Vivir para trabajar: la excesiva jornada de riesgo laboral

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FICHA TÉCNICA
AUTOR: URRUTIKOETXEA BARRUTIA,
Mikel.
TÍTULO: Vivir para trabajar: la excesiva jornada de trabajo como factor de
riesgo laboral.
FUENTE: Gestión Práctica de Riesgos Laborales, nº 77, diciembre 2010.
RESUMEN: El exceso de trabajo es un
factor de riesgo laboral no sólo por la
mayor probabilidad de que dicho riesgo
se traduzca en un daño para el trabajador sino porque puede generar alteraciones de la salud, incluso la propia
muerte, bien por algún tipo de dolencia
directamente conectada con el sobre esfuerzo (paro cardiaco, ictus, etc.), o bien
derivada de algún patología intermedia
como el estrés (que desencadene un
suicidio de origen laboral, por ejemplo).
Además, el tiempo de trabajo, como duración de la exposición a los diferentes
agentes o fenómenos nocivos, puede ser
un factor a valorar en la lesividad de los
diferentes agentes y riesgos laborales.
Y, conviene no olvidar la organización
del tiempo de trabajo, esto es, a aquellos
factores de riesgo que se conectan con
la organización de la jornada como el
trabajo nocturno o a turnos.
DESCRIPTORES:
• Riesgo laboral
• Exceso de trabajo
• Karoshi
Vivir para trabajar:
la excesiva jornada de
trabajo como factor de
riesgo laboral
El tiempo es una condición más de la organización del trabajo. Pero hoy en
día y en nuestro entorno ¿el exceso de jornada sigue siendo un factor real
de producción de riesgos laborales?, ¿qué consecuencias tiene la sobrecarga por la duración excesiva del trabajo?, ¿qué particularidades poseen
los riesgos y accidentes laborales derivados de una jornada excesiva?
Mikel Urrutikoetxea Barrutia, profesor de Derecho de Trabajo y de la Seguridad Social
(UPV/EHU).
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esde el punto de vista normativo,
seguramente, lo primero que puede
llamar la atención al reflexionar sobre el tiempo de trabajo como factor
de riesgos laborales es la práctica ausencia de
referencias sobre el mismo en la Ley más emblemática al respecto, la Ley de Prevención de
Riesgos Laborales (LPRL). Algún autor y alguna
resolución judicial llegan a aseverar, quizás con
excesiva contundencia, que los riesgos del puesto de trabajo están regulados en la LPRL (art. 25,
por ejemplo) y los concernientes a la organización del tiempo en el Estatuto de los Trabajadores (trabajo nocturno y a turnos)1.
D
Esta omisión no significa, en absoluto, la falta
de influjo del tiempo de trabajo y su organización
en las alteraciones en la salud que ocasiona en
el trabajador. Puede significar tan sólo la mayor
antigüedad de las intervenciones limitativas de
la jornada y de la instauración de descansos respecto a la intervención preventiva, punto de vista
más reciente y moderno. De hecho, las intervenciones sobre limitación de jornada y establecimiento de descansos mínimos están presentes
desde el origen fundacional del Derecho de Trabajo (Goerlich Peset, 2009, 17), siendo las primeras normas laborales referidas a la limitación
de jornada con respecto a sujetos específicos
(Ley Benot de 1873, por ejemplo)
De todas formas, en la propia Constitución
Española (CE) se recogen expresamente los dos
mecanismos tuitivos básicos con respecto al tiempo de trabajo: la limitación de jornada y la instauración de periodos de descanso retribuidos.
La proximidad, incluso topográfica pues ambas
confluyen en el art. 40 de la CE, a la seguridad
e higiene evidencia la inclinación protectora de
estas instituciones. De hecho, de los diversos contenidos del tiempo de trabajo (económico, organizativo o de flexibilidad, de reparto de empleo,
etc.) la orientación hacia la seguridad y salud de
los trabajadores es la única con relevancia constitucional expresa (Trillo Párraga, 2010, 132).
El exceso
de trabajo
puede generar
alteraciones de
la salud, incluso
la propia muerte,
bien por algún
tipo de dolencia
directamente
conectada con el
sobre esfuerzo
(paro cardiaco,
ictus, etc.), o
bien derivada de
algún patología
intermedia como
el estrés
generación de riesgos para la seguridad y salud
de los trabajadores. En concreto, se puede incluir
dentro de los que derivan de la organización del
trabajo, estos sí expresamente mencionados en
la LPRL (art. 4.7.d). Sin duda, el número de horas
de trabajo, la cadencia entre trabajos y descansos, el horario, etc. son aspectos que se insertan
en la organización de trabajo.
