Los obreros petroquímicos, el control obrero y la Intersindical de San Lorenzo Por Por Leonidas F. Ceruti y Mariano Resels ORIGEN DEL SOEPU (SINDICATO OBREROS Y EMPLEADOS PETROQUÍMICOS UNIDOS) [1] Con el ascenso a la presidencia de Arturo Frondizi se impulsó un programa que en lo económico, entre otros puntos, se planteaba desarrollar un complejo industrial integral poniendo el mayor énfasis en las llamadas industrias básicas o industria pesada como el acero, química, petroquímica, celulosa, maquinarias, etc., todo a través principalmente del flujo masivo de capitales extranjeros. En ese contexto, PASA (PETROQUIMICA ARGENTINA), comenzó a levantar su planta de 350 hectáreas, en la zona norte del Gran Rosario, con una inversión de más de 90 millones de dólares, para la producción de productos químicos y caucho, perteneciendo el paquete accionario en su inicio a cinco compañías norteamericanas. En octubre de 1964 se puso en marcha la primer planta, y al poco tiempo pasó a ser el complejo petroquímico más importante de América Latina, con un alto nivel tecnológico, empleando mil obreros, siendo éstos mano de obra altamente calificada. Los obreros petroquímicos se organizaron en el SOEPU, que nació como un “sindicato de empresa “amarillo” y “dócil”, calcado del modelo norteamericano, con acción geográfica limitada y aislado del sindicalismo nacional, pero “fue creciendo y desarrollándose con el transcurso de los años hasta plasmar su personalidad combativa, clasista y democrática que mantendría hasta el momento de su intervención, en 1976”. Juan Dowling, ex obrero petroquímico, nos relató cómo se accedió a la conducción del sindicato: “Nosotros habíamos comenzado a ganar fuerza en el Cuerpo de Delegados de Sección y el 1 de mayo de 1967. Con estado de sitio, implementado por la dictadura militar de Onganía, un grupo de trabajadores petroquímicos realizamos la primera reunión para constituir una lista, la Verde, para participar de las elecciones sindicales. Días después, enfrentando un aparato de intimidación y persecución, con amenaza de despidos, por escasos 13 votos ganamos la dirección de nuestro sindicato, derrotando a la lista Blanca, apoyada, dirigida y financiada por la empresa”. DEMOCRACIA Y SOLIDARIDAD OBRERA Los dirigentes del SOEPU no fueron burócratas que cobraban “un salario por su función gremial” y, como sucedía en la mayoría de los sindicatos de ese cordón industrial, los sindicalistas realizaban sus tareas fuera de las horas de trabajo, y se fue adaptando una forma de resolver los problemas de esta forma. “(..) en los primeros años, las Asambleas se realizaban en el local sindical, siendo la participación una decisión personal de cada compañero; estas reuniones fuera de la fábrica eran irregulares, dependiendo del asunto, del clima político, etc. Un buen día, nuestra osadía nos permitió hacer una asamblea en la puerta de la fábrica, y de esta manera muchos compañeros, que por diversos motivos no se arrimaban al sindicato, tenían la oportunidad de participar. Realizábamos esos encuentros a la entrada o salida de los turnos. Otro día, al calor de una lucha más enervante, por la resistencia patronal a nuestras reivindicaciones, decidimos hacer la asamblea dentro de la fábrica, en el corazón del complejo, el Galpón de Mantenimiento.(...) En esas primeras asambleas de fábrica, una parte de los trabajadores seguía trabajando”. En El Petroquímico, boletín informativo del SOEPU, sobre ese tema se planteó que existían “...diferencias entre los componentes de nuestra C.D. (....) de ahí que un par de compañeros redactó una pequeña fórmula de acuerdos que tiende a despojarnos de posiciones personales y a obligarnos a todos al trabajo permanente por tres objetivos: uno inmediato, trabajo permanente por las reivindicaciones de los obreros petroquímicos; otro a mediano plazo, la concientización y organización de las bases; y un objetivo final que se dará a largo plazo y que será la liberación de los trabajadores. También definimos una política de organización que la sintetizamos en luchar contra la patronal por mejores conquistas, contra la burocracia sindical, contra el sectarismo y partidismo dentro de la organización gremial que ponga en peligro la unidad del gremio y aceptamos un método para todo: la aplicación de la democracia obrera en todos los niveles, con lo cual conseguiremos la discusión de distintos problemas sin distinción de razas, religiones o partidos”. En numerosas declaraciones, solicitadas, documentos o en el boletín del gremio, se reconocía que las decisiones eran tomadas en conjunto en asambleas de fábrica, y que las iniciativas de la Comisión Directiva eran inevitablemente sometidas a la decisión de las bases. De esa manera, todos los trabajadores participaban discutiendo, deliberando y fundamentalmente decidiendo sobre todos los problemas que se presentaban cotidianamente, y teniendo como eje esa metodología: el ejercicio de la democracia directa. Otra de las características del SOEPU fue la solidaridad de clase. Al poco tiempo de recuperado el sindicato, en el año 68 plantearon el primer conflicto, consustanciados con los reclamos de los obreros de la construcción de las empresas contratistas que actuaban en PASA como Simalay y Vega, Tadeo, etc. El objetivo de la lucha fue que se equiparara