trabajo sea llevada hasta su máxima perfección. Abriendo un mercado más amplio para cualquier porción del producto del trabajo que exceda las necesidades del consumo doméstico, lo estimula para perfeccionar y fomentar las fuerzas productivas, de suerte que alcance un desarrollo considerable el producto anual y, por consiguiente, la riqueza y la renta efectiva de la sociedad» (Smith 1776, p. 394) Adam Smith (1723-1790) Expansión del mercado • • • Smith defenderá la importancia de establecer medidas de política económica librecambista que faciliten el comercio y la expansión de los mercados. Además de defender la eliminación de las trabas al comercio nacional e internacional, Smith subrayará la importancia que tiene la mejora de los transportes y los medios de comunicación para favorecer el comercio y la expansión de los mercados. Smith defiende que la estimulación de los mercados da lugar a una “espiral virtuosa”: – el crecimiento del comercio y el mercado estimula la producción, lo que supone más trabajo para más gente, subiendo así la renta nacional, con lo cual hay más consumo, con lo que crece el mercado estimulando la producción… • Esta espiral virtuosa entre la expansión del mercado y el crecimiento de la riqueza de la nación constituye uno los puntos más característicos de la concepción smithiana de la economía. Adam Smith (1723-1790) • Además de la división del trabajo dentro de la cadena de una misma planta de producción, cabe distinguir otras dos divisiones en relación al trabajo: – La división social en virtud a lugar o función en el proceso productivo. – La división entre diferentes sectores que producen diferentes tipos de mercancías. Adam Smith (1723-1790) Clases sociales y distribución de la renta • Reflejando las transformaciones características de la nueva sociedad moderna, Smith analizó la sociedad distinguiendo tres clases: los trabajadores, los capitalistas, los terratenientes (frente a la división tradicional más acorde con la sociedad feudal en: trabajadores agrícolas y granjeros, artesanos, nobleza y clero). – De los terratenientes dirá: «desean cosechar donde nunca sembraron» (1776, p. 49) (la renta es «naturalmente un precio de monopolio» (p. 141) – De los capitalistas, es decir, de «aquellos que viven de los beneficios», dirá que no sólo su interés se opone al desarrollo económico, sino que también estriba en «restringir la competencia» (p. 241). Adam Smith (1723-1790) Clases sociales y distribución de la renta • • ¿Cómo se reparten estas tres clases sociales la riqueza originada en el proceso productivo? Smith destaca el desequilibrio entre trabajadores y capitalistas en el poder de negociación. Como consecuencia de este desequilibrio, los trabajadores reciben un salario estrictamente suficiente (y no más) para mantenerse a ellos mismos y a su familia (para asegurar su subsistencia y reproducción). – Los salarios del trabajo dependen generalmente, por doquier, del contrato concertado por lo común entre estas dos partes, y cuyos intereses difícilmente coinciden. El operario desea sacar lo más posible, y los patronos dar lo menos que puedan. Los obreros están siempre dispuestos a concertarse para elevar los salarios, y los patronos para rebajarlos. Sin embargo, no es difícil de prever cuál de las dos partes saldrá gananciosa en la disputa, en la mayor parte de los casos, y podrá forzar a la otra a contentarse con sus términos. Los patronos, siendo menos en número, se pueden poner de acuerdo más fácilmente, además de que las leyes autorizan sus asociaciones o, por lo menos, no las prohíben, mientras que, en el caso de los trabajadores, las desautorizan. No encontramos leyes del Parlamento que prohíban los acuerdos para rebajar el precio de la obra; pero sí muchas que prohíben estas estipulaciones para elevarlo. En disputas de esta índole los patronos pueden resistir mucho más tiempo. (…) A largo plazo, tanto el trabajador como el patrono se necesitan mutuamente; pero con distinta urgencia» (Smith 1776, p. 65). Adam Smith (1723-1790) Clases sociales y distribución de la renta • • • • En consecuencia, los ingresos de los capitalistas y los terratenientes son iguales a la totalidad del excedente obtenido en el proceso productivo. Excedente: es aquella parte del producto que excede a lo que es suficiente para reconstituir el stock inicial de medios de producción y medios de subsistencia para los trabajadores empleados en el proceso productivo. Periodo tras periodo, las empresas usan el stock inicial de medios de producción en el curso del proceso de producción, al final del cual obtienen un producto que se usa ante todo para reconstituir