LA FAMILIA EN LA ARMADA Arturo Roizblatt S.* Homenaje a los 40 años de la creación del Servicio de Psiquiatría en el Hospital Naval, de Valparaíso, y a su gestor Dr. Israel Roizblatt S. Al tratar de hacer comentarios sobre la familia que tiene un miembro en la Armada, inmediatamente se vienen a la cabeza las características que son propias de esta familia y cuyo centro gira en torno a las condiciones especiales de esta actividad. Ya desde el noviazgo se dan situaciones especiales que aunque parecen obvias, marcan el inicio de las diferencias respecto de establecer relaciones con un civil: El vestuario diferente y características de aspectos estético, como corte de pelo o prohibición del uso de barba. El tener formas de saludos con los miembros de la misma estructura, que son llamativos para la población civil. Un horario estricto no modificable y sometido a sistema de turnos nocturnos y para días domingos o festivos, lo que enmarca el tiempo más rígidamente que en otros trabajos o estudios. En esta situación, también se incluye el hecho de que algunos días, que para la población general son feriados, en muchas oportunidades son días de "trabajo" para el personal naval. (21 de mayo, 18 de septiembre, etc.) El que para casarse deba consultarse o esperar tiempos que son determinados por la estructura a la que se pertenece. El saber que pueden haber períodos largos en que no se podrá ver o conversar con el ser amado, lo que puede llevar a una sensación de abandono. El sentirse marginada por tener poco o ningún acceso al conocimiento de muchas de las labores que realiza la pareja. El estar expuesta, la familia o pareja, a cambios más o menos súbitos de horarios o bien de lugar de destinación, sin mediar la opinión de la esposa o novia. Lo anterior, sumado a muchas otras situaciones, hace que exista y sea necesario, para la pareja de novios y posteriormente para el matrimonio, para los hijos y para la familia extensa (suegros, hermanos, primos, etc.) todo un período de adaptación y aprendizaje que permita constituirse en participante de un nuevo sistema de vida que conlleva todas las características de lo que podríamos llamar una "Familia Naval". Pareciera entonces que habría que aceptar que el inicio de una relación afectiva no sólo lo es con él y su familia extensa, sino que también con esta otra "familia", que es la Armada, que tendrá también su jerarquía y reglas. La norma básica de fidelidad, entonces, no sólo tendría que darse con el marido que se está eligiendo sino con el trabajo que él, con la más alta probabilidad, para toda la vida, ha elegido. Esto hace pensar en las dificultades que puede generar no sólo la adaptación a la vida con la nueva pareja y su familia (como cualquier constitución de vida matrimonial), sino las consecuencias que el ambiente laboral genera en la familia, por las influencias directas que éste tiene en la vida cotidiana. Si revisamos algunas características en los niños, queda claro que hay estresores que se dan en hijos de miembros de la Armada (varios, comunes a otros trabajos) y que muchos de ellos, también afectan a la esposa: Viajes del padre, vivir en poblaciones "especiales", estar sujeto a horarios específicos, traslados de ciudades o países, saber que en muchas oportunidades no se contará con la presencia física del padre en momentos trascendentales, y poca posibilidad de elegir algunos aspectos de la vida familiar. Si el marido no está consciente que deberá educar a su esposa y familia respecto de los factores mencionados y si, a la vez, la esposa, desde la primera etapa de relaciones afectivas y posterior noviazgo, no va adquiriendo conciencia de las características específica de esta forma de vida, se generarán conflictos que, al hacerse permanentes, podrían ir minando la armonía al interior de esta familia. Entre las condiciones favorables podríamos mencionar: La oportunidad de viajar dentro o fuera del país, compartir una identidad de grupo, participar de un esfuerzo que puede ser interpretado como "patriótico", siendo