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família Balsach-Peig (p. IV i V), Fons Fotogràfic F. Català-Roca Arxiu Fotogràfic de l’Arxiu Històric del Col·legi d’Arquitectes de
Catalunya (AHCOAC) (p. VII i VIII) i Xavier Galí (p. I superior i p. II).
Amb la col·laboració del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya.
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Primera edició: setembre de 2014
ISBN: 978-84-16139-10-1
DL B 17580-2014
Imprès a Romanyà Valls, SA
Aquesta edició ha estat possible gràcies a l’ajut del Ministeri de Ciència i Innovació.
Els editors agraeixen el suport del Departament d’Humanitats
de la Universitat Pompeu Fabra, i l’inestimable ajut d’Àngels Bertran.
No és permesa la reproducció total o parcial d’aquest llibre,
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o altres mètodes, sense el permís previ i per escrit dels titulars del copyright.
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Edició d’Antoni Marí
i Albert Mercadé
LA MODERNITAT
CAUTA
1942-1963. Resistència,
resignació, restauració
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Taula
PRESENTACIÓ
Antoni Marí 9
OBERTURA
Una modernidad autoritaria. Sebastian Balfour 17
ESTÈTICA I CRÍTICA
La modernitat calba. Pere Gimferrer 35
Josep Maria de Sagarra, entre dues censures. Narcís Garolera 43
1955. La querella entre els figuratius i els abstractes: Dalí i Els cornuts
del vell art modern. Eduard Cairol 53
Villalonga, de la desesperació a la cautela. August Rafanell 69
Vida secreta i llibertat: Brossa i la represa de l’avantguarda. Jordi Ibáñez
Fanés 75
Dau al Set, la cauta subversió d’una avantguarda imprescindible. Lídia Carol
Geronès 91
Existencia y subsistencia del arte moderno. Juan-Eduardo Cirlot en búsqueda
de «imágenes ignotas». Davide Lacagnina 109
ARTS PLÀSTIQUES
Francesc D’A. Galí. Crònica de l’exili, 1939-1949. Albert Mercadé 129
Le Surréalisme au service de la Révolution? : la pintura d’Àngel Planells
als anys quaranta i cinquanta. Anna Vives 145
Mathias Goeritz en Madrid (1947-1949). Recuperación de la memoria
de preguerra. Juan Ángel López-Manzanares 159
Del Manifest negre al Doble blanc. La temptació de la tabula rasa a l’art català
de postguerra. Àlex Mitrani 173
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Picasso en el laberinto de la crítica artística española de los cincuenta. José Luis de la Nuez Santana 189
Las Meninas de Picasso, 1957: cal·ligrafies de la indisciplina. Jèssica Jaques Pi 213
El renacimiento de la cultura vasca en el tardofranquismo. Aitor Rey 233
Vladimir Slepian, el Grup Gallot i els orígens de la pintura d’acció
a Catalunya (1959-1960). M. J. Balsach 249
DISSENY I ARQUITECTURA
Nicolau Rubió i Tudurí: de la selva al jardí. Anna Pujadas 263
El pavelló espanyol a la Triennale de 1951: diplomàcia cultural i espai
de renovació estètica. Oriol Pibernat 279
La Casa Tàpies i la modernitat de José Antonio Coderch. Víctor Rahola 297
CLAUSURA
La cautela com a estratègia de reconstrucció. Jordi Amat 305
Índex onomàstic 323
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OBERTURA
Una modernidad autoritaria 1
Sebastian Balfour
Professor emèrit de la London School of Economics
La política de modernización introducida por el gobierno de
1957 y articulada en el Plan de Estabilización de 1959 derivó de
la bancarrota de la autarquía de los años cuarenta. Durante
aquel decenio el régimen había pretendido basar su legitimidad
sobre la victoria de los nacionales en la Guerra Civil. En los años
cincuenta esta legitimidad se vio progresivamente socavada por
el estancamiento económico y el malestar social. A mediados de
los años cincuenta, la agudización de los problemas económicos
y políticos permitió a Carrero Blanco convencer a Franco de
confiar la dirección de la economía a un nuevo gobierno en que
ministros pertenecientes al Opus Dei jugaron un papel primordial.