El tiempo de trabajo puede originar una triple reflexión en cuanto a su percepción desde el
punto de vista preventivo. En primer lugar, aparece como un factor de riesgo propio la prolongación de la jornada, el exceso de trabajo, no sólo
porque a más tiempo de trabajo mayor probabilidad de que el riesgo se traduzca en un daño
para el trabajador2 (Trillo Párraga, 2010, 174),
sino porque el exceso de trabajo puede generar
alteraciones de la salud, incluso la propia muerte, bien por algún tipo de dolencia directamente
conectada con el sobre esfuerzo (paro cardiaco,
ictus, etc.), o bien derivada de algún patología
intermedia como el estrés (que desencadene un
suicidio de origen laboral, por ejemplo). Este primer aspecto se conecta con la jornada, máxima
y extraordinaria, y con los descansos.
En segundo lugar, nos encontramos que el
tiempo de trabajo, como duración de la exposición a los diferentes agentes o fenómenos nocivos, puede ser un factor a valorar en la lesividad
de los diferentes agentes y riesgos laborales. Este
segundo aspecto remite al tiempo de exposición,
diferente con cada agente.
Y por último, nos referimos no tanto a la jornada sino a la organización del tiempo de trabajo, esto es, a aquellos factores de riesgo que se
conectan con la organización de la jornada como
el trabajo nocturno o a turnos. Aquí aludimos a
aquellos aspectos relacionados con la distribución
del tiempo de trabajo, esto es, con la alteración de
la salud que puede ocasionar trabajar en determinados horarios o frecuencias.
Además, la jornada es un factor más de las
condiciones de trabajo que puede influir en la
1 Cf. Abril Sánchez, 2008, 62. La sentencia
en que se basa el comentario es la STSJ
Madrid de 28.03.2007.
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2 El 5,1% de los trabajadores identifica el
exceso de horas trabajadas como causa de
los accidentes de trabajo, cantidad que se
elevaba hasta el 7,4 en el sector agrario - VI
Encuesta de condiciones de trabajo, 2007,
pág. 46.
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(Kanal, 2009, 209)5, con una fuerte identificación
emocional con la empresa y escasos descansos.
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El término es comprensivo tanto de las muertes o las incapacidades laborales de origen cardiovascular debidas a la sobrecarga de trabajo
(accidente cerebrovascular, infarto de miocardio,
insuficiencia cardiaca aguda,…) como de otras
muertes súbitas (por ejemplo, las relacionados
con la demora en el tratamiento médico a causa
de la falta de tiempo libre para ver a un facultativo) y también de los suicidios atribuidos al exceso
de trabajo. En sentido estricto, recibe el nombre
de karo-jisatu o suicidio por exceso de trabajo6
(Kanai, A., 2009, 209). Aun cuando el término
se acuñó en 1982 y se divulgó en Occidente, en
la década siguiente, el primer caso documentado
de karoshi se remonta a 1969. No obstante, inicialmente este tipo de eventos se visualizó como
muertes súbitas ocupacionales. Contrariamente a
lo que pudiera parecer las víctimas iniciales no
eran ejecutivos, sino trabajadores a turnos, conductores, trabajadores de la prensa o televisión,
de la construcción o vendedores (Nishiyama and
Johnson, 1997).
Las largas jornadas y escasos descansos ocasionan, además, una evidente repercusión negativa en
la vida personal y familiar del sujeto, aspectos que inciden en la salud del trabajador afectado.
Más allá de su confluencia en otros riesgos
como factor de exposición a un agente nocivo,
las reflexiones sobre el influjo del tiempo como
aspecto vinculado a la organización de trabajo
como riesgo laboral se suelen centrar en la dimensión cualitativa del tiempo de trabajo, esto
es en su distribución, más que en la cuantitativa
o duración3. Así, en el grueso volumen dedicado
al análisis del influjo de la negociación colectiva
en la salud y seguridad, al abordar el impacto
de la organización del tiempo de trabajo sobre
los riesgos tradicionales y emergentes no se recoge ninguna referencia a la extensión de la
jornada, limitándose a mencionar como riesgos
derivadas de la organización del tiempo de tra-
3 La terminología es de ALARCON CARCACUEL,
1988, 74.
