CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACION CIVIL

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACION CIVIL
Magistrado Ponente: Dr. JORGE SANTOS BALLESTEROS
Bogotá D. C., veintisiete (27) de agosto de dos mil dos (2002).-
Ref. Expediente No. 6926
Se decide el recurso de casación interpuesto
por la parte demandante contra la sentencia de fecha veinticinco (25)
de agosto de mil novecientos noventa y siete (1997), proferida por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Ibagué -Sala Civil-, para
ponerle fin, en segunda instancia, al proceso ordinario promovido por
CONSUELO FONSECA ZAMORA contra OLMEDO DIAZ RUEDA,
LAURA ESCOBAR RODRIGUEZ y la menor ANGELICA ROCIO DIAZ
ESCOBAR
representada
por
su
madre
LAURA
ESCOBAR
RODRIGUEZ.
I. ANTECEDENTES
1. Mediante demanda cuyo conocimiento
correspondió al Juzgado Primero Civil del Circuito de Ibagué, la citada
actora entabló proceso ordinario contra los demandados señalados
anteriormente, a fin de que se declare que es absolutamente simulado
e inexistente el acto por el cual el señor Olmedo Díaz Rueda transfirió
el derecho de dominio y la propiedad que tenía junto con la actora, a la
señora Laura Escobar Rodríguez y a la menor Angélica Rocío Díaz
Escobar, mediante escritura pública número 3295 del 1º. de
septiembre de 1993 de la Notaría 4ª. de Ibagué, el inmueble
distinguido con el número 26-43 de la carrera 4ª. B Bis y 26-47 de la
carrera 4ª. C de Ibagué, determinado por los linderos que se indican
en el libelo, y en consecuencia que se declare ineficaz e inexistente el
acto jurídico descrito, además, que se ordene la cancelación del
registro de compraventa del inmueble citado, el cual se hizo en el folio
de matrícula inmobiliaria número 350-0011488 y al Notario 4º. de
Ibagué que proceda a anular y dejar sin efecto alguno la Escritura
Pública número 3295 del 1º. de septiembre de 1993 citada
anteriormente.
Igualmente que se ordene a la señora Laura
Escobar Rodríguez y a la menor Laura Rocío Díaz Escobar,
legalmente representada por su madre, que devuelvan la escritura
pública número 3295 del 1º. de septiembre de 1993 y se disponga que
las nombradas deberán correr nueva escritura haciendo la entrega y
cesión de la totalidad del predio descrito, y si no atendieren este
mandato judicial, ordenar al Registrador de Instrumentos Públicos que
efectúe los registros pertinentes que coloquen nuevamente en cabeza
del señor Olmedo Díaz Rueda, el inmueble tantas veces nombrado.
2. Para sustentar las anteriores pretensiones la
demandante presenta los siguientes hechos:
a- La señora Consuelo Fonseca Zamora
mantuvo unión marital de hecho con el señor Olmedo Díaz Rueda por
más de 28 años, constituyéndose una sociedad patrimonial de hecho
entre compañeros permanentes la cual no ha sido liquidada por ningún
medio y que se mantuvo vigente, hasta el mes de diciembre de 1992,
cuando el compañero decidió abandonar el hogar para hacer vida
marital con la señora Laura Escobar Rodríguez.
b- Al irse del hogar el señor Díaz Rueda en el
mes de diciembre de 1992, no aclaró la situación respecto de los
bienes conseguidos con la actora y de la sociedad patrimonial
constituida entre ellos en razón de la convivencia permanente, por lo
que en el mes de febrero de 1993 y en previsión de que el demandado
la dejara sin bienes, la demandante inició proceso de declaratoria de
existencia de sociedad patrimonial entre compañeros permanentes y
su posterior disolución y liquidación, demanda que fue radicada y
admitida por el Juzgado 4º. Promiscuo de Familia de Ibagué, a la que
se le imprimió el trámite correspondiente, corriendo traslado al
demandado para que la contestara.
