JUDIOS ENTRE EUROPA Y EL NORTE DE AFRICA

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Índice
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1.
Escenarios de 1492. Judíos hacia y desde el norte de
África . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Elisa Caselli
19
2.
Moriscos judíos y renegados en la República corsaria de
Salé . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Jaume Torras Elias
43
3.
El pasado de los judíos del norte de África en la literatura colonial francesa (1860-1962) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Colette Zytnicki
59
4.
La Alianza Israelita Universal a través del prisma del
norte de Marruecos: su labor educativa (1862-1912) . . .
Irene González González
73
Tensiones judeo-musulmanas en el protectorado español
en Marruecos en tiempos de la II República (1931-1936)
Eloy Martín Corrales
93
5.
6.
El Talmud en el antisemitismo español. La pervivencia
de la tradición antijudía premoderna a la luz de la difusión en España de los textos antitalmúdicos de Sixto de
Siena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Fernando Bravo López
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7. El antisemitismo en la Cataluña contemporánea . . . . . .
Gonzalo Álvarez Chillida
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8. Los orígenes del franquismo y el mito judeo-masónico . .
Javier Domínguez Arribas
173
9. Sefardíes en la masonería española y represión franquista: Barcelona, Melilla y Protectorado de España en Marruecos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Maite Ojeda Mata
191
10. La España contemporánea y los judíos. . . . . . . . . . . . . .
Danielle Rozenberg
211
Los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Introducción
Eloy Martín Corrales
Maite Ojeda Mata
En septiembre de 2012 celebramos en la Universitat Pompeu Fabra
de Barcelona una Conferencia Internacional con el título «Entre Europa
y el norte de África: judíos de ida y vuelta»; estuvo centrada en el estudio de las relaciones entre las sociedades europeas y norteafricanas a
través de los descendientes de la diáspora iberojudía provocada por el
Edicto de expulsión de 1492. La citada diáspora también significó el reverso de la ruptura, un nuevo puente entre las sociedades europeas y
norteafricanas, entre dos formas de vivir y entender el mundo. No nos
interesaba centrarnos en las experiencias de las distintas comunidades
judías norteafricanas, sino en la relevancia de esta experiencia. Es decir, cómo la situación estructural de los judíos tras la expulsión puede
ayudar a entender las dimensiones políticas, económicas, sociales y
culturales de las relaciones entre judíos, cristianos y musulmanes en el
área mediterránea a partir del siglo XV. En especial, los límites y los
puentes que se destruían y construían entre estas comunidades, tan
próximas y tan lejanas. Los estudios existentes demuestran que los hispanojudíos primero, y sus descendientes sefardíes, después, contribuyeron a hacer posibles y fluidas las relaciones de todo tipo entre las sociedades de las dos orillas del mediterráneo, cristianas y musulmanas. No
obstante, la persistencia de prejuicios viejos y nuevos ha hecho que,
hasta ahora, el «regreso» de los hispanojudíos no haya estado exento de
problemas, fundamentalmente derivados de los mencionados prejuicios
existentes en la Europa cristiana y en la España castiza, y sus sucesores,
los modernos estados nacionales, donde la identidad nacional y la ciudadanía no se libraron de incorporar las viejas nociones identitarias a
las nuevas concepciones sobre las pertenencias y pertinencias sociopolíticas, eso sí, con profundas transformaciones.