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En 2006 se reconocieron en Japón 560 indemnizaciones por daños de la salud (de ellos
213 eran fallecimientos) ligados a la sobrecarga
de trabajo, incluyendo tanto las enfermedades
cerebrovasculares como los desórdenes mentales (incluyendo la muerte por suicidio). Es relevante precisar que el 40% de los trabajadores
afectados eran menores de 30 años. Dado el
bajo, los que derivan de los turnos y del trabajo
nocturno (Tudela y Valdeolivas, 2009, 104 y ss.).
Sin embargo, nosotros vamos a centrarnos en
la duración de la jornada como factor de riesgo
laboral reflexionando en qué medida la sobrecarga
temporal es un factor real de riesgo laboral.
El exceso a la japonesa: Karoshi
Al reflexionar sobre las consecuencias en la salud
del exceso de jornada de trabajo es inevitable referirse al karoshi, concepto japonés popularizado
en Occidente en la década de los noventa que,
literalmente, significa muerte por exceso de trabajo4. Se utiliza para referirse a fallecimientos de los
trabajadores y, por extensión, a las pérdidas significativas de su salud, ocasionados por la realización de jornadas de trabajo excesivamente largas
4 El Oxford Dictionary define el karoshi como
“meaning death brought on by overwork or
job-related exhaustion”, es decir como la
muerte provocada por el exceso de trabajo o
el agotamiento relacionado con el trabajo.
5 Otras consecuencias negativas en la salud
de los trabajadores derivadas de la realización de esas prolongadas jornadas de
trabajo son, según este autor, el workaholism (la adicción al trabajo) y la ruptura del
equilibrio entre el trabajo y la vida familiar
(KANAI, 2009, 213).
6 En el artículo de Misako Hida, premiado por la
OIT como mejor relato sobre derechos laborales, se relata el suicidio de Yuji Uendan, de
23 años, a resultas de una depresión originada
por el sobre-trabajo; el trabajador temporal
realizaba jornadas de 250 horas mensuales,
trabajando 11 horas diarias e incluso 15 días
seguidos sin descanso (Hoda, 2008, 7). En ese
artículo se cita la estimación de 5000 suicidios
anuales en Japón como derivados de depresiones por exceso de trabajo.
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carácter extremadamente restrictivo de estos reconocimientos se ha estimado que en realidad
el karoshi (y el karo-jitasu) ocasionan la muerte
de 10.000 trabajadores anualmente (Kanai, A.,
2009, 210).
A nuestro juicio se debe soslayar la opción de
visualizar el karoshi como un producto especifico
de la cultura nipona7, ya que sin negar las singularidades culturales e históricas de este país, se
debe tener en cuenta que:
> La expresión death from overwork (muerte
por exceso de trabajo), equivalente al término
karoshi (de hecho se traduce así al inglés), se recoge ya en la obra “El Capital” al dar a conocer la
noticia del fallecimiento de una modistilla londinense de 20 años, acaecida en 1863 y que realizaba jornadas de 16 horas diarias (Marx, 2007,
339). Es posible que la referencia fuera conocida
cuando se acuñó el término japonés en 1982,
pero en cualquier caso, la sobre explotación es
un fenómeno latente en nuestra forma de producción que se reproduce allí donde la acción
colectiva y la intervención tuitiva del Estado no
llega, como en las relaciones laborales de los trabajadores extranjeros irregulares o sin papeles8.
> El karoshi no es tanto un fenómeno exclusivo japonés como el resultado de un modo de
gestión empresarial que, a pesar de denominarse Japanese production management (JPM),
o modelo de gestión japonesa (Nishiyma and
Johnson, 1997), vulgarizado en Occidente como toyotismo, es extrapolable a otros países y
contextos. Este estilo de gestión se singulariza
por reducir el coste de trabajo eliminando todo lo que no sea absolutamente esencial para
la producción. En el ámbito laboral ese modelo
de gestión se caracteriza por la individualización
de las relaciones laborales y por la eliminación
7 En la actualidad el fenómeno se ha extendido a otros países asiáticos como China,
allí se denomina guolaosi, donde es noticia
el suicidio por sobrecarga de trabajo de
nueve empleados jóvenes de la empresa
que produce y ensambla el IPad y otros
productos de la empresa Apple.
