TESIS DE GRADO: INVESTIGACIÓN JURISPRUDENCIAL EN

Anuncio
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
DERECHO
TESIS DE GRADO:
INVESTIGACIÓN JURISPRUDENCIAL EN DERECHO DE
FAMILIA
SOCIEDAD CONYUGAL: ORIGEN Y LIQUIDACIÓN
PRESENTADA POR: LAURA ANDREA GUILLEM
MARIA C. CASTILLO ALVAREZ
DIRECTOR: DR. HERNANDO GUTIERREZ
BOGOTA D.C, MARZO DE 2004
INDICE
DOCUMENTO 1
I.
INTRODUCCIÓN
II.
CONCEPTO
III.
ORIGEN
IV.
REGIMEN PATRIMONIAL
1. ADMINISTRACIÓN
2. RESPONSABILIDAD
3. REQUISITO ESPECIAL
V.
EFECTOS
1. OBLIGACIÓN DE ALIMENTOS
DOCUMENTO 2
ANÁLISIS DE LINEAS JURISPRUDENCIALES DE CADA TEMA
TESIS
DERECHO CONSTITUCIONAL FAMILIA
DOCUMENTO 1
SOCIEDAD CONYUGAL
ORIGEN Y CONSTITUCION
I.
INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo investigativo se expondrán diversos aspectos del tema de la
sociedad conyugal, enfocada desde sus orígenes, su concepción y su constitución. Se
tomarán las sentencias de la Corte Constitucional desde 1991 hasta el 2001,
organizando su contenido por temas y sub temas que incumben al nuestro estudio.
También se ilustrará con casos tomados de estas sentencias, situaciones reales sobre
las cuales ha decidido la Corte Constitucional en lo que concierne al tema de
constitución de sociedad conyugal.
II. CONCEPTO
El tema de la sociedad conyugal puede verse definido desde diversos enfoques en su
concepción. Puede darse a conocer como un régimen patrimonial, una ficción o figura
jurídica, e incluso como un efecto.
La Corte Constitucional en varias ocasiones se ha pronunciado de distintas maneras
con respecto al concepto de sociedad conyugal. En la sentencia T-1243/01, la Corte
ha definido el anterior término como un efecto patrimonial del matrimonio de la
siguiente manera:
Por otra parte, los efectos patrimoniales se orientan al nacimiento, desarrollo, y
constitución de la sociedad conyugal, como régimen económico o de bienes comunes
para los contrayentes. Su consagración normativa se encuentra consignada en los
artículos 180, 1781 a 1841 del Código Civil, junto con las modificaciones realizadas
por la Ley 28 de 1.932. Disposiciones legislativas que tienen como fuente el artículo
42 de la Carta Fundamental, según el cual: “...las formas de matrimonio, la edad y
capacidad para contraerlo, los deberes y derechos de los cónyuges, su separación y
la disolución del vínculo, se rigen por la ley civil...”1 (T-1243/01)
1
Subrayado por fuera del texto original.
En el siguiente aparte, la Corte contempla las diferentes etapas de la sociedad
conyugal, desde que surge hasta que se liquida y se adjudican los bienes conforme al
procedimiento legal:
Entonces, se puede concluir, que por el hecho del matrimonio surge la sociedad
conyugal, la cual implica la formación de una comunidad de bienes que serán objeto
de liquidación, partición y adjudicación al momento de ocurrir alguna de las causales
de disolución previstas en la ley, para lo cual debe aplicarse el procedimiento
legalmente previsto y que tiene como finalidad determinar la naturaleza de los bienes
sociales o propios, las recompensas y los pasivos de la sociedad conyugal. Trámite
en el cual toda solicitud debe ser resuelta o decidida por el juez de conocimiento, es
decir, por el juez competente. (T-1243/01)
III. ORIGEN
La Corte Constitucional ha manifestado en sus providencias que la sociedad conyugal
es un efecto inmediato del matrimonio, como puede apreciarse en la sentencia T1243/01:
De acuerdo con el artículo 180 del Código Civil, la sociedad conyugal tiene su origen
en el mero hecho del matrimonio, es decir, se constituye como elemento natural a la
convención matrimonial (artículo 1.501 C.C). De este modo, la citada norma dispone
que: “...por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los
cónyuges...”. No obstante, como elemento natural, permite a los contrayentes de
manera previa, a través de las capitulaciones matrimoniales (artículo 1771 del C.C)2 ,
o con posterioridad, por intermedio de la separación de bienes (artículo 197 del C.C),
poner fin al citado régimen económico común. (T-1243/01)
IV. REGIMEN PATRIMONIAL
Según la Corte Constitucional en la sentencia T-1243/01, la sociedad conyugal es un
régimen patrimonial que surge como una ficción jurídica derivada de la figura del
matrimonio, y lo expresa claramente así:
La sociedad conyugal cuyo origen es el matrimonio, da lugar a la existencia de un
régimen patrimonial común compuesto por una serie de reglas especiales en relación
con su administración, disposición de bienes, causales de disolución, forma de
liquidación, partición y adjudicación, frente a las cuales la ley, la jurisprudencia y la
doctrina han delineado sus efectos y alcance. (T-1243/01)
1. ADMINISTRACIÓN:
Dentro del régimen patrimonial, la Corte se ha referido al tema de la administración de
los bienes de la sociedad conyugal, durante la vigencia de la misma, con plena
libertad para los cónyuges sobre la disposición de sus bienes, y por otro lado, a la
administración de estos mismos bienes, una vez se ha disuelto la sociedad. En la
sentencia T- 1243/01 vemos una aproximación al tema sobre el manejo de los bienes
sociales:
2
Señala el citado artículo: “se conoce con el nombre de capitulaciones matrimoniales las convenciones
que celebran los esposos antes de contraer matrimonio, relativas a los bienes que aportan a él, y a las
donaciones y concesiones que se quieran hacer el uno al otro, de presente o futuro“.
A partir de la ley 28 de 1932, cada cónyuge administra y dispone libremente de sus
bienes, ya sea que estos hayan sido adquiridos con anterioridad al matrimonio o en
vigencia de este. (T-1243/01)
De esta manera se entiende que la sociedad conyugal permite a cada cónyuge, en
igualdad de condiciones, la libre administración y disposición de los bienes detentados
con anterioridad, aportados al matrimonio o adquiridos dentro de él, con la carga de
constituir una masa común al momento de decretarse por cualquiera de las causas
legales su disolución. Precisamente, el artículo 1º de la Ley 28 de 1932, señala que:
“... Durante el matrimonio cada uno de los cónyuges tiene la libre administración y
disposición tanto de los bienes que le pertenezcan al momento de contraerse el
matrimonio o que hubiera aportado a él, como de los demás que por cualquier causa
hubiere adquirido o adquiera; pero a la disolución del matrimonio o en cualquier otro
evento en que conforme al Código Civil deba liquidarse la sociedad conyugal, se
considerará que los cónyuges han tenido esta sociedad desde la celebración del
matrimonio y en consecuencia se procederá a su liquidación...”. (T-1243/01)
A continuación se presenta un caso sobre el cual decidió la Corte constitucional, que
ejemplifica claramente el anterior principio de libre disposición de los bienes que hacen
parte de la sociedad conyugal mientras ésta no haya sido disuelta. Según los hechos,
la cónyuge separada de cuerpos de su marido enajena un bien de la sociedad
conyugal que aun no ha sido disuelta, ni ha incurrido en causal de disolución siquiera.
El señor interpone acción de tutela contra un particular (su cónyuge), en la que alega
indefensión. El juez de primera instancia, falla a favor durante una inspección judicial
que llevó a cabo, sin tener claro cuál es el derecho fundamental que se violó e impide
la tradición de dichos bienes enajenados, aunque éstos no se encuentran fuera del
comercio. La Corte Constitucional en su sentencia T- 534/94, revocó la decisión de
primera instancia, manifestando las siguientes consideraciones:
Ante este hecho concreto, el mal menor será el de considerar como válido el
procedimiento para evitar dilaciones, especialmente si el apresuramiento del Juez se
debió no tanto a la protección de un derecho fundamental cuanto a actitudes que
desdicen de la función al Juez encomendada. (T-534 de 1994)
Refiriéndose al estado de “indefensión” invocado por el demandante para que
procediera la demanda contra un particular la Corte señala los requisitos para que se
considere constituido dicho estado, que son según ésta:
Requisitos para que una tutela proceda contra particulares
Para que la tutela proceda contra particulares es necesario que se ubique dentro de
uno de los tres eventos señalados en la parte final del artículo 86 de la Constitución
Política:
-Si el particular está encargado de la prestación de un servicio público.
-Si la conducta del particular afecta grave y directamente el interés colectivo.
-Si el solicitante se halla en estado de subordinación o indefensión. (T-534 de 1994)
Seguidamente se pronuncia sobre la aplicabilidad del anterior supuesto legal al caso
concreto, así:
No ocurre esta última circunstancia cuando un varón mayor de edad, separado hace
varios años de quien califica como su cónyuge, considera que ella no puede hacer
tradición de sus bienes. No existe relación de indefensión entre el ejercicio de contratos
civiles y una presunta relación matrimonial porque en la sociedad conyugal se tiene la
libre disposición de los bienes hasta tanto no sea disuelta legalmente. (T-534 de 1994)
No puede el Juez de Tutela sacar del comercio unos bienes, sin explicación alguna, ni
menos aún prohibir tanto a quien solicitó la tutela como a la persona contra quien se
dirigió efectuar actos de enajenación, de permuta o de traspaso. No se ve por ningún
lado que presuntos marido y mujer estén recíprocamente indefensos si alguno de ellos
hace una tradición de acuerdo con la ley. (T-534 de 1994)
Los elementos de juicio indican que Gumercinda Alvarado es quien trabaja, hace
transacciones, se preocupa por adquirir bienes, de esto no se deduce que Galeano
esté indefenso. Todo lo contrario, Galeano surge en el expediente como una persona
que quiere vivir a costa de la mujer. (T-534 de 1994)
Por eso constituye un esperpento lo decidido por el Juez en una inspección judicial en
el sentido de impedir, sin razón alguna, que haya tradición de bienes que no están por
fuera del comercio. La tutela no puede servir de disculpa para que un Juez tome
determinaciones arbitrarias. (T-534 de 1994)
Entonces tenemos que, al formarse la sociedad conyugal, cada cónyuge continúa
siendo propietario de los bienes que aporta y mantiene la propiedad de los que
adquiere, en el sentido de conservar independencia para efectos de su administración
y libre disposición. Lo anterior Cambia al momento de la disolución de la sociedad. Así
lo ha reiterado la Corte Suprema de Justicia, citada por la Corte Constitucional en su
sentencia T-1243/01:
Al respecto, la Corte Suprema de Justicia ha señalado que: “...Durante el matrimonio,
los cónyuges están separados de bienes: cada uno conserva la propiedad de todos
los suyos, sean propios o gananciales, y los administra con entera independencia; la
mujer es plenamente capaz. Disuelto el régimen, se forma una comunidad, pero para
el solo efecto de liquidarla y dividir entre ambos los gananciales que hayan adquirido,
en conformidad a las mismas reglas que rigen la liquidación de aquélla...”3. (T1243/01)
Así mismo, la Corte explica el concepto de comunidad, y manifiesta la consecuencia
jurídica de la disolución de la sociedad conyugal, que consiste en que cada parte
adquiere el derecho a una cuota de dicha comunidad o universalidad jurídica:
Así, disuelta la sociedad conyugal, se constituye una comunidad de bienes, lo que es
igual, una universalidad jurídica destinada a ser liquidada y adjudicada entre los
cónyuges. Por efecto de la disolución cada consorte adquiere como derecho, una
cuota sobre la universalidad denominada gananciales4, la cual puede ser objeto de
renuncia o disposición por parte de su titular, o de embargo por parte de los
acreedores, pero no concede un derecho específico sobre un determinado bien o
activo, mientras no se determine si el mismo es de naturaleza propia o social. (T1243/01)
La Corte cita el artículo 1820 del Código Civil, y sostiene así mismo que la sociedad
conyugal se considera como surgida únicamente al momento de tenerse que disolver
por alguna causal. Al disolverse, cesa la libertad plena de disposición de los bienes
con la que cuentan ambos cónyuges durante la vigencia de dicho régimen patrimonial
común, como lo ha manifestado la Corte Constitucional en el siguiente aparte de su
sentencia T-1243/01:
3
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil, 20 de octubre de 1937. M.P. Arturo Tapias Pilonieta
De acuerdo con doctrina especializada, se entiende por gananciales, las ganancias o rendimientos
obtenidos por el trabajo y el capital de la sociedad conyugal.
4
Únicamente, a partir del momento en que tenga ocurrencia alguna causal de
disolución de la sociedad conyugal (artículo 1820 C.C)5, que conduzca a la
terminación del citado régimen patrimonial común, “...se considerará que los cónyuges
han tenido esta sociedad...”6; es decir, la ley crea una ficción por virtud de la cual
solamente al disolverse la sociedad conyugal se predica una comunidad de bienes,
existente desde la celebración del matrimonio y susceptible de liquidación, partición y
adjudicación. (T-1243/01)
2. RESPONSABILIDAD
En la sentencia T- 1243/01, la Corte Constitucional ha dicho que a partir del
matrimonio y la inmediata formación de la sociedad conyugal, los bienes
pertenecientes a ésta tendrán dos administradores autónomos en lugar de uno, y se
refiere al tema de la responsabilidad que contraen frente a las deudas personales que
adquieran dentro de la misma:
Así, lo ha venido reconociendo la Corte Suprema de Justicia en reiterada
jurisprudencia, al sostener que: “...La sociedad tiene desde 1933 dos administradores,
en vez de uno; pero dos administradores con autonomía propia, cada uno sobre el
respectivo conjunto de bienes muebles o inmuebles aportados matrimonio o
adquiridos durante la unión, ya por el marido, ora por la mujer. Y cada administrador
responde ante terceros de las deudas que personalmente contraiga, de manera que
los acreedores sólo tienen acción contra los bienes del cónyuge deudor, salvo la
solidaridad establecida por el artículo 2º, en su caso...”7. (T-1243/01)
El mencionado artículo 2 de la ley 28 de 1932 ha sido citado por la Corte también en
el siguiente aparte de su sentencia T-1243/01. En el régimen de responsabilidad la
Corte ha contemplado claramente el tema de los pasivos propios y sociales,
distinguiendo cada uno en cuanto a los bienes con que deben cubrirse y quién debe
afrontarlos.
La normatividad civil, en desarrollo del artículo 42 de la Constitución Política, consagra
a raíz de la adopción del sistema de libre administración y disposición de bienes por
parte de cada cónyuge, el surgimiento de pasivos propios para cada uno de ellos y,
eventualmente, de pasivos sociales imputables a la sociedad conyugal. Así, el artículo
2º de la ley 28 de 1.932 dispone que: “cada uno de los cónyuges será responsable de
las deudas que personalmente contraiga, salvo las concernientes a satisfacer las
ordinarias necesidades domésticas o de crianza, educación y establecimiento de los
hijos comunes, respecto de los cuales responderán solidariamente ante terceros, y
proporcionalmente entre sí, conforme al Código Civil”. (T-1243/01)
5
La sociedad conyugal se puede disolver por la disolución del matrimonio, por la separación de bienes,
por la declaración de nulidad del matrimonio, entre otras.
6
Artículo 1º Ley 28 de 1.932.
7
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil, 20 de octubre de 1937. M.P. Arturo Tapias Pilonieta.
La libre administración y disposición de los bienes se encuentra limitada de manera constitucional
(artículo 42 inciso 2º) y legal por instituciones como: el patrimonio de familia y la afectación de vivienda
familiar, entre otras.
3. REQUISITO ESPECIAL
La Corte se ha pronunciado sobre un requisito que debe cumplir toda persona que se
encuentre próxima a formar una nueva sociedad conyugal o patrimonial, de acuerdo a
la unión que elija, en caso de tener hijos nacidos de uniones anteriores.
Este requisito consiste en nombrar un curador que elabore un inventario
solemne de los bienes que no son propios del padre, y que pertenecen al hijo que por
el momento es incapaz de administrarlos por si mismo.
