Comentarios Auxiliares de Elena G de White Ministerios PM WWW.PMMINISTRIES.COM La Biblia y la felicidad Lección 10 Para el 9 de Junio del 2007 Sábado 2 de junio "Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre"(Salmo 16: 11). No penséis que cuando camináis con Cristo debéis andar en la sombra. Las personas más felices del mundo son las que confían en Jesús y ejecutan alegremente sus órdenes. De las vidas de los que lo siguen están ausentes el desasosiego y el malestar... Pueden encontrarse con pruebas y dificultades, pero sus vidas están llenas de gozo; porque Cristo camina a su lado y su presencia alumbra el sendero... Cuando os levantáis de mañana, hacedlo con alabanzas a Dios en vuestros labios, y cuando vais a vuestro trabajo, id con una oración a Dios pidiendo ayuda... Esperad una hoja del árbol de la vida. Esto os aliviará y os refrigerará y llenará vuestro corazón de paz y gozo. Poned vuestros pensamientos en el Salvador. Apartaos del tumulto del mundo y sentaos bajo la sombra de Cristo. Luego, entre el estrépito del trajín y el conflicto diarios, vuestras fuerzas serán renovadas. Es positivamente necesario que a veces nos sentemos y pensemos en cómo el Salvador descendió del cielo, del trono de Dios, para mostrar a los seres humanos qué pueden llegar a ser si unen su debilidad con la fuerza divina. Habiendo obtenido el renuevo de la fuerza mediante la comunión con Dios, podremos seguir gozosos nuestro camino, alabándolo por el privilegio que nos da de llevar la luz del amor de Cristo a las vidas de los que nos rodean (En lugares celestiales, p. 62). Domingo 3 de junio: Vida abundante "El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (S. Juan 10: 10). Cuánta plenitud se expresa en estas palabras: "Yo soy la luz del mundo" (S. Juan 8: 12). "Yo soy el pan de vida" (S. Juan 8:35). "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (S. Juan 14:6). "Yo soy el buen pastor" (S. Juan 10:14). "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (S. Juan 10: 1 O). Ésta es la vida que debemos tener, y debemos tenerla más abundantemente. Dios dará su vida a cada alma que muera al yo, y viva para Cristo. Pero se requiere para ello un completo renunciamiento al yo. A menos que ocurra esto, seguiremos llevando con nosotros el pecado que destruye nuestra felicidad. Pero cuando se crucifica el yo, Cristo vive en nosotros, y el poder del Espíritu asiste nuestro esfuerzo. Yo quisiera que llegáramos a ser lo que Dios quiere que seamos: todos, luz en el Señor. Necesitamos alcanzar una norma más elevada, pero no lo lograremos hasta que pongamos sobre el altar nuestro yo, hasta que permitamos que el Espíritu Santo nos controle, modelándonos de acuerdo con la similitud divina (Nuestra elevada vocación, p. 23). Los hijos de Dios son llamados a ser representantes de Cristo para mostrar su bondad y misericordia. Al hacerla, se levantarán barreras alrededor de sus almas para defenderlos de las tentaciones del maligno. Al recordar ellos mismos la bondad y el amor de Dios, se llenarán de gozo y no les llamará la atención lo carnal. El Señor quiere que todos sus hijos e hijas sean felices, llenos de paz, obedientes. Jesús dice: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (S. Juan 14:27) (Review and Herald, enero 14, 1890). Cristo ha prometido enviamos el Consolador, cuya obra es establecer el reino de Dios en el alma. Si se han hecho abundantes provisiones de misericordia, gracia y paz, ¿por qué los seres humanos actúan como si consideraran la verdad como un yugo de esclavitud? Es porque el corazón no ha probado ni visto cuán bueno es el Señor. Algunos piensan que la verdad de la Palabra de Dios es una cadena. Pero es la verdad la que libera a los hombres. Por consiguiente, si la verdad nos hace libres, somos realmente libres. La verdad aparta al hombre de sus pecados, de sus tendencias heredadas y cultivadas hacia el mal. El alma que aprecia el amor de Cristo es colmada de libertad, luz y gozo. En un alma así no hay pensamientos divididos. El ser entero anhela a Dios. No va tras los hombres para conocer su deber sino a Cristo, la fuente de toda sabiduría. Busca la Palabra de Dios para encontrar las normas que debe alcanzar (Reflejemos a Jesús, p. 