su salario con el de los petroquímicos y que también rigiera para ellos el mismo convenio. Posteriormente, conjuntamente con los obreros de toda la zona industrial, llevaron adelante una huelga de apoyo con los trabajadores cordobeses que protagonizaron el “CORDOBAZO”. En el año 1973, tras el golpe genocida de Pinochet en Chile, se organizó conjuntamente con la Intersindical una marcha a favor de la “clase obrera y el pueblo chileno”, que ocupó más de seis cuadras. En el SOEPU se dio un movimiento desde la base que generó un nivel de organización singular, con reivindicaciones y métodos de lucha novedosos, conformando una corriente antiburocrática, antipatronal, antiestatal, sumamente democrática y solidaria con un alto grado de protagonismo de los trabajadores. Dichas agrupaciones, clasistas y democráticas, lograron un gran nivel de movilización, lo que llevó a la zona de San Lorenzo a transformarse en una de las más combativas del país. Se concretaron distintas medidas de lucha como paros, tomas de fábrica con o sin gestión de la producción, diversos intentos de “traspasar los alambrados de las fábricas” y conformar organizaciones para la acción conjunta y solidaria. Se dieron nuevas formas de organización y luchas radicalizadas, con cuestionamientos al poder de la burguesía en la organización del trabajo, planteos a la patronal en la forma de organización en la fábrica. A la vez, se dejó sentada la independencia del sindicato de todos los partidos políticos, de la patronal, del Estado, y los credos religiosos. Durante esos años, el SOEPU tuvo una dirección sindical honesta, clasista y combativa, surgida desde las bases, que apelaba a la acción directa como método de lucha, al funcionamiento permanente en asambleas, con movilizaciones callejeras, la participación activa de los trabajadores, adoptando posiciones antiburocráticas, antipatronales, anticapitalistas, antidictatoriales, y antiimperialistas, como así también distintos pronunciamientos con definiciones sobre el capitalismo y el socialismo. Un dirigente del sindicato nos manifestó que se dieron conflictos teniendo como ejes “la lucha permanente por mejores salarios, el transporte gratuito a los centros de trabajo, el comedor en fábrica, la eliminación de las empresas subcontratistas, la estabilidad del empleo y las mejores condiciones de trabajo (salubridad, seguridad, etc.), formaron parte de las conquistas más destacadas”. Las polémicas dentro de la C.D, el cuerpo de delegados y los activistas se realizaron alrededor de temas como las luchas económicas y políticas de la clase obrera, el papel del sindicato y del sindicalismo, las alianzas del proletariado, la organización del trabajo, el capitalismo, la solidaridad, la política, las perspectivas autónomas de la clase obrera, el socialismo, etc. El SOEPU participó de dos experiencias de organización interfabril e intergremial, como la “INTERSINDICAL DE GREMIOS DE LA ZONA INDUSTRIAL” (1969-1973) y de la “COORDINADORA DE GREMIOS EN LUCHA DE LA ZONA NORTE DEL GRAN ROSARIO” (1975-1976). Ambas instancias fueron herramientas vitales de lucha solidaria, en donde se practicó activamente la democracia obrera, y entre sus hitos más importantes estuvieron la Asamblea Obrero Popular en 1971 (reprimida por el Comando del II Cuerpo de Ejército) y las marchas hacia Rosario, primeramente en septiembre de 1969 en ocasión del “II ROSARIAZO”, y en junio de 1975 durante el “Rodrigazo”. EL SOEPU Y LA INTERSINDICAL DE SAN LORENZO Los orígenes y las motivaciones de la conformación de esta organización obrera, se encuentran en primera instancia en “dos hechos que podríamos destacar a nivel regional: uno, como consecuencia del “I ROSARIAZO”, se unifica la CGT local, que hasta ese momento había estado alineada con la CGT de Paseo Colón, la más combativa; dos, los obreros de la zona Industrial de San Lorenzo, totalmente descreídos de esa unificación, pasamos a concretar un viejo anhelo cuyo origen se pierde en el pasado de la propia zona industrial, crear una INTERSINDICAL DE GREMIOS de la zona. Reforzaba este deseo la bronca que nos provocaba el levantamiento del paro nacional que la CGT había convocado para los primeros días de octubre de 1969". Apuntalaba esa idea la sensación de debilidad y de aislamiento de los gremios tras las derrotas que durante 1967 y 1968 sufrieran los obreros de San Lorenzo que habían perdido cuatro conflictos: en PASA, Cerámica San Lorenzo, Electroclor y Celulosa. De esa manera, la Intersindical surgió como una alianza sindical defensiva y creció hasta tornarse en una organización cuyas características fueron: la solidaridad, la democracia de base, la combatividad y el clasismo. Desde su nacimiento hasta su extinción las luchas se dieron por la defensa de los puestos de trabajo, contra los intentos de despidos, aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo, por libertades gremiales y políticas, llegando al paro en solidaridad con distintos conflictos, hasta fijar posiciones frente a la salida electoral de 1973, la democracia política y contra el golpe militar de Pinochet a Salvador Allende en 1973 en Chile. Las primeras vivencias coincidieron con los alzamientos populares de mayo del 69, momento en que los sindicatos de la zona industrial realizaron una huelga solidaria con los trabajadores