8 Dejours defiende que la duración real de
trabajo sigue creciendo, bien por la deslocalización externa o bien por los que
podemos denominar deslocalización interna (subcontratación, autónomos, irregulares,…) (DEJOURS, 2009, 60).
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de los valores colectivos de los trabajadores,
que son considerados como un lastre u obstáculo
para la intensificación de la producción (Nishiyama and Johnson, 1997). En la medida que ese
modelo de gestión se ha universalizado o, al menos, los valores que encierra se han generalizado
en las empresas del resto del mundo, el reverso
oscuro de este sistema, incluyendo el karoshi,
puede extenderse a otros países y contextos. De
hecho, Dejours estima que la evaluación individualizada del rendimiento y la calidad total, dos
características intrínsecas del toyotismo, se aúnan para provocar la sobrecarga de trabajo que
conllevan una explosión de patologías de sobrecarga, entre las que cita el burn out, el karoshi
y los trastornos músculo-esqueléticos (Dejours,
2009, 200).
> Si bien es cierto que las jornadas de trabajo
en Japón superan lo habitual en otros países desarrollados9 (Hida, 2008, 7), se debe matizar que la
jornada legal es de 40 horas semanales y 8 diarias. Más allá de poseer ciertas singularidades normativas, como la inexistencia de un tope legal para
las horas extraordinarias o un periodo vacacional
inferior, con una media de 16 días para un trabajador fijo (Japón no ha ratificado el convenio 132
de la OIT sobre vacaciones remuneradas), es la
prolongación irregular o de facto donde se singulariza Japón, ya que es el país con mayor número de
horas extras no remuneradas (Mizunoya, 2002).
De hecho, el trabajador sólo disfruta de una media
nueve días de vacaciones (Hartani, 2001). Este
dato alerta en el sentido de que también fuera de
ese país factores extralegales pueden presionar
para ocasionar jornadas excesivas, contraviniendo
los límites legales.
Aunque se suele citar como causas de estas largas jornadas la necesidad permanente de
los trabajadores de mejorar sus ingresos, en la
estructura de las relaciones laborales centrada
en la empresa y el estilo holístico de gestión de
personal en el país (Hartani, 2001), nos encontramos con la pérdida de entidad de la persona
9 Japón es el país que mayor proporción ostenta de empleados que efectúan jornadas
superiores a las 50 horas semanales. En
el artículo de NISHIYAMA y JOHNSON se
refiere la muerte de un trabajador que realizaba una jornada anual casi imposible de
creer, 5700 horas, esto es, más de 15 horas
cada uno de los 365 días del año.
del trabajador, de sus intereses y derechos, frente
al valor social de la empresa y eso no es un fenómeno exclusivamente japonés.
¿Es la duración de la jornada
un factor de riesgo laboral?
En principio podría parecer que la jornada excesiva se encuentra conjurado en nuestro sistema
jurídico por la existencia de limitaciones de orden
público del número de horas de trabajo y por el
paralelo establecimiento de diversos descansos
mínimos, por lo que las actuales reducciones
de la duración del trabajo cumplen un objetivo
distinto del preventivo, estando más orientadas a
la conciliación o al reparto de empleo (Monereo
y Gorelli, 2009, 58). El exceso de trabajo aparece como algo superado, ligado al sistema de
producción fordista, si bien se denuncia que la
implantación de una sociedad postindustrial con
predominio del sector servicios conlleva flexibilizar
la jornada de trabajo y la disponibilidad del trabajador en grandes periodos de tiempo (Lousada
Arochena, 2009, 27).
Según se afirma la duración de la jornada debe extenderse por encima de las 50 horas semanales (80 horas según otras fuentes10) para ser
considerada un factor intrínseco de insalubridad
laboral, duración que se estima como el límite
del trabajo saludable (Monereo y Gorelli, 2009,
57), lejos en cualquier caso de lo permitido por
la legislación comunitaria o interna.
Sin entrar a discutir la validez de esas cifras o
límites, nunca serían absolutos como ilustra que
en determinados trabajos se fijen mínimos legales
inferiores (Cf. RD 1561/1995). Sin embargo, tres
factores se deben sopesar para no eludir de manera demasiado rápida la existencia de este riesgo
en nuestras relaciones laborales:
> En primer lugar, como alerta Dejours, a la
hora de ponderar la repercusión de la jornada de
trabajo en la salud se debe tener muy presente
el desfase irreductible que separa la organización
prescrita del trabajo y la organización real de éste
10 El cambiante mundo del trabajo, Magazine 2,
1999, Agencia Europea de la Salud y Seguridad en el Trabajo.