Sabemos que no iniciamos un tema o temas nuevos, pero sí repletos
de innumerables lagunas. Como no podía ser de otra forma hemos
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aprendido y reconocemos el legado de quienes, a veces en medio de un
gran vacío historiográfico, iniciaron este recorrido de recuperación histórica que nos permite comprender mejor las relaciones presentes y esperar que contribuya también a despejar los fantasmas del futuro. Sobre
la historia de la diáspora iberojudía en el mediterráneo oriental cabe destacar los trabajos de Aron Rodrigue y Esther Benbassa;1 los estudios filológicos y literarios de Iacob Hassan, Paloma Díaz-Mas y otros, se han
centrado en cuestiones relativas a la identidad sefardí y a sus referentes
culturales y políticos;2 sobre el papel de los judíos en la región mediterránea, sobre todo en la época moderna, cabe destacar las investigaciones de Mercedes García Arenal, Mohammed Kenbib, Michel Laskier,
Daniel Schroeter;3 sobre los comunidades judías en el norte de África,
en particular durante los siglos XIX y primera mitad del siglo XX existen
las investigaciones de Joan Baptista Vilar sobre Tetuán, Emily Gottreich
sobre Marrakesh, la obra ya mencionada de Schroeter sobre Essaouira y
otras muchas;4 y sobre judíos y sefardíes y la España contemporánea
cabe destacar las investigaciones de Haim Avni, Antonio Marquina y
Gloria Inés Ospina, José Antonio Lisbona, Isidro Gonzalez, Bernd
Rother, Isabelle Rohr, Danielle Rozenberg, Maite Ojeda Mata y muchas
más.5 Asimismo, pensamos que es fundamental para entender estas relaciones, a menudo caracterizadas por la ambivalencia y la ambigüedad,
profundizar, no sólo en los procesos históricos y las prácticas sociales,
sino también en las nociones sobre los judíos dominantes en Europa y en
España desde la Edad Media, ya abordadas extensamente, en particular
para el caso español, por Benzion Netanyahu, David Nirenberg, Antonio
Domínguez Ortiz, Julio Caro Baroja, Gonzalo Álvarez Chillida y muchos otros,6 marco ideológico que es necesario conocer para entender la
profunda estigmatización de los judíos en Europa en general y España
en particular, universo imaginario de fondo que, aunque encuadra, no
necesariamente impide el desarrollo de relaciones que, a menudo, se
mueven por consideraciones más pragmáticas, pero que, sin embargo,
no deja de ser un instrumento disponible para su uso en caso necesario.
Tampoco es nuestro objetivo cerrar el tema, sino poner de relevancia
las múltiples dimensiones que siguen apareciendo de esta experiencia y
sugerir nuevos ámbitos de investigación. El papel de los judíos como
puente entre el norte y el sur del mediterráneo, entre sociedades cristianas y sociedades musulmanes, teniendo en cuenta las persecuciones y
expulsiones que sufrieron, en particular en la Europa cristiana, merece
una especial atención.
El conjunto de textos de este volumen amplían el debate que iniciamos en septiembre de 2012. Nuestro objetivo es contribuir a generar
mayor reflexión sobre la artificialidad de las fronteras conceptuales y
geopolíticas a la hora de estudiar realidades sociales e históricas, así
como imaginarios e ideologías, ampliamente interconectados.
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Los textos de la monografía que presentamos tienen su origen cronológico, como no podía ser de otro modo, en el Edicto de expulsión de
31 de marzo de 1492, decretado por la Corona de Aragón y el Reino de
Castilla. Cuatro siglos más tarde, no sería esta fecha y mes el más célebre o celebrado sino otro acontecimiento paralelo: el «Descubrimiento». Es decir, la llegada de las naves castellanas a tierras americanas el
12 de octubre de ese mismo año. Sin embargo, a lo largo del siglo XIX,
ambas fechas quedarán vinculadas como un todo en la construcción de
la idea de hispanidad. Somos conscientes así de la carga simbólica que
representa el 31 de marzo de 1492, pero no podemos por ello ignorar el
enorme impacto que tuvo en su día una medida de estas características.
Con una gran sensibilidad, pero con mucho rigor, Elisa Caselli, en el
capítulo titulado «Escenarios de 1492. Judíos hacia y desde el norte de
África», nos transporta al día a día del drama del Edicto de Expulsión
de los Reyes Católicos, a partir de una serie de estudios de caso localizados en los archivos de la Inquisición.
Pero la experiencia judía en el mediterráneo no era nueva, y la diáspora proporcionó una nueva dimensión a esa experiencia, ampliando
los contactos sociales y los saberes locales. Esto fue posible, por supuesto, gracias a la buena acogida de la diáspora hispanojudía por parte
de los sultanes musulmanes en Marruecos, los deys de Argel y los beys
de Túnez y Trípoli, así como por los califas del Imperio otomano, entonces un próspero y poderoso imperio mediterráneo en expansión.
