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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES
TESIS
Para obtener el título de
DOCTORA en CIENCIAS SOCIALES
“COLONOS INSURGENTES.
DISCURSOS HERÉTICOS Y ACCIÓN COLECTIVA
POR EL DERECHO A LA TIERRA. ARGENTINA,
1900-2000”
Tesista: Karina Andrea Bidaseca
Directora: Prof. Norma Giarracca
Buenos Aires, República Argentina
Noviembre de 2005
“COLONOS INSURGENTES.
DISCURSOS HERÉTICOS Y ACCIÓN COLECTIVA
POR EL DERECHO A LA TIERRA.
ARGENTINA, 1900-2000”
Karina Bidaseca
INDICE
Agradecimientos
Presentación
CAPITULO I
Marco teórico-metodológico
Acción colectiva de protesta, espacio público, historia y discurso herético
1. Introducción
1
I Parte
1. Nuevas formas de comprensión de las Ciencias Sociales
para la acción colectiva
2. El sujeto de la acción colectiva
2
4
3. Movimiento social, acción colectiva y protesta: una definición analítica 7
4. Acción colectiva de protesta y espacio público
9
5. Marcos interpretativos y relatos del malestar
12
6. Discurso herético: la palabra y los cuerpos
14
7. La cultura y los repertorios de la acción colectiva
15
8. Historia y acción
17
-La huída de la política a la historia
21
-La trama y la narrativa histórica
26
9. El Método
29
II Parte
1. Campesinos y farmers en los estudios clásicos
31
2. La política y los campesinos medios en los debates del siglo XX
35
3. Desde los nuevos paradigmas
38
-El Grupo de Estudios Subalternos
.41
4. Estudios actuales sobre la conformación de movimientos sociales de
farmers en la década de 1990
44
-Los estudios sobre el comportamiento político de los farmers
y colona/os en Argentina
53
CAPITULO II
Epifanías del “Grito de Alcorta” en los comienzos del siglo.
Génesis de las acciones colectivas de protesta de los colonos
1. Introducción
56
2. La gran expansión agraria de la Argentina
58
3. Política y poder: o de la fisura que se instala en el orden hegemónico
60
4. Santa Fe en el desarrollo agrario nacional
62
5. Cultura dominante y cultura subalterna
65
6. Corren aires de rebeldía
76
7. La tradición de la disidencia
79
8. Dos interpretaciones sobre el Grito de Alcorta
87
9. La conformación de una identidad política
91
10. Entre las estructuras de oportunidad políticas y los marcos culturales de la
acción colectiva: el papel de las emociones
11. Un “momento de locura”
97
99
-El socialista, el cura y el anarquista
100
-De violencias, traiciones y herejes: fundaciones y
refundaciones
108
-Etnografía del recuerdo. El olvido, la traición y el Grito
en secreto de familia, Alcorta 2003
118
CAPITULO III
La “Federación Agraria Argentina”.
La nueva política de los colonos
1. Introducción
2. 1916-1945
121
Presidencia de Esteban Piacenza
123
-¡A Buenos Aires! La Marcha de los agricultores de 1921
129
-La obtención de la Ley 11.170
132
- Un nuevo modo de hacer política
134
- Los desalojos
138
-El liderazgo de Piacenza
144
3. 1945-1955
Presidencia de Irineo Barrios
- El primer peronismo y la Federación
145
144
-El Segundo Grito de Alcorta
149
-La Reforma Agraria y la Sociedad Rural Argentina
151
-Hacia la consolidación del cooperativismo
153
4. 1955-1961
Presidencia de Julio B. Oroño
154
-Amenazas de intervención
155
-“Un (nuevo) fantasma recorre el campo”: el decreto 2188
156
-El Segundo Plan de Transformación Agraria: legislación
y acción gremial
5. 1961-1971
Presidencia de Antonio Di Rocco
158
160
-La Ley Raggio
160
-La juventud agraria en el escenario gremial
163
CAPITULO IV
LAS LIGAS AGRARIAS.
Ni hombres sin tierras ni tierras sin hombres…
El poder de la multitud y el des-enlace de la comunidad política
1. Introducción
165
I Parte: Las Ligas Agrarias Chaqueñas
1. La confirmación de la estructura agraria chaqueña (1878-1970)
169
2. La explotación del tanino: “La Forestal” y los orígenes del sentimiento
antiimperalista
170
-Los primeros gritos antiimperialistas en el Chaco: Movimientos
milenaristas y las huelgas de colonos algodoneros
(1930-1934)
171
3. Orígenes de las Ligas Agrarias Chaqueñas: La búsqueda de formas
autonómicas de organización
-La Marcha sobre Resistencia
178
178
-Relato fundante: Primer Cabildo Abierto,
“Grita lo que sientes”
181
-El I Congreso de las Ligas Agrarias:
“Que se vayan (todos)...”
183
-Segundo Cabildo Abierto
185
-Historia, cultura e identidad: conformación de la estructura
organizativa de -las Ligas Agrarias Chaqueñas
186
-La Gran Marcha a Resistencia: señales antiimperialistas
y ruptura con la Iglesia
187
-Tercer Cabildo Abierto: el retorno a la vida democrática
191
II Parte: El Movimiento Agrario Misionero
199
1. En nombre de los campesinos: resonancias de la Masacre de
Oberá en 1930
2. Los hijos de Oberá: Orígenes del Movimiento Agrario Misionero
199
201
-Primera aparición del Movimiento Agrario Misionero en
el espacio público
206
-Repertorio de acciones del Movimiento Agrario Misionero
207
-Retorno a la vida democrática, liderazgos y ruptura del
Movimiento Agrario Misionero
210
III Parte: Las Ligas Agrarias de Santa Fe
218
1. Resonancias de la Marcha del Hambre de Villa Ocampo, 1969
218
2. Orígenes de las Ligas Agrarias Santafesinas
219
-El Movimiento Rural y sus líderes
221
-Expansión del movimiento y repertorio de acciones
223
-El retorno a la vida democrática: desarticulación del
movimiento liguista
2. Utopías de liberación
227
230
-La imaginación al poder
230
-La igualdad y la distorsión
233
-Territorialidad
235
-La construcción del antagonista
239
-Sobre las posibilidades de enunciación del discurso
herético: comunidad política, doxa y heterodoxia
240
-Sobre el des-enlace de la comunidad política
245
CAPITULO V
“Chacareros Federados”:
la inembargabilidad de la historia federada
1. Introducción
250
2. El escenario de 1990: tendencias macroestructurales
252
3. De cómo nace Chacareros Federados
255
4. La crisis del lazo social y de la moral: la historia de tres generaciones
262
5. La rebelión del coro. Etnografía del 88º Congreso de la
Federación Agraria Argentina
264
- Sobre la representación. Reflexiones finales
270
CAPITULO VI
“MOVIMIENTO DE MUJERES AGROPECUARIAS EN LUCHA.
Las políticas pasionales, acción noviolenta y discurso herético”
1. Introducción
273
2. Una historia de pasiones
274
-Preludio. Biografía de Lucy de Cornelis: la acción como milagro
275
3. Vidas íntimas, biografías públicas: “lo personal es político”
277
4. La Madre tierra: honor, género y marcos culturales de significación
283
5. Forma de organización, tipo de liderazgo y redes
288
6. Sobre el concepto de lealtad: la abogada y la peluquera del pueblo
294
7. La desilusión de la política
298
8. Fugacidad de las luchas transescalares
301
-El retorno de “lo nacional”
302
9. Discurso herético: Una “cultura emotiva de la resistencia”
303
10. La biografía de Joaquina Moreno o el desafío a la teoría racionalista
308
CAPITULO VII
“Que se vayan todos…
Repertorio de acciones de la/os colona/os a lo largo del siglo XX.
Cambios y continuidades
1. Introducción
315
2. El concepto de “repertorio de acciones”
316
3. El mundo de la/os colona/os a comienzos de siglo y su repertorio
de acciones
317
4. Que se vayan todos… El movimiento liguista en los años setenta
322
5. El repertorio de fin de siglo: ¿Las “armas de las débiles”? Dramatización del
repertorio de acciones del MML en un acto de remate judicial
325
6. Modernismo y Postmodernismo: síntesis de un siglo de insurgencia colona
331
7. Cambios y continuidades en la protesta de la/os colona/os, 1890-2005
335
Conclusiones
De legados y heredera/os:
la tierra y las inscripciones simbólicas a fin de siglo
1. Introducción
338
2. Subjetividad política, ostracismo y violencia
339
3. El tiempo, la justicia y la memoria histórica
345
4. Reflexiones sobre Nacionalismo, Postimperialismo y Ética
349
Epílogo
Bibliografía
Anexos
Anexo I: Contrato de Arrendamiento de la época
Anexo II: Principales centros de movilización de arrendatarios en el sur de la provincia de
Santa Fe. Período junio-agosto 1912
Anexo III: Departamentos de la provincia de Buenos Aires y del Territorio Nacional de La
Pampa donde hubo conflictos entre chacareros y terratenientes, enero a junio de 1919
Anexo IV: Organigrama de la Federación Agraria Argentina
Anexo V: Consejos Delegados Regionales de la Federación Agraria Argentina
Anexo VI: Estatuto de las Ligas Agrarias Chaqueñas
Anexo VII: Núcleos de base del Movimiento Agrario de Misiones
Anexo VIII: Repertorio de acciones colectivas de la/os colona/os, reivindicaciones,
procesos de difusión y democratización a fines del siglo XIX y durante
el siglo XX en Argentina
Galería De Fotos
A la memoria de Joaquina Moreno.
A las mujeres del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha.
Resistencia y fuerza.
A los colonos que ya no están.
Brillan las estrellas.
Agradecimientos
El proceso de escritura de una Tesis es un trabajo de largo aliento y, a veces, extremadamente
solitario en el que predomina el diálogo consigo mismo y sus múltiples yoes. Sin embargo, esta
obra (como trabajo) no hubiese sido posible sin el sostén afectivo, intelectual y material de
muchas personas e instituciones.
Esta Tesis fue realizada en el marco de una Beca UBACyT Doctorado (2002-2004)
inserta en un Proyecto FONCYT, y de otro Proyecto FONCYT para investigadores jóvenes 1.
La misma ha sido posible con el apoyo financiero de la Universidad de Buenos Aires, la
Agencia Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas y tres instituciones en las que
me desempeñé como becaria: IDES (1999-2003); IDELCOOP (1999) y CLACSO (2000-2001).
Todas estas instituciones fueron un sostén inmejorable para poder realizar las tareas de campo y
el proceso de elaboración teórico-empírico y de escritura que llevó más de tres años.
Quiero mencionar a la directora de esta Tesis, Mter. Norma Giarracca, junto a quien me
formé en estos diez años desde mi egreso como estudiante de grado, y la Dra. Elizabeth Jelin,
quien ha contribuido generosamente con mi crecimiento intelectual a lo largo de de estos años y
me ha marcado en mi trayectoria por la academia. Fueron ambas mis maestras.
A la Mter. Susana Aparicio y a los miembros de la cátedra Sociología rural de la
Facultad de Ciencias Sociales, en el que me desempeño como docente. Un agradecimiento
especial está dirigido a Carla Gras y Pablo Barbetta, por haber sido los lectores e inmejorables
críticos de algunos capítulos de esta tesis, eximiéndolos de cualquier error o de mis propias
interpretaciones. Por otro lado, la Dra. Carla Gras colaboró con el trabajo de campo en el marco
del proyecto Antorchas (2003-2004). A Pablo Lapegna, con quien hemos mantenido
interesantes discusiones sobre la significación del Grito de Alcorta; las mismas fueron
importantes para la escritura de dicho capítulo. A Diego Domínguez y a Daniela Mariotti, junto
a quienes estamos emprendiendo nuevos horizontes intelectuales. A Paula Gutiérrez. A Pablo
Sabatino, Juan Wahren, Luciana García Guerreiro y Mario Tomé. Con toda/os ella/os pude
intercambiar experiencias sobre los complejos procesos rurales cuando no, compartir viajes de
1
“Estrategias sociales en escenarios agrarios y ruralidades en transformación”, dirigido por N. Giarracca;
“Acciones colectivas y luchas sociales en los escenarios rurales en Argentina durante el siglo XX. Poder y
resistencia. Cuerpo y discurso” (Beca Doctorado UBACYT). “¿Hacia una agricultura sin agricultores?
Estudio de las estrategias de persistencia de tipo productivas, gremiales y colectivas desarrolladas por los
sectores medios rurales en la Argentina en la década de 1990" (Proyecto PICT 2003- Nº14344).
I
campo, anécdotas y conversaciones más íntimas. Quiero agradecer también a Florencia
Partenio, ex alumna y a Marcela Iharlegui quienes colaboraron en las tareas del último viaje de
campo a Rosario, los trabajos de archivo y la desgrabación de las entrevistas.
En el ámbito académico quiero expresar mi profundo agradecimiento a la Dra. Marta
Bonaudo por su orientación en la búsqueda de material bibliográfico en la Biblioteca de la
Universidad Nacional de Rosario. Al Dr. Alejandro Grimson quien me integró a su equipo de
investigación. El Dr. Eduardo Grüner, a través de su obra y pensamiento, ha sido una fuente
importante de inspiración de algunos de los pasajes de la Tesis.
También quiero mencionar a quienes fueron profesores en el Doctorado: en especial, al
Prof. Francisco Naishtat y al Prof. Emilio de Ipola en la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires, cuyas clases han sido iluminadoras, y a la Dra. Sandra Gayol y al
Dr. Mariano Plotkin, en el IDES. Por último, al Prof. Federico Schuster, actualmente Decano de
la Facultad de Ciencias sociales, quien me permitió participar del ámbito de reflexión sobre la
protesta que se desarrolló en el Instituto Gino Germani. Al Dr. Pablo Alabarces, Secretario de
Postgrado de la Facultad y a Laura Moon y Silvina. Al Instituto de Investigaciones Gino
Germani, que es sede de mi trayectoria desde 1995, a su Directora Dra. Carolina Mera, y al
personal administrativo. A Eva, Nora, Rosana y Cristina. Al personal de la Biblioteca Rodríguez
Bustamante de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA, y del Centro de Documentación del
Instituto de Investigaciones Gino Germani, particularmente a Mabel Kolesas Por último, a mis
alumnos del Taller de Tesis de la Maestría en Investigación en Ciencias Sociales quienes, sin
saberlo, me enriquecen con sus propios desafios intelectuales. En especial a Luciana Fiorda.
En Santa Fe, muchas personas han colaborado desinteresadamente con esta Tesis:
fundamentalmente, en la histórica ciudad de Alcorta, el Lic. Ariel Palacios, la Directora del
Museo y su asistente. A la familia Bulzani, quien cálidamente me recibió en su casa una
calurosa tarde de octubre de 2003. De la Federación Agraria Argentina, al delegado de Alcorta y
a la señora Blanca Formío, quien generosamente habilitó los archivos documentales del gremio.
Extiendo el agradecimiento a Pablo Galmarini de Chacareros Federados. Y a los ex dirigentes
de las Ligas Agrarias de Santa Fe. Sus reflexiones sobre el pasado ominoso de nuestro país y
sus relatos biográficos han sido fundamentales para el que fue uno de los capítulos más difíciles
de escribir. Ellos son: Remo e Irmina Vénica, quienes nos hospedaron en su Naturaleza Viva;
Cecilia Grobo y Carlos, y Orestes.
Las mujeres del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha, merecen mi
agradecimiento especial. A ellas, a su fuerza y valor es a quienes dedico esta Tesis. En especial
a Joaquina Moreno, quien nos dejó en el frío invierno de 2004. A Lucy de Cornelis, Ana
Galmarini, Ana María Riveiro, a Eva y las mujeres de Santa Fe, a quienes considero amigas de
la vida.
II
Por último, el continente, la contención afectiva de mi familia y amiga/os más cercanos.
A mis padres y a mi hermana.
Y, por siempre, a Matías y Ludmila, por su pequeña gran comprensión, su infinita
paciencia y acompañamiento y su capacidad de descubrir otros mundos. Y a mi compañero de
viajes y en la vida.
Karina Bidaseca
Buenos Aires, Primavera de 2005.
III
Presentación
Colonos insurgentes... constituye la Tesis del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Buenos Aires que presento a continuación.
Su finalidad última es lograr alcanzar una interpretación sobre los sentidos públicos que
la gente construye en torno al sentimiento de injusticia y su expresión en la arena pública.
Fue Aristóteles el que afirmó que “el hombre es el único que posee el sentimiento del
bien y del mal, de lo justo y lo injusto.” (citado por Rancière, 1996: 13). En otras palabras, el
sujeto es un ser afectivo, moral y político (Cefaï, 2002). Las acciones colectivas públicas que
ensayan las personas denuncian, en términos generales, un orden social percibido como
opresivo, excluyente e injusto. Ello supone inscribir un momento eminentemente político en el
cual la palabra (logos), posesión que, como expresara el filósofo griego distingue al hombre de
todos lo animales, “está presente para manifestar lo útil y lo nocivo y, en consecuencia, lo justo
y lo injusto” (Rancière, 1996: 13).
En las postrimerías del siglo XX en Argentina, la tierra se convirtió en símbolo de una
de las demandas más importantes de las organizaciones rurales nacionales, fundamentalmente
campesinas, pero también de las organizaciones representativas de los sectores agrarios medios,
de gran peso particularmente en nuestro país, como el Movimiento de Mujeres Agropecuarias
en Lucha (MML). Si bien estas demandas ya circulaban a principios del siglo cuando los
colonos arrendatarios de origen inmigrante del sur de la provincia de Santa Fe protagonizaran el
conocido “Grito de Alcorta” (1912), o en las reivindicaciones plasmadas por las Ligas Agrarias
en la década de 1970, muchos de estos movimientos contemporáneos –herederos de aquél-, se
encuentran atravesados además por identidades étnicas, indigenistas, comunitarias y de género y
llegan al fin del siglo sin haber conquistado el derecho a la tierra que le posibilitaría un mejor
acceso a una ciudadanía plena o bien, deben luchar para conservarla.
El campo argentino se transformó en escenario de “ciclos de protestas” (Tarrow, 1997)
que pueden rastrear sus orígenes en el Santiagueñazo de 1993 y las puebladas impulsadas por
los trabajadores desocupados del sur y norte del país, cunas del movimiento piquetero. Mujeres,
aborígenes, trabajadores rurales, agricultores, hicieron su aparición en la vida pública
expresando de modos diversos, demandas por la tenencia legal de las tierras, el refinanciamiento
de las deudas crediticias, la regulación de los precios de productos agropecuarios, demandas que
IV
revitalizaban, en cierta medida, algunas de las primeras luchas emprendidas por los actores
rurales pero en un escenario completamente transformado, ahora dominado por la lógica del
mercado en detrimento del Estado de Bienestar. No obstante, el Estado, como otrora, es
visualizado como el sujeto de reclamo con capacidad para dirimir las cuestiones imputadas. Una
de las características de estas protestas es que en ellas también intervienen las organizaciones
gremiales y sindicales rurales, campesinas, y de estatales de pequeños poblados de viejo cuño:
“Federación Agraria Argentina” (FAA), “Federación Obrera de la Industria Azucarera
Tucumán” (FOTIA) y “Unión de Cañeros Independientes de Tucumán” (UCIT, que forma parte
de la FAA). Estos hechos señalan rupturas pero también continuidades entre la protesta rural de
principios y de fin de siglo.
El interés fundamental de la Tesis radica en el estudio de la conflictualidad en el espacio
rural, la emergencia de acciones colectivas en la arena pública y los procesos de construcción de
la representación política durante el vasto siglo XX que, sin restringirse a la cuestión de la tierra,
sean protagonizados por la/os llamado/as colonos o “chacarero/as”.
En Argentina, este tipo de sujeto se conformó como grupo con peso social y político
histórico –particularmente en la región pampeana-, con presencia en los productos de exportación
desde fines del siglo XIX. A pesar de la importante disminución de pequeñas y medianas
explotaciones agropecuarias que el último Censo Nacional Agropecuario ha señalado en el orden
del 24,5% y la desaparición de más de 100.000 agricultora/es, esta característica aún la distingue
del resto de los países latinoamericanos con mayor presencia de población campesina.2
La perspectiva teórica que he decidido tomar se basa en una sociología de los procesos
en ruptura con los paradigmas estructural funcionalista y marxista ortodoxo que hegemonizaron
los estudios agrarios latinoamericanos hasta los años 1980. La crisis paradigmática de las
Ciencias Sociales condujo a la emergencia de un nuevo modo de interpretar los procesos que
recupera el concepto de “actor social”, subsumido en el pasado a la “clase social” (Solares,
2000: 186)3, y las nociones de agencia y poder (Giddens, 1995; Long y Long, 1992). Solares
(2000) afirma que los fenómenos rurales de los años noventa fueron a menudo analizados con
los cuerpos teórico-metodológicos producidos en los años setenta sobre bases epistemológicas y
teórico-metodológicas insuficientes para lograr alcanzar una comprensión de fenómenos a los
que la contemporaneidad les confiere una inscripción cultural y simbólica distinta. El enfoque
2
Un estudio realizado por CIDA durante la década de 1960 comparando siete países de A. Latina y
utilizando la conceptualización de explotaciones subfamiliares, familiares y empresariales muestra que la
Argentina tenía una proporción más alta de explotaciones familiares que el resto de la región
evidenciando la existencia de una clase media relevante.
3
El concepto de "clase social" está ligado a la sociedad industrial de tipo capitalista y era utilizado para
"definir un sistema de relaciones conceptuales dentro de las cuales tiene lugar la producción y la
apropiación de los recursos sociales" (Melucci, 1994: 121). El autor dice que en las sociedades actuales
las clases sociales han perdido consistencia como grupos sociales reales; es necesario desarrollar
conceptos teóricos más adecuados, sin obviar los conflictos por la producción y apropiación de los
recursos.
V
marxista se centraba en los condicionantes económicos y estructurales para explicar la acción
colectiva y los sujetos eran definidos según categorías uniformes (campesinado, proletariado
rural).
Los cambios que, en todos los niveles de la vida social, impregnan el final del siglo nos
guían a comprender los procesos rurales desde otra mirada que enfatice las identidades
colectivas, los aspectos culturales de los movimientos contemporáneos, de acuerdo a sus rasgos
inherentes: su distanciamiento del modelo tradicional de organización política, la búsqueda de
autonomía, la diversidad de demandas y la heterogeneidad de sujetos y la especificidad de
categorías de actores: indígenas; mujeres rurales, y, así, establecer comparaciones con las
acciones colectivas desarrolladas en el pasado. Como expresa Melucci (1994), es necesario
plantearse la acción social a través del sentido que los actores le otorgan. Ello incluye también
el modo de concebir lo social, privilegiando la capacidad del actor de intervenir en una serie de
eventos y alterar su curso (Giddens, 1987), y lo político, como radicalmente contingente
“creación, reproducción y transformación de las relaciones sociales que no puede ser localizada
en un nivel determinado de lo social” (Laclau y Mouffe, 1987: 171).
Esta tesis retoma y discute algunas de las conceptualizaciones clásicas partiendo del
supuesto que la lucha política constituye un momento fundamental para comprender la
constitución de identidades políticas y las dificultades que estos actores encontraron en la
Argentina para constituirse como interlocutores permanentes en el campo político. En ese
proceso pretendemos visualizar las tensiones entre los llamados “mediadores políticos”
(Federación Agraria Argentina, cooperativas, iglesia, Estado, partidos políticos, etcétera) por el
monopolio de la representación de estos sectores, basando mis interpretaciones en la teoría de
Pierre Bourdieu y sus conceptos de “campo” político, “representación”, “capital”, “alienación
política”.
En efecto, Bourdieu (1990) sostiene que un grupo social aparece como un grupo real
como un interlocutor válido dentro del campo político sólo a través de un portavoz o
representante. Este acto se hace a través de la delegación de la palabra y en ese momento puede
darse la posibilidad de la alienación política, fenómeno contradictorio, que se origina en el
propio acto de delegación, en el poder que el grupo le otorga al representado que “habla por el
grupo” y que sin él el grupo no existiría. Bourdieu destaca la relación existente entre posesión
de capital económico y cultural y concentración de capital político. Los grupos más desposeídos
delegarían el poder totalmente en sus representantes.
Una de las hipótesis sostiene que las organizaciones que definimos como “recién
llegadas” (Bourdieu, 1990: 137) al campo político -y que son por ende, las que disponen de
menos capital- (a saber: Ligas Agrarias, Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Luchas,
Chacareros Federados) han sido capaces –excepto la última- de desarrollar un “discurso
VI
herético” (Bourdieu, 1982; 1997). Las concepciones bourdianas me permitirán de este modo,
comprender la construcción de nuevas identidades colectivas de acuerdo con los principios de
división del mundo y constitución de grupos separados, productores de nuevas representaciones
que cobran visibilidad.
En esa dirección, en un lugar intermedio entre las teorías de la escuela europea
(Melucci, Pizzorno, entre otros) y la escuela americana de la acción colectiva (Tilly, Tarrow,
Mc Adam, por enumerar sólo algunos), esta tesis, abordará las acciones colectivas desarrolladas
en el espacio público por la/os colona/os o chacarera/os a lo largo del siglo XX. Nuestra
percepción procesual de los movimientos u organizaciones implica entenderlos como abiertos,
inacabados y contingentes, sujetos a una construcción temporal. Los conflictos que se desatan
no son sólo, pues, por la apropiación económica, sino por la apropiación del tiempo, el espacio,
las relaciones de la vida cotidiana, la centralidad que adquieren los cuerpos. Los movimientos
definen su acción en base a una lógica instrumental de costo/beneficio, pero fundamentalmente
a la identidad.
Entre los nuevos paradigmas, esta Tesis destaca las contribuciones del historiador
Charles Tilly al estudio de la acción política en Europa con su concepto de “repertorio de
acciones” y la distinción entre el “repertorio antiguo” de protesta (ubicado entre los siglos XVII
a mediados del siglo XIX) y el moderno (desde mitad del siglo XIX a la actualidad).
Dicho concepto, entre otros, es central en esta Tesis para conocer las acciones colectivas
desplegadas por la/os colona/os desde comienzos del siglo, y jerarquizar su nivel de
sedimentación. Tomaremos las de mayor grado de sedimentación que pudieron aparecer como
“formas de resistencia cotidianas” (Scott, 1990) o expresiones de protesta y convertirse en
acciones colectivas o movimientos sociales y, también, las que hayan significado un grado
importante de expansión de la conflictualidad social.
Plan de exposición
La presentación de la Tesis está estructurada en base a capítulos separados que, si bien se
inscriben en una lógica temporal contigua, no pretende ser cronológico sino iluminar el tiempo
“público” de los grandes acontecimientos y el tiempo “privado” de los actores (Burke, 1991:
302). El ordenamiento de la narración ilumina las estructuras con la intención de ver el pasado
en el presente y notar que el capítulo que se ubica temporalmente en nuestra contemporaneidad,
con otros personajes que narran cuanto ocurren en su tiempo, podría haber constituido el inicio
de la narración.
El sentido que guarda la línea narrativa que comienza por el Grito de Alcorta y continúa
con la Federación Agraria Argentina; las Ligas Agrarias; Chacareros Federados y el
VII
Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha no es el de conformar la “gran narración”
histórica de las acciones de la/os colona/os, sino la elección de una “historia desde abajo” que
soporta la hipótesis que las acciones colectivas se desarrollaron por las potencialidades de la
acción humana que por el peso de las estructuras.
El capítulo II, centrado en el Grito de Alcorta, pretende ofrecer una mirada
complementaria a las ya inscritas por prestigiosa/os historiadora/es, de modo de comprender la
primera gran expresión de acción colectiva de protesta de la/os colona/os en 1912 como
“momento de locura” que condensa la simbología de este actor y sedimenta una memoria
colectiva que es eternamente resignificada.
El siguiente capítulo está dedicado a estudiar de qué modo se produce el momento de la
institucionalización del movimiento de arrendataria/os a partir de la fundación de la entidad
gremial, la Federación Agraria Argentina, y de la consolidación del repertorio de acciones y de
su estructura organizativa en el contexto de la crisis de 1930 hasta la década de 1970.
El capítulo IV, dedicado a la emergencia de las Ligas Agrarias (1971-1976), busca
comprender la disputa del movimiento de colona/os surgido desde los márgenes, con la entidad
tradicional por el monopolio de la representación de estos sujetos, y la legitimidad sostenida en
la pertenencia a un pasado reconocido colectivamente, en el momento en que terminaba de
producirse la transformación del/a chacarero/a arrendatario/a en propietario/a.
Luego de una década de “latencia”, la de los años ochenta, el capítulo V dedicado a
Chacareros Federados intenta interpretar la más profunda crisis de representación que debe
enfrentar el gremio y ensayar un estudio comparativo entre lo que denomino la política
masculina y la femenina representada por el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha.
El capítulo VI, dedicado a analizar la conformación del primer movimiento integrado por
mujeres rurales en el agro argentino, busca establecer continuidades con las Ligas de los ´70 en
cuanto a las potencialidades del discurso herético, pero también comprender las nuevas formas
de hacer política de las mujeres rurales, basada en la desobediencia civil.
El capítulo VII, en base al concepto de “repertorio de acciones” de Charles Tilly, intenta
ser una síntesis (no una totalidad inalcanzable) de las acciones desplegadas por la/os colona/os
en el espacio público durante el siglo XX.
La Tesis culmina con las Conclusiones y un Epílogo.
Por último, la Tesis incluye dos Anexos. En el primero transcribo el Estatuto General de
las Ligas Agrarias Chaqueñas, mientras el siguiente es una síntesis del repertorio de acciones de
la/os colona/os utilizado durante el siglo XX; sus demandas; territorios de expansión; difusión
del conflicto y estructuras de oportunidades políticas.
La Galería de Fotos y la Bibliografía se presentan al final de la Tesis.
VIII
Capítulo I
Marco teórico-metodológico
Acción colectiva de protesta, espacio público, historia y discurso herético
“Los hombres aunque han de morir
no han nacido para ello sino para comenzar”.
Hannah Arendt
"Lo que manifiesta la palabra, lo que hace evidente
para una comunidad de sujetos que la escuchan, es lo útil y lo nocivo
y, en consecuencia, lo justo y lo injusto [...]
Es en el juego de estos contrarios, en la relación oscura
de lo `nocivo´ y lo `injusto´
donde se encuentra el corazón del problema político"
(Rancière, 1996: 14/15).
1. Introducción
Siguiendo al filósofo francés Jacques Rancière, “la política existe cuando el orden natural de la
dominación es interrumpido por la institución de una parte de los que no tienen parte” (1996: 25).
El litigio que instituye a la comunidad política puede ser abordado desde paradigmas
disímiles. Este capítulo se encuentra dividido en dos partes. En la primera elaboro un estado del arte
sobre las principales perspectivas teóricas y empíricas para poder ubicar mi tesis. En segundo
término, reflexiono sobre la revolución de la ciencia histórica y el relato, para cerrar esta primera
parte con el desarrollo de la concepción ontológico-metodológico-epistemológica.
La segunda parte busca comprender al sujeto de esta Tesis, el colono, como actor político
de relevancia desde la conformación de la Argentina “moderna”. Con esta finalidad, son revisitados
los distintos debates, clásicos y contemporáneos, centrados en la “cuestión agraria” para
contextualizar las especificidades que comporta la política de los colonos a lo largo del siglo XX
cuya interpretación puede enriquecerse desde los nuevos paradigmas post-estructuralistas que
trascienden la “clase” para comprender las formas de resistencia de los actores rurales.
1
I.
1. Nuevas formas de comprensión de las Ciencias Sociales para la acción colectiva
Del Clasicismo en adelante, la historia se ha contemplado como un relato de hechos de grandes
personalidades. A pesar de que en el siglo XIX se despertó cierto interés por una historia social
y económica de mayor alcance, siguió primando la política de las elites (Sharpe, 1994).
En las décadas de 1950 y 1960, los historiadores de la economía y la sociedad eran
atraídos por los modelos de explicación histórica deterministas, tales como los marxistas que
priorizaban los factores económicos.
La “Nueva Historia” es una expresión que se utiliza para aludir a procesos ocurridos en
las décadas de 1970-1980 en reacción contra el paradigma tradicional, que se extendió a
diversas geografías (India, América Latina, Japón) (Burke, 1994). 1
Según señala el historiador Giovanni Levi en su escrito sobre la denominada
“microhistoria”, los modelos actuales más atrayentes son los que enfatizan “la libertad de
elección de la gente corriente, sus estrategias, su capacidad para sacar partido a las
inconsecuencias e incoherencias de los sistemas sociales y políticos, para descubrir rendijas por
donde introducirse o intersticios donde sobrevivir” (citado en Burke, 1994: 32). La camada de
historiadores inscriptos en aquella corriente, desde Edward Thompson, Carlo Ginzburg, Roger
Chartier, han incidido en la ruptura de un consenso tradicional sobre la “explicación histórica”
al cuestionar las explicaciones materialistas y deterministas de la acción y colocar a la “cultura”
–en su concepción antropológica- en su lugar de mediadora de los procesos.
La intención de quebrar con la tradición historiográfica hegemónica, recién se concretó
con la publicación de un artículo de Edward Thompson en 1966 titulado “La historia desde
abajo”2. Dicho concepto fue adoptado por los “nuevos historiadores” marxistas para quienes
contaban las opiniones de la gente corriente o de las “personas sin historia” y sus experiencias
de cambio social. Ha ocurrido pues, un desplazamiento del ideal de la “Voz de la Historia a la
heteroglosia, definida como un “conjunto de voces diversas y opuestas” (Burke, 1994: 18).
No obstante, las limitaciones que presentaba este nuevo enfoque se derivaban de su
método, de la utilización y el complemento con otras fuentes. De ahí que la historia acudió en
busca de la antropología y la descripción densa propuesta por el antropólogo Clifford Geertz,
1
Véase Burke, Peter (ed.) (1994) Formas de hacer historia, Madrid, Ed. Alianza. Según explica Burke, la
nueva historia está asociada a Lucien Febvre y Marc Bloch quienes en 1929 fundaron la revista Annales,
y a Fernand Braudel en la generación siguiente.
2
Publicado en The Times Literaty Supplement, 7 de abril de 1966.
2
una reformulación magistralmente ilustrada en la obra de Carlo Ginzburg sobre Domenico
Scandella, apodado “Mennochio”. En El queso y la gusanos, publicación de 1976, Ginzburg da
cuenta de las (im)posibilidadades de mantener un diálogo entre historiadores de diferentes
perspectivas (Burke, 1994) y se sitúa mas allá de la crítica a la historiografía de los “grandes
hombres”3, discutiendo con las teorías que reemplazan las gestas heroicas por la serialización
numérica.
Simultáneamente a estas transformaciones en el campo epistemológico de la
historiografía, en el de las ciencias sociales dedicadas a analizar las acciones colectivas, también
se desarrollaban nuevas formas de comprensión que producían un cambio de enfoque.
A partir de fines de la década de 1960 surgen una serie de publicaciones que discutían
con la mirada “psicologista” de Le Bon y Tarde quienes entendían a la acción colectiva como
una acción de masas, irracional e instintiva, inspirada en el contagio y la sugestión. 4 Neil
Smelser en los años cincuenta comenzó a problematizar este enfoque y, aunque sin apartarse del
todo de él, planteó la necesidad de preguntarse por las causas “estructurales” que podrían estar
en el seno del conflicto. Pero el giro fundamental frente a las visiones psicologistas estaría dado
por las interpretaciones que comenzaron a poner el énfasis explicativo en el interés racional: por
un lado, las formulaciones que entendían la acción colectiva en el marco de la elección racional
a nivel del individuo (rational choice) en la cual primaba un balance entre costos y beneficios 5.
Por otro lado, cobran fuerza dentro del ámbito académico las interpretaciones marxistas
que colocan el peso explicativo de la acción en los factores económicos estructurales y el interés
de clase, expresado a través del sujeto histórico universal, la clase obrera. Paralelamente, en el
ámbito académico norteamericano cobran importancia la “escuela de movilización de recursos”,
que colocó el foco en el “cómo” de la acción colectiva, preguntándose tanto por las
3
Ginzburg, Carlo (2001) [1976] El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI,
Península, Barcelona.
4
Isaac Joseph (2000) estudia las dos formas de influencia o de acción presentes en el programa de la
nueva psicología: las multitudes y las acciones al contacto por un lado, los públicos y las acciones a
distancia, por otro. Un público se define como una “multitud dispersa, donde la influencia de los espíritus
los unos sobre los otros se volvió una acción a distancia, distancias cada vez más grandes”. Las
multitudes como públicos son entonces formas de acción, en la cual la más general y la más constante es
“esta relación social elemental, la conversación, totalmente dejado de lado por los sociólogos”. El
proyecto de una psicología social “Inter-espiritual” abre así la vía al proyecto de una sociología como
ciencia de las conversaciones comparadas. La tesis de Robert Park, The crowd and the Public, aparece
tres años después de la Opinión y la Multitud de Tarde, es la cuestión del orden y de las normas comunes
a la obra en las diferentes formas de conducta colectivas que crean problemas, afirma Joseph.
5
Uno de los representantes más destacados de esta corriente probablemente sea Mancur Olson y su libro
The Logic of Collective Action en donde se plantea la figura del free-rider.
3
motivaciones individuales como colectivas para actuar, en el marco del uso de recursos
organizacionales y “motivacionales” que explicarían la participación pública.
En contraste a las teorías que enfatizaban el papel de los recursos en la acción colectiva,
surgen en Europa abordajes que comenzarían a prestar atención a los procesos de construcción
de identidades colectivas como “piedra de toque” de los conflictos sociales. Ante los nuevos
movimientos de protesta de fines de los años de 1970 que no reconocían en la adscripción de
clase un factor de aglutinamiento, las teorías de los denominados “Nuevos Movimientos
Sociales” cambiarían el punto de vista prestando atención a las inversiones cognitivas y
emocionales que intervienen en la formación de identidades colectivas, entendidas como
elemento insoslayable para la consecución de objetivos comunes mediante la acción colectiva
(Pérez Ledesma, 1994: 101).
Pese a este avance, se ha seguido la huella de las anteriores conceptualizaciones en lo
que respecta al lugar subordinado que asignan a los sentimientos en la protesta social. Este
problema ha sido señalado por Jasper, Goodwin y Poletta (2001) en Passionate Politics.
Emotions and Social Movements en la cual una variedad de acciones y movimientos son
interpretados bajo esta nueva luz. En este giro de las teorías de la acción colectiva, los
sentimientos reingresan en la acción colectiva, pero ahora entendidos no como un elemento
opuesto a la razón que surgiría del contagio o del individuo, sino como un elemento socialmente
construido que media entre la tradición y el sujeto, es decir, como un aspecto de la cultura.
2. El sujeto de la acción colectiva
El sociólogo italiano Alberto Melucci, ha criticado las dos orientaciones tradicionales tantas veces
expuestas en los estudios sobre la acción colectiva: “Unas veces se hace hincapié en el mismo
hecho de la acción colectiva que aparece, de esta forma, como acción sin actor, una suma
accidental de acontecimientos individuales. (…) Otro punto de vista tradicional ha buscado en los
fundamentos objetivos del fenómeno observado en la estructura social y ha deducido la acción del
análisis de las condiciones sociales que los actores parecen tener en común. Aquí nos encontramos
con un actor sin acción, ya que el espacio entre las condiciones objetivas y las conductas colectivas
empíricamente observadas se prueba siempre imposible de salvar. El viejo problema de Marx
(cómo pasar de la clase en sí a la clase para sí, de las condiciones de clase a la acción de clase)
permanece sin resolver, como trasfondo.” (1994: 153-154; subrayado en el original).
Aristide Zolberg (1972) al analizar el ingreso de la juventud a la vida política de la Francia
de 1968 durante el mítico mayo francés, definió como “momentos de locura” (moments of
madness), aquellos en que “los seres humanos creen que todo es posible” (pág. 183) (subrayado en
el original; mi traducción). “En tales puntos turbulentos de la historia, (...) el muro entre lo
4
instrumental y lo expresivo colapsa (...) “La política rompe violentamente sus límites e invade
todos los aspectos de la vida y los “animales políticos trascienden sus destinos” (...) [Estos
momentos] “son necesarios para la transformación de la sociedades pues, escribe Zolberg, ellos son
la fuente de nuevos actores, nuevas audiencias y la fuerza para quebrar la corteza de la convención”
(pp. 200-202).
Inspirada en estas concepciones, mi definición del sujeto que interviene en la acción
colectiva se nutre de estas miradas culturalistas que se muestran distantes de la denotación que
inscribe la teoría de la acción racional. En ésta, nos encontramos con un sujeto racional6 a la
espera de “aprovechar” la oportunidad que abren las crisis de hegemonía. Mi pretensión es
acercarme a la concepción ontológica de un sujeto afectivo, moral y político que decodifica y
traduce las señales del entorno político. En otras palabras, creo que la acción colectiva inscripta en
el espacio público desplaza a la superficie contradicciones latentes conformadas en
espaciotemporalidades concretas, profundizando tanto los procesos de ruptura cultural (en sentido
amplio, que incluye la dimensión política) como generando nuevas oportunidades políticas
(Barbetta y Bidaseca, 2005).
Algunos teóricos de la escuela americana han llegado a la conclusión que la combinación
de oportunidades políticas y las estructuras de movilización si bien dotan a los grupos de cierto
potencial para la acción, resulta insuficiente como factor explicativo de la acción colectiva.
Introducen como concepto mediador entre ambos, el de “marco” (frame)7 y el proceso de
enmarcado como “los esfuerzos estratégicos conscientes realizados por grupos de personas en
orden a forjar formas compartidas de considerar el mundo y así mismas que legitimen y muevan a
la acción colectiva” (Mc Adam, Mc Carthy y Zald: 1999: 27) (volveré sobre esta cuestión más
adelante).
Para densificar la problemática, Sidney Tarrow (1992) analiza los conceptos de
“mentalidades sociales” y “cultura política”. Con el primero, el autor denota aquellos “valores
popularmente sostenidos y prácticas acerca de la vida privada y el comportamiento”, mientras
que por el segundo hace referencia a aquellos “puntos más claramente moldeados del interés
acerca de relaciones sociales y políticas, sistema que contiene tanto elementos de soporte como
de oposición” (Tarrow; 1992: 176; mi traducción).
6
El sujeto de la acción colectiva para la escuela americana de movilización de recursos es un actor
racional del cual se espera que “se movilice como reacción ante un aumento de las oportunidades
políticas, y lo haga de forma diferente, según el tipo de oportunidad que se les ofrezca y las ventajas que
obtenga al aprovecharla” (Mc Adam, Mc Carthy y Zald, 1999: 33).
7
Según estos autores, un “marco” es un esquema interpretativo que condensa el `mundo de ahí afuera´
puntuando y codificando selectivamente objetos, situaciones, experiencias y secuencias de acciones
dentro del entorno presente o pasado de cada uno (citado por Tarrow, 1997: 137).
5
Ambos conceptos, deben ser vistos como fundamentos parciales para la acción colectiva.
Las mentalidades sociales no pueden impulsar por sí mismas una acción colectiva, ya que ellas
son interpretaciones pasivas del status quo aisladas de la agencia. Al mismo tiempo, la cultura
política, si bien es organizada alrededor de puntos comunes de consenso y de definiciones de
situaciones, ella es rara vez suficientemente unívoca o aislada de los símbolos que sostienen el
sistema que provee de una firma base para la acción colectiva contra él. A lo sumo, la cultura
política provee a los líderes de un reservorio de símbolos con los cuales construir un marco
cognitivo para la acción colectiva (Tarrow; 1992; mi traducción).
Si bien ambos quedan a medio camino para explicar el surgimiento de una acción
colectiva, un marco que motive la participación en una acción, es decir, que justifique que las
personas salgan de su habitual pasividad, deberá sacar provecho de la existencia de una cultura
política de oposición. Aunque las bases de la cultura política descansan en las tradiciones
culturales preexistentes, nuevos marcos de significado pueden resultar de las luchas y del
choque con sus oponentes. De esta manera, el concepto de “marco” al poseer una mayor
flexibilidad nos permite comprender las acciones colectivas en su interacción con la cultura
política de una sociedad (Barbetta y Bidaseca, 2005).
En síntesis, como explica Cefaï (2000), “Los actores no son agitados por movimientos
browsianos, sin sentido, ni determinados por estructuras sociales y políticas. No son ejecutivos
de su propia vida, sujetos racionales nadando en el egoísmo, ni tampoco buenos ni íntegros
ciudadanos, totalmente dedicados a la búsqueda de una ciudad mejor. No son los sujetos
autónomos del conocimiento y la moral de Kant, ni los vectores de estructuras sociales,
determinados como los efectos de posición y trayectoria o distribución de capitales.” ( pág. 16).
Concebir el momento de la salida de los sujetos al espacio público como lo entiende
Aristide Zolberg (1972), como un “momento de locura”, supone partir de la concepción de un
sujeto movilizado por los sentimientos que no pueden ser separados de sus acciones racionales.
Sujetos sumidos en la perplejidad y la desolación “antes las cosas nunca antes vistas, los
pensamientos jamás pensados y las instituciones nunca antes ensayadas” (Arendt, 1951).
6
El autor advierte que el movimiento social es una construcción analítica y no un objeto
empírico; la sola existencia de un conflicto no basta para el surgimiento de un movimiento social.
Un actor colectivo es siempre una realidad construida que se presenta empíricamente como una
unidad dada, bien porque los mismos actores le atribuyen una realidad objetiva o porque los
investigadores otorgan coherencia a fenómenos empíricos dispares. Precisamente dicha unidad,
dirá el autor, debe ser cuestionada y comprendida como lo que es, el resultado de intercambios,
negociaciones, decisiones y conflictos (Melucci, 1992).
3. Movimiento social, acción colectiva y protesta: una definición analítica
Desde los nuevos aportes teórico - metodológicos de las teorías de movimientos sociales, privilegio
las acciones colectivas que politizan las acciones de los actores ubicándolos en el campo de la
protesta, los enfrentamientos, la resistencia y las negociaciones políticas. Pensar las luchas sociales
en términos de poder y resistencia a la dominación supone una concepción de la historia distinta
marcada por la radicalidad, el acontecimiento, la diferencia. Así lo entendió Foucault (1994)
cuando expresó que “no hay poder sin resistencia, sin escapatoria o fuga sin eventual revuelta”
(pág. 242).
Las acciones colectivas de protesta desarrolladas por los actores son producto de un
“proyecto colectivo” sedimentado en una “promesa” -cuya función es reducir la incertidumbre y
establecer “islas de seguridad en el océano de inseguridad que es el futuro por definición”
(Arendt, 1998: 256), que logran acuñar una inscripción discursiva en el espacio público
(Nardacchione, s/f).
Basándome en la filosofía política de Hannah Arendt, recupero el par arendtiano acción
y discurso, la articulación entre ambas dimensiones y ofrezco una definición teórica de la
acción colectiva de protesta entendida como un tipo específico de acción colectiva que se
inscribe en el espacio público y que es síntesis de un acto político (Giarracca y Bidaseca, 2001).
Para aprehender su especificidad, considerando la débil base analítica que presenta tal
concepto, comienzo por diferenciar, desde la teoría melucciana de los movimientos sociales, la
“acción colectiva” del “movimiento social” para alcanzar una caracterización de la acción
colectiva de protesta. Su dimensión política se presenta en la politización de los cuerpos y del
lenguaje, hecho que es pasible de rastrear en los relatos de los sujetos.
Melucci (1984) define la acción colectiva como el ensamble de los varios tipos de
acciones basadas en conflictos. “Una acción colectiva implica la existencia de una lucha entre dos
actores por la apropiación y orientación de los valores sociales y los recursos” (pág. 202). En un
segundo nivel, “la acción colectiva también incluye todo tipo de conductas que transgreden las
normas que han sido institucionalizadas en roles sociales; aquellas que exceden las reglas del
7
sistema político y/o que atacan la estructura de una sociedad basada en relaciones de clases” (pág.
202). El autor denomina acción basada en conflictos a la primera categoría y movimiento social a
aquella acción colectiva que cumple con ambas condiciones.
En sus trabajos posteriores define a la acción colectiva como el “resultado de
intenciones, recursos y límites, una orientación intencional construida mediante relaciones
sociales desarrolladas en un sistema de oportunidades y obligaciones” (Melucci, 1994:157).
Por otro lado, un movimiento social adquiriría la forma de acción colectiva, aunque
basada en tres dimensiones: la solidaridad, el desarrollo de un conflicto y la ruptura del límite
del sistema donde ocurre la acción (Melucci, 1884: 825). A tal fin, concibe la solidaridad como
la capacidad de los actores de compartir una identidad colectiva, es decir, la capacidad de
reconocerse y ser reconocido como parte de la misma unidad. La construcción de un “nosotros”
es parte del proceso de conformación de la identidad colectiva, que es “el producto de una
definición de la situación, construida y negociada a través de la constitución de redes sociales
que conectan a los miembros de un grupo o movimiento. Dicho proceso implica la presencia de
marcos cognitivos, interacciones densas, de intercambios emocionales y afectivos” (Melucci,
1992:244).
La presencia de una identidad colectiva requiere de una alteridad adversaria _“nosotros”
frente a “ellos”_ instancia conflictiva que se dirime en el campo de disputas. 8 En tanto el
conflicto es definido como una relación entre actores opuestos contendiendo por los mismos
recursos a los que ambos le otorgan un valor” (Melucci, 1984:423).
Los movimientos en tanto acciones colectivas se relacionan directamente con un
“campo conflictual” (Scribano, 1998) en el cual se desarrolla la protesta. Comprendemos a la
protesta como una forma específica de acción colectiva -razón por la cual comparte sus rasgos
identificatorios- que no se agota en su sola manifestación sino que, de igual modo que la acción
colectiva, está relacionada con los períodos de latencia. 9
Autores como Lipsky (citado por Della Porta y Diani, 1999) sostienen que la protesta es el
recurso político de los sujetos carentes de poder (powerless), que no se encuentran representados
por las formas políticas tradicionales (partidos, sindicatos, etc.). Particularmente, critico esta
concepción del sujeto de la protesta, pues creo lo contrario: se trata de un sujeto con poder; con
capacidad de construir un contrapoder.
8
Touraine (citado por Hilhorst, 1992) define en este sentido la meta de los movimientos sociales: la
realización de valores culturales así como la victoria sobre un adversario social (pág. 123).
9
Los dos polos que describe Melucci (1994) _la latencia y la visibilidad_ se encuentran conectados entre
sí dado que la fase latente posibilita la acción visible al brindar recursos de solidaridad y produce el
marco cultural dentro del cual surge la movilización. Por su parte, el estado de movilización fortalece las
redes y la solidaridad del grupo y funciona como espacio de reclutamiento de otros individuos que se
identifican con las consignas del movimiento.
8
Según Della Porta y Diani (1999) una de la las características de la protesta es su
capacidad para movilizar la opinión pública a través de un proceso persuasivo mediado por los
medios de comunicación utilizando formas no ortodoxas de acción y ejerciendo presión sobre los
decisores de políticas.
Desde esta analítica, diferenciamos la acción colectiva de la acción colectiva de
protesta caracterizada por una irrupción conflictiva, es decir, aquella que está comprendida en
un “campo conflictual” que se inscribe en el espacio público a partir de una demanda concreta y
que necesita del discurso y de la acción para adquirir visibilidad aunque, como dije
anteriormente, también está vinculada a los períodos de latencia. Su especificidad viene dada
por la manifestación de un litigio y la construcción de un sentido político público. Como
expresa Rancière (1996): "No hay política sino por la interrupción, la torsión primera que
instituye a la política como el despliegue o desacuerdo comunitario de una distorsión o un litigio
fundamental. Esta torsión es el blaberon10 fundamental con que se topa el pensamiento
filosófico de la comunidad" (pág. 27) [cursiva en el original].
4. Acción colectiva de protesta y espacio público
El giro lingüístico y pragmático implementado por la Filosofía ha influido decisivamente en las
teorías sociales modernas, de modo que dos conceptos, la acción y el discurso, se han vuelto
esenciales para comprender ciertos procesos. Hannah Arendt en su obra La condición humana
(1998), expresa que “mediante la acción y el discurso los hombres muestran quiénes son,
revelan activamente su única y personal identidad y hacen su aparición en el mundo humano.
Esta cualidad reveladora pasa a primer plano cuando las personas están con otras, ni a favor ni
en contra. La acción necesita para su plena aparición la brillantez de la gloria, sólo posible en la
esfera pública” (pág. 202).
Ambos conceptos crean un espacio local y temporal. Se trata del espacio de aparición:
“el espacio donde yo aparezco ante otros como otros aparecen ante mí” (Arendt, 1998: 223).
En la concepción arendtiana, lo público remite a la acción y al discurso, a lo manifiesto,
a la libertad y capacidad de inicio de algo nuevo; lo privado a la reproducción, al trabajo, al
reino de la necesidad, “a lo oscuro que debe ser ocultado, sustraído a la mirada de los demás”
(Rabotnikoff, 1997:143).
Según Arendt ninguna otra actividad humana requiere del discurso como la acción, en
todas las demás el discurso cumple un papel subordinado. La acción sin el discurso perdería su
10
El término "blaberon" significa "lo que detiene la corriente", según una de las etimologías del Cratilo
(citado por Rancière, 1996:27).
9
carácter revelador y su sujeto. El espacio de aparición cobra existencia siempre que los hombres
se reúnen por el discurso y la acción, y por lo tanto precede a toda formal constitución de la
esfera pública. Siempre que la gente se reúne, se encuentra potencialmente allí, pero no
necesariamente ni para siempre.
Por otro lado, Ricoeur (1985) propone hablar de discurso para diferenciar el lenguaje
hablado y el escrito, y lo define como "acontecimiento en forma de lenguaje o uso lingüístico"
(pág. 9). Para este autor el discurso sólo existe como instancia temporal y presente; es auto
referencial, se refiere a un mundo que afirma describir, expresar o representar, se dirige a un
interlocutor y posee un carácter fugaz, donde el acontecimiento aparece y desaparece, lo que
remite a un problema de fijación o inscripción. 11 El mismo sentido de fugacidad le otorga
Hannah Arendt a la acción, teñida además por su inherente ilimitación e inherente falta de
predicción, sólo remediadas por la facultad humana de perdonar y mantener las promesas.
El filósofo Heidegger en El ser y el tiempo afirma que "lo que primero entendemos en
un discurso no es a otra persona sino un proyecto, es decir, el esbozo de un nuevo ser en el
mundo" (citado por Ricoeur, 1985:13).
El proyecto aparece cristalizado en la constitución del nombre, momento que implica la
conformación de un “nosotros”, cuando un grupo de personas se percibe como colectivo capaz
de inscribir sus reclamos en un universo de significados públicos y hace oír su voz, reclamando
para sí la parte que le corresponde.
Esa instancia de conformación del colectivo, del nacimiento del poder para Arendt 12, es
el momento esencialmente político e instala un espacio a partir del que se configura una
identidad colectiva, un nuevo tipo de prácticas, de solidaridades compartidas. Este momento
constituye una experiencia única porque conduce a los actores a la construcción de una
interpretación alternativa de la realidad a partir de la cual ésta se presenta como contingente y
pasible de transformación.
En el proceso de constitución de la identidad colectiva dos dimensiones, la cultural y la
política se imbrican mutuamente: la primera aduce a la construcción de un nuevo espacio
alternativo en el cual se construyen nuevos lenguajes, se establecen códigos, se sintetizan otros
símbolos; la dimensión política es la síntesis del grupo, su capacidad de proyección de ese
11
Ricoeur elabora una analogía entre una acción y un acto de habla por el contenido proposicional y la
fuerza ilocucional que constituyen su "contenido de sentido". Desde Austin y Searle, la teoría de los actos
de habla expresa que el acto de hablar está constituido por una jerarquía de actos subordinados
distribuidos en tres niveles: 1) acto locucional o proposicional (acto de decir); 2) acto o fuerza ilocucional
(aquello que hacemos al decir) y 3) acto perlocucional (aquello que hacemos por medio del decir).
12
Para Arendt (1998) el poder sólo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde las
palabras no están vacías y donde los actos no son brutales. “El poder surge entre los hombres cuando
actúan juntos y desaparece en el momento en que se dispersan” (pág. 223).
10
espacio.
Naishtat (1997) expresa que la acción colectiva implica “decir” y “mostrar”,
enunciación de sentidos y cuerpos demandantes que irrumpen conflictivamente para, post facto,
inscribir sus demandas en la esfera pública.
Respecto del “decir”, Ricoeur (1985) expresa que “es necesario entender el significado
del acto de habla no sólo la oración, en el sentido del acto proposicional, sino también la fuerza
ilocucional e incluso la acción perlocucional” (pág. 11). En este sentido, la metáfora como parte
constituyente del discurso, al ser éste enunciado en el marco de la protesta pública, asume el
carácter de una fuerza ilocucionaria diferente; es utilizada como recurso de inteligibilidad y
símbolo de movilización. No obstante, la inscripción de la demanda en el espacio público
depende de otro exterior al lenguaje, la acción. El “nosotros” interpela a un público abierto
inscribiendo un acto de lenguaje (protesta, reclamo, promesa) con contenido proposicional y
fuerza ilocucionaria que adquiere mayor magnitud con la acción colectiva: “la protesta en
cuanto protesta no es simplemente la interacción, sino la emergencia unificada de un hablante
colectivo que expresa un acto ilocucionario” (Naishtat, 1997: 10). Como sintetiza Nardacchione
(2000), “el sentido de la acción de protesta se basa en su propio sentido práctico de ser
simbólicamente comunicable” (pág. 21). La acción colectiva tiene pretensión de generalidad y
aparece articulada en un “juego de lenguaje”13.
Para Arendt (1998), el discurso corresponde al hecho de la distinción, es la realización
de la condición humana de la pluralidad. La pluralidad humana tiene el doble carácter de
igualdad y distinción: si los hombres no fueran iguales, no podrían entenderse; si no fueran
distintos, no necesitarían el discurso ni la acción para entenderse.
En este trabajo, abordaremos el espacio público como campo polifónico (Naishtat,
1997) -en el sentido que Bajtin en su obra Problemas de la poética de Dostoievski (1993) le
otorga al concepto de novela polifónica-. En él cual se despliegan disputas hegemónicas y
contrahegemónicas de discursos y sentidos, a diferencia de la definción de Arendt para quien
dicho campo se halla libre de antagonismos. Es el lugar formador de audiencias (Bohman, 1993,
13
En Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein (1988) define el “juego de lenguaje” como “un todo
formado por el lenguaje y las acciones con las que está entretejido” (pág. 25). Imaginar un lenguaje, para
él, equivale e “imaginar una forma de vida.” El lenguaje para Wittgenstein antes que “representación” es
acción, es un modo de acción específicamente humano. El autor utiliza dos metáforas para describir al
lenguaje: como “caja de herramientas”, es decir, el lenguaje no tiene sólo una función, sino innumeras
funciones, y además se define por el uso; los usos están articulados, pero no son inamovibles. No hay
límites prefijados para el lenguaje sino que se caracteriza por su disponibilidad. La segunda metáfora
alude al “juego”.
11
citado por Naishtat, 1997), no mero espacio deliberativo (Habermas, 1987), lugar de
reconocimiento de la otredad.
Rabotnikoff (1997) sostiene que la caracterización del espacio o esfera pública se
relaciona con un modo de concepción de lo político y con una teoría social general. Nuestras
definiciones de lo político se acercan a las expresiones de torsión de Rancière y a la lucha de
cuerpos desarrollada por Foucault.
Así entendida la política en términos de Rancière (1996) es "aquella actividad que
rompe la configuración sensible donde se definen las partes y sus partes o su ausencia por un
supuesto que por definición no tiene lugar en ella: la de una parte de los que no tienen parte [...]
Es la que desplaza a un cuerpo del lugar que le estaba asignado o cambia el destino de un lugar;
hace ver lo que no tenía razón para ser visto, hacer escuchar un discurso allí donde sólo el ruido
tenía lugar, hace escuchar como discurso lo que no era escuchado mas que como ruido" (pág.
45).
La expresión foucoultiana de la lucha de los cuerpos alude a la función del poder
político que “tendría el papel de reinscribir perpetuamente esta relación de fuerza mediante una
especie de guerra silenciosa, de inscribirla en las instituciones, en las desigualdades económicas,
en el lenguaje, en fin, en los cuerpos de unos y otros". Resulta imperante retomar la importancia
que Foucault le otorga a los cuerpos que se presentan en los campos de lucha como "superficies
de inscripción de los sujetos". En un párrafo de su obra Microfísica del poder (1992) Foucault
escribe lo siguiente: "El cuerpo es el lugar de la Herkunft (procedencia): sobre el cuerpo se
encuentra la huella de los sucesos pasados, de él nacen los deseos, los desfallecimientos y los
errores; en él se entrelazan y de pronto se expresan, pero también en el se desatan, entran en
lucha, se borran unos a otros y continúan su inagotable conflicto" (pág. 15).
En la acción colectiva de protesta hay una articulación del cuerpo con el reclamo, lo que
remite a la idea de fuerza ilocucionaria de Habermas, condición necesaria para lograr la inscripción
del reclamo en el espacio público. El cuerpo deviene así como sostiene Melucci (1984) en “locus”
cultural de resistencias y deseos.
5. Marcos interpretativos y relatos del malestar
Mc Adam (1982), influido por las interpretaciones marxistas acerca de la transformación
subjetiva de la conciencia como proceso crucial en la generación de insurgencia, destaca un
factor que ha sido ignorado por los estudios clásicos sobre movimientos sociales y por los
teóricos de la escuela americana de movilización de recursos, y que resulta fundamental para
comprender el origen de la acción de protesta: la “liberación cognitiva”. Para dicho autor, las
desigualdades estructurales (condiciones objetivas) pueden ser constantes, pero la percepción
12
colectiva de la mutabilidad y legitimidad de esas condiciones varían todo el tiempo (pág. 35; mi
traducción).
En un lugar intermedio entre las estructuras de oportunidades y la acción, se ubican los
sujetos y su capacidad de atribuir sentidos a las situaciones. La transformación que opera en la
conciencia de los sujetos implica creer en su propia capacidad de alterar sus destinos.
Sin embargo, el proceso de liberación cognitiva, si bien es subjetivo, alcanza su plenitud
bajo condiciones de fortalecimiento de redes interpersonales y fuerte integración social. “Antes
que la protesta colectiva pueda surgir, la gente debe definir colectivamente sus situaciones como
injustas y pasibles de ser cambiadas a través de la acción grupal” (Mc Adam, 1982: 51; mi
traducción).
En términos generales, los marcos interpretativos que nos permiten deconstruir el
concepto de la “resistencia” construido por los actores colectivos, se puede pensar desde el
análisis de las propias narrativas, los nuevos códigos simbólicos o los modos no lingüísticos de
expresión.
Con relación a los símbolos de la acción colectiva, Snow et al (1986, citado por Tarrow,
1997) han adoptado el concepto de “enmarcado” de Goffman y sostienen que hay una categoría
especial de sobreentendidos cognitivos –marcos para la acción colectiva- que están
relacionados con el modo en que los movimientos sociales construyen su significado. Estos
marcos actúan como dispositivos de acentuación que o bien subrayan la gravedad y la injusticia
de una situación social o redefinen como injusto o inmoral lo que era considerado desafortunado
aunque tolerable (Tarrow, 1997:137).
En este sentido para Snow y Benford una tarea fundamental de los movimientos
sociales consiste en "señalar agravios, vincularlos a otros agravios y construir marcos de
significado más amplios que puedan encontrar eco en la predisposición cultural de la población
y transmitir un mensaje uniforme a quienes ostentan el poder y a otros estamentos” (citado por
Tarrow, 1997:215).
Uno de los sentidos de la protesta explicitados en los discursos refiere a la injusticia
entendida según Gamson (1995) 14 como “indignación moral expresada en forma de conciencia
política” (pág. 90). Para el autor “no es meramente un juicio cognitivo o intelectual sobre la
equidad; es lo que los sicólogos denominan `hot cognition´, y por lo tanto se encuentra cargado
de emoción” (pág. 90). Este marco requiere el desarrollo de un proceso de concientización del
daño y del sufrimiento humanos. No obstante, como señala Gamson, su dimensión crítica se
14
Los otros dos componentes son la agencia y la identidad (véase Gamson, W. “Constructing social
protest”, en Johnston y Klandermans (ed.) Social Movements and Culture, Universidad de Minesotta
Press, 1995.
13
basa en la abstracción del antagonista responsable del sufrimiento, lo que puede conducir a la
aceptación y resignación al cambio.
El sentimiento de injusticia experimentado por los sujetos en forma individual puede
conducir a su generalización cuando es compartido con los demás sujetos. En este proceso
incide decisivamente la articulación colectiva del discurso de los derechos universales de
justicia, libertad e igualdad que se inscribe en las prácticas sociales y su consiguiente
apropiación.
Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1987) se han interrogado acerca de las condiciones
discursivas de emergencia de una acción colectiva encaminada a luchar contra las desigualdades
y a cuestionar las relaciones de subordinación. 15 Así, la existencia de un “exterior discursivo”
que impide estabilizar la subordinación como diferencia, determina la emergencia de
condiciones discursivas que permiten plantear las diferentes formas de desigualdad como
ilegítimas y antinaturales (pág. 174) A partir de allí se da un desplazamiento de la crítica de la
desigualdad de unos espacios a otros (de la desigualdad en la esfera económica a la política, por
ejemplo).16
Como vimos en el apartado anterior, la acción de protesta sintetiza un acto de ilocución
y una apoyatura extralingüística (Naishtat, 1997); a la enunciación del reclamo se une la
expresión de unos cuerpos.
6. Discurso herético: la palabra y los cuerpos
“Hay una historia de las mentalidades porque hay herejía y su sanción: cuerpos marcados y
supliciados por haber quebrado con una transversal extravagante la línea de vida de la Escritura,
la articulación consagrada del orden de la palabra con el orden de los cuerpos”, afirma Rancière
(1993: 109) respecto de la historia herética propia de la “historicidad democrática, de la
proliferación de religiones que se desvían y de los saberes heterodoxos que ha suscitado y
acompañado la emergencia de los movimientos sociales modernos” (pág. 115).
15
Los autores distinguen 3 tipos de relaciones: relaciones de subordinación (cuando un individuo se
encuentra sometido a las decisiones de otro); relaciones de opresión (cuando las relaciones de
subordinación se convierten en sede de un antagonismo) y relaciones de dominación (relaciones de
subordinación consideradas como ilegítimas por los actores).
16
Para los autores, la Declaración de los Derechos del Hombre que instaura la Revolución Francesa
determina la emergencia de dichas condiciones y el de un nuevo imaginario político y social sustentado
en los principios de igualdad y libertad que habilita la posibilidad de que una relación de subordinación se
transforme en una relación de opresión, y por ende, en sede de un antagonismo.
14
Entiendo a la acción política como aquella que pretende introducir representaciones que
transforman el orden social. Bourdieu (1985, 1997) refiere a los discursos dirigidos a la acción
política que proponen nuevos significados capaces de ejercer un efecto político de desmentido
del orden establecido, en términos de “heréticos”. Opuestos a la ortodoxia, movimiento que
intenta “detener, en cierto modo, el tiempo, la historia y vuelve a cerrar el abanico de los
posibles” (Bourdieu, 1997: 208), el discurso herético a partir de una exposición preformativa a
través de la construcción de una utopía, proyecto, plan, programa, al modificar esperanzas y
expectativas, “tiende a abrir el porvenir”.
Bourdieu atribuye a estos discursos la función de “disparadores o detonantes
simbólicos” capaces de cuestionar el orden simbólico establecido que construye una lógica de
dominación al naturalizar las arbitrariedades culturales, demostrar el malestar de las “minorías”
(Foucault, 1980; Deleuze y Guattari, 1982), y de ratificarlos mediante la explicitación o
publicitación. En este sentido, los “movimientos heréticos” desatarían batallas simbólicas, que
subvertirían el orden simbólico para lo cual es necesario crear un nuevo lenguaje. Las
concepciones bourdianas nos permiten de este modo, comprender la construcción de nuevas
identidades de acuerdo a los principios de división del mundo y constitución de grupos
separados productores de nuevas representaciones que cobran visibilidad.
El discurso para Foucault sólo cobra sentido en la trama histórica surge en ese contexto,
es parte de él y colabora con su creación y por otro lado, su capacidad preformativa de
construcción de subjetividad. El discurso herético en cuanto subvierte las categorías de
percepción, ayuda al cambio social aunque no lo agota. Para Foucault, el discurso es un
elemento en un dispositivo estratégico de relaciones de poder que surge en “contra de”, “a favor
de” o “en respuesta a”.
La subversión herética con la doxa originaria, aumenta la potencialidad de transformar
el mundo al presuponer una subversión cognitiva materializada en una utopía, proyecto o
programa. De ahí la importancia de este concepto para comprender los proyectos que animan a
la/os colona/os a la ruptura con lo establecido. Las prácticas culturales de oposición (Bhabha,
2002) constituyen, a mi entender, la llave para comprender el por qué.
7. La cultura y los repertorios de la acción colectiva
E. P. Thompson, en su obra Costums in common critica a algunas interpretaciones sobre las
rebeliones populares afirmando que para algunos investigadores “Los disturbios fueron
„rebeliones de estómago‟, y puede sugerirse que esto, en cierto modo, es una explicación
reconfortante. La línea de análisis es: hambre-elemental-instintiva” (1995 [1978]). Estas
interpretaciones sostienen una idea “espasmódica” de la acción, ya que parecen basarse en una
15
perspectiva similar a la de los historiadores que ven a las rebeliones populares como situaciones
en las que “la chusma se introduce de manera ocasional y espasmódica en la trama histórica, en
épocas de disturbios sociales repentinos. Estas irrupciones son compulsivas, más que
autoconscientes o autoactivadas; son simples respuestas a estímulos económicos. Es suficiente
mencionar una mala cosecha o una disminución en el comercio, para que todas las exigencias de
una explicación histórica queden satisfechas” (1995 [1978]: 213). Como afirma Thompson, es
cierto que la gente protesta cuando tiene hambre; no obstante, el verdadero interés para el
investigador reside en la pregunta que abre el autor: “cuándo está hambrienta, ¿qué es lo que
hace la gente?, ¿cómo modifican su conducta la costumbre, la cultura o la razón?” (1995 [1978]:
215).
Los actores se movilizan colectivamente, movidos por el interés económico pero
también por nociones de tipo “moral”: la noción de injusticia, el ultraje sentido en la forma de
ambición desmedida, la apuesta por los lazos de solidaridad. Lo económico también es cultural
y un enfoque cultural de las emociones no es incompatible con otro tipo de enfoques (Bidaseca
y Lapegna, 2005).
Los historiadores han dedicado sendos estudios a la aparición de nuevas formas de
acción durante la Revolución Francesa: barricadas, boicots, peticiones masivas, rebeliones,
marchas, entre otras, que aún hoy persisten. Dichas tácticas, tomadas inicialmente por miembros
de la burguesía y, luego, por la incipiente clase trabajadora industrial, dieron lugar a lo que
James Jasper (1997) denomina “movimientos ciudadanos”.
Particularmente, el sociólogo e historiador norteamericano Charles Tilly ha contribuido
sobremanera al estudio de la acción política en Europa con su concepto de “repertorio de
acciones” y al identificar diferencias entre el “repertorio antiguo” de protesta (ubicado entre los
siglos XVII a mediados del siglo XIX) y el moderno (desde mitad del siglo XIX a la
actualidad).
Una notable interpretación sobrevino a partir de la historización misma del concepto de
“repertorio” que Tilly introduce en sus primeros estudios de la acción colectiva hacia 1977.
Dicho repertorio, inspirado en Eric Hobswbawm y George Rudé, descansaba en un esquema
tripartito -“competitivo”, “reactivo” y “proactivo”- cuya debilidad se basaba en que remitían a
demandas y no a formas que adquiría la acción. A partir de esta crítica, Tilly introduce el
concepto de “repertorio” enfatizando en la interacción: “Los repertorios pertenecen a un
conjunto de actores confrontados, no a actores singulares” (Tilly, 1995: 30). Asimismo, el autor
16
introduce la categoría de “contenciosas” (“contention”)
17
al nombrar a aquellas acciones que
afectan los intereses de otros sectores sociales poderosos.
Dicho concepto ubica a la cultura en el centro de las formas de acción colectiva y es útil
para articular los cambios macroestructurales con los microprocesos y el impacto de esos
procesos en la tradición de la lucha popular.
Apoyado en la herencia de la escuela pragmática de Chicago, Daniel Cefaï (2000)
introduce una crítica a dicho concepto comparado, cuando se pronuncian las dimensiones
instrumental o utilitarista de los repertorios de acción bajo la metáfora de “caja de
herramientas”: “Desde los trabajos de sociología histórica de Charles Tilly se comenzaron a
incluir los repertorios de acción que cubren prácticas militantes como la petición, la
manifestación, la huelga, la conferencia de prensa o la ocupación de un sitio, esos
procedimientos de puesta en visibilidad del colectivo, instituidos y ritualizados desde hace
tiempo, que requieren de los mismos “savoir-faire” cualquiera sea el tipo de situaciones a las
cuales son aplicadas; y repertorio de discursos, estos también trasladados de una a otra
situación de acción colectiva (…) Esta concepción de metodologías o de tecnologías de la vida
pública que refleja bien la metáfora de la caja de herramientas, crea problemas” (pág. 16; mi
traducción).
De acuerdo con esta aclaración, la tesis se orienta a comprender cómo a lo largo del
siglo XX los colonos luchan, contra quién lo hacen y en nombre de cuáles símbolos (Tarrow,
1995). La historia y la memoria en el desarrollo de las acciones se tornan fundamentales para
interpretar los acontecimientos y las prácticas de los actores. A continuación me remito a ello.
8. Historia y acción
Arendt (1998) afirma que la filosofía, al privilegiar la vida contemplativa sobre la vida activa 18
“como el único modo de vida verdaderamente libre” (pág. 27), y determinar el “divorcio de los
17
Cuando los reclamos en cuestión podrían, si se realizan, afectar los intereses de otros actores, hablamos
de contention. Por ende, los repertorios de confrontación son modos establecidos en los cuales pares de
actores hacen o reciben demandas que se apoyan en los intereses de cada otro (Tilly, 1995: 27).
18
La expresión vita activa se apoya en la trilogía: labor, trabajo y acción. Para una diferenciación entre
estas actividades véase La Condición Humana, obra en la que Arendt al distinguir la vida contemplativa
de la vida activa dejara expresado: “Con la desaparición de la ciudad-estado (...) la expresión vita activa
perdió su específico significado político y denotó toda clase de activo compromiso con las cosas de este
mundo (...) A la acción se la consideró también entre las necesidades de la vida terrena, y la
contemplación ( el bios theoretikos, traducido por vita contemplativa) se dejó como el único modo de
17
hombres de acción y los hombres de pensamiento”, supondrá con Platón la negación de la
política. La libertad de la acción en la polis griega19, horizonte de su idea de política, “fue
desechada por la filosofía, transferida al pensamiento que se separó del mundo terrestre al que
se consideró como denominado por la confusión” (Lefort, 2000: 139).
En Sobre la revolución, Arendt escribe: “Esta falta de claridad conceptual y de precisión
frente a la realidad y a las experiencias ha sido la maldición de la historia occidental desde que,
después de la época de Pericles, los hombres de acción y los hombres de pensamiento se han
divorciado, y que el pensamiento ha comenzado ha emanciparse de la realidad, y muy
especialmente de la facticidad y de la experiencia política” (pág. 260). Esta tradición de
pensamiento, que nace con Platón y se clausura con Marx se caracterizaría, pues, por el “olvido
de la acción”. 20 En toda su obra, la pensadora judeo-alemana va a dirigir su crítica no sólo la
Filosofía de la Ilustración sino también la Filosofía de la historia y lamentará la degradación de
los estudios históricos en esta.
Manuel Cruz en su “Introducción” a uno de los libros más destacados de la pensadora
alemana, La condición humana -publicado en 1958-, expresa que la autora toma de Walter
Benjamin el concepto de historia como construcción y comparte con este autor la convicción de
que la misión del historiador es hacer saltar por los aires el continuum histórico a fin de
conquistar un espacio que le permita construirse un juicio crítico y autónomo. Ello implica el
abandono de una cierta práctica historiográfica (de hecho Arendt se mantuvo alejada de la
literatura histórica pues “no es otra cosa, en última instancia, que justificación de lo que
sucedió”) (pág. X).
En aquella obra se sostiene que es a través de las historias contadas cómo el
protagonista de las acciones se identifica, se reconoce y recibe lo que se denomina una
“identidad narrativa”. Pero no se debe confundir esto con una especie de soberanía del agente
sobre su sentido de la acción. Precisamente, la exteriorización –la objetivación lingüística- en el
relato viene a probar este carácter de descubrimiento con que ante el agente aparece el
significado de lo realizado por el mismo. Las historias nos revelan un actor pero no un autor.
Aquel significado sólo emerge a la superficie de la narración merced al narrador: “No es el actor
sino el narrador quien acepta y “hace” la historia” (Arendt, 1998: 215).
vida verdaderamente libre” (pág. 27).
19
La Grecia estudiada por Hannah Arendt es, tanto la de los presocráticos en el sentido de Nietzsche y
Heidegger, como la de Homero, Heródoto, Tucídices y Sócrates, la Grecia de la polis antes del divorcio
entre el hombre de acción y de pensamiento (Amiel, 1996: 59).
20
En “Historia e inmortalidad”, Arendt plantea que la metafísica desde Platón “había buscado la verdad y
la revelación del Ser eterno ren todas partes excepto en la esfera de los asuntos humanos, de la que el
msmo Platón habla con tanto desprecio precisamente porque no es posible encontrar en ella permanencia
alguna, y por lo tanto, no se puede esperar que revele verdad” (pág. 52).
18
La filosofía moderna, desde el punto de vista político, se basa en la “descripción y
comprensión del reino total del la acción humana sin referirlo al actor y al agente, sino desde el
punto de vista del espectador que contempla un espectáculo” (Arendt, 1988: 54). Sin embargo,
continúa Arendt, “no es fácil descubrir el sofisma debido a la parte de verdad que encierra: en
efecto, todas las historias iniciadas y realizadas por los hombres descubren su verdadero sentido
únicamente cuando han llegado a su fin, de tal modo que puede pensarse que sólo el espectador,
y no al agente, le cabe la esperanza de comprender lo que realmente ocurrió en una cadena dada
de hechos y acontecimientos” (pág. 54).
La identidad obtenida de tal forma por el agente es una identidad frágil, precaria como
corresponde a la naturaleza misma de las cosas. “No hay en Arendt una concepción continuista
de la historia: no en vano ha dicho que la historia es un relato que no cesa de comenzar pero que
no termina jamás” (Cruz, 1995: pág. XI). Siempre entendiendo la historia en clave de
contingencia. Para ella no hay ley de la historia que asegure el progreso y, ello, la acerca
nuevamente a Benjamin quien opone a la idea de progreso la de “catástrofe”.21 Ello, según Cruz,
“la diferencia de las filosofías de la historia posteriores a Kant empeñadas en devolvernos un
mundo sin pasado” (pág. XII).
En “Hombres en tiempos de oscuridad” (1992), escribe: “el significado de un acto solo
se revela cuando la acción en sí ha concluido y se ha convertido en una historia susceptible de
narración” (pág. 31).
En el capítulo llamado “Acción”, expresa que la revelación del "quién" mediante el
discurso, y el establecimiento de un nuevo comienzo a través de la acción, cae siempre dentro
de la ya existente trama donde pueden sentirse sus inmediatas consecuencias. Juntos inician un
nuevo proceso que al final emerge como la única historia de la vida del recién llegado. Debido a
esta ya existente trama de relaciones humanas, la acción siempre realiza su propósito, pero
también debido a este medio, en el que sólo la acción es real, produce historias con o sin
intención, de manera tan natural como la fabricación produce cosas tangibles. Las historias,
resultados de la acción y el discurso, revelan un agente, pero este agente no es autor o productor.
Alguien la comenzó y es su protagonista, en el doble sentido de actor y paciente, pero nadie es
su autor. La razón de que toda vida humana cuente su narracción y que en último término la
historia se convierta en el libro de narraciones de la humanidad, con muchos actores y oradores,
y sin autores tangibles, radica en que ambas son resultado de la acción.
En otro apartado sostiene: “La historia real en la que estamos metidos mientras vivimos
carece de autor visible o invisible porque no está hecha. El único "alguien" que revela es su
héroe, y éste es el solo medio por el que la originalmente intangible manifestación de un único y
21
En uno de sus borradores Benjamin escribió: “La catástrofe es el progreso, el progreso es la catástrofe”
(citado por Vélez, 1993: 77).
19
distinto "quién" puede hacerse tangible ex post facto mediante la acción y el discurso.” (…) “El
héroe que descubre la historia no requiere cualidades heroicas. La connotación de valor se
hallaba ya en la voluntad de actuar y hablar, de insertar el propio yo en el mundo y comenzar
una historia personal.” (pág. 210).
Distinguiendo, la acción de la fabricación, la pensadora dirá que la primera nunca es
posible en aislamiento. La fabricación está rodeada y en constante contacto con el mundo; la
acción y el discurso lo están con la trama de los actos y palabras de otros hombres. (...)
Es interesante la diferenciación analítica que Arendt establece entre agente y “paciente”,
cuando expresa: “Parece como si cada acción estuviera dividida en dos partes, el comienzo,
realizado por una sola persona ("agere"), y el final, en el que se unen muchas para "llevar" y
"acabar" la empresa aportando su ayuda ("gerere").” (...) Debido a que el actor siempre se
mueve entre y en relación con otros seres actuantes, nunca es simplemente un "agente", sino que
siempre y al mismo tiempo es un paciente. (...) La historia que un actor comienza tiene
consecuencias ilimitadas: puesto que la acción actúa sobre seres que son capaces de sus propias
acciones, la reacción, aparte de ser una respuesta, siempre es una nueva acción que toma su
propia resolución y afecta a los demás” (págs. 212-213).
La acción tiene un comienzo definido pero un fin impredecible; así la acción se
caracterizará por ser impredecible en sus consecuencias, ilimitada en sus resultados e
irreversible. La impredecibilidad no significa sólo la imposibilidad de predecir sus
consecuencias, sino, sobre todo, que el sentido de la acción se revela al final del proceso 22; no al
actor, sino al espectador, al narrador, al historiador. La ilimitación de la acción no es más que la
otra cara de su tremenda capacidad para establecer relaciones, es decir, su específica
productividad. Aunque las limitaciones que encontramos en el cuerpo político pueden ofrecer
cierta protección contra la inherente ilimitación de la acción, son incapaces de compensar su
segunda característica: su inherente falta de predicción. El problema estriba en que su pleno
significado sólo puede revelarse cuando ha terminado. La acción sólo se revela plenamente al
narrador. Aunque las historias son los resultados inevitables de la acción, no es el actor, sino el
narrador quien capta y "hace" la historia.
Esta falta de predicción del resultado se relaciona estrechamente con el carácter
revelador de la acción y del discurso, en los que se revela el yo de uno sin conocerse a sí mismo
ni poder calcular de antemano a quién revela. La identidad de la persona, revelándose intangible
en la acción y el discurso, sólo se hace tangible en la historia, pero sólo después de que haya
22
Debemos, pues, atenernos al concepto de “proceso” puesto que una de las críticas de Arendt al
moderno concepto de historia yace en la idea de la historia como proceso, entre cuyos orígenes diversos,
se destaca el modelo de la naturaleza como proceso. De allí que la autora relacione dicho concepto con el
de “necesariedad histórica”.
20
terminado: “la esencia humana nace cuando la vida parte, no dejando tras de sí más que una
historia.” (Arendt, 1998: 216).
La huída de la política a la historia
“Cuando la filosofía moderna, durante el último tercio del siglo XVIII, ha tratado de pensar la
política, la ha transformado en historia: al representar a los seres humanos en una historia
universal, la pluralidad queda diluida en un individuo humano, la humanidad.” (Birulés, 1997:
33).
Esta cita de la Introducción al libro de Hannah Arendt ¿Qué es la política? –escrito que,
por cierto, nunca llegó a concluir 23- remite a una característica fundamental de la acción
política: la pluralidad. La pluralidad humana, para la autora, tiene el doble carácter de igualdad
y distinción: si los hombres no fueran iguales, no podrían entenderse; si no fueran distintos, no
necesitarían el discurso ni la acción para entenderse. La pluralidad humana es la paradójica
pluralidad de seres únicos. El discurso y la acción revelan esta cualidad de ser distintos: son los
modos en que los hombres se presentan unos a otros en tanto hombres. Con palabra y acto nos
insertamos en el mundo humano, sin estar obligados a ello ni por le necesidad ni por la utilidad.
“La pluralidad humana [es] uno de los requisitos fundamentales de la vida política” (Arendt,
1995: 56).
En su interpretación sobre Arendt, Fina Birulés (1997) realiza una analogía entre las
características que la pensadora alemana otorga a la labor –procesual, repetitiva y objeto de
consumo- y el proceso histórico. Por consiguiente, expresará: “En él toda singularidad, todo
acontecimiento está destinado a ser consumido, olvidado, puesto que borra el hecho de que cada
nuevo comienzo es por naturaleza ´un milagro´, contemplado y experimentado desde el punto
de vista de los procesos que necesariamente interrumpe” (pág. 33).
La tradición de filosofía política inaugurada por Platón, al interpretar el actuar en
términos del “hacer”, supone el predominio del homo faber sobre el actor.
Arendt señala un hito importante en la “huída de la política a la historia” en Kant: “Kant
vio, lo que otros ante de él habían visto: que al mirar la historia en su totalidad, antes que a los
acontecimientos singulares y a las siempre frustradas intenciones de los seres humanos,
súbitamente todo adquiere sentido, porque siempre hay al menos, un relato [story] que contar
23
Entre 1956 y 1959, Hannah Arendt trabajaba en el proyecto de una obra titulada Introducción a la
política para ser publicado por la Editorial Piper. Arendt jamás escribió ese libro, sin embargo, la editorial
lograba concretar su proyecto con la compilación de la socióloga alemana Ursula Ludz, quien trabajó
sobre la recopilación de diversos fragmentos conservados sin fecha alguna, que salieron a la luz en 1993
bajo el título Was ist Politik? (Birulés, 1997: 9).
21
(...) En Kant esa huída (...) es el escapar hacia el ´todo´ y la fuga es motivada por la falta de
sentido de lo particular” (pág. 66).
Evidentemente, Arendt advertía el peligro que el moderno concepto de historia podría
ejercer sobre la acción a modo de eclipsar sus rasgos inherentes que la denotan frágil, fútil y
“frustrante” en comparación con las actividades de la labor y el trabajo. Pues “a menos que sean
recordadas, las acciones humanas son las cosas más frágiles y perecederas sobre la tierra;
difícilmente sobreviven a la propia actividad y ciertamente por sí mismas jamás pueden aspirar
a la durabilidad que incluso los objetos de uso ordinario poseen cuando sobreviven a la vida de
su productor, sin mencionar a las obras de arte que nos hablan durante siglos” (Arendt, 1995:
67-68).
En “Historia e inmortalidad”, la filósofa habla de perplejidad para explicar la
trascendencia del concepto moderno de “proceso universal”: “(...) Lo que genera perplejidad es
que el particular accidente, el hecho observable o la ocurrencia singular de la naturaleza o la
gesta y el acontecimiento relatados en la historia han dejado de tener sentido sin un proceso
universal en el que supuestamente están inmersos; con todo en el momento en que el hombre,
para escapar al carácter contingente de lo particular, para encontrar significado –orden y
necesidad-, se aproxima a este proceso, su esfuerzo es rechazado por la respuesta emitida desde
todas partes: ningún orden, ninguna necesidad, ningún signiifcado que desee imponer servirá.
(...) Es como si la ´desoladora contingencia´ de lo particular nos hubiera alcanzado y nos
persiguiera en la misma región en que generaciones anteriores se habían refugiado para escapar
de ella” (pág. 72).
Esa misma “desoladora contingencia” “puede soportarse si la ponemos en una historia o
contamos una historia sobre ella”, diría Arendt parafraseando la cita de Isak Dinesen. En otras
palabras, no hay conocimiento histórico neutro. No obstante, la preocupación de Arendt porque
el acontecimiento, la singularidad de la acción pueda ser absorbida “por el continuo temporal de
tal manera que, a posteriori, no parece ser más que la consecuencia de un desarrollo que ya
estaba contenido en sus premisas” (Lefort, 2000:134) es notoria.
Esa es, sin duda, la crítica a la historia de los historiadores, ocupados en concatenar
causalidades. Y, en ese sentido, oponía a la gran teoría la comprensión: “Comprender no
significa [...] negar lo terrible. Significa más bien, analizar y soportar concientemente la carga
que los acontecimientos nos han legado sin, por otra parte, negar su existencia o inclinarse
humildemente ante su peso, como si todo aquello que ha sucedido no pudiera haber sucedido de
ninguna otra manera” (citado por Manuel Cruz en su “Introducción” a La condición humana,
1998, pág. X, reproducido de Los orígenes del totalitarismo).
Para Arendt ello se ilustra en el capítulo dedicado a la baronesa en Hombres en tiempos
de oscuridad (1990). Allí afirmará la relación entre la historia y el significado de una acción:
22
“La historia revela el significado de aquello que de otra manera seguiría siendo una secuencia
insoportable de meros acontecimientos” (pág. 90).
Respecto del historiador, en sus escritos sobre “Comprensión y política” escribe: “...La
novedad es el dominio del historiador, que a diferencia del científico natural ocupado en eventos
siempre recurrentes, estudia acontecimientos que sólo ocurren una vez. Esta novedad puede ser
manipulada si el historiador insiste en la causalidad y pretende ser capaz de explicar los
acontecimientos a través de una cadena de causas que finalmente los ha provocado (...) Sin
embargo, en las ciencias históricas la causalidad es una categoría tan extraña como engañosa.”
(Arendt, 1995: 41).
Arendt va a diferenciar la tarea del historiador que “estudia el pasado” y allí advierte el
peligro de ver en la historia un fin, de las ciencias políticas: “Dado que estudia el pasado, esto
es, ciertos movimientos que el pensamiento no podría aprehender, de no haberse, en cierto
modo, concluido, sólo tiene que generalizar para ver un final (y un juicio final) en todas partes.
Para él es natural ver en la historia un relato con muchos finales pero sin comienzo” (pág. 43).
Las ciencias políticas, en cambio, otorgan singular valor el concepto de comienzo (y no
de fin). Aquí se desbroza el distanciamiento que separa la filosofía de Arendt respecto de
Heidegger para quien el ser es ser-para-la-muerte. En una cita a San Agustín escribe: “Para que
hubiera un inicio fue creado el hombre, antes del cual nadie existía” (...) Aquí el hombre no
tiene sólo la capacidad de comenzar: es el comienzo mismo” (pág. 44).
La concepción de la historia de Arendt se distingue claramente de la Historia de
Annales. Su rebelión contra la historia va dirigida a la historia universalizante, como producto
de leyes causales, y a la concepción de la historia como obra de los hombres.
Respecto de la primera crítica, la pensadora refiere a la Revolución Francesa como
acontecimiento histórico y piedra de toque del pensamiento moderno: “Es dudoso que sin la
Revolución Francesa la filosofía se hubiera aventurado nunca a interesarse por el reino de los
asuntos humanos, esto es, a descubrir la verdad absoluta en un dominio que es gobernado por
las relaciones interhumanas y que, por tanto, es relativo por definición. La verdad, aunque fue
concebida ´históricamente´, es decir como algo que se despliega en el tiempo y que, por
consiguiente, no exigía una validez intemporal, tenía que ser, no obstante, válida para todos los
hombres, sin consideración del lugar en que habitan no del país del que son ciudadanos. (...) Por
consiguiente, la historia si quería llegar a ser un medio para la revelación de la verdad, tenía que
ser historia mundial y la verdad que en ella se manifestase tenía que ser un `espíritu universal´”
(Arendt, 1988: 55).
Respecto de la crítica a la concepción de la historia como obra humana, se dirige al
mismo Marx –aunque se remonta a Vico-, pues, propio de las filosofías de la historia articuladas
alrededor de los conceptos de proceso y de fin, denota una visión del hombre como homo faber,
23
productor de objetos, en vez de privilegiar la libertad del hombre en la acción. Así, pues, en
“Historia e inmortalidad”, escribirá: “Lo que distingue la teoría de Marx de todas las demás en
las que la idea de ´construir la historia´ ha encontrado un espacio, es sólo que fue el único en
darse cuenta de que, si tomamos la historia como objeto de fabricación o de construcción,
llegará un momento en que ese ´objeto´ estará acabado, y que, si imaginamos que podemos
construir la` historia´, no podemos evitar que, en consecuencia se de un final de la historia”. Por
consiguiente, “el proceso de la historia (...) ha sido abandonado a favor de un proceso
totalmente distinto, el de fabricar algo, que tiene tanto un principio como un fin” (pág. 63).
En “Comprensión y política” Arendt expresa que “La historia [history] aparece cada
vez que ocurre un acontecimiento lo suficientemente importante para iluminar su pasado.
Entonces la masa caótica de sucesos pasados emerge como un relato [story] que puede ser
contado porque tiene un comienzo y un fin" (pág. 41). Y prosigue: “A pesar de que su narración
tiene un comienzo y un fin, ésta se realiza en un marco más amplio, la historia misma. Y la
Historia es una narración que tiene muchos comienzos pero ningún fin” (pág. 42).
Para ella la historia, en posición a la naturaleza, está hecha de acontecimientos: “Los
acontecimientos –pasados y presentes, y no las fuerzas sociales y las tendencias históricas, no
los cuestionarios y las investigaciones de motivación, o cualquier otro truco extraído del arsenal
de las ciencias sociales- son los verdaderos, los únicos maestros confiables de los teóricos
políticos,, así como son la fuente de información más digna de confianza de los que están
involucrados en la política” (citado por Amiel, 2000: 50).
El acontecimiento como libertad no reconoce causa alguna: “el pasado no adviene más
que como acontecimiento” (Arendt, 1995).
Por consiguiente, atendiendo al planteo arendtiano de la brecha existente entre pasado y
futuro que la pensadora interpreta en base a la parábola de Kafka, es posible plantear dos
momentos en el tiempo: un primer momento, el momento del “acto” que irrumpe entre dos
fuerzas contradictorias: el pasado y el futuro, que podría graficarse del siguiente modo:
Pasado
Futuro
Presente
El hombre está ubicado entre ambas fuerzas que chocan entre sí: “Desde el punto de
vista del hombre que siempre viven en el intervalo entre el pasado y el futuro, el tiempo no es
un continuum, un fluir en una interrumpida sucesión; el tiempo se fractura en el medio, en el
punto donde ´él´ está y ´su´ posición no es el presente tal y como normalmente lo entendemos,
24
sino más bien una brecha en el tiempo cuya existencia se mantiene gracias a ´su´ constante
luchar y a ´su´ resistir contra el pasado y el futuro” (Arendt, 1999: 83).
Por otro, un segundo momento, el de la interpretación de la acción, en cuanto un
significado es atribuido a la misma. Como plantea la autora, la definición de sentido de un
acontecimiento sólo se realiza desde el futuro, de forma retrospectiva, como función de
completud de la acción.
La libertad puede mostrar su lado oscuro cuando la autora toma conciencia de que la
vida humana está rodeada de procesos automáticos, “por los procesos naturales de la Tierra, que
a su vez, están rodeados de procesos cósmicos, y hasta nosotros mismos somos conducidos por
fuerzas similares en tanto somos también parte de la naturaleza orgánica. Más aún, nuestra vida
política, a pesar de ser el reino de la acción, también se ubica en el seno de procesos que
llamamos históricos y que tienden a convertirse en procesos automáticos o naturales como los
procesos cósmicos, a pesar de haber sido iniciados por los hombres.” Sin embargo, “cada acto,
visto no desde la perspectiva del agente sino del proceso en cuyo entramado ocurre y cuyo
automatismo interrumpe, es un “milagro”, esto es, algo inesperado.” (Arendt, 1991: 24).
En La condición Humana descubre que la historia no es “hecha por los hombres”: “El
gran desconocido de la historia surge cuando uno considera la historia como un todo y descubre
que su protagonista, la humanidad, es una abstracción que no puede ser un agente activo. Como
máximo podemos aislar al agente que puso todo el proceso en movimiento, pero nunca nos es
posible señalarlo inequívocamente como autor del resultado final. Por ese motivo Platón creía
que los asuntos humanos no han de tratarse con gran seriedad: las acciones de los hombres
parecen los gestos de las marionetas guiadas por una mano invisible. (...) El dios platónico es el
verdadero precursor de la Providencia, la "mano invisible", la Naturaleza, el "espíritu del
mundo", el interés de clase, y demás, con que los filósofos cristianos y modernos intentaron
resolver el problema de que si bien la historia debe su existencia a los hombres, no es "hecha"
por ellos”. (pp. 208-209)
En cierto modo, Arendt considera a la historia como un torbellino en el que todo puede
desvanecerse, aún las acciones de los hombres, momento fugaz que puede borrar el momento de
la libertad: el acontecimiento.
De ahí que la pensadora atribuya a la narración y a la memoria un lugar destacado: “Las
experiencias y las narraciones que surgen de los actos y sufrimientos humanos, de los
acontecimientos y sucesos, caen en la futilidad inherente al acto y a la palabra viva si no son
recordados una y otra vez. Lo que salva a los asuntos del hombre mortal de su futilidad
consustancial no es otra cosa que la incesante recordación de los mismos, la cual, a su vez, sólo
es útil a condición de que produzca ciertos conceptos, ciertos puntos de referencia que sirvan
para la conmemoración futura” (Arendt, 1988: 228).
25
Tal fragilidad de la acción queda fundamentada en lo que ha llamado el “tesoro perdido
de las revoluciones”: “... El fracaso del pensamiento post-revolucionario para conservar el
recuerdo del espíritu revolucionario y para comprenderlo conceptualmente fue precedido por el
fracaso de la misma revolución para dotarla de una institución perdurable” (Arendt, 1988: 239240).24
“La pérdida (...) fue consumada por el olvido”, concluirá Arendt (1995: 77/78). Es el
narrador el que impide que la novedad del acontecimiento se diluya en el torrente del tiempo,
quien lo rescata del olvido. “La acción, hasta donde se compromete en establecer y preservar los
cuerpos políticos, crea la condición para el recuerdo, esto es, para la historia” (Arendt, 1998:
22).
La trama y la narrativa histórica
“La narrativa es un fenómeno internacional, transhistórico,
transcultural: está simplemente ahí, como la vida misma”
Roland Barthes “Introducción al análisis
estructural de las
Narrativas”, en Image, Music, Text, N. York, 1979, pág. 79.
Tanto para Gadamer como para Ricoeur el método de las ciencias histórico-genéticas es la
hermenéutica concebida como “interpretación”, “traducción”, “translación” de significados de
una comunidad discursiva a otra. Ambos resaltan el aspecto “tradicionalista” de la tradición. Es
ella lo que une al intérprete con el interpretandum aprehendido como algo que viene del pasado
en una actividad que produce tanto la individualidad como la comunalidad de ambas cosas.
“Cuando esta individualidad-en.la-comunalidad se establece a lo largo de una distancia temporal
24
Escribe Arendt en “La brecha entre el pasado y el futuro”, a propósito del poeta y escritor francés
moderno René Char quien condensó la experiencia en la resistencia europea en el aforismo con que la
autora abre el espacio para la reflexión: “Nuestra herencia nos fue legada sin testamento alguno”: “La
historia de las revoluciones desde el verano de 1776 en Filadelfia y el de 1789 en París al otoño de 1956
en Budapest-, que políticamente explica con detalle la historia secreta de la Edad Moderna, podría ser
contada en forma de parábola, como la leyenda de un viejo tesoro que, en las más diversas
circunstancias, aparece súbita e inesperadamente y desaparece de nuevo, en condiciones misteriosas
diversas, como si se tratara de un fatamorgana. Hay efectivamente muy buenas razones para creer que el
tesoro nunca fue real sino un espejismo y que tenemos que lidiar, pues, con nada substancial sino con
una aparición, y la mejor de las razones es que hasta ahora ese tesoro ha permanecido sin nombre”
(Arendt, 1995: 77).
26
el tipo de conocimiento-como-comprensión producido es un conocimiento específicamente
histórico” (1969: 66). 25
Este pensamiento ajeno a la historiografía tradicional, es interesante para nuestro
argumento; fue Ricoeur quien intentó una metafísica de la narratividad. En la historiografía,
afirma Ricoeur, esta “captación conjunta” de los elementos de situaciones en los que ha tenido
lugar una “acción significativa” se consigue por la “configuración” de estas mediante la
instrumentalidad de la trama. Para el autor la trama no es una componente estructural solo de los
relatos ficcionales o míticos, es crucial también para las representaciones históricas de
acontecimientos” (pag. 68). En Narrative Ttime afirma Ricoeur, toda narrativa combina dos
dimensiones en diversas proporciones: una cronológica y otra no cronológica. La primera es la
dimensión “episódica” que caracteriza el relato de los acontecimientos; la otra es la dimensión
“configurativa” según la cual la trama construye todos significativos a partir de acontecimientos
dispersos. Pero esta trama no la impone el historiador sobre los acontecimientos “es la trama lo
que perfila la historicidad de los acontecimientos: “la trama nos sitúa en el punto de intersección
de la temporalidad y la narratividad: para ser histórico un acontecimiento debe ser mas que un
suceso singular, un acontecimiento único. Recibe su definición a partir de su contribución al
desarrollo de una trama” (Ricoeur, citado por White, s/f :171).
Por lo tanto, “es como si la trama fuese una entidad en proceso de desarrollo antes del
suceso de cualquier acontecimiento determinado y cualquier acontecimiento determinado
pudiera dotarse de historicidad solo en la medida en que pudiera demostrarse que contribuye a
este proceso. Y, esto parece ser así porque para Ricoeur la historicidad es un modo estructural o
nivel de la propia temporalidad.
El tiempo poseería tres “grados de organización”: la “intratemporalidada”, la
“historicidad” y la “temporalidad profunda”. Estos grados se reflejan en tres tipos de
experiencias o representaciones del tiempo en la conciencia: “representaciones ordinarias del
tiempo” (aquellas “en” las que tienen lugar los acontecimientos; aquellas en las que “se pone
énfasis en el peso del pasado y aquellas que pretenden captar “la unidad plural de futuro, pasado
y presente”- en la narrativa histórica –de hecho en cualquier narrativa- es la narratividad la que
“nos devuelve de la intratemporalidad a la historicidad (...) la función narrativa proporciona un
tránsito desde la intratemporalidad a la historicidad y lo hace revelando la naturaleza “de tipo
trama” de la propia temporalidad” (pag. 178).
A diferencia de la crónica (que representa los acontecimientos como algo existente “en
el tiempo”) la narrativa representa los aspectos del tiempo en los que los finales pueden
25
Véase Gadamer “El problema de la conciencia histórica”, en Rabinow y Sullivan (comp) Interpretative
Social Research: A Reader, Berkeley, 1979.
27
considerarse ligados a los inicios para formar una continuidad diferencial. “el sentido de un
final” que liga la culminación de un proceso con su origen dotando a lo sucedido en medio de
una significación que solo puede conseguirse mediante “retrospección” se logra por la
capacidad específicamente humana de lo que Heidegger denominó “repetición”: es la modalidad
especifica de la existencia de los acontecimientos en la “historicidad”, frente a su existencia “en
el tiempo”. En la historicidad concebida como repetición aprehendemos la posibilidad de “la
recuperación de nuestras potencialidades más básicas heredadas de nuestro pasado en la forma
del destino personal y el destino colectivo”.
Para Ricoeur el “referente último” de la narratividad es la “temporalidad”; ello significa
que ha asignado a la narrativa histórica a la categoría de discurso simbólico, cuya fuerza no
deriva de su contenido informativo o efecto retórico sino de su función formadora de imágenes.
Para el autor una narrativa no es ni una imagen, ni una reformulación retórica de los hechos con
vistas a conseguir un efecto persuasivo. No es un símbolo que medie entre diferentes universos
de significado. Al contar una historia el historiador necesariamente revela una trama. Como la
historicidad no puede ser representada directamente la narrativa histórica como cualquier
estructura simbólica “dice algo distinto de lo que dice y (...) por consiguiente, me capta porque
ha creado en su significado un nuevo significado” (pag. 70). De este modo se acerca a la
alegoría (como modo de expresar el exceso de significado).
Para el autor la narrativa es el modo de simbolizar los acontecimientos sin el cual no
podría indicarse su historicidad. Se pueden realizar afirmaciones verdaderas sobre los
acontecimientos sin simbolizarlos (como en una crónica); o explicarlos sin simbolizarlos
(ciencias sociales estructural-funcionales) pero no se puede representar el significado de los
acontecimientos históricos sin simbolizarlos porque la propia historicidad es tanto una realidad
como un misterio. Es el éxito de la narrativa en la revelación del significado, coherencia o
significación de los acontecimientos lo que atestigua la legitimidad de su práctica en la
historiografía.
Existe una necesariedad en la relación entre la narrativa, concebida como estructura
discursiva simbólica y la representación de los acontecimientos específicamente históricos. Esta
necesidad surge del hecho que los acontecimientos humanos son o fueron producto de acciones
humanas y estas acciones han tenido consecuencias que tienen la estructura de textos
(narrativos). La comprensión de estos textos –productos de la acción- depende de que seamos
capaces de reproducir los procesos por los cuales se produjeron, es decir, narrativizar estas
acciones (pág. 71).
Para White, “todas las discusiones teóricas de la historiografía se enredan en la
ambigüedad implícita a la noción de la propia historia. Dicha ambigüedad deriva no del hecho
de que el término historia alude tanto a un objeto de estudio como al relato de este objeto, sino
del hecho de que el propio objeto de estudio pueda concebirse solo sobre la base de un equivoco
28
(...) que contiene la noción de un pasado humano escindido en dos partes una de las cuales se
supone “histórica” y la otra “ahistórica” (pág. 72). Para el la noción misma de narrativa contiene
una ambigüedad del mismo tipo: la narrativa es a la vez un modo de discurso, una manera de
hablar y el producto producido por la adopción de este modo de discurso. Cuando se utiliza este
modo de discurso para representar acontecimientos “reales” como en la “narrativa histórica”, el
resultado es un tipo de discurso con rasgos lingüísticos, gramaticales, y retóricos específicos, a
saber, la historia narrativa.
9. El Método
Carlo Ginzburg en su libro El queso y los gusanos (2001 [1976]) comienza afirmando que
“Antes era válido acusar a quienes historiaban el pasado de consignar únicamente las „gestas de
los reyes‟. Hoy día ya no lo es, pues cada vez se investiga más sobre lo que ellos callaron,
expurgaron o simplemente ignoraron.” (pág. 9).
Los investigadores desde distintas disciplinas han enriquecido las ciencias sociales
descubriendo y enfatizando el potencial creativo de la etnografía y la narrativa al aprehender el
sentido de los sujetos en las prácticas individuales y/o colectivas. La interpretación del cosmos
según un molinero del siglo XVI por Carlo Ginzburg (1976), la matanza de gatos en Francia de
1730 recreada por Robert Darnton (1987) 26 o la riña de gallos interpretada por Clifford Geertz
(1973), son obras iluminadoras sobre las potencialidades que ofrecen las metodologías
cualitativas en la investigación en ciencia sociales.
En oposición a la cuantificación de las acciones de los actores, Ginzburg critica a
quienes “sostienen que la reintegración de las clases inferiores en la historia sólo es posible bajo
el epígrafe „del número y el anonimato‟, a través de la demografía y la sociología, „del estudio
cuantitativo de la sociedad del pasado‟” no hacen más que condenar al silencio a estas clases
inferiores. (2001 [1976]: 21). Del mismo modo, Antonio Melucci en su interpretación de la
acción colectiva critica los estudios que privilegian la cuantificación de las protestas, a riesgo de
cosificar la acción de los sujetos.