cordobeses. Fue esa la oportunidad de dejar las limitaciones de la lucha interna, de transponer “el alambrado de la fábrica y emprender una acción colectiva con otros trabajadores”. Entre los obreros del SOEPU se discutió la necesidad de conformar una organización interfabril. Posteriormente lo hicieron con compañeros de Duperial, de Ceramista, etc. Como corolario y suma de todos esos elementos nació la INTERSINDICAL. Los petroquímicos en su periódico evaluaron el surgimiento de la nueva estructura de los obreros de la zona industrial: “Las empresas tienen hombres muy bien pagos que defienden sus intereses. Hombres expertos en relaciones públicas, humanas, laborales e industriales. Representantes patronales encargados de mantener todos los contactos posibles con el gobierno, el ejército, con colegas de otras naciones, de tal manera de consolidar una posición privilegiada, ya sea en el campo económico, ya sea en el campo social o político, recurriendo a quien sea para que se le garantice la paz social necesaria, la paz que se obtiene con cordiales relaciones con sus obreros o sometiendo a los rebeldes, a los fines de cumplir cómodamente sus objetivos de producción y ganancia. Y como estos objetivos son comunes a todos los patrones, se unen, se organizan, actúan en conjunto constituyendo una fuerza muy poderosa. A todo esto, los trabajadores debemos oponerles una organización superior. Superior porque los representantes patronales se mueven y luchan por medio de un sueldo importante, cuando no son ellos mismos accionistas o dueños de la empresa. Su accionar responde a intereses individuales, ya sea para un mayor sueldo, ya sea para obtener condiciones más favorables de explotación de sus obreros y de esa manera acrecentar su ganancia. Los trabajadores nos unimos por intereses comunes de clase. Luchamos en los sindicatos por una mejor venta al patrón de nuestras fuerzas y capacidad de trabajo, por mejores condiciones laborales, etc. Y como los capitalistas son fuertes y están unidos, aquella lucha contra nuestro patrón a veces es insuficiente, y debemos enfrentarlos uniendo las fuerzas de los trabajadores de una zona, y del país todo como clase social que somos. Por eso debemos tratar que la organización de la zona que nuclea a sus obreros, la INTERSINDICAL, no sólo sea la unión de los dirigentes clasistas de los gremios, sino que la misma esté apoyada sobre una sólida base obrera, unida sin distinción de salarios ni categorías, para formar una conciencia única por su único interés”. Esta INTER -como la llamaban los trabajadores- estuvo integrada por el SOEPU, Sindicato de Químicos Papeleros, Sindicato Químicos de San Lorenzo, Sindicato de Aceiteros, Comisión Interna de Sulfacid, Sindicato de Ceramistas, y distintas agrupaciones de base. No formaban parte de la misma los gremios de la construcción, metalúrgicos, petroleros y los del establecimiento Delta e Indo de Puerto San Martín. Las comisiones directivas de los sindicatos y las comisiones internas estaban integradas por obreros combativos, clasistas, con una presencia mayoritaria de peronistas, y “en el aspecto sindical, empero, se trata de un sector que presentaba algunos caracteres atípicos en relación al conjunto de la clase obrera del país, salvo algunos sindicatos más antiguos (petroleros) y una rama no fabril (construcción), en general no se verificaba la hegemonía de la burocracia sindical sobre las organizaciones de los trabajadores como ocurría en casi todo el resto del movimiento obrero del país.” Juan Carlos Torre, al referirse a este tema, manifestó que “en efecto, la articulación del descontento en Córdoba y el Litoral no sólo fue favorecida por la centralidad de la fábrica sino también por el menor grado de control ejercido por los aparatos sindicales”. La primer lucha encarada fue ofensiva y solidaria al exigir elecciones libres en el sindicato de Indo (aceitera de puerto San Martín) que se encontraba intervenido. La insinuación de paralizar la zona, (se había organizado un plan de lucha con paros parciales) determinó la inmediata convocatoria a elecciones. Los petroquímicos analizaron ese conflicto en un artículo titulado “Unidad obrera alrededor de la Intersindical: un éxito más” en donde expusieron que “...se pedía que los obreros eligieran, democráticamente, sus representantes sindicales, y se pusiera fin a la intervención de 4 meses que pesaba sobre el Sindicato. Y las autoridades legales correspondientes, accedieron a lo exigido por la Intersindical. Y fueron Uds., TRABAJADORES DE LA ZONA, los que consiguieron darles a 130 obreros, hasta ayer totalmente desamparados, la posibilidad de recuperar su Sindicato”. Este mecanismo de defensa, fue efectivo y disuasorio ya que durante el período de existencia de la organización no se produjeron despidos en la zona. La INTER fue adquiriendo fuerza al calor de las luchas en defensa de los intereses obreros, como el caso de la paralización de la zona industrial por el intento de un solo despido injustificado (un obrero de Cerámica Verbano), donde además fueron a la huelga los obreros de Villa Constitución. Esa solidaridad se extendió a nivel nacional, ya que durante el “Viborazo”, en Córdoba (1971), se decidió la paralización de la zona con asambleas en las distintas fábricas. La medida se concretó por: 1.