359082. . Cuarta Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XLVII, Pág. 5145. DOCUMENTOS PRIVADOS EN LOS JUICIOS MERCANTILES, VALOR PROBATORIO DE LOS. El artículo 1296 del Código de Comercio, establece que los documentos privados sólo hacen prueba plena, cuando fueren reconocidos legalmente conforme a los artículos 1241 a 1245, salvo lo dispuesto en el artículo 534, para la firma del aceptante en las letras de cambio, y el artículo 1298 del mismo ordenamiento, establece el caso de excepción del documento privado, presentado por uno de los litigantes, y por ese solo hecho, produce prueba en su contra, aun cuando el colitigante no lo reconozca; pero esta última parte pone de manifiesto que el espíritu del legislador no ha sido el de que cualquiera que sea el documento que una de las partes presente, aun cuando proceda de un tercero ajeno al juicio, ha de producir prueba en contra del que lo presentó, caso en el que saldrían sobrando los términos, "aunque el colitigante no lo reconozca", toda vez que un colitigante no podría reconocer un documento que le fuera ajeno, apreciación que se corrobora con lo establecido terminantemente por el artículo 1245 del propio ordenamiento mercantil, que establece que sólo pueden reconocer un documento privado, el que lo firma, el que lo manda extender, o el legítimo representante de ellos, por lo que como en la razón que inspiran tanto el artículo 1298 como el 1296, radica la fuerza probatoria del documento privado y su autenticidad, es indispensable dejar demostrado esto, por medio del reconocimiento, y es claro que si una de las partes en juicio, presenta un documento privado extendido por el colitigante, dicho documento hará prueba en contra del que lo presentó, en cuanto pueda perjudicarle, aun cuando el colitigante no lo reconozca, por la sencilla razón de que aquí, quien podía objetar la autenticidad del documento, la ha reconocido implícitamente, al usarlo como prueba de su parte, en contra de su colitigante. Recurso de súplica 86/31. Sánchez Félix. 26 de marzo de 1936. Unanimidad de cinco votos. Relator: Octavio M. Trigo. -1-