Los desarrollos de la etnografía plantean tres cuestiones: 1. Las concepciones de Geertz
en La interpretación de las culturas (1987), en el cual acuñó el término “descripción densa”
para significar una técnica que interpreta una cultura ajena mediante la descripción profunda y
captación del proceso de estructuración simbólico; 2. La subjetividad del etnógrafo en el
proceso de conocimiento; 3. La relación entre la interpretación y la escritura.
26
La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, México, Fondo de
Cultura Económica, 1987.
29
El empeño de los investigadores en la búsqueda de significaciones y la cultura como
principal dimensión de análisis, constituyen momentos de ruptura con otras tradiciones
epistemológicas.
En este desarrollo, ha aumentado “el número de historiadores conscientes de que su obra
no reproduce lo que `realmente ocurrió´ sino que la presenta desde una perspectiva particular”
(Burke, 1991: 296). En otras palabras, la del/a historiador/a es una “voz” entre otras.
Esta tesis se propone respetar el legado de estos pensadores y, nutrida de la intersección de
los diferentes campos de conocimiento, de modo de ofrecer una narración lo suficientemente densa
que articule el plano de las estructuras en el fluir de los acontecimientos. En otras palabras, me
intereso por cómo acceder al conocimiento del pasado a través de síntomas, tomando lo particular
como condensación de lo general. Cómo los cambios estructurales son experimentados entre la
gente y en sus propias biografías, partiendo desde los actores, y utilizo la narración como forma de
iluminar las estructuras.
Las limitaciones que encuentro en este intento se vinculan básicamente con: la pluralidad
de los puntos de vista y el tipo de fuentes a utilizar.
El período que corresponde al comienzo del siglo hasta la década de 1980, me baso en
documentos de las organizaciones y la historia escrita por otros investigadores de diferentes
disciplinas, con lo cual en este caso se establece una doble traducción: la traducción de la
traducción. Este inconveniente intenta ser compensado con la historia oral en el caso de recoger los
relatos de la familia sobreviviente de los protagonistas, en la que los recuerdos han sido
transmitidos generacionalmente, o directamente del recogimiento de su voz a través del recuerdo
personal.
Respecto de las fuentes primarias, aquellas escritas por los propios actores, la tarea consiste
en descubrir las estructuras conceptuales que informan los actos de los sujetos, lo “dicho” en el
discurso. Ante el rechazo de la posibilidad de brindar una explicitación total, la idea es construir
una “hermenéutica de la escucha” (Levi, 1991: 129) que rompa con el etnocentrismo.
Las técnicas de análisis fueron elegidas de acuerdo con esta concepción: entrevistas e
profundidad; historia de vida; análisis de correspondencia, constituyen las centrales en la Tesis.
30
II
1. Campesinos y farmers en los estudios clásicos
Importantes historiadores y antropólogos de la talla de Eric Hobswam, Eric Wolf, Hamza Alavi
han analizado el papel del campesinado rico, medio y pobre en los procesos revolucionarios de
México, India, China, Cuba, Rusia, Vietnam, destacando el rol decisivo de los campesinos
medios27 en estos procesos.
Hasta los años de 1960 los campesinados protagonizaron grandes movimientos políticos
pero las corrientes más ortodoxas del marxismo tenían una relación difícil con este actor que
aparecía como una rémora del feudalismo. La condición de poseer o controlar la tierra y sus
apegos a tradiciones culturales contribuyeron a esta situación y a la denominación de “clase
incómoda”. El argumento de los marxistas era que la progresiva desaparición del campesinado
formaba parte de un proceso histórico ineluctable.
Sin embargo, la persistencia y resurgimiento de la producción campesina en la
agricultura de diversas formaciones sociales capitalistas en la década de 1970 llevó a la
teorización sobre la especificidad de este tipo de producción y al debate entre “campesinistas” y
“descampesinistas” o “proletaristas”28.
Teóricos como Luis Llambí (1981) sostuvieron que en el sistema capitalista, las
unidades de producción campesinas se debaten entre una relativa autonomía a la que acceden
27
En esta Tesis asumimos a este tipo de agricultor que guarda similitudes con el/la colono/a argentino/a.
28
Los llamados “campesinistas” se basaron en la idea central de considerar al sector como un “modo de
producción” con una lógica diferente11 a la capitalista. Asimismo argumentaban que este modo de
producción, articulado subordinadamente al hegemónico le era “funcional”. Encontramos en esta posición
a Claude Servolin (1979) que junto a Kostas Vergopoulos son los que más han influido en los
latinoamericanos. Veamos lo central de este razonamiento: la tierra es el único medio de producción
agrícola basada en el principio de “limitud” (es limitada pues no es producto del trabajo humano aunque
se la trata como si lo fuera, como una mercancía). Por esta característica y por la capacidad, poder de la
clase terrateniente, esta se apropia de una sobreganancia: “renta”. La tasa de ganancia industrial a causa
de ello resulta perjudicada y rebajada. Por todo esto, la presencia del campesinado (sin poder para
reclamar renta) resulta funcional al capitalismo en su conjunto. Se le deja al campesinado lo necesario
para su reproducción y se logran alimentos baratos para la reproducción de la fuerza de trabajo del
sistema. El sistema capitalista no necesita la racionalidad en la agricultura, sino de la sumisión de ésta a la
racionalidad del sector industrial. El capitalista adecuo al agro sin que prevalecieran productores
capitalistas. Esta posición fue muy criticada por los denominados “descampesinistas” desde distintos
ángulos y los que sustentaban la proletarización basaban sus argumente en el predominio de una lógica
económica hegemónica, la capitalista, y en la tendencia a largo plazo a la desaparición de estos resabios
no-capitalistas. En América latina, Roger Bartra (1980) fue quien más defendió esta posición.
31
muy difícilmente y en contados casos y la pérdida de su especificidad por integración a la
producción específicamente capitalista. Entre ambos extremos el autor postula la existencia de
diferentes formas de subordinación al sistema. 29 Sólo la reproducción simple podría garantizar
la continuidad sin cambios en el proceso productivo, pero ese equilibrio es sumamente frágil. La
ruptura del modelo teórico estaría dado por dos tendencias que Lenin (1975; 1977) delineara en
su teoría de la “diferenciación social del campesinado”: la disolución de la unidad productiva
que conduce a la proletarización (reproducción incompleta), y la “capitalización” de la unidad
por un proceso de acumulación que puede suponer la incorporación de fuerza de trabajo familiar
o asalariada (reproducción ampliada). En este caso estamos en presencia de un tipo “híbrido” de
unidad de producción ni completamente campesina ni completamente capitalista que ha dado
lugar a la construcción teórica de una categoría típica de productor: el “farmer” (Archetti y
Stölen, 1974).
Ambos sujetos, campesinos y farmers, en sus modos de vida presentan similitudes y
diferencias que deben ser consideradas para comprender sus formas particulares de acción
colectiva en la arena pública. Esta tesis busca apartarse intencionalmente del reduccionismo
clasista que imprime la comprensión de la formación política clasista. A grandes rasgos
haremos mención a los aportes teóricos clásicos de Marx, Lenin, Kautsky y Chayanov, quienes
debatieron acerca del campesinado ruso de principios de siglo en tiempos previos a la
Revolución y su rol en la transición al capitalismo. 30
Marx (1951) en base al campesinado francés, concibió al campesinado como “pequeños
propietarios que forman una inmensa masa cuyos individuos viven idénticas condiciones pero
sin que entre ellos existan muchas relaciones. Su modo de producción los aísla en vez de crear
condiciones mutuas entre ellos... en la medida en que millones de familias viven en condiciones
económicas que los diferencian por su modo de vida, sus intereses y su cultura de otras clases y
los colocan en relaciones de hostilidad con éstas constituyen una clase. En la medida en que
sólo existe una interconexión local entre estos campesinos pequeños propietarios y la identidad
de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad, ninguna unión nacional ni ninguna
organización política, no constituyen una clase” (pp. 303/3). En el 18 Brumario Marx (1971)
afirma que estos sujetos conforman una “clase en sí” y no “para sí”, pues por sus
particularidades como clase los campesinos son incapaces de hacer valer su interés de clase en
29
Llambí conceptualiza tres tipos de reproducción: simple; incompleta y ampliada.
30
Marx lo hizo a través de la correspondencia mantenida con Vera Zasúlich en 1881. Véase al respecto,
Marx, K. (1980) “Carta de Marx a Vera Zasúlich”, en Marx, C. y Engels, F. “Escritos sobre Rusia. El
porvenir de la comuna rural rusa”, en Cuadernos de Pasado y Presente Nº 90, Siglo XXI Editores,
México.
32
su propio nombre, no pueden representarse sino que tienen que ser representados (el subrayado
es mío).
Lenin (1975; 1977), quien escribió sobre el proceso de descampesinización que
representó la destrucción radical del viejo régimen patriarcal campesino y la formación de
nuevos tipos de población del campo (a saber, la burguesía rural y el proletariado del campo.)
La descomposición social del campesinado, más allá de la diferenciación, reubicaría a la
mayoría entre los proletarios, mientras unos pocos se convertirían en agricultores capitalistas.
En base a esto, Lenin vio la posibilidad de una alianza revolucionaria entre campesinos y
proletarios.
Por su parte, Kautsky (1974) sostuvo que el campesino posee los medios de producción
(herramientas, instrumentos de trabajo, ganado). Lo que decide su posición social es lo que
aporta al mercado, si aporta su trabajo o sus mercancías. La conclusión más importante es que la
concentración de la propiedad no conduce a la eliminación total de la pequeña explotación
agrícola sino que engendra la tendencia contraria: a la concentración y la parcelación que se
alternan y hasta pueden actuar simultáneamente. Para el autor, el sujeto político es el partido.
Los campesinos, políticamente, son menos capaces de resistir al capital, son más sumisos y
menos exigentes.
El entusiasmo que despertó en los ´70 la discusión sobre la persistencia del
campesinado alentó el re-descubrimiento de la teoría de “la economía campesina” del
economista ruso Alexander Chayanov (1974), en oposición al planteo marxista. Chayanov
sostenía para la Rusia pre-revolucionaria que la teoría económica moderna piensa todos los
hechos económicos en relación exclusivamente con la economía capitalista. Los tipos no
capitalistas de vida económica (que no ocupan obreros sino que utiliza solamente el trabajo de
sus propios miembros) se consideran insignificantes o en proceso de extinción y por lo tanto, no
revisten interés teórico. Refiriéndose al campesinado ruso tradicional, afirma que en ellos
existió siempre la posibilidad de retirarse del mercado y volver al autoconsumo cuando las
condiciones de mercado se tornaban desfavorables. La campesina es una economía familiar que
no acumula capital y su explicación reside a partir de la minimización de la autoexplotación de
la fuerza de trabajo una vez que las necesidades culturales de consumo son satisfechas. A
diferencia de los autores anteriores, en un escrito utópico, “Viaje de mi hermano Alexis al país
de la utopía campesina” (1920) Chayanov rescata las potencialidades políticas y artísticas de
los campesinos.
Conocer las lógicas o “racionalidades” que asemejan y diferencian a campesina/os 31 y
colona/os o chacarera/os en sus formas de producción, de trabajo, condiciones de vida, sus
31
Ante la falta de una definición universal de campesino, tomamos la elaborada por Shanin (1979): “El
campesinado se compone de pequeños productores agrícolas que, con la ayuda de equipo sencillo y el
33
representaciones culturales y políticas resultan fundamentales para abordar los interrogantes de
esta tesis y comprender el poco interés que la participación de la/os colona/os (farmers)
despertaba en los procesos revolucionarios dada su particular posición en la estructura de clases
(pues, incluso los llamados “campesinos ricos”, eran considerados miembros de la pequeña
burguesía).
El fenómeno “farmer” norteamericano, desplazado a América Latina como “modelo” de
una agricultura familiar, ha estado presente en las políticas de colonización e inmigración del
siglo XIX. Su consideración como objeto de estudio comenzó con la publicación del trabajo de
Archetti y Stölen en 1975 sobre los colonos algodoneros del norte de la provincia de Santa Fe a
quienes debían considerárselos “farmers” al igual que los agricultores norteamericanos. Es
decir, un tipo de productor que no es “ni campesino ni capitalista”. En realidad, el debate se
centraba en el carácter capitalista de la agricultura y el tipo de racionalidad de estos productores.
Según Archetti (1975), las similitudes más importantes residen en que ambos basan la
producción en la utilización de la mano de obra familiar y que organizan la producción y
consumo a través de redes familiares y la residencia. Ello, junto a la propiedad privada de la
tierra, otorga a los farmers autonomía y flexibilidad para conducir el proceso laboral como el
control directo sobre el producto de su trabajo. La primera gran diferencia está en las relaciones
de producción dominantes en la sociedad más amplia (Archetti y Stölen, 1975). Mientras un
bajo nivel de división del trabajo, industrialización y desarrollo capitalista de la economía
nacional parece ser una condición de supervivencia de la economía campesina, en estas
condiciones, sostienen los autores, una economía farmer es impensable. Los farmers están
altamente integrados dentro de una sociedad industrializada caracterizada por un alto nivel de
división del trabajo y relaciones capitalistas de producción e intercambio. El proceso productivo
en la chacra está altamente mecanizado, y en la actualidad, los cambios en la gestión por
terciarización de la cosecha, tensionan la definición tradicional. Los estudios recientes de Forni
(1992), Cloquell (2003) y Giarracca, Gras y Barbetta (2005), entre otros, se han dedicado a ver
las transformaciones de las explotaciones familiares en la región pampeana.
Respecto de la identidad del equivalente al farmer en nuestro país, el término
“chacarero” registró en el ámbito académico, profundos debates. “Se ha pasado de considerarlo
poco menos que un pobre campesino sin tierra a merced de despreocupados latifundistas a verlo
como un pequeño empresario capitalista, moderno e independiente, algo así como un farmer
como los que poblaron el midwest norteamericano”, como expresa Palacio (1996) 32. El término
trabajo de sus familias, producen sobre todo para su propio consumo y para el cumplimiento de sus
obligaciones con los detentores del poder político y económico” (pp. 215-216).
32
Véase al respecto, “¿Revolución en las pampas?”, en Revista Desarrollo Económico, Vol. 35, Nº 140,
enero-marzo.
34
“colono” en el nordeste argentino (NEA) -y particularmente en Misiones-, es otro de los
nombres que recibe este tipo de productor, utilizado en un sentido laxo, aunque la categoría es
definida por Bartolomé (1982) en un sentido teórico específico. En esta tesis tomamos la
definición de Archetti y Stölen (1975) y, asimismo, incorporamos la dimensión regional para
remitirnos a un actor propio de la pampa húmeda o de las economías regionales del nordeste.
2. La política y los campesinos medios en los debates del siglo XX
Sostuve párrafos atrás, que los debates del siglo XX sobre el campesinado pobre, medio y rico y
su integración en los procesos de modernización se basaban en su nivel de “clasicidad” en
comparación con la clase obrera destinada a ser el sujeto histórico. En otras palabras, los
análisis derivaban la acción política del campesinado de la posición en la estructura social.
Diversos autores compartieron la afirmación de Theodor Shanin (1979) de considerarlo
como un sector de “baja clasicidad”. En una sociedad moderna, los patrones de acción e
influencia políticas de los campesinos se determinan por su carácter como entidad social. 33 En
síntesis, la acción política del campesinado se ha caracterizado generalmente por sus debilidades
sociopolíticas clásicas. La segmentación vertical del campesinado en comunidades, clases, y
grupos locales y la diferenciación de intereses dentro de estas mismas comunidades han
propiciado las dificultades de cristalización de los objetivos y símbolos nacionales y del
desarrollo del liderazgo y la organización nacionales, que a su vez, ha generado un escaso
“carácter de clase”.
Respecto del comportamiento político del tipo de sujeto que nos interesa, cercano a los
campesinos medios que analizan los estudios campesinos clásicos (Wolf, 1972; Alavi, 1973;
Hobsbawm, 1973), los mismos han enfatizado la necesaria exterioridad, la falta de autonomía y
la carencia de representación, especificidades que son pertinentes para abordar esta investigación.
En su obra Los campesinos y la política (1976), Eric Hobsbawm relaciona a los
campesinos con sociedades más amplias de las que forman parte, tanto los que son sus superiores
o explotadores económico, sociales y políticos como los que no lo son (obreros) y con
instituciones o unidades sociales más amplias (Estado, gobierno). En la discusión sobre el
33
El autor distingue tres tipos principales de patrones: a) la acción de clase independiente, descripta por
la teoría marxista de las clases. En este patrón de acción, una clase social cristaliza en el curso del
conflicto, crea su propia organización nacional, elabora su ideología, objetivos y símbolos y produce
líderes entre sus filas; b) la acción política guiada, donde el grupo social en cuestión es movido por una
elite de poder unificadora externa.; c) la acción política totalmente espontánea, amorfa: este patrón
parece muy típico del efecto de los campesinos sobre la política y puede asumir una de dos formas:
disturbios locales o pasividad campesina.
35
campesinado como clase, el autor coincide con Shanin en que es “una clase de baja clasicidad” en
comparación con la clase obrera industrial. Es concebible, sostiene el autor, una “conciencia de
clase” plenamente campesina en la medida en que la diferenciación dentro del campesinado es
secundaria frente al interés común de ellos contra otros grupos, y en tanto la diferenciación entre
ellos y otros grupos es clara. Respecto de las características fundamentales de los campesinos
tradicionales resalta su mayor nivel de colectividad formal o informal (y sobre todo, localizada)
que tiende a suprimir la diferenciación social y a facilitar la acción comunal.
Eric Wolf en su obra Las luchas campesinas del siglo XX (1972), menciona las
dificultades34 del campesinado para pasar del reconocimiento pasivo de los males a la
participación política. Los campesinos ricos y los pobres pueden ser parientes, o un campesino
puede ser simultáneamente propietario, rentista, aparcero, trabajador para sus vecinos o
trabajador estacional en una plantación cercana. Cada participación diferente lo alinea en
diferente forma con sus compañeros y con el mundo exterior. La exclusión del campesino en el
pasado de la toma de decisiones lo priva del conocimiento necesario para articular sus intereses
con formas adecuadas de acción. Por ende, a menudo son meros espectadores pasivos de las
luchas políticas o esperan el advenimiento de un milenio. Por ende, el factor decisivo que hace
posible una rebelión campesina está en la relación del campesino con la estructura de poder que
lo rodea. El campesino pobre o trabajador sin tierra que depende de un terrateniente para su
subsistencia, no tiene poder táctico. Probablemente ellos no sigan el camino de la rebelión, a
menos que puedan depender de un poder exterior para desafiar al poder que los restringe. Es
poco probable que el campesino rico participe en una rebelión. Los únicos campesinos que
tienen cierta influencia interna son los campesinos medios, propietarios de tierras o los
campesinos localizados en una zona periférica fuera de los dominios controlados por los
terratenientes. Los campesinos medios están constituidos por la población que tiene asegurada
el acceso a la tierra y la cultiva con el trabajo de su familia. La posesión de recursos propios
proporciona a sus propietarios la libertad táctica mínima necesaria para desafiar a su señor.
Estos serían los principales portadores de la tradición campesina. Es este estrato culturalmente
conservador, el instrumento principal de la destrucción del orden social. Pues el campesino de
clase media es el más vulnerable a los cambios económicos que trae la comercialización,
34
El trabajo del campesino es realizado casi individualmente, y además, los campesinos compiten entre sí
por los recursos disponibles en la comunidad; la tiranía del trabajo pesa sobre él, atado a una rutina anual
y a la previsión para el año siguiente; el control de la tierra le permite retirarse a la producción de
subsistencia si las condiciones adversas afectan su cosecha comercial; los nexos de parentesco y de ayuda
mutua dentro de la comunidad pueden aminorar los efectos de la dislocación; los intereses de los
campesinos en su conjunto (especialmente los campesinos pobres) superan con frecuencia a los grupos de
clase.
36
mientras que sus relaciones sociales siguen dentro de las pautas tradicionales. Además este es el
estrato que más depende de las relaciones sociales tradicionales de parentesco y ayuda mutua
entre los vecinos y es el que más sufre cuando estas se eliminan. Son los que más están
expuestos a las influencias del proletariado que se desarrolla. El campesino pobre cuando se va
a la ciudad pierde sus nexos con la tierra. En cambio, el campesino medio se queda en la tierra y
envía a sus hijos a trabajar a la ciudad. Esto lo hace un transmisor del descontento urbano y de
las ideas políticas. Probablemente no es tanto el crecimiento de un proletariado industrial lo que
produce la actividad revolucionaria, sino más bien el desarrollo de una fuerza de trabajo
industrial estrechamente relacionada con la vida de las aldeas. Por lo tanto, los esfuerzos del
campesino medio y libre por seguir siendo tradicionalistas son los que lo convierten en
revolucionarios. 35
Durante mucho tiempo los marxistas argumentaron que los campesinos no pueden hacer
una revolución sin dirección externa. La visión ideológica del campesino es dual ya que se ve
atravesado por su comprensión de la forma que el mundo debería ordenarse adecuadamente y
por las realidades de la existencia mundana llena de desórdenes contra los que el campesino
enfrentó sus sueños de liberación: el verdadero orden está por venir mediante una intervención
milagrosa, una rebelión o por ambos. Pero las rebeliones campesinas del siglo XX, expresa
Wolf, ya no son sólo simples respuestas a problemas locales, si es que alguna vez lo fueron. Las
injusticias sociales contra las que se rebelan son “manifestaciones locales de grandes
perturbaciones sociales.” (1972: 401).
Por último, Hamza Alavi en su obra Las clases campesinas y las lealtades primordiales
(1976) estudia los procesos históricos mediante los que la “clase-en sí” (como categoría
económica) se transforma en “clase-para sí” (grupo político). Expresa que los mismos están
mediatizados por una diversidad de factores que comprenden las formas de organización social
y las instituciones preexistentes que engloban las lealtades primordiales como las de
parentesco, identidad étnica, etcétera y esto es especialmente cierto en las sociedades
campesinas. En otro texto previo Alavi (1965) analiza los papeles de los “campesinos medios”
(propietarios de pequeñas parcelas e independientes) y los “campesinos pobres” (aparceros y
jornaleros) en los movimientos revolucionarios ruso y chino en los que se descubrió, al
contrario de lo que se suponía, que el proletariado rural y los campesinos pobres eran
35
Siguiendo la hipótesis que el campesino medio y los campesinos pobres pero “libres” (que no están
restringidos por el dominio de ningún poder) son los que construyen los grupos clave para los
levantamientos campesinos, cualquier factor que sirva para ampliar las posibilidades otorgadas por la
movilidad táctica reforzará su potencial rebelde. Uno de esos factores es la ubicación geográfica respecto
del centro de control estatal reforzándose allí donde la población difiere étnica o lingüísticamente de la
población que la rodea.
37
inicialmente las clases menos militantes del campesinado, al contrario de los campesinos
medios que eran los mas militantes aunque sus fines estaban limitados por su posición de clase.
Las denominadas lealtades primordiales son definidas como mediaciones complejas de la
acción social en las sociedades campesinas. 36 Para el autor las sociedades campesinas aparecen
diferentes instituciones especializadas en las esferas política, económica y de parentesco. El
análisis de la política en las sociedades campesinas requiere la identificación de pautas de
alineamiento horizontal y vertical y las contradicciones que subyacen a ellas. En contraste con
la dominación y dependencia que liga a aparceros y jornaleros a los terratenientes, hay
campesinos propietarios independientes o campesinos medios que cultivan su propia tierra, no
emplean mano de obra ni son empleados por otros como aparceros o jornaleros. Las relaciones
de dependencia, en un caso y, de autonomía en el otro, en tanto determinadas por las relaciones
de la estructura económica, están relacionadas con los alineamientos políticos y con los factores
que dan lugar a cambios en tales alineamientos.
3. Desde los nuevos paradigmas
He señalado previamente el predominio de una mirada reduccionista en la tradición marxista
respecto de la acción política del campesinado. Desde una perspectiva también marxista, el
historiador Edward P. Thompson y el antropólogo James Scott han abordado los estudios de las
rebeliones campesinas enfatizando los aspectos culturales de dicha acción.
Como mencionara, el historiador inglés, especializado en los conflictos del siglo XVIII
exponente de la llamada “historia desde abajo”, presenta temas novedosos para la historiografía
de la época desde herramientas teóricas innovadoras. En una crítica al historicismo elitista
parisino, su ruptura se expresa en su propuesta de hacer historia recuperando la antropología, el
folklore y dándole a la cultura un espacio que no tenía. En este contexto, la cultura es la variable
explicativa casi central, como así lo demuestra en sus dos grandes obras: La formación social de
la clase obrera en Inglaterra [1963] (1989) y, sobre todo, en Costumbres en común (1995).
En el prólogo de La formación de la clase obrera en Inglaterra, casi tan famoso como
el libro mismo, critica la noción economicista de la clase. En realidad, dirá, la clase no es una
categoría sociológica, es un constructo histórico. Allí escribe: “Y la clase cobra existencia
cuando algunos hombres, de resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas),
sienten y articulan la identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros
36
Existen dos tipos de lazos: a) alineamientos horizontales: lazos basados en relaciones de igualdad y
reciprocidad que surgen en las relaciones económicas, de parentesco y en la esfera política; b)
alineamientos verticales: aquellos que desatan relaciones de desigualdad entre los hombres.
38
hombres cuyos intereses son distintos (y habitualmente opuestos a) los suyos. La experiencia de
clase está ampliamente determinada por las relaciones de producción en las que los hombres
nacen, o en las que entran de manera involuntaria. La conciencia de clase es la forma en que se
expresan estas experiencias en términos culturales: encarnadas en tradiciones, sistemas de
valores, ideas y formas institucionales.” (pág. XIV). Luego, hablará de “conciencia de clase”
como el modo en que se expresan las experiencias en términos culturales (tradiciones, sistemas
de valores, ideas y formas institucionales).
En el capítulo 4 “La economía moral de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII” 37
del libro Costumbres en común, interpreta las rebeliones de los campesinos por el aumento del
precio del pan –bien de consumo primario- en Inglaterra , va a oponer a lo que él define como
“visión espasmódica de la historia” su “economía moral de los pobres” cuya base es el sentido
de comunidad, normas y obligaciones. Las emociones profundas que despierta la escasez (...)
comunicaban una obligación “moral” particular de protestar.
La idea “espasmódica” de la acción parece basarse en una perspectiva similar a la de los
historiadores que ven a las rebeliones populares anteriores a la Revolución Francesa como
situaciones en las que “la chusma se introduce de manera ocasional y espasmódica en la trama
histórica, en épocas de disturbios sociales repentinos. Estas irrupciones son compulsivas, más
que auto conscientes o autoactivadas; sin simples respuestas a estímulos económicos. Es
suficiente mencionar una mala cosecha o una disminución en el comercio, para que todas las
exigencias de una explicación histórica queden satisfechas” (p. 213). Thompson critica la visión
que sostiene que “Los disturbios fueron „rebeliones de estómago‟” señalando que esto es sólo
“una explicación reconfortante”, en donde “La línea de análisis es: hambre-elemental-instintiva”
(p. 214).
Es cierto, continúa argumentando el historiador inglés, que la gente protesta cuando
tiene hambre; no obstante, el verdadero interés para el investigador reside en la pregunta que
abre el autor: “cuándo está hambrienta, ¿qué es lo que hace la gente?, ¿cómo modifican su
conducta la costumbre, la cultura o la razón?” (p. 215).
Por su parte, James Scott se dedicó a estudiar las sociedades campesinas de Indonesia.
Sus dos principales obras son Weapons of the weak: Everyday Forms of Peasant Resistence
(New Haven, Yale University Press, 1985) y Domination and the Arts of Resistance: Hidden
Transcripts (New Haven, Yale University Press, 1990. Sus primeros estudios nos recuerda que
un levantamiento, una revuelta no ocurren sino sólo excepcionalmente en la vida de un
campesino o trabajador rural. Fuera de estos momentos excepcionales lo “normal” es la no
ocurrencia de estos acontecimientos, lo que no significa que el resto del tiempo no haya
37
Este artículo apareció por primera vez en la Revista Past and Present en 1971.
39
conflictos. El conflicto existe en su manifestación más común como “formas cotidianas de
resistencia”, verdaderas “armas de los débiles” para utilizar la frase célebre de Scott. Ellas se
refieren a todo acto de resistencia que requiere poca o ninguna coordinación y que evita la
confrontación directa: sabotaje, “violencia menuda”, habladurías, chismes maliciosos. Lo cual
requiere variadas técnicas metodológicas (canciones populares, fuentes policiales y judiciales,
creencias, rituales) y métodos de otras disciplinas (etnografía, crítica literaria, análisis del
discurso).
En su segunda obra, trata de describir la interacción abierta entre los grupos
subordinados y los dominantes. Según el autor, ordinariamente, las relaciones establecidas entre
ambos grupos representan el encuentro de la “transcripción pública” (public transcript) de los
dominantes y la public transcript de los dominados, aunque, a menudo, no se conectan en forma
directa (pág. 13).
De modo similar, lo que Scott denomina “transcripción oculta” (hidden transcript)
puede ser creado tanto por los actores subalternos como por los poderosos, aunque su sentido
varía. Para los primeros representa una crítica del poder explicitada en un espacio oculto,
situado por fuera de la observación de los poderosos y expresado a través del discurso y de
prácticas enmascaradas que confirman, contradicen o acentúan las que aparecen en la public
transcript (págs. 4-5).
El rumor, las bromas, las canciones, cuentos, gestos, obras de teatro, fantasías,
hechicerías, etcétera, son vehículos que expresan esa crítica escondidos tras el anonimato.
Consisten en formas de resistencias cotidianas que recuperan la dignidad y la autonomía, dos
valores arrasados dentro de las relaciones de dominación. Esas formas de insubordinación van a
ser denominadas por Scott (1990) como infrapolitics of powerless.
James Scott (1990) distingue tres características que identifican a las hidden transcript:
especificidad, es decir, son específicas según el sitio social y los actores particulares; implica no
sólo discursos sino también prácticas (para los campesinos por ejemplo, las invasiones o
ocupaciones de tierras, los robos, la intencionalidad del trabajo mal efectuado, etcétera; y,
finalmente, la caracterización de la frontera entre la public transcript y la hidden trasncript
como una zona de lucha constante entre grupos dominantes y subordinados (pág. 14).38
Esto nos lleva a comprender las hidden transcripts como un producto, una creación no
intencional de las relaciones de dominación. Como sugiere Scott (1990), “si la dominación es
particularmente severa ella producirá una hidden transcript de considerable riqueza” (pág. 27).
38
La traducción literal sería “transcripciones ocultas o públicas”, el significado no literal es
transcripciones subyacentes o manifiestas, unas prácticas sociales -de resistencias no necesariamente
explícitas- de los dominados y las otras de los dominantes.
40
Las hidden transcripts de los subordinados (representada en la práctica intencionada de
los incendios) reaccionan, de este modo, a las publics transcripts de los dominantes
(representada en el discurso oral de la leyenda represiva) oponiendo una forma particular de
dominación social y estableciendo una lucha de poder entre una y otra.
El Grupo de Estudios Subalternos
En concurrencia con estos nuevos paradigmas, durante la década de 1990 se ha producido un
giro entre los estudiosos latinoamericanos en la búsqueda de tradiciones históricas o teóricas,
desde un eurocentrismo a la adopción de una escuela nacida y desarrollada en el llamado
“Tercer Mundo”. Me refiero al Grupo de Estudios Subalternos39 integrado por un grupo de
intelectuales del “Tercer Mundo”, anticolonialistas y políticamente radicales situados en la
tradición de Antonio Gramsci, Jacques Derrida y Michel Foucault.
En sus comienzos, en el primer volumen de Estudios Subalternos fechado en Canberra
en agosto de 1981 uno de sus representantes, el historiador de la India Ranajit Guha, asentó su
genealogía gramsciana con el propósito de hacer una revisión de la historia de la India e,
inspirado en las “Notas acerca de la historia italiana” de Gramsci, demostrar cómo en las
transformaciones políticas que ocurrieron en la sociedad india colonial y poscolonial, los
39
Para una revisión sobre los debates y tensiones del Grupo véase el Foro, en American Historical
Review (Vol. 99, Nº 5, diciembre 1994); Guha, Ranajit Subaltern Studies I. Writings of South asian
History and Society, Delhi, Oxford University Press, 1982; Guha, Ranajit Elementary aspects of Peasant
Insurgency in Colonial India, Delhi, Oxford University Press, 1983. Este apartado sintetiza el artículo de
Mallon, Florencia “Promesa y dilema de los Estudios Subalternos: perspectivas a partir de la historia
latinoamericana”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani,
Tercera Serie, Nº 12, II semestre de 1995. Para revisar la obra del Grupo de Estudios Subalternos de A.
Latina, puede consultarse también Joseph, Gilbert “On the Trail of Latin American Bandist”, en Latin
American Research Review (Vol. 25, Nº 3, 1990); y la polémica con Richard Slatta:”Bandits and Rural
Social History”, en la misma revista, y la respuesta de Joseph “Resocializing Latina American Banditry:
A reply”, en Latin American Research Review, (Vol. 26, Nº 1, 1991). También Joseph, G. y Nuggent, D.
(eds) Everyday Forms of State Resistance: Revolution and Negotiation of Rule in Modern Mexico,
Durham, Duke University Press, 1994; Mallon, Florencia Peasant and Nation: The Making of
Postcolonial Mexico and Peru, Berkely, University of California Press, 1995; Legrand, Catherine
Coloonización y protesta campesina en Colombia, 1850-1950, Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, 1988. Para el caso de la Argentina pueden consultarse Salvatore, Ricardo Wandering
Paysanos. State order and Subaltern Experience in Buenos Aires during the Rosas Era, Duke University
Press, Durham and London, 2003; De la Fuente, Ariel “Facundo and Chaco in Songs and Stories: Oral
Culture and the Representations of Caudillos in the Nineteenth Century Argentine Interior”, en Hispanic
American Historical Review 80:3, Duke University Press, 2000.
41
subalternos40 no sólo desarrollaron sus propias estrategias de resistencia sino que contribuyeron
a definir las opciones de la élite (Mallon, 1995: 91). Era eminente desde este nuevo paradigma
la crítica al marxismo ortodoxo que pensaba la política atada al concepto de clase social (como
posesión de los medios de producción o en relación con ellos).
Sin embargo, en India la existencia del colonialismo imponía un giro específico al
concepto de subalterno y al papel de los campesinos en la política subalterna. Debido al alcance
limitado del proletariado, los campesinos y las comunidades rurales debían tomar la delantera en
el proceso de construcción de una nación-Estado india.
Esta empresa requería una ruptura con la concepción epistemológica y metodológica.
La recuperación de prácticas subalternas implicaba la utilización de nuevas fuentes o bien, una
nueva mirada “otra” a las ya revisadas. Con este fin el grupo se orientó y combinó la semiótica
de Barthes, la antropología estructuralista, la crítica literaria estructuralista rusa y el marxismo
althusseriano. Estas técnicas, no obstante, exponían sus tensiones y límites. Los mismos han
sido señalados por Mallon (1995: 95): “(las técnicas) han cuestionado en último término dos
suposiciones centrales para el propósito político del grupo: que las prácticas subalternas
tuvieran cierta autonomía respecto de la cultura de élites y que la política subalterna tuviera una
unidad y solidaridad propias”.
Guha identifica las políticas subalternas como un “dominio autónomo”. Una de las
críticas más fuertes que se hicieran al Grupo identificada por Joseph y Nuggent (1994) fue,
precisamente, el sobre énfasis en la autonomía de “lo popular” o lo subalterno (pág. 21).
Más allá de las tensiones que el modelo teórico deparaba, las discusiones atravesaron
los espacios de pensamiento local y fueron apropiadas por los estudiosos latinoamericanistas
desde distintas disciplinas. La primera de ellas está fechada en 1990 en el artículo de Gilbert
Joseph publicado en la prestigiosa revista Latin American Research Review titulado “On the
Trail of Latin American Bandits” en el cual se proponía reformular las ideas esencialistas de
Eric Hobsbawm quien, en su Rebeldes Primitivos (1959), definía al bandolerismo social como
“formas arcaicas de movimiento social” de los campesinos fuera de la ley que representaban
formas de protesta pre-políticas (pp. 7-8).
A partir de este texto, el debate se centra en la “adaptación” versus la “resistencia” a las
estructuras de dominación41 y su legitimación y en la relación entre resistencia y violencia a la
40
En ese primer volumen, Guha define al “subalterno” como cualquiera que esté “subordinado en
términos de clase, casta, edad, género u oficio o de cualquier otro modo”, y luego enunció que dado que
la relación de subordinación es recíproca que comprende a dominados y dominadores, los grupos de la
élite también recibirían consideración en la obra de los investigadores del Grupo de Estudios Subalternos”
(Mallon, 1995: 90-91).
41
Véase los comentarios y debates al artículo de Joseph en Latin American Research Review, Vol. 26, Nº
1, 1991, University of New México.
42
autoridad. Al respecto, el libro de Steve Stern Resistance, Rebellion and Consciousness in the
Andean Peasant World, 18 th to 20 th Centuries (1987) reflexiona sobre ella afirmando que “en
algunos casos la `adaptación de la resistencia´ (“resistance adaptation”) puede incluir
ocasionales actos de violencia, y necesariamente el análisis debe incluir el estudio de las
transformaciones en los usos de la violencia, más que implicar una pura o simple
transformación de formas noviolentas a violentas de resistencia” (citado en Joseph, 1990: 31; mi
traducción).
Aún más, el trabajo de Joseph despertó la crítica de Richard Slatta quien editó un
volumen sobre bandidos latinoamericanos en una crítica al postestructuralismo y, en especial, a
la utilización de las obras de Foucault y Gramsci. 42
En esta línea de análisis, los citados estudios sobre Asia de Scott y del historiador
Michael Adams, entre otros, han consolidado un marco teórico en base a las categorías que
Scott ha denominado “formas cotidianas de resistencia” o Adams “protesta esquiva”
(“avoidance protest”) para enfatizar que las revueltas son excepcionales en la vida de los
campesinos y que la mayor parte del tiempo ellos se acomodan y adaptan.
El Grupo de Estudios Subalternos Latinoamericanos –de mayor inclinación a la crítica
literaria- elaborará una declaración de sus fundamentos que, aunque basada en el texto
fundacional de Guha, iría más lejos al criticar al concepto de nación para comprender la
presencia de los sujetos subalternos en la historia latinoamericana. Mallon señala que la crítica
se basaba en comprender la nación como creación de élite y, además, que el grupo sostenían que
el subalterno era una “sujeto migrante, cambiante” cuya identidad era variada y situacional por
lo cual no debía limitarse a privilegiar grupos subalternos particulares (obreros, campesinos,
hombres) “sino tener acceso al vasto (y móvil) conjunto de las masas” (1995: 104).
En síntesis, el Grupo de Estudios Subalternos debió enfrentar una serie de dificultades
propias del método que se vinculan básicamente con la tensión entre la técnica y el compromiso
político en el acceso a las voces subalternas. Pues, resulta hasta cierto punto desconcertante
retomar el archivo o regresar al campo después de criticar la transparencia de la empresa por
ejemplo cuando se plantea cómo recuperar la voz de las mujeres u otros sujetos subalternos a
partir de documentos construidos por fuerzas patriarcales o coloniales (Mallon, 1995: 106). Este
problema ha conducido a la tendencia a privilegiar la crítica literaria sobre los archivos y el
trabajo de campo y al debate entre los precursores de Derrida que intentan transformar la
42
En “Bandits and Rural Social History”, Latin American Research Review, 26 (1991) escribió: “Los
filósofos se están ocupando todavía de lo que Foucault quería decir con dispositif y otros conceptos,
¿cómo pueden entonces los historiadores practicantes emplear sus ideas con confianza? (…) Los
historiadores que adoptan la hegemonía de Gramsci enfrentan problemas similares. El término se ve
afectado por una ambigüedad que crea confusión de parte del maestro y sus discípulos” (citado por
Mallon, 1995: 97.
43
categoría de lo subalterno en un “efecto de discurso” eclipsando su definición sociológica, y los
que, como Mallon, se oponen.
En definitiva, lo que es importante de ambas perspectivas (la de Scott y la del Grupo de
Estudios Subalternos) es que las formas de resistencia no pueden ser comprendidas en términos
esencialistas sino históricos (Joseph, 1990: 32).
En síntesis, la pérdida de la clase obrera como sujeto histórico y por lo tanto, del
análisis de clase como determinante de los comportamientos políticos de los diferentes actores,
resitúa el debate académico actual. Conceptos tales como autonomía e identidad se erigirán
como nuevos significantes de la política.
4. Estudios actuales sobre la conformación de movimientos sociales de farmers en la
década de 1990
En la última década del siglo XX, las acciones colectivas desarrolladas por actores rurales
(campesinos, farmers, obreros y pueblos originarios) en el llamado “Tercer Mundo” han
ocupado un espacio importante en la agenda política internacional, luego de la etapa de latencia
que caracterizara la década de 1980 en el marco de la expansión agroindustrial con integración
de la agricultura familiar y en la cual el conflicto se dirimía en las formas que adoptaba el
contrato agroindustrial (Giarracca, 1983; 2003).
Asimismo, se desplazaba el debate académico sobre los mecanismos de subordinación
de estos actores y los márgenes de negociación frente a las empresas procesadoras. Los
estudiosos se volcaban ahora a registrar y estudiar la “novedad” de estos movimientos que
emergían en los mundos rurales con las herramientas que ofrecía el paradigma de los “nuevos
movimientos sociales” de la escuela europea y americana.
Uno de los artículos frecuentemente citados para estudiar los movimientos desarrollados
por farmers es el de Staffan Lindberg “New Farmers´ Movements in India as Structural
Response and Collective Identity Formation: The Cases of the Shektari Sanghatana and the
BKU”. La emergencia en la India de este tipo de movimientos ha sido interpretado por los
estudiosos como parte de “una nueva ola de movimientos que incluye el medioambiente, los
movimientos de mujeres y de Dalit´s” (pág. 97).
Desde la perspectiva de los “nuevos movimientos sociales” la autora describe la historia
de estos movimientos a partir de un cambio en los modelos de alianza. Cambio que ocurre en la
década de 1970 y que se sintetiza en los slogans: “Tierra para el agricultor!” (“Land to the
tiller!”) por otro, “Precios remunerativos” (“Remunerative prices”!). El primero refiere a un
escenario en que la contradicción entre propietarios y no propietarios de la tierra dividía a la
sociedad agraria india; el nuevo slogan no se reducía a una cuestión de precios sino a los precios
44
de los insumos como fertilizantes, electricidad, créditos, etc. de parte de un actor que produce
commodities o, bien, utiliza comomodities. En este escenario es el Estado el agente local
demandado, en lugar que ocupara el terrateniente en el tradicional movimiento campesino. En el
artículo se señala el error de interpretación sobre este “nuevo” movimiento definido en un
primer momento como “movimiento de campesinos ricos”, pues se desestimaba la participación
de los sectores medios.
El plus de su interpretación que brinda este trabajo se basa, a mi entender, en el
siguiente interrogante: ¿Cómo es posible que las mismas clases de campesinos en diferentes
partes de la India pueden definir el mundo en forma tan diferente? (pág. 109; mi traducción).
Mientras en Bengala Oeste y Kerala los campesinos comprenden la sociedad bajo la influencia
de los partidos comunistas, distinta es la influencia que el movimiento de farmers desarrolla en
Maharashtra y Uttar Pradesh bajo una realidad muy similar. Para abordar este interrogante y
comprender la formación de las identidades colectivas, la autora interpreta la historia, las
condiciones políticas y culturales así como la dominación ideológica. De este modo aborda las
dos organizaciones más dinámicas del movimiento y encuentra que, sobre todo en una de ellas –
la Shektari Sanghatana en Maharshtra-, caracterizada como una organización “moderna”43 (pág.
111), hay una fuente riquísima de politización de mujeres rurales quienes comenzaron a exigir
por un lado, iguales derechos a la propiedad de la tierra (una de cuyas consecuencias fue que
algunos farmers transfieran parte de sus tierras a sus esposas) y, por otro lado, avanzaron en la
problemática de la violencia de género hasta llegar a cuestionar la subordinación de las
demandas de género al interior del movimiento de farmers.
Lindberg define a esta organización como “anárquica” o “post-moderna” en el sentido
que “como los nuevos movimientos sociales en Occidente, éste se construye sobre las acciones
más que la rutina de la organización. No hay miembros fijos, no hay reglas fijas de
organización, o asuntos estrictos entre los niveles local, intermedio y máximo de la
organización. Cualquiera que participe de la protesta puede ser su miembro” (pág. 112; mi
traducción).
Con respecto al segundo de los casos bajo estudio –Baratilla Kisan Union en Uttar
Pradesh-, este muestra un origen diferente. Confinado al distrito oeste está completamente
dominado por la casta Jat que ha dominado la región política y económicamente desde mucho
tiempo atrás. La autora rescata su forma y contenido tradicional, basada en la estructura de clan,
la simbología de la religión Hindu y las virtudes de la sociedad rural. Su organización formal y
jerárquica, por un lado y las mujeres, en contraposición con el caso anterior, no tienen un rol
43
La autora señala que conviven en su seno intelectuales urbanos e hijos de farmers que han estudiado en
universidades pero retornaron a sus hogares al no encontrar un trabajo en la economía urbana y que se
destacan como activistas locales, con la indiscutida presencia de un líder carismático.
45
importante en la organización ni en las protestas excepto como esposas y sirvientas: “Las
mujeres se paran detrás nuestro”, argumenta uno de sus líderes (pág. 114).
La fortaleza de la BKU relacionada con el carisma de su liderazgo, sin embargo es su
fuente de debilidad pues hay un constante conflicto en cómo conducir la lucha, qué
problemáticas tomar y cómo relacionarse con el sistema de partidos.
En síntesis, el hallazgo del trabajo es el de haber cuestionado las primeras
interpretaciones de los movimientos farmers en la India, entendidos como movimientos de
campesinos ricos o farmers capitalizados, entendiendo que ambos son diferentes tipos de
movilización. Estas diferencias se vinculan con las variaciones culturales y políticas regionales,
y de las características políticas del campesinado. Asimismo, el modo en que las
transformaciones estructurales se desarrollaron y, particularmente, el impacto ecológico y
económico-político de la Revolución verde, son factores fundamentales que no han sido tenidos
en cuenta.
Las consecuencias del modelo neoliberal para América Latina comportó similares
características en relación con las políticas públicas impulsadas por los agentes de la
globalización (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, entre otros) (Giarracca, 2003).
Sin embargo, cada país muestra sus especificidades que se basan en la historia nacional, la
cultura política, la caracterización de su población rural, etcétera. Las diferencias regionales
constituyen procesos fundamentales a la hora de comprender la emergencia y el desarrollo de
las acciones colectivas y movimientos sociales.
De este modo, podemos identificar países con mayor población campesina e indígena
(México, Brasil, Paraguay44, América Central, países andinos), y países, como Argentina o
Uruguay, en los que dicha población es comparativamente minoritaria y caracterizados, sobre
todo a la Argentina, por la presencia de una amplia capa de sectores medios rurales que ha
logrado persistir pese al sesgo anti-agricultura familiar de las políticas implementadas en esta
década. A pesar de estas diferencias, como veremos, los procesos de endeudamientos de los
agricultores es una variable presente en la mayoría de los casos que han sido estudiados.
44
Las características de la estructura agraria paraguaya, una de las más concentradas de A. Latina está en
la base de los conflictos agrarios y la conformación de organizaciones campesinas que dominan el
escenario de luchas sociales en el campo. Por otro lado, el trabajo de Fogel (2001) menciona la aparición
de nuevos actores: el moderno empresariado agrario, incluyendo a los façendeiros brasileros y las
explotaciones familiares de tipo farmer que operan en explotaciones mecanizadas entre 50 y 200
hectáreas (pág. 223). Las más destacadas entre las organizaciones campesinas son: la Federación
Nacional Campesina; la Mesa Coordinadora de Organizaciones Campesinas; CONAMURI, integrado por
mujeres rurales, entre otras. Véase al respecto Fogel, Ramón “La estructura y la coyuntura en las luchas
del movimiento campesino paraguayo”, en Giarracca., N. (2001) ¿Una nueva ruralidad en América
Latina?, Buenos Aires, Ed. CLACSO.
46
México es uno de los casos paradigmáticos en este sentido. La década de 1980 se
caracterizó por importantes desafíos al modelo de gobierno corporativista impuesto por el PRI
(Partido Revolucionario Institucional) desde su llegada al poder en 1910, con la Revolución
Mexicana. Los movimientos sociales de los años `70 recibieron un impulso después de la crisis
económica que comienza en 1982 (Lynn, 1996). Pero fue el surgimiento del Ejército Zapatista
de Liberación en Chiapas el 1 de enero de 1994, que instaló una forma inédita y original de
hacer política.
A lo largo de toda la década, el campo mexicano presenciaría la emergencia de otros
movimientos como “El Barzón”45 en 1993, integrado por agricultores endeudados. Hubert C. de
Grammont (2001) ha señalado que el mismo tiene antecedentes en dos estados norteños del país
(Sonora y Chihuahua) cuyos miembros fueron por décadas el modelo de la Revolución verde
(pág. 154)46. Esta nueva organización surge según el autor, como resultado de la bancarrota de
una importante capa de productores medios por la aplicación de la nueva política económica. Es
un actor de “nuevo cuño ya que reagrupa tanto a pequeños productores como a consumidores de
la ciudad y del campo en su lucha social en contra de la banca para resolver el problema de la
cartera vencida o en su lucha política por modificar el modelo neoliberal y permitir un mejor
reparto de la riqueza” (pág. 168).
45
“El asombro se volvió disgusto cuando estos movimientos, inconexos en un principio, adoptaron
espontáneamente el nombre de El Barzón propuesto por los agricultores de Jalisco. Por su referente al
corrido revolucionario que cuenta la vida de los medieros o peones acasillados, siempre endeudados con
los hacendados, el nombre de El Barzón tiene una connotación ideológica poco halagadora para un
gobierno que se precia de conducir el país hacia la modernidad” (Grammont, 2001: 153). El Consejo de
Mujeres de la Unión de Ejidos de Lázaro Cárdenas es otra de las organizaciones formadas por mujeres
indígenas que ha sido analizado por Lynn (1996). Otro de los movimientos surgidos actualmente es el
llamado “El Campo No Aguanta Más”, integrado por organizaciones campesinas e indígenas que surgió a
partir de una crítica a los efectos devastadores del TLCAN (véase Bartra, Armando “El campo no aguanta
más, a báscula”, en La Jornada, México, DF, 23 de abril, 2003).
46
Las implicaciones políticas del neoliberalismo en México, son abordadas nuevamente en la tesis
doctoral de Gerardo Otero publicada en ¿Adiós al campesinado? Democracia y formación política de las
clases en el México rural (2004), centrándose en el campesinado. En su argumento central que dicta que
“la formación política de las clases conlleva la consolidación de la sociedad civil” (pág. 245), está
presente el análisis cultural y regional que precisó el artículo citado de Lindberg. Su libro busca impugnar
los supuestos de los llamados “campesinistas” y “descampesinistas”, ya que ambas posturas abrevan en el
reduccionismo clasista para entender la formación política clasista, y en cambio desarrolla -para explicar
este proceso- variables tales como: las culturas regionales, la intervención del Estado y los tipos de
liderazgo.
47
Participan de él aproximadamente dos millones de personas del campo y de la ciudad.
Se inició en Jalisco, cuando, bajo la presión de la banca para pagar las deudas contraídas por los
campesinos y productores pequeños para la compra de tractores y herramientas de trabajo, se
reunieron veinte campesinos para protestar por los modus operandi de procesos extrajudiciales
en contra de ellos (Samperio, 1996). Comenzó con manifestaciones públicas de agricultores,
con el anuncio de la realización de una marcha de los productores endeudados con la banca
desde varios estados hacia la ciudad de México.
El movimiento que se inició en el campo se extendió a la ciudad y acogió a
comerciantes e industriales endeudados, sin importar el tipo de deuda contraída (hipotecarias,
tarjetas de crédito, etcétera). Frente a la falta de respuesta, los deudores decidieron crear una
organización nacional de los deudores de la banca. La explosión de la guerrilla zapatista en
Chiapas radicalizó el movimiento de los deudores y propició su crecimiento, acentuando hacia
1994 y 1995 las movilizaciones en contra de las instituciones bancarias, de las autoridades
estatales y federales. De todas estas acciones la más novedosa fue la organización de los grupos
de resistencia civil pacífica cuyo objetivo consistía en impedir los embargos y los remates de las
propiedades (Grammont, 2001).
A partir de mediados de 1995, El Barzón cambió drásticamente su estrategia: pasó de
ser “una organización social de protesta callejera” para impedir el remate de los bienes de los
deudores -pero incapaz de influir en las decisiones gubernamentales- a un movimiento social
negociador a través de la utilización de la vía legal. De este modo, estableció mayores vínculos
con la esfera política, en particular con los partidos políticos, y fortaleció su estructura
organizativa. Así, del rechazo al pago de las deudas –basado en su primer lema “Debo no niego,
pago no tengo”-, implementó una política de pago pero sobre una base considerada justa, es
decir, se comprometieron a pagar el capital prestado y los intereses principales inicialmente
pactados, rechazando el pago de los intereses moratorios por considerarlos ilegales e injustos.
Allí se inauguró un nuevo lema: “Debo no niego, pago lo justo”. 47
En contraste con México, en Brasil surgiría en los años `80 un partido de oposición de
izquierda, el Partido dos Trabalhadores, muy vinculado a los movimientos sociales. En esa
década, precisamente en 1984, se fundará el Movimiento de los Sin Tierra (MST), que surge en
el sur y alcanza nivel nacional y que agrupa a trabajadores rurales y campesina/os sin tierra; el
Movimento de Pequenos Agricultores (MPA)48, ilustran algunos de ellos. Los movimientos de
47
En 1997 el movimiento abandonó su principio de autonomía de los partidos para establecer una alianza
con el Partido de la Revolución Democrática (de centro-izquierda). Ello produjo que el movimiento
perdiera algunos grupos participantes en desacuerdo con este acercamiento.
48
Movimiento social autónomo organizado y dirigido por los campesina/os que luchan para rescatar la
identidad campesina y construir un nuevo Proyecto de Desarrollo de la Agricultura. Formado por grupos
de familias campesinas que producen alimentos para autoconsumo y abastecimiento del mercado interno
48
mujeres rurales, como el Movimento das Mulheres Trabalhadoras Rurais do Rio Grande do Sul
(MMTR), Movimento Interestadual das Quebradeiras de Côco Babaçu (MIQCB) en el nordeste,
entre otros 49 emergen ante una crítica a la imposibilidad de canalizar sus demandas específicas
de género al interior de los mismos. También surgen movimientos contra la política energética
que se especifican más abajo.
Igualmente prolífica ha sido la producción intelectual. Al respecto, Santos (citado por
Massuquetti, 2000) ha identificado las investigaciones de las últimas dos décadas en Brasil
identificando dos actores principales en la lucha por la tierra: los posseiros (principalmente en
las regiones de Amazonia, Mato Grosso, Maranhao, Pará) y los colonos sin tierra, una
“categoría política socialmente heterogénea que surge en Brasil meridional y otros estados como
Espiritu Santo. (...) Otras expresiones singulares son las acciones contra la política energética,
basados en la agroecología. 1996 se fija como el año de fundación en el que una severa sequía castigó las
plantaciones en Rio Grande do Sul, y la/os agricultora/es, ante la pérdida de las zafras y otras cosechas,
quedaron endeudados www.mpabrasil.org.br.
49
Para una lectura del MMTR, véase al respecto: Stephen, Lynn (1996) “Relaçoes de genero: um estudo
comparativo sobre organizacoes de mulheres rurais no México e no Brasil”, en Navarro, Z. (comp.),
Política, protesta e cidadania no campo, Editora da Universidade/UFRGS, Rio Grande do Sul: Brasil;
Bidaseca, Karina “El Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha. Acciones colectivas y alianzas
transnacionales”, en Jelin, Elizabeth (2003) Más allá de la nación: las escalas múltiples de los
movimientos sociales, Buenos Aires, Ed. El Zorzal. Para el MIQCB, véase Almeida, Alfredo Wagner
Berno de 1995 Quebradeiras de Côco Babaçu: identidad y movilización, (Brasil: Terra des Hommes);
Almeida, Alfredo Wagner Berno de 2000 “Preços e possibilidades: a organizaçao das Quebradeiras de
Coco Babaçu face a segmentaçao dos mercados”, en Grupo de de Estudos Rurais e Urbanos de UFMA,
Economia do Babaçu: Levantamento preliminar de datos (Sao Luis, MA: MIQCB); Castro-Santos, Luiz
A. 2000 “A Bias for Hope: Peasant Women Organize in Maranhão (A Hirschmanian Tale)”,
Universidade do estado do Rio de Janeiro, Brasil. Ponencia presentada al Congreso IRSA, Rio de Janeiro;
Martins, Cynthia Carvalho 2000 “Acesso aos babaçuais e a relaçao entre as atividades econômicas no Médio
Mearim, Baixada Maranhense, Tocantis e Piauí” en Grupo de de Estudos Rurais e Urbanos de UFMA,
Economia do Babaçu: Levantamento preliminar de datos (Sao Luis, MA: MIQCB); Neto, Joaquim
Shiraishi 2000 “Prá cá nao é tao bom como no Goiás”, en Grupo de de Estudos Rurais e Urbanos de
UFMA, Economia do Babaçu: Levantamento preliminar de datos (Sao Luis, MA: MIQCB); Neto,
Joaquim Shiraishi 2000 “Babaçu livre: conflito entre legislaçao extrativa e práticas camponesas”, en
Grupo de de Estudos Rurais e Urbanos de UFMA, Economia do Babaçu: Levantamento preliminar de
datos (Sao Luis, MA: MIQCB); Bidaseca, Karina “Negadas a la existencia y condenadas a la
desaparición. Un estudio acerca de la lucha de las mujeres rurales en Argentina y Brasil desde la
perspectiva de género”, en Giarracca, N. y Levy, B. (comps.) Ruralidades latinoamericanas. Identidades
y luchas sociales, Buenos Aires. Ed. CLACSO, 2004.
49
decir, contra las represas hidroeléctricas en el caso de Alto Uruguay en el sur o Sobradinho en
Bahia” (pág. 16).
Massuquetti (2000) menciona cinco formas de manifestaciones sociales rurales a partir
del análisis de su origen, su formación y estructura: a) protestas en el contexto de la “seca” del
nordeste; b) luchas sociales contra la construcción de represas; c) luchas por el acceso a la tierra;
d) luchas por las mejorías en las condiciones de vida; e) luchas contra la política de la
colonización.
Asimismo, esta tipificación muestra divergencias entre los estudiosos en el caso de
Grzybowski (1990, citado por Massuquetti, 2000) quien ha clasificado de este modo la
diversidad de movimientos: a) luchas contra la expropiación: movimientos de posseiros,
movimientos de los sin-tierra, movimientos en torno a las represas y lucha indígenas; b) luchas
contra las formas de explotación y salarización; c) luchas contra la subordinación del trabajo al
capital; d) nuevos frentes de lucha en el campo.
Otra investigación realizada por Brumer (citado por Massuquetti, 2000) identificó dos
tipos de movimientos sociales rurales en el Estado de Rio Grande do Sul: el movimiento de
lucha por la tierra y el movimiento por mejores precios de los productos agrícolas.
El libro de Zander Navarro Política, protesto y cidadania no campo (1996) resulta una
excelente síntesis de la conformación de estos movimientos surgidos en este mismo Estado en el
período entre 1978-1990. El autor ha comparado el Movimiento dos Atingidos pelas Barragens;
el Movimiento Sindical de Trabajadores Rurales, el MST y el MMTR, identificando 4
elementos: a) la relación entre movimientos y el Estado; b) el proceso de representación de los
movimientos; c) la reducida noción de política de los mismos; d) la no-identificación de la
democracia como un fin y no simplemente un instrumento50.
A pesar de la fragmentación y enorme cantidad de los estudios, todos coinciden en que
durante la década de 1990 la visibilidad pública fue predominante entre dos actores rurales: los
“sin tierra” y los “agricultores familiares”, como nuevas categorías que emergen en el contexto
del neoliberalismo y de la profundización del debate sobre la reforma agraria. Al respecto,
Leonilde Servolo de Medeiros (2001), afirma que en esos años comenzó a ganar posiciones al
interior del sindicalismo el aumento de la importancia de los llamados “pequeños productores”
en detrimento de la importancia política de los asalariados (pág. 116). A partir de este procesos
se gestó lo que el sindicalismo llamaría un “proyecto alternativo de desarrollo rural basado en la
agricultura familiar” (Proyecto CUT/Contag, 1998, citado por Medeiros, 2001: 116; mi
50
Véase al respecto, Navarro, Zander “Democracia, cidadania e representaçao: os movimentos sociais
rurais no estado do Rio Grande do Sul, Brasil, 1978-1990”, en Navarro, Z. (org.) Política, protesto e
cidadania no campo. As lutas sociais dos colonos e dos trabalhadores rurais no Rio Grande do Sul, Porto
Algre, Editora da Universidade.
50
traducción). De este modo, la agricultura familiar pasó a sustituir al término “pequeño
productor” dominante en los años ´80.
Como vimos, la fuerte presencia e impacto a nivel nacional, regional y mundial del
Movimiento Sin Tierra en este país ha ejercido una gran atracción por parte de los estudios
académicos sobre las acciones colectivas rurales, de modo que frente a la proliferación de
trabajos sobre dicho movimiento es notable la carencia de estudios sobre los medianos
productores más focalizados en el debate agricultura campesina/agricultura familiar y
sindicalismo rural (Mançano, 2001).
Para el caso de Chile, Sergio Gómez (2001) fija como hito en las movilizaciones de
pequeños, medianos y grandes agricultores, la de San Carlos del año 1995, convocada por la
tradicional Sociedad Nacional de Agricultores con la presencia de 25.000 personas. Por las
dimensiones alcanzadas, el autor afirma que dicha reunión carece de antecedentes en la historia
de Chile “ni en la época de la reforma agraria, ni en la crisis de comienzos de los años `80”
(pág. 252). Plantea el autor que el eje de la demanda al gobierno era que “querían siendo
agricultores” (pág. 253): “se exigió definir reglas de juego para que la incorporación de Chile a
los tratados de libre comercio internacional no terminara con gran parte de la agricultura, y que
en la modernización del sector tengan la posibilidad de participar amplios sectores. Llamó la
atención la posición nacionalista y anti-extranjera de algunos de los oradores (anti-productos
extranjeros, transnacionales en el agro, inversionistas extranjeros en proyectos agro-ecológicos),
y contra los acuerdos comerciales internacionales NAFTA y MERCOSUR.” (pág. 253). Sin
embargo, el movimiento rural más importante es la Asociación de Mujeres Rurales e Indígenas
(ANAMURI) fundada en 1998, conformada por una gran cantidad de trabajadoras temporeras
de la fruta.
Argentina y Uruguay ilustran una particularidad respecto de la región: la presencia
destacable de la explotación familiar capitalizada coexistiendo con grandes productores
(Piñeiro, 2004). En las estructuras agrarias de ambos países sobresalen los estratos de
productores medios y familiares y si bien a lo largo del siglo el número de hectáreas promedio
por explotaciones aumentó y el peso relativo de las explotaciones medias y familiares
disminuyó, este tipo de productor –a través de sus entidades representativas la Federación
Agraria Argentina (1912) y la Comisión Nacional de Fomento Rural del Uruguay (1915)-, son
actores relevantes (Giarracca, 2003).
En su libro de reciente aparición, Diego Piñeiro En busca de la identidad. La acción
colectiva en los conflictos agrarios de América Latina (2004) sobre cinco experiencias de
organizaciones y movimientos sociales agrarios de campesinos o pequeños y medianos
productores e indígenas durante la década de 1990 a cinco países del cono sur de A. Latina (el
Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra de Brasil; el movimiento mapuche en Chile; el
movimiento campesino en Paraguay, en sus dos versiones: la Federación Nacional Campesina
51
y la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas; el Movimiento de Mujeres
Agropecuarias en Lucha de Argentina y la Mesa Coordinadora de Gremiales Agropecuarias en
el Uruguay), hace una revisión sobre el desarrollo agrario latinoamericano y las formas de la
acción colectiva a lo largo del siglo XX. En este recorrido el autor encuentra que los procesos de
acción colectiva que dieron lugar a conflictos agrarios en las últimas décadas del siglo XX
fueron distintos de las organizaciones sindicales y movimientos campesinos que predominaron
desde los inicios del siglo (pág. 295). “En primer lugar, porque han sido construidas desde abajo
y en general tienen un modelo organizacional en que las organizaciones de base constituyen el
soporte y se integran a la organización mayor. En segundo lugar, porque las organizaciones son
profundamente heterogéneas en su constitución social: son los campesinos y pequeños y
medianos productores, pero no son sólo ellos: se integran las mujeres y los jóvenes, los
trabajadores rurales con o sin tierra, los medianeros, los arrendatarios, los posseiros, los
desplazados por las grandes obras del Estado, los expulsados de la tierra por el cambio técnico y
la concentración del capital” (pág. 12).
Centrándonos en los intereses de esta tesis, el autor encuentra que los conflictos que
movilizan a los distintos actores son, en el caso de los sujetos farmers del área rioplatense, la
“lucha del capital productivo contra el capital financiero y por el derecho a la elección del modo
de vida rural” (pág. 297). Este conflicto se vincula según el autor con el momento histórico del
sistema de producción capitalista dominado por el sistema financiero, globalizado y altamente
concentrado y centralizado. “El conflicto se expresa entonces para impedir el remate de las
propiedades que han sido puestas como garantías de créditos otorgados por los bancos, pero se
transforma gradualmente en un cuestionamiento a todo el sistema financiero y al modelo de
desarrollo capitalista que subordina al capital productivo, no permitiéndole obtener la
rentabilidad necesaria para seguir produciendo” (pág. 299). Sin embargo, el autor resalta la
lucha simbólica del movimiento argentino, los orígenes inmigrantes de las familias de las
mujeres y la defensa de la chacra se convierte en el “mandato de los abuelos, perderlo es
destruir el sueño del inmigrante” (pág. 299).
De modo semejante, la Mesa Coordinadora de Gremiales Agropecuarias en Uruguay,
compleja amalgama de productores pequeños, medianos y grandes está luchando por la
rentabilidad perdida “destruida por un modelo económico que privilegió los aspectos
financieros en detrimento de los productivos, la gran extensión frente al establecimiento
familiar, la tecnología concentradora frente a una tecnología propia y apropiada, al capital
agroindustrial frente al capital agrícola, y que no dudó en promover la apertura y desprotección
de los mercados internos” (pág 300).
En síntesis, Piñeiro explica que en ambos casos la presencia de la movilización obedece
a las duras condiciones a que fueran sometidos los productores rurales por los organismos
financieros, el capital agroindustrial y los mercados internacionales. “Pero las críticas no son
52
contra el sistema capitalista sino contra los gobiernos que han estimulado un modelo de
desarrollo económico que castiga al capital productivo y tiene a los pequeños y medianos
productores rurales como la variable de ajuste” (pp. 307-308).
Los estudios sobre el comportamiento político de los farmers y colona/os en Argentina
En la Argentina, son escasos los estudios que las ciencias sociales han dedicado al
comportamiento político de la/os colona/os.
Una de las razones esgrimidas ha sido el bajo grado de participación que Francisco
Delich (1972) atribuía a este sujeto, haciendo mención a: a) el origen inmigratorio de la gran
mayoría de los agricultores, por lo general de una heterogénea ascendencia europea; b) su
temprana inserción en redes de contacto urbanas, lo que condujo a que organizaciones como la
Federación Agraria Argentina priorizaran la negociación ante la confrontación; c) el efecto
diferenciador de la tecnología agrícola; d) la naturaleza de clase del sector de pequeños y
medianos productores conformado a partir del proceso de colonización.
Asimismo, Leopoldo Bartolomé (1982), destaca la “rareza de las movilizaciones
agrarias en el país, cuya estructura agraria está lejos de carecer de puntos de tensión potencial, a
pesar de lo cual sigue siendo un tema abierto a la investigación y el debate” (p. 27), desde la
primera protesta de los colonos inmigrantes conocida como el Grito de Alcorta de 1912. Esta
imagen, alejada del campesinado revolucionario latinoamericano de la época, ha sido objeto de
diversas y polémicas, aunque escasas, interpretaciones para la Argentina.
No obstante, la/os historiadora/es son quienes más han trabajo en esta temática (Gallo,
1977; Grela, 1956; Bonaudo y Godoy, 1985; Bonaudo et al, 1990), centrándose en las
rebeliones de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Los principales trabajos de
antropóloga/os y socióloga/os – Delich (1972); Archetti y Stölen (1974); Archetti (1975);
Bartolomé (1982); Ansaldi (1983) - han focalizado más en su participación gremial o bien, ya
en los años 80, en el estudio del gremio -la Federación Agraria Argentina y el resto de las
corporaciones agrarias- y su acción en el Parlamento (Lattuada, 1990).
Ansaldi (1983) dedicó una investigación a estudiar los conflictos agrarios pampeanos e
hipotetizó sobre una “historia de la clase chacarera” dividida en tres grandes períodos: desde
fines del siglo XIX hasta la década de 1920; de mediados del siglo XX “en el cual no se habrían
producido grandes o significativos cambios en los atributos de clase” (pág. 23); y el tercer
período que comienza en la mitad de la década de 1940 bajo el peronismo, y correspondería a
una “nueva modificación cualitativa de la clase chacarera, de tal magnitud que incluso ha
podido ser pensada como dando origen a una `nueva clase de farmers`” (pág, 23), expresa
citando a Flichman.
53
En efecto Flichman (1978) ha explicado que “fue la política agropecuaria peronista la
que, aparentemente sin proponérselo, creó una clase de `framers´ en la pampa húmeda. Pero este
fue un proceso largo y costoso. No fue un resultado planeado. En consecuencia, se hizo
necesario un largo período de ajuste´ para que se pudiera reencauzarla actividad agropecuaria en
la nueva situación. Los cambios tecnológicos (…) fueron puestos en práctica en una nueva
estructura económico-social, con nuevos sujetos sociales, con diferentes instituciones estatales.
(…) A fines de la década del setenta, en la región pampeana nos encontramos con que
aproximadamente un 30% de la tierra y un 40% de la producción está en manos de esa nueva
clase de `farmers´” (…) Estro tuvo su reflejo en las instituciones corporativas rurales. La
Federación Agraria Argentina, de ser la organización de los arrendatarios pasó a ser la que
representa los intereses de esos pequeños y medianos propietarios rurales” (pp. 13-14).
Respecto del comportamiento político de los chacareros en “tanto integrante de las
clases subalternas”, Ansaldi (1983: 45) va a hipotetizar sobre su “espíritu de escisión” en tanto
“hay una renuncia -por razones que hay que encontrar- a definirse como una voluntad polítrica
colectiva y consecuentemente a transformarse de `clase corporativa´ en `clase hegemónica´. Al
mantenerse en el plano de la lucha corporativa y no acceder a la lucha hegemónica, los
chacareros no se plantean articular bajo su dirección a otros grupos sociales ni constituirse
políticamente. En el fondo, se trunca el desarrollo de la conciencia de clase y simultáneamente
el paso de lo clasista-corporativo a lo político-estatal”.
Fue un acontecimiento en particular, la emergencia de las Ligas Agrarias en 1970, el
que suscitó otros profundos debates en el ámbito académico, ya que su territorialidad era la
región extra pampeana.
En su clásico trabajo ¿Qué son las ligas agrarias? (1977), Ferrara englobó a todas las
ligas como parte de un movimiento campesino de orientación “revolucionaria”, con una fuerte
homogeneidad ideológica y de acción y enfrentamiento con el gobierno. La hipótesis básica de
su trabajo fue la búsqueda de esta homogeneidad y unidad del campesinado “lanzado
definitivamente hacia el combate revolucionario” (pág. 478).
Desde una visión posterior, opuesta y crítica, el antropólogo Bartolomé en su estudio
sobre el Movimiento Agrario Misionero caracteriza dicha organización en el contexto de los
populismos agrarios desarrollados por productores “medios” en EE.UU a fines del siglo XIX.
En su artículo (1982) realiza una “clarificación” del concepto de campesinado y movimiento
campesino y expresa: “Con muy contadas excepciones, la mayor parte de los agricultores
argentinos no se corresponden con este tipo de campesinado y llamarlos campesinos sólo puede
conducir a crear mayor confusión. De allí que hablo de movimientos agrarios y no de
movimientos campesinos, y de “colonos” (término de uso corriente en la Argentina) para
referirme a un tipo social similar al denotado por el inglés farmer” (pág. 26). Con su visión ya
en retrospectiva, concluye: “El desarrollo posterior de los acontecimientos ha puesto en
54
evidencia lo erróneo de tal apreciación, basada en el desconocimiento de las características
reales de aquellos a quienes se insistía en considerar “campesinos”, así como de la naturaleza de
sus reivindicaciones (...) Quizás el ejemplo más definido de este tipo de interpretación para
estos movimientos se encuentre en el trabajo que les dedicara Ferrara, quien los ubica dentro del
contexto de las revoluciones campesinas de México, Rusia, China, Vietnam, Argelia y Cuba”
(pág. 28).
Otra explicación sobre la escasez de trabajos a lo largo de la década de 1980 la ofrece
Giarracca (203) aludiendo a la “latencia” del campesinado (aplicable a la/os colono/as) como
actor político y las pocas protestas que lo involucraban que no lograron atravesar los límites
locales o nacionales. El efecto de las reformas agrarias, en el marco de regímenes de
acumulación internamente orientados, así como de la expansión agroindustrial con integración
de la agricultura familiar supuso, según la autora, la articulación subordinada de los
campesinos a formas “modernizadas de capitalismo” (complejos agroindustriales, por ej.). Las
acciones gremiales se orientaron, en general, a negociar ventajas en los contratos
agroindustriales tales como créditos, precios, etc. A fines de los ochenta, con el cambio de
función del Estado, la situación económica de los campesinados se deterioró significativamente.
En los años de 1990 los estudios comenzaron a multiplicarse centrándose en los
impactos de las políticas neoliberales en el endeudamiento del sector y la emergencia de nuevas
organizaciones del agro.
Las hipótesis que esbozaron los estudios mencionados en el estado del arte desde
mediados de la década de 1960 para A. Latina, Asia, y Argentina merecen ser revisadas de
acuerdo con las profundas transformaciones que el nuevo ordenamiento político del capitalismo
imprimió algunas décadas más tarde, y con las nuevas herramientas teóricas y metodológicas de
las ciencias sociales post crisis del consenso ortodoxo experimentada a mediados de la década
de 1970 (Giddens, 1995).
55
Capítulo II
Epifanías del “Grito de Alcorta” en los comienzos del siglo.
Génesis de las acciones colectivas de protesta de los colonos
“Después de cada jornada de reivindicación, cuando los cuadros celebran la victoria,
las masas tienen la impresión de haber sido traicionadas”,
Frantz Fanon Los condenados de la tierra (1961).
1. Introducción
Este capítulo tiene la finalidad de revisitar el “Grito de Alcorta”, no con la intención del
anticuario que desempolva un viejo “objeto”, ni de realizar una revisión historiográfica, sino
para interrogar al pasado desde el presente con las herramientas teóricas del presente, y
comprender la primera rebelión de las colonas y colonos de comienzos de siglo que, con el
transcurrir del tiempo, cristalizará en la creación del gremio que representa los intereses de la/os
pequeña/os y mediana/os productores, Federación Agraria Argentina, fundando juridicidad1
(Benjamin, [1921] 1991).
Profundizar en sus potencialidades resulta fundamental para interpretar la acción
colectiva desarrollada por estos actores en el espacio público, interpretar los cambios y/o
continuidades en la construcción del/os antagonista/s, del repertorio de acciones (Tilly, 1995),
de los marcos culturales y del sentido de la (im)posibilidad de construcción de un sujeto
colectivo, a lo largo del siglo.
En otras palabras, me interrogo sobre un hecho del pasado procurando brindar una
mirada complementaria a la “economicista”2, a partir de una perspectiva que piensa el concepto
de “cultura” en sentido amplio y antropológico para poder interpretar el surgimiento de
movimientos sociales. El “dato económico” es un factor necesario pero no suficiente para la
explicación de la acción colectiva; es indispensable preguntarse de qué forma ese “dato”
interviene para la conformación de un nosotros, un sujeto colectivo capaz de llevar a cabo la
1
El sentido es conducido por la interpretación de Benjamin (1991) sobre la función de la violencia como
posibilidad de implantar o modificar situaciones de derecho: “La huelga demuestra, empero, que la
violencia es capaz de ello; puede implantar o modificar situaciones de derecho por más que le pese al
sentido de la justicia” (pág. 28).
2
Me refiero básicamente a la interpretación de Arcondo (1980).
56
acción. En la protesta colectiva intervienen otros elementos que exceden el puro interés
instrumental-económico y en estos procesos se pone en juego un “plus de sentido”
inaprehensible en esos términos.
En esta Tesis cambian los interrogantes que otros investigadores plantearon respecto de
este grupo integrado por alrededor de cien mil colonos que lograron conmocionar a la sociedad
del centenario. Al ahondar en el despliegue de lo político que ocurre entre la sumisión y la
rebelión, las potencialidades de la cultura popular para resistir al orden hegemónico tornase un
abordaje fundamental. Implica pensar en la relación entre la cultura de la subalternidad y la
constitución de “espacios de no-dominación”, entre cultura y autonomía.
El capítulo comienza con una descripción del contexto económico-social nacional de
fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX focalizando en la expansión agraria de la pampa
húmeda y los profundos debates que este proceso suscitó entre los diferentes autores. Luego,
hago mención a las estructuras de oportunidad políticas nacionales y provinciales para
comprender el surgimiento de las nuevas expresiones políticas. A continuación me detengo en la
para las particularidades que adquirió el desarrollo agrario en la provincia de Santa Fe, en la
cual se origina el Grito de Alcorta para describir el mundo de vida de las colonias y profundizar
en lo que, inspirada en E. P. Thompson, denomino “tradición de la disidencia”. Antes de
comenzar con mi propia interpretación que se pretende complementaria del acontecimiento,
presento las dos explicaciones más citadas sobre el Grito de Alcorta, observando virtudes y
críticas.
¿Qué enigmas encierra la institucionalización de las formas radicales de acción
colectiva? ¿Qué sucede cuando los actores toman conciencia acerca de la radicalidad de sus
propios actos, de la potencialidad que adquieren esos momentos?, ¿Qué repertorio de acciones
inventan estos sujetos y cómo se construye el “nosotros”?, constituyen los interrogantes clave
que orientan este capítulo.
El camino elegido para construir esta otra interpretación se basa en la resignificación de
la rebelión utilizando el concepto “momento de locura” acuñado por Aristide Zolberg para
mostrar la tensión entre el momento instituyente y el de la radicalidad de la protesta que no
pudo ser mantenida allí en el tiempo y así confrontar las potencialidades de invención de los
actores en esos momentos con el repertorio de acción consolidado.
Por último, como modo de establecer un “diálogo con el pasado” (Ginzburg, 1996) y
complementar las fuentes disponibles, el capítulo se cierra con el relato de los descendientes del
Grito de Alcorta.
57
2. La gran expansión agraria de la Argentina
Durante el siglo XIX, la mítica pampa argentina, aquella verde planicie que reúne una
conjunción de factores climáticos y geográficos, se incorporó a la división internacional del
trabajo convirtiéndose en la economía de exportación de productos primarios agrarios más
importante de América Latina.3
Desde las primeras décadas del siglo XIX, la pampa había sido considerada una “tierra
nueva” que ofrecía amplias posibilidades de progreso económico y social. Observadores
extranjeros y estudiosos han dedicado mucho tiempo a analizar la gran expansión argentina
(1880-1930) y el crecimiento extraordinario de su economía. Esta etapa observó una profunda
transformación en la estructura productiva de la región, ligada a su integración a los mercados
internacionales, primero con la predominancia de la exportación de lanas y luego de los cereales
y la carne vacuna. Esta etapa del desarrollo agropecuario pampeano es señalada como aquella
en la cual se conformó claramente un patrón de acumulación capitalista (Sábato, 1993).
Lo cierto es que, como afirma Hilda Sábato (1987) “la cuestión agraria pampeana (es)
un debate inconcluso” (pág. 287), entre las corrientes que señalaban la presencia de un tipo de
agricultura capitalista vs. feudal y, en este sentido, la concentración de la propiedad de la tierra
constituye el centro de las interpretaciones.
Según la historiadora, para algunos autores este factor era “una característica no sólo no
deseable desde el punto de vista del tipo de sociedad que aspiraban a construir en el Río de la
Plata, sino también como un factor en última instancia retardatario, que trababa el crecimiento”
(pág. 287). El problema de la concentración de la tierra fue nuevamente señalado, esta vez por
Oddone (1930), para comprender la crisis de 1930 y así explicar sus consecuencias en el
desarrollo agropecuario. Señala Hilda Sábato que este argumento fue retomado en una versión
marxista para afirmar el carácter precapitalista de la agricultura y la polaridad
terratenientes/campesinos “basada en la explotación de una clase de campesinos arrendatarios
por parte de terratenientes feudales quienes, a su vez, se habrían constituido en el principal freno
al desarrollo de las fuerzas productivas y, por lo tanto, en el obstáculo central a la construcción
de un sistema capitalista4” (pág. 287).
3
“En víspera de la Primera guerra Mundial, el comercio per cápita de la Argentina triplicaba el promedio
del resto de América Latina, era mayor que el de Canadá o Australia y se acercaba al quinto del de
Estados Unidos” (Hora, 2002: XIII).
4
La autora señala al respecto las obras de Mauricio Lebedinsky Estructura de la ganadería (1967) y de
Jaime Fuchs Argentina, su desarrollo capitalista (1965).
58
En este debate las características de la clase terrateniente, al apoyarse en el control
monopólico de la tierra y la captación de renta 5, aparece como impulsora o como obstáculo al
desarrollo del capitalismo en el agro y contrapone la visión de los diversos autores respecto de
“su irracionalidad económica, la mentalidad económicamente conservadora, retrógrada o feudal
de la oligarquía terrateniente” (Míguez, 1986: 93). Mientras una tradición historiográfica
(Oddone en La burguesía terrateniente argentina (1930); Giberti, en Historia económica de la
ganadería argentina (1953); Scobie, Revolución en las Pampas (1968) define a la clase
terrateniente como “reaccionaria”, en las últimas décadas para los estudios revisionistas 6
(Sábato, J. 1991; Schvarzer, 1991) se trata de una elite económica con una racionalidad
empresarial que diversificaba sus intereses a otras actividades más allá de las agrícolas con el
objetivo de maximizar beneficios diversificando riesgos y con ello se discute la concepción de
una “oligarquía terrateniente” tradicionalista o conservadora, al menos en el aspecto económico.
Recientemente, Hora (2002) ha señalado el grado de porosidad que caracterizaba a la elite en
estas primeras etapas, en las que el bajo precio del suelo aseguró el ingreso a la clase alta y la
actuación en el mundo público de los inmigrantes pioneros. Sin embargo, señala el autor, las
biografías sobre el vertiginoso ascenso social de los primeros inmigrantes se volvieron
excepcionales a partir de 1880, fundamentalmente por el elevado precio de la tierra. Su proceso
de valorización contribuyó a moldear las características de la estructura agraria pampeana y de
sus actores. Según Hora, “la combinación de un alza de la renta de la tierra y de un aumento de
la oferta de fuerza de trabajo tuvo un efecto devastador sobre la capacidad de negociación de las
clases subalternas (Hora, 2002: 207).
Más allá de estos ricos y profundos debates, todos los autores coinciden en señalar en:
que los terratenientes y los agricultores arrendatarios fueron los actores sociales centrales de la
región pampeana -aunque como señala Sábato (1987: 291) no haya coincidencia en su
caracterización7-, y que la expansión del arrendamiento por familias de colonos es la matriz del
desarrollo agrícola nacional.
5
Mencionamos dos trabajos fundamentales que plantean la renta como categoría clave para comprender
la expansión agraria y el comportamiento del sector agrario argentino: el de Ernesto Laclau “Modos de
producción: sistemas económicos y población excedente. Aproximación histórica a los casos argentino y
chileno”, en Revista Latinoamericana de Sociología vol. 5, 1969, y el de Guillermo Flichman “Modelo
sobre la asignación de recursos en el sector agropecuario”, en Desarrollo Económico Nº 30/40, 1971 y La
renta del suelo y el desarrollo agrario argentino, México, Siglo XXI.
6
Pucciarelli (1986) en El capitalismo agrario pampeano: 1880-1930, (Buenos Aires, Hyspamérica), hace
una revisión sobre el cuestionamiento de la interpretación marxista y discute también una interpretación
sobre el desarrollo independiente de la agricultura y la ganadería.
7
Según señala la autora, “mientras algunos descubren en el arrendatario un pequeño empresario que
aspira a lograr un proceso de acumulación de capital a partir de su explotación, y al terrateniente como
59
La década del Centenario muestra las primeras señales de agotamiento de un modelo cuyas
condiciones de excepcionalidad comenzaba a desvanecerse. La ampliación de la frontera agrícola
llegaba a su fin y la estructura social en el mundo rural presentaba mayor rigidez (Hora, 2002).
La expresión más significativa de este nuevo escenario serán las primeras
manifestaciones de descontento entre los sectores subalternos, particularmente las que
confrontarían a los terratenientes con los agricultores arrendatarios en el Grito de Alcorta de
1912. Una de los síntomas que evidenciaría esta protesta fue un cambio profundo en la relación
entre sociedad y Estado. De ello me ocuparé en el siguiente apartado.
3. Política y poder: o de la fisura que se instala en el orden hegemónico
El aumento de la movilización popular y la participación política puede señalarse hacia fines del
siglo XIX. La Revolución de 1890 que tuvo como protagonistas a Leandro N. Alem, Lisandro
de La Torre, Juan B. Justo, entre otros, transformaría el curso de la historia política y los
vínculos entre las clases. Es la época del nacimiento de los partidos políticos que representarán a
los sectores sociales postergados en el ejercicio de la ciudadanía: la Unión Cívica, la Unión
Cívica Radical, la Unión Cívica Nacional8, el Partido Socialista, el Partido Comunista y la Liga
del Sur.
El radicalismo, la más representativa de las nuevas expresiones políticas que más que
cuestionar las bases económicas del modelo luchaba por la ampliación de la participación
política, llegó a disputar con éxito las clientelas locales de los grupos conservadores
provinciales, aunque en las zonas más “modernizadas” 9.
El partido oficialista se dividía en dos fracciones: los seguidores del ex presidente Roca,
bien relacionados con Mitre, y los seguidores de Pellegrini, grupo que fue el principal
un burgués interesado en maximizar beneficios, otros mantienen una visión más parecida a la marxista
tradicional destacando el carácter parasitario de los propietarios de tierra y el nivel de subsistencia a que
quedan reducidos los chacareros como consecuencia de la expropiación a que son sometidos por parte de
los dueños de la tierra, así como de los comerciantes y demás intermediarios.” (pág. 291).
8
La Unión Cívica fue dividida durante una convención realizada en Rosario en Unión Cívica Radical,
bajo el liderazgo de L.N.Alem se opuso a toda tratativa con el autonomismo y la Unión Cívica Nacional,
liderada por Bartolomé Mitre apoyó el acuerdo con el oficialismo (Gallo, 1977: 22).
9
Cuenta Ernesto Córdova Alsina en su artículo sobre “Ángel Blanco, el coronel del pueblo” (1975):
“Hace de eso ya muchos años, un viejo pariente nos decía en la balconada de la casona familiar y
señalándonos un banco de la secular plaza del 25 de Mayo de la capital de Corrientes: “Sobrino, los
radicales correntinos caben todos juntos en aquel banco”.
60
beneficiario de los sucesos de julio. Ante la renuncia de Juárez Celman, Pellegrini se convirtió
en el nuevo Presidente de la República.
La Unión Cívica, reunió en sus filas a casi todos los grupos de la oposición al
autonomismo10. Con el apoyo de su base social integrada por la burguesía, la pequeña burguesía
y la clase obrera con los hijos de inmigrantes, ya ciudadanos nativos pero sin acceso a la vida
política, canalizaría el descontento contra las clases dominantes.
El tránsito hacia la reforma comienza a delinearse hacia 1906 luego que el Presidente
Figueroa Alcorta se enfrentara a los roquistas y despejara el camino a Roque Sáenz Peña (Hora,
2002: 216). Sáenz Peña, elegido presidente en 1912, para enfrentar el desprestigio del orden
político decidió aprobar la Ley General de Elecciones (Ley Sáenz Peña N° 8871), que
significaba el voto secreto a los adultos masculinos11, e implicó la representación de los
radicales en la Cámara de Diputados y el triunfo en los comicios a gobernador de Santa Fe. 12
Por otro lado, el socialismo, el anarquismo y el comunismo conformaban otras nuevas
expresiones políticas. El Partido Socialista, creado el 22 de junio de 1896, por Juan B. Justo,
José Ingenieros entre otros, obtuvo en las elecciones de 1912 en la Capital Federal dos
diputados Justo y Palacios, y así sucesivamente otros cargos en el Congreso.
Precisamente, el Grito de Alcorta aconteció pocos meses antes de que Santa Fe fuera la
primera provincia que eligiera a sus autoridades con la nueva ley electoral. Autores como
Solberg afirman que este nuevo contexto contribuyó a que el gobierno radical de Santa Fe
adoptase una posición conciliadora frente a los arrendatarios en huelga y los terratenientes e
influyó para que estos redujeran los cánones de arrendamientos. Esta actitud contrasta con el
gobierno de la provincia de Buenos Aires donde la ley Sáenz Peña no había sido aún
implementada (Hora, 2002: 216).
Estas diferencias postulan discusiones sobre la presión de la movilización popular, el
poder político y la democratización de la sociedad.
Finalmente, Hipólito de Yrigoyen, el líder radical que asumió a la Presidencia de la
República en 1916, no logró construir hegemonía. Acuciado por el movimiento obrero,
10
El General Roca era el líder del partido Autonomista Nacional que presidió al país entre 1880-1886.
Para más detalles véase Gallo, E- y Cortéz Conde, R., La república Conservadora, Buenos Aires, 1972.
11
Me permito cuestionar la postulación de una “revolución democrática” basada en la obtención del
sufragio universal en 1912, cuando la mujer estaba vedada a esa suerte y obtiene ese reconocimiento
recién tres décadas más tarde. Por ello, intentaré recuperar a partir de las fuentes secundarias disponibles
el papel de la mujer en la rebelión de Alcorta.
12
En las elecciones del 8 de abril de 1912 en la Capital Federal resultaron electos diputados nacionales el
Dr. Alfredo Palacios y Dr. Juan B. Justo, del Partido Socialista. En dicha oportunidad también resultaron
electos algunos legisladores del Partido Radical, aunque la mayoría del parlamento estaba en manos de
los conservadores reunidos en el Partido Unión Nacional.
61
contribuyó a elevar política y económicamente al proletariado (jubilaciones, descanso dominical
obligatorio, etc.), pero bajo la presión de las clases dominantes desencadenó, en los años de
1919 a 1921, la represión contra el movimiento obrero y las manifestaciones de los agricultores
arrendatarios. Yrigoyen culmina su primer mandato presidencial en 1922. Marcelo Torcuato de
Alvear, que fuera embajador en París en 1916 durante su presidencia, asume como presidente de
la República en 1922 y en 1928 es sucedido Irigoyen en su segundo mandato presidencial que
culmina con el golpe de estado de 1930 al mando del Gral. Uriburu (1930-1932). El mismo
presidirá una dictadura militar hasta la victoria en las elecciones de 1931 que llevó al poder a
Agustín Pedro Justo (1932-1938).
Este ha sido un sintético cuadro del contexto político nacional que enmarca el
acontecimiento de 1912. Dedico las próximas páginas a comprender el mundo de vida en las
colonias de fines de siglo XIX y comienzos del siglo XX y la participación de la/os colona/os
arrendataria/os en el Grito de Alcorta.
4. Santa Fe en el desarrollo agrario nacional
De modo similar que en Buenos Aires la producción lanar analizada por Hilda Sábato (1993)
dio lugar a un proceso de profunda transformación, en la provincia de Santa Fe fue la
producción de cereales la actividad que desempeñaría este rol.
En la región pampeana, el surgimiento de la agricultura se vincula íntimamente con el
proceso de colonización en las áreas marginales para la producción ganadera, aquellas que no se
habían valorizado en el esquema de desarrollo del lanar.
Para Santa Fe, Bonaudo y Godoy (1984154) muestran tres zonas claramente delimitadas:
1) la zona norte, con escasos asentamientos de población, ganadería extensiva y
explotación de quebracho en la cuña boscosa;
2) la zona central, el área más dinámica del proyecto de colonización agrícola que luego de
la crisis de 1990 se desplaza hacia el sur;
3) la zona sur, la más densamente poblada, con tierras de mayor rendimiento y un centro
portuario de interés, Rosario, se convierte en el epicentro del desarrollo agrario. (En esta
zona se origina el conocido Grito de Alcorta.)
La actividad predominante en las regiones norte y central era la producción de ganado
vacuno de baja calidad. Las tierras allí ubicadas no eran aptas para la actividad ovina,
contrariamente a las ubicadas en el sur donde la actividad tuvo una fuerte expansión entre 1860-
62
1870. Según señala Gallo (1983) la empresa de colonización aparecía para estos propietarios
como un negocio de buenas perspectivas.
Como parte de la rica pampa húmeda, la provincia de Santa Fe, su suelo privilegiado y
su ubicación geográfica respecto de los puertos de exportación, se vuelven factores
fundamentales para entender su rápida integración al proyecto agropexportador nacional y, en
este proceso, los proyectos de colonización agraria jugaron un papel fundamental.
A pesar de las primeras tentativas de colonización agrícola de 1860 de reparto de la
propiedad en pequeños predios13, la política agraria argentina desestimuló a los pequeños y
medianos productores independientes cuando el objetivo fue la valorización de la tierra y la
creación de incentivos para que los propietarios las pusieran en producción (Arcondo, 1980).
Gallo (1977) reseña el proceso de colonización agrícola de Santa Fe bajo dos
modalidades. El período 1856-1870, en el cual es Estado cumplió un papel promocional y de
control de la actividad privada. En una segunda etapa (1870-1895) el gobierno cedió totalmente
la iniciativa a empresarios privados eliminando las restricciones que pesaban sobre ellos.
Durante esta segunda etapa se fundaron la mayoría de las colonias agrícolas. El procedimiento
era el siguiente: el empresario compraba una gran extensión de tierra (en general entre 5.000 y
10.000 hectáreas) las cuales procedía a subdividir para vender o arrendar a los inmigrantes
europeos que llegaban a Santa Fe. La cantidad de tierra si bien variaba según la región, por lo
general hacia 1895 la unidad agrícola comprendía entre 80 y 150 hectáreas (pág. 6).
Según Bonaudo y Godoy (1984: 154), en la realidad provincial coexistirán los dos
proyectos: el propuesto por Sarmiento y Avellaneda, partidarios de una vía a la norteamericana
apelando al caudal inmigratorio; y el otro, orientado en cambio a “consolidar el poder de la alta
burguesía terrateniente y que moldeará la figura de un productor agrario en condiciones
precarias: el arrendatario”. El primer proyecto desarrollado en el centro también se practicó en
el sur. Las autoras señalan que las vías posibles para convertirse en pequeño o mediano
propietario eran la compra o la donación. “Los futuros compradores tratan directamente con el
Estado provincial o se vinculan a una de las tantas empresas colonizadoras. Su acceso a la
propiedad se ve favorecido por los pagos a largo plazo; la concesión, en oportunidades, de
elementos para cultivar (material de labranza, semillas) etc. La segunda vía, en la cual también
juega un importante rol la compra y donación, los beneficiarios son los grupos militares y las
grandes compañías ferroviarias, las que ligadas a ciertas empresas de tierras, representarán una
etapa importante de colonización” (pág. 155).
13
La Ley Nacional de Colonización y Tierras que se dictó en 1876 bajo la presidencia de Avellaneda
recogiendo el sistema de “homestead” de Estados Unidos y Canadá, tropezó con los intereses
consolidados en 1880 luego de la “Conquista del Desierto” en un reparto signado por maniobras y
escándalos de toda índole que restringieron los alcances de la ley de tierras de 1884. (Sábato, 1991: 54).
Véase al respecto Scobie (1968).
63
Antes de concluir el proceso de apropiación de la tierra pública, entre 1856 y 1895 se
formaron en Santa Fe 350 colonias que incorporaron a la economía provincial cerca de
3.500.000 hectáreas, convirtiendo a la provincia en el primer productor de cereales de la
República. La población se cuadriplicó, aumentó el número de poblados rurales y comenzó a
surgir una clase media rural (Gallo, 1977: 5). 14
Una de las características de la agricultura santafesina es que estuvo conducida por
pequeños y medianos productores cuyos requerimientos de mano de obra eran escasos, excepto
en épocas de cosecha, y eran cubiertos con la mano de obra de la familia del agricultor. Esta
agricultura estuvo fuertemente especializada en un solo producto, el trigo. Según indica Giberti
(1988), hacia 1880, y tras haber alcanzado el autoabastecimiento, se exportaba trigo, mientras que hacia
fines del siglo XIX, se incorporaban el maíz y el lino en las ventas al mercado internacional.
Desde el comienzo, la necesidad de compensar la escasez de mano de obra hizo que la
explotación agrícola tuviera un grado relativamente alto de mecanización15. Plantea Scobie que
este sistema de financiamiento a cosecha impulsó la mecanización. Esta habría sido la respuesta a la
escasez de mano de obra en una agricultura extensiva que buscaba incrementar las ganancias frente a la
baja de precios del trigo y la falta de tecnologías (selección de semillas, aplicación de fertilizantes, etc.)
que permitieran aumentar los rendimientos por hectárea.
A mediados de los años de 1890, las fuertes caídas en el precio internacional del trigo y las
sucesivas plagas de langostas y problemas climáticos arruinaron varias cosechas induciendo un cambio en
la conformación de la zona triguera. Al respecto, plantea Scobie que, ya durante la década de 1890, la
14
Véase también su tesis doctoral “Agricultural Colonization and Society in Argentina. The Province of
Santa Fe. 1870-1895”, D. Phil., Oxford University, 1970.
15
Al contrario de Gallo, Scobie plantea también la compra de herramientas y maquinaria por parte de los
colonos y arrendatarios, pero resalta que no todos estos sujetos estuvieron en condiciones de hacerlo y, a
menudo, éstos recurrían a la contratación de maquinaria. La maquinaria “al mismo tiempo que permitía
el cultivo de extensos terrenos, reforzaba el dominio de la agricultura de arrendatarios en la pampa. La
adquisición de equipos no era simplemente un sacrificio para el agricultor; agotaba por completo sus
limitados ahorros y ganancias. Se recordará que la reducción del número de medieros, en comparación
con el de arrendatarios, se debió en gran medida a la resistencia del terrateniente a arriesgar sus capitales
en la compra de máquinas agrícolas. El peso de las inversiones, y por consiguiente de los riesgos, recayó
sobre los que roturaban la tierra” (pág. 108).
64
superficie con trigo aumentó rápidamente en la provincia de Buenos Aires, proceso que se profundizó en
las dos décadas siguientes, cuando esta producción se convirtió en la principal exportación de la
Argentina y el país en el tercer exportador mundial (Gras, 2000). “Aunque Santa Fe reconstruyó su
superficie sembrada después de los desastres de mediados de la década del 90, en 1910 no cultivaba más
trigo que en 1895. Este se había desplazado hacia las tierras vírgenes, en tanto que otros cereales y el
tambo ocupaban un porcentaje cada vez mayor de la superficie de las colonias” (pág. 66).
Una característica específica de Santa Fe y de la pampa argentina fue que el número
relativo de arrendatarios fue mayor que en otras regiones cerealeras del mundo de rasgos
similares. El Censo de 1895 señaló que casi el 52% de los productores agrícolas no poseían la
tierra que trabajaban. Este número variaba en la región sur de la provincia, de colonización más
tardía (1888-1895), en la que la proporción es más alta, mientras en la región central, en la que
las colonias eran más antiguas, el número de propietarios superaba holgadamente al de
arrendatarios (estos constituían el 30%) (Gallo, 1977: 7).
Sabemos por los historiadores que los italianos fueron el grupo mayoritario de
inmigrantes en la zona sur de Santa Fe. 16 Entre los inmigrantes que optaron por radicarse en
Santa Fe, la primera generación siguió manteniendo lazos más o menos fuertes con su patria de
origen, aunque no por eso dejó interesarse, según el historiador, por los asuntos locales. Sus
hijos, sin embargo, se asimilaron completamente al nuevo país (Gallo, 1977: 7).
Respecto de la vida política nacional, ya en los últimos treinta años los colonos
santafesinos habían comenzado a crear espacios de participación política en el nivel de los
municipios (Gallo, 1977; Bonaudo et al, 1989). Estos procesos sedimentarán una memoria y
una tradición de acción colectiva que dará, posteriormente, lugar a la constitución de la
identidad política de los chacareros o colonos.
5. Cultura dominante y cultura subalterna
Una carta escrita hacia 1934 por don Félix Hormazabal, propietario de una pulpería que
estableció en la localidad de Santa Teresa, en el sur santafesino, narra la vida anterior a la
fundación de la ciudad de Alcorta, en 1892, en cuyo territorio alrededor de cien mil colonos
16
En 1895 casi el 42% de la población había nacido en el extranjero y del resto una proporción nada
desdeñable eran los hijos de los extranjeros que se habían radicado en la provincia durante el período
previo al Censo Nacional de 1895. De los 166.487 extranjeros que residían en Santa Fe en 1895 el 65%
del total procedía de Italia. De los restantes el 12% era español, un 6% francés, un 4% suizo, un 13% se
repartía entre las restantes nacionalidades (alemanes y británicos principalmente) (Gallo, 1977: 5).
65
potenciarán un movimiento político contra los injustos contratos de arrendamientos que
vinculaban formal o informalmente a los arrendatarios y los terratenientes.
“En 1880, los hermanos Ramón, Miguel, José y Pedro Madariaga, de nacionalidad vascoespañola, habían comprado los campos que todavía hoy (1934) poseen sus herederos entre las
estaciones Alcorta y Carreras, estableciendo una casa de negocios de Ramos Generales, cerca de
donde hoy es el pueblo de Alcorta. Dicha casa comercial la fundaron a fines del citado año 1880
y vine empleado con ellos desde San Nicolás, domicilio de mis padres; a la sazón contaba yo con
quince años. Describir la vida que se hacía en aquellos años es largo de contar y no cabe en estos
informes a la ligera. Estábamos en campos completamente desiertos; pasaban meses sin tener
noticias del mundo; ver un extranjero era una novedad; corrían por los campos abiertos manadas
de venados y avestruces (...) Los señores Madariaga llevaron allí a la agricultura; se dedicaban a
la siembra de trigo solamente y todos los agricultores eran criollos. Se cortaba el trigo a hoz, se
trillaba con yeguas y había que esperar a vientos fuertes para limpiarlos con zarandas (...) Existía
cuando llegamos una galera que hacía la carrera del Rosario a Melincué y pasaba a dos leguas de
distancia de nuestra casa de negocios. Esta galera estaba subvencionada para la correspondencia;
recibíamos y entregábamos la correspondencia cada ocho días (...) Con el principio de
colonización hecho por mis patrones, señores Madariaga, aquellos campos y sus contornos se
principiaron a poblar (...) Se dio principio entonces a alambrar los campos, a subdividirlos y
aumentar la población. Llegaron al Campo El Bagual de los señores Echesortu & Casas los
primeros colonos suizo-alemanes, en los campos que tres años antes había sido lanceado por los
indios don Manuel o Miguel Torres, no recuerdo cuál era de los dos hermanos...” (Citado por
Marrone, 1997: 28).
Este testimonio, entre varios de pioneros recopilados en el Libro de Oro de la Ciudad de Alcorta
(1892-1992), da cuenta de un escenario en conformación en el cual aparecen viejos y nuevos
actores. El mismo va a transformarse con el inicio del siglo acorde a las transformaciones que
tuvieron lugar en esas décadas mostrando la complejidad creciente de la estructura agraria.
Como sostiene Gras (2000) la dinámica de estas economías de exportación no puede ser
reducida al papel de la gran propiedad sino que debe considerar las relaciones entre tipos de
unidades diferenciadas.
17
Los actores que definirían el escenario local de 1912 eran heterogéneos , pudiendo señalar:
a) propietarios terratenientes, dueños de grandes extensiones de tierra, algunas de las que o bien
arrendaban en forma directa a los agricultores arrendatarios o a través de intermediarios. Bonaudo y
Godoy (1984) diferencian dentro del sector de grandes propietarios al “terrateniente tradicional absentista,
que logra obtener las elevadas ganancias a través de la renta diferencia que le proporciona la excelencia
del suelo, resultando un nivel de reinversión prácticamente nulo ya que se basa en una agricultura
17
Realizado en base a Grela, 1956; Scobie, 1968; Arcondo, 1980; Gallo, 1983; Bonaudo y Godoy, 1984.
66
extensiva; y el terrateniente capitalista, que pone en marcha un proceso productivo más racional,
manteniendo una supervisión más ajustada sobre el mismo y que reinvierte parte de sus rentas en
maquinaria, mejoras técnicas para el suelo, almacenaje, etcétera” (pág. 157). Por otro lado, la imagen
ofrecida por Gallo no es la de terratenientes que obstaculizaban el desarrollo agrícola de la provincia sino
de un conjunto de propietarios capitalistas que contribuyeron a incorporar y conformar un mercado
dinámico de tierras para la producción agrícola capitalista. Según señala Gras (2000), en la visión de este
autor, la agricultura no era una actividad desechada por los grandes propietarios en las zonas de la
provincia donde el cultivo de cereales no competía con la actividad ganadera. En muchos casos fue
emprendido por los propios empresarios que participaban de la colonización.
b) arrendatarios de grandes extensiones, quienes arrendaban tierras a la familia Alcorta y a otras familias
terratenientes para subarrendarlas a los agricultores arrendatarios, cuyo capital provenía de la propiedad
de la tierra o del comercio. Gallo (1993) lo asocia con el empresario colonizador caracterizado como un
sector heterogéneo en términos de su origen y trayectorias empresariales. Los datos que aporta permiten
conocer, que en la segunda mitad del siglo XIX, los propietarios que emprendieron la colonización
agrícola en Santa Fe estaban radicados mayoritariamente en la provincia. Entre ellos, es significativa la
presencia de comerciantes, muchos de ellos de la ciudad de Rosario. Estos datos permiten sostener al
autor que la colonización conllevó la incorporación de sectores no tradicionales, tanto por su origen
ocupacional como por su procedencia (inmigrantes, de otras provincias como Mendoza o Tucumán) o
lugar de residencia (comerciantes de Buenos Aires). Las variadas trayectorias de estos empresarios de la
colonización daría cuenta de procesos de rápida movilidad social que coexistían con la renovación de este
sector social: “[en la región central] entre el 50 y el 60% de quienes poseían tierras en 1872 las habían
vendido para 1888, permitiendo así la aparición de nuevos propietarios. Algo similar ocurrió en el sur. De
los sesenta propietarios registrados en 1883 sólo 26 seguían en posesión de sus tierras en 1895” (págs.