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(Dejours, 2009, 42). Seguramente la distancia
entre la jornada teórica y la real será muy significativa ya que nos encontramos en un sistema productivo donde la flexibilidad se consigue
fundamentalmente a través de las horas extras
realizadas por la propia plantilla, sin recursos a
planificaciones complejas de la organización de
trabajo. No es un secreto la existencia de un número importante de horas extraordinarias (De
La Fuente Lavín, 2002,118), no declaradas, por
encima de las legales11 de tal manera que la jornada real media es una incógnita pero supera,
seguro, el máximo legal (Alarcón Caracuel, 2007,
44). Además, las jornadas se vuelven más largas
con los trabajadores con menor poder negocial
(trabajadores extranjeros irregulares, por ejemplo).
Según la “VI Encuesta nacional de condiciones de trabajo (2007)” la media de horas trabajadas por semana es de 39,89 horas, justo en el
límite del máximo legal, pero por sectores tanto
en el agrario (44,6 horas), como en el industrial
(41,2 horas) o en la construcción (42,5 horas) se
supera con holgura la jornada máxima12. Al tratarse de medias se debe suponer que existirán extremos que exceden de esa cifra. En este mismo
sentido, el 45,6% de los trabajadores afirma que
prolonga habitualmente la jornada y el 19% de
todos los trabajadores lo hace sin ningún tipo de
compensación adicional13.
> Un segundo aspecto a considerar es que la
limitación de la jornada y los diversos descansos
se refieren a un trabajador en un único contrato
de trabajo. Nada impide que el trabajador pluriempleado o pluriactivo supere el tope legal con
la suma de las jornadas que realiza en cada em-
Japón es el
país que mayor
proporción
ostenta de
empleados que
efectúan jornadas
superiores a
las 50 horas
semanales
presa o actividad14. Aún más, podemos encontrarnos con un trabajador a tiempo parcial con diversos contratos, con una jornada por debajo de
la habitual en cada marco de referencia, para el
que no existen limitaciones para que la suma de
sus jornadas parciales supere los límites de la jornada máxima o no se respeten los descanso inter
jornadas o semanales, por ejemplo. Igualmente,
como se comenta por algunos autores, la concentración en un mismo trabajador de altas dosis
de flexibilidad interna y externa ocasiona que se
pueda superar con holgura la jornada legal. Esto
es, si a un trabajador temporal se le intensifica
la jornada sin compensación puede llegar incluso a realizar 792 horas de trabajo por trimestre
o 2.968 horas anuales. Se trata de un mecanismo legal pues la intensificación es aceptable y
la compensación no ocurre porque se acaba el
contrato, pero que puede producir que en los sucesivos contratos el trabajador supere con mucho
la jornada legal, pues las limitaciones de jornada
sólo se aplican en cada contrato (Baylos, Ruiz
Castillo y Trillo, 2010, 6 y 8).
Existen además otros colectivos ajenos a las limitaciones de la jornada como son los que ostentan un contrato de trabajo a domicilio, los trabajadores autónomos económicamente dependientes
(TRADES) o diversas relaciones especiales como
la de los representantes de comercio o la de los
altos cargos directivos.
> Un tercer aspecto a ponderar es que existen fórmulas de organizar el trabajo dentro de
los marcos legales que pueden generar prolongadas estancias en el centro de trabajo aunque
en periodos cortos de trabajo15, opción que se
maximiza en el trabajo a turnos y que se extrema
con las dobladas o jornadas de turnos continuas.
Las reglas mínimas de la propuesta de Directiva
comunitaria sobre el tiempo de trabajo propician
11 Más de 525 horas extras en el último año
se dan por realizadas por el trabajador
implicado en la STSJ Madrid 323/2008, de
31 de marzo.
12 VI encuesta de condiciones de trabajo,
2007, pág. 51. De otras estadísticas se
constata que en determinados sectores
las horas habituales son muy elevadas con
respecto a los números generales. Así en
la CA País Vasco se constatan 45,3 horas de
trabajo semanal en la agricultura (ganadería, caza y silvicultura) y se llegan hasta las
52,3 horas en la pesca y acuicultura (datos
referidos al año 2001 y obtenidos desde el
EUSTAT).
13 VI encuesta de condiciones de trabajo,
pág. 56.