c- Enterado el demandado de la existencia del
proceso en su contra, con un propósito distinto al manifestado,
convenció a la demandante para que retirara la demanda, desistiera
de sus pretensiones, proponiéndole un arreglo justo y amigable
respecto a los bienes adquiridos, y así logró que la señora Consuelo
Fonseca Zamora presentara desistimiento ante el juzgado, el cual fue
firmado también por el demandado y en el que se acordó que las
diferencias las arreglarían de manera personal a fin de liquidar la
sociedad patrimonial existente entre ellos haciendo las asignaciones
correspondientes, solicitud que fue aceptada por el juzgado, dado que
dicho desistimiento expresaba de manera concreta que las partes
habían llegado a un acuerdo para la liquidación de la sociedad
patrimonial entre ellos existente.
d- Libre de los problemas jurídicos, el señor
Díaz Rueda, el 1º. de septiembre de 1993, mediante la escritura
pública número 3295 de la Notaría 4ª. de Ibagué, cedió a título de
venta en favor de la señora Laura Escobar Rodríguez y de la menor
Angélica Rocío Díaz Escobar, concubina actual e hija extramatrimonial
del demandado, respectivamente, el inmueble de la carrera 4ª. C No.
26-42 de Ibagué que es uno de los varios bienes conseguidos dentro
de la sociedad patrimonial de hecho del demandado y la actora,
olvidándose Olmedo Díaz que ante el Juzgado 4º. de Familia se había
comprometido a entregarle a la señora Consuelo Fonseca, el 50% de
dichos bienes, con lo cual aquel obró de mala fe y en contra de la ley,
cometiendo fraude contra resolución judicial, pues con su no cumplida
promesa de arreglar las divergencias personalmente, no dejó que
legalmente se demostrara la existencia de la sociedad patrimonial y se
procediera a su disolución y liquidación.
e- La venta a que se ha hecho mención se efectuó por la suma de
$21’265.000.oo, cuando el valor comercial del inmueble supera la
cantidad de $40’000.000.oo.
f- La demandante es propietaria en un 50% del
inmueble vendido por haber sido adquirido durante su convivencia con
el demandado por espacio superior a 28 años, y tiene la posesión
porque en la fecha de la demanda vive en parte del predio, por lo que
considera que la venta efectuada es simulada y así debe declararse y
volver las cosas al estado anterior.
g- La actora en innumerables oportunidades
ha requerido al señor Olmedo Díaz Rueda para que cumpla con lo
acordado y pactado y para que le dé la parte que le corresponde
dentro de la sociedad patrimonial que tenían constituida, la que no ha
sido liquidada por ningún medio, pero el demandado ha hecho caso
omiso a tales requerimientos y por el contrario ha tratado de “timarla”
vendiendo uno de los bienes de la mencionada sociedad, afectando
sus intereses, pues se ha quedado sin ningún bien raíz que le sirva de
techo, máxime que la actora ha entrado en la etapa de la vejez.
3. Admitida la demanda el despacho ordenó la
notificación de los demandados y que se prestara caución, como
medida previa para ordenar la inscripción de la demanda en el folio de
matrícula inmobiliaria correspondiente.
4. Notificados los demandados, contestaron la
demanda oponiéndose a las pretensiones, y respecto a los hechos,
niegan algunos y otros los aceptan parcialmente. Así mismo,
solicitaron diferentes pruebas, las cuales fueron decretadas en su
oportunidad.
5. Finalizó la primera instancia mediante fallo
del 11 de septiembre de 1996 (fls. 223 a 239 cd.1) que negó las
pretensiones de la demanda, ordenó la cancelación de su inscripción y
condenó en costas a la parte actora.
6.
Inconforme
con
lo
resuelto,
la
parte
demandante interpuso recurso de apelación y el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Ibagué profirió sentencia el 25 de agosto de 1997
(fls. 8 a 18 cd.5) que confirma en todas sus partes la providencia
apelada.
II. FUNDAMENTOS DE LA SENTENCIA RECURRIDA
Luego de resumir los antecedentes procesales
así como las apreciaciones decisorias del juzgador de primera
instancia estima el Tribunal que al estar presentes los presupuestos
requeridos por la ley procesal para la debida integración de la litis, se
debe proceder a resolver de fondo la controversia.