106). Lunes 4 de junio: Alegrarse delante de Jehová Antiguamente el Señor ordenó esto a Israel para cuando se congregara a fin de rendirle culto: "Comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios; y os regocijaréis vosotros y vuestras familias en toda empresa de vuestra mano, en que os habrá bendecido Jehová vuestro Dios". Lo que se hace para gloria de Dios debe hacerse con alegría, con cánticos de alabanza y acción de gracias, no con tristeza y semblante adusto. Nuestro Dios es un Padre tierno y misericordioso. Su servicio no debe mirarse como una cosa que entristece, como un ejercicio que desagrada. Debe ser un placer adorar al Señor y participar en su obra. Dios no quiere que sus hijos, a los cuales proporcionó una salvación tan grande, obren como si él fuera un amo duro y exigente. Él es nuestro mejor amigo; y cuando le adoramos quiere estar con nosotros, para bendecimos y confortamos, llenando nuestro corazón de alegría y amor. El Señor quiere que sus hijos hallen consuelo en servirle y más placer que fatiga en su obra. Él quiere que quienes vengan a adorarle se lleven pensamientos preciosos acerca de su amor y cuidado, a fin de que estén alentados en toda ocasión de la vida y tengan gracia para obrar honrada y fielmente en todo (Exaltad a Jesús, p. 248). Si representamos verdaderamente a Cristo, haremos que su servicio parezca atractivo, como es en realidad. Los cristianos que llenan su alma de amargura y tristeza, murmuraciones y quejas, están representando falsamente ante otros a Dios y la vida cristiana. Hacen creer que Dios no se complace en que sus hijos sean felices, y en esto dan falso testimonio contra nuestro Padre celestial. Satanás triunfa cuando puede inducir a los hijos de Dios a la incredulidad y al desaliento. Se regocija cuando nos ve desconfiar de Dios, dudando de su buena voluntad y de su poder para salvamos. Le agrada hacemos sentir que el Señor nos hará daño por sus providencias. Debemos cambiar esa actitud de duda y recordar que las órdenes del Señor de venir y regocijamos delante de él son tanto para nosotros como para su pueblo en el Antiguo Testamento. La felicidad que se procura por motivos egoístas, fuera de la senda del deber, es desequilibrada, espasmódica y transitoria; pasa y deja el alma vacía y triste. En cambio, en el servicio de Dios hay gozo y satisfacción. Dios no abandona al cristiano en caminos inciertos; no lo abandona a pesares vanos y contratiempos. Si no tenemos los placeres de esta vida, podemos aun gozamos mirando a la vida venidera. Nunca dudemos de Dios; nos ha creado, nos ama, y nos ha dado todo el cielo en el don de su Hijo. "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Review and Herald, enero 14, 1890; parcialmente en, El camino a Cristo, p. 117, 126). Martes 5 de junio: El fundamento de la familia: parte 1 ¿No tenemos razones para hablar de la bondad de Dios y de su poder? Cuando nuestros amigos son bondadosos con nosotros, consideramos que es un privilegio agradecerles por su bondad. ¡Cuánto mayor debería ser nuestro gozo por agradecer al Amigo que nos ha dado todo bien y don perfecto! Cultivemos, pues, en cada iglesia el agradecimiento a Dios. Eduquemos nuestros labios para alabar a Dios en el círculo de la familia... Nuestras dádivas y ofrendas deben declarar nuestra gratitud por los favores que recibimos diariamente. En todo deberíamos revelar el gozo del Señor y dar a conocer el mensaje de la gracia salvadora de Dios (Dios nos cuida, p. 249). "Ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí". Ésta es una ley de Dios en el cielo y en la tierra. Dios es el gran centro. De él procede toda vida. A él pertenecen todo servicio, homenaje y fidelidad. Para todos los seres creados hay un gran principio de vida: la dependencia de Dios y cooperación con él. La relación existente en la familia pura de Dios en el cielo, había de existir en la familia de Dios en la tierra. Bajo Dios, Adán había de estar a la cabeza de la familia terrenal, para mantener los principios de la familia celestial. Esto habría producido paz y felicidad. Pero Satanás estaba resuelto a oponerse a la ley de que nadie vive para sí. El deseaba vivir para sí mismo, y trató de crearse un centro de influencia. Fue