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Gestión Práctica de
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14 Como específica Fita Ortega el descanso,
los diferentes tipos de descanso son un
derecho y no un deber, cuya contravención
no es directamente perseguible en los supuestos de pluriempleo o pluruactividad.
Indirectamente, en la medida que suponga
disminución voluntaria y continuada del rendimiento, puede justificar un despido disciplinario (FITA ORTEGA, 1999, 65 y 66).
15 Dentro de la regulación legal no es imposible una jornada de 12 horas al día, 7 días
a la semana, durante 11 días consecutivos
(FITA ORTEGA, 1999, 120).
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Según la “VI Encuesta Nacional de condiciones de trabajo (2007)” la media de horas trabajadas por semana es de 39,89 horas, justo en el límite del
máximo legal, pero por sectores tanto en el agrario (44,6 horas), como el industrial (41,2 horas) o la construcción (42,5 horas) se supera.
esta interpretación flexibilizadora y contraria a la
perspectiva preventiva, pues se llega a proponer
validar como admisibles jornadas de hasta 60
horas en siete días en un promedio de tres meses, o de 65 en situaciones donde las guardias
se consideren tiempo de trabajo. Como sentenciaba Fita Ortega la pugna entre la flexibilidad y
la seguridad y salud de los trabajadores en la
ordenación del tiempo de trabajo se decantó ya
a favor de la primacía de la primera en las reformas de los años 90 y posteriores (Fita Ortega,
1999, 120).
Consecuencias en la salud
Como afirma Trillo Párraga es una quimera pensar que un trabajador puede superar los límites
convencionales o legales referidos a la jornada de
trabajo sin padecer daños en su integridad física
y/o psicológica a pesar de que se cumplan las
obligaciones específicas contenidas en la Prevención de Riesgos Laborales (Trillo Párraga, 2010,
243). Sin atender a las limitaciones de jornada y
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sin cumplir los descansos pertinentes no cabe un
trabajo decente y seguro.
de un accidente de trabajo a consecuencias de la
mayor fatiga del trabajador, por ejemplo.
Las consecuencias negativas para la salud
del trabajador que realiza largas jornadas de trabajo se vinculan a la sobrecarga de trabajo. Si
entendemos que la carga de trabajo es “el conjunto de requerimientos psico-físicos a los que el
trabajador se ve sometido a lo largo de la jornada
laboral” (NTP 177) el exceso de jornada puede
provocar tanto un sobre-esfuerzo físico como psicológico. Aunque se suelen calificar los riesgos
laborales derivados del exceso de tiempo de trabajo como psicosociales (Rivas Vallejo, 2009,3)
quizás se deba matizar ligeramente este aspecto.
Es obvio que el tiempo de trabajo es un aspecto
derivado de la organización de trabajo y que el
exceso en su duración puede tener implicaciones nocivas para la salud del trabajador de forma
mediata a través del estrés. Ahora bien, el tiempo
es también una dimensión física del trabajo, por
lo que puede producirse una sobrecarga por el
volumen de trabajo, que genere una repercusión
directa e inmediata en la salud, como resultado
De hecho, entre las consecuencias lesivas se
pueden citar el aumento de riesgo de accidente
de trabajo por un mayor cansancio, no compensando por descansos legales, una mayor propensión a sufrir enfermedades cardiovasculares o
accidentes cerebro-vasculares y un incremento
del estrés laboral y de las dolencias a él asociadas, incluidos supuestos de suicidio laboral. Además, el exceso de jornada puede estar asociado
al presentismo laboral entendido como una presencia ineficaz en el trabajo ocasionado por una
mayor presión laboral, que implica trabajar sin
estar en condiciones para ello (Flores-Sandi, G.,
2006). Obviamente, las largas jornadas y escasos descansos ocasionan, además, una evidente
repercusión negativa en la vida personal y familiar del sujeto, aspectos que inciden en la salud
del trabajador afectado.
Procedemos a realizar un expurgo de la jurisprudencia que, sin pretender agotar la materia,
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> RIESGO LABORAL
ilustre sobre algunas posibles consecuencias lesivas en la salud del exceso de jornada.