157-158);
c) compañías colonizadoras, además de los colonizadores “individuales”, intervinieron en la
colonización empresas. Los datos analizados por Gallo muestran que el 21% de la tierra
colonizada fue consecuencia de la actividad de empresas creadas con este fin específico. La más
importante fue la Central Argentine Land Company, integrada por accionistas de ese ferrocarril
para explotar las tierras dadas en propiedad por el Estado a ambos lados de la vía. En este
período, algunos bancos comenzaron a intervenir en operaciones en tierras en el sector rural.
d) colonos o agricultores familiares. La caracterización que hace Gallo (1983) hablaría de cierta
capacidad de acumulación, que difiere de la de Scobie (1968), cuya descripción se acerca más a la de un
campesinado medio, con capacidad de incorporar ciertas tecnologías que solo le permitían subsistir en
contextos de cambios, pero sin poder controlar recursos fundamentales como la tierra. Este obstáculo para
Scobie descansa en el carácter institucional de la gran propiedad y el papel subordinado de la agricultura
en las primeras décadas de su desarrollo en la región pampeana (Míguez, 1986). Entre los colonos,
67
econtramos los colonos arrendatarios, mayoritariamente extranjeros de origen italiano, dedicados
al cultivo de maíz, actividad a la que se dedicaba el trabajo familiar. Obligados a pagar un
elevado canon al propietario o gran arrendatario por el arrendamiento de las tierras. Asimismo
eran responsables del mantenimiento de la insfraestructura del campo (alambrados, caminos,
etc.). Llegada la cosecha el terrateniente controlaba la trilla y desgrane realizada con la
máquinas de la administración y una vez recogido el grano estaba obligado a venderlo al
terrateniente, gran arrendatario o al comerciante. Bonaudo y Godoy (1984) clasifican en este
grupo a los `arrendatarios chacareros´ constituido por pequeños y medianos propietarios que
disponen y planifican la producción, contratando generalmente mano de obra asalariada
permanente u ocasional, concurriendo `libremente´ al circuito de comercialización –sin escapar,
por supuesto, del control de las grandes empresas comercializadoras- y con firmes posibilidades
de acumulación, sobre todo en las épocas de buenas cosechas; por otra parte, el `pequeño y
mediano arrendatario´, y el `arrendatario campesino´, ocupante precario de una reducida
parcela, quien padece las mismas limitaciones que el arrendatario chacarero con la diferencia
que no está en condiciones de acumular. Dependiendo fundamentalmente del trabajo doméstico,
se encuentra constantemente ante la posibilidad de perder la tenencia de su parcela por
endeudamiento y de convertirse en un asalariado” (pág. 160);
e) comerciantes de ramos generales, asentados en los centros poblados cerca de las colonias que
proveían a los agricultores de insumos adelantados a crédito, por lo general, anual;
f) exportadores de cereales, bajo una estructura monopólica tres de las más de quince
compañías que participan comercializan más del 80% de la producción de cereales (Arcondo,
1980: 358);
g) peones agrícolas, el maíz a diferencia de otros cereales requería mucha mano de obra para la
cosecha. Trabajaban en las cosechas cuando la capacidad de trabajo familiar no bastaba.
Carentes de toda protección;
h) empresas de transporte.
Una de las características del grupo de agricultores arrendatarios era su condición de
subalternidad18 marcada por su extrema complejidad: la profunda ambivalencia que se balancea
18
Ranajit Guha, exponente de la Escuela de Estudios Subalternos, definió al “subalterno, a grandes
rasgos, como cualquiera que esté subordinado en términos de clase, casta, edad, género y oficio o de
cualquier otro modo” (Mallón, 1995: 90).
68
entre sus anhelos de alcanzar la propiedad de la tierra, y experimentando la situación de
opresión de los terratenientes respecto de los contratos leoninos.
Es preciso diferenciar entre dos grupos de agricultores: a) los arrendatarios
“predecesores” que se transformaron en propietarios hacia fines del siglo XIX cuando el valor
de la tierra era inferior en grado superlativo; y b) los arrendatarios protagonistas del Grito de
Alcorta.19 Estos grupos serán distinguidos por: su condición de inmigrante o criollo; las
posibilidades estructurales de acceso a la propiedad de la tierra (desfavorables para estos
últimos)20 y la relación que establecieron con el terrateniente. 21
Un documento sobre el viaje del Cónsul de Italia en Rosario, Sr. Adlolfo Rossi y su
informe Note e impressione d’un viaggio nel distretto consolare di Rosario de 1914, dirigido al
gobierno italiano sobre las condiciones sociales y de vida de los inmigrantes en nuestro país,
resultó un hallazgo importante para poder situarme en la época y en el modo de vida de quienes
protagonizaron la protesta.22 La historiadora Adriana Martino (1984) reprodujo ese testimonio
sobre la vida de los inmigrantes italianos en las colonias santafesinas, en un itinerario por más
de treinta ciudades:
“Los italianos emigrados a la provincia de Santa Fe hace ya treinta o cuarenta años y que se
convirtieron en propietarios cuando la tierra estaba a buen mercado, se hallan bien y deben
agradecer al cielo el haber venido a la Argentina cuando se compraban a diez o veinte pesos la
hectárea los terrenos que hoy valen de 250 a 400 pesos y casi 500 pesos. Este enorme aumento
de precios que enriqueció a los primeros en llegar, es en cambio la ruina de los que arribaron en
19
Según señala Hora (2002: 207), el cambio fundamental ocurre en la década que precede a la Primera
Guerra Mundial cuando tres millones de inmigrantes europeos ingresan al país. Esto determina un
aumento de la oferta de fuerza de trabajo que era escasa.
20
Míguez (1986) en base al estudio de Gallo señala que “la colonización santafesina pone seriamente en
duda la hipótesis tradicional según la cual la `oligarquía agraria´ habría excluido (voluntariamente) al
inmigrante de la propiedad de la tierra. Tanto desde la administración pública, por ellos dominada, como
en el marco de su propia actividad privada, los grandes terratenientes de Santa Fe impulsaron un proceso
destinado precisamente a poner al alcance de los recién llegados, proceso que incluye el otorgamiento de
facilidades crediticias para compra de parcelas y el asentamiento del colono” (pp. 96-97).
21
Como veremos más adelante, Arcondo (1982) realiza la clasificación de los actores que conformaban el
escenario de la época en base al grado de desarrollo de desarrollo o de penetración del capitalismo en el
agro.
22
Asimismo, James Scobie (1968) reproducía lo siguiente: “La grandeza de la Argentina como
productora de trigo no la hicieron los pocos afortunados. Como afirmaba Bernard W. Snow, un
estadígrafo y experto comercial de Estados Unidos que visitaba la Argentina poco después de comienzos
de siglo: ´Todo el secreto de la capacidad argentina para producir cereales reside en el bajo nivel de vida
de quienes están vinculados a la agricultura” (pág. 91).
69
los últimos años. Estos, que no pudieron adquirir tierras porque cuestan mucho y que las han
tomado en arriendo a precios actuales, se encuentran mal, casi malísimamente (...) Un viaje a
través de esta provincia hace pensar en un nuevo poema dantesco en el cual el paraíso está
representado por los arrendatarios que accedieron a los arriendos de sus parcelas a precios
exorbitantes; y el infierno por los nuevos inmigrantes que no encuentran trabajo o son tan mal
pagos que se debaten permanentemente entre las deudas y las privaciones de todo género.
Estando así las cosas, la emigración italiana no es la más aconsejable en la provincia de Santa
Fe... (...)
Y prosigue:
“Aquellos que tuvieron la oportunidad y fortuna de comprar la tierra en los buenos tiempos,
aunque sean pequeños propietarios, tienen casas decentes y, a pesar de los periódicos daños de la
sequía, el granizo y la langosta, la pasan bien y pueden mandar a sus hijos a la escuela. Una
buena cosecha compensa tres malas. En tanto los arrendatarios, que cambian patrón cada año, a
razón de dos o tres, no teniendo ni los medios ni los intereses para construir casas de material,
viven en miserables chozas de barro y pasa; las enormes distancias les impiden mandar a sus
hijos a la escuela y la falta de dinero no les permite mantenerlos en los colegios de la ciudad.”
(Citado en Martino, 1984: 52).
Según señala Scobie, los inmigrantes suizos comenzaron la colonización rural en la Argentina.
“La mayor parte de los que llegaron a estas tierras antes de 1870 se convirtieron en chacareros.
Pero el predominio en materia de mano de obra agrícola pasó muy pronto a manos italianas”
(1968: 74).
Las posibilidades de acceso a la propiedad de la tierra para el primer grupo de inmigrantes,
estuvo ligada a los intereses de los ganaderos. Hacia 1880 se abre las posibilidades de exportar ganado en
pie a Europa, pero los nuevos clientes exigieron carnes más tiernas que las secas destinadas hasta
entonces al tasajo. El mejoramiento de las carnes implicaba convertir las tierras en praderas y para ello
había que recurrir a agricultores europeos, atraerlos a través de las políticas de inmigración y
colonización. Es conocida la recomendación que el ganadero Benigno del Carril formulaba a sus colegas
en Praderas de alfalfa en la República Argentina, publicada en los Anales de la Sociedad Rural
Argentina, Vol. XXVI (1892), N° 11:
“La tierra se divide previamente en potreros alambrados de 1.600 a 2.000 hectáreas y enseguida
se subdivide en lotes amojonados y numerados de 200 hectáreas, sin alambrado intermedio.
Estos lotes se arriendan a chacareros italianos con elementos y recursos propios a razón de $4
m/n anuales la hectárea por el término de tres años, con la obligación de dejar el terreno
sembrado con alfalfa al finalizar el contrato, siendo de cuenta des establecimiento proporcionar
la semilla de alfalfa” (pág. 274).
70
El régimen de arrendamientos y aparcería o mediería fueron distintos mecanismos que utilizaron los
terratenientes para cultivar sus tierras. La aparcería o mediería fue la más común y asequible de las
formas de arriendo en un comienzo. Los compromisos se asumían por uno o dos años y para el inmigrante
que no poseía capital era la forma más propicia pues sólo arriesgaba su trabajo. El terrateniente ponía las
semillas, herramientas y animales. Levantado el trigo y cobrado, el mediero si disponía de alguna
ganancia podía convertirse en arrendatario.
Sin embargo, no todos los terratenientes -muchos de los cuales vivían como rentistas en París
(Hora, 2002)-arrendaban directamente sus tierras; se valían de intermediarios que arrendaban las tierras
en dinero y luego subarrendaban a los agricultores. De ahí que el vínculo que los arrendatarios establecían
con los dueños de la tierra era variado, y estimo que conocer las características que asumía dicho vínculo
es también importante para comprender el acontecimiento y la acción política de los colonos.
23
En la mayoría de las colonias que se rebelaron contra los propietarios, el mismo no fue
personalizado. En la mayoría de los casos, estuvo mediatizado por los intermediarios
(mayordomos) y la presencia de los propietarios era desconocida, excepto a la hora de los
arreglos contractuales muchos de los cuales incluso eran verbales.
Una denuncia de la Sociedad Cosmopolita de Firmat, que data del 12 de julio de 1912,
permite comprender la construcción del sentimiento de injusticia que comenzaba a
experimentarse en las colonias:
“El Señor Fuentes [propietario] se niega a dar los comestibles a un mediero que tienen los
peones en su casa para terminar la junta de maíz. Dicho colono no puede vender sin el conforme
del señor Fuentes y tampoco tener crédito en ninguna casa. Al colono no le queda más remedio
que morirse de hambre o plegarse a la voluntad del señor feudal. Se le insulta groseramente
provocando con su actitud la indignación de la colonia” (citado por Grela, 1985: 95)
Los modelos de los contratos de la época que ilustra el libro de la Federación Agraria Argentina
sobre el Grito de Alcorta (1987: 113) reflejan las condiciones leoninas que imperaban sobre los
arrendatarios, a saber:
Art (): El arrendamiento actual convenido es el 40% de todo el cereal cosechado, trillado y/o
desgranado en la fracción arrendada. El arrendatario se obliga a entregar el grano limpio, seco y
sano, a elección del propietario, puesto en bolsas nuevas, de exportación, libres de gastos y
puesto en la estación del ferrocarril (...) (Año 1912).
23
La historiografía nos informa que la explotación en la Edad Media estaba basada en una cierta
“reciprocidad”, en las obligaciones entre el Señor feudal y su siervo. En la Revolución Industrial, nos
hace notar E. P. Thompson (1989) “es “despersonalizada”, en el sentido de que no se admiten
obligaciones durables de reciprocidad; de paternalismo o deferencia” (pág. 213).
71
Art (): El arrendatario destinará toda la fracción de tierra arrendada a la agricultura sembrando
aquellos cultivos que disponga la propietaria. Podrá utilizar el 6% de la superficie para pastaje de
los animales.
Art (): El arrendatario se compromete a no tener ningún animal o ave sin el consentimiento del
propietario o de su mandatario. Queda autorizado a tener dos vacas lecheras (Más adelante
veremos que hacia 1930 estas cláusulas no han variado sustancialmente) (Véase Anexo I para un
modelo de contrato de la época).
Los contratos no eran regulados y como explica Solberg el gobierno nacional, cuya principal
base de sustentación era le elite terrateniente, se negaba a intervenir en lo que legalmente era
considerada una “disputa contractual privada” (1971:26). Por otro lado, los contratos tampoco
reconocían las construcciones realizadas en los campos o instalaciones. Por ello fue en la
vivienda donde se marcarían la marginalidad y la postergación. Porque además, al término del
contrato las familias debían abandonar el campo, su casa e instalaciones y volver a construirlos
en otro campo.
Según señala Scobie (1968), “muy pocos de los que no habían adquirido la propiedad para
mediados de la década del 90 pudieron hacerlo en adelante. Durante los últimos ocho años del siglo el
precio de trigo descendió en un 40% (...) Al mismo tiempo, la hipoteca o contrato de colonización, fijados
mientras el papel moneda se depreciaba, se convirtieron en un costo enormemente pesado” (pág. 63).
Una nota publicada en la británica Review of the River Plate hacía especial referencia a la
situación de los agricultores: “No se dispone de estadísticas al respecto, pero no cabe duda de que en los
malos años posteriores a 1894 gran parte de la tierra de que eran dueños pequeños propietarios, pasó a
manos de acreedores hipotecarios” (citado pro Scobie, 1968: 65). Scobie señala las estadísticas sobre
posesión de la tierra de 1899-1900: Santa Fe recogía 11.500 chacras con cultivo de trigo y Buenos Aires,
8.000, sólo registraban el 39% de las mismas como propiedad del cultivador. El resto era sembrado por
aparceros y arrendatarios” (pág. 65).
Entre los últimos inmigrantes en arribar, los sueños de alcanzar la propiedad de la tierra,
que los había animado a cruzar el océano, se alejaban cada vez más.24
24
Según señala Jorge Sábato 81991) “la tierra habría sido cara para los chacareros no porque los
terratenientes le pusieran un precio arbitrariamente alto sino porque la ganadería bovina podía competir
perfectamente con la agricultura en rentabilidad por hectárea” (pág. 59).
72
Según expresa Scobie (1968), “los que ya tenían tierras, poder o dinero monopolizaban
las riquezas recientemente desarrolladas de las pampas. El hombre que labraba la tierra o
cuidaba los animales arrastraba una magra existencia. Si había salido de Europa a consecuencia
de la pobreza y la desesperación, por lo menos no moría de hambre en la Argentina, pero se le
ofrecían muy pocos incentivos, y en la mayoría de los casos la posesión de la tierra estaba fuera
de su alcance” (pág. 14).
Acceso a un mercado que estaba cancelado a esos individuos “incultos”, “analfabetos”,
“extranjeros”, “pobres”. Aislados geográfica, política y culturalmente de la sociedad más
amplia, comunicándose con su lengua de origen, con difíciles posibilidades de acceder a la
educación25, el cemento era un profundo sentimiento de injusticia frente a un orden que los
objetivaba como personas.26
En la Argentina de comienzos del siglo XX, las relaciones transnacionales no sólo eran
del capital financiero o de la actividad agropecuaria ligada a los mercados mundiales, también la
fuerza de trabajo migrante hacía surgir preguntas sobre las representaciones de lo “nacional” y
“lo extranjero”. Al respecto, el diario La Nación, vocero de la clase alta, aludía a aquellos
inmigrantes de este modo:
“Los agricultores no se asimilan al país porque viviendo en colonias aisladas, en un ambiente
propicio a sus costumbres que perpetúa el recuerdo de su patria, no intervienen factores de
disgregación capaces de vincularlos al suelo. El medio no los agarra puesto que el crisol no es
suficientemente fuerte para fundirlos y amalgamarlos. Verdad que poco interés pueden tener en
asimilarse los que están de paso, pensando siempre en volver a la tierra de nacimiento, atraídos
por los efectos no transplantados.” (29,VII, 1912, pág. 9; citado en Arcondo, 1980: 373).
En su artículo Solberg (1971) muestra la relación entre el sufragio y su influencia en el diseño e
implementación de las políticas agrarias públicas de los gobiernos argentinos. El Censo de
Población de 1914 mostró que sólo 33,219 inmigrantes, es decir, el 2.25 % de la población
masculina adulta extranjera, se había convertido en ciudadanos y casi la mitad de ellos vivían en
la capital de la Nación. Según expresa el autor, esa minúscula tasa de naturalización de los
agricultores reflejaba su identificación con los valores e instituciones nacionales, y
25
A pesar de la vigencia de la Ley nacional de educación 1420 del año 1884 cuyo proyecto educativo era
instrucción gratuita, obligatoria y gradual para todos y el nacimiento de las Escuelas Láinez (1905).
26
“En un principio el colono tenía poco que ver con el ámbito que lo rodeaba. Hablaba su idioma de
origen –no tenía escuelas donde aprender o sus hijos el castellano- y se relacionaba con otros inmigrantes
como él. Vivían dentro de un horizonte gringo, transculturado. Fuera de su pequeño mundo no había ley
ni juez que lo protegiera” (Winkler, 1971: 244).
73
probablemente esa integración, que podría haberse concretado vía el acceso a la propiedad de la
tierra, fue clausurada para ellos. 27
A comienzos de siglo los inmigrantes no eran sujetos de derecho. Impedidos de ejercer
libremente sus derechos ciudadanos, carecían de canales institucionales de expresión; sus
lugares de socialización política eran los Clubes de Extranjeros. En una democracia restringida
ellos no ejercían interés entre la clientela de los partidos políticos.
Un rasgo que señala Scobie (1968) sobre la colonización es que “los agricultores –
colonos o arrendatarios- no vivían por regla general en poblados, ni iban todos los días a
cultivar los campos circundantes. A consecuencia de a agricultura extensiva, con su roturación
superficial de amplias extensiones, las casas estaban dispersas y separadas unas de otras por
considerables distancias. En la época en que 30 hectáreas constituían la unidad básica del
cultivo de trigo, era preciso, sin embargo, recorrer grandes distancias a pie o a caballo para
llegar a la casa de un vecino; con 200 hectáreas la distancia aumentó, y la posibilidad de que las
instituciones sociales llegasen a la chacra disminuyó en la misma proporción. Las bodas, los
funerales y las fiestas religiosas podían justificar el largo viaje al pueblo o la ciudad” (pág. 82).
Un aporte interesante para comprender el proceso de conformación de esa cultura que se
plasmaba en las colonias fue la aparición de la chacra-escuela hacia fines del siglo XIX. “Fue la
vocación de superación demostrada por los vecinos en forma mancomunada, llevándose a la
práctica una tarea educativa con instrucción elemental, a cargo del vecino más ilustrado del
grupo o por medio de un maestro contratado, idóneo o aficionado (...) organizada en alguna
vivienda de la colonia, la chacra-escuela se constituía en eje de la misma. (...) las dificultades en
la enseñanza eran mayúsculas. En muchos casos se realizaba en la lengua materna y todos, junto
al maestro, aprendían el nuevo idioma. (...) El periódico La Tierra por algún tiempo, difundió
una página en italiano reflejando esta realidad” (FAA, 1997: 20).
Respecto de esa cultura que se plasmaba en las colonias, el libro de la FAA rescata las
costumbres de aquellos colonos inmigrantes:
“El domingo era día de descanso. Las visitas generalmente se daban entre connacionales. Mas
adelante por la influencia de la escuela y del avance del sindicalismo y del cooperativismo, las
relaciones se fueron ampliando a todo el medio. Nunca faltaba, colgando del tirante de la cocina,
una mandolina, la guitarra o la guzla. El acordeón era instrumento corriente. Durante las noches
serenas, arrancando característicos acordes, se podía oír desde muy lejos; muchas veces de dos o
27
Véase al respecto Bonaudo, Marta y Godoy, Cristina (1985) “Una corporación y su inserción en el
proyecto agro-exportador: la Federación Agraria Argentina (1912-1933)”, en Revista Anuario Nº 11,
Universidad Nacional de Rosario, Escuela de Historia. Las autoras describen la prédica de la
nacionalización que desarrolla la FAA desde su periódico en 1918, haciéndose cargo incluso de las
gestiones para obtener la carta de ciudadanía.
74
tres chacras de distancia. El canto y la música podían más que la miseria económica a la que
estaban sometidos. Era común, en las madrugadas, a veces en pleno trabajo, oír las más variadas
y hermosas canciones de las distintas nacionalidades. “La bella romanina”, “La violeta” o
“Masaulin di fiori” se mezclaban con el mugir de alguna vaca llamando a su ternero o con el
trinar de los pájaros. –Por que no decirlo-: ¡cuántas veces se escucho alguna opera! Con el
tiempo, en el centro de la colonia se fue instalando el almacén de primeras necesidades, donde se
afianzó el típico boliche, lugar de reunión de casi todos los hombres de campo.” (pp. 17-18).
En los relatos de los participantes o de los periodistas no faltan alegatos a las formas miserables
en que se desenvolvía la cotidianidad. 28 A modo de ilustración transcribo fragmentos de una
entrevista realizada al hijo de Francisco Menna, uno de los referentes de la rebelión:
“Mi padre vino a la Argentina en 1901 con su futuro suegro, que sería mi abuelo, y un tío.
Estuvieron en Roldán en una chacra tres años. Juntaron dinero y mi padre se fue a Italia porque
con mi madre ya eran novios allá. Se casó en Italia y se vino a la Argentina y se trajo a la suegra,
a dos cuñados más y a una hermana de mi madre. Estuvieron en Roldán, en Arequito y después
vinieron a Alcorta en 1907 o 1908, al campo La Adela. (...) Era una vida triste, de mucha
pobreza. Los rindes eran pocos, todos los colonos estaban “metidos”, lo que se cosechaba había
que entregárselo a los almaceneros. El precio del cereal en aquel tiempo, era un par de pesos,
siempre se quedaba debiendo. Una vida miserable: mate cocido, pan duro, leche porque se
ordeñaba, huevos; la carne no se conocía.” (citado en Palacios, 2002: 36)
En el otro extremo, una pequeña elite de familias pertenecientes a los sectores dominantes que
dirigían el destino político del país llamaba la atención de los visitantes extranjeros, señala Hora
(2002), con sus hábitos de consumo suntuario. “Grupo altanero y encerrado en sí mismo, cuyos
miembros pertenecían al Jockey Club, el Círculo de Armas y el Club del Progreso” (...)
“Abandonar el castillo y el parque de una estancia y visitar el rancho de una sola habitación del
arrendatario italiano era explorar los extremos opuestos de la vida pampeana”, sugiere Scobie
(1968: 15).
28
Especialmente, en “El viaje del señor Cónsul” hacia 1914, podemos acercarnos a comprender la
situación miserable de dos testimonios recogidos en la localidad de Alcorta: “Doménico De Marchi, padre
de cuatro hijos, trabajador de 27 años, conducía al 30%, sesenta has. de tierra y tenía 5.000 pesos de
deuda. Vivía con su familia en una choza de barro. En otro de esos miserables “tugurios” habitaba Enrico
Givotti, de Macerata, padre de siete hijos. Tenía en arriendo 200 hectáreas al 30% y 68 años de edad y
muchos meses de enfermedad. No ha podido llamar al médico- preguntó el cónsul a la mujer del
agricultor.-Señor, respondió la pobre señora con lágrimas en los ojos -¿cómo llamar al médico si no
podemos pagar ni siquiera al patrón? Tenemos de tres a cuatro mil pesos de deuda” (pág. 50).
75
Desde otra perspectiva, Hora (2002) en su libro refiere al último período “dorado” del
siglo XIX
como aquel en que “le permitió irradiar su poderosa influencia más allá del
restringido círculo de los grupos propietarios, y sus hábitos y costumbres se convirtieron en
objeto de extendida emulación” (pág. XVII). Sin embargo, la década de 1910 se caracterizará
por una “lenta pero irreversible erosión de poder y la influencia de los magnates territoriales de
la Argentina (…) Para fines de la década de 1920, prácticamente todos los grupos de la sociedad
veían en ellos un ejemplo acabado de clase parasitaria y retardataria” (Hora, 202: 203). Lo que
no significa que su poder se haya licuado.
6. Corren aires de rebeldía
“Ahora o nunca. Sólo la huelga nos liberará de tanta injusticia. Estamos empeñados en paralizar
las actividades agrarias cueste lo que cueste y caiga quien caiga” (Grela, 1985: 58).
En el origen de la huelga de 1912 los trabajos citan factores económicos que actúan, desde mi
punto de vista, como condiciones necesarias pero no suficientes para comprender esta acción
colectiva en la que participaron alrededor de cien mil agricultores y que se extendiera a otras
provincias (sur de Córdoba, E. Ríos, norte de Buenos Aires y La Pampa) al cabo de tres meses.
Plácido Grela (1956: 45) señala el aumento de la superficie sembrada de 1 millón de
hectáreas aproximadamente (23 millones de hectáreas en total); el proceso de profundización de
ingreso de 323.403 de inmigrantes (64.896 agricultores y 112.403 jornaleros). Pero
fundamentalmente, a pesar de un enfoque diferente (como veremos más adelante) coincide con
Aníbal Arcondo (1980) en enfatizar la mala cosecha de 1911 y la excelente cosecha de 1912, la
cual no alcanzó a pagar las deudas contraídas por los arrendatarios con las casas de ramos
generales (en cambio, esos beneficios se traducían para los empresarios colonizadores y
propietarios quines en concepto de renta obtuvieron el equivalente a más del 30% de la cosecha
neta) (Arcondo, 1980: 372).
“Las excesivas cotizaciones del maíz en el mercado interno provocadas por la escasez
derivada de la cosecha de 1910/1911, llevó a los agricultores a crearse faltas expectativas.
Cuando durante el mes de abril de 1912 el maíz descendió de 9 pesos que se cotizaba a 5,3, los
agricultores empezaron a comprender la triste realidad y a manifestar sus quejas, basándose en
la comparación del precio del maíz que descendía y el de sus insumos que habían
experimentado un alza pronunciada” (Arcondo, 980: 371-372).
El conflicto comienza a gestarse en los meses de abril y mayo. Coincide con el período
de finalización de recolección del maíz y preparación y siembra para la próxima cosecha,
76
período del llamado “tiempo muerto” durante el cual era costumbre caber las renovaciones de
los contratos (Arcondo, 1980).
Los primeros indicios del malestar se reflejan en las reuniones que mantienen los
colonos de Firmat y Alcorta, en el latifundio “La Sepultura” en el que vivían la mayor parte de
los agricultores que participaron activamente de la huelga (Grela, 1956: 52).
Las reuniones tenían lugar en la chacra de Francisco Bulzani, el sótano del comerciante
Angel Bujarrabal y las plazas públicas. También desde el púlpito los curas párrocos de Alcorta
Pascual Netri y José Netri defendían las causas de los arrendatarios. Aún más, según afirma
Grela (1956: 66) el primero se encargó en poner en contacto a los colonos con su hermano, el
abogado Francisco Netri, que vivía en la ciudad de Rosario y quien tendrá un significativo rol
como asesor legal del movimiento de arrendatarios y luego en la creación del gremio hasta su
asesinato en 1916.
De esas reuniones surge el primer Comité de Huelga de Alcorta, Firmat, y Bombal,
localidades vecinas, presidio por el colono Francisco Peruggini y el maestro rural Francisco
Bulzani, quienes más tarde conformarían en Centro de Agricultores Independientes junto a
Francisco Menna, Francisco Capdevila y José Gilarducci (cuenta la saga que el nombre
Francisco mucho ha tenido que ver).
En la narración de Grela (1956: 68), la reunión que fijará la asamblea que dará inicio a
la huelga fue celebrada en la casa del comerciante Bujarrabal junto a los agricultores y al Dr.
Netri quienes aceptaron el programa escrito por el comerciante:
“Realizar una gran asamblea en Alcorta y decretar, ese mismo día, la huelga general. Invitar al
acto a los dirigentes de Bigand, Bombal y Firmat. Los organizadores invitarán a Luis Fontana y
al Dr. Francisco Netri para que hagan uso de la palabra. Por Alcorta hablará el colono Francisco
Bulzani. El acto se anunciará mediante el disparo de bombas”
El Dr. Netri sometió a la aprobación de los reunidos un nuevo tipo de contrato de
arrendamiento, el que fuera aprobado por unanimidad y leído en la histórica Asamblea realizada
en la mañana del domingo 25 de junio de 1912 en el local de la Sociedad Italia de Socorros
Mutuos de Alcorta.
“Los agricultores de `La Adela´ y `La Sepultura´ formaban una caravana de sulkys que
cubría tres kilómetros del camino”, testimonia la carta que un agricultor, don Nazareno
Lucantoni, dejó entre sus memorias del día 25 de junio de 1912 en que la Asamblea anunciaría
la huelga general de los colonos y el nuevo proyecto de arrendamiento y aparcería.
“El aspecto era imponente, pues aquella gran masa de hombres acostumbrados a
empuñar el arado, convertida en asamblea deliberativa, causaba una impresión casi
77
exótica y semejante en algo a las que producen en el ánimo del observador, los grandes
concursos populares en que se debaten las cuestiones ideológicas, de índole política o
doctrinaria, en pro del surgimiento de las colectividades conscientes de sus derechos”,
describía la crónica del periodista que había estado presente en la Asamblea del 25 de
junio de 1912, publicada en el periódico rosarino “La Capital” (26 de junio de 1912).
Ese día, más de dos mil colonos y sus mujeres y niña/os que viajaban desde colonias vecinas,
Bigand, Carreras, Firmat y San Urbano, se concentraron y rebalsaron la capacidad del local de
la Sociedad Italia. El comercio de Alcorta cerró sus puertas, solidarizándose con los colonos.
Colonia y pueblo se congregaron dispuestos a tomar decisiones y a escuchar las palabras de los
oradores (Grela, 1056: 69).
A las tres de la tarde comenzó a deliberar la asamblea, siendo Francisco Bulzani el
primer orador cuyo discurso transmitía el malestar colectivo:
“No hemos podido pagar nuestras deudas y el comercio, salvo algunas honrosas excepciones,
nos niega la libreta. Seguimos ilusionados con una buena cosecha, y ella ha llegado, pero
continuamos en la miseria. Apenas si nos alcanza el dinero para pagarle al almacenero que nos
viene surtiendo todo el año. Esto no puede continuar así. Tenemos que ponerle punto final a tan
triste como temeraria situación., caso contrario se producirá el éxodo campesino que debemos
evitar a cualquier precio. Los propietarios se muestran reacios a considerar nuestras
reclamaciones y demandas. Los hemos invitado a la reunión que hemos realizado el 17 de este
mes en este mismo lugar y, después de prometer que asistirían, no se les vio ni el polvo. Creen
que lo que nosotros pedimos no se ajusta a la realidad. Pero si hoy sonríen por nuestra protesta,
pueda que mañana se pongan serios cuando comprendan que la huela es una realidad” (citado
por Grela, 1956: 69-70).
Luego del discurso de otro de los dirigentes Luis Fontana, el Dr. Netri leyó su proyecto de
contrato y comparó con los que regían en la zona para analizar las diferencias. El Diario “La
Capital” (17/6/1012) transcribe el nuevo proyecto, que recibió la aprobación de los colonos
reunidos:
“Ofrecer el 25% en parva y troje.6% de pastoreo. Libertad de trillar y desgranar con la máquina
que cada uno desee, salvo los casos de venta en troje. Dar aviso con 5 días de anticipación a la
trilla al dueño del campo y concederle un plazo de 8 días para que retire el arrendamiento.
Contratos no menor de 4 años” (citado por Grela, 1956: 71-72).
78
Ese día Bulzani propuso la declaración de huelga en toda la colonia de Acorta por tiempo
indeterminado hasta que los propietarios firmasen el nuevo pliego de condiciones. Con la
aprobación unánime de los colonos se inició la paralización total de las actividades.
Luego de trascurridos dos días, los primeros propietarios que aceptaban firmar los
nuevos contratos fueron los hermanos Cucco en Alcorta, y Víctor Bigand en el pueblo que lleva
su nombre. Las resonancias de la huelga tomaron estado público en el Congreso de la Nación y
la Sociedad Rural de Rosario29 (representante de los intereses de los propietarios) que no
aceptaba la petición de los colonos, mientras estos continuaban organizando manifestaciones en
las plazas públicas y buscando la adhesión de otras colonias.
Según reseña Grela (1956: 83), recién el 8 de agosto de 1912 comienza a declinar el
movimiento huelguístico dado que los propietarios aceptaran las condiciones y a fines de agosto
muchos agricultores volvieron a su rutina de trabajo, sólo en los campos en los que los
propietarios hubiesen acordado. En aquellos campos en los que la huelga continuaba los colonos
prestaron su apoyo moral y material.
Una entrevista que mantuve con dos de los hijos ancianos de la familia Bulzani en la
ciudad de Alcorta, es ilustrativa al respecto:
“Mi mamá salía con el sulky por las noches a repartir por la colonia en 1912 harina, café, de
todo, a los colonos. Ellos no podían vender nada, él (refiriéndose al comerciante Bujarrabal) era
el único que tenía bienes para ayudar” (octubre de 2003).
7. La tradición de la disidencia
29
Según señala Grela (1956:87) el 13 de julio de 1912 los propietarios celebran su primera reunión y
eligen una comisión y dictan una resolución:
1º Reiterar telegráficamente de los poderes públicos, el pedido de auxilio para que los colonos que deseen
trabajar puedan hacerlo sin amenazas ni violencias de los huelguistas, haciendo una relación de los
atentados producidos.
2º Que se aconseje a los propietarios o arrendatarios de campos que se entiendan directamente con los
colonos de sus campos, sin que tomen participación alguna elementos extraños;
3º Que a la brevedad posible la Comisión de la Sociedad Rural de Rosario nombre tres personas en cada
colonia o estación de ferrocarril donde haya movimiento huelguístico, para que intervenga procurando un
avenimiento con las partes.
4º Publicación de un manifiesto para levantar los cargos hechos a los propietarios cuya redacción se
designó una comisión compuesta por los señores Pedro L. Nicolorich, Manuel Gigena Vergara, Manuelk
Vergara y Pedro Castañé Molina.
79
Como expresa E. P. Thompson para contrariar la interpretación “reconfortante” de la llamada
visión espasmódica” que expresa que “Los disturbios fueron „rebeliones de estómago‟ (…) La
línea de análisis es: hambre-elemental-instintiva” (1995 [1978]: 214), la opresión económica
que experimentaban los colonos no es un dato suficiente para comprender el pasaje de la
sumisión a la rebelión.
El “apartheid político” que señala el historiador (1989: 207) para la clase obrera inglesa,
permite caracterizar a este grupo como “clase-objeto” en términos de Bourdieu. Las condiciones
de opresión económica y política que afligían a los colonos, estimularía la cohesión social y la
solidaridad necesarias para emprender la protesta. No obstante, la amargura de la privación, era
necesario la construcción del enmarcado de la injusticia. La experiencia común determinó la
construcción de una imagen de la sociedad que, por encima de todo, era una imagen de
desigualdades explícitas y vividas. Esta experimentación se hace carne en el momento de la
“aparición”, en el pasaje de los encuentros ocultos y nocturnos en los lugares privados (la
pulpería, la chacra del maestro rural Francisco Bulzani o el sótano del comercio de Angel
Bujarrabal, quien sostuvo económicamente a los huelguistas) a la intervención en el espacio
público de las plazas, las calles, proceso que se acompaña de la acción y el discurso que anima
la protesta.
Contrariando la “visión espasmódica” de la protesta, me inclino a pensar en el bagaje
cultural que trajeron los inmigrantes consigo en sus baúles. Hubiese sido fácil –en los tiempos
teñidos por el cinismo político o en una lectura actual- prever que la protesta era, pues,
inminente. A la opresión económica, se unían una vida miserable y una opresión política.
Por otro lado, la acción militante chocaba con un límite; las leyes de deportación (Ley
de Residencia N° 4.144 sancionada el 23 de noviembre de 1902 y, posteriormente, la Ley de
Defensa Social N° 7.029) y la represión intentaban coartar sus ideales.
Dice E. P.Thompson (1989): “Después de todo gran cambio en la actitud popular, tiene
lugar por lo común, un endurecimiento y una contracción” (pág. 112). Fue, sin duda, este nuevo
modo de aparición de la política en el mundo de las colonias, que generó en las clases
terratenientes al menos incertidumbre. Y cuál si no la ecuación protesta = delito con que se
intentará disolver toda posibilidad de emancipación de los subalternos. La protesta será
respondida con la deportación de los inmigrantes “activistas”, la represión de los manifestantes,
el encierro de los curas párrocos y culminará con una serie de asesinatos políticos de sus líderes
más importantes entre los cuales el Dr. Francisco Netri, el abogado que acompañó y asesoró a la
comisión de los colonos, formulará un mito.
El momento de superación de aquellas identidades “náufragas” que, sin quedar presas
de particularismos basados en las diferencias, lograron articular la “cadena de equivalencias” en
un discurso político alternativo, fue posible, estimo, cuando experimentaron el poder de actuar
juntos.
80
A mi modo de ver, la protesta de 1912 fue embrionariamente revolucionaria, creadora
de tradiciones políticas. Se enfrentó con el poder terrateniente, inventó nuevas formas de
articulación política y organizativa que implicó un momento de viraje en la historia de la
sociedad. Las tradiciones perviven en las prácticas. Por ello, antes de adentrarnos en la
construcción de la identidad política de los campesinos, buscaré en las “ruinas emergentes”
(Santos, 2000) de la cultura de los colonos la “tradición de la disidencia” (E. P. Thompson,
1989).
¿Dónde nace la tradición disidente de estos hombres y mujeres? ¿Cómo se conforman
las prácticas deliberativas, las formas asamblearias de organización?
Para Grela (1958) dicha tradición hunde sus raíces en las ideas que, tal vez, sus padres o
abuelos transmitieron oralmente en sus recuerdos de las luchas de los labriegos irlandeses contra
los terratenientes ingleses entre 1870-1880, o la huelga de los colonos italianos contra los
terratenientes en 1906.
81
Recordemos que “aunque la mayoría viviera en Europa en pequeños nucleamientos
urbanos, estaban igualmente vinculados al campo a través de parcelas minúsculas a las que se
trasladaban diariamente para trabajarlas, como lo habían hecho sus antepasados durante siglos”
(Nario, 1983: 18).
El libro de Antonio Diecidue (1969) habla acerca de la participación de colonos
anarquistas: “En aquel primer momento, aquellos hombres con tendencias anarquista, en cierto
modo, fueron necesarios y sirvieron con punta de lanza en determinadas circunstancias de la
lucha” (pág. 31). Tal el caso de otro de los referentes, Francisco Capdevilla, retratado por
Grela,30 o Francisco Menna.
Un reciente trabajo de Palacios (2005) sobre la muerte de este último, reconocido
dirigente anarquista del Grito de Alcorta, refiere a la Alcorta anarquista y cita una entrevista
realizada al historiador Adrián Ascolani. En ella el historiador afirma respecto del itinerario del
apellido Menna: “Hubo muchos Menna que aparecieron en los periódicos de aquel momento,
tanto en la provincia de Santa Fe como en la provincia de Córdoba. Algunos tenían que ver con
el anarquismo: eran chacareros muy pobres. Otros no, otros siguieron en la Federación Agraria
con una mentalidad más reformista. Y otros, en Córdoba. Ligados a cooperativas agrícolas que
no tenían ningún tipo de orientación de esa naturaleza (…) Este Francisco Menna tiene que ver
con una región que fue particularmente activa en la sindicalización agraria, que fue el sur
de Santa Fe. Esa zona en general se caracteriza por grandes latifundios, donde los
chacareros estaban explotados en comparación con otros chacareros. Pero esta es la zona
que genera chacareros anarquistas. En general, los chacareros no pudieron vincularse al
anarquismo porque conducía a la colectivización de la propiedad y los chacareros tenían como
consigna, como meta, que la tierra debe ser para el que la trabajara” (pág. 4; el subrayado es
mío).
Las tradiciones anarquista y socialista europea, traducidas en estas partes del planeta
que alimentaron la cultura obrera urbana, también penetraron en la campaña. No cabe duda
alguna acerca del desarrollo del movimiento obrero en la Argentina al finalizar el siglo XIX, ni
de su localización en las urbes31. El clima emancipador de época de la revolución de 1890
30
Grela refiriéndose a una reunión de agricultores en Máximo Paz reseña una noche del mes de julio de
1912 en la que se realiza una reunión extraordinaria a la que asiste Capdevila y treinta agricultores más.
“Propuso también tomar por asalto la comisaría de Alcorta. La iniciativa era de riesgo y no fue
compartida por los agricultores allá reunidos” (1985: 233-235).
31
Según Eduardo Sartelli, “ya en 1901, la F.O.A, luego F.O.R.A., intenta extender la organización
lograda en el mundo urbano, hacia el rural. El proyecto se concreta hacia 1902 con el auspicio socialista,
reuniéndose el Primer Congreso Obrero Agrícola en Pergamino, en el local del Centro Socialista. Las
organizaciones pertenecían al norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe, reunidas para iniciar una campaña
de propaganda y organización entre los obreros del campo y tomar las medidas necesarias para tratar de
82
también recoge el nacimiento de la “Federación Obrera de la República” o “Federación de
Obreros de la Región Argentina”-en adelante FORA-, como la denominó la Asamblea
Constituyente de enero de 1891, central sindical obrera que reunía a las organizaciones
gremiales formadas años anteriores. 32
Hacia 1910 los conflictos de los actores subalternos fueron profundizándose33. Respecto
de los agricultores, existían en el campo dos organizaciones: la “Liga Agraria de La Pampa”,
con sede en Santa Rosa, presidida por Luis Denegri y un secretario general, el socialista
Antonio Buira. Dicha liga surgiría a partir de un movimiento agrario aparecido en la localidad
de Trenel, en uno de los latifundios más grandes de la región pampeana, “Estancias y Colonias
Trenel”, con una superficie de 317 leguas cuadradas, ocho estaciones de ferrocarril y pueblos,
cuyos propietarios eran los herederos del colonizador Devoto. En el mismo trabajaban 1.220
familias. Dicho movimiento es el antecedente más importante que los historiadores registran en
la conformación de la protesta de 1912. Años después la Liga se incorporará a la Federación
Agraria Argentina, como veremos.
La “Liga Agraria del Sud”, con sede en Bahía Blanca, estaba integrada por medianos
propietarios y arrendatarios de cierta magnitud. Sus actividades gremiales eran similares a las
realizadas por la Sociedad Rural Argentina. A los pocos años de fundada, desapareció.
En el sur de Santa Fe, el anarquismo se expandía hacia 1918 con la creación de la
Federación Comarcal Alcorta, con radio de acción en Labordeboy, Villa Cañás, Weelwright,
obtener mejoras en las condiciones de trabajo de siega y trilla” (citado en Palacios, 2002: 25-26). Los
estibadores y carreros, vinculados con los obreros ferroviarios, son los que inician el camino de la
sindicalización en el campo. Las primeras federaciones que aparecen están muy vinculadas con los
portuarios, puesto que el trabajo de llevarles el cargamento de cereal, será lo que habilite la relación entre
ambos. Por esos años, la casi totalidad de los gremios respondían a la corriente anarquista. En medio de
las pujas entre socialistas y anarquistas por la dirección del movimiento obrero, expresadas en los
Congresos de la FOA (1901 y 1902)31, el gobierno aplicó el estado de sitio: las huelgas y manifestaciones
fueron reprimidas y se impartió la Ley de Residencia a los obreros huelguistas de las barracas y el
Mercado Central de Frutos.
32
Después del Segundo Congreso, efectuado el 1° de octubre de 1892 la Federación desaparece. Idéntica
suerte correrán los sucesivos ensayos de dos Federaciones creadas por los socialistas en 1894 y 1896 por
las disidencias entre anarquistas y socialistas (Palacios, 2002).
33
Al respecto el historiador Juan Vedoya contabliza en el período 1907-1913 1.081 huelgas, cuyos
motivos fueron predominantemente dos: el 38% por cuestiones salariales y el 37% por reclamos de
organización gremial. Entre los gremios más combativos de esa época figuran los que agrupan a obreros
de la confección, liderando 689 huelgas a lo largo de casi catro decenios; los madereros, 649 y los
metalúrgicos, 462. El número de protestas va descendiendo a medida que se avanza hacía la década de
1940, siendo los promedios anuales los siguientes: 1907-1913: 154 protestas; 1914-191; 151; 1920-1926:
105; 1927-1931: 95; 1932-1936; 75; 1937-1940: 57. (citado en Palacios, 2001; 67-68).
83
Juncal, Peyrano, Cepeda, Pavón Arriba, Santa Teresa, Máximo Paz, a partir de los Sindicatos de
Oficios Varios de cada localidad. Los ácratas alcortenses formaban la agrupación “Sembradores
de Ideas”, y las mujeres, la llamada “Flores Rojas” y fundaron la Biblioteca que dependió del
Sindicato local e intentando editar un periódico, el fallido “La voz campesina” (Palacios, 2005:
5)
Comprender la tradición de la disidencia de los colonos nos lleva a conocer las primeras
acciones colectivas de los primeros inmigrantes por alcanzar la autonomía política. Me refiero al
movimiento comunal surgido en la Argentina a fines del siglo XIX para lograr la emancipación
de la tutela política, fiscal y económica de los grandes terratenientes y del despotismo de los
jueces de paz.34
Los colonos santafesinos desarrollaron una intensa actividad política durante las
décadas de 1870 a 1930 en la región cerealera. Desde la movilización de los colonos extranjeros
de Esperanza, San Carlos y Rafaela, por la pérdida de la autonomía municipal (Bonaudo et al,
1990); los “colonos en armas”, que hacia 1890 se rebelaron contra la autoridad y pedían la
restitución del derecho a votar en las elecciones municipales y la derogación de los impuestos a
los cereales (Gallo, 1977), constituyen movimientos de trascendencia.
Ya hacia 1880-1890 la participación de los colonos en la actividad municipal es
interpretada por Bonaudo et al (1990) como una práctica política desarrollada por los colonos en
las zonas centro-oeste de la colonización: las colonias Esperanza, San Carlos y Rafaela. Los
conflictos se enmarcan en el proceso de avance de los Estados Nacional y Provincial sobre el
poder de acción municipal cuyo radio de acción se restringe. Las autoras muestran cómo las
constituciones santafesinas de 1883 y 1890 marcan dicha tendencia, en tanto la primera amplía
la base demográfica del gobierno municipal, la segunda excluye a los extranjeros como
electores. La práctica política de los extranjeros incluirá la creación de Centros Políticos, la
incorporación a los primeros comités de la Unión Cívica y rediscutirán la alternativa de la
naturalización (pág. 253). Dicha práctica se basa, según los autores, en dos modalidades:
democrática (procedimientos consensuales y deliberativos) y facciosa (la elite generada al
interior de las colonias se vincula con los grupos facciosos provinciales y nacionales).
El mundo de las colonias de 1891 se presenta muy dinámico a consecuencia de la
reforma constitucional y la discusión sobre una nueva estructura impositiva sobre los cereales.
En Esperanza ante la escasa concurrencia al acto electoral, 342 vecinos –entre los que se
encuentran extranjeros-, previa congregación en la plaza pública, impugnan el acto electoral y
34
Martino (1984) refiriéndose a ello, expresa: “Este sector de población agraria puso en práctica un
sistema de gobierno local, autónomo, cuya implementación revistió características únicas o casi únicas en
la provincias argentinas. Dicho régimen municipal local tuvo altibajos y limitaciones, no obstante
permitió que muchas comunas rurales lo ejercitaran, y aún más, hicieran sentir sus necesidades
recurriendo a protestas armadas como la de 1893” (pág. 41).
84
solicitan amplia libertad de sufragio (Bonaudo et al, 1990: 264). Asimismo, los colonos de
Rafaela y Lehmann en 1891 elevan al gobernador un petitorio firmado por 260 colonos
rechazando una presunta ley que grave los artículos de primera necesidad (trigo, lino, carne,
azúcar y yerba). Simultáneamente emergen dos agrupaciones: la Unión Cívica y el Centro
Político Extranjero, cuyo objetivo es la concreción de la naturalización, respetando la
nacionalidad de origen. Entre las reivindicaciones se mencionan: el voto municipal de los
extranjeros y la justicia de paz independiente; la supresión del gravamen agrícola al que reputan
de ilegal y la venta de los productos agrícolas en oro, para contrarrestar los efectos del proceso
inflacionario ligado a la crisis. Sobre esta base se forma una “federación” de Centros Políticos
con una conducción única, convalidada en las asambleas.35
Ezequiel Gallo (1977) explica que la agitación política desatada en las colonias
agrícolas alcanzó una intensidad y violencia inusitadas con la revuelta de agricultores de la
colonia Humboldt en febrero de 1893. Según el relato del historiador, los sucesos comenzaron
cuando un cobrador del impuesto de cereales (para el empresario Brunniard) exigió a un colono
la presentación de los libros de contabilidad, quien al negarse produjo que el contador intente
detenerlo con la ayuda de la policía. Ello provocó la reacción de un grupo de vecinos que
impidieron el hecho. La respuesta de las autoridades provinciales fue enviar un destacamento de
20 soldados para restablecer el orden. “Cuando los soldados llegaron a Humboldt se encontraron
con un grupo de colonos armados dispuestos a impedir que se produjeran detenciones. El
choque entre ambas fuerzas no llegó a producirse porque los soldados optaron por retirarse sin
efectuar detenciones y los colonos, por su parte, aceptaron disolverse en forma pacífica” (Gallo,
1977: 33).
Este hallazgo me permite disentir con la visión instrumental que plantea Scobie (1968)
cuando expresa: “Durante muchos años el pequeño agricultor fue apolítico. El aislamiento, el
analfabetismo y la inestabilidad dificultaban la organización o la acción políticas, cuando no las
hacían imposibles. El agricultor inmigrante tendía a aferrarse a su nacionalidad anterior y a
evitar enredarse en el campo traicionero e incomprensible de la política local. Su principal
aspiración era que lo dejaran en paz (...) Había llegado a la Argentina para lograr un objetivo
material: reunir suficiente dinero para comprar una chacra, establecerse en un pueblo o ciudad, o
regresar a su patria con las ganancias acumuladas, y no para reformar o modificar la estructura
política” (pág. 193).
35
El 22 de noviembre de 1891, los 350 representantes reunidos de Santa María, Esperanza, Rafaela,
Cañada de Gómez, San Jerónimo, Colonia Belgrano, San Carlos Sud, Grütly, Humboldt resolvieron en la
plaza pública de San Jerónimo la conformación de una nueva comisión directiva (Boanudo et al, 1990:
265).
85
Es necesario aclarar que su investigación abarca el período 1860-1910 y por ello mismo
tan sólo hace una mención al conflicto de 1912, sin profundizar en su análisis.
No obstante, los claros mensajes que los inmigrantes y colonos emitían en esos
acontecimientos contra la corrupción, el abuso de poder, y en pro de la defensa de sus derechos,
desafiando al sistema político y al poder político local, Scobie insiste en señalar que en el
período estudiado, “el agricultor de la Argentina muy pocas veces tuvo poder o influencias
políticas. Sólo el gran terrateniente con intereses agrícolas contaba con una organización o
grupo de presión que lo representaba: la Sociedad Rural Argentina, fundada en el año 1966 (...)
Las pocas ocasiones en que hacía escuchar su voz eran en gran medida el resultado de una
reacción momentánea contra medidas o impuestos injustos, y carecían de la continuidad y
fuerzas necesarias para crear una organización o un interés permanentes” (pág. 194).
Es cierto que hasta la fundación de la Federación Agraria Argentina, en agosto de 1912,
los agricultores pequeños no habían logrado construir una organización como su antagónica (la
Sociedad Rural Argentina), pero, no es menos cierto, que esas instancias fugaces de las que
fuimos dando cuenta en el relato, han ido consolidando el poder de los colonos y campesinos e
inventando en el andar el “repertorio de confrontación” contra los sectores dominantes y el
marco cultural desde el cual interpretar la experiencia de la dominación.
Otras instancias importantes de destacar en esta narrativa son, por cierto, los
movimientos suscitados en contra de los impuestos onerosos que los gobiernos provinciales y
municipales necesitaban para solventar el aparato burocrático en alza. Un informe de Emilio
Lahitte del año 1899 sobre la política impositiva provincial y municipal en las provincias de
Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y el territorio de La Pampa daba cuenta de que los
impuestos locales sobre los productos, sobre los carros y animales, y sobre la maquinaria
sumaron una carga que en ocasiones representaba el 12% de producto bruto del agricultor
(citado por Scobie, 1968: 196). El mismo confirma que las exigencias impositivas que recaían
sobre el agricultor estaban atentando contra la consecución de sus actividades. 36
36
En realidad, según lo indicado por Scobie (1968), los impuestos se venían cobrando desde hacía tiempo
sobre los productos pastoriles, luego se aplicaron a los cereales en las estaciones ferroviarias. Luego, en
1891, en Santa Fe, seguida rápidamente por Entre Ríos, impuso una contribución mucho más severa sobre
los cereales: diez centavos por cada cien kilos de trigo o semilla de lino producidos. En Santa Fe el
impuesto era vendido a tanto alzado a un político local. En teoría debía ser cobrado en la chacra, pero los
cobradores descubrieron muy pronto que resultaba más saludable no acercarse ni siquiera a las colonias.
Como era menos probable que se resistieran por medios extralegales, se encargó el impuesto a los
comerciantes en granos. Durante más de un año, la legalidad del impuesto fue discutida en los tribunales,
pero en marzo de 1893 la Suprema Corte de la Nación lo declaró constitucional. A medida que se
expandía el cultivo de trigo, los gobiernos provinciales dependían cada vez más del impuesto sobre el
86
Es importante rescatar del análisis de Scobie, los abusos de poder que los funcionarios
subalternos ejercían sobre ellos. Dos personajes son harto conocidos desde las novelas o relatos
épicos por su papel de “villanos”: el comisario y el juez de paz, a quienes las autoridades
atribuyeron poderes absolutos en sus lugares de actuación. Relata Scobie (1968): “El soborno y
la corrupción, predominantes en los niveles superiores del gobierno, eran igualmente
desenfrenados allí. El propio terrateniente poderoso sobornaba a menudo a las autoridades
locales, para no sufrir el acoso y las molestias que representaban sus mezquinos decretos,
órdenes y latrocinios. En verdad, la Sociedad Agraria nació en 1892, principalmente porque los
estancieros sintieron la necesidad de reformar la designación y conducta de esos funcionarios
rurales. Si el terrateniente experimentaba esa presión, es fácil imaginar cuán pesada era la carga
que caía sobre el colono y el arrendatario.” (pág. 198).
La “falta de justicia rural” fue en su momento enunciada por los diarios La Nación (21
de mayo de 1900) y El Diario (30 de diciembre de 1903) como la causa principal por la que tan
pocos inmigrantes llegaran a la Argentina en comparación con Estados Unidos o Australia.
Según la impresión de Scobie, “el sentimiento público de justicia sólo despertaba cuando los
chacareros se hacían justicia por su propia mano. Cuando dos asesinos fueron atrapados y
linchados en 1893 en Carcarañá, Santa Fe, se arrestó inmediatamente a 22 colonos y el juez
pidió la pena de muerte para diecisiete de ellos.” (pág. 200).
Por último, cabe mencionar un episodio que evidencia la brecha existente entre los
colonos y funcionarios, y la apatía de estos. Con antelación a la participación de los colonos en
la revuelta radical de 1893, precisamente, en 1892, los colonos de Bolívar habían hecho fuego
en defensa propia contra las autoridades locales. En Humboldt los integrantes de una colonia
expulsaron a un piquete de policía, señala Scobie (1968). Pero, afirma el autor, “estos casos de
resistencia eran raros, y cuando se producían, las autoridades provinciales, y aun las nacionales,
se mostraban muy dispuestas a intervenir y enjuiciar al gringo por inmiscuirse en política” (pág.
199).
Si bien es cierto que los historiadores han mostrado la excepcionalidad en cuanto al
surgimiento de movimientos sociales entre los actores rurales subalternos (campesinos, medios
y colonos o farmers), este relato ha intentado mostrar que la disidencia cuenta con una tradición
de lucha ineludible para comprender por qué se movilizaron más de cien mil agricultores en un
momento histórico de escasa receptividad en las esferas gubernamentales hacia las demandas de
los sectores subalternos. Esta, sin embargo, no es la mirada que ha primado en los estudios
sobre la rebeldía de los arrendatarios. Por ello, en el apartado que sigue me ocuparé de dos de
cereal para sus rentas. En Santa Fe, los ingresos precedentes de dicho impuesto eran casi iguales a los de
todas las cargas territoriales juntas” (pp. 196/197).
87
las interpretaciones más conocidas sobre este acontecimiento para luego desarrollar mi propia
interpretación.
8. Dos interpretaciones sobre el Grito de Alcorta
Diferentes interpretaciones tendieron a enfatizar más los aspectos económicos como
determinantes del surgimiento y el desarrollo de este conflicto. Por supuesto, resulta necesario
advertir las condiciones de producción en las que escriben los autores que han interpretado este
acontecimiento, guiados por determinados paradigmas de la teoría social y con determinadas
herramientas teórico-metodológicas.
Intentaremos en este apartado hacer una síntesis de las ideas escritas en el libro de
Plácido Grela (1958) y el artículo de Aníbal Arcondo, publicado en 1980, referentes obligados
sobre el tema, con la finalidad de ofrecer luego una visión que pretende ser complementaria.
En 1958 la editorial Tierra Nuestra publica el libro del historiador Plácido Grela “El
grito de Alcorta - Historia de la Rebelión Campesina de 1912”. Con el correr de los años y su
divulgación, esta publicación quedó situada como una fuente ineludible para abordar este
conflicto.37
Grela ofrece una explicación de la protesta que se inscribe en una narración socialista, la
cual afirma la existencia de una estructura “feudal” de la sociedad agraria de la época y señala a
la “clase terrateniente oligárquica” como la fuente de todos los males que aquejaban a la
sociedad de la época. Para Grela, la causa determinante del conflicto era el “bárbaro y
retrógrado sistema de arrendamiento” (1985: 29), que era preponderante en la zona del
conflicto38, en el contexto de una estructura “latifundiaria”, “atrasada” y “feudal” de la tierra.
Esta “defectuosa” distribución de la tierra, sumada a la acción de determinados individuos (los
Netri, Bujarrabal, Bulzani, de los cuales el libro ofrece una biografía) serían los principales
factores que desencadenan el conflicto.
La otra interpretación elegida, la de Aníbal Arcondo, propone una explicación diferente
de la de Grela sobre los sucesos de 1912. He seleccionado este artículo entre otros, porque
37
En efecto, la mayoría de los investigadores (Solberg, 1971; Bonaudo y Godoy, 1985; Ansaldi, 1993)
que han abordado el tema citan a este trabajo como una de las fuentes principales, junto al periódico La
Tierra, editado por la Federación Agraria Argentina.
38
“Ahí estaba el verdadero meollo del problema agrario en 1912. La propiedad de la tierra no le pertenecía
al hombre que la trabajaba. Por lo tanto no sentía deseos de trabajarla ni de hacerla producir. Sólo tenía
limitados derechos sobre la producción, cuyo producto, en su mayor parte, quedaba en poder de los
terratenientes, al margen de que el colono quedaba atrapado en los garfios de los dueños de almacenes
generales (...)” (Grela, 1985: 42).
88
creemos que es el que sostiene más explícitamente una interpretación economicista de la acción
colectiva. Arcondo desestima los factores “ideológicos” que podrían haber intervenido en la
protesta39 y sostiene que no sólo es el precio del arriendo lo que explica la acción, sino los
precios desfavorables de una serie de insumos y servicios que afectaban directamente la
actividad económica de los agricultores 40. La conjugación de precios desfavorables y una mala
cosecha explicarían la aparición del conflicto y de allí se podría “describir a los grupos
participantes en la distribución del ingreso agrícola y (...) bosquejar un modelo de
comportamiento frente al conflicto, referido a la solidaridad con los grupos que aparecen
enfrentándose.” (1980: 353).
De acuerdo a la teoría de la acción implícita en estos planteos ya no es la mala
distribución de la tierra sino la mala distribución del ingreso lo que explicaría el surgimiento del
“Grito de Alcorta”, lo que supone una relación causal entre ingresos y acción colectiva.
En la misma dirección, bosquejando las razones del cómo, es decir, la lógica que guía
a los actores, Arcondo sitúa como objetivo:
“Describir a los grupos participantes en la distribución del ingreso agrícola y a partir de esa
descripción intentaremos bosquejar un modelo de comportamiento frente al conflicto, referido a
la solidaridad con los grupos que aparecen enfrentándose.” (1980: 353, subrayado nuestro).
A partir de esta premisa va desgranando la caracterización de cada grupo que intervenía en el
sistema agrario de la época y evalúa su posición en el conflicto en función del costo/beneficio
que esto les acarrearía:
“Creemos necesario bosquejar brevemente la conformación de cada uno de esos grupos y, en
función de esa descripción, suponer un comportamiento lógico, es decir, acorde con sus
intereses, que ayude a comprender su conducta frente al conflicto.” (1980: 354; el subrayado es
mío).
Cuando aborda a los comerciantes de ramos generales, considera que,
39
Véase Arcondo, Aníbal (1980) “El conflicto agrario argentino de 1912. Ensayo de interpretación”, en
Revista Desarrollo Económico, Vol. 20, Nº 79, octubre-diciembre. El “papel preponderante de la
ideología en la movilización de los agricultores (...) nos pareció a priori magnificado” (pág. 351).
40
“La estructura de costo de producción del maíz, comparada con la de otros cereales y el lino, muestra
una mayor incidencia en los costos de recolección para el maíz, y ese hecho nos sugirió la necesidad de
un análisis, aunque somero, de la oferta de mano de obra agrícola. También la consideración del
comportamiento de los precios de otros insumos –transporte, bolsas, gastos de desgrane, etcétera- que
ayudarían a comprender el desenlace de los acontecimientos de 1912.” (Arcondo, 1980: 352).
89
“Aquellos comerciantes que no participan de la actividad colonizadora se muestran, obviamente,
solidarios con sus deudores, los chacareros, considerando que su suerte como empresarios
depende de la evolución favorable de los negocios agrícolas.” (1980: 358)
La mirada teórica de Arcondo adjudica a cualquier tipo de acción social una racionalidad o
lógica propia de un sujeto que sólo actúa movido por la maximización de beneficios y la
minimización de costos. Desde mi perspectiva, la noción que los actores intervinientes en un
conflicto sólo actúan movidos por una racionalidad instrumental orientada por el costo/beneficio
y, específicamente, la recompensa monetaria que podría devenir de aliarse o enfrentarse a otros
actores intervinientes, es un tanto reduccionista. En este sentido, coincidimos con Elster (citado
en Revilla Blanco, 1994:190) cuando afirma que la participación de los individuos en la acción
colectiva también está guiada por el incentivo de obtener autorrealización, conciencia y
autorespeto.
Pese a sus diferencias (Grela pone el acento en la mala distribución de la tierra, mientras
que Arcondo lo coloca en la mala distribución del ingreso) ambos comparten el supuesto de
explicar el surgimiento y desarrollo de la acción colectiva en función de los intereses
económicos. Aunque en un texto se enfatice una supuesta solidaridad “clasista” y en el otro una
solidaridad basada en el cálculo orientado a la maximización de ganancias, ambas
interpretaciones derivan la acción de una serie de indicadores económicos, estructurales o
coyunturales.
A pesar de la disimilitud, ambas interpretaciones sostienen una idea “espasmódica” de
la acción, al decir de E.P. Thompson, ya que parecen basarse en una perspectiva similar a la de
los historiadores que ven a las rebeliones populares como situaciones en las que “la chusma se
introduce de manera ocasional y espasmódica en la trama histórica, en épocas de disturbios
sociales repentinos. Estas irrupciones son compulsivas, más que autoconscientes o
autoactivadas; son simples respuestas a estímulos económicos. Es suficiente mencionar una
mala cosecha o una disminución en el comercio, para que todas las exigencias de una
explicación histórica queden satisfechas” (1995 [1978]: 213).
De modo similar al enunciado de Thompson (“la línea de análisis es: hambre-elementalinstintiva” (1995 [1978]: 214), se podría afirmar que la línea argumentativa de Arcondo es:
disminución de los ingresos-conflicto; o que la de Grela es: mala distribución de la tierra“huelga agraria”. En otras palabras, si en Grela encontramos a un sujeto que actúa únicamente
en función de su interés de clase (trabajadora), movido automáticamente por las deficiencias de
la estructura agraria, en Arcondo encontramos un sujeto que sólo actúa en función de su
racionalidad (maximizadora de ganancias), un modelo de comportamiento que respondería al
90
estímulo dado por el precio de determinado producto o servicio y una solidaridad construida
sobre un cálculo puramente instrumental. 41
La interpretación de los sucesos de mediados de 1912 en el Sur de Santa Fe no puede
agotarse en explicaciones reduccionistas, sea este reduccionismo guiado por la explicación
mecánica de la conciencia de clase o bien por la “deprivación relativa”. Las condiciones que
enumeran los autores son elementos necesarios pero no suficientes para poder comprender esta
protesta.
En síntesis, se presentan las dos orientaciones tradicionales tantas veces criticadas por
Alberto Melucci, ya citadas en el capítulo 1: una “acción sin actor” o un “actor sin acción”.
Quedaría por dilucidar, entonces, a partir de las prácticas sedimentadas los marcos cognitivos
que llevaron a que los colonos lograran mantener una protesta de esta magnitud a los largo de
casi tres meses. Para ello me remitiré a comprender la conformación del sujeto colectivo
ofreciendo una mirada que se pretende complementaria a los enfoques tratados, y cuyo
desarrollo es posible a partir de los nuevos paradigmas de la teoría social posterior a la llamada
crisis del consenso ortodoxo (Giddens, 1995).
9. La conformación de una identidad política
41
En las páginas precedentes hemos venido afirmando que, a pesar de que la interpretación de Plácido
Grela y la de Aníbal Arcondo son aparentemente muy distintas, poseen ciertos presupuestos en común
¿en qué baso esta afirmación? Por un lado, Grela adjudica al conflicto un carácter de “estallido”,
sosteniendo la idea de cierta “inevitabilidad” e “incontenibilidad”, dado el “feudal sistema de usufructo
de la tierra” (pág. 8) y el arrendamiento “(...) sinónimo de explotación, resabio feudal dio sus malos frutos
al país” (pág. 41) Atribuye a Alcorta ser la “zona agrícola más rica e importante del sur de la provincia de
Santa Fe. La integraban más de dos mil colonos, en su mayor parte italianos y españoles” (pág. 52), para
luego deducir que “Fue lógico entonces, que allí se originase la huelga y no en otros pueblos menos
importantes económica y demográficamente” (pág 52). Por su parte, Arcondo señala que “La excelente
cosecha de maíz del año 1911/1912 había hecho prever a los agricultores un beneficio que no sólo les
permitía saldar las deudas de la fracasada cosecha de 1910/11, sino que les posibilitaría disponer de un
excedente. El momento de la verdad llegó cuando, al entregar la cosecha, los precios habían descendido
tanto con respecto a los de las ventas del año anterior que los beneficios no alcanzaban muchas veces a
compensar la pérdida pasada. En este momento es cuando los agricultores debieron cuestionar su gestión
como arrendatarios, comparando su situación con la de los empresarios colonizadores y propietarios”
(pág. 372). O bien cuando presenta como “causas estructurales” del conflicto al incremento de la
superficie implantada con maíz, la productividad de la tierra y la valorización del suelo. (pág. 379).
91
Es indudable que para comprender el por qué del “Grito de Alcorta” es necesario tener en
cuenta las relaciones sociales en el agro de Santa Fe a principios de siglo considerando la
compleja relación entre aquellos que trabajaban la tierra y pagaban un arriendo, aquellos que
sub-arrendaban tierras (los “colonizadores”) y la relación de ambos con los propietarios. Pero
considerar la situación en la que estaban los arrendatarios, pagando a veces hasta el 50% de lo
que ellos producían, no cierra el debate sino que, por el contrario, es allí donde comienza, donde
debemos preguntarnos cómo estos factores eran traducidos por los actores.
Nos quedan así planteadas una serie de preguntas acerca de la construcción del
“nosotros” de la protesta: ¿se puede hablar de una identidad colectiva basada en la clase cuando
en ese momento histórico los chacareros aun no estaban conformados como tal? (o, por lo
menos, esta conformación es problemática) ¿Qué es lo que cimenta en este caso el “nosotros” de
la acción colectiva?
La conceptualización teórica sobre movimientos sociales en la línea desplegada por el
marxismo británico es vital para comprender que la desocupación, las necesidades económicas o
la falta de alimento no conducen necesariamente a los sujetos a la protesta. Esta surge de
procesos políticos y culturales profundos y, su duración en el tiempo depende de la posibilidad
de construir una identidad colectiva en la interacción de intercambios densos y emotivos con
otros sujetos con similar nivel de expectativas. Los motivos que llevan a los sujetos a actuar
colectivamente formulan un amplio espectro, en tanto están determinados por lo económico,
social, político, cultural y subjetivo. La protesta no puede estudiarse, pues, en forma acabada,
como un suceso aislado, desconociendo su continuidad con la vida cotidiana de cada uno de los
sujetos; el lado oculto de la resistencia cotidiana y el lado público, tienen existencias paralelas.
De
conciencias
insurgentes,
“liberaciones
cognitivas”
(Mc
Adam,
1982),
“subjetividades rebeldes” (Santos, 2002) hablamos cuando aludimos a estos actores. Pero, como
explica Mc Adam ese proceso si bien es subjetivo, requiere del soporte de las redes sociales
para lograr su plenitud.
Ya no tiene sentido distinguir la identidad individual de la colectiva “como si se tratara
de fenómenos de distinta naturaleza y no como niveles de un mismo proceso. Lo que cambia es
el sistema de relaciones que el actor toma como punto de referencia y con respecto al cual busca
u obtiene reconocimiento” (Martínez, 1989).
El “estado naciente” de los movimientos brota, según Pizzorno (1985, citado por
Martínez, 1989), de una situación que es también subjetiva, en que se han deteriorado las
relaciones sociales y las representaciones sociales que las solidificaban. Hay un primer
momento cuando se conoce la experiencia de la liberación y la autodeterminación. De ahí que
los sentidos que los actores experimentan en la protesta enfaticen, a menudo, la libertad. Luego
hay un momento en el que se descubre la contingencia de la historia, y un tercer momento de
historización. “La historización revisa cada acto, cada opción. Pero aparte de la historia común
92
del colectivo se recorre también la historia individual. Cada individuo redescubre su pasado, lo
reconsidera, observa que podría haber sido distinto. Ello solo puede hacerse con los otros con
los que se identifica” (Martínez, 1989). El cuarto momento lo representa la experiencia de la
igualdad. La experimentación de “ser iguales” se potencia en el espacio público, en el espaciotiempo de la asamblea en las plazas. 42
En términos del análisis de Laclau y Mouffe (1987) en torno al proceso de constitución
de identidades políticas, la pregunta irrumpe en la línea argumentativa: ¿Cómo se pasa de una
situación de subordinación a otra de opresión? Interrogante clave para comprender cómo fue
posible que esos “mansos” colonos pudieran, a partir de su propia condición de subalternidad,
virar el curso de la historia.
Los autores definen una “relación de subordinación” como aquella en que un agente
está sometido a las decisiones de otro; en tanto una “relación de opresión” se configura cuando
aquellas relaciones de subordinación se han transformado en sede de antagonismos. Para que
esto suceda es necesario un “exterior discursivo” a partir del cual el discurso de la
subordinación pueda ser interrumpido. En un plano más global, sólo a partir de que el discurso
democrático articulado alrededor del principio de igualdad es que fueron posibles las diferentes
formas de resistencia a la subordinación o, en otras palabras, la lucha contra los diferentes tipos
de desigualdad.
La protesta es un momento de ruptura, no sólo pensado en el nivel analítico, en el pasaje
de la identidad de “arrendatario” a la de “colono” o “chacarero”
43
, sino en el orden de la
subjetividad, en tanto supuso un cambio en el modo de integración de estos sujetos a la polis.
La interacción mantenida entre los habitantes de la colonia se caracterizó por fuertes
lazos personales y comunitarios, relaciones “cara a cara”, vidas vividas en aislamiento
geográfico, condiciones que estuvieron presentes en la base de la conformación de esas
identidades fragmentadas en una totalidad en la que no regía ningún principio formal (jurídico),
esto es, la “absoluta falta de leyes agrarias que fijaran derechos y obligaciones de las partes”
(Diecidue, 1969: 32). Un espacio de relaciones constituidas de esta forma si bien propiciaba la
aparición de los conflictos, estos podrían no haber emergido. Con ello quiero decir que es
preciso indagar en el momento de constitución del antagonismo, de la aparición de un discurso
42
Como Arendt observara en su estudio de la polis griega: “La polis se diferencia de la familia en que
aquella sólo conocía “iguales”, mientras la segunda era el centro de la más estricta desigualdad” (1998:
44).
43
En un extracto del libro sobre el Grito de Alcorta publicado por Federación Agraria Argentina podemos
leer: “Si bien originariamente, por el sistema de colonización impuesto en nuestro país, a partir de le ley
817, se utilizó la palabra colono determinando una forma de vida organizada en el campo, el término
chacra junto al de chacarero, rápidamente fue reemplazando al anterior, y finalmente fue imponiéndose.
Las chacras van marcando la desaparición del sistema latifundista pastoril” (pág. 14).
93
subalterno que pudo subvertir el orden pasado objetivado y potenciar en el colectivo la
potencialidad de la subversión. 44
La identidad colectiva se construye a partir de solidaridades comunitarias, experiencias
vividas en un espacio determinado. La vida en el latifundio “La Adela”, las redes de amistad y
parentesco tejidas al interior del mismo, probablemente posibilitaron que la acción se desarrolle
y prospere. Las reuniones nocturnas y clandestinas en las chacras de los colonos o en el
comercio de Bujarrabal, en los boliches de “La Adela”, la historia de Maria Robotti de Bulzani
yendo en su sulky por las noches a abastecer de alimentos a las familias en huelga según el
relato de sus hijos, no son hechos anecdóticos sino que son la base sobre la cual se construye la
beligerancia y se sostiene la acción colectiva a lo largo del tiempo. Ello conforma la trama de la
protesta que Grela describe con gran detalle, pero, según mi criterio, sin otorgarle la importancia
suficiente para atender a la contingencia propia de todo proceso social y político.
Respecto de la participación de la mujer, en el libro de la FAA aparece la figura de
aquella mujer, esposa del presidente de la Comisión Organizadora de la huelga45:
“En la chacra que ocupaba con su familia se realizaban frecuentes reuniones de agricultores. En
aquellos días de junio, un grupo de vecinos discutían los problemas que afligían a toda la
colonia, en el patio de su chacra, con su esposo. Doña María cebaba mates; escuchaba
atentamente lo que aquellos hombres decían de sus protestas, sus lamentos que ella iba anlizando
ìn mente´. Como no veía surgir una actitud decisiva, a pesar de los intentos que hacía su esposo,
doña María –que era una mujer de carácter- se plantó ante aquellos hombres diciéndoles: `Para
resolver el problema de la chacra es necesario tomar una actitud valiente. Deben declarar la
huelga general, de lo contrario, de nada valen los lamentos, ni las blasfemias. De mi parte la
declaro yo: ¡No cebo más mates, ni prepararé la cena!´ A las palabras agregó la acción,
quitándose el delantal que llevaba puesto. La deicida postura de aquella mujer caló muy hondo
en el sentimiento de aquellos atribulados hombres, causándoles el impacto que es fácil suponer.
Pretender de nuestra parte, que el gesto de doña María Bulzani provocó la huelga agraria de
44
Como expresan Laclau y Mouffe (1987) “las identidades son puramente relacionales, ésta no es sino
otra forma de decir que no hay identidad que logre constituirse plenamente (...) El carácter abierto e
incompleto de toda identidad social permite su articulación a diferentes formaciones históricasdiscursivas” (pp.127/131).
45
Al respecto, el tratamiento que se ha dado a la participación de las mujeres en el Grito de Alcorta en los
trabajos comentados, no es a mi modo de ver, satisfactoria. O bien, la mujer ha sido tratada como
“espectadora” en las “asambleas a las que llegaban desde lejos con sus hijos en los brazos o de la mano
para ponerse detrás de la concurrencia” (Grela, 1958: 76), o su rol ha sido excesivamente resaltado en la
mujer que “heroinizó” la Federación Agraria Argentina: María Robotti de Bulzani, a quien el escritor
santafesino José Pedroni le dedicara un poema “María de Alcorta”.
94
1912, sería pecar de ingenuos. Pero sí creemos que la actitud de doña María fue oportuna y
necesaria. ¡Loor a su memoria!” (pág. 46).
Como vimos en la entrevista a los hijos de la familia Bulzani, ellos relataron la participación de
su madre, embarazada de su cuarto hijo, en el sostenimiento de la huelga.
Lo cierto es que no he encontrado registros de la participación de mujeres en las
comisiones de huelga o en discursos públicos (excepto en el pueblo Carreras en cuyo acto de
declaración de la huelga habló la chacarera María Pérez (Grela, 1958: 326). Este tipo de
interpretaciones que al invisibilizar o sobrevisibilizar a las mujeres parecen comprender las
acciones en términos opuestos, sin embargo se conectan, pues confunden las acciones políticas
femeninas como meras expresiones “emotivas” o “sensibles” de sus mundos privados y de este
modo reifican las emociones. El movimiento feminista ha demostrado sobremanera que “lo
personal es político” y que “las emociones pueden ser estratégicamente usadas por las activistas
y ser las bases para un pensamiento estratégico” (Goodwin et al, 2001: 9).
El sentimiento de la injusticia no conoce desigualdades de género. Por la participación
de cientos y miles de agricultores en las asambleas que se desarrollaban en las plazas de los
pueblos o en las Sociedades Italianas46 (verdadera presencia multitudinaria si tenemos en cuenta
el total de la población que habitaba los pueblos y colonias), y por las implicancias emocionales
y subjetivas interpretamos la acción como una “pueblada”. En efecto, otros registros
periodísticos hablan de la participación de las mujeres y niños, los maestros rurales, algunos
comerciantes y curas párrocos, así como oradores socialistas, anarquistas y radicales. A
propósito, Palacios (2002) destaca la presencia de los niños en el conflicto:
“Sobre el plano de grandes cartelones había inscripciones con gruesos errores de ortografía.
Claro está, a los chacareros les tenía sin cuidado si había o no errores ortográficos. Sabían eso sí
que las leyendas tenían un destinatario: los terratenientes” (pág. 19).
Grela también cita el discurso de un niño y la participación de una niña:
“En estos momentos de suprema ansiedad, aunque niño, levanto mi insignificante voz, dirigida a
vosotros, colonos de este pueblo de San José de la Esquina, que hoy se levanta en actitud de
protesta por los elevados alquileres que pagan. Nada más justo que vuestras peticiones, porque
habéis ayudado el arado a esta patria un nombre que ostenta con orgullo (...) El agricultor merece
sus beneficios; no debe ser un oprimido ni un esclavo, porque es el hombre que a todos beneficia
para no sacar él ningún provecho” (Grela, 1958: 274).
46
Bonaudo y Godoy afirman que la concurrencia en dichas reuniones oscilaba entre 100 y 500
participantes, llegando a contar algunas con el apoyo de 1.00 a 2.000 personas (1985: 208).
95
El día de la asamblea histórica, se escuchó la voz de los integrantes de la comisión de huelga
que apelaban al cierre de las libretas de los comerciantes, y en sus discursos comenzaban a
hablar en términos de derechos:
“Hombres usurpadores de vuestros derechos, que no conocen ni la miseria ni el hambre que
pasáis, gente desconsiderada que aprovechan de vuestra voluntad para llenar sus arcas, con el
dinero del laborioso agricultor, que hasta hoy ha sido el hombre más oprimido por la ambición
de los colonizadores” (citado en Grela, 1985 : 75).
García Serrano (1966) explica la “raíz del movimiento de rebeldía iniciado en Alcorta, más “por
la incomprensión y egoísmo de los terratenientes que por la conciencia y voluntad de acción de
los agricultores” (pág. 54).
Los procesos de construcción del “nosotros” y del “antagonista” demuestran que las
emociones son construcciones culturales y sociales. Son fundamentales la “movilización de los
afectos” pero también la legitimidad que ciertos actores poseen para la comunidad (el maestro
rural, el cura, el almacenero) y los valores que animan la acción.
Igual suerte que varios colonos, corrió el cura de Alcorta, José Netri, quien expresara:
“Acusado de mafioso, me detienen, me trasladan a la ciudad de Rosario, incomunicado. En
resumidas cuentas a pesar de mi inocencia absoluta y de tratarse de una vulgar farsa, estuve
detenido sesenta y cuatro días, veinte de los cuales los pasé en la iglesia matriz y los cuarenta
restantes encerrado en un calabozo de la Jefatura de Policía de Rosario.” (Citado en Grela, 1954:
60).
Al respecto las memorias del cura párroco Pascual Netri, ilustran los costos personales de la
acción colectiva:
“Recuerdo que un diario de la Capital Federal publicó un artículo en el cual incitaba a los
estudiantes a ahorcar al profesor Francisco Netri. El gobierno le quitó las cátedras que desde
hace muchos años venía desempeñando; los mejores clientes de su estudio jurídico se fueron
retirando, mientras el campo argentino tenía un solo clamor, materializar el centenar de
telegramas que llegaban a su estudio, ya sea denunciando atropellos cometidos por las
autoridades como reclamando su presencia en cada lugar.” (Citado en Grela, 1954: 61).
El cura, el maestro, el comerciante, el orador socialista, anarquista o radical fueron seguidos por
los agricultores y han sufrido la represión o el ostracismo social como ellos.
96
En el proceso de construcción de la identidad colectiva mergió una combinación de
sentimientos de odio hacia los terratenientes y valores nacionalistas:
“Nosotros que con nuestros esfuerzos, con el sudor de nuestras frentes hemos contribuido al
engrandecimiento y riqueza de esta querida patria, nos vemos hoy reducidos a la última miseria,
hasta el punto de no poder alimentar a nuestros hijos. ¡Triste realidad! El gremio más importante,
los que debíamos estar amparados por sabias leyes, estamos condenados a soportarlo todo: trusts,
uniones gremiales, imposiciones de los terratenientes y por último, nos quieren obligar o mejor
dicho, tratan de impedir el derecho a la legítima defensa” (Manifiesto de la Sociedad de Defensa
Agraria, citado por Grela, 1985: 121).
Por otra parte, hablar de la constitución de antagonismos supone recuperar la distinción
schmittiana de amigo –enemigo, que es el rasgo distintivo de lo político. Amigo – enemigo, no
supone enemistad sino distinción y el enemigo es de carácter público y no privado. Nos
recuerda, por un lado, que el conflicto es una dimensión constitutiva de lo político y que las
relaciones políticas son relaciones de fuerza y poder. Por el otro, que en política los contornos
de una sutura son siempre inexactos, es decir, que tienen una textura abierta. El debate y los
conflictos pueden reabrir una y otra vez casos que parecían cerrados y resueltos (Barbetta,
2005).
Entre las condiciones que posibilitaron la constitución de una identidad política entre los
colonos son recurrentes las citas en las que hay una alusión explícita al “enemigo”, definido y
reconocido como tal:
“En el campo opuesto había que luchar con un enemigo fuerte y astuto con instrucción e
influencias diversas a su favor; que pertenecía a una clase privilegiada y casi siempre en función
de gobierno. Organizado gremialmente desde hacía muchos años. Que usaba todas las armas en
su defensa sin reparar en los medios. Era la poderosa familia “vacuna”, con extensas propiedades
y cuantiosas fortunas, obtenidas, en su inmensa mayoría, merced al trabajo fecundo del hombre
del surco, que, con su esfuerzo, valorizó aquellos latifundios” (Diecidue, 1969: 50)
(entrecomillado en el original).
Como explica Laclau (1994) “Todo conflicto social podría ser considerado no sólo desde el
punto de vista de las demandas contradictorias sino también desde la desestructuración de las
identidades sociales que el mismo podría traer consigo” (págs. 2-3) [mi traducción].
Hasta aquí he caracterizado las identidades de los colonos como “identidades
fragmentadas” en las que priman los particularismos constitutivos de la nacionalidad, la raza, la
etnia o la religión (aunque estas últimas en menor medida). “Identidades náufragas”, tal vez,
97
represente con mayor fuerza el concepto de subalternidad de aquellos arrendatarios en ese
momento histórico particular.
Decía que la amenaza que les impuso la otredad47 es decisiva para comprender la
conformación del nosotros. No obstante, ¿el individualismo de los agricultores, que el escritor
de la FAA Antonio Diecidue marca como uno de los problemas que debía afrontar el abogado
Francisco Netri para “organizarlos”, era realmente así o constituía sólo una parte de su
perspectiva? (de haber sido realmente así, cómo hubiese sido posible entonces la consecución de
la acción colectiva) ¿En qué medida esos “hombres rústicos” no eran también herederos de
tradiciones asociativas y políticas traídas consigo en sus baúles culturales para el cambio social?
Esta posibilidad de duda intenta abrir una en un espectro de miradas posibles -y aún
contradictorias- sobre un mismo acontecimiento tratando de evitar quedar unida a un debate
pasado entre los estudiosos del tema. Intento en este momento de la argumentación hallar el
punto de contacto entre las dos tradiciones.
10. Entre las estructuras de oportunidad políticas y los marcos culturales de la acción
colectiva: las emociones
Como vimos, hacia fines de siglo y a comienzos del nuevo, la “fisura” del orden hegemónico
expresada en la Revolución de 1890 y una de sus mayores aspiraciones, la Ley Sáenz Peña de
1912, instaló un nuevo discurso que va a ser resignificado por los arrendatarios en términos de
derechos. La efervescencia del movimiento obrero, la circulación de los discursos anarquistas y
socialistas, como asimismo el discurso de la doctrina cristiana propulsada por los conductores
del movimiento, introdujeron nuevos elementos para comprender la constitución del
antagonismo. Mi hipótesis es que estos “exteriores discursivos” (Laclau y Mouffe, 1987)
permitieron a los arrendatarios percibir críticamente la situación de subordinación y su paso a
experimentar una situación de opresión, y poder, de esa forma, articular los reclamos en
términos de derechos.
He notado que la protesta hunde sus raíces en la tradición de la disidencia y,
especialmente haber resaltado la actuación de los colonos inmigrantes en el movimiento por las
comunas autónomas de fines del sigo XIX, indica un antecedente sobresaliente para comprender
la construcción del antagonismo. Sin embargo, pasaron algunas décadas hasta que los actores
pensaran llevarlas a la práctica.
47
De acuerdo con Laclau y Mouffe (1987), el antagonismo surge cuando “la presencia del “Otro” me
impide ser totalmente yo mismo. La relación no surge de identidades plenas, sino de la imposibilidad de
constitución de las mismas” (pág. 145).
98
No obstante la indispensable necesariedad de la circulación de estos discursos, las
posibilidades de surgimiento de la acción colectiva pública, se mece entre lo que los teóricos de
la escuela llamada Modelo de proceso político llaman “estructuras de oportunidades políticas”
(Tarrow, 1997) y los marcos culturales de la acción colectiva.
Las primeras estuvieron presentes en la primera aparición en la escena provincial del
Partido Radical, luego de las elecciones de 1912 que le dieron el triunfo al gobernador
Menchaca. 48
La nueva estructura de oportunidades política que abre las elecciones de 1912
posibilitaron, según mi criterio, la expansión de lo que hoy denominaríamos un “ciclo de
protesta”49 (Tilly, 1986; Tarrow, 1997), es decir, la propagación de la protesta a otras provincias
(Buenos Aires, Córdoba, La Pampa y Entre Ríos).
Al respecto, Hora (2002) reflexiona de este modo sobre la “huelga de Alcorta”: “Como
resultado de la expansión de la participación electoral y de la mayor independencia de los
votantes, la adhesión activa o pasiva de los sectores bajos y medios de la población ya no podía
tomarse como un dato, sino que debía negociarse permanentemente. Este nuevo contexto
político contribuyó a que el gobierno radical de Santa Fe, surgido de las elecciones de 1912,
adoptase una posición favorable a los arrendatarios en huelga y presionase a los terratenientes
para que negociaran una reducción de los cánones de arrendamiento” (pág. 215).
Ello no debe oscurecer que la libertad, la fuerza, el poder, la dignidad, la igualdad,
constituyen las emociones que explican el crecimiento y sostenimiento de toda protesta “moral”
(Jasper, 1997).
48
En Santa Fe, el Partido Autonomista había obtenido el poder tempranamente y hasta casi el fin del siglo
XIX, el poder provincial estuvo al mando de las distintas facciones que componían el Partido. La
consolidación del autonomismo fue en gran medida, obra del Dr. Simón de Iriondo, dos veces gobernador
de la provincia (Gallo, 1977).
49
Este concepto refiere a la fase de intensificación de los conflictos y la confrontación en el sistema social
que incluye una rápida difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados a los menos
movilizados; un ritmo acelerado de innovación; marcos nuevos o transformados para la acción colectiva y
unas secuencias de interacción intensificada entre disidentes y autoridades que puede terminar en la
reforma, la represión y, a veces, la revolución. Al estallar protestas y motines entre grupos que tienen una
larga historia de enfrentamientos, estimulan a otros ciudadanos que se hallan en circunstancias similares a
reflexionar sobre sus propios motivos de descontento. En estos períodos las oportunidades creadas por los
“madrugadores” incentiva la aparición de nuevos movimientos y formas de acción. Los movimientos
crean oportunidades políticas para otros (Tarrow, 1997).
99
Ya sea entre los manifiestos colectivos o entre las expresiones de sus dirigentes,
encontramos que las emociones construyeron el enmarcado de la acción colectiva en torno al
sentimiento de injusticia.
“Ahora o nunca. Sólo la huelga nos liberará de tanta injusticia. Estamos empeñados en
paralizar las actividades agrarias, cueste lo que cueste y caiga quien caiga”; o “Los colonos
deben ser defendidos como corresponde. Yo los voy a defender de las injusticias de los
terratenientes (…) la emancipación de la masa campesina será una realidad o la agricultura
argentina se perderá para siempre”, como escribió el maestro rural Francisco Bulzani (citado en
Grela, 1985: 54/8) son algunos de los varios ejemplos que revelaron las fuentes primarias acerca
de los valores morales que guiaron la acción de los colonos. “Ya es hora de que termine el
azaroso calvario de miseria, depredación y humillaciones que venimos soportando desde los
últimos años”, afirmaba el manifiesto redactado por la comisión de huelga de la localidad de
Tortugas (Grela, 1985: 139).
Entre los marcos culturales es, pues, el concepto de “repertorio de confrontación”
acuñado por Charles Tilly (1995) el que nos lleva a comprender que ese conjunto de
significados que un grupo posee para efectuar sus demandas sobre otros individuos o grupos, no
sólo hablan de lo que la gente hace sino de lo “que sabe hacer” entre un limitado número de
opciones culturales (Tlilly, 1978: 151) (mi traducción). Según Tilly dicho repertorio cambia
muy lentamente, limitado por las configuraciones económicas, la construcción del Estado y el
paso lento del cambio cultural. De ello me ocuparé en lo que sigue.
11. Un “momento de locura”
Cuando se intenta reconstruir un ciclo de protestas, tanto desde los registros públicos como
desde las memorias privadas, son recordados y, por cierto también, más estudiados los
momentos más álgidos que alcanza la protesta, más que las formas latentes o las llamadas
mesetas, que bien pueden preceder a tales momentos. Será, pues, porque ellos dejan huellas
indelebles que el paso de tiempo no puede modificar o porque surten mayor impacto político.
Efectivamente, esos “picos” pueden coincidir –aunque no necesariamente- con los
“momentos de locura” (moments of madness), llamados así por el sociólogo Aristide Zolberg.
Es decir, reitero, aquellos en donde “todo es posible”. según escribe Zolberg (1972: 183): “En
tales puntos turbulentos de la historia, (...) el muro entre lo instrumental y lo expresivo colapsa
(...) “La política rompe violentamente sus límites e invade todos los aspectos de la vida y los
“animales políticos trascienden sus destinos” (...) [Estos momentos] “son necesarios para la
transformación de la sociedades pues, expresa Zolberg, ellos son la fuente de nuevos actores,
nuevas audiencias y la fuerza para quebrar el caparazón de la convención” (pág. 183). En esos
100
momentos, lo imposible puede ser revertido y alcanzable, tangible, a pesar de la abstracción más
superflua.
Como todo gran acontecimiento, el “Grito de Alcorta” fue, por las razones que
argumenté, un “momento de locura”. Años después, como veremos más adelante, la violencia desplegada en las actitudes represivas y persecuciones ideológicas de los colonos por parte del
gobierno e impulsadas desde los sectores dominantes-, se encarnó en los asesinatos políticos de
algunos de sus dirigentes, Francisco Mena, Francisco Netri, entre otros. El exilio que debieron
elegir los pioneros, Francisco Bulzani y Angel Bujarrabal, a Córdoba, luego de su huida de la
FAA y su pasaje a las filas del también pionero y primer presidente de la FAA, Antonio
Noguera; el silencio de los descendientes sobre lo que representó el Grito de Alcorta, “de eso no
se habla” (al decir de una antropóloga de Alcorta), son síntomas que ex post fact nos hablan de
un momento de locura y radicalidad, aún sin haber mediado una revolución política de la
magnitud de las que resalta la historiografía.
Aún más, si tomamos en cuenta que el “enfrentamiento” se dirimió poniendo el cuerpo
entre los arrendatarios y los propietarios, en ausencia de una organización gremial que abrigara
los reclamos de los más débiles y defendiera sus intereses, en ausencia del imperio de una ley de
contratos que mediara la relación con los propietarios, no cabe duda acerca de caracterizar la
protesta de tal modo.
Para
Zolberg
(1972)
dichos
“momentos
de
locura”
traen
significativas
transformaciones: en primer lugar, lo que el autor llama un “torrente de palabras” que involucra
una suerte de aprendizaje intensivo donde se experimentan nuevas ideas, formuladas
inicialmente en camarillas, sectas, etc., emergen como ampliamente compartidas entre todos;
segundo, esas nuevas creencias expresadas en un nuevo lenguaje son ancladas en nuevas redes
de relaciones que son rápidamente constituidas durante tales períodos de actividad intensiva; y
tercero, desde el punto de vista de la política, las formulaciones se vuelven metas irreversibles
las cuales son institucionalizadas en el no muy lejano futuro, en ella Zolberg encuentra nuevas
instituciones políticas o nuevos programas (pág. 206).
Hubiese sido fácil –en los tiempos teñidos por el cinismo político o desde una lectura
actual- prever que la protesta era, pues, inminente. No obstante, la historia nos muestra que la
radicalidad de la protesta no pudo ser mantenida allí en el tiempo. En lo que sigue, confrontaré
las potencialidades de invención de los actores en esos “momentos de locura” con el repertorio
de acción consolidado.
El socialista, el cura y el anarquista
El movimiento de agricultores arrendatarios presentó una destacada autodisciplina, alta
capacidad de movilización y organización, a pesar de los altos costes de la acción colectiva
101
(represión, desalojos, entre otros). Esta presencia, alejada de la concepción que el historiador
George Rudé destinó para las “muchedumbres” del siglo XVII, estuvo basada en solidaridades
previas que fueron consolidándose en las “estructuras de reserva” (Tarrow, 1997), centros de
colectividades e instituciones de la comunidad que funcionaban como centros de socialización
política: la iglesia, sociedades de fomento, comisiones de agricultores, Clubes de Extranjeros,
entre otras.
No obstante, se enfrentó con límites internos y externos, que más tarde aparecerán en
escena en los conflictos en el seno de la FAA recién fundada. Esos límites pueden ser
comprendidos analizando el comportamiento político de los actores dentro de un “campo
político” (Bourdieu, 2000). La noción de campo político nos servirá para observar los complejos
procesos de construcción del actor colectivo.
Plantearé dos niveles analíticos: a) por un lado, la “institucionalización” de la acción
colectiva, que siempre plantea la tensión entre el movimiento (la “pura demanda”) y su
cristalización; y, por el otro, el proceso de reconstrucción de la representación política del actor
colectivo.
Parte de la tradición sociológica, desde Weber, piensa que la organización es la causa
inevitable de la institucionalización y burocratización de la acción colectiva. “El pasaje de la
protesta espontánea a la organización siempre involucra la emergencia de una estructura
burocrática que transforma los objetivos iniciales del movimiento.” (Melucci, 1996: 310). Según
Melucci (1996) la “burocratización” contiene 3 procesos analíticos: 1) la substitución de los
objetivos (o la distorción de los fines); b) la tendencia de la organización hacia la
autopreservación; c) la formación de un liderazgo oligárquico (pág. 313). Paso a examinar estas
dimensiones de modo de establecer un orden interrelacionado.
Si partimos de la idea que los actores conformaban lo que Bourdieu definió como la
“clase-objeto”, aquella que se encuentra excluida del marco de las relaciones políticas, cabe
preguntarse acerca del rol que jugaron ciertos actores como “agentes mediadores” y la disputa
por el monopolio de la representación de este grupo.
Por supuesto, las disputas que no tardaron en aparecer, no se conformaron sólo entre un
adentro y un afuera, sino en el adentro mismo e incluyen relaciones entre diferentes campos
(religioso y político, por ejemplo).
La cuestión de la legitimidad del “campo” estuvo presente desde un comienzo, en las
primeras reuniones que secretamente mantenían los colonos. Relata Grela (1985):
“Una fría noche del mes de junio de 1912, días antes de la declaración de huelga, el citado
sacerdote [José Netri, cura párroco de Alcorta] participó especialmente invitado por Francisco
Bulzani, en la reunión que se había realizado en el sótano del establecimiento comercial de
Angel E. Bujarrabal. Su presencia provocó la reacción de Bujarrabal y Capdevilla, anarquista el
102
primero y socialista el segundo50. El sacerdote discutió con Angel Bujarrabal, tratando de
convencerlo de que, por sobre las convicciones ideológicas de cada persona, siempre respetables,
se pueden apoyar iniciativas progresistas. El comerciante, no creyó en las palabras del cura,
llegando a decirle que era “un espía enviado por los terratenientes”. También Capdevilla se
resistió a soportar la presencia del sacerdote, reputándola contraproducente. (...) Finalmente,
lograron ponerse de acuerdo el socialista, el católico y el anarquista” (pág. 59).
Respecto de la representación: “El Dr. Francisco Netri y los dirigentes agrarios en general,
desde el primer momento concibieron la idea de llevar a aquel movimiento al terreno gremial,
mediante la constitución de una fuerte organización sindical agraria, tal como se cita en la carta
que el Doctor Netri dirigió al Doctor Justo” (FAA, 1987 : 71). A tal efecto, convocan a una
Asamblea Nacional de agricultores para el 1° de agosto de 1912 en la ciudad de Rosario para
instituir lo instituyente. Dicha invitación textualmente expresaba:
“Siendo necesario organizar definitivamente la sociedad que tienda al mejoramiento de las
condiciones en que se encuentran actualmente los colonos, se invita a Ud. o a otro miembro
delegado de esa comisión a concurrir a la Asamblea General que tendrá lugar en el Salón de la
Sociedad Italiana “Garibaldi”, Corrientes 1241, con el fin de establecer las bases de la
Institución, su designación y demás formalidades que sean necesarias para llenar el objetivo que
nos proponemos. A la reunión de referencia solamente podrán asistir delegados de comisiones
que quieran formar parte de la “Federación Unión Agrícola” (...) SSS. Francisco Netri” (FAA,
1987: 71).
La Asamblea tiene lugar bajo la presidencia de Netri, elegido por los asambleístas. En su
discurso afirma:
“Los agricultores, sin organización previa, frente a un adversario poderoso y organizado desde
hace varios años, han mantenido una admirable disciplina, unión y respeto a la ley. Vale decir,
plena madurez para encarar una acción solidaria en defensa de sus derechos civiles y
económicos, con la autoridad que les confiere su condición de trabajadores y creadores de la
principal riqueza de la República. Es necesario aprovechar la experiencia de esta lucha y entrar
al terreno de la unión permanente mediante el ejercicio de la acción sindical. Por lo tanto, en esta
Asamblea General debemos constituir una fuerte organización que agrupe a todos los
agricultores del país (...) Debemos iniciar la lucha organizadamente en demanda de leyes agrarias
que establezcan derechos y pongan fin a estas inhumanas condiciones de vida y de trabajo que
hoy vive el labrador en este país tan rico y con tanta abundancia de tierra. Tierra que debe llenar
la función social que le asigna la naturaleza y que debe pertenecer en propiedad de quienes la
50
Otros autores señalan a Capdevilla como anarquista (véase Bonaudo, Marta y Godoy, Cristina, 1985).
103
hacen producir con su trabajo y sacrificios. A eso hemos de llegar un día si el chacarero toma
conciencia de su poder y por intermedio de una fuerte organización sindical adquiere la
personalidad que merece y que la historia le tiene reservada como factor de progreso, de orden y
de paz” (FAA, 1987: 76).
Esta cita es fundamental pues, luego de analizar la documentación original de la FAA recogida
por Antonio Diecidue, ubicamos en este texto la aparición del vocablo “chacarero”51. Irrumpe
en ese momento discursivo el Sujeto del Pacto (Naishtat, 2000) producto de la enunciación52. El
momento de la decisión política que constituye al sujeto colectivo excluirá paradójicamente a
aquél que vertebró la protesta: el “campesino”, colono, trabajador del surco, trabajador sin tierra
en los distintos usos que otorgan los propios actores a una identidad, cuya falta de definición da
cuenta de su alto contenido fragmentario. 53
Desde su fundación, la modalidad de organización de la FAA es a través del Consejo
Directivo54, y las secciones, organismos o sindicatos agrarios asentados en distintas localidades
del país y cuyo número se iba acrecentando a través del tiempo55. El reconocimiento jurídico
51
Ansaldi (1983) refiere a ello afirmando una “mutación profunda –provocada por la acción de los
ganaderos, que aparecen así como agentes mutágenos, del mismo modo que el Estado lo había sido para
generar a los colonos-, que cierra una línea posible de desarrollo y abre una nueva. Desaparecen los
colonos y aparecen los chacareros.” (pág. 23). No pretendo discutir esta posición; sin embargo, tanto el
término “colono” como el “chacarero” se asimilan a la región. En tanto en la región pampeana el primero
reemplazó al segundo, no ocurrió así en la región del nordeste.
52
De acuerdo con Naishtat (2000), “El colectivo establece el pacto en la exacta medida que el pacto
establece al colectivo: entre el pacto y el colectivo aparece una suerte de correspondencia unívoca: el
colectivo no precede al pacto ni el pacto al colectivo: hay emergencia recíproca de ambas figuras”. (pp 78). (itálicas en el original). Véase al respecto Francisco Naishtat Ética política de la acción colectiva,
Ediciones de la Universidad Nacional de La Plata. Para una reflexión similar, véase Emilio de Ípola
Metáforas de la política, Buenos Aires, Ed. Homo Sapiens, 2000.
53
De ahora en más me referiré con los términos “campesino” o “colono” para hablar de los participantes
de la protesta, y “chacarero” al momento de la organización siguiendo las normas del uso que los propios
actores hacen cuando construyen su propia identidad.
54
El primer Consejo Directivo estaba conformado de este modo, sobrerepresentado por miembros de la
provincia de Santa Fe: Presidente (Antonio Noguera, de Pergamino, Buenos Aires); Vicepresidente (José
Buratovich, de San Urbano, Santa Fe); Secretario (Alejandro Segura, de Rojas, Buenos Aires); prosecretario (Francisco Peruggini, de Bomal, Santa Fe); tesorero (Pedro Barba, de Santa Teresa, Santa Fe);
protesorero (José Caporalini de Bigand, Santa Fe); vocales titulares: (entre ellos Francisco Bulzani de
Alcorta, santa Fe); asesor letrado (Francisco Netri).
55
Según el estudio de Marta Boanudo y Crsitna Godoy, desde las 44 secciones adheridas que se incluyen
en La Tierra N° 91 (14/8/1914) se llega a 400 con más de 33.000 asociados en 1932.
104
llega recién en el año 1915 con el otorgamiento de la personería jurídica primero en Córdoba,
luego en Buenos Aires y, finalmente, en Santa Fe.
Las primeras separaciones ocurren a propósito de la aprobación de los Estatutos
redactados por una comisión integrada por el Dr. Netri, el Dr. Infante y el director del periódico
italiano “La Patria degli Italiani”, Emilio Zuccarini 56.
El 15 de agosto de 1912 en el local de la Sociedad Unione e Benevolenza acudieron
noventa delegados en representación de las sedes agrarias fundadas a partir de la protesta para
tratar la aprobación de los Estatutos. En seguida, las voces disidentes, entre las cuales estaba la
de Antonio Noguera, rechazan el anteproyecto y piden su anulación. Decidida por la votación,
la asamblea rechaza por 70 votos contra 20 los Estatutos y resuelven nombrar una nueva
comisión que redacte los Estatutos, los que finalmente fueron aprobados (Grela, 1958: 434/436).
Los nuevos Estatutos de la FAA en su artículo Nº 5 establecía que la condición de ser
miembro era la de ser agricultor 57.
La integración de las mujeres a la nueva institución requirió ser justificada bajo el
universal “hombre agricultor”. El anteproyecto de los Estatutos de la FAA que Netri enviara a
las sedes afirmaba:
“Hemos declarado admisibles como socias a las mujeres, tanto porque hay muchísimas que son
tan labradoras como sus maridos e hijos, cuando hay bastantes viudas que son los jefes de sus
familias y las que dirigen la explotación de su chacra (Grela, 1958:432).
Con el tiempo, la FAA se constituye como gremio que aglutina a los agricultores con tierra y en esta
exclusión yace la, a mi modo de ver, lo que inspirada en Grela denomino traición fundante, o la “ironía
de la historia”, al decir de E. P. Thompson, que sustituye, por “distorción”, los fines del movimiento
social:
“Entre vítores y aplausos se proclamó en Alcorta la huelga agraria más importante del siglo. Y si
bien durante la asamblea no se comentó para nada el tremendo sistema de explotación y tenencia
56
No obstante, Netri documenta que el anteproyecto, por diversas, fuera redactado sólo por el Dr. Infante
(1958: 433).
57
Grela (1958) reseña una concentración agraria en Firmat el 25 de agosto de 1912, día de la fundación
de la entidad, en la cual estaba presente el flamante presidente Antonio Noguera. Este dijo: “El comité
estaba representado por algunos elementos extraños y que sin pérdida de tiempo debían sustituirlos por
otros. (…) el presidente del comité de Firmat era peluquero que nada tenía que ver con los agricultores y,
en consecuencia, de conformada con lo que establece el artículo Nº 5 del reglamento de la FAA, para ser
miembro o parte de la Sociedad se requería ser agricultor (…) Las palabras de Noguera provocaron
acaloradas y violentas discusiones en el seno del comité. Sobrevivieron disputas serias entre socialistas y
anarquistas (…) Oreste Aghen, el peluquero y periodista presentará su renuncia” (pág. 202).
105
de la tierra, se dio el primer paso hacia la organización sindical de los arrendatarios. Fue el
origen de la Federación Agraria Argentina, por diversos motivos que explicaremos al final de
esta historia está integrada en la actualidad en su mayor parte, por colonos propietarios de sus
predios, los cuales no obstante que deben bregar por mejores precios de los granos cosechados,
representan a pequeños y medianos propietarios, cuyas concepciones sociales no son las mismas
que tuvieron aquellos colonos que en un lejano 25 de junio de 1912 iniciaron una poderosa
huelga agraria, echando las bases de la Federación Agraria Argentina” (Grela, [1956 ] 1985: 67;
las negritas son mías).
Una cita de Grela (1956: 54) se torna fundamental para comprender el curso del momento de
locura al momento de la institucionalización:
“Después de haber luchado tanto, para defender a los campesinos, y de haber sido el fundador de
la federación Agraria Argentina, fue expulsado por sus dirigentes en momentos de
confusionismo. Bulzani se plegó al ala izquierda en una lucha interna. Se le acusó de militante
socialista. El se defendió de aquella acusación y publicó una carta en `La Tierra´ negando de que
alguna vez hubiese sido afiliado al Partido Socialista (…) Se ausentó de Alcorta con su esposa y
sus hijos (…) Paladín de una gran causa nacional aún espera que la Federación Agraria
Argentina honre su nombre como corresponde”.
