Sefardí, una de las dos grandes agrupaciones en que se dividen los judíos atendiendo a su origen geográfico y tradición cultural. La denominación distingue a las comunidades judías medievales de la península Ibérica y del norte de África, así como a sus descendientes, de los askenazíes, que proceden de las comunidades en la Europa septentrional, central y oriental. Los judíos de los territorios cristianos de la península Ibérica, a diferencia de los que vivían en zonas musulmanas, sufrieron grandes persecuciones y fueron definitivamente expulsados en 1492−1497, tras la conquista cristiana del último enclave musulmán y la unificación de los reinos peninsulares. En un principio, los sefardíes huyeron hacia el norte de África y los territorios orientales del Imperio otomano; más tarde se asentaron en Francia, Holanda (sobre todo en Amsterdam), Inglaterra, Italia, los Balcanes (en especial, Salónica en Macedonia) y otros países europeos. Los judíos sefardíes adquirieron singular renombre por sus logros intelectuales en el contexto de la cultura judía. También se caracterizan por su tradicional lengua vernácula judeo−castellana (ladino) y por su fidelidad a la tradición babilónica de la práctica ritual, en contraposición a las tradiciones palestinas y la lengua yiddish conservadas por los askenazíes. Los sefardíes representan el 60% de la población judía mundial, entre la que destaca la comunidad establecida en Marruecos. La palabra sefardí se utiliza también en un sentido menos estricto para designar a los judíos procedentes del norte de África y de Oriente Próximo que hablan árabe, persa y algunas variedades del arameo y que carecen de lazos históricos con las regiones europeas. Dado que la mayoría de ellos han adoptado la tradición babilónica del judaísmo, por influencia de los auténticos sefardíes, se les suele incluir en esta denominación genérica. 1