Al efecto pasa el ad quem a analizar los
presupuestos de la acción, la pretensión y la falta de legitimación en la
causa, aclarando que el examen se contrae a la figura de la simulación
y transcribe aparte doctrinal en el que se afirma que es condición para
obtener sentencia favorable que se tenga legitimación para obrar, que
consiste en que para que el Juez estime la demanda “no basta que
considere existente el derecho, sino que es necesario que considere
que corresponde precisamente a aquello que lo hace valer, o sea
considere la identidad de la persona en cuyo favor está la ley
(Legitimación activa), y la identidad de la persona del demandado con
la persona contra quién (sic) se dirige la voluntad de la ley
(Legitimación pasiva)”, criterio que fue acogido por esta Corte en
sentencia del 6 de abril de 1976, la cual cita.
Añade el Tribunal que respecto a la titularidad
de la acción de simulación, las primeras legislaciones opinaron que
“era extraña a la persona de los contratantes”, pero que es lo cierto
que en el derecho positivo de las naciones ha ido tomando asiento la
opinión de que esta acción también puede ser impetrada por personas
diferentes a aquellos, que tengan interés legítimo en la destrucción del
negocio simulado, como lo ha afirmado esta Corporación en diversas
sentencias citadas en el fallo.
Indica que en el presente caso el apelante
pretende reafirmar la legitimación de la actora para impetrar la acción
a fin de refutar la sentencia del a quo, con la manifestación de que si
bien es cierto que no se ha demostrado aún la existencia de una
sociedad de hecho o de sociedad marital entre compañeros
permanentes entre Olmedo Díaz y Consuelo Fonseca, sí se presentó
la demanda pertinente ante el juez de familia, de la cual desistió la
actora convencida por su demandado, y con una transacción amigable
que este último no cumplió y por el contrario se insolventó, a fin de
hacer nugatoria cualquier acción, circunstancias de las cuales infiere el
interés jurídico que le asiste a la demandante.
Agrega el Tribunal que además de las
anteriores afirmaciones, indica la actora que el demandado, en el
interrogatorio de parte que absolvió en el proceso, reconoció la
existencia del concubinato, pero que paralelo a éste adquirió unos
bienes que no considera que debe repartir, por lo tanto reconoce la
existencia de una sociedad patrimonial marital entre ellos.
Pasa el ad quem a estudiar a continuación el
régimen de la sociedad patrimonial marital a la luz de la Ley 54 de
1990, según la cual, de conformidad con su artículo 2º., la declaración
judicial de dicha sociedad “es un requisito absoluto y eventualmente
necesario para que adquiera certeza y eficacia jurídica, (…) exigencia
limitada al régimen legal de la sociedad patrimonial, pues a diferencia
de la sociedad conyugal, no opera Ipso Jure (Arts. 2º. y 7º. De la Ley
54 de 1990 y 1774 del C. Civil); lo que implícitamente conlleva la
declaración de la existencia de la unión marital de hecho que es
idónea para ello”.
Agrega que lo dicho difiere de la sentencia que
corresponde a una acción declarativa de unión marital de hecho, que
por sí misma, no conlleva la de la sociedad patrimonial entre
compañeros, ni esta última comprende la de la disolución y liquidación
de dicha sociedad, pues esta corresponde a otra acción, que puede
ser consecuencial o autónoma de la anterior, criterio que reafirma con
cita doctrinal de un tratadista nacional, según la cual, dice el Tribunal,
la sociedad patrimonial entre compañeros es una sociedad especial,
de características propias, que no puede ser asimilada ni a la sociedad
de hecho, ni a la sociedad conyugal, aunque su liquidación se rige por
las mismas normas de esta última, por expresa remisión del artículo
7º. de la Ley 54 de 1990, pero que no es cierta en ningún momento,
sino que debe declararse judicialmente, una vez probada su
existencia.
Añade que a partir de la ley 54 tantas veces
mencionada, se puede afirmar que hoy coexisten como sociedades de
hecho, la civil, la comercial y la que proviene de la unión marital de
hecho, cada una con presupuestos legales autónomos, tanto
sustantivos como procedimentales.
Concluye el Tribunal que si para tener interés
jurídico en demandar la simulación, se le exige al cónyuge, que si no
se ha liquidado la sociedad conyugal, al menos debe haber
demandado su disolución, con mayor razón al que se dice concubino
que ni siquiera ha obtenido la declaración de existencia de esa
sociedad marital de hecho y ni siquiera conserva la expectativa porque
desistió de tal derecho, expectativa que a la fecha del fallo estaría
prescrita (Art. 7º. Ley 54 de 1990).