La finalidad del presente requisito es proteger los bienes del menor, para que no
entren a formar parte de la nueva sociedad que se forme como consecuencia de la
próxima unión, es decir, para que no se confundan con el patrimonio de su padre. Así
lo expresó la corte en un pronunciamiento reciente de su sentencia C-812/01, en la
cual respondió a una demanda de inconstitucionalidad que se hizo de los artículos
169 a 171 C.C y el inciso segundo del artículo 3 del decreto 2668 de 1988, por
considerarse por el demandante como violatorios del preámbulo y los artículos 1,
5,13, y 42 de la Constitución Nacional. Dice la Corte lo siguiente:
A partir de la lectura de las normas acusadas puede establecerse que el sentido de
éstas no es otro diferente al de proteger los derechos de los niños. En efecto, el
artículo 169 del Código Civil señala que cuando alguien se va a casar o va a
conformar una unión libre8 y tiene bajo su patria potestad, tutela o curatela a hijos
previos, tendrá que hacer un inventario solemne de los bienes que administra, para lo
cual se nombrará un curador. De esta forma la ley busca garantizar que exista certeza
legal respecto a cuáles bienes son propiedad de la persona y cuáles pertenecen a sus
hijos, los cuales no entrarán a formar parte de la sociedad patrimonial que se vaya a
crear en virtud del matrimonio o la unión libre.(C-812/01)
En caso de carecer los hijos de todo bien, el padre así deberá testificarlo:
El artículo 170 del mismo Código establece que habrá lugar a nombrar al curador,
incluso si los hijos carecen de todo bien de su propiedad, pues en tal caso su
obligación será, precisamente, testificarlo. Nuevamente se trata de garantizar los
derechos reales de los niños,9 mediante una persona que asegure que el patrimonio
de éstos en efecto carece de bien alguno. (C-812/01)
En cuanto a las nupcias celebradas ante Notario Publico, lo anterior debe realizarse
de igual manera, según el pronunciamiento de la Corte Constitucional en su sentencia
C812/01:
Finalmente, el inciso segundo del artículo tercero del Decreto Ley 2668 de 1998
contempla la misma obligación a propósito de las segundas nupcias ante Notario
Público. La norma establece como requisito de dicho acto que en caso de existir hijos
se haga un inventario solemne de los bienes en la forma prevista por la ley, lo cual
constituye una remisión a las normas del código Civil sobre el tema, a saber, artículos
169 a 172.(C-812/01)
Con respecto a la anterior demanda de inconstitucionalidad la corte se estuvo a lo
resuelto en la sentencia C-289 de 2000, en la cual se declaró inexequible la expresión
8
Se sigue aquí la interpretación de la norma fijada por esta Corporación en la sentencia C-289/00 ya antes
mencionada.
9
Es preciso señalar que aquí se usa la expresión “niño” en su acepción constitucional, la cual, según el
artículo 1º de la Convención Sobre los Derechos del Niño, ratificada por Colombia, contempla a toda
persona hasta los dieciocho años de edad.
“de precedente matrimonio”, contenida en los artículos 169 y 171 C.C, por entenderse
como causante de una manifiesta desigualdad entre la unión libre y el matrimonio,
ambas instituciones reconocidas y aceptadas por el ordenamiento jurídico:
Existe cosa juzgada formal respecto de los cargos presentados con relación a los
artículos 169 y 171 del Código Civil por violación al principio de igualdad. Advierte la
Corte que con relación al cargo formulado por el demandante en contra de los
artículos 169 y 171 del Código Civil, en el sentido de que en ellos se discrimina a
todos aquellos niños y niñas que no hayan nacido dentro de un matrimonio, existe
cosa juzgada formal por cuanto esta Corporación ya se había pronunciado al
respecto. En efecto, en la sentencia C-289 de 2000 (M.P. Antonio Barrera Carbonell),
frente a una demanda dirigida en contra de las mismas disposiciones por las mismas
razones, se resolvió: Declarar INEXEQUIBLES las expresiones “de precedente
matrimonio” y “volver a” del art. 169, y “de precedente matrimonio” del art. 171 del
Código Civil. En consecuencia, conforme a lo dispuesto en los arts. 13 y 42 de la
Constitución el vocablo “casarse” y la expresión “contraer nuevas nupcias”, contenidos
en dichas normas, deben ser entendidos, bajo el supuesto de que la misma obligación
que se establece para la persona que habiendo estado ligada por matrimonio anterior
quisiere volver a casarse, se predica también respecto de quien resuelve conformar
una unión libre de manera estable, con el propósito responsable de formar una familia,
a efecto de asegurar la protección del patrimonio de los hijos habidos en ella. En
consecuencia, la sala Plena de la Corte Constitucional observará dicha decisión y
estará a lo resuelto en ella. ( C- 812 /01)
De igual manera ocurre con respecto a los hijos, ya que dicha expresión declarada
inexequible era incompatible con el ordenamiento superior al ser discriminatoria de los
descendientes en calidad de las circunstancias de su procedencia:
Observa la Corte que en efecto la disposición demanda contempla el mismo contenido
normativo10 del inciso primero del artículo 169 del Código Civil que fue declarado
inexequible por la Corte en la sentencia C-289 de 2000. En aquel inciso se decía,
Artículo 169 — La persona que teniendo hijos de precedente matrimonio (…) quisiere
volver a casarse, deberá proceder al inventario solemne de los bienes que esté
administrando. Y en el inciso acusado del Decreto Ley 2668 de 1988 se dice,
Artículo 3º — (…) Si de segundas nupcias se trata, se acompañarán además, (…) un
inventario solemne de bienes, en caso de existir hijos de precedente matrimonio, en la
forma prevista por la ley. (C 812/01)
Así pues, las medidas consagradas en los artículos 169 y 170 del Código Civil y el
artículo 3º del decreto Ley 2668 de 1998 se enmarcan dentro de las limitaciones que a
la luz de la Constitución es posible imponer al principio de la buena fe. Máxime si se
tiene en cuenta que se trata de niños, quienes además de estar contemplados en la
protección genérica de personas en estado de debilidad contemplada por el artículo
13 de la Carta Política, gozan de una protección especial por el artículo 44, según el
cual la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de garantizar el pleno
ejercicio de sus derechos, los cuales prevalecen sobre los derechos de los demás. (C812/01)
A diferencia del Procurador General de la Nación, la Corte considera que en caso de
ausencia de bienes el curador sigue siendo necesario, en función de prevención de un
posible fraude que perjudique al menor:
10
Según la sentencia C-427/96 (M.P. Alejandro Martínez Caballero) el fenómeno de la cosa juzgada
material se da cuando se trata, no de una norma cuyo texto normativo es exactamente igual, es decir,
formalmente igual, sino cuando los contenidos normativos son iguales.
No comparte esta Sala el concepto del Ministerio Público en el sentido de considerar
que el artículo 170 del Código parte de un supuesto diferente al del artículo 169, y que
en consecuencia aquel sí deba ser declarado inexequible. Según el Procurador si no
existen bienes el curador es innecesario. Sin embargo, esta Corporación considera
que sí se justifica puesto que en este evento es idéntica la función preventiva del
requisito. Así como un padre, respecto de los bienes de los hijos, podría ocultar
algunos bienes y declarar otros (hipótesis del artículo 169), podría ocultarlos todos
(artículo 170), lo cual es razón suficiente para que se encuentre justificada
constitucionalmente la protección también en este caso. Además, antes de decidir si
se debe nombrar curador, es fácticamente imposible saber si se está en la hipótesis
del artículo 169 o 170. (C-812/01)
La medida de nombrar un curador no implica presunciones de mala fe en contra de los
padres, solo supone la finalidad de encontrar un tercero imparcial que vele por los
derechos patrimoniales del menor:
La Corte considera que la imposición de cargas a las personas con miras a proteger a
sus hijos no constituyen violaciones a la dignidad humana.11 No se está cosificando a
los padres ni convirtiéndolos en objeto de actos contrarios a su condición
Simplemente se trata de contar con un tercero imparcial cuya función es salvaguardar
los derechos patrimoniales de los niños. (C-812/01)
En conclusión, una norma que exige que se nombre un curador para hacer un
inventario solemne de los bienes que esté administrando la persona que, teniendo
hijos bajo su patria potestad, quiera casarse o conformar unión libre no viola el
derecho a la dignidad humana y el principio de buena fe. De la misma forma, tampoco
desconoce dichas garantías una disposición que señala que el curador se deberá
nombrar, incluso si los hijos carecen de cualquier bien de su propiedad, en cuyo caso
aquél lo deberá testificar (C- 812/01).
Con base en lo anterior, la Corte Constitucional declaró exequible el resto del
contenido de los artículos 169 y 170 C.C, con excepción de la expresión mencionada
anteriormente.
La Corte también declaró inexequible la expresión de precedente matrimonio
contenida en el inciso 3 art 3 del Decreto 2668 de 1998, y declaró exequible el inciso
segundo del artículo 3 del Decreto Ley 2668 de 1998, con excepción de lo resuelto en
los dos numerales anteriores.
11
Corte Constitucional, sentencia SU-062/99; M.P. Vladimiro Naranjo Mesa (en este fallo la Corte señaló
que la “dignidad, como es sabido, equivale al merecimiento de un trato especial que tiene toda persona
por el hecho de ser tal. Equivale, sin más, la facultad que tiene toda persona de exigir de los demás un
trato acorde con su condición humana. De esta manera, la dignidad se erige como un derecho
fundamental, de eficacia directa, cuyo reconocimiento general compromete el fundamento político del
Estado colombiano”).
V. EFECTOS
1. Obligación de alimentos:
La Corte Constitucional se ha pronunciado respecto a ésta obligación en su sentencia
T-1243/01, así:
Tratándose exclusivamente de la obligación alimentaria que tienen los padres en
relación con sus menores hijos, la normatividad civil consagra distintos efectos en
relación con las obligaciones que adquiere la sociedad conyugal según se trate de
hijos comunes o extramatrimoniales de uno de los cónyuges. Distinciones legales que
buscan garantizar los derechos fundamentales de los niños (artículo 44 C.P) y que
resultan acordes con la potestad regulatoria que le ha sido reconocida al legislador
(artículo 42 C.P), según se precisará mas adelante. (T-1243/01)
Así entonces, vemos como la Corte Constitucional se ha referido a la obligación
alimentaria como un pasivo de la sociedad conyugal, seguido de los elementos que
componen dicha obligación según su interpretación jurídica, en su sentencia T1243/01.
En relación con la sociedad conyugal, tanto la Ley 28 de 1932 (artículo 2º), como el
Código Civil (artículo 257 y 1796-5), coinciden en disponer como obligación solidaria
para ambos consortes, el cumplimiento de la satisfacción plena de los gastos de
crianza, alimentación, mantenimiento, educación y establecimiento de los hijos
comunes, correspondiendo al pasivo social de la sociedad conyugal cumplir con las
citadas obligaciones y, especialmente, con el deber de solidaridad que se impone en
relación con los hijos. De esta manera, se desarrolla por la ley el mandato del artículo
42 de la Constitución, según el cual, “...la pareja tiene derecho a decidir libre y
responsablemente el número de sus hijos, y deberá sostenerlos y educarlos mientras
sean menores o impedidos...” (T-1243/01)
Ahora bien, la Corte ha hecho énfasis en la idea de que dicha obligación alimentaria
para con los hijos menores de ambos padres no se extingue al verse extinguido el
vínculo matrimonial entre los mismos, o disuelta y liquidada la sociedad conyugal,
como podemos apreciar en su sentencia T-1243/01. Cuando esto ocurre, la obligación
se mantiene, pero ya no a cargo de la sociedad conyugal, sino de cada padre
individualmente considerado.
Siguiendo la jurisprudencia constitucional sobre la materia, por el hecho de la
disolución del matrimonio o por la terminación de la sociedad conyugal no se pone fin
a la obligación alimentaria de los padres para con sus hijos menores. En estos casos
corresponde a cada padre de manera individual, de acuerdo a su capacidad
económica, contribuir a la observancia de la citada obligación12. Precisamente, la
Corte ha considerado que “...si bien el ideal de la familia es la armonía, la
comprensión y el entendimiento que permitan la estabilidad y la convivencia entre
esposos o compañeros, la ruptura de ese estado, que casi siempre obedece a
conflictos internos de la pareja, no debe implicar la desprotección de los hijos y en
manera alguna puede concebirse como excusa para que los padres desatiendan las
obligaciones de orden material y moral que han asumido frente a sus hijos....” 13.(T1243/01)
12
Al respecto el artículo 257 del Código Civil, consagra: “...si el marido y la mujer vivieran bajo estado
de separación de bienes, deben contribuir a dichos gastos en proporción a sus facultades...”.
13
Sentencia T-098 de 1995. M.P. José Gregorio Hernández.
De esta manera, aclara la misma jurisprudencia que “...la separación entre los padres
no es excusa para el desconocimiento de las aludidas obligaciones...Esa es la razón
para que la ley tenga previsto que, por acuerdo de las partes o por decisión judicial,
cuando se hace inevitable la separación, deban quedar claramente establecidas las
prestaciones a cargo de los separados y en favor de los hijos, según sus capacidades
económicas....”14. (T-1243/01)
En cuanto a la obligación alimentaria a cargo de la sociedad conyugal para con los
hijos de cada cónyuge, que sean extramatrimoniales de la unión actual, la Corte se
ha pronunciado de la siguiente manera en su sentencia T-1243/01:
En el caso de los hijos extramatrimoniales, el artículo 1796 numeral 5º del C.C.
consagra como obligación de la sociedad conyugal toda carga de familia, entre las
cuales se destaca “...los alimentos que uno de los cónyuges esté por ley obligado a
dar a sus descendientes o ascendientes, aunque no lo sean de ambos cónyuges...”.
De acuerdo con este mandato legal, la sociedad conyugal se encuentra obligada a
proporcionar los alimentos necesarios tanto para los descendientes comunes como
para los no comunes de los consortes. (T-1243/01)
Con la citada disposición se busca colocar en un plano de igualdad a los hijos
extramatrimoniales y a los concebidos en uniones previamente disueltas con los
habidos en el matrimonio vigente, ya que los primeros, por no haber sido procreados
en razón de un vinculo jurídico y los segundos, por no formar parte de la relación
marital en vigor, pueden resultar lesionados en su derecho de alimentos, cuando el
padre destina exclusivamente los ingresos que forman parte del haber social a su
cónyuge y a los hijos del presente matrimonio. De suerte que - se reitera -, el
legislador pretendió proteger a los menores, no concebidos en el matrimonio actual,
con la posibilidad de reclamar los alimentos al padre aunque se encuentre casado y
con sociedad conyugal vigente. (T-1243/01)
En cuanto a éstos hijos extramatrimoniales, cuando la sociedad conyugal se ha
disuelto, Corte ha dicho lo siguiente en su sentencia T.1243/01:
No obstante, de conformidad con el artículo 2º de la Ley 28 de 1932 y el numeral 2º
del artículo 1796 del C.C, la citada obligación no le resulta imputable a la sociedad
conyugal cuando tiene lugar su disolución. En este evento, el deber de alimentos de
los hijos extramatrimoniales queda a cargo del padre o la madre del menor, quien
debe destinar sus bienes propios o sus gananciales para el cumplimiento de la citada
prestación. Es más, disuelta la sociedad conyugal, ésta puede recuperar con cargo a
los gananciales del padre, y a través del mecanismo jurídico de la recompensa
(artículo 1803 del C.C.), aquellos recursos que fueron destinados al pago de
obligaciones alimentarias no comunes, reparando de este modo el haber social y
evitando una lesión en el patrimonio que le corresponde al consorte no sujeto a la
citada obligación alimentaria. (T-1243/01)
Entonces, aunque la obligación alimentaria para con los hijos extramatrimoniales este
“a cargo” de la actual sociedad conyugal, ésta tiene derecho a recompensas en su
favor a la hora de efectuarse su liquidación, por el valor de las sumas canceladas por
concepto de obligaciones alimentarias que salieron de los fondos sociales, y éstas
estarán a cargo del cónyuge obligado, que es el padre de ese hijo extramatrimonial.
A continuación puede apreciarse un caso al respecto, cuya problemática consiste en
determinar si la no remisión de los bienes del haber social embargados en un
juzgado donde se sigue un proceso de liquidación de sociedad conyugal, a otro
juzgado donde se sigue un proceso de alimentos contra uno de los cónyuges
por hijos no comunes para el pago de alimentos de estos, es violatorio o no de las
14
Sentencia T-098 de 1995. M.P. José Gregorio Hernández.
derechos fundamentales a la educación y alimentación del menor. Con base en el
anterior planteamiento, se interpuso una acción de tutela ante la Corte Constitucional,
la cual dentro de sus consideraciones manifestó lo siguiente:
Derecho de alimentos- Tutela excepcional:
Con carácter excepcional, esta Corporación ha admitido la protección del derecho de
alimentos por vía de tutela, cuando su amenaza o vulneración genera un perjuicio
irremediable con capacidad de comprometer un derecho fundamental como es el de la
vida. Así, esta Corporación señaló que: “...por ello, en principio, no cabe la acción de
tutela para obtener que quien debe alimentos cumpla con su obligación, pues la
Constitución ha excluido el amparo cuando existen otros medios de defensa judicial.
