RETIRO: PRIMER DÍA “CON MARIA PARA UN NUEVO COMIENZO”. FOURVIÈRE, PROMESA RENOVADA INTRODUCCIÓN El 23 de julio de 1816, al día siguiente de su ordenación, un grupo de jóvenes sacerdotes, llenos de ilusión, se encamina hacia el Santuario de Fourvière, en Lyon. A los pies de Nuestra Señora, en la capilla pequeña que tengo detrás, hacen su promesa de constituir la Sociedad de María. En 2016 celebraremos los 200 años de esa promesa. Por eso, el segundo año, desde julio 2015 hasta julio 2016, nos presidirá el icono de Fourvière. Desde el inicio, los primeros maristas imaginan la Sociedad de María como un gran árbol con diferentes ramas: religiosos sacerdotes, religiosos hermanos, religiosas y laicos. El proyecto no obtuvo el reconocimiento eclesial en aquel entonces; quizás la coyuntura histórica no era la adecuada. Hoy día, las circunstancias son muy distintas. Reconocemos con agradecimiento que el Espíritu Santo ha hecho florecer entre nosotros la vocación laical marista. Miles de laicos y laicas de todo el mundo se sienten llamados a vivir el evangelio a la manera de María, según la tradición del P. Champagnat y de los primeros hermanos. Los orígenes de la Sociedad de María nos recuerdan que religiosos y laicos estamos asociados para la misión, y llamados a ofrecer el rostro mariano de la Iglesia, con nuestra manera peculiar de ser y de construir Iglesia. Nuestro último Capítulo general nos invitaba a una nueva relación entre hermanos y laicos, para servir mejor a la apasionante misión que la Iglesia nos confía. El mismo Capítulo decía: Contemplamos nuestro futuro marista como una comunión de personas en el carisma de Champagnat. Permanecemos, pues, abiertos a la creatividad del Espíritu Santo, que nos puede llevar, quizás, por caminos totalmente insospechados. “Nos dio el nombre de María”. ORACIÓN DE LA MAÑANA Motivación: Estamos donde estamos como Instituto y como personas; somos los que somos… ¿quién nos ofrece una visión que nos ilusione para continuar construyendo el futuro? Canción: María, sueño de amor Fuiste ilusión para Dios, un sueño de su amor. En tu vida transparente, su bondad él derramó. En silencio te entregaste sin temor. Le ofreciste tus manos vacías, ni una queja de tus labios brotó. En tu ser sencillo y frágil se hizo hombre nuestro Dios Y en el “hágase” llegó al mundo el amor. Quiero María que en mi nazca Jesús. Que crezca al calor del corazón Que mi vida sea suya, que mi vida sea luz, que yo sepa seguirle hasta la cruz Quiero María que me enseñes a ser fiel a gritar en el silencio la verdad A sufrir con alegría, a vivir en libertad, a llevar el amor de Cristo a los demás. En tu pequeñez, Él se fijó. Fuiste un proyecto de su amor. Proclamaste la grandeza de aquel que te modeló Maravillas en ti hizo el Señor. Mi vida te ofrezco hoy, hazme dócil a su voz Quiero ser un instrumento en las manos de mi Dios, quiero, Madre, darle a Él mi corazón. María, nuestra fuente de renovación Leemos despacio y con cariño estas palabras de nuestro Superior General en la circular: NOS DIO EL NOMBRE DE MARÍA Hacemos ecos de alguna de las partes y rezamos un Avemaría Nos sentimos impulsados por Dios a salir hacia una nueva tierra, que favorezca el nacimiento de una nueva época para el carisma marista. Esto exige que estemos dispuestos a movernos, a desprendernos, a comprometernos en un itinerario de conversión tanto personal como institucional en los próximos ocho años. Hacemos este camino con María, como guía y compañera. Su fe y disponibilidad para con Dios nos animan a realizar esta peregrinación. (XXI Capítulo general.) Os toca hoy manifestar de manera original y específica la presencia de María en la vida de la Iglesia y de los hombres, desarrollando para ello una actitud mariana, que se caracteriza por una disponibilidad gozosa a las llamadas del Espíritu Santo, por una confianza inquebrantable en la Palabra del Señor, por un caminar espiritual en relación con los diferentes misterios de la vida de Cristo y por una atención maternal a las necesidades y a los sufrimientos de los hombres, especialmente a los de los más sencillos. (Juan Pablo II a los Capítulos generales de la Familia marista, 2001) Con María, que ‘parte deprisa’, nos sentimos llamados a vivir nuestra vida como servicio y a llevar a Jesús a los demás. En ese servicio, los niños y jóvenes más vulnerables tienen nuestra preferencia. Con ellos y por ellos, juntamente con muchas otras personas de buena voluntad, contribuimos a hacer un mundo mejor, más habitable y fraterno. Nuestra perspectiva para mirar al mundo es la de Jesús, quien, al ponerse a lavar los pies, lo mira ‘desde abajo’. Construimos comunidad entorno a María, como los apóstoles en Pentecostés. Nuestras comunidades religiosas o laicales son lugares donde se desarrollan nuestras cualidades humanas y espirituales, y son evangelizadoras a través de su