quizás éstos algunos de los aspectos que motivan (en parte) a tantos hijos a seguir las huellas de sus padres. En EE.UU., se ha encontrado que el 50% de los miembros de las FF.AA. habían sido criados en hogares con padres que también pertenecían a ella (Embry 1991). Mucho se ha comentado sobre cuán diferente son estos niños y si es que efectivamente lo son o no. Algunas investigaciones (Jensen, Grogan, Xenakis & Bain, 1989) han relacionado la ausencia del padre con el bajo rendimiento escolar y el aumento en las consultas por problemas psicológicos, tanto por parte de las esposas como de los hijos; si, además, consideramos que en los adolescentes, que buscan su identidad, es esperable que presenten algún grado de rebeldía, ésta podría verse más complicada cuando se exprese en relación a una imagen de autoridad del tipo militar. Shaw (1987) describe los siguientes factores que serían los importantes a considerar en la reacción de un hijo ante la ausencia del padre: Lo largo del período de ausencia, el nivel de desarrollo psicológico del niño, alteraciones psicológicas individuales o familiares previas al alejamiento, el sexo, la habilidad de la madre para aumentar su papel, la disponibilidad de modelos que reemplacen al padre y la calidad de la relación padre-hijo antes de la ausencia, aunque es claro que no es sólo la ausencia "per se" lo que provocará las alteraciones. En un estudio previo de Lynn y Sawrey en 1959 se encontró que niños de 8-9 años, noruegos, hijos de marinos cuyo padre se había ausentado del hogar por período prolongado, eran más inmaduros y mostraron mayor dificultad para compartir con sus pares, fuera de un retardo en su identificación masculina, la que después retornaba a la normalidad. Hillenbrand (1976) resumió diversas investigaciones en los siguientes aspectos: Los hijos hombres tendían a reaccionar ante la ausencia paterna con un aumento de la dependencia, menor puntaje en test de inteligencia, un patrón cognitivo "femenino" y, si la ausencia era antes de los 5 años, se podía asociar con una agresividad que se manifestaría en el futuro; además, un aumento de la dependencia en los niños que tenían hermanos mayores. No encontró alteraciones en las niñas. Yeatman (1981) reportó síntomas en al menos un hijo en el 61 % de las familias en las que se ausentó el padre; éstos incluían problemas de disciplina, fobias (particularmente miedo a la obscuridad), quejas somáticas y una baja en el rendimiento escolar. Chandler, en 1981, también informó bajo rendimiento escolar en los niños cuyos padres se ausentaron por más de un año, mostrándose una mejoría paulatina cuando este padre regresaba. Otros autores han demostrado que durante la ausencia del padre, los niños experimentaban mejorías en su funcionamiento, se hacían más independientes, más activos en la colaboración dentro del hogar y ganaban en la confianza en sí mismos (Nice 1978). Pedersen, en 1966, sugirió que una madre psicológicamente sana podía contrarrestar el efecto de la ausencia del padre. Al igual como la ausencia del padre es un estresor claro, hay investigaciones que muestran que el retorno puede resultar igualmente dificultoso. (Baker y Cols 1968). De hecho, hay niños que están sin síntomas hasta que el padre regresa y Yeatman, en 1981, describió en un 38% de los niños sintomatologías como temores, timidez y ansiedad de separación; al menos en esta investigación, fueron los niños menores de dos años los de mayor riesgo. Como se observa, revisando la literatura en relación a este tema, aparecen dos posiciones teóricas opuestas: La primera se refiere a que estos niños están sometidos a estresores únicos e inusuales y como resultado de esto tienen una incidencia alta de psicopatología (La Grone 1978, Yeatman 1981); la visión contraria es la que considera que su funcionamiento es semejante al de otros niños (Morrison 1981, Jensen Xenakis, Wolf & Bain 1991). Del mismo modo, Kenny, en otra investigación, encontró que los hijos de miembros de las FF.AA. tenían menor índice