-Solidaridad con los trabajadores de Córdoba. 2.-Exigir a la CGT Regional y al Comité Central Confederal de la CGT que adopte medidas de fuerza por: a-Aumento Inmediato de energía; b-Plena vigencia de la Ley 14250; c-Derogación de los decretos 18.886/87188, que fijan topes salariales; d-Solidaridad con el Movimiento Obrero de Córdoba; e-Libertad de los presos políticos, gremiales, y estudiantes; f-Levantamiento inmediato de las intervenciones a las organizaciones gremiales y restitución de sus personerías; g-Repudio a los actos vandálicos ocurridos en los recientes sucesos de la capital mediterránea. De acuerdo a lo resuelto, el 24 de marzo pararon los obreros de Molinos Río de la Plata, Duperial, Cerámica San Lorenzo, PASA, Sulfacid, Electroclor y Porcelanas Verbano. Se sumaron a la medida dispuesta la Unión de Comerciantes e Industriales del departamento San Lorenzo, quienes pararon entre las 9 y las 11 hs. fundamentando su actitud en que frente al “posible cierre de fuentes de trabajo, todos los sectores deben procurar salvanguardarlas”. Tras el golpe militar de Pinochet al gobierno de Salvador Allende (setiembre 1973), la INTER convocó a una concentración bajo la consigna “Marcha de Solidaridad con la Clase Obrera Chilena” fundamentando la medida al plantear: “A raíz del golpe fascista orquestado por el imperialismo y la reacción en la hermana República de CHILE, convocamos a los trabajadores y al pueblo de esta zona industrial, a expresar su solidaridad con el pueblo y la clase obrera chilena”. La concentración se efectúo frente al local del SOEPU, y la posterior movilización abarcó más de 5 cuadras, recorriendo la ciudad de San Lorenzo, expresando la solidaridad internacionalista con los trabajadores trasandinos y repudiando al golpe fascista. En el año 1973, conjuntamente con el gobierno de Héctor Cámpora, llegó la Ley de Amnistía para presos políticos y gremiales. Frente a esa sanción, la INTERSINDICAL fijó su posición al sostener “queremos la ampliación de la Ley 20508 para que alcance a los cesanteados por las mismas causas en las distintas empresas y la reincorporación de los obreros cesanteados por causas políticas y gremiales desde el año 1955”. En ese mismo año, se produjo un conflicto clave en la zona industrial, al ser despedido el “Negro” Acevedo, Secretario General del Sindicato Químico de San Lorenzo, y fundador de la INTER. Los obreros de Duperial tomaron la fábrica y producen el primer control de la producción de la zona durante 48 hs., y paran los químicos del país. Pero “al ofrecer la solidaridad de la INTER, los dirigentes de la Federación de lo Químicos rechazan nuestro apoyo. Pero esto terminó de una manera trágica, repentina, inesperada: el negro Acevedo vivió con tanta magnitud este conflicto que una embolia cerebral le produjo la muerte. Muerte que tiene sus victimarios: este sistema inhumano por un lado que diariamente se cobra nuevas víctimas, y la patronal por el otro, al disponer esta cesantía absurda”. La importancia de ese conflicto para los obreros y dirigentes que entrevistamos se verificó en tres acontecimientos: la pérdida de uno de los fundadores de la INTER, obrero combativo y clasista, el control obrero de la producción durante 48 hs. en Duperial y el rechazo de la solidaridad por parte de la burocracia de la Federación de los Químicos (FATICA). Por otra parte, la INTER no pidió en ningún momento su reconocimiento legal como organización gremial y, según lo expresado por varios dirigentes, fue una forma de evitar que fuese intervenida por la CGT nacional, a pesar de que en los hechos fue reconocida por las autoridades provinciales, ya que el gobernador militar de la provincia de Santa Fe recibió en la Casa de Gobierno a los dirigentes de la misma. Por otra parte, cada gremio permaneció dentro de la estructura de la CGT-Rosario, mientras que a las reuniones y plenarios concurrían en bloque con posturas unificadas, previamente discutidas en los distintos sindicatos y asambleas fabriles. Otra de las particularidades de la organización fue la práctica activa de la democracia directa. La base legal de las decisiones que en ella se tomaban eran las asambleas de trabajadores. Funcionaba con un mecanismo ágil que le permitía resolver las acciones a emprender en el día: a partir de cualquier sugerencia de un sindicato, se realizaban asambleas en todas las fábricas donde se consideraba el tema, y participaban delegados de otras asambleas o dirigentes de otros sindicatos llevando las distintas posturas. En las resoluciones se contemplaba la posibilidad de que obreros con posiciones minoritarias defendieran en otras asambleas sus puntos de vista, esto facilitado “por la cercanía de las distintas fábricas y la rápida comunicación entre las comisiones internas y comisiones de los sindicatos”. Se trataba de asambleas conjuntas, de la cual la Asamblea Obrero-Popular de 1971, fue el mayor ejemplo. Este método se aplicaba para todo, “democracia obrera en todos los niveles, con lo cual conseguiremos la discusión de distintos problemas sin distinción de razas, religiones o partidos”. En las solicitadas y publicaciones de la organización se dejaba constancia que no eran ni los secretarios generales de los sindicatos ni las comisiones directivas los que resolvían, sino las asambleas, como