Lo cierto es que la FAA no reconocerá en él a uno de sus “próceres”, aunque sí honrará a su esposa María
Robotti de Bulzani como una de las gestoras del Grito de Alcorta.
Lo que me interesa es cuestionar a partir de este hecho, que a simple vista puede resultar
“anecdótico”, el sentido común que apela a la polarización gringos/militantes, depositando entre
estos últimos las demandas más radicales de una reforma agraria. Ello nos lleva a reflexionar sobre
el momento del pacto (instituyente de la bipolaridad amigo/enemigo en palabras de Naishtat,
2000) y la cuestión de la representación; sobre la tensión entre momento de la radicalidad y el
momento instituyente y la relación entre representantes/representados: ¿Quién hegemonizó la
representación en la movilización de los colonos? ¿Es posible hablar de traición? ¿Si resulta que
sí, cómo se materializó dicha “traición”? ¿Cómo influye en ello la modalidad de representación
de quienes, por el hecho mismo de la representación, se alegan el poder sobre sus
representados? ¿Es posible vincular esta “traición” con la forma (vertical) que adoptará la
organización?
Antes de ensayar algunas respuestas a estos interrogantes, procuro retornar a la crónica
de los acontecimientos. Una fuente subjetiva, de extrema importancia para este análisis, son los
escritos privados que dejó Francisco Bulzani, entre los que manifestaba “la cuestión agraria”
argentina:
“Los colonos deben ser defendidos como corresponde. Yo los voy a defender de las injusticias
de los terratenientes. No es posible que esta situación continúe así por mucho tiempo más; la
106
emancipación de la masa campesina será una realidad o la agricultura argentina se perderá para
siempre. Pero esa emancipación como la de los trabajadores tendrá que ser obra de ellos mismos.
Se que el problema agrario no se resolverá con una simple rebaja del precio de los
arrendamientos, se que es necesario pedir, además, la rebaja de los fletes ferroviarios en el
transporte de cereales, y abrir caminos de acceso pero todo eso vendrá después, cuando los
agricultores hayamos logrado la liberación económica. Por eso es que lucho con tanto ahínco.
Por eso es que estoy empeñado con mis compañeros en una brega que conducirá inevitablemente
a la liberación del hombre de campo” (citado por Grela, 1985: 54).
Respecto de las bases, Antonio Diecidue en su libro “Francisco Netri. Líder y mártir de una
gran causa” (1969) denota las características comunes de esos “hombres”: “En el análisis
general, lógicamente tuvo que hacer un recuento sobre el elemento humano del que disponía
para la lucha. Pudo establecer claramente que se trataba de hombres rústicos, de muy escasa
instrucción o totalmente faltos de ella la mayoría; pertenecientes a distintas nacionalidades,
costumbres y tradiciones. Prácticamente sin antecedentes en luchas sindicales –salvo raras
excepciones- y entre los cuales predominaba el individualismo.” (pág. 31). [itálicas mías]
Entre ese universo simbólico y ese otro mundo subalterno había un denso intercambio,
como así lo demuestran las memorias sobre el Grito de Alcorta del cura párroco de Máximo Paz
–y hermano del abogado Francisco Netri- que, desde el púlpito, en las homilías, o luego de la
celebración litúrgica, se dirigía a los feligreses 58
“Nosotros con mi hermano José, cura párroco de Alcorta, solíamos después de misa, reunir ante
el atrio de la iglesia a los chacareros y les aconsejábamos que se rebelaran en contra de las
injusticias que padecían por la acción nefasta de los ambiciosos terratenientes. Naturalmente que
en nuestra calidad de sacerdotes no podíamos ponernos al frente de un movimiento como el que
se inició el 25 de junio de 1912 en Alcorta, y que repercutió luego en Bigand, Máximo Paz,
Santa Teresa y tantas otras zonas agrarias del país. Un día mi hermano José y yo resolvimos
recomendarles a los chacareros más caracterizados, que solicitaran la presencia de mi hermano,
el abogado Francisco Netri, para que los defendiera” (citado en Grela, 1954: 60).
58
Haciendo una analogía con los hombres y mujeres pertenecientes a la clase obrera inglesa “en
formación”, E.P.Thompson (1989), particularizando su interpretación para una de las categorías que la
que el historiador se centra, los braceros agrícolas, escribe: “Los hombres de la condición social y cultural
de los autores de tales cartas sólo pudieron haber recurrido a los trámites costosos y dilatorios de una
cultura y un poder ajenos, en las más excepcionales circunstancias, y con la ayuda de algunos hombres
con educación y recursos” (pág. 231) [itálicas mías]. Ello fue cierto, también en estos lugares lejanos de
la Europa que describe el historiador, en donde “durante generaciones la educación más comúnmente
asequible llegaba a través del púlpito y la escuela del domingo (o) el Antiguo Testamento (...)”
(Thompson, 1989: 40).
107
Uno de los interrogantes nodales de esta Tesis es comprender ¿qué ocurrió con esa “energía social” que
fluye en el “estado naciente” de los movimientos (Alberoni, citado por Martínez, 1989)? ¿Qué
acontecimientos (continuidades, rupturas, conflictos) mediaron en el pasaje del movimiento social a la
organización gremial? En definitiva, ¿qué límites encontró el movimiento de los arrendatarios?
En este contexto voy a centrarme en comprender las especificidades de los agentes sociales
constituidos como “mediadores de clase” así como el proceso de construcción de la representación
política y los mecanismos por los cuales es legitimada.
Parto de la idea consensuada que el actor que actuó en la protesta estaba “despojado del capital
simbólico necesario para pensarse y reconocerse políticamente” (Lasa, 1984). Como afirma Lasa respecto
del campesinado chaqueño, esta situación de exclusión del campo político define al campesinado como la
“clase-objeto” por excelencia y que otorgaría una excesiva importancia al papel jugado por los diferentes
mediadores definidos como aquellos agentes sociales que compiten entre sí y reclaman para sí el atributo
de representar simbólicamente a una clase absolutamente excluida del marco de las relaciones políticas.
Me pregunto entonces quiénes actuaron como “agentes mediadores” de los arrendatarios que
llevaron a cabo la protesta y observo una heterogeneidad de actores: maestros, intelectuales, curas,
comerciantes, todos ellos poseedores del capital, si no suficiente al menos necesario, para “hablar en
nombre de”. No obstante, ¿la posesión de dicho capital resulta un requisito sine qua non para la acción
política?
El biógrafo de la FAA entendía que “los campesinos” –tal los define FAA- debían ser
“adoctrinados” cuando narra la vida de Netri, el dirigente más reconocido por la FAA:
“El elemento humano de que disponía Netri para enfrentar al enemigo y consolidar aquel evento,
en su mayoría, carecía de antecedentes gremiales; había que adoctrinarlos, alentarlos
constantemente en la acción, y en especial modo, evitar los fracasos, siempre deprimentes”
(Diecidue, 1969: 51; el subrayado es mío).
Pero, ¿Qué se infiere de la tarea de “adoctrinamiento” de estos actores subalternos que estaban
despertando a la vida política inducido desde un enunciador? En otras palabras, ¿Qué oculta el momento
de la decisión política?
Bourdieu (1993) reflexiona precisamente sobre el acto de la delegación y se interroga sobre una
cuestión de importancia para el caso bajo estudio: “Pero si es cierto que delegar es encargar a alguien de
una función, de una misión transmitiéndole su poder, hay que preguntar
cómo puede ser que el
mandatario pueda tener poder sobre aquel que le da poder” (pág. 158). El problema se complejiza según
el autor cuando una sola persona es depositaria de los poderes de una cantidad de personas. La relación de
delegación plantea una paradoja según la cual un grupo no puede existir sino por la delegación en una
persona en singular que puede actuar como sustituto del grupo. Esta relación circular implica que “el
representante exista porque representa (acción simbólica), el grupo representado, simbolizado, existe y
hace existir a su vez a su representante como representante de un grupo” (pág. 159). Según Bourdieu esta
“suerte de círculo original (...) ha ocultado la cuestión del fetichismo político y el proceso al término del
cual los individuos se constituyen (o son constituidos) en tanto grupo pero perdiendo el control sobre el
108
grupo en y por el cual se constituyen. Hay una suerte de antinomia inherente a lo político que obedece al
hecho de que los individuos –y tanto más cuanto más desprovistos están- no pueden constituirse (o ser
constituidos) en tanto grupo, es decir en tanto fuerza capaz de hacerse oír y de hablar y de ser escuchada,
sino despoyeséndose en provecho de un portavoz. Es necesario arriesgar siempre la alienación política
para escapar a la alienación política.” (pág. 159). No obstante, el autor aclara que esta antinomia sólo
existe para los dominados: “Se podría, para simplificar, decir que los dominantes existen siempre,
mientras que los dominados no existen más que si se movilizan o se dotan de instrumentos de
representación.” (pág. 159; las cursivas son mías).
“El trabajo de delegación al ser olvidado e ignorado, se vuelve el principio de la alienación
política (...) los fetiches políticos son personas, cosas, seres, que parecen no deber sino a ellos mismos una
existencia que los agentes sociales les han dado” (pág. 159) [las cursivas son mías].
Bourdieu enfatiza que “cuanto más desposeídas son las personas, culturalmente sobre todo, más
obligadas e inclinadas están a confiar en los mandatarios para tener una palabra política. En realidad, los
individuos en estado aislado, silenciosos, sin palabra, que no tienen ni la capacidad ni el poder de hacerse
escuchar, de hacerse oír, son colocados ante la alternativa de callarse o de ser hablados” (pág. 161).
Esta extensa reflexión es útil para comprender el proceso de alienación del grupo por el cuerpo
organizativo cuando la historia alude a la “traición fundante”. Para comprender esa traición es necesario
comprender los desafíos y paradojas de la representación. Quién/es, en definitiva, se erige/n como
portavoz/ces del grupo en base a la legitimidad que éste le otorga. Y quién/es queda/n excluidos del pacto.
De violencias, traiciones y herejes: fundaciones y refundaciones
Designado por unanimidad de los colonos en asamblea el 15 de agosto de 1912 en la ciudad de
Rosario, el periodista y agricultor de la ciudad de Pergamino, Antonio Noguera fue nombrado
primer presidente de la FAA. Al poco tiempo, dos tendencias ideológicas comenzaron a
perfilarse en el seno de la nueva organización: la reformista, cuyo exponente era Netri y la más
radical, sostenida por Noguera y por quienes conformarían más tarde una nueva organización.
A escasos tres meses de presidir la organización, Noguera fue acusado de sus deseos de
enrolar a la FAA en el partido socialista. El conflicto se resuelve con la destitución de Noguera.
Acusado de querer arrebatar el poder del movimiento a favor del partido, se le niega el derecho
a defenderse en las columnas del periódico La Tierra, fundado en setiembre de 1912 como
órgano oficial de circulación de la FAA. Netri publicará entonces la siguiente nota:
“Compañeros, descubierta a tiempo, por fortuna para la Federación Agraria Argentina, la
condenable intención del ex presidente Noguera de entregarla atada de pies y manos a un partido
político, el comité central viese en la triste posición de arrojarle de su seno, como único medio de
evita que la Federación que representa el triunfo de muchos hombres oprimidos, fuese muerta a
flor por un hombre en la santa causa que le había encomendado, cual era la defensa de vuestros
intereses morales y materiales” (Grela, 1985: 159; las negritas son mías).
109
El Boletín N° 5 de la Federación del 19 de octubre de 1912 una solicitada firmada por “El Gerente”,
entreveraba la posición de la FAA respecto del Partido Socialista:
“A los Presidentes Seccionales y colonos federados a que no se afilien a ningún partido político,
que rechazen [sic] cuantas circulares reciban instándoles y pidiéndoles su afiliación a las que
remitirán a esta Gerencia al efecto de que sirvan de elemento de juicio para obrar en
consecuencia”.
La denuncia era que 30.000 folletos fueron distribuidos en el campo por acción del Partido Socialista y
con la colaboración del entonces líder de los chacareros, Antonio Noguera. En la trascripción de Diecidue
se destaca: “Este importante documento, impreso en forma de ser conservado y utilizado en toda
oportunidad, debe ser leído por todos los agricultores. A fin de facilitar su distribución, se hacen paquetes
de 100, 500 y 1.000 ejemplares, que se venderán a $4, 18 y 35 respectivamente” (citado en Palacios,
2001: 81/82).
El 26 de octubre de 1912, Noguera redactaba una carta que saldría publicada en el Boletín N° 6
de la FAA. Eran sus últimas palabras escritas en su cargo de presidente de la FAA. En ella respondiendo a
Netri, expresaba:
“Afirmo que, por lo menos en el seno de la comisión no hay, no ha habido, ni creo que pueda
haber nadie capaz de querer entregar la Federación Agraria Argentina ´atada de pies y manos a
un partido político militante´ y niego categóricamente que haya habido uno solo de los miembros
del Comité que se haga [sic] atrevido a lanzar en plena asamblea una idea tan peregrina como la
de la anexión.” (Citado por Palacios, 2001: 82/83).
El 31 de octubre de 1912 Noguera es destituido del cargo por decisión de la mayoría del Comité Central.
Dos días después, el 2 de noviembre de 1912, el Boletín N° 7 justificaba la decisión de esta forma:
“Por fundamentales razones que minaban la existencia de nuestra joven asociación, el Comité
Central se vio en la dolorosa necesidad de separar de su cargo al señor presidente Antonio
Noguera, quedando al frente de la Federación Agraria Argentina el Vicepresidente José V.
Buratovich” (citado por Palacios, 2001: 83).
Su expulsión ha sido acompañada de una querella criminal por injurias y calumnias sobre su persona
hasta confirmar su “entierro político”, en los escritos aparecidos en el Boletín N° 9 de la FAA:
“El ex –presidente de la Federación –hoy ni presidente ni socio- fiel a su credo de destruir la
Federación convocó a una reunión (él dice asamblea) de delegados para tratar... de la luna, el sol
y las estrellas. Conforme presentíamos, su convocatoria ha sido una derrota en toda la línea. Era
de esperar: lo que ilegalmente empieza desastrosamente acaba. Una docena de delegados, otra
docena de señores que nada tenían que ver con el elemento colono y un grupo de dignísimos
110
periodistas fue el acompañamiento que asistió al sepelio del ex – presidente... ¡Paz en su tumba!
(Citado por Palacios, 2001: 83/84).
En el Boletín de la FAA aparece un listado de localidades federadas 59 que estuvieron de acuerdo
con su separación. Lo llamativo es que en ese listado no aparecen las localidades de Alcorta y
Máximo Paz, lugares en los que se inicia el movimiento y cuyos dirigentes, Francisco Bulzani y
Francisco Capdevila eran amigos de Noguera.
La “salida”60 de la organización fue la opción que tomaron los colonos que fueron
expulsados en el momento de fundación de la institución. La nueva organización llamada
“Comité Internacional de Agricultores” 61, fue organizada por los dirigentes anarquistas de
Alcorta y Bigand que en 1914 enfrentaron al Comité Central debido a los nuevos conflictos
suscitados en Alcorta por el incumplimiento de los contratos de arrendamiento que impulsaron a
motorizar la huelga por la cosecha del maíz.
Al respecto, en La Tierra Nº 186 (14/7/1916) la institución expresa:
“La FAA no tiene ni quiere tener participación alguna en ese movimiento huelguístico, basado
en desórdenes y violencia… pues no son estos nuestros métodos. Hay más todavía: consultado
por la sección de Chabás, si nuestros afiliados debían acceder al pedido de los huelguistas de
plegarse a la huelga, la Dirección de la FAA contestó terminantemente en sentido negativo. Con
esto no queremos negar el derecho de huelga; sólo queremos dejar constancia de que la FAA
procede por voluntad consciente y no se deja arrastrar por violencias ni sugestiones ajenas; 2)
que la huelga que es siempre un mal parta todos, pues es un arma de doble filo, que comienza
por lastimar la mano que la empuña, debe ser resuelta y guiada por hombres preparados y
conscientes y no por inconscientes charlatanes que, en el momento del peligro ponen al seguro
su pellejo y su libertad; 3) que la FAA una vez terminadas sus gestiones con los Poderes
Públicos nacionales, sabrá aconsejar a sus afiliados la conducta que habrán de observar” (citado
por Bonaudo y Godoy, 1985: 211; cursivas en el original).
Lo que este conflicto señala es la irreductibilidad del “nosotros”, puesto que, como explica
Naishtat (2000) “Nosotros, las personas aquí reunidas decidimos declararnos en huelga” no
puede ser sustituida sin perjuicio por “Yo decido declararme en huelga con o junto a Pedro,
Juan, María Silvia” (pág. 7).
Los sectores anarquistas finalmente serán paulatinamente marginados (Bonaudo y
Godoy, 1985: 197) y el Consejo, prontamente se disolverá. Bulzani, como vicepresidente de la
FAA, hacia 1914, también se apartará de la FAA, junto con los colonos que apoyaban a
59
Las localidades son: Díaz, Cepeda, Santa Teresa, Peyrano, Huinca, Renancó, Marcos Paz, Presidente
Quintana, Magiolo, Coronel Domínguez, San Marcos Sud, entre otras (Palacios, 2001: 84).
111
Noguera. Ellos fundarían las bases de los “Centros de Agricultores Independientes” –cuya sede
central se encontraba en Alcorta-, de marcada inspiración socialista, el 1° de agosto de 1914.
El 18 de febrero de 1914 estos colonos expulsados concurren al Congreso
Extraordinario que organizó la FAA y presentan un documento cuyas consignas eran:
“1° Lucha contra el criterio que sostiene la organización de los colonos mediante una acción
propia y directa, el boicot;
2° Obligación de la Federación y seccionales de preparar inteligentemente a sus componentes a
hacer conocer los males internos sociales y las instituciones que denigran a los colonos;
3° La sociedad excluye de su seno en cualquier circunstancia las cuestiones políticas y religiosas;
4º Que el periódico La Tierra se lo denomine La Tierra Libre, que sea un instrumento de lucha y
de propaganda pura (...) sirviendo únicamente a la emancipación de los agricultores” (Grela,
1985: 161-162).
Dicha iniciativa no fue aprobada. Hacia 1915 la organización fue desapareciendo de la escena,
dejando sus marcas en uno de sus documentos:
“Ha llegado el momento de entregarle la tierra en propiedad a los arrendatarios. Esto se logrará
mediante la aplicación de la reforma agraria”.
En otro documento referido a la protesta se inscribe una reseña fundamental para comprender la
alienación de los colonos expulsados en el acto de constitución de la FAA:
“...Fue un movimiento profundamente social donde los arrendatarios – que no eran colonos-,
pues no tenían tierras de su propiedad, fundaron una institución agraria que paulatinamente
perdió su origen para ser conducida por agricultores propietarios muy respetables, pero
cuyos intereses no son iguales a los de los arrendatarios. Creemos que no obstante lo que
señalamos, la Federación jugará un rol importante entre los agricultores argentinos” (Grela,
1985: 162; las negritas son mías).
Según Grela (1985) “en sus comienzos la Federación estuvo dirigida por los hombres más
radicalizados de la agremiación agraria. Después sobrevino el inevitable enfrentamiento entre
Antonio Noguera, socialista, y el doctor Francisco Netri, socialdemócrata. De resultas de este
60
Alberto Hirschman (citado por Revilla Blanco, 1994) habla de dos modos de la participación en la
acción colectiva, distinción analítica que pueden resultar útil para comprender el proceso: la voz
(protesta) o la salida (“exit”). Según el autor, la salida puede incluir dos posibilidades: optar por apartarse
de la organización o fundar otra organización.
61
En el trabajo de Palacios, 2005 aparece con el nombre de “Centro de Agricultores Internacionalistas”, y
está compuesto por los mismos integrantes.
112
enfrentamiento ideológico, los dirigentes de izquierda fueron separados o expulsados de la
Federación” (pág. 166).
El planteo del historiador Rodolgo Puiggrós (1956) es que: “no hay duda que el
programa del Partido Socialista para el campo también ejercía atractivo e influencia en los
chacareros. Algunas de sus cláusulas –como la abolición de los impuestos que gravaban la
producción agrícola-.ganadera, la contribución directa y progresiva sobre la renta de la tierra, la
indemnización de los arrendatarios por las mejoras que estos dejen en las chacras, la
expropiación de tierras con fines de colonización, etc.- fueron incorporadas al programa de la
FAA. Tuvo el Partido Socialista militantes en la dirección de la entidad agraria. Sin embargo,
los socialistas tropezaron con grandes resistencias en los medios chacareros que no pudieron
vencer y, por último, perdieron toda influencia.” (pág. 242).
Al respecto, en los “Apuntes” de la Historia de la FAA encontramos su propia visión:
“Justo y Repetto, los dos jefes del socialismo argentino, se acercaron e hicieron todo lo que les
fue posible a favor de la FAA. Pero no había ni sinceridad de propósito ni altura de miras. Ellos
no entendían hacer algo en pro de los agricultores, y mucho menos a favor de la FAA. Todo lo
que hacían era para afianzar la situación del P.S. en la organización agraria, a la que quería
dominar y orientar. La relación entre los dirigentes socialistas y los de la FAA se hacía áspera,
difícil.... Los socialistas pretendían que la FAA fuera opositora sistemática a todo lo que no fuera
socialista, especialmente anticlerical. Cualquier contacto de los dirigentes de la FAA con el
clero, con los radicales o con los conservadores, los irritaba; enfurecía especialmente al Dr.
Repetto.” (Citado en Puiggrós, 1956: 242; las negritas son mías).
Es evidente la fuerte impronta de la doctrina católica en el movimiento de arrendatarios,
expresadas en la acción de los curas de Alcorta y Máximo Paz. Los socialistas acusaban a los
agricultores de buscar amigos y protectores en los partidos de la política criolla. Si bien es cierto
el acercamiento al partido radical provincial, que de algún modo los cobijó, se proclamaron
antiyrigoyenistas.
Para los reformistas, la doctrina socialista era la “herejía”, y sus promotores, los
“herejes”. La acusación realizada a Noguera era contundente, “traición”. Me pregunto entonces:
¿A quién o a quiénes y qué había traicionado Noguera? ¿De qué se lo inculpaba? ¿De escribir
“palabras heréticas”; de intentos de proselitismo o de oponerse radicalmente a los
terratenientes? ¿Fue Noguera expulsado de la FAA por “hereje”?
Las disidencias fueron planteadas aún antes, cuando se presentaron dos proyectos
diferentes de Estatutos para ser aprobados por el Asamblea. El primero, elaborado por Netri, fue
rechazado, y el segundo, triunfante, redactado por Noguera, Bulzani, etc. De igual modo, se
desencontraron ambas corrientes de pensamiento en el diseño organizacional que debía
113
presentar la FAA. Al respecto, reproduzco la siguiente cita del libro de Francsico Ferrarotti, ex
dirigente y asesor del gremio:
“El doctor Netri debió convertirse en celoso guardián contra cualquier propósito –avieso o
ingenuo- de penetración ideológica de color definido. Y así como demostraba firmes
convicciones de justicia social, luchaba tesoneramente contra toda tendencia que intentara
prevalecer o al menos dividir la masa societaria. Unas, generalmente de izquierda, intentaban
influenciar con su ideología; las otras se arrimaban en momentos preelectorales. Con férrea
voluntad organizó todas las ramas de la acción gremial, pudiéndose decir que aún con
modificaciones más de forma que de fondo, la estructura funcional del primer momento se
conserva actualmente. A este respecto es preciso recordar su gran acierto: concibió una
federación de entidades locales en una gran central nacional, a la cual aquéllas llegaban por
medio de los congresos donde se daban las pautas de la labor a seguir y se elegían los
componentes del consejo directivo central. Contra esta concepción se opuso en un primer
momento la que bregaba por la formación de federaciones provinciales y un ente nacional
coordinador. En esta última estaba enrolado el primer presidente Noguera. Afortunadamente –
digámoslo ahora- triunfó la primera. Con ella se pudo homogenizar y presentarlo unido como
fuerza nacional a un sector tan heterogéneo como lo era el agrario cuyos componentes provenían
de los más diversos y hasta antagónicos orígenes, en cuanto a nacionalidad y hasta a raza y
religión también.”(1974: 21; las negritas son mías).
En el documento recopilado por Diecidue se reproduce un informe del Dr. Netri que expresa lo
siguiente:
“El colono de aquella región argentina [refiere al sur] aún no ha conseguido ni un relativo
bienestar ni ha mejorado su situación que provocó el movimiento del año 1912. Los agricultores
a quienes no ha alcanzado nuestra propaganda emancipadora sufren y se desesperan y por lo
tanto recibieron con el alma abierta nuestra palabra de aliento y redención. (...) Y de ellos recogí
la inspiración general que quizás pronto sea un hecho, QUE EN BREVE NO EXISTA EN LA
ARGENTINA MÁS QUE UNA SOLA FEDERACIÓN AGRARIA ARGENTINA integrada por
todas las otras entidades agrarias hoy existentes en el país, que mientras conservarían su
autonomía provincial, ajustarían su conducta a una unidad de acción (...) Ante la magnitud de
tales aspiraciones yo me pregunto: ¿son verdaderamente colonos y agricultores conscientes de la
causa agraria y defensores de los comunes intereses aquellos que gastan su inteligencia, su
preparación, sus energías y actividades unos en fomentar la discordia en el seno de la Federación
Agraria Argentina por antipatías personales, otros buscando destruir lo poco que ya hemos hecho
para volver a la esclavitud y al principio del cual salimos el 25 de junio de 1912? (...) que
terminen de una vez y para siempre las pequeñeces que destruyen y todos juntos como un solo
cuerpo, fuertemente unidos de cuerpo y alma, con uan voluntad inquebrantable, con un ideal
114
noble y grandioso como lo es el nuestro que es la emancipación completa del agricultor” (pág.
447; mayúsculas en el original; las negritas son mías).
Emancipación (pronunciada tanto por los reformistas como por los radicales que chocaron en la
fundación de la institución) es la palabra que da sentido al marco cultural de la acción colectiva
de los agricultores en esos primeros años, en los que si bien los agricultores pedían “libertades
capitalistas” como señala Boglich, (1937) uno de los principios pronunciados en el Asamblea
de Bahía Blanca, “que la tierra debe ser de quien la cultiva”, (FAA, pág. 448/9) se erigía como
demanda universalizable y en torno a la que se edificarían las conquistas legislativas obtenidas
más tarde.
Esta primera etapa, que ubico entre los años comprendidos entre la fundación de la FAA
el 15 de agosto de 1912 y el asesinato de Francisco Netri el 5 de octubre de 1916, es de una alta
inestabilidad. Uno de los indicadores destacados es la rápida y prolífica sucesión de presidentes:
Antonio Noguera (15/8/1912 al 30/10/1912); José Buratovich (31/10/1912 al 8/12/1912);
Francisco Netri (8/12/1912 al 15/8/1913); Ceferino Boveri (15/8/1913 al 30/5/1914); Julio
Giunti (1/6/1914 al 30/8/1914); Francisco Netri (31/8/1914 al 5/10/1916).62 El asesinato de
Netri fue un momento bisagra que debió enfrentar la organización y asimismo reforzó la
inscripción del antagonista.63
Antonio Diecidue (1969) recuerda por aquellos tiempos “una declinación en el espíritu
de lucha de la masa asociada. Se había producido una crisis en la valentía que al comienzo de la
lucha sindical se verificaba entre los agricultores. (...) Faltaba convicción y discernimiento para
poder juzgar las cambiantes situaciones que, generalmente, se producen durante los conflictos,
que suelen alterar los resultados previstos y calculados objetivamente por dirigentes y
asociados. Carecían de la perseverancia que evita la disgregación y hace fuerte a los hombres en
la adversidad. (...) Lamentablemente fueron muchos los que, ante el fracaso parcial o total de
objetivos prefijados, abandonaron la lucha, a sus dirigentes, a sus compañeros, a su propia
Sociedad, y nuevamente se entregaron a sus propios explotadores. A aquellos pobres de espíritu,
muertos en vida, se les unían, en alguna manera y como elementos negativos para la acción
sindical, los que habían ingresado a la Federación Agraria Argentina con fines proselitistas...”
(p. 168).
62
En un documento de la FAA se aclara que el Dr. Netri no ha sido presidente de la organización sino
Director General, pues para ejercer ese cargo el Estatuto establecía que debía ser productor agropecuario
(FAA, “Un poco de historia” 1912-2004).
63
La revista “Agro nuestro” (s/f) que dedica una nota al mismo, resalta: “Hasta ahora sobre el cobarde
crimen flota la sospecha de que todo fue una maquinación del único enemigo que se le conoció al Dr.
Netri: el sistema de justicia personalizado en los grandes terratenientes del país” (p. 47).
115
Un anuncio en el periódico La Tierra del 17/3/1916 revela un retorno al pasado que no
había quedado tan atrás: “Compañeros: en muchos campos los propietarios han vuelto a la
tiranía de los tiempos pasados. De muchas Secciones nos envían para su revisación contratos,
que de ser aceptados por los colonos, representarían la renuncia a toda dignidad de hombres, de
ciudadanos libres”.
Netri escribía en La Tierra interpelando a los políticos y permitiendo imaginar el tiempo
de las revueltas de fines de la década:
“No ven los nubarrones que van ciñendo el horizonte que ya no es político (en el único en el cual
ellos tienen la mirada fija) sino en el económico social (...) no oyen las quejas de los productores
agrarios y de los trabajadores en general, ni las voces airadas de protesta, próximas a estallar en
actos de violencia (...) De varios puntos del país (...) nos llegan protestas contra los nuevos
contratos de arrendamientos, contra la conducta de las autoridades casi siempre (salvo honrosas
excepciones) aliadas a los terratenientes (...) Recordad en fin las palabras de Abraham Lincoln:
`Se puede engañar a todo el pueblo por un tiempo. Se puede engañar a alguna parte del pueblo
todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo´.” (La Tierra,
2/7/1916).
Lo cierto es que, a mediados del año 1916, bajan las cotizaciones de los cereales como
consecuencia de la guerra en Europa. Aquel año se convierte en una fecha decisiva para la FAA.
En La Tierra del 9/7/1916 con el título “La baja de los cereales: Movimiento que se intensifica”,
Netri evalúa la crisis y reclama la intervención del gobierno: “¿Qué es lo que podrá hacer el gobierno:
Mucho ... Pero, por lo mismo no hará nada. Sin embargo haremos algunas indicaciones: ¡Podrá intervenir
y dictar medidas preventivas para salvar la cosecha próxima de 1916-17, disminuir los gravámenes que
soporta el colono! Un discreta, equitativa rebaja de los arrendamientos, que después de la huelga de 1912,
calmada y normalizada la campaña (...) han vuelto a subir... de una manera asombrosa; imponer un límite
a los lucros del comercio importador y sobre los artículos de primera necesidad, de uso y consumo en el
campo. (...)”.
En el periódico aparecerán también algunas de las propuestas que Netri presentaba al Gobierno
Nacional: “Que resuelva de una buena vez la creación de los Tribunales Agrarios de Arbitraje pedido por
nosotros y prometido por el Poder Ejecutivo hace ya tres años; hacer efectivo y real el crédito al colono
ante el Banco de la Nación Argentina que hasta hoy es sólo una mistificación; tratar de salvar el sobrante
el maíz”. Y más adelante el texto dice: “Otro día, en su oportunidad, le recordaremos al Gobierno (para
que se lo vuelva pronto a olvidar) cuales son las leyes agrarias que el país necesita con urgencia y que
Rivadavia vislumbró hace años. Por hoy basta”
Hacia 1915 la FAA seguía insistiendo en su independencia partidaria. De todos modos, en una
asamblea del año 1913 se había tratado la formación de un partido político agrario. En la discusión el
presidente Netri dice que “se trata de un partido sin objeto de miras que la de defender los intereses del
agricultor.” (FAA, pág. 440).
116
Hubo varias opiniones en contra de la formación de un partido, pero otros delegados como
Esteban Piacenza defendieron el proyecto volcaron la mayoría a su favor, siendo que puesto a votación
resulte triunfante la afirmativa. El argumento de Piacenza era: “El partido sería exclusivamente agrario,
ya que el colono por sus condiciones intelectuales no estaba preparado para hacer ninguna clase de
política, ni le conviene otra que no sea la defensa de sus intereses” (FAA, pág. 440).
Luego de un extenso debate, por mayoría se aprueba la moción pero al tratar la
incorporación de la Liga Agraria de Firmat a la FAA, queda sin efecto la resolución política. El
documento escrito por Diecidue dice que en ningún momento se habló de plataforma, ni de
principios, ni de doctrinas. De hecho, el artículo 1° de las bases acordadas por las comisiones
estaba en pugna con el acuerdo tomado por la asamblea. Según expresan Bonaudo y Godoy, “al
parecer, el grupo de Firmat, liderado por dirigentes anarquistas, supeditaba su afiliación a la
FAA a la prescindencia política y religiosa del organismo” (1985:196). Sin embargo, esta
necesidad vuelve a plantearse, como veremos hacia 1920.
No obstante, ello no dejaba de imprimir una alienación política que coartaba la libertad
de los colonos. Al respecto, en el periódico La Tierra del 14 de mayo de 1915 aparece una
proclama bajo el título “Elecciones políticas. Contestando a muchos”, que expresa lo siguiente:
“A nuestros asociados que nos preguntan a diario, cuál deberá ser nuestra actitud en las próximas
luchas políticas para elegir gobernador y diputados en la provincia de Santa Fe (el 6 de febrero),
y Presidente de la República y diputados nacionales en Abril [sic] próximo, repetimos: La
Federación Agraria Argentina no puede ni quiere afiliarse a otros partidos políticos; tiene su
credo, el problema agrario, y nada más; ese es su objetivo y la razón de su existencia. Sin
embargo, o mejor, precisamente, por eso, hoy sólo aconseja a sus afiliados que gozan del voto
político que no entreguen su libreta a nadie, bajo ningún pretexto, y si algún representante de la
autoridad lo pretendiesen [sic], telegrafíen a esta Dirección para intervenir en la forma que
corresponda. El voto de nuestros afiliados deberá ser consciente, y por tanto debe darse a lo
candidatos que, según la Dirección Central de la F.A.A, de acuerdo con los demás dirigentes,
reúnan los requisitos que nosotros deseamos de los futuros gobernantes. Tomen nota: Todo
colono que votare por un partido sin previamente consultarse con la Dirección, será
considerado enemigo de la Federación y traidor a sus compañeros de trabajo” (el subrayado
es mío).
¿Qué ocurrió con un proceso de invención radical que prometía si no la emancipación de los
campesinos, al menos la autonomía?
Según Grela (1985) la FAA estampó en su programa de acción gremial un capítulo
dedicado a implementar la reforma agraria. Sólo fue una expresión teórica. Dicho enunciado fue
criticado por los terratenientes y latifundistas. Para contener el avance de dicha prédica, la
reacción de los poderosos terratenientes, iniciaron una guerra frontal en contra de la Federación.
Se llegó hasta el crimen político. El dirigente campesino Fancisco Menna, de orientación
117
anarquista, fue asesinado en Firmat en 1917 durante una concentración campesina. El doctor
Francisco Netri, fue ultimado a balazos, sindicado de haber sido el principal impulsor del
proyecto de reforma agraria” (pág. 166). Pero allí no terminan los crímenes políticos que
preconizan el advenimiento de la llamada “década infame”.
Estos elementos me permiten llegar a la siguiente conclusión: la reforma agraria puede
ser concebida como la divisoria de aguas. Fue en este punto que estalló en mil pedazos la
“unidad” idealizada por la FAA. La traición fundante toma cuerpo cuando se da la espalda a
las iniciativas de los integrantes de la primera comisión huelguista, más allá de su ideología y
su imposibilidad de sumar gringos a su causa.
El anhelo de la tierra se convirtió en una fuerza de derecho propio tan poderosa que,
posiblemente, llevaría al enfrentamiento de los chacareros con los trabajadores en las jornadas
de huelga de 1919 y a establecer una alianza con los terratenientes.
En la trama de la protesta en la que se combinaban viejos rencores religiosos (relación
áspera entre el Partido Socialista y la iglesia) y los agravios tradicionales sociales y políticos, las
vestiduras que adoptó la herejía fueron arrojadas al vacío, y con ellas, los herejes. El triunfo es
para los reformistas.
Resulta difícil (aunque no imposible) reunir a un cura, un socialista y un anarquista en
un mismo movimiento. Es una ironía histórica que la FAA reclutase, luego, entre sus miembros
a los propietarios. Como dice Marx, la historia se repite primero como tragedia y luego como
farsa.
118
Etnografía del recuerdo
El olvido, la traición y el Grito en secreto de familia, Alcorta 2003
“Ésta no es una historia para transmitir…”
Toni Morrison, Beloved.
Era por fin el momento de encontrarnos con dos de los once hijos que el matrimonio de Francisco Bulzani
y María Robotti habían tenido en la Argentina, ambos ancianos. Era octubre y un calor abrumador había
postergado la cita para después de la siesta. Eran las cinco de la tarde. Llamamos a la puerta de una típica
casa sencilla de pueblo. Nos abre la puerta una sobrina de ambos. Acude enseguida a nuestro encuentro
Adela, y aparece al instante su hermano Abel. 64 Nos invitan a pasar y nos ofrecen asiento en un viejo
sillón tapizado de pana verde, ni bien la sobrina llega con un refrigerio. Entre objetos antiguos, se destaca
en el fondo de la pared, un pergamino de grandes dimensiones que fuera obsequiado a Maria, su madre,
por la FAA a propósito del aniversario del Grito en el año 1958.
Una de los primeras frases que “vomitó” aquel hombre mayor de caminar tranquilo y bien
dispuesto a contarnos la historia de sus padres, fue: “Mi papá volvió a Alcorta en el ´36, me parece [trata
de hacer memoria], y se volvió a Córdoba. El se fue enojado de acá [refuerza]”. -¿Por qué?, le
preguntamos y, mientras se acomodaba en la silla, nos respondía enérgicamente: “Porque le pagaron mal
bah... mejor dicho el fundió todo lo que tenía y [ellos] fueron unos desagradecidos”.
La entrevista ya disparada rondará todo el tiempo en tratar de descubrir quiénes eran ellos, “los
desgraciados”, y, de descubrirlo, nos interesaba también saber por qué lo eran en la construcción
discursiva de Abel.
Luego, Abel nos cuenta que luego de fallecido el padre volverían a Alcorta con su madre. Su
padre había muerto en Montecristo, a tres leguas de la ciudad de Córdoba, y su voluntad fue que lo
dejaran descansar allí junto a su hijo, nos dijo.
Decidimos virar la entrevista e ir de lleno a la cuestión: ¿Qué recuerdos tienen del Grito de
Alcorta de haberlo escuchado de sus padres? No, para nada, fue la respuesta de ambos. ¿Nunca les
contaron nada? fue la repregunta que no podía faltar en un/a entrevistador/a azorado/a ante la respuesta.
“Vos sabés qué bien estaban ellos acá?”, respondió Abel a nuestro interrogante. “Tenían dos chacras en
[la colonia] La Sepultura, arrendaban... Ellos estaban bien, muy bien y después empezaron con este
problema del Grito de Alcorta, había que mantener a los colonos porque no los dejaban trabajar, no les
dejaban vender nada; los grandes terratenientes... Demasiado que llegaron a ganar la vuelta, bah! Por eso
se fueron mal todos, no les había quedado nada. ¿Los desalojaron?, preguntamos. “No, a ellos no”, asintió
Abel. ¿Y los amigos como Angel Bujarrabal [el comerciante del pueblo]?, preguntamos. “Sí, murió”, nos
64
Los nombres son ficticios con el fin de respetar el anonimato de los entrevistados.
119
responde Abel. “El proveía alimentos en el almacén y mi mamá –agrega Adela- salía a repartir por la
colonia en 1912 harina, café, de todo, a los colonos, ellos no podían vender nada. [Interrumpe Abel] “El
era el único que tenía bienes para ayudar”.
¿Y cómo era su madre?, pregunto a Adela. Ah, nadie, ni ningún hijo se va a poner a la altura de
ella como era de trabajadora mi mamá, con tantos hijos, fue muy guapa [asegura] guapísima. ¿Y su papá?
“Era maestro –me responde- daba misa a los colonos, venía mucha gente a casa a rezar, él se ponía el
manto negro, era muy católico.” Y, agregando otro dato importante, Adela dice: “En la época de la
huelga estaba embarazada del cuarto hijo”. ¿Por qué cree que tenía ese costado de lucha?, insisto. “Porque
era injusticia lo que pasaba”, dice Adela a quien Abel no deja concluir su respuesta para relatarnos que:
“Venían los terratenientes con una soga y un tractor y te tiraban abajo el rancho? (nótese que tractor aún
en esos años no había ingresado en el campo; debió esperar dos décadas más).
Volvemos a insistir nuevamente sobre lo que ya intuíamos había sido un secreto de familia
guardado en el baúl familiar de los recuerdos y experiencias silenciadas, pero sin sospechar aún el por
qué. Preguntamos: -¿Eran reservados? “Eran reservados los dos”, nos responde Adela y asegura: “Nunca
han hablado de nada”. ¿Y con los hermanos más grandes? “Eran chicos”, afirma Adela. Y enseguida
señala: “Se fueron y se terminó todo acá en Alcorta y no se nombró más acá en Alcorta. Ahora empezó.
Se terminó la huelga y se terminó todo. Nosotros nunca hemos sentido hablar a mi padre del Grito de
Alcorta. Mi mamá jamás.” “Yo tampoco”, asegura Abel.
¿Ella no dejó nada escrito, el papá tampoco?, queríamos saber. “Mi mama falleció, esperate [me
dice tratando de esforzadamente recordar], en los 60, tenía 84 años cuando murió. ¿Y en Córdoba a que se
dedicaron?, preguntamos. “Toda clase de trabajos, sembrar maníes... a mano”. ¿Ustedes se enteraron acá
del Grito, por los comentarios de la gente habían dicho, no? insistimos “No creas que acá la gente
comentaba tampoco, lo tenían olvidado”, me dijo Adela. ¿Y por qué creen que la gente “se olvidó” del
Grito? “Porque la gente... ya los mayores fallecieron casi todos y la juventud no se compara”. Pero, en la
entrada a Alcorta en un cartel se lee “Cuna de la emancipación agraria, les señalo. “Pero eso es nuevo”,
aseguran. “El monumento a los del Grito ahí quedo, sin terminar. Lo hicieron con las bolsas de cereales
de los colonos”, aprovecha Abel el momento para denunciar la obra interrumpida durante el gobierno de
Illia que se erige sobre la ruta 90. ¿Síntoma, tal vez?
120
Capítulo III
LA FEDERACIÓN AGRARIA ARGENTINA.
La nueva política de los colonos
“Tan grande es el miedo de los hombres, incluso de los más radicales
y menos convencionales de entre ellos, ante las cosas nunca antes vistas, los
pensamientos jamás pensados y las instituciones nunca antes ensayadas”
Hannah Arendt, Sobre la revolución (1951).
1. Introducción
Desde su fundación, el 25 de agosto de 1912, y hasta la emergencia de las Ligas Agrarias en la
década de 1970 la Federación Agraria Argentina ha monopolizado la representación de los
pequeños y medianos productores de la región pampeana, pero en una suerte de “representación
delegada o asumida”, en la expresión de Archetti (1975).
La transición del momento de “locura” a la institucionalización ha sido, como vimos, un
proceso que a la vez que ocurría rápidamente se tornaba más conflictivo. Los primeros años, de
fundaciones y refundaciones, se caracterizaron por una alta inestabilidad, la sucesión de seis
presidentes y la permanente situación de amenaza a la supervivencia institucional. Podríamos
sostener que la FAA logra consolidarse como organización corporativa luego de la década de
1920 bajo la presidencia de Don Esteban Piacenza.
La intención de este capítulo es la de interpretar el repertorio de acciones que se
consolida durante su presidencia y que va a sellar la estructura organizativa; el tipo de liderazgo,
su relación con las bases, y los nuevos modos de expresión política de la institución en el
espacio público.
Enmarcado en el horizonte cultural y político de la época, el capítulo está organizado
según una periodización sujeta a los mandatos presidenciales de la FAA desde 1916 a 1971,
década que será analizada especialmente en el siguiente capítulo.
El primer período, signado por las acciones colectivas contenciosas y corporativas en
busca de la conquista de la propiedad de la tierra, profundiza en lo que considero llamar el
121
nuevo modo de hacer política de los colonos.
La Marcha a Buenos Aires, es el primer
antecedente que se cuenta entre los movimientos rurales de la Argentina que tiene como
horizonte de proyección y lugar de lo político.
En los aparatados siguientes, la interpretación busca observar cambios y/continuidades
en el repertorio de acciones respecto del acontecimiento de 1912, deteniéndome en las
dificultades que deben enfrentar los colonos hasta lograr la primera y segunda
ley de
arrendamientos durante el gobierno peronista, tras la organización del “Segundo Grito de
Alcorta”.
Pensando en el fenómeno del peronismo como un nuevo enmarcado para la acción
colectiva y una estructura de oportunidades políticas también nueva, me detengo en la política
agraria y los sentidos que este nuevo discurso despertó entre los colonos respecto de la reforma
agraria. Por último, estudio los avances y retrocesos en el proceso legislativo que abarca el
período considerado.
122
2. 1916-1945
Presidencia de Esteban Piacenza
“Después que los agricultores hemos adquirido los derechos civiles
nos hemos dado a la reconquista de la tierra y en eso estamos”
La Tierra, 21 de octubre de 1933.
La FAA recuerda aquel período de 1916 como de “desaliento”.
En el Congreso del año 1916 se trató especialmente el tema del aumento en el precio de
los arrendamientos bajo la eterna amenaza de los desalojos. El descontento se expresaba
también en las “formas cotidianas de resistencia” (Scott, 1990): incendios de parvas, matanzas
de animales, cortes de alambrados, etcétera. (Bonaudo y Godoy, 1985: 170).
Señala un documento de la FAA: “La palabra huelga estaba en boca de la mayoría de
los delegados (...) no se podía evitar al comienzo del ciclo agrícola de 1917” (FAA, 2004: 7).
Las secciones estatuarias que llegaban a veinte se disolvían, impedidas de afrontar los
gastos administrativos. El 20 de noviembre de ese año se desarrolló el Primer Congreso de
Agrarios presidido por Esteban Piacenza. En ese momento se contabilizaban 27 secciones, 700
socios y ningún capital (Revista Agro Nuestro, s/f: 50).
El nuevo presidente, el “gran caudillo agrario” como lo recuerdan, cuyo mandato regirá
hasta su muerte acaecida en 1945, era chacarero de Moldes (Córdoba) y tenía además una
chacra en Santa Teresa (Santa Fe). Fue delegado ya en 1913 por su sección a los congresos de la
FAA. Seguidor del Dr. Netri con quien mantenía una nutrida correspondencia. De hecho, a
medidados de 1914 al celeberarse el segundo aniversario del Grito de Alcorta, escribía al Dr.
Netri sobre los éxitos obtenidos:
“Recorrimos las calles del pueblo en corporación y con banda de música. Nuestras queridas
enseñas (de la Nación y de la F.A.A) fueron acariciadas por el sol y por la brisa. Y el grito de
¡Viva la Federación! chocó una vez más en los tímpanos de nuestros adversarios rabiosos”
(García Serrano, 1966: 56).
La muerte repentina de Francisco Netri impuso un viraje en la organización. Realizase un
Congreso Extraordinario de la F.A.A el 17 de abril de 1917 con 27 secciones que comprendían
700 socios y delegados en representación de cinco mil agricultores (FAA, 2004: 7). Quedó
aprobada la declaración de una huelga general con sólo un voto en contra expresando:
“Eran los terratenientes y los intermediarios, quienes nos obligan a tomar tan extrema medida y
eran los responsables ante la opinión pública y la comunidad por las consecuencias de esta
resolución” (FAA, 2004: 7).
123
La huelga continuó durante el año 1917 y 1918 en forma esporádica bajo la consigna: “No
entregarse, no hacer arreglos parciales dentro de la colonia” (FAA, 2004: 8).
El compañero Justo P. Juárez presentó una lista para armar el nuevo Consejo Directivo
Central. Cuenta Serrano (1956) al respecto:
“En los presentes hubo indecisiones: se recordó la Ley de Residencia. El delegado Juárez dice:
`Que ha llegado la hora de los sacrificios; que no se siente ni es capaz para dirigir la Sociedad, ni
escrbir en La Tierra y dirigirla. Pero si es necesario; ustedes hagan y escriban: yo firmo. Podrán
llevarme preso, deportarme no. Yo soy argentino... ¡Argentino...!´ Sí, el único entre todos. Justo P
Juárez era el único argentino de nacimiento y era negro. Nosotros le teníamos gran afecto porque
no era fácil encontrar argentinos puros que quisieran formar tropa con los `gringos´.” (págs. 60/1).
La lista quedó conformada con Esteban Piacenza como presidente. Su acción durante su extenso
mandato se basó en tres patas: organización mutual; cooperativa y gremial, pero
fundamentalmente, bregó por la sanción de las leyes agrícolas situando la acción de la
institución en el ámbito parlamentario. Ya en 1914 la FAA solicitaba al Presidente de la Nación
la discusión de los proyectos presentados por los doctores Palacios y Justo en 1913 y por el ex
ministro Eleodoro Lobos.
El gobierno de Yrigoyen, recientemente asumido, da una respuesta provisoria a la
cuestión agraria que fue la llamada “Ley del Hogar”, inspirada en la legislación norteamericana
(“homestead”) y cuya finalidad era que los lotes fueran propiedad de la familia. La ley se
dispondría sobre las tierras públicas con excepción de La Pampa, las cuales eran poco fértiles y
por ende, insuficientes las 200 hectáreas otorgadas al productor. “Si bien la ley es sancionada
por el Congreso (25/9/1917), Yrigoyen se niega a ponerla en práctica argumentando que la
misma debía limitar su alcance a ciudadanos nativos o naturalizados, por cuanto de lo contrario,
se correría el riesgo de ver esos territorios invadidos por extranjeros. La presión del Congreso y
de la opinión pública no logran modificar la decisión del presidente” (Bonaudo y Godoy, 1985:
180).
El 16 de marzo de 1918 se desarrolló el Primer Congreso Agrario Nacional organizado
por la FAA al que se invitaron a personas ligadas al agro, incluídas funcionarios del gobierno.
Se trató: el acceso al la tierra, y colonización; condiciones de los arriendos; intercambio
cooperativo; ensayos de cooperación agrícola (graneros o galpones cooperativcos en las
estaciones del ferrocarril); instrucción primaria; seguro agrícola; formación de pueblos
alrededor de las estaciones; estadísticas agrarias oficiales, etc. Pero lo más significativo fue el
contrato de arrendamiento que fuera aprobado en 1916 y ratificado en este Congreso; el mismo
sería el precursor de las leyes N° 11.170 y N° 11.627.
124
Por esos años los agricultores debieron afrontar una de las crisis más hondas,
particularmente la de 1918 en las zonas maiceras. “Los precios bajaron hasta límites absurdos
($2,50 en espiga) y el maíz se quemaba en locomotoras y hornos de ladrillos (...) se crearon las
bases de nuevos movimientos agrarios” (Revista Agro Nuestro, s/f: 51).
Por el año 1919 la FAA ampliaba sus bases constituyendo 70 seccionales y dictando
conferencias en más de 250 localidades del interior y comenzando el funcionamiento de las
Cooperativas Agrarias Federadas creadas por la FAA (FAA, 2004: 10).
El año 1919 marcaría un aumento en el nivel de conflictualidad a nivel nacional. Los
trágicos sucesos de las huelgas agrarias de 1919, se propagan en un ciclo de protestas que se
inicia con la llamada “Semana Roja” (1909), “Semana Trágica” (1919), La Patagonia y La
Forestal, período de tiempo teñido por violencia, represión y muerte.
“Esa ola de convulsiones se desarrollaba de manera parecida en todo el mundo
occidental, recogiendo primero los ecos de la revolución socialista de 1917 y luego, de los
movimientos revolucionarios que estallaron, apenas terminó la guerra, en Alemania, Italia, y
Hungría” (Romero, 1993: 51).
La huelga, el boicot y el sabotaje serán las formas que adquiere la protesta desde fines
del siglo XIX pero será en este tramo de la historia cuando alcancen su máxima eficacia fundamentalmente entre los trabajadores urbanos-.
(La huelga perdurará a lo largo del siglo
XX hasta los años de 1980 cuando comienza a transformarse el repertorio de la protesta
tradicional ligada al mundo del trabajo asalariado y a la sindicalización como forma de lucha
hegemónica.)
La importante huelga chacarera de 1919 apunta directamente al problema del régimen
de la propiedad de la tierra. En una entrevista Piacenza afirmaba “que las reformas al régimen
de arrendamientos no implican la solución del problema, sino que constituyen una alternativa
transitoria y circunstancial frente a la respuesta de fondo que es la reforma agraria” (Boanudo y
Godoy, 1985: 183). Es llamativo que La Tierra dedique muchas de sus páginas al tratamiento de
la sociedad rusa, especialmente durante el año de 1921.
En 1919, la Federación levanta su voz contra las medidas represivas y las denuncias
gubernamentales que caracterizan la movilización como “fruto de anarquistas, agitadores y
propagandistas agrarios” (La Tierra, 16/6/1919).
Mientras se espera la actuación de la legislatura, la FAA en 1918 comienza su prédica
en La Tierra, haciéndose incluso cargo de gestionar la adquisición de la carta de ciudadanía
(Bonaudo y Godoy, 1985).
Otra de las salidas ensayadas para superar la crisis económica es la cooperativista ya
presente en el I Congreso de la FAA realizado en agosto de 1913 cuando Netri planteara “que,
hasta tanto la institución no cuente con recursos suficientes para adquirir comestibles,
125
maquinarias, bolsas vacías, etc., resulta conveniente que en cada sección se constituyan
cooperativas que organicen, con el aporte de sus asociados, un fondo común para comprar en
conjunto, especialmente bolsas” (Bonaudo y Godoy, 1985: 192).
Así se crea la primera cooperativa en Bigand y en el Congreso de agosto de 1915 se da
carácter definitivo a la Cooperativa Federal Central, movimiento que alcanza sus límites cuando
en la zona de San José de la Esquina, sólo 25 agircultores acuerdan vender en conjunto a través
de la Oficina de Intercambio Cooperativo de la FAA. “Muchos no adhirieron, pues habiendo los
Señores Pratts hijos y Cía. comunicado que todo colono que no vende el maíz a la estancia será
echado del campo, tienen miedo que los propietarios modelos cumplan su patriótica y generosa
amenaza” (Bonaudo y Godoy, 1985: 193). Por este motivo, Piacenza decide poner fin a la
sección comercial y el movimiento coopertaivo vuelve a tomar impulso hacia 1918 (Bonaudo y
Godoy, 1985).
En 1920 la FAA cuenta ya con 40 cooperativas pero sin abandonar la acción sindical
(Serrano, 1966: 75). “la Cooperación y la Mutualidad Agrícola” figura en la Orden del Día del
VI Congreso de la F.A.A (1918). La primer Cooperativa Agrícola Federal surge en Rufino
(Santa Fe) en 1918.
En abril de 1919 se desarrolla el Segundo Congreso Nacional Agrario en Río Cuarto
(Córdoba). Las resoluciones aprobadas abarcaron fundamentalmente:
-Las reformas legislativas urgentes en el régimen agrario: señalar a los poderes públicos y a la
opinión nacional la necesidad impostergable de solucionar el viejo problema agrario argentino
(...)
-Contrato de arrendamiento de duración mínima de 5 años; derecho a ser indemnizado por las
mejoras introducidas en los campos; derecho de trillar, vender y asegurar donde más le
convenga; la inembargabilidad de ciertas ropas, muebles, implementos agrícolas, semillas,
animales de trabajo (...)
-Formación y conservación de la pequeña propiedad rural recurriendo a la adopción de todas
aquellas medidas legislativas capaces de facilitar el acceso a la tierra a todos aquellos que tienen
aptitudes para el cultivo y lña conservación de dicha propiedad
-Las medidas más eficaces para ello serían: la contrbución territorial progresiva y el impuesto al
valor del suelo libre de mejoras y la facultad inferida al Poder Ejecutivo Nacional y provinciales
de expropiar con fines de expropiación (...) (FAA, 2004: 8/9).
En esta década comienza a perfilarse el modo de acción de la FAA que combina dos tipos de
acciones: por un lado, la “acción contenciosa” en el espacio público utilizando el repertorio de
126
acciones tradicional (huelga, movilizaciones, marchas, etc.) y, por otro, la “acción corporativa 1”,
una marcada propensión hacia el lobbie y la negociación con el estado.
En junio de 1919 el Poder Ejecutivo envía cuatro proyectos de leyes al Congreso: 1.
Creación de Juntas Arbitrales de Trabajo Agrícola; 2. Proyecto de Ley de locación agraria; 3.
Proyecto de Ley de Cooperativas Agrarias; 4. Colonización a base de tierras fiscales.
No obstante, el tiempo pasaba y no se obtenía respuesta alguna. La FAA elevaría una
nota a la Honorbale Cámara de Diputados el 5 de noviembre de 1919 para que ésta se constituya
en sesión permanente:
“Una vez más y bajo la presión cada día más violenta de una persecución infame, los colonos
argentinos se ven precisados de acudir a esta Honorable Cámara, en demanda de leyes, sino
protectoras, al menos suficientemente eficaces para colocarlos en condiciones de derecho y de
vida iguales a los que gozan los demás habitantes del país, a fin de poder trabajar y desarrollar su
existencia, tranquila y honestamente. La falta de atención y el olvido de esa Honorable Cámara
demostrados hasta ahora de no considerar las leyes que desde hace ocho años se vienen
reclamando con insistencia, han envalentonado a muchos terratenientes e intermediarios que
trafican con la tierra, que la prostituyen en su afán de lucro desmedido, quienes se han dado a la
tarea de cometer los más grandes atropellos contra los colonos que crean su riqueza (...)” (FAA,
2004: 10). [Las itálicas son mías].
Aquel pedido, no tuvo respuesta. Entretanto, los desalojos y las intimidaciones se sucedían, el
periódico La Tierra decía: “¿Y los colonos qué vamos a hacer? Comer vacas y no salir de los
campos hasta que nos saquen a tirones, siempre que tengan más fuerza que nosotros” (...)
(Archivo Documental de la FAA, s/nº pág.).
Una nota aparecida en La Tierra el 12 de mayo de 1920, que fuera enviada al Ministro
de Agricultura de la Nación Alfredo Lemarchi, da cuenta del desalojo de 400 colonos del
extenso latifundio de Josefina de Alvear de Errazuris, Teodolina Alvear de Lezica y Diego de
Alvear, ubicado en Rosario. Eran colonos en su mayoría italianos que “nunca pudieron
asociarse a FAA, porque los administradores de la colonia no lo permitían.” (FAA, 2004: 11).
1
Para diferenciar las acciones colectivas de las corporativas, tomamos el concepto propuesto por
Schmitter (1987): “El corporativismo puede definirse como un sistema de representación de intereses en
el cual las unidades constitutivas están organizadas en un número limitado de categorías singulares,
obligatorias, no-competitivas, ordenadas jerárquicamente y diferenciadas funcionalmente, reconocidas o
autorizadas (si no creadas) por el estado y a las que se ha concedido un monopolio deliberado de
representación dentro de sus respectivas categorías a cambio de observar ciertos controles en la selección
de sus dirigentes y en la articulación de las demandas y los apoyos (pág. 10).
127
Por estos años la idea de constitución de un Partido Agrario retorna de la mano del
tesorero de la FAA Mateo Boxitkovich en una nota escrita por él que aparece en La Tierra del
día 13 de mayo de 1920:
“Una vez que tengamos representantes en las cámaras de diputados y senadores lucharán para
que se sancionen leyes agrarias, como lo hacen en países europeos los representantes políticos
agrarios Habrá quienes no estarán de acuerdo con esta idea, pero que observen bien que está
pasando en el campo con los desalojos y otros abusos y entonces, posiblemente piensen como
yo. ... Cuando los propios miembros del Poder Ejecutivo de la Nación, que son propietarios de
tierra, corren a sus colonos con las vacas, ¿qué no harán los otros? ¿Y a esos ministros quién los
lleva al poder? Nosotros y nuestros hijos mediante el voto. Mientras que si formamos nuestro
propio partido político, como lo tienen los terratenientes, los comerciantes, los industriales y
hasta el clero. Así compañeros, los invito a pensar bien en este modesto proyecto que esbozo
para que lo tratemos en el próximo congreso. No desconozco que esta iniciativa puede ser
criticada por algunos compañeros u otras personas ajenas al gremio diciendo que no tenemos
necesidad de meternos en la política, que muchos somos gringos y etc. Quizás tengan cierta
razón, pero las circunstancias que atravesamos nos obligan para dar ese paso, con el que
demostraremos estar cansados de esperar leyes de los políticos camanduleros” (Archivo
documental de la FAA, pág. 834).
1920 es un año decisivo para la FAA por varios motivos. Su programa de acción se va
consolidando y se convierte en una institución reconocida por el sindicalismo de la FORA,
organización con la cual el 12 de junio de 1920 se reúne para firmar un pacto de reciprocidad
reconociendo que si bien ambas instituciones son autónomas y tienen un radio de acción
particular, coinciden en la finalidad de libertar la tierra contra la participación del terrateniente. 2
Dicho pacto ha sido duramente criticado por la Liga Patriótica Argentina, representante
de la oligarquía terrateniente. Ante las diversas críticas, entre los documentos recopilados por
Diecidue, uno muestra especialmente la posición que asume la FAA frente a los terratenientes y
asalariados:
2
El convenio publicado en La Tierra Nº 386 (17/6/1920, pág. 1) señala: “…reconócele que si bien cada
organización del trabajo tiene, por su naturaleza un radio distinto de acción, marchan sin embrago de un
modo paralelo en su finalidad que es libertar la tierra y todas las fuentes de producción y cambio,
anulando la arbitraria apropiación del capitalista y de los terratenientes para ponerlas a disposición de los
trabajadores. Y que si los propósitos inmediatos de agricultores y obreros agrícolas asalariados no son
idénticos, deben hacerse los esfuerzos necesarios en el sentido, no sólo de que no choquen sino de lograr
su concordancia” (citado en Bonaudo y Godoy, 1985: 212).
128
“Todos sus movimientos son observados por sus enemigos, los grandes adversarios que son los
terratenientes, los subarrendadores y los comerciantes de campaña (...) Lamentablemente,
empiezan a moverse contra los agricultores organizados otros elementos humanos enrolados en
distinta tendencia, son los que piensan que el humilde labrador es un explotador del hombre de
trabajo, del obrero rural. Para estos últimos no tiene ningún valor el pacto realizado con la
F.O.R.A. Frente a tales confusiones, donde a la Federación Agraria Argentina se le tira de la
derecha, del centro y de la izquierda, sus dirigentes salen a la palestra y dicen lo siguiente: Desde
los centros de los latifundios como desde los del trabajo, somos frecuentemente saetados (sic)
porque los unos nos atribuyen ideales “avanzados” y programas de acción ultracatrastóficos y los
otros nos los atribuyen “retrógradas” y “legalistas” (...) Saben los terratenientes que los
agricultores de la República como los del mundo entero –incluso, naturalmente, los rusostenemos la obsesión de la propiedad de la tierra (...) Para ellos somos “avanzados” porque
avanzamos hacia sus grandes latifundios a los cuales queremos fraccionar y entregarlos
fragmentados a cada uno de los hombres que sienten voluntad de cultivarlos y tienen la fortaleza
de ánimo de habitarlos. Retrógrados no somos y legalistas lo somos hasta cierto punto. ¿Por qué
retrógrados? Se dice que somos amantes de la propiedad de la tierra, porque la propiedad hace a
los hombres egoístas y porque el egoísmo hace a los hombres malos e insensibles al dolor ajeno.
Sólo queremos agregar que los “idealistas de gran vuelo” o los “sociólogos de fondo”, los
“antieconomistas”, etc. que pregonan las bellezas y las grandes virtudes de la no propiedad de la
tierra son generalmente los que viven en las grandes ciudades al contacto del lujo, de la riqueza y
los placeres sin poderlos disfrutar (...) La Federación Agraria cree que hace obra de progreso
trabajar por el fraccionamiento del latifundio y crear la pequeña y mediana propiedad, sin llegar
al minifundio3” (FAA, pág. 857/8).
¡A Buenos Aires! La Marcha de los agricultores de 1921
El 21 de setiembre de 1920 se inicia el tratamiento de los proyectos de leyes4 presentadas,
produciéndose su sanción definitiva el 28 de setiembre de 1921 bajo la Ley N° 11.170, pero sin
3
En un documento de la FAA titulado “Un poco de historia” dedicado a la sanción de la ley 12.636 que
creaba el Consejo Agrario Nacional, se encuentra reproducida la siguiente expresión del Ministro de
Agrocultura Padilla, inspiradas en un proyecto de ley presentado por la FAA: “La tierra no se debe dividir
arbitrariamente y si queremos terminar con el latifundio, no debemos caer en el minifundio. Dueños de
grandes extensiones de tierra y con muy escasa población rural no deben pensar en crear la propiedad
diminuta. No debe limitarse nuestra aspiración a crear propiedades que sólo permitan al trabajador agrario
tener medios de subsistencia precarias que no le permitan atender a todas sus necesidades y formarse un
provenir” (pág. 67).
4
Se presentaron 7 proyectos: de los diputados socialistas Juan B. Justo, Mario Bravo, Alfredo Palacio y
Nicolás Repetto (1913); del diputado conservador Nicolás Avellaneda en 1917; del diputado conservador
Sr. Davel en 1919; del diputado demócrata progresista A. Carrasco en 1919; del diputado radical Jorge
129
ser incluida la ley de arrendamientos en las sesiones extraordinarias, a pesar del pedido enviado
al Presidente Yrigoyen. Esta actitud fue denunciada públicamente en La Tierra del 18 de enero
de 1921: “¿Qué hacer? El Presidente de la República no quiere que miles de colonos sean
arrojados a la calle. Se opone a la sanción de la Ley agraria” (FAA, 2004: 13).
Cuando se inica en 1921 el nuevo período de sesiones ordinarias, la Cámara no trata la
ley agraria. “Como se habían agotado todos los medios al alcance de FAA, el Presidente
Piacenza, en una reunión del Consejo dijo: Ante tanta irresponsabilidad tendremos que ir a
Buenos Aires en manifestación” (FAA, 2004: 13). [las itálicas son mías].
La idea repercutió en el campó y fue recogida desde La Tierra el 9 de julio de 1921:
“Compañeros agricultores: Vayamos a Buenos Aires a sacudir la modorra de los
Senadores y las polvorientas carpetas, para sacar la ley agraira aprobada en Diputados.
Por nuestro bien, el de nuestros hijos y el del país, unámonos todos y afirmemos en la
misma Capital Federal el derecho que nos asiste. ¡¡¡¡ADELANTE COMPAÑEROS!!!!”
(pág. 14) (Mayúsculas en el original).
Para solventar los gastos de los delegados se aconsejaba a realizar colectas. El eco hallado fue
tal que, según se lee en el documento escrito por la FAA, se contrataron trenes especiales que,
colmados de agricultores, partieron el día 26 desde Rosario y otros puntos hacia Buenos Aires.
Uno de los trenes contratados adornados con las banderas de María Susana puestas en el frente
de la locomotora, partió para Rosario.
El accionar por el reclamo de la sanción de la Ley Contractual Agraria N° 11.170 en
setiembre de 1921, mostró a los chacareros ya organizados en la FAA cómo en la utilización de
la forma contenciosa se logra persuadir al gobierno en la gran manifestación de 1.500
agricultores que por primera vez llevaban a la capital la protesta transitando por la Avenida de
Mayo hasta la Plaza del Congreso el 26 de agosto de 1921.
Los diarios que recogían las voces de los sectores dominantes –“La Prensa”, “La
Nación”, “La Razón”- saludaron con gran entusiasmo “La Marcha de los Chacareros” y veían
en ella un motivo más para desprestigiar al gobierno de Yrigoyen.
En el acto que se desarrolló en el Teatro Victoria hablaron, además de Piacenza, los
diputados socialistas Juan B. Justo, Nicolás Repetto, y Enrique Dickmann, el Ingeniero Angel
Estrada, el Dr. Manacorda, y Juan Luis Ferrarotti, que fue durante años asesor de la FAA, entre
otros. Finalmente, la ley agraria recibió, con algunas modificaciones, la aprobación del Senado
antiyrigoyenista, con el número 11.170.
Rodriguez; del diputado conservador Julio Acosta; del Poder Ejecutivo de la Nación. De todos ellos, la
Comisión de Legislación los resumió en uno solo (FAA, 2004: 12).
130
Era la primera vez que una manifestación de agricultores despertaba a la gran ciudad
adormecida que, absorta, miraba una multitud de campesinos impulsados por la demanda de
justicia.
En la noche del día 26 de agosto en el Teatro Victoria, la Banda Municipal inició el acto
con un par de marchas. El Presidente Piacenza abrió el acto. Según el relato del cronista, fue
ovacionado por la multitud a la que de dirigió durante una hora y cuarto. Piacenza “puso en la
picota como cuando se cuelga una víbora del alambrado, a varios terratenientes y
subarrendadores de tierra” (...) “Cuando Piacenza presentaba el panorama real del campo, la
gente de la ciudad se asombraba, como si hubieran estado viviendo fuera del país. (...)”
(Extractos del Archivo Documental de la FAA, s/f).
Al culminar su disertación, “la sala estalló en un vibrante clamor, entre los aplausos se
oía fuertes voces que decían: “¡Queremos la ley agraria, de lo contrario volveremos a parar los
arados!”
A continuación hablaron los diputados Ferrarotti, Repetto y Justo apoyando las
demandas de los agricultores.
Al día siguiente, 27 de agosto, se inició la concentración alrededor del monumento a
Colón y se formaron columnas que sumaron más de 1.800 personas que vivaban a la FAA.
Entre las leyendas escritas en los carteles que portaban los agricultores (Archivo Documental de
la FAA, pág. 875), algunas decían:
-
“Somos delegados de las colonias argentinas que venimos a pedir al Senado la sanción del
proyecto de ley contractual”.
-
“Los latifundios alambrados son para el pueblo argentino lo que los duques y los generales
fueron para el pueblo ruso”.
-
“La ley que pedimos obliga a los terratenientes a avisarnos con seis meses de anticipación
cuando quieran echarnos del campo: a permitirnos construir una casa de tres piezas; a plantar
árboles, a trillar y vender nuestros cereales a quien más nos convenga, ess mucho lo que
pedimos?”.
-
“Hombres de la ciudad, haced que se nos permita sembrar trigo o sereis vosotros los primeros en
quedaros sin pan”.
-
“Desde la Quiaca a Tierra del Fuego y desde los Andes al Plata, un solo clamor se levanta.
Danos tierra para trabajar”
-
“Después de cien años el nacimiento de Alberdi, Echeverría, Sarmiento, Mitre... el 90 por ciento
de nuestros hijos crecen analfabetos a la sombra del latifundio. ¡Tal cosa no debe seguir!”
-
“Hombres que viven en Londres y en París poseen cada uno muchas leguas de nuestro suelo y
los que en él hemos nacido y los que en él trabajamos no tenemos diez metros para edificar un
rancho”
-
“No venimos a pedir privilegios sino el reconocimiento de derechos fundamentales.”
131
Esta última inscripción se vinculaba a un estado de derechos que comenzaba a tomar mayor
fuerza en el imaginario de los agricultores.
El Presidente del Senado responde a la comisión de agricultores de este modo:
“Señores Agricultores, os aseguro que no habréis venido en vano a golpear las puertas
del Senado. Se hará justicia y a más tardar en la próxima semana
se iniciará el
tratamiento de la Ley Agraria” (Archivo Documental de la FAA, pág. 15).
Cuenta la FAA que había sido otorgado el permiso para ir a saludar al Presidente
Yrigoyen pero la policía impidió que la manifestación continuara a la Casa de Gobierno
quedando en el ánimo de todos que el Presidente no quiso recibir a los agricultores. Además el
Poder Ejecutivo no era muy partidario de la ley Agraria 11.170 que no fue promulgada
directamente por el Presidente Yrigoyen (tampoco la vetó).
La obtención de la Ley 11.170
La ley 1170
fue la primera ley que reglamentará las relaciones entre arrandatarios y
arrendadores estableciendo una estabilidad mínima de 4 años. Además, otorgó a los chacareros
garantías de inembargabilidad de sus bienes; consagró libertad de compra, venta, trilla y seguro;
y reconocía las mejoras introducidas por los arrendatarios en el campo arrendado, entre otros
puntos.
No obstante, la ley presentaba según los arrendatarios una serie de fallas. “¿Qué son
cuatro años para realizar con eficacia el laboreo, siembra y recolección con la debida rotación de
cultivos, para el debido éxito de una explotación agraria? ¡Nada, aboslutamente nada!” (García
Serrano, 1956: 96). Tampoco solucionaba el tema de la mediación de los intermediarios.
Lo cierto es que la Marcha, el primer antecedente que se cuenta entre los movimientos
rurales de la Argentina que tiene como horizonte de proyección y lugar de lo político la capital
nacional, y específicamente, la Avenida de Mayo y la Plaza de Congreso (nótese que la Plaza de
Mayo será el lugar central de la política en los años peronistas), denota, a mi entender, un
cambio en el modo de hacer política de los chacareros.
La acción política que durante el Grito de Alcorta era un fin en sí mismo –el quiebre de
la “deferencia”, la consolidación de una identidad política-, deviene en un medio para alcanzar
un fin: las leyes de arrendamiento. Este giro expresa la construcción de una cultura política que
define la acción corporativa como modo de participar en la arena pública y legitimar sus
derechos. En efecto, el momento de ruptura de la deferencia es el “fin de la aceptación del lugar
que en un sistema normativo o en un orden hegemónico tienen los actores involucrados” (Torre,
132
1998: 179). En este proceso acompañado de una estética de la acción colectiva ligada a la
movilización, a la deliberación pública en las plazas, el “ágora” durante el desarrollo del Grito,
los actores han dado preeminencia a una estética de la acción colectiva que si bien no arroja al
desuso el formato de la movilización, ahora cambia la confrontación por el lobbie extraído del
baúl de herramientas que los movimientos y organizaciones tienen a mano para alcanzar sus
objetivos.
Frente a los atropellos a los colonos que continuaban a pesar de la vigencia de la ley, el
Congreso de la FAA del 29 de mayo de 1923 resuelve solicitar la reforma de algunos artículos a
partir de una nota al Ministro Tomás Le Bretón. Cuenta la FAA:
“Nunca se supo si el ministro había leido aquella petición. Tampoco se ocuparon los señores
legisladores de tratar la reforma solicitada (...) Pero posteriormente, años después, en otro
Congreso de FAA, se elaboró un anteproyecto de ley agraria que fue presentado a la Cámara de
Diputados por el entonces legislador radical Dr. Juan Luis Ferrarotti (asesor letrado de la FAA) y
recién fue convertido en ley 11.627 el 8 de octubre de 1932” (FAA, 2004: 17).
Según el relato del FAA (2004), en 1928 “el Presidente Piacenza desarrolló intensa actividad
concurriendo a entrevistas con las autoridades nacionales y provinciales en Buenos Aires.
Recibidos por el Presidente Alvear a quien entregaron memoriales, el Ministro de Agricultura y
el presidente de la Cámara de Diputados la intención era dialogar sobre la demorada reforma de
la ley 11.170. 5
En el documento de la FAA se expresa: “Dejamos constancia que desde el nacimiento
de la FAA era la primera vez que un Presidente de la República –el Dr. Yrigoyen- que asumía el
gobierno por segunda vez había consultado a una organización agraria al iniciar sus funciones
pidiendo que se lo ilustrara sobre los problemas del campo, a pesar de que en la primera
presidencia las relaciones no habían sido muy cordiales” (pág. 23).
La organización corporativa que ha decidido ser la FAA (y no el tipo de sindicalismo
rural de tipo campesino más combativo) la erige como una “estructura de mediación” ante el
Estado. Reclaman participación sin ruptura con el estado, apoyo del estado en detrimento de la
autonomía característica del movimentismo actuando como grupo de presión en los centros de
decisión. En términos de Badiou (2000) el sindicalismo de modo similar que el partido, intenta
ocupar funciones estatales y por consiguiente, es el intermediario entre el movimiento y el
5
También se entrevistaron con el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y visitaron a los Directores
de los Diarios “La Prensa” y “La Nación” para dar a conocer los contenidos de los memoriales entregados
a las autoridades (...) El 5 y 6 de Noviembre tuvo dos prolongadas audiencias con el flamante nuevo
Presidente de la Nación, entre los cuales estaba el problema de los ocupantes de tierras fiscales del Chaco
al que el Presidente Yrigoyen prometió estudiar y darle la solución pertinente” (FAA, 2004: 22).
133
Estado. Una de las hipótesis que esgrimen aquellos autores que derivan de la posición de clase
(acceso al salario o a la tierra)6 el comportamiento político de los actores –de claro tinte
reduccionista- expresa que este tipo de sujeto –clase media rural- de características
conservadoras tienden a desradicalizarse una vez alcanzados sus objetivos económicos
inmediatos (Lipset, citado por Bartolomé, 1982), orientándose a crear organizaciones de tipo
reformistas. 7
En un intento de superar esta visión dicotómica del comportamiento político de las
clases creo que la formación política de los actores es mucho más compleja (de lo contrario,
¿cómo comprenderíamos que los chacareros se vuelven antiyrigoyenistas luego de que dicha ley
fuera obtenida durante su mandato?).
En efecto, Puiggrós (1956) remarca que “la manifestación y el mitín, de claro contenido
antiyrigoyenista, contaron con la adhesión de los opositores (conservadores, socialistas y
antipersonalistas) y de los diarios reaccionarios La Prensa, La Nación y La Razón que siempre
se distinguieron por su defensa del latifundio. Los opositores utilizaron a la FAA para atacar al
gobierno de Yrigoyen, pero los agricultores obtuvieron buena parte de lo que se propusieron”
(pág. 244)”. La ruptura con el socialismo quedaría ratificada en la renuncia de Piacenza a su
participación activa en el mismo (Bonaudo y Godoy, 1985: 200).
Un nuevo modo de hacer política
La cultura política o la forma específica de hacer política de los actores chacareros estará
determinada por tres tipos de variables que Otero (2004) define para su estudio: 1. el modo de
interactuar con el Estado y el rol del mismo en el desarrollo capitalista en el agro; 2. la cultura
regional, es decir, tradiciones étnicas y culturales, tipo de cultivo, etc. que determinan las
particularidades de cada región (el noroeste, el nordeste, Cuyo, la pampeana o la patagónica)
(particularmente este punto se tratará en el siguiente capítulo); y, 3. el tipo de liderazgo, o lo que
Otero (2004) define como el “momento subjetivo” de la formación política de la clase, la
6
Las perspectivas que se inscriben en el tipo de “reduccionismo clasista” han determinado a lo largo de la
segunda mitad del siglo XX el debate entre “campesinistas/descampesinistas” enfatizando que el acceso
al salario o a la tierra determinaban el carácter de la lucha proletaria o campesina, y en consecuencia, los
alineamientos verticales u horizontales (Alavi, 1976) y las articulaciones entre las clases.
7
“La carencia de un programa a largo plazo para el cambio social explica, en parte, el fracaso del
populismo en convertirse en un movimiento permanente. Los granjeros atacaban al azar los males
económicos más visibles. Se oponían a los bancos, a los ferrocarriles, a las compañías de elevadoras de
granos y a la escasez de dinero, pero consideraban a estos como maléficos en sí mismos y no como
integrantes de un sistema económico global” (Lipset, citado por Bartolomé, 1982: 51).
134
“capacidad de imponerle sus intereses al estado a partir de su organización y participación”
(pág. 58).
Basándome en este trabajo, respecto del primer punto, existe cierto consenso entre los
estudiosos sobre las transformaciones acaecidas en la estructura agraria en la década de 1920
que se condice con el rol que asume el estado, en cuanto a un proceso de mejoras en la situación
de los pequeños y medianos productores, que junto a la política crediticia del Banco Hipotecario
Nacional permitió a muchos arrendatarios adquirir campos (Balsa, 1994: 11) –aunque como
veremos la Crisis de 1930 mostrará los límites de la política de apoyo crediticio-. Balsa señala la
mejora en los precios agrícolas a partir de 1924 y frente a los productos ganaderos.
Paralelamente a un proceso de quiebras de inversores especulativos volcados a la ganadería,
otros se trasladaban a la agricultura tal como Pucciarelli (1986) señala para los productores
medianos tradicionalmente ganaderos. No obstante, la elevada concentración de la tierra habría
sido para muchos autores el principal obstáculo para lograr un desarrollo sostenido. Y ella es la
punta de lanza de la FAA para cuestionar la política de los gobiernos.
El XIX Congreso anual de la FAA (1932) declaró al respecto la consigna más radical
que gritó la Federación:
“Para que esta reforma fundamental en el régimen de ocupación de la tierra se realice cuanto
antes, apela al pueblo trabajador de la República, especialmente el que está organizado, poniendo
como lema de esta obra conjunta y armónica de justicia social: la tierra para quien tenga
capacidad de trabajarla y voluntad de poseerla” (FAA, 2004: 38) (las cursivas son mías).
Entre tanto comienza a sentirse una crisis que se profundiza entre 1930 y 1940 – la llamada
Gran Depresión- que resiente a los pequeños y medianos productores: derrumbe del precio de
los cereales (que recién se recuperará hacia 1934 con la mejora de los precios internacionales);
altos arrendamientos, valorización de la propiedad de la tierra, deudas hipotecarias y prendarias;
depreciación de los precios de los productos; etcétera. La depresión puso de manifiesto la
dependencia del ciclo económico argentino y las limitaciones del estado para implementar
políticas anticíclicas (O´Donnel, 1984). Las principales medidas estatales se toman hacia 1933:
devaluación del peso, creación de la Junta Reguladora de Granos y la Junta Nacional de Carnes 8
y la sanción de la moratoria hipotecaria que prorrogaba el vencimiento de las deudas por
créditos hipotecarios fijando un interés máximo de 6% anual (Balsa, 1994: 16).
La década de 1930 ha quedado acuñada en la historiografía como la “restauración
conservadora”, inscripción que no sólo alude a un devenir de procesos políticos sino de
enmarcados socioculturales. Observar detenidamente este horizonte implica afirmar la
8
Una de las principales acciones de la Junta fue la creación de la Corporación Argentina de Productores
de Carnes (C.A.P.) que logró la mejora de los precios.
135
circularidad entre las prácticas materiales y simbólicas de las clases dominantes y de los actores
subalternos.
En estos años previos a la emergencia del peronismo, como nuevo marco de referencia
de la acción colectiva de la subalternidad, “la ´dominación tradicional descansaba en la creencia
–presente en los ámbitos cotidianos de existencia- en la legitimidad de las jerarquías sociales
establecidas, en virtud de ´reglas tradicionalmente recibidas´, al punto de hacer innecesario todo
uso notorio de la coerción. La interacción social en estas situaciones tomaba la forma típica de
la deferencia” (Kindgard, 2002: 67) [entrecomillado en el original].
Si bien el orden se presentaba, en apariencia, suturado, la capacidad de los subalternos
de subversión fue importante. En 1932 la ley 11.627 había modificado parcialmente el régimen
de arrendamientos al extenderse el plazo mínimo de 4 a 5 años y una pequeña ampliación en los
bienes inembargables de los arrendatarios. No obstante, ello no fue suficiente.
La Tierra del 23 de marzo de 1930 expresaba que más de 9.000 agricultores estaban en
huelga solicitando la rebaja en los arrendamientos, supresión de cláusulas leoninas en los
contratos y que el contrato fuera por escrito, como lo establecía la ley. “Memoriales, telegramas,
advertencias periodísticas se hacían llegar a la Presidencia de la nación, a los gobernadores,
Ministros de Agricultura de la Nación y de provincias. Casi todas las comunicaciones tuvieron
igual resultado. EL SILENCIO” (FAA, 2004: 32) (mayúsculas en el original).
El 6 de setiembre de 1930 la FAA se remitía al Golpe de estado que destituía al
Presidente Yrigoyen por el Teniente Gral. Uriburu, en La Tierra de este modo:
“Después... Dios sabrá lo que ha de ocurrir. Pero lo ocurrido es único en la Historia. Jamás
pueblo alguno contempló el eclipse del gobierno nacional y 14 provinciales, con menos odio y
menos compasión (...) Con la caída del Presidente de la Nación Dr. Yrigoyen se producía en el
país un retroceso en nuestro sistema democrático. Catorce años de gobierno popular, constituía
tiempo suficiente para haber afianzado nuestra democracia y resolver los problemas de fondo y
se pudo haber realizado una pacífica y patriótica Reforma Agraria” (FAA, 2004: 32/33).
Cuenta la FAA que en el contexto de la ley marcial, que anulaba todo movimiento, los dueños
de campo y subarrendadores preparaban la formación de una asociación gremial “Propietarios y
Arrendadores Unidos” cuyas principales finalidades eran: la defensa del propietario contra el
fisco; gestionar la rebaja del impuesto inmobiliario; derogaciónde la ley 11.170 porque atenta
contra la propiedad privada; no aceptar en los campos agricultores asociados a FAA; disolución
de la FAA porque fomenta el gremialismo entre los agricultores y aplicar un aumento en los
arrendamientos” (2004: 33).
Una carta de una mujer campesina de nombre Catalina R. De Casado, dirigida al
Presidente de la FAA y publicada en La Tierra expresa la opresión de los Bancos Francés y
136
Español con quienes se encontraban hipotecadas sus tierras y los que se negaban a dar una
moratoria:
“¿No tendrán mujeres, hijos, esos señores del Banco Francés y Esapñol? (...) Y
dirigiéndose a las demás mujeres dice: “Quisiera que mi humilde voz sirviera para
levantar el espíritu de todas las mujeres campesinas para convencer a sus esposos que
solo en las filas de la FAA se podrá conseguir mejorar la situación y conquistar la
personalidad que nos falta” (pág. 39).
El involucramiento de la mujer en la política del gremio es deportado en los archivos
documentales de la FAA bajo el título “Vibrante manifiesto de mujeres agrarias”, escrito por un
grupo de mujeres de la localidad de Aparicio, provincia de Buenos Aires, a mediados de mayo
de 1930. Entre sus fragmentos más salientes reproduzco los siguientes:
“Compañeras: las que suscriben esposas y madres agrarias se dirigen a ti que lo eres también, en
la seguridad de que escucharás nuestra voz de unión y concordia. Nuestros hogares, como el
tuyo, compañera, se sienten cada vez más agobiados por las dificultades de todo orden,
emanadas de nuestra falta de voluntad para la lucha y la falta de visión clara del rol que
ocupamos en las actividades argentinas (…) Nuestra vida de paria os conduce fatalmente a la
miseria. Nuestros hijos carecen de escuelas, no se instruyen (…) donde aparece el hambre, ¡el
hambre! En los hogares agrarios que son colosales productores de trigo! (…) Tú compañera has
oído decir que las cosechas son pobres, por que la tierra da poco (…) Di tú compañera no es
verdad que año tras años nos aumentan el arrendamiento de la tierra condenándonos a pagar lo
que no tenemos y, en consecuencia, debemos restarle el pan y el calzado a nuestros hijos (…)
¿Sabes compañera el por qué? Es posible que lo sepas pero han hecho algo tú y tu esposo para
remediarlo? Nosotros tampoco lo hemos hecho en forma directa, pero nuestros esposos después
de trabajar en la chacra han meditado y se han ido a la FAA. (…) Nuestros esposos ya están
unidos con los agricultores del país en la Federación Agraria Argentina, haz que el tuyo también
lo sea.” (pág. 1874).
En ese clima en el que el sentimiento de la injusticia se cementaba en el mundo rural, un
manifiesto de la FAA de 1932, dirigido a todos los agricultores, pide una vez más la
intervención del gobierno que resuelva: moratoria general de las deudas; pagos de
arrendamientos especie por lo menos durante dos años; inembargabilidad de la semilla, de las
máquinas y herramientas y animales de trabajo, etcétera.
El 20 de febrero de 1932 asume la presidencia el General Justo. En julio la FAA dirige
una nota a la Cámara de Diputados pidiendo la regulación legal del arriendo y logra ser recibida
por el Presidente.
137
El 28 de setiembre de 1932 se da sanción definitiva a la segunda ley agraria, la N°
11.627. El proyecto había sido elaborado por el Diputado Dr. Ferrarotti (asesor letrado de la
FAA) -aunque sufrió modificaciones a favor de los propietarios de las tierras.
La situación de la/os agricultora/es empeoraba: los precios de los productos y los
arrendamientos, los altos fletes de los ferrocarriles, los créditos para la financiación de las
cosechas, etcétera. En Las Rosas (Santa Fe) se declara la huelga general. De inmediato se
organizaron asambleas públicas con la adhesión de más de 35 localidades, a pesar del estado de
sitio imperante (FAA, 2004: 40). 9 La huelga es levantada provisoriamente10.
Asimismo, corría el año 1935 y la ley 11.627 (reemplazada por la ley 13.246 de 1948)
seguía sin ser reglamentada (de igual modo que su predecedora). Su reglamentación era pedida
por FAA también al nuevo presidente Dr. Ortiz en una carta fechada en 1938.
Al finalizar la prórroga que se diera a la ley de Moratoria hipotecaria, la FAA se dirige a
la Cámara de diputados declarando que la suma de propiedades rurales hipotecadas abarcaba
una superficie de 45.027.006 hectáreas que constituía el 27% de la tierra apta para agricultura y
ganadería (FAA, 2004: 63).
Según el doumento de la FAA, hacia diciembre de 1930 había alrededor de 50.000
intimaciones y juicios de desalojos. En ese año se habían efectuado más de 700 asambleas
comunes efectuadas por las sesiones con una asistencia de 30.000 personas y se elevaron 20
presentaciones al Poder Ejecutivo y los ministros (pág. 65).
En el año 1940 presenta su renuncia el Ministro de Agricultura Padilla y es reemplazado
por Dr. Escurra, activo dirigente de la SRA. Las huelgas continuaban.
En medio de este escenario, el 18 de agosto de 1940 se sanciona la ley agraria N°
12.636 creando el Consejo Agrícola Nacional. La Tierra dijo: “La ley faculta a expropiar. Pero
esa es la ley. Ahora falta quien la haga cumplir. ¿Se cumplirá? No, no se cumplirá si una fuerza
de abajo no mueve a los de arriba” (Archivo Documental de la FAA).
Los desalojos
En 1941 asume la presidencia el Dr. Castillo. El balance de la FAA demuestra nuevamente las
contradicciones.
9
En Entre Ríos luego de dar su discurso Piacenza es detenido por la policía acusado de haber instigado a
los agricultores a apoderarse de las tierras “por las buenas o las malas” (García Serrano, 1966).
10
En ese año, 1933, se aprueba la ley de moratoria hipotecaria. Ello junto a la creación de la Junta
reguladora de Granos que fijaría los precios básicos del lino, maíz y trigo, entre otras cosas, son señales
importantes para la organización. No obstante, la fijación de esos precios no superaban los valores de
costo.
138
“¡Desalojos! Prendas agrarias sobre sementeras, animales e instrumentos de trabajo! ¡Exigencias
hipotecarias! Es allí donde nos han arrojado dos tesoneros años de legislación! (FAA, 2004: 70).
La FAA aconsejaba a los agricultores a no desalojar. “No somos contrarios a la propiedad, sea
de 300, 600 o 1.000 hectáreas que se ha adquirido en buena ley, con el fruto de su trabajo y que
llegado a la edad madura, las arrienda viviendo del alquiler que se les paga. Pero no ha de ser
así: cuando se trata de propiedades cuya extensión oscila entre mil y cincuenta mil hecatreas
cuyos dueños son banqueros, rentistas, políticos de alto rango. En esos casos hay que resistirse a
desalojar, porque el propietario sólo persigue una mayor renta” (FAA, 2004: 71).
En mayo de 1942 la FAA presenta un anteproyecto de ley para la subdivisión de
latifundios pero no obtuvo respuesta alguna. El 18 de setiembre de 1942 el Senado dio sanción a
la ley N° 12.771 cuyo artículo 8 prorrogaba los contratos por tres años.
El Censo Nacional Agropecuario de 1942 acusaba la existencia de 402.500
explotaciones agropecuarias, 37.374 menos en comparación con el Censo de 1937, las que
habían sido liquidadas como consecuencia de la crisis y los desalojos.
El historiador Hugo Nario (1983) analiza el proceso de expropiación de los chacareros
en la provincia de Buenos Aires entre 1940-1950 a través de recuerdo de Bepo, un linyera:
“Los diarios Chispa y la Voz de Rojas se llenaron de avisos que anunciaban el remate de las
chacras (...) Un domingo fui a ver un remate de una chacra. En la tranquera estaba la bandera
colorada. Llegaban en sulkys, a caballo, en camioneta y hasta a pie. La gente se fue
amontonando en el patio de las casas. Vendieron todo: hasta las macetas con plantas (...) A un
costado del patio se amontonaban el arado, la escardilladora, varias riendas de tiro y otras de
montar, unos recados, palas, azadas, horquillas, aperos y también ollas, cacerolas, palanganas,
chapas viejas, tirantes y muchos objetos más (...) –¿Y no va a quedarse con nada? le pregunté al
hombre que pasó a mi lado dos o tres veces. -¿Quedarme? ¡Ni con una hilacha! El el pueblo
vamos a comprar todo de nuevo ¡No quiero llevarme ni el olor de esta maldita chacra! Al
mediodía pararon a comer un asado. La subasta siguió con el último bocado. Chacareros ricos,
moyordomos de estancia y poblásticos pichincheros pujaban ofertando. Cuando cayó la tarde (...)
una caravana lenta, como de hormigas, vizcachas y peludos enderezó por el camino con los
restos de la chacra liquidada (...) La casita de los arrendatarios que se fueron se volvió tapera” (p.
27).
Los diarios de la época estaban plagados de avisos de remates publicitados por martilleros
públicos. 11 Frente a esta situación, el gobierno nacional y provincial tomó algunas iniciativas –
11
“En El Carmen -recuerda el linyera- donde estábamos nosotros, de sesenta chacareros que había en
1939, cinco años después quedaba la mitad. Las estancias fueron recuperando los campos consagrados a
139
tardías- como la creación del Instituto Autárquico de Colonización. Durante la presidencia del
Gral. Justo el ministro Angel Carcano expresaría:
“En reiteradas oportunidades el Poder Ejecutivo ha expresado su propósito de devolver a los
agricultores los sacrificios pecuniarios que han soportado durante la crisis. Ninguna forma mejor
que ofrecerle la oportunidad de volverse propietarios. La gran masa de arrendatarios de la zona
cerealera ha sido la más sacrificada. Le ofrecemos ahora el mejor elemento para conquistar su
independencia económica” (citado en Nario, 1984: 37), refiriéndo a la implementación de
una política de créditos hipotecarios que era inalcanzable para los arrendatarios. 12
Hay consenso entre los autores en señalar que los efectos sociales de la crisis perjudicaron en
especial a los pequeños y medianos productores y a los comerciantes de campaña. Según Balsa
(1994), casi todos observan la disminución en el número de chacras y de propietarios así como
el incremento, en números absolutos y relativos, de los arrendamientos en especie.
También el autor destaca el aumento en el número de explotaciones agrícolas de un
tamaño entre 200 y 650 hectáreas, mientras que se reducía el de las menores de 200 por quiebras
y abandonos, al tiempo que también disminuía el de las mayores a 650 pero aquí debido a un
proceso de concentración de la propiedad por medio del cual se habrían expandido los
latifundios con el notorio avance de las sociedades anónimas por parte de los especuladores que
habían adquirido las parcelas de los pequeños productores hipotecados (Balsa, 1994: 20-21).
La crisis impuso un viraje en el eje de acumulación de la clase dominante, reorientando
parte de sus inversiones hacia la producción
industrial. Según Hora (2002), “la elite
terrateniente no logró sobrevivir intacta a la fuerte crisis provocada por la Gran depresión, y
desde ese momento sus días estaban contados. Para fines de la década de 1930, difícilmente
pueda describírsela como el grupo que se encontraba en la cúspide de la elite económica de la
la agricultura desde principios de siglo y los volcaron de nuevo a la ganadería. Algunas escuelitas de
campo fueron quedándose sin alumnos y tras los chacareros que se iban se fueron del pueblo muchos
vecinos que se quedaron sin trabajo, un tendero, un peluquero, herreros, almaceneros. Vendían sus chapas
y los tirantes del techo para pagar su pasaje y se iban con lo puesto a Pergamino, a Rosario, A Buenos
Aires (...) Todos los días se iba alguno. Al cabo de los meses se notaba la ausencia por las huellas: los
vidrios de las ventanas rotos, los yuyales avanzando desde el patio y el pueblo cada vez más quieto, solo y
silencioso” (citado en Nario, 1984: 9).
12
En la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, el senador socialista Juan Nigro se dirigía en su
discurso al latifundio: “El gran latifundio caracteriza todavía hoy las condiciones agrarias de la provincia,
donde un número reducido de personas detenta en su poder grandes extensiones de tierras feraces, pero
incultas, en las cuales podrían radicarse y trabajar, animados por la esperanza de un porvenir seguro,
millares y millares de familias de agricultores que hoy llevan una vida nómada a través del campo
bonaerense y que sufren toda clase de privaciones” (citado en Nario, 1984: 37).
140
Argentina, en parte porque para ese entonces el sector industrial ya comenzaba a dominar la
economía. La reforma agraria impulsada por el gobierno surgido del golpe militar de 1943, que
puso en marcha un lento pero decisivo proceso de división de la gran propiedad, terminó de
marginar a la vieja elite terrateniente. ” (pág. XIX).
El libro de Tomás García Serrano Esteban Piacenza. Apuntes biográficos (1956),
transcribe partes de un Informe que en julio de 1930, en plena vigencia de la ley 11.170 fuera
elevado a la Dirección del Departamento de Trabajo de la provincia de Santa Fe por un
inspector, donde se describe la situación de los campos en conflicto.13
Respecto del Campo Los Prados de Chabás (Santa Fe) dice:
“De los 127 colonos que trabajan ese campo, 73 se han declarado en huelga, por no haber
obtenido la reducción de los arrendamientos en especies (...) Por separado pidieron hacer
contrato colectivo. (....) La respuesta fue negativa. Cuenta el inspector: “A mí no me fue posible
establecer entrevista alguna con los propietarios, pues que éstos ya se habían ausentado a
Francia. (...) Días después el mayordomo optó por consultar cablegráficamente a los señores
propietarios (...)
me comunicó que había recibido instrucciones de mantener los nuevos
contratos y apurar los juicios de desalojo de los 73 colonos en huelga (de ellos 70 fueron
desalojados finalmente). (...) Un dato sugestivo: varios de los colonos en conflicto me habían
denunciado que (...) se les obliga a firmar un pagaré (...) por el cual se comprometen: a no
afiliarse a ninguna entidad gremial, a no plegarse a movimientos huleguísticos, ni hacer
cuestiones de ningun orden.” (pág. 87).
Según expresa Serrano (1956) la cooperativa no pudo otorgarle por esos momentos beneficios
ya que la estabilidad comprendida por el término del contrato de permanencia en el predio seguí
inalterada. Fue así que por iniciativa (de Don Piacenza) en 1928 se resolvió: “No crear más
cooperativas hasta que la sanción de una verdadera ley agraria diera al agricultor estabilidad en
el predio que cultiva” (pág. 89/90).
Ya en 1927 en el XV Congreso de la F.A.A. se presentó un proyecto para solicitar la
personería jurídica de “Agricultores Federados Argentinos, Soc. Coop. Ltda (A.F.A.)”.
Una manifestación de 4.000 colonos asociados en las 104 secciones y cooperativas se
reunieron el 15 de agosto de 1930 frente a la Casa del gobernador de Santa Fe para presentar un
Memorial sobre la nefasta acción de los terratenientes y el desalojo de centenares de familias
desalojadas por no poder afrontar el pago de los arrendamientos a terratenientes e intermediarios
como producto de la crisis de 1930. En “Nuestras Aspiraciones” de aquel Memorial se lee:
13
Pese a la salida cooperativista estimulada desde la Federación, “cuando en todas y cada una de las
colonias donde se habían organizado entidades cooperativas, se vio cómo y en qué medida los
agricultores seguían siendo despojados por el sistema legal de los arriendos” (Serrano, 1956: 90).
141
“(...) Los agricultores necesitamos que se ponga fin a la bárbara explotación de que somos
víctimas, sancionando una ley de emergencia que imponga suspender por dos años los desalojos
y otra de fondo permanente que establezca:
1° - Sitema legal de arrendamentos.
2°- Tasa flexible legal de cánon de arriendo.
3°- responsabilidad de arrendatarios y propietarios para la producción, es decir, pobligación
recíproca de hacer producir más y mejor la tierra.
4°- Expropiación de aquella tierra, cuyos propietarios viven, habitualmente fuera del país.
5°- Expropiación de toda tierra de Sociedades Anónimas en Comandita, cuyo objeto es explotar
el trabajo ajeno, y prohibición a esas sociedades, de adquirir más tierras.
6°- Prohibir la colonización, por parte de socoedades o personas con carácter comercial o
especulativo
7°- Impuesto progresivo a la propiedad raíz en cuya valuación no se incluyan las mejoras”.
(Serrano, 1956: 122).
Los desalojos se producían también en otras regiones como el Chaco y Río Negro. Las
dificultades económicas permearon a la FAA en todas las secciones contables: gremial,
Intercambio Cooperativo, seguros para riesgo del granizo y accidentes del trabajo.
Diseminados por las que entonces eran ocho provincias y tres territorios nacionales (La
Pampa, Chaco y Río Negro), la F.A.A registraba en 1932 400 entidades, secciones o sindicatos
con más de 33.000 asociados.
Corría el año 1933 cuando la llegada del día de la quiebra administrativa fue inevitable.
Piacenza dijo entonces a los representantes de la autoridad:
“Nos echan y nos iremos, nada nos llevaremos pero permitan qe llevemos estos
ejemplares des estatuto donde está firmada nuestra máxima inspiración en defender al
agro; hemos querido entregar el fruto de 21 años de lucha a los acreedores dando
comienzo con este palacio que es orgullo de Rosario; pero seguiremos luchando y no
dejaremos mientras no se les de a los agricultores lo que realmente corresponde”
(Revista Agro Nuestro s/f: 53).
Respecto de la legislación agraria la acción sindical prosiguió durante las décadas de 1930 y
1940. Durante el gobierno de Agustín P. Justo, en 1932, se votaron reformas a la ley 11.170,
creando la segunda ley 11.627 de arrendamientos y aparcerías rurales. Al año siguiente se
sancionó la ley 11.685 de Crédito Agrario.
En diciembre de 1932, la FAA eleva un memorial dirgido esta vez al Presidente Justo,
quien incumple sus promesas pre-electorales. El 22 de enero de 1933 se desarrolla una gran
142
concentración de agricultores en Las Rosas (Dto. Gral. Belgrano) donde se decide decretar una
huelga bajo los auspicios de la FAA.
En 1941 la FAA participó de la comisión de estudio del proyecto de la ley de
emergencia sobre regulación de los arriendos y suspensión de los desalojos que se aprobó bajo
el número 12.771 (1942) y que por primera vez en el país llega a limitar el derecho de propiedad
de forma tal que controla la facultad del propietario para establecer el canon de arrendamientos
y de desalojar a los arrendatarios. También participó de la preparación del decreto del Poder
Ejecutivo Nacional -número 14.001- de rebaja obligatoria de los arrendamientos y aparcerías
rurales y se faculta a los arrendatarios a dedicar hasta el 40% de la superficie del predio a la
explotación granjera. Fue llamada a participar en la comisión de estudio de la ley 13.246 del
Primer Plan Quinquenal (1947-1951).
La FAA expresaría en La Tierra del 6 de junio de 1944:
“Con este decreto que los gobiernos agradecen al gobierno de la Revolución, se solventan
situaciones apremiantes y circunstanciales pero no las básicas y definitivas. Conociendo el
espíritu que anima al actual Gobierno, los agricultores consideran a este decreto como una etapa
precursora de más grandes acontecimientos que únicamente pueden derivar de una verdadera
reforma agraria” (pág. 2).
Además desarrolló una intensa campaña sindical en pro de la primera ley de Granos y
Elevadores y en 1940, bajo la presidencia de Ramón Castillo, por la primera ley de colonización
N° 12.636 que creaba el Consejo Agrario Nacional y que en sus enunciados declaraba la
función social de la propiedad rural.14
En 1944, por falta de ofrecimientos voluntarios de tierra para colonizar, se optó por el
sistema de expropiación. Pero la escasez de recursos financieros pronto paralizó la obra del
Consejo que en 1945 pasó a depender de la Secretaría de Trabajo y Previsión que había
conducido hasta poco el entonces Coronel Juan Domingo Perón. Entre 1946-1952 el Banco de
la Nación había distribuido 783.775 hectáreas entre 36.984 personas” (pág. 38).
No obstante, el harto conocido discurso de Perón, instruyendo a los votantes de
campaña, peones y arrendatarios, a no dejarse engañar por el propietario de la tierra que quisiera
impedir su asistencia al comicio ilustra los vínculos “paternalistas” que aún se reproducían en el
campo.
14
“El organismo erigido por esa ley quedaba facultado para adquirir campos con destino a colonización,
pero no se le acordaron fondos que por más de 10 millones de pesos moneda nacional, lo que no le
permitió, según Nario (1984), repartir en diez años más de 52.633 hectáreas (la familia de apellido Alzaga
Unzué, solamente en la provincia de Buenos Aires disponían de 400 mil hectáreas).
143
El liderazgo de Piacenza
El 13 de julio de 1945 muere Esteban Piacenza. En la memoria de la 33 Congreso Ordinario
Anual de la FAA se escribió:
“Cayó el viejo luchador, como caen los hombres de coraje que no se han doblegado
nunca frente a la adversidad. Fue como el roble que se mantuvo siempre en pie en
medio de la tempestad, desafiando a los enemigos y a la adversidad, a la par que fue leal
y consecuente con los amigos y tierno como una madre con los que agobiaba el dolor o
la injusticia” (Revista Agro Nuestro, s/f: 54).
La función que desempeñan los líderes resulta fundamental en cierto tipo de organizaciones para
lograr la viabilidad de ciertos movimientos, aún cuando muchos de ellos pueden emerger sin líderes
y, aún así, producir profundos cambios. Los líderes pueden posicionarse, en algunas ocasiones,
como resultado de los mismos.
La función expresiva del Piacenza en su capacidad para ofrecer objetos simbólicos para
la identificación fue fundamental para ligar la identidad colectiva y para asegurar la
identificación con el movimiento proveyendo marcos de significados para la acción, tanto al
interior del grupo articulando los intereses de sus miembros, como fuera procurando la mayor
cantidad de recursos externos.
Como sostiene Melucci (1996), el liderazgo es una forma de interacción que establece el
líder con los integrantes de una organización. No obstante en esta relación construida entre
ambas partes, los individuos no conforman un mero agregado de individualidades o una “masa
anulada como actor” como las teorías de los líderes carismáticos pretenden que sean tratadas las
mismas. (pág. 336) En tal caso, el carisma es parte de la relación social misma.
El liderazgo de Piacenza, según mi interpretación, fue fundamental en el repertorio
consolidado de la FAA en su doble acción contenciosa y negociadora y en la circulación del
imaginario de la defensa de los colonos en términos de un discurso de derechos. Durante su
mandato se logró afianzar la acción colectiva en el espacio público y la obtención de recursos
políticos y sociales para el desarrollo de esa identidad política. La integración simbólica de los
individuos y la legitimación del líder fue resultado de múltiples factores que se unieron para
lograr el reconocimiento de sus derechos. El in memorian citado trasluce la relación que
Piacenza estableció con sus bases y la impronta que acuñó a la FAA.