Caso diferente sería el de un perjuicio irremediable claramente probado, pues
entonces cabría la tutela como mecanismo transitorio para proteger los derechos a la
vida, a la salud y a la educación u otros que resultaren afectados por el
incumplimiento....”15. (T-1243/01)
Indeterminación de naturaleza social o propia:
Los dineros reclamados por las demandantes, representados en títulos judiciales por
valor de $40.291.775.oo y previamente embargados por orden del Juzgado 18 de
Familia de Bogotá a solicitud de Córdoba Ojeda, aún se encuentran en estado de
comunidad e indeterminación en punto a su naturaleza social o propia y, por tanto,
hasta que no se aprueben los inventarios y avalúos y se proceda a la partición, la
única medida jurídicamente viable era la de proceder a su embargo en proporción a
los gananciales que resulten a favor de Córdoba Ojeda, tal como se hizo por parte de
los despachos judiciales demandados. (T-1243/01)
Por lo tanto, si en principio los bienes reclamados no son siquiera sociales sino
propios de la ex-esposa del señor Córdoba Ojeda, a quien se le imputa el pago de
obligaciones alimentarias, resultaría erróneo e improcedente disponer y cancelar
dichas obligaciones con recursos que no le pertenecen y que no pueden ser
apropiados para satisfacer este tipo de obligaciones. (T-1243/01)
Obligación alimentaria de hijos extramatrimoniales - Sociedad disuelta:
Aunque el numeral 5º del artículo 1796 del C.C impone como obligación de la
sociedad conyugal el pago de las cargas de familia comunes y no comunes, según lo
disponen el artículo 2º de la Ley 28 de 1932 y el numeral 2º del artículo 1796 del C.C.,
dicha obligación cesa al momento en que ésta se disuelve, debiendo cada uno de los
cónyuges asumir el pago de las acreencias frente a las cuales resulte responsable
con sus propios bienes o con los gananciales que le resulten adjudicados, los cuales,
para este caso en particular, aún no han sido determinados por cuenta del Juzgado 18
de Familia de Bogotá. (T-1243/01)
En materia procesal, aclara la Corte que no es el juez de tutela la autoridad
competente para efectuar una partición de bienes después de una disolución de
sociedad conyugal, como puede apreciarse en la siguiente consideración de la misma
sentencia:
Partición de bienes- incompetencia Juez de tutela:
15
Sentencia C-098 de 1995. M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
Esta consideración resulta igualmente aplicable para el Juez de Tutela, quien no tiene
competencia para decidir la composición del haber social y, como se pide en el
presente caso, para ordenar la partición de bienes. Así lo ha sostenido igualmente
esta Corporación, al señalar que: “...[una pretensión de liquidación parcial y anticipada
de la sociedad conyugal]...no puede ser adoptada mediante la vía de la tutela, cuyo
objetivo como es sabido, es la protección de derechos fundamentales, y no la
resolución, modificación o cumplimiento de contratos, de obligaciones alimentarias, o
la partición de bienes de la sociedad conyugal, no sólo por su contenido material sino
y además por que existen otros medios de defensa judicial...”16. (T-1243/01)
Entonces, conforme al pronunciamiento anterior, la Corte Constitucional decidió en la
presente acción de tutela confirmar la decisión de la Corte Suprema de Justicia, que a
su vez confirmó la decisión de primera instancia, proferida por la Sala de Familia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá. Esta decisión confirmada expresaba
que, de conformidad con la información y documentación recogida durante la
actuación de tutela, no se acreditó por parte de algún interesado que se hubiera
solicitado al Juez 18 de Familia de Bogotá, la entrega de los dineros embargados, con
miras a cubrir, los alimentos causados. Razón por la cual siendo la citada autoridad, el
Juez natural de la causa, ha debido impulsarse un pronunciamiento de este último, y
no del juez de tutela.
Los interesados no acreditaron la ausencia de ingresos que permita evaluar el estado
de irremediabilidad que se pregona en la demanda, requisito esencial para que en este
caso proceda una acción de tutela, teniendo en cuenta, como lo dijo la Corte
Constitucional, que existen otros mecanismos de defensa distintos para hacer que el
obligado por alimentos cumpla con su deber jurídico.
En relación con la actuación surtida por el Juzgado 3º de Familia de Bogotá, considera
que se ajustó a derecho, toda vez que se encontraba imposibilitado para ordenar la
entrega de dineros, en relación con lo cuales la autoridad competente (Juzgado 18 de
Familia de Bogotá), aún no ha decidido su naturaleza de bien propio o social.
Adicionalmente, la Corte avala la aseveración del Tribunal, relacionada con la
posibilidad de perseguir el embargo de los gananciales que le pudieren corresponder
al señor Córdoba Ojeda en la liquidación de la sociedad conyugal17.
Ante la ausencia de determinación del valor que por concepto de gananciales o de
bienes propios le corresponde al cónyuge Hernando Córdoba Ojeda, no es posible dar
cumplimiento material a la orden de embargo del Juzgado 21 de Familia de Bogotá,
ya que aún no se ha determinado los bienes que pueden ser objeto de la citada
medida.
Concluye el Tribunal, que la tutela instaurada resulta improcedente toda vez que hasta
el momento no se conocen los bienes o valores que corresponden al demandado,
dadas las circunstancias en que se encuentra el proceso de liquidación de la sociedad
conyugal, en consecuencia, tampoco se observa vulneración a los derechos de los
niños consagrados en el artículo 44 de la Constitución Política.
16
17
Sentencia T-159 de 1994. M.P. Fabio Morón Díaz. Subrayado por fuera del texto original.
Esta alternativa fue utilizada por la accionante con posterioridad al inicio de la acción de tutela.
TESIS
DERECHO CONSTITUCIONAL FAMILIA
DOCUMENTO 2
SOCIEDAD CONYUGAL
CONCEPTO
El concepto del término sociedad conyugal no ha variado a través de los años en los
pronunciamientos de la Corte Constitucional. Podemos ver que es uniforme su
definición en la sentencia T –1243/01, donde cataloga la figura como efecto
patrimonial del matrimonio entre dos personas, y la define en si como un régimen
económico o de bienes comunes para los contrayentes. Son dos formas de ver un
mismo concepto, como efecto, y como régimen patrimonial, pero no discrepan entre sí,
es decir, no se excluyen. Se presenta mas bien como una afirmación acerca de su
origen en la cual se da a conocer como efecto patrimonial del matrimonio, y luego se
mira sustancialmente el concepto en aras de su finalidad, que es un régimen de
administración común de los bienes de los cónyuges hasta que no sea disuelto.
Incluso la Corte Constitucional al parecer ha tomado el concepto y lo ha definido de
una manera corta, pues señala que la consagración de la figura se encuentra en la ley
y enuncia la misma con sus respectivas modificaciones insinuando que el concepto
esta claramente definido allí. También se refiere a la Carta política en su artículo 42,
que considera el soporte jurídico del término sociedad conyugal.
CONCLUSIÓN: No puede hablarse de línea jurisprudencial en cuanto al concepto
porque no menciona una definición en por lo menos tres sentencias. La Corte
Constitucional solo define el concepto en su sentencia T- 1243/01, como podemos
observar en la siguiente gráfica.
Grafica 1
T-1243/01
ORIGEN
En cuanto al origen de la sociedad conyugal, la Corte es bastante clara al reiterar en
diversos pasajes de la sentencia T- 1243/01 la calidad de la figura como efecto
inmediato derivado del matrimonio, pues se refiere a dicho régimen como elemento
natural a la formación del vínculo matrimonial. Pero al mismo tiempo resalta la Corte
que al ser un elemento natural, el nacimiento de la sociedad conyugal puede evitarse
por voluntad de los contrayentes al hacer uso de la figura jurídica denominada
Capitulaciones Matrimoniales, o también si se quiere terminar voluntariamente una
sociedad conyugal ya surgida, puede hacerse a través de la figura de separación de
bienes.
CONCLUSIÓN: Podemos concluir en este tema que la Corte ha sido clara, más no
homogénea, puesto que no existe una linea jurisprudencial al no haberse dado
pronunciamiento por parte de esta en ninguna otra sentencia diferente a la T-1243/01.
Podemos apreciar lo anterior en la siguiente gráfica.
Grafica 2
T-1243/01
REGIMEN PATRIMONIAL
ADMINISTRACIÓN:
En cuanto a la administración del régimen patrimonial denominado sociedad conyugal
la corte se ha pronunciado en dos sentencias, la T–1243/01 y la T–534/94.
En la sentencia T- 534/94 la Corte Constitucional emite un fallo en el cual defiende la
libre administración y disposición de los bienes sociales mientras no se haya disuelto
la sociedad conyugal. En este caso, los cónyuges separados de cuerpos que no hayan
incurrido en causal de disolución, pueden disponer libremente de los bienes
considerados como de ambos. La Corte concluye en su pronunciamiento que la
cónyuge demandada esta en todo su derecho de enajenar bienes, y que no pueden
embargarse o sacarse del comercio dichos bienes para evitar su enajenación,
mientras no exista verdadera causa para que ello proceda. Ambos cónyuges están
habilitados entonces para administrar, disponer y hacer tradición de los bienes de la
sociedad libremente mientras la misma continúe vigente legalmente.
En la sentencia T-1243/01, la Corte se ha referido al tema de la administración de los
bienes de la sociedad conyugal, durante la vigencia de la misma, con plena libertad
para los cónyuges sobre la disposición de sus bienes. Cada cónyuge administra y
dispone libremente de sus bienes, ya sea que estos hayan sido adquiridos con
anterioridad al matrimonio o en vigencia de este, con la carga de constituir una masa
común al momento de decretarse por cualquiera de las causas legales su disolución.
Entonces tenemos un pensamiento definido por parte de la Corte en cuanto a este
tema como podemos ver en ambas sentencias, las cuales se distancian en una
brecha temporal de siete años. Ambas sostienen que, al formarse la sociedad
conyugal, cada cónyuge continúa siendo propietario de los bienes que aporta y
mantiene la propiedad de los que adquiere, en el sentido de conservar independencia
para efectos de su administración y libre disposición, lo cual cambia al momento de la
disolución de la sociedad.
CONCLUSIÓN: Aunque la sentencia T-1243/02 es afín a la T-534/94 en su contenido
teórico, la primera aporta información nueva, pues en ella la Corte cita el artículo 1820
del Código Civil, y sostiene así mismo que la sociedad conyugal se considera como
surgida únicamente al momento de tenerse que disolver por alguna causal. Al
disolverse, cesa la libertad plena de disposición de los bienes con la que cuentan
ambos cónyuges durante la vigencia de dicho régimen patrimonial común.
En el presente si puede hablarse de línea jurisprudencial progresiva por los
argumentos expuestos.
Gráfica 3
T-1243/01
T- 534/94
RESPONSABILIDAD
En la sentencia T- 1243/01, la Corte Constitucional se refiere al tema de la
responsabilidad que contraen frente a las deudas personales que adquieran dentro de
la sociedad conyugal. La Corte en esta sentencia ha dicho que a partir del matrimonio
y la inmediata formación de la sociedad conyugal, los bienes pertenecientes a ésta
tendrán dos administradores autónomos en lugar de uno, cada uno sobre el
respectivo conjunto de bienes muebles o inmuebles aportados matrimonio o
adquiridos durante la unión, por el marido, o por la mujer. Y cada administrador
responde ante terceros de las deudas que personalmente contraiga, de manera que
los acreedores sólo tienen acción contra los bienes del cónyuge deudor, salvo la
solidaridad establecida por el artículo 2º del Código Civil.
El mencionado artículo 2 de la ley 28 de 1932 ha sido citado por la Corte en la misma
sentencia, contemplando claramente el tema de los pasivos propios y sociales,
distinguiendo cada uno en cuanto a los bienes con que deben cubrirse y quién debe
afrontarlos. La Corte habla de pasivos propios para cada cónyuge y, eventualmente,
de pasivos sociales imputables a la sociedad conyugal. La Corte respalda el
contenido del artículo 2º del Código Civil en su totalidad en cuanto que cada uno de
los cónyuges será responsable de las deudas que personalmente contraiga, salvo las
concernientes a satisfacer las ordinarias necesidades domésticas o de crianza,
educación y establecimiento de los hijos comunes, respecto de los cuales
responderán solidariamente ante terceros, y proporcionalmente entre sí.
CONCLUSIÓN: En el aspecto de la responsabilidad patrimonial hay un
pronunciamiento claro y preciso por parte de la Corte pero no hay linea jurisprudencial
por no haber otros pronunciamientos de la Corte que hablen del tema, diferentes de la
sentencia T- 1243/01.
Gráfica 4
T-1243/01
REQUISITO ESPECIAL PARA FORMAR NUEVO REGIMEN: NOMBRAMIENTO DE
UN CURADOR QUE ELABORE INVENTARIO SOLEMNE
La Corte en su sentencia C-812/01, se ha pronunciado sobre un requisito que debe
cumplir toda persona que se encuentre próxima a formar una nueva sociedad
conyugal o patrimonial, de acuerdo a la unión que elija, en caso de tener hijos nacidos
de uniones anteriores. Este requisito consiste en nombrar un curador que elabore un
inventario solemne de los bienes que no son propios del padre, y que pertenecen al
hijo que por el momento es incapaz de administrarlos por si mismo.
La finalidad del presente requisito es proteger los bienes del menor, para que no
entren a formar parte de la nueva sociedad que se forme como consecuencia de la
próxima unión, es decir, para que no se confundan con el patrimonio de su padre. La
Corte Constitucional dice que de esta forma la ley busca garantizar que exista certeza
legal respecto a cuáles bienes son propiedad de la persona y cuáles pertenecen a sus
hijos, los cuales no entrarán a formar parte de la sociedad patrimonial que se vaya a
crear en virtud del matrimonio o la unión libre.
Este pronunciamiento de la Corte se dio en respuesta a una demanda de
inconstitucionalidad que se hizo de los artículos 169 a 171 C.C y el inciso segundo
del artículo 3 del decreto 2668 de 1988, por considerarse por el demandante como
violatorios del preámbulo y los artículos 1, 5,13, y 42 de la Constitución Nacional. Con
respecto a la anterior demanda de inconstitucionalidad la corte se estuvo a lo resuelto
en la sentencia C-289 de 2000, en la cual se declaró inexequible la expresión “de
precedente matrimonio”, contenida en los artículos 169 y 171 C.C, por entenderse
como causante de una manifiesta desigualdad entre la unión libre y el matrimonio,
ambas instituciones reconocidas y aceptadas por el ordenamiento jurídico, por lo
tanto, al haber cosa juzgada, quedo erradicada cualquier posible interpretación que
implique discriminación, tanto de ambas uniones como de los hijos de las mismas.
En caso de carecer los hijos de todo bien, el padre así deberá testificarlo, como
medida de protección al menor nuevamente, pues se trata de garantizar los derechos
reales de los niños mediante una persona que asegure que el patrimonio de éstos en
efecto carece de bien alguno. Lo mismo debe hacerse con nupcias celebradas ante
Notario Publico, según el pronunciamiento de la Corte Constitucional en su sentencia
C812/01, donde se respalda el inciso segundo del artículo tercero del Decreto Ley
2668 de 1998, que contempla la misma obligación en dicho caso.
A diferencia del Procurador General de la Nación, la Corte considera que en caso de
ausencia de bienes el curador sigue siendo necesario, en función de prevención de un
posible fraude que perjudique al menor, pues así como un padre, respecto de los
bienes de los hijos, podría ocultar algunos bienes y declarar otros (hipótesis del
artículo 169), podría ocultarlos todos (artículo 170), lo cual es razón suficiente para
que se encuentre justificada constitucionalmente la protección también en este caso.
La medida de nombrar un curador no implica presunciones de mala fe en contra de
los padres, solo supone la finalidad de encontrar un tercero imparcial que vele por los
derechos patrimoniales del menor.
CONCLUSIÓN: El planteamiento de la Corte sobre el presente punto ha sido claro y
homogéneo, mas no puede hablarse tampoco de línea jurisprudencial puesto que
ambos pronunciamientos proceden de Corporaciones diferentes. La Corte
Constitucional simplemente se está a lo dispuesto por la sentencia C-289/00, del año
inmediatamente anterior, en cuanto a considerar la expresión declarada inexequible
como discriminatoria de las distintas uniones reconocidas por la ley y de los hijos
producto de las mismas, pero no se pronuncia al respecto posteriormente.
