El pensamiento positivo en la toma de decisiones

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ESCUELA DE ALCALDES 2013
El pensamiento positivo en la toma de decisiones Cómo lograr objetivos exitosos en proyectos de sostenibilidad Toni Aragón Rebollo
[email protected] Introducción El
pensamiento
positivo
incluye
conocer
nuestras emociones, ser más eficientes, mejorar
nuestra calidad de vida y profundizar en cómo ser
felices. Cuando hablamos de estas cuestiones solemos tener una serie de ideas
preconcebidas de las que es muy difícil salir y que en muchos casos se convierten en
creencias limitantes. Dicha situación se puede reconducir para superar los límites que nos
imponen los prejuicios y así, mejorar nuestra capacidad para crear y desarrollar proyectos
más exitosos tanto vitales como profesionales.
Cuando nos encontramos frente a un proyecto que tiene el apellido “sostenible” se
activan en nuestra mente una serie de mecanismos que varían, según la persona, desde la
absoluta devoción hasta el rechazo más visceral. Esta disparidad de emociones que
suscita el vocablo “sostenible” es entendible si tenemos en cuenta el uso, mal-uso y sobreuso que se ha hecho de este término a lo largo de los últimos años. En general, ha sido
tratada como palabra-comodín capaz de “enverdecer” cualquier cosa, desde un coche a un
proyecto, lo cual ha provocado un progresivo vaciamiento y desinterés por su contenido.
Pese a todo, “sostenible” posee un significado que originariamente surgió en 1987 con
el informe socio-económico Brundtland elaborado para la ONU. Éste sigue siendo hoy en
día muy potente, y nos puede servir para priorizar y elegir entre diferentes objetivos. En
dicho informe el desarrollo sostenible quedaba definido como aquél