lo demuestra la convocatoria a la Asamblea Obrero-Popular de 1971, en donde se planteó que las propuestas y decisiones serían sometidas al referéndum de las asambleas en las distintas fábricas. Como planteáramos, la INTERSINDICAL surgió como una organización defensiva y solidaria, producto de la situación del movimiento obrero regional y los importantes conflictos perdidos. Esta instancia organizativa resultó efectiva a los intereses obreros de la zona industrial de San Lorenzo, ya que no se produjeron despidos durante su existencia, por la solidaridad brindada a otros conflictos que terminaron exitosamente, por el ejercicio de la democracia en las comisiones internas, sindicatos y asambleas fabriles e interfabriles, además del saldo en experiencia, que volvió a tomar cuerpo en la Coordinadora de Gremios en Lucha de la Zona Norte del Gran Rosario en 1975, y en los últimos años, con los numerosos conflictos que tuvieron lugar en la zona, fueron varios los intentos de recrear la experiencia ante la ofensiva de las patronales. Creación y alianza defensiva sumamente democrática, su primer lucha fue ofensiva, pidiendo elecciones libres en un sindicato de la zona, y creciendo hasta la convocatoria a la Asamblea Obrero-Popular, con planteos que iban desde los de carácter reivindicativo en el plano económico hasta los políticos, cuando se pronunciaron contra todo tipo de golpe de estado, por la ampliación de las libertades democráticas, “contra los golpes y falsas democracias, por la democracia obrera”. A partir de marzo-abril de 1972, luego del conflicto por el cierre de la aceitera Molinos Río de la Plata, comenzó el debilitamiento y extinción de la organización. Ese conflicto, “que golpeó fuerte al movimiento obrero de la zona por la solidaridad brindada a los obreros de la aceitera y la traición de algunos aceiteros y de la CGT”, según la opinión de los obreros entrevistados, la INTERSINDICAL comenzó a perder fuerza. Además, la situación en la que se hallaba la clase obrera y el gremialismo clasista y combativo pos 1973 fue otro factor debilitante, que bien describe Daniel James cuando plantea “Para la oposición sindical interna, es decir la “clasista”, la situación fue más compleja. La disociación entre el plano de la lucha social y el plano de la lealtad política en las bases peronistas, que se había notado antes de 1973, se convirtió en factor crítico en los años posteriores e influyó profundamente sobre el desarrollo del movimiento sindical opositor”. Por último, otros hechos fueron destacados en las publicaciones obreras y en todas las entrevistas realizadas con integrantes de esa organización gremial: en el primer semestre de 1973 fallecen en circunstancias poco claras dos Secretarios Generales de los gremios hegemónicos, el Sindicato Químico de San Lorenzo y el SOEPU, el “Negro” Acevedo y Néstor Moglia, obreros combativos, clasistas y fundadores de la INTER. Además, por persecución debió emigrar Samuel Dangelo, y hubo represión sobre gremialistas, militantes y obreros de la zona. LA EXPERIENCIA DE LA TOMA DE FÁBRICA CON GESTIÓN Y CONTROL OBRERO DE LA PRODUCCIÓN Los petroquímicos de PASA durante 1974 llevaron adelante una de las experiencias más ricas de la clase obrera de Rosario y el país en esos momentos. El 26 de julio fueron protagonistas, según sus expresiones, “de un hecho imborrable”. La agresión de un compañero del servicio del comedor por parte del concesionario motivó la respuesta inmediata de los trabajadores con un llamado a una Asamblea de Fábrica. En ella se resolvió exigirle a la patronal en el lapso de 3 horas la caducidad del contrato con el concesionario, “ya que éste provocaba continuos roces entre el gremio y la patronal”. Al ser rechazada la petición, y luego de un largo debate se decidió la toma de fábrica con gestión y control obrero de la producción, ante la propuesta de un obrero de base. El gremio denunció al concesionario, Sr.E.Gallucci, de agresiones físicas, insultos, amenazas de muerte a un dirigente del sindicato, manoseo del personal del comedor, el trabajo de menores en horas nocturnas, suspensiones arbitrarias, mala calidad de la comida, escasa provisión de la misma, aumento del vale respectivo y que al personal no se le pagaba de acuerdo al convenio del gremio según dispuso el Ministerio de Trabajo. El control obrero se organizó a partir de distintos COMITÉS, cuyos miembros eran elegidos en asambleas en cada una de las secciones de la fábrica, y en ellos se debatieron todas aquellas medidas necesarias para llevar adelante el conflicto y el funcionamiento de la fábrica. Los mismos fueron: el Comité de Lucha, de Prensa y Propaganda, de Vigilancia, de Abastecimiento y Servicio del Comedor y de Producción. Todos los trabajadores, luego de los turnos de trabajo, permanecían dentro de la planta, y percibieron sus sueldos y aguinaldos. Ante versiones que distorsionaban la que sucedía al interior de la fábrica, el SOEPU, dio a conocer un comunicado en el cual plantearon que “desmentimos el contenido de un artículo aparecido el domingo en un diario matutino de Capital Federal, que informaba de un desabastecimiento de productos petroquímicos como consecuencia del conflicto. Advertimos acerca de la posibilidad de que se produzca un boicot a la posición de materias primas, necesarias