Gráfica 5
T-289/00
T-812/01
OBLIGACION DE ALIMENTOS DE LA SOCIEDAD CONYUGAL
La Corte Constitucional se ha referido a la obligación alimentaria como un pasivo de la
sociedad conyugal, seguido de los elementos que componen dicha obligación según
su interpretación jurídica, en su sentencia T- 1243/01. Dice que tanto el Código civil
como las leyes coinciden en disponer como obligación solidaria para ambos
consortes, el cumplimiento de la satisfacción plena de los gastos de crianza,
alimentación, mantenimiento, educación y establecimiento de los hijos comunes,
correspondiendo al pasivo social de la sociedad conyugal cumplir con las citadas
obligaciones y, especialmente, con el deber de solidaridad que se impone en relación
con los hijos.
Ahora bien, la Corte ha hecho énfasis en la idea de que dicha obligación alimentaria
para con los hijos menores de ambos padres no se extingue al verse extinguido el
vínculo matrimonial entre los mismos, o disuelta y liquidada la sociedad conyugal,
como podemos apreciar en su sentencia T-1243/01. Cuando esto ocurre, la obligación
se mantiene, pero ya no a cargo de la sociedad conyugal, sino de cada padre
individualmente considerado, pues la Corte considera que la ruptura, que casi siempre
obedece a conflictos internos de la pareja, no debe implicar la desprotección de los
hijos y ni puede concebirse como excusa para que los padres desatiendan las
obligaciones de orden material y moral que han asumido frente a sus hijos.
En cuanto a la obligación alimentaria a cargo de la sociedad conyugal para con los
hijos de cada cónyuge, que sean extramatrimoniales de la unión actual, la Corte se
ha pronunciado también en su sentencia T-1243/01, trayendo a colación el artículo
1796 numeral 5º del C.C, que consagra como obligación de la sociedad conyugal toda
carga de familia, entre las cuales se destacan alimentos que uno de los cónyuges esté
por ley obligado a dar a sus descendientes o ascendientes, aunque no lo sean de
ambos cónyuges.
Con la citada disposición se busca colocar en un plano de igualdad a los hijos
extramatrimoniales y a los concebidos en uniones previamente disueltas con los
habidos en el matrimonio vigente, ya que los primeros, por no haber sido procreados
en razón de un vinculo jurídico y los segundos, por no formar parte de la relación
marital en vigor, pueden resultar lesionados en su derecho de alimentos, cuando el
padre destina exclusivamente los ingresos que forman parte del haber social a su
cónyuge y a los hijos del presente matrimonio.
En cuanto a éstos hijos extramatrimoniales, cuando la sociedad conyugal se ha
disuelto, Corte ha dicho que la citada obligación no le resulta imputable a la sociedad
conyugal cuando tiene lugar su disolución. En este evento, el deber de alimentos de
los hijos extramatrimoniales queda a cargo del padre o la madre del menor, quien
debe destinar sus bienes propios o sus gananciales para el cumplimiento de la citada
prestación. Es más, disuelta la sociedad conyugal, ésta puede recuperar con cargo a
los gananciales del padre, y a través del mecanismo jurídico de la recompensa,
aquellos recursos que fueron destinados al pago de obligaciones alimentarias no
comunes, reparando de este modo el haber social y evitando una lesión en el
patrimonio que le corresponde al consorte no sujeto a la citada obligación alimentaria.
Entonces, aunque la obligación alimentaria para con los hijos extramatrimoniales este
“a cargo” de la actual sociedad conyugal, ésta tiene derecho a recompensas en su
favor a la hora de efectuarse su liquidación, por el valor de las sumas canceladas por
concepto de obligaciones alimentarias que salieron de los fondos sociales, y éstas
estarán a cargo del cónyuge obligado, que es el padre de ese hijo extramatrimonial.
Según la Corte en el presente pronunciamiento, ante la ausencia de determinación del
valor que por concepto de gananciales le corresponde a cada cónyuge en un proceso
liquidatorio de sociedad conyugal, no es posible embargar ningún bien o suma de
dinero por parte de otro juzgado en el que curse un proceso por alimentos contra uno
de los cónyuges participantes en el primer proceso de liquidación.
CONCLUSIÓN: En conclusión la Corte Constitucional ha sido precisa y transparente
en cuanto a su interpretación de la ley, en el aspecto especial de la obligación
alimentaria a cargo de la sociedad, pero no puede hablarse de línea jurisprudencial al
no existir otros pronunciamientos sobre el tema, distintos de la sentencia mencionada.
Gráfica 6
T-1243/01
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
DERECHO
TESIS DE GRADO:
INVESTIGACIÓN JURISPRUDENCIAL EN DERECHO DE
FAMILIA
SOCIEDAD CONYUGAL: DISOLUCIÓN Y LIQUIDACION
PRESENTADA POR: LAURA ANDREA GUILLEM
DIRECTOR: DR. HERNANDO GUTIERREZ
BOGOTA D.C, MARZO DE 2004
INDICE
DOCUMENTO 1
I.
INTRODUCCIÓN
II.
CONCEPTO
III.
EFECTOS
1. FORMACIÓN DE UNA COMUNIDAD
2. DERECHO A LOS GANANCIALES
3. PERSISTE LA OBLIGACIÓN ALIMENTARIA DE CADA CÓNYUGE
RESPECTO DE LOS HIJOS COMUNES
4. RECOMPENSA A LA SOCIEDAD POR DESEMBOLSOS PARA
ALIMENTOS DE HIJOS NO COMUNES
5. TRATAMIENTO DISTINTO DE UNA SOCIEDAD PATRIMONIAL EN
SUS EFECTOS AL DISOLVERSE
IV.
MEDIDAS DE PROTECCIÓN
1. PRESUNCIÓN DE BIENES COMO PROPIOS Y ASEGURAMIENTO
DE BIENES MUEBLES Y PAPELES
2. DEVOLUCIÓN DE DONACIONES, PERDIDA DE GANANCIALES Y SU
RESTITUCIÓN DOBLADA
3. MEDIDAS CAUTELARES: EMBARGO Y SECUESTRO
V.
LIQUIDACIÓN DE SOCIEDAD CONYUGAL
VI.
PARTICIÓN Y ADJUDICACIÓN DE BIENES
DOCUMENTO 2
ANÁLISIS DE LAS POSIBLES LINEAS JURISPRUDENCIALES
TESIS
DERECHO CONSTITUCIONAL FAMILIA
DOCUMENTO 1
SOCIEDAD CONYUGAL
DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
I.
INTRODUCCIÓN
El presente documento, aunque presenta sentencias que también fueron narradas en
el primer documento sobre constitución y concepto de sociedad conyugal, está
enfocado en aspectos distintos que conforman el tema de la disolución, la liquidación y
la partición de bienes llegado el fin de la sociedad conyugal y el manejo que se ha
dado a éstos por parte de la Corte Constitucional durante la década de los 90’s y
comienzos del nuevo milenio.
El esquema de organización del documento ha sido programado comenzando con el
tema de la disolución, el cual abarca un concepto, los efectos y las medidas de
protección que han sido abordadas por la Corte Constitucional. Seguido del tema
anterior se trata el tema de la liquidación de los bienes de la sociedad conyugal y
luego la partición y adjudicación de bienes producto de la misma.
Proseguimos el estudio de la materia. A lo largo del texto se apreciarán los casos
objeto de las sentencias, que ayudarán a ilustrar la materia desde el contexto expuesto
con anterioridad.
II.
CONCEPTO
Según la Corte Constitucional en su sentencia 1243/01, la disolución de la sociedad
conyugal implica poner fin al régimen económico común que se forma a través del
vinculo matrimonial. Esta disolución obedece a diversas causales contempladas en el
artículo 1820 del C.C, entre las cuales existen formas de terminación voluntaria por
parte de los cónyuges cuya culminación va expresada en una sentencia de
separación de bienes como una forma posterior a contraer el vínculo matrimonial, y
las capitulaciones matrimoniales que consisten en un mecanismo anterior a dicho
vínculo, con el fin de evitar el surgimiento de la comunidad de bienes:
De acuerdo con el artículo 180 del Código Civil, la sociedad conyugal tiene su origen
en el mero hecho del matrimonio, es decir, se constituye como elemento natural a la
convención matrimonial (artículo 1.501 C.C). De este modo, la citada norma dispone
que: “...por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los
cónyuges...”. No obstante, como elemento natural, permite a los contrayentes de
manera previa, a través de las capitulaciones matrimoniales (artículo 1771 del C.C)18 ,
o con posterioridad, por intermedio de la separación de bienes (artículo 197 del C.C),
poner fin al citado régimen económico común. (T-1243/01)
La Corte ha dicho que la comunidad de bienes solo se entiende como existente al
momento en que se tenga que disolver, como puede apreciarse en el siguiente aparte
de la misma sentencia:
Únicamente, a partir del momento en que tenga ocurrencia alguna causal de
disolución de la sociedad conyugal (artículo 1820 C.C)19, que conduzca a la
terminación del citado régimen patrimonial común, “...se considerará que los
cónyuges han tenido esta sociedad...”20; es decir, la ley crea una ficción por virtud de
la cual solamente al disolverse la sociedad conyugal se predica una comunidad de
bienes, existente desde la celebración del matrimonio y susceptible de liquidación,
partición y adjudicación. (T-1243/01)
Según la Corte, la razón de ser de la ficción expuesta anteriormente es que durante el
matrimonio existe libertad de administración de los bienes por parte de cada cónyuge,
y es al disolverse que importa determinar la existencia de dicho régimen común, y la
fecha en la cual se originó, para efectos de proceder a su liquidación:
De esta manera, se entiende que la sociedad conyugal permite a cada cónyuge, en
igualdad de condiciones, la libre administración y disposición de los bienes detentados
con anterioridad, aportados al matrimonio o adquiridos dentro de él, con la carga de
constituir una masa común al momento de decretarse por cualquiera de las causas
legales su disolución. Precisamente, el artículo 1º de la Ley 28 de 1932, señala que:
“... Durante el matrimonio cada uno de los cónyuges tiene la libre administración y
disposición tanto de los bienes que le pertenezcan al momento de contraerse el
matrimonio o que hubiera aportado a él, como de los demás que por cualquier causa
hubiere adquirido o adquiera; pero a la disolución del matrimonio o en cualquier otro
evento en que conforme al Código Civil deba liquidarse la sociedad conyugal, se
considerará que los cónyuges han tenido esta sociedad desde la celebración del
matrimonio y en consecuencia se procederá a su liquidación...”. (T-1243/01)
A continuación puede apreciarse un caso cuyo problema jurídico consistía en
determinar por parte de la Corte Constitucional si es procedente la tutela en contra de
un particular cuando, aun no disuelta la sociedad conyugal, la cónyuge enajena
alguno de los bienes de ésta. Además, el actor alega una situación de indefensión
frente a la cónyuge por haber enajenado los bienes en cuestión. La Corte analiza lo
siguiente sobre los requisitos para que sea procedente una tutela en contra de
particulares:
Para que la tutela proceda contra particulares es necesario que se ubique dentro de
uno de los tres eventos señalados en la parte final del artículo 86 de la Constitución
Política:
-Si el particular está encargado de la prestación de un servicio público.
-Si la conducta del particular afecta grave y directamente el interés colectivo.
-Si el solicitante se halla en estado de subordinación o indefensión. (T-534/94)
18
Señala el citado artículo: “se conoce con el nombre de capitulaciones matrimoniales las convenciones
que celebran los esposos antes de contraer matrimonio, relativas a los bienes que aportan a él, y a las
donaciones y concesiones que se quieran hacer el uno al otro, de presente o futuro“.
19
La sociedad conyugal se puede disolver por la disolución del matrimonio, por la separación de bienes,
por la declaración de nulidad del matrimonio, entre otras.
20
Artículo 1º Ley 28 de 1.932.
No ocurre esta última circunstancia cuando un varón mayor de edad, separado hace
varios años de quien califica como su cónyuge, considera que ella no puede hacer
tradición de sus bienes. No existe relación de indefensión entre el ejercicio de contratos
civiles y una presunta relación matrimonial porque en la sociedad conyugal se tiene la
libre disposición de los bienes hasta tanto no sea disuelta legalmente. (T-534 de 1994)
Los elementos de juicio indican que Gumercinda Alvarado es quien trabaja, hace
transacciones, se preocupa por adquirir bienes, de esto no se deduce que Galeano
esté indefenso. Todo lo contrario, Galeano surge en el expediente como una persona
que quiere vivir a costa de la mujer. (T-534 de 1994)
La indefensión que da lugar a la tutela debe estar suficientemente probada y si ello no
ocurre la tutela entre particulares no es viable. (T-534 de 1994)
La conducta del juez de primera instancia es cuestionable según la Corte
Constitucional ya que se pregunta ésta si puede el juez impedir, sin razón alguna
que haya tradición de bienes que no están por fuera del comercio. Sobre esta
punto en particular se pronuncié también la Corte así:
No puede el Juez de Tutela sacar del comercio unos bienes, sin explicación alguna, ni
menos aún prohibir tanto a quien solicitó la tutela como a la persona contra quien se
dirigió efectuar actos de enajenación, de permuta o de traspaso. No se ve por ningún
lado que presuntos marido y mujer estén recíprocamente indefensos si alguno de ellos
hace una tradición de acuerdo con la ley. (T-534 de 1994)
La Corte Constitucional revocó la determinación tomada por el Juzgado Promiscuo
Municipal de Santa Rosa del Sur (juez de primera instancia), que tomó su decisión
dentro de una inspección judicial el 11 de diciembre de 1992. Sobre éste último hecho
se discute también si es posible o no que un juez falle una tutela en una diligencia de
inspección judicial y sin aclarar o saber cual fue el derecho fundamental que se violó
supuestamente. AL respecto la Corte dijo lo siguiente en su sentencia T-534 de 1994:
Por eso constituye un esperpento lo decidido por el Juez en una inspección judicial en
el sentido de impedir, sin razón alguna, que haya tradición de bienes que no están por
fuera del comercio. La tutela no puede servir de disculpa para que un Juez tome
determinaciones arbitrarias. (T-534 de 1994)
Ante este hecho concreto, el mal menor será el de considerar como válido el
procedimiento para evitar dilaciones, especialmente si el apresuramiento del Juez se
debió no tanto a la protección de un derecho fundamental cuanto a actitudes que
desdicen de la función al Juez encomendada. (T-534 de 1994)
III.
EFECTOS
A. FORMACIÓN DE UNA COMUNIDAD
A continuación la Corte Constitucional se refiere al cambio que ocurre en la
administración de los bienes y en la forma de concebir la propiedad de estos cuando
la sociedad esta vigente y cuando esta se disuelve. En su sentencia 1243 de 2001 se
pronunció así:
Al respecto, la Corte Suprema de Justicia ha señalado que: “...Durante el matrimonio,
los cónyuges están separados de bienes: cada uno conserva la propiedad de todos
los suyos, sean propios o gananciales, y los administra con entera independencia; la
mujer es plenamente capaz. Disuelto el régimen, se forma una comunidad, pero para
el solo efecto de liquidarla y dividir entre ambos los gananciales que hayan adquirido,
en conformidad a las mismas reglas que rigen la liquidación de aquélla...”21. (T1243/01)
La corte se ha referido a la anterior comunidad como una universalidad de bienes
sobre los cuales tienen derecho los cónyuges, en una determinada porción
denominada “gananciales”, como puede verse en el siguiente aparte:
Así, disuelta la sociedad conyugal, se constituye una comunidad de bienes, lo que es
igual, una universalidad jurídica destinada a ser liquidada y adjudicada entre los
cónyuges. Por efecto de la disolución cada consorte adquiere como derecho, una
cuota sobre la universalidad denominada gananciales22, la cual puede ser objeto de
renuncia o disposición por parte de su titular, o de embargo por parte de los
acreedores, pero no concede un derecho específico sobre un determinado bien o
activo, mientras no se determine si el mismo es de naturaleza propia o social. (T1243/01)
B. DERECHO A LOS GANANCIALES
Como veremos en el siguiente pronunciamiento, se adquiere el derecho a los
gananciales al disolverse la sociedad y formarse la comunidad mencionada. La Corte
también define quienes tienen derecho a estos gananciales:
Según lo ha establecido la doctrina, al momento de disolverse la sociedad conyugal se
genera una indivisión o comunidad de gananciales cuyos titulares son los cónyuges, o
el cónyuge sobreviviente y los herederos del difunto. El derecho a los gananciales se
configura desde la disolución de la sociedad, que puede darse, bien sea con ocasión
de la muerte de uno de los cónyuges, o bien a causa de sentencias de nulidad del
matrimonio, de divorcio o de separación de bienes. Los gananciales forman un
patrimonio separado o universalidad jurídica, la cual tiene como afectación específica
el ser liquidada y adjudicada entre sus distintos titulares. T-325/98
De esta forma, con la disolución de la sociedad conyugal se extinguen los derechos
patrimoniales singulares de los cónyuges sobre los bienes sociales, pasando aquéllos
a adquirir un derecho universal sobre la masa indivisa. Esta situación ha sido descrita
de la siguiente forma por la Corte Suprema de Justicia:
“Durante la vigencia de la sociedad, cada cónyuge puede ser titular de dos categorías
de bienes: los propios exclusivos de cada uno (como los que tenga en el momento del
matrimonio, los que adquiera a título gratuito y los que consiga a título oneroso pero
para subrogar bienes exclusivamente propios); y los sociales o gananciales,
destinados a conformar la masa común partible cuando sobrevenga la disolución de la
sociedad.
