«Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo.» (Juan 15, 9-11) 1º. Jesús, hoy me revelas claramente el secreto de la felicidad: «Os he dicho esto para que vuestro gozo sea completo.» ¿Cómo no voy a seguir fielmente una receta que viene de Dios, que es el que me conoce mejor? Aunque a veces me pueda parecer un contrasentido, ¿me voy a fiar más de mí que de mi Creador? ¿Quién puede darme mejores pistas sobre qué debo hacer, que aquel que me conoce mejor que yo mismo? Tú me has creado de la nada a tu imagen y semejanza: Tú eres el «inventor», y por ello sabes mejor que nadie cómo funciono, y qué efectos tienen en mí mis propias acciones. Tú sabes bien lo que, en el fondo, me perfecciona como persona o me envilece. Y no sólo eres mi Creador, sino que me amas con amor infinito: «Como el Padre me amó, asíos he amado yo.» Me amas, Jesús, con amor de Dios, con amor divino. ¿Qué he hecho yo para merecer tanto amor? ¿Cómo no voy a estar seguro, sereno, lleno de paz y de alegría, cuando Tú me proteges y me mimas con mil cuidados, cuando eres capaz de dar tu vida por mí? Esta combinación de confianza en tus conocimientos de Creador, y confianza en tus buenas intenciones de Padre, deberían dejarme bien claro que la mejor opción para mi decisión libre, la opción más inteligente, es la obediencia a tus mandatos, el seguimiento de tu voluntad. «Permaneced en mi amor.» Por eso, Jesús, sólo me pides que no te abandone, que no traicione a ese amor tan grande que me tienes, que te devuelva amor por Amor: que te quiera sobre todas las cosas. Y ¿cómo? Guardando tus mandamientos. «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.» Jesús, ayúdame a guardar tus mandamientos, a estar siempre en gracia, a permanecer en tu amor. Es justo que te ame así, porque Tú me has amado primero. «Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (...). Dios nos amó primero. El amor del Dios Único es recordado en la primera de «las diez palabras». Los mandamientos explicitan a continuación la respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a su Dios» (CEC- 2083). 2º. «Nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios» (Camino.- 286). Jesús, Tú quieres que mi alegría sea completa, máxima, y para eso me das este consejo: permanece en Mí, permanece en estado de gracia, porque entonces Yo estoy en tu alma y mi gozo está en Ti. No se trata de estar en gracia sólo en el momento de la muerte para así conseguir la vida eterna. Eso ya es mucho, pero puede ser muy poco si me he pasado la vida haciendo equilibrios con la gracia. Puede ser muy poco porque, efectivamente, nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios. Que me dé cuenta de una vez, Jesús. No vale la pena nada que pueda apartarme de Ti. En el fondo ya lo sé; lo que ocurre es que, a veces, me falta fortaleza para guardar tus mandamientos en determinadas circunstancias o ambientes, o con aquellos amigos, etc....; y pierdo la cabeza. Ayúdame Tú, Jesús. Yo, por mi parte, te prometo poner todos los medios a mi alcance: -cuidar la vista; -no ir a -o dejar de ver- ciertos espectáculos o películas; -ser sobrio en las comidas; aprovechar bien el tiempo; -trabajar con perfección; -acudir con regularidad a los sacramentos; -no dejar suelta la imaginación; -aconsejarme sobre los libros que leo; -ser sincero en la dirección espiritual; -tener devoción a la Virgen, etc. Si me ves empeñado en guardar tus mandamientos, te volcarás y me harás saborear -ya en este mundo y, después, en la vida eterna- esa alegría profunda que hoy me prometes: «para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo.» Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.