para mantener el proceso productivo. Haremos lo posible para que esto no suceda. De concretarse dicho boicot, se podría producir la disminución o suspensión de la producción, con el consiguiente desabastecimiento del que responsabilizamos a PASA”. Además, señalaron que el personal estaba en asamblea permanente en la fábrica con plena producción del complejo, para no entorpecer el desarrollo económico del país, ni provocar situaciones de desocupación en las industrias subsidiarias, y aclararon que “se ha mantenido el nivel de producción en todas las áreas del complejo y en algunos casos, como se detalla a continuación, ha sido aumentada de acuerdo con el criterio de los operadores: Planta de Etilbenceno, producción con planificación patronal: 50 toneladas de etileno, producción con planificación obrera: 58 toneladas de etileno. Se realizó la carga y descarga de camiones de diversos productos en forma totalmente normal. Fue enviado un camión con etileno a Duperial, con carga normal y con custodia obrera. La producción de las demás plantas se realizó en forma normal”. Con el correr de los días, los trabajadores rechazaron las intimaciones del Ministerio de Trabajo, a la vez que reafirmaron que se hallaban en asamblea permanente y que mantenían el ritmo de producción, y que en algunos casos la incrementaron, subrayando que “la venta de estireno, materia prima fundamental en la industria del plástico, registra las siguientes ventas: sábado 131.990 litros, domingo 108.860, lunes 105.390 y martes 167.940 litros. En cuanto al caucho, entre los días martes y miércoles último la venta fue de 131.910 kilogramos para el país, y 162.762 kilogramos para la exportación”. Las leyes represivas imperantes en ese momento ayudaron a concretar un deseo que estaba madurando en la conciencia de los trabajadores de PASA: LA PRODUCCIÓN BAJO CONTROL OBRERO. Esta decisión transformó la relación con los técnicos e ingenieros, ya que la producción pasó a ser organizada y dirigida por los obreros, caducando el poder patronal en cuanto director del proceso de producción. Posteriormente, durante un mes, sin la mínima participación de jefes, supervisores, ingenieros, gestionaron la producción de la planta industrial. La vida en la fábrica durante el conflicto deparó para los trabajadores una muy variada experiencia en lo que hace a la organización de la producción, abastecimiento, vigilancia, propaganda, etc., y de la misma uno de los protagonistas nos comentó: “Cuando los obreros, reunidos en un comité de producción, nos sentamos a discutir en el galpón de mantenimiento (nuestro cuartel general) qué medidas tomar para asegurar la continuidad del proceso productivo, nos miramos por algunos instantes y alguien naturalmente dijo: „lo de siempre, dejar que la planta siga produciendo, pues ella se encarga de que las cosas continúen. Es sólo tener un poco más de cuidado, hacer las cosas de forma tal de demostrar a la empresa y a la sociedad que los obreros somos capaces con nuestra propias manos de gestionar fábricas‟. Esto es posible entonces porque es este caso la industria petroquímica se trata de un proceso autosostenido en su propia estructura, que con un mínimo esfuerzo humano y con un trabajador colectivo e individual capaz, asegura de forma natural el normal funcionamiento del proceso sin necesidad de todo el aparato montado artificialmente por el capital para mantener en poder despótico sobre el trabajo. La vida en la fábrica se organizó de tal manera que varios comités funcionaron asegurando todas aquellas medidas necesarias (...) Un comité de producción que se reunía todos los turnos en las primeras horas de trabajo y funcionaba de la siguiente manera: cuando un conjunto de compañeros entraba a trabajar, se dirigían a sus respectivos puestos. En cada sección se reunían los operarios y discutían los problemas existentes, las prioridades en cuanto a mantenimiento, etc. Se nombraba a un delegado que llevaba a la reunión del comité de producción lo resuelto en su sección. En este comité, el conjunto de representantes de todos los sectores de la fábrica coordinaba la forma de llevar a cabo el trabajo de turno. Se consideraban las prioridades y en función de las mismas se distribuían los compañeros de mantenimiento. También en esas reuniones se consideraban todas las informaciones sobre el estado del conflicto, las discusiones con la patronal, las posiciones del Departamento de Trabajo, las posiciones de los grupos políticos, etc. Inmediatamente todos los compañeros se dirigían nuevamente a sus puestos de trabajo. Otros comités completaban las funciones excepcionales que existían. Uno de seguridad controlaba el movimiento de entrada y hacía guardia en el perímetro de la fábrica para evitar cualquier intento de sabotaje o infiltración de elementos ajenos a los obreros. Un comité de abastecimiento aseguraba los alimentos necesarios para la subsistencia, otro se encargaba de las relaciones hacia afuera, como así también lo referente a las discusiones con la empresa a través del Departamento de Trabajo, para resolver el conflicto. La fábrica, quedando en nuestro poder, se estructuró de tal manera que se permitía el paso del personal fuera del convenio, es decir jefes, supervisores, etc. Éstos podían circular libremente dentro de la fábrica, previa