III. LA DEMANDA DE CASACION
Con apoyo en la causal primera del artículo 368
del C. de P.C., se formula un cargo único contra la sentencia por
violación indirecta de la ley sustancial en la modalidad de aplicación
indebida como consecuencia de errores de hecho en la apreciación y
aplicación de los artículos 1494, 1517, 1602 y 1766 del C.C., y no
conjugarlos o asimilarlos con los medios de prueba que se allegaron al
proceso.
Al sustentar el cargo la parte recurrente
comienza por destacar que en la demanda inicial se expresó que,
aunque no se había obtenido la declaración judicial que estableciera la
sociedad marital de hecho, sí se obtuvo decisión de aceptación por
parte del Juzgado 4º. de Familia de Ibagué, de un memorial de
desistimiento del proceso firmado por ambas partes, el cual estaba
sometido y supeditado a un acuerdo previo entre ellas, “que
correspondía a las necesidades, intereses y expectativas de la
demandante, Señora CONSUELO FONSECA ZAMORA, quien al
obtener, compromiso por parte de su demandado, Señor OLMEDO
DIAZ RUEDA, y el ofrecimiento de pagarle y cubrirle la cuota social
que le correspondía, por razón de la sociedad de hecho constituida,
por
los
antes
nombrados,
aceptó
presentar
el
desistimiento
mencionado”, documento que no fue tenido en cuenta en la segunda
instancia.
Añade el censor que el Tribunal no apreció el
interrogatorio de parte rendido por el demandado en el que aceptó que
el proceso se inició para que éste no dejara a la actora sin ningún
bien, que en él igualmente confesó que la venta del inmueble la había
efectuado a su actual concubina y a la hija extramatrimonial. Afirma
que tampoco apreció la prueba de oficio evacuada por el ad quem (fls.
1 a 3 cd.5), en la que de manera notoria el demandado declaró
enfáticamente que había constituido una sociedad con la actora, la
cual no había sido liquidada; falta de apreciación que afectó de
manera importante y trascendental los intereses de la demandante.
El recurrente afirma que el Tribunal no tuvo en
cuenta una serie de documentos que obran en el expediente, entre
ellos:
1) La inspección judicial (fls. 1 a 3 cd.2) en la
que se estableció que la demandante estaba en posesión de parte del
predio enajenado y con la que se demostró que la señora Fonseca
Zamora sí constituyó una sociedad con el demandado, que usa y goza
parte del inmueble, ocupándolo mientras el señor Díaz le cumple con
lo ofrecido.
2) La prueba técnica que obra a folios 18 a 21
del cuaderno 2, en la que se estableció el valor comercial del
inmueble, con lo que se prueba el valor exiguo por el cual el
demandado vendió dicho bien, de manera fraudulenta y de mala fe, en
contra de los intereses de la actora.
3) El documento aportado con la demanda (fl.
240 cd.1), que corresponde al acuerdo personal firmado entre
demandante y demandado, complemento del desistimiento presentado
ante el Juzgado 4º. Promiscuo de Familia de Ibagué y por el que el
señor Díaz Rueda se comprometió a cubrirle a la actora, la cuota
social que le correspondía por razón de la sociedad entre ellos
constituida.
Igualmente considera el recurrente que el ad
quem apreció erróneamente los documentos aportados por la parte
demandada que aparecen a folios 15 a 37 del cuaderno 3, con las
cuales, contrario a lo afirmado por Laura Escobar Rodríguez al
contestar la demanda, se establece que ésta carecía de medios
económicos para efectuar la transacción, lo que hace aún más latente
la simulación impetrada.