La nueva política de estabilidad, elaborada fundamentalmente
por tecnócratas y fellow-travellers del Opus Dei bajo el patronazgo político de Carrero Blanco, pretendió salvaguardar el régimen a través de la modernización de la economía. Para realizarlo
se necesitaba integrar la economía española en la occidental y re1. Este ensayo es una reelaboración de un artículo publicado en L’Avenç, núm. 369,
juny 2011, pp. 28-39, y de un capítulo en Sebastian Balfour (ed.) Barcelona malgrat el
franquisme. La Seat, la ciutat i la represa sense democràcia, Barcelona, MUHBA, Edi­
cions de la Central, 2012, pp. 13-26.
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modelar el Estado. Esta nueva búsqueda de legitimidad se basó
en cuatro objetivos vinculados: desarrollo, paz social, transformación de la dictadura personal en un estado autoritario constitucional, e integración de España en la esfera de poder occidental de la Guerra Fría. Esta estrategia, a su vez, descansaba sobre
la continua desmovilización de los españoles a través de la «anestesiación» ideológica.
Este modelo de modernidad se basó en la confianza apenas
articulada de que el desarrollo generaría niveles de vida cada vez
más cómodos, que a su vez neutralizarían reivindicaciones de
tipo socio-políticas. A través del bienestar y el materialismo consumista, las ideologías perderían su fuerza, siendo reemplazadas
por la apatía política, lo que permitiría a las élites políticas llevar
a cabo la racionalización de la administración pública.
El contexto geopolítico de esta creencia ha sido poco explorado en la literatura. 2 Lo que se ha enfatizado es, por un lado, la
política doméstica, caracterizada por intentos de superar el modelo autárquico a través de la modernización y la apertura
económica, y por otro, la ética opusdeísta, dominada por el ascetismo intramundo, la espiritualidad, el énfasis retórico sobre la
«dignidad» de los trabajadores, y el concepto de la santificación
del trabajo a través de la vocación profesional (idea cercana a la
ética calvinista articulada por Weber y tan característica del capitalismo norteamericano). 3 El proyecto opusdeísta de modernización, diseñado según los criterios del capitalismo liberal, se
desarrolla dentro del franquismo pero a pesar del franquismo a
la misma vez. En otras palabras, España se liberaliza económica2. Una excepción es la obra de Pedro Carlos González Cuevas El pensamiento político
de la derecha española en el siglo xx. De la crisis de la Restauración al Estado de partidos
(1898-2000), Madrid, Tecnos, 2005, pp. 202-207.
3. Joan Estruch, Santos y pillos. El Opus Dei y sus paradojas, Barcelona: Herder, 1994;
Carlos Moya, El poder económico en España 1939-1970: un análisis sociológico, Madrid: Túcar, 1984, p. 137; José V. Casanova, «The Opus Dei ethic, the technocrats
and the modernisation of Spain», Social Science Information, 1983, vol. 22, issue 1,
pp. 27-50.
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mente para salvaguardar un régimen iliberal. Los ministros y
funcionarios del Opus Dei no tienen ninguna pretensión de liberalizar la política del franquismo. Al contrario, están convencidos de que la modernización económica sólo puede realizarse a
través de un estado autoritario garante del orden social y de la
estabilidad política. Y su objetivo político inmediato, compartido por Carrero Blanco, es la institucionalización del régimen a
través de la restauración monárquica.