el stock inicial, para poder repetir el ciclo productivo. El “excedente” puede utilizarse para: – Aumentar el stock de medios de producción y de subsistencia, aumentando el número de trabajadores empleados, y, por lo tanto, el producto. – Para un consumo “improductivo” (se incluye en el consume “de lujo” también el consumo de subsistencia de los parados o de aquellos cuyo trabajo no da resultados concretos, esto es, no origina mercancías que puedan venderse en el mercado). Adam Smith (1723-1790) Trabajo productivo e improductivo • • Esta última distinción es la base para su diferenciación entre trabajo “productivo” e “improductivo” (distinción ya presente en los fisiócratas) Smith vacila entre dos definiciones: – 1) Según la primera, trabajo productivo es aquel que da origen a bienes físicos (e.d. agricultura y manufactura, pero no el trabajo en el sector de los servicios) – 2) Según la segunda, productivo aquel trabajo que recupera los fondos empleados en la producción y además genera beneficio. Adam Smith (1723-1790) Trabajo productivo e improductivo • Del trabajo productivo dirá: – “añade valor al objeto en que se emplea [...] se incorpora y realiza en algún objeto concreto o mercancía vendible, que dura algún tiempo tras la finalización del trabajo. En cierta forma es como una cantidad de trabajo almacenada y conservada para su empleo cuando se necesite para alguna ocasión. Posteriormente, este objeto, o lo que es lo mismo, el precio de tal objeto, puede poner en funcionamiento una cantidad de trabajo igual a la que originariamente lo produjo.” • Del improductivo: – “no añade valor a nada [...] no se incorpora ni realiza en ninguna mercancía vendible u objeto específico. Sus servicios perecen, por lo general, en el mismo instante de su ejecución, y raramente dejan tras ellos huella o valor alguno por los que se pueda conseguir, posteriormente, una misma cantidad de servicios.” Adam Smith (1723-1790) Trabajo productivo e improductivo • • • Además de entre trabajo productivo e improductivo, Smith distingue entre trabajos “útiles” e “inútiles” (p. 331 y 300). Pone como ejemplo del primero la labor del médico y como ejemplo del segundo la del bufón. Considera trabajo útil todo aquel que contribuye directamente al buen funcionamiento del sistema económico (por ejemplo, garantizando el derecho de propiedad, pero también la salud de los trabajadores, su formación, etc.). Aunque Smith supera la reducida concepción del trabajo productivo de la escuela fisiócrata, subrayando el carácter productivo de la fabricación de mercancías y el comercio, hoy en día resulta difícilmente sostenible la distinción smithiana entre trabajo productivo e improductivo. En general, no parece fácil distinguir todos los elementos implicados en el funcionamiento efectivo del sistema económico. Adam Smith (1723-1790) Valor de uso y valor de cambio • Otra aportación decisiva de Smith a la teórica económica clásica fue su distinción entre valor de uso y valor de cambio (posteriormente desarrollada por David Ricardo). – La palabra valor tiene dos significados diferentes, pues a veces expresa la utilidad de un objeto particular y, otras, la capacidad de comprar otros bienes, capacidad que se deriva de la posesión de dinero. Al primero lo podemos llamar «valor en uso» y, al segundo, «valor en cambio». La cosas que tienen un gran valor en uso tienen comúnmente escaso o ningún valor en cambio, y, por el contrario, las que tienen un gran valor en cambio no tienen, muchas veces, sino un pequeño valor en uso, o ninguno. No hay nada más útil que el agua, pero con ella apenas se puede comprar cosa alguna ni recibir nada a cambio. Por el contrario, el diamante apenas tiene valor en uso, pero generalmente se puede adquirir, a cambio de él, una gran cantidad de bienes (Smith 1776, p. 30) Adam Smith (1723-1790) Valor de uso y valor de cambio • Smith, como por lo general los economistas clásicos, admiten que el valor de uso es un requisito previo del valor de cambio: un bien que no tiene uso y que nadie desea no puede tener un valor positivo. • Ahora bien, una vez satisfecha esta condición, el valor de cambio de una mercancía se determina sobre la base de elementos distintos del valor de uso (como veremos más adelante, el valor de cambio depende de las condiciones de reproducción del sistema económico, no de la utilidad de la mercancía). • No consideran el valor de uso como una cantidad mensurable. Sí se puede señalar la mayor o menor utilidad de una u otra mercancía (recordad el ejemplo del agua), pero desde luego no con la precisión necesaria para hacer una ordenación completa de las preferencias de los