144
3. 1945-1955
Presidencia de Irineo Barrios
En La Tierra del 29 de enero de 1946, el directorio de la FAA escribía:
“Durante el segundo semestre de 1944 por fin el Consejo Agrario Nacional se resuelve por la
expropiación y trata de recuperar la demora por diversos motivos. A las orillas de la ciudad de
Balcarce (...) se expropiaron 16.000 hectáreas (...) 90.000 hectáreas en Corrientes (...) A esto le
siguió una colonia agrícola con ciento diez arrendatarios cerca de Tres Lomas, de más o menos
16.000 hectáreas.”
Asimismo, en La Tierra del 28 de mayo de 1946, la FAA advertía sobre las acciones de los
terratenientes: “Es necesario que se investigue el proceder de las sociedades anónimas
terratenientes y las causas de su repentino incremento”.
Durante 1940 y 1950, la política económica se basa principalmente en la conformación
de un modelo de sustitución de importaciones a partir del desarrollo del mercado interno. La
política dirigida al sector agropecuario es clave, según Makler (2003): por un lado produciendo
materias primas baratas que permitan sostener un nivel alto en lo que respecta a los salarios
reales y por el otro, ocupando un espacio destacado en lo que a las exportaciones se refiere en
tanto generador de las divisas necesarias para la importación de bienes de capital e intermedios
necesarias para el proceso de industrialización desarrollado en aquel entonces (Lázzaro, citado
por Makler, 2003: 1).
En lo que respecta a la política agraria, según Lázzaro (1997) el gobierno peronista
presenta tres aspectos a ser destacados:
“...en primer lugar, se legisla con un criterio social de la propiedad; en segundo, el estado
incorpora un sesgo claramente intervencionista en el régimen de la explotación
agropecuaria, tanto en lo que hace a la técnica agrícola-ganadera –a la que puede fijar
normas- como a la posibilidad de revisión de los precios de los arrendamientos; y en tercer
lugar, se trata de transitar desde un sistema en el que rigen disposiciones de emergencia
hacia otro estable y permanente, procurando en todos los casos que el paso sea gradual, en
tanto se trata de reajustar progresivamente las situaciones individuales existentes” (Lázaro,
1997: 157, citado por Makler, 2003: 1).
El primer peronismo y la Federación
“El Primer Plan Quinquenal (1947-1951) apuntaba a separar la producción agropecuaria de la
exclusiva demanda externa permitiendo de ese modo el desarrollo del mercado interno y de las
145
industrias de transformación. Para ello es necesario que el Estado adopte una posición
intervencionista en la economía a los efectos de poder obtener los recursos con los cuales poder
realizar el trasvase desde los sectores agrarios a los industriales y con ello, financiar su
proyecto” (Makler, 2003: 2).
Como toda periodización, esta en particular debe ser comprendida en el contexto de la
movilización estimulada por la irrupción del peronismo como un profundo proceso de ruptura
con la década previa.
María Mora Mackinnon (1996) va a expresar en su artículo “La primavera de los
pueblos” sobre los orígenes del peronismo en la periferia: “...la conmoción de la rutina y de las
certezas que significó la movilización lanzada por el peronismo va a golpear con especial fuerza
los valores sobre los que descansaba la dominación tradicional, subvirtiendo la noción de
autoridad (...) quebrando la deferencia...” (citado por Kindgard, 2002: 84).
El peronismo se erige como nuevo proceso de enmarcado en las expresiones de “justicia
social” y “ciudadanía” para comprender el desarrollo de las acciones colectivas y la visión del
mundo entre los subalternos. No obstante, la novedad del fenómeno no debe oscurecer el
análisis de la tradición en los procesos de (des)estructuración de identidades políticas. 15
En el reconocido y recientemente reeditado libro “Estudios sobre los orígenes del
peronismo” (1972), Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero sostienen su hipótesis acerca de
“la participación obrera como condición necesaria para llevar a cabo el proyecto hegemónico de
un sector de las clases propietarias –principalmente el que agrupaba a los industriales menos
poderosos- y de la burocracia militar y política que tendía a representarlos, en un doble plano: el
de los obreros concebidos en su función de consumidores para una industria que dependería de
la ampliación del mercado interno (que planteaba la necesidad del intervencionismo social) y en
segundo lugar, por las propias necesidades de legitimación política que tenía la elite
estructurada alrededor del movimiento militar de junio de 1943 que, tras una serie de intentos
fracasados por lograr el apoyo de las agrupaciones tradicionales (especialmente el radicalismo),
sólo pudo encontrar como base de su legitimidad la movilización de las clases populares” (pp.
114-115).
15
El radicalismo reflexionaría sobre su derrota en las elecciones de febrero de 1946 a través de la
expresión de uno de sus miembros, Gabriel del Mazo: “Había sido el momento de las ideas creadoras, de
las rectificaciones fecundas, de la sintonización de los reclamos nacionales (...) sin embargo, la cúpula
dirigente del radicalismo pospuso para un incierto y brumoso mañana la respuesta a los interrogantes
populares. Se refugió en la legalidad, trinchera del ´status quo´ económico y social (...) así abandonó (...)
las consignas tradicionales del partido: ¨´ la lucha contra la oligarquía y los imperialismos´” (citado por
Lattuada, 1986: 35).
146
En plena campaña electoral, en un acto celebrado en el local del Partido Laborista
(fundado en 1946), Perón lanzó su consigna desde uno de los balcones que daban a la Plaza de
la República:
“Hemos afirmado tres reformas fundamentales; una económica, otra social y otra
política. La reforma económica ha de llevarnos a un aumento de la producción
¡Entregaremos la tierra al que la trabaje!” (Lattuada, 1986: 58-59).
El 26 de diciembre Perón viajó al norte del país para materializar la promesa expropiando los
latifundios de Patrón Costas. En plena campaña electoral de la fórmula presidencial PerónQuijano, Perón remite a la propiedad de la tierra:
“De cada 35 habitantes rurales, sólo uno es propietario. Ved si andamos muy lejos
cuando decimos que debe facilitarse el acceso a la propiedad rural (...) Se dará tierra en
pocos meses a más de 5.000 familias agrarias” (citado en Lattuada, 1986: 60).
Los entusiastas seguidores del líder, serían desilusionados por el abismo que se impone entre el
orden discursivo y la práctica. Si bien los esudios sobre el peronismo enfatizan la participación
de los sectores rurales migrantes, Lattuada (1986) advierte la escasa referencia de las
reivindicaciones rurales en las propuestas del peronsimo “tanto para los recién llegados al medio
urbano, como para un importante caudal electoral que aún quedaba en el ámbito rural” (pág.
40). “Durante la campaña electoral Perón buscó afanosamente afianzar el apoyo obrero de las
zonas industriales con el respaldo de los campesinos. Tenemos que ir al campo, a la peonada´,
repetía a sus lugartenientes.” (Gambini, citado por Lattuada, 1986: 47).16
Por su parte, Gino Germani en su artículo “El surgimiento del Peronismo: el rol de los
obreros y de los migrantes internos” (1973) expresaba que “... Más de la mitad de la clase obrera
estaba consituida por migrantes ´recientes´ en su mayor parte con menos de cinco años de
residencia urbana (...) El componente de migrantes ´recientes´ era necesariamente el más alto en
el voto y el apoyo peronista.” (pág. 452). El “viejo obrero” –inmigrante extranjero que había
tenido una activa actuación desde fines del siglo XIX y comienzos del XX en el desarrollo del
sindicalismo- era desplazado por el “criollo”, el “cabecita negra”, el “descamisado” que
“invadiría” la Plaza de Mayo y sumergiría sus pies en la fuente el día de “San Perón” -17 de
Octubre de 1945-. “Pocos fueron –expresaría Germani (1973)- los que se dieron cuenta de que
16
Según los datos que recoge el Censo Nacional de 1947 figuran en el campo un toalo de 471.389
explotaciones de las cuales 173.516 pertenecen a propietarios y 157.609 a arrendatarios.
147
estos efectivamente eran mayoría en la clase obrera de 1945. Más aún: era el obrero que
votaba...” (pág. 481).
La política agraria de Perón supuso una serie de tensiones en el sector de productores de
tipo farmers que contrataba asalariados. Así los productores nucleados en la FAA expresaron su
rechazo al Estatuto de Peón de Campo (creado el 17 de octubre de 1944) pidiendo su
derogación, como es posible contastar en La Tierra:
“Reunido el Consejo Directivo Central de la FAA resolvió dirigirse al Presidente de la Nación
pidiéndole la derogación o reforma sustancial del Estatuto del Peón” (La Tierra, 3 de noviembre
de 1944).
El 24 de febrero de 1946 se realizan las elecciones que otorgan el triunfo a Perón. Una de las
primeras medidas fue facultar al Consejo Agrario Nacional (Decreto Ley 10.837) para dar en
arrendamiento vitalicio con opción a compra, las tierras adquiridas y las fiscales estableciendo
como condiciones obligatorias la no transferencia de los contratos y las de vivir y trabajar el
predio otorgado. El agricultor pagaba un canon según la productividad de la tierra entregada y la
propiedad era del estado y el productor podía solicitar la compra del terreno o continuar
arrendándola
En su discurso en la asunción a la presidencia de la Nación el 4 de junio de 1946, Perón
afirmaba:
“La tierra no debe ser un bien de renta sino un bien de trabajo. Se ha de procurar que los
organismos del estado den tierra a todos los que la quieran trabajar, para que, además,
ningún hijo de chacarero se vea obligado a desertar de los campos huyendo de la
miseria y dejándose captar por las luces engañosas de las ciudades... (...) La tierra que
proporcione el estado debe ser bien barata” (Archivo Documental de la FAA, 2004).
Se inaugura una nueva etapa en que Perón se aleja de los tiempos de la campaña electoral, la
cual es definida por FAA como El Estado en función de terrateniente” (La Tierra, 14 de mayo
de 1946), al conocer el nombramiento del Ministro de Agricultura del nuevo gabinete en un
miembro de la Sociedad Rural Argentina, Juan Carlos Picazo Elordy y el alejamiento de sus
colaboradores en las formulaciones de la reforma agraria durante la campaña proselitista. En lo
que sigue profundizaré en el repertorio de acciones de la FAA en la nueva estructura de
oportunidades políticas que abre el peronismo.
148
El Segundo Grito de Alcorta
La crisis del sector externo en 1949, pondrá de manifiesto las limitaciones del plan
industrializador peronista fundado en el desarrollo del mercado interno y en el modelo de
sustitución de importaciones. Esta crisis reorienta la política agraria como lo expresa la
elaboración del Segundo Plan Quinquenal (1953-1957) y el Plan Económico de 1952.
“En efecto, la política agraria ahora promueve el incremento de la producción
agropecuaria sin transformar su estructura, a los efectos de controlar dicha crisis y no reducir en
significativa medida los salarios de los sectores populares (Makler, 2003: 2).
En este contexto surge la sanción de la ley 13.246 de arrendamientos y aparcerías
rurales, política de arrendamientos criticada por las corporaciones que nuclean a los grandes
terratenientes como: la Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA),
y la Cámara de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) de influencia en
la región pampeana.
En 1947 la FAA organiza un gran movimiento gremial que, simbólicamente, fue
llamado el “Segundo Grito de Alcorta” y que, como el primer Grito, amenzaba con paralizar
todas las actividades del campo. Esta concentración y asamblea pública organizada por FAA el
14 de febrero de 1947 en Alcorta tuvo una concurrencia de 10.000 personas. Su presidente
Irineo Barrios pronunció un dicurso, algunos de cuyos fragmentos transcribo a continuación:
“El movimiento que se inicia como Segundo Grito de Alcorta, tiene finalidades claras y precisas.
Este movimiento es netamente agrario, netamente argentino, sin mezclas de intereses extraños,
sin mezclas de pretensiones torcidas. Se inicia con vista al bienestar general de todos los
argentinos, sin distinción de categorías. (...) Sabemos por experiencia que el país vive de su
agricultura y de su producción (...) Por eso es necesario que el gobierno se defina de una vez por
todas y pronto!!!... Hemos pedido que la ley de colonización sea un proyecto en marcha y salga
del terreno del palabrerío interminable.... Hemos pedido también que la ley de arrendamientos y
aparcerías que fue votada en una de las cámaras, lo sea también en la otra a la brevedad posible y
sea puesta puesta en funciones de imediato para que cumpla debidamente y a tiempo su finalidad
de asegurar una mayor estabilidad en el campo y evitar desalojos.”
Respecto de la industria Barrios expresó:
“Como argentinos tenemos mucho interés en que la industria de la patria progrese. Pero ello no
puede hacerse sobre bases falsas y mucho menos sacrificando la fuente de riqueza, que es vida,
salud y seguridad del pueblo argentino... es decir... la agricultura!!!... ¡¡¡Hagamos industrias, en
buena hora!!!... pero primero apuntalemos y muy bien a nuestra agricultura, para que ella
sostenga tanto a la industria como al comercio.” (…) “Mucho hemos pregonado sobre
149
colonización, subdividir latifundios, de estabilizar al agricultor en base a la propiedad de la tierra
para el que la trabaja... Pero se habla de traer inmigrantes para que sean agricultores... mientras
que los hijos de los chacareros no encuentran un palmo de tierra para independizarse y formar un
nuevo hogar agrario” (Archivo Documental de la FAA, 2004).
La asamblea del Segundo Grito se desarrolló en el mismo salón de actos en que se declaró la
huelga del 25 de junio de 1912. Los temas del día fueron:
1. La ley de arrendamientos inserta en el Plan Quinquenal, la suspensión de desalojos hasta el
comienzo del fraccionamiento de los latifundios;
2. Ejecución inmediata de un vasto plan de colonización;
3. Hacer llegar al Poder Ejecutivo el reconocimiento de los agricultores arrendatarios por la
inclusión de la Ley de Arrendamientos en el Plan Quinquenal y pedirle a la Legislatura la pronta
sanción de la ley, además de una ley de emergencia suspendiendo todos los desalojos hasta el
levantamiento de la nueva cosecha;
4. Pedir al Senado que trate a la brevedad la modificación de la ley N° 12.636 de colonización
(tratada ya en Diputados) (Archivo Documental de la FAA, 2004).
Dos días después, se realizaron siete asambleas con gran concurrencia de agricultores (12.100
personas según la FAA) en Pergamino, Cañada de Gomez, Chañar Ladeado, Rosario del Tala,
Trenel, Villa del Rosario y Loberia y luego el 23 de febrero. En total se estima que en las tres
asambleas regionales participaron 37.600 agricultores.
Junto a la deliberación asambleística, una delegación se entrevistó con el Ministro de
Agricultura Picaso Elordy, al presidente del Banco Central, de la Cámara de Diputados, de la
comisión de legislación agraria.
En mayo de 1947 el gobierno nacional anuncia un plan de subdivisión de latifundios en
función de la ley 12.636 en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba de
apróximadamente 600.000 hectáreas.
El 3 de enero de 1848 el Banco de la Nación informaba que desde junio de 1946 a
diciembre de 1947 se habían adjudicado 167.000 hectáreas en 907 lotes que integraban 14
colonias en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, San Luis, Mendoza, Córdoba, E. Ríos y
Corrientes beneficiando a 870 familias y 4.400 personas.
A comienzos de 1948 las amenazas de desaolojos continuaban, con la finalidad de
aumentar el arrendamiento o para dedicar las tierras a la actividad ganadera.
Uno de los mayores logros del Segundo Grito fue la conquista de la ley 13.246 de
arrendamientos y aparcerías rurales, el 8 de setiembre de 1948, conocida como “Ley de
Transformación Agraria ya que sus disposiciones compulsivas unidas al crédito de hasta el cien
por ciento del valor de tasación del predio estimulaban a los propietarios arrendadaores a
150
venderles la tierra a los arrendatarios.” (Ferrarotti, 1974: 23). La ley aseguraba al arrendatario y
al aparcero una estabiliad por 8 años en el predio.
Según la información recogida por Ferrarotti (1974) “por imperio de estas disposiciones
en el plazo de cuatro años más de 45.700 arrendatarios y aparceros se hicieron propietarios”
(pág. 23).
Olivera (2003, citada por Makler, 2003) destaca dos momentos en la relación de la FAA
con el estado peronista. El primero, que se extiende hasta 1949, en el que la FAA mantuvo una
postura de enfrentamiento con el Estado y los terratenientes. “La crítica de la FAA era al
accionar del Estado en lo que respecta a la regulación de precios a través del Instituto Argentino
para la Promoción del Intercambio (IAPI) y la sanción sobre trabajo asalariado rural vista como
una intromisión del Estado en la organización laboral de la familia chacarera. Sin embargo, pese
a estas críticas, la entidad controlaba minuciosamente el cumplimiento de aquellas medidas
políticas consideradas positivas. El segundo momento arranca en 1949 y más decididamente
desde la aprobación del Segundo Plan Quinquenal, y se caracteriza por la presencia de FAA en
diversas esferas del Estado, entre ellos determinados espacios de negociación colectiva, como
las Cámaras Paritarias de Arrendamientos y Aparcerías Rurales (...)” (Makler, 2003: 3).
En efecto, el Segundo Plan y la legislación sancionada en este período, ponía de
manifiesto el proyecto estatal de transformar a los arrendatarios en productores directos
propietarios de la tierra que trabajan (Lázzaro, 1997, citado por Makler, 2003), que coincidía
con los ideales políticos de la FAA.
La Reforma Agraria y la Sociedad Rural Argentina
Respecto del accionar de los grandes propietarios rurales representados por la Sociedad Rural Argentina,
resulta interesante la aparición de una “extraña” solicitada que, bajo el título “Su camino”, fue publicada
en el Diario La Razón 6° del 1/6/1953 y en otros periódicos. Horacio Giberti y Carlos Makler (2004)
analizarán las circunstancias que las generaron. De su texto, los autores han extraído los siguientes
párrafos:
“3° Que la propiedad privada de la tierra no puede responder a un concepto esencialmente
individualista, en razón de su manifiesta función social”.
“4° ... es fundamental que la tierra sea destinada al uso que mejor consulte las necesidades
sociales”
“5° Que es menester procurar el acceso a la tierra en calidad de propietarios a quienes trabajan, a
cuyo fin debe facilitarse su subdivisión en unidades económicas de tierra arrendada y de los
latifundios de explotación antieconómica.”
151
“7°: Que propiciará la afiliación de sus asociados a las entidades cooperativas, como el mejor
medio para lograr la más conveniente comercialización de su producción, y en general, la
defensa de sus intereses particulares” (pág. 97).
En primer lugar, los autores señalan los rumores acerca de una posible “reforma agraria” basada
sobre expropiaciones masivas de tierras pertenecientes a grandes poseedores, que corrían a
mediados de 1953. “En ese ambiente, sostienen, surge la solicitada de la Sociedad Rural
Argentina, que intentaba no quedar descolocada a lo que se suponía sería la política agraria del
gobierno” (pág. 99).
El 11 de junio de ese año, Perón pronunció un discurso en el acto convocado en el
Teatro Colón en presencia de ministros, funcionarios y representantes de prácticamente todas
las entidades agropecuarias, refiriéndose a la reforma agraria en estos términos:
“Nosotros estamos asistiendo ni más ni menos que a una reforma agraria. (...)
Lo que nosotros tenemos que hacer es una reforma agraria tranquila; afortunadamente, nos
sobra tierra para hacerlo...
Entonces señores, a mí me llama la atención que hombres malintencionados anden
desparramando, a lo largo de la Argentina, que vamos a despojar a la gente, que vamos a quitar
la tierra. (...)
Señores: ¿y qué decimos de la tierra pública? Cuando hablamos de latifundio, el peor latifundio
es el de la tierra fiscal, que está abandonada, no produce ni dejamos que produzca nada. En
consecuencia, la reforma agraria debe empezar por el gobierno y el Estado, entregando esa tierra
fiscal para que sea elaborada; y entregándola en propiedad, como establece la Constitución”.
Este es el primer punto de la reforma agraria. El segundo punto de la reforma agraria es hacer
producir a las tierras improductivas que hay actualmente en las zonas de gran producción. Eso
es el segundo aspecto de la reforma agraria; el que tenga tierra debe trabajarla y si no se la vamos
a quitar para dársela al que la debe trabajar. Pero tampoco lo vamos a despojar; no hay razón
para despojarlo. Le vamos a pagar lo que vale la tierra o si él la quiere trabajar le vamos a dejar
que la trabaje. Pero si se niega, ya no vamos a tener más remedio que tomar las medidas para
comprársela y pagársela. Que se disfrute el dinero, pero la tierra se la entregaremos al que la
deba trabajar” (citado en Giberti y Makler, 2004: 99/100). [las itálicas son mías].
Respecto a los minifundios y latifundios Perón señaló:
“No hay que limitar inicialmente el máximo; lo que hay que limitar es el mínimo para no crear
pobres para el futuro (...) ¡Dios nos libre si fuéramos tan cortos de entendimiento que nos
lanzáramos a la destrucción de las grandes explotaciones para crear pequeñas explotaciones,
teniendo las inmensas extensiones que nosotros tenemos para que cada agriocultor argentino
152
pueda tener todo el campo que se le antoje! No queremos hacer el proletariado campesino:
queremos hacer agricultores felices y abundantes” (pág. 100). [las itálicas son mías].
Estas palabras han sido bien acogidas y reproducidas por el vocero de los sectores de los
grandes propietarios rurales, el diario La Nación del 13 de junio: “El concepto sobre el
latifundio ha disipado la desazón reinante entre los poseedores de grandes establecimientos
agropecuarios de alto rendimiento (...)” (citado por Giberti y Makler, 2004: 102).
Sin embargo, como señalan los autores, tan sólo tres años después y al compás del golpe
militar de 1955, la SRA acusaba ahora a ese mismo gobierno que había felicitado en estos
términos:
“Para mantener una campaña electoral que duró diez años, trastocaron todos los valores,
empezando por el valor humano. Se avanzó como en tierra enemiga, con la consigna de la tierra
arrasada (Anales, noviembre de 1958: 456). Dos años más tarde calificaba los proyectos de
“reforma agraria” como “atentado social” y en el “orden político”, como “la máscara con que
intentan cubrir designios que repugnan a nuestra tradición republicana, a nuestra fe democrática
y a nuestra vocación de libertad” (Anales, octubre de 1960, citado en Giberti y Makler, 2004:
103.)
Hacia la consolidación del cooperativismo
Por último, cabe señalara otro de los logros alcanzados en este período caracterizada por la FAA
como una de las “grandes conquistas federadas” que fue la fundación de la Federación
Argentina de Cooperativas Agrarias, el 28 de octubre de 1947.
En la Revista “Agro Nuestro” es posible leer:
“Lograda la concientización del sector agrario en cuanto a su valor e importancia en el país,
resultaba imprescindible armar las estructuras que aseguran el resultado de sus esfuerzos,
evitando distorsiones. Por eso, paralelamente a su lucha por objetivos de orden estrictamente
gremial, se iba gestando la idea de complementar las etapas generadoras de riqueza con sistemas
cuyo funcionamiento estuviera naturalmente subordinado a los precios produtores. El
movimiento cooperativo proveyó las pautas necesarias, y así, como culminación de un proceso
de creación de cooperativas de primer grado, y de una posterior estabilidad alcanzada por el
productor agrario en la tenencia de la tierra –lo que trajo aparejado una mayor autonomía en sus
decisiones-, el 26 de octubre de 1947 se constituyó la Federación Argentina de Cooperativas
Agrarias (F.A.C.A.), verdadero movimiento institucional que expresa otra dimensión de
Federación Agraria Argentina” (págs. 57-58).
153
De una etapa previa de 26 ensayos de cooperativas que se incorporaron a FACA se sumaron
otras hasta llegar a 74 en su primer ejercicio económico y a 292 en 1970 agrupando a 120.000
agricultores.
FACA ha sido para la FAA la acción más destacada de la presidencia de Barrios. Las
finalidades de FACA eran, entre otras, establecer o adquirir palntas industriales, elaboración y
comercialización de productos, instalación de semilleros, mercados, silos, plantas de
fraccionamiento, etc., realizar operaciones de exportación e importación, intervenir ante los
poderes públicos o ante cualquier institución de carácter público o privado para salvaguardar los
derechos y tutelar los intereses morales y materiales de las cooperativas asociadas, etcétera.
4. 1955-1961
Presidencia de Julio B. Oroño
La FAA recuerda a su ex presidente Oroño como un “hombre consustanciado con la labor del
campo y apegado a la vieja usanza gaucha, como cuando llegaba a los congresos de la FAA
luciendo bombachas y botas de campo, se destacaba por su lenguaje atractivo y a veces
`florido´” (FAA, Memoria y Balance, 2001: 29).
El proyecto político del gobierno surgido de la denominada “Revolución Libertadora”
marca el retorno de los sectores más concentrados de la tierra a las esferas de poder, quienes
imprimen su sello a la nueva política agropecuaria: “Retorno a la libre contratación,
prescindencia de la acción estatal, derecho a la propiedad privada en el marco de la
indispensable armonía social, sistemas de crédito estatal y privado para la adquisición de
tierras...” (Lázzaro, 2001: 88, citado por Makler, 2003: 2).
La política agraria de los gobiernos posteriores al peronsimo se organiza a través de dos
medidas. Por un lado, el Primer Plan de Reforma Agraria de febrero de 1957, el cual establece
la modificación en las formas de acceso a la tierra, esto es, la adquisición de la tierra en
arrendamiento o aparcería. Por el otro, el Segundo Plan de Transformación Agraria –ley 14.451
de 1958 y decreto reglamentario 17.447/59-, promulgado por el gobierno de Arturo Frondizi. Es
de destacar que ambas políticas tienen por objetivo facilitar, a través de su tramitación frente a
determinados organismos estatales- el acceso de los arrendatarios y aparceros a la propiedad de
la tierra que trabajan (Makler, 2003: 2).
La FAA debía enfrentar un momento crucial tras el golpe militar que destituyó a Perón
en 1955 y que atavesaba la vida institucional al atentar contra la legislación agraria. Las
palabras de Oroño al respecto fueron:
154
“No sólo no dejaremos retroceder un paso en la legislación de amparo para el arrendatario ya
conquistada, sino que desde hoy exigimos una nueva que promueva la transformación del
locatario en propietario de la tierra que trabaja.” (Memoria y Balance de la FAA, 2001: 29).
Amenazas de intervención
En 1956 la autonomía institucional de la FAA es amenzada de intervención. Entre los
documentos recogidos por Diecidue encontramos “rumores de intervención” que aseguraban
que el decreto estaba a la firma del presidente provisional Gral. Aramburu.
A propósito de ello, en la ciudad de Venado Tuerto el 18 de marzo de 1956 se realiza
una asamblea comarcal de la que participan 1.500 agricultores. En la asamblea irrumpen el
pressidente de la FAA, el presidente de FACA, Antonio Di Rocco y el ingenerio Ferrarotti,
recién llegados de un viaje a la provincia de Mendoza donde se entrevistaron con miembros de
la Comisión Asesora del gobierno nacional.
En medio de la asamblea, Oroño pronuncia un discurso que fuera recogido por
Diecidue:
“Como a esos viejos reseros de Ricardo Gûiraldes cubiertos por el polvo de todos los caminos,
después de dos días de viaje, a veces sin dormir, hemos podido llegar aunque sea un poco tarde,
para tener la satisfacción de reunirnos con los guapos compañeros de Venado Tuerto y de su
zona aledaña. Las fuerzas regresivas desde afuera y los traidores de adentro que están
conspirando contra la única entidad que defiende los auténticos derechos del agro argentino nos
acosa; no podemos decir aun compañeros donde vamos a llegar pero tenemos fe, completamente
fe que la verdad ha de abrirse camino y hemos de triunfar (aplausos). Yo sólo quiero decirles que
cualquiera que sean las circunstancias, que cualquiera que sean las alternativas, el Consejo
Directivo Central en pleno y su asesor jefe, hoy mucho más unidos que siempre, hemos de caer
si es necesario al pie de la bandera (aplausos) y sin claudicaciones o sometimientos, hemos de
llevarla adelante con la dignidad que la hizo necesaria y que la forjaron las glorias inmarcesibles
de Netri y de Piacenza (aplausos prolongados). En esta hora crucial que vive el país por la
recuperación económica y social la Federación Agraria Argentina no necesita definiciones ni
bañarse en las aguas del Jordán para restablecer una pureza que nunca se ha perdido (aplausos).
Hija de un movimiento social que nació del corazón mismo del campo allá por los lejanos
tiempos de 1912 su acción, gremial, su acción tradicional proselitista, ha sido jerarquizada por 43
años de lucha, limpia y honesta al servicio de la causa. Hacen mal entonces quienes dicen que
tenemos desviaciones (...) Nosotros fuimos los únicos que nos plantamos y defendimos el trabajo
familiar, nuestra personalidad económica y nuestra personalidad gremial; los dirigentes
gremiales tenemos plena fe en el momento actual de lo que necesita la patria de nosotros; los
dirigentes gremiales, ustedes, nosotros, sabemos que debemos cargar con la responsabilidad
sobre nuestras espaldas de la necesidad del resurgimiento campesino. Pero también debemos de
155
entender y responsabilizarnos que esa patriótica contribución que obedece exclusivamente al
muy argentino propósito de consolidar la paz nacional, pero que nunca ello signifique
sometimientos a privilegios, que ya están definitivamente desvirtuados, ni tampoco
sometimientos o renunciamientos a derechos legítimos que ya tenemos definitivamente
conquistados (aplausos). Compañeros, esta asamblea tiene una trascendencia histórica, nosotros
venimos desde muy lejos, como dije recién dos días de viaje, quisiéramos también oir la opinión
de ustedes, ustedes querrán también oir la del asesor jefe y del compañero Di Rocco...” (pág.
5609)
“Un (nuevo) fantasma recorre el campo”: el decreto 2188
Respecto de la legislación, cuando asume en 1955 el gobierno provisional, la ley 13.246 iba a
ser revisada ante la presión del sector de terratenientes con el “afán de liberar el derecho de
propiedad y al principio de la libre empresa y la libre contratación de las limitaciones que esa
ley había introducido” (Ferrarotti, 1974).
La FAA se dedicará a defender la legislación y la obra alcanzada en el transcurso desde
1912. Recuerda Ferrarotti la respuesta que diera la FAA que contemplaba “un plan de
transformación agraria para el arrendatario o aparcero (...) A pesar de que todo parecía favorable
a los arrendadores rurales, ganamos la primer batalla con el decreto de diciembre de 1955 por el
que se prorrogaban los contratos y la rebaja de los arrendamientos y aparcerías rurles que
vencían en esa misma fecha, por un año más” (Ferrarotti, 1974: 87).
Lo cierto es que a pesar de estas eventuales conquistas, aparecía un nuevo fantasma, el
decreto ley 2188/57 que intentaba derogar la conquista más importante de la FAA, la ley
13.246. Explica Ferrarotti: “En él se comenzaba por reducir a cinco años el plazo garantido de
estabilidad y desaparecía la opción a tres años más a favor del arrendatario, así como el derecho
al reajuste del precio de los arrendamientos y aparcerías, el de remisión del precio de la
locación, la facultad a favor del aparcero agrícola a destinafr hasta el 30% de la superficie del
predio contratado a la ganadería y se reducía al mínimo la intervención de las cámaras paritarias
y se disponía su eliminación a corto plazo. Con esto había quedado pulverizada la conquista más
grande la organización federada; prácticamente habíamos retrocedido a la ley 11.627 del año
1932.” (pág. 87).
Sin embargo, el gobierno en un giro en su accionar sancionó el decreto ley 6430 de
1958 que restituía a la ley 13.246 disposiciones de fondo que se intentaron anular en los
comienzos de la gestión gubernamental.
La FAA se empeñó en trabajar sobre una nueva legislación que transformara las
relaciones de propiedad, cuyo logro más ensalzado fue la aprobación del decreto 2.187 (28 de
febrero de 1957), que dio lugar al Primer Plan de Reforma Agraria. Dice Makler (2003): “Los
156
considerandos del decreto cuestionan severamente la política agraria del peronismo: el
incumplimiento por `la tiranía´ de la promesa de entregar la tierra a quienes la trabajen; la
acción confiscatoria del Estado, que impidió que los productores pudieran disponer de los
recursos económicos necesarios para el acceso a la propiedad de la tierra; entre otras críticas.”
(pág. 4).
Entre los puntos salientes del decreto Makler (2003) destaca el fin de los contratos a los
180 días, con la opción posible de que los productores arrendatarios o aparceros accedan a la
propiedad de la tierra mediante compra al propietario (Art. 1º). En caso de desistir de la compra,
debían entregar los campos sujetos al contrato de no realizarse un nuevo acuerdo (Art. 6º). Si las
partes no lograran un acuerdo respecto del precio de la unidad económica, sería una institución
de crédito la que lo fijaría, de acuerdo con los promedios de rendimientos de la tierra de los
últimos cinco años y los precios corrientes (Art. 14). En el supuesto de que el productor rechace
la cotización propuesta, debería restituir los gastos de los trámites y devolver el predio dentro de
los seis meses. Si el propietario rechazaba la valuación, también debería hacer frente a los
gastos, pero se le restituiría su campo el día 31 de mayo de 1960 (Art. 14). Las resoluciones de
la entidad bancaria podían ser apeladas dentro de los 15 días en la Cámara Central de
Aparecería y Arrendamientos en Buenos Aires (Art. 15) y no en las Cámaras Regionales, de
jurisdicción local y por ende, más accesibles al productor disconforme. En el caso de que la
operación se concretara, el productor debía tomar posesión de la unidad económica –definida
como el “espacio fundiario amplio para la vida y progreso de cada familia campesina” (Art. 22)y estaría obligado a pagarle al vendedor, un interés del 5 % sobre el saldo deudor, hasta la
escrituración del predio y por semestres vencidos (Art. 17)17.
Un representante de la FAA afirmaba respecto del mismo: “El decreto 2.187/57,
quiéranlo o no algunos, no significa llevar a la bolsa de valores la solución del problema de
fondo que soporta el país, sino que es el índice que señala la terminación de una prolongada
etapa de economía colonial agraria para dar lugar a otra: a la de polarización del derecho de
propiedad de la tierra como pedestal inconmovible de una democracia que será una realidad en
el individuo y en la sociedad” (Revista Agro Nuestro, s/f: 92).
Los resultados del Primer Plan de Transformación Agararia “no se ajustaron a las
expectativas de sus autores, por cuanto no se produjeron las esperadas operaciones de
compraventa de tierra debido al desacuerdo sobre el precio de la misma entre arrendatarios y
propietarios. Por ello este plan no condujo a una transformación en el régimen de tenencia de la
tierra como lo esperaba la comisión que lo elaboró.” (Lázzaro, 2001, citado por Makler, 2003:
4).
17
ADLA, Decreto Ley 2.187, Tomo XVII-A: 303-306 (Makler, 2003: 4).
157
El Segundo Plan de Transformación Agraria: legislación y acción gremial
En 1958 Arturo Frondizi asume la Presidencia de la Nación. Su discurso presidencial marca una
contradicción y ruptura con sus propuestas de campaña, lo cual se expresa también en el ámbito
de las políticas agrarias según expresa Lázzaro 2001 (citado por Makler, 2003).
“Desde la reforma agraria “inmediata y profunda” se va transitando a otra concepción,
según la cual la estructura agraria atrasada no reconoce su causa en el hecho de que la tierra
“pertenezca a uno o a mil propietarios”, sino en que se mantenga al margen de las formas
capitalistas avanzadas de producción. El punto decisivo pasa a ser, entonces, el incremento
de la productividad, vía incorporación de capitales y tecnología, lo que manifiesta una
proposición desviada del primigenio plan gubernamental”(Lázzaro, 2001: 94/5, citado por
Makler, 2003: 5).
Al decreto de ley 2187/57 llamado de “Transformación agraria” y sus correlativos 18, le sucede la
ley 14.451, de transformación y prórroga de contratos, publicado en el Boletín Oficial el 21 de
agosto de 1958. La misma constituye el Segundo Plan de Transformación Agraria.
Esta ley extiende los plazos de los contratos de arrendamiento y aparcería comprendidos
en los decretos leyes –7.095/57, 2.187/57 y 9.991/57- hasta el 31 de diciembre de 1961, o hasta
el 31 de mayo del año siguiente si quedaran trabajos pendientes a realizar en el campo.
Según el minucioso análisis que realiza Makler (2003) de dicha ley, “los Arts. 7º y 8º
ponen de manifiesto el retorno de la política de libre contratación al mundo agrario como uno de
los puntales de la política agraria post-peronistas (...) “la acción combinada de la Ley 14.451, el
decreto reglamentario 17.447 por un lado; y el decreto 6.283 y la ley 15.720 por el otro restan
significativo poder a las Cámaras de Arrendamientos y Aparcerías Rurales, aquellos tribunales
agrarios, que, recordémoslo, habían sido creados por la ley 13.246 promulgada bajo el primer
gobierno peronista.” (pág. 9).
18
Makler (2003) señala el Decreto N° 9.991 26/8/57 en el que se amplían los plazos de los contratos hasta
el 30 de septiembre de ese año (Art. 1º), así como la extensión de la fecha límite hasta el 30 de noviembre
de 1957, dentro del cual los propietarios deben contestar las ofertas de compra de la tierra realizadas por
sus arrendatarios o aparceros (Art. 2º). Asimismo se decreta la incorporación de un sistema de
financiamiento “más favorable” que el contenido en el decreto 2.187. Por otro lado, rectifica el Art. 13 del
mencionado decreto al establecer que las Cámaras regionales de conciliación y arbitraje o bien la justicia
provincial serían las encargadas de intervenir en los casos de divergencia entre comprador y vendedor en
la tasación de la tierra (Art. 7º). Dichos organismos estaban a cargo también de la valuación de los predios
“...de acuerdo a la productividad estimada por renta cierta calculada por los promedios de los últimos
cinco años, los valores venales y la contribución territorial” (Art. 8º).
158
En vistas de la legislación, la FAA se apresuraba para obtener la propiedad de la tierra
ocupada por los arrendatarios. Dentro de esta estrategia, la organización lanza su “Plan de
acción sindical” el 12 de abril de 1960. Dicho plan tenía proyección a nivel nacional y estaba
basado en la activa participación de las bases en asambleas locales que fuera a “traducirse en un
valioso aporte cuantitativo para la lucha federada”, en el cual jugarían un importante rol los
directivos de las filiales. La campaña incluía la realización de asambleas a las cuales asistiría un
delegado del Consejo Directivo Central (CDC), publicando asimismo la nómina de Delegados y
el cronograma de fechas -correspondientes a los meses de abril y mayo- y localidades que
visitarían en sus respectivas giras (Makler, 2003). En el artículo aparecido en La Tierra del
12/4/1960 se incluye el temario de las asambleas:
1) Información del delegado de la inspección administrativa de la filial,
2) Estimación del número de arrendatarios cuyos contratos prorrogados vencen a los 120
días de publicada la ley 14.451 (21 de agosto de 1958), de acuerdo a lo establecido por el
Art. 21 de la misma,
3) Tratamiento del memorial elevado por el CDC de FAA al presidente Frondizi,
4) Análisis de la situación del agro en el país, a partir del editorial de La Tierra del 5 de
abril de 1960. Reorganización de la Junta Nacional de Granos.
5) Empadronamiento en los registros de la C.A.P.
6)
“Objetivo y gravitación” de la revista Agro Nuestro.
7) Reclamo de tierra planteado por la Juventud Federada reunida en Córdoba.
Las asambleas se desarrollaron en diversos pueblos y localidades caracterizadas por la
masividad, el entusiasmo, la unanimidad en el apoyo al Consejo Directivo Central de la FAA y
los memoriales enviados al Presidente de la Nación, la incorporación de nuevos socios y la
reafirmación de una “conciencia gremial plenamente identificada entre los auténticos
productores agrarios reunidos en torno de nuestra poderosa organización” 19.
En los casos analizados por Makler (2003) 20, una tras otra las crónicas se cierran con un
encendido elogio de la acción gremial de la Federación, del cual el que sigue es una ilustración:
19
La Tierra, 6 de mayo de 1960, “Hubo asamblea en la filial de Las Petacas” (pág. 3).
20
Los casos estudiados por Makler (2003) aparecen en La Tierra del: 22 de abril de 1960, “En la
asamblea del Núcleo Federado de Las Rosas se apoyó la posición de la Federación Agraria Argentina”;
26 de abril de 1960, “Apoya a la Central la asamblea de Santa Isabel”; 26 de abril de 1960 “Trataron en
Las Parejas bajo los auspicios de la filial, aspectos de palpitante actualidad agraria”; 6 de mayo de 1960,
“Ratificó su apoyo al memorial elevado por el C.D.C. al Doctor Frondizi la asamblea conjunta de Pueblo
Italiano”; 6 de mayo de 1960 “Se confirmó la posición de la Central en una entusiasta asamblea realizada
en Carlos Pellegrini”; 6 de mayo de 1960, “Hubo asamblea en la filial de Las Petacas”.; 17 de mayo de
159
“Nuevamente hemos estado en presencia de un acto agrario que evidencia claramente la
potencialidad y el espíritu de lucha que encarnan el núcleo `Federación´ de María Susana en toda
oportunidad que hay que dilucidar importantes problemas agrológicos como los que damos
cuenta en esta crónica, y que en honor de verdad llamará la atención de aquéllos que aún creen
que es un mito los beneficios que se materializan por medio de la organización gremial” 21.
En 1961 muere Barrios y es sucedido interinamente por Antonio Di Rocco quien, luego de tres
meses, es ratificado en el cargo por el Congreso Anual Ordinario en elección poco menos que
unánime.
5. 1961-1971
Presidencia de Antonio Di Rocco
Desde 1928 Di Rocco participaba en actividades gremiales en las entidades de base de la zona
sur este de Buenos Aires y en los centros de juventud. En 1953 se lo designó secretario de la
FAA y en 1954 es presidente de la FAAF, compañía de seguros. Al fallecer Julio Oroño, asume
la presidencia de la FAA en 1961 y simultánemanete desempeñó los cargos de presidente de la
FAAF seguros y de FACA.
Ferrarotti (1974) marca el año 1962 como período de retracción en el avance de la
legislación agraria de sesgo reformista.
El Dr. Arturo Illía llega a la Presidencia de la Nación preocupado por la solución del
problema agrario dejando sellada su disposición por la nueva ley 16.883 del año 1966
sancionada por decreto, poco antes de ser despojado de su investidura presidencial.
Expresa Ferrarotti –dirigente de la FAA- al respecto: “Y cosa que jamás pudimos
entender dentro del ordenamiento gremial, la primera adhesión al gobierno de facto cuando
asumió fue la de los hombres dirigentes del gremio en ese momento. O no midieron el salto
antes de lanzarse al espacio o no reconocieron en la nueva ley la consideración de los anhelos
agrarios, ya que a poco andar el nuevo orden de cosas resolvía por decreto los desalojos en
masa, la ley 17.253 del año 1967” (págs. 93/94).
La Ley Raggio
1960: 3, “En María Susana una entusiasta y numerosa asamblea apoyó la posición de la Federación
Agraria Argentina”.
21
La Tierra, 17 de mayo de 1960: “En María Susana una entusiasta y numerosa asamblea apoyó la
posición de la Federación Agraria Argentina” (pág, 3).
160
En efecto, la ley 17.253, conocida como Ley Raggio, promulgada en 1967 durante el gobierno
de facto de Onganía “dispone los desalojos en masa y les restituye a los grandes arrendadores la
posesión de sus tierras que voluntariamente habían cedido hacía más de cincuenta años en base
a un cánon de renta” (Ferrarotti, 1974: 24).
Continúa reflexionando Ferrarotti: “Y tanto que alguna o algunas de esas agrupaciones
en sus propios medios de información trataron de ensayar justificativos. Era preciso volver al
“estado de derecho”, decían uniéndose al coro de los terratenientes. Así se expresaban algunas
sociedades de cooperativas agrarias con una mentalidad aburguesada, mechada nada menos que
por los que habían alcanzado la propiedad de la tierra como directa y exclusiva consecuencia de
la legislación social-agraria que fue sucediéndose desde el año 1943 hasta 1966. (...)
Posiblemente el gremialismo agrario soportaba sobre sus decisiones la poderosa gravitación del
agrupamiento empresario y en lugar de mostrar sus garras para la lucha exhibió aburguesado su
ropaje de ficción” (pág. 94) [las cursivas son de la autora].
En su Memoria y Balance Anual del ejercicio 1959-1960, la FAA se refiere a dicha ley
en estos términos:
“(...) Si lo que se persigue, y coincidimos con el concepto, es la jerarquización de la función
productiva de la propiedad, entendemos que estimular el auge de las fórmulas tradicionales de
explotación rentística de la tierra como lo hace la ley 17.253, resulta contradictorio con aquel
enunciado, máxime cuando se avanza ostensiblemente a la transformación del productor en
contratista, o a la admisión de convenios en que ni la estabilidad mínima, ni la renta de la tierra,
encuentran trabas a cualquier tipo de abusos”.
En el 52° Congreso ordinario anual de la FAA de 1967 que se pronuncia por el rechazo de dicha
ley y sugiere al gobierno nacional el dictado de leyes tendientes a mejorar la situación, propone
una solución alternativa. Transcribo a continuación fragmentos del debate:
“Una vez más este Congreso debe considerar el tema de la tenencia de la tierra en la Argentina.
Pero en esta oportunidad, no para consignar la concresión de un nuevo paso adelante en el largo
camino que se ha recorrido en pos de su solcuión, sino para resaltar un doloros retroceso que casi
ha tornado estéril el fruto de cincuenta años de perseverante esfuerzo (...) En preimer lgar
queremos destacar el error fundmental sobre la estimación del número de productores afectados
por la ley (...) Dijeron los señores ministros que el número de afectados no llegaba a 11.000
casos, repitiendo una afirmación errónea que esta Sociedad observó reiteradamente (...) las
demandas de desalojo más que duplican el número de presuntos destinatarios de la ley.”.
Después de un intenso debate se llega a la siguiente conclusión: “La ley no es de orden público
porque ninguna ley que lo sea puede autorizar a sus destinatarios, expresa ni implícitamente, a
161
apartarse de ella y menos por una causa tan poco moral como una suma de dinero”
(Conclusiones del 52° Congreso, FAA, 1967).
Por otro lado, el Congreso propone lo que denominara “Hacia una solución integral”,
basada en el programa aprobado en el Congreso Extraordinario sobre el “Régimen de la tierra”,
algunas de cuyas bases reproduzco a continuación, tras un proceso de selección pertinente al
análisis del caso22:
PRIMERO: Constitución y caracterización de la propiedad inmueble rural, delimintando su
ámbito y encuadrándola en el derecho agrario autónomo y diferenciado del Civil, con las
siguientes modalidades: a) exclusiova; b) perpetua; c) revocable; d) inalterable; e) bien de
familia agraria.
SEGUNDO: Creación del ente autárquico nacional, encargado de poner en marcha el sistema y
ciudar de su permanencia. (...)
TERCERO: Delimitación de las tierras que se irán incorporando sucesivamente a la Reforma
Agraria, dentro de la nueva caracterización de la propiedad inmueble rural:
1. PRIMERA ETAPA: Tierras fiscales provinciales, de propiedad de la Nación o de sus
organismos autárquicos situadas dentro de la llamada “pampa húmeda”, aptas ´pr sus
condiciones intrínsecas y ecológicamente no objetables. Tierras ociosas o insuficientemente
explotadas de propiedad de particulares. Tierras de sociedades anónimas o en3 comanditas
por acciones
2. SEGUNDA ETAPA: Cuando las necesidades excedan las superficies previstas por la
primera etapa, se iniciará la seguynd que comprende el resto de la tierra apta, excluídos los
ejidos urbanos y zonas de influencia, encarando especialmente la concentración de los
minifundios.
“La verdad, expresa Ferrarotti (1974), que la ley 17.253 arrancó de las entrañas de la tierra a un
numeroso contingente de la familia agraria” (pág. 94).
22
Para mayor información consultar las Conclusiones del 52° Congreso de la FAA.
162
La juventud agraria en el escenario gremial
Otro de los acontecimientos más destacados durante la década de 1960 es el movimiento de la
“juventud agraria” que en la década de 1970 tendrá importante protagonismo en el espacio
público a partir de la creación de las Ligas Agrarias, objeto de estudio del siguiente capítulo.
Ya hacia 1930 en el periódico La Tierra aparece un artículo en el que circula la idea de
crear clubes juveniles amparadas por las secciones de la FAA, inspirado en un viaje que Esteban
Piacenza realizara a Europa y especialmente, a Bélgica.
Finalmente, por la resolución del Consejo Directivo, presidido por Piacenza, se decidió
la creación de los Clubes. Al respecto, Ferrarotti (1974) señala que “su programa era el de
despertar en los jóvenes un profundo y sincero amor por la Patria, su tierra y sus tradiciones;
forjar en los jóvenes la dignidad de la personalidad del chacarero dotarlos de cultura general y
formar conciencia sobre un nuevo régimen de posesión del suelo de manera que la trilogía:
familia, trabajo y tierra formaran la célula generadora del bienestar del agro y la grandeza de la
Nación” (pág. 58).
La finalidad era crear como así quedó inscripto en sus estatutos, “clubes que además de
instalar bibliotecas y dictado de clases y conferencias sobre temas culturales del agro y del
espíritu (...) fueran motivo para reunirse, familiarizarse, uniformar criterios y hábitos,
promoviendo asi en la gran masa agraria, heterogénea por la diversidad de procedencia de sus
padres, el adveniemiento de un fuerte y uniforme espíritu argentino, de elevado y consciente
patriotismo, cimentado en el trabajo en el agro, base indispoensable para el progreso y bienestar
de un gran pueblo” (citado en García Serrano, 1966: 288).
Respecto del ingreso a los clubes, Piacenza dejó en claro que los socios debían ser, sin
excepción, hijos de chacareros y actuar en el trabajo de la explotación agraria y de ambos sexos.
El 27 de abril de 1930 se organiza en María Susana, Santa Fe, el primer club llamado
“Mariano Moreno”. Hacia el año 1936 la importancia numérica y simbólica de estos clubes
confluyó en la creación de un organismo que agrupaba federativamente los clubes, la “Central
Clubes Juventud Agraria” que adoptó su personería jurídica y llegó a contar con 300 filiales.
Hacia 1950 cambia la estructura conductiva, se disuelve la Central y se crea la Central
de Acción Cultural Juvenil, dependiente de la entidad gremial y sin autonomía jurídica. En 1960
luego de una dsiminución de la acividad de los centros se decide promover la autonomía de la
juventud como lo había sido hasta 1950.
En esos momentos el movimiento cooperativo alcanza un notable crecimiento y los
dirigentes de la FAA entendieron la necesidad de crear dirigentes jóvenes. Nació así la
Federación de Centros Juveniles Agrarios Cooperativistas Zona SanCor (1950); la Unión de
Centros Juveniles Agrarios Cooperativistas de U.C.A.L. patrocinada por la Unión de
Cooperativas Algodoneras (1955); la Federación de Centros Juveniles Agrarios Cooperativistas
163
de Misiones, patrocinada por la Federación de Cooperativas Agrícolas de Misiones (1955). Este
gran movimiento cooperativo llevaría a crear la Confederación Intercooperativa Agropecuaria
(CONINAGRO). Los movimientos juveniles cooperativistas se unieron en una confederación
que se constituyó en la asamblea efectuada en Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, el 19 de
octubre de 1959.
El año 1965 marca la autonomía de la Federación Argentina de Centros Juveniles
Agrarios de Capacitación (FACJAC) que reemplazó a la Central de Acción Cultural.
La FACJAC integrará el proyecto de Trabajo Coordinado para la Creación de un Centro
Nacional de Desarrollo de la Juventud Rural, cuyos orígenes se remontan al “Seminario
Regional para América Latina” que se llevó a cabo en la ciudad de Lima, Perú, en noviembre de
1966 bajo el auspicio de la FAO para la campaña de lucha contra el hambre. De aquel seminario
en el cual participó también el Movimiento Rural Católico se realizó uno a nivel nacional de
dirigentes juveniles agrarios en el mes de junio de 1967.
En 1971 Di Rocco era designado Ministro de Agricultura y Ganadería de la Nación,
siendo el primer dirigente de la FAA que alcanzara ese cargo. Asimismo, continuó como
director miembro del Consejo Directivo Central de la FAA y funciones directivas en FACA. Su
actuación va a ser decisiva en el surgimiento de las Ligas Agrarias Chaqueñas, como veremos
en el siguiente capítulo.
164
Capítulo IV
LAS LIGAS AGRARIAS.
Ni hombres sin tierras ni tierras sin hombres…
El poder de la multitud y el des-enlace de la comunidad política
“Cada generación, dentro de una relativa opacidad,
tiene que descubrir su misión,
cumplirla o traicionarla”
(Frantz Fanon (1963) (1961): 188).
“Grita lo que sientes!
Primer Cabildo Abierto del Agro Chaqueño
1. Introducción
He intentado mostrar que la radicalidad del gran movimiento político que experimentaron la/os
colona/os en el Grito de Alcorta a comienzos del siglo XX, se disuelve en el momento instituyente,
en las reivindicaciones gremiales que corporiza la Federación Agraria Argentina.
Este capítulo reflexiona sobre la ―aparición‖ (Arendt, 1998) de un movimiento autónomo de
la Federación Agraria Argentina que disputó con la entidad tradicional el monopolio de la
representación de los colonos y la legitimidad sostenida en la pertenencia a un pasado reconocido
colectivamente, en el momento en que terminaba de producirse la transformación del chacarero
arrendatario en propietario1.
En un movimiento que traza su experiencia en sentido inverso a los acontecimientos de
1912, el movimiento liguista que se funda como gremio se transforma en un proyecto político
universal que logra inscribir en el espacio público consignas universalizadoras, un poder fundado en
la comunidad política y consolidado por la participación de miles de colonos y campesina/os, y un
1
Declaración del Ing. Horacio Giberti, ex secretario de Agricultura en 1973 bajo la presidencia de Cámpora,
en la Revista Política, Cultura y Sociedad en los ´70, s/f: 19.
165
liderazgo desarrollado por sus hijos e hijas que ha mostrado particularmente, las potencialidades del
discurso herético.
Las Ligas Agrarias2, de las cuales trata este capítulo, nacieron el 14 de noviembre de 1970
en el Primer Cabildo Abierto del Agro Chaqueño en el contexto de una estructura de oportunidades
de movilización ―cerrada‖3 desde arriba pero desobedecida desde abajo por agentes sociales de
diversas orientaciones (estudiantes; obreros; profesionales urbanos, y sectores rurales).
Parido en la provincia del Chaco, abarcó, en una primera etapa de expansión territorial, a
otras cuatro provincias del nordeste argentino4 -Formosa, Corrientes, Misiones, Santa Fe- para
luego extenderse a Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires, en las que las Ligas se conforman a partir
de 1973, en el momento de apogeo del movimiento que precede a su desenlace final. En los
momentos de máximo nivel de participación, la organización regional agrupó a más de 20.000
familias y a 54.000 jóvenes (Ferrara, 1973; Rozé, 1992).
No es posible comprender el proceso liguista desconociendo las características históricas,
sociales, culturales (heterogenidad étnica y cultural de los agricultores ―campesinos‖ o ―colonos‖ 5),
políticas, y de género de cada lugar donde se desarrollaron y, a raíz de ello, las demandas que cada
una de las Ligas planteaba. Así, podemos diferenciar, a grosso modo, aquellas Ligas de colono/as y
2
Las fuentes utilizadas para la reconstrucción del movimiento liguista han sido de varios tipos: estudios
realizados por otro/as investigadores (Ferrara, 1973; Bartolomé, 1982; Archetti, 1975; Lasa, 1984; Rozé,
1992; Golsberg, 1999; Borsatti, 2005); secundarias (Documentos de las Ligas ―El campesino‖, ―Amanecer
Agrario‖; periódicos nacionales y provinciales; archivo documental de la Federación Agraria Argentina,
cartas enviadas desde las delegaciones regionales al Presidente de la FAA, y su periódico La Tierra), y fuentes
primarias (entrevistas a ex – dirigentes de la Unión de Ligas Agrarias de Santa Fe).
3
Caracterizadas como ―abiertas‖ (en regímenes democráticos) o ―cerradas‖ (en regímenes autoritarios
represivos), dichas estructuras refieren a un continuo dentro de las democracias liberales, dependiendo del
grado de porosidad de las mismas a la influencia de las organizaciones sociales (Kitshelt, 1986, citado por
Sikkink, 2003: 307). En junio de 1966 es depuesto el gobierno constitucional de Arturo Illia, líder de la Unión
Cívica Radical por un golpe militar. Se inicia el gobierno de la Revolución Argentina que finaliza en 1973
luego de tres presidentes militares Onganía, Levingston y Lanusse. Las ―Ligas Agrarias‖ y las ―Madres de
Plaza de Mayo‖ durante la década de 1970 constituyen casos paradigmáticos de emergencia de movimientos
sociales en contextos sumamente represivos.
4
En esa región se encontraba un 75% de minifundios ocupando el 9% de las tierras frente al 1% de grandes
explotaciones que poseían el 37% de la superficie en las mismas zonas (Ferrara, 1973: 24).
5
Al respecto no aparece en las fuentes consultadas el tipo ―chacarero‖ como denominación emic.
166
agricultores medianos (Chaco, Misiones y Santa Fe) y las Ligas campesinas (Corrientes, Formosa) 6.
(A los fines de esta Tesis, me ocuparé de estudiar las primeras). Respecto de los cultivos, se trataron
de producciones orientadas al mercado interno: inicialmente fue la región algodonera, para luego
extenderse a otras producciones: te, yerba mate, tung, arroz, citrus y pequeños tambos en la pampa
húmeda.
La ruptura con la FAA denunciada de corrupta, verticalista y burócrata, es uno de los
elementos clave para lograr una comprensión acabada del proceso de construcción política de la/os
colona/os en esta etapa.
Superando el debate teórico que como señalé en el capítulo 1 mantuvieran en retrospectiva,
Francisco Ferrara y Leopoldo Bartolomé acerca del contenido ―revolucionario‖ de las Ligas
(―organizaciones que nuclean a los explotados y marginados agrarios lanzados definitivamente
hacia el combate revolucionario‖, en la expresión de Ferrara, (1973: 487), o la interpretación del
movimiento agrarista misionero en el ―contexto de los populismos agrarios7 desarrollados entre
6
En este sentido, el conflicto por la tierra, no va a ocupar en todas las Ligas el mismo lugar de preeminencia.
Las diferencias entre unos y otros van a descansar sobre las demandas: dada la naturaleza cíclica de las
economías regionales, las Ligas en las que predominaban los ―colonos‖, en general, van a apuntar en un
primer momento sobre los precios de los cultivos, la comercialización, el crédito y la distribución como
principales obstáculos para lograr un proceso de acumulación, en cambio las Ligas compuestas por
agricultores campesina/os (Correntinas o Formoseñas) apuntarán directamente hacia el conflicto por la tierra
exigiendo su redistribución. Si bien esto es cierto en los comienzos, no obstante, el conjunto las ligas
emprenderá un camino de radicalización sin retorno que podemos historizar hacia fines de 1974, cuyo
síntoma es la expulsión de la comunidad política.
7
Los primeros populismos fueron para Allock (citado por Mackinon y Petrone, 1998) por un lado, los
movimientos rurales radicales del Medio Oeste americano de fines del siglo pasado y, por el otro, el
―temprano movimiento socialista utópico de intelectuales rusos‖ del mismo período, los llamados narodnik,
que viene del vocablo ruso narod (pueblo, folk o nación‖ (pág. 17). En su acepción amplia, el populismo ruso
abarca desde 1870 a 1917 y mantenía su compromiso con el socialismo agrario basado en la comuna
campesina, la defensa de la tierra campesina y la libertad respecto de los terratenientes y el estado. A grandes
rasgos, dicho socialismo postulaba que Rusia podía evitar la etapa capitalista de desarrollo y proceder a través
del artel (cooperativa de obreros y artesanos) y la comuna campesina directamente al comunismo. De allí la
polémica desatada entre marxistas y populistas a fines del siglo XIX y el rechazo de los primeros por
caracterizarla como una ideología reaccionaria del campesino. Por otro lado, para la misma época en el los
agricultores norteamericanos del mediooeste protestaron contra los políticos y banqueros en demanda de
intervención estatal. Según los autores la principal diferencia entre ambos tipos de populismo es que mientras
167
productores ―medios‖‖ (Bartolomé, 1982: 25), mi contribución a estos estudios es la reflexión sobre
la fundación de las Ligas Agrarias como momento pleno de construcción de una narrativa colectiva
que puede reconocer sus resonancias en el Grito de Alcorta y que disputará con la Federación
Agraria Argentina la representación de esa memoria colectiva hasta ser abruptamente interrumpida
por la imposición de una dictadura (1976-1983), la más ominosa de todas.
Mi mirada, pretendidamente complementaria de estos enfoques, intentará comprender la
emergencia, consolidación y des-enlace8 de las Ligas Agrarias Argentinas como emergente de un
profundo cambio cultural, en el sentido antropológico del término, desde un lugar que otorgue
preeminencia a la perspectiva culturalista e histórica y a los fundamentos de construcción y declive
de una comunidad política (Arendt, 1998) consolidada en base a los ideales de justicia e igualdad.
A mi entender, en las acciones colectivas desplegadas por campesinas y campesinos,
colonas y colonos se constituyen nuevos sentidos sobre las ruinas de otros sedimentados. Al
respecto, la teoría de los movimientos sociales expresa que un movimiento no puede ampliar su
marco (―frame‖) si no hay resonancia en la cultura. Por consiguiente, propongo comprender las
Ligas Agrarias como una nueva síntesis que surge de marcos sedimentados, lo que en teoría se
conoce con el nombre de ―resonancias de marcos‖ (―frame resonance‖) (Tarrow, 1992).
Los símbolos y el sistema de creencias que animaron a los líderes y las bases no constituyen
simples respuestas o expresiones mecánicas de condiciones estructurales que, por supuesto, no
podemos obviar. Como expresa Tarrow (1992) ―la llave para comprender el cambio cultural no es a
través de la difusión automática de valores o de la difusión de procesos de aprendizajes, sino de la
asimilación de nuevos marcos de significado de la acción colectiva en la cultura política.‖ (pág.
175; mi traducción].
Una mirada detenida en la historia de las acciones colectivas de principios de siglo en el
Chaco; hacia 1930 en Misiones, y en la década de 1960 en el norte de Santa Fe, nos orienta para
comprender la predisposición latente de las personas a actuar en la arena pública y a seleccionar
determinados símbolos y acciones del baúl de los recuerdos. Es decir, tomando las palabras de
Tarrow, cómo la gente lucha, contra quién lo hace y en nombre de cuáles símbolos se conforma la
tradición de la disidencia colona.
en el populismo ruso aparece la tensión entre ―pueblo‖ e intelectuales, en el otro es entre ―pueblo‖ y políticos
profesionales.
8
Más adelante podremos ver la reconstitución del Movimiento Agrario de Misiones y del Movimiento
Agrario de Formosa, en la década de 1980. Poco antes de concluir la escritura de esta Tesis, en un viaje al
norte de Santa Fe se rumorea sobre la refundación de las Ligas Agrarias en un primer encuentro llevado a
cabo en Guadalupe norte, en abril de 2005.
168
I. Las Ligas Agrarias Chaqueñas
1. La confirmación de la estructura agraria chaqueña (1878-1970)
“EL algodón, con un futuro sombrío, no sabemos
si podrá volver a curar las heridas de ese quebracho colorado
que los monopolios llevan del país con ganancias
que superan todo lo imaginable”
Declaración de la Unión de Centros Juveniles e la Unión de Cooperativas Algodoneras
Marcha sobre Resistencia, 9 de octubre de 1970
El surgimiento de las Ligas se inscribe en un proceso largo de deterioro de la economía provincial
que obligó al éxodo de sus pobladores hacia otros lugares 9 y de injusticias que fueron tejiendo la
trama que enmarcará el movimiento.
Una breve síntesis sobre la conformación de la estructura agraria chaqueña realizada por
Claudio Lasa (1987) resulta útil para situarnos en el proceso:
1. 1878-1917: Desarrollo de producción forestal y taninera controlada en gran parte por el capital
extranjero. El tanino hegemoniza el proceso económico entre 1876-1903. Hay un traspaso de
tierras públicas a sectores privados que favorecieron a individuos y empresas ligadas al poder
central (estas extensiones fueron entregadas mediante cesión gratuita con la condición de
colonizar –que no se cumplió- o bajo bajos precios de venta).
2. 1918-1937: Delimitación de colonias oficiales y subdivisión de tierras públicas entregadas a
inmigrantes extranjeros y, en menor medida, a nativos. Fue promovido el desarrollo de una
extensa capa de productores pequeños y medianos mediante el asentamiento de colonos
europeos. La depresión de 1930 motorizó la expansión de la actividad algodonera y el
afianzamiento de una capa de pequeños y medianos productores dedicados a ese cultivo.
Aparecen los actores sociales intervinientes en las relaciones de poder en torno al cultivo de
algodón: empresas oligopólicas extranjeras asociadas al capital nacional y dedicadas al
procesamiento, comercialización y exportación de algodón; pequeños y medianos campesinos
de origen europeo; mano de obra criolla y aborigen para los obrajes y cosecha. La demanda de
9
En la década de 1960-1970 el Chaco perdió 134.058 habitantes (Censo Nacional de 1970).
169
tierras por parte de colonos se realizó a través de la ocupación de hecho. Las tierras fiscales
fueron divididas en: propietarios efectivos fijado por Ley de Colonización y ocupantes efectivos
sin situación legal definida y caracterizados como ―intrusos‖ que constituyen el grupo mas
numeroso. Los datos de Censo Nacional Agropecuario de 1937 arroja: 9,7% propietarios; 26,93
son arrendatarios y 63,36 ocupantes sin títulos de propiedad. Esta etapa la estructura agraria se
caracteriza por gran cantidad de explotaciones de reducida extensión asentadas sobre tierras
fiscales y dedicadas a la actividad algodonera y explotaciones de grandes dimensiones de
propiedad privada orientada a la producción forestal y la ganadería.
3. 1938-1957: Expansión de la industria algodonera y estancamiento de la taninera. Entre 19451960 se afianza económicamente el tipo de explotación agropecuaria basada en trabajo familiar.
El censo Agropecuario Nacional de 1960 arroja como resultado que los productores que ocupan
predios entre 25 a 100 hectáreas representan más del 50% de las explotaciones chaqueñas.
Difusión del cooperativismo.
4. 1958-1970: Se desata una profunda crisis que pone fin a la expansión algodonera. Pérdida del
sector cooperativista: las cooperativas que hacia 1951/2 controlaban el 43% de la producción
hacia 1968 controlan el 18%. Por ende, el campesinado pierde capacidad de negociación. Se
debilita la capacidad organizativa y crece el peso político de las grandes empresas
industrializadoras.
2. La explotación del tanino: “La Forestal” y los orígenes del sentimiento antiimperalista
El descubrimiento de las cualidades curtientes del tanino, que se extrae del quebracho, impulsó la
explotación de los bosques. La empresa La Forestal monopolizó la producción de tanino y a través
de compra o arrendamientos ocupó las tierras del norte de Santa Fe y el sudeste del Chaco (Carrera,
1983).
―Después de una exposición forestal en Buenos Aires en 1872, uno de nuestros
compatriotas, Mr. Adrien Prat, envió a Mr. Ernest Dubose, fabricante de extractos de madera en El
Havre, muestras de diferentes esencias de maderas, y entre ellas, del quebracho rojo. Al año
siguiente, Mr. Dubose adquirió patente para la fabricación por quince años del extracto de
quebracho. Hacia 1878 se propuso a los señores Portalis la adquisición del derecho para talar diez
leguas cuadradas de bosques situados cerca de Reconquista, en la provincia de Santa Fe‖ (citado por
170
Carrera, 1983). La exportación del quebracho ha ido aumentando de modo que la legua de bosque
comprada entonces por 5 o 6 mil francos no la vendería hoy su propietario por 300.000. Los
principales concesionarios de los bosques de Santa Fe exportaban sus maderas a las fábricas de
Europa y América que fabricaba el extracto de tanino y a la Argentina, hasta que en nuestro país se
forma en 1902 la Sociedad Forestal del Chacho y comienzan a crearse fábricas de tanino. El
desarrollo de la pequeña empresa con capital de 12 millones de francos se convirtió en una
compañía inglesa con 1 millón de libras esterlinas en acciones y 500.000 de obligaciones. A los
fundadores se unieron accionistas extranjeros constituyendo así La Forestal.
La sociedad La Forestal poseía alrededor de 270 leguas de selvas vírgenes donde abundaba
el quebracho. Además tomaba en arriendo 72. Desde 1902 creó cuatro fábricas de extracto de
tanino. La más importante de ellas, La Guillermina, llegó a producir 24.000 toneladas. En total La
Forestal llegó a producir en 1903 65.000 toneladas. Para facilitar el transporte del tanino se
construyeron 300 kilómetros de ferrocarril que reúne a las diferentes zonas explotadas a las
fábricas, a la línea principal del camino de hierro francés de Santa Fe y al río Paraná. Además de
dos puertos y dos muelles.
Relatara el viajero, ―Por un empalme de La Forestal llegamos a una zona de explotación
situada en el centro de la selva. En honor nuestro va a ser talado uno de los árboles más viejos y
corpulentos (…) Pregunto su edad y los leñadores que no saben nada, por otra parte, me contesta
que debe tener cerca de 1.000 años, por lo menos. (…) Los peones lo atacan rápidamente, a unos 50
centímetros del suelo, y muy pronto se lo ve a punto de caer. Todo cruje, y en derredor nuestro cae
el polvo de los siglos sobre la vegetación reciente‖ (J. Huret, citado por Carrera, 1983: 47).
Los primeros gritos antiimperialistas en el Chaco: Movimientos milenaristas y las huelgas de
colonos algodoneros (1930-1934)
En la búsqueda de esas ―ruinas emergentes‖ (Santos, 2000), hallé un estudio de Nicolás Iñigo
Carrera y Jorge Podestá (1980) sobre las huelgas de colonos algodoneros del Chaco10 ocurridas en
10
El Chaco fue provincializado en 1951. Desde 1878 fue, dentro de la división política administrativa del país,
un Territorio Nacional. ―Sus habitantes no participaban en las elecciones del gobierno nacional (en ninguno
de sus poderes), ni elegían al gobierno territorial: en el Territorio no existía legislatura y el gobernador era
designado por el gobierno nacional. Los habitantes del Territorio sólo participaban en la elección de los
consejos municipales, en las que participaban desde la década de 1910 los partidos radical y socialista, que se
distribuían la mayoría de las municipalidades; en el período 1930-1943 ambos eran partidos de oposición al
gobierno nacional y local.‖ (Iñigo Carreras y Podestá, 1980: 1).
171
1934 y 1936 organizados junto a los obreros en las Juntas de Defensa de la Producción y de la
Tierra, que voy a utilizar como fuente principal para dar cuenta del proceso11.
El Ministerio de Agricultura impulsó la campaña de difusión del algodón a partir de la caída
de la producción norteamericana (1914-1925) y su posterior orientación al mercado interno que
cuadruplicó en tres años la superficie sembrada, convirtiéndose en el principal productor nacional.
Los altos precios del algodón estimularon a los nuevos colonos provenientes de Europa
central hasta 1930 que cierra el ciclo de precios altos. Esto determinó para los autores, la
heterogeneidad que presenta la ―burguesía agraria‖ que, englobada en la figura del colono,
encuentra situaciones que incluyen la posibilidad de sostenerse ante la caída formando cooperativas
o instalando demotadoras o fábricas de aceite, hasta la situación crítica que debieron enfrentar los
colonos búlgaros de la zona de Las Breñas con sus chacras endeudadas.
El estudio señala que en los primeros tiempos la comercialización del algodón estuvo en
manos del pequeño capital comercial ―personificado en los comerciantes de cada pueblo que lo
compraban a los colonos, a los que en muchos casos habían adelantado, en esa misma época, los
instrumentos necesarios para instalarse, y lo vendían a las desmotadoras instaladas en el este‖ (pág.
7) , cuyo número aumentó a 16 empresas en 1924 y también se formaron cooperativas de colonos
que desmotaban y comercializaban. En 1928, señalan los autores, se hizo presente el capital
financiero en el Chaco, personificado por Bunge y Born S.A. y Dreyfus y Cía. Ltda. S. A. las que en
poco tiempo controlaban el mercado algodonero, de modo que en 1935 el 40% de las 98
desmotadoras eran controladas por ellos (pág. 9).
Los autores indican que el primer proceso de ―enfrentamientos sociales‖ en el centro-oeste
chaqueño (1924-1936) comienza con la concentración de los asalariados indígenas de la Reducción
Napalpí por la prohibición de salir a trabajar fuera del territorio chaqueño. A ellos se unieron los
campesinos descontentos por el descuento en el precio del algodón que hacía la administración de la
11
Véase Carrera Iñigo, N. y Podestá, J. (1980) ―Alianza de obreros y campesinos en los enfrentamientos de
1934 y 1936 (Elementos para su análisis), en Serie Estudios Nº 39, Buenos aires, CICSO. En la presentación
los autores expresan los motivos que los llevaron a realizar tal estudio, y allí dicen: ―Como nos llamó la
atención la aparente similitud (enfrentamiento ―colonos-monopolios‖, luchas por el precio del algodón,
movilizaciones) con los hechos que en la década del 70 estaban protagonizando los colonos algodoneros en
las Ligas Agrarias Chaqueñas, decidimos conocer mejor lo que en ese momento nos pareció era su
antecedente inmediato (...) A favor de esta decisión pesaron también otros dos criterios: 1) en el Chaco las
décadas de 1920 a 1940 eran ricas en luchas sociales de distinto tipo o carácter (movimientos de tipo
milenarista, bandolerismo social, huelgas obreras), 2) teníamos el convencimiento de la necesidad de
actualizar la memoria de las luchas políticas y sociales de ese período‖ (pp. I y II).
172
Reducción. La protesta que proclamó la huelga general en la que los asalariados se negaban a
cosechar y los campesinos a cultivar y cosechar el algodón de sus parcelas se convirtió en un
movimiento milenarista.12 Un mes después se produjo una concentración en El Aguará debido a que
las demandas no han sido satisfechas por parte del gobernador en donde murieron 200 indígenas en
una danza creyendo que las balas no los dañarían. 13 El estudio indica además protestas por el
aumento de los precios de la tierra entregada en colonización, la lucha por la división del latifundio
de Zoilo Cantón14, y una huelga de cosecheros de 1930.
Las luchas de 1934 y 1936 al comienzo adquieren carácter corporativo: el precio del
algodón. El relato señala la creación en febrero de 1934 de dos ―Comités Pro Defensa de los obreros
de la zona algodonera‖, del cual participan colonos (de antiguo asentamiento en tierra fiscal) y
cosecheros búlgaros. El 1° de mayo desde Villa Berthet, cien colonos y cosecheros enviaron un
telegrama al gobernador en el que lo notificaban de su determinación de hacer un paro general y no
cosechar el algodón frente a la baja injustificada de su precio.
En Presidencia Roque Sáenz Peña se formó un comité de colonos que decidió en una
asamblea no levantar el algodón. El movimiento de protesta se expandió y comisiones de colonos
recorrieron las chacras invitando a desmotar por su cuenta para vender la fibra directamente a
Buenos Aires a la industria nacional, eliminando intermediarios, especialmente a Bunge y Born y
Dreyfus.
El 10 de mayo los piquetes que impedían el transporte del algodón a los pueblos fueron
reprimidos. El comité mixto de colonos y cosecheros que pidieron la presencia del gobernador en
Las Breñas estaba compuesto por cuatro búlgaros, un italiano y un ruso. La concentración en Villa
Angela del 13 de mayo que reunió entre 1.000 y 1.500 agricultores y comerciantes pedía en un
comunicado precio mínimo para el algodón y libre cambio para la exportación y la instalación de
12
Relatan los autores que ―uno de los dirigentes contó a los huelguistas reunidos que se le había aparecido en
sueños un ―cacique‖ o ―médico‖, muerto por la policía, que le había anunciado que pronto los aborígenes que
habían sido ―asesinados‖ por los blancos iban a resucitar y a vencer a estos, que abandonarían las tierras
perseguidos por los espíritus de los muertos; el orden del mundo cambiaría y los indígenas serían nuevamente
sus dueños‖ (pág. 13).
13
En 1933 se produce un nuevo acontecimiento de tipo milenarista en El Zapallar y Pampa del Indio donde
dos religiosos anunciaban una vida de abundancia para lo cual debían danzar, dejar toda ―actividad‖ y
relación con los ―blancos‖ y para obtener alimentos debían apropiarse del ganado de los colonos.
14
Este latifundista había recibido por parte del gobierno una concesión de 25.000 hectáreas de tierras que
rodeaban y ocupaban una parte del pueblo Las Breñas –la cual fue anulada en 1929 pero se hizo efectiva en
1935
173
hilanderías denunciando la existencia de ―un trust que explota a los agricultores‖ (pág. 18). Esta
concentración dio nacimiento a la ―Unión Agraria del Chaco‖, de Villa Angela, que al año se
convierte en cooperativa.
La protesta continúa y va mutando en su forma de expresión: el 18 de mayo los búlgaros de
Las Breñas distribuyen un volante que decía:
―Algodón cosechado es en manos de Dreyfus y Bunge y Born y algodón no cosechado es en manos
de colonos y cosecheros‖.
El 23 los colonos de Villa Berthet decidieron modificar su método de lucha de ―no cosechar‖ a ―no
entregar‖ y los colonos de Vélez Sarsfield deciden ―no cosechar‖ porque,
―Algodón cosechado se puede embargar y algodón en planta no se puede porque el cosechero no
quiere cosecharlo. Ahí está la llave. El cosechero y el colono mandan al algodón mientras está en la
planta. Cuando está embolsado ya no pertenece al cosechero y al colono‖ (Carrera y Podestá, : 22).
El estudio señalado indica que en mayo de 1934 se ensayaron como formas organizativas en Sáenz
Peña un Comité de Colonos, en Las Breñas y Charata Comités Mixtos de colonos y cosecheros, y
en Colonia Vélez Sarsfield un Sindicato de Productores Agrarios integrado por colonos y
cosecheros. Estos ensayos desembocaron en una nueva forma organizativa: las Juntas de Defensa
de la Producción y de la Tierra, las que articularon las demandas de colonos y cosecheros 15.
El 15 de octubre de 1935 en la colonia cercana a Las Breñas surge por primera vez en el
Chaco la nueva forma organizativa: la Junta de Defensa de la Producción local. En su primer acto,
del 8 de diciembre, los oradores expresaron la necesidad de organizarse para conseguir un ―precio
justo por sus productos‖ ya que “ponen en evidencia las maniobras de los grandes pulpos
algodoneros”.
Durante diciembre de 1935, las Juntas se organizaron a nivel local y convocaron mediante
declaraciones y señalando su lucha contra los monopolios y el imperialismo y por el precio. En una
nota enviada al gobernador la junta de Las Breñas informa la organización de las juntas locales:
―A fin de aunar opiniones y encarar el problema atingente al movimiento, dentro de la norma
patriótica tan necesaria para luchar contra el monopolio, el imperialismo y demás tendencias que
15
El estudio indica que las Juntas como forma organizativa habían surgido en 1933 en la región maicera de
Rosario.
174
constituyen verdaderos obstáculos al progreso general del país (...) Las juntas representan todas las
tendencias y el sentir del pueblo todo, sin pertenecer a ningún partido político ni corriente ideológica
alguna, donde tienen cabida obreros, colonos, pequeños comercios, artesanos, ganaderos,
industriales, intelectuales, etc. y todos quienes quieran contribuir a una obra sana y patriótica‖ (pág.
26; el subrayado es mío).
En otro documento fechado el 18 de enero, la misma Junta expresa:
―A todos nos interesa que los productos tengan, para regularizar la economía de la Nación y de los
hogares, un precio mínimo. Y esto será a no dudarlo la mejor forma de salvar al país de las garras del
imperialismo extranjero, dueño y señor de casi toda la tierra argentina y que maneja a su gusto y
paladar la economía de nuestra patria‖ (pág. 26).
―La voz del campo chaqueño‖, declaración que fue producto del Congreso que el 4 de febrero de
1936 reunió a todas las Juntas de Defensa de la producción y de la Tierra y sindicatos obreros, dio a
conocer la pésima situación que atravesaban los productores algodoneros y maiceros. Algunos de
sus fragmentos expresan:
―La Junta recogiendo el clamor de los agrarios chaqueños denuncia públicamente las maniobras del
monopolio cerealista. (...) Esto mismo ocurrió y ha sido demostrado por el Senador Nacional de
Santa Fe, Dr. Lisandro de la Torre, en el debate contra el monopolio de la carne, del cereal, del
transporte, del petróleo, etc. (...) Esta es una traición al país que va siendo conducido a una catástrofe
(...) Y es por esto que nos organizamos en todo el país contra todos los monopolios (...) No hay otros
culpables. Es el monopolio y sus agentes nativos. Nadie más! (pág. 29)
Coincido con los autores que es en esta próxima declaración cuando aparece claramente el enemigo
y las reivindicaciones económicas (precio) se deslizan al campo de lo político:
―El momento es decisivo, no admite dilemas. O se está contra el monopolio o se está contra el
monopolio. El que se opone a este movimiento justiciero no hace otra cosa que servir a los
invasores y vendepatria que nos despojan de nuestras riquezas. Esta grandiosa obra de
liberación económica nacional emprendida por la Junta será el camino que supieron señalarnos
Moreno, San Martin, Rivadavia, Alberdi y otros; dignos argentinos, desconocidos hoy por los
agentes del monopolio tipo Pinedo- Duhau. AGRICULTORES! Viva la liberación económica
nacional emprendida con tanto acierto por la JUNTA DE DEFENSA DE LA PRODUCCIÓN. LA
175
COMISIÓN TERRITORIAL PROVISORIA.‖ (pág. 30; el subrayado es mío; mayúsculas en el
original).
En la década de 1930, las Juntas toman como repertorio de acciones la huelga, los mitines, piquetes,
movilizaciones, actos, declaraciones y petitorios al gobernador. Son parte del repertorio usado con
el nacimiento del movimiento obrero en la Argentina e influenciado por el anarquismo –
especialmente la huelga- que impregnó los métodos de lucha entre los agricultores. No obstante, la
huelga pierde su carácter subversivo de los primeros tiempos y es integrada al sindicalismo de
masas bajo la tutela del Estado Benefactor hasta institucionalizarse en los últimos tramos del siglo y
perder así su sentido originario.
En el campo el repertorio de comienzos de siglo incluye esas formas manifiestas pero
también otras ocultas que conforman lo que James Scott define como ―prepolíticas‖
(―infrapolitcs‖).
Una interpretación de la historicidad de los depósitos de sentido está constituida por los
usos y costumbres de una comunidad, ideas que se han fijado generacionalmente y que están
disponibles para enfrentar las situaciones de la vida cotidiana.
Las primeras formas de organización de los agricultores fueron territoriales, asentadas en
las colonias localizadas en unas áreas geográficas y diseminadas por el campo chaqueño: las
llamadas ―Juntas Territoriales‖. De estas nuevas formas participaban los propios colonos, pero
también los cosecheros y comerciantes -como vimos en Alcorta- otorgando una potencialidad a la
movilización local y posibilidad de alianzas en una comunión de solidaridades y lazos de parentesco
y vecindad.
Por otro lado, la territorialidad estuvo marcada por la nacionalidad de los agricultores
agrupados según las colectividades: búlgara en Las Breñas, checoeslaovaca en Roque Sáenz Peña,
alemana, italiana y española, que conformaron una cultura en las colonias que colocaba su impronta
en la forma de trabajo, la vivienda, las celebraciones y, también, en el formato de la protesta para
defender la tierra: “Sepan bien que nosotros, colonos y cosecheros, somos los que hicimos salir oro
blanco [en referencia al algodón] de estas tierras que nunca han valido tanto”, fue una expresión
escuchada en la asamblea que se realizó en la casa de un colono el 23 de mayo de 1934 (citado en
Carrera y Podestá, 1980: 75).
Si bien no podemos relatar como un continuum las Juntas de Defensa de la Producción con
las Ligas Agrarias, puesto que la forma de construcción de las primeras estuvo ligada a la izquierda
comunista y a la participación de gringos y criollos, en cambio las Ligas se conforman a partir de
176
los sectores de la iglesia tercermundista y con menor incidencia de criollos que recién se integran en
el momento de su radicalización (reforma de la tenencia de la tierra), encontramos resonancias.
El pasaje del silencio y la sumisión a la rebeldía requiere de la conformación de una
identidad colectiva que no surge repentinamente sino que es un proceso social cuya racionalidad
interna implica sopesar los costos de la acción colectiva. El enmarcado que orienta la acción se
construye a partir de una matriz cultural en constante transformación, frente a una cultura política
oposicional. 16
Las colonias, diseminadas en la profundidad del campo funcionaron como centros de
construcción de una cultura política en las colonias, depósito de sedimentos de la memoria y la
experiencia colectiva que fue configurando la subjetividad política de los agricultores y los marcos
de significación ligados a la emergencia de sentimientos basados en valores nacionalistas y patriotas
y antiimperialistas que resuenan con el nacimiento de las Ligas Agrarias. Estas, como máximo nivel
de politización alcanzada entre los agricultores, la resistencia a la persecución militar durante la
dictadura y la reconquista de la democracia, no pueden comprenderse sin esta historia de luchas
previas.
16
Al respecto, una carta de un extranjero, Camile Differding, dirigida al gobernador el 19 de mayo de 1934 en
Las Breñas permite reflejar esta interpretación: ―Ayer un camión búlgaro desparramaba boletines por el
pueblo y de los cuales adjunto uno para que pueda enterarse del instinto subversivo de esa clase de gente.
Según mis observaciones con respecto a ese movimiento huelguístico de los colonos, he podido notar que en
todo ese barullo no se ha visto un solo colono de raza alemana, pese a que tanto tiene que sufrir el alemán
como el de cualquier nacionalidad. En la asamblea realizada en el playa del F.C., donde habían por lo menos
unos 600 hombres reunidos –huelguistas-, entre colonos y peones, no encontré un solo alemán, como he
dicho: habrían unos 3 o 4 italianos, otro tanto españoles y el grueso de ese grupo, descontando los
cosechadores, se componía de colonos de raza eslava de los países balcánicos, fronterizos a Rusia,
especialmente de búlgaros, toda gente que ya entrar a este país con el germen maximalista infiltrado y
arraigado en el cuerpo y cuya sementa quiere esparcir en el Chaco infestando con esa inmunda sementa al
pobre trabajador criollo. (...) Los búlgaros tienen un comité comunista constituido en la Gran Bestia y los
dirigentes de ese Comité son los dirigentes del movimiento que han preparado la huelga de los colonos. Ya
por dos veces aparecieron colgadas sobre los alambres de la corriente eléctrica en este pueblo, banderas
coloradas con la inscripción ―Pan o Guerra‖ y, los que han colgado esos carteles no son más que los
mencionados maximalistas de la Gran Bestia (...) (citado en Carrera y Podestá, 1980: 74).
177
3. Orígenes de las LIGAS AGRARIAS CHAQUEÑAS: la búsqueda de formas
autonómicas de organización
“Vivimos en un país dependiente,
que nuestros gobernantes llaman en `vías de desarrollo´,
pero que la realidad nos muestra constantemente
la total dependencia económico-política del extranjero.
El interior del país vive dependiente de la Capital Federal
y el Gran Buenos Aires, pero para los agricultores esto no termina aquí,
ya que debemos sumarle una tercera dependencia
con la capital de nuestra provincia (Resistencia)”
Documento de las LACH ―Los tentáculos del monopolio algodonero‖.
La Marcha sobre Resistencia
El 15 de setiembre de 1970 la FAA, presidida por Antonio Di Rocco, organiza en la localidad de
Roque Sáenz Peña, provincia de Chaco, una concentración que reúne a 5.000 agricultores y a la que
adhieren Federación Económica, la Sociedad Rural, la Unión de Cooperativas Algodoneras
Limitada (UCAL), la Federación Argentina de Cooperativas Agrarias (FACA) -dirigida también por
Di Rocco-, la Unión de Centros Juveniles de la UCAL y el Movimiento Rural (Ferrara, 1973: 110).
En ese espacio se encuentran y chocan dos discursos: el de la FAA y el del Movimiento
Rural. Una de las voces más escuchadas en el movimiento rural, la de Osvaldo Lovey,
expresaría:
―Debemos continuar en la lucha. Este es el camino. Que esta no sea una mera adhesión protocolar.
Que no nos pase como hace cinco años que nos congregamos aquí y no pasó nada. ¡A Buenos Aires!,
esa es la consigna. ¡Vamos a luchar a cualquier precio y llegar hasta donde tenemos que ir! (Diario
Norte, 16/9/1970).
La respuesta descalificativa de Di Rocco fue:
―No se puede seguir engañando con promesas cuando la situación del campo se agrava día a día,
pero a pesar de ello, por mi larga experiencia en estas lides, no me dejo llevar por el entusiasmo del
momento. No soy un demagogo y si bien coincido en que se debe llegar a Buenos Aires, no siempre
estos movimientos consiguen mantener el entusiasmo inicial‖ (Diario La Tierra, 21/9/1970).
178
El acto debe ser abruptamente clausurado por el delegado regional de la FAA en el Chaco, ante la
oposición que los productores reunidos desatan contra Di Rocco, quien debe abandonar el palco
abucheado por la mayoría presente.
Este acto será un camino sin retorno para la/os colona/os del nordeste en la búsqueda por la
autonomía organizativa, sentando la ruptura con la FAA en un acto de desobediencia a la institución
gremial tradicional. Algunos de sus dirigentes serán caracterizados como “traidores al movimiento
algodonero chaqueño” (véase Apéndice Documental en Ferrara, 1973: 201).17
Por cierto, los dirigentes de las Ligas acusan a la FAA y a su proyecto cooperativo FACA
de “estar sirviendo al monopolio al producir la división del movimiento cooperativo de UCAL y
sacarle 8 de sus cooperativas” (Documento de las Ligas Chaqueñas “Los tentáculos del Monopolio
Algodonero. El cooperativismo y sus traidores”).
Una semana más tarde de aquel acto, el 22 de setiembre de 1970, se plasma el primer
intento de organización autónoma. La redacción del diario ―Norte‖ recibe una llamada anónima que
advierte sobre la existencia de un comunicado suscripto por el desconocido ―Movimiento de
Recuperación Agraria‖ (MRA) cuyos fines son declarados de este modo: ―EL MRA no persigue
fines políticos, ni religiosos, ni raciales de ninguna índole. Sólo busca la justa retribución al
esfuerzo de los agricultores. Su pretensión es concientizar a la opinión pública de la real situación
agraria‖ (citado por Ferrara, 1973: 109).
17
A modo de lo que hoy conocemos con el nombre de ―escrache‖, estética de la protesta fundada por la
agrupación H.I.J.O.S, en el documento aparecen tres fotos y una breve síntesis de la actuación de cada
funcionario y directivo de la FAA: Miguel Angel Fernandez, corresponsal de la Tierra y Agro Nuestro,
órganos de FAA, también fue periodista del diario El Territorio y colaborador del diario Norte en 1969/1970.
Actualmente como compensación de sus patrióticos servicios ocupa el cargo de JEFE DE PRENSA DE LA
CASA DE GOBIERNO DEL CHACO. Fue el encargado de torpedear a la UCAL ante la opinión pública,
especialmente antes de cada cosecha (...); Mario Sachi, delegado regional de la FAA en Resistencia, fue el
encargado de crear el clima anti-UCAL entre los dirigentes de las cooperativas (...) Hoy también recibe la
compensación
por
los
servicios
prestados
al
designarlo DIRECTOR DEL
INSTITUTO
DE
COLONIZACIÓN DE LA PROVINCIA; Antonio Américo Di ROCCO, presidente de la FAA y de FACA,
fue el encargado de avalar la política anti-Chaco. Como compensación fue designado Ministro de Agricultura
y Ganadería de la Nación por el presidente LANUSSE, su acción de gobierno es recordada como la del
ILUSTRE INUTIL del campo (Ferrara, 1973: 201; mayúsculas en el original).
179
El MRA estaba conformado por la Unión de Centros Juveniles de la UCAL y el
Movimiento Rural18 quienes deciden realizar una Marcha sobre Resistencia el 9 de octubre de 1970
con el fin de exigir medidas inmediatas ante la crisis en que se vieron sumergidos los productores
tras la brusca reducción del precio del principal cultivo de la provincia, el algodón. El mismo cayó
de $60.000 la tonelada a $24.000 en la cosecha 1969/70 por importación de fibras de algodón
derivada a la industria textil por medio del grupo Bunge y Born a través de sus propias empresas
hilanderas, hecho que desde comienzos de julio había mostrado en demostraciones públicas el
malestar de los algodoneros en algunos pueblos.
Ese mismo día, el presidente Levingston había prometido recibir en Buenos Aires a una
delegación chaqueña compuesta por el gobernador Basail y dirigentes de la FAA, la UCAL, entre
otros que, finalmente, se postergó para el día 16.
Al llegar a Resistencia la columna se encontró con un palco instalado por la gobernación
con la finalidad de oficializar la protesta. Se había preparado además del palco, un asado
multitudinario. Pero la marcha no se detiene frente al palco sino que pasa de largo y se concentra en
un costado de la plaza donde se improvisa un acto público. (Revista Política, cultura y sociedad en
los ´70 Año I, Nº 9 s/f: 14).
En el acto hablan los jóvenes cooperativistas, Inés Fascioli en representación de las mujeres
rurales, Osvaldo Lovey por el Movimiento Rural y el obispo Italo Di Stéfano, orientador del MRA.
Este expresaba, dirigiéndose a la Gobernación: “No queremos que esta casa sea la gerencia para la
liquidación del Chaco” (citado por Ferrara, 1973: 113).
El resultado que arrojó la Marcha fue la decisión por parte de los miembros del Movimiento
Rural y de UCAL que, ante la caída del precio del algodón, la implementación del Plan AgrexP.A.L -que consistía en la ocupación y cultivo de casi un millón de hectáreas en Chaco y Formosa
por parte de una empresa norteamericana representada en el país por miembros de la familia del
futuro presidente Lanusse (Pedro y Antonio Lanusse P.A.L)- que implicaría el desalojo de las
18
En 1966 el MRC cuenta con 300 grupos en distintas provincias y edita el periódico “Siguiendo la Huella”.
Su tarea consiste en formar líderes campesinos capaces de funcionar como mediadores de transmisión de la
doctrina católica. El surgimiento del Movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo en la II Conferencia
Episcopal Latinoamericana en Medellin introduce cambios en el trabajo de la MCR observable en el ―diálogo
entre católicos y marxistas‖. Otro factor de importancia es la Pedagogía de la Liberación, corriente creada por
el brasileño Paulo Freire como herramienta de concientización de los oprimidos.
180
familias campesinas ocupantes 19- y la posición disuasiva y pro-gobierno adoptada por FAA, debían
asumir la dirección del campesinado discontento.
Según afirma Ferrara (1973), la confluencia de ambas corrientes juveniles que deciden
conducir al campesinado responde a una larga tradición cooperativista en la provincia impulsada
por las corrientes inmigratorias de origen europeo del siglo XIX y principios del XX que
colonizaron la provincia.20
Por otro lado, el Movimiento Rural que ya venía actuando desde 1948 en las colonias, había
ido preparando una dirigencia juvenil que haría su primera aparición pública en el acto fundacional
del 15 de setiembre en Roque Sáenz Peña.
Relato fundante: Primer Cabildo Abierto, “Grita lo que sientes”
Entretanto, la Confederación de Juventudes Cooperativistas Argentinas realiza a fines de octubre de
1970 un ―Encuentro Nacional de Jóvenes Agrarios‖ en la ciudad de Río Tercero, Córdoba, entre
cuyas Conclusiones es posible leer:
―Como medida inmediata es preciso llegar a la unificación del hombre de campo, concientizándolo en la
necesidad de agremiarse, para que todos sepan de su intervención y papel en el proceso, ya que es hora
que las masas campesinas reclamen con energía la justa retribución de los esfuerzos que demanda
producir, dirigida por un único frente representativo; de no encontrar eco con esto, tomar otras
resoluciones o medidas más drásticas, negando la llegada de la producción a los centros de consumo e
industrialización‖ (citado por Ferrara, 1973: 115; el subrayado es mío).
A comienzos de noviembre de 1970 arriba a la provincia el Equipo Nacional del Movimiento Rural
para organizar el Cabildo Abierto y se realiza un trabajo de base en 33 colonias durante 10 días.
Finalmente, el 14 de noviembre se inician las deliberaciones del Primer Cabildo Abierto del Agro
Chaqueño en la ciudad de Saénz Peña con la participación de 5.000 agricultores y representantes de
colonias, bajo el lema: ―Grita lo que sientes. ¡Cabildo Abierto!‖.
El Cabildo no aceptó adhesiones de políticos. En su discurso de apertura Lovey expresó:
19
Consecuente con ello es el decisivo control que ejercen los monopolios sobre la comercialización del
algodón, 72% frente al 28% que administran las cooperativas (Ferrara, 1973: 122).
20
En 1963 de 83 cooperativas existentes en el Chaco, 31 eran algodoneras y congregaban a 15.000
productores pequeños y medianos (Ferrara, 1973: 114).
181
―Los políticos, todos ellos tienen una gran deuda con el campesinado y tienen que saldarla‖ (citado por
Ferrara, 1973: 118).
Las denuncias fueron desde pedido de precio mínimo, sostén y móvil para el algodón, no inferior a
los 70.000 pesos la tonelada; la reglamentación de una ley algodonera que proteja a los productores
de las maniobras oligopólicas; la reestructuración de los servicios y líneas de créditos de los bancos;
la distribución de tierras en áreas aptas para el cultivo y el repudio al proyecto Agrex-PAL.
De igual modo, fue repudiada la acción de FAA al saberse que durante el Congreso de la
Federación Argentina de Cooperativas Agrarias (FACA), Di Rocco había advertido a los delegados
de UCAL acerca de la necesidad de expulsar a los miembros de los Centros Juveniles
Cooperativistas por su acción ―disolvente‖ (Ferrara, 1973: 119).
Cobra importancia una carta dirigida al presidente de la FAA fechada el 17 de diciembre de
1971 por parte del presidente de una de las cooperativas asociadas:
―Vista la actividad que viene desarrollando el Consejo Directivo Central de FACJAC (Federación
Argentina de Centros Juveniles Agrarios de Capacitación), actividad un tanto desubicada y fuera de las
costumbres que caracterizan al hombre de campo y sus organizaciones, la actitud asumida ante la
concentración de Venado tuerto y el Congreso de San Luis, y considerando que de seguir con esta
orientación traerá serias disconformidades entre la masa asociada de esta Cooperativa, comunicamos a
Ud. que de continuar estos señores con la orientación y los actos señalados precedentemente,
suspenderemos toda contribución económica hacia la FACJA: Sin más, y esperando sepa Ud. disculpar l
molestia que podemos estar ocasionando, hacemos propicia la oportunidad para saludarle muy atte. Juan
S. G. Presidente‖.
En el Congreso, el discurso del obispo Di Stéfano, bautizado como ―El obispo del algodón‖,
enfatizó el accionar de las multinacionales:
―Pasaron por el Chaco –expresó- haciendo estragos los consorcios forestales y ahora éste que se nos
prepara; yo creo que el Chaco necesitaba decididamente ver esta sombra negra para reactivarse, para
ponerse de pie. Ahora se viene esta puñalada y el Chaco despierta; éste es el saldo positivo de este
intento de invasión‖ (citado por Ferrara, 1973: 119; el subrayado es mío).
La asamblea resuelve pedir explicaciones al gobierno nacional respecto del plan Agrex y por otro
lado, iniciar una Marcha hacia el norte de la provincia para tomar posesión simbólica de la margen
sur del río Bermejo, plantando banderas argentinas e inscribiendo lemas chaqueños en los árboles
182
e invitar a los coprovincianos formoseños a imitar esa acción. La consigna era: “Patria sí, Agrex
no”.
El diario ―Norte‖ recoge en su interior las conclusiones del Cabildo y expresa: ―(...) las
resoluciones adoptadas en el mismo trasuntan una tónica mucho más enérgica de la que estamos
acostumbrados a escuchar, no sólo en el plano meramente reivindicativo referido a precios, créditos,
etc., sino también a la perspectiva de alcanzar esos objetivos a través de instrumentos nuevos para el
accionar conjunto de las bases agrarias, como ser las Ligas Agrarias Chaqueñas‖ (Diario Norte,
16/9/70).
Luego del Cabildo, el gobierno nacional anuncia la fijación de precios mínimos para la
cosecha y la fijación del llamado Fondo Algodonero; no obstante, ambas medidas resultan ser
arbitrarias para los nuevos actores en escena: por un lado, la fijación de precios ocurre después que
los monopolios realizan sus negocios con los precios en la cosecha anterior, por otro lado, los
precios rigen para la tonelada de algodón puesto en el lugar de acopio del comprador y esto deja al
desamparo a los agricultores que no pueden hacer llegar el algodón cosechado al lugar de acopio.
Respecto al Fondo Algodonero, sen alzan voces de protesta al conocerse que el mismo estará
controlado por el estado desconociendo con ello la participación de los productores.
El I Congreso de las Ligas Agrarias: “Que se vayan (todos)...”
El I Congreso fundacional de las Ligas Agrarias se desarrolla el 23 y 24 de mayo de 1971 en la
ciudad de Sáenz Peña. De él participaron 60 delegados en representación de 27 colonias y gran
número de agricultores no organizados. El Congreso decide nombrar una Comisión Central
provisoria, encargada de redactar los estatutos y convocar al II Congreso. Entre otras cosas, el
Congreso exhorta a las cooperativas chaqueñas a presionar en la comercialización del algodón para
ofrecer un frente común antimonopolio y se organiza una concentración para el 8 de febrero de
1971 en la ciudad de Sáenz Peña.
Llegaron hasta allí alrededor de 1.500 campesinos y productores algodoneros recorriendo
distancias lejanas a caballo o en tractores. Los dirigentes de las Ligas piden la solidaridad de los
comerciantes quienes cierran sus negocios en adhesión a la protesta en medio de un gran despliegue
policial que amenaza con su presencia el desarrollo de la pacífica manifestación.
En el acto se sucedieron diversos oradores chaqueños y participantes co-provincianos de
Formosa y Misiones, y una oradora quien, en representación de la mujer rural afirmó:
183
―Para qué vamos a quedar nosotras en la cocina cuando muchas veces no tenemos ni qué echar a la
olla‖ (citado por Ferrara, 1973: 128).
Otro de los discursos es el de Lovey que se dirige a los manifestantes con preguntas:
―-
¿Es que el gobierno no sabe lo que hacen los acopiadores?
-
¡Sí, lo saben! (gritan los asistentes)
-
Yo les pregunto entonces a Uds. si tienen alguna esperanza todavía, si están conformes con este
gobierno.
-
¡No, no, que se vaya!, es la respuesta unánime‖ (citado por Ferrara, 1973: 128; el subrayado es
mío).
Finalmente el discurso del obispo Di Stéfano alude a la memoria de otras luchas, probablemente del
Grito de Alcorta o de los colonos chaqueños de 1933:
―Si al Chaco no le quedan soluciones, será necesario memorar los tiempos heroicos de las luchas
agrarias‖ (citado en Revista Política, cultura y sociedad en los ´70 Año I, Nº 9, s/f: 15).
Según Ferrara (1973), no hay una orientación clara en el plan de acción en cuanto a las
reivindicaciones entre las que se mezclan demandas inmediatas como el cumplimiento de los
precios mínimos, la condonación de deudas bancarias y la negativa a pagar impuestos. Entre
algunas de las propuestas del Congreso, cabe destacar: el poder contralor de cada colonia a los
acopiadores para que estos se ajusten a pagar lo que establece la ley; la decisión unánime de
defender entre todos los vecinos al agricultor, al que se le vaya a embargar por deudas, impidiendo
la medida.
No obstante, la concentración dejó como saldo favorable la agrupación de 60 colonias de
las aproximadamente 500 que existían en el Chaco y los precios que comienzan a ser respetados por
los acopiadores. Entretanto, en la provincia de Córdoba acontece el llamado ―Viborazo‖, la caída
del presidente de facto Levingston y la asunción de Lanusse. En el Chaco el gobernador Basail es
reemplazado por el interventor federal coronel Roberto Mazza.
184
Segundo Cabildo Abierto
El 23 de mayo de 1971 comienzan las deliberaciones del Segundo Cabildo Abierto. En él participan
más de cien agricultores que representan a 41 colonias, representantes de cooperativas, de UCAL y
delegaciones de las provincias de Salta, Tucumán, Formosa, Misiones, Santa Fe y Buenos Aires.
Entre los ejes discutidos en el Cabildo aparece la necesidad de una organización definitiva de las
Ligas; la capacitación para jóvenes de ambos sexos; el sostenimiento financiero de las Ligas en que
se aprueba una cuota anual de $1200 a pagar por cada socio; un pliego de demandas al gobierno
pidiendo la importación de fibras, tejidos y confecciones; reestructuración del Fondo Algodonero
que sea manejado por los propios productores; congelamiento de las deudas bancarias por un plazo
no menor a cinco años; otorgamiento de créditos bancarios sin la exigencia de estar al día en los
pagos previsionales y jubilatorios; paralización de todos lo juicios y embargos; fijación del precio
de la tierra por una comisión de agricultores y su entrega inmediata a los ocupantes; apoyo a los
reclamos de los aborígenes que piden tierras; establecimiento de un precio mínimo y sostén para el
algodón; instalación de puestos sanitarios; aumento del presupuesto educativo y creación de nuevas
escuelas rurales, etcétera (Ferrara, 1973: 134).
En el archivo documental de la FAA, encontré una carta enviada por el delegado regional
de la FAA en Resistencia, Mario Sacchi, al presidente de FAA Humberto Volando en la que remite
una descripción del Cabildo a pedido de Volando:
―Las Ligas Agrarias realizaron su segundo cabildo abierto según informaciones habrían asistido
2.500 personas, unos 400 productores, el resto eran estudiantes, obreros, maestros, etc. Asistió
monseñor Di Stéfano y habló durante una hora. Se pidió la sanción para los precios mínimos del
algodón: pesos 140.000 m/n la tonelada en bruto; créditos a 10 años sin intereses. Cada uno contó su
situación. Se acompañaban con estribillos como estos: “papas, cebollas... Mazza a la olla”... [Mazza
es el interventor federal]; “que sí, que no, Di Rocco se vendió”... y otros por el estilo. El único
dirigente conocido fue Eloy Calvo, también habló (...) Lo curioso es que pese a todo el esfuerzo que
realizaron, UCAL no asistió y el centro juvenil de dicha organización no los invitó‖ (Resistencia,
16/9/1971).
Dos son las referencias sintomáticas en el texto: por un lado, la desorientación que crea en el
delegado la aparición de dirigentes desconocidos en el ámbito gremial. Por otro lado, la alusión del
estribillo del coro a Di Rocco cuando éste pasa a integrar el gabinete nacional del presidente
Lanusse como Secretario de Agricultura y Ganadería (comportamiento que veremos reiterarse en la
185
década de 1990 con el presidente de FAA durante el menemismo, René Bonetto, quien luego
ocupará un cargo en el Directorio del Banco Nación).
Historia, cultura e identidad: conformación de la estructura organizativa de las Ligas Agrarias
Chaqueñas
En su exhaustivo trabajo de investigación sobre el proceso liguista, Ferrara (1977) destaca el activo
rol de las colonias para comprender la emergencia de las Ligas Chaqueñas, lo que nos retrotrae a la
trama del Grito de Alcorta, encontrando puntos en común en la construcción subterránea de la
protesta.
