3. Tu espíritu incorruptible está en todas las cosas Oración antes de la meditación Dios Padre, que las palabras de la Sagrada Escritura despierten en mí el hambre de Tú misericordia, las que tan generosamente quieres darme. Cristo, has dicho que donde dos o tres se reúnan en Tu nombre, allí estarás tú con ellos. Déjame experimentar tu presencia en nuestra comunidad. Espíritu Santo, abre mis oídos para que escuche lo que dice el Padre, ilumina mi mente para que entienda los hechos de Cristo e inflama mi corazón con Tú divina presencia para que la palabra se haga carne también en mi vida. Amén. Fragmento de la Sagrada Escritura Tu inmenso poder está siempre a tu disposición, ¿y quién puede resistir a la fuerza de tu brazo? El mundo entero está delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor. Libro de la Sabiduría 11,21-12,2 Comentario Imagínate todo el universo, todos estos planetas, galaxias, de los cuales nuestro gran sistema solar es sólo una pequeña parte, hasta la imaginación se pierde. Entre todos estos planetas se encuentra nuestra pequeña Tierra con todos sus continentes, en uno de ellos vive una pequeña criatura, el cual eres tú. A pesar de ello, el Creador de todo el universo te ve y te ama, se preocupa por ti en cada momento. ¿Cuántas veces te ha mostrado que te oye y cumple con tus peticiones? Él quería que existieras, que nacieras en esta época concreta, aunque todo este gran universo e incluso nuestra Tierra, pudieran existir sin ti. También en el momento de tu creación Dios “vio todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gn 1:31). Dios quería que existieras, se alegró al crearte y se alegra de que vivas. Porque ninguno de nosotros vive de sí mismo, necesitamos comida, agua, aire, y también de otras personas. Día y noche necesitamos algo y Dios se nos ofrece sin cesar de nuevo, todos los días. Tu vida es valiosa ante Sus ojos, recuérdalo especialmente cuando parezca que tu vida no tiene ningún valor, cuando pienses que hubiera sido mejor no haber estado allí. Si eso sería lo mejor, no existirías. Piensa, que cuando la gente ve en ti, el mal, las debilidades, las limitaciones, Dios ve la bondad de su creación, te ve como su hijo amado. No se disgusta contigo ni siquiera cuando ensucias tu belleza original, El siempre hará todo para que estés limpio de nuevo. Cometas se desplazan por el cielo, meteoros caen a los océanos, pero el Creador del universo se alegra que vuelvas a él, que pidas que te abrase y que te purifique. Alégrate de esto más que del resplandor de las estrellas. Preguntas para reflexionar 1. ¿Ante todo que veo en el mundo? – ¿Veo la belleza creada por “la mano de Dios” o la inmensidad de la maldad extendida por el mundo? 2. ¿Cómo es ante mis ojos el Dios Creador? ¿Sé enumerar las obras de Su misericordia en el mundo? 3. ¿Cuáles son los dones que recibo diariamente de Dios? ¿Puedo verlos y dar gracias por ellos? 4. ¿En qué me enfoco hoy, en mi vida de pecador o en la misericordia que me da Dios? 5. ¡Es el mismo Dios quien me ama! ¿Qué significa esta verdad para mí? Tiempo de reflexión personal Oración para terminar En todo esto, Bendito seas Señor, que se haga el fruto de nuestra oración común. Adorado seas en las personas a las que llevaremos la Buena Nueva de Tu Misericordia Infinita. Bendito seas en todos estos que se preparan para vivir la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud. Dios misericordioso, acompáñanos en los caminos de nuestra vida, sin cesar haznos volver a Ti. Danos la gracia de experimentar aquí en la tierra la dulzura de tu perdón y por esta oración ayúdanos a encontrarnos contigo cara a cara en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.