De hecho, la ética del Opus Dei franquista parece descartar
cualquier objetivo democrático. Lejos de abogar por la formación
de individuos moralmente autónomos y abiertos a la interacción
pública, el discurso opusdeísta enfatiza la necesidad de un colectivo disciplinado cuya vida se privatiza en torno al trabajo y a la
familia. 4 Según los intelectuales orgánicos del Opus, la democracia es fundamentalmente inestable y obstaculiza la gestión racional de la economía. José Casanova encuentra algunas referencias
en el discurso opusdeísta al posible desarrollo de una democracia
una vez alcanzada la plena modernización de la economía. 5 Sin
embargo, el consenso en la literatura sobre el Opus Dei franquista es que no alberga ninguna vocación democrática. 6
Si nos fijamos, por el contrario, en la influencia del contexto
geopolítico en el modelo de modernización franquista, esta supuesta ambigüedad pierde relevancia. Es una dimensión poco
explorada. Los políticos e intelectuales asociados al Opus Dei se
nutrieron de las nuevas tendencias políticas e ideológicas que
emergieron en el Occidente a finales de los años cuarenta en el
cuadro de la Guerra Fría. Este realineamiento internacional
4. José V. Casanova, The Opus Dei Ethic and the Modernization of Spain. Tesis doctoral no publicada, New School of Social Research, Nueva York, 1982, pp. 434, 108109.
5. Ibid. pp. 106, 454-460; Casanova, Social Science Information, p. 35.
6. Por ejemplo, Jesús Ynfante, Opus Dei. Así en la tierra como en el cielo, Barcelona:
Grijalbo, 1996, p. 236; Estruch, Santos y pillos, ibid., passim; Daniel Artigas, El Opus
Dei en España, 1928-1962. Su evolución ideológica y política de los orígenes al intento de
dominio, s.l., Ruedo Ibérico, 1971, passim.
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ofreció por primera vez la oportunidad de la identificación de la
España tradicional católica con el occidente capitalista de origen
protestante, 7 y facilitó el progresivo acercamiento económico y
político entre España y Europa y sobre todo los Estados Unidos.
Recordemos brevemente el proceso. Después de verse excluida en la posguerra del Plan Marshall y del programa OEEC, España pudo abrir nuevas relaciones diplomáticas con los EEUU
en el año 1950. En el mismo año, recibió un préstamo de 62,5
millones de dólares del Export-Import Bank de los EEUU. Los
dos acontecimientos coincidieron con el comienzo de la guerra
de Corea. Por otra parte, los Pactos de Madrid para el establecimiento de bases militares norteamericanas en España se firmaron en 1953, permitiendo a los EEUU incorporar a España dentro su sistema militar antisoviético, sin grandes contrapartidas. 8
Finalmente, capital, tecnología y técnicas norteamericanas empezaron a penetrar en España durante los años cincuenta en la
industria y los servicios (como el consulting y el marketing), 9
proceso que se intensificó a partir del año 1959, cuando se eliminó el techo del 25 por ciento de participación de capital extranjero en las empresas.
El interés del Estado norteamericano en fomentar el acercamiento a España nace del cambio de su estrategia de contención limitada del comunismo hacia la incorporación de todas
las regiones consideradas periféricas en el sistema militar a raíz
del comienzo de la Guerra de Corea. 10 Por su parte, el régi7. Estruch, ibid., p. 30.
8. Ángel Viñas, Los pactos secretos de Franco con Estados Unidos. Bases, ayuda económica, recortes de soberanía, Barcelona: Grijalbo, 1981.
9. Nuria Puig Raposo y Adoración Álvaro Moya, «La Guerra Fría y los empresarios
españoles: la articulación de los intereses económicos de Estados Unidos en España,
1950-1975», Revista de Historia Económica, Año XXII, verano 2004, núm. 2, pp.
387-424.
10. John Lewis Gaddis, «Grand strategies in the Cold War», en Melvyn P. Leffler and
Odd Arne Westad, Cambridge History of the Cold War, vol. 2, Crises and Détente,
Cambridge: CUP, 2010.
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men franquista se vio empujado a la apertura hacia el exterior
y el acercamiento a los EEUU por la crisis económica doméstica.