Permítaseme transcribir esta extensa cita del libro de Ferrara (1973):
―El punto de arranque de la organización de las Ligas (...) se hallaba en las colonias, en lo hondo de
los campos, allí donde se nuclean un número variable de chacras ocupadas por las familias
campesinas. Estas colonias, originadas a partir de los primeros asentamientos de los inmigrantes
agricultores, conforman verdaderas unidades comunales que cuentan por lo general con un almacén
de ramos generales o ―boliche‖, alguna escuela rural, algún puesto sanitario, tal vez una capilla y
caminos de tierra que la comunican y enlazan con la ruta asfaltada más cercana. Las colonias poseen
grados de desarrollo diverso, llegando en algunos casos a concentrar, las más dinámicas, la
producción de una zona más amplia en torno a una cooperativa o a las barracas de acopiadores
particulares. En varias colonias chaqueñas es evidente el sello cultural impuesto por núcleos de
pobladores originarios, especialmente de origen eslavo (...) Las familias de cada colonia poseen lazos
de amistad o parentesco que dan fluidez a las relaciones, siendo a partir de estos núcleos que se
originan las Comisiones de las Ligas Agrarias, en reuniones en las que los pobladores reconocen
exactamente un ámbito propio y establecen las relaciones gremiales entretejidas con los lazos de
afecto o sangre (...) Es frecuente que la reunión se deslice hacia las anécdotas que cuentan los que
rememoran las movilizaciones en las que han participado y aun que se crucen datos sobre la salud de
algún vecino o familiar, o los acontecimientos sociales de ese micromundo de colonias vecinas. La
información de esos pobladores chaqueños es pobre, dado que apenas llegan los periódicos, y la
radio se constituye en el único nexo entre las colonias y las grandes ciudades‖ (pág. 135/6).
Esta experiencia comunitaria guarda una tradición que se remonta a principios de siglo con la
creación de la primera cooperativa de productores algodoneros en Margarita Belén. El movimiento
cooperativo fue adquiriendo mayor fuerza. Entre 1953-1956 la UCAL recibe casi el 60 % de la
producción (Ferrara, 1973).
186
Asimismo, el Estatuto de las Ligas Agrarias Chaqueñas da a conocer la formación de
organización de una Liga y la Comisión en cada colonia, a partir del llamado a asamblea de vecinos
y los métodos de selección que, nunca son secretos: o bien por consenso se designa a uno de los
vecinos, o votación a viva voz o a mano alzada. De este modo la organización de las Ligas sigue
este camino: desde las bases, las Asambleas de Colonia, la Comisión de Colonia hasta el Comité de
Lucha Zonal que agrupa a varias colonias de una misma zona. Estas instancias se ajustan a la acción
ejecutiva de la Comisión Coordinadora Central, la que depende del Congreso General y se enlaza
con las restantes Ligas de provincias vecinas en la Coordinadora Regional del Nordeste. Cuatro son
los puntos básicos: 1. La consulta de base; 2. La organización; 3. La concientización; 4. La
movilización (véase Ferrara, 1973: 136/7).
Dicho Estatuto21, expresa en su primer artículo de los 36 que lo componen:
I.
Del nombre
Art. 1: Con el nombre de UNION DE LIGAS AGRARIAS, se constituye una entidad gremial
y de concientización agraria que agrupa a las LIGAS AGRARIAS de las colonias agrícolas
de la provincia del Chaco y zonas vecinas. (Ferrara, 1973: 78).
La Gran Marcha a Resistencia: señales antiimperialistas y ruptura con la Iglesia
En el pueblo de Tres Isletas, el 25 de junio de 1971 una manifestación de 1.200 agricultores estalla
en gritos y estribillos antiimperialistas cuando es quemado un muñeco con un cartel en que se lee:
“El monopolio que nos roba el algodón, Bunge y Born”, tras haber fracasado la entrevista con el
interventor federal.
En su discurso Lovey expresa:
―El gobierno provincial nos manifestó en la última entrevista que ellos no tienen, ni a nivel nacional,
las armas para combatir a los monopolios porque estos son muy poderosos (...) Esto nos hace
comprender que nosotros, los trabajadores, tenemos el deber de cortar el mal de raíz ya que el
gobierno está al servicio de Bunge y Born S.A.‖ (el subrayado es mío).
Particularmente, este hecho ha trascendido el ámbito local de modo que el Consejo de Entidades
Representativas del Quehacer Económico Provincial –integrado por la Federación Económica del
21
Véase el Estatuto completo en el Anexo.
187
Chaco, Sociedad Rural, FAA, Asociación de Productores Forestales del Chaco, FACA- en una nota
dirigida al interventor expresarían:
―Con relación a los graves hechos registrados recientemente en la localidad de Tres Isletas, de los
que evidentemente pueden deducirse la total inexistencia de seguridades y garantías para la vida, los
bienes y haciendas de las personas, las entidades firmantes, representativas del quehacer económico
provincial, consideran un deber inexcusable dirigirse al señor gobernador de la provincia para
expresarle lo siguiente: `Los hechos consumados y la pretensión de aplicar justicia por propias
manos, solamente se justifican como medio revolucionario y ante acefalía del gobierno e inexistencia
de autoridades constituidas. Existiendo una administración pública y un poder judicial en funciones
no se justifica de manera alguna aceptar procedimientos ilegales. La reacción de un grupo sectorial,
que pone en peligro la vida, los bienes y haciendas de las personas, no es legal, ni correcta ni lícita. Y
esta reacción sectorial (....) nos muestra de qué manera una situación particular minúscula puede ser
usada por agitadores interesados y transformada en un símbolo con suficiente fuerza como para que
el individuo, olvidando sus principios morales, sea llevado al caos, a la violencia y a la destrucción.
Las entidades que suscriben reiteran su vocación al diálogo y la solución pacífica y racional de sus
diferendos, su confianza en la justicia y su inclaudicable fe en la democracia representativa´‖ (Clarín,
junio de 1973).
Esta nota, entre otras cosas, denota cómo el ―afuera‖ construye la imagen del movimiento liguista,
mostrando el acercamiento de la FAA durante la presidencia de Di Rocco a la CGE y su intención
de diferenciarse del ―irracional‖ y ―maniqueo‖ movimiento.
En Quitilipi, un mes más tarde, se concentran 3.000 agricultores donde discuten acerca de la
imposibilidad de acceder a los créditos bancarios. Luego se conquista la prórroga de un año para los
pagos jubilatorios.
El 8 de setiembre, ―Día del Agricultor‖, se organiza el Segundo Cabildo en el que
participan 4.000 agricultores y delegaciones de 75 Ligas organizadas. Allí se festejan las victorias
del primer año de vida de las Ligas: la derrota del Plan Agrex; la obtención de los precios mínimos
de algodón, por primera vez en la historia del Chaco; la obligación para que los acopiadores
cumplan con ese precio; la prórroga de un año para los aportes jubilatorios y la apertura de un
mínima línea de crédito para los agricultores (Ferrara, 1973: 141).
Desde agosto de 1971, la ―celebración‖ del Día del Agricultor es resignificado por el
conjunto de las Ligas como fecha simbólica para explicitar la paradoja del festejo y el contenido de
la lucha:
188
―Que este nuevo día del agricultor no sea camuflado más con asados, bailes, elección de reinas y
todo acto folklórico alguno. Más bien que sea una verdadera expresión de un pueblo que sufre, de
hombres cansados de esperar, de familias que saludan sus pagos yendo en busca de un destino que el
campo les ha negado; asumiendo a la vez valientemente el papel que le corresponde, como miembro
activo de la sociedad. No dejemos que haga OTRO lo que a NOSOTROS nos toca realizar‖
(―Siguiendo la huella‖, agosto de 1971; mayúsculas en el original).
El 15 de diciembre de 1971 se realiza otra concentración de algodoneros en Sáenz Peña que reúne a
4.000 agricultores. La resolución de dicho acto se dirige al gobierno nacional:
―1. Emplazar al gobierno nacional hasta el 10 de enero de 1972 a efectos de que aporte soluciones al
problema del campo chaqueño.
2. En caso de que se llegara a importar las 10.000 toneladas de fibra de algodón, tal como está
previsto por los grandes industriales, la Unión de Ligas Agrarias declarará a los responsables
traidores a la patria.
3. Exigir al gobierno de la provincia que condicione su propia existencia a la solución de los
problemas del agro, comprometiéndose a luchar por los puntos que solicitan las Ligas al gobierno
nacional, y si no hay soluciones antes del 10 de enero de 1972, que demuestre el compromiso con el
campo renunciando a los cargos que hoy ocupan‖ (citado por Ferrara, 1973: 145; el subrayado es
mío).
La Marcha del 31 de enero de 1972 sobre Resistencia será, de acuerdo a la ―lógica del número‖
(Della Porta y Diani, 1997) de una profunda significación. Casi 10.000 agricultores. 8.000
algodoneros, 2.000 santafesinos, formoseños, correntinos y misioneros participaron de esta gran
manifestación que marchaba a Casa de Gobierno del Chaco a entregar un petitorio al gobernador y
esperar, inútilmente, a que saliera a recibirlos.
El discurso de uno de los delegados de las Ligas de Santa Fe enfatizó la posición del
movimiento contra el llamado ―Gran Acuerdo Nacional‖:
―Hoy son las provincias del nordeste y mañana serán las provincias de toda la República Argentina.
Todas las provincias están decididas a terminar con este juego. Ellos lo querrán llamar `Gran
Acuerdo´. ¡No! Esto es el gran acuerdo, el que se gesta aquí en esta plaza de Resistencia y no el
orquestado por el gobierno con los politiqueros.‖ (citado por Ferrara, 1973: 148).
Con antelación, en la concentración de Quitilipi, Enrique Lovey se preguntaba cuál era el sentido de
dicho acuerdo:
189
―¿No será para dividirnos, para sembrar la división entre nosotros?‖ (citado en Revista Política,
cultura y sociedad en los ´70 Año I, Nº 9, s/f: 16).
El resultado de esta gran marcha fue una ―medida inédita en el campo chaqueño: la huelga agraria
activa‖ (Ferrara, 1973: 147).
Las resonancias de la gran Marcha de Resistencia llegó hasta Buenos Aires. El diario La
Prensa del 27/2/1972 escribe:
―La `concentración campesina´ del 31 de enero en Resistencia, muy numerosa por cierto, y con la
participación de agricultores del norte de Santa Fe evidenció, en lo que se refiere a su organización y
ejecución, todos los síntomas denunciadores de la mano oculta del comunismo‖ (itálicas mías).
El 14 de abril de 1972 el presidente Lanusse decide hacer una visita al Chaco, más precisamente a
la ciudad de Sáenz Peña donde lo esperan 4.000 agricultores ya informados por el trabajo de base
acerca de su origen familiar.
En su discurso Lovey expresaba:
―El campesino no cree en el gobierno, se le ha mentido mucho y lo poco que hemos conseguido fue a
fuerza de presión‖ (Ferrara, 1973: 157).
Fragmentos del reprobado discurso de Lanusse reproducidos por Ferrara (1973) exaltan contenidos
religiosos: “Bienaventurados los que sufren porque de ellos será el reino de los cielos”. Lanusse se
retiraba abucheado entre gritos que aclamaban la libertad de la maestra correntina Norma Morello,
primera víctima de la represión al movimiento.
Ese acto que confronta al presidente con los manifestantes terminará manifestando una
ruptura de las Ligas Chaqueñas con el obispo Di Stéfano quien se expresará sobre Lanusse en estos
términos: “La altura moral y el patriotismo que ha demostrado aquí con sus palabras y su
presencia el Presidente” (citado en Revista Política, cultura y sociedad en los ´70 Año I, Nº 9, s/f: 17 ). En
una carta redactada luego de la visita, Di Stéfano llamará a los agricultores a la ―pacificación‖.
Por otro lado, la visita interfirió en la gestión interventora de Mazza, quien se propuso
organizar un cuerpo consultivo integrado por técnicos ministeriales, la FAA y las cooperativas de
segundo grado del que surgió un proyecto de lineamientos para ser presentado al gobierno nacional
antes de la promulgación de la Ley del Algodón prevista para fines de junio, del cual quedan
excluidas las Ligas.
190
En junio de 1972 se lleva a cabo el V Congreso en Sáenz Peña en el que se fija el precio
mínimo del algodón; créditos; repudiar el recientemente creado Instituto de Colonización por no ser
representativo e integrar a las Ligas en él; la expropiación de tierras a los latifundios para
entregarlas a los campesinos pobres; enviar un memorial al gobierno poniendo como plazo el 30 de
junio y planificar la realización de un Segundo Cabildo Abierto al sur del Chaco, en la ciudad de
Villa Angela. Vuelve a azolar la idea de un paro agrario con lo ocurrido en Tres Isletas, lugar en el
que los colonos enfrentaban el problema de invasión de sus tierras cultivadas por el ganado de
productores forestales, que de ese modo hostigaban a los agricultores para que abandonen sus
chacras.
Finalmente, el 29 de agosto de 1972 acontece la ―Marcha de las vacas‖ la Comisión de
Lucha de las Ligas de la zona de Tres Isletas reúne a los agricultores y juntos arrean las vacas hasta
entrar al pueblo exigiendo el cese de la complicidad entre los forestales y el gobierno.
Durante el mes de setiembre sale el periódico de las Ligas, El Campesino con una tirada de
10.000 ejemplares mensuales que llegarán a recónditos lugares y manteniendo informados y
comunicados a los campesinos en una edición conjunta de ULAS, ULACH, ULICAF, MAM y
Productores Tabacaleros de Goya. Su portada expresa:
―Estamos en marcha y no nos detendremos hasta conseguir justicia‖ (véase Anexo Documental). .
Ya en el primer número de El Campesino se cambia el tono del discurso hacia el gobierno: “Se
solucionan los problemas o de lo contrario le paralizamos la provincia hasta el último pueblo del
Chaco, tantos días como sea necesario”.
Tercer Cabildo Abierto: el retorno a la vida democrática
El 8 de octubre se desarrolló en Villa Angela el Tercer Cabildo Abierto donde se aprueba la
realización de un paro agrario para los días 18 y 19 que tendrá características regionales pues
abarcará a todo el nordeste. Dos fueron las consignas: “No mandes a tus hijos a la escuela.
Controla que no trabajen tus vecinos” (citado en Revista Política, cultura y sociedad en los ´70 Año I, Nº
9, s/f: 18, las que garantizaron el alto grado de aceptación en las colonias.
Pese a la declaración del Chaco como ―zona militar‖ por la dictadura, los colonos
sostuvieron la acción colectiva: cortaron rutas, hicieron fogatas y se movilizaron. El Campesino en
su tercer número de noviembre de 1972, reflexionará sobre la actitud del obispo:
191
―Monseñor Di Stéfano hizo muy bien al aconsejarnos no emplear la violencia, pero para mí se
expresó mal al aconsejar que al que quiere trabajar se lo deje trabajar en paz. Alguien tomó estas
palabras como un arma para destruir a toda costa lo que ya estaba organizado. Puede ser que se haya
equivocado o que lo haya hecho por nuestro propio bien‖.
En una nota al Obispo respecto de su actitud frente al paro, el monseñor se expresa de este modo:
―No es lícito desviar el paro agrario a otras acciones ajenas como pueden ser la obstrucción de rutas
u ocupación de edificios públicos o privados o poner obstáculos que puedan provocar accidentes o
perjuicios (...) Ni el obispo ni la Iglesia han tenido participación en la organización del paro (...) Los
bienes, los vehículos, los edificios públicos o privados son tan sagrados como los mismos
agricultores‖ (Clarín, 17/10/72)
El paro tuvo repercusiones en las provincias restantes. En Formosa la caravana de manifestantes se
encontró con el despliegue de gendarmes. En Misiones el paro coincidió con la visita de Lanusse.
La Iglesia Misionera solidarizada con el paro, como veremos, se negó a ofrecer el Te Deum a la
comitiva presidencial. Finalmente, el Movimiento Agrario Misionero (MAM) inicia la huelga del té
que se prolongaría en el tiempo. En la provincia de Santa Fe, 4.000 colonos se agruparon en la
ciudad de Avellaneda y se enfrentaron a la guardia rural.
El Encuentro de Trabajo Preparatorio del VI Congreso de las Ligas se desarrolla a
comienzos de febrero de 1973 en el marco del llamado a elecciones y la posición que asumirían las
Ligas frente a esto. El general Lanusse pone como fecha oficial del comicio el 11 de marzo de 1973
y el 25 de mayo de ese año la entrega del poder. Luego del viaje de Perón a la Argentina en
noviembre de 1972 se convoca a una Asamblea de Conciliación Nacional. En el verano de 1973 los
partidos políticos salieron a la palestra conservando su identidad o confirmando alianzas. Tal el
caso del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), conformado por el Partido Justicialista, el
Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el partido Conservador Popular, entre otros.
En este contexto, en su periódico las ULACH reafirman su posición:
―…Que el movimiento mantendrá su total prescindencia política `partidista´ (…) Las ligas no
condicionan a sus asociados en estas elecciones, otorgando la más amplia libertad, para que a
conciencia pongan en práctica el ejercicio del voto. Pero se hace necesario aclarar a sus asociados
quienes son los partidos que pertenecen al sector de los monopolios: la Nueva Fuerza, que se
solventa económicamente por Bunge y Born y los capitales multinacionales; la Alianza Republicana
Federal y la Alianza Popular Federalista que llevan como candidatos a Ezequiel Martínez y
192
Francisco Manrique, que representan los intereses del gobierno militar actual‖ (El Campesino, Nº 6,
marzo 1973: 3; citado por Rozé, 1992: 58).
Los comicios del 11 de marzo otorgaron el triunfo nacional al FREJULI con el 49,6% de los votos.
El 25 de mayo de 1973 asume la presidencia Héctor Cámpora, jornada que mostró que por primera
vez en su historia, el peronismo perdía el control sobre la movilización popular. Desde el balcón,
Cámpora se dirige a la multitud:
―Yo sé que ustedes querrían ver en este lugar y con estos atributos presidenciales al general Perón.
Pues yo les aseguro que en este momento es Perón quien ha asumido el poder‖ (Ravina et al, 2005).22
El 27 de abril se organiza un acto en la ciudad de Sáenz Peña, en el cruce de las rutas 96 y 16, al
que es invitado el nuevo gobernador por el partido justicialista FREJULI, Deolindo Bittel, antes de
su asunción el 25 de mayo, y en cuyo gobierno las Ligas exigen participar, sin que ello implique la
pérdida de independencia y la capacidad de movilizar a los colonos. Uno de los representantes,
Lovey, se dirigió al gobierno recientemente elegido:
―El 11 de marzo el pueblo chaqueño y de toda la República se han definido por un gobierno y los
hombres que lo representarán, sepultando a los intereses que los espoliaban. Esperemos que ese
gobierno y esos hombres no defrauden al pueblo‖ (Diario El Territorio, 28/4/73, pág.3).
El plan agrario presentado por las Ligas al gobernador articula demandas sectoriales con otras que
involucran el desarrollo provincial, entre ellas una nueva política educativa:
―El pueblo no viene a llorar, viene a exigir lo que legítimamente le corresponde de las nuevas
autoridades que ha elegido por su propia voluntad‖ (Diario El Territorio, 28/4/73, pág.3).
Otro de los oradores, Carlos Pícoli, del Centro Juvenil de UCAL, aludió al éxodo obligado de los
jóvenes y a la tenencia de la tierra que,
22
La presión de la multitud que luego de escuchar el discurso inaugural se dirigió a la cárcel de Devoto a
exigir la liberación de los presos y presas políticos, obligó a Cámpora a firmar esa misma noche un decreto de
amnistía total, que sería confirmado por el Congreso.
193
―sigue sin solución en el Chaco (...) para que el Instituto de Colonización cumpla verdaderamente
una misión trascendente para el campo chaqueño tiene que cambiar su política y los hombres que la
ejecutan‖ (Diario El Territorio, 28/4/73, pág. 3).
Por último, el discurso de Bittel fue muy ovacionado cuando entre otras palabras, dijo:
―(...) Trabajaremos incansablemente para todos y no nos temblará la mano cuando tengamos que adoptar
medidas auténticamente revolucionarias (...) Refiriéndose al Banco de la Provincia dijo que debe ser una
herramienta al servicio del productor y no de la especulación, y a la Ley 1094 de creación del Instituto de
Colonización que la misma sería totalmente modificada. Se llamará Instituto de Colonización y Reforma
Agraria y en él estarán representados los auténticos productores del agro. Luego se refirió al propósito del
gobierno nacional de controlar el comercio exterior a través de un organismo como el IAPI y finalizó diciendo
que `el compromiso con el pueblo se cumpliría´‖ (Diario El Territorio, 28/4/73, pág.3).
Respecto de la ausencia del obispo Di Stéfano en el acto una nota publicada en el diario Norte
expresa que él se informa a través de los diarios que va a haber una concentración el día 27, a la que
no ha sido invitado y no concurrirá pues “no me gusta la instrumentación de la gente” (Diario
Norte, 23/4/73, pág.3). En dicha nota el obispo expresa su disconformidad con la actual conducción
de las Ligas Agrarias:
―Algunos dirigentes están desvirtuando el movimiento de las Ligas Agrarias... hay una inclinación
politizante en la conducción (...) Las cosas no están claras y los dirigentes tendrán que esclarecer
bien qué es lo que buscan en sus finalidades político-revolucionarias” (23/4/73, pág. 5; el
subrayado es mío).
Con ello se profundiza el distanciamiento entre la jerarquía eclesiástica y las Ligas, iniciado con la
decisión de realizar el paro agrario cuando manifestó su oposición a los métodos de violencia y
admitió:
―Yo no puedo aceptar sabotajes, no puedo aceptar descarrilamientos de trenes para facilitar un paro,
(...) no puedo aceptar tampoco la coacción hacia aquellos que quieren trabajar para que no trabajen
(...) Tampoco puedo aceptar participar en un movimiento donde intervienen sectores a los cuales yo
respeto mucho pero no me siento obligado a compartir su contenido doctrinario. Las ligas agrarias
empezaron como un movimiento pacífico, no pacifista, un movimiento de fuerza y presión moral, un
movimiento sanamente inspirado en los principios cristianos y humanistas que condicen con la
tradición argentina y con los documentos pontificios. Mientras anduvimos en esa líneas tanto yo
194
como los que me acompañan en la iglesia no tuvimos ningún inconveniente (...) No busquemos
pautas políticas o de otro orden en las cuales no piensan nuestros agricultores que tienen otros
problemas por delante‖ (Diario Norte, 23/4/73, pág.3).
El las declaraciones de El Territorio del 24/4/1973 monseñor exhorta a un ―acto heroico de perdón
mutuo‖.
No obstante, las promesas que en términos de Arendt (1998) tienen la virtud de actuar como
―islas de seguridad en un océano de inseguridad‖ (pág. 263), no fueron cumplidas.
En ocasión del VIII Congreso de las Ligas Agrarias Chaqueñas fue dada a conocer una
Declaración cuyo texto expresaba:
―Es menester señalar el descontento que ha cundido en todo nuestro sector por el marginamiento de
que fueron objeto las Ligas Agrarias después del 25 de mayo por parte del gobierno provincial,
máxime si se tiene en cuenta las reiteradas muestras de nuestra organización de participar en el
proceso de liberación y reconstrucción nacional‖ (Diario El Territorio s/f: ―Declaración de VIII
Congreso de las Ligas Agrarias Chaqueñas).
Allí se reafirma la posición de las Ligas Chaqueñas respecto de:
a) Instituto de Colonización: ―Con respecto al mencionado organismo vemos que se nota claramente
una serie de contradicciones entre los compromisos asumidos por el gobierno antes del 25 de mayo
(...) vemos peligrar seriamente los canales de participación en las decisiones sobre el uso y
tenencia de la tierra. De este modo, confirman su posición:
1) Que se mantenga el Instituto de Colonización y Reforma Agraria como ente autárquico;
2) Que se levante la intervención a dicho organismo y que se constituya el Directorio con mayoría de
representantes de las Ligas (...)
3) Que se traslade la sede del Instituto a la ciudad de Sáenz Peña (...)
4) Que se proceda a democratizar el Instituto de Colonización con medidas concretas como son la
formación de comisiones de tierras con participación directa de los afectados (...)
5) Apoyados en los principios del cristianismo de que la tierra es un bien de trabajo y no de
lucro, sostenemos que la propiedad de la tierra no puede ser de uso común (...) La tierra debe
ser inembargable y su reglamentación para enajenarla debe impedir la concentración en
manos de unos pocos como ocurre actualmente.
6) Reafirmamos nuestra posición de expropiación de los grandes latifundios como los de Bunge y
Born, Noetinger Lepetit y otros, pues no cumplen la función social y económica que corresponde
que dichas tierras sean sometidas a los planes de colonización y su posterior entrega a los
195
campesinos y sus hijos necesitados de tierras. También son objeto de tratamiento las leyes
previsionales, los créditos y las leyes de emergencia agropecuaria (Diario El Territorio s/f; el
subrayado es mío).
Mediante la Secretaría de Agricultura y Ganadería de la Nación, el nuevo gobierno implementa un
―Acta de compromiso del Estado y los productores para una política concertada de expansión
agropecuaria y forestal‖, en la que se recogía algunos de los reclamos de las Ligas Agrarias en su
conjunto: la redistribución de los ―latifundios‖ improductivos, privados o públicos a los ―hombres
de la zona‖ ; política de precios relativos; una corrección de la comercialización que fortifique la
―acción cooperativa entre productores‖; un cambio en la política fiscal que estimule la producción
mediante el impuesto sobre la renta potencial que permitirá transferir la presión impositiva actual
sobre los productos al capital tierra en función de la capacidad potencial de producción; las tasas de
interés de los créditos a más bajos costos, etcétera.
La actitud de ―apoyo independiente‖ al nuevo gobierno señalada por Archetti en el diario
La Opinión (4/5/1973) señala los nuevos planteos de las Ligas referidos a la organización de
cooperativas de producción y trabajo. ―Esto significa que se contempla la posibilidad de crear
chacras con diez, quince o veinte familias que trabajen en común una sola explotación. Esta
demanda replantea el sentido tradicional que adquiere el postulado `la tierra sea para quien la
trabaja‖, postulado pensado para que cada familia reciba en propiedad su parcela. (…) Para llevar a
cabo estos puntos solicitan el control total del Instituto de Colonización que, hasta ahora, sólo tenía
delegados de la Sociedad Rural y de la Federación Agraria. Esta idea de las cooperativas de
producción es un punto de coincidencia entre las tendencias revolucionarias del peronismo y las
nuevas organizaciones agrarias surgidas a partir de 1970 en el Noreste argentino. La experiencia
exitosa de la Cooperativa Campo de Herrera en Tucumán, con el apoyo del INTA, abre nuevas
perspectivas al sentido de las luchas agrarias (…) Estos dos puntos las cooperativas de producción y
la alianza obrero-campesina marcan un proceso de politización que ha ocasionado algunos
problemas en la política de alianzas local (refiriéndose a las declaraciones de monseñor Di Stéfano)
‖ (pág. 25).
Las esperanzas del retorno a la vida democrática no lograron disipar la antinomia
peronismo-antiperonismo que caracterizarían los años de violencia política y la radicalización de los
cuadros dirigentes. Tanto unos, las Ligas, son acusadas por el diario El Territorio de tener
―infiltrados‖ (21/8/1973), como ellas acusan al gobierno de que:
―Por medio de infiltrados que responden a los Monopolios, se intentó formar un nuevo gremio
agrario, en Machagai trabajó en eso el diputado Amuy y en Quitilipi los diputados Leiva, Sotelo y
196
Palacios. No consiguieron confundir a los compañeros agricultores de esas zonas, pero lo intentarán
de nuevo‖ (Documento ―Atención!.... Se viene el zarpazo de los monopolios!‖, febrero o marzo de
1975, LACH, pág. 2, citado por Rozé, 1992: 60).
A pesar del intento del gobierno de conformar un nuevo gremio, las bases y la conducción
(vinculada a la Juventud Peronista) se distancian.
El programa de las LACH expande sus demandas hacia un terreno ríspido: la tierra.
Previendo la implementación de una ley agraria23, cuyo proyecto se desvaneció, el diario La Nación
(5/6/1974) señalaba:
―Sustentado en el principio de que la tierra debe cumplir una función social y que constituye un bien
de trabajo y no de renta, el proyecto modifica y desarrolla algunos criterios del Código Civil, como
que distingue entre el dominio agrario y la propiedad urbana. La iniciativa
establece la
indivisibilidad de la unidad económica por lo que introduce reformar el régimen de la transmisión
hereditaria. La adquisición del dominio, además no estará fundada según el proyecto, solo en el acto
posesorio de la tierra, sino también en el trabajo real del predio. El instrumento legal proyectado
incorpora el principio de la extinción del dominio por la falta de uso de la tierra en un plazo que se
establece en diez años. Las acciones relativas a las tierras ociosas o irracionalmente explotadas
pueden comprender toda la gama que va desde la reversión al Estado del dominio otorgado en los
casos de abandono de la explotación pasando por acciones intermedias tales como el arrendamiento
forzoso, la rescisión de contratos de arrendamiento o aparcería en caso que los titulares trabajaran
irracionalmente los predios. La expropiación no sólo estará prevista para el caso de no uso de la
tierra, sino también que se prevé declarar afectadas a las tierras comprendidas en zonas de influencias
de obras de regadíos‖ (pág. 1).
A mediados de 1975 se profundizan las acciones represivas que desmovilizan a los colonos
desarticulando al movimiento. A la crisis política se suma la económica, a partir de las medidas
aplicadas por el Ministro de Economía Celestino Rodrigo que deterioran la situación de los
agricultores que lleva a que los colonos quemen su algodón antes de venderlo a bajo precio. La
FAA aprovecha el momento de desarticulación que experimenta el movimiento liguista para
convocar a una concentración. Finalmente las LACH realizan un intento de recomponer el frente
agrario en una reunión pública con representantes de UCAL, 13 cooperativas agrarias, Cosecha
23
Refiérase al proyecto presentado por el ex Ministro de Agricultura y ganadería, Horacio Giberti hacia 1974
en el cual se proponía aprobar un impuesto a la renta potencial de la tierra.
197
Cooperativa de seguros Ltda. y Unión de Centros juveniles Agrarios Cooperativistas (Rozé, 1992:
56).
Entre la represión, los dirigentes prófugos y un clima de profunda violencia, se cierra un
capítulo de la historia de las LACH. En 1975 se proscriben las organizaciones gremiales, políticas,
partidarias y algunos de los dirigentes de las ligas quedan a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional. El Cabildo Abierto anunciado en septiembre de 1975 debe ser suspendido porque el local
en el que se desarrollaría el cabildo fue destruido la noche anterior, según un comunicado emitido
por las LACH. Las LACH son señaladas como organizaciones ―clandestinas‖.
198
II. El Movimiento Agrario Misionero
1. En nombre de los campesinos: resonancias de la Masacre de Oberá en 1930 24
―Dos ucranianos le dieron impulso a una de las protestas más violentamente reprimidas que tuvo
Oberá en el año 1936.‖ (Golsberg, 1999: 31) Sus nombres eran Mowchan y Koval, activos
dirigentes sindicales de origen urbano, militantes de filiación comunistas.
Cada grupo elabora una narrativa histórica y una memoria propias, que justifica la acción
colectiva y la conformación de movimientos sociales. Se funden en la memoria de luchas pasadas,
en las que las experiencias se sedimentan y las nuevas generaciones, a quienes estos
acontecimientos son transmitidos a través fundamentalmente del repertorio oral, hurgan en el ―baúl
de los recuerdos‖ las acciones que protagonizaron sus abuelos, padres o familiares.
Este uso de la historia y la construcción de memoria ocurren porque las luchas de los
movimientos sociales son también luchas culturales por la producción de sentidos, y una de las
tareas de estos movimientos es construir marcos de significado más amplios (Bidaseca, 2003).
El MAM se organiza en Oberá, epicentro de las luchas agrarias de 1930 que trágicamente se
conoce con el nombre de ―Masacre de Oberá‖.
Estos cadres, en una época en que la mayoría de los colonos no hablaba el castellano,
dominaban ambas lenguas: el castellano y el ucraniano. El lenguaje asola como hecho fundamental
en la posibilidad de comunicación y representación: había aparecido ―alguien‖ que podía hablar en
nombre de ellos y a través de quienes podían hacer escuchar sus reclamos. De este modo se
conforma la ―Unión Obrera Campesina‖ (a pesar de que ya existía desde 1926 la Asociación
Argentina de Plantadores de Yerba, la que representaba otro tipo de intereses, de los grandes
productores).
Los inmigrantes recién llegados eran obligados a plantar yerba mate por la ley 4167 del
año 1926. Dadas las características perennes de este cultivo, que necesita varios años para que la
producción sea rentable, los colonos comenzaron a cultivar tabaco. Hacia 1930 la sobreproducción
de yerba, se crea la Comisión Reguladora de la Yerba Mate que establecía cupos y percibía un
impuesto sobre la yerba mate elaborada, el cual ante la caída de precios, se redistribuía en forma de
subsidio entre los productores.
24
La narración de este apartado se basa en el trabajo de Celeste Golsberg (1999), realizado a partir de un
trabajo inédito de Enrique Peczak y Sandra Montiel y un capítulo del libro de Eduardo Torres.
199
Esta situación se agudizó en 1935 cuando Argentina firma un tratado de libre comercio de
yerba por trigo con Brasil, y la sequía. Ante el descontento, la Unión Obrera Campesina organiza
una marcha, para la cual se solicita permiso al gobernador quien deniega la autorización.
Curiosamente, el comisario de Oberá recorre chacra por chacra convocando a la marcha pero con un
cambio de día, difundiendo el riesgo que los ―comunistas‖ tomaran y saquearan al pueblo. Esta
actitud sospechosa llevó a que los activistas Mowchan y Kowal intentaran detener la marcha, sieno
por ello acusados de ―vendidos‖ y ―entregadores‖ por los colonos.
―Aquel 15 de marzo de 1936 se habían dispuesto tres columnas que llegarían a Oberá desde
Campo Viera, Guaraní y Zamambaya. Para la marcha la formación era de tipo europeo, con los
niños adelante, luego las mujeres y finalmente los hombres, actitud clásica para las marchas que se
suponen de antemano pacíficas. El clima era de una reunión y fiesta familiar. La gente llegaba con
sus carros y los dejaba en las afuera del poblado donde un grupo de personas se quedó preparando
el almuerzo para después de la marcha. La fiesta terminó cuando la columna que venía de
Zamambaya, que llegó primera, se topó en la entrada al viejo cementerio con policía montada a
caballo y civiles armados que los intimaron violentamente a que se retiraran de sus chacras. Acto
seguido comenzó a disparar, desatando la más cruel matanza que recuerda Misiones. No importaba
nada, las balas atravesaban a los niños, mujeres y hombres desarmados (…) la gente no entendía lo
que estaba sucediendo, desesperadamente comenzaron a correr hacia el monte. Era una cacería,
niños sin padres, padres sin hijos, mujeres sin sus maridos, hombres sin esposas tratando de hacerse
camino por las picadas‖ (Golsberg, 1999: 33).
Finalmente intervino el gobernador, fue encontrado culpable el comisario Leandro Berón y
sus hombres. No obstante, las persecuciones siguieron hasta un año después cuando capturaron a
Kowal y Mowchan, quienes vivieron ese tiempo en la clandestinidad ayudados por los colonos
hasta que finalmente fueron deportados bajo la Ley de Residencia Nº 41444.
Toda la documentación de la Unión Obrera Campesina fue quemada por los propios
hacedores, poniendo fin a un proceso de organización que dejaría marcas profundas en la memoria
de los colonos.
200
2. Los hijos de Oberá: Orígenes del Movimiento Agrario Misionero
“…Para gritarles a nuestros enemigos
¡Basta de injusticias!, los trabajadores del agro misionero se han puesto de pie
y no volverán a arrodillarse ante sus explotadores.”
Amanecer Agrario, Año I, Nº 1, junio 1972.
―…Pero acá existía un miedo (…) la masacre del ´36 que existía en nuestros viejos, era una cosa muy
poco difundida, era un tema, no hablar de ese tema, la represión muy grave que existió en el ´36, la
masacre de Oberá, justamente acá en Oberá, y que muchas veces preguntándoles a nuestros padres
qué pasó, qué fue, no se contaba. Vos te enterabas por otro lado lo que había pasado. Cuando yo me
acerco con otros productores a ver qué eran esas reuniones, que se había empezado a armas estas
reuniones, gente que venía de la juventud agraria campesina, caso de Michel (Guilbard) y de otras
personas más. Entonces mucha gente decía, cuando se iba a armar el MAM: `A Uds. les va a pasar lo
mismo que a nosotros en el ´36. la gente que había pasado por lo de la masacre tenía terror a lo que
nosotros estábamos haciendo, el consejo de ellos era no meterte; habían sufrido mucho, en el
momento de la represión, mucha marcación de otras personas. Todos eran comunistas, para nuestra
sociedad, todos los que participaron en el ´36, todos eran comunistas (…) Darle miedo, era eso‖
(Entrevista realizada por Golsberg a un ex dirigente del MAM, 1999).
El Movimiento Agrario Misionero (de aquí en adelante M.A.M) se organizó el 28 de agosto de
1971, a partir de las tareas desarrolladas por el MRC a partir de 1965, alentado por la formación de
las Ligas Agrarias Chaqueñas.
En los comienzos de 1971 se conformaba el Comité de Lucha Pro Defensa del Agro
Misionero con un programa reivindicativo en defensa de los productores de té, tung y yerba mate,
que chocó con los ―colonos ricos‖ agrupados en la Federación de Cooperativas, la Asociación Rural
Yerbatera Argentina y el Centro Agrario Yerbatero Argentino (Bartolomé, 1982: 38).
Finalmente el 28 de agosto de 1971, una asamblea reunida en Oberá y compuesta por
noventa y cinco delegados en representación de 65 colonias, que correspondían fundamentalmente a
las zonas de Capioví, Puerto Rico, Oberá, Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle se eligió a los
integrantes de la primera Comisión Coordinadora Central (CCC), cuyos orígenes (tres alemanes,
cinco eslavos, uno español y uno probablemente de origen francés), manifestaban la heterogeneidad
étnica de Misiones. Allí se decide la creación del MAM, con domicilio en la localidad de Oberá,
201
que ya contaba con 3.000 colonos asociados, y la elaboración del primer Estatuto25, entre cuyos
artículos más salientes expresan:
Art. 1º Del nombre:
Con el nombrado Movimiento Agrario de Misiones, se constituye una entidad
gremial que agrupa a todos los agricultores de la provincia de ambos sexos, que
estén de acuerdo con los presentes Estatutos.
Art. 3º De los fundamentos:
a) Una situación económica social de injusticia que afecta a todas las familias
agrarias, en especial a las de los pequeños y medianos productores.
b) La falta de una organización de base que les permita constituir por medio de la
unidad, un factor de influencia ante los sectores de decisión para conseguir
soluciones de fondo a sus problemas.
c) Al gran éxodo de la juventud agraria de Misiones.
Art. Nº 4: De los fines:
Constituir el MAM como instrumento de defensa, servicio y control de los intereses
económicos y sociales de los agricultores
Art. Nº 6: De los integrantes:
El MAM estará constituido por:
a) Núcleos de base en cada colonia que asocia a productores agropecuarios
b) Delegados de cada núcleo.
c) Asamblea General.
d) Comisión Coordinadora Central (citado por Ferrara, 1973: 337/8).
Otro de los artículos señala entre 5 a 50 hectáreas como límite para ser socio. Como señala un ex
dirigente:
25
Este Estatuto original es modificado y aprobado en la asamblea del 25 de abril de 1975. de los 14 artículos
que poseía el primero se amplían a 63. En general se trata de aclaraciones y profundización de cada uno de los
puntos (Golsberg, 1999).
202
―Su base de sustentación estaba en el agricultor medio. Las grandes movilizaciones se hicieron con
los tealeros, con los yerbateros, con los tungaleros, o sea, el pequeño productor, el productor
marginal no estaba en el MAM, o estaba en muy poca escala. A mi me tocó ir a una de las zonas
done había más pequeños, que fue la zona de El Soberbio, que fue la zona de Monteagudo, donde
estaban los pequeños productores tabacaleros. Pero esa gente, empezamos a organizar ahí, teníamos
dirigentes, pero no eran los que se movilizaban; lógico si eran los más pobres. Y al pobre si vos no le
llevás un camión, y le das para la comida no viene. No tiene capacidad de movilización propia a
distancia, se podrá movilizar en su lugar pero no a distancia. Entonces antes la gran las grandes
movilizaciones que vos veías del MAM, eran productores que tenían capacidad de movilización,
venían con su 350, camiones, camionetas, vehículos y venían por sus medios sabiendo que peleaba
por sus derecho‖ (Entrevista realizada por Golsberg, 1999: 40).
Una de las particularidades de la provincia de Misiones es la heterogeneidad étnica de los colonos,
producto de la colonización de inmigrantes europeos, eslavos y germanos (provenientes del sur de
Brasil y de Alemania), entre 1897 y 1939 y que constituyeron la base de la explotación agraria
familiar. En 1969 el promedio de superficie por explotación era del 65,1% hectáreas que convivían
con doce latifundios que cubrían en 1960 el 25,3% de la superficie ocupada (Bartolomé, 1982: 32).
El grupo más fuerte de terratenientes lo constituyen las empresas forestales, entre los que se
destaca Pérez Companc con 60.000 hectáreas, siendo Celulosa Argentina la mayor poseedora de
tierras de la provincia (Ferrara, 1973: 321).
El tipo de cultivos conforman procesos agroindustriales que definen un escenario particular:
pequeños y medianos agricultores, una burguesía agroindustrial de capitales regionales y mixtos
ligados a intereses extraregionales y monopolios nacionales, que además actúa en la esfera de la
comercialización pero también de la producción y obreros rurales. Los actores en la escena eran: el
acopio, los secadores, cooperativas de medianos y grandes productores, trabajadores rurales y
pequeños y medianos productores familiares.
Según afirma Bartolomé, ―el alto porcentaje de propietarios entre los medianos y pequeños
productores influía para que éstos percibiesen como secundarios los problemas referentes a la
propiedad de la tierra y al otorgamiento de títulos a los ocupantes de lotes fiscales; aspecto que en
cambio fueron centrales en las ligas agrarias de Corrientes, Formosa y aún del Chaco‖ (pág. 32).
Sin embargo, Ferrara (1973) señala una diferenciación en la organización de las colonias en las
zonas de Capioví, y Puerto Rico de la ruta Nº 12, y en Oberá, Leandro N. Alem y Aristóbulo del
Valle, en la ruta Nº 14, rutas paralelas que cruzan la provincia de sudoeste a noreste y agrupa a dos
tipos de agricultores: a lo largo de la ruta 12, se halla un colono de tipo campesino medio, con
203
explotaciones de 50 hectáreas promedio; en la ruta 14 se disponen campesinos pobres, ocupantes de
tierras fiscales con un promedio de 25 hectáreas cada explotación y alto componente de
semiproletariado rural (Ferrara, 1973: 320).
El Consejo Federal de Inversiones distingue tres períodos en la conformación de la estructura
agraria misionera:
1) 1880-1935: se conforma la matriz agraria en base al proceso de colonización mencionado.
El fin del período está marcado por el final de la etapa de colonización activa y la primera
gran crisis yerbatera que confrontó los intereses locales con los de los grupos
agroexportadores pampeanos y originó las primeras medidas proteccionistas;
2) 1935-1955: consolidación de la pequeña y mediana explotación agraria, en un marco
político-económico favorable, caracterizado por la regulación de la producción yerbatera y
la incorporación del tung. Estas condiciones permitieron un apreciable grado de
capitalización así como la consolidación del movimiento cooperativista.
3) 1955-1976: mayor diversificación productiva y un proceso de diferenciación social dentro
del sector agrario. El té, el citrus y la reforestación se agregan en tanto la yerba se expande
entre 1958-1966 y el tabaco pasa a ser cultivo de exportación (Bartolomé, 1982: 30).
Varias características hacen de esta provincia un territorio en el que conviven distintas lenguas,
religiones y costumbres que definen una cultura particularmente hibridizada. En un proceso
similar al Chaco –y, como veremos a continuación aunque con corrientes inmigratorias
distintas, Santa Fe-, las ideas del cooperativismo fueron traídas con los inmigrantes, creándose
en Misiones las primeras cooperativas entre 1930-1934.
Asimismo, Misiones se caracterizó por la diversidad de cultos religiosos cristianos: el
católico practicado por polacos y alemanes; el protestante, por suizos y alemanes y ritos
bizantinos por pobladores de origen ucraniano. Respecto a la lengua, se suele hablar dos
lenguas: la materna y castellana, y por otro lado, la característica de cuña territorial entre
Paraguay y Brasil, plantea cuestiones ligadas a la nacionalidad y cómo la gran cantidad de
nacionalidades intervienen en el desarrollo de la acción colectiva y la conformación de un
―nosotros‖.
204
Según Bartolomé (1982), a partir del año 1966 se suceden situaciones críticas que si bien
afectaron a la producción de la yerba mate26, repercutieron en los otros cultivos enfrentado a
condiciones de mercado difíciles que cerraron las posibilidades de capitalización de los sectores
menos favorecidos, creando las condiciones para el surgimiento de la protesta agraria.
Al analizar la relación entre los departamentos y los núcleos de base, el autor encuentra una
asociación bastante clara entre aquellos departamentos con predominio de explotaciones
familiares medianas y pequeñas y el alto grado de participación de los colonos. En el momento
de auge del movimiento, hacia 1973, el MAM llegó a contar con 300 núcleos de base en toda la
provincia, principalmente en la zona centro (Golsberg, 1999) 27. La territorialidad de la
participación se concentró en los departamentos de Oberá (44 núcleos), Cainguás (37 núcleos) y
Leandro N. Alem (20 núcleos). Por otro lado, estos departamentos se caracterizan por una
menor diversificación productiva, que los debilita ante los embates coyunturales del mercado y
del sector de comercialización y acopio que fueron interpretados como el ―enemigo‖ y de ese
modo constituyeron alianzas coyunturales con los minifundistas tabacaleros cuya situación era
y es mucho más débil (pág. 36).
Respecto de la relación entre cultivos y protesta, la yerba mate se concentró en los
departamentos de Oberá, San Ignacio, Apóstoles, Leandro N. Alem y Eldorado, y el té, en
Oberá y Cainguás. En este territorio nace el MAM y en su primer petitorio trata de conjugar las
reivindicaciones de estos distintos tipos de colonos exigiendo fijación de precios con reajuste
para la yerba mate, pago de las remuneraciones atrasadas por parte del mercado consignatario
de la yerba mate, prohibición de la importación de productos cultivados en el país, facilidades
para exportar tung y té, otorgamiento a los campesinos pobres de tierras. Los reclamos
apuntaban en primer lugar a los monopolios de la comercialización, industrialización y
exportación y en segundo plano, la posesión latifundista de la tierra (Ferrara, 1973: 321).
26
El sistema de cupos de producción establecidos por la Comisión Reguladora de la Yerba Mate dificultaba al
productor en sus ingresos y las posibilidades de reposición del capital operativo. Similares problemas
atravesaba cultivos como el té, tung y tabaco, aunque en ellos jugaba un rol más importante los acopiadores
privados intereses vinculados a la exportación, así como las fluctuaciones de precios internacionales
(Bartolomé, 1982: 31)
27
Bartolomé (1982) enumera la cantidad de núcleos existentes en 1973, en todos los departamentos en los que
se asentó el MAM: Apóstoles (17); Montecarlo (16); San Ignacio (15); L.G.San Martín (12); 25 de Mayo
(12): Guaraní (10); San Javier (8); San Pedro (6); Eldorado (5); Iguazú (3); Candelaria, Concepción, Gral.
Belgrano y Capital (0). Una nota aparecida en el periódico El Territorio expresa que en el momento de auge
del MAM, a mediados de 1972, existían 210 núcleos (26/10/1974).
205
Bartolomé (1982) señala las reivindicaciones iniciales del MAM:
1) Precios compensatorios para los productos del agro;
2) Implementación de un sistema jubilatorio para los agricultores;
3) Modificación del régimen de tenencia de la tierra;
4) Mejoras sanitarias en el medio rural (pág. 38).
Primera aparición del Movimiento Agrario Misionero en el espacio público
Inspirados en el Chaco, toman el 8 de septiembre de 1971, Día del Agricultor, como fecha
simbólica de aparición en el espacio público que se desarrolla en Oberá con la concurrencia de
4.000 colonos definido como ―un día de protesta de un pueblo que sufre‖ (Ferrara, 1973: 322).
Al acto concurrieron además el obispo de Posadas, monseñor Kemerer, el ministro de
Asuntos Agrarios de la provincia y dirigentes de cooperativas agrícolas. Como resultado de este
acto, se elevó un petitorio a las autoridades provinciales en el que se ataca fuertemente el accionar
de los monopolios y latifundistas. Entre los párrafos más salientes del petitorio:
―(...) El campo en Misiones y por consiguiente toda la economía se encuentra al borde de la quiebra
(…) Hemos vuelto en el campo a una economía de autoconsumo. Son muchas las causas que
originaron la actual crisis, entre ellas cabe destacar:
-la falta de una política agraria de mediano y largo plazo.
-la industrialización fuera de la provincia, de la mayor parte de las principales producciones, por
empresas monopólicas que poco a poco fueron transformándose en factores de poder antagónicos a
los intereses de la provincia.
-las importaciones que aumentaron el desequilibro del mercado interno.
-los ensayos de soluciones y planificaciones de los sucesivos gobiernos (ejemplo: yerba mate, planes
de diversificación de cultivos, etc.).
-no han dado los frutos esperados, por falta de estudios previos, serios y de control en su aplicación y
marcha.
-la tenencia de la tierra: por un lado, encontramos minifundios que nunca podrán llegar a ser
unidades económicas, cuando por otro lado encontramos grandes extensiones no explotadas. (…)
EXIGIMOS a los poderes públicos se tomen las siguientes medidas (…):
En la mayor brevedad posible:
-Que se fijen precios mínimos para los demás productos (…)
-Que se prohiba toda importación de aquellos productos siempre y cuando la producción industrial
nacional alcance a satisfacer la demanda interna.
206
-Que se entreguen títulos a ocupantes de las tierras fiscales.
-Que se ponga en marcha un amplio plan de colonización: entregando tierras a los que no tienen
-Que se entreguen créditos a largo y corto plazo (…)‖ (citado por Ferrara, 1973: 340/1; mayúsculas
en el original).
La crisis de la producción tealera se produce dada su baja rentabilidad a raíz de las especulaciones
realizadas por los industriales. Ante la indiferencia del petitorio entre las autoridades, el MAM
convoca a una marcha a la ciudad de Posadas (capital de Misiones) para el 30 de octubre. En ese
momento el MAM aumenta su estructura de movilización: de 63 colonias se pasa a 80 núcleos de
base y cerca de 6.000 socios.
Si bien la Marcha que se inicia el 20 de octubre, fue prohibida por el gobierno, los 7.000
agricultores en caravana provenientes de las distintas colonias se detienen en Candelaria, a 25
kilómetros de Posadas donde son fuertemente reprimidos, hasta que acude al lugar el ministro de
asuntos agrarios. Entre las acusaciones al gobierno uno de los integrantes de la Comisión Central
expresa:
―No nos engañemos, hermanos, el origen de nuestros males no está en el salario elevado de los
obreros que son nuestros compañeros de infortunio; tampoco está en la falta de preocupación de
parte nuestra (…) Hermanos, el verdadero mal está en los monopolios nacionales e
internacionales, que tienen el dominio de la economía en función de sus intereses. Sistema
económico que en ningún momento contempla al hombre, sino el tener más a costa de la miseria
nuestra‖ (citado por Ferrara, 1973: 324; el subrayado es mío).
También intervino el padre José Czerepak, cura párroco de Montecarlo:
―Dejen la cobardía de lado y vencerán. Hasta hoy todo fue fácil, la verdadera lucha recién comienza.
Luchen por vuestra liberación, esta lucha es un deber, es una obligación de cada uno para alcanzar
los fines que pretendemos‖ (citado por Ferrara, 1973: 324).
Cuando el ministro de gobierno, el teniente coronel José Alvarez intentó hablar fue hostigado por
los gritos de los agricultores: “Qué se vaya!” (citado por Ferrara, 1973: 324).
Repertorio de acciones del Movimiento Agrario Misionero
Luego de este acto, el gobierno accede a discutir con la organización abriéndose un paréntesis hasta
la huelga tealera del 26 de enero de 1972 en la que se dispone a raíz de la drástica reducción del
207
precio del té, no entregar el producto al secadero. 28 La misma pretende impedir que los industriales
puedan cosechar su te y en alianza con los obreros rurales quienes les avisaban el momento en que
el productor era cargado para el transporte, los colonos impedían el tránsito por medio de piquetes
que bloqueban los caminos.
A pesar de que algunos sectores criticaban la violencia de la huelga (piquetes, incendio de
cargamentos de té), fue apoyada por varias cooperativas, algunos secadores de té privados y del
obispado.
Finalmente, después de las detenciones de 80 colonos y de las amenazas de las secadoras de
bajar aún más el precio, el gobierno nacional decide aceptar las condiciones del MAM. La victoria
de la huelga aumentó la capacidad de movilización de los agricultores, la participación asamblearia,
estimulando concentraciones de más de 12.000 colonos por la defensa del tung y el tabaco que
culminó en un aumento de precios, y se continuó la alianza con los obreros rurales. Esto se tradujo
en el lanzamiento de un paro de 24 horas en solidaridad con la Federación Argentina de
trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE).
Otro de los hitos que los autores marcan como fundamentales es la Asamblea regional
ordinaria del 29 de abril de 1972 en la que se decidió:
―1. Sistematizar los reclamos acerca de los productos claves;
2. Exigir tierras para los agricultores no propietarios;
3. Rentar a por lo menos 8 de los miembros de la C.C.C que trabajen full time
4. Editar un periódico que se llamó Amanecer Agrario29;
5. Auspiciar una audición a ser emitida por radioemisora de Oberá.‖ (Bartolomé, 1982: 41).
Entre mayo y junio la organización despliega una intensa actividad educativa realizando cursillos de
tres días de duración en todas las colonias agrupadas, debatiendo sobre temas como: gremialismo,
comercialización y organización interna del movimiento (Ferrara, 1973: 329). Esta etapa de activa
movilización y discusión en las bases muestran el funcionamiento satisfactoria de la democracia
interna.
28
Se decide exigiré $50 por el kilo de té verde ante los $37 que pagaban los secaderos.
29
El mismo publicó su primer número en junio de 1972 con una tirada de 8.000 ejemplares. Simultáneamente
comienza la audición ―La Voz de M.A.M.‖ Ambos medios de difusión quedaron dirigidos por miembros del
MRC y con una ideología notablemente más radical que la de la mayoría de los colonos, que provocaría el
descontento de los sectores más moderados y menos politizados (Bartolomé, 1982: 41).
208
Desde julio a octubre de 1972 se repitieron los paros locales y regionales, acordados por el
conjunto liguista los días 18 y 29, por la falta de soluciones a los pedidos de los agricultores y ante
el repudio de la visita del Gral. Lanusse. A propósito de ello, el MAM publicita una fuerte
declaración, entre cuyos párrafos más destacados:
―No queremos promesas ni queremos visitas (…) Luchemos con entusiasmo, pero no olvidemos que
nunca lograremos justicia TOTAL, solución definitiva a nuestros problemas, mientras los
monopolios sigan siendo los dueños de nuestra patria, de nuestro trabajo, mientras los explotadores
sigan siendo los verdaderos patronos del Estado y el Gobierno. Vayamos al PARO GENERAL
conscientes de que no estamos solos en la lucha. Junto a nosotros está todo el pueblo trabajador
de nuestra patria explotada que lucha y luchará hasta nuestra total liberación” (Ferrara, 1973:
331).
En El Amanecer Agrario aparece una reflexión sobre la experiencia del paro:
―Este paro ha sido un paso en el largo camino de los agricultores y todos los trabajadores hacia el
logro de una sociedad más justa, una patria libre de explotadores‖ (octubre de 1972, Año 1, Nº 8).
La respuesta que causó la visita de Lanusse a Posadas fue repudiada por los sacerdotes quienes
deciden negarse a oficiar el Te Deum programado en la Catedral, afirmando:
―No realizaremos el Te Deum en la catedral, por considerar que la presencia del Presidente en el
mismo lo convertirá en un seudo acto religioso y de nuestra parte avalaría un proceder político de
mala fe, por cuanto su visita no obedece a cumplir con los reclamos de las mayorías marginadas, y ya
ha recibido el categórico repudio de las mismas, ratificadas por huelgas y manifestaciones populares
en nuestra provincia y el nordeste‖ (Ferrara, 1973: 331)
Ese octubre movilizado confluyó en la huelga tealera más prolongada y violenta desde el
nacimiento del MAM. Duró 20 días, se repitieron los atentados contra los sectores patronales, se
organizaron grupos de autodefensa de agricultores que controlaban las rutas para impedir el tránsito
de camiones cargados de té, algunos de los cuales fueron detenidos y volcada su carga en la ruta, y
cuando esto no se lograba se utilizaba el kerosene para rociar la carga. A pesar de la detención e 300
colonos, la huelga continuó hasta que el gobierno provincial y los industriales tealeros ofrecieron un
aumento considerable, lo cual abre una tregua.
209
Retorno a la vida democrática, liderazgos y ruptura del MAM
En una asamblea de 2.000 colonos realizada en Oberá en 1972 las palabras del padre Czerepak
repercutirán en el seno del MAM:
―El MAM no es una organización verticalista, sino estructurada de abajo hacia arriba y hay que tener
en cuenta que los dirigentes aquí no cobran sueldos, pero dedican muchas horas a la actividad.
Quiero poner el ejemplo de Puerto Rico donde los dirigentes, si bien no reciben dinero, son apoyados
por los otros colonos, los que van a las chacras de esos dirigentes para trabajar sus tierras‖ (citado
por Ferrara, 1973: 324).
En un proceso similar a las LACH, los líderes del MAM provienen del MRC. Son también hijos de
colonos socializados y politizados dentro del MRC, los cuadros intelectuales del movimiento. Por
otro lado, se encuentran los ―asesores‖ del MAM: el Padre José Czerepak, hijo de agricultores y
oriundo de Misiones; Michel Guilbard, nacido en el seno de una familia de campesinos franceses,
militante y secretario del Movimiento Rural de la Juventud Cristiana de Francia, llegado a la
Argentina en 1965 a pedido del MRC para realizar un trabajo de concientización con los
campesinos, casado con la hija de colonos misioneros se quedó en la Argentina hasta su exilio en
1976 en Francia. Por último, el único asesor extraprovincial y extragrario, Pablo Fernández Long,
designado asesor por la Comisión Central del MAM y el Asamblea de delegados después de las
jornadas de la huelga de l té en enero-febrero de 1972. Como veremos más adelante esta primera
CCC junto a sus asesores será objeto de desplazamiento en el nuevo contexto que se abren con las
elecciones de marzo de 1973.
Esta nueva estructura de oportunidad política se refleja en la reflexión de los dirigentes,
quienes en un Documento aparecido en enero de 1973 en el periódico Amanecer Agrario, con el
título: “Hablemos de política”, exhortaban a los colonos no votar a los partidos definidos como
―oligárquicos‖:
―Siempre hemos dicho que el MAM no debe ―meterse en política‖. Pero ¿qué significa meterse en
política?‖ Significa que el MAM, como gremio, no debe embanderarse con un partido. Como los
socios del MAM no pertenecen todos al mismo partido, el gremio se dividiría si aceptara solamente
a los de uno. Pero estro no quiere decir que a los agricultores no les interese la política (…) Claro
que hay dos políticas. La política de los grandes, de los explotadores, que es la politiquería, la
repartija de acomodos y todo eso que ya conocemos. Pero también existe otra política. La
política del pueblo, la que busca terminar algún día con las injusticias, expulsando a esos
210
politiqueros para siempre del gobierno. Son los mismos explotadores los que quieren que los
agricultores tengan miedo a la palabra política, para así seguir siendo ellos los dueños del gobierno.
Es por eso que, aunque se enojen algunos (seguramente carneros o explotadores) vamos a hablar un
poco de política. Y más concretamente vamos a hablar de las próximas elecciones. (…) Como todos
sabemos el gobierno militar dará elecciones en marzo. (….) Ya no pueden aguantar más la presión
del pueblo que, cansado de tanta explotación lo repudia diariamente con huelgas, paros,
manifestaciones, denuncias, etc. ¿Y será que los monopolios que son los verdaderos dueños del
gobierno, están dispuestos a perderlo sin hacer nada? Desde luego que no. Y, ¿qué harán los
monopolios para conservar el gobierno a pesar de las elecciones? Pues inventarán algún partido, que
después de las elecciones, mantenga la misma injusta explotación que hoy soportamos. Es por eso
que el MAM tiene la obligación de denunciar; y los agricultores el derecho de conocer, aquellos
partidos que no son más que los monopolios y el gobierno que hoy sufrimos, disfrazados. Y por si
alguno no comprende o se hace el que no comprende, y pretende decir que el MAM no debe hacer
denuncias, le recordamos que dice nuestro estatuto en el artículo Nº 1: Con el nombre de Movimiento
Agrario Misionero se constituye una entidad gremial que agrupa a todos los agricultores de la
provincia de ambos sexos, sin distinción de credos e ideologías, y que no tengan intereses opuestos a
los fines de este movimiento. (…) Evidentemente el MAM no le indicará a sus socios por quién
deben votar, pero sí les mostrará, como es su obligación, por quién no debe votar. Es decir,
denunciaremos en este artículo a aquellos partidos que van directamente en contra de nuestro
movimiento. Hay tres partidos que, lo digan o no, son nuestros amigos declarados:
1) NUEVA FUERZA: este partido no es más que una organización o herramienta política de los
monopolios. Está financiado y dirigido por muchos de los más grandes y peores explotadores del
pueblo argentino. Darle un voto a Nueva Fuerza es como darle un voto al peor industrial,
explotador, terrateniente o molinero que nos explota año tras año buscando terminar con
nosotros y quedarse con nuestras tierras después de haber quedado con el fruto de nuestro
trabajo. (…)
2) Alianza Republicana Federalista (ARF) del BRIGADIER EZEQUIEL MARTINEZ: esta es la
más ridícula trampa que el gobierno haya pretendido hacer al pueblo. Después de más de 15
años en los que los militares han hecho y desecho a gusto y han fundido a nuestra patria por
defender los monopolios que la dominan, pretenden que el pueblo vote a uno de ellos para seguir
gobernando. (…)
3) Alianza Popular Federalista (APF), que en Misiones es apoyada por el partido Federal y que
postula la candidatura de Francisco Manrique (…) ¿Qué se puede esperar de un Ministro del
gobierno que peor ha tratado a los agricultores y a los trabajadores en general?
COMPAÑEROS: No nos dejemos trampear por estos zorros que se acercan a nosotros una vez más
con la intención de trampear las elecciones. Es posible que ni siquiera lleguemos a ellas. Lo
211
importante es saber que son un instrumento con el cual podemos, quizás, arrancar el gobierno
de manos de nuestros enemigos. Utilicemos entonces este instrumento con responsabilidad,
pero recordemos que nuestra lucha no terminará con las elecciones‖ (citado por Ferrara, 1973:
353/355; el subrayado es mío).
En Amanecer Agrario Nº 12 de marzo de 1973 el MAM hace una declaración respecto a la política
de los partidos:
―Desde ahora el pueblo deberá estar en permanente estado de movilización. No debemos descansar
un solo instante. (…) la única garantía de que la política esté al servicio del pueblo es no dejarla en
manos de nuestros enemigos. Esto no significa que el MAM se case con ningún partido. El MAM
está y estará siempre con los agricultores y con todo el pueblo trabajador, y defenderá sus intereses
con el gobierno, esto depende de las autoridades‖ (citado por Rozé, 1992: 88; el subrayado es mío).
Según Bartolomé, el clima preelectoral se manifestó en la aparición d discrepancias entre los
dirigentes próximos al peronismo de izquierda –que querían alinear al movimiento en esa corrientey aquellos que propugnaban el mantenimiento del ―apoliticismo‖ original. Triunfante el peronismo,
los dirigentes entablaron contactos con diputados y autoridades electas, al mismo tiempo que
establecían alianzas con los obreros rurales de FATRE y se enfrentaban con algunas de las
cooperativas más poderosas. E MAM llama a una concentración para “apoyar y controlar al
gobierno popular” (Golsberg, 1999: 43).
Entretanto, el 27 de abril de 1973 una concentración de 7.000 agricultores en Oberá, entre
quienes estaban presentes el obispo de Posadas, el cura párroco, con la notable y criticada ausencia
del gobernador electo por el FREJULI.
Según lo expresado en el diario La Nación de ese día:
―En determinado omento se registró una exteriorización un poco tumultuosa cuando desde un sector
del público se comenzó a expresar en alta voz la disconformidad con la presencia en el palco del
dirigente Olivio Günther, uno de los fundadores del MAM, a quien se acusa de no continuar con la
línea sostenida por la mayoría‖.
El gobierno provincial comienza a desarrollar uno de los postulados del MAM, esto es, llevar a la
esfera del gobierno provincial la comercialización de productos agrarios, a través de la creación del
Instituto Provincial de Industrialización y Comercialización Agrícola (IPICA), cuyo directorio
estaría conformado por representantes de la CGE, CGT, MAM y del gobierno provincial.
212
Posteriormente, en un comunicado el MAM puntualizó las exigencias que elevaría al
gobierno después del 25 de mayo:
―1) No sólo la producción sino también la elaboración y comercialización de riquezas deben estar en
manos de los trabajadores;
2) Los sectores básicos de la economía deben ser nacionalizados;
3) Deben expulsarse sin indemnización alguna todas las empresas monopólicas;
4) La tierra debe ser, de una vez por todas, para quien la trabaja;
5) La salud no es una mercancía. Debe haber asistencia médica eficaz y gratuita para todos;
6) La educación ―liberadora‖, privilegio de las clases dominantes, debe llegar a todos los hijos de los
trabajadores y adaptarse a las necesidades del pueblo;
7) Los beneficios de la seguridad social deben alcanzar a todo el pueblo, ocupando un lugar
prioritario en los presupuestos nacionales y provinciales‖ (Diario Clarín, 29/4/73; el subrayado es
mío).
En medio de la tregua política, emergieron las tensiones internas que se hicieron públicas entre los
dirigentes de Jardín América quienes repudiaban la ―infiltración‖ política sufrida por el movimiento
(Bartolomé, 1982). En julio, la Asamblea General de Delegados dispuso la expulsión de veinte
miembros al núcleo Jardín América, quienes crearon el Movimiento de Reorganización del MAM y
obtener el apoyo del obispado. En unas declaraciones expresa:
―El MAM no está para expulsar monopolios, que es tarea del gobierno, sino para lograr precios
justos para los productores‖ (El Territorio, 30/8/73).
Ante el fracaso de desplazar a la C.C.C, en febrero de 1974 rompen definitivamente con el MAM y
crean Agricultores Misioneros Agremiados. Esta nueva organización encontró puntos de
convergencia con los grandes plantadores e intereses agroindustriales, lo que motivó que integrara
el Comité Intergremial, entidad que representaba a estos sectores (Bartolomé, 1982: 42/3).
En esta nueva etapa del MAM, a la que denominaron ―Reorganización-Profundización y
Movilización‖, es inducido a replantear los objetivos del movimiento. Ello se refleja en un artículo
publicado en su periódico con el título ―¿Gremio o Movimiento?‖:
―Un gremio es una organización de personas que se dedican al mismo trabajo y que se unen para
defender sus intereses. (…) Un movimiento es una organización Popular que, al mismo tiempo que
defiende los justos derechos de los trabajadores a través de medidas de fondo que ataquen la raíz de
los problemas (…) Es necesario compañeros definirse. O estamos con los que quieren solamente un
213
Gremio como ARYA o, CAYA, el nuevo gremio de carnero AMA, o estamos con los que queremos
un Movimiento como el MAM. O buscamos nuestra ganancia, nuestra plata y que los demás
revienten, o luchamos junto a todo el pueblo trabajador por la Liberación. Es preferible ser menos,
pero saber que estamos tirando todos para el mismo lado, que ser muchos y estar entreverados con
los que, a la larga, se vuelven en contra el pueblo por su egoísmo y ambición‖ (Amanecer Agrario Nº
20, marzo de 1974, pág. 7, citado por Rozé, 1992: 88/9).
A lo largo del año 1973 la política del gobierno es favorable a las demandas del MAM, lo que
influye en el trabajo hacia adentro de la organización, que determina una progresiva politización de
la prensa de la dirección con el consenso de las bases (Rozé, 1992).
En octubre de 1973 aparece en escena el conflicto con los secadores e industriales tealeros
que produjeron un lock-out patronal, negándose a recibir el producto a los precios fijados por el
gobierno. Finalmente, la respuesta del gobierno fue la intervención a los secadores (Bartolomé,
1982: 43).
―Llegados en más de 120 camiones, una decena de colectivos y numerosos vehículos, más de cinco
mil colonos con sus esposas e hijos se concentraron en el anfiteatro Manuel Antonio Ramírez (…) en
una larga caravana que además, de exigir precios compensatorios para los cultivos, insistieron en que
―muchos productores no tenían todavía títulos de propiedad de sus propios campos y parcelas‖ y la
intervención a la Comisión Reguladora de la Producción y Comercio de la yerba mate‖ (Diario
Clarín, 6/10/73).
Sin embargo, el acercamiento del MAM con el gobierno provincial se interrumpe por la muerte
accidental del gobernador y vicegobernador y por las divisiones internas dentro del peronismo.
Según Bartolomé, este proceso eclosionó durante la Asamblea General ordinaria celebrada a
comienzos de julio de 1974, cuando la mayoría votó por una renovación de la C.C.C y eligió una
nueva directiva. Los dirigentes desplazados impugnaron la decisión y el nuevo secretario general
acusó a sus predecesores del desgranamiento sufrido por las estructuras de movilización.
―Según sus palabras, se había pasado de contar con una asistencia regular de 140 a 150 delegados a
tan sólo 50 delegados para fines de diciembre de 1973, mientras el periódico había pasado de tirar
8.000 ejemplares a tirar sólo 2.800. Por último afirmó contar con el apoyo de 120 núcleos activos y
un total de 200 delegados‖ (El Territorio, 18/7/74).
Los dirigentes desplazados conformaron una Comisión Pro Recuperación del MAM (CPR) y
realizaron varias concentraciones a las que con frecuencia adhirió la izquierda peronista. Por su
214
parte el MAM obtuvo el reconocimiento por parte del gobierno provincial para la nueva CCC.
Ambas organizaciones entraron a competir en las luchas impulsadas y la CPR fue marginada por
parte de las autoridades.
En el periódico El Territorio (26/10/1974) la nueva CCC manifestó que del máximo
número alcanzado en 1972 (210 núcleos) se estaba logrando una recuperación. Según los datos
aportados, sobre un total de 207 núcleos, 122 respondían a la CCC y 23 a la CPR, existiendo unos
62 núcleos inactivos.
En un nuevo contexto de proclamación del estado de sitio en noviembre de 1974, el MAM
―moderado‖ decidió suspender las concentraciones previstas y la CPR decidió abandonar todo
intento de recuperar la estructura organizativa del MAM. ―En una asamblea de colonos realizada en
Campo Grande se procedió a crear las Ligas Agrarias de Misiones (LAM) en noviembre de 1974,
declarando al MAM ―muerto‖ y carente de toda representatividad‖ (Bartolomé, 1982: 45). Las
LAM reclutarían su base entre los ―campesinos‖ tabacaleros, monocultivo que explica a menudo la
radicalización de los agricultores.
Las elecciones provinciales de abril de 1975 las LAM se abanderaron con el Partido
Auténtico –expresión del peronismo de izquierda- que llevó como candidato a la vicegobernación al
secretario general de las Ligas. El MAM, en cambio, adoptó una posición oficialmente
―prescindente‖, aunque circularon rumores de acuerdos secretos con el FREJULI. De todas
maneras, prosigue Bartolomé, es probable que la mayoría del voto colono se haya volcado al
Partido Radical. Por su parte AMA llamó a luchar contra el ―estatismo‖ y apoyar a Nueva Fuerza.
Los resultados obtenidos por el Partido Auténtico debilitaron a las LAM.
Al respecto el estudio realizado por Mora y Araujo y Llorente (1975) revela a partir de un
estudio sobre el comportamiento electoral de la provincia de Misiones en las elecciones de 1973 y
1975 llegan a la siguiente conclusión: ―En líneas generales pareciera ser que la estratificación de los
productores agrícolas incide en su comportamiento político; mientras los estratos medios son
activos participantes y con mayor propensión a la radicalización política, los estratos inferiores
tienden a la apatía y a una orientación conservadora‖ (pág. 466).
Resulta interesante el análisis de Bartolomé respecto del distanciamiento entre la dirigencia
y las bases e base al concepto de Geertz de ―ideología‖: ―No es correcto clasificar a la ideología de
los asesores como más ―izquierdista‖ que la de los colonos y postular esa disonancia como
―explicación‖ del proceso faccional interno. (…) El sistema de los colonos refleja o expresa
patrones culturales y modelos de percepción y de interacción no solamente ―rurales‖, sino producto
de una sociedad pionera y multiétnica cuya ―cultura pública‖ enfatiza símbolos y estereotipos
referidos al ―individualismo emprendedor‖ de los colonos, así como una concepción del trabajo no
215
muy distante del concepto weberiano de ética protestante. Los asesores, en cambio, participaban en
un sistema fundamentalmente ―urbano‖ y permeado por los símbolos y concepciones políticoideológicas que caracterizaron durante este lustro el pensamiento de la intelectualidad adscripta,
directa o indirectamente, a la vertiente de izquierda del populismo nacionalista expresada en el
peronismo‖ (pág. 51/2).
Superando las visiones ideológicas, lo que refleja esta escisión del MAM es por un lado, el
choque en las concepciones acerca de qué formato debía adquirir el MAM (gremio o movimiento) y
en ello se jugaba la forma autonómica de organización y, por otro, el distanciamiento y
extrañamiento de los colonos de sus representantes. El ―relato fundante‖ vuelve a aparecer en
manos de la nueva conducción que declara:
―…el MAM vuelve a recomenzar a ubicarse dentro de su primer línea: la defensa del agricultor por
los agricultores‖ (Amanecer Agrario Nº 23, agosto de 1974, citado por Rozé, 1992: 79).
En marzo de 1976 son suspendidas las actividades políticas y gremiales. La provincia de Misiones
fue ocupada por el ejército. Sus dirigentes y colonos, detenidos, tres dirigentes desaparecidos y uno
muerto, otros exiliados, cerrando un capítulo de la historia del MAM que se reabre a mediados de la
década de 1980, cuando aún se respiraba el temor de los ―años de plomo‖, siendo, con el
Movimiento Agrario de Formosa nacido en 1984 con ex dirigentes de las Unión de Ligas
Campesinas de Formosa- las únicas organizaciones que han resucitado del proceso liguista en la
búsqueda de un modelo de desarrollo alternativo.
En su estudio, Golsberg (1999) refiere a la imposibilidad de reflotar el MAM tal cual se
había creado en los 70. Al respecto una entrevista a un ex dirigente ilustra dicha imposibilidad:
―Yo también me desanimé un poco… yo venía soñando con la vieja organización del MAM. Porque
yo lo que viví 74-76 (…) era una organización de masas fuerte, (…) una organización vigorosa con
gente, gente, gente donde ibas (…) Ya ahora me encuentro con que éramos un grupo de dirigentes
que quedaba con ánimo, más que nada orgullo de la vieja época (…) Ya queríamos hacer reuniones
en los núcleos de base y vimos que no había respuesta. La gente tenía miedo. (…) Nos desanimamos
porque creíamos que íbamos a volver con el MAM y ahí se fue quedando‖ (pág. 53).
En la nueva etapa, la estrategia del MAM se consolida a partir de la creación de las Ferias Francas
en 1996, pequeños mercados instalados en pueblos y ciudades de los que participan alrededor de
216
2.500 familias para defender el precio justo de sus productos 30. El ex dirigente relata este giro con
mucha nostalgia del pasado:
―A mí se me hace un nudo en la garganta, porque después de las luchas por el poder, andamos
vendiendo queso en la plaza‖ (citado en Golsberg, 1999: 55).
Tal vez la ilusión de los viejos dirigentes haya sido reflotar la simbología y las ―formas de hacer
política‖ de la generación de los setenta y encontraron que hasta el vocabulario político cotidiano de
la época, ―revolución‖, ―liberación‖, ―soberanía‖, estaba vetusto.
30
Véase al respecto Golsberg, 1999; Lapegna, 2005.
217
III. Las Ligas Agrarias de Santa Fe
1. Resonancias de la Marcha del Hambre de Villa Ocampo, 1969
La política de la presidencia del general Onganía caracterizada como de desnacionalización
económica repercutió especialmente en el norte de Santa Fe con la intención de eliminar otro de los
cultivos importantes, la caña de azúcar, y así beneficiar los intereses monopólicos azucareros del
norte.
En 1969 en el Chaco santafesino, replicando la misma política, se cierra el ingenio
azucarero en Tacuarendí en abril de 1968 y la misma suerte correría el ingenio Arno de Villa
Ocampo. En 1969, la promesa de abonar los sueldos atrasados desde agosto de 1968 de los obreros
del ingenio Arno no se efectuó. La gente es convocada con el repiqueteo de las campanas de la
parroquia a la plaza para escuchar a los oradores el diagnóstico de la situación y las acciones a
seguir ante la consecuencia que el cierre de las principales fuentes de trabajo implicarían la
desaparición de los poblados y el consecuente éxodo.
Como forma de protesta, el 3 de enero se instala una olla popular con la leyenda:
―Vergüenza Nacional‖. El día siguiente se crea la Comisión Coordinadora de Acción de Lucha
integrada por obreros, docentes, comerciantes y curas tercermundistas. El Semanario El Ocampense
presentaba una nota:
―Una ola incalculable de clamor de justicia, fuentes de trabajo, pan y tranquilidad se oye en todo el
Norte. Villa Ocampo dio el grito de alerta y hoy se debate entre la vida y la muerte su suerte
definitiva.‖ (5/2/69, pág. 2, citado en Sena, 2003).
La comunidad ocampense junto a las colonias de Santa Ana, Las Toscas, Villa Guillermina, La
Gallardera, Tartagal, Fortín Olmos y Reconquista deciden realizar una Marcha del Hambre de los
Pueblos del Norte que partiría de Villa Ocampo y caminaría hasta llegar a la ciudad de Santa Fe, en
la que se instalaría una olla popular frente a la casa de la gobernación para llevar un petitorio. Los
curas párrocos de Villa Ana, Rafael Yaccuzzi y otros, apoyaron la Marcha junto a los comerciantes,
el sindicalismo de la C.G.T. de los Argentinos liderada por Ongaro. A la situación de los
trabajadores del ingenio sin trabajo o con sus fuentes de trabajo amenazadas, se sumaban los de
Ferrocarriles Argentinos de Villa Guillermina ante la inminente no renovación de los contratos de
reparación de vagones entre la compañía privada y el estado, que representaba la fuente de trabajo
218
de 256 obreros. La reparación de vagones se había iniciado luego del cierre de la empresa taninera
La Forestal en 1963.
El Semanario Ocampense, nuevamente reflejaba la situación:
―Sobre estos dos pueblos que sufrieron el tremendo impacto del cierre de la industria del tanino, hoy
nuevos nubarrones se ciernen con presagios de muerte, si no se renuevan los contratos con la
empresa (…) ¿Qué pasa con el norte santafesino? Estamos condenados a morir de hambre o a
emigrar a las villas miserias de los grandes centros urbanos?‖ (5/2/69, pág. 2, citado por Sena, 2003).
La parroquia era el lugar de congregación, y sus campanas, el sonido que significaba salir a la calle.
A pesar de la presión policial, la Marcha se inicia el 11 de abril de 1969 con el llamado de las
campanas de la iglesia y a la mañana parten aproximadamente 500 personas, madres con sus
niña/os, religiosas, pero no logran llegar a la ruta. Los manifestantes llevando la bandera argentina
gritaban: “`¡Patria sí, Colonia no!´ y `Muerte a la dictadura!´”.
Al llegar al lugar en que se encontraban la policía, mientras los manifestantes cantan el
Himno Nacional que implica que los policías deben abandonar la actitud represiva para cuadrarse y
saludar, se desata la represión y la multitud se repliega en la plaza y decide tomar el palacio
municipal exigiendo la renuncia de su intendente ―por no defender a su pueblo‖ (Sena, 2003), quien
inmediatamente redacta su renuncia y la envía al gobernador. Otras personas se refugian en la
parroquia. La respuesta del gobierno fue la intervención del ingenio Arno, en manos de la
Compañía Industrial del norte y su expropiación.
2. Orígenes de las Ligas Agrarias Santafesinas
Los orígenes de las Ligas en Santa Fe se remontan al mes de abril de 1971 cuando un grupo de
colonos decide boicotear la Fiesta Provincial del Algodón manifestando en un comunicado público
la paradoja de organizar tal festejo en medio de la profunda crisis que atravesaba la zona. El 13 de
agosto ese movimiento cristaliza en la creación de la primera Liga agraria del norte de santa Fe en
la colonia El Carmen; luego se crea la segunda, en Santa Cecilia hasta alcanzar 20 colonias en
período de auge (1972).
En un documento de las Ligas Santafesinas se explica su nacimiento:
219
―Las Ligas Agrarias nacieron para defender nuestros derechos e intereses, para luchar contra la
opresión de los monopolios. Por eso no pararemos hasta alcanzar JUSTICIA y PAZ PARA EL
CAMPO Y EL PAÍS‖ (citado en Ferrara, 1973: 381; mayúsculas en el original).
Para comprender la particularidad de las ligas agrarias en el norte de Santa Fe debemos observar su
cercanía geográfica, cultural, política y económico-productiva con la provincia limítrofe del Chaco,
más que la Pampa Húmeda del sur.
El norte de santa Fe fue colonizado a partir de 1878 casi exclusivamente por campesinos
provenientes del Friuli, región ubicada al norte de Italia. Los colonos del norte de Santa Fe
accedieron tempranamente a la propiedad de la tierra a diferencia de sus co-provincianos del sur.
Según explica Archetti (1988), casi en un 90% de los recién llegados recibieron lotes entre 36 y 72
hectáreas.
El esquema productivo hasta 1930 está compuesto por la rotación maíz, lino y maní. Dadas
las características de la tierra, el norte santafesino nunca fue cerealero. Los colonos llegaron a la
crisis de 1930 tratando de consolidar sus cooperativas creadas tempranamente en 1910 pero sin
acumular capital y creando un movimiento cooperativista católico, impulsado por los sacerdotes
frulanos de la zona (Archetti, 1988: 448).31
Por primera vez en 1931 y luego en 1932, los miembros de la Cooperativa Unión Agrícola
de Avellaneda se ven obligados a extraer sus ahorros y la cooperativa debe pedir un préstamo al
banco Nación para no cerrar sus puertas. Luego de estas crisis, e intenta la reconversión productiva
con la introducción del algodón a partir de 1936, momento del boom algodonero en el país. Dicho
cultivo reemplaza al maní y se convierte en principal cultivo en 1943. Para 1954/55 el algodón
representa casi el 60% del total de hectáreas sembradas en el norte santafesino (Archetti, 1988).
Una breve recorrida histórica de la conformación de la estructura agraria provincial nos servirá
para ubicar el escenario en que surgen las Ligas:
1. 1878-1930: proceso de inmigración y colonización proveniente del norte de Italia. El 90% de
los recién llegados recibieron lotes entre 36 y 72 has. Hasta 1930 el esquema productivo era:
rotación de maíz, lino y maní, este el mas rentable comercializado en el mercado interno. Se
consolidan las cooperativas de comercialización creadas hacia 1910 pero no hay acumulación
de capital.
31
―Ser cooperativista era demostrar que se era buen cristiano y que se aceptaba el principio de la Unión
Agrícola Avellaneda: `Donde hay paz y amor hay prosperidad´‖ (Archetti, 1988: 448).
220
2. 1930-1955: Se impulsa la producción de algodón (1936) ante la crisis de las exportaciones
cerealeras. El algodón reemplaza al maní y se convierte en cultivo principal hacia 1943
representando el 60% del total de has sembradas en el norte santafesino. El precio del algodón
aumenta casi 3 veces entre 1938 y 1947 impulsando un importante proceso de capitalización
entre los productores.
3. 1955- 1976: Se pone fin a la política proteccionista de precios y si disuelve la Junta Nacional de
Algodón. Se acelera la caída de gran cantidad de hectáreas sembradas con algodón. No obstante
la crisis fue mayor entre los productores chaqueños (desaparecen 4.488 EAP) que entre los
santafesinos por el tamaño de las chacras ampliadas por compra de tierras en periodo de
expansión, la tecnificación alcanzada y la buena calidad del algodón producido.
La estructura de tenencia de la tierra en santa fe: 18% de agricultores en chacras de hasta 25
hectáreas que ocupan el 1% de la tierra; 71% de agricultores que poseen entre 26 y 1000 hectáreas
ocupaban el 25% de la superficie y el 11% que posee fincas de más de 1.000 hectáreas posee el
74% de la superficie. (Ferrara, 1973: 359).
El Movimiento Rural y sus líderes
El proceso de radicalización del Movimiento Rural es objeto de preocupación por parte de los
obispos argentinos, considerados los más conservadores de América Latina.
En junio de 1969 el Padre Rafael Yacuzzi quien se puso al frente de la Marcha del Hambre
de Villa Ocampo escribía una Carta abierta al general Onganía en respuesta al mensaje presidencial
emitido al país respecto a los trágicos eventos de Córdoba. Algunos de sus párrafos vertidos
expresaban:
―Dice Ud. que los `trágicos hechos de Córdoba responden al accionar de una fuerza extremista,
organizada para producir la insurrección urbana.´ ¿Lo cree Ud. realmente? (…) Porque es evidente
que los que Ud. considera ―tres años de realización, obras e iniciativas‖, son tres años de salarios
congelados, tres años de fuentes de trabajo, tres años de miseria creciente, tres años de rigor de
uniformes y botas, que aseguraban el mantenimiento del ―orden‖ que es necesario para que los
monopolios extranjeros puedan llevarse en ―paz‖ los frutos del trabajo argentino. En nuestra zona
estos tres años fueron muy expresivos: en Reconquista el cierre de la planta fabril de CICLAR; en
Tacuarendí, cierre del ingenio, su única fuente de trabajo; en La Gallareta y en Villa Guillermina,
inactividad de las Vagonerías, únicas fuentes de trabajo, en Villa Ocampo, al borde la ―liquidación‖
221
la Papelera (…) estado de crisis en el ingenio donde además se adeudan 200 millones de pesos a los
productores cañeros; en la Cuña Boscosa un plan de colonización que provoca de hecho en los
hacheros una inseguridad mayor que la de antes por cuanto casi ninguno ha tenido acceso a la tierra y
por otro parte deben desalojar los campos que ocupan (…) Al exponerlos cumplo con un deber
evangélico ineludible: denunciar los engaños y las injusticias. Lo único positivo en todo estoy es
que por fin hemos entendido que a la explotación y mentira sistemática no podemos ofrecerle otra
cosa que la lucha organizada; ya que se ha iniciado el camino de la LIBERACIÓN. Ya avanzan los
pobres de todos los lugares, los acompañan los jóvenes, los saludan los viejos, los esperan sus hijos.
General Onganía, SUS ARMAS, ya no serán suficientes, la JUSTICIA que impulsa LA LUCHA
DEL PUEBLO encontrará el modo de derrotar sus fusiles. Dios se apiade de Ud.‖ (citado por
Borsatti, 2005: 170; mayúsculas y negritas en el original).
Otra Carta al Obispo de Resistencia escrita por el Presbítero Francisco D´Alteroche el 16 de octubre
de 1969, en la que cuestiona un documento de los obispos del Nordeste titulado ―Los Obispos del
Noreste hablan a su Pueblo‖, expone el debate en el seno de la iglesia católica:
―(…) Dice la Carta que hay que pasar ―por la cruz, la incomprensión y la calumnia, el fracaso y la
misma muerte‖ para llegara la liberación anunciada por Cristo. Pero porque la palabra
“liberación” tan frecuentemente usada en Medellín y San Miguel no aparece una sola vez en su
pastoral. Le tiene miedo, ¿es una palabra tabú? Monseñor: no le gustará el tono de mi carta, pero
prefiero hablar claro en lugar del silencio. Si me siento decepcionado por una gran parte de su
documento, no quiero decir por eso que dejo se ser su sacerdote al servicio de la Iglesia‖ (citado por
Borsatti, 2005: 1761/3; negritas en el original).
Según Archetti (1988), los obispos del nordeste con excepción de los del Chaco, rechazaban la
creación de las Ligas por tratarse de una organización ―secular y profana‖, que con sus actividades
políticas podía desvirtuar los valores cristianos. (Veremos que esta tensión se resuelve a mediados
de 1972 cuando ya las Ligas de todas las provincias están organizadas, la asamblea de obispos
decide retira al Movimiento Rural del seno de la Acción Católica.)
La lucha contra los monopolios y las empresas multinacionales en el agro, particularmente
en el algodón, será el caballito de batalla de la concientización política del Movimiento Rural,
según entiende Archetti (1988).
222
Cuenta un ex dirigente de las Ligas Agrarias Santafesinas:
―En las diócesis del noreste los movimientos rurales se iban transformando en Ligas Agrarias (…) El
único obispo que no acepta la transformación del Movimiento rural en Ligas es la diócesis de
Reconquista con el obispo Iriarte. (…) En alguna etapa arrancamos juntos con la Juventud Agraria
Cooperativista, yo vengo de ahí. (…) La gente más conservadora se zarandea, se va quedando.‖
citado en Borsatti, 2005: 134/5).
Los dirigentes de las Ligas santafesinas eran promotores extensionistas del Movimiento católico o
de la Juventud Cooperativista organizada a través de la Unión Agrícola avellaneda. De ambas
organizaciones saldrán, sin excepción, todos los líderes de las Ligas Agrarias del norte de Santa Fe
(Archetti, 1988).
Expansión del movimiento y repertorio de acciones
―Lo del pavimento surge como las primeras reivindicaciones. Porque cuando se hizo el pavimento
en la ruta 11... eh...Arturo Frondizi cuando viene a... licitar el asfalto... yo no me acuerdo si era la
inauguración o... la inauguración de un tramo, dicen que el asfalto no se va a pagar porque... se lo
paga con el descuento del cultivo... y ahí en esa época justo el sindicato de la liga aparece la plata
del asfalto...cobraron, este asfalto lo cobraron, 10 Km. para acá... y 10 para allá... A todos los vecinos
le cobraron y bueno ahí surgió... pero era una exageración, fue una de las primeras cosas que
conseguimos bajar... que fue el precio del asfalto... para todos, de la provincia de Reconquista para
acá.‖ (Entrevista a C. y C., Villa Ocampo, junio 2005).
El 31 de agosto se realiza la primera reunión zonal, en la que participan además de los delegados de
las colonias, los miembros de la Juventud Agraria Cooperativista y los representantes jóvenes que
se sientan en el directorio de la poderosa Unión Agrícola de Avellaneda (Archetti, 1988: 454). En
dicha reunión se decide impulsar la creación de ligas en otras colonias inscripto en este documento:
―La solución a los problemas de producción, comercialización y economía vendrán luego de la
necesaria unificación de los productores a través de un movimiento gremial que sea del productor,
por el productor y para el productor a los efectos de contrarrestar la presión que existe sobre
ellos por parte de los monopolios y del gobierno‖ (citado por Archetti, 1988: 455; el subrayado es
mío).
223
Desde su fundación en agosto de 1971 hasta mediados de 1972, se formaron cuarenta y seis
colonias organizadas y tuvieron en su momento apoteótico asociadas 1.200 familias, que
representaban alrededor del 30 y 40% de las familias de agricultores del norte de la provincia
(Archetti, 1988)32. La sede se encuentra en la ciudad de Reconquista, capital del Departamento de
Gral. Obligado, cobertura territorial del movimiento liguista.
Archetti describe como una de las primeras acciones de los colonos de El Carmen y Santa
Cecilia fue negarse a llenar los formularios del censo de productores agropecuarios de la provincia
de Santa Fe, desobedeciendo a la ley provincial de 1958. Por su parte, los colonos de Santa Cecilia
publican un manifiesto que decía:
―Campesinos, los invitamos a unirse a este movimiento gremial para hacer frente a problemas que
nos afectan gravemente, como ser: impuestos excesivos, aumento del costo de la vida,
descapitalización, incertidumbre en los precios de las cosechas y leyes sociales inadaptadas.
Campesinos, unámonos, reflexionemos y actuemos‖ (citado en Archetti, 1988: 455).
De las dos ligas iniciales, al cabo de tres meses son once. La primera gran acción pública a nivel
regional va a ser el boicot del pago del asfalto de la ruta provincial Nº 11 y llaman a la primera
manifestación pública del 7 de diciembre de 1971, con la presencia de más de 4.500 agricultores
(Ferrara, 1973). Entre los discursos más sobresalientes transcribimos los siguientes párrafos:
―Las Ligas Agrarias las formamos nosotros, los campesinos todos, quienes así unidos exigiremos de
parte de nuestros gobernantes una mejor política en cuanto al agro en general (…) el gobierno sólo
favorece a los grandes intereses del dinero, o sea a los monopolios, y que estos monopolios son los
eternos explotadores de la masa trabajadora…
―¿Qué gobernante soportaría tranquilamente tres años sin noticias de su sueldo (o mejor dicho de sus
dobles sueldos), como nosotros lo hemos soportado hasta ahora con respecto a nuestra cosecha de
caña de 1968? (…)
―Nuestra organización no va a crecer si nos dejamos llevar por el egoísmo, por el individualismo, si
permitimos que los viejos politiqueros con su afán de juntar votos y dividir, haciéndonos
disputar entre vecinos, colores, nombres, partidos, etc; quieren como siempre hacer de nosotros
sus títeres, a beneficio de intereses extraños a los nuestros…
32
El estudio de Archetti fue realizado entre 1973 y 1974, en pleno apogeo de las Ligas.
224
―Es hora de que se diga ¡Basta! (…) soportando tantas promesas incumplidas, conformándonos con
las migajas que nos dan, como ser: los precios de nuestros productos‖ (Ferrara, 1973: 360/1; el
subrayado es mío).
Como es posible observar, las protestas no son sólo por los precios bajos de los productos, sino que
hay críticas concretas a la clase política y sus promesas incumplidas. A raíz de esta manifestación,
el interventor provincial decide rebajar el impuesto a un 60% ―aduciendo que se había calculado
mal por un error de las computadoras. Quedaba demostrado que los campesinos sabían calcular
mejor que las computadoras provinciales‖ (Cultivando, agosto de 1973, p. 1, citado por Archetti,
1988: 156). La ironía pasa a ser así otra de las armas de los agricultores.
A fines de 1971 las ligas escriben el primer Estatuto en el que establecen los siguientes
objetivos:
―1. Asegurar los derechos y beneficios de los agricultores actuando como instrumentos de control y
defensa de sus intereses económicos y sociales, principalmente de los sectores más necesitados.
2. Fomentar la agremiación de todos los agricultores.
3. Asegurar una toma de conciencia permanente en todos los afiliados sobre los distintos problemas
que afectan el desarrollo integral de la familia campesina en lo económico, social, educativo,
denunciando las injusticias que se cometen.
4. Lograr el desarrollo integral, la formación, la participación activa con absoluta libertad de decisión
del campesinado.
5. Difundir los principios del cooperativismo, como así también la asociación de sus miembros a las
cooperativas existentes y la creación de cooperativas de producción y de trabajo.
6. Constituir con todos los sectores de la producción un frente amplio de defensa de las maniobras de
los monopolios.‖ (Citado por Archetti, 1988: 454/5).
El 31 de enero de 1972 aproximadamente 2.500 colonos santafesinos se unen a los 8.000
agricultores chaqueños en la más importante movilización rural del nordeste argentino en la historia
de la protesta rural: la Marcha hacia Resistencia.
―Recuerdo que a Resistencia llevamos dos mil personas, toda de periplo muy... en camiones y
colectivos, era una cola... salimos y medio que no hubo circulación de vehículos en la ruta 11. La
gente participaba. Cuando armamos la comisión central, o sea, de las ligas, eh... bueno, no teníamos
movilidad y, bueno, dijimos ―Vamos a hacer una colecta para comprar un vehículo‖, para tener una
movilidad, y bueno hicimos... no me acuerdo pusimos $2 cada socio... y compramos dos Citroën me
acuerdo, dos Citroën y después ya teníamos combustible, o sea, sobró para la nafta, la gente ponía...
225
es decir $1, $2. Y después que viajes en Santa Fe, los viajes a Resistencia, porque después se
armaban unas (reuniones) regionales... eh... o nacionales, inclusive se armaban nacionales, en
Córdoba la de Santiago y Chaco, Formosa, Santa Fe y Corrientes, se armaban las regionales,
entonces para viajar el delegado de... que venía de Entre Ríos o que venía de Santiago...‖ (Entrevista
a C. y C., julio 2005)
En abril de 1972, aparece un documento que refleja la posición de las Ligas Santafesinas ante la
Tercera Fiesta provincial del algodón. Algunos de sus párrafos más salientes son:
―Los organizadores (…) consciente o inconscientemente colaboran con aquellos que una vez más nos
quieren distraer. Nos preguntamos: ¿Fiesta para quién? ¿A beneficio de quién? ¿Con qué finalidad?
Además, la culminación de esta fiesta es la elección de la reina (…) se invita a las colonias a
presentar su candidata. Nos preguntamos: ¿No es este un motivo más de competencia y desunión
entre las representantes? (…) También en el transcurso de la fiesta se escuchará a Roberto Rimoldi
Fraga. ¿Será bienvenida al Norte Santafesino la presencia del yerno del general Lanusse? ¿Podemos
asociarnos a un festejo al que se adhiere ―Bunge y Born‖?‖ (Citado por Ferrara, 1973: 371).
El 7 de julio se organiza otra concentración con 3.000 agricultores en Avellaneda. En ella se insiste
con la rebaja de los altos intereses de los créditos bancarios, la urgencia de controlar la importación
de fibra y la fijación de precios justos al algodón, lino y girasol. Se logra el levantamiento de la
veda de carne en cinco departamentos y la suspensión del cierre de mataderos. Por primera vez,
sostiene Archetti (1988), las Ligas reclaman al gobierno militar el levantamiento del estado de sitio
vigente y el respeto a los derechos de reunión.
La organización de un paro y marcha hacia Villa Ocampo el 8 de septiembre de 1972 en
solidaridad con los agricultores cañeros se pedía el pago de la deuda de 1968, la expropiación del
Ingenio Arno por parte del gobierno nacional, la reinversión de las ganancias en la zona y que se
efectivicen 100 millones de pesos a la papelera. Ella se inscribe un viraje en la profundización de la
represión tendiente a impedir la continuidad de las Ligas, especialmente, al nivel de las colonias.
En respuesta a la represión, se concentran el 19 de octubre en Avellaneda y publicitan el
siguiente comunicado:
―En el día de la fecha hemos realizado la anunciada Asamblea de productores (…) Desgraciadamente
parece que para algunos esto es un delito, porque inmediatamente después de empezado el acto con
el Himno Nacional la policía local ayudada por la Guardia Rural ―los Pumas‖ intentó disolver la
asamblea empleando bombas de gases y garrotes en forma salvaje y brutal. (….) Acaso reclamar
226
precios justos para nuestros productos, solución definitiva para nuestros problemas es un delito‖
(citado en Archetti, 1988: 457).
El retorno a la vida democrática: desarticulación del movimiento liguista
Como he señalado, en noviembre de 1972 el general Lanusse llama a elecciones presidenciales. Las
ligas, aunque no de una manera clara y explícita, recomiendan el voto al FREJULI. ―Esta
―recomendación‖, no deja de crear ciertos problemas a nivel local, ya que muchos colonos
tradicionalmente a la Unión Cívica Radical‖ (Archetti, 1988: 458).
―Nosotros fuimos a entrevistarlo... en la campaña Perón, Perón y Balbín. Ahí lo fuimos a ver a Perón
y... los entrevisté a los dos...más que la cosa estaba dividida, no es cierto, nosotros en el campo...
casi la mayoría eran radicales y... pocos peronistas o poco menos peronistas, no sé. Entonces, se fue a
entrevistarlos a los dos... pero más la intención era entrevistarlo a Perón, por si salía gobernador... o
sea... lo de Balbín fue como diciendo bueno... tenés que hacerlo por la gente... y... para no quedarte
enganchado con uno. (…) Después de que triunfa Perón, yo creo que el mayor problema con Perón
se empieza incluso con nosotros, cuando el 1º de mayo del ‘74... cuando echó a la juventud... bueno
ahí... ahí empieza‖ (Entrevista a C. y C., julio 2005).
En las Ligas se decide que las colonias discutan el Anteproyecto propuesto por el nuevo gobierno
en el ―Acta de Compromiso‖, siendo la respuesta positiva por lo cual se envía un telegrama al
gobierno anunciando tal respuesta. No obstante, ello no implicó la desarticulación del movimiento
que el 31 de octubre de 1973 se organiza para demandar al gobierno provincial además de las
tradicionales (precios, créditos e impuestos), la problemática de la tierra. Según Archetti (1988), por
primera vez los colonos de 9 de Julio presentan una lista de campos subexplotados que podían
expropiarse.
Uno de los discursos pronunciados ante 4.000 agricultores fue el de uno de los dirigentes
más importantes, Arturo Dean ante la presencia del gobernador:
―Atrás quedó cuando los campesinos vivíamos desunidos, explotados y olvidados por casi la mayoría
de los gobiernos que se han sucedido en la historia de este país (…) Decimos que ha quedado atrás
porque desde hace un par de años a la fecha, los campesinos en el norte de santa fe, nos hemos
organizado en las Ligas Agrarias y es así que hemos pasado a pensar, a decidir y a actuar en conjunto
(…) Las decididas luchas de las Ligas Agrarias han sido un aporte importante en el desplazamiento
de la dictadura militar. Estas luchas han hecho posible que en el gobierno actual estuvieran
227
representantes del pueblo (..l.) Todavía se nos sigue diciendo que somos comunistas (…) personas
que han sido fichadas pr el único delito de luchar contra el enemigo nuestro, contra los monopolios
explotadores. (….) Hoy también debemos mencionar con alegría que (…) las Ligas Agrarias crecen
también en la Pampa Húmeda. Sí, compañeros, esto es una realidad: ¡las ligas en la Pampa Húmeda!
Las Ligas Agrarias del país, que las integran casi nueve provincias, hemos decidido desplazar
definitivamente al imperialismo de nuestro suelo patrio, y lo vamos a desplazar organizadamente,
en actos como este, en donde se van a denunciar sus maniobras, haciendo posible que todos
participemos para que nos sintamos artífices de nuestro propio destino‖ (citado por Borsatti, 2005:
136/7).
A pesar del Acta de compromiso, la respuesta del nuevo gobierno con relación al precio del
algodón, no refleja las demandas de las ligas que en desacuerdo convocan a un paro para los días 25
y 26 de enero de 1974:
―Este paro no significa que renunciamos a seguir colaborando (…) Creemos que el agricultor
dispone de diversos mecanismos de defensa y que debe hacer escuchar su voz utilizando todos los
medios legales (…) Exigir un precio justo que permita la modernización y tecnificación del campo y
reclamar una política nacional planificada es estar en el camino de la reconstrucción y la liberación‖
(Cultivando, 1974, 4:3, citado Archetti, 1988: 458).
Según Archetti, las luchas de 1974 y 1975 tendrán el mismo tono, sin embargo lo que cambia es la
nueva estructura de oportunidades políticas que se abren luego de la muerte de Perón en julio de
1974. La violencia política expresada en los conflictos armados y la escalada represiva del gobierno
se profundizan. A propósito del golpe de estado de 1976 dos de sus dirigentes son desaparecidos.
Sin embargo, no hubo demostraciones públicas de protesta contra las detenciones de los dirigentes.
―Para muchos colonos la represión fue percibida como una respuesta a la radicalización política
individual‖ (Archetti, 1988). Para mediados de 1976 las Ligas están totalmente desarticuladas.
El relato de los entrevistados, remiten a aquel momento:
- Lo que ocurre es que ya... no es cierto... vos no te olvides que la triple A golpeaba fuerte ¿viste? y
nosotros empezamos a tener amenazas... eh...
-¿En qué año?
- Ya en el ‘75, ya medio fines del ‘74... ya en esa etapa había gente presa...nosotros tuvimos que
vender el chalet...nosotros tuvimos que ir a Chaco… Te encarcelan un dirigente, era el secretario
genera … Entonces, no es cierto, eh... así prácticamente...Bueno y después, no es cierto, logra
228
triunfar así la política implementada por la Sociedad Rural, por la Federación Agraria... nosotros acá
en Villa Ocampo nos terminaron echando, estaba acá la Federación Agraria, estaba (…) que
representa a la Sociedad rural de Chaco y Formosa...y estaban las cooperativas (…) Febrero del
‘76...ya se venía el golpe
-¿Y cuál era justificativo...?
-Y bueno, viste, la acusación de subversivo, de que somos quilomberos (sic), de que ya no queremos
más nada, de que nosotros apoyábamos a los guerrilleros y que sé yo cuánto...en ese momento... se
nos vino toda la política encima, o sea, ya para llegar a marzo, no es cierto, la oligarquía con todo el
apoyo del aparato... ya... no es cierto, estaban entrando (Entrevista a C. y C., julio 2005).
Según el estudio de Archetti en Santa Cecilia, la crisis del movimiento no sólo obedeció a la
represión sino también a las características de los colonos. El desvanecimiento del entusiasmo
inicial obedeció a diferentes razones que enumera el autor: 1. la dimensión religiosa: muchas
familias dejaron de participar en 1973 por lo que consideraban una excesiva politización de la
Comisión Central de las Ligas y el alejamiento de los propósitos del Movimiento rural. 2. clivaje
político: aunque las Ligas nunca fueron parte del frente Justicialista, muchos colonos no estaban en
acuerdo con el apoyo indirecto al nuevo gobierno y sobre todo, cierta colaboración con las
tendencias de izquierda del PJ. 3. Estrategias económicas de comercialización de los colonos,
puesto que no todos los colonos entregaban su producción a las cooperativas pues había
desmotadoras privadas que tenían su clientela.
Archetti llega a las siguientes conclusiones: ―Creo que no cometería una injusticia si dijera
que los colonos que se fueron separando o que nunca participaron de las Ligas eran los más
cercanos a la Iglesia oficial que rechazó a las Ligas, los que votaban a la Unión cívica radical y los
que mantenían un vínculo más estrecho con el sector capitalista privado de comercialización‖ (pág.
460).
229
2. Utopías de liberación
“En vez de un sistema de explotación y opresión, que hay que destruir,
nosotros queremos construir un sistema de liberación.
No queremos personería jurídica.
Queremos ser dueños de nosotros mismos…”.
Ligas Agrarias Chaqueñas, 1975.
La imaginación al poder
―En 1968 —escribía uno de los protagonistas de las jornadas revolucionarias en París, Daniel CohnBendit33— el planeta se inflamó‖. Surgía una consigna universal. Tanto en París como en Berlín, en
Roma o en Turín, la calle y los adoquines se convirtieron en símbolos de una generación rebelde,
que ingresaba a la vida pública.
El acontecimiento de las Ligas Agrarias no es ajeno al proceso mundial de una ―gran
cultura de resistencia que surgió en respuesta al imperialismo hasta convertirse en lo que, en el siglo
XX, se llamó ―nacionalismo‖ (Said, 2001: 63). Las expresiones de protesta juveniles que se
manifestaron durante la década de 1960 en distintos sitios del planeta mostraron puntos en común
para desarrollar la potencialidad del concepto de ―discurso herético‖ (Bourdieu, 1997).
Hacia fines de la década de 1960 el mundo se encontraba ante profundos cambios
culturales, sociales y políticos. Las luchas de liberación nacional por la autodeterminación
económica y política de Asia, África y América Latina resonaba en el planeta. ―La liberación del
territorio nacional argelino es una derrota para el racismo y la explotación del hombre; inaugura el
reino incondicional de la Justicia‖, expresaba el argelino Frantz Fanon hacia 1957 (1973).
Después de la Segunda Guerra Mundial, ―durante la era de la descolonización, cuando los
imperios británico y francés quedaron desmantelados y Estados Unidos tomó la delantera, dice
Said, estas características no cambiaron‖ (pág. 64).