testimonio de amor fraterno. Fieles a nuestro espíritu de familia, acogemos como hermano o hermana, de manera incondicional, a cualquier persona. De María, nuestra buena Madre, aprendemos a ejercitar la ternura y la compasión. María en la Anunciación es nuestro modelo de apertura al Espíritu, a quien escucha atentamente en el silencio y a cuya acción se abandona. Como Ella, que ‘guardaba y meditaba todas las cosas en su corazón’, buscamos ser contemplativos en la acción. Nuestra oración, fieles a la tradición marista, es sencilla, inserta en la vida cotidiana, pero también con tiempos específicos para la contemplación. Nos educamos y educamos para la interioridad, promovemos la sensibilidad y la apertura ante la belleza. Oración final: María, aurora de los nuevos tiempos, te doy gracias porque siempre lo has hecho todo entre nosotros y así sigue siendo hasta el día de hoy. Me pongo confiadamente entre tus manos y me abandono a tu ternura. Te confío también a cada una de las personas que, como yo, se sienten privilegiadas de llevar tu nombre. Renuevo en este día mi consagración a ti así como mi firme voluntad de contribuir a construir una Iglesia que refleje tu rostro. Tú, fuente de nuestra renovación, acompañas mi fidelidad, como acompañaste la de quienes nos precedieron. En este camino hacia el bicentenario marista siento tu presencia junto a mí y por ello te doy las gracias. Amén Para la mañana de reflexión EL TIEMPO DE CHAMPAGNAT Y EL NUESTRO… La vida cotidiana está llena de hechos, silencios y voces que expresan una parte de la realidad que muchas veces nos arrastra. Esta realidad afecta de manera diferente a cada una de las personas; sin embargo para el creyente, le es necesario entrar a esta realidad con calma, con sensibilidad y con mirada de fe para abordarla y asumirla con compromiso. Marcelino Champagnat, vivió de manera intensa su realidad, escuchó con atención y desde allí, tomo opciones de vida y misión. En sus escritos describe aspectos de esa realidad, sobre todo la que más le impacta y afecta. Te invitamos a leer estos textos cortos CONTEXTO DE LA ÉPOCA DE MARCELINO: Carta que dirige a la Reina para que interceda ante el rey sobre los la aprobación de los estatutos. Hace una reseña de las razones para fundar la sociedad de hermanos. “Elevado al sacerdocio en 1816, fui enviado a un municipio del cantón de St. Chamond (Loire). Lo que vi con mis propios ojos en este nuevo puesto, referente a la educación de los jóvenes, me recordó las dificultades que yo mismo había experimentado a su edad, por falta de maestros. Me apresuré, pues, a poner en práctica el proyecto que tenía para crear una asociación de Hermanos maestros para los numerosos municipios rurales, cuya pobreza no les permite tener Hermanos de las Escuelas Cristianas. A los miembros de esta nueva sociedad les di el nombre de María, convencido de que este solo nombre atraería un gran número de candidatos. El rápido éxito, pese a la falta de recursos temporales, ha sobrepasado mis esperanzas y confirmado mis conjeturas. En 1824, con la ayuda de Monseñor de Pins y de la buena gente de la región, construí una casa para el noviciado. Hoy día, contamos en la Sociedad ciento cuarenta miembros, ochenta de los cuales trabajan como maestros en gran número de municipios. Nos llegan muchas peticiones para fundar nuevas escuelas en cuanto tengamos elementos ya formados. Al autorizarnos, el Gobierno facilitará especialmente nuestro desarrollo; la religión y la sociedad sacarán gran provecho”. CARTA 59 a la Excelsa Reina “La impiedad ha causado profundas heridas en la religión. Pero la mayor, la que agrava y perpetúa todas las demás, es la ruina casi universal de la educación doméstica. Efectivamente, la mayoría de los padres ya no educan religiosamente a sus hijos, ora porque se hallan enfrascados en los asuntos materiales, ora porque conocen poco la religión, al no haber sido tampoco instruidos de pequeños, ya, sobre todo, porque al ser ellos mismos irreligiosos, lógicamente no les preocupa la salvación de sus hijos. Por eso, gran número de jóvenes se hallarían sumidos en la ignorancia de las verdades de la fe cristiana y enredados en el vicio si Dios, en su infinita misericordia, no se apiadase de ellos suscitando maestros piadosos que se preocupen de su educación cristiana. Esta misión es excelsa y tan grande que no bastan las antiguas congregaciones para atenderla. Por eso ha suscitado Dios en la Iglesia otras muchas, de reciente creación, que han adaptado sus Reglas y modo de destinar a sus miembros en las parroquias a las necesidades de los tiempos y a la misión que estaban llamadas a desempeñar (XXVIII)”. (Último párrafo de introducción de la Biografía de M. Champagnat ) Revolución francesa Fue un proceso social y político que se desarrolló entre 1789 y 1799 cuyas principales consecuencias fueron la abolición de la monarquía absoluta y la proclamación de la República, eliminando las bases económicas y sociales del Antiguo Régimen. Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía durante 75 años después de que la Primera República cayera tras el golpe de estado de Napoleón, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la ciudadanía, y en algunas ocasiones las masas populares, comenzaron a ser la fuerza política dominante en el país. Este tiempo del que hablamos era un período de fermento en la Iglesia de Francia. Courveille, Déclas y sus compañeros (Champagnat) habían nacido justo antes o durante los primeros años de la revolución Francesa, que inició en 1789. Mientras eran seminaristas, Napoleón gobernaba Francia y gran parte de Europa. Pero, desde 1813, su imperio comenzaba a desmoronarse. Fue finalmente derrotado en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815. Francia tuvo una vez más un rey legítimo, Luis XVIII, hermano de Luis XVI, que había sido guillotinado. A pesar, o quizás debido a las dificultades y persecuciones, la Iglesia en Europa estaba experimentando una nueva era de vigor y creatividad. Esto se expresaba en la fundación o refundación de congregaciones religiosas y en un renovado espíritu misionero, que estaba dirigido en parte a recuperar a aquellos que se habían vuelto hostiles o indiferentes al cristianismo. (Subiendo a Fourvière. Justin Taylor (sm) Pág. 10) Preguntas de reflexión personal y posteriormente en grupo: 1.- ¿Qué vive o nota Marcelino en su propia realidad? ¿Cómo le afecta? 2.- Te invitamos a detenerte por un momento y describir los aspectos de tu propia realidad, de tu entorno y expresar lo que más te afecta de ella. a) Qué noto o vivo en mi propia realidad y entorno en estos tiempos? b) ¿Cómo me afecta? c) ¿A qué me invita? FUENTE DE INSPIRACIÓN DE LA SOCIEDAD DE MARÍA... “La primera inspiración de la Sociedad de María o de los Maristas fue dada en la catedral del Puy, al pie del altar mayor donde está la estatua milagrosa de la divina María, el 15 de agosto de 1812, y eso fue reiterado varias veces hasta 1814” (Carta de Courveille al Padre Marista Gabriel-Claude Mayet) A los diez años de edad, Jean Claude Courveille, quien había nacido no lejos de la antigua catedral de la ciudad de Le Puy, contrajo viruela, que lo dejó casi ciego (probablemente a través de una cicatrización de la córnea), condición que los médicos declararon incurable. Esto hizo imposible su deseo de llegar a ser sacerdote. En 1809 fue en peregrinación a nuestra señora de Le Puy y frotó sus ojos con aceite de una lámpara que ardía frente a su estatua. Inmediatamente pudo ver perfectamente, incluso los objetos más pequeños en la Catedral y desde entonces no tuvo más problemas con su vista. En 1810, ante la misma estatua milagrosa, prometió a la Santísima Virgen entregarse por completo a Ella, hacer cuanto Ella quisiera por la gloria de Nuestro Señor, por su honor y por la salvación de las almas. Toda su mente estaba en ser sacerdote y en dedicarse, mediante la entrega al ministerio sacerdotal, al cumplimiento de ese triple voto. En 1812, al renovar la misma promesa hacha a María al pie del mismo altar, “oyó, no con los oídos corporales, sino con los del corazón, interiormente pero con toda claridad” las siguientes palabras: “Esto es... lo que yo deseo. Así como he imitado siempre en todo a mi divino Hijo, y lo he seguido hasta el Calvario, permaneciendo en pie ante la cruz hasta que entregó su vida por la salvación de los hombres, igualmente, ahora que estoy en la gloria con Él, le imito en lo que hace en la tierra por la Iglesia, de la que soy protectora y como ejército poderoso para la defensa y salvación de las almas. Así como en los tiempos de una horrorosa herejía, que iba a transformar a toda la Iglesia, suscitó a su siervo Ignacio para formar una sociedad que llevara su nombre, y los que la formaban se llamaron Jesuitas, con el objeto de luchar contra el infierno que enfurecía contra la Iglesia de su Divino Hijo, del mismo modo ahora quiero, y esa es la voluntad de mi adorable Hijo, que en estos últimos tiempo de impiedad y de incredulidad haya también una sociedad consagrada a mí, que lleve mi nombre y se llame Sociedad de María y que quienes la componen se llamen también Maristas...” En el seminario Mayor de Lyon, Courveille comenzó a hablar con Déclas de sus planes para una Sociedad de María como contrapartida de la Sociedad de Jesús. Después de las vacaciones, al principio del año escolar 18151816, ambos comenzaron a reclutar entre sus compañeros seminaristas. Courveille habló con Marcelino Champagnat, Déclas habló con Étienne Terraillon y Juan Claudio Colin. Terraillon recordó cuando Déclas les dijo citando a Courveille: “Donde quiera que Jesús tiene un altar, María tiene también el suyo... Jesús tiene su sociedad: convendría, pues, que María tenga