Con el cautiverio de Robinson Crusoe –el protagonista de la novela
de Daniel Defoe publicada por primera vez en 1719– por corsarios de
Salé inicia Jaume Torras su relato. El texto, que lleva por título «Moriscos, judíos y renegados en la República corsaria de Salé», estudia las
actividades socioeconómicas de los corsarios de Salé (en realidad de
Rabay), como aquellos que probablemente capturaron a Defoe e inspiraron su novela. Pero lejos de una visión romántica del corso, Torras
analiza con lucidez la citada actividad económica en la que participaron
los expulsados de la otra orilla, musulmanes y judíos, así como toda
una legión de aventureros europeos, como los holandeses, ingleses y de
otras partes de la Europa del Norte, reconvertidos en corsarios en numerosos puertos norteafricanos. En efecto, se trató de una auténtica
coalición, por muy inestable y efímera que fuese, de grupos marginales
y proscritos: moriscos expulsados de España, corsarios del Mar del
Norte exiliados en los puertos magrebíes y judíos sefardíes de Marruecos y de Holanda. Los sefardíes estuvieron interesados en las posibilidades económicas que ofrecían el negocio de la compra, y posterior
venta, de cautivos; en la introducción en los circuitos mercantiles «normales» del botín capturado por los corsarios; en los beneficios que procuraba su labor de intermediación entre Salé y los puertos holandeses,
en especial en el lucrativo asunto de las importaciones saletinas de ar-
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mamento, munición y pertrechos navales. Pero mucho mas importante
que todo eso, fue el que el comercio de Holanda con Salé fue asunto de
los hombres de la nación portuguesa, constituida por los judíos holandeses, una diáspora dentro de la Diáspora, en esos momentos tejiendo
una red comercial y financiera, uno de cuyos núcleos importantes se
situaba en el Nordeste del Brasil (Recife), Guayana y, posteriormente,
el Caribe holandés. La protección de la vía marítima entre esos territorios y Holanda fue determinante para que la nación prestara su apoyo a
los amos de Salé, puerto desde el que en caso de relaciones hostiles
hubiera sido muy fácil osbtaculizarla.
La historiografía sobre el pasado judío del norte de África comenzó
a proliferar con la expansión colonial europea en el continente africano
y el levante en el siglo XIX. Como toda historiografía hizo una lectura
sesgada del pasado basada en las preconcepciones de esos momentos y,
con frecuencia, en las ambiciones con respecto al futuro de esos territorios convertidos paulatinamente en colonias. Colette Zytnicki aborda la
cuestión de la historiografía colonial sobre los judíos del Magreb. A
principios del siglo XIX, la ausencia de historias y crónicas sobre los
judíos en la región indica la poca importancia que tanto las élites musulmanas cultas del sur del mediterráneo, como las élites cristianas cultas del norte, habían otorgado a la población judía. La poca información que existe sobre determinados hechos históricos aparece
desfigurada, y las reflexiones e ideas sobre el tema son a menudo erróneas o falsas según las conclusiones de la autora. Estos «productores»
de historia del siglo XIX eran muy heterogéneos. Por un lado estaban los
miembros de las sociedades científicas que habían acompañado a Napoleón durante su expedición en Egipto, guiados por el objetivo de clasificar y documentar piedras, plantas, animales y humanos. Sin duda
con el objetivo de mejor servir no sólo a la ciencia positivista del momento sino a los intereses franceses en el norte de África. Mientras los
científicos no judíos, se centraron fundamentalmente en las poblaciones
árabes y bereberes, los estudiosos judíos del Magreb fueron los primeros en interesarse por la historia judía. Pero, además, tuvieron interés en
vincular esta historia, desde el punto de vista material, lingüístico y ritual, con la de los judíos procedentes de Francia o educados en los valores de la metrópoli europea. Fueron sobre todo estos judíos educados
en los valores franceses, quienes con más fuerza defendían su pertenencia a una nación «civilizada» y emancipadora y se atribuían la misión
de «liberar» a sus correligionarios del yugo musulmán y de las supersticiones del pasado. De nuevo, estos productores judíos de la historia de
los judíos del Magreb también eran muy heterogéneos. Entre ellos encontramos miembros de las misiones científicas, científicos vinculados
al mundo universitario argelino o marroquí, profesores de las escuelas
de la Alianza Israelita Universal (AIU) y rabinos cultos. Zytnicki de-
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muestra que, si bien la historia de los judíos del norte de África fue escrita fundamentalmente por judíos durante el período colonial, de mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX, esta fue modelada según
los códigos importados de la metrópolis francesa.