33
Para Daniel Cohn-Bendit, hay un ―punto esencial‖ que mostró el mayo francés: “…Que es necesario
abandonar la “teoría de la vanguardia dirigente” para adoptar otra mucho más simple, mucho más honestala de la minoría activa que desempeña el papel de fermento permanente e impulsa a la acción sin pretender
dirigir” (citado por FICSO, 1998: 20).
230
Said diferencia el nacionalismo del ―tipo triunfalista, que vemos hoy en día en los Estados
Unidos cuando nosotros –no sé quiénes somos ―nosotros‖- nos pavoneamos de nuestra victoria en la
guerra fría, del derecho a intervenir en los asuntos de Irak o Panamá, y el derecho de lo que Fanon
menciona en su libro Los condenados de la tierra: el nacionalismo que se opone a la colonización y
al imperialismo‖ (pág. 76).
La herencia ―cíclica‖ del imperialismo (al decir de Said, ―un ciclo de historia imperialista
sigue a otro‖ (pág. 78), siguió en Vietnam, aunque comenzó antes en Grecia y Turquía.
―No es fortuito que la guerra de Vietnam haya sido el gran catalizador de la revolución de la
juventud occidental‖ (…) De un golpe, la revuelta estudiantil (Essex, Territorio Libre de la Gran
Bretaña) significaba un rechazo de la política imperialista norteamericana, una solidaridad con el
Tercer Mundo y una crítica de la sociedad de consumo inglesa‖, manifestó el gran novelista
mexicano Carlos Fuentes (citado por FICSO, 1998: 5).
En una entrevista a ex dirigentes de las Ligas Agrarias de Santa Fe, recuerdan precisamente
Vietnam, como acontecimiento sobre el cual se trabajaba en los grupos del MRC:
- En el contexto nacional, en los años ‘70 que veníamos de la dictadura de Onganía, esa dictadura
¿no es cierto? Porque hubo una efervescencia en todo el país...Entonces también nosotros estamos
enmarcados en ese cuadro, además teníamos toda una visión de... en lo global, todo ¿no es cierto?
que también aparecen los triunfos revolucionarios de... Vietnam, yo me acuerdo de Vietnam... (…)
Que lo mas importante, es decir bueno... era un acuerdo que siempre rezábamos por la paz en
Vietnam cando los echaron a los yanquis en Vietnam, ¡ no sabés nosotros cómo rezábamos!.
- ¿Ustedes como movimiento rural trabajaban a partir de ello?
- Sí, sí, siempre se trabajaba... no es cierto decir... bueno en una misa siempre se rezaba por la paz de
un pueblo, por la salud... siempre nosotros nos acordábamos... y Vietnam era lo que más teníamos
¿no es cierto? Teníamos, la información que más llegaba… (Entrevista a C. y C., julio 2005).
Las protestas de 1968, representadas por el mítico Mayo francés y por la influencia de éste en otros
contextos universitarios (como los casos de California, en Estados Unidos, o México), así como la
conocida primavera de Praga, a partir del segundo trimestre de 1968, se expandieron
territorialmente en la difusión de las ideas y particularidades con que se manifestó en las diferentes
realidades sociales, donde el desencadenante fue la reacción a la guerra de Vietnam y la lucha por
los derechos civiles, en el año de la muerte de Martin Luther King y de Robert Kennedy, y de las
manifestaciones juveniles en la República Federal de Alemania, la huelga general en Roma, o las
tímidas protestas estudiantiles en la España gobernada por el general Francisco Franco. En el
mundo socialista los sucesos de la primavera de Praga, o en las sociedades en vías de desarrollo,
231
como las manifestaciones en Argentina contra la dictadura del presidente Juan Carlos Onganía (el
llamado Cordobazo) o el trágico desenlace de las protestas estudiantiles en México con los sucesos
de Tlatelolco del 2 de octubre, esas ideas fluían.
En el campo latinoamericano, este ciclo de movilizaciones involucró a una heterogeneidad
de actores: campesino/as y colonos, jóvenes de la acción católica de procedencia urbana y
sacerdotes de la línea tercermundista.
El movimiento estudiantil en Argentina, tanto en las ciudades como en el campo, mostraba
también su dinamismo. Durante el gobierno de Illia, desde los centros de estudiantes de la UBA y la
FUA34 se organizaron movilizaciones contra el envío de tropas argentinas a Santo Domingo ante la
invasión norteamericana de 1965.35
Comenzaba así un ciclo de protestas que se desarrollaría hacia 1966 en Tucumán con la
Marcha del Hambre producida en el marco de las políticas del gobierno de facto de Onganía que
provocaron el éxodo masivo de tucumanos. En la ciudad de Córdoba se conocen con el nombre de
―Cordobazo‖36.
El proceso que animó la lucha de los agricultores en la década de 1970, las acciones
antiimperialistas y antimonopólicas que transformaron el repertorio de acciones de estos sujetos y
permitieron radicalizar las reivindicaciones económicas de las Ligas, hacia un ―reformismo
revolucionario‖ (Gorz) fue interpretado en el marco de ese clima de época. El proceso de
radicalización del movimiento liguista que aconteciera a poco de su des-enlace, puede
comprenderse mejor al interpretar la Teología de la Liberación como ―exterior discursivo‖ (Laclau
y Mouffe, 1987) que introdujo la Igualdad (de los hombres ante Dios) como marco de la acción
colectiva, aunque resignificada por el movimiento liguista en las posibilidades de alcanzar una
igualdad terrenal. La ―distorsión‖ (Rancière, 1996) se instala como momento eminentemente
político.
34
El VII Congreso de la FUA en octubre de 1965 planteaba: ―Apoyo estudiantil a los sectores populares en
lucha por el mejoramiento de sus condiciones de vida y la supresión del régimen de explotación y
dependencia en el camino de la liberación nacional‖ (Morero et al, 1996: 25, citado por FICSO, 1998).
35
Más tarde aconteció la llamada ―Noche de los bastones largos‖ en 1966, en que la Universidad pública
fuese intervenida y sus profesores y alumnos vulnerabilizados por la violencia estructural del régimen.
36
A mediados de mayo de 1969, muere asesinado por la represión el estudiante Juan José Cabral en
Corrientes, tras lo cual acontecerían el Rosariazo y el Cordobazo.
232
La igualdad y la distorsión
―En mi diócesis (Goya) (…) cuando llegamos al tema `trabajo´ (…) un grupo de hombres que eran
líderes decidió agarrar la sartén por el mango, porque estaban en un momento difícil que venía de
mucho tiempo la venta del tabaco era injusta. Los acopiadores tomaban un tabaco de primera o
segunda, que son las hojas más grandes, le tomaban como de cuarta, porque los campesinos que
tenían una hectárea nomás, por ejemplo en un carro le entraba toda la producción de un año. Y
venían con su carro hasta arriba, y lo que había costado todo un año de trabajo a toda su familia, el
acopiador se lo hacía sonar en un rato. Le abría las bolsas, le tiraba las hojas, le decía: `esto no sirve,
esto no sirve´. Y era así, lo mandaba de vuelta con tres pesos. Entonces el campesino, como el
acopiador tenía el almacén donde le había fiado, resulta que siempre quedaba con deuda. Entonces,
ese año ´66 organizamos un movimiento que fue hermoso, a la cabeza estuvo Monseñor Devoto (…)
Me acuerdo que se hacían reuniones donde venían los campesinos más chiquitos, los productores
más pequeños, y estaban las autoridades del tabaco, el Instituto Provincial del Tabaco que eran los
capos máximos en la provincia (Corrientes) de la comercialización del tabaco, el Banco de la
Provincia. Hermosas reuniones entre los grupos de poder, la dirigencia provincial y los plantadores
de tabaco, los empresarios y los pequeños. Y yo me acuerdo que en esas reuniones, hombres pobres
se paraban, hombres que no sabían hablar, que nunca se habían enfrentado con empresarios como los
que tenían adelante. Un hombre ser paró y dijo: `Yo quiero saber una cosa, ¿cómo es posible que
trabajemos todo el año y terminé este año con deuda otra vez? Yo le quiero preguntar a estos señores
cómo esto es posible‖. (Entrevista realizada a la maestra y ex dirigentes de las Ligas Correntinas,
Norma Morello, por Diego Dominguez y Marcos Flores, 1997).
Con la palabra, aquel campesino -que pertenece a la clase de los ―incontados‖, con los que no es
necesario discutir puesto que ―no hablan‖ porque son ―seres privados de logos, es decir, de
inscripción simbólica‖ (Rancière, 1996: 38)-, instituía una distorsión en la comunidad. Y allí hace
su aparición la política, en el encuentro de una ―lógica policial‖ (la ley generalmente implícita que
define la parte o la ausencia de parte de las partes, un orden de los cuerpos que define las divisiones
entre los modos de hacer, los modos del ser y los modos del decir) y una ―lógica igualitaria‖
(igualdad de un ser parlante con cualquier otro ser parlante), en términos del filósofo francés.
La palabra manifiesta dice Rancière. ―Lo que manifiesta la palabra, lo que hace evidente
para una comunidad de sujetos que la escuchan, es lo útil y lo nocivo, y, en consecuencia, lo justo y
lo injusto‖ (Rancière, 1996: 14; subrayado del autor). La política existe a partir de un principio, la
igualdad. La Teología de la Liberación, habilitó con su discurso de la Igualdad entre los hombres la
introducción de la distorsión en la comunidad, en una lógica de desplazamiento de discursos.
233
Ahora, ¿cómo ha sido posible que los campesinos deslizaran el discurso de la Igualdad de los
Hombres ante Dios en una Igualdad terrenal? ¿Qué lógica animó ese proceso?
Esa interpretación teológica cristiana de la liberación o salvación que recurre a teorías
sociales, políticas y económicas, fue empleada por primera vez en Latinoamérica a finales de la
década de 1960 por Rubén Alves y Gustavo Gutiérrez para describir una perspectiva teológica que
sugiere dimensiones sociales y políticas para el concepto de salvación.
El momento fundacional de esta escuela de pensamiento teológico tuvo lugar en el
transcurso de la II Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM),
celebrada en 1968 en Medellín. En sus documentos finales aparecía la preocupación por la
repercusión de la creciente pobreza estructural, que fue considerada como un desafío para el amor y
los intereses cristianos, así como un indicador de las formas en que la fe cristiana se ha utilizado y
se sigue utilizando para legitimar estas condiciones de opresión.
El MRC fue un proceso latinoamericano que animó la creación de ligas campesinas en
países con una elevada población rural como Paraguay, las llamadas Ligas Cristianas Paraguayas,
y las Ligas Campônesas en Brasil, en la década de 1950. Las primeras Ligas Paraguayas fueron
fuente de inspiración de las ligas argentinas.37
En la Conferencia Latinoamericana del MIJARC (Movimiento Internacional de la Juventud
Agraria y Rural Católica creada en 1954 con sede en Bélgica) en Chile en 1969 comenzaba a
manifestarse una batalla por el uso de algunos conceptos para definir la realidad latinoamericana. A
modo de ilustración, la ―Respuesta del Movimiento para el Tercer Mundo a la Comisión
Permanente del Episcopado Argentino‖ (1970) se dice:
―No hace mucho tiempo algunos se enojaban cuando hablábamos de ―estructuras‖; luego el
Episcopado Latinoamericano habló de ―cambios rápidos y profundos de estructuras‖. Hasta hace
poco no gustaba la palabra ―liberación‖, pero esta palabra ha sido usada por Medellín y por el
Episcopado Argentino. Lo mismo sucede ahora con la palabra ―revolución‖ que, sin embargo,
comienza a ser usada dentro y fuera del país por muchos Obispos. (…) Sucede que no somos los
dueños de las palabras. Aún cuando nos disgusten entran en uso y no podemos, con un decreto o una
declaración ponerlas automáticamente en ―desuso‖. Más valiera decidirnos, una vez por todas, ser
fieles a la lectura de los signos de los tiempos y acompañar evangélicamente este proceso de las
palabras que es signo del proceso mismo de la historia‖ (citado por Ferrara, 1973: 33).
37
Esta reflexión intenta superar la interpretación de Bartolomé cuando afirma que ―los ´parientes´ más
próximos del colono misionero no se encuentran entre los campesinos bolivianos o los del nordeste de Brasil,
sino entre los farmers norteamericanos que generaron una de las formas ´clásicas´ de populismo agrario y
entre los de las praderas canadienses, base de la Commonwealth Cooperative Federation‖ (pág. 50).
234
Para Lasa (1984), ―el mito de la `comunidad agraria´ fue resemantizado por el movimiento rural
intentando tornarlo compatible con los discursos políticos `progresistas´ que inundaban la sociedad
por aquellos años, imaginando la proximidad de la transformación revolucionaria‖ (pág. 15).
Ese ―exterior discursivo‖ a partir del cual el discurso de la subordinación pudo ser
interrumpido actuó como una fuerza con poder subversivo que permitió desplazar la igualdad y
liberación ―cristianas‖ al dominio de las relaciones establecidas entre pequeños y grandes
productores o monopolios, en lo que Laclau y Mouffe (1987) definen como la lógica del
desplazamiento.
Territorialidad
Territorialmente, el proceso de difusión del movimiento que se expandió por todo el nordeste y en
sus momentos finales en la Pampa Húmeda, sin embargo, no penetró en la región del Noroeste
(NOA)38. Esta era caracterizada por formas y relaciones de producción ―atrasadas‖ o
―tradicionales‖, en cambio el Nordeste, era una región de colonización más reciente y en la que se
concentraba un alto porcentaje de explotaciones agrícolas familiares (Bartolomé, 1982: 28).
Uno de los interrogantes claves, a mi entender, para comprender el surgimiento y los
marcos de significado del movimiento liguista consiste en preguntarnos por qué las ligas no se
expandieron a la región del NOA o a la región patagónica. Según Ferrara (1973), ha incidido en la
territorialidad que el movimiento rural se haya fortalecido en el nordeste debido a que en esa región
se encontraba un 75% de minifundios ocupando el 9% de las tierras, y el MRC haya decidido
trabajar sólo con los agricultores. Si bien en San Miguel de Tucumán se había creado un
Secretariado del Noroeste, cuya acción se desplegaba hacia Salta y Jujuy 39, en esta región el MRC
trabajó más con los obreros rurales (pág. 17). Según mi interpretación, el rol que en el nordeste lo
38
Comprende las provincias de Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero y Catamarca.
39
El resto del país se dividía en cinco zonas: Bonaerense (La Pampa y Buenos Aires); Pampa Central
(Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) Nordeste (Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes y norte de Santa Fe y
Entre Ríos); Cuyo (Mendoza, San Luis y San Juan) y Patagonia (sur) (Ferrara, 1973: 24).
235
cumpliera el MRC, le cupo en la región del Noroeste a los partidos revolucionarios anticatólicos y a
los sindicatos rurales40.
Archetti (1988) referencia las tensiones que el MRC en el norte de Santa Fe encontró al
intentar integrar a los distintos actores del mundo rural (productores, asalariados, arrendatarios, etc.)
a su trabajo de evangelización. Una circular que distribuye la parroquia de Avellaneda entre sus
fieles remite a la ―imagen ´ideal´ de un colono sobrio, austero, ahorrador, trabajador sin descanso,
buen cristiano y buen padre o madre de familia‖ (pág. 451) y los contrastes con el mundo ―moral‖
de los ―criollos‖, que no tienen morada fija, y tal vez, en esta imagen podemos encontrar indicios de
la opción racional de la Iglesia por el agricultor:
―Empezó la cosecha de algodón. Esto significa mucho trabajo para vosotros, fruto también de la
bendición de Dios, que atrae a la parroquia a muchos cosecheros. Os pido que ofrezcáis a estas
personas un ejemplo de hogar verdaderamente cristiano, viviendo unidos en el amor. Ofreced
ejemplo de comprensión y de paciencia cristianas, teniendo en cuenta que se trata de personas que no
tienen cultura ni formación religiosa. A menudo son familias constituidas ilegítimamente, ni tienen
morada fija. Hay que ser prudentes, pero no desconfiados y menos hostiles. Ellos también sufren
muchas injusticias y casi nadie se interesa por ayudarlos. Pedirán que seáis los padrinos de sus hijos,
pero no es posible admitirlos enseguida al Bautismo, porque no saben lo que piden y el compromiso
que contraen con la Iglesia. Hay que prepararlos mediante algunas conversaciones. Hay catequistas
para eso, pero es obligación de todos, delante de Dios y de la Iglesia, de instruirlos en la religión
cristiana. Confío que estas personas volverán otro año, no sólo atraídas por la justa remuneración
sino también por haber encontrado una familia ejemplar y una acogida cristiana‖ (citado por
Archetti, 1988: 452).
La difusión del movimiento fue posibilitada, pues por dos motivos fundamentales: la opción del
MRC de trabajar con agricultores pequeños y medianos; y la apropiación territorial que del NOA
realizaron los grupos de izquierda revolucionarios que lograron la identificación de los obreros
rurales y pequeños cañeros, relativizando de este modo la hipótesis de territorialidad del MRC.
De todos modos, aunque en menor medida, el obrero participaba de las asambleas de las
colonias. Como recuerdan los entrevistados:
40
Véase al respecto el libro de Seoane, María Todo o Nada, Buenos Aires, Ed. Planeta, 1991. También mi
Tesis de Maestría, Nómades sin tierra. De hombres y mujeres poblando León Rougés en tiempo de zafra y
migraciones, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2002.
236
- Participaba el cosechero de algodón, el chalador de cañas, el tarefero de Misiones... ¿no es cierto?
-¿Iba a las reuniones de colonia el obrero?
-Iba a las reuniones de colonia, porque nosotros ya en ese entonces el planteo lo hacíamos que...eh...
la pelea no es el patrón y el obrero... la pelea se da a otro nivel... nosotros somos los... el productor
es el anteúltimo y el último era el cosechero, el que se perjudicaba dentro de la cadena. Y que no
podía ser que los dos últimos eslabones se estén peleando...Entonces decíamos ―Peleemos todos
juntos por la mejor reivindicación y también las mejoras reivindicaciones laborales‖.
- ¿Y pudieron articularlas o...?
- Y muchas cosas se pudo, no es cierto, nosotros peleamos en ese entonces por el pago de salario
familiar directo... cosa que antes lo tenía que hacer el patrón...al cosechero...
Entonces después el Estado le reintegraba al patrón... por lo general no lo reintegraba... o por lo
general el patrón no lo pagaba. Entonces, nosotros, no es cierto, peleábamos que eso venga directo,
por el correo... como se pagó hasta ahora por el banco... (Entrevista a ex dirigentes de las ULAS,
julio 2005).
Otro dato interesante es la expansión de las Ligas ubicadas en la periferia, al centro, la Pampa
Húmeda a mediados de 1973. Fue el Parlamento Agrario de Lincoln al que asistieron alrededor de
5.000 representantes de Buenos Aires, Chaco, Santa Fe, Misiones, E. Ríos, Santiago del Estero y
Corrientes, el acontecimiento que trascendió la esfera regional. En el mismo las declaraciones de los
dirigentes Lovey de ULACH y Peczak, del MAM fueron transcriptas por El Mundo del 27/8/1973:
―El Parlamento es un paso hacia la liberación (…) Nos han querido hacer creer que en la Pampa
húmeda los agricultores viven bien y no tienen problemas. Pero hemos visto que aquí también hay
familias campesinas que sufren el yugo de la explotación‖.
El diario transmite que Péczak ―enfatizó la difícil situación que viven los minifundistas y la
necesidad de expropiar a los grandes terratenientes‖.
Bajo el título ―Las Ligas agrarias llegaron ya a la pampa húmeda‖, El Cronista Comercial
del 27/8/1973 publica una extensa nota sobre la significación del Parlamento Agrario de Lincoln.
La nota describe la situación de los tamberos:
237
―Los tamberos medieros de la provincia están sometidos, por una parte a sus `asociados´, en la
explotación, que no les suministran viviendas dignas y por la otra sus ingresos son seriamente
limitados por las usinas, que determinan los precios consultando tan sólo los intereses de productores
mayores que, como es lógico, requieren niveles menores para obtener rentabilidad de sus empresas.
Es muy cierto que lo que los tamberos medieros requieren actualmente no es rentabilidad, sino un
nivel de ingresos que les permita enviar a sus hijos a estudiar –por supuesto –por supuesto el plnateo
de estos modestos productores alude a la enseñanza primaria- o poder atender adecuadamente la
salud de los suyos. Por otra parte los créditos rara vez contemplan las posibilidades de tan modesto e
empresario´ (…) Es así como hombres, mujeres y niños en la misma Pampa Húmeda que tantas
riquezas ha generado, deben levantarse a las 3.30 diariamente en toda la época del año sea cual fuere
el tiempo, esté inundado o no, tan sólo para subsistir.‖
El ―fantasma‖es advertido desde los medios de comunicación nacionales con incertidumbre:
―En definitiva, los sectores gremiales tradicionales de esperan que el movimiento de las ligas agrarias
no logre penetrar entre los productores de la Pampa Húmeda. En primer lugar, el movimiento carece
de una organización estable que mantenga constantemente activa a la base: las ligas son muy aptas
para manejar un clima de catástrofe o conflicto, pero cuando la circunstancia crítica desaparece, los
dirigentes y sus bases se aquietan. De cualquier modo, el creciente impulso del movimiento de ligas
agrarias es un dato que no conviene ignorar si se desea tener un panorama adecuado de la actualidad
política del país‖ (El Cronista Comercial, 16/8/1073).
El Parlamento Agrario de Lincoln escribe un documento en el cual se exige la estatización del
comercio y la industrialización, con participación de obreros y productores, la expropiación de
grandes terratenientes de capital extranjero y la sanción de una serie de medidas crediticias
impositivas y de precios a favor de los productores que varían de acuerdo con la actividad. (Diario
El Mundo, 27/8/1973).
Las Ligas lograron de este modo esbozar una consigna universal a partir de los marcos de la
igualdad y la explotación. Resta ahora plantear cómo el movimiento fue construyendo al
antagonista.
238
La construcción del antagonista
Precisamente, ese desplazamiento, esas cadenas discursivas son la condición de emergencia de un
antagonismo. El enunciado cristiano universal de la igualdad de los hombres ante Dios al
transformar la relación de subordinación en una de opresión, operó como un enunciado de
activación política y de constitución de identidades políticas antagónicas en la que el límite a su
positividad es el antagonista.
El relato fundante del movimiento liguista se construyó a partir de una acción concreta que
al definir tempranamente al antagonista posibilitó la constitución de una identidad colectiva: las
consecuencias que provocaría la implementación del Plan Agrex-P.A.L -que consistía en la
ocupación y cultivo de casi un millón de hectáreas en Chaco y Formosa por parte de una empresa
norteamericana representada en el país por miembros de la familia del presidente Lanusse (Pedro y
Antonio Lanusse P.A.L)- que implicaría el desalojo de las familias campesinas ocupantes-.
Consecuente con ello es el decisivo control que ejercían los monopolios sobre la comercialización
del algodón, 72% frente al 28% que administraban las cooperativas (Ferrara, 1973: 122). Los
monopolios, caracterizados como “traidores a la patria”, se erigen como los primeros antagonistas
del movimiento.
Según Melucci (1996), la definición del antagonista se encuentra entre los tres elementos
analíticos que, estructuran las ideología de las organizaciones, entendida ―como el conjunto de
marcos simbólicos que los actores utilizan para representar las propias acciones, a sí mismos y a los
otros dentro del sistema de relaciones sociales‖: a) una definición del actor, es decir de sí mismos;
b) una definición de los antagonistas y c) los objetivos colectivos propuestos por dicha
organización. Estos elementos se combinan y estructuran en un sistema de representaciones que
define la posición de los actores colectivos respecto de sus oponentes y de las metas comunes.
Ahora bien, la elaboración simbólica de la acción racionaliza las relaciones sociales de acuerdo a
los intereses de los actores, lo que a su vez provee una representación que intenta legitimar esos
intereses, y que define el campo de relaciones de la acción colectiva (Melucci, 1996: 349).
Los monopolios no son los únicos antagonistas que definió el movimiento a lo largo de su
existencia. En ese lugar también se erigieron, los industriales, el Estado, y los sucesivos gobiernos
militares. En efecto, el orden cerrado de las dictaduras sirvió para cohesionar al movimiento,
enunciado en el “Que se vayan…” . Durante la vida democrática, las diferencias, diluidas en la
consecución de la lucha contra este antagonista, aparecen allí (¿casualmente?) cuando el gobierno
militar deja el poder. Creo que no es casual la ruptura del MAM en ese contexto en que el gobierno
toma algunas de las ya repetidas reivindicaciones que el movimiento levantó en sus inicios.
239
Tampoco lo es el cambio suscitado en el Estatuto, ―ante el temor de los nuevos dirigentes a que el
MAM fuera copado por los partidos, en el artículo Nº 1 que agrega: ―La organización se mantendrá
al margen de toda política partidista…‖ (Golsberg,. 1999: 44).
Respecto a la conformación de los marcos culturales, hemos señalado hasta ahora que hubo
una apelación a valores universales que pueden ser compartidos por otros sujetos (obreros) 41, como
ser, la justicia, la educación ―liberadora‖, la reforma de la tierra. Esta operación, que vincula lo
particular con lo universal, sostiene Melucci (1996), es un mecanismo esencial en la construcción
de marcos de significado que realizan los actores, que les provee de legitimidad, ya que los
convierte en los verdaderos intérpretes de la ‗cierta totalidad‘ portadora de atributos positivos en lo
cultural, político y moral. Mientras que por el otro lado, los antagonistas poseen vínculos negativos
con esa totalidad (pág. 350)
La Marcha hacia el norte de la provincia para tomar posesión simbólica de la margen sur
del río Bermejo, plantando banderas argentinas e inscribiendo lemas chaqueños en los árboles e
invitar a los co-provincianos formoseños a imitar esa acción, bajo la consigna “Patria sí, Agrex
no”, presentaba una continuidad con la lucha de los colonos chaqueños en 1930.
La construcción del antagonista -el monopolio, el Estado, los industriales y los gobiernos
militares- enmarcarán las prácticas antiimperialistas de los actores en una época marcada por la
oposición dependencia-libertad. Dicho período estará signado por una reformulación de los
objetivos de lucha, incluidos la democratización de la tierra.
El sentimiento antiimperialista o antimonopolista no se puede interpretar como un
componente racional o instrumental, sino que estuvo signado por una lógica sentimental que
moldeada por los valores del Estado- Nación, el nacionalismo y el patriotismo, definió el
amigo/enemigo en base a una memoria de lucha contra los monopolios algodoneros de 1930.
Sobre las posibilidades de enunciación del discurso herético: comunidad política, doxa y
heterodoxia
La comunidad al estar dividida por el litigio que instalaron los seres ―incontados‖ (Ranciere, 1996),
comenzaba a existir como comunidad política.
El movimiento al construir una sólida identidad colectiva que aglutinaba a los agricultores
despertó una profunda solidaridad e identificación en la familia rural logrando un involucramiento
41
Otero (2004) menciona la paradoja señalada por Martínez Alier (1977) para el caso de los campesinos y los
obreros agrícolas peruanos. Éstos luchaban por la tierra y aquéllos por la sindicalización.
240
de la comunidad y construyendo un poder, aquél ―que mantiene la existencia de la esfera pública, el
potencial espacio de aparición entre los hombres que actúan y hablan‖ (Arendt, 1998: 223)..
Las fronteras entre la vida doméstica (imperio de la necesidad) y la vida pública (imperio de
la libertad, la igualdad y la justicia) ya no aparecían como entidades separadas e independientes.
―Lo que mantiene al pueblo unido después de que haya pasado el fugaz momento de la acción y lo
que, al mismo tiempo, el pueblo mantiene vivo al permanecer unido es el poder‖ (Arendt, 1998:
224).
Como recuerda C., en las asambleas de colonia, como prolongación de la tradición de las
asambleas del MRC, participaba toda la familia, promoviendo de este modo un proceso de
democratización familiar importante y la pervivencia del poder:
―Era una de las organizaciones dentro del frente... la más fuerte en base... porque participaba
el hombre, la mujer, el hijo, la hija, todos... o sea, era la familia, querida, nosotros... yo me
acuerdo en mi zona éramos como 50.. .
- En las asambleas
- En las asambleas de Liga, de base
- ¿Y cuándo se hacía eso, mensualmente?
- ¡Oh! Se hacía una reunión por semana
- Ah, por semana
- Sí, a veces dos veces... según. O sea, según la... ¿no es cierto? Llegaba la época de la
discusión, por ejemplo, la cosecha del algodón... bueno, eso era... y vamos, y vamos...
vamos porque había que hacer la cosecha del algodón... No permitir que los hilanderos
traigan fibra de afuera, pelearse con el gobierno nacional e ir a Buenos Aires. ...
Nosotros aquí en Santa Fe lo tuvimos al gobernador sentado en el palco, donde le decíamos
las cuotas. Y en Sáenz Peña se lo tuvo a Alejandro Agustín Lanusse siendo el presidente de
la República... O sea, convocábamos, teníamos poder, teníamos fuerza, teníamos empuje.
- ¿Y cómo lograron hacer ese poder...? ¿cómo lograron que se constituya en una multitud?
- Y yo creo que... diciendo la verdad... peleando por lo justo...(…) por eso se da el golpe
militar... Para quitarle el poder a la gente... (…)
―… Quisiera agregar que en ese tiempo, como él dice que se reunía toda la familia... se...
pero son treinta años para atrás... treinta y cinco... ¿eh?... las familiar estaban en el campo, y
familias que tenían ocho, nueve hijos... hoy eso no está... O sea, hoy el campo eh...despacito
se fue despoblando con la política de los gobiernos, hoy encontrás mucho... o quedaron los
dos viejos... solitos, solitos... o cantidad de taperas, decimos nosotros, que quedó la casa
sola... abandonada. O sea, esa es una cosa muy distinta hoy en el campo... aquella vez,
241
existía la familia, había mucha gente, había mucha juventud... hoy no, hoy es otra cosa... Y
el costo de producción lo discutían en las reuniones de colonia. En las reuniones de colonia
era bueno... el precio, cuánto salía por hectárea arar, cuánto salía la sembradora por
hectárea.. .yo me acuerdo eso, en cada colonia tenían que ver si estaban de acuerdo con tal
precio y cuánta ganancia quería cubrir‖ (Entrevista a ex dirigentes de ULAS, julio 2005).
Los cadres intelectuales del movimiento fueron la/os jóvenes, tanto la/os hija/os de los colonos
como algunos provenientes del MRC de las ciudades. Algunas mujeres se destacaron por su
aparición en la esfera pública provocando un cambio cultural importante. Desde una perspectiva de
género, hurgar en la historia de la participación de las mujeres en el movimiento liguista nos
enfrenta con una limitación basada en la ausencia de este enfoque en los trabajos que hemos tomado
como fuentes de consulta. Más aún, detrás de la generalización de las ―familias agrarias‖ se oculta
la participación de la mujer subsumida a su rol al interior de la familia. Stolen (1996) en su estudio
sobre Santa Fe afirma que eran las mujeres solteras las que militaban directamente, dato que se
corrobora en las entrevistas y fuentes consultadas. Lo que no es posible afirmar es si fue la doctrina
fundada en la teología de la liberación la que convalidó el pasaje de tránsito de la mujer del ámbito
doméstico a la militancia agraria o confluyeron otros procesos (Ferro, 2005).
Creo que intervinieron ambos procesos, aunque con diferentes grados de intensidad: la
―equidad de género‖ que propiciaba la doctrina en las colonias –al menos, desde el discurso- a pesar
de las constricciones que las prácticas religiosas tradicionales imponen sobre las mujeres y sus
cuerpos en el seno de una institución patriarcal, aunque incentivado en el espacio de participación
de las colonias más que en la esfera pública; por otro lado, el clima cultural de época que
impregnaba a las hijas de la/s colona/os.
El relato de la maestra Norma Morello es ilustrativo de la rebeldía de una mujer al ―destino‖
que la sociedad patriarcal le imponía:
―Lo importante de ese movimiento, es que se organizó, se planificó para crear cuadros y para llegar a
todo el pueblo, lo fundamental era eso. Cuando yo lo conocí en un curso, fui porque yo era una
cristiana militante. Siempre yo tuve esa inquietud de que había algo más que ese sentimiento del
pueblo: que las chicas teníamos que casarnos y hacer las compras, y tener hijos, etcétera. Y entonces
todo el destino de las mujeres terminaba ahí. Yo quería encontrar algo que vaya más allá, porque
me sentía muy vacía en ese medio donde todos los hombres se dedicaban a criticar a las mujeres y
los valores estaban bastante corrompidos. Entonces me fui a ese curso‖ (Entrevista, 1997; el
subrayado es mío).
242
A pesar de la impronta eminentemente masculina del lema liguista “No hay hombres sin tierras ni
tierra sin hombres”, lo cierto es que las Ligas habilitaron nuevos espacios para la participación
política de las mujeres que pudieron llegar por primera vez en la historia política de la/os colona/os
a emitir sus discursos en el espacio público colonizado por los varones.
Respecto de la dimensión etaria, prácticamente toda/os la/os jóvenes entre 20 y 30 años
realizaron los cursos del MRC.
―El núcleo de dirigentes que hoy orienta las Ligas Agrarias está compuesto por hijos de de esos
mismo colonos que, a diferencia de sus padres, reciben hoy la herencia de un campo en completa
decadencia. Son las primeras generaciones de criollos, con una educación diferente a la de sus
padres, que comprenden con claridad que es necesario una transformación total para que la región
nordeste deje de ser marginal a la economía del país‖ (Documento ―El campo de Pie‖, Ligas Agrarias
Chaqueñas, Sáenz Peña, 1971, citado por Rozé, 1992: 42).
Sin duda, el clivaje de género y generacional es fundamental para comprender la emergencia y
consolidación de las Ligas así como su des-enlace final. Una juventud que por esa condición de
―recién llegados al campo y disponer de menos capital,‖ (Bourdieu, 1990: 137) logró construir un
discurso herético. La acción subversiva de los jóvenes dirigentes de las Ligas Agrarias revirtió el
estado reprimido de la doxa, tácitamente consensuado en el campo hegemonizado por la FAA.
La acción política pretende introducir representaciones que transforman el orden social.
Bourdieu (1982, 1997) refiere a los discursos dirigidos a la acción política que proponen nuevos
significados capaces de ejercer un efecto político de desmentido del orden establecido, en términos
de ―heréticos‖. Opuestos a la ortodoxia, movimiento que intenta ―detener, en cierto modo, el
tiempo, la historia y vuelve a cerrar el abanico de los posibles‖ (Bourdieu, 1997: 208), el discurso
herético a partir de una exposición preformativa a través de la construcción de una utopía, proyecto,
plan, programa, al modificar esperanzas y expectativas, ―tiende a abrir el porvenir‖.
Bourdieu atribuye a estos discursos la función de ―disparadores o detonantes simbólicos‖
capaces de cuestionar el orden simbólico establecido que construye una lógica de dominación al
naturalizar las arbitrariedades culturales, demostrar el malestar de las ―minorías‖ (Foucault, 1980;
Deleuze y Guattari, 1982), y de ratificarlos mediante la explicitación o publicidad.
En este sentido, los ―movimientos heréticos‖ desatarían batallas simbólicas, que
subvertirían el orden simbólico para lo cual es necesario crear un nuevo lenguaje, diferente en este
caso al lenguaje religioso. Las concepciones bourdianas nos permiten de este modo, comprender la
construcción de nuevas identidades de acuerdo a los principios de división del mundo y constitución
de grupos separados productores de nuevas representaciones que cobran visibilidad.
243
El discurso para Foucault sólo cobra sentido en la trama histórica surge en ese contexto, es
parte de él y colabora con su creación y por otro lado, su capacidad preformativa de construcción de
subjetividad. El discurso herético en cuanto subvierte las categorías de percepción, ayuda al cambio
social aunque no lo agota. Para Foucault, el discurso es un elemento en un dispositivo estratégico de
relaciones de poder que surge en ―contra de‖, ―a favor de‖ o ―en respuesta a‖.
Pero, si bien la juventud42 liguista logró desafiar el poder del campo gremial, que había
venido acumulando capital simbólico en luchas anteriores, las voces de la herejía expulsadas ahora
al vacío debían encontrar otro cuerpo para expresarse, un ―cuerpo pagano‖ (Rancière, 1993).
A mediados de 1972, en la XXV Asamblea Plenaria de la comisión Episcopal Argentina la
Iglesia resuelve quitarle al Movimiento Rural la pertenencia a la Acción católica, prohibiéndole
además su uso.
Ya antes, en Santa Fe el obispo Iriarte les había prohibido asistir a un encuentro de las Ligas
en Resistencia. Así relatan los ex dirigentes entrevistados el proceso de ruptura:
―Entonces después pasamos a ser un gremio. Y esa fue la ruptura que tuvimos inclusive acá en el
norte de Santa Fe con el obispado, porque Arturo Deán, era delegado del movimiento rural junto con
otra chica que era D. C., entonces.. ellos visitaban los movimientos rurales, así y llevaban las
propuestas de la diócesis y todo. Entonces, el Chaco lanza esto y nos juntamos todos cuando fuimos
a ese encuentro en Resistencia. Entonces el obispo de acá que era Iriarte dijo: ` O se van o se
quedan´, y nosotros dijimos: `Nos vamos´. Nosotros nos vamos... incluso al encuentro, nos prohibió
que nos vayamos, entonces ahí, es lo que yo te digo, llegaron perteneciendo al movimiento rural
junto con la diócesis y había otra gente que llegaron con el movimiento rural respondiendo al
obispado... Porque nosotros en ese encuentro en Resistencia, no teníamos... estaban los obispos...
estaban Monseñor Distéfano que era de Sáenz Peña que estaba con la gente de las Ligas, él hablaba
desde los palcos; estaba Monseñor Devoto que era de (no entiendo), estaba Monseñor Kemerer que
cero que era de Posadas o de Oberá, de Posadas me parece que era... no, de Oberá. … que era de
Formosa y; lo teníamos a Brasca que era de Rafaela... eh... o sea, que nosotros teníamos Ligas
42
La reflexión de Jean-Paul Sartre en 1968, resulta en este contexto, de una universalidad brillante: ―Sea cual
sea el régimen, a los estudiantes que son jóvenes, que sienten que todavía no han entrado en el sistema que les
han preparado sus padres y en el que no quieren entrar, lo único que les queda es la violencia. Dicho de otro
modo, no quieren concesiones, no quieren que les arreglen las cosas, que se les satisfagan pequeñas
reivindicaciones para, de hecho, acorralarles y hacerles seguir las reglas y hacerles ser, como les decía, dentro
de 30 años, un viejecito utilizado como su padre‖. (Cortesía de Institut des Archives Sonores).
244
Agrarias en el oeste de la provincia... sobre las Eh... entonces ¿no es cierto? Los obispos avalaron
esto... el único que no avaló fue Iriarte en Santa Fe‖ (Entrevista a ex dirigentes de ULAS, julio 2005)
La experiencia de Corrientes, en el relato de Norma Morello muestra otra arista del problema: los
límites con los que chocaba la experiencia, la brecha entre la teoría y la praxis.
―Reflexionamos durante el tema trabajo durante dos años. Después pasamos al tema familia. (…) Lo
que se buscaba era la maduración personal de la gente. Al comienzo, cuando teníamos la cosa
indefinida, cuando hablamos de promoción de la comunidad, de qué es una vida digna, cuáles son
las necesidades que tenemos que cubrir, cómo podríamos alcanzar lo que presentábamos como ideal,
cuál es el deber ser…Vimos lo que es, entonces hacíamos un juicio y veíamos cuál es la situación
ideal, cómo debe ser nuestra familia, cómo debe ser el trabajo para la persona, ello fue muy
importante. Pero cuando ellos veían que eso nunca iba a llegar en su comunidad, se mandaban a
mudar. Entonces los mejores líderes del comienzo del movimiento se fueron a la ciudad y eso fue un
tiempo de gran angustia. Entonces, a raíz de so, creo que fue surgiendo toda una cosa de frustración,
al mismo tiempo que el movimiento se fue radicalizando. Nos vino la frustración que con ese método
no lográbamos más que se mande a mudar la gente que valía. Porque nosotros no podíamos
responder a sus necesidades‖ (…) Y en el ´69, ´70 ya empezó a madurar la necesidad de organizarse
a nivel de respuesta y a nivel de reclamo. Tanto que en el ´71 ya surgieron las Ligas Chaqueñas‖
(Entrevista realizada a la maestra y ex dirigentes de las Ligas Correntinas, Norma Morello, por Diego
Dominguez y Marcos Flores, 1997).
Sobre el des-enlace de la comunidad política
El deslizamiento de un movimiento gremial a un proyecto político universal supuso un proceso de
radicalización que instaló conflictos y divisiones al interior de las diferentes ligas. Como vimos, en
el MAM, con la discusión sobre la identidad del movimiento (entre ser gremio o movimiento
―popular‖) y el triunfo de esta última.
La declaración de uno de los dirigentes de las LACH denota el camino a la autonomía:
―Las ligas son un movimiento de masas propio de los campesinos en la Argentina. Un movimiento
que no está dentro del sistema porque lucha contra él. En vez de un sistema de explotación y
opresión, que hay que destruir, nosotros queremos construir un sistema de liberación. No queremos
personería jurídica. Queremos ser dueños de nosotros mismos‖ (Reportaje al dirigente Carlos Píccoli,
para revista Comuna Nº 8, noviembre 1972, citado por Ferrara, 1973: 190).
245
El proceso sin retorno a la radicalización de las Ligas se inicia, nuevamente, como lo fue con el
grito de Alcorta, con la distorsión que emerge a partir del sentido de la tierra, tal como aparece en
estas declaraciones:
5) Apoyados en los principios del cristianismo de que la tierra es un bien de trabajo y no de
lucro, sostenemos que la propiedad de la tierra no puede ser de uso común (...) La tierra debe
ser inembargable y su reglamentación para enajenarla debe impedir la concentración en
manos de unos pocos como ocurre actualmente.
6) Reafirmamos nuestra posición de expropiación de los grandes latifundios como los de Bunge y
Born, Noetinger Lepetit y otros, pues no cumplen la función social y económica que corresponde
que dichas tierras sean sometidas a los planes de colonización y su posterior entrega a los
campesinos y sus hijos necesitados de tierras. También son objeto de tratamiento las leyes
previsionales, los créditos y las leyes de emergencia agropecuaria (Diario El Territorio s/f; el
subrayado es mío).
Respecto de las expropiaciones de tierras, las ligas campesinas 43 han sido la punta de lanza del
movimiento; no obstante, las ligas del Chaco, Misiones y Santa Fe44 han profundizado en esta
problemática allí donde podemos ubicar los comienzos de la radicalización:
43
Cito algunas notas periodísticas a modo de ilustración: ―Alrededor de cinco mil campesinos vendrán a la
concentración de mañana‖, anunciaba el periódico La Mañana de Formosa (24/6/1973): ―con la participación
de las ligas de las colonias respectivas exigen la expropiación inmediata de las tierras que acaparan El Ombú
S.A., Pilaga S.A. y Timbó S.A. para dárselas a los actuales ocupantes que son los que desde hace años
realmente las hacen producir‖; ―Inquietud en Formosa por la toma de predios‖, (La Nación 12/7/1973): ―Un
ambiente de inquietud se nota en zonas del interior, con motivo de invasión de campos por parte de
miembros de las Ligas Agrarias Campesinas Formoseñas que en número de cuarenta familias,
aproximadamente tomaron, en uno de los casos, el campo ubicado en jurisdicción de la Misión Tacaaglé (…)
Otras treinta familias invadieron campos en la localidad de Buena Vista (…) Mientras tanto l gobierno de la
provincia dio un decreto por el cual se dispone la revisión de todas las adjudicaciones de tierras otorgadas
desde el 28 de junio de 1966 hasta el 24 de mayo de este año. La medida según informan es para `dar solución
al problema de 5.000 familias de las Ligas Agrarias, a quienes se desea colocar dentro de un plan de
colonización‖; ―Productores Formoseños inician mañana un paro contra la política de tierras‖, (Clarín,
17/10/1972): ―Pequeños y medianos productores de esta provincia nucleados en la Unión de Ligas
campesinas de Formosa cumplirán mañana y el jueves un paro activo como manifestación de desacuerdo con
la política de adjudicación de tierras fiscales a sus ocupantes, reclamando mayor agilidad en la entrega de
títulos y una mayor superficie de los predios‖.
246
―Esa es otra de las cosas que se pedía en la época de la ligas... la expropiación de tierras... Que la
tierra es del que la trabaja. ―Árbol solo‖ fue famoso por la expropiación. El ―Árbol solo‖ era de los
C.
-¿Y se logró... las expropiaciones?
- Pero se logró parar, se logró parar... a base... porque ellos tenían arrendatarios, por ejemplo...
Corrientes eran todos medieros, el mediero es... es un arrendatario... ¿y la tierra de quién es? Del tío
Julio Romero. O de la baja tasa o de... del otro Romero, o del otro Romero...ellos tenían el 80% de la
tierra productiva del país... no van a bajar tasas Romero, y Romero... y todos los enquistados de
siempre... en Formosa teníamos a López. En el Chaco le querían dar a una empresa... esa sí era
multinacional, era AGREX. Esa fue una movilización muy grande que se logró parar. Y bueno, acá
en el norte de Santa Fe no había empresas así ¿viste? porque las tierras estaban todas subdivididas,
más vale si había empresas grandes estaban en la zona de los bajos submeridionales, acá al oeste
-¿Y acá no había grandes terratenientes en esta zona?
- No, no, no. Tampoco había grandes en Misiones... y... en Formosa era el Estado más bien el dueño
de eso. (Entrevista a ex dirigentes de ULAS, julio 2005).
La respuesta a la radicalización del movimiento fue el ostracismo comunitario y la represión:
-Ahí, o sea, la cooperativas despacito fueron este... como rechazando a los dirigentes de las Ligas
-Las cooperativas ¿Cuáles eran las de la Federación Agraria o...?
- No, todas. Asociación de Cooperativa Agraria Que era la que comercializaba todo la producción
(…) No, eran las asambleas, porque hacían asambleas, reuniones y ahí siempre... ahí se notaba el
rechazo que había por las propuestas que hacían... o sea, como usaban de que no... no triunfen la
propuesta de algún dirigente de la liga, ¿viste? era muy claro
44
Al respecto El Cronista Comercial del 27/11/1073 titula una nota ―Santa Fe. Expropian antiguos campos de
La Forestal‖: ―Este fin de semana la Cámara de Senadores dará sanción favorable al proyecto ya aprobado en
Diputados por el que se expropian 80 hectáreas de antiguas instalaciones de recreo y caballeriza de la empresa
La Forestal. El proyecto fue presentado a pedido de las Ligas Agrarias por los diputados radicales Ricardo
Arispe y Raúl Carussi, este último del departamento General Obligado, donde se halla ubicado el preio en
cuestión. Tras la exposición del diputado Arispe, la bancada FREJULI y los restantes sectores se sumaron a la
iniciativa, que resultó aprobado por unanimidad (…) El proyecto faculta para dar esas tierras en uso o en renta
a los actuales ocupantes y a los que se sumen a este grupo inicial para formar una cooperativa agrícola de
producción‖.
247
-¿Y qué pasó con ustedes, empezaron a reflexionar... que qué hacían, cómo... cómo vivieron ese
momento como movimiento?
- Mirá... directamente...(/) y nosotros nos fuimos quedando como todos, o sea, que de tanto... desde
el momento en que la Liga no funcionó, por eso te remarcamos al principio...desde que no entró a
funcionar en la colonia y todo se fue cayendo, porque no fue una cosa, no fue un sello. Entonces
¿viste? como la represión, como la intimidación llegó a las bases.
- ¿Primero a las bases o a la dirigencia?
- Y... no, primero la dirigencia, pero eso bajó, no es cierto... o sea, que mi encarcelamiento de... de, el
referente acá era Dean Funes y el referente del Chaco, que acá se lo conocía mucho, era Quique; y
bueno, estando presos ellos... para nosotros aparte de eso...nos detuvieron alguna otra gente
también...
(…) Nosotros el 11 del ‘76 ya nos fuimos a los montes y...después de eso sale otra lista que yo no me
acuerdo en qué diario la leí, no... todas las organizaciones fueron proscriptas por la dictadura
militar... y aparece la famosa 20840, la ley de prescindibilidad entonces ahí... pero yo recuerdo que
era dos páginas de un tabloide, de un tabloide así, eran de organizaciones que fueron proscriptas... y
estaba la Ligas Agrarias, Federación Agraria (Entrevista a ex dirigentes de ULAS, julio 2005).
Como expresa Bourdieu (1990) en su teoría de los campos, ―en cualquier campo encontraremos una
lucha, cuyas formas específicas habrá que buscar cada vez, entre el recién llegado que trata de
romper los cerrojos del derecho de entrada, y el dominante que trata de defender su monopolio y de
excluir a la competencia‖ (pág. 135).
La nueva estructura de oportunidades políticas posibilitó la aparición en la escena de
actores comprometidos con la conservación del campo (cooperativstas, dirigentes gremiales de la
FAA) que retornan para disputar el capital acumulado.
Tal como Lasa (1984) concluye en su análisis de las LACH para el caso de la vinculación
entre los campo religioso y político (―La laicización, la `politización´ del discurso religioso y el
permanente empleo de la dicotomía `amigo/enemigo´, lo condujeron sin desvíos a cuestionar el
principio fundamental sobre el que se constituye la continuidad de la Iglesia en el mundo temporal:
el principio de autoridad‖ (pág. 18), las Ligas disputaron por el lapso del tiempo en que se
desarrollaron, el espacio que en la memoria colectiva de los colonos ocupaba la FAA desde el Grito
de Alcorta, hasta que la resignificación de esa narrativa colectiva fuese abruptamente interrumpida.
―El espacio de aparición (…) desaparece no sólo con la dispersión de los hombres (…) sino
también con la desaparición o interrupción de las propias actividades. Siempre que la gente se reúne
se encuentra potencialmente allí, pero sólo potencialmente, no necesariamente ni para siempre (…)
248
Puesto que en su esencia reside la acción y el discurso (…) Lo que primero socava y luego mata a
las comunidades políticas es la pérdida de poder y la impotencia final‖ (Arendt, 1998: 222).
El punto donde no hay retorno es el de una comunidad que ha perdido su condición humana
como lo enunciara Hannah Arendt (1949) en sus reflexiones en la época de post-guerra:
―La privación fundamental de los derechos humanos se manifiesta por sobre todo en la privación de
un lugar en el mundo, (un espacio político) que torna significativas las opiniones y efectivas las
acciones… El hombre, según parece, puede perder todos los así llamados Derechos del Hombre sin
perder su cualidad humana esencial, la dignidad humana. Sólo la pérdida de la comunidad política lo
expulsa de la humanidad‖ (citado por Young –Bruehl, 1982).
“…Yo lo que rescato es el valor educativo de la acción. Creo que aún la palabra acción, que fue
distorsionada por los grupos armados, en un momento parecía que la acción equivalía a activismo”
reflexionaba Norma Morello sobre las ligas (Entrevista de Diego Domínguez y Marcos Flores,
1998).
―Sin el acompañamiento del discurso, la acción no sólo perdería su carácter revelador, sino
también su sujeto‖, expresa Arendt (1998: 202). El des-enlace del movimiento resulta precisamente
de la pérdida de ese sujeto, impedido de hablar, separado de la acción y el habla, y puesto en su
lugar las armas. La política no puede ser en ausencia de la palabra ―presente para manifestar lo útil
y lo nocivo, y en consecuencia, lo justo y lo injusto‖ (Aristóteles, 1253, citado por Rancière, 1996:
13). De ahí en más, fueron sólo cuerpos sin logos.
249
Capítulo V
“CHACAREROS FEDERADOS”:
la inembargabilidad de la historia federada
“Lo que sí, Señor Presidente nadie nos puede quitar a
nosotros los Federados, es el pasado.
Nuestra historia, nuestro pasado es inembargable.
El edificio de la calle Mitre, lo podrán rematar,
vender… pero la historia de los federados,
nadie nos va a poder sacar esa historia”.
88º Congreso de FAA, Rosario, 2000.
1. Introducción
“Se abre una nueva etapa en la vida de la Federación Agraria Argentina (FAA) y del país, enmarcada
por el continuismo en la política económica a pesar del cambio de Gobierno Nacional, se mantiene la
desregulación, el endeudamiento externo, la convertibilidad, privatizaciones, etc. y la desaparición de
miles de chacareros que según cifras oficiales y trabajos propios alcanzaría el 48% del total de los
productores agropecuarios. En lo interno: el presidente de FAA, René Bonetto, asume en forma
personal el cargo de director del Banco Nación Argentina, defiende la refinanciación de Machinea, y
hoy ante la continuidad de estas políticas de concentración económica y hambruna no se le ha
escuchado crítica alguna al gobierno que lo nombró en el cargo antes mencionado y rompe con una
tradición democrática institucional de discutir las ideas, opiniones, en las asambleas, congresos,
llevando a la justicia a quienes plantean lo inmoral de tal situación. Mientras tanto se cierra un ciclo
en la FAA: signado por el quiebre económico de las Compañías de seguro FAAF, y Ahorro y
Préstamo Federado, pérdida de nuestros edificios, nuestros campos federados, cierres de
delegaciones. Desastre económico y abandono del plan gremial, es la síntesis de este año”
(Documento de Chacareros Federados, 2000; el subrayado es mío).
250
Este capítulo reflexiona sobre la cuestión de la representación gremial y el vínculo
representantes/representados a partir de la emergencia de una corriente interna opositora -que
toma características de “facción”-, Chacareros Federados, en el seno de la Federación Agraria
Argentina, en un contexto de profunda crisis económico-social, política, moral e institucional.
Comenzaré por describir el escenario argentino post-desregulación en el cual surgen nuevas
formas de organización bajo la hipótesis que la crisis por la que atraviesa el gremio conformó
uno de los procesos fundamentales cuyo desenlace es la interrupción de una narrativa
colectiva, momento que se funda en el individualismo que erosiona la pertenencia comunitaria.
Dicho escenario, caracterizado por la incertidumbre y perplejidad, se funda en un nuevo
modelo de acumulación que comienza a aplicarse en la década de 1970 y se consolida en los
años de 1990 bajo la hegemonía del discurso neoliberal.
Avizorando un cambio de época, el tránsito de un capitalismo de tipo fordista, keynesiano
al capitalismo neoliberal que se funda en la exclusión, conduce a una profunda transformación
no sólo económica, productiva y tecnológica sino cultural, social y política. En las nuevas
condiciones del capitalismo post industrial emergen las formas de resistencia de nuevo tipo,
ineludibles de estudiar para comprender las sociedades contemporáneas y los vínculos que los
sujetos recrean con las organizaciones que tradicionalmente representaron sus intereses y a
partir de las cuales conformaron sus identidades colectivas, como es el caso de la Federación
Agraria Argentina.
En este marco contemporáneo de notable crisis de representación política y gremial,
analizaremos la conformación de esta nueva corriente, abordando etnográficamente el 88º
Congreso Anual de la FAA1 del año 2000 para observar las tensiones y conflictos que
irrumpieron en la escena, así como la no necesariedad de crear un discurso herético por parte
del coro que se rebela.
1
Elegí este Congreso por las características sintomáticas que posibilitan la comprensión del proceso de mayor
deslegitimación que sufrió la FAA desde su creación en 1912 y porque evidentemente cierra un ciclo de la
vida en la institución.
251
2. El escenario de 1990: tendencias macroestructurales
En el sector agropecuario nacional la década de 1990 da cuenta de una paradoja: cosechas récord
con crisis económica terminal para buena parte de los pequeños y medianos productores
(Ameghino, 2000: 192).
El nuevo régimen de acumulación que hegemoniza este proceso comenzó a imponerse
desde 1970, cuando se deja de lado el modelo de industrialización sustitutiva de importaciones. En
este contexto aparece la clara hegemonía de los grandes grupos económicos que comenzará a
expresarse con la liberalización financiera del período de la última dictadura militar (1976-1983) y
que en la década de 1990 cobrará una dimensión mayor tras los procesos de privatizaciones y la
desregulación de la actividad económica en su conjunto (Teubal y Rodríguez, 2001: 66)
Las últimas dos décadas del siglo XX se caracterizaron por la hegemonía del discurso
neoliberal2 que, como dijimos, comenzó a circular con fuerza en el orden internacional a partir de
los años setenta. Con el mismo fueron recuperadas las ideas neoclásicas del mercado que afirman
que un mercado libre y sin trabas rinde una mayor producción y riqueza, argumento que se tornó
eficaz para lograr reducir la acción de los gobiernos.
Estas políticas reconocen su origen en el conocido “Consenso de Washington”, espacio
generado por los funcionarios económicos de los EE.UU, del FMI y del Banco Mundial. El mismo
implicó un conjunto de políticas de liberalización económicas que estipulaban restaurar la disciplina
fiscal aumentando la eficiencia en la recaudación y disminuyendo el gasto público; reducir la
presencia del Estado en la economía promoviendo la privatización y la desregulación, y efectuar la
liberación comercial3.
2
Respecto del neoliberalismo, Perry Anderson expresó que este se constituyó como un cuerpo de doctrina,
auto consistente, militante, con una explícita decisión de transformar el mundo a su imagen y con una
marcada voluntad de hacerlo en el nivel internacional. De allí el complemento del acervo lingüístico de la
economía de mercado, que es el discurso de “la globalización” como dispositivo ideológico comunicacional
(independientemente de que los procesos de internacionalización de capital y de las comunicaciones, existan)
(GER, 1999).
3
Sus objetivos básicos fueron: lograr la estabilidad macroeconómica; la recuperación del crecimiento
económico y la asignación eficiente de los recursos económicos. Sus orientaciones estratégicas: la
maximización de la apertura externa y de las reglas del mercado al interior de las economías y la
minimización del Estado, a partir de los siguientes instrumentos de políticas: el déficit fiscal; las prioridades
252
Todas estas transformaciones tornaron imperante la reformulación del papel del Estado,
promoviéndose un Estado minimalista y no intervencionista, pensado como un instrumento del
desarrollo del mercado y como guardián de los principios que garantizan el libre mercado.
La modernización de los procesos productivos en los años de 1990 coexiste con los efectos
negativos de una profunda crisis económica, un profundo proceso de concentración de tierra,
producción y capital que entre los registros de los dos últimos Censos Agropecuario expulsó del
sector a una cuarta parte de las unidades productivas (24,4%).
El nuevo modelo basado en el Plan de Convertibilidad de 1991 abrió el camino hacia una
serie de “reformas estructurales” (Teubal y Rodríguez, 2001).
Entre las transformaciones más importantes que Teubal y Rodríguez (2001) destacan para el
sector agropecuario nacional se hallan: un extenso programa de privatizaciones; sustanciales
desregulaciones; “flexibilización” del mercado laboral y una drástica apertura al exterior, no sólo en
materia arancelaria y cambiaria, sino también en lo referido a la creación de una clima adecuado
para las finanzas internacionales y el capital extranjero (pág. 66). Un factor clave que influyó sobre
el sector fue el Decreto de Desregulación de 1991 4, que eliminó los organismos que desde 1930
constituían el soporte institucional del sector, transformando al argentino en uno de los sectores
agropecuarios más desregulados del mundo en “aras de lograr una mayor integración a la economía
mundial” (Teubal y Rodríguez, 2001).
En efecto, la nueva política se orientó a disolver todos los organismos reguladores y
fiscalizadores que habían dado sustento a una estructura agraria en la que el 75% de las
explotaciones era menor a 200 hectáreas (Bidaseca, 2004). Según los autores, este conjunto de
medidas adoptadas durante el gobierno de Menem “modificó sustancialmente las reglas de juego y
la lógica de funcionamiento de la economía nacional, al tiempo que coadyuvó a consolidar un
nuevo poder económico en la Argentina” (pág. 66).
del gasto público; la reforma fiscal; tasas de interés y tipo de cambio alto y competitivo; política comercial de
liberalización (atenuar las barreras arancelarias y retenciones a exportaciones); fomento de la inversión
extranjera; privatizaciones; desregulaciones y derechos de propiedad. Los desafíos presentados para los países
latinoamericanos corresponden al diseño de una segunda generación de reformas, delineada para profundizar
el consenso anterior. Sus objetivos fueron centrados en lograr la consolidación de la estabilidad
macroeconómica y acelerar el crecimiento económico con estrategias tendientes a la re-regulación de las
relaciones entre mercado interno y externo y de la dinámica del mercado mundial y el fortalecimiento del
estado en las áreas política, institucional, técnico y administrativa. (Williamson, 1990, citado por Giarracca,
Gras, Bidaseca y Mariotti, 2000).
4
Decreto Presidencial Nº 2284 del año 1991.
253
La transformación del campo argentino en la última década se sustentó en la soja5 y el
paquete tecnológico que la acompañó, a costa de la ganadería y de otros cereales tradicionales
(Teubal, Domínguez y Sabatino, 2005: 43). En efecto, la Argentina se ha convertido en el tercer
exportador mundial de soja y en el proyecto de las grandes semilleras transnacionales en América
del Sur (Giarracca y Teubal, 2005). Ello ha modificado la geografía agropecuaria nacional hacia el
monocultivo de la soja, sustentado en un modelo definido por diferentes autores como “una
agricultura sin agricultores” que además cuestiona la “soberanía alimentaria” nacional.
Algunas de las transformaciones de este modelo con relación al sector agroalimentario, se
registró una vigorosa entrada del gran capital en las cadenas de alimentos y de fibras. Además se
acentúo la presencia de la implantación de la gran empresa capitalista (Murmis, 1998), los
“megaproductores” (Soros y Benetton, entre los más reconocidos). Asimismo, varios autores
señalan un proceso de compra de tierras por grupo económicos extranjeros. 6 Otra característica de la
década fue la expansión de emprendimientos formados por grupos de inversores, operados por
técnicos agrarios y administrados por consultoras privadas, que toman tierras de terceros en gran
escala de producción (los llamados Fondos de Inversión Agrícola o pooles de siembra) (p. 215).
El reciente trabajo de Teubal, Domínguez y Sabatino (2005) en base a un estudio de los censos
agropecuarios a partir del año 1947 muestra que, a lo largo de veintiocho años (CNA 1960 al CNA
1988) la disminución anual de explotaciones agropecuarias es de 2.814 mientras que, si se toman
los catorce años que transcurren entre el CNA 1988 y el CA 2002, se observa que desaparecen
5.785 explotaciones por año (2005: 61). El estudio muestra también el peso relativo de cada estrato
en la composición de la estructura agraria argentina: para 1947 las pequeñas explotaciones
5
Para un análisis de este nuevo modelo véase Teubal y Rodríguez (2001); Ameghino (2000); Cloquell et al
(2002); Giarracca y Teubal (2005); Gras y Sabatino (2005), entre otros.
6
La nueva presidencia de la Federación Agraria Argentina toma este concepto, lo incorpora a su programa y
presenta un proyecto de ley fechado en 2002. Asimismo elabora un diagnóstico de la situación durante las dos
últimas décadas del siglo XX. Así, el grupo italiano Benetton se convirtió en el terrateniente más grande de
Argentina con la compra de más de 1 millón de hectáreas en la Patagonia, región en la que la también la
familia Turner posee una gran superficie. El grupo CRESUD posee casi medio millón de hectáreas. Nettis
Impianti de Italia, compró 418.000 hectáreas en la provincia de La Rioja, con un pueblo llamado Jagüe
incluido. En Formosa y Salta, la empresa australiana LIAG compró 68.000 has y el grupo italiano Radici
compró 40.000 has con riego en San Luis. En febrero de 2002, un empresario malayo compró 250.000 has en
Mendoza y la empresa Pérez Companc vendió 765.000 has a la Halderman Farm (EE.UU). El grupo chileno
ha comprado 240.000 has, que significa la “extranjerización del 10% del total de la tierra de la provincia de
Misiones” (91º Congreso de la FAA, 2003). Asimismo han operado los pools de siembra y Fondos Comunes
de Inversión Agrícola con capitales extranjeros.
254
componían el 79,9% del total, las medianas el 14,3% y las grandes el 5,8%. Las pequeñas
explotaciones reducen su participación al 74,5% primero, para llegar al 69,5% de participación en el
CNA 2002; las medianas aumentan su participación de 18,2% en 1988 a 20,7% en 2002 y las
grandes que en 1988 llegaron al 7,3%, alcanzan al 9,2% en 2002.
Este modelo de “desarticulación de la agricultura familiar” (Teubal, Domínguez y Sabatino,
2005) se vincula con la crisis de endeudamiento bancario que experimentaron la/os colona/os y
chacarera/os desde fines de los años setenta y principios de los ochenta y que se acentuó en la década
de 1990 cuando entre 1991- 1999 el endeudamiento del sector agropecuario aumentó al 10% anual,
como expresan Reca y Parellada (2001) a un ritmo mucho mayor que el del crecimiento de la
producción. La condición de propietarios de la tierra de estos sujetos agrarios -capital que podían
ofrecer como garantía hipotecaria- y de escaso capital operativo -razón por la que debían recurrir al
crédito bancario para financiarse-, al no poder introducir tecnología vieron disminuidas sus tasas de
ganancia y, en muchos casos, abandonaron la producción. Este factor ha actuado como impulsor del
éxodo rural.
El proceso descrito ha reflejado, tanto en las economías pampeana como las regionales, un
“sesgo netamente `anti´ mediana y pequeña explotación agropecuarias en las políticas
gubernamentales (Teubal, Domínguez y Sabatino, 2005: 66). La responsabilidad política que le cupo
a la acción del gremio por omisión es un elemento fundamental (aunque de ningún modo suficiente)
para comprender la emergencia de las nuevas formas de resistencia de la/os colona/os en esta década
y en este escenario.
3. De cómo nace Chacareros Federados
“Mi hermano (Mariano Echaguibel) fallece en el año 94 y Volando se va en el 96. Cuando
se va Volando, las dos posiciones encontradas eran mi hermano y Bonetto. En la
Federación Agraria como en toda entidad hay una lucha interna bastante importante.
Cuando Mariano fallece se crea en la zona centro sur de Santa Fe una línea interna. Fue un
Congreso en Rosario, bastante áspero. (…) Me acuerdo que nos panfletearon todo el
Congreso. Pero no nos equivocamos.” (Entrevista a un ex dirigente de Chacareros
Federados, 2003; el subrayado es mío).
Chacareros Federados nace a mediados de la década de 1990 en el seno de la Federación
Agraria Argentina, como corriente opositora.
255
Particularmente, la presidencia de Don Humberto Volando (1971-1996) estuvo atravesada
por ciertos acontecimientos significativos, pudiendo identificar fundamentalmente el
surgimiento de las Ligas Agrarias, la dictadura militar de 1976 a 1983 y el retorno a la vida
democrática.
En los años posteriores a 1983 las acciones colectivas emprendidas por los actores rurales
permanecerán latentes. Aún cuando los actores rescatan de su memoria el primer “Tractorazo”
del año 1981 como significativo en la nueva lucha de “los federados”, la discusión que
atraviesa esa década será la de priorizar la conformación de cooperativas por sobre la lucha
gremial, que se hace explícita en la profundización de alianzas coyunturales de la FAA con las
restantes corporaciones rurales, las más tradicionales del sector7. Tal direccionalidad imprimida
por el Consejo Directivo de la FAA, resuena entre algunos de los chacareros que optan por la
refundación de la FAA:
“Nosotros decimos con claridad No con la Sociedad Rural Argentina. Eso es una cuestión que es
central. Ahí es cuando se marcó la línea divisoria entre Chacareros Federados, cuando en
determinado momento se puso en discusión en la FAA, se hablaba de las cuatro entidades y que las
cuatro entidades gestionaban juntas, nosotros decíamos que era incompatible. No podían estar los
pequeños productores con los grandes latifundistas, que son precisamente ellos quienes están
corriendo a la gente de los campos.” (Entrevista a dirigentes de Chacareros Federados, 2000; el
subrayado es mío).
Durante la mitad de la década de 1990, en el segundo período menemista, se plasman dos
discursos originales, en el mismo territorio que hegemonizó el desarrollo del capitalismo
agrario. De acuerdo con Foucault, el discurso es un elemento en un dispositivo estratégico de
relaciones de poder que surge en “contra de”, “a favor de” o “en respuesta a”, y cobra sentido
en la trama histórica pues surge en ese contexto, es parte de él y colabora con su creación.
Identificamos a lo largo de la década un importante vacío de representación de la
Federación, cuyo síntoma adquirió visibilidad ante el intento de torcer la tradición. En efecto,
en la discusión sobre transformar al gremio en una entidad civil nace Chacareros Federados,
7
Ellas son: Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), y
Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (CONINAGRO). Al respecto, Lattuada (1990)
señala la combinación de estrategias utilizadas por las corporaciones, negociación y confrontación, así
como eventuales alianzas estratégicas intersectoriales. Esta situación ambivalente fue visible en el
gobierno de Alfonsín en 1985-1986, mientras SRA y CRA lideraban la confrontación con el gobierno,
FAA y CONINAGRO continuaban las negociaciones por los canales institucionales.
256
“en contra de” y “en respuesta a”, como discurso opositor y “al interior de” la FAA. (Otro
nuevo discurso se instala con el “Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha”, pero con
características heréticas que serán tratadas en el capítulo siguiente 8).
Chacareros Federados surge pues, durante el último tramo presidencial de Humberto
Volando, en el contexto de una huelga de 8 días en el año 1994 donde se manifiestan las
primeras expresiones de protesta y piquetes contra las medidas económicas del gobierno que se
intensifican en el sur de la provincia de Santa Fe.
Según señalan sus dirigentes, en el año 1996 se sintetizan las corrientes más combativas de
FAA. Los antecedentes históricos de Chacareros Federados remiten a dos vertientes: una
conformada por Unidad Federada, agrupación con opiniones y proyectos electorales propios, y
otra corriente liderada por el secretario gremial de FAA, Mariano Echaguibel, con altas
probabilidades de convertirse en el nuevo presidente de la FAA que reemplazaría a Volando. La
muerte repentina de este recordado líder carismático en 1994, dejaría un vacío entre la/os
chacarera/os que sería llenado por la asunción de René Bonetto, su férreo opositor.
Echaguibel pertenecía a una de las filiales de Chacareros Federados –Maciel- y lideraba la
corriente que dentro de la FAA proponía “…volver a las bases. Planteaba que la FAA corrida por la
coyuntura, venía planteando cuestiones de precios e impositiva y se estaba alejando un poco la cuestión
fundacional de la FAA, particularmente el tema de la tierra. Entonces cuando fallece Mariano
Echaguibel, el que proponía y exigía poner en alto las banderas el programa de la FAA… dos años más
sigue Volando y luego viene Bonetto” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados, julio de 2004).
Los dirigentes de Chacareros Federados recuerdan el discurso oficialista centrado en la
necesidad de “aggiornar” a la FAA:
“Había que abandonar el discurso confrontativo contra el modelo económico, contra la política de
Cavallo y que había que aggiornarse: o sea, que había que adecuar al productor de acuerdo a la
estructura económica del momento: que la producción era de escala, que había que apostar a la
tecnificación del productor agropecuario, por lo tanto la FAA tenía que acomodarse a esos nuevos
tiempo y prestar… y tendría que dejar de ser una cuestión únicamente gremial para convertirse
en una entidad civil, que si bien mantenga el costado gremial, pero preste asesoramiento de carácter
técnico, empresarial, etc., etc. Entonces ahí es cuando aparece el Chacarero Federado, cuando la
8
Aunque presentan lógicas disímiles en cuanto a la organización autonómica con características de
“facción” una y “movimentista” la otra, ambos coinciden en su programa y durante todos estos años
desarrollaron acciones conjuntas de resistencia al neoliberalismo (Bidaseca, 2003; 2005).
257
muerte de Mariano Echaguibel deja un vacío importante en la FAA” (Entrevista a dirigente, 2004; el
subrayado es mío).
Según un informante calificado, en la Convención de Córdoba en la cual se reprograma la FAA,
la política de Bonetto era abandonar la vieja estructura gremial de la FAA para sellar una
confederación. Ello generó oposición en Chacareros, pues para ellos implicaba sectorializar los
reclamos por zonas y restar fuerzas al planteo de las reivindicaciones gremiales. Por otro lado,
otra de las estrategias postuladas, que consistía en la unificación de acciones con las
corporaciones agrarias, implicaba en la visión de Chacareros sellar su unión con el “enemigo
histórico” de la Federación. Era imposible establecer para Chacareros algún tipo de alianza con
la SRA porque son intereses económicos completamente diferentes que representan a otro tipo
de productor y de concretarse, la FAA, como otras veces en la historia agraria, sería un
instrumento utilizado por la SRA para imponer su programa.
En este sentido, Chacareros plantea que la alianza de la FAA debe ser con otras
organizaciones que históricamente han sido subestimadas por la política excluyente que ha
propiciado la Federación al erigirse como portavoz de todos los pequeños y medianos
agricultores (aún de los no asociados) y no respetar la forma de pensar y actuar de otros
agricultores y/o movimientos.
Entre las particularidades que caracterizan a Chacareros encontramos, la presencia de
jóvenes, su estrecha relación con el cooperativismo de Agricultores Federados Argentinos
(A.F.A)9, la territorialidad y el repertorio de la acción. En efecto, está conformado por 25
filiales, 13 centros juveniles y 20 cooperativas. Su peso se concentra principalmente en el
distrito número seis de la FAA, el más numeroso por cierto, que aporta el 30% de las cuotas
sociales de FAA y, llamativamente, es el territorio más “rebelde” de la provincia desde la
expresión del Grito de Alcorta, a tal punto que allí se remonta su historia y su origen.
“En los momentos de paros, movilizaciones y cortes de rutas, es el que más aportaba, digamos, que
el protagonismo gremial era mucho más fuerte que en el resto de la zona. Históricamente fue así,
porque nuclea todo lo que fue… Si uno recorre por ejemplo todas las filiales que participaron en lo
9
A.F.A, es una organización cooperativa de 1º grado de productores creada por la FAA en 1932, considerada
la más grande de América Latina por sus cuentas corrientes activas que se estiman en 9.000. constituye el
sostén económico más importante de la FAA (Entrevista a dirigentes de Chacareros Federados, 2005).
258
que fue Alcorta, Bigand, Abedul, Los Quirquinchos, Máximo Paz, Arteaga, muchas de esas filiales,
la mayoría forman Chacareros Federados” (entrevista a dirigente de Chacareros Federados, 2004).
No obstante la centralidad de esta región, el programa de Chacareros Federados se ha ido
extendiendo a otras provincias: especialmente en el Chaco, Entre Ríos y sur de la provincia de
Buenos Aires.
Respecto del repertorio de acciones privilegiado por Chacareros Federados, es el corte de
ruta, definido por los actores como la “nueva forma de lucha”:
“Las viejas luchas eran las huelgas, el no trabajo, y las marchas, la nueva es con el tractor y la
maquinaria agrícola instalados en nuestras rutas, los tractores arriba de la ruta y los fierros, arriba de
la ruta.” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados, 2005).
Esta estética de la acción fue objeto de confrontación con el Consejo Directivo de la FAA
durante los últimos años de la presidencia de Bonetto, en cuyo discurso las conquistas se
alcanzaban con el mecanismo del lobby en detrimento de la lucha gremial.
Otra de las particularidades es el tipo de oposición que ensaya: a pesar de contar con el
apoyo económico y la estructura de A.F.A, no se propone autonomizarse de la FAA, sino
“recuperarla desde adentro”, volver a los orígenes programáticos, al mito fundante: la
democratización de la tierra. Tema considerado “tabú porque las clases dominantes imponen
una cultura sobre la cuestión de la propiedad, o sea que la propiedad no se investiga si es
legítima o ilegítima, se la plantea como que es inviolable... como las tablas de Moisés que son
la verdad revelada y no se pueden tocar...” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados,
2005).
Chacareros Federados postula el sustento histórico de la FAA, la “reforma agraria integral y
con sentido nacional” y la identificación del enemigo histórico de los colonos y chacareros, que
es, a su entender, la oligarquía terrateniente y el latifundio como forma de explotación
hegemónica:
“Nosotros básicamente rescatamos el estatuto número 5 de la FAA que marca con claridad donde
está uno de los enemigos del país que es el latifundio como forma de explotación. Después buscale la
vertiente que vos quieras, latifundio capitalista, rentístico o latifundio feudal pero sigue siendo el eje
de la concentración económica en el campo y las consecuencias, el atraso que sufre el país, éste es un
259
nudo central (…) Al romper la estructura latifundiaria creemos en la propiedad privada en función
social.” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados, 2005).
En su discurso, la definición del antagonista se remonta a la historia de la conformación de las
clases dominantes argentinas y sus vinculaciones con Inglaterra:
“En principio, la oligarquía terrateniente tendió sus lazos con Inglaterra, con los capitales
estadounidenses, siempre en disputa y colisión, nunca monolíticamente trazados. Y hoy también en
Argentina está en disputa quién se queda con las herramientas de soberanía del país: es petróleo, es
tierra, es energía, es comunicaciones, es la flota mercante, es la plataforma continental que está la
mayor reserva itícola del mundo, son los yacimientos de oro, es la energía atómica, entonces, esos
grupos que son grupos de poder están vinculados siempre a grupos extranjeros que ven en Argentina
con qué se van a quedar. Entonces nosotros partimos de una concepción de que no existe un único
imperialismo que fija sus garras en Argentina sino que es un mundo multipolar y que tiene su
expresión en las luchas políticas internas, de los partidos, acá nosotros no queremos quedar pegados
a ninguna de ellas.” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados, 2005).
De este modo, Chacareros Federados elaboran su propuesta programática, planteando la
necesidad de democratizar al gremio a partir de una “UNIDAD PÚBLICA PROGRAMÁTICA Y
EQUITATIVA de todos los federados”:
“Se había generado 25 años de presidencia como es Humberto Volando, 25 años estuvo, la cual las
decisiones se tomaban como hoy acá, en este Congreso: se faculta todo al consejo directivo, todo al
consejo directivo. Y las bases determinan apoyando a ese consejo directivo, no discutiendo, hablando
a ver lo que hacemos. Vos fijate la memoria y balance (...) tiene una tapa que hay 8 fotos, en las 8
fotos está el presidente. O sea que es todo cuestión de gestión de una persona y no de un conjunto de
gente, de filiales. Tenemos que romper con esto que es monolítico” (Entrevista a dirigente, 2000).
La crisis moral y ética de sus representantes se convierte en objeto de disputa por la
“inembargabilidad de la historia federada”:
“Públicas deben ser las causas internas y externas que llevaron al quebranto de las entidades de
previsión. Las causas externas ya las conocemos y son consecuencia del modelo que por otra parte
sufrieron todas las instituciones de este País. Lo que desconocemos es el manejo interno que se
mantuvo oculto durante años mientras se perdían cifras millonarias, no se informaba absolutamente
nada al Consejo Directivo Central y mucho menos a los socios y dirigentes de base, hasta que ocurrió
260
la debacle. (…) NO ES ETICO NI MORAL que habiendo ocupado cargos prominentes y haber
asistido al quiebre de las entidades, se pretenda ocupar argos actuales (…) No podremos abordar la
reconstrucción de la entidad sin transparencia, de otra manera nos convertiríamos en CÓMPLICES
de un proceso oscuro y sospechado. Decimos que el enemigo está en el modelo económico, por lo
tanto requiere una repuesta firme y contundente de oposición, no es con críticas superficiales e
inconducentes como vamos a dar vuelta esta situación. Es por esto que proponemos:
a)
El no pago a la ilegítima deuda externa;
b) Refinanciación a 20 años, con 5 años de gracia. Recálculo de pasivos;
c)
Formación de un fondo anti-crisis con aporte del tesoro nacional para la implementación de
precios mínimos sostén obligatorios y en origen;
d) Regulación del USO Y TENENCIA DE LA TIERRA EN FUNCIÓN SOCIAL para terminar
con el proceso de extranjerización y concentración de la tierra (mayúsculas en el original).10
La forma adoptada por Chacareros para “recuperar” la Federación se apoya en el mecanismo
electoral. Desde su nacimiento presentaron listas opositoras y ganaron candidatos al Congreso
del distrito 6. Para comprender este proceso es preciso conocer que la modalidad electoral de la
FAA no es una elección abierta, sino que se eligen delegados por cada filial y ellos van a una
“comarcal” donde se elige un candidato y ese candidato va al Congreso. También es interesante
la referencia del dirigente de Chacareros al comienzo, respecto de las redes clientelares que se
tejen en el seno de la institución.
“No es fácil ser oposición si te manejan todo el aparato, vienen filiales que sabés que no existen, que
mandan un cheque… que tienen un manejo interno…porque nosotros sabíamos de filiales y centros
juveniles que existen en el nombre pero no tienen participación y contra eso, ¿cómo luchas?, y todo
eso produce mucho desgaste.” (Entrevista a Chacarero Federado, 2000).
En un documento Chacareros argumenta de este modo la confección de la lista e intenta seducir
al/a productor/a que no se siente representado/a por la conducción de la FAA:
“Que se respete igualitariamente la representatividad de cada zona. Chacareros Federados y otros
compañeros de otras zonas y entidades procuramos la unidad, pero no recibimos contestación sobre
estas propuestas por parte del oficialismo (Buzzi-Bonetto). Para romper con el continuismo de los
10
Estas propuestas coinciden con las postuladas por el MML.
261
dueños del padrón y ofrecer al conjunto de los Federados una lista de compañeros no comprometidos
con viejos vicios y ocultamientos les pedimos que voten a “Chacareros Federados”.
4. La crisis del lazo social y de la moral: la historia de tres generaciones
“En Argentina que existiesen 100.000 colonos llevó 40 años, o sea de la década del ´30 al ´70,
básicamente con la ley nº 13.246, algunos instrumentos de colonización... y del Y del ´88 al 2002 ya
habían desaparecido muchos más...” (Entrevista a dirigente Chacareros Federados, 2005).
En el mundo rural, el Banco de la Nación Argentina, creado hacia fines del siglo XIX, es
identificado –nostálgicamente- como el organismo que había favorecido el ascenso social de los
hijos de aquellos inmigrantes que lucharon en 1912 a través de las políticas de fomento a la
actividad agropecuaria. Paradójicamente, en la década del “Anti-Grito” (tal como definiera la
FAA en el balance del año 2002 a la década de 1990) se transformaba en el gran acreedor y
ejecutor del patrimonio de la tercera generación de los colonos y corrían sospechas que sería
objeto de privatización.
Por otro lado, “La querida Federación”, con la cual los agricultores mantienen
fundamentalmente vínculos afectivos, también conmocionaba a la “familia agropecuaria” con
su extrema cercanía al poder. Durante el gobierno de la Alianza 11, su presidente, Bonetto, fue
elegido, para ocupar un cargo en el Directorio del Banco de la Nación, el mismo que hipotecaba
las tierras y bienes de los productores. Un dato interesante es que su aceptación al cargo fue
promovida a través de un rápido proceso de consulta con el Consejo Directivo de la FAA, sin la
aprobación de las bases12.
Todo parecía disolverse en un mar de torbellinos. Los productores experimentaban
situaciones desconocidas “debiendo dotar de significación a una situación para la que no
encuentran respuesta ni en las `reservas de experiencias comunes` de la sociedad ni de las
familias (Kessler, 2000)
11
La Alianza triunfó en los comicios electorales de 1999 a partir de la unión de los partidos Radical y el
Frente del País Solidario (FREPASO), siendo su Presidente Fernando De la Rúa (1999-2001), cuyo gobierno
culminó abruptamente con el acontecimiento del 19 y 20 de diciembre de 2001.
12
Lattuada (1990) en su estudio sobre las corporaciones agropecuarias y el Congreso Nacional, destaca la
estrategia de todas ellas, incluida la FAA, de ubicar a sus dirigentes en el Ministerio de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la Nación, también en los gobiernos de facto.
262
La/os chacarera/os recuerdan esos tiempos de incertidumbre y desasosiego en los que caían
los precios de las cosechas; las tasas de interés se elevaban y comenzaba un proceso espiralado
de endeudamiento usurario por los créditos contraídos con los bancos Nación, Provincia y
bancas privadas que los agricultores no podían afrontar. Y así irrumpió la ley, llevando a cabo
los primeros remates de campos, instrumentos de trabajo y bienes que conformaban el
patrimonio familiar de tres generaciones.
A ello se sumaba el profundo malestar con la conducción de la FAA cuya acción era la
omisión ante la “desaparición” de los productores, el despoblamiento de los pueblos, la
corrupción de la dirigencia y la crisis moral que ahogaba a la histórica Federación:
“…hay impunidades que.., como lo hay a nivel político nacional. Y muchos de los dirigentes que
hoy están en la Federación Agraria son muchos de los que ganaron. La gente que está es siempre
la misma. Nunca sacan los pies del plato. Inclusive han vaciado la entidad, el que lo ve de afuera no,
pero el que medianamente participaba y sabe como es la cosa… Federación Agraria tenía seguro y se
fundió. Perdieron el edificio central y de eso no hay responsables. Yo sostengo que la peor crisis de
este país no es la económica sino la moral. Yo he participado y me di cuenta que no se diferencia de
lo que es el nivel político ni sindicalista. (…) Y la Federación Agraria es un trampolín político. Lo
usó Bonetto, lo usó Volando. Lo que hizo Bonetto cuando se candidateó a vicegobernador en Santa
Fe por el radicalismo. Perdió las elecciones y todavía no se sabía como había salido, cuando ya
estaba de vuelta en Federación Agraria.” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados, 2003).
La situación anómica, como síntoma de fin de siglo, se apoderaba de los sujetos sujetados que,
imposibilitados de ensayar algún tipo de acción, se recluían en el ámbito privado y solitario de
la chacra. La respuesta de muchos de los agricultores varones fue el suicidio, síntoma que
marca profundas crisis epocales, cambios culturales, y el silencio. “Se fundían en silencio…”,
hasta que ese silencio fue interrumpido por los gritos de las mujeres que, en estado de
desesperanza y conmoción, salieron al espacio público y se organizaron creando el Movimiento
de Mujeres Agropecuarias en Lucha.
“Tenemos 14 millones de hectáreas hipotecadas, el 48% de productores que han desaparecido, tengo
dos amigos que se han suicidado y otros tanto que son muertos en vida. Y Ud. Sr. Presidente me
habla de los tiempos políticos y de los tiempos que hay que darles a los políticos…Muchos
compañeros se quedaron sentados esperando que los que los representaban, los salvasen, sentados
desde allí vieron pasar su propio entierro”, fue la voz de un Congresal en la polifonía del último
Congreso que inauguraba Bonetto, quien honraba la muerte.
263
El concepto de lazo social es definido términos durkheimianos, pero incorporando las
conceptualizaciones de los teóricos sociológicos contemporáneos que destacan las tendencias a
la desinstitucionalización y destradicionalización (Giddens, 1995; Dubet y Martuccelli, 2000;
Beck, 1996, 2000; Bauman, 2002 ), e individualización (Beck, 1996).
La violencia simbólica de la contemporaneidad, leída a la luz del concepto de
“desapariciones económicas” –con el cual los agricultores resignificaban la ominosidad de los
años de la dictadura-, ha irrumpido en la escena bajo un nuevo ropaje. Por aquellos momentos
(¿casualmente?) no se disponían de estadísticas oficiales que nos ofrecieran una lectura de la
realidad (el último Censo Nacional Agropecuario estaba ya a punto de perecer, era de 1988),
sino de los venideros esfuerzos que los investigadores rurales pusieron para aportar desde sus
trabajos una cuota de realismo a un proceso dramático. Hubo que esperar al año 2002 para
confirmar la trágica proyección que el ex Subsecretario de Política Agropecuaria de la Nación,
Jorge Ingaramo, inscribiera para la historia de los agricultores: “En la Argentina 200.000
pequeños y medianos productores deben desaparecer porque sus explotaciones son
consideradas inviables” (Revista del Movimiento de Mujeres en Lucha, Nº 3, 1998). De hecho,
el Censo Nacional Agropecuario del año 2002 confirma que “desaparecieron” 103.405
productores agropecuarios y un 24,4% de las pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias
(CNA, 2002). Lo que aún no sabemos es cuántos agricultores murieron y cuántos han sufrido
enfermedades vinculadas a este dramático proceso (difícil búsqueda en la que estamos
actualmente empeñados).
“Hay 5.000 explotaciones desaparecidas, nosotros decimos que hay más... hay heridos, muertos,
mutilados, desaparecidos...tipos que vendieron...vos lo ves acá, quién te habla vendió un pedazo, otro
vecino otro tanto... lo poquito que tenía...lo que conquistaron en tres generaciones… el predominio
financiero arrasó con todo...” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados, 2005).
5. La rebelión del coro. Etnografía del 88º Congreso de la Federación Agraria Argentina
“El Congreso fue en un teatro. Y yo tenía la sensación de que se estaba representando una obra
teatral pero donde la acción no sólo pasaba en el escenario sino también en las butacas. (Yo estaba
arriba y miraba como desde afuera). Y la obra como una tragedia griega. El coro como
representación de la "conciencia" o del pueblo y los actores principales desatan/desataron la tragedia
aún a pesar del coro. La lógica del Congreso creo que marca más que una crisis de representación.
264
Marca un choque de lógicas políticas, pone en cuestión al propio discurso como situación
ilocusional”13.
El 28 de septiembre de 2000 se llevó a cabo el Congreso anual de la FAA en la ciudad de
Rosario. Sería el último discurso inaugural de Bonetto de los Congresos de FAA.
El Congreso se desarrolló durante dos días en un Teatro de la ciudad. El primer día fue el
acto de apertura que, como dicta la tradición, comienza con el discurso de su presidente,
acompañado por distintas figuras del ámbito político nacional y provincial, algunos de las
cuales fueron oradores. Asistieron al mismo el vicegobernador de la provincia de Santa Fe en
ejercicio del poder ejecutivo provincial, el gobernador de Chaco, Angel Rozas; el secretario de
Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Berhongaray, el director del Banco de la Nación
Argentina, Christian Colombo, diputados nacionales, ministros provinciales, dirigentes de las
delegaciones regionales, la juventud agraria y las Mujeres Federadas, que en la orden del
presentador, (casualmente?) fueron nombradas al final de la lista.
Los discursos fueron emitidos durante la mañana. Por la tarde y durante el segundo día se
desarrolló la Sesión Plenaria y al final de la misma se llevó a cabo la votación presidencial que
otorgó el cargo al actual Presidente Eduardo Buzzi, representante del oficialismo.
Luego del discurso de Bonetto, en la lista de oradores siguió el presidente del Banco de la
Nación quien, luego de agradecer públicamente la invitación, expresó:
“Quiero manifestar el alto honor que significa para el presidente del BNA, dirigirse a este Congreso
como también manifestar su sorpresa de poder dirigirme hoy a Uds. (…)Ya en el siglo pasado (…)
creado a partir del convencimiento que era el banco destinado a financiar a la producción y más allá
de los problemas vitales de la época y más allá de los desaguisados cometidos por el gobierno (…)
en ese marco de políticas que nosotros protegimos al pueblo argentino (…)se están dando
durante nuestra administración tres ejes: en primer lugar, un problema institucional; en segundo
lugar, un problema de endeudamiento y en tercer lugar, un problema de reconversión productiva. Y
estamos para encarar el problema institucional de un banco que estaba al borde de la privatización
(…) Queremos proponerle al Congreso una ley que fue votada por unanimidad en la cual se
ratificaba en primer lugar que el BNA no iba a ser privatizado; en segundo lugar que el BNA debía
volver a sus orígenes, subsidiar a las pequeñas y medianas empresas (…) No hay Banco Nación si
no hay productores.”
13
Agradezco al Lic. Pablo Barbetta sus impresiones sobre el Congreso.
265
Los siguientes oradores fueron el gobernador del Chaco, en representación del gobierno, y el
Secretario de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, quien fuera interpelado en varias
ocasiones por el coro por el impuesto al combustible y por el problema de las hipotecas.
Por la tarde se desarrolló la Sesión Plenaria. Luego de mencionar la cantidad de filiales
presentes (273) y la cantidad de delegados con derecho a voto (278) y observar las faltas al
Estatuto (tener completas las credenciales y excluir del voto a aquellas filiales que no tengan el
mínimo de cuotas pagas), se presenta la memoria y balance del año 1999. A posteriori, el
presidente cede la palabra a los congresales.
Antes de comenzar con la etnografía del Congreso, quiero enunciar los cuatro ejes en torno
a los cuales giró la sesión. En primer lugar, la discusión sobre la legitimidad de la aceptación
por parte del Presidente Bonetto al cargo público ofrecido por el gobierno de la Alianza de
ocupar un cargo en el Directorio del Banco de la Nación; en segundo lugar, el pedido de
votación impulsado por los Chacareros Federados para organizar un paro agrario ante la
inacción gremial de FAA en el espacio público desde la asunción del nuevo gobierno; en tercer
lugar, el proceso de endeudamiento de los agricultores y en cuarto lugar, la crisis económica y
moral que ceñía a la institución.
El primer congresal en pedir la palabra, un delegado por Tandil (Buenos Aires), cuestionó
duramente la decisión de Bonetto de ocupar el cargo público en el Banco de la Nación:
“En mis comienzos en FAA se me enseñó que los jóvenes agrarios debíamos capacitarnos para
integrar las más altas esferas de FAA (…) y que era muy importante evaluar y discernir si teníamos
algún ofrecimiento a un cargo público para poder trabajar desde adentro y combinado con la acción
gremial desde afuera para poder hacer un trabajo más efectivo en la defensa del productor
agropecuario. Pero yo creo, analizando (…) cuando yo me entero de la posibilidad de que Ud.
ingrese al directorio del BNA, yo dije: Fantástico!, acá se siguen dando los pasos correspondientes
para hacer ese trabajo desde adentro y desde afuera. Pero (…) considero que hubo un error
estratégico al no estar visible la cara de la entidad que enarboló la bandera de la FAA en todas las
protestas agropecuarias hasta el 10 de diciembre de 1999. En un momento determinado perdimos
protagonismo a nivel nacional y más aún a nivel de la prensa (…) el error es no haberle dado
letra al secretario gremial para que siga con la acción (…) Entonces ya que la ciudadanía está
descreída de a clase política (…) ¿qué nos va a pasar si nuestros productores no creen en nuestra
entidad? (…) Yo creo que de 9 fotos que hay acá, 8 son de protestas antes del 10 de diciembre de
1999 y hay una que demuestra la situación actual: FAA con el gobierno nacional (aplausos).”
266
La respuesta de Bonetto fue categórica al respecto:
“La FAA no pudo, no lo hizo con este gobierno, no lo hizo con el gobierno de Menem, no lo hizo
con el gobierno de Alfonsín salir a acciones gremiales de la misma intensidad que le hicimos a un
gobierno que se estaba yendo con diez años de gestión (…) Si no hemos salido a acciones gremiales
es porque la estrategia era esa y porque en el Consejo Directivo Central así se ha resuelto.”
Otra intervención insiste sobre la aceptación del cargo, sobre el conocimiento que tenía su
presidente sobre la opinión de los federados y a quienes este desoyó:
“Nos parecía totalmente incompatible, nos parecía que no era correcto que nuestro presidente sea
director del BN. Lamentablemente esa votación la perdimos” (delegado del Consejo Directivo
Central; el subrayado es mío).
Ligado con ello, se discute la acción de la FAA por omisión respecto de los remates de las
chacras de sus representados:
“Se dice que el Banco Nación no ejecuta, no hace nada (…) Yo, un simple productor, llevo más de
30 remates que vamos parando, 30 remates Sr. Bonetto! La gente nos llama desesperados y,
¿quiénes somos nosotros para ir a para un remate? (…) Entonces, yo me pregunto: ¿hasta cuando
vamos a seguir esperando? Los tiempos de los políticos son distintos a nuestros tiempos. Entonces
yo me pregunto, si son los dirigentes, son los dirigentes realmente de base, por ahí somos los
dirigentes que tenemos un pedazo de tierra y vivimos de otra cosa, y si vivimos de otra cosa a lo
mejor no sentimos las mismas angustias que las que puede sentir ese productor…” (el subrayado es
mío).
Otra intervención, la del delegado de la filial de Guaminí hace referencia a los remates que
deben afrontar los agricultores de su distrito:
“En nuestro distrito que cuenta con 822 productores, el BNA y el Banco Provincia han iniciado
juicio a aproximadamente 300 productores que con su grupo familiar llega a 1.200 personas, el 10%
de la población del distrito, lo que habla de un porcentaje de casi un 40% (…) El promedio de la
deuda en nuestra zona involucra el 30% del capital del productor (…) es una mentira la
refinanciación del BNA que no nos sirve para nada. Yo creo que lo que hacen los bancos con todo
el interés son los juicios para quedarse con los campos ¿Quién puede creer que alguien que viene a
dar una solución, por el otro lado no va a hacer un juicio? Después de que durante meses tenemos
267
la certeza que no tenemos salida y que nos quieren sacar los campos, venimos a escuchar acá
que hay que dar tiempos políticos! Yo digo si hay que dar tiempos, ¿por qué los tiempos nos los da
el gobierno y por qué nos hace juicios? ¡¡¡Qué nos de tiempo el gobierno a nosotros!!!! (Aplausos)
(El subrayado es mío).”
La crisis económica de la FAA, fue objeto de críticas por parte de un congresal quien, en una
revisión de la historia federada, rememoraba el difícil momento que vivió la FAA cuando en
1933 perdiera su edificio14:
“Volvemos a perder el edificio pero por una circunstancia más grave, que en un momento malo
perdió la este último año fuimos complacientes FAA era por una causa justa. (…) El cooperativismo
agrario está viviendo una de las crisis más terroríficas y la FAA, ¿qué carajo (sic) hizo? ¿Qué hizo en
estos últimos once años? Pero sobre todo (…) Este Consejo Directivo que no convoca a plenarios,
no convoca a congresos extraordinarios, que no habla con la gente. Yo mociono a los señores
delegados que votemos un paro” (el subrayado es mío).
La apelación al paro agrario promovida por el coro –los miembros de Chacareros Federadosfue apoyada por muchos de los congresales. Entre ellos un delegado de Maciel expresó:
“Esta filial que ha sido focalizada tal vez con justa razón el corazón de la oposición (…) Somos
oposición con programa y proyecto y le hemos aportado a FA ya en el año ´96, 18 tractores en el
centro de Rosario que le dieron marco al acto de defensa del BNA. Es esta filial la primera que ha
puesto los tractores en Plaza De Mayo, que ha cortado por primera vez en la historia una ruta del
MERCOSUR como es la autopista Rosario-Santa Fe y ha cortado la 11, no para Chacareros, para los
productores es en función de esto que proponemos que se vote quiénes queremos ir al paro y quiénes
no” (aplausos).
El problema de la representatividad y de la aplicación del Estatuto también fue cuestionado a
partir de otra de las intervenciones:
“Lo que realmente me preocupa es que cada vez somos menos socios, cada vez más somos menos
representativos (…) Yo creo que esta entidad es esencialmente democrática porque acá a nadie se
nos quita la posibilidad de hablar (…) hay una antípoda del Estatuto que dice que aquel que cobra,
que es funcionario por un año no pude votar. Si hay muchos hombres que hacen figurar a sus mujeres
14
La primera quiebra económica que vivió la FAA se remonta a la presidencia de Piacenza del año 1933 a
partir de la gran cantidad de cuotas sociales impagas por las situaciones de quebranto de los agricultores.
268
como secretarias de la filial y vienen a los congresos a representar a la entidad y acá durante años era
mucho más fácil mandar las huestes de seguro para hacer callar a los dirigentes (…) y así se fue
delineando la actitud del dirigente, se fue perdiendo el sentido de lo que la vieja FA representaba
para convertirse en una corporación y no defender los intereses de los productores. (…) Por eso
yo les pido a las próximas autoridades que abran la cancha, que permitan la participación” (el
subrayado es mío).
El llamado a la unidad de la FAA, a la soldadura de las diferencias, fue otro de los
señalamientos de uno de los congresales quien interpretara la división generada en el seno de la
FAA entre las listas opositoras como la culpable del “debacle” de la institución:
“En algo hemos fallado porque cuando comienzan esas internas comienza la debacle. Por eso como
viejo federado quiero llamar a la unidad (…)” Al respecto el delegado de AFA expresó: “Señores no
nos podemos quedar atados de pies y manos cuando nos está liquidando y cuando vamos a
desaparecer. Señores pongamos las barbas en remojo, dejemos de pelearnos entre nosotros y
apoyemos a la FAA unida.”
Finalmente, al cerrar la lista de oradores un incidente judicial deja a la intemperie la crisis moral
que atravesaba la institución cuando Bonetto expone públicamente la acusación que ha recaído
sobre él por cobrar sueldos onerosos. Labrada en un acta, en la cual se lee:
“Muchos directores no sirven para nada, muchos ocupan cargos públicos y cobran cerca de 14.000
pesos como nuestro presidente. Semejante sueldo es inmoral y el que lo cobra también”.
El acusado Bonetto acusa a los Chacareros Federados de haber apoyado el acta y el juicio que
se le encausa.
Muy a pesar del peso de los discursos cargados con profundos contenidos emotivos de los
Chacareros Federados, quienes al recordar a sus “desaparecidos” acusaban directamente la
complicidad de la FAA por su acción indiferente, el desenlace de la obra montada fue
inesperado. Repentinamente y ante los rostros de desazón del coro, la contabilización de las
votaciones a mano alzada en aquel recinto victoreaba la fórmula que consagraba al oficialismo:
Bonetto -Buzzi.
Las interpretaciones del fracaso de Chacareros Federados de imponer su visión se centró en
las identidades partidarias tradicionales que identifican a los federados con sus bases radicales y
antiperonistas:
269
“Para entender la elección, la composición de Chacareros es radical, es su gobierno. No es fácil, ya
van diez meses, en este período el año pasado ya se habían hecho tres paros. Y lo que va desde ahora,
un parálisis total. El año pasado se peleaba y se decía, hay que tumbar este (gobierno), ahora la duda
es que si volteamos éste ¿qué nos queda? Por eso hay cierto temor, abajo sobretodo, no porque las
condiciones sociales sean favorables (…) sino que hay cierto temor en cierta parte por la
composición, por secciones, por ideologías, de que mal que mal a este gobierno hay que cuidarlo por
ahora un poco, porque sino ¿esto qué? Vuelven los otros. Para unas bases que son antiperonistas
como son acá. Entonces, ¿qué expresa en la votación? Estamos mal, nadie lo discute pero cautela, no
nos vayamos, no nos vayamos e inclusive se decía, aquellos que antes no decían nada, no va a ser
cosa que nos usen ellos. Viste que continuamente se decía: `no va a ser cosa de que los que se
callaron antes´. ¿Para qué? Son algunas de las explicaciones que encuentro” (Entrevista a dirigente
de Chacareros Federados, 2000).
Sobre la representación. Reflexiones finales
Las tensiones que presenta la relación de representación en el campo gremial han sido objeto de
estudio. Si bien, los actores en escena pertenecen al territorio que, por sus características
hegemonizó el proceso de construcción política del campo (la rica Pampa Húmeda), y cuyos
representantes participan en la formulación de políticas agropecuarias, el discurso totalizador de
la FAA que pretende universalizar a todos los productores en un tipo de productor presenta
disonancias.
La voz de Chacareros Federados cuestionó el propio acto de delegación de la palabra
que el grupo otorgó a sus representantes y que, sin cuya presencia el grupo no existiría.
Chacareros existe, paradójicamente, a partir de la alienación política experimentada por los
federados.
La etnografía del congreso evidenció el cuestionamiento a la representatividad de quien
posee la máxima autoridad del grupo. Pero, también quedó expuesta la idea de la “vieja
política”, de la representación, en que la fuerza de la organización se mide en función de lo que
de ella se habla: “si no se habla de ustedes, ustedes no existen” (Badiou, 2000: 6).
Por otro lado, la cuestión del tiempo colectivo: el “tiempo de los políticos”, el “tiempo de la
organización” y el “tiempo de la/os productores”. La tensión resulta de un tiempo hegemónico
que tiraniza los otros tiempos porque la urgencia impide construir otro tiempo, el propio.
270
La voz mayoritariamente masculina de Chacareros Federados 15, eligió otro modo de
enfrentar la crisis social, moral, cultural, política y económica. Respetuosos del legado de la
FAA, la intención era refundarla desde adentro, retornar a las raíces, actualizar el mito fundante
utilizando un instrumento de legitimidad: el voto. Lo que demostró la votación del 88º
Congreso fue que la continuidad del oficialismo no pudo ser interrumpida por el acto del voto y,
de este modo, somete a dicho instrumento a los límites de la democracia sindical: las minorías
no encuentran en este sistema posibilidad de “ser parte de”.
El dilema de la minoría puede ser leído, en este caso, desde otro lugar. El discurso de
Chacareros es producto de lógicas distintas (instrumental en un caso) y polos de
institucionalización. La lógica de Chacareros está implicada en los límites que presenta toda
organización con un estatuto formal; cuya estructura de incentivos son materiales y simbólicos.
Este tipo de organizaciones monopolizan los instrumentos de control y su supervivencia
depende del mantenimiento de la “unidad” y de asegurar el consenso y la lealtad de sus
asociados.
El conflicto emergente en el Congreso ilustró las dos dimensiones que rodean toda
organización: la interna y la externa (relación con el medio). Respecto de la primera, las fallas
se centraron en la (in)comunicación entre la cúpula y las bases; la transformación de la
identidad de la FAA; la corrupción de la cúpula. Respecto de la segunda, la participación en el
sistema político y el ingreso de la máxima autoridad a las elites políticas tuvo consecuencias
negativas para la movilización. Las demandas de las bases chocaban con la estructura cerrada y
15
Cabe agregar que en 1997 se conforma Mujeres Federadas Argentinas en el seno de la FAA. A fines de ese
año, la directora suplente de la FAA, proveniente de la filial de Pérez Millan, en nota dirigida al entonces
presidente Rene Bonetto planteaba la necesidad de organizar grupos de mujeres de la FAA, ya que las
mujeres agropecuarias se autoconvocaban. De este modo en el plan gremial de 1998 se instituye la formación
de grupos de mujeres agropecuarias como apoyo a las filiales, centros de juventud, cooperativas, etc. En 1999
se lleva a cabo el I Encuentro Nacional de Mujeres Federadas. Según el Estatuto, los grupos se
institucionalizan afiliándose a la FAA. Su presentación escrita subraya el reconocimiento de los estatutos de
la FAA de 1912, “la mujer tuvo los mismos derechos que el hombre, pudiendo ser socia activa con voz y
voto. Salvo raras excepciones participaban con protagonismo propio, ya que culturalmente se habían formado
para ser sumisas al hombre, por lo que se dedicaban a los quehaceres domésticos y la crianza de los hijos,
pero también acompañando al hombre en Las rudas tareas del campo cuando era necesario y presente en las
luchas gremiales cuando así se lo requería”. En su “rescate de la Historia Federada”, citan las palabras de
Esteban Piacenza de 1914: “¡Bien mujeres de la chacra, madres e hijas! ¡Bien, muy bien! Vuestra actitud hoy,
como ayer, ha de ser triunfadora y balsámica para padres e hijos; para bien de la familia y de la Patria!”.
Documento de las Mujeres Federadas Argentinas.
271
autoritaria que mostraba el proceso de toma de decisiones en el momento de efectivizar la
protesta.
Dicha rigidez fue una de las razones por las cuales Chacareros Federados se construyó
como una “facción” (Melucci, 1996: 321) que compitió con el poder y que continúa como una
formación estable aunque con menos capacidad de incidir. Fue impulsada por el líder
carismático que, a pesar de su repentina desaparición, logró aglutinar las demandas
insatisfechas estableciendo un lazo sólido con sus miembros. Sin la intencionalidad de
“escindirse de” y “competir con” la “organización madre”, su crítica puede ser temporaria y en
cuanto sus demandas sean satisfechas puede ser fagocitado por la institución.
Para los fines de esta tesis, el coro que se rebela no construyó sin embargo un discurso
herético. Nació con la finalidad de refundar la institución en base al mito fundante, la
democratización de la tierra, y para impedir la embargabilidad de una historia, la federada.
La política de los colonos varones va a distanciarse de la política emprendida por las
mujeres rurales. De ello me ocuparé en el siguiente capítulo.
