ALEGRÍA, ¡ES NAVIDAD!

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ALEGRÍA, ¡ES NAVIDAD!
La familia López era una familia humilde que se había quedado sin trabajo y tenía pocos recursos. Luis,
el padre, tenía 47 años y hacía dos que no trabajaba. Marta, la madre, con 45, tampoco tema trabajo. Caritas
junto con otras organizaciones eran quienes les aportaban el sustento necesario que ellos dos y sus hijos, Lucía
de 10 años y Miguel de 7 necesitaban.
Una noche, mientras cenaban, Lucía se puso a llorar con mucha pena. Sus padres le preguntaron porqué lloraba
con esa angustia, a lo que ella les respondió:
-
¿Os vais a ir pronto a la Residencia de Ancianos a vivir?
-
¡No! ¿Por qué dices eso? - contestaron sus padres.
-
El otro día os oí decir que no encontrabais trabajo porque los señores que lo dan decían que erais
muy mayores y como a la Residencia van las personas mayores y que ya no trabajan...
Su madre le explicó con mucha ternura, caricias y besos que un día irían todos juntos a la residencia a visitar a
los ancianos que allí vivían para que así pudieran ver que los ancianos eran personas mucho más mayores que
ellos pero que a pesar de todo, en la residencia eran felices y se lo pasaban muy bien.
El pequeño Miguel también trató de consolar a su hermana: le dijo que pronto llegaría la Navidad y que en esa
época todo el mundo tema que estar muy, pero que muy contento, que en esas fechas la familia está más unida
que nunca y que los papas no irían a ningún sitio sin ellos:
-
Los López somos una familia, y como somos una familia iremos juntos a todos los sitios - señaló
el pequeño.
Cuando terminaron de cenar y Miguel y Lucía se marcharon a dormir, Luis y Marta se quedaron solos y
comenzaron a hablar, muy apenados, de lo que había ocurrido durante la cena. La situación económica de la
familia era muy inestable, y tal vez los niños no podrían escribir la carta a los Reyes Magos.
-
Marta, ¿has visto la alegría con la que Miguel le ha dicho a Lucía que se acerca la Navidad? Es
cierto que son fechas para estar en familia y permanecer unidos, pero este año es posible que los
niños se queden sin regalos - dijo Luis
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-
No te preocupes. Seguro que todo se arregla. El tiempo es muy sabio y tenemos que esperar y tener
esperanza y fe. Seguro que todo mejora - respondió Marta.
Días más tarde Marta y Luis se enteraron de que en la residencia se iba a organizar un mercadillo solidario
durante los días de Navidad donde los ancianos venderían los trabajos que habían estado preparando durante los
meses anteriores.
-
Vamos a ir a visitar a los ancianos de la residencia del pueblo porque, ¿sabéis? ¡Han organizado un
mercadillo navideño! - Dijeron los padres a Lucía y a Miguel.
-
¿Y qué hacen en allí, mamá? - Preguntó curioso el pequeño de la casa.
-
Allí van a vender cosas muy bonitas que ellos mismos han estado haciendo durante mucho tiempo,
con mucha paciencia y mucho esfuerzo - Respondió Marta
Luis explicó a sus hijos que tenían que valorar mucho ese trabajo ya que algún abuelito casi ni veía lo que estaba
haciendo.
Como lo prometido es deuda, el día 23 de diciembre la familia al completo, Marta, Luis, Lucía y Miguel,
se acercó a la residencia de ancianos del pueblo. Al llegar a la recepción y entrar en el salón donde tenían
montados todos los puestecillos, Lucía se llevó una gran sorpresa: los abuelos eran mucho más mayores que sus
papas y era verdad, ¡allí vivían muy contentos!
Antonio, uno de los ancianos que estaba en el salón, al escuchar a Lucía y ver su cara de sorpresa se acercó a la
pequeña y le dijo:
- ¿Te gusta lo que hacemos? Aquí somos todos amigos y nos lo pasamos muy bien haciendo estas
manualidades: unos pintan dibujos, otros recortan cartulinas, otros vendemos lo que hemos hecho
con estas manos viejitas y deformadas, pero todos somos muy, muy felices, y con visitas como las
vuestras lo somos mucho más.
Lucía le preguntó tímidamente a su madre si podía darle un beso al señor Antonio, a lo que su madre respondió
afirmativamente con una sonrisa. Antonio llevó a los pequeños a conocer a todos los ancianos de la residencia:
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cogió con una mano a Lucía y esta a su vez a su hermano Miguel ya que el señor Antonio tenía que apoyarse en su
bastón de madera para poder caminar.
Mientras los pequeños saludaban animados a todos los ancianos y cantaban villancicos con ellos Virtudes, otra de las
residentes, se acercó a Luis y a Marta y les dijo con una cara que radiaba alegría y casi susurrándoles para que los
pequeños no se enterasen que el beneficio que sacasen de la venta del mercadillo iría a parar a la compra de regalos y
juguetes de los niños más necesitados del pueblo. Animó al matrimonio a que no se preocuparan por la Navidad de
sus hijos porque tendrían unas fiestas muy bonitas.
-
Tened fe, porque todo se arregla en Navidad. Sois muy buenas personas y a las personas buenas todo se les
soluciona.
Pasaron los días y llegó el día de Reyes. En la mañana del día 6 de enero Luis y Marta fueron a despertar a los
pequeños, y como cualquier otra mañana, medio dormidos aún, se acercaron juntos a desayunar a la cocina. Al pasar
por delante del salón se dieron cuenta de que el árbol de Navidad brillaba más que nunca, y que debajo de él había un
montón de regalos que tenían sus nombres en los envoltorios: Miguel y Lucía. Al lado de los coloridos paquetes había
dos pequeños sobres blancos, uno para Luis y otro para Marta.
"Estimados señores Luis y Marta: hemos sabido que están buscando trabajo,
pero allí donde van les dicen que son muy mayores. Pues bien, aquí, en la
Residencia, necesitamos una cocinera y un profesional de mantenimiento.
Estaríamos encantados de poder darles trabajo y que se unieran a nosotros
mañana mismo para no perder tiempo ".
Firmado
Don Enrique Utrillo, Director de la Residencia de Ancianos
Cuando terminaron de leer la carta, ambos se abrazaron y comenzaron a dar saltos de alegría y a sus hijos les dijeron:
- Os pusisteis muy tristes porque nos íbamos a ir a la Residencia a vivir con los ancianos al oír que decían
algunas personas que éramos mayores para trabajar, pero ahora tenéis que estar muy contentos porque
vamos a venir a este centro residencial a trabajar con los abuelitos que aquí viven. Poneos contentos,
hijos, porque la Navidad nos ha traído la felicidad y un trabajo a casa.
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