No sólo la historia, también los miembros de las comunidades judías
del norte de África, sobre todo sus miembros más jóvenes, fueron objeto de políticas educativas destinadas a su transformación en ciudadanos
«modernos». Ciudadanos defensores de los valores de la metrópolis colonial. En el caso judío, fue la AIU, fundada en 1860 por un grupo de
jóvenes judíos de la burguesía liberal francesa heredera de los idearios
ilustrados, la que desarrolló esta labor, como vemos en el texto de Irene
González «La Alianza Israelita Universal a través del prisma del norte
de Marruecos: su labor educativa (1862-1912)». Paradójica situación.
Expulsados durante los siglos medievales de los reinos cristianos
europeos, los judíos tuvieron que adaptarse a una cultura y una sociedad diferente de la que habían conocido. En el siglo XIX, en el marco
del colonialismo europeo decimonónico, fueron llamados a adoptar de
nuevo los valores culturales europeos e incluso a (re)integrarse, si bien
principalmente en el contexto colonial, en el marco social de los colonizadores europeos, abandonando sus barrios judíos (mellah en Marruecos) y su entorno social musulmán. De hecho, como señala González, el proceso no estuvo exento de resistencias, principalmente por la
ortodoxia rabínica, por lo que la AIU tuvo que combinar el sistema y
los contenidos educativos de la moderna educación francesa con enseñanzas más tradicionales como el estudio del hebreo y del Talmud, unificando presente y pasado con los principios ideológicos de la Europa
decimonónica. La ciudad de Tetuán, en el norte de Marruecos, fue la
primera ciudad donde la AIU inició sus esfuerzos educativos, la ciudad
con mayor concentración de sefardíes (también de Andalusíes) del norte de África.
La renovada atención prestada a los judíos por los colonizadores
europeos en las sociedades musulmanas norteafricanas y otomanas despertó los recelos de los musulmanes quienes percibían una alteración
del orden y las jerarquías sociales dominantes. No obstante, como señala Eloy Martín Corrales, la visión que tenemos de las relaciones entre
musulmanes y judíos, las nuevas relaciones provocadas por el dominio
colonial europeo, está obscurecida por el peso del antisemitismo canónico, por el peso de los discursos propagados por las mas radicales de
las visiones antisemitas de la España de fines del siglo XIX y primera
mitad del XX. Esa bibliografía nos dificulta el analizar las interacciones
entre musulmanes y judíos en el contexto político, económico y social
concreto del protectorado francés de Marruecos, y en nuestro caso del
llamado protectorado español. Lo cierto fue que la penetración colonial
europea en el norte de África favoreció, a veces sin que existiera una
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verdadera voluntad de hacerlo, la promoción económica, laboral, intelectual y social de parte de los judíos marroquíes. Y lo hicieron en mayor medida, al menos porcentualmente, que en el caso de la población
musulmana. Sirva de ejemplo el acceso a la escolarización moderna, o
europea, gracias a la temprana labor educativa de la AIU, pero también
debido a la matriculación de judíos en las escuelas francesas y españolas en Marruecos, así como su más decidido acceso y frecuentación de
a las bibliotecas y centros culturales creados por los colonizadores, así
como la relevante presencia judía en el sector terciario de la economía
marroquí. No menos importante fue su colaboración con la administración colonial, en particular en el ámbito consular, al menos en un primer período. Así como su inserción en la economía capitalista, mucho
más visible e impactante en el norte de Marruecos, en el llamado protectorado español de Marruecos, zona que hasta comienzos del siglo XX
dependía más de la economía de subsistencia, que de la economía de
mercado. Naturalmente, la colaboración de una parte de la población
judía con los planes coloniales europeos fue especialmente resaltada.