Fueron sobre todo miembros y simpatizantes del Opus Dei
los que preconizaron el cambio de estrategia. Ya en 1949, Calvo Serer veía en la apertura de la economía hacia el Occidente
la oportunidad de una convergencia política entre España y los
países «demoliberales». 11 La eminence grise del nuevo modelo
de modernización autoritaria que se iba delineando, López
Rodó, traza en un discurso de 1956 las líneas generales que
adoptaría el nuevo gobierno del año siguiente para dar lugar al
Plan de Estabilización de 1959: la progresiva liberalización de
la economía y la reforma de la administración del Estado según
el modelo occidental. La influencia de teorías y prácticas ad­
ministrativas británicas y francesas queda evidente en su discurso. 12
Como veremos, el que más que nadie articula el concepto de
modernidad autoritaria es Gonzalo Fernández de la Mora, político cercano al Opus Dei, autor con López Rodó de las primeras
bases de la Ley de Principios del Movimiento Nacional y la Ley
Orgánica del Estado, elaboradas en secreto en 1957 bajo la dirección de Carrero Blanco, y ministro de Obras Públicas a comienzos de los años setenta.
¿Cuáles fueron las nuevas tendencias interpretativas en los
EEUU de las cuales se nutrieron? Una de las más importantes
fue la tesis sobre el crecimiento económico de Walt Whitman
11. Rafael Calvo Serer, España, sin problema, Madrid: Ediciones Rialp, 1949, pp.
190-193.
12. Laureano López Rodó, «La reforma administrativa del Estado», Nuestro Tiempo,
núm. 27, septiembre 1956. De hecho, el modelo francés de planificación bajo Mendes France ejerce mucha influencia en los Planes de Estabilización: véase por ejemplo
Laureano López Rodó, «La administración pública y las transformaciones socio­
económicas. Discurso de recepción de número», Madrid: Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas, 29 de mayo de 1963.
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Rostow, uno de los administradores del Plan Marshall. 13 La influencia que ejerce sobre miembros del Opus queda evidente en
el prólogo que el mismo López Rodó escribió en una ulterior
elaboración de la tesis rostoviana en la edición española de
1972, titulada Política y etapas de crecimiento. 14 Desde comienzos de los años cincuenta, las obras de Rostow delinean a los Estados Unidos como el único modelo de desarrollo económico
factible en contraposición a la modernización estatal y autoritaria de la Unión Soviética. Representa todo un manifiesto del capitalismo liberal. Identifica cinco fases de crecimiento de un
proceso unilineal, el último siendo la edad del alto consumismo
masificado, la supuesta cúspide del capitalismo liberal. Rostow
plantea la producción de coches baratos de masas como elemento decisivo en la última fase, «con sus efectos bastante revolucionarios —tanto sociales como económicos— sobre la vida y las
expectativas de la sociedad.» 15 En su prólogo, López Rodó identifica que España está en la cuarta fase rostoviana, «la marcha
hacia la madurez». 16
Otro de los atractivos del modelo norteamericano de la posguerra para los modernizadores del Opus es el intervencionismo
estatal norteamericano, realizado a pesar del compromiso con el
liberalismo económico. La transformación del capitalismo liberal del siglo xix en el capitalismo corporativo del siglo xx, en el
que el Estado juega un papel importante según el modelo keynesiano, resulta ya prometedora para las estructuras autoritarias
y oligárquicas del franquismo. 17
Además, la Guerra Fría impone a los Estados Unidos nuevos
13. Su primera obra sobre el tema, The Process of Economic Growth, apareció en 1953,
elaborada luego en el influyente libro The Stages of Economic Growth, cuyo subtítulo
significativo es A Non-Communist Manifesto, que fue publicado en 1960 (Cambridge:
CUP, 1960).
14. Col. «Documento Económico», 6, Barcelona: Ed. Dopesa, 1972.
15. The Stages of Economic Growth, ibid., p. 11
16. Ibid. p. 7.
17. Casanova, «The Opus Dei Ethic», ibid., p. 31.
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esquemas de control social y de planificación de ciudades y redes viales que implican un mayor grado de dirección federal. La
concurrencia soviética obliga al estado norteamericano a proveer
servicios sociales y oportunidades educativas para asegurar le lealtad de los ciudadanos como compensación por los sacrificios
derivados de la Guerra Fría. 18 Asimismo, el Estado aplica medidas enérgicas contra los trusts o carteles, consolida un relativo
Estado de bienestar e impone impuestos relativamente altos. 19
O sea, el papel del Estado norteamericano en aquellos años se ve
asimilable dentro de las estructuras del poder y la planificación
estatal que tenían en mente los modernizadores opusdeístas
como parte de su programa de desarrollo.