también la suya...” Ellos se sintieron “fuertemente impresionados” por estas palabras y “quedaron como estupefactos.” Al final, unos quince o dieciséis seminaristas estaban por lo menos interesados en el proyecto. Dos temas se repitieron en sus discusiones: su dicha de ser los “primeros hijos de María”, y “las grandes necesidades de los pueblos”. También habrían discutido sobre las maneras en las que, como hijos de María, se proponían satisfacer esas necesidades. De vez en cuando, Courveille les hablaba sobre la “necesidad de imitar a María, sobre todo en su “inenarrable humildad”. Juan Claudio Colin no fue el único recluta que vino a la sociedad de María con su propio proyecto. Otro fue Marcelino Champagnat. Al parecer, ya había pensado en establecer un grupo de hermanos de la enseñanza para catequizar e instruir a los niños de los distritos rurales, tal como a él mismo le había sucedido, y de cuyas necesidades educativas y religiosas estaba más consciente personalmente. Como Colin, no había hasta ahora hecho nada acerca de su proyecto; a diferencia de Colin, hablaba abiertamente de ello en el grupo e insistió en que los hermanos de la enseñanza deberían formar parte de la Sociedad de María. La respuesta de Champagnat a la invitación para unirse a la Sociedad fue decir: “ Siempre he sentido en mi una atracción para la fundación de los hermanos: Con gusto me uno a ustedes y, si les parece, yo seré responsable de esa parte”. Según el primer biógrafo de Champagnat entre los Pequeños Hermanos de María, el hermano Jean-Baptiste, Champagnat decía a menudo al grupo en San Ireneo: tenemos que tener hermanos, debemos tener hermanos, para enseñar el catecismo, para ayudar a los misioneros, para operar las escuelas para los niños”. Ellos respondieron: “De acuerdo, entonces sume la responsabilidad de los hermanos ya que tú has tenido la idea.” La introducción de la rama de los Hermanos representó un rumbo nuevo importante. Hasta ahora, el modelo histórico para la Sociedad de María había sido la compañía de Jesús. Sin embargo, el modelo para una compañía de hermanos de la enseñanza no eran evidentemente los Jesuitas sino los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fundados en Francia por San Juan Bautista de la Salle (1651-1719) Justin Taylor (sm)-François Drouilly (sm). “Subiendo a Fourvière” PREGUNTAS DE REFLEXIÓN PERSONAL Y EL COMPARTIR 1. ¿Qué resaltas como venido de Dios en esta narración? 2. ¿Qué nuevas intuiciones sientes que se están dando en este nuevo amanecer Marista? Dos temas se repitieron en sus discusiones de los pioneros Maristas: su dicha de ser los “primeros hijos de María”, y “las grandes necesidades de los pueblos”. 3. Hoy día ¿Qué temas son indispensables e inspiradores para un futuro de Dios Marista? MIRAR EL FUTURO CON ESPERANZA Momento Mariano Motivación: Marcelino, el eterno enamorado de María. Ella era la mujer de sus sueños. Vamos a recorrer sus sentimientos y a disfrutar con lo que Marcelino pensaba, sentía y decía de María. Hermanitos de María Hermanitos de María damos gracias a Jesús, nuestros padres y mayores nos animan con su luz. Madre, Madre, Madre, Madre. Conocemos la alegría de vivir en comunidad, la noticia anunciaremos como el Padre Champagnat. Te pedimos la esperanza, te pedimos la humildad, haznos pobres, Madre nuestra, danos siempre la verdad. Consagramos nuestras vidas en las manos del Señor, al servicio de los hombres entregamos nuestro don Oramos con el rico legado de Marcelino sobre nuestra relación con María. En el corazón de Champagnat y en el corazón de nuestro carisma está María. «Dios nos ha amado desde toda la eternidad; nos ha elegido y separada del mundo. La Santísima Virgen nos ha plantado en su jardín. Ella cuida de que nada nos falte». AVE MARIA «Dígales a sus niños que la Santísima Virgen los ama también, porque es la Madre de todos los niños que están en nuestras escuelas». AVE MARIA «No os asustéis, tenemos a María por defensa. Todos nuestros cabellos están contados y no caerá uno solo sin que Dios lo permita». AVE MARIA «Interesad a María en favor vuestro, decidle que después que habéis hecho todo lo posible, peor para ella si las cosas no van como es debido». AVE MARIA Coro: Confiad, recurrid, confiad en nuestra Madre como el padre Champagnat. Confiad, recurrid, que aunque nuestro amor le falte nunca deja ella de amar. «Usted hará el bien en nuestra casa. María, nuestra buena Madre, le protegerá y después de haberla tenido por primera Superiora, la tendrá por reina en el cielo». AVE MARIA «Deseo que Jesús y María sean siempre vuestro único tesoro». AVE MARIA «Estoy solo para hacer frente a los gastos de la manutención de los hermanos. María nos ayuda y eso basta». AVE MARIA Coro: Confiad, recurrid, confiad en nuestra Madre como el padre Champagnat. Confiad, recurrid, que aunque nuestro amor le falte nunca deja ella de