Pasa el casacionista a señalar los errores de
hecho que en su sentir, cometió el Tribunal en la sentencia
impugnada:
a- Dar por demostrado sin estarlo, que a la actora no le asiste interés
jurídico para incoar la demanda de simulación del contrato de compraventa contenido en la escritura pública número 3295 del 1º. de
septiembre de 1993 de la Notaría 4ª. de Ibagué.
b- No dar por establecido que la demanda
incoativa del proceso se sustentó y soportó en el acuerdo previo
celebrado entre la demandante y el señor Olmedo Díaz Rueda
presentado ante el Juzgado 4º. Promiscuo de Familia de Ibagué, en el
que se establecía que la actora desistía del proceso allí iniciado, por
haber arreglado las diferencias con su contraparte de conformidad con
la conciliación firmada por ellos y que obra al folio 240 del cuaderno
número 1.
c- No reconocer que con las actuaciones, tanto
judiciales como personales a que se ha hecho referencia, se generó
de manera válida y legal, un derecho cierto respecto de los intereses
de la demandante, quien quedó a la expectativa de que el señor Díaz
Rueda cumpliera con los pactos y promesas establecidas de manera
escrita.
d- No dar por establecido con el interrogatorio
de parte rendido por el demandado, que éste aceptó tácita y
explícitamente que la sociedad de hecho había existido y que aún no
había sido liquidada.
Al desarrollar el cargo el recurrente señala que
lo afirmado por el ad quem acerca de la falta de interés legítimo de la
actora para impetrar la simulación es contraria a la realidad de los
hechos y del derecho, pues éstos se acreditaron con los medios de
prueba aportados al proceso y que han sido ampliamente discutidos, y
además, se debe tener en cuenta que la parte actora demandó el acto
jurídico mediante el cual su antiguo compañero vendió el inmueble
señalado en los hechos de la demanda a su actual compañera y a su
hija, por un precio exiguo y pírrico, como está demostrado en el
proceso. Lo dicho se complementa con el hecho de que la
demandante, con fundamento en un acuerdo personal plasmado por
escrito y firmado por ambas partes y autenticado por ella ante notario,
desistió del proceso iniciado ante el Juzgado 4º. Promiscuo de Familia
de Ibagué en el que solicitaba la declaratoria de la existencia de la
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes y su posterior
disolución y liquidación; desistimiento que como ya se dijo, se basó
prioritariamente en el ofrecimiento hecho por el demandado de que a
la señora Consuelo Fonseca Zamora le correspondían parte de los
bienes adquiridos durante el tiempo de su convivencia. Sobre estas
bases considera el censor que la demandante tiene la posibilidad, la
facultad y el derecho de reclamar para sí, y como cuota social dentro
de la sociedad de hecho conformada con Olmedo Díaz Rueda, lo que
le corresponde.
Reitera el casacionista que desde el día 12 de
abril de 1993, fecha en la cual se presentó el desistimiento de la
demanda a que se ha hecho alusión y se firmó el convenio entre las
partes, éstas quedaron comprometidas a cumplir los pactos y
acuerdos celebrados, y si bien es cierto que se desistió de la
demanda, nació a la vida jurídica un acto que no puede ser
desconocido por la ley, ni puede ser burlado por el demandado
Olmedo Díaz con la venta ficticia y simulada del inmueble a que se
refiere la demanda a personas con quienes lo unen vínculos
sentimentales y de consanguinidad, y agrega, que no sólo se detecta
la simulación que se reclama, por haberse cedido en venta, sino
también por el precio irrisorio pactado, o, como lo señaló en su
salvamento de voto, uno de los Magistrados integrantes de la Sala que
profirió la sentencia impugnada, quien calificó tal acto como una
donación disfrazada en favor de las personas mencionadas y por los
mismos motivos aducidos.
Por lo anteriormente dicho estima el censor
que está plenamente demostrado que a la demandante sí le asiste
razón legal y jurídica para impetrar la acción de simulación y en
consecuencia debe reconocerse el error de hecho y de derecho en
que incurrió el Tribunal en su fallo, con el cual se vulneró el artículo
1602 del C.C., de conformidad con el cual “todo contrato legalmente
celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado
sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”.