de delincuencia y un coeficiente intelectual mayor al promedio de la población civil; sin embargo, Morrison, a su vez, concluyó que la incidencia de trastornos de conducta era similar al de los hijos de civiles, aun cuando la incidencia de psicosis o problemas relacionados con el abuso del alcohol y drogas era menor. Durante toda la vida laboral del marino se dará en muchas oportunidades una verdadera inversión de actutudes en que la madre pasará a tener un papel muy importante como jefa de hogar. Esto predispone a que muchos padres, en el escaso tiempo que dispongan, intenten ser "padres a presión" en los intentos por educar, instruir y ocupar en forma demasiado brusca su papel, sin ver la forma de conciliar con la madre un mecanismo adecuado de repartición de tareas y recuperar en forma armoniosa jerarquías no ocupadas. Esta situación puede hacerse más crítica en períodos de vacaciones o fines de semana, llegando a su extremo en el momento de la jubilación, que es cuando más se requiere gran flexibilidad para que el hombre encuentre su jerarquía y se desempeñe de manera tal, que pueda retomar con fluidez actividades que, eventualmente, por razones laborales y de organización familiar, nunca tomó o lo hizo parcialmente. Es así como tiene importancia la preparación para la jubilación, que muchos no planean debidamente, sea a través de hobbies, relaciones sociales, deportes u otras actividades, incluso laborales, que hagan agradable el uso del tiempo libre. Este será un tiempo de adaptación no sólo para el jubilado (lo que es un tema por sí mismo, ya que muchas veces se vive este período como un verdadero duelo), sino que para todos los miembros de la familia; de aquí que en este período sean esperables conflictos, tanto desde el aspecto de padre como de esposo, los que alterarán el clima familiar. De lo expuesto surge la idea de la necesidad de usar recursos del tipo "taller" para los miembros de la Armada y sus familiares, a través de las distintas fases del Ciclo de Vida Familiar: Noviazgo, matrimonio, paternidad, adulto, previo traslado o previa jubilación. Este tipo de actividades sería muy útil como mecanismo de salud mental, para prevenir las alteraciones más probables en cada fase de la vida individual, familiar y laboral, permitiendo así una mayor funcionalidad de la familia y un mejor desempeño laboral del funcionario. BIBLIOGRAFIA - Jensen P.S., Grogan, Xenakis, S.N. & Bain M.W. 1989 Father absence: Effects on child and maternal psychopathology-Journal of the American Academy of Child on Adolecent Psichiatry, 28, 171-175. - Lynn, D.B. & Sawrey W. (1959) The effects of father absence on Norwegian boys and girls. Journal of Abnormal and Social Psychology, 59, 258-262. -Hillenbrand E.D. (1976) Father absence in military families. The Family coordinator, 25, 451-458. -Yeatman G.W. (1981) Paternal separation and the military dependent child. Military y Medicine , 146, 320-322. - Chandler. J.L. (1981) Down to the sea in ships: A Study of father absence . Symposium presented an the Annual Meeting of the American Psychiatric Association, New Orleans. - Shaw J.A. (1978) Chiuldren in the military. Psychiatric Annals, 17, 539-544. - Compas B.E. & Williams R.A. (1990). Stress, coping and adjustment in mothers and young adolescents in single and two parentsfamilies-American Journal of Community Psychology, 18,525-545. - Nice D.S. (1978) The androgynous wifw and the military Child. In E.J. Hunter & D.S. Nice (eds.). Children of military families (pp 25-37) Washington D.C. U.S. Government Printing Office. - Pedersen, S.A. (1966) Relation Ships between father-absenceand emotional disturbance in male military dependents Merril-Palmer Quarterly, 12, 321-331. - Baker S.L., Fisher. E.G., CoveL.A., Master F.D. Fagen S.A. & Janda, E.J. (1968). Impact of the father absence : Problems of father reintegration following prolonged father absence. American Journal of Orthopsychiatry, 8, 347 (Abstract). - Embry D.D. 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