amar. «Elevado al sacerdocio en 1816, aún antes de dejar el seminario de Lyon, pensé seriamente en crear una sociedad de maestros que creí deber consagrarla a la Madre de Dios, persuadido de que el solo nombre de María atraería muchos candidatos». AVE MARIA «Tengo recursos, me atrevo a decir, o mejor, es María quien los tiene, y muy grandes, para quienes cuentan con ella». AVE MARIA «Dios mío, ¿qué quieres de mí? No hay nada que no esté dispuesto a sacrificar por salvar del naufragio la obra de María». AVE MARIA «Nada temo, pues María, nuestra buena Madre, será mi guía en todas mis acciones y mi refugio en mis penas». AVE MARIA Coro: Confiad, recurrid, confiad en nuestra Madre como el padre Champagnat. Confiad, recurrid, que aunque nuestro amor le falte nunca deja ella de amar. «Hace tiempo que no se hablaría ya de nuestra sociedad sin este santo nombre, sin este milagroso nombre. María, he ahí todo el recurso de nuestra sociedad». AVE MARIA «María, sí, sólo María es nuestra prosperidad; sin María no somos nada y con María lo tenemos todo». AVE MARIA «Pongamos nuestra firme confianza en María. Ella nos ha concedido demasiado para que pueda rehusarnos lo que le pedimos ahora». AVE MARIA «Abandónese en los brazos de nuestra Madre común. Ella se dejará conmover por su situación y la de sus cohermanos y podrá remediarla muy bien». AVE MARIA Coro: Confiad, recurrid, confiad en nuestra Madre como el padre Champagnat. Confiad, recurrid, que aunque nuestro amor le falte nunca deja ella de amar. «Póngase usted, mientras tanto, en los brazos de María. Ella le ayudará poderosamente a llevar su cruz». AVE MARIA «Pongamos nuestra firme confianza en María. Ella nos ha concedido demasiado para que pueda rehusarnos lo que le pedimos ahora». AVE MARIA Coro: Confiad, recurrid, confiad en nuestra Madre como el padre Champagnat. Confiad, recurrid, que aunque nuestro amor le falte nunca deja ella de amar. Oración final. María, nuestra buena Madre, escucha las súplicas que te dirigimos con las mismas palabras de tu siervo Marcelino: Esta obra es tuya… Tú lo has hecho todo entre nosotros. Contamos contigo, con tu ayuda poderosa y contaremos siempre con ella. Amén PROMESA RENOVADA (Tarde del primer día) Tres días fundantes de Marcelino Champagnat 1. ORDENACIÓN SACERDOTAL Con la ordenación sacerdotal Marcelino cumplía con aquellas palabras que había repetido decenas de veces a los que le insistían.. “seré sacerdote, Dios lo quiere”. El aldeano venido de las verdes colinas del Besat, inculto, pasado de edad, readmitido, con dificultades de atención y de gran fantasía, permanece arrodillado ante Mons. Dubourg, obispo de Nueva Orleans, delegado por el cardenal Fesch, entonces en el exilio. Es el 22 de julio de 1816; tiene 27 años y dos meses. Seguramente su corazón estalla de felicidad y gratitud, algunos de sus familiares se han acercado a la ordenación, la presencia espiritual de su madre no pasa desapercibida en el novel sacerdote mientras son ungidas sus manos. Junto a él hay otros cincuenta, venidos de diferentes pueblos de la diócesis de Lyon. Los hay de origen humilde y algunos de familias nobles, hoy todos son iguales ante Dios que los ha elegido para ser sus manos, ojos y corazón en la devastada Francia. Para Marcelino su condición sacerdotal es y lo será siempre su vocación. Esto lo tendrá presente y nunca la renunciará a causa de su fundación. Cuando funde su primera Comunidad de Hermanos, nombrará inmediatamente un superior y solo dejará su cargo de coadjutor cuando las necesidades de la fundación así lo exija. Cuando se forme un primer grupo de sacerdotes en el Hermitage, él siempre formará comunidad con ellos como miembro de la Sociedad de María. En 1826 cuando cae gravemente enfermo hará su testamento a nombre de sus hermanos sacerdotes. Lo deja también claramente expresado en su Testamento Espiritual. Ser fiel a la identidad vocacional a la que hemos sido llamados nos permite diferenciar lo vocacional de lo apostólico. Ser Hermano Marista es en primer lugar “consagrados a Jesucristo” y ese debe ser nuestro primer orden de fidelidad, Lo carismal y apostólico es lo que nos permite insertarnos en el plan de Salvación de Dios. Lo mismo sucede con la vida laical cristiana. Ser Laico Cristiano es responder a nuestra consagración bautismal en el estado en que nos encontremos, en primer lugar, para luego crecer en Espiritualidad y apostolado marista si optamos por ellas. Hno. Eduardo Gatti 2. LA PROMESA DE FOURVIÈRE El 15 de agosto de 2012 recordábamos el Bicentenario de las palabras dirigidas por María a Courveille: "oído, pero no con sus oídos corporales, sino desde el corazón... una sociedad que llevará mi nombre... llamándose a sí misma la Sociedad de María". En consecuencia, 12 jóvenes del seminario mayor de Lyon, incluyendo a cinco sacerdotes recién ordenados firmaron la promesa de Fourvière