“Desaparecida la incapacidad civil de la mujer casada mayor de edad y la jefatura
única de la sociedad conyugal por parte del marido, por virtud de la Ley 28 de 1932,
tanto éste como aquélla hállanse facultados para administrar y disponer libremente de
sus bienes, entendiendo por tales los de su exclusiva propiedad y los que, a pesar de
tener el carácter de gananciales, se radican en cabeza de uno o de otro. Porque, como
lo interpretó la Corte desde 1937, “…la sociedad (conyugal) tiene, desde 1933, dos
21
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil, 20 de octubre de 1937. M.P. Arturo Tapias Pilonieta
De acuerdo con doctrina especializada, se entiende por gananciales, las ganancias o rendimientos
obtenidos por el trabajo y el capital de la sociedad conyugal.
22
administradores, en vez de uno; pero dos administradores con autonomía propia, cada
uno sobre el respectivo conjunto de bienes muebles e inmuebles aportados al
matrimonio o adquiridos durante la unión, ya por el marido, ora por la mujer” (G.J.,
t.XLV, págs. 630 y ss.).
“Esta facultad de administrar y de disponer libremente se ve recortada cuando la
sociedad se disuelve; a partir de este evento, cada uno de los esposos sólo puede
disponer de los bienes que sean suyos exclusivamente, desde luego que en nada los
afecta la disolución de la sociedad. Por este hecho, emerge la indivisión o comunidad
de gananciales, y mientras perdure este estado, o sea, entre tanto se liquide y se
realicen la partición y la adjudicación de bienes, cada cónyuge pierde la facultad que
tenía de administrar y de disponer libremente de los bienes sociales. El
desconocimiento de esta situación, o sea, el que por uno de los cónyuges se venda un
bien que tiene la condición social, puede dar lugar al fenómeno de la venta de cosa
ajena, como reiteradamente lo ha expuesto la jurisprudencia de la Corte.”23 T-325/98
C. PERSISTE LA OBLIGACIÓN ALIMENTARIA DE CADA CÓNYUGE FRENTE A
SUS HIJOS MENORES COMUNES EN FORMA INDIVIDUAL
La Corte hace una aclaración en cuanto a las obligaciones de alimentos a cargo de la
sociedad conyugal. Como puede apreciarse en su sentencia T- 1243 de 2001, al
disolverse ésta, los padres continúan siendo responsables independientemente:
Ahora bien, siguiendo la jurisprudencia constitucional sobre la materia, por el hecho de
la disolución del matrimonio o por la terminación de la sociedad conyugal no se pone
fin a la obligación alimentaria de los padres para con sus hijos menores. En estos
casos corresponde a cada padre de manera individual, de acuerdo a su capacidad
económica, contribuir a la observancia de la citada obligación24. Precisamente, la
Corte ha considerado que “...si bien el ideal de la familia es la armonía, la
comprensión y el entendimiento que permitan la estabilidad y la convivencia entre
esposos o compañeros, la ruptura de ese estado, que casi siempre obedece a
conflictos internos de la pareja, no debe implicar la desprotección de los hijos y en
manera alguna puede concebirse como excusa para que los padres desatiendan las
obligaciones de orden material y moral que han asumido frente a sus hijos....” 25.(T1243/01)
Aclara la misma jurisprudencia que “...la separación entre los padres no es excusa
para el desconocimiento de las aludidas obligaciones...Esa es la razón para que la ley
tenga previsto que, por acuerdo de las partes o por decisión judicial, cuando se hace
inevitable la separación, deban quedar claramente establecidas las prestaciones a
cargo de los separados y en favor de los hijos, según sus capacidades
económicas....”26. (T-1243/01)
D. RECOMPENSA A FAVOR DE LA SOCIEDAD CONYUGAL POR DESEMBOLSOS
DE ALIMENTOS DESTINADOS A HIJOS EXTRAMATRIMONIALES
En el siguiente aparte de la sentencia T1243 de 2001, la Corte se refiere a la
obligación alimentaria a cargo de los padres, respecto de sus hijos
extramatrimoniales, aclarando que mientras no se disuelva la sociedad, ésta
23
24
Sentencia N° 102, de abril 25 de 1991, M.P. Héctor Marín Naranjo.
Al respecto el artículo 257 del Código Civil, consagra: “...si el marido y la mujer vivieran bajo estado
de separación de bienes, deben contribuir a dichos gastos en proporción a sus facultades...”.
25
Sentencia T-098 de 1995. M.P. José Gregorio Hernández.
26
Sentencia T-098 de 1995. M.P. José Gregorio Hernández.
responderá por obligaciones alimentarias de hijos no comunes, pero contrariamente al
tratamiento dado para los hijos comunes, al disolverse se generará una recompensa a
favor de la sociedad y a cargo del padre del menor nacido fuera de la sociedad
disuelta:
No obstante, de conformidad con el artículo 2º de la Ley 28 de 1932 y el numeral 2º
del artículo 1796 del C.C, la citada obligación no le resulta imputable a la sociedad
conyugal cuando tiene lugar su disolución. En este evento, el deber de alimentos de
los hijos extramatrimoniales queda a cargo del padre o la madre del menor, quien
debe destinar sus bienes propios o sus gananciales para el cumplimiento de la citada
prestación. Es más, disuelta la sociedad conyugal, ésta puede recuperar con cargo a
los gananciales del padre, y a través del mecanismo jurídico de la recompensa
(artículo 1803 del C.C.), aquellos recursos que fueron destinados al pago de
obligaciones alimentarias no comunes, reparando de este modo el haber social y
evitando una lesión en el patrimonio que le corresponde al consorte no sujeto a la
citada obligación alimentaria. (T-1243/01)
Se expone a continuación un caso referente al tema de los alimentos al disolverse una
sociedad conyugal. Se cuestiona en el presente análisis de la Corte si la no remisión
de bienes del haber social embargados en un juzgado donde se sigue un proceso de
liquidación de sociedad conyugal, a otro juzgado donde se sigue un proceso de
alimentos contra un cónyuge por hijos no comunes, para el pago de alimentos de
estos, es violatorio de las derechos fundamentales a la educación y alimentación del
menor. Sobre el caso examinado la Corte hizo el siguiente análisis en su sentencia T1243 de 2001:
Porque aunque el numeral 5º del artículo 1796 del C.C impone como obligación de la
sociedad conyugal el pago de las cargas de familia comunes y no comunes, según lo
disponen el artículo 2º de la Ley 28 de 1932 y el numeral 2º del artículo 1796 del C.C.,
dicha obligación cesa al momento en que ésta se disuelve, debiendo cada uno de los
cónyuges asumir el pago de las acreencias frente a las cuales resulte responsable
con sus propios bienes o con los gananciales que le resulten adjudicados, los cuales,
para este caso en particular, aún no han sido determinados por cuenta del Juzgado 18
de Familia de Bogotá. (T-1243/01)
…los dineros reclamados por las demandantes, representados en títulos judiciales por
valor de $40.291.775.oo y previamente embargados por orden del Juzgado 18 de
Familia de Bogotá a solicitud de Córdoba Ojeda, aún se encuentran en estado de
comunidad e indeterminación en punto a su naturaleza social o propia y, por tanto,
hasta que no se aprueben los inventarios y avalúos y se proceda a la partición, la
única medida jurídicamente viable era la de proceder a su embargo en proporción a
los gananciales que resulten a favor de Córdoba Ojeda, tal como se hizo por parte de
los despachos judiciales demandados. (T-1243/01)
Entonces, según la Corte Constitucional, hasta que el juzgado competente para
liquidar los bienes del haber social no haya definido cuáles bienes pertenecen a cada
quien, las obligaciones alimentarias a cargo de cada cónyuge individualmente
considerado frente a hijos no comunes deben ser respaldadas por los bienes propios
de cada uno.
Por lo tanto, si en principio los bienes reclamados no son siquiera sociales sino
propios de la ex-esposa del señor Córdoba Ojeda, a quien se le imputa el pago de
obligaciones alimentarias, resultaría erróneo e improcedente disponer y cancelar
dichas obligaciones con recursos que no le pertenecen y que no pueden ser
apropiados para satisfacer este tipo de obligaciones. (T-1243/01)
No puede ser mas clara la Corte respecto a éste tema, pues como se ve en este
último párrafo, si no se puede traspasar bienes sociales que están siendo liquidados
en un juzgado, a otro para respaldar obligaciones alimentarias, menos puede
reclamarse el traspaso de bienes propios del ex cónyuge no responsable de dichas
obligaciones alimentarias.
Por estos motivos anteriormente expuestos, la Corte Constitucional decidió confirmar
la sentencia de primera instancia que negaba la tutela impetrada, la cual pretendía
dicho traspaso de bienes embargados de un juzgado a otro.
E. TRATAMIENTO DISTINTO AL DE UNA SOCIEDAD PATRIMONIAL EN SUS
EFECTOS AL DISOLVERSE
La Corte ha dicho claramente que no tiene sentido dar un tratamiento igual en
variados aspectos a instituciones diferentes, como lo son la sociedad conyugal y la
sociedad patrimonial surgida de la unión marital de hecho. Con respecto a lo que
ocurre al morir uno de los cónyuges o compañeros permanentes ha dicho lo
siguiente en su sentencia 114 de 1996:
Lo que sucede cuando se disuelve la sociedad conyugal por muerte de uno de los
cónyuges y la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes, es diferente,
como es diferente el matrimonio de la unión marital de hecho. No puede
pretenderse que a diferentes situaciones de hecho, la ley dé igual tratamiento. (C114/96)
A continuación se puede apreciar el caso de fondo, sobre el cual la Corte
Constitucional decidió en la misma sentencia. Se aducía por parte del actor que el
artículo 8 de la ley 54 de 1990 violaba los preceptos constitucionales contenidos en
los artículos 5, 13 y 42 de la Carta Política:
La ley 54 de 1990 define las uniones maritales de hecho y régimen patrimonial
entre compañeros permanentes. Su artículo demandado dice:
"ARTÍCULO 8o. Las acciones para obtener la disolución y liquidación de la
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes, prescriben en un año, a
partir de la separación física y definitiva de los compañeros, del matrimonio con
terceros o de la muerte de uno o ambos compañeros.
Parágrafo. La prescripción de que habla este artículo se interrumpirá con la
presentación de la demanda.".
Para el actor, si a partir de la muerte de uno o ambos compañeros no se ejerció
oportunamente la acción de disolución y liquidación de la sociedad patrimonial, dicha
prescripción implica una discriminación en contra de los derechos sucesorales de los
hijos habidos dentro de la unión marital, porque éstos no podrán acceder a los bienes
de la sociedad patrimonial, en virtud del artículo 2o., Literal b), de la misma ley,
mientras que los demás hijos, sean matrimoniales o "extramatrimoniales de cualquiera
de los cónyuges, nacidos fuera de la unión marital de hecho", sí tendrán derecho a
heredar en condiciones de igualdad en la sociedad conyugal. Hay que distinguir,
además, entre el derecho de herencia, que prescribe en veinte (20) años, y el que se
tiene a obtener la declaración judicial de la existencia y disolución de la sociedad
patrimonial entre compañeros permanentes. Este último, según la norma acusada,
prescribe en un año contado a partir de la muerte de uno o ambos compañeros. C
114/96
Como podemos ver, el actor esta confundiendo claramente el término de
prescripción para hacer efectivos los derechos sucesorales de los hijos habidos
durante una unión marital de hecho, con el termino de prescripción para que se
declare disuelta la sociedad patrimonial surgida de la misma, tema que para nada
implica discriminación en el tratamiento de los hijos. Lo aclara la Corte el el
siguiente aparte de la misma sentencia, así:
Es claro que todos los que intenten, ya sea en su condición de compañeros
permanentes supérstites, o como herederos de éstos, demostrar la existencia y
disolución de la sociedad patrimonial, están en igualdad. En tratándose de
herederos de uno de los compañeros permanentes, da lo mismo que sean sus
hijos legítimos, habidos en el matrimonio con una tercera persona, o sus hijos
extramatrimoniales. En este último caso, es lo mismo si son hijos
extramatrimoniales de uno solo de los dos compañeros permanentes, o de ambos.
No es admisible, en consecuencia, sostener que se quebranta el inciso sexto del
artículo 42 de la Constitución, que establece la igualdad de derechos y deberes
entre los hijos legítimos, extramatrimoniales y adoptivos: no, en su condición de
herederos, todos los hijos están en un pie de igualdad en relación con el término de
prescripción de un año establecido por el artículo 8 de la Ley 54. Igualdad que se
extiende a todos aquellos que demanden invocando su calidad de herederos, como
lo prevé el artículo 6° de la citada ley. (C-114/96)
La diferente regulación en lo que se refiere a la sociedad conyugal y a la sociedad
patrimonial entre compañeros permanentes, obedece a las diferencias entre las
dos instituciones. Ya la Corte Constitucional ha reconocido, en la sentencia 239/94,
que "es erróneo sostener... que la Constitución consagre la absoluta igualdad entre
el matrimonio y la unión libre, o unión marital de hecho, como la denomina la ley 54
de 1990." Por eso, las diferencias consagradas en la ley 54 son lógicas y no
contrarían el principio de igualdad. (C-114/96)
Con respecto a la expresión demandada por el actor, la Corte se pronunció de la
siguiente manera, al no encontrar ninguna violación al ordenamiento superior:
Como se dijo, solamente se demandó la expresión "o de la muerte de uno o ambos
compañeros". Sin embargo, como esa expresión hay que entenderla en el contexto
de la norma íntegra, y para llegar a la conclusión de su exequibilidad la Corte ha
estudiado la norma completa, en esta sentencia se declarará la exequibilidad de
todo el artículo 8° de la ley 54 de 1990. No sobra agregar que nada hay en esta
norma que sea contrario a la Constitución. (C-114/96)
Por lo tanto, la Corte en su decisión declaró exequible el artículo 8o. de la ley 54 de
1990.
IV.
IV. MEDIDAS DE PROTECCIÓN
La Corte Constitucional se pronuncia también acerca de las medidas de protección
existentes para salvaguardar los derechos de cada cónyuge frente a los bienes de la
sociedad conyugal. Estas medidas llegan incluso hasta el punto de asegurar los
bienes mismos, sancionar a los cónyuges por dolo y mal manejo de éstos, y
presunciones legales como la que puede verse a continuación.