272
Capítulo VI
“MOVIMIENTO DE MUJERES AGROPECUARIAS EN LUCHA.
Las políticas pasionales, acción noviolenta y discurso herético”
“Una ley injusta es, en sí misma, un tipo de violencia”
Mahatma Gandhi.
1. Introducción
La reflexión del capítulo precedente sobre la emergencia de Chacareros Federados como síntoma
del vacío representacional en la Federación Agraria Argentina, me conduce a interpretar el
surgimiento de una organización novedosa1, el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha (de
aquí en adelante, MML), integrado por mujeres colonas o chacareras o esposas de chacareros que
surge para impedir los remates de los campos y tiene una fuerte presencia en el mismo territorio que
hegemoniza aquél.
Ambos coinciden en el contenido de las reivindicaciones y demandas al gobierno, en la
valorización sobre la crisis de representación del gremio. Sin embargo, la ruptura con la
“organización madre” otorga una potencialidad autonómica que diferencia a uno de otro. El MML
puede interpretarse como una acción colectiva que quebró la repetición social, creó un tiempo y un
lugar político enfrentándose desde un primer momento al poder del estado (Badiou, 2000) desde
una lógica distinta que singulariza el modo de expresión política de acuerdo al género. En la riqueza
y creatividad de las formas de resistencia inventadas por ellas para enfrentar la Ley, fueron capaces
de construir un propio y original repertorio de acciones basado en la “desobediencia civil”.
Comenzando con la historia de su fundación, profundizaré en la forma organizativa; la
singularidad de la lucha de las mujeres; los marcos culturales del movimiento; el nuevo repertorio
de acciones; las articulaciones transescalares con otros movimientos, y, por último, interpretaré
algunos fragmentos biográficos de una de sus líderes fundadoras cuya participación en él desafía los
postulados de las teorías de la acción racional para interpretar las acciones colectivas de protesta.
1
Los momentos fundacionales de ambas organizaciones coinciden en el tiempo.
273
2. Una historia de pasiones
La historia del “Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha” se remonta al 3 de junio de 1995.
Unos días antes la familia Cornelis recibe una carta por la cual se les comunicaba el día en que se
llevaría a cabo el remate judicial de su campo -el de sus hijos y que fuera de sus padres-, ubicado
en el pequeño pueblo de Winifreda, provincia de La Pampa.
La desesperación íntima de Lucy se transformó en grito, en la radio del pueblo y fue ese el
momento en que despertó la identificación de sus co-pueblerina/os que, refugiada/os en la soledad
de los campos, padecían situaciones de endeudamiento similares. La solidaridad y el sentimiento de
injusticia confluyeron el día en que el juez decidió que ese campo sería objeto de remate público.
Siguieron días de largas reuniones, movilizaciones, petitorios al gobernador, el asedio de
los medios de comunicación, otros paros de remate que ya se cuentan por cientos, y los discursos
del 8 de marzo de 1996 de esas mujeres que, con el viejo tractor, llegaban a la Plaza de Mayo a
propósito del Día Internacional de la Mujer.
Integrado por mujeres agricultoras y/o esposas de agricultores cuyas edades promedian los
45 años, nació para impedir los remates de las 14 millones de hectáreas que se encontraban
hipotecadas con el Banco de la Nación, Banco Provincia y bancos privados, por un proceso de usura
financiera en el territorio que hegemonizó el desarrollo del capitalismo agrario. En sus palabras,
para conservar la tierra, signada como patrimonio familiar e identificado con la soberanía nacional.
Su discurso y su acción se difundieron prontamente a las economías marginales (norte de Santa Fe,
Chaco y Formosa) así como a la región patagónica (Alto Valle del Río Negro y Neuquén).
Al comienzo sus reivindicaciones al gobierno provincial y nacional se basaban en el
problema de las hipotecas sobre sus campos y/o herramientas de trabajo. Exigían la suspensión de
las ejecuciones y embargos; el recálculo de la deuda original; la refinanciación de las deudas a 20
años, hasta una “ley agraria que democratice la tierra” (Folleto MML, 1998).
El repertorio se fue transformando en y adaptando a la situación, en el choque con las
autoridades y los adversarios (Tilly, 1998): el Estado Nacional; los terratenientes; las corporaciones
extranjeras quienes, indistintamente, se superponen y con ellos las escalas de acción que definen
(locales, nacionales o globales): “No es que no se comprende que la expropiación de los pequeños
productores es una de las tendencias básicas de la producción capitalista. Pero estos conocimientos
no niegan, al contrario, potencian la necesidad de organizarse y luchar contra los efectos del
proceso de concentración económica, tarea que en un país dependiente como la Argentina se
constituye en una causa popular-nacional prioritaria (…) Por eso comenzamos esta lucha en contra
de la concentración y del latifundio” (MML, citado en Isla, 2004: 57).
274
Preludio. Biografía de Lucy de Cornelis: la acción como milagro
El 27 de mayo de 1995 viene el tasador a mi casa. Yo sabía que todo se venía mal, que mi marido
dejó de ser la persona que era. Teníamos un estudio contable grande, venían muchos chacareros (...)
Le traían todos los problemas, lo avasallaban y bueno, no hacía nada, ya no iba al campo, ya no le
interesaba la familia. Yo soy muy pero muy creyente, con una Biblia al lado mío adonde voy,
entonces, enloquecía. Lo primero que hice, llamé a un señor para que me sacara las lámparas. (...)
Mañana van a venir y me van a rematar todo, me van a sacar todo. Y a la noche lo único que me
mantenía en pie era leer la Biblia porque yo me encontraba sola. A quién le iba a contar, a mi marido,
nada, porque se iba a poner mal. A la noche algo me decía que vos podés, una fuerza, una energía
venía y me decía qué me está pasando. Yo estoy loca, me dije. Cuándo pensé ¡Ay Dios mío
ayúdame, decime: ¿qué es lo que tengo que hacer?! ¿Qué hago?... Esa mañana cuando me levanté,
ya mi marido se había ido al campo, me pregunté: ¿qué puedo hacer yo? Y bueno, y me salió ir a la
radio del pueblo e ir a contar lo que me pasaba, ahí empezó la historia. Y en la radio de mi pueblo
conté lo que me pasaba y a la salida había más mujeres esperando que, bueno, les pasaba lo mismo...
(Entrevista a Lucy de Cornelis, 9/3/99).
Esta noción de “milagro”, tan presente en los relatos de los individuos, se remite a la acción entendida
como la “única facultad humana de hacer milagros”, en tanto “actuar es tomar una iniciativa, comenzar.
Se inicia algo nuevo que no puede esperarse de cualquier cosa que haya ocurrido antes. Lo nuevo
aparece como milagro. Si el hombre es capaz de acción, significa que puede esperarse de él lo
inesperado. Esto es posible debido a que cada hombre es único” (Arendt, 1998:202). Como todo objeto
de búsqueda, se planteaba la acción cargada de incertidumbre:
Entonces cuando nos reunimos las mujeres dijimos que al otro día íbamos a ir a la radio de Castex. Y a la
mañana no va nadie, yo me quedo solita en la radio. Entonces dije lo mismo y había mujeres
esperándome en la puerta. Entonces yo me vine para Santa Rosa a un programa de radio que se llama
“La hora del campo”. Y dije lo mismo y cuando llegué a casa empezaron a llamar. El teléfono, ese
teléfono sonaba y sonaba y entonces llamé a las mujeres y [nos preguntábamos] qué hacemos, y bueno
una asamblea. Una asamblea... yo no había ido nunca a una asamblea. Armamos una asamblea y ya
fuimos a los diarios a decir que íbamos a tener una asamblea. Fue el 3 de junio de 1995, eran las cuatro
menos diez y no había nadie. ¡Nadie! Estábamos [...] antes de empezar y entonces yo digo: “Tráiganme
el Himno Nacional”. Así todo espontáneo, no hay nada pensado y planificado (Entrevista, 9/3/99).
275
Dar nombre a lo que se está produciendo es un momento clave, fundacional. Implica la conformación
de un “nosotros”, momento a partir del cual un grupo se percibe como colectivo capaz de inscribir
sus reclamos en un universo de significados públicos y hace oír su voz:
Hicimos la asamblea y ahí nace el nombre. Dijeron: “Esposas de agropecuarios”. “No, no pega.”
¿Cómo le ponemos? Bueno, le vamos a poner: “Movimiento de Mujeres Agropecuarias”. Entonces
viene M. de Acha [...] “En lucha” le vamos a poner. (Risas.)¡Que se den cuenta que vamos a
pelear!”. Así fue; hasta el nombre. Porque si vos dijeras pensamos el nombre, pero hasta el nombre
fue espontáneo. No hubo nada, nada, nada pensado” (Entrevista, 9/3/99).
Lucy encuentra en su propia historia familiar rastros de un pasado que construye a los sujetos en
un “espacio de anudamientos”, en ese espacio intermedio entre las condiciones objetivas y la
experiencia subjetiva en que se produce la acción:
El desarraigo. Todo una cosa que viene de tan profundo. También a veces yo me analizo y digo:
`debo tener genes de mi bisabuela que vino después de la guerra del ´14 y fundó un pueblo en
Ataliva Roca y ella se iba a trescientos kilómetros a caballo hasta Puan y ella luchaba por las [...]
agrarias y es algo así como que la historia se me vuelve a repetir´. Yo digo: `será mi bisabuela que
está adentro´. Y con tanto sufrimiento. Por ejemplo, mi mamá; ella cuenta que ya la familia no estaba
bien en el año ´23, y vino la nieve, tenían muchos campos, eran muchos hermanos que habían venido
de afuera. Y tuvieron que salir, iban a comedores escolares. Tuvieron que trabajar de gollera en los
campos vecinos y pasar hambre y frío. Es una cosa que te la cuentan de chiquitita y te va pegando
¿no? Eso creo (Entrevista, 9/3/99).
Finalmente llegó el día del remate de su campo y en ese instante se funda el repertorio de acciones
que caracterizará al movimiento:
“Y así llegó mi remate, donde me acompañaron, todas las provincias y... bueno, desde la noche
anterior, ya venía gente de todas las provincias, gente que luchó por lo mío. Se armó una asamblea,
yo mientras vestía a mi esposo... porque él quiso ir, yo creo que eso fue lo que... era una persona que
hacía días que estaba bien, caminaba por el pueblo, bueno... prácticamente apenas caminaba, no
quiso ir en silla de ruedas, así que lo llevamos... y fuimos todos al remate. Cuando empieza a leer el
rematador, empezamos a cantar el himno, a rezar... Fue muy duro, porque... entró la policía, se
desbordó todo, pero... seguimos cantando y llegó un momento que dijo el rematador: “No, no, yo en
estas condiciones, no remato”, y se retiró. Bueno, eso recorrió todo el país, esa imagen”.
276
En palabras de Arendt, “nadie es exclusivo productor de su propia historia, y sin embargo allí se
revela la vida humana” (1998:200). Los sujetos, tanto por el carácter de irreversibilidad de las
acciones ya pasadas como por las condiciones espectrales de las acciones presentes, transitan sus
vidas por un campo incierto. Las acciones humanas son obras abiertas y, como sostiene Giddens
(1995), pueden o no haber sucedido.
3. Vidas íntimas, biografías públicas: “lo personal es político”
"...Venimos de familias que andaban en sulky o
a caballo por los campos, abriendo surcos,
cosechando a mano y hasta pariendo en el monte"
(MML, anónimo).
Las mujeres que integran el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha nacieron en el campo,
estudiaron en las escuelas rurales a las que asistían a caballo o en sulky, "...para terminar la
[escuela] primaria mi mamá me envolvía los pies con agua caliente, tenía una hora de sulky con
esas heladas..." (C., de Santa Fe, 8/9/98), vieron crecer a sus hijos, armaron una familia y
estrecharon un vínculo afectivo con la tierra que, como expresa Julia, "además de ser tu fuente de
trabajo es una cosa que ni siquiera es tuya, fue de tus abuelos, de tus padres. O sea que ahí hay
además un arraigo emocional..." (Entrevista, 24/10/98). Primero sus abuelos, luego sus padres y
ahora ellas la trabajan junto a sus maridos y a sus hijos.
Vivir en el campo para la mujer no sólo significa dedicarse a las tareas de la casa o a la
educación y cuidado de sus hijos, sino también al trabajo en el campo: cuidar la quinta, alimentar a
los animales, manejar el tractor, revisar las plantaciones luego de las heladas, encender la leña para
que el granizo en un instante no eche a perder el sacrificio de meses de trabajo duro y de larga
espera, pelear contra la desertificación de la tierra, ordeñar las vacas, atender su parición, vigilar el
ganado o esperar a recoger los frutos de la tierra.
Nora, del MML del Alto Valle del Río Negro, relata los comienzos de su vida como
agricultora en la chacra que el movimiento logró salvar del remate judicial cuando habían pasado
tan solo pocos días de su fundación:
277
"...era una felicidad plantar tomates trayendo el agua a caballo desde el río porque pensábamos que
llegaríamos a ser 'alguien' y no nos importaba pasar Año Nuevo y Navidad sacando los yuyos de las
hileras..." (Página/12, 18/9/98).
Podemos también hablar de la vida de Ana, otra participante del MML del Alto Valle rionegrino.
Ana trabajó la tierra a la par de su esposo cultivando manzanas y llevando consigo, a la labor diaria,
a uno de sus hijos en un cajón de manzanas. (Página/12, 18/9/97).
Otras mujeres, nacidas en el campo de sus abuelos inmigrantes, como Mirta que nos relata:
"mi abuelo era suizo agricultor, y mi [otro] abuelo era criollo agricultor, o sea que desciendo de
familia de agricultores, por el lado de mi mamá y mi papá" (Entrevista, 24/10/98), se casaron y se
fueron a vivir a la ciudad o a los pueblos, comenzaron a trabajar en las escuelas como maestras,
secretarias, o en otras actividades que les permitiera conciliar su rol de madres, esposas y amas de
casa. "Trabajábamos todos en el momento que estábamos en el campo, hasta los chicos vacunaban,
ayudaban con las ovejas, curaban..." (Entrevista a Mónica, 7/3/97).
La acción colectiva en el espacio público politizó sus vidas cotidianas, inscribiendo un
punto de inflexión2. Existen condiciones habilitadoras del cambio en las identidades sociales, que
como señala Moore (citado por Martínez, 1989), se pueden dar en tres planos interrelacionados: en
el nivel cultural, vinculado con los procesos de erosión de los sistemas de creencias y valores
prevalecientes; en el nivel de la estructura social, relacionado con aquéllos procesos que
desestabilizan la identidad de los actores; y, en el nivel de la personalidad individual, cuando el
individuo logra reconocer la opresión de ciertos órdenes sociales.
En ese proceso, en que fueron construyendo un discurso herético, las mujeres modificaron
su percepción sobre sí mismas. Las movilizaciones, el hablar públicamente, la aparición en los
medios de comunicación, la negociación con los poderes públicos, en espacios hasta entonces
vedados a la mujer, las ubica junto a otros movimientos confrontativos al gobierno nacional.
Numerosos estudios sobre la temática de género dan cuenta de la existencia de fronteras
entre un espacio privado al cual se relegan las tareas domésticas, y un espacio público, fronteras que
van perdiendo nitidez. Las separaciones entre el adentro y el afuera que caracteriza la vida urbana
no se encuentran en la vida rural en la cual la unidad económica se constituye tanto a partir del
2
Como reflexiona Clara Kuschnir (1994) en un artículo acerca de la invisibilidad de la asimetría detrás de la
visibilidad de la igualdad, "Todas hemos leído cantidad de interpretaciones acerca de esta especie de
'invisibilidad de la mujer 'como si la historia del mundo hubiera transcurrido sin ella" (pág. 220; bastardillas
en el original).
278
hogar como del trabajo: no existe una división clara entre trabajo doméstico y trabajo rural. Desde
su participación en el movimiento, ese adentro/afuera que tradicionalmente ha expresado la división
social y sexual del trabajo, se expresa en una “construcción pública de lo privado”. Aparecen
claramente los límites entre el adentro de la vida familiar y el afuera que significa ingresar a la
arena pública. Cuando en un discurso en la Plaza de Mayo –escenario histórico de lo público- una
integrante del movimiento de Santa Fe expresa: "la mujer es lo que el gobierno nos ha obligado a
salir a la calle" (7/3/97), ambas situaciones ocurren simultáneamente, la mujer rural se revela y se
rebela.
La ocupación física y simbólica de estos espacios “vírgenes”, colonizados por los varones
(el ámbito de las asambleas locales y nacionales del movimiento, las reuniones de las
organizaciones agrarias o la Plaza de Mayo), fue posible por las dimensiones que alcanzó el
movimiento. Nos contaba Joaquina: “Yo había ido a muchas reuniones de la Federación Agraria,
allí las mujeres no iban” (Entrevista, 7/3/97).
Como tantas otras mujeres en la historia, no estuvieron exentas de ser nombradas "las locas"
del mismo modo que todas aquéllas que transgredieron desde la cotidianeidad ciertos órdenes
fundados3. "Pero qué van a hacer esas 'locas' por ahí, te dicen. Pero bueno, las locas se iban, pero
volvían y volverán, no nos vamos a quedar" (Entrevista, 24/10/98). Su aparición en posiciones de
poder es percibida como disrupción, imprevisibilidad, alteración de un orden, dificultad de ser
nombradas.
“Prácticamente éramos muy inocentes, no sabíamos que era un sistema financiero perverso que venía
a quedarse con todo lo nuestro. Y las mujeres me decían: Tenemos que hacer una gran marcha en
Buenos Aires.”, recuerda Lucy.
La “tractorista” del movimiento en esa primer marcha a la Plaza de Mayo en 1996, Norma de
Astorquia de Santa Fe, experimenta con profunda emoción el día en que, como recuerda, “nos
hicimos públicas”. La identidad de género se construye en un espacio dual: el ámbito doméstico -el
de la familia, del cuidado de los niños- en el que los rostros de las mujeres son anónimos, sus obras
invisibles y las relaciones de dominación se producen detrás de los muros, y la esfera pública -la del
trabajo extradoméstico, la lucha y la política- que otorga visibilidad a sus actos, pero no por ello
debilita las relaciones de dominación. Este pasaje implicó altos costos personales (sobrecarga de
trabajo; falta de apoyo familiar; apremios morales, entre otros).
3
Véase Bousquet, Jean- Pierre (1983) Las locas de la Plaza de Mayo, Buenos Aires, El Cid Editorial.
279
La primera marcha de las mujeres hacia Buenos Aires emprendida el 8 de marzo de 1996,
constituye un hito para el desarrollo de la subjetividad política.
“El Día Internacional de la Mujer es como que fue el día que nos hicimos públicas, aquel 8 de
marzo con el tractorcito. Vinimos con un tractor muy viejito que nos prestó una cooperativa y lo
bajamos en el Congreso y nos paramos acá, frente a la Casa de Gobierno, en esa explanada con el
tractorcito porque no nos dejaron avanzar más. Y en ese momento que puse en marcha el tractor
siendo la `tractorista del movimiento´... Y ahí pusimos para algunos el grito en el cielo. Veníamos a
pedir 20 años de refinanciación, veníamos a pedir recálculo de la deuda, años de gracia y precio
sostén (…) Éramos ochocientas mujeres. Fuimos tapa del diario La Nación en ese momento.
Después volvimos dos o tres años con el tractor pero el actual presidente que era el gobernador de la
ciudad de Buenos Aires nos prohibió bajar el tractor porque desordenábamos el tránsito. Cada vez
que entramos con el tractor, la policía nos secuestra el tractor y tuvimos que dejarlo de lado.”
(Entrevista, 8/3/01; el subrayado es mío).
Norma marca la trascendencia de ese día:
“Fue el resurgimiento de la mujer agropecuaria, porque la mujer siempre trabajó en el campo (...)
pero siempre fue sometida, cuando había que tomar decisiones, cuando había que negociar o hablar
era muy raro que una mujer abriera la boca, siempre era el marido.” (El subrayado es mío).
El cambio profundo en sus rutinas diarias: "No soy de salir ni de ir a reuniones, ni siquiera a esas de
comésticos que hacían mis hijas en casa, prefería irme a la cocina o ir a visitar a los parientes a
otros pueblos" (Página/12, 18/9/98) son notables en la nueva vida de Marta: “No nos perdemos un
programa de televisión donde se discuta política económica, o leemos todos los días los diarios para
retrucarle a los políticos cuando dicen que el campo ´está bien´ o para llamar a los programas
cuando son abiertos y dejar mensajes en la producción” (Entrevista, 7/11/98), o hablando acerca de
“cómo prepararse contra las amenazas del gobierno provincial que prometió enviar un grupo de
elite de la policía para frenar el próximo acto, cuando antes algunas de ellas sólo salían de su casa,
como Nora, los miércoles por la tarde para tomar el te con sus amigas y hablar de telenovelas"
(Página/12, 18/9/98). O analizando las noticias de los diarios para formar una opinión crítica, o
sosteniendo una pancarta que identifica al movimiento, o hablando frente a frente con el
gobernador, o "poniendo el cuerpo y la voz" delante de las banderas de remate de sus campos
endeudados; aunque se empeñan en señalar "hacemos política pero no queremos saber nada con los
partidos" (Página/12, 18/9/98).
280
En enero de 2001, Lucy participó del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Allí se contactó
con movimientos campesinos integrados en la organización “Vía Campesina”.
“Fue una experiencia tan grande, me comentó, que no pensé que se me iba a abrir la mente... Porque
nosotras de largar el delantal y la olla, sabíamos lo que era la casa y la familia, y vino el
movimiento y fuimos conociendo a la gente del país, de Latinoamérica y mundial. Haber participado
con 122 países, escuchar a los africanos, a los españoles, a los franceses y otros países
latinoamericanos y se me abrió, vuelvo a decir, la mente.” (8/3/01; el subrayado es mío).
La acción colectiva las colocó en una singular posición de sujeto, la de la resistencia, lugar desde
donde se redefine tanto el espacio de lo público como el tradicional rol femenino que limitaba a la
mujer a los espacios de la domesticidad, quebrando el mito que construyó un espacio doméstico al
cual las mujeres debían recluirse y en el cual "no había mayor 'poder e influencia' que preparar una
buena comida, cuidar a los enfermos o soñar el ajuar para las hijas" (Torre, 1994: 228), para validar
este otro espacio de la domesticidad como espacio de poder, "poder como 'potencia', como...
capacidad de incidir sobre el mundo o de afectar lo exterior en mayor medida, o al menos no en
menor medida, de lo que uno es afectado" (Amorós, C., citado por Rodríguez, 1994: 425).
"Nos esperan nuestras casas de las que vinimos tantos kilómetros, leguas y leguas... No nos hemos
quedado; en ningún momento donde haya una reunión o una asamblea, un remate, habrá mujeres que
pueden dar referencias sobre esto (...) De esta forma lucharemos y estaremos unidas para combatir
este modelo económico que está destruyendo la familia argentina" (Discursos, integrante del MML
de Formosa, 7/3/97).
“Lo personal es político”, esgrimido por el movimiento feminista en los años setenta aparece en la
resignificación del rol materno de la mujer en otro espacio, el político.
Se adscribe tradicionalmente al mundo cotidiano de las mujeres, el confinamiento al mundo
privado y la sumisión a los varones; son ellos quienes toman las decisiones, son “jefes” de hogar,
discurso que aparecía o continúa apareciendo en algunos ámbitos rurales, como naturalizado, y por
lo tanto, no es objeto de cuestión. Es que de acuerdo al tradicional rol femenino asentado en la
adscripción cultural "se supone que la mujer tiene que estar en su casa, no abrir la boca, entonces es
difícil también la lucha con los hombres de la misma actividad" (Entrevista, 24/10/98). Sin
embargo, ya en la búsqueda del nombre (“Esposas de productores” versus “Mujeres en Lucha”) y su
opción se percibe una ruptura en las relaciones intergéneros. “Las mujeres rompemos el silencio y
desechamos la sumisión” –expresan en un petitorio- o, "puede ser que eso [que la mujer del campo
281
es sumisa] haya sido antes, porque antes por ejemplo mi mamá no tomaba demasiadas decisiones
(...) Antes la mujer de ir al banco, enterarse de los problemas bancarios eso no..." (Entrevista,
24/10/98) Del mismo modo resignifican la circulación de discursos que legitiman la posición de la
mujer y reflexionan acerca de ellos:
"El rol de la mujer ha cambiado, ya no es de ´puertas adentro´. La mujer también sabe defender los
suyo y cuando le tocan la familia lo salen a defender con mucha más fuerza que el hombre" (La
Arena, 1/10/95).
El momento de ruptura, un "antes y un después", se reconoce en sus discursos: la "mujer" se
convirtió en el incentivo predominante de la acción de la mujer, valor multiplicador de los espejos
cuya imagen incorpora otros puntos de vista, otras posibles miradas, otras experiencias.
"...Tiene una particularidad el movimiento de las mujeres que es que la mayoría, la mayoría son
mujeres que nunca habían salido a pelear ni por un granito de arroz, porque la mujer del campo es
muy sometida, muy de participar en la economía familiar pero desde la cocina" (Entrevista a Ana
Galmarini, Santa Fe, 1998).
No obstante, el día de la Marcha a Buenos Aires en ocasión del Día Internacional de la Mujer,
marcó otra distancia, la que ellas propician respecto de las demandas de género o de los
movimientos feministas. La anécdota vale: cuando escucharon las consignas a favor de la
legalización y despenalización del aborto, decidieron plegar la bandera del MML y retirarse de la
Marcha, por su disenso con respecto a esta posición. Lucy de Cornelis me comentaba momentos
después:
“El aborto es una cosa individual y no lo pienso en general. Yo, una creyente, no podemos estar de
acuerdo, pero después con las demás [consignas], todo” (Entrevista a Lucy de Cornelis, 8/3/01).
El MML, si bien rehúsa establecer un vínculo estrecho con el movimiento feminista, se incluye en
un movimiento más amplio, el movimiento social de las mujeres. El nuevo sentido público-político
de la maternidad se advierte en los discursos públicos.
"Nuestro lugar está en nuestras casas, abrazando a nuestras familias. Ella es la única y necesaria
manera de hacer un país grande, trabajando como mujeres generadoras de vida, luchamos para que la
282
célula más importante de la sociedad que es la familia, no se disuelva" (Discursos, Ema M., de
Rosario, 7/3/97).
Esto indica un quiebre en los patrones de acción colectiva tradicionales en el campo: focaliza
conflictividades que se relacionan también con lo local, con las vivencias cotidianas, con el cuerpo;
se politizan áreas anteriormente excluidas de estas esferas por representar prácticas de la vida
privada.
"...Yo creo que, yo me acuerdo que cuando formamos el movimiento las mujeres enseguida se
encargaban de decir 'nosotras somos apolíticas', y yo siempre les decía: 'no, no somos apolíticas; que
somos un movimiento pluralista, un movimiento democrático, ahí dentro confluyen todas las ideas,
cada una puede tener una militancia política, gremial, pero no somos apolíticas, somos a-partidarias,
pero estamos haciendo política, si estamos luchando contra este modelo que nos está oprimiendo,
que nos está llevando a la ruina, estamos haciendo política. Costó sacarle a la mujer del campo esa
cosa..." (Entrevista a Ana Galmarini, Santa Fe, 1989).
4. La Madre tierra: honor, género y marcos culturales de significación
“Ellos, los hombres, se van fundiendo en silencio”.
Ana María Riveiro (MML, Santa Fe).
“Cuando en mayo mi desesperación llegó al límite porque golpeé todas las puertas y nadie me
escuchó, por eso [me] dispuse a convocar a las mujeres y encontré una respuesta inesperada. Sentía
impotencia porque factores externos nos estaban arrebatando nuestras cosas. Por eso decidimos
luchar juntas y hacernos fuertes.” (Entrevista a Lucy de Cornelis, La Arena, 22/9/95).
La acción fundante, el momento de invención del movimiento, instala un espacio de relaciones
recíprocas, a partir del que se configura una nueva identidad colectiva, se genera un nuevo tipo de
prácticas y de solidaridades compartidas. Este momento implica una “liberación cognitiva” (Mc
Adam, 1982), que conduce a la construcción de una interpretación alternativa de la realidad, como
contingente y pasible de transformación. Joaquina Moreno, relata los comienzos del movimiento:
La asamblea era grande esa vez. En Winifreda había como trescientas personas y la comisión se hizo
en base a una mujer por pueblo. En Trenel estaba yo sola. Yo estaba como productora agropecuaria
(...) La reunión primera fue un poquito cruda y era más por la deuda porque esta chica estaba
endeudada, la otra también y las mujeres exponían su caso particular. Bueno, yo expuse el problema
283
de todos, todos los productores, yo me sentía productor, soy productora agropecuaria y entonces les
expliqué por qué estamos endeudados, porque la deuda no viene porque sí (...) el origen de las
deudas era la falta de políticas agropecuarias adecuadas. [...] Y bueno, ahí empezamos a ver qué
hacemos, qué no hacemos, vamos a hablar con el gobernador y ahí empezamos (Entrevista, 1996).
El problema agrario y la posibilidad de remates y pérdida de sus tierras no era, obviamente, sólo
una preocupación de las mujeres. Aunque existe un alto porcentaje de mujeres jefas de explotación4,
la propiedad y la gestión de la pequeña propiedad rural están predominantemente en manos de los
hombres. Cabe preguntarse, entonces, por qué fueron las mujeres rurales, cuyas vidas transcurren en
gran medida en la unidad doméstica, las que optaron por la acción en la esfera pública.
En su teoría sobre la acción colectiva, Melucci (1996) presenta diferentes modos que
pueden elegir los actores para expresarse: a) la reestructuración de significados y/o de los fines de
la acción en sí misma; b) la “opción depresiva”, que excluye toda posibilidad de conflicto, paraliza
la acción y potencia procesos destructivos; c) la alternativa de la “salida-voz” que describió
Hirschman; d) la “sublimación”, a partir de la cual el individuo tiende a construir una imagen ideal
de sí mismo y a refugiarse en un mito; e) la respuesta “agresiva”, simbólicamente proyectada hacia
fuera con referencia al sistema social: el enemigo es, en este caso, un adversario simbólico. Como
pudimos observar en los discursos profundamente emotivos del 88º Congreso de la Federación
Agraria Argentina, muchos hombres cayeron en la opción depresiva, quizá, por una cuestión de
honor5:
No hablan de esas cosas, vos sabés que se van fundiendo en silencio, y eso es lo terrible, y es lo que
sí se anima a hacer la mujer. A la mujer no le da vergüenza salir y decir que debe tanto, porque está
segura que ella vio que su familia trabajó toda su vida, que no se fueron ni a Miami, ni al Caribe. La
plata la gastaron, se fundieron trabajando. Al hombre le da mucha vergüenza y es una desgracia. Vos
sabés la cantidad de gente que ya ha perdido su campo, que lo ha vendido en silencio (...) En el
campo la gente está como entregada, como que la han convencido de que no son más viables
(Entrevista a Ana Galmarini, 8/9/98; el subrayado es mío).
4
Finalizando el siglo XX, los últimos datos estadísticos (CNA, 2002) muestran que a pesar de los efectos
desencadenantes de las políticas neoliberales implementadas en la región, las mujeres rurales argentinas
conservaron el 11% de la jefatura de los hogares y el 33% de la agricultura está en manos de mujeres
campesinas.
5
Los numerosos casos de suicidio que he escuchado en los trabajos de campo han sido casi exclusivamente
de varones, vinculado por cierto con la construcción cultural del rol masculino en la provisión de la familia.
284
Los hombres del campo "se van fundiendo en silencio". El honor es un valor muy importante en los
poblados del interior. Está unido al deber, a la vergüenza inscrita en una “lógica contable” (Mahé,
2005) según la cual el individuo o grupo especula sobre otros individuos o grupos. En la
antropología, el honor es un atributo masculino vinculado a la sexualidad femenina y en el mundo
de vida de los colonos, a los códigos morales del catolicismo (Stølen, 1996). En efecto, la versión
del “honor y el orgullo” varían de una sociedad a otra. En la pampa parece estar asociada a la
vergüenza moral que significa atentar contra un principio que en este tipo de sociedades aún es
fuerte: “dar la palabra”.
“Es una cuestión cultural esa, no, no, ni hablar...que bueno, dicho sea de paso... lo malo es que se lo
han hecho a contracara, que encima hay mucha gente que se ha sentido culpable de su situación, es
decir, que la política no ha tenido que ver...” (Entrevista a dirigente de Chacareros Federados, 2005).
Cuenta Lucy:
“El chacarero productor está muy solo y se metió muy... hacia adentro; y yo digo siempre que son
los gritos del silencio y nosotros transportamos así a nuestro gobernantes para que escuchen, somos
los que llevamos los gritos de ellos. Esto no quiere decir que nosotros seamos...nuestros maridos no...
no sé cómo explicarte, no son... no queremos quitarles el lugar que tienen ellos, sino porque todos los
hombres estaban, digamos, pasando una situación de brazos caídos, que no tenían más ganas de
luchar, porque al contrario cuando más trabajaban, cuando más sembraban, más se endeudaba. Esto
fue lo que le causaba una vergüenza profunda, de que... que no podían llevar a cabo las pequeñas
empresas y que todo se acababa y más para adentro se metían; y bueno... tuvimos muchísima gente
que se suicidó, muchísima gente en estado... que ha quedado en estado deplorable. Y yo digo que la
historia de esto, de esta Argentina, yo creo que va a haber más de treinta mil desaparecidos, cuando
hubo la represión militar, por el daño psicológico que han dejado a las generaciones de nuestro hijos,
de nuestro nietos.”
La “espada de Damocles” produjo un efecto inverso al “esperado” en el mundo de vida de los
colonos: arraigó a los varones al espacio privado, producto de una auto culpabilidad que les impedía
la posibilidad de actuar colectivamente llevándolos al ostracismo social y político, y condujo,
paradojalmente, a las mujeres a la acción en la esfera pública, a salir de sus ámbitos privados
cuando intuitivamente comprendieron que no se trataba de un “asunto individual” sino que era un
problema universal, político.
Una de las co-fundadoras del MML en Villa Ocampo, al norte de Santa Fe, remite a ello:
285
“En el ‟95 nosotros no sabíamos, fijate que nosotros nos enteramos, por la hija de una de las señoras,
de las Mujeres en Lucha, que... leía en uno de los diarios, en ese diario que salió nosotros, uno en el
Chaco, salió del movimiento de Mujeres en Lucha... de La Pampa y, que estaban parando remates...
y que la forma que lo hacían; y trajo el recorte, dentro de los Autoconvocados, trae y nos comunica
“Miren lo que está pasando, nosotros no somos los únicos que estamos endeudados... mirá está
pasando en otros lugares”. Porque creíamos que éramos nosotros los únicos, entonces, te imaginas
era una desesperación.” (Entrevista al MML, Villa Ocampo, 2005).
Resulta interesante comprender cómo las mujeres asumen la defensa de la tierra cuando la misma es
un bien que pertenece a sus esposos. Bajo lo que llamo “procesos culturales silenciados”, es decir,
aquellos mecanismos históricos de exclusión culturales, institucionales, económicos y políticos –
formales e informales- de las mujeres rurales de las esferas privada y pública, una de las variadas
formas que éste adquiere en el mundo rural es negar u obstaculizar a las mujeres el derecho a la
tierra o impedirles influir en la toma de decisiones mediante las que se organiza la vida pública.
“Nuestros esposos se sintieron apoyados al ver que nosotros nos pusimos a la par de ellos...
salvamos nuestro matrimonio también.” (Entrevista a E., 2005).
Cuando las mujeres reflexionan acerca del cambio que produjo el movimiento en sus vidas
cotidianas lo hacen desde aquel sitio que construyó el "malestar colectivo" transgrediendo el umbral
de la mera queja para dar lugar a la construcción social de la protesta 6:
"Hay que protestar; si tenemos o no éxito, eso es aparte, eso es punto aparte. Pero no puede ser que
sigamos callando todas las injusticias, tenemos que decirlas. Si las quieren escuchar que las
escuchen, si no, vos al menos tenés la satisfacción de haber dicho que no estabas de acuerdo"
(Entrevista, 24/10/98)
6
Existen diferentes formas de acción a través de las que se expresan la resistencia a los procesos de
modernización; las acciones colectivas constituyen una de esas prácticas. Existen otros modos de "salida": la
mortificación, la sublimación, las diversas formas de escape, etcétera. Según Hirschman (1977), uno de los
factores que alejan la opción de la salida son las "perspectivas de uso eficaz de la voz" (citado por Revilla
Blanco, 1994: p. 188). Entre aquéllos que eligen permanecer y adoptar la "voz" hay un intento por mejorar
desde adentro de la organización.
286
O sea, si bien las situaciones de depresión están presentes, el MML ha conformado una salida
basada en la alternativa colectiva de la “salida y la voz” para manifestarse, escribiendo en el
proceso su propio “guión de la realidad” (Melucci, 1985). Y en ese tiempo, se fue cristalizando su
identidad colectiva, a partir del sistema de relaciones, del liderazgo que fue surgiendo, y de las
confrontaciones con otros, en procesos conflictivos que paradójicamente tienen el efecto de
promover un alto grado de unificación.
En el caso de las mujeres del MML, la identidad con la tierra, la familia y la maternidad son
valores que devienen del pasado. Es posible interpretar este cambio cultural en la mujer rural a
partir de ciertos procesos individuales y colectivos de frustración, que se relacionan con una fijación
ambigua entre la aceptación/sujeción de un orden que se vive como excluyente e injusto. En este
proceso se entrelaza "otra" forma de lucha, la lucha por la tierra, con la cual establecieron una
relación afectiva muy intensa, que se une a la lucha de aquéllos que nunca la poseyeron, como para
Ana María de Santa Fe:
“Yo me crié en el campo, era hija de chacareros sin tierra, nosotros cultivábamos tierra ajena y
siempre sentí la necesidad de la búsqueda de la tierra y de la chacra”, (Entrevista, 7/11/98) y para
quien la tierra posee otro significado, el del deseo. Están también los que teniéndola están a
punto de ser despojados de ella.
El sentido que el MML le otorga a la “tierra” actúa como elemento simbólico cohesionador. La
tierra es asimilada aquí a la “cultura”, “nombrada” en cada instante; ello la convierte en poderoso
motivo de la acción:
Y es la tierra, si no tenés la tierra, la cultura, no sé qué va a pasar con la gente [...] Es la pérdida de la
soberanía. Tenemos que enarbolar la bandera argentina en cada campo para que vean que las mujeres
y los hombres no estamos dispuestos a perder nuestra tierra... (Entrevista a Lucy de Cornelis, diario
Tranquera Abierta, 10/3/99).
Cada grupo elabora una narrativa histórica y una memoria propias, que justifican la acción colectiva
(Tarrow, 1997). Así, los productores rurales se apropian de la tierra enarbolando los símbolos que
sus padres y abuelos usaron antes que ellos:
“Somos productores familiares de varias generaciones, que fruto de la lucha conseguimos parcelas
que ya no alcanzan para nuestros hijos; crecimos en los intersticios que nos dejó el latifundio...”
(Folleto del MML, 8/10/98).
287
Este uso de la historia y la construcción de memoria ocurren porque las luchas de los movimientos
sociales también son luchas culturales por la producción de sentidos, y una de las tareas
fundamentales de estos movimientos es construir marcos de significados más amplios, que sean
percibidos e interiorizados por los diversos actores y/o por otros movimientos.
5. Forma de organización, tipo de liderazgo y redes
Hay un momento en que las primeras acciones colectivas se transforman en una organización. 7 El
MML es presidido por Lucy de Cornelis desde la primera Asamblea Nacional realizada el 21 de
setiembre de 1995, de la que surge también la Mesa Nacional. Las mujeres sintieron la necesidad de
formar una organización autónoma. En este punto, también es especialmente significativa (y no poco
conflictiva) la relación del MML con su gremio:
“En Federación Agraria, sentíamos que no peleaban. Sentíamos que no nos representaban, que no
peleaban para defendernos. Y nuestras cooperativas tampoco, las instituciones de cooperativa que
han quedado tampoco luchaban para defender al productor. Ya las cooperativas se han transformado
en una...parte económica, en un comercio más que le cierren los números a ellos y ya no lo que
realmente tiene que ser una cooperativa, para qué se la fundó.” (Entrevista a MML, Villa Ocampo,
2005).
Algunas de las principales dirigentes del MML han sido militantes en los Clubes Juveniles Agrarios
de la FAA. Por otro lado, en muchos lugares el MML ha surgido a partir de reuniones organizadas
en el seno de la FAA para discutir las estrategias de lucha frente a la política implementada por el
7
El concepto de organización adoptado refiere a una construcción social, producto de la acción de los propios
actores y de creación continua. La organización aparece como un punto crítico, como la instancia de decisión
de los sujetos y, por tanto, de libertades y restricciones. Momento esencial, pues es aquel en que el colectivo
se transforma en proyecto (acciones, luchas, enfrentamientos, negociaciones, etcétera).
288
modelo neoliberal. Sin embargo, uno de los fundamentos fue que la FAA no tomó el tema del
endeudamiento como bandera de lucha:
Nosotros precisamente estamos en contra, no en contra, fuera de la organización porque hemos
decidido pensar solas. Para nosotras es la entidad madre FAA, nosotras salimos de ahí, lo que pasa
que FAA en vez de defender a los pequeños y medianos productores del endeudamiento, la única
organización que tomó el tema del endeudamiento es Mujeres en Lucha. (Entrevista a Ana M.
Riveiro, 11/11/98).
Hay también otro lado que se vincula con las tensiones explícitas por el no reconocimiento por parte
del Estado y las dificultades que les propina ser excluidas del diálogo. (El tema de género en la
organización rural será retomado más adelante).
El MML logró la personería jurídica en el año 1997 luego de tensos recorridos
institucionales. Diferenciarse de otras organizaciones agrarias, e intentar mantenerse autónomas en
relación con partidos políticos, así como evitar la burocratización, fueron ejes importantes del
modelo organizativo inicial:
[...] nosotros somos un movimiento horizontal, pluralista, democrático, y por ser profundamente
político, somos a-partidarios. Después dentro de nosotros conviven las más diversas tendencias,
sectores, ideologías... (Entrevista a Ana María Riveiro, Santa Fe, 1998).8
El MML ha establecido las asambleas, tanto anuales, nacionales como provinciales o zonales, como
forma de mantener el contacto entre los distintos grupos provinciales, de reflexionar acerca de los
cursos de acción, intercambiar experiencias y vivencias, etcétera. Ana Galmarini, su vicepresidenta,
nos relata el modo en que se conforman las filiales del MML.9
8
Es recurrente en los relatos la negación a conformar una pirámide organizacional. Esto, aparentemente, tiene
que ver con la intención deliberada de no burocratizar la organización, lo que las aleja de las instituciones agrarias y políticas- que son criticadas fuertemente. También hay un deseo de resguardar a la organización:
“[...] la gente nos dice: „si, ustedes son un movimiento genuino‟, o sea, tienen más fe en este movimiento que
es un movimiento más puro, que no se ha burocratizado como las otras organizaciones. Las otras
organizaciones están burocratizadas" (Entrevista a Joaquina Moreno de La Pampa, 8/3/97).
9
Hasta el año 2002, el MML poseía sedes en las siguientes provincias y localidades: La Pampa: Winifreda,
Trenel, 25 de Mayo, General Pico, Colonia Barón, San Martín, Ingeniero Luiggi, Santa Rosa, Trelew; Buenos
Aires: Arribeños, Pergamino, Baradero, Guaminí, Carlos Casares, Villa Iris, Pigüé, Junín, Necochea, San
289
Cuando nos preguntan qué cantidad somos, no sé, porque todos los días... Por ejemplo, en Neuquén
fuimos, armamos el movimiento. Nos habían armado tres reuniones, en Cipoletti, en Plotier y en
Centenario. Al mes, mes y medio, ya había doce pueblitos de ahí del Alto Valle organizados como
movimiento [...] Vamos a un lugar, llamamos a la prensa local, las FM, canales de los pueblos.
Hacemos una reunión con quince, veinte, siete, las que sean y dejás armada la filial del movimiento.
Labramos un acta, y esas mujeres se encargan de que eso se reproduzca, empiezan a hablar, a través
de los medios se van enterando, se acerca una [mujer] que tiene problemas con el Banco Provincia, la
otra con el Banco Nación... (Entrevista a Ana Galmarini, 1998).
Las mujeres de Villa Ocampo, en el chaco santafesino, recuerdan cuando, organizadas como
“Autonovocados de Villa Ocampo” (creado en 1994 en el seno de la parroquia), deciden crear el
MML en esa localidad a comienzos del año 2000, el Acta de fundación que E. muestra en un trozo
de papel manuscrito:
“Cuando tuvimos la oportunidad de llamarla a Ana Galmarini, que fue justamente, eh... el sacerdote
local que nos ayudaba, fue que tuvo que hacer un viaje a Rosario para salir a los medios radiales allá,
le había ofrecido que vaya lo que había pasado en Villa Ocampo... “Bueno- dijo- ya que tengo que ir
allá, me voy a comunicar con Ana Galmarini”. Ana viene a Villa Ocampo... y lógicamente para
nosotros era la salvación… Vino con tres mujeres, con la abogada Ana María, las mismas trajeron la
iniciativa para que se conforme el grupo en esta zona. Contaron su trayectoria, objetivos, forma de
trabajo, experiencia y vivencia. Firmamos el acta:
Acta 1: En Villa Ocampo, General Obligado, provincia de Santa Fe, a los 3 días del mes de mayo
del 2000, siendo las 19 horas se reunieron en el salón parroquial un grupo de mujeres
Autoconvocadas, donde se analizó la iniciativa propuesta por el movimiento de Mujeres en Lucha, el
día 27 de abril del 2000. Luego del intercambio de opiniones y no teniendo ninguna asociación o
federación y ante la realidad crítica que nos toca vivir, se resolvió conformar el movimiento de
Mujeres en Lucha filial Villa Ocampo, designando como representante zonal a la señora E. V. y
secretaria C. G., próxima reunión el día 22 de mayo a las 18.30 horas en el centro comercial de Villa
Ocampo.
Cayetano, San Nicolás, Villa Ramallo; Santa Fe: Rosario, Zavalla, Totoras, Teodolina, Reconquista, Ramona,
Las Parejas, Chabás, Berabevú, Arteaga, Galvez, San Jerónimo, Roldán, Maciel; Formosa: Capital; Mendoza:
San Martín; Entre Ríos: Hernandaria; Santiago del Estero: Fernández; Córdoba: Camilo Aldao, Cnel.
Moldes; Tucumán: Famaillá; Chaco; Alto Valle de Río Negro. Actualmente, algunas de esas sedes han
desaparecido o se encuentran en estado de latencia.
290
Y en el Acta 2, cuando ya empezamos el 22 de mayo, eh... en el salón del centro comercial de Villa
Ocampo a las 18.30 horas que fuimos ahí a reunirnos en esa oportunidad.
“Se reúnen integrantes del movimiento de Mujeres en lucha para tratar las siguientes:
1º Ante la visita y estadía del monseñor Martínez -que era el obispo del departamento- en los
próximos días en nuestra parroquia, quien se pondrá en contacto con las instituciones locales, se
resuelve solicitar una entrevista para informar de la existencia del grupo y, los recibos en la misma
que se le hará entrega de una carta abierta, manifestando la realidad dramática que vivimos,
solicitando el apoyo de las jerarquía eclesiástica a los pedidos de solución y legislación a favor del
campo y la producción exigidos al gobierno.
2º Luego de intercambio de opiniones y reflexiones, sentimos la necesidad de mantenernos
informadas para poder ser protagonista y no solo espectadores de la tarea reivindicativa y, que en
esto momentos de crisis se hace necesario más que nunca aunar voluntad y esfuerzo para encontrar
el camino de la recuperación agropecuaria, siendo las 19.30 horas se dio por finalizada la reunión.”
(Entrevista MML, Villa Ocampo, 2005).
El rol del liderazgo es central en este punto, especialmente en lo referente a actividades concretas
tales como la definición de metas y la elección de prioridades, el mantenimiento de la estructura de
movimiento y el fomento de la interacción y cohesión de los miembros entre sí. Se torna
importante, también, el modo de circulación de la información a través de las redes. La
conformación de redes y la constitución de alianzas han sido esenciales en el primer momento del
MML para el establecimiento de vínculos con organizaciones del agro nacional y en las diversas
provincias. En un segundo momento, serán importantes para los intentos de apertura hacia el
exterior, momento que coincide con el desarrollo de procesos de transnacionalización a nivel
mundial. En el MML, ésta es también la etapa de empoderamiento.
El MML estableció y/o se integró a distintos tipos de redes: redes interpersonales solidarias
para acudir a evitar los remates de campos o instrumentos de trabajo:
[...] se remataba la casa de un productor agropecuario, que ya una cooperativa mixta se había
quedado con el campo de este hombre y lo único que le quedaba era la casa y un galpón, y le
remataban la casa [...] A las nueve de la noche del día anterior al remate nos avisaron que a las diez
de la mañana del día siguiente era el remate. Pusimos en funcionamiento una red solidaria, y
juntamos unas quince mujeres. Era tomar la decisión y pararlo sí o sí (Entrevista a Ana Galmarini,
1998).
291
Otros vínculos se establecen para generar recursos de tipo económico o simbólico. El MML ha
establecido relaciones de corte más instrumental y fugaz con sus asesores legales, con políticos
(especialmente del partido Frente del País Solidario –FREPASO- y del ARI, tratado en el apartado
siguiente) y profesionales (socióloga/os, antropóloga/os y economistas) que le ofrecen una base de
expansión de sus redes hacia el exterior. De hecho, los movimientos sociales u organizaciones suelen
incorporar participantes de otras instituciones, “estructuras de reserva de los movimientos”, que
funcionan como soportes para el reclutamiento y la expansión de la propuesta. 10 Así, en la provincia
de Tucumán, el MML se creó en el seno del “Centro de Empresarios de Famaillá”, organización
huésped que ha funcionado ofreciéndole al MML estructuras de solidaridad y consenso
preexistentes. Asimismo, en Santa Fe, el movimiento nace muy vinculada a “Chacareros
Federados”. En Villa Ocampo, como vimos, nace en el seno del movimiento “Autoconvocados de
Villa Ocampo” que se funda en 1995 por el problema de los endeudamientos con la ayuda del cura
de la parroquia, como recuerdan sus integrantes:
“Fuimos a pedir auxilio... de qué hacer, nos encontrábamos desesperados... vivíamos llorando,
angustiados, con depresión, enfermos. (…) Cuando empezamos a saber que venía la ola de remates,
y que realmente perdíamos todo nuestro capital. Eh...quedábamos en la calle, entonces lógicamente,
eh... bueno, desesperados empezamos a pedirle ayuda al sacerdote, a los sacerdotes que nos
acompañaban acá... de qué podíamos hacer porque... sabíamos que debíamos, que queríamos pagar,
pero que las cosechas no tenían precio y...era imposible poder asumir esa cuenta ¿viste? y... Y bueno,
veíamos que los intereses eran injustos, nadie ganaba tanto dinero como aquel que... que tenía plata
en préstamos, que prestaba plata y... porque la usura, y la usura que hacía el particular y la usura
que hizo el banco, nadie de los ciudadanos comunes ganaba...no tenía” (Entrevista a MML, Villa
Ocampo, 2005).
La creación y participación en redes tiene también otro sentido, el de construir una comunidad o un
“nosotros” más amplio, anclado en la posibilidad de conectar diversas experiencias. Melucci
sostiene que “los individuos interactúan, se influencian recíprocamente, negocian en el marco de
estas redes y producen las estructuras de referencia cognoscitivas y motivacionales necesarias para
la acción” (Melucci, 1994:169). El significado de la acción se construye en la interacción social,
10
A modo de ejemplo citamos los orígenes del movimiento por los derechos civiles que partió del rol de las
iglesias negras (Morris, citado por Tarrow, 1997). Asimismo, en Italia y América Latina, la Iglesia Católica
como vimos con el proceso de constitución de las Ligas Agrarias estimuló redes comunitarias de base.
292
pero como expresa el autor, “depende del campo de oportunidades y restricciones que los actores
observan y utilizan”.
A partir del registro de acciones recogidas en el diario La Arena de La Pampa, podemos
observar la participación de las líderes principales del MML en diferentes lugares y momentos: en
protestas convocadas por todos los sectores de la comunidad como por ejemplo el “rotondazo” de
Pigüé, provincia de Buenos Aires, por el “salvataje de las economías regionales”; protestas específicas
del agro manifestadas en los “tractorazos”; solidaridad con los maestros de la Carpa Blanca; respaldo a
los “piqueteros” de la localidad santafesina de Correa; convocatoria a una protesta de abrazo simbólico
junto a los empleados bancarios contra la privatización del Banco Nación, etcétera. 11 Estas
manifestaciones públicas implican la extensión de redes entre actores colectivos diversos.
Así, hacia fines de 1998, se sucedieron una serie de conflictos por intentos de expropiación
de tierras a treinta y cinco familias, esta vez en la localidad de La Simona, provincia de Santiago del
Estero. El “Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero” (MOCASE)12 se constituyó en la
Carpa campesina de La Simona para solidarizarse y apoyar la lucha de los pobladores, 13 y acordó en
esa instancia la estrategia de fortalecer la red de apoyo y comunicación con las organizaciones
intermedias de la sociedad civil de todo tipo. 14Al tomar conocimiento de estos sucesos, las líderes
11
Estas acciones corresponden a: 5/3/97; 16/3/97; 17/1/98; 12/11/97.
12
Cabe señalar que el MOCASE surgió a mediados de la década de 1980 en relación con la situación de
tenencia precaria de la tierra que afectaba a más de 10.000 familias campesinas. La actuación se centraba en
defender sus parcelas, para que éstas no sean expropiadas por grandes terratenientes o empresarios
extrasectoriales que reclamaban la posesión de las tierras ocupadas en forma precaria desde hace más de
treinta años por estas familias. Su nacimiento se inscribe en la unión de seis organizaciones zonales, que
sumaban 2.500 familias, con la finalidad de obtener representación a nivel provincial (para un recorrido por el
MOCASE véanse Alfaro, 1994; Barbetta, 2005, entre otros).
13
Los campesinos elaboraron un petitorio de tres puntos que expresaba: que las máquinas topadoras se retiren
de la zona; que se les reconozca a las treinta y cinco familias en conflicto la posesión de 4.500 hectáreas; que
se les facilite el acceso a las escrituras.
14
Se invitaba a “visitar la carpa y apoyar a los pobladores a todos aquellos que quisieran solidarizarse,
nacionalizar el conflicto y, más aun, procurar nacionalizar el problema de tenencia precaria de la tierra que
afecta por lo menos a diez mil familias en toda la geografía provincial tratando de mostrar la decisión de los
pobladores de La Simona de resistir como un ejemplo de pérdida del temor frente a la política de apriete de la
administración Jurista y a elaborar una estrategia conjunta que procure articular las expresiones de
descontento popular a veces explosivas y pasajeras en una red de mayor solidez y permanencia en el tiempo”
(fax enviado por el MOCASE a la FAA, noviembre de 1998).
293
santafesinas del MML acudieron a la Carpa campesina a solidarizarse con sus pobladores, logrando
una identificación “cara a cara” y una articulación de las demandas.
El encuentro del MML con el MOCASE descansa pues en el conflicto por la tierra, como
un proceso de identificación y proyección centrado en los significados otorgados a la misma. A
pesar de su diferente extracción rural -productores familiares en el MML y campesinos en el
MOCASE- y localización regional, ambas organizaciones comparten una concepción del mundo y
una acción sobre el mundo, lo cual abre la posibilidad de articular un proyecto en común. Esto se
sustenta en tres valores referenciales fundamentales para ambos: la tierra, el trabajo y la familia,
siendo la tierra el que aparece como principal objetivo de lucha. Como relata una de las dirigentes
de Santa Fe: “Acá está el problema de los que tienen que pelear por la tierra, lo que no tienen la
tierra; y pelear para mantener la tierra, los que tenemos esa unidad económica que es tu medio de
vida, tu fuente de trabajo” (Entrevista a Ana Galmarini, 8/9/98). La búsqueda de solidaridad que
encontró eco en el MML, cuyo discurso explicita un “llamado a la unidad de los que estamos
perdiendo la tierra con los que hoy pelean por el acceso a ella” (Folleto MML, Tractorazo, julio de
1997).
6. Sobre el concepto de lealtad: la abogada y la peluquera del pueblo
Las investigaciones empíricas acerca de la conformación de movimientos sociales, coinciden en
afirmar que los individuos se involucran en la acción colectiva por un diversidad de motivaciones
que se originan tanto en el compromiso con una causa, en conductas solidarias y en la posibilidad
de integrar un colectivo y de participar en el proceso de construcción de una identidad colectiva,
hasta la posibilidad de obtener beneficios personales. Es por ello que el abanico de mujeres que
integran el MML (y esto es válido para cualquier tipo de movimiento) no se puede sintetizar en un
número estable, se encuentra siempre en plena formación.
El grado de identificación individual se transforma en un proceso de identificación colectiva
cuando los individuos se constituyen en el “nosotros” de la acción y le otorgan un nuevo sentido a
la misma. Como expresa Revilla Blanco (1994), el análisis de los procesos de identificación
colectiva debe plantearse las causas de que en un momento determinado surjan los movimientos
sociales (o acciones colectivas), que articulen identidades colectivas nuevas o redefinan identidades
previas. (pág. 188) El MML, fundado en un consenso verbal, se ve obligado a construir su identidad
en base al conflicto, la resistencia (Melucci, 1996), y a menudo la ilegalidad y la represión. Los
294
incentivos son la solidaridad, el afecto y el proceso de profunda identificación con el movimiento
reflejado en la cantidad de “miembros identificadores” que presenta. En el MML existe una relación
importante entre los “miembros identificadores” y los “miembros leales” que, en parte, explican su
permanencia.
Compartimos con la autora la hipótesis que sugiere que “la identidad colectiva constituye
en sí un incentivo colectivo para la acción”. (pág. 188) En la fundamentación de esta hipótesis tiene
sentido integrar el concepto de lealtad de Hirschman (1970).15 Existen diferentes formas de acción a
través de las que se expresan la resistencia a los procesos de modernización; las acciones colectivas
constituyen una de esas formas. (Como vimos, existen otros modos de “salida”: la mortificación, la
sublimación, las diversas formas de escape, etcétera). Según Hirschman, uno de los factores que
alejan la opción de la salida o abandono de la actividad que venía realizando, son las “perspectivas
de uso eficaz de la voz”.
Para este autor, en las organizaciones conviven dos clases de miembros: los miembros con
bajo grado de lealtad (low-loyality members), para los que el abandono a la organización no tiene
demasiados costos; y los miembros cuyo grado de lealtad es elevado (high loyalty members), para
quienes el abandono es muy difícil y costoso y por consiguiente son los que permanecen más
tiempo en las organizaciones. Entre aquéllos que eligen permanecer y adoptar la “voz” hay un
intento por mejorar desde adentro de la organización, la creencia de que aún es posible mejorar la
situación. Pero el límite entre ambas opciones lo constituye la lealtad respecto de la organización:
“La lealtad, lejos de ser irracional, puede servir al propósito socialmente útil de impedir que el
deterioro se vuelva acumulativo, como ocurre tan a menudo cuando no hay barreras a la salida”
(Hirschman, citado por Revilla Blanco: 1994:188) De este modo, los miembros más leales a la
organización adoptarán la voz y los menos leales, la salida: “para que la lealtad funcione tiene que
existir la salida como posibilidad de actuación” (ibid).
Pero existe también otro tipo de miembros, los identificadores (identifiers), para quienes el
abandono es inconcebible o porque abandonar la organización supone una transformación en sus
propias subjetividades. Para los miembros “identificadores” que define Pizzorno (1986), que serían
los más leales en términos de Hirschman, la salida es una opción impensable. Para el autor, estos
miembros no se identifican por los fines que persigue el grupo, sino por la propia realidad colectiva
de la acción y refuerza su identidad a través de ella. Los miembros identificadores del MML se
identifican, como veremos a continuación, con las metas de mayor alcance que plantea el
15
La teoría de la lealtad de Hirschman en principio suponía explicar la decadencia de las empresas,
organizaciones y Estados. Véase, Hirschman, Albert (1970), Exit, voice and Loyalty: Responses to Decline in
Firms, Organizations and States, Cambridge, Mass Harvard University.
295
movimiento: la defensa de la soberanía nacional en oposición a la extranjerización de la tierra o la
Reforma Agraria, por ejemplo.
Además de Joaquina (cuya biografía culmina el capítulo), mujeres rurales que no tienen sus
campos endeudados o tan comprometidos, y aunque en menor medida, mujeres más urbanas, integran
el MML y presentan un grado de identificación muy alto respecto del mismo. Tal es el caso de Ana
María Riveiro, una de las dirigentes más activas de Santa Fe, o de la peluquera del pueblo en el Valle
rionegrino, entre otras.
I
Ana María comenzó a participar del movimiento como estudiante de derecho. Militante agraria en su
juventud y posteriormente militante de Derechos Humanos, su modo particular de identificación con el
MML:
“... Yo tengo raíces agrarias, mi familia son todos contratistas rurales, algunos son pequeños
chacareros (...) Yo me crié en el campo pero hija de chacareros sin tierra, nosotros cultivábamos
tierra ajena y siempre sentí la necesidad de la búsqueda de la tierra y de la chacra. Mis abuelos eran
chacareros en Guantoro, en La Pampa, mis bisabuelos bueno, vinieron de Italia y de España como
todos. Los abuelos estuvieron en La Pampa, los otros abuelos paternos en mi pueblo, en la provincia
de Bs As en el oeste, y todo fue todo así siempre, toda la familia chacarera entonces los precios, la
cosecha, y cuando hubo un excedente en la familia eso se metió en una pequeña fábrica, bueno los
agarró lo mismo, que en lugar de Martinez de Hoz los agarró Alsogaray con el empréstito 9 de Julio
y nos fundimos y después no nos levantamos nunca más porque el eslabón se corta por lo más
delgado. Cada plan económico de este país esta destinado a que ese sector débil que quiera ascender
caiga entonces...” (Entrevista, 7/11/98)
La identificación de Ana María con el MML es emotiva; se vincula con su propia experiencia de vida:
“Esto lo que pasa es que me toca muy de cerca porque yo soy hija de chacareros fundidos. El primer
remate que yo asistí fue al de mi familia a los 14 años y sufrí tanto que juré que nunca más iba a
dejar que pasara ninguno...” (Entrevista, 7/11/98)
En el año 1961 les remataron la fábrica, producto de su arduo trabajo en el campo. Ana María
encontró en el MML su “lugar en el mundo”:
296
“En el movimiento crecí a nivel humano, corregí, soy más flexible eso a nivel personal, entendí los
tiempos de los demás y aparte este..."es el lugar en el mundo", "es el lugar en el mundo", ¿cuál es mi
lugar? Es el Movimiento de Mujeres en Lucha, puedo estar en Santiago del Estero, puedo estar en la
Patagonia puedo estar en mi pueblo, pero yo soy del movimiento, ¿qué significa el movimiento?,
elaborás conceptos a partir de la lucha y de la práctica diaria y tenés la posibilidad de tener una
posición asentada ante cada coyuntura y ante cada situación, eso te da, te da un sustrato teórico e
ideológico (...) Yo ideología política siempre tuve, yo ideas siempre tuve. Lo que pasa que el
movimiento lo que me dio es un enmarque teórico y práctico de donde poder desarrollar a fondo lo
que yo pensaba, porque yo creo que el drama de este país se termina cuando se termine con el
latifundio y donde haya la máxima esa `la tierra es para el que la trabaja´ que se de, porque yo creo
que el movimiento empieza parando los remates de los pequeños productores, haciendo solidaridad
con los campesinos del MOCASE que están luchando por la tierra que es fiscal, que se la den, y en
una ley agraria que garantice `tierra para todos´, esa es la línea desde el comienzo hasta el final del
movimiento. Se te va la vida en eso por suerte, pero yo creo que es una cosa, es un espectro tan
amplio que en realidad el que tiene vocación de pelea y donde la cuestión campesina vos la sentís”
(Entrevista 7/11/98)
II
El caso de María16, la peluquera del pueblo (me recuerda al Grito de Alcorta y la participación del
peluquero y su posterior exclusión) remite a la identificación que el movimiento despierta entre las
mujeres más urbanas:
“En realidad yo no tengo campo, no tengo chacra, no tengo nada, soy peluquera. Mi trabajo es
solidario y este... realmente cuando tengo que parar un remate, me pongo todas las pilas como si
tuviera veinte chacras. Para mí fue una conquista de las mujeres, fue algo completamente nuevo,
porque no sabía lo que era (no se entiende) del campo, no sabía lo que era una escritura del banco,
realmente muy ignorante, nada que ver con las demás. Bueno y a medida que fuimos parando
remates me fui... este, fui estudiando un poco lo que hacía el banco, lo que hacían las chacras, lo que
hacían las chicas y me fue gustando, así que dije “ bueno, esto es lo mío. (…) Hoy, por ejemplo,
estaba como a veinte kilómetros, cuando me llamaron. Bajé a la chacra, y me dice S.: “tenemos un
remate hoy”. Me llama a las nueve y media, yo tenía que cortar el pelo, hacer mi trabajo, digo, “yo
no creo que pueda llegar”. Bueno hice todo lo que pude y primero me tomé un coche que me trajo
hasta Roca, de ahí me tomé un colectivo hasta que veía la chacra, pero como se me hacía tarde y no
16
Este caso es tomado del film ya citado.
297
llegaba, entonces me tomé un taxi... y cuando llegué... ya había pasado el remate, pero llegué,
generalmente llego.”
7. La desilusión de la política
La imposibilidad de reconocerse en un lenguaje político produjo al comienzo un rechazo por ese
mundo que no las representa y del cual se sienten de ambos modos, tan distintas y tan distantes.
"Porque la diferencia que hay entre ellos [los políticos] y nosotros, es que nosotros no necesitamos
llevar un libro escrito, lo llevamos incorporado en nuestra mente. A mí me lo pueden preguntar cien
veces, cien veces te lo voy a decir igual, porque no es una cosa estudiada, está vivido (...) porque no
es algo como el político que te dice el ´verso´ que te dice antes de las elecciones; esto es la realidad,
entonces es muy difícil rebatir una verdad, tenés que tener muchas cosas para rebatirla" (Entrevista,
24/10/98; el subrayado es de la entrevistada).
No obstante, la relación posterior establecida con los partidos políticos como el FREPASO o el
ARI17 revirtió la filosofía autonómica del MML. Posiblemente la función de la “promesa” del
portavoz (“Los políticos se mueven, todos te tiran la salvación, te tiran la alfombra y después te la
sacan…”, MML) operando sobre la reducción de la incertidumbre y la desolación hizo que algunas
de sus destinatarias se reconociesen en ellos, en la fuerza simbólica y material del poder del
representante. Sin embrago, el desenlace poco feliz producto de la desilusión experimentada por
Lucy, tuvo como consecuencias una dispersión de las bases leales al proyecto autonómico con el
cual nació el movimiento y la tensión entre sus líderes que, finalmente, logró saldarse.
“Y después fuimos eh... nos fuimos reuniendo, tratando de hacer trámites, de...de ir golpeando
puertas a los políticos; ahí vinieron los salvadores, también... que nos iban a salvar...que sembrando
caña íbamos a poder pagar las cuentas, donde ahí tuvimos toda una historia trágica otra vez. (…) Que
esos salvadores que están otra vez, que estaban en el tiempo de la política...que trajeron a esos
empresarios... se han enriquecido, como en la década del ´90, que los políticos se han enriquecido”
(Entrevista a N., julio 2005).
Posteriormente, en los acontecimientos de diciembre de 2001 cuando la multitud desobedeció el
estado de sitio, ellas coreaban el Que se vayan todos participando a título individual en las
17
Una de las líderes fundadoras, Joaquina Moreno de La Pampa, se presentó como candidata por el ARI y
aunque obtuvo una importante cantidad de votos, no logró alcanzar el cargo.
298
multisectoriales provinciales como asambleistas, en el “Casildazo” de enero de 2002, en los
cacerolazos con que se expresaba la rebeldía de diciembre, el acto de plantar banderas argentina en
tierras compradas por extranjeros, o improvisando una “voto ficción” en la plaza de Santa Rosa, La
Pampa, con la finalidad de rankear a los funcionarios más corruptos de la provincia.
Todo ello sucedió al ser interpeladas y desilusionadas por los discursos de los dirigentes
políticos de los partidos de la oposición, con los cuales experimentaron el desencantamiento y
posterior distanciamiento, sentimiento de malestar con la representación omnipresente en la
sociedad toda.
Por aquellos momentos la provincia donde nació el MML estaba gobernada por Rubén
Marín, exponente del justicialismo, en el poder por segunda vez consecutiva y con intención de
perpetuarse.
De acuerdo al relato de un informante calificado, para comprender el contexto político: “La
ley de internas abiertas y simultáneas, el proyecto de eliminación de listas sábanas, la convocatoria
a asamblea constituyente para permitir una nueva reelección de Rubén Marín (actual Senador).
Después hay otras cuestiones características del período: la adhesión inmediata a la ley Federal de
Educación y la rápida transformación en el sistema educativo (que hoy es un fracaso) y la gran
cantidad de plata que llegó a la provincia por esto. Todo esto signado por todos y cada uno de los
cuestionamientos que se le hicieron en su momento al menemismo: manejos clientelares,
corrupción, enriquecimiento dudoso de los funcionarios, etcétera.”
En esta provincia la “apropiación” del 19 y 20 –los cacerolazos y el surgimiento del
movimiento asambleario18 fuerte en algunas provincias-, en el relato de la iniciadora del
Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha, se presenta de este modo:
18
Según una investigación del Centro de Estudios Nueva Mayoría, en marzo 2002 existían en todo el país 272
asambleas. De ellas 112 están en la Capital Federal, distrito que con sólo el 10 por ciento de la población
cuenta con el 41 por ciento de las asambleas. Belgrano (10) es el barrio porteño que más tiene, seguido de
Almagro y Palermo (siete cada uno), Flores (seis) y Balvanera, Caballito, Centro y San Telmo con cinco. Esos
barrios, típicos de la clase media capitalina, están sobrerepresentados en el total. Por el contrario, los barrios
más pobres de la capital, como Villa Soldati, Villa 31, Villa Mitre y Villa Luro, cuentan con sólo una
asamblea cada uno. En el Gran Buenos Aires hay 105 asambleas, el 39 por ciento del total. La delantera aquí
la llevan Vicente López, con nueve, Avellaneda, con ocho, La Matanza y La Plata, con siete, y Bahía Blanca,
Lanús, San Isidro y Tres de Febrero con seis cada uno. En el resto de las provincias no han prendido con la
misma fuerza, a excepción de Santa Fe, donde funcionan 37, y Córdoba, donde hay 11. Además, hay
asambleas en Entre Ríos, Río Negro, La Pampa, Neuquén y San Juan.
299
“Yo estaba mirando por la tele lo que estaba pasando en Buenos Aires. Y acá no se
escuchaba nada. Entonces me fui a la plaza con una cacerola y enseguida se empezó a
sumar la gente. No te digo que éramos muchos pero la plaza estaba bastante llena... (...) Se
me ocurrió entonces hacer una votación entre los que estábamos allí para que votáramos a
los funcionarios más corruptos. Hicimos con una caja de cartón una urna y la gente iba
votando. Al otro día, el 20, hicimos el recuento y quedó en primer lugar Marín (...) Como
los políticos se enteraron de lo que estábamos haciendo vinieron a la plaza y nos querían
sacar la urna pero no pudieron. Yo me la llevé a mi casa. – Y, ¿qué hiciste con ella? – Y,
después la quemé.” (Entrevista a Lucy de Cornelis, julio 2004; el subrayado es mío).
El relato demuestra el poder de los líderes de los movimientos sociales para estimular la
movilización de la gente, confirmando la tesis de Tarrow (1997): “los líderes se apropian los
símbolos heredados, pero de manera consciente y selectiva. Cuando la organización de un
movimiento escoge símbolos con los que enmarcar su mensaje, establece un curso estratégico entre
su entorno cultural, sus oponentes políticos y los militantes y ciudadanos de a pie cuyo apoyo
necesita” (pág. 216).
La corrupción vuelve a ser el marco que sirve para comprender la acción y definir el
nosotros/ellos.
“... La tercera reelección. Y él se perpetúa en el poder y bueno... Lo tenés a Matzkin [diputado
justicialista provincial desde 1989], lo tenés a Rodríguez, que si vos vieras todas las cosas que tienen
ellos, es de terror. Agarren un taxi y le dicen llévenme al palacio que se hizo Matzkin. Una mansión
que es impresionante en un barrio de pobres. Todos los negocios de electrónica, ahora tiene como
esta inmobiliaria. Cuando este gobierno no estaba eran unos tapiceros y ahora tienen un monopolio
impresionante en La Pampa, esa gente. Vos imagínate negocios de esos por Santa Rosa, todos lados.
Esperemos que el día que cambie la política se investigará. Ellos estaban comprando campos de
gente rematada. Se les cortó, se les cortó” (Entrevista a Lucy de Cornelis, 1999).
Por otro lado, la escenificación del “voto ficción” que promueve Lucy en la plaza pública expresa la
disolución entre los límites de la realidad y ficción. La acción creativa exalta el hecho que esta
producción artífice o ficcional no es más que “otra” lógica de producción de la realidad. Es la
necesaria necesidad de escenificar una obra alternativa que desmitifique la hegemónica y “engañosa
transparencia de lo real” (Grüner, 2002: 333): “… A diferencia del resto del país, la provincia no
privatizó el sistema previsional y no se endeudó. Esta ha sido una provincia caracterizada por una
300
prolija administración de los recursos, pero a pesar de esto no ha demostrado crecimiento.”
(Informante calificado).
9. Fugacidad de las luchas transescalares
Con los nuevos escenarios (des) globalizados surgen nuevas estructuras de oportunidades políticas,
la posibilidad de reformulación de marcos interpretativos existentes y/o de adopción de nuevos
marcos que resignifican la acción de los movimientos. La tarea de desarrollar un “marco común de
significado” a menudo no es sencilla, dada la diversidad cultural que caracteriza a los movimientos.
A lo largo de una década de existencia, el MML utilizó la escala nacional y en menor
medida, la continental para construir (o “desaprovechar”) redes y articular sus demandas. Dos
fueron las organizaciones con las que experimentó una suerte de lo que podríamos llamar, “éxito” y
“fracaso”: El Barzón mexicano y el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST) de
Brasil. Su interacción primera con el Barzón desencadenó un proceso de aprendizaje social
(desarrollo y acumulación de recursos simbólicos), de empoderamiento, desarrollo de nuevas
habilidades y capacidades en el campo discursivo, hasta la adopción del lema que identifica a la
organización mexicana: “Debo no niego, pago lo justo”, que ha sido apropiado por el MML e
internalizado como un elemento discursivo dentro de los marcos culturales del movimiento. La
posibilidad de encuentro entre el MML y El Barzón estuvo marcada por varios elementos comunes
a ambos. En primer lugar, la misma extracción agraria de los participantes -sectores medios
endeudados por intentar acceder a una supuesta “modernización”; en segundo lugar, la misma
modalidad de acción -el impedimento de los embargos de los bienes; y por último, su construcción
autónoma de los partidos políticos y los sindicatos. De todos modos, esa articulación fue fugaz pues
se agotó en el proyecto de conformar un movimiento latinoamericano de resistencia al
neoliberalismo, que se llamaría el Barzón Latinoamericano y cuya acción se iba a enmarcar en el
movimiento mundial Jubileo 2000 de condonación de las deudas de los países más pobres.
Su “tibia” relación con el MST, también prontamente se frustró. A simple vista, el contraste
entre ambos es importante: las mujeres del MML, hijas o nietas de inmigrantes europeos que
poblaron la Argentina a fines del siglo pasado, por un lado; colonos nativos, “caboclos”, cuya
historia es la de agricultores itinerantes y de sumisión a los dueños de la tierra por el otro. La
distinción o ethos de clase implica, en este caso, la separación entre propietarios y no propietarios
de las tierras e inscribe, por consiguiente, el fin mismo de la acción: para la organización argentina
significa la reafirmación de la propiedad privada; para el movimiento brasileño, la ocupación de las
301
tierras. Este sentido diferencial que ambas organizaciones construyen constituyó, según mi opinión,
el principal obstáculo para mantener vínculos más permanentes.
Asimismo, la (im)-posibilidad de establecer una relación más estrecha y permanente entre
ambos está anclada en las representaciones de la otredad que cada movimiento construye. Para las
mujeres del MML, el MST representa el “otro temido”:
“Y nosotros vamos a hacer el día de mañana lo que están siendo ellos, ¿no? Por eso estamos nosotras
luchando para que no nos ocurra lo mismo, porque si sigue el despojo de la tierra va a ser lo mismo”
(Entrevista, 1998).
Los procesos de identificación aparecen en la proyección ante la amenaza que corroe la identidad de los
pequeños y medianos agricultores argentinos: perder la tierra, es decir, convertirse en un sem terra. En
esto, no cuentan consideraciones estratégicas, instrumentales o racionales, sino la lógica de los
sentimientos. Sem terra alude a una dimensión política de actores que luchan por imponer su propio
sentido de la realidad esbozando un proyecto en común que tiende a la transformación de la
sociedad. Para las mujeres del MML, es la pérdida de una identidad social, de referentes culturales
y simbólicos, de un modo de vida, de un éxodo rural silencioso que se ha profundizado en la última
década con la desaparición de cien mil productores.
El “retorno” de lo nacional
“Y vienen a quedarse con todas las tierras argentinas”.
Lucy de Cornelis.
Una de las últimas acciones que ha desarrollado el MML consiste en plantar banderas argentinas en
campos comprados por extranjeros y su toma simbólica, construyendo un discurso crítico a un
proceso que, cuando aún se necesitaba audacia para denunciarlo, han inscripto en el imaginario
nacional como “extranjerización de la tierra” a partir de un diagnóstico de “desnacionalización” que
aparece como un fenómeno, aunque no tan nuevo en el agro, al menos con características distintas:
“Soros, a Benetton, a Turner son, verdaderos enclaves internacionales adentro de nuestro país...”
(Entrevista, 1998).
“Porque creo que estábamos en algo muy profundo y era la soberanía... cuando hablábamos con las
mujeres, era la soberanía argentina cuando venían a llevarse las tierras. Nuestro proyecto era saber de
302
la desaparición de cuatrocientos mil productores que lamentablemente, este, más de cien mil se
quedaron afuera y hoy están viviendo en villas miserias. Pero se hipotecaron...nosotros cuando se
venían... ibas al banco y no podías, les decían “Bueno, pero hipoteque su tierra y le vamos a dar más
plazo”, así le pasó a mi marido. Y así llegaron a hipotecar catorce millones de hectáreas, las mejores
tierras del país y de la pampa húmeda. Este, esto era lo que se defendía, para después, este, lograr el
latifundio y bueno... vender a empresas multinacionales que venían a despojar y a terminarnos. La
gente no se daba cuenta, por eso siempre digo, que la tierra es individual, de cada propietario, pero
que es el patrimonio de todos los argentinos; y venían por ese patrimonio.” (Lucy de Cornelis).
El sentido cultural y emotivo que las mujeres del MML le imprimen a la tierra, actúa como
elemento simbólico cohesionador de la acción colectiva: “Es la tierra (…) Es la pérdida de la
soberanía. Tenemos que enarbolar la bandera argentina en cada campo para que vean las mujeres y
los hombres que no estamos dispuestos a perder nuestra tierra” (MML, 1999).
¿Cómo interviene este “retorno” o revitalización de lo nacional? Por un lado, en la aún
lejana posibilidad de constituir alianzas con el MST, el sentimiento nacionalista del MML resurge
ligado esta vez al proteccionismo económico; la imagen del otro (Brasil) como enemigo o
competidor, como el “otro temido”, el reflejo especular de aquello a lo que se teme devenir, el sem
terra.
Pero, por otro lado, las características de movimientos con una marcada identidad
territorial, actores que conforman su identidad colectiva reivindicando un territorio a partir del
litigio que instala la torsión comunitaria (Rancière, 1996), puede contribuir a nuestra comprensión
de los fenómenos contemporáneos (retomaré este punto en las conclusiones).
9. Discurso herético: Una “cultura emotiva de la resistencia”
Si bien las mujeres han participado desde siempre en las luchas colectivas, lo significativo de estos
últimos tiempos es la revalorización de la identidad de género. Las mujeres rurales han adquirido
mayor visibilidad en los movimientos sociales latinoamericanos, e inclusive han creado sus propios
movimientos y organizaciones. Por cierto, este proceso no es ajeno a los cambios producidos en los
espacios público y privado, en las nuevas funciones que debió asumir la mujer, la transformación de la
familia, el dominio cada vez más marcado del mercado y la mercantilización de las relaciones sociales,
la circulación de los discursos de la globalización, entre otros.
La “aparición” -en el sentido arendtiano- de las mujeres rurales en el espacio público puede
ser expresión de los procesos de integración de sectores “nuevos” o marginados del sistema
303
político: el ejercicio de la ciudadanía a través del voto -conquista que ha significado una larga lucha
de la mujer-, la participación en movilizaciones, protestas y mitines, la presencia en instituciones
políticas o sindicales, etcétera. Es lo que ocurre con el MML en el interior de las organizaciones del
agro tradicionalmente masculinas.
Nosotras hablamos, pero cuando llega la hora de hacer la conferencia de prensa nosotras no
participamos. Participamos en la reunión de las mesas agrarias pero no en las conferencias de prensa,
cuando sale a los medios nosotras quedamos excluidas. Yo creo que está la puja de los espacios. [...]
Yo ayer le reclamé al presidente de Federación Agraria. Él dijo que fue un error del periodismo, pero
justamente nosotras no aparecimos. Creo que todavía sigue el machismo, creen que les estamos
sacando el espacio y nosotras no les estamos sacando el espacio, nosotros estamos defendiendo
nuestra familia, nuestros hijos, luchando para el futuro de ellos. Yo no lucho por los espacios, yo
creo que los espacios los cubrís cuando están vacíos” (Tractorazo, julio de 1998).19
La cuestión genérica -latente- se manifiesta en el momento en que deben negociar los espacios
públicos colonizados por los hombres que dirigen las organizaciones agrarias reconocidas
legítimamente por el gobierno:
Los dirigentes rurales nos odian, nos odian los hombres, nos tienen un desprecio... El otro día me
invitaron CONINAGRO, FAA (...) hablaban todos ellos y entonces empezaron a gritar: „que hable
Lucy, que hable Lucy‟ y „¿a dónde pararon el remate ustedes?, ¡caraduras!‟. Y entonces cuando
empezaron a hablar ellos la gente se fue. Y el tipo, entonces me tuvo que nombrar, lo que había
hecho yo: „cómo Lucy que tuvo salir un día a defender, que tendría que estar hoy en su casa‟. Bueno,
más o menos aplacó ahí los ánimos. Y en [Armstrong] me tuvieron que dar la tribuna. Y en Buenos
Aires yo los dejé hablar y le dije: „ay, mirá, todos vienen de trajes corbatas, fresquitos, celulares.
Nosotros unas negras, cansadas...‟ [...] Entonces le pedí la palabra: „Le agradezco que nos hayan
invitado por primera vez y les quiero decir señores que nosotros no salimos a robar el espacio,
nosotros se lo ganamos en la lucha, y nunca a ustedes los vi parando un remate‟. Y le dije: „ustedes
están hablando acá con los diagnósticos. Los diagnósticos los sabemos cada cual, y ¿cuándo van a
implantar medidas de fuerza, cuando ya no quede ningún chacarero, o son cómplices?‟. Se armó un
despelote… (sic). Yo les dije que no eran democráticos, que nos habían invitado a una mesa de
concertaciones y el informe periodístico lo daban ellos dos. Ahora por ejemplo CARBAP
19
En una de las entrevistas, Lucy de Cornelis relata la exclusión del MML de la esfera de lo público: “¿Vas a
dar un discurso hoy, Lucy?” “No, yo creo que no me lo permitirían, no me han invitado a estar arriba [en el
palco] con ellos” (setiembre, 1998).
304
[Confederación de Asociaciones Rurales de la Provincia de Buenos Aires y La Pampa], no nos
invitó, nosotras fuimos de prepo. (Entrevista a Lucy de Cornelis, 9/3/99).
Un dirigente de CARBAP daba su opinión acerca del MML:
Yo creo que, en definitiva, yo tomo esto, la lucha de las mujeres, como la lucha de la familia
agropecuaria, la familia agropecuaria salió a la calle. Más allá, ellas no tienen un parámetro como
podemos tener nosotros, de una conducta dentro de una filosofía, porque nosotros no marchamos al
tuntún [sic], marchamos dentro de determinados parámetros, como lo hace Federación Agraria,
CONINAGRO; tienen su campo de acción y como es bastante amplio, cabe todo esto. Las mujeres se
manejan por sus sentimientos y por su reacción natural y lo valoramos muchísimo. Nosotros somos
organizaciones con carta orgánica, con... tenemos personería jurídica. Ellas son un grupo de mujeres,
no sé si lo habrán hecho ahora, pero son un grupo de mujeres que actúan con espontaneidad y
reconocidas por todos nosotros, respetadas y valoradas pero... Son nuestra familia, lo que no pudimos
hacer nosotros lo hace nuestra familia. Lo importante es señalar que las Mujeres en Lucha son la
familia del productor agropecuario, que cuando vieron que quedaban en la calle, que ya el productor
se desvanecía y su familia iba a la calle y sus hijos no comían, las mujeres salieron a luchar”
(Entrevista al dirigente de CARBAP durante una movilización a Plaza de Mayo, julio de 1998).
El discurso del dirigente es elocuente: descalifica la acción de las mujeres desde su
desconocimiento como organización formalmente instituida donde “cabe todo esto”, construyendo
una imagen de mujeres que actúan como apéndice de los hombres, “las Mujeres en Lucha son la
familia del productor”, que “se manejan por sus sentimientos y por su reacción natural” de modo
totalmente espontáneo, o lo que es lo mismo, bordeando la irracionalidad, y finalmente ratifica la
correspondencia de la mujer al espacio doméstico, negando con ello la posibilidad de ser incluidas
en el espacio de lo público.
En el mundo rural, la posición de dominación que los hombres ejercen en los ámbitos
privados se traslada a contextos más amplios: el pueblo, la comunidad, la esfera pública, la política,
las organizaciones agrarias. En estas últimas, la mujer carece de representación alguna. En cierto
modo, la construcción social de género en estos espacios dominados por los hombres se vincula con
la percepción de la invisibilidad de las mujeres en tanto actores sociopolíticos legítimos.
“Nos sentimos discriminadas, porque no nos atienden. Nosotros somos la quinta fuerza. Han
atendido a todas las instituciones del agro. Pero no nos atienden. Somos las madres, somos las que
305
vivimos a diario los problemas que tienen a diario nuestros maridos, nuestros productores, nuestras
familias...", subrayó en réplica al silencio presidencial de De la Rúa (Diario La Arena, 17/5/99).
El concepto clave que construyen las mujeres es el de “resistencia”.
“Yo creo que pesan mucho el momento ante esas suspensiones de remates, porque ¿cómo explicás
vos que un grupo de mujeres solamente entonando el Himno Nacional y agarrándose de las manos
“resista” de esa forma?” (Entrevista a Ana Galmarini, 8/9/98).
“[...] Los problemas que se van suscitando, que te llaman, que te rematan, que asistimos. Eso te
vuelve a dar energías. De cada remate que venimos, es durísimo porque tener al rematador y estas
cuatro horas cantando el himno. La policía que viene y que te quiere sacar y que no sabemos lo que
nos va a pasar. Son durísimos mirá. Yo tuve cuatro hijos, pero cada remate es peor que un parto. Peor
que un parto” (Entrevista a Lucy de Cornelis, 9/3/99).
El poder simbólico que por efecto de condensación asimila los remates al parto, exalta el sentido
político-público de la maternidad, justifica su acción y ocurre, y esto es lo interesante, en el espacio
público. En los discursos en Plaza de Mayo en el Día Internacional de la Mujer, por ejemplo, se
conceptualiza a la mujer de distintos modos: como “generadora de vida”; “productoras de niños”;
como “ser supremo y sublime, lo que Dios nos ha dado, la grandeza de ser madres” (Discursos,
8/3/97).
“A mí me van a sacar de mi tierra con los pies para adelante... yo no voy a dejar mi tierra. Es tu
medio de vida, las raíces, es lo que sabés hacer... no es un pedazo de tierra... ahí hay sentimientos,
vivencias, hay todo una historia, hay una colonia... es... después queda una cosa fantasma... toda una
historia tapada por la polvareda...” (Entrevista MML, Villa Ocampo, 2005).
Ellas construyen cotidianamente una “cultura de la resistencia” hacia los valores que instaló el
neoliberalismo, convirtiendo su acción en un ritual, en tanto expresión simbólica emotiva a través
de la cual se comparten diferentes tipos de estados emocionales, desde el odio, la depresión, la
euforia o la ira, que tienden a reforzar la solidaridad y la identidad del grupo. Esta característica del
ritual como la “cultura emotiva” de un grupo (Gordon, 1981, citado por Taylor y Whittier, 1995)
pertenece a las dimensiones más subjetivas que sustentan la acción colectiva. Esta dimensión
emotiva de la subjetividad también se traslada a la tierra:
306
“Nosotros le damos hasta la vida porque queremos la tierra, y cuando nos morimos nos entierran en
el piso porque no queremos tampoco los nichos, queremos enterrarnos para engordar el suelo”
(Discursos en Plaza de Mayo, delegada de Santa Fe, 8/3/97).
La ruptura de los procesos culturales silenciados es una revolución cultural y simbólica motorizada
por la toma de conciencia de la amenaza de desposesión. El trabajo de enunciación fue una
condición necesaria para la exteriorización del malestar individual. El poder se construye, a
diferencia del varón, desde el lugar “inviolentable” de madres: en los discursos públicos, en el
enfrentamiento con la policía en los actos de remate. El papel de la maternidad actuó como
“detonante simbólico”. La subversión política presupone una subversión cognitiva. La ruptura
herética fue posible por la coexistencia de dos procesos: la enunciación de un discurso crítico al
orden y una crisis objetiva (Bourdieu, 1990).
307
10. La biografía de Joaquina Moreno o el desafío a la teoría racionalista
“Tenemos que aplaudir, porque de esta manera
le va a llegar al cielo los aplausos.”
Lucy de Cornelis en el festejo del 10º Aniversario del MML, Rosario, 2005.
La mirada con la que tratamos de comprender las estrategias organizativas parte de concebir la
organización como “la interacción de individuos que componen la red de relaciones sociales, el
resultado de la acción y de la existencia del movimiento (la unidad como resultado)” (Revilla Blanco
(1994:205). No obstante, como dije anteriormente, existen diferentes grados de identificación: en la red
nos podemos encontrar con “núcleos” que son individuos con alta densidad de relaciones alrededor de
los que se da una concentración de interconexiones. Los miembros “identificadores” actúan como
núcleos organizativos, pero también podemos encontrar con individuos que tienen escasa conexiones
con la red y por consiguiente son los que poseen los niveles más bajos de identificación.
Los "identificadores" en la definición de Pizzorno (1986), son aquellos miembros que dotan
de identidad a una organización, se identifican por la propia realidad colectiva de la organización y
refuerzan su identidad a través de ella, por lo cual su abandono puede implicar una mutación de su
propia identidad. De este modo, y contradiciendo la teoría de Olson (1965) del free rider en que se
niega la posibilidad de concebir la acción colectiva originada a partir de intereses comunes, existen
individuos, que sin ser los más perjudicados, deciden implicarse en la acción colectiva. Este es el caso
de Joaquina, cuyo patrimonio no estaba comprometido con los bancos. Sin embargo, se involucró hasta
último momento con el movimiento. ¿Qué motivos determinan esta actitud? ¿Fue Joaquina un
“miembro identificador”? ¿Este caso en particular desafía los enunciados de las teorías racionalistas?
¿La presencia de Joaquina y otros miembros identificadores que podamos encontrar en el movimiento
se relaciona con el modo de perdurabilidad del mismo?
La historia de Joaquina Moreno, propietaria de un campo de 200 hectáreas heredado de su
padre, de 66 años de edad, nacida en Trenel, La Pampa, en un latifundio de 400.000 hectáreas llamado
“Sociedad Anónima. Estancias y colonias Trenel”, de las cuales su padre, inmigrante español,
arrendaba cien, ha sido seleccionada para dar cuenta de los motivos de la acción de los individuos y de
sus consecuencias en el nivel de la evolución de los movimientos sociales por ser, a nuestro criterio, la
más representativa.
En la narrativa de Joaquina aparece de modo recurrente la figura de su padre:
“Mi padre era español pero vino a los... Tenía trece años de edad cuando en 1908 lo mandaron para
acá los padres porque acá él tenía una hermana en la zona de General Pico que es donde yo estoy
308
ahora y lo mandaron para acá solito, o sea no venía en el barco solito obviamente, pero de la familia
venía él solito y a trabajar porque allá estaban muy, muy pobres y resulta que acá estaban más.
Entonces él empezó de peoncito allí en los campos, o sea, trabajaba de peón, hasta que se hizo mayor
y bueno, tuvo circunstancias todas relacionadas con la tierra hasta que después fue a recalar ahí
donde yo te digo, este... [pausa] Murió joven, murió a los 62 años, mi madre ya había muerto a los
57. O sea, me quedé.... me quedé huérfana, digamos así, [se sonríe tímidamente] bastante joven...”
(Entrevista, 15/12/98)
Su padre arrendó esas hectáreas en el año 1951:
“... en el año 1943 viene un cambio grande. Se le obligó a los propietarios a reconocer algunos
derechos a los arrendatarios. Se dieron las condiciones para que los chacareros... porque ahí en
Trenel son 600, casi todos pequeños, se le dieron a los productores las condiciones para que
compraran. No se expropiaba ni nada, se le dieron las condiciones. Mi padre compró también las 150
hectáreas”. (Entrevista 8/3/97)
Su madre,
“...era muy buena, o sea una de esas personas casi, prácticamente analfabetas que había antes pero
era muy buena de muy buenos sentimientos....” a quien “...todavía cuando tengo que hacer alguna
cosa de mucho esfuerzo, como por ejemplo una fuerza física inconmensurable como es levantar una
bolsa de 50, 60 kilos, siempre digo:`Dios y mi madre juntos´, y ahí la levanto [se rie]...”; atendía las
labores de la casa, a ella y a su hermana -seis años mayor que Joaquina-: “... mi hermana era
maestra, se había recibido de maestra, lo consiguió al final, costó mucho, a mis padres les costó
mucho económicamente pero lo consiguió porque ella tuvo que estudiar en Santa Rosa, en ese
entonces no había, el único colegio secundario que había en La Pampa era el de Santa Rosa, entonces
estábamos a 130 kilómetros y si ahora es medio largo el camino, entonces era más, pero lo consiguió
y se recibió de maestra... “. Juntas concurrían a la escuela rural en sulky “...no sólo que íbamos en
sulky sino que en esa época había mucha sequía y médanos, y se formaba unos ventarrones, unas
tormentas de tierra impresionante. Mi padre salía a caballo a buscarnos por miedo a que nos pasara
algo, pero gracias a Dios nunca nos pasó nada [se sonríe]...”
Joaquina fue dos años a la escuela rural,
“... y después como en ese entonces en los grados superiores no daban certificado de pase en escuelas
rurales, aprendí la escuela primaria en una escuela urbana de Trenel que queda a 15 kilómetros de
mi casa. Yo tenía que estar en la casa de unos tíos que había ahí porque en ese entonces 15
309
kilómetros, no había coches, no había caminos, o sea tenía que estar allí. Después empecé un
secundario en General Pico (...) Yo empecé a estudiar, estudié 2 o 3 años, 2 años y medio digamos,
pero yo no podía estar fuera de mi casa, me sentía muy mal fuera de mi casa (...) Extrañaba mucho,
aún ahora extraño, por ejemplo a mí me gustaría estar en mi casa en este momento, eh... entonces
dejé de estudiar. Tenía 10 de promedio en todas las materias [asevera] (... ) Ahora yo a los 16 años
después de que dejé de estudiar ya había escrito dos novelas.... (...) empecé a escribir a los 22, 23
años una novela en serio, que era la historia de mi papá, mi papá me iba contando su vida que fue,
que fue por supuesto muy relacionada con cómo fue que empezó el cultivo de la tierra en La
Pampa... (...) La novela esa, como mi padre enfermó y murió, quedó inconclusa, quedó ahí. (...) Y
hace 1 año o 2 la rescaté, dije: `la voy a leer porque no la había leído´, y está muy buena, tengo que
decirlo, está muy buena [asevera] porque tengo que decirlo porque son inclusive relatos de hechos
reales, inclusive con diálogos verdaderos que mi padre me transmitía, es una, realmente creo que
puede llegar a ser interesante, cuando tenga tiempo quiero ver si la puedo terminar... ”
La identificación con su padre se cristaliza en el relato y llega incluso a marcar su destino laboral:
“...A mi siempre, cuenta, me gustó el campo, imitaba mucho a mi padre, quería mucho a mi papá, mi
papá era muy fanático de la tierra...”
Más tarde, luego de la pérdida de sus padres, la muerte de su esposo –un periodista de origen
mendocino-, como ella nos cuenta,
“Para el trabajo rural eso no significó para mi, porque yo me ocupaba del campo”.
Joaquina se dedicaba a la cría de ganado charolais:
“...Fundamentalmente lo que se hace todos lo días yo que hago ganadería, es recorrer prácticamente
no todo el campo sino todos los animales, se recorre todos lo animales a ver si están bien, a ver si no
tienen ninguna enfermedad. Yo hago vaca de cría, entonces en la época de los partos hay que
levantarse temprano a ver si hay algún parto con algún problema o si está una vaca que no puede
tener cría digamos, eh... la enfermedad de los terneros, en la época del del engorde, todas esas cosas.
Y los cultivos se revisan también una vez cada, cada varios días a ver cómo andan. Ahora, por
ejemplo, por ahí tenés época de sequía y no podés hacer nada a lo mejor llueve en la noche y tenés
que salir a buscar el quipo para trabajar, cosas así. (...)
yo estoy sola pero tengo muchas
comodidades para atender la hacienda, o sea, tengo el campo bien organizado y tengo, siempre hago
planes definidos y siempre tengo planes, por supuesto hay que ir variando según como te digo las
circunstancias del día porque no sabés nunca cómo podés, a lo mejor vos salís con un plan
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preconcebido que vas a hacer tal o cual cosa y te encontrás con un problema de una vaca o un
ternero, un animal lo que sea, y tenés que cambiar los planes totalmente...”
El año 1989 marcó para Joaquina, un quiebre:
“...En todo el campo se distorsionaron los precios, la convertibilidad. Por ejemplo, donde antes
nosotros con 1 kilo de novillo comprábamos 11 litros de nafta hoy compramos 1 sólo litro, o sea esa
distorsión de precios mas agregado los altos intereses de los bancos, mas 2 o 3 años de sequía, la baja
exagerada de los precios: en 1990 vendíamos el novillo eh... casi $1 y llegamos a venderlo en 1994,
0,62 centavos el kilo, o sea en 50.000 kilos de carne te podés ver la diferencia de precios que es
porque el novillo comía lo mismo... (…)...No estoy endeudada, pero estoy muy embroncada
[subrayado en el relato] Porque yo en vez que, como te digo, en vez de ganar 10 tendría que estar
ganando 100 si vamos a esa relación de números ¿Por qué? El sufrimiento del campo, que nos han
insultado, que nos han dicho que no hemos sabido trabajar, estoy harta de que me digan de que
estamos bien y por fin cuando los convenzo de que no estoy bien, que me echen la culpa a mí. `No
señor, yo estoy trabajando mejor que nunca, mi hacienda es de la mejor calidad, el campo mío no
puede producir mas porque produce al máximo´, bueno que me vengan a decir que yo tengo la culpa,
eso no se los puedo permitir. Además tengo que indicar también la memoria de mi padre, que
sufrieron tanto con esos latifundios, con esos latifundios te digo que alquilaban, cuando el
administrador del latifundio a mi padre lo recibía de espaldas donde le iba a consultar algo, bueno
eso, eso también, yo soy una resentida social en ese aspecto... ”.
Para Joaquina,
“... no interesa si tengo o no deuda, cuando uno ve que la cosa va mal, que se le toma el pelo al
chacarero, que dicen los funcionarios que 200.000 chacareros van a desaparecer, uno empieza a
ponerse a pensar que esto va mal. Entonces... pero yo no sabía mas que putear sola en mi campo, otra
cosa no se me ocurría...” (Entrevista 8/3/97)
Ya no interesa la deuda en sí misma, sino que lo que ella pone en riesgo: la identidad chacarera, las
dimensiones simbólicas que adquieren los modos de vida heredados y/o elegidos, el trabajo en el
campo, el futuro de la “familia chacarera”. Este estado anímico subjetivo se ha proyectado en otras
subjetividades de modo de reflejarse en una multiplicidad de espejos:
“...a Lucy de Cornelis la conocía por otras cosas, yo ya la conocía eh... (...) no, no [éramos] amigas.
Yo vendía libros, mas bien había sido clienta mía de los libros (...) yo tenía una sucursal de una
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editorial de Mendoza y vendía libros y los cobraba e iba al pueblo de ella que me queda a unos 90
kilómetros de mi casa e iba a otros pueblos. Y bueno ella me compraba libros, y esa relación
teníamos y bueno como yo siempre iba a las reuniones cuando hacían de agricultores o de chacareros
se hacían reuniones agrarias o cualquier otra entidad siempre iba, siempre me gustaron esas cosas. Y
bueno se dijeron por la radio que había una reunión de mujeres y bueno, fui. Por la radio iba dando
una publicidad como que iba a haber una reunión de mujeres en Winifreda (...) Fui, y organizamos la
mesa ese día de la mesa de la, una por cada pueblo, de mi pueblo estaba yo sola, y ahí empezó el
movimiento (...) los otros [movimientos] gremiales para mi no existen no representan a nadie, son
gente muy burocráticos, los dirigentes, y eso es lo que veníamos peleando hoy, las cuatro entidades
agropecuarias -Federación Agraria Argentina, la Sociedad Rrural, CARBAP y CONINAGRO- para
mi no representan al verdadero productor, para mi son los dirigentes están muy enquistados en eso y
alejados un poquito de la gente entonces, yo no me siento representada... (...) Bueno con el
movimiento -MML- siento que es una cosa más espontánea, lo dice la gente por ahí, mas espontánea
así un poco despelotado y desorganizado como es, es evidente que está desorganizado y... si, ahora
yo no estoy tampoco con... eh... no con propiciar violencias de ningún tipo, no con propiciar, con
propiciar este, cosas, es estar con altura y si los otros no nos responden en la medida no es problema
nuestro, es de ellos, o sea yo me quiero mantener en esa línea... ”
En la primer Asamblea en la cual se fundó el MML, Joaquina expuso, como ella dice,
“... el problema de todos, todos los productores. Yo me sentía, me siento, soy productora
agropecuaria, y entonces les expliqué por qué estamos endeudados. Porque la deuda no viene porque
sí, la deuda era la consecuencia, eh?, el origen de la deuda era la falta de políticas agropecuarias
adecuadas”. (Entrevista, 8/3/97)
Joaquina se unió a la convocatoria desesperada de Lucy y se convirtió en una de las fundadoras del
MML y dirigente más carismáticas:
“... Joaquina es... Joaquina es una mujer que es auténticamente chacarera... y aparte es una
productora y una intelectual autodidacta (...) Y hay un cariño muy grande. Joaquina es una
intelectual, es una mujer con mucha cultura, mucho vuelo poético y aparte una auténtica chacarera
entonces pudo conciliar bien todo su… vena poética, su intelectulaidad y su mucha garra y pelea
porque es una mujer... para nosotros es muy importante Joaquina. Aparte tiene una cualidad muy
querida por todos nosotros que tiene un profundo sentimiento antiterrateniente, antilatifundista y
antiterrateniente, porque se crió en un latifundio así que sabe muy bien, cómo es el... aparte de lo que
es el latifundio en lo económico, las relaciones que genera a nivel humano, aparte de las relaciones
de producción, las relaciones que genera, de tipo feudal, entonces ella para nosotros es muy
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importante en un país donde el latifundio avanza en vez de decrecer por eso también la respetamos y
la queremos mucho... ” (Ana María Riveiro, 12/5/99).
En un viaje a Tucumán, mas precisamente a Famaillá, en ocasión de registrar el Tractorazo20
organizado por la Unión de Cañeros Independientes de Tucumán, la Federación de Empresarios de
Tucumán y el Centro de Agricultores de Tucumán el 12 de mayo de 1999, al cual concurrieron las
representantes del MML de la provincia de Santa Fe, Ana Galmarini en su discurso citaba a
Joaquina Moreno con la finalidad de impulsar la acción colectiva:
“... Un periodista una vez le pregunta a una compañera del MML de La Pampa, la compañera
Joaquina, que se dedica a la ganadería, cómo definiría ella a este modelo económico. Y ella como
todo lo relaciona con las vacas, dijo: `yo le voy a graficar lo que es este modelo de la siguiente
manera: Imagínense, nos dice ella, imagínense cien vacas encerradas en una hectárea de campo, en
un potrero muy chico, con una inmensa tranquera y un inmenso alambrado, las vacas ahí encerradas,
almacenadas y hambrientas ven frente a ellas una gran pradera, un gran campo verde lleno de
pasturas, y dice, la vaca es un ser irracional y no se da cuenta que empujando todas juntas esa
tranquera y ese alambrado puede salir de ese encierro, nosotras compañeras, somos seres racionales,
tenemos que animarnos y tenemos que tumbar ese alambrado´. Y eso es lo que tenemos que hacer
hoy nosotros, compañeros, tenemos que juntarnos todos, salir todos los que estamos siendo
castigados por esa política del menemismo y decir como dijo acá el compañero, BASTA YA!!!!.
(Discurso, 12/5/99)
Desde el discurso se potenciaba una retórica que los impulsaba a “tumbar el alambrado”. Esta
metáfora utilizada por la dirigente habilita pensar el sentido que los individuos le otorgan a las
“solidaridades alternativas”; pero además es utilizada como símbolo de movilización.
Como sostiene Tarrow (1997), “el simbolismo debe proveer resonancias culturales para
tener eco en las mentes de las personas” (p.231). Para Snow y Benford una tarea fundamental de los
movimientos sociales consiste en "señalar agravios, vincularlos a otros agravios y construir marcos
de significado más amplios que puedan encontrar eco en la predisposición cultural de la población y
transmitir un mensaje uniforme a quienes ostentan el poder y a otros estamentos” (citado por
Tarrow, 1997:215)
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Para una lectura de los significados del Tractorazo en Famaillá en el escenario de la protesta rural y el
encuentro entre dos organizaciones agrarias –MML y UCIT-, con disímiles trayectorias, véase: Bidaseca, K. y
Mariotti, D., (2001) “Viejos y nuevos actores en la protesta rural en la Argentina. Una reflexión desde la
perspectiva de género”, en Revista Sociologías Nº 5, junio 2001.
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En este sentido, el discurso de Joaquina adquiere una significación importante cuando es
utilizado en otro contexto, el espacio público, para instar a la acción colectiva y desafiar al oponente, o
aun cuando sus compañeras se identifican con su discurso:
“... yo digo que el campo es el primer eslabón de una cadena, se corta ese eslabón y yo creo que, dejan de
comer muchos. Por eso yo siempre coincido con Joaquina que dice que no queremos que los pueblos
sean pueblos fantasmas” (Entrevista a Julia, La Pampa, 8/3/99)
Joaquina ha jurado como Convencional Constituyente de la oposición por “Dios, la Patria y la Familia
Chacarera, porque su lucha es reivindicarla, es también un poco para vengar la historia de sus padres que
empezaron en un latifundio y para mejorar el momento actual que desde 1946 para acá es el más grave” (Diario
La Arena, febrero 1999)
Hasta sus últimos días en el destemplado invierno de 2004, siguió peleando por la dignidad del
mundo de vida de la/os colona/os.
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