Por unos, los colonizadores, para destacar que contaban con un valioso
apoyo en la población local. Por otros, los marroquíes musulmanes,
porque de alguna forma ocultaba, o minimizaba, la colaboración, mucho más importante cuantitativa y cualitativamente, de las élites y de
parte del conjunto de la población musulmana. En «Tensiones judeomusulmanas en el protectorado español en Marruecos en tiempos de la
Segunda República (1931-1936)», Eloy Martín Corrales elige el período de la Segunda República española para estudiar las situaciones de
conflicto entre musulmanes y judíos e intentar entender sus causas desde su propio contexto, tras hacer una breve introducción al marco histórico precedente. El autor observa que, por un lado, con la seguridad que
les proporcionaban las autoridades del protectorado, los judíos pierden
el temor a enfrentarse cada vez con mayor frecuencia con los musulmanes, y, por otro, que los conflictos de origen individual tienden a canalizarse en forma de conflictos intercomunitarios.
La favorable actitud de los colonizares europeos hacia los judíos, y
en particular los sefardíes, en el mediterráneo musulmán durante el siglo XIX y primera mitad del siglo XX, contrasta con la persistencia de
viejos y nuevos prejuicios en el corazón de las sociedades y las políticas europeas. En realidad, la segunda mitad del siglo XIX europeo se
caracterizó por una renovada ola de odio antijudío. Nos referimos a la
irrupción del antisemitismo. Fernando Bravo López nos presenta los
antecedentes de esta nueva ola antisemita que, al menos en parte, hunde
su raíces en el antijudaísmo medieval revitalizando viejas acusaciones
antijudías y en la que el uso del Talmud desempeñó un papel fundamental. Se recurrió al Talmud, o a supuestas citas extraídas del citado
texto, para definir a los judíos como «pueblo». Las principales caracte-
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rísticas que se les adjudicaban, y que permitía diferenciarlos de otros
«pueblos», eran esencialmente negativas y malignas. Así, Bravo López
estudia el uso de los textos antitalmúdicos en el siglo XIX para atacar a
los judíos, empezando con una cita del último libro de Umberto Eco, El
cementerio de Praga,7 que nos transporta a una sociedad llena de prejuicios.
Pero El cementerio de Praga no sólo recrea una sociedad imbuida
por viejos prejuicios antijudíos, sino que muestra el desarrollo de nuevos prejuicios y su vinculación con los precedentes. Nos referimos a la
antimasonería. La masonería, que hizo su aparición en la Europa ilustrada durante el siglo XVIII, fue vista por los sectores más tradicionalistas como una amenaza al orden social y político. Muchos vieron una
conjunción entre la masonería y los judíos, que utilizaban para justificar la nueva ola antijudía que vivía el continente. Si bien no siempre se
dejaba claro quién estaba detrás de quién, si los judíos utilizaban a los
masones o los masones a los judíos en su plan para subvertir el orden
establecido. Gonzalo Álvarez Chillida en «El antisemitismo en la Cataluña contemporánea», presenta el impacto de estas corrientes de pensamiento europeo antimasónicas y antijudías decimonónicas en Cataluña.
No es casualidad, entiende Álvarez Chillida, que la sociedad catalana
fuera tan receptiva a estas ideas, pues Cataluña fue uno de los bastiones
del tradicionalismo en la península. Ya al cerrar el siglo, el desvelamiento de dos grandes fraudes, la infundada acusación por alta traición
contra Alfred Dreyfus en Francia –primer judío en acceder al Estado
Mayor del ejército francés– y la confesión de Leo Taxil de la falsedad
de su revelación sobre el carácter satánico de la masonería, apaciguaron
los ánimos, por lo menos temporalmente. Las sinergias entre el catolicismo y el catalanismo facilitaron la penetración de estas ideas en una
parte del movimiento catalanista, sobre todo entre los sectores más conservadores y católicos cercanos a la Lliga Regionalista. Durante el
Affaire Dreyfus, este catalanismo conservador y católico se posicionó
del lado del movimiento antidreyfusard en Francia. No obstante, y al
igual que estaba sucediendo en otras partes de la península, en Cataluña
se va a producir una revisión del pasado medieval judío en términos
positivos, e incluso algunos van a argumentar en contra de la acusación
de deicidio, aunque no por ello se abandonan todos los clichés antijudíos.