A. PRESUNCIÓN SOBRE ALGUNOS BIENES COMO PERTENECIENTES A LA
SOCIEDAD CONYUGAL Y ASEGURAMIENTO DE MUEBLES Y PAPELES
HASTA TERMINADO EL INVENTARIO DEL HABER SOCIAL
Para prevenir un posible detrimento de la masa de bienes que conforman la sociedad
conyugal, la ley dispone una presunción muy importante frente a los bienes que se
mencionan a continuación, e incluso puede tomarse la medida de asegurar bajo llave y
sello los bienes y papeles que el interesado considere expuestos. La Corte se refiere a
las siguientes medidas así:
Para proteger los derechos de cada uno de los cónyuges sobre el producto económico
de la sociedad, el legislador ha dictado un conjunto de disposiciones - que se aplican
antes de la disolución de la sociedad conyugal o una vez iniciado el proceso de
liquidación -, tendentes a garantizar la integridad de la masa de gananciales que
deberá distribuirse y adjudicarse al ser liquidada la sociedad conyugal. Así, en el
artículo 1795 del Código Civil se establece la presunción de que todos los dineros,
bienes fungibles, especies, créditos, derechos y acciones que estuvieren en poder de
cualquiera de los cónyuges, al momento de disolverse la sociedad conyugal,
pertenecen a la última. También el artículo 1279 del Código expresa que quienes
tengan interés en la disolución de la sociedad conyugal pueden solicitar que los
muebles y papeles de ésta se guarden bajo llave y sello hasta que se realice el
inventario de los bienes del haber social. T-325/98
B. REINTEGRO DE DONACIONES A LA SOCIEDAD CONYUGAL Y SANCIONES
DE PERDIDA DE GANANCIALES CON RESTITUCIÓN DOBLADA DE LAS
MISMAS POR ACTOS DOLOSOS
Puede observarse con esta medida que la Corte Constitucional considera que las
donaciones no tienen por que ir a cargo de la sociedad conyugal, y por esto quien las
haga formara un pasivo en favor de ésta. También se sanciona a quien actúe
dolosamente al ocultar un bien de la sociedad conyugal:
En el mismo Código, el artículo 1798 preceptúa que, como regla general, el marido o la
mujer deberán a la sociedad el valor de las donaciones que realicen sobre cualquier
parte de la sociedad conyugal. Igualmente, el artículo 1824 ha establecido que el
cónyuge que dolosamente oculte o distraiga alguna cosa de la sociedad será
sancionado con la pérdida de su porción de propiedad sobre la misma cosa y será
obligado a restituirla doblada.
C. MEDIDAS CAUTELARES DE EMBARGO Y SECUESTRO EN CUALQUIER
PROCESO
Según la Corte Constitucional, pueden pedirse por parte de cualquier cónyuge las
medidas cautelares contempladas en el artículo 691 del Código de Procedimiento
Civil, en cualquiera de los procesos a continuación:
De otro lado, en el artículo 691 del Código de Procedimiento Civil se ha dispuesto que
en los procesos de nulidad y divorcio de matrimonio civil, de separación de bienes y de
liquidación de sociedades conyugales cualquiera de las partes podrá pedir el embargo
y secuestro de los bienes que puedan ser objeto de gananciales, y que estuvieran en
cabeza del otro cónyuge. T-325/98
Existe un caso en el que se inició una demanda de inconstitucionalidad, sobre la cual
decidió la Corte en el año 2001. El actor aducía que el artículo 201 del Código Civil
contrariaba los artículos 4 y 13 de la Constitución Política, pues había discriminación
por razón del sexo en la disposición que permitía solo a la mujer la solicitud de
medidas cautelares. En su análisis la Corte tuvo el siguiente pronunciamiento en
cuanto al tema de medidas cautelares en procesos de separación de bienes cuando
los cónyuges desean terminar la sociedad conyugal:
La norma acusada hace parte de las disposiciones que le daban a la mujer una
especial protección, en razón a que antes de la expedición de la Ley 28 de 1932, el
Código Civil tenía establecida la incapacidad civil de las mujeres casadas27 y la
jefatura única de la sociedad conyugal por parte del marido28. Tal situación significaba
para las mujeres una situación de desventaja frente a la posibilidad de que durante el
trámite de la separación, el marido dispusiese de los bienes conyugales, o los mismos
fuesen perseguidos por los acreedores de éste. De ahí que el artículo 201 del C.C.,
permitía a la mujer que iniciaba la separación de bienes, solicitarle al Juez, que tomara
las medidas cautelares necesarias para proteger sus intereses. Igualmente el Código
Judicial, Ley 105 de 1931, tenía establecidas normas especiales de protección a la
mujer en el proceso de separación de bienes. (C- 829/01)
Continúa la Corte con este recuento histórico, en cuanto a la evolución que tuvo el
tratamiento de la mujer con respecto a la administración de los bienes de la sociedad
conyugal en los orígenes del siglo XX:
La Ley 28 de 1932, concedió plena capacidad civil a la mujer casada mayor de edad,
permitiéndole la libre administración de sus bienes y suprimió la jefatura de la sociedad
conyugal en cabeza del marido, razón por la cual la norma perdió su razón de ser. Sin
embargo, sólo hasta 1970, con la expedición del Decreto Ley 1400 del mismo año,
“por el cual se expide el Código de Procedimiento Civil”, se suprimió la prerrogativa
exclusiva de la mujer para pedir las medidas cautelares dentro del proceso de
separación de bienes y la restricción según la cual, las mismas sólo podían decretarse
para la protección de los intereses de ésta. En efecto, en el artículo 422 de ese
Decreto se establecía cuales eran las medidas cautelares que podían decretarse en
los procesos de separación de bienes, mediante la remisión a las “autorizadas en el
artículo 691”. Ese artículo, a su vez, establecía que cualquiera de las partes dentro del
proceso de separación de bienes podía solicitar las medidas cautelares allí previstas.
Dicha disposición, fue luego ratificada por el Decreto 2282 de 1989 “por el cual se
introducen algunas modificaciones al Código de Procedimiento Civil”. A su vez, este
último Decreto, en el numeral 249 de su artículo primero, adicionó lo previsto en el
artículo 422 del Decreto 1400 de 1970, al disponer que dicho artículo, ahora con el
número 445, quedaría así: “Cualquiera de los cónyuges podrá pedir la separación de
bienes. En estos procesos se podrá decretar las medidas cautelares autorizadas en el
artículo 691.”(C- 829/01)
Por las anteriores consideraciones, es claro que la norma acusada es tan sólo un dato
histórico, pues lleva más de treinta años sin producir efectos, dado que al amparo de
27
El parágrafo tercero del artículo 1504 del C.C., ponía a las mujeres casadas dentro del grupo de los
incapaces relativos, y el artículo 62 del C.C., le daba al marido la representación de su mujer.
28
De conformidad con el artículo 1805 del C.C, “el marido es jefe de la sociedad conyugal y como tal
administra libremente los bienes sociales y los de su mujer”. A su vez el artículo 1806 consideraba al
marido, respecto de terceros, como dueño de los bienes sociales.
las disposiciones del Código de Procedimiento Civil, tanto el hombre como la mujer
pueden pedir las medidas cautelares que la ley ha previsto dentro de los procesos de
separación de bienes(C-829/01)
En efecto, hoy, conforme a lo dispuesto en los artículos 445 y 691 del C.P.C., tanto la
mujer como el hombre están legitimados para solicitar el decreto de medidas
cautelares dentro del proceso de separación de bienes. Y, de la lectura conjunta de
esas dos disposiciones se desprende que las medidas cautelares que es posible
tomar dentro del proceso de separación de bienes, para la protección de los intereses
de ambos cónyuges, son las previstas en el artículo 691 del Código de Procedimiento
Civil. Esta nueva regulación resulta claramente contraria a todos los contenidos
normativos del artículo 201 del Código Civil.(C-829/01
En cuanto que se trata de la regulación de aspectos de un proceso, es claro que las
disposiciones contenidas en el Código de Procedimiento Civil son especiales con
respecto a las que están contenidas en el Código Civil. Por ello la distinción que hace
la norma demandada, en el sentido de que sólo la mujer podía solicitarle al juez
medidas cautelares para proteger sus bienes, carece hoy de toda eficacia y sentido
normativo(C- 829/01)
Los mencionados artículos del Código de Procedimiento Civil, regulan íntegramente la
manera como hombres y mujeres, dentro de los procesos judiciales contenciosos en
materia de familia pueden proteger los bienes objeto de reparto a través de las
medidas cautelares del embargo y el secuestro. Por esta razón, la norma demandada,
en cuanto que regulaba, de manera diversa y parcial dichos temas, debe entenderse
derogada por norma posterior que regula de manera integral una materia.(C- 829/01)
Por esto la Corte en su decisión se inhibe para emitir pronunciamiento de fondo por
carencia de objeto con respecto al artículo 201 del Código Civil.
V.
V. LIQUIDACIÓN DE SOCIEDAD CONYUGAL
Como puede apreciarse en el siguiente aparte, la Corte ha enfatizado en el carácter
contradictorio del proceso de liquidación de la sociedad conyugal, al verlo como un
ejemplo de debido proceso en el que las partes pueden objetar y participar en las
resoluciones respectivas del mismo:
La ley al estatuir un sistema de liquidación para la sociedad conyugal, permite hacer
efectivo el derecho al debido proceso, toda vez que reglamenta de manera amplia el
desenvolvimiento del derecho de defensa, de contradicción, de impugnación, entre
otros, en relación con los actos procesales que se producen en desarrollo del citado
trámite. A su vez que, genera una serie de garantías propicias para la defensa no sólo
de las partes sino de los terceros, quienes pueden proceder a embargar los
gananciales que se adjudiquen a los primeros. (T-1243/01)
VI.
VI. PARTICION Y ADJUDICACION DE BIENES
Como dice la Corte Constitucional a continuación, la partición y adjudicación de los
bienes consiste en un procedimiento reglado dentro del proceso de liquidación de la
sociedad conyugal:
Ahora bien, para proceder a realizar la partición y adjudicación de los gananciales, la
ley establece un procedimiento, mediante el cual se permite la determinación precisa
de los bienes sociales (artículo 1781 C.C), de los bienes propios, de las recompensas
entre la sociedad y los cónyuges, y del pasivo social, siguiendo para el efecto lo
reglamentado en el artículo 2º de la Ley 28 de 1932. (T-1243/01)
La Corte también precisa la forma como se debe realizar el anterior procedimiento, y
menciona la denominada “audiencia de inventarios y avalúos”, mediante la cual se
hacen las respectivas divisiones de a universalidad de bienes:
El citado procedimiento conduce a definir la indeterminación de la universalidad
jurídica a que da lugar la sociedad conyugal, adjudicando a cada cónyuge los activos
que le correspondan según su derecho; para estos efectos la ley prevé en el artículo
600 del C.P.C (en armonía con el numeral 4 artículo 625 del C.P.C), la denominada
“audiencia de inventarios y avalúos”, mediante la cual se procede a determinar el
haber social, las deudas sociales, los bienes propios y las recompensas. Dicha
audiencia, una vez aprobada y en firme, permite la partición y adjudicación de los
gananciales. (T-1243/01)
La siguiente es una aclaración de la Corte de carácter procesal, pues manifiesta que
la naturaleza de los bienes a liquidar, solo puede definirla en últimas el juez
competente, al ser reglado el proceso de liquidación de sociedad conyugal:
De suerte que solamente mediante el procedimiento reglado en la ley, se puede
proceder a debatir la naturaleza de los bienes objeto de liquidación; y únicamente el
juez a quien se le ha asignado la competencia para conocer y tramitar el proceso
liquidatorio de la sociedad conyugal, está legitimado para resolver las solicitudes que
en el curso del proceso se puedan presentar y que guarden relación con la materia.
(T-1243/01)
En un caso expuesto con anterioridad, en el cual se debatía sobre el traspaso de
bienes embargados de un juzgado donde cursaba un proceso de liquidación de
sociedad conyugal, a otro juzgado en el que se interpuso una tutela por alimentos
contra uno de los cónyuges por hijos no comunes, puede apreciarse dentro de la
siguiente consideración de la Corte, que la partición y adjudicación de bienes
corresponde únicamente al juez ante el cual cursa el respectivo proceso liquidatorio y
no al juez de tutela por alimentos, pues de lo contrario ocurriría una clarísima
usurpación de funciones judiciales:
Esta consideración resulta igualmente aplicable para el Juez de Tutela, quien no tiene
competencia para decidir la composición del haber social y, como se pide en el
presente caso, para ordenar la partición de bienes. Así lo ha sostenido igualmente
esta Corporación, al señalar que: “...[una pretensión de liquidación parcial y anticipada
de la sociedad conyugal]...no puede ser adoptada mediante la vía de la tutela, cuyo
objetivo como es sabido, es la protección de derechos fundamentales, y no la
resolución, modificación o cumplimiento de contratos, de obligaciones alimentarias, o
la partición de bienes de la sociedad conyugal, no sólo por su contenido material sino
y además por que existen otros medios de defensa judicial...”29. (T-1243/01)
VII. CONCLUSIÓN
La Corte Constitucional en la misma sentencia (T-1243 de 2001) concluye lo siguiente
sobre el tema de sociedad conyugal, de manera bastante general y resumida:
Entonces, se puede concluir, que por el hecho del matrimonio surge la sociedad
conyugal, la cual implica la formación de una comunidad de bienes que serán objeto
de liquidación, partición y adjudicación al momento de ocurrir alguna de las causales
de disolución previstas en la ley, para lo cual debe aplicarse el procedimiento
29
Sentencia T-159 de 1994. M.P. Fabio Morón Díaz. Subrayado por fuera del texto original.
legalmente previsto y que tiene como finalidad determinar la naturaleza de los bienes
en sociales o propios, las recompensas y los pasivos de la sociedad conyugal.
Trámite en el cual toda solicitud debe ser resuelta o decidida por el juez de
conocimiento, es decir, por el juez competente. (T-1243/01)
TESIS
DERECHO CONSTITUCIONAL FAMILIA
DOCUMENTO 2
LINEAS JURISPRUDENCIALES Y GRAFICAS
DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN DE SOCIEDAD CONYUGAL
CONCEPTO
Según la Corte Constitucional en su sentencia 1243/01, la disolución de la sociedad
conyugal implica poner fin al régimen económico común que se forma a través del
vinculo matrimonial. Esta disolución obedece a diversas causales contempladas en el
artículo 1820 del C.C, entre las cuales existen formas de terminación voluntaria por
parte de los cónyuges cuya culminación va expresada en una sentencia de separación
de bienes como una forma posterior a contraer el vínculo matrimonial, y las
capitulaciones matrimoniales que consisten en un mecanismo anterior a dicho vínculo,
con el fin de evitar el surgimiento de la comunidad de bienes.
La Corte, en la misma sentencia ha dicho que la comunidad de bienes se considera
existente desde la fecha del matrimonio, al momento en que se tenga que disolver,
porque durante el matrimonio existe libertad de administración de los bienes por parte
de cada cónyuge, y es al disolverse que importa determinar la existencia de dicho
régimen común, y la fecha en la cual se originó, para efectos de proceder a su
liquidación, para lo cual los cónyuges tienen la carga de constituir una masa común al
momento de decretarse por cualquiera de las causas legales su disolución.
CONCLUSIÓN: En cuanto a la concepción del término disolución de sociedad
conyugal, la Corte no presenta discrepancia alguna en cuanto a su pronunciamiento, y
solo manifiesta el concepto en la sentencia T-1243/01. La sentencia T-534/94 se tomo
como referencia dentro del concepto de disolución, pues ilustra en la práctica cómo
funciona el régimen al estar vigente y en qué cambia al disolverse.
En todo caso no puede hablarse de linea jurisprudencial por que no hay actualmente
más sentencias que se refieran a este tema de concepto de disolución de sociedad
conyugal, distintas de la T-1243/01.
Gráfica 1
T-1243/01
EFECTOS:
FORMACIÓN DE UNA COMUNIDAD
Sobre este efecto la Corte Constitucional se refiere al cambio que ocurre en la
administración de los bienes y en la forma de concebir la propiedad de estos cuando
la sociedad esta vigente y cuando esta se disuelve. En su sentencia 1243 de 2001 se
pronuncia señalando que durante el matrimonio, los cónyuges están separados de
bienes y cada uno conserva la propiedad de todos los suyos, sean propios o
gananciales, y los administra con entera independencia. Disuelto el régimen, se forma
una comunidad o universalidad de bienes, pero solo para liquidarla y dividir entre
ambos los gananciales que hayan adquirido, conforme a las normas de liquidación de
aquélla.
CONCLUSIÓN: Al no haber otras sentencias que se refieran al presente sub tema, no
puede hablarse de línea jurisprudencial sobre éste.
Gráfica 2
T-1243/01
DERECHO A LOS GANANCIALES
Como vemos en el pronunciamiento de la sentencia T-1243/01, por efecto de la
disolución cada consorte adquiere como derecho, una cuota sobre la universalidad
denominada gananciales, la cual puede ser objeto de renuncia o disposición por parte
de su titular, o de embargo por parte de los acreedores, pero no concede un derecho
específico sobre un determinado bien o activo, mientras no se determine si el mismo
es de naturaleza propia o social. De esta forma, se extinguen los derechos
patrimoniales singulares de los cónyuges, pasando éstos a adquirir un derecho
universal sobre la masa indivisa.