el 23 de julio de 1816; sólo 4 perseveraron en este proyecto, entre ellos Jean-Claude Colin y Marcelino Champagnat. Siguieron caminos separados. Jean-Claude Colin fue enviado a Cerdon, donde su hermano Pierre era párroco. Pierre abrazó el proyecto marista y trajo a Cerdon a Jeanne-Marie Chavoin y su primera compañera Marie Jotillon que constituyeron los inicios de las Hermanas Maristas. De Cerdon, Jean Claude Colin y Etienne Déclas comenzaron a predicar en las misiones de las parroquias. En los años posteriores se formaron grupos de laicos terciarios, de los que tomaron su origen las Hermanas Misioneras Maristas de la sociedad de María. En consecuencia, la sociedad de María con sus múltiples ramificaciones, objeto del acto de compromiso de la consagración de Fourvière en 1816, poco a poco tomó forma. Era el 23 de julio de 1816 Están Marcelino Champagnat, Juan Claudio Colin, Juan Claudio Courveille, Etienne Déclas, Janvier, Gillibert, Seyve y Terraillon. Llegaban a 16 los que pensaban comprometerse en la proyectada Sociedad de María. A los anteriormente nombrados podemos agregar Juan Pedro Mainand, Benito Perra, Tomás Jacob, Benito Journoux, Francisco Mottin, Pedro Pousset, José Verrier y Pedro Orsel. De esos 16, solamente 12 subieron en peregrinación a Fourvière, para encomendar a María su proyecto. El joven sacerdote Courveille celebró la santa misa en el antiguo santuario, ayudado por Terraillon; los otros, entre ellos Marcelino, comulgaron de manos del celebrante, considerado como superior. El texto del compromiso, firmado por todos los presentes, lo pusieron, durante la misa, entre el ara y los corporales. Después de la misa, probablemente antes del Magnificat, lo leyó en latín Juan Claudio Courveille, en forma de consagración común: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Todo a mayor gloria de Dios y en honor de María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo. Los infrascritos, queriendo trabajar para la mayor gloria de Dios y de María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, declaramos y afirmamos que tenemos la sincera intención y firme voluntad de consagrarnos, tan pronto como sea oportuno, en la Institución de la muy piadosa Congregación de los Maristas. Por lo cual y con el presente acto y nuestra firma, nos entregamos, con todo lo que poseemos, irrevocablemente y en cuanto sea posible, a la Sociedad de la Bienaventurada Virgen María. Esta obligación nos la imponemos, no a la ligera, ni por infantilismo, ni con miras humanas o ambicionando algún interés material, sino con toda madurez, después de serio examen, después de haber consultado y pesado todo ante Dios, con el único anhelo de la mayor gloria de Dios y honor de María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo. Aceptamos todas las penas, todos los trabajos y angustias y, si fuera necesario, todos los tormentos, porque todo es posible, fiados en aquel que nos conforta, Jesucristo, a quien, de hecho, prometemos fidelidad en el seno de nuestra santa madre la Iglesia Católica Romana, unidos a su jefe el Sumo Pontífice, así como al Ilustrísimo Señor Obispo, nuestro Ordinario, para ser buenos ministros de Jesucristo, alimentados por la palabra y la fe de la buena doctrina que hemos recibido por la gracia de Dios. Persuadidos de que, bajo el gobierno de nuestro cristianísimo Rey, amigo de la paz y de la religión, esta ilustre Institución será un hecho, prometemos solemnemente que haremos todo lo posible personalmente, con todo lo que poseemos, para salvar las almas, en nombre de la augusta Virgen María y bajo su protección, siempre que sea del agrado de nuestros superiores. Bendita y alabada sea la santa e Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Amén". (OM 015) La consagración a simple vista nos muestra un grupo de sacerdotes recién ordenados que hacen una promesa de fidelidad, especialmente a su ministerio sacerdotal. No encontramos en esta fórmula alusión a las misiones, tampoco a la educación, Incluso a un apostolado especial. Es importante entonces conocer el contexto… qué pasaba en la mayoría de las parroquias a donde iban a ser enviados muchos de ellos. Parroquias abandonadas, pueblos que habían abandonado su vida religiosa, escuelas parroquiales atendidas por maestros anticlericales, párrocos y curas que habían apostatado o pertenecían a la iglesia galicana… La Valla, a donde iba Marcelino era una de tantas. Otra era Ars donde Juan María Vianney también tendría que lidiar con ello. Por qué hablamos de Sociedad y no de Congregación. Las Congregaciones de mujeres, especialmente para obras de misericordia, no tenían gran dificultad y bastaba con una autorización del Rey…pero no sucedía lo mismo si se trataba de Congregaciones masculinas las cuales eran temidas y concedidas luego de un largo trámite que necesitaba una ley que los autorizara, es decir el