esto lo que incitó la rebelión en el cielo, y fue la aceptación de este principio por el hombre lo que trajo el pecado a esta tierra. Cuando Adán pecó, el hombre se separó del centro ordenado por el cielo. Un demonio vino a ser el poder central del mundo. Donde debiera haber estado el trono de Dios, Satanás colocó su trono. El mundo rindió su homenaje, como ofrenda voluntaria, a los pies del enemigo (Testimonios selectos, t. 4, p.326). El hogar cuyos miembros son cristianos corteses ejerce una influencia abarcante en favor del bien. Otras familias notarán los resultados alcanzados por un hogar tal, seguirán el ejemplo que les da, y a su vez protegerán de las influencias satánicas su propio hogar. Los ángeles de Dios visitarán a menudo el hogar regido por la voluntad de Dios. Bajo el poder de la gracia divina, ese hogar llega a ser un lugar de refrigerio para los peregrinos agobiados. Mediante un cuidado vigilante, se evita el engreimiento, se contraen hábitos correctos y se reconocen atentamente los derechos ajenos. La fe que obra por el amor y purifica el alma empuña el timón y preside sobre toda la familia. Bajo la influencia santificada de un hogar tal, se reconoce y acata más ampliamente el principio de la fraternidad trazado en la Palabra de Dios (Hijos e hijas de Dios, p. 260). Miércoles 6 de junio: El fundamento de la familia: parte 2 No es cosa de poca monta que una familia se destaque como representante de Jesús, que guarda la ley de Dios en una comunidad incrédula. Se requiere de nosotros que seamos epístolas vivas, conocidas y leídas por todos. Esta posición entraña temibles responsabilidades. Una familia bien ordenada y disciplinada influye más en favor del cristianismo que todos los sermones que se puedan predicar. Una familia tal prueba que los padres han sabido seguir las instrucciones de Dios y que los hijos le servirán en la iglesia. La influencia de ellos aumenta; porque a medida que dan a otros, reciben para seguir dando. El padre y la madre hallan en sus hijos, auxiliadores que comunican a otros la instrucción recibida en el hogar. El vecindario en el cual viven recibe ayuda, porque se enriquece para esta vida y para la eternidad. Toda la familia se dedica a servir al Maestro; y por su ejemplo piadoso otros son inducidos a ser fieles a Dios al tratar con su grey, su hermosa grey. La mayor evidencia del poder del cristianismo que se pueda presentar al mundo es una familia bien ordenada y disciplinada. Ésta recomendará la verdad como ninguna otra cosa puede hacerlo, porque es un testimonio viviente del poder práctico que ejerce el cristianismo sobre el corazón. La mejor prueba del cristianismo en un hogar es la clase de carácter engendrada por su influencia. Las acciones hablan en voz mucho más alta que la profesión de piedad más positiva. Nuestra tarea en este mundo... es ver qué virtudes podemos enseñar a nuestros hijos y nuestras familias a poseer, para que ejerzan influencia sobre otras familias y así podamos ser una potencia educadora aunque nunca subamos al estrado. Una familia bien ordenada y disciplinada es a los ojos de Dios más preciosa que el oro, aun más que el oro refinado de Ofir (El hogar cristiano, pp. 25, 26). Los padres adventistas del séptimo día deben comprender más plenamente sus responsabilidades como edificadores del carácter. Dios les ofrece el privilegio de fortalecer su causa por la consagración y las labores de sus hijos. Desea ver reunidos en los hogares de nuestro pueblo una gran compañía de jóvenes que, a causa de las influencias piadosas de sus padres, le hayan entregado su corazón, y salgan a prestar el más alto servicio de sus vidas. Dirigidos y educados por la piadosa instrucción del hogar, la influencia del culto matutino y vespertino, el ejemplo consecuente de los padres que aman y temen al Señor, han aprendido a someterse a Dios como maestro, y están preparados para rendirle un servicio aceptable como hijos e hijas leales. Estos jóvenes están preparados para representar ante el mundo el poder y la gracia de Cristo (Consejos para los maestros, p. 124). Unidos y con oración, el padre y la madre deben llevar la grave responsabilidad de guiar correctamente a sus hijos. Cualesquiera que sean las otras