Agrega el casacionista que la sentencia del
Tribunal violó los artículos 1494 y 1517 del C.C., relativos a la fuente
de las obligaciones, en este caso el acuerdo pactado de manera
privada y consolidado ante el Juzgado 4º. Promiscuo de Familia de
Ibagué, y sobre el objeto de las declaraciones de voluntad, las que con
su proceder, el señor Díaz Rueda pretende desconocer de manera
fraudulenta y de mala fe, con el agravante de que al sacar del ámbito
del peculio de ambos compañeros pero en cabeza de aquél, el
inmueble señalado anteriormente, la actora quedaría en la miseria,
sometida a la caridad pública, pues es persona de avanzada edad,
enferma, que no podría producir bienes de fortuna, ni para su
sustento, ni vincularse a entidad o empresa alguna.
Reitera el recurrente que el ad quem incurrió
en los yerros denunciados, porque como ya se dijo anteriormente, en
los amplios interrogatorios absueltos por el demandado, éste
reconoció, tanto tácita como implícitamente, que la sociedad
conformada con la demandante no se había liquidado, declaración que
le acarrea responsabilidades y obligaciones, lo que no fue atendido ni
tenido en cuenta por el fallador de segunda instancia, con excepción
del Magistrado que salvó el voto.
Respecto de la simulación que se reclama, a la
demandante, como tercero interesado en que sea declarada, le asiste
razón jurídica para incoar la demanda, con fundamento en las
transacciones y acuerdos formalizados, y al negarle el Tribunal ese
derecho, vulneró el artículo 1766 del C.C. relativo al efecto frente a
terceros de las escrituras privadas otorgadas para alterar lo pactado
en escritura pública, norma que torna evidente la imposibilidad en que
se hallan los contratantes de exhibir y hacer válido el contrato
aparentemente formalizado, pero el fallo impugnado allanaría el
camino para llevar la simulación hasta sus últimas consecuencias,
lesionando de paso los intereses de la actora.
Añade el censor que acoge, para que sean
tenidos en cuenta, los presupuestos y apreciaciones del salvamento
de voto que se incorporó a la decisión impugnada, en el que se dice
que entre la actora y Olmedo Díaz Rueda existió sociedad de hecho
en la que se produjeron y consolidaron varios bienes de fortuna, sobre
los que la demandante tiene derecho, no en virtud de la Ley 54 de
1990, sino por los acuerdos y pactos celebrados entre ellos de manera
expresa, los que no pueden ser desconocidos, como tampoco el
derecho a que se reconozca que esos bienes fueron válidamente
adquiridos por uno y otro, y en el presente caso, la señora Consuelo
Fonseca Zamora esperó a que su otrora compañero, cumpliera lo
acordado y no que por el contrario, tratara de estafarla o engañarla.
Por último, indica el recurrente que si las
demandadas Laura Escobar Rodríguez y Angélica Rocío Díaz
Escobar, tenían conocimiento de que la venta del inmueble se hacía
para burlar los derechos de la demandante, obraron de mala fe, con
los consecuentes perjuicios producidos a esta última y que deberán
ser declarados por la Corte.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE :
Sea lo primero señalar que la sentencia del ad
quem confirmó la proferida en primera instancia que negó las
pretensiones por la falta de interés jurídico de la actora, basada en el
supuesto fundamental de no haberse acreditado, mediante sentencia
judicial que así la declarara, como lo exige el artículo 2º. de la Ley 54
de 1990, la existencia de la sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes como consecuencia de la unión marital de hecho que
existió entre aquella y el demandado Olmedo Díaz Rueda y quien “ni
siquiera conserva expectativa porque desistió de tal derecho”.
El recurrente en la demanda sustentatoria del
recurso de casación considera que el Tribunal incurrió en error de
hecho en la apreciación de las pruebas que determina, con lo cual
violó las normas sustanciales señaladas en el cargo, y dio por
demostrado sin estarlo, que la actora carecía de interés jurídico para
impetrar la simulación y no tuvo en cuenta que la demanda se
sustentó y soportó en el memorial de desistimiento presentado ante el
Juzgado 4º. Promiscuo de Familia de Ibagué, cuando, según su
criterio, la existencia de la sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes se probó con el interrogatorio de parte del demandado y
los
documentos
aportados,
entre
ellos
el
desistimiento
aludido.