Más importante aún fue la influencia de las tesis norteamericanas sobre el declive de la política y el fin de la historia o de las
ideologías prevalente entre los defensores del capitalismo liberal
occidental durante la Guerra Fría. Los postulados de Seymour
Martin Lipset, Talcott Parsons y Daniel Bell, entre otros, tuvieron repercusión internacional. Bell y Lipset sostienen que el radicalismo político se ha agotado. Creen identificar el fin de la
lucha ideológica de clases en el Occidente y la transformación
del sindicalismo de movimiento social a tradeunionismo de
mercado. Bell habla de una política cívica que reemplaza la ideológica; Lipset, de la idea que de la sociología pueden derivarse
mecanismos para resolver deficiencias sociales. 20
Este concepto de la base científica de la gestión de la sociedad
libre de valores ideológicos infunde la literatura de los tecnócratas españoles. La transformación de la política norteamericana
parece avalar los planes de los modernizadores españoles. El co18. Odd Arne Westad, «The Cold War and the international history of the twentiethcentury», en Melvyn P. Leffler and Odd Arne Westad, Cambridge History of the Cold
War, Cambridge: CUP, 2010, vol 1, p. 9.
19. Robert Jervis, «Identity and the Cold War», en Leffler and Westad, op. cit., vol. 2.
20. Daniel Bell, The End of Ideology. On the Exhaustion of Political Ideas in the Fifties,
Cambridge Mass.: Harvard University Press, 1962, p, 419. Seymour Martin Lipset,
Political Man. The Social Bases of Politics, London: Heinemann, 1960, pp. 415-417.
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mienzo del boom en el Occidente de los años cincuenta promete satisfacer las reivindicaciones de los trabajadores, como por
ejemplo su supuesto anhelo de poseer un coche. López Rodó
habló de la «España del 600» refiriéndose al SEAT 600, una
economía de producción de masa y de alta demanda que satisfaría las aspiraciones consumistas de los trabajadores y dejaría a
España en el umbral de la quinta y última fase de la trayectoria
rostoviana.
Por su parte, la tesis del fin de las ideologías infundió esperanzas de que el supuesto gran lastre de la historia moderna de España, la lucha de clases, pudiera desbaratarse. La evolución de la
política norteamericana hacia la gestión de tecnócratas parece cuadrar con la visión de la misión secular de los opusdeístas. Y la integración de la economía española dentro de Europa y los Estados
Unidos en el marco de la Guerra Fría parecía consagrar una progresiva legitimación interna y externa del régimen franquista.
El paradigma del fin de la historia y la compatibilidad del
modelo franquista en el nuevo mundo anticomunista fue elaborada en España sobre todo por Fernández de la Mora en El crepúsculo de las ideologías, publicado por una editorial del Opus. 21
En el libro prevé una convergencia entre el nuevo modelo español tecnocrático y la supuesta evolución de los estados «demoliberales» del Occidente hacia el funcionalismo y la desideologización. Frente a «lo pasional, lo instintivo y lo mágico» de
las ideologías, Fernández de la Mora contrapone la «progresiva
racionalización de la política», que conduce a una supuesta democracia sin partidos políticos, guiada desde arriba por élites
tecnocráticas que gobiernan «como se monta una fábrica: sa­
biendo lo que, según los últimos conocimientos, procede hacer», o sea, manteniendo un equilibrio entre el intervencionismo
socioeconómico del Estado y el libre juego del mercado capitalista. La nueva sociedad sería caracterizada por la apatía política,
21. Gonzalo Fernández de la Mora, El crepúsculo de las ideologías, Madrid: Rialp,
1965.
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que, en sus palabras, «no es síntoma de bajo tono social sino de
salud... Cuánto más bienestar y “consensus”, mayor inhibición.