cosas que descuiden, nunca deben dejar a sus hijos en libertad para errar por las sendas del pecado. Muchos padres permiten a sus hijos que salgan y obren como les agrade, que se diviertan por su cuenta y elijan malas compañías. En el día del juicio esos padres llegarán a saber que sus hijos perdieron el cielo porque no fueron mantenidos bajo la restricción del hogar. Los padres debieran ser conscientes de su solemne responsabilidad de enseñar a sus hijos a andar por el camino angosto para que al fin, como una familia unida, puedan entrar al reino celestial (Review and Herald, septiembre 8, 1904; parcialmente en, El hogar cristiano, p. 425). El apóstol amonesta a los hijos a obedecer a sus padres en el Señor, a ayudarlas y a estarles sujetos. Los que verdaderamente aman a Dios no contenderán para seguir su propio camino trayendo así infelicidad a sí mismos y a otros. Lucharán para representar a Cristo en su carácter. ¡Cuán precioso es el pensamiento de que los jóvenes que luchan contra el pecado, que creen, que esperan y velan por la aparición de Cristo, que se sujetan a la autoridad de los padres, y que aman al Señor Jesús, estarán entre aquellos que aman su venida y que lo encontrarán en paz! (En lugares celestiales, p. 216). ¡Cuán claras son las orientaciones que Dios ha dado mediante la inspiración de su Espíritu! Todos los creyentes tienen una obra especial que hacer: deben revelar en su vida la gracia de Cristo, y los miembros de cada hogar deben mostrar la transformación que se ha logrado mediante la gracia. Si los padres recuerdan que la primera iglesia es el hogar, la verdadera obra de reforma que Dios requiere será llevada adelante. Decidamos ahora mismo ser verdaderos cristianos en el hogar (Pacific Union Recorder, diciembre 15, 1904). Jueves 7 de junio: "No como el mundo la da" Aunque el Señor no prometió eximir a su pueblo de tribulación, le prometió algo mucho mejor. Le dijo: "Como tus días serán tus fuerzas". "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad". Si somos llamados a entrar en el horno de fuego por amor de Jesús, él estará a nuestro lado, así como estuvo con los tres fieles en Babilonia. Los que aman a su Redentor se regocijarán por toda oportunidad de compartir con él la humillación y el oprobio. El amor que sienten hacia su Señor du1cifica el sufrimiento por su causa (El discurso maestro de Jesucristo, p. 29). Si hay alguien que debe estar continuamente agradecido, es el cristiano. Si hay alguien que disfruta de felicidad, aun en esta vida, es el fiel seguidor de Jesucristo. Los hijos de Dios tienen el deber de ser alegres. Deberían estimular una actitud feliz. Dios no puede ser glorificado por sus hijos que viven continuamente bajo una nube y que arrojan sombras dondequiera que van. El cristiano debería arrojar luz en vez de sombra... Debe tener un rostro alegre (Conducción del niño, p. 135). Se ha hecho abundante provisión para que todos los que desean vivir una vida piadosa puedan tener gracia y fortaleza mediante Jesús Nuestro divino Redentor... La vida cristiana es una vida de abnegación, de llevar la cruz. Hemos de soportar penalidades como buenos soldados de Jesucristo... No podemos preguntar: ¿Qué es lo que nos conviene? sino solamente: ¿Cuáles son nuestras órdenes? Nadie considera que 1 vida de un soldado sea una vida de complacencia propia y satisfacción egoísta. Hoy estamos en el campo de batalla y dos grandes fuerzas siempre están luchando por la supremacía... Los siervos de Dios han de recibir paz y fortaleza de la Fuente de su fortaleza y al hacerlo, encontrarán que la vida está llena de felicidad y paz (A fin de conocerle, p. 94). Adolecemos de una fe sencilla; necesitamos aprender el arte de confiar en nuestro mejor Amigo. Aunque no lo vemos, Jesús cuida de nosotros con tierna compasión; y se conmueve con el sentimiento de nuestras enfermedades. Nadie acudió jamás a él con fe, en medio de su gran necesidad, y salió descorazonado de delante de él. .. El cristiano es... el hombre más feliz del mundo. Se siente seguro, porque confía en Jesús y se regocija en su presencia (Exaltad a Jesús, p. 370). Viernes 8 de junio: Para estudiar y meditar El hogar adventista, pp. 77-113. Compilador: Dr. Pedro J. Martinez