acuerdo de las 2 Cámaras. Y si se trata de una petición anterior a 1825,con debate. Era siempre más fácil presentar la forma de Sociedad que será la presentada por los Maristas tanto Padres como Hermanos. Hay una fuerte declaración, en el documento, por el respeto a la autoridad pontificia, episcopal y real. Recordemos que ahora se encuentra nuevamente el Rey en el poder, es Luis XVIII como soberano aunque su autoridad es restringida por las cámaras. La necesidad de tener vínculos para encarar la tarea pastoral era importante para estos sacerdotes. Los jóvenes sacerdotes sabían que no sería fácil convivir ambos cleros (galicano y ultramontanos) sabiendo que también la jerarquía estaba dividida. La actividad apostólicas misioneras de la Sociedad de María, en principio fueron las que citamos anteriormente. Las Misiones de Oceanía vendrán luego de una manera inesperada. 3. LA CONSAGRACIÓN PERSONAL Antes de dejar Lyon, el señor Champagnat volvió a Nuestra Señora de Fourvière para consagrarse de nuevo a la Santísima Virgen y encomendarle su ministerio1. Después de la santa misa, postrado a los pies de la imagen de María, pronunció esta consagración2 que él mismo había compuesto: “Virgen Santa, es a ti, tesoro de misericordia y canal de la gracia, a quien elevo mis manos suplicantes, para pedirte con insistencia me tomes bajo tu protección e intercedas por mi ante tu adorable Hijo, a fin de que me conceda las gracias que me son necesarias para ser un digno ministro del altar. Bajo tu auspicio quiero trabajar en la salvación de las almas. Nada puedo, ¡Oh Madre de misericordia! Nada puedo; así lo experimento; pero tú lo puedes todo con tu oración. Virgen Santa, pongo toda mi confianza en ti. Te ofrezco, te doy y consagro mi persona, mis trabajos y todas las acciones de mi vida”. (AA 033,) En esta sencilla consagración aparece con toda su fuerza y frescura un Marcelino que conoce sus limitaciones y las acepta con humildad. Por otra parte aparece el piadoso sacerdote que busca cumplir realmente la Voluntad de Dios y en esta disponibilidad se abandona a su voluntad sin más. Estos propósitos tendrán su prueba de fuego en la parroquia que le será asignada prontamente. TIEMPO PARA LA REFLEXIÓN Y EL COMPARTIR COMUNITARIO 1. Lee atentamente los textos y subraya lo que más te llame la atención. LA PROMESA (Subraya lo que te llama más la atención y que puede iluminar tu presente Marista.) "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Todo a mayor gloria de Dios y en honor de María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo. Los infrascritos, queriendo trabajar para la mayor gloria de Dios y de María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, declaramos y afirmamos que tenemos la sincera intención y firme voluntad de consagrarnos, tan pronto como sea oportuno, en la Institución de la muy piadosa Congregación de los Maristas. Por lo cual y con el presente acto y nuestra firma, nos entregamos, con todo lo que poseemos, irrevocablemente y en cuanto sea posible, a la Sociedad de la Bienaventurada Virgen María. Esta obligación nos la imponemos, no a la ligera, ni por infantilismo, ni con miras humanas o ambicionando algún interés material, sino con toda madurez, después de serio examen, después de haber consultado y pesado todo ante Dios, con el único anhelo de la mayor gloria de Dios y honor de María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo. Aceptamos todas las penas, todos los trabajos y angustias y, si fuera necesario, todos los tormentos, porque todo es posible, fiados en aquel que nos conforta, Jesucristo, a quien, de hecho, prometemos fidelidad en el seno de nuestra santa madre la Iglesia Católica Romana, unidos a su jefe el Sumo Pontífice, así como al Ilustrísimo Señor Obispo, nuestro Ordinario, para ser buenos ministros de Jesucristo, alimentados por la palabra y la fe de la buena doctrina que hemos recibido por la gracia de Dios. Persuadidos de que, bajo el gobierno de nuestro cristianísimo Rey, amigo de la paz y de la religión, esta ilustre Institución será un hecho, prometemos solemnemente que haremos todo lo posible personalmente, con todo lo que poseemos, para salvar las almas, en nombre de la augusta Virgen María y bajo su protección, siempre que sea del agrado de nuestros superiores. Bendita y alabada sea la santa e Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Amén". (OM 015) 1 Se trata de la Virgen Negra, que se encuentra sobre el altar. Esta imagen sustituyó, en el siglo XVII, a la antigua, quemada por las huestes del barón de Adrets durante el asedio de Lyon, en 1562. 2 No se ha encontrado el original de este texto. 