agentes económicos. • De forma general, cuando en la economía clásica se habla del valor de una mercancía se está hablando de su valor de cambio. Adam Smith (1723-1790) Valor y trabajo • Para Smith la fuente del valor es el trabajo. – Todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenientes y gratas de la vida. Pero una vez establecida la división del trabajo, es sólo una muy pequeña parte de las mismas la que se puede procurar con el esfuerzo personal. La mayor parte de ellas se conseguirán mediante el trabajo de otras personas, y será rico o pobre, de acuerdo con la cantidad de trabajo ajeno de que pueda disponer o se halle en condiciones de adquirir. En consecuencia, el valor de cualquier bien, para la persona que lo posee y que no piense usarlo o consumirlo, sino cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo que pueda adquirir o de que pueda disponer por mediación suya. El trabajo, por consiguiente, es la medida real del valor en cambio de toda clase de bienes (Smith 1776, p. 31). Adam Smith (1723-1790) Valor y trabajo • En este fragmento se señala el patrón con que medir el valor, pero no se señalan los factores que determinan este valor. • El trabajo es una medida adecuada para el análisis de las relaciones que se establecen en una sociedad basada en la división de trabajo: detrás el intercambio de productos hay una relación recíproca que conecta a los trabajadores de los distintos sectores, integrándolos en un solo sistema económico, en una sociedad, en la que toda persona depende del trabajo de los demás. • La base del tiempo del trabajo permite expresar en términos cuantitativos las relaciones económicas que mantienen unidos a los diferentes productores de una sociedad basada en la división en el trabajo. • Pero además de estas consideraciones generales, es preciso identificar los factores que determinan el valor de cambio de las diferentes mercancías. Adam Smith (1723-1790) Valor y trabajo • • Una posible solución a la hora de establecer los factores que determinan en cada caso el valor de cambio de una mercancía puede ser la teoría del trabajo necesario (La proporción de cambio es directamente proporcional a las cantidades de trabajo necesario para producir cada mercancía) Sin embargo, Smith sólo la considera válida para una «sociedad primitiva y ruda». – En el estado primitivo y rudo de la sociedad, que precede a la acumulación de capital y a la apropiación de la tierra, la única circunstancia que puede servir de norma para el cambio recíproco de diferentes objetos parece ser la proporción entre las distintas clases de trabajo que se necesitan para adquirirlos (…. ). Es natural que una cosa que generalmente es producto del trabajo de dos días o de dos horas valga el doble que la que es consecuencia de un día o de una hora (Smith 1776, p.47) Adam Smith (1723-1790) Precio natural y precio de mercado • Smith advierte de que esta teoría no es adecuada para explicar valores de cambio en una sociedad en la que los trabajadores no poseen los bienes de capital y la tierra que utilizan en su trabajo. • Es decir, esta teoría del trabajo necesario no tiene en cuenta las rentas y beneficios que entran en el precio de toda mercancía cuando capitalistas y terratenientes constituyen clases sociales distintas de la clase trabajadora. • En estas sociedades, los valores de cambio corresponden a los «precios naturales», que Smith distingue de los «precios de mercado». – Cuando el precio de una cosa es ni más ni menos el suficiente para pagar la renta de la tierra, los salarios del trabajo y los beneficios del capital empleado en obtenerla, prepararla y traerla al mercado, de acuerdo con sus precios corrientes, aquélla se vende por lo que se llama su precio natural (…). El precio al que se vende comúnmente se llama precio de mercado (Smith 1776, 54). Adam Smith (1723-1790) Precio natural y precio de mercado • • • El precio de mercado es el precio que podemos observar mirando los actos reales de intercambio El precio natural es el precio teórico que expresa las condiciones de reproducción del proceso productivo. – Es decir, en una sociedad divida en clases sociales los valores de cambio o precios naturales deben: • 1) cubrir los costes de producción y • 2) garantizar además un rendimiento igual al que se obtendría en otros sectores para el capital invertido en la actividad productiva Para entender este último punto es necesario comprender la concepción smithiana del carácter regulador del mercado (en condiciones ideales de libre competencia) Adam Smith (1723-1790) Economía de mercado • • Economía de mercado vs. Economía planificada En una sociedad