Anteriormente a lo dicho arriba, la Corte, en su sentencia T-325/98 también definó
quiénes tienen derecho a estos gananciales y designa como titulares a los cónyuges, o
el cónyuge sobreviviente y los herederos del difunto, como claramente lo dice la ley. El
derecho a los gananciales se configura desde la disolución de la sociedad, que puede
darse, bien sea con ocasión de la muerte de uno de los cónyuges, o bien a causa de
sentencias de nulidad del matrimonio, de divorcio o de separación de bienes. Los
gananciales forman un patrimonio separado o universalidad jurídica, la cual tiene como
afectación específica el ser liquidada y adjudicada entre sus distintos titulares.
CONCLUSIÓN: Ambas sentencias concuerdan en las ideas que manifiestan por parte
de la Corte. Las dos presentan los gananciales como cuota parte de una universalidad
de bienes con afectación específica. La sentencia T-1243/01 agrega que dichos
gananciales pueden ser objeto de renuncia por parte de su titular, o de embargo por
parte de los acreedores, afirmación que no posee la sentencia T-325/98. Pero esta
última también dice algo que la sentencia T-1243/01 no menciona, y es el momento en
el cual se configura el derecho a los gananciales, que es el de la disolución efectiva
por cualquiera de las causas legales descritas. Por lo anterior, puede hablarse de una
línea jurisprudencial progresiva. No se constituye línea jurisprudencial en el presente
sub tema, al faltar al menos una sentencia más que se refiera al mismo.
Gráfica 3
T-1243/01
T-325/98
PERSISTE LA OBLIGACIÓN ALIMENTARIA DE CADA CÓNYUGE FRENTE
A SUS HIJOS MENORES COMUNES EN FORMA INDIVIDUAL
La Corte hace una aclaración en cuanto a las obligaciones de alimentos a cargo de la
sociedad conyugal. Como puede apreciarse en su sentencia T- 1243 de 2001, al
disolverse ésta, los padres continúan siendo responsables individualmente, de
acuerdo a su capacidad económica, para contribuir a la observancia de la citada
obligación. Entonces, cuando se hace inevitable la separación, la Corte protege al
menor al ordenar en ésta sentencia que queden claramente establecidas las
prestaciones a cargo de los separados y en favor de los hijos.
CONCLUSIÓN: Sobre el presente efecto la Corte no se pronuncia en ninguna otra
sentencia, por lo tanto su opinión no ha sufrido ningún tipo de variación, pero por esto
precisamente, no hay lugar a una línea jurisprudencial y no es posible describirla.
Gráfica 4
T-1243/01
RECOMPENSA
DESEMBOLSOS
A
FAVOR
DE
DE
LA
ALIMENTOS
SOCIEDAD
CONYUGAL
DESTINADOS
A
POR
HIJOS
EXTRAMATRIMONIALES
En el siguiente aparte de la sentencia T1243 de 2001, la Corte se refiere a la
obligación alimentaria a cargo de los padres, respecto de sus hijos
extramatrimoniales, aclarando que mientras no se disuelva la sociedad, ésta
responderá por obligaciones alimentarias de hijos no comunes, pero contrariamente al
tratamiento dado para los hijos comunes, al disolverse se generará una recompensa a
favor de la sociedad y a cargo del padre del menor nacido fuera de la sociedad
disuelta, reparando de este modo el haber social y evitando una lesión en el
patrimonio que le corresponde al consorte no sujeto a la citada obligación alimentaria.
En esta misma sentencia se expone un caso referente al tema de los alimentos al
disolverse una sociedad conyugal. Se cuestiona en el presente análisis de la Corte si
la no remisión de bienes del haber social embargados en un juzgado donde se sigue
un proceso de liquidación de sociedad conyugal, a otro juzgado donde se sigue un
proceso de alimentos contra un cónyuge por hijos no comunes, para el pago de
alimentos de estos, es violatorio de las derechos fundamentales a la educación y
alimentación del menor.
La Corte hizo un profundo análisis y dispuso que hasta que el juzgado competente
para liquidar los bienes del haber social no haya definido cuáles bienes pertenecen a
cada quien, las obligaciones alimentarias a cargo de cada cónyuge individualmente
considerado frente a hijos no comunes deben ser respaldadas por los bienes propios
de cada uno. Resultaría improcedente disponer y cancelar dichas obligaciones con
recursos que no le pertenecen al cónyuge a quien se le imputa dicha obligación,
según la Corte.
CONCLUSIÓN: No puede ser mas clara la Corte respecto a éste tema, pues como se
ve en este último párrafo, si no se puede traspasar bienes sociales que están siendo
liquidados en un juzgado (sin que se conozcan aun los gananciales), a otro para
respaldar obligaciones alimentarias, menos puede reclamarse el traspaso de bienes
propios del ex cónyuge no responsable de dichas obligaciones alimentarias.
Al ser totalmente clara la anterior opinión de la Corte, ésta solo se ha manifestado al
respecto en la sentencia T-1243/01, por lo tanto no es posible hablar de una
respectiva línea jurisprudencial.
Gráfica 5
T-1243/01
TRATAMIENTO DISTINTO AL DE UNA SOCIEDAD PATRIMONIAL EN SUS
EFECTOS AL DISOLVERSE
La Corte ha dicho claramente que no tiene sentido dar un tratamiento igual en
variados aspectos a instituciones diferentes, como lo son la sociedad conyugal y la
sociedad patrimonial surgida de la unión marital de hecho. En su sentencia C114/96 ha dicho que es diferente lo que ocurre en cada figura cuando muere uno
de los cónyuges o compañeros, como es diferente el matrimonio de la unión marital
de hecho. Por esto no puede pretenderse que a diferentes situaciones de hecho, la
ley dé igual tratamiento.
CONCLUSIÓN: El presente pronunciamiento sobre el tema es claro pero único a
su vez, al no haber ninguna otra sentencia aparte de la C-114/96 que se refiera a
las diferencias en el tratamiento de una y otra institución al morir el cónyuge y el
compañero permanente en cuanto a la prescripción de la acción de disolución y
liquidación de sociedad conyugal y patrimonial respectivamente. Por lo tanto no
hay lugar al análisis de una línea jurisprudencial en el tema.
Gráfica 6
C-114/96
MEDIDAS DE PROTECCIÓN
PRESUNCIÓN DE BIENES COMO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL Y
ASEGURAMIENTO DE MUEBLES Y PAPELES
La presente es una medida de protección a los derechos de cada uno de los
cónyuges sobre el producto económico de la sociedad, y es resaltada por la Corte en
su sentencia T- 325/98. La finalidad de la misma es prevenir un posible detrimento de
la masa de bienes que conforman la sociedad conyugal, y la Corte señala que la ley
dispone esta importante presunción frente a determinados bienes como dineros,
bienes fungibles, especies, créditos, derechos y acciones que estuvieren en poder de
cualquiera de los cónyuges, al momento de disolverse la sociedad conyugal,
pertenecen a la última. También puede tomarse la medida de asegurar bajo llave y
sello los bienes y papeles que el interesado considere expuestos. La Corte ha dicho
que de esta manera se garantiza la integridad de la masa de gananciales que deberá
distribuirse y adjudicarse al ser liquidada la sociedad conyugal.
CONCLUSIÓN: Sobre la presente medida no ha habido cambios ni nuevos
pronunciamientos por lo tanto no es posible hablar de línea jurisprudencial.
Gráfica 7
T-325/98
REINTEGRO DE DONACIONES A LA SOCIEDAD CONYUGAL, SANCIONES
DE PERDIDA DE GANANCIALES, Y RESTITUCIÓN DE LOS MISMOS POR
DOLO
La presente medida es resaltada por la Corte en su sentencia T-325/98, y esta
Corporación considera que las donaciones no tienen por que ir a cargo de la sociedad
conyugal, y por esto quien las haga formara un pasivo en favor de ésta. También se
sanciona a quien dolosamente oculte o distraiga un bien de la sociedad conyugal, con
la pérdida de su porción de propiedad sobre la misma cosa y será obligado a restituirla
doblada.
CONCLUSIÓN: La Corte no se pronuncia en ninguna otra sentencia sobre el presente
tema, por lo tanto no existe discrepancia alguna, pero así mismo no es posible hablar
de línea jurisprudencial al respecto.
Gráfica 8
T- 325/98
MEDIDAS CAUTELARES: EMBARGO Y SECUESTRO EN CUALQUIER
PROCESO
En el caso específico de esta medida cautelar existen tres sentencias que mencionan
el tema. La sentencia T-325/ 98, la sentencia T 1243/01, y la sentencia C-829/01.
Según la Corte Constitucional en su sentencia T-325/98, pueden pedirse por parte de
cualquier cónyuge las medidas cautelares contempladas en el artículo 691 del Código
de Procedimiento Civil, sobre cualquier bien que sea objeto de gananciales y que
estuvieran en cabeza del otro cónyuge, en cualquier proceso, ya sea de nulidad y
divorcio de matrimonio civil, de separación de bienes o de liquidación de sociedades
conyugales.
Posteriormente la Corte se pronuncia en la sentencia T-1243/01, reiterando la facultad
de las partes de pedir embargo y secuestro de bienes en un proceso de liquidación de
sociedad conyugal, únicamente cuando el valor de los gananciales se haya
determinado, pues sin la determinación del valor que por concepto de gananciales le
corresponde a cada cónyuge en un proceso liquidatorio de sociedad conyugal, no es
posible embargar ningún bien o suma de dinero por parte de otro juzgado en el que
curse un proceso por alimentos contra uno de los cónyuges participantes en el primer
proceso de liquidación.
“Porque aunque el numeral 5º del artículo 1796 del C.C impone como obligación de la
sociedad conyugal el pago de las cargas de familia comunes y no comunes, según lo
disponen el artículo 2º de la Ley 28 de 1932 y el numeral 2º del artículo 1796 del C.C.,
dicha obligación cesa al momento en que ésta se disuelve, debiendo cada uno de los
cónyuges asumir el pago de las acreencias frente a las cuales resulte responsable
con sus propios bienes o con los gananciales que le resulten adjudicados, los cuales,
para este caso en particular, aún no han sido determinados por cuenta del Juzgado 18
de Familia de Bogotá. (T-1243/01)
…los dineros reclamados por las demandantes, representados en títulos judiciales por
valor de $40.291.775.oo y previamente embargados por orden del Juzgado 18 de
Familia de Bogotá a solicitud de Córdoba Ojeda, aún se encuentran en estado de
comunidad e indeterminación en punto a su naturaleza social o propia y, por tanto,
hasta que no se aprueben los inventarios y avalúos y se proceda a la partición, la
única medida jurídicamente viable era la de proceder a su embargo en proporción a
los gananciales que resulten a favor de Córdoba Ojeda, tal como se hizo por parte de
los despachos judiciales demandados”. (T-1243/01)
Por otro lado, la sentencia C-829/01 se refiere al tema de medidas cautelares desde
otro punto de vista y es el de quién está legitimado para pedir medidas cautelares.
Ante una demanda de inconstitucionalidad en la que el actor alegaba que el artículo
201 del Código Civil contrariaba los artículos 4 y 13 de la Constitución Política, pues
había discriminación por razón del sexo en la disposición que permitía solo a la mujer
la solicitud de medidas cautelares.
En su análisis la Corte dijo que en procesos de separación de bienes cuando los
cónyuges desean terminar la sociedad conyugal pueden ambos cónyuges defender
sus intereses y pedir medidas cautelares pues el artículo 201 del Código Civil,
demandado por el actor, es tan solo un dato histórico que está derogado desde hace
ya mucho tiempo, pues esta norma protegía a la mujer incapaz de administrar sus
bienes, de que el marido se aprovechara de esta condición. Al concederse plena
capacidad civil a la mujer casada mayor de edad, permitiéndole la libre administración
de sus bienes, la norma acusada perdió su razón de ser. Con la expedición del
Decreto Ley 1400 del mismo año se suprimió la prerrogativa exclusiva de la mujer para
pedir las medidas cautelares dentro del proceso de separación de bienes y la
restricción según la cual, las mismas sólo podían decretarse para la protección de los
intereses de ésta.
“En efecto, hoy, conforme a lo dispuesto en los artículos 445 y 691 del C.P.C., tanto la
mujer como el hombre están legitimados para solicitar el decreto de medidas
cautelares dentro del proceso de separación de bienes. Y, de la lectura conjunta de
esas dos disposiciones se desprende que las medidas cautelares que es posible
tomar dentro del proceso de separación de bienes, para la protección de los intereses
de ambos cónyuges, son las previstas en el artículo 691 del Código de Procedimiento
Civil. Esta nueva regulación resulta claramente contraria a todos los contenidos
normativos del artículo 201 del Código Civil”.(C-829/01)
CONCLUSIÓN: Como podemos ver, las sentencias no son contradictorias entre sí. La
T-325/98 es reiterada por la T1243/01, con el caso específico objeto ésta, y la
sentencia C-829/01 se refiere a un aspecto distinto de las medidas cautelares. En esta
última la Corte explica que cualquier cónyuge, tanto hombre como mujer puede
pedirlas dentro de procesos de separación de bienes, en su sentencia C-829/01,
mientras que en las otras dos el pronunciamiento es más global, refiriéndose a todos
los procesos en general para la petición de medidas cautelares. Existe en este caso
una línea jurisprudencial de carácter progresivo, puesto que la última aporta una nueva
información en el tema específico.
Gráfica 9
C-829/01
T-325/98
T-1243/01
LIQUIDACIÓN DE SOCIEDAD CONYUGAL
La Corte ha enfatizado en el carácter contradictorio del proceso de liquidación de la
sociedad conyugal, al verlo como un ejemplo de debido proceso en el que las partes
pueden objetar, impugnar y participar en las resoluciones respectivas del mismo.
Para la Corte esto genera una serie de garantías propicias para la defensa no sólo de
las partes sino de los terceros, quienes pueden proceder a embargar los gananciales
que se adjudiquen a los primeros.
CONCLUSIÓN: Sobre este tema la Corte Constitucional se ha pronunciado
únicamente en su sentencia T-1243/01, razón por la cual no existe contradicción o
variación alguna en su opinión, pero no existe línea jurisprudencial en cuanto a la
concepción sobre el proceso de liquidación de la sociedad conyugal.
Gráfica 10
T-1243/01
PARTICION Y ADJUDICACION DE BIENES
Según la Corte Constitucional en su sentencia T-1243/01, la partición y adjudicación
de los bienes consiste en un procedimiento reglado dentro del proceso de liquidación
de la sociedad conyugal, mediante el cual se permite la determinación precisa de los
bienes sociales.
La Corte también precisa la forma como se debe realizar el anterior procedimiento, y
menciona la denominada “audiencia de inventarios y avalúos”, mediante la cual se
hacen las respectivas divisiones de a universalidad de bienes, determinando el haber
social, las deudas sociales, los bienes propios y las recompensas. Dicha audiencia,
una vez aprobada y en firme, permite la partición y adjudicación de los gananciales.
Según la Corte, además, la naturaleza de los bienes a liquidar, solo puede definirla en
últimas el juez competente para conocer y tramitar el proceso liquidatorio de la
sociedad conyugal, y solo él está legitimado para resolver las solicitudes que en el
curso del proceso se puedan presentar y que guarden relación con la materia. Lo
anterior por ser el proceso de liquidación de sociedad conyugal, un trámite reglado.
En un caso expuesto con anterioridad, en el cual se debatía sobre el traspaso de
bienes embargados de un juzgado donde cursaba un proceso de liquidación de
sociedad conyugal, a otro juzgado en el que se interpuso una tutela por alimentos
contra uno de los cónyuges por hijos no comunes, puede apreciarse dentro de la
siguiente consideración de la Corte, que la partición y adjudicación de bienes
corresponde únicamente al juez ante el cual cursa el respectivo proceso liquidatorio y
no al juez de tutela por alimentos, pues de lo contrario ocurriría una clarísima
usurpación de funciones judiciales.
CONCLUSIÓN: Sobre el presente pronunciamiento no ha habido variación alguna por
parte de la Corte Constitucional, pues como podemos ver, se reitera de lo dicho
incluso en el caso de los alimentos mencionado anteriormente. En el tema de
adjudicación de bienes únicamente tenemos como referencia la sentencia T-1243/01,
por lo tanto no es posible hablar de línea jurisprudencial.
Gráfica 11
T-1243/01
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
DERECHO
TESIS DE GRADO:
INVESTIGACIÓN JURISPRUDENCIAL EN DERECHO DE
FAMILIA
SEPARACIÓN DE BIENES
PRESENTADA POR: LAURA ANDREA GUILLEM
DIRECTOR: DR. HERNANDO GUTIERREZ
BOGOTA D.C, MARZO DE 2004
INDICE
DOCUMENTO 1
I.
INTRODUCCIÓN
II.