2. Marcelino define su camino vocacional con la Ordenación Sacerdotal, te invito a hacer un recorrido por tu propio camino vocacional y resaltar los momentos más significativos del mismo. En este momento actual ¿qué te llena de gozo al vivir tu vocación y qué dificultades encuentras?. Sobre la Promesa realizada en Fourvière ¿qué expresiones te gustaron más y por qué?. Marcelino Champagnat y sus compañeros en su corazón tenían un sueño, que sus labios tradujeron en forma de promesa. Toda promesa lleva a una concreción de los sueños: ¿Cuáles son los sueños de tu corazón en estos momentos de tu vida? Courvelle contagió de su sueño a los demás compañeros del seminario. ¿Quién te ha contagiado para vivir tu vocación como Marista? ¿Contagias, con tu manera de vivir, a alguien en este momento? Con la realización de esta promesa de Fourvière se inicia un nuevo tiempo para la Iglesia. Hoy el Instituto nos está invitando a realizar un NUEVO COMIENZO: ¿Qué novedades intuyes nos está pidiendo Dios para que sea posible este nuevo comienzo? 3. Los santuarios de tu vida: Fourvière fue para Marcelino un lugar sagrado de encuentro con Dios y la Buena Madre. Lugar al cual Marcelino acudía frecuentemente. ¿Qué lugares, personas, grupos, encuentros, acontecimientos… han sido para ti santuarios o espacios sagrados de encuentro con Dios? Narra uno o dos encuentros significativos que te han ayudado a renovar tu consagración bautismal o vocacional 4. Escribe en el corazón, que abajo se te presenta, tu promesa de cara al futuro para hacer posible este nuevo COMIENZO. NOTRE DAME DE FOURVIERE (Celebración final) En Lyon, sobre las ruinas del “viejo foro” (Fourviére) romano se levantó un pequeño santuario dedicado a la Bienaventurada Virgen María. A partir del siglo XVII, se convirtió en lugar de peregrinación. Ante la imagen de la Virgen, un 23 de julio de 1816, un grupo de recién ordenados sacerdotes, entre ellos Champagnat, hicieron su consagración a María y tomaron el compromiso solemne de poner en marcha la sociedad de María en sus diversas ramas. María, estuvo en los inicios de nuestra Congregación y seguirá estando en nuestra Misión, allí donde estemos. Ella es la más interesada en que sus hijos cumplan la Misión para la que fuimos pensados. Con Champagnat pongámonos hoy bajo su protección en total disposición. La Misión de Fundar los Hermanos Maristas… a los pies de la Madre. En el proyecto de la nueva Sociedad nadie había pensado en Hermanos educadores. Sólo el reverendo Champagnat tuvo la idea de su creación y sólo él la llevó a cabo. Decía con frecuencia a sus compañeros: "Necesitamos Hermanos. Necesitamos Hermanos para impartir catequesis, ayudar a los misioneros y dar clase a los niños". Nadie dudaba de que era interesante esta idea. Pero como no había sido prevista en el proyecto inicial de la nueva Sociedad, atribuían una importancia relativa a la insistente repetición de Marcelino, Necesitamos Hermanos. Por fin, terminaron por decirle: - "Bueno, encárguese usted de los Hermanos ya que suya es la idea". Aceptó gustoso esa misión y, desde entonces, todos sus anhelos, desvelos y trabajos se encaminaron a la fundación de esa obra. Antes de dejar Lyón, el señor Champagnat volvió a Nuestra señora de Fourvière para consagrarse de nuevo a la Santísima Virgen y encomendarle su ministerio. Después de la santa misa, postrado a los pies de la imagen de María pronunció esta consagración, que él mismo había compuesto: "Virgen Santísima, hacia ti como tesoro de la misericordia y canal de la gracia elevo mis manos suplicantes para pedirte encarecidamente que me acojas bajo tu protección e intercedas por mí ante tu adorable Hijo, para que se digne otorgarme las gracias necesarias para ser digno ministro del altar. Quiero trabajar bajo tu auspicio en la salvación de las almas. Nada puedo, Madre de misericordia. Nada puedo, pero Tú lo puedes todo con tu intercesión. Virgen Santísima, pongo en Ti toda mi confianza. Te ofrezco, te doy y consagro mi persona, trabajo y vida entera". Silencio y ecos… Hoy tenemos el Carisma Marista, al cual pertenecemos, y estamos decididos/as a ayudar a despertar la aurora de un nuevo comienzo… ¿Qué pediría usted a María en estos momentos? Traemos la promesa realizada en el tiempo personal de oración y la podemos ir compartiendo y poniendo el corazón alrededor de la imagen de la Buena Madre. Cada tres intervenciones cantaremos: Toma Virgen pura nuestros corazones, no nos abandones, jamás, jamás, no nos abandones, jamás, jamás. Escuchamos la canción con fe y oramos juntos… NO TEMAIS No, no temáis. Aunque todo el mundo esté contra nosotros, no temáis! Nuestra Madre está aquí. Nos protege y nos conduce hacia Jesús. Ella es nuestro recurso, la que nos ha mantenido. Confiemos en su ayuda de Madre. MADRE, HOY TUS HIJOS TE INVOCAMOS CON AMOR. TU PRESENCIA NOS REUNE EN FAMILIA Y HERMANDAD. ERES NUESTRA MADRE. No, no temáis! Porque Ella lo ha hecho todo entre nosotros. ¡No temáis! No nos abandonará. Hermanitos de María, confiad! Ella es nuestro recurso, la que nos ha mantenido. Confiemos en su ayuda de Madre.