> El exceso de jornada y el incumplimiento de
los descansos preceptivos ocasionan un incremento del riesgo de accidente de trabajo. Así, en
la STSJ Cataluña 7951/1999, Sala de lo Social, de
8 noviembre, se considera que la causa eficiente
del accidente sufrido por el trabajador, un conductor, fue la prolongación de la jornada y la falta de
descanso entre jornadas. De manera similar en la
STSJ País Vasco 272/2001 (Núm. 5), de 22 junio,
se considera que la muerte en accidente de tráfico del conductor debe calificarse como accidente de trabajo dada la vinculación directa entre el
evento y el incumplimiento de jornada por parte
de la empresa16.
> El exceso de trabajo puede generar estrés laboral y la desatención de este riesgo se considera
infracción de las obligaciones preventivas y contractuales del empresario y, por tanto, motivo suficiente para la resolución indemnizada del contrato
ex art 50 LET. Así, en la STSJ Madrid 796/2005,
de 5 octubre, se constata que el trabajador efectúa largas jornadas de trabajo (cerca de 12 horas
diarias sin apenas pausa para comer) y a pesar de
ser diagnosticada su baja como estrés laboral17, la
empresa se niega a tomar ninguna medida, ni a
reducir su jornada, ni a dotarle de otros medios humanos, peticiones que reitera el trabajador varias
veces. Todo ello lleva a que el Tribunal entienda
que el empresario ha incumplido su obligación de
preservar la salud del trabajador, de tal manera que
la situación lesiva se ha agravado convirtiéndose
en un síndrome ansioso depresivo, sin que el hecho de que el trabajador fundamentara su demanda en sufrir acoso laboral sea obstáculo para ello.
Se debe remarcar que la situación de estrés
puede producir o coadyuvar al surgimiento de
otras patologías como las que mencionamos
seguidamente.
16 En la STSJ Cantabria 16/07/2004 se considera que la muerte del trabajador está vinculada al cansancio generado por la prologanda jornada en especiales condiciones de
inclemencia climatológica, contraviniendo lo
preceptuado en el art 24 del RD 1561/1995.
17 En la sentencia de instancia (SJS 33 Madrid
796/2005, de 5 octubre) se considera expresamente que la situación estresante es el
exceso de trabajo y jornada.
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Gestión Práctica de
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> Las enfermedades cardiovasculares (infarto
de miocardio) o los accidentes cerebro-vasculares (ictus) pueden ser ocasionados por el exceso
de trabajo, por la sobrecarga temporal de trabajo.
Así parece inferirse, por ejemplo, de lo relatado
en la STS, de 14 de abril de 1988, donde el fallecimiento del trabajador por infarto de miocardio se considera accidente de trabajo, debido al
estrés laboral, soportando una jornada de trabajo
mayor de la normal hasta el punto de que en
año anterior a su muerte había disfrutado únicamente de ocho días de vacaciones18. Téngase en cuenta que dada la dicción del art. 115.1
LGSS que considera accidente de trabajo los que
ocurren tanto con ocasión como los acaecidos
por consecuencia del trabajo, se admite una conexión directa o indirecta con el trabajo. Además,
dada la presunción a considerarlo el evento lesivo accidente de trabajo si ocurre en tiempo y
lugar de trabajo (art. 115.3 LGSS) las sentencias
no suelen necesitar remarcar aspectos como
éste de la sobrecarga temporal de trabajo para
apreciar estas enfermedades como accidentes
de trabajo.
Repercusiones jurídicas
> La sobrecarga temporal o el exceso de trabajo puede inducir una situación depresiva, reactiva
a estrés laboral, que incluso puede culminar con
el suicidio del trabajador. Así, en la STSJ Madrid
323/2008, de 31 de marzo, se considera que el
suicidio deriva de una situación de estrés que a
su vez fue generado por la presión continua de
la dirección para la realización de horas extras.
Se trata de un trabajador, hornero, con un horario de 1.826 horas y que el año anterior a su
muerte había realizado más de 525 horas extras
irregulares o fuera de nómina. La personalidad
previa, especialmente puntilloso y cumplidor en
este caso, no es óbice para que se considere que
la causa eficiente de la autolisis sea la sobrecarga
de trabajo19.
18 En un sentido similar la SSTS de 10-11-87 y
de 15-7-88.