Pero tras la Primera Guerra Mundial se produce en Europa una nueva oleada antisemita, como ilustran Álvarez Chillida y Javier Domínguez Arribas en sus respectivos artículos. Domínguez Arribas se centra
en el uso del mito europeo decimonónico de conspiración judeo-masónica por la propaganda franquista, tras la enorme difusión que tuvieron
ya estas ideas durante la Segunda República Española. Si bien es cierto
que formaba parte del ideario de las derechas antiliberales que apoya-
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ron al franquismo, Domínguez Arribas llama la atención sobre la particular posición de Franco al respecto, probablemente marcada, sino determinada, en ambos casos, por su experiencia africana. Así, la
propaganda franquista analizada no responde necesariamente a las
ideas del gobierno y de Franco sobre judíos y masones sino que estos
son utilizados, en particular los judíos, como un recurso disponible para
desmoralizar a los soldados del bando enemigo y conseguir, idealmente, su deserción de las filas republicanas. También analiza Domínguez
Arribas el rol de Ediciones Antisectarias (publicación de orientación
fundamentalmente católica, donde predominaban los autores carlistas e
integristas, en la difusión del mito judeo-masónico en España durante
la guerra civil), de la prensa (Arriba España, ABC, Amanecer y otras
muchas), así como el uso de los libros sobre masonería que proliferaron
durante esos años. Otro aspecto interesante de esta investigación es que
también estudia el uso del mito de la conspiración judeo-masónica en
las luchas entre facciones internas dentro del bando «nacional», en un
momento en que, a pesar de la orientación evidente de los sublevados,
todavía no se había declarado formalmente el Estado confesional. Por
todo ello, concluye el autor que el uso de este mito en la propaganda y
en la prensa se debe más a un objetivo utilitario, dirigido contra los
enemigos reales (sectores leales a la república y a sus aliados) que ideológico. Es decir, tenía una funcionalidad, y esta era múltiple.
Sin embargo, ya podemos observar en el texto de Domínguez Arribas que unos enemigos eran más imaginarios que otros. Esta paradoja o
desequilibro entre la propaganda y los hechos lo ha desarrollado Maite
Ojeda Mata en el capítulo titulado «Sefardíes en la masonería Española
y represión franquista: Barcelona, Melilla y Protectorado de España en
Marruecos». A partir de un vaciado de los expedientes por masonería
seguidos contra masones sefardíes por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, depositados en el Archivo del
Centro de la Memoria Histórica de Salamanca, la autora analiza qué
ocurría ante un caso real de judeo-masón. Judeo-masones, que, además,
eran sefardíes, es decir, aquellos a quienes desde finales del siglo XIX se
les atribuía una identidad nacional por lo menos parcialmente compartida con los españoles. La autora muestra que, no en términos absolutos, pero sí en términos relativos, la participación judía en la masonería
era importante. Ésta fue probablemente el doble en porcentaje que la
participación de la población no-judía en la masonería en España, así
como en el Protectorado de España en Marruecos. Además, estuvo muy
por encima del porcentaje de población judía residente en España a
principios de la década de 1940. La autora concluye que, a pesar de la
destacada participación judía en la masonería, la represión de los judíos
masones no respondía a la lógica del mito de la conspiración judeomasónica. Tampoco la atenuación de las penas respondía a la lógica del
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antisemitismo. Por el contrario, el catolicismo y el nacionalismo católico fueron los ejes clave sobre los que basar una defensa y sobre los que
conceder la reducción de la pena, únicamente en el caso de los judíos.
Es decir, ser judío converso al catolicismo era un argumento poderoso
en la defensa de un (ex)judío al que los masones católicos no podían
acogerse. Del mismo modo, las órdenes de pérdida de la nacionalidad
española y expulsión del territorio nacional no se veían atenuadas por el
hecho de alegar un amor a España y una identidad cultural compartida.
De este modo, los sefardíes residentes en España durante el primer
franquismo vieron reactivarse los valores que se atribuían a los motivos
de la expulsión de los judíos de 1492.