en la que el trabajo está dividido, los intercambios entre diferentes sectores, necesarios para el funcionamiento continuo de la economía, pueden tener lugar – coordinados por una autoridad central con un plan para la distribución del producto global entre los diferentes sectores y unidades productivas (economía planificada). – libremente, es decir, de forma tal que las decisiones sobre las cantidades que deben producirse, venderse y adquirirse, sobre los precios, etc. están descentralizadas. Esto es, el propio mercado, a través de la competencia entre los agentes, asegura la necesaria coordinación entre la pluralidad de centros de decisión descentralizados (productores, compradores) • Para Smith, la economía de mercado en su conjunto funciona de modo bastante satisfactorio: para cada mercancía, el flujo de producción que sale de las empresas que la producen se corresponde más o menos con el flujo de demanda que en condiciones normales procede de los compradores. Los mecanismos de mercado guían la economía de forma que aseguren el bienestar personal, condición previa para cualquier vida civilizada. Adam Smith (1723-1790) La competencia y el carácter regulador del mercado • • La idea clave para la comprensión de la concepción de Smith del mercado como mecanismo regulador es la idea de “libre competencia”. Smith toma en consideración dos tipos de competencia: – 1) La competencia en el mercado de cada mercancía: cada comprador busca entre los muchos vendedores presentes en el mercado a aquel que vende la mercancía al mejor precio posible; si un vendedor pide un precio demasiado alto, se arriesga a no vender su mercancía. De modo similar, cada vendedor busca el comprador dispuesto a pagar el precio más alto; los compradores que ofrezcan un precio muy bajo se arriesgan a quedarse sin mercancía. En condiciones ideales, cuando la competencia entre los vendedores y entre los compradores no tropieza con obstáculos (cuando hay libertad de mercado), el precio de la mercancía es uno y el mismo para todos. Adam Smith (1723-1790) La competencia y el carácter regulador del mercado • • • • 2) La segunda clase de competencia que analiza es la «competencia de capitales». Además de la competencia en el mercado de productos, Smith considera la competencia entre los capitalistas que buscan invertir en los sectores que ofrezcan los rendimientos más elevados para su capital. Cuando los capitalistas son libres para trasladar sus capitales de un sector a otro en busca de la inversión más fructífera (en términos de Smith: «si hay perfecta libertad»), existe libre competencia, libre movimiento del capital. Cuando rige la libre competencia, ningún sector puede ofrecer a los capitalistas un rendimiento mayor que el que pueden ofrecer otros sectores durante un largo periodo, porque si así fuera nuevos capitales acudirían a él. Esto tendría como consecuencia un aumento de la producción, lo que a su vez disminuiría el precio del mercado, y con ello también los beneficios y el tipo de rendimiento. Tampoco es posible que un sector ofrezca a los capitalistas un rendimiento menor que el que pueda obtenerse en otros sectores, puesto que, si fuera así, se produciría una fuga de capitales del sector, ocasionando un descenso de la producción, que tendría como consecuencia un aumento del precio de mercado y, por tanto, de los beneficios y el tipo de rendimiento del sector. Adam Smith (1723-1790) La competencia y el carácter regulador del mercado • Así pues, en condiciones de «perfecta libertad», de «libre competencia generalizada», el rendimiento sobre el capital tiende a ser igual en todos los sectores. • La «competencia de capitales» une en un solo mercado capitalista los diferentes sectores de la economía. El papel central de esta clase de competencia es lo que distingue al sistema capitalista. • Este carácter regulador de la competencia (que unifica en un mercado toda la producción), permite identificar las condiciones que definen el precio «natural». Es el valor de cambio que corresponde a la reproducción a lo largo del tiempo de una economía basada en la división del trabajo; es decir, el precio debe ser tal que permita la recuperación de los costes de producción y la posibilidad de obtener un beneficio «natural». Adam Smith (1723-1790) La competencia y el carácter regulador del mercado • En palabras de Smith: – «Cuando el precio de una cosa es ni más ni menos que el suficiente para pagar la renta de la tierra, los salarios del trabajo y los beneficios del capital empleado en obtenerla, prepararla y traerla al mercado, de acuerdo con sus precios corrientes, aquélla se vende por lo que se