La lesión o pérdida de salud que guarde relación directa con la prolongación de la jornada y
con la inobservancia de los descansos se debe
reputar como accidente de trabajo. Es cierto que
la presunción de laboralidad del evento lesivo
acaecido en tiempo y lugar de trabajo restringe
la importancia de esa implicación. Pero debe recordarse que el concepto de accidente de trabajo
también comprende los estallidos lesivos ocurridos fuera del tiempo y lugar de trabajo, ajenos a
la presunción de laboralidad, por tanto, y que, sin
embargo, pueden reputarse como accidentes laborales de existir una conexión con la realización
de una jornada excesiva de trabajo. Si bien aquí
quien lo afirme estará obligado a probar la relación causal (véase en este sentido STSJ Madrid
323/2008, de 31 de marzo, donde el suicidio
que ocurre fuera del tiempo y lugar de trabajo se
califica como accidente de trabajo dado su conexión con la excesiva jornada realizada).
19 En un sentido similar se puede citar la STSJ
Cataluña 6260/2009, de 1 de septiembre
donde la personalidad previa del trabajador
suicida, en este caso un ingeniero que sufría trastorno bipolar, no supone obstáculo
para que se aprecie que el detonante de la
crisis sufrida por el trabajador sea la tensión generada por el trabajo y la sobrecarga
de trabajo (que le obligaban a realizar horas
extras para cumplir los plazos del proyecto
que dirigía).
Entendemos, de acuerdo con lo afirmado
más arriba en el punto uno, que es de aplicación
el recargo de prestaciones cuando la prestación
deriva de un incumplimiento empresarial de la
normativa sobre jornada y descansos (Cf. en este sentido STSJ Cataluña 7951/1999, Sala de lo
Social, de 8 noviembre).
Desde el punto de vista jurídico es necesario remarcar algunos aspectos sobre los riesgos y daños que derivan de la realización de una jornada
superior a la legal o sin respetar los descansos
mínimos. Debe precisarse que, en general, la existencia de un accidente de trabajo o de un riesgo
laboral, no conlleve necesariamente la existencia
de una conducta dolosa por parte del empresario.
Sin embargo, al tratarse de un incumplimiento de
una norma de derecho necesario, como es la que
concierne a las jornadas máximas y descansos mínimos, siempre estaremos ante un incumplimiento contractual y además ilícito.
La vulneración de las normas sobre jornada,
tiempo de trabajo y de descanso ha de considerarse también una infracción de las normas de
Prevención de Riesgos Laborales siempre que, al
incumplirse aquellas normas, se haya generado
o incrementado un riesgo para la salud y seguridad de los trabajadores (Cf. en este sentido STSJ
Cantabria 16/07/2004).
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Las infracciones o incumplimientos referidos a
la jornada y descansos pueden entenderse como
causa suficiente para la resolución del contrato por
incumplimiento de las obligaciones contractuales
ex artículo 50 del ET (Cf. en este sentido la STSJ
Madrid 796/2005, de 5 de octubre), entendiéndose que la inobservancia de las normas garantizadoras de la seguridad y salud constituyen un
incumplimiento del contrato de trabajo (Rivas Vallejo, 2009,88).
Por último, cabe considerar el incumplimiento de la normativa que genere un daño a la salud
de los trabajadores como un ilícito administrativo
(la LISOS en el artículo 7.15 recoge expresamente la infracción por incumplimiento de la jornada,
pero también sería de aplicación, en su caso, el
art. 8.16) o penal. Por ejemplo, la SAP Madrid,
Sección 23ª, 63/2004 de 12 julio, considera aplicable el art. 311.1 CP a una situación donde a los
trabajadores, menores de edad, se les somete a
un trato laboral sin tener cuenta ninguna medida
de seguridad e incumpliendo las normas sobre
jornadas máximas y descansos.
manera, y que implica no sólo un desgaste o riesgo para el trabajador sino también un ilícito laboral (administrativo, contractual e incluso penal).
Sólo la relectura de las relaciones laborales desde
la compresión del trabajador como un sujeto de
derechos, a quien la excesiva jornada siempre
degrada, puede posibilitar un cambio transcendente en este ámbito.
En cualquier caso sería oportuno establecer
algún tipo de limitación o control, al menos, sobre
las situaciones que se escapan de las limitaciones
legales de la jornada como pueden ser el pluriempleo, la pluriactividad o el trabajo a domicilio.
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BIBLIOGRAFÍA
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El hecho de que la sobre-carga de trabajo,
desde punto de vista temporal, conlleve normalmente la vulneración de la normativa sobre jornadas y descansos no debe inducir a pensar que
no se pueda realizar una actividad preventiva al
respecto. Se trata de un factor de la organización
del trabajo, susceptible de ser dispuesto de otra
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