requisa en la entrada, cosa que irritaba a muchos “cascos blancos” autoritarios. Ahora bien, esta medida vista desde fuera puede parecer como debilidad, pero en los hechos fue una de las cosas más interesantes. Los que otrora se sentían los aseguradores del funcionamiento de la fábrica, irreemplazables dirigentes, de una hora para otra vieron sus funciones inútiles. Deambulaban por la fábrica como turistas, como visitantes que inservibles, observaban superar records de producción, mantenimiento, modificaciones en el proceso productivo, que ellos nunca antes hubieran aceptado, impotentes al no poder incidir de manera alguna. La reacción de este sector frente al conflicto fue diversa. Algunos, más compenetrados de la realidad social que los colocaba en la función de “vigilantes” innecesarios de los hombres en vez del proceso productivo, se sentían mancomunados con los obreros, apoyaban sus luchas. Otros, más fieles a sus funciones de lacayos, sufrían terriblemente y anidaban la “venganza” para cuando volviera la normalidad. Pero todos sin excepción recibieron el mensaje de la clase obrera, en ese momento protagonizado por un pequeño destacamento de avanzada del proletariado industrial: vuestro parasitismo no es necesario, tienen los días contados. La rutina en el trabajo, la labor en turnos rotativos sin sábados, domingos ni feriados, la separación entre la planificación y ejecución, etc., quita todo el sabor del trabajo necesario y creador de riquezas. Sumado a esto todas las enfermedades físicas y mentales, hace que los 28 días de libertad significaron para muchos la mejor terapia a sus males. Compañeros escépticos, pesimistas, en esos días adquirieron tal dinamismo que parecían irreconocibles. Muchos de nosotros por varios días no salimos del complejo, durmiendo escasas horas al día”. A partir del momento que se hicieron cargo de la fábrica, se insinuó el mejoramiento de la producción, lográndose superar los índices considerados habituales. Las tareas se ampliaron además con la reparación de uno de los hornos de estireno, que tenía averías existentes previas al conflicto y se procedió a apagar una pileta utilizada para la quema de desechos que provocaba emanaciones tóxicas y otros inconvenientes para la población de la zona. Se trató de evitar la contaminación ambiental y la eliminación de desechos al río Paraná. De esa manera se anticiparon en varios años a las tareas que hoy realizan los grupos ecologistas. Los trabajos de riesgo o insalubres se realizaron tomando las precauciones y normas aconsejables, disminuyendo considerablemente los accidentes de trabajo. Fueron numerosas las negociaciones con la patronal, entrevistas con el gobernador Dr. Silvestre Begnis y el presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, Dr. Rubén Dunda. A su vez el Ministerio de Trabajo de la Nación intimó a los trabajadores a que dispusieran la normalización de la situación, amenazando con retirar la personería gremial al SOEPU. El rechazo de la amenaza del Ministerio se produjo luego de una asamblea “con la participación de 600 obreros, mientras un centenar de ellos continuaba en los lugares de trabajo”, que por unanimidad resolvieron mantener la actitud tomada y los reclamos iniciales. Las repercusiones sociales y políticas fueron variadas, los apoyos de distintos sectores se incrementaron con los días. La patronal y el sindicato se cruzaron comunicados con denuncias o bien con afirmaciones, como esta solicitada del SOEPU: ¡EN PASA SIGUE LA LUCHA! Los obreros petroquímicos llevamos 18 días de lucha, controlando la planta de PASA Petroquímica, con un rendimiento productivo superior. Este hecho sin precedentes en la historia del movimiento obrero argentino, se produce a raíz de la agresión del contratista del comedor de fábrica a un compañero, estando advertido PASA, desde tiempo antes, de las irregularidades y atropellos que este sujeto realizaba. Como consecuencia de ello se originó el conflicto y en una Asamblea de fábrica se resuelve: a)EXIGIRLE A LA PATRONAL: 1)Expulsión inmediata del concesionario del comedor; 2)Que PASA se haga cargo de la dirección y administración del mismo; 3)Que tome en relación de dependencia a los 18 compañeros que en él se desempeñan; 4)Extensión del beneficio de la comida a los compañeros administrativos de Rosario (beneficio establecido por convenio que la patronal nunca concretó pese a reiteradas promesas). b)Continuar el PROCESO PRODUCTIVO con CONTROL OBRERO. c)Declararse en ESTADO DE ASAMBLEA PERMANENTE. ES ABSOLUTAMENTE CLARO QUE NOS ASISTE RAZÓN, NUESTRO OBJETIVO A ALCANZAR SON SÓLO LOS CUATRO PUNTOS SEÑALADOS. En el curso del conflicto una nueva asamblea resolvió sugerir al Gobierno Nacional que se interese en la NACIONALIZACIÓN de esta importante fuente de riqueza, estimando que éstas deben quedar a favor del pueblo de nuestro país y no engrosar las arcas del imperialismo yanqui. Aquí no existen veladas intenciones ni hacemos el juego a ningún sector interesado en la adquisición de dicha empresa. Los trabajadores petroquímicos queremos que el pueblo sepa que ninguna maniobra se oculta tras nuestra lucha y que denunciaremos todo intento de instrumentarla tras objetivos extraños al origen del conflicto. Ni la patronal -que sólo debe acceder a otorgar justas y mínimas