llama su precio natural» (Smith 1776, p. 54). • La contrapartida empírica de esta variable teórica es el «precio de mercado». – «El precio efectivo a que corrientemente se venden las mercancías es lo que se llama precio de mercado, y puede coincidir con el precio natural o ser superior o inferior a éste». – «El precio de mercado de cada mercancía en particular se regular por la proporción entre la cantidad de ésta que realmente se lleva al mercado y la demanda de quienes están dispuestos a pagar el precio natural del artículo» (Smith 1776, p. 55). Adam Smith (1723-1790) La competencia y el carácter regulador del mercado • La libre competencia será la encargada de relacionar el precio natural y el precio de mercado: si la producción de una mercancía excede su demanda efectiva, entonces la competencia impulsará el precio de mercado por debajo del precio natural, los productores no podrán obtener los beneficios naturales y tendrá lugar una fuga de capital del sector, con lo que la producción disminuirá y será absorbido el exceso de oferta. • Para ilustrar este mecanismo de ajuste Smith utilizó la célebre analogía de la «gravitación»: – «El precio natural viene a ser, por esto, el precio central, alrededor del cual gravitan continuamente los precios de todas las mercancías (…). Pero aunque el precio del mercado de una mercadería cualquiera está continuamente fluctuando, por decirlo así, alrededor del precio natural, a veces ciertos accidentes, determinadas causas naturales y ordenanzas gubernamentales suelen mantener el precio de muchas mercancías, durante bastante tiempo, muy por encima del llamado precio natural» (Smith 1776, pp. 56-58) Adam Smith (1723-1790) La competencia y el carácter regulador del mercado • Sin embargo, pese a lo que esta analogía pueda sugerir, la interpretación del precio de mercado como una variable teórica determinada por la confrontación entre demanda y oferta según reglas generales y exactas es ajena al pensamiento de Smith, y sólo hará su entrada en la economía al final de la edad de oro de la economía política clásica (J.S. Mill y T. De Quincey), para ser desarrollada más tarde por Alfred Marshall del modo en que se ha hecho familiar en los manuales contemporáneos de economía. • En la época de Smith los términos demanda y oferta no indicaban curvas, o relaciones funcionales estables e identificadas que relacionaran el precio y la cantidad de una mercancía, sino un conjunto de elementos, fortuitos o contingentes, que no pueden reducirse a factores tecnológicos o psicológicos. Adam Smith (1723-1790) Liberalismo económico vs. Liberalismo político: la recepción del pensamiento de Smith • Desde la publicación de La riqueza de las naciones la obra tuvo una buena acogida entre los intelectuales progresistas de la época. • Por ejemplo, en la Francia pre y post-revolucionaria, intelectuales progresistas como Condorcet (que publicó un compendio de la obra en 1791) defendieron a Smith. • En Inglaterra, su pensamiento se convirtió en un punto de referencia para pensadores radicales como Thomas Pain (1737-1809) y Mary Wollstonecraft (1759-1797). • Al mismo tiempo, Smith fue considerado por pensadores conservadores como un subversivo peligroso. • En cualquier caso, todos estos pensadores favorables o contrarios a Smith no vieron ninguna diferencia entre el liberalismo en el campo político y el liberalismo económico, entre la defensa de la libertad política y la defensa del librecambio. Adam Smith (1723-1790) Liberalismo económico vs. Liberalismo político: la recepción del pensamiento de Smith • • • • Esta situación cambió en los años siguientes. Los excesos cometidos por la Revolución francesa generaron en la opinión pública inglesa una reacción negativa, que en un primer momento implicó una creciente desconfianza ante el liberalismo smithiano. Sin embargo, pronto (especialmente gracias al primer biógrafo de Smith, Dugald Stewart), comenzó una reinterpretación de su pensamiento que tenía como objetivo hacerlo más aceptable. Esta reinterpretación se basó precisamente en la distinción entre el liberalismo económico y político. Con esta reinterpretación, una tesis políticamente progresista que destacaba la necesidad de luchar contra las concentraciones de poder de cualquier tipo se transformó en una tesis conservadora −dejar la máxima libertad de acción a los empresarios−, que en la etapa de la industrialización llegó a adoptar tonos reaccionarios, sirviendo para justificar una total indiferencia de la nueva clase empresarial ente los costes humanos de las nuevas tecnologías productivas y la extendida miseria que trajeron; algo alejado de la sensibilidad