Como de manera reiterada lo ha señalado la
Corte, son dos las formas de violación de la ley sustancial, la directa y
la indirecta. En la primera el censor no se debe alejar ni un ápice de la
situación fáctica tal como la percibió el Tribunal, dado que su tarea se
enfoca es en la aplicación que de la ley hace el juez, bien porque
aplicó el precepto que no regía la situación de hecho que se le
presentó a su decisión (falta de aplicación), o ya porque aplicó el
preciso
a
esa
situación
pero
con
un
sentido
tergiversado
(interpretación errónea), o finalmente cuando aplicó uno que no regula
el supuesto de hecho del caso que se le plantea (indebida aplicación).
En la violación indirecta a causa de errores evidentes y trascendentes
de hecho, que es la vía escogida por el censor, el Tribunal se equivoca
en la apreciación de las pruebas, bien porque las omitió, las imaginó o
las tergiversó, y a causa de tener una apreciación errada de la
situación, indebidamente aplica una norma que no es la llamada a
regular la situación o deja de aplicar la que sí la regula.
Enunciados estos conceptos es preciso
recordar una vez más que cuando se trata de esta clase de violación,
el primer paso que ha de dar el recurrente en orden a demostrar el
error es denunciarlo con la singularización de las pruebas que el
Tribunal no vio, o imaginó o tergiversó, pero cuando el juzgador ve la
prueba en su realidad objetiva, cualquier intento del recurrente
tendiente a acreditar lo contrario, tropezaría con esta realidad fácil de
constatar, aún más cuando el Tribunal alude de manera explícita a
estas pruebas, lo que conlleva al fracaso del cargo, dado que, o bien
éste está montado sobre bases falsas o la vía escogida fue
equivocada, que es lo que sucede en el presente caso, pues de la
simple lectura de la sentencia impugnada se observa que el Tribunal sí
tuvo en cuenta las pruebas señaladas por el recurrente, pero
consideró que la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes
requería sentencia judicial que declarara su existencia, a voces del
artículo 2º. de la Ley 54 de 1990, por lo que, ante la falta de esta
declaración, la actora carecía de interés jurídico para impetrar la
simulación. Así planteado el cargo, es evidente que ha debido
enfocarse por la vía directa por interpretación errónea de la norma
citada.
Esa argumentación jurídica del Tribunal, sobre
la que descansa su decisión, no fue combatida por la censura, pues el
ataque se centró en señalar las pruebas que obran en el expediente y
que en su criterio no fueron apreciadas, pero sin indicar porqué el ad
quem estaba errado al exigir la declaración judicial de la existencia de
la sociedad patrimonial. Al no procederse así, es fácilmente entendible
que permanece incólume esta conclusión sobre la cual el sentenciador
de segunda instancia determinó el fracaso de la acción incoada y sirve
de fundamento por sí sola para mantener el fallo recurrido y conduce a
la desestimación del cargo.
Por otra parte y respecto a la afirmación del
recurrente acerca de que con la firma del convenio entre las partes
(folio 240 cd. 1) nació a la vida jurídica un acto que no puede ser
desconocido por la ley ni burlado por el demandado, y que este
documento fue aportado con la demanda pero que el Tribunal no lo
tuvo en cuenta, observa la Sala que dicho acuerdo no aparece
relacionado como prueba documental en el libelo introductorio, por lo
cual no pudo ser tenido como prueba, y solamente en el memorial
sustentatorio del recurso de apelación (fl. 243 cd. 1), el apoderado de
la actora indica que allega el documento aludido, es decir no fue
aportado en el momento procesal correspondiente, por lo cual mal
podía el ad quem tenerlo como prueba.
De todas formas considera conveniente la
Corte entrar a analizar el argumento del Tribunal acerca de la
necesidad de la sentencia judicial que declare la existencia de la
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes para que pueda
predicarse interés para incoar la simulación.
En lo concerniente a la legitimación para
solicitar la simulación, de tiempo atrás y en forma reiterada ha
sostenido esta Corporación que son titulares no sólo las partes que
intervinieron o participaron en el acto simulado, y en su caso sus
herederos, sino también los terceros, cuando ese acto fingido les
acarrea un perjuicio cierto y actual: “Puede afirmarse, que todo aquel
que tenga un interés jurídico protegido por la ley, en que prevalezca el
acto oculto sobre lo declarado por las partes en el acto ostensible, está
habilitado para demandar la declaración de simulación. Ese interés
puede existir lo mismo en las partes que en los terceros extraños al
acto, de donde se sigue que tanto aquellas como éstos están
capacitados para ejercitar la acción. Mas para que en el actor surja el
interés que lo habilite para demandar la simulación, es necesario que
sea actualmente titular de un derecho cuyo ejercicio se halle impedido
o perturbado por el acto ostensible, y que la conservación de ese acto
le cause un perjuicio” (G.J. tomo CXIX, pág. 149).
En razón de la naturaleza de la acción
simulatoria puede decirse entonces que podrá demandar la simulación
quien tenga interés jurídico en ella, interés que “debe analizarse y
deducirse para cada caso especial sobre las circunstancias y
modalidades de la relación procesal que se trate, porque es ésta un
conflicto de intereses jurídicamente regulado y no pudiendo haber
interés sin interesado, se impone la consideración personal del actor,
su posición jurídica, para poder determinar, singularizándolo con
respecto a él, el interés que legitima su acción” (G.J. tomo LXXIII, pág.
212).
En el presente caso la demandante impetra la
acción de simulación en su condición de compañera permanente del
demandado Olmedo Díaz Rueda por más de 28 años, razón por la
cual dice que existe entre ellos sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes que no ha sido disuelta por ninguno de los medios
legales, lo que le genera un interés legítimo, dado que la enajenación
ficticia del inmueble, le acarreó un perjuicio cierto y actual.
En la sentencia impugnada el Tribunal
consideró que la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes,
no obstante que se presume cuando concurren las condiciones
señaladas en la misma disposición, debe ser declarada judicialmente
antes de proceder a su disolución y liquidación, y esa declaración
judicial, estima el fallador de segunda instancia, es la que ciertamente
legitima al compañero o compañera para impugnar por simulados los
actos de disposición celebrados por el otro compañero.
Sin embargo, el interés serio, legítimo y actual del demandante, debe
analizarse teniendo en cuenta las circunstancias de cada caso y la
situación concreta de los sujetos involucrados en la declaración de
simulación, dado que al ser ese interés un presupuesto de la
pretensión, debe existir al momento de incoarse dicha acción.
En el evento de uno de los compañeros permanentes, ese interés se
concreta cuando se conforma la relación jurídico-procesal que inicia el
actor con la presentación de la demanda tendiente a obtener la
declaración de la existencia de la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes, y perfecciona el demandado cuando se le
vincula formalmente al proceso mediante la notificación de la
demanda, porque desde dicha época puede afirmarse que el
demandante posee el interés a que se hizo alusión, pues con este
proceder se evidencia una clara manifestación de la intención de
querer disolver y liquidar, una vez declarada, la sociedad patrimonial
conformada en virtud de la unión marital de hecho, interés que no
puede sujetarse, por consiguiente, a una declaración judicial posterior.
Así las cosas, en este preciso evento, al aducir
la demandante en la acción de simulación únicamente la condición de
compañera permanente, cuando, como se dijo, si no se ha disuelto la
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes formada en
virtud de la unión marital de hecho que ha sido declarada
judicialmente, o no se ha solicitado la disolución de la misma y esta
demanda le ha sido notificada al demandado, aquella sola calidad no
le confiere un derecho concreto sobre los bienes adquiridos durante el
tiempo de duración de la unión marital, ni la legitima para atacar por
simulado el acto celebrado por el otro compañero.
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto,
el cargo no prospera.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia del
25 de agosto de 1997 pronunciada por la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Ibagué, en el proceso ordinario
promovido por CONSUELO FONSECA ZAMORA contra OLMEDO
DIAZ
RUEDA,
LAURA
ESCOBAR
RODRIGUEZ
y
la
menor
ANGELICA ROCIO DIAZ ESCOBAR representada por su madre
LAURA ESCOBAR RODRIGUEZ.
Condénase en costas del recurso a la parte
recurrente. Tásense en su oportunidad.
NOTIFIQUESE
Y
DEVUELVASE
EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.
NICOLAS BECHARA SIMANCAS
MANUEL ARDILA VELASQUEZ
JORGE ANTONIO CASTILLO RUGELES
CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO
JOSE FERNANDO RAMIREZ GOMEZ
JORGE SANTOS BALLESTEROS
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO
EL
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