En el capítulo titulado «La España contemporánea y los judíos», Danielle Rozenberg nos acerca a la ambivalente política del Estado español contemporáneo, en particular en relación a los sefardíes. Si bien es
cierto que algunos importantes comerciantes y financieros judíos se
instalaron o abrieron agencias en España desde mediados del siglo XIX,
contrasta el imaginario sobre los sefardíes en la España contemporánea,
que los imaginaba como ricos hombres de negocios, y la realidad de la
mayor parte de la inmigración judía de esos años a la península caracterizada por aquellos que huían de las persecuciones –pogromos en la
Rusia zarista–, los conflictos –guerra colonial entre España y Marruecos, Primera Guerra Mundial– o la pobreza –asquenazíes de Rusia, sefardíes otomanos y norteafricanos–; la política de exaltación de lo sefardí y la pervivencia del antijudaísmo religioso; el alineamiento de la
España franquista con los países árabes en el conflicto arabo-israelí y el
acercamiento cultural sobre todo a los sefardíes. Esta situación perduró
hasta el restablecimiento de la democracia en España tras la muerte del
General Francisco Franco y la normalización de las relaciones entre
España e Israel. A pesar la mejora de las relaciones entre el Estado español y las comunidades judías españolas, la diáspora sefardí y el Estado de Israel, según Rozenberg el marco futuro de las relaciones entre la
España contemporánea y los sefardíes está todavía por definir.
Con este monográfico y los textos presentados, con su ampliación o
revisión de temas conocidos, como con sus aportaciones novedosas, dejamos constancia de la riqueza y complejidad de unas relaciones de
larga duración con repercusiones hasta la actualidad y de los muchos
aspectos que sobre esta relación todavía desconocemos.
Notas
1. Véase, por ejemplo, A. RODRIGUE y E. BENBASSA, Historia de los judíos sefardíes: de Toledo a Salónica, Madrid, Abada, 2004.
2. I. HASSAN y R. IZQUIERDO BENITO, Judíos en la literatura española, Cuen-
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ca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2001; P. DÍAZ-MAS, Los sefardíes. Historia, lengua y cultura, Barcelona, Riopiedras, 2006.
3. M. GARCÍA ARENAL y G. WIEGERS, Un hombre en tres mundos. Samuel Pallache, un judío marroquí en la Europa protestante y en la católica. (2.ª edición corregida y aumentada), Madrid, Siglo XXI, 2007; M. GARCÍA ARENAL (ed.). Entre el
Islam y Occidente. Los judíos magrebíes en la Edad Moderna, Madrid, Casa de Velázquez, 2003; M. KENBIB, Juifs et Musulmans au Maroc 1859-1948, Rabat, Université Mohammed V, 1994; M. LASKIER, The Alliance Israelite Universelle and the Jewish Communities of Morocco 1862-1962, Albany, State University of New York Press,
1983; M. LASKIER, North African Jewry in the twentieth century, New York & London, New York University Press, 1994; D. SCHROETER, Merchants of Essaouria,
Cambridge: Cambridge University Press, 1988; D. SCHROETER, The sultan’s Jew:
Morocco and the Sephardic world, Stanford, Stanford University Press, 2002.
4. J. B. Vilar, Tetuán en el resurgimiento judío contemporáneo (1850-1870). Aproximación a la Historia del Judaísmo Norteafricano, Caracas, Biblioteca Popular Sefardí,
1985; D. SCHROETER, Merchants of Essaouria, Cambridge, Cambridge University
Press, 1988; D. SCHROETER, The sultan’s Jew: Morocco and the Sephardic world,
Stanford, Stanford University Press, 2002; E. GOTTREICH, The Mellah of Marrakesh:
Jewish and Muslim Space in Morocco’s Red City, Bloomington and Indianapolis, Indiana University Press, 2007.
5. H. AVNI, Franco y los judíos, Madrid, Altalena, 1982; A. MARQUINA y G. I.
OSPINA, España y los judíos en el siglo XX: la acción exterior, Madrid, Espasa Calpe,
1987; J. A. LISBONA, Retorno a Sefarad. La política de España hacia sus judíos en el
siglo XX, Barcelona, Riopiedras, 1993; I. GONZALEZ, Los judíos y la Segunda República (1931-1939), Madrid, Alianza, 2004; B. ROTHER, Franco y el Holocausto, Madrid,
Marcial Pons, 2005; I. ROHR, The Spanish Right and the Jews (1898-1945), Sussex,
Sussex University Press, 2008; D. ROZENBERG, La España contemporánea y la cuestión judía. Retejiendo los hilos de la memoria y de la historia, Madrid, Marcial Pons/
Casa Sefarad-Israel, 2010; M. OJEDA MATA, Identidades Ambivalentes. Sefardíes en
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