Luego la salud de los Estados libres puede medirse por el grado
de apatía». 22
Fernández de la Mora articula así en su libro la cosmovisión
opusdeísta de la geopolítica de la época. A través de un proceso
gradual stagist de modernización socioeconómica, España alcanzaría el estatus de los poderes occidentales más avanzados, cuyas
sociedades, de todas formas, estarían transformándose hacia la racionalización o tecnocratización de la política. El Brave New
World de Fernández de la Mora prevé la convergencia de los países del Occidente en un mundo posideológico, cosmopolita, científico y elitista. Pero se abstiene de pronunciarse sobre la posible
trayectoria política del régimen franquista.
En realidad, no parece que haya una contradicción fundamental entre el concepto que tuvieron los del Opus del Estado
como paternalista y tecnocrático y sus referencias a la democracia del futuro. Si vislumbraron alguna forma de democracia
eventual, cabe la posibilidad que fuera una «democracia guiada» a lo Armada. 23 De todas formas, los modernizadores opusdeístas hacen una lectura sesgada de las tesis provenientes de
los Estados Unidos, porque el paradigma de modernización
norteamericana se vincula irremediablemente a la democracia
liberal, sea más o menos politizada. En The End of Ideology
Bell habla del «cuadro de valores liberales» (lo enfatiza en cursiva) imprescindible para cualquier política posideológica. 24 El
libro de Talcott Parsons, que tanto influyó en las teorías de la
modernización en la posguerra, argumenta que la transición a
la sociedad industrial sólo puede realizarse si viene acompaña22. Ibid., pp. 121, 68-75, 143, 144-153, 156.
23. Fernández de la Mora opuso la Ley para la Reforma Política y se rumoreó que figuraba en los planes para un gobierno de salvación nacional propuesto al rey por generales de derecha en septiembre de 1977: Paul Preston, Juan Carlos. El Rey de un
pueblo, Barcelona: Plaza Janés, 2003, p. 448.
24. Op. cit., p. 419.
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da por cambios en los valores políticos y culturales hacia la democracia liberal. 25 Por su parte, tanto Bell como Lipset identifican el brote de nuevos valores ideológicos primero en el
Tercer Mundo y luego en los mismos Estados Unidos, lo que
descarta una convergencia global hacia el modelo políticamente desmovilizado europeo y norteamericano. En el mismo libro
que López Rodó prologa, Rostow subraya la importancia de
las elecciones libres y la conveniencia de comprometer al pueblo en las responsabilidades y esfuerzos de la tarea de modernización, «tarea», según él, «que no puede realizarse por edicto,
cuadros políticos o policía». 26
Así que, en su intento de posicionarse dentro del modelo de
modernidad occidental frente al de la Unión Soviética, los
modernizadores opusdeístas relativizan la contradicción entre
el autoritarismo del régimen franquista y el liberalismo político de Europa y los Estados Unidos. En un discurso en el año
1963, López Rodó encomia los utillajes de la modernización
norteamericana pero enfatiza que la historia de los dos países
es diferente, por lo que su trayectoria política tiene que ser
distinta. Para España, «el dogma de la democracia» sería inapropiado a causa de su historia. 27 Por su parte, Calvo Serer,
después de una visita a los Estados Unidos en 1958 auspiciada
por el Departamento de Estado, alaba no sólo la modernidad
norteamericana, su igualitarismo, su vitalidad económica, sino
también su realismo, por el cual «a los países que se desa­
rrollan políticamente según formas distintas a las del mundo
anglosajón no se les exige un grado determinado de demo­
cracia». 28
25. Talcott Parsons, The Structure of Social Action. A Study in Social Theory with spe­
cial reference to a group of European writers, New York: McGraw-Hill, 1937.
26. Politics and the Stages of Growth, Cambridge: CUP, 1971 p. 299.
27. López Rodó, «La administración pública y las transformaciones socioeconómicas.
Discurso de recepción de número», ibid.
28. Rafael Calvo Serer, La política mundial de los Estados Unidos, Madrid: Ateneo,
1962, pp. 56-57.
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