de Smith ante los sufrimientos humanos y su interés por la mejora continua de los niveles de vida de la gran masa de la población. Adam Smith (1723-1790) Liberalismo económico vs. Liberalismo político: la recepción del pensamiento de Smith • El libro IV de La riqueza de las naciones constituye en su mayor parte una crítica al carácter fuertemente intervencionista del sistema mercantilista. • El libro concluye con un alegato de lo que Smith denomina el sistema «sencillo y obvio de la libertad natural» – Según el sistema de la libertad natural, el Soberano únicamente tiene tres deberes que cumplir (…); el primero, defender a la sociedad contra la violencia e invasión de otras sociedades independientes; el segundo, (…) una recta administración de justicia; y el tercero (…) erigir y mantener ciertas obras y establecimientos públicos cuya erección y sostenimiento no puedan interesar a un individuo o a un pequeño número de ellos, porque las utilidades no compensan los gastos que pudiera haber hecho una persona o grupo de éstas, aun cuando sean frecuentemente muy remuneradoras para el gran cuerpo social. (Smith 1776, p. 612-613). Adam Smith (1723-1790) Liberalismo económico vs. Liberalismo político: la recepción del pensamiento de Smith • • El Libro V, titulado «De los ingresos del Soberano o de la República», trata en primer lugar de los gastos del Estado: analiza los gastos de defensa y justicia, pero también las obras públicas (principalmente infraestructuras de transporte que favorecen el comercio), y la educación, con un largo apartado dedicado a ésta última (que contrasta con la media página dedicada a «los gastos para sostener la dignidad del Soberano). Por último, analiza los ingresos públicos. En relación a esta última cuestión, Smith defiende cuatro cuestiones relativas a los impuestos que se han convertido en canónicas: imposición proporcional, certidumbre, comodidad del pago, economía de la recaudación – «I. Los ciudadanos de cualquier Estado deben contribuir al sostenimiento del Gobierno, en cuanto sea posible, en proporción a sus respectivas aptitudes, es decir, en proporción de los ingresos que disfruten bajo la protección estatal (…). II. El impuesto que cada individuo está obligado a pagar debe ser cierto y no arbitrario. El tiempo de su cobro, la forma de su pago, la cantidad adeudada, todo debe ser claro y preciso, lo mismo para el contribuyente que para cualquier otra persona. (…) III. Todo impuesto debe cobrarse en el tiempo y de la manera que sean más cómodos para el contribuyente (…) IV. Toda contribución debe percibirse de tal forma que haya la menor diferencia posible entre las sumas que salen del bolsillo del contribuyente y las que se ingresan en el Tesoro público» (Smith 1776, 726 y s.) Adam Smith (1723-1790) División del trabajo y alienación • • • Hemos visto que en el libro I de La riqueza de las naciones Smith defiende el principio de la división del trabajo como motor fundamental del aumento de la productividad y por tanto de la riqueza y el bienestar de la nación. En algunos críticos de la sociedad capitalista, Marx, la división del trabajo será considerada un elemento desfigurador de la naturaleza humana (fuente de “alienación”). En este contexto, resulta interesante leer algunas observaciones del libro V acerca de la división del trabajo, que contrastan con el entusiasmo del libro I y que parecen preparar algunas de las reflexiones de Marx sobre la alienación en el trabajo: – Con los progresos en la división del trabajo la ocupación de la mayor parte de las personas que vive de su trabajo, o sea, la gran masa del pueblo, se reduce a muy pocas y sencillas operaciones; con frecuencia, a una o dos tareas. Consideremos, sin embargo, que la inteligencia de la mayor parte de los hombres se perfecciona necesariamente en el ejercicio de sus ocupaciones ordinarias. Un hombre que gasta la mayor parte de su vida en la ejecución de unas pocas operaciones muy sencillas, casi uniformes en sus efectos, no tiene ocasión de ejercitar su entendimiento o adiestrar su capacidad inventiva en la búsqueda de varios expedientes que sirvan para remover las dificultades que nunca se presentan. Pierde así, naturalmente, el hábito de aquella potencia, y se hace todo lo estúpido e ignorante que puede ser una criatura humana. La torpeza de su entendimiento no sólo le incapacita para terciar en una conversación y deleitarse con ella, sino para concebir pensamientos nobles y generosos, y formular un juicio sensato, respecto a las obligaciones de la vida privada. Es incapaz de juzgar acerca de los grandes y vastos intereses de su país. (Smith 1776, 687688).