reivindicaciones- ni las autoridades responsables de obligarla a satisfacer nuestro reclamos, parecen darse por enteradas. Por el contrario, el Ministerio de Trabajo amenaza con disolver nuestra Organización Gremial. Reiteramos que ante posibles denuncias de desabastecimiento de productos petroquímicos, nosotros los trabajadores CONTROLAMOS Y ASEGURAMOS LA PRODUCCIÓN, pero sigue siendo PASA la que comercializa y en ese sentido deslindamos responsabilidades. Queremos destacar la información dada de nuestro conflicto por diversos medios de difusión como la que permanentemente suministra el diario Noticias de Bs. As. Solicitamos a la prensa que ha permanecido en silencio (especialmente en los últimos días) y a la que ha tergiversado la realidad sobre el conflicto, una mayor y veraz información. Hemos demostrado a lo largo de 18 días nuestra capacidad de trabajar sin la dirección patronal y debe saber la población que estamos también dispuestos a continuar el tiempo que sea necesaria para conseguir nuestros objetivos. Reina entre nosotros una fraternidad y espíritu de lucha en niveles superiores a las que conocíamos y que nos permite hacer esta afirmación. CON NUESTRA UNIDAD Y ORGANIZACIÓN SEGUIREMOS ADELANTE. ¡¡HASTA LA VICTORIA! ! Entre los distintos temas que se debatieron durante la toma, dos fueron los que produjeron más polémica. Por una parte, paralelamente a las reivindicaciones ya mencionadas, se planteó por parte de un grupo de trabajadores una conquista que consideraban que debía exigirse en una empresa de las características de PASA: ¡¡6 horas por turno!! Por otra, se intercambiaron ideas sobre si se debía levantar la consigna de la nacionalización de PASA y se resolvió con posiciones encontradas, “sugerir al Gobierno Nacional que se interese en la NACIONALIZACIÓN de esta importante fuente de riqueza, estimando que ésta debe quedar a favor del pueblo de nuestro país y no engrosar las arcas del imperialismo yanqui”. La medida de lucha produjo distintas posiciones dentro del movimiento obrero, desde los que apoyaron hasta la postura de las “62 Organizaciones” de San Lorenzo, que se expresó a través de un comunicado, y que nos permite entender el clima sindical reinante: “El nucleamiento gremial peronista califica el accionar de SOEPU como puramente político, que tiende a poner escollos en el camino del gobierno popular de la compañera Isabel y crear por el lado de la izquierda cipaya mediante la agitación y el desorden, el clima propicio para un golpe gorila... Las 62 advierten luego a los trabajadores que no deben responder a la provocación de la derecha y de la izquierda unidas, que tratan de poner incesantemente vallas a la auténtica revolución nacional que está consolidando el gobierno del pueblo. No se debe permitir que se use a los trabajadores para defender intereses oscuros de enanos enrolados en la antipatria”. Mientras, la solidaridad llegó de distintos gremios, partidos políticos, y organizaciones sociales. El Movimiento Nacional de Solidaridad con los Presos Políticos, a través de una solicitada, expresó en esos días que denunciaba: “todas las forma que asume la represión en nuestro país, a los allanamientos y detenciones arbitrarias, a las torturas físicas y morales que se están desatando en estos momentos contra militantes y hombres del pueblo, se agrega también otras formas encubiertas de represión, como son los despidos arbitrarios, la desocupación, el desabastecimiento de los artículos de primera necesidad, etc. Dentro de esta avanzada de la represión debemos mencionar: *Allanamientos y detenciones en las ciudades de Rosario, Villa Constitución y Villa Diego; *Asesinato del diputado del pueblo Rodolfo Ortega Peña y posterior represión en su velatorio; *Atentado con explosivos en el local de la Lista Marrón de Acindar (Villa Constitución); *Intimidación del Ministerio de Trabajo amenazando retirar la personería al SOEPU por el conflicto existente en la empresa imperialista PASA. Llamamos a la Unidad de todos los sectores para movilizarse contra la represión y por la democracia. ¡Libertad a todos los presos políticos!!!”. Los petroquímicos en la asamblea realizada el 22 de agosto, logradas las exigencias peticionadas a la patronal, dieron por culminada la medida de lucha. Juan Dowling, analizo así lo vivido esos días “por primera vez ejercitamos una forma de democracia directa, ahora como productores, una experiencia nunca antes experimentada por nosotros, que dio mayor sentido a nuestros días de trabajo, otrora interminables. Una forma de participación libre, con elección rotativa de funciones, en las distintas comisiones necesarias para gestionar la fábrica y el conflicto, con delegación de mandatos temporarios, cada uno de nosotros, además de ejercer nuestra funciones habituales, participábamos alternativamente en las diversas tareas. Por un momento, percibimos que, por lo menos, para una industria con tal grado de automación como PASA, deja de tener sentido un trabajo esclavizante, alienante, desprovisto de cualquier atractivo. Sólo se justifica tal aberración por la existencia de un sistema económico social, basado en la explotación del trabajo asalariado.” Notas [1] Esta nota es parte del libro Los petroquímicos, la Intersindical y la Coordinadora de Gremios en Lucha, de próxima publicación.