LIMITES A LA DISPOSICIÓN DE LOS BIENES
III.
PETICIÓN DE MEDIDAS CAUTELARES
DOCUMENTO 2
ANÁLISIS DE POSIBLES LINEAS JURISPRUDENCIALES
TESIS
DERECHO CONSTITUCIONAL FAMILIA
DOCUMENTO 1
SEPARACION DE BIENES
I.
INTRODUCCION
Hasta el momento, desde 1991 la Corte Constitucional no ha definido el concepto de
separación de bienes en una de sus sentencias. Por lo anterior, antes de dar inicio a la
exposición del tema de la separación de bienes, es conveniente aclarar que se trata de
un proceso legal por medio del cual uno o ambos cónyuges buscan poner fin a la
sociedad conyugal, queriendo dividir o desintegrar la universalidad de bienes que se
formó civilmente al contraer matrimonio.
II. LIMITES A LA DISPOSICIÓN DE LOS BIENES
En todo caso, no dependerá de los propios cónyuges que legalmente se ponga fin a
dicha sociedad, pues es la sentencia de separación de bienes, dictada por el juez al
terminar el anterior proceso lo que constituye una verdadera causal de disolución de la
sociedad conyugal entre marido y mujer, aunque sigan casados. Esto implica
únicamente que ya no compartirán la propiedad y administración de los bienes como
una universalidad, sino que cada uno tendrá lo suyo.
Mientras los cónyuges no estén separados de bienes habrá libertad de administración
de los mismos por parte de ambos, como podemos apreciarlo en el caso que se
expondrá a continuación. Un esposo se queja e interpone una tutela ante la Corte
Constitucional alegando que su esposa, con la cual aun tiene una sociedad conyugal
vigente, ha enajenado unos bienes. El señor se atribuye el estado de indefensión para
respaldar el haber interpuesto tutela contra un particular. Vemos a continuación las
consideraciones de la Corte Constitucional sobre el presente caso en la sentencia
T534 de 1994.
La Corte se refiere a los requisitos para que se considere la procedencia de una acción
de tutela contra un particular:
Para que la tutela proceda contra particulares es necesario que se ubique dentro de
uno de los tres eventos señalados en la parte final del artículo 86 de la Constitución
Política:
-Si el particular está encargado de la prestación de un servicio público.
-Si la conducta del particular afecta grave y directamente el interés colectivo.
-Si el solicitante se halla en estado de subordinación o indefensión. (T-534 de 1994)
No ocurre esta última circunstancia cuando un varón mayor de edad, separado hace
varios años de quien califica como su cónyuge, considera que ella no puede hacer
tradición de sus bienes. No existe relación de indefensión entre el ejercicio de contratos
civiles y una presunta relación matrimonial porque en la sociedad conyugal se tiene la
libre disposición de los bienes hasta tanto no sea disuelta legalmente. (T-534 de 1994)
No puede el Juez de Tutela sacar del comercio unos bienes, sin explicación alguna, ni
menos aún prohibir tanto a quien solicitó la tutela como a la persona contra quien se
dirigió efectuar actos de enajenación, de permuta o de traspaso. No se ve por ningún
lado que presuntos marido y mujer estén recíprocamente indefensos si alguno de ellos
hace una tradición de acuerdo con la ley. (T-534 de 1994)
La indefensión que da lugar a la tutela debe estar suficientemente probada y si ello no
ocurre la tutela entre particulares no es viable. (T-534 de 1994)
Los elementos de juicio indican que Gumercinda Alvarado es quien trabaja, hace
transacciones, se preocupa por adquirir bienes, de esto no se deduce que Galeano
esté indefenso. Todo lo contrario, Galeano surge en el expediente como una persona
que quiere vivir a costa de la mujer. (T-534 de 1994)
Por eso constituye un esperpento lo decidido por el Juez en una inspección judicial en
el sentido de impedir, sin razón alguna, que haya tradición de bienes que no están por
fuera del comercio. La tutela no puede servir de disculpa para que un Juez tome
determinaciones arbitrarias. (T-534 de 1994)
Ante este hecho concreto, el mal menor será el de considerar como válido el
procedimiento para evitar dilaciones, especialmente si el apresuramiento del Juez se
debió no tanto a la protección de un derecho fundamental cuanto a actitudes que
desdicen de la función al Juez encomendada. (T-534 de 1994)
Por las Consideraciones anteriores , la Corte decidió revocar la decisión del juez de
primera instancia, que había ordenado el embargo de los bienes que la señora se
disponía a enajenar, puesto que no hay ningún problema en que alguno de los
cónyuges disponga de los bienes de la sociedad conyugal mientras la misma no esté
disuelta.
III.
PETICIÓN DE MEDIDAS CAUTELARES EN EL PROCESO
DE SEPARACIÓN DE BIENES
Sobre el presente tema se presentaron discusiones por malentendidos en cuanto al
contenido del artículo 201 del Código Civil, ya que se llegó a pensar que atentaba
contra el preámbulo y los artículos 4 y 13 de la Constitución Nacional, puesto que, al
parecer, se daba una cierta discriminación en cuanto a la facultad de pedir medidas
cautelares en el proceso de separación de bienes por parte de la mujer, dejando al
hombre desprovisto de norma legar que le permitiera hacerlo.
Como es natural, se presentó una demanda de inconstitucionalidad por violación al
principio de igualdad ante la Corte Constitucional para que esta Corporación decidiera
sobre la supuesta contradicción. La Corte se pronunció en la sentencia 829 de 2001
manifestando lo siguiente:
La norma acusada hace parte de las disposiciones que le daban a la mujer una
especial protección, en razón a que antes de la expedición de la Ley 28 de 1932, el
Código Civil tenía establecida la incapacidad civil de las mujeres casadas30 y la
30
El parágrafo tercero del artículo 1504 del C.C., ponía a las mujeres casadas dentro del grupo de los
incapaces relativos, y el artículo 62 del C.C., le daba al marido la representación de su mujer.
jefatura única de la sociedad conyugal por parte del marido31. Tal situación significaba
para las mujeres una situación de desventaja frente a la posibilidad de que durante el
trámite de la separación, el marido dispusiese de los bienes conyugales, o los mismos
fuesen perseguidos por los acreedores de éste. De ahí que el artículo 201 del C.C.,
permitía a la mujer que iniciaba la separación de bienes, solicitarle al Juez, que tomara
las medidas cautelares necesarias para proteger sus intereses. Igualmente el Código
Judicial, Ley 105 de 1931, tenía establecidas normas especiales de protección a la
mujer en el proceso de separación de bienes. (C- 829/01)
La Ley 28 de 1932, concedió plena capacidad civil a la mujer casada mayor de edad,
permitiéndole la libre administración de sus bienes y suprimió la jefatura de la sociedad
conyugal en cabeza del marido, razón por la cual la norma perdió su razón de ser. Sin
embargo, sólo hasta 1970, con la expedición del Decreto Ley 1400 del mismo año,
“por el cual se expide el Código de Procedimiento Civil”, se suprimió la prerrogativa
exclusiva de la mujer para pedir las medidas cautelares dentro del proceso de
separación de bienes y la restricción según la cual, las mismas sólo podían decretarse
para la protección de los intereses de ésta. En efecto, en el artículo 422 de ese
Decreto se establecía cuales eran las medidas cautelares que podían decretarse en
los procesos de separación de bienes, mediante la remisión a las “autorizadas en el
artículo 691”. Ese artículo, a su vez, establecía que cualquiera de las partes dentro del
proceso de separación de bienes podía solicitar las medidas cautelares allí previstas.
Dicha disposición, fue luego ratificada por el Decreto 2282 de 1989 “por el cual se
introducen algunas modificaciones al Código de Procedimiento Civil”. A su vez, este
último Decreto, en el numeral 249 de su artículo primero, adicionó lo previsto en el
artículo 422 del Decreto 1400 de 1970, al disponer que dicho artículo, ahora con el
número 445, quedaría así: “Cualquiera de los cónyuges podrá pedir la separación de
bienes. En estos procesos se podrá decretar las medidas cautelares autorizadas en el
artículo 691.”(C- 829/01)
Por las anteriores consideraciones, es claro que la norma acusada es tan sólo un dato
histórico, pues lleva más de treinta años sin producir efectos, dado que al amparo de
las disposiciones del Código de Procedimiento Civil, tanto el hombre como la mujer
pueden pedir las medidas cautelares que la ley ha previsto dentro de los procesos de
separación de bienes(C-829/01)
La disposición acusada, en cuanto establece una limitación en el sentido de que sólo
la mujer está legitimada para solicitar el decreto de medidas cautelares dentro del
proceso de separación de bienes y en la medida en que habilita al juez para que, con
base en esa solicitud, tome las providencias que estime conducentes a la seguridad
de los intereses de ésta, es claramente incompatible con las normas que en la
actualidad regulan el proceso de separación de bienes. (C-829/01)
En efecto, hoy, conforme a lo dispuesto en los artículos 445 y 691 del C.P.C., tanto la
mujer como el hombre están legitimados para solicitar el decreto de medidas
cautelares dentro del proceso de separación de bienes. Y, de la lectura conjunta de
esas dos disposiciones se desprende que las medidas cautelares que es posible
tomar dentro del proceso de separación de bienes, para la protección de los intereses
de ambos cónyuges, son las previstas en el artículo 691 del Código de Procedimiento
Civil. Esta nueva regulación resulta claramente contraria a todos los contenidos
normativos del artículo 201 del Código Civil.(C-829/01
31
De conformidad con el artículo 1805 del C.C, “el marido es jefe de la sociedad conyugal y como tal
administra libremente los bienes sociales y los de su mujer”. A su vez el artículo 1806 consideraba al
marido, respecto de terceros, como dueño de los bienes sociales.
En el presente caso, el legislador en los artículos 445 y 691 del Código de
Procedimiento Civil, ha regulado de manera completa lo relativo a las medidas
cautelares que es posible pedir en los procesos de separación de bienes.(C- 829/01)
En cuanto que se trata de la regulación de aspectos de un proceso, es claro que las
disposiciones contenidas en el Código de Procedimiento Civil son especiales con
respecto a las que están contenidas en el Código Civil. Por ello la distinción que hace
la norma demandada, en el sentido de que sólo la mujer podía solicitarle al juez
medidas cautelares para proteger sus bienes, carece hoy de toda eficacia y sentido
normativo(C- 829/01)
Por otra parte de acuerdo con la disposición demandada, si bien el juez sólo podía
decretar las medidas cautelares a solicitud de la mujer y para la protección de los
intereses de ésta, tenía plena libertad para determinar qué tipo de medidas resultaban
adecuadas a ese efecto32. Dicha regulación también debe entenderse derogada por
cuanto el Código de Procedimiento Civil, regula de manera íntegra el proceso de
separación de bienes y ello comprende el señalamiento de las medidas que pueden
adoptarse por el juez a solicitud de las partes, sin que sea posible pensar que el juez
pudiese adoptar una medida distinta de las prescritas en los artículos 645 y 691 del
C.P.C.(C- 829/01)
Los mencionados artículos del Código de Procedimiento Civil, regulan íntegramente la
manera como hombres y mujeres, dentro de los procesos judiciales contenciosos en
materia de familia pueden proteger los bienes objeto de reparto a través de las
medidas cautelares del embargo y el secuestro. Por esta razón, la norma demandada,
en cuanto que regulaba, de manera diversa y parcial dichos temas, debe entenderse
derogada por norma posterior que regula de manera integral una materia.(C- 829/01)
En el anterior caso, por todas las Consideraciones expuestas, la Corte Constitucional
se inhibe para emitir pronunciamiento de fondo por carencia de objeto con respecto al
artículo 201 del Código Civil.
32
Al respecto, el tratadista Fernando Velez, en el Libro Derecho Civil, Tomo I, señala que dentro de las
providencias que estimaba el juez para proteger la seguridad de los intereses de la mujer mientras duraba
el juicio, estaban la de “prohibir al marido celebrar contrato alguno sobre los bienes de la mujer, o que dé
en arrendamiento, venda o hipoteque los de la sociedad conyugal o los suyos propios; nombrar un
interventor para que fiscalice sus actos; depositar los bienes de la mujer; hacer inventario de éstos; exigir
del marido una causión provisional” etc.
TESIS
DERECHO CONSTITUCIONAL FAMILIA
DOCUMENTO 2
LINEAS JURISPRUDENCIALES Y GRAFICAS
SEPARACION DE BIENES
CONCEPTO
Hasta el momento, desde 1991 la Corte Constitucional no ha definido el concepto de
separación de bienes en una de sus sentencias. Por lo anterior, antes de dar inicio a la
exposición del tema de la separación de bienes, es conveniente aclarar que se trata de
un proceso legal por medio del cual uno o ambos cónyuges buscan poner fin a la
sociedad conyugal de común acuerdo, queriendo dividir o desintegrar la universalidad
de bienes que se formó civilmente al contraer matrimonio.
En todo caso, no dependerá de los propios cónyuges que legalmente se ponga fin a
dicha sociedad, pues es la sentencia de separación de bienes, dictada por el juez al
terminar el anterior proceso lo que constituye una verdadera causal de disolución de la
sociedad conyugal entre marido y mujer, aunque sigan casados. Esto implica
únicamente que ya no compartirán la propiedad y administración de los bienes como
una universalidad, sino que cada uno tendrá lo suyo.
Mientras los cónyuges no estén separados de bienes habrá libertad de
administración de los mismos por parte estos, como puede apreciarse en la
sentencia T-534/94, en la cual un esposo interpone una tutela ante la Corte
Constitucional alegando que su esposa, respecto de la cual esta separado de
cuerpos, pero conserva vigente la sociedad conyugal, ha enajenado unos
bienes. La Corte opina que no hay lugar a que el juez de la causa ordene el
embargo de los bienes que la señora enajenó, puesto que no hay ningún
problema en que alguno de los cónyuges disponga de los bienes de la
sociedad conyugal mientras la misma no esté disuelta.
CONCLUSIÓN: Respecto a este tema la Corte ha sido muy clara pero no hay lugar a
comparaciones de ninguna índole frente a otros pronunciamientos, puesto que no los
ha habido y por lo tanto no puede hablarse de línea jurisprudencial en materia de
definición de separación de bienes.
Gráfica 1
T-534/94
MEDIDAS CAUTELARES EN UN PROCESO DE SEPARACIÓN
DE BIENES
Sobre el presente tema se presentaron discusiones por malentendidos en
cuanto al contenido del artículo 201 del Código Civil, ya que se llegó a pensar
que atentaba contra el preámbulo y los artículos 4 y 13 de la Constitución
Nacional, puesto que, al parecer, se daba una cierta discriminación en cuanto a
la facultad de pedir medidas cautelares en el proceso de separación de bienes
por parte de la mujer, dejando al hombre desprovisto de norma legar que le
permitiera hacerlo.
Como es natural, se presentó una demanda de inconstitucionalidad por violación al
principio de igualdad ante la Corte Constitucional para que esta Corporación decidiera
sobre la supuesta contradicción. La Corte se pronunció en la sentencia C-829 de 2001
manifestando que la norma acusada carece de aplicación actual y posee el carácter de
dato histórico mas bien, puesto que perdió su razón de ser cuando surgieron las
normas que le daban poderes de administración patrimonial a la mujer dentro de la
sociedad conyugal, y por ende no estaría desprotegida frente a un eventual proceso
de separación de bienes en el cual el marido pudiera aprovecharse de ella mediante
fraude de algún tipo. Dice la Corte que con la expedición del Código de Procedimiento
Civil de 1970 se suprimió la prerrogativa exclusiva de la mujer para pedir las medidas
cautelares dentro del proceso de separación de bienes y la restricción según la cual,
las mismas sólo podían decretarse para la protección de los intereses de ésta.
Según la Corte en dicha sentencia, conforme a lo dispuesto en los artículos 445 y 691
del C.P.C, tanto la mujer como el hombre están legitimados para solicitar el decreto de
medidas cautelares dentro del proceso de separación de bienes. Las medidas
cautelares que es posible tomar dentro del proceso de separación de bienes, para la
protección de los intereses de ambos cónyuges, son las previstas en el artículo 691
del Código de Procedimiento Civil, que regula de manera íntegra el proceso de
separación de bienes, y al hacerlo, la norma demandada, debe entenderse derogada
por norma posterior que regula de manera integral una materia.
CONCLUSIÓN: Respecto al presente tema igualmente no ha habido otro
pronunciamiento para tomar como punto de referencia, lo cual imposibilita la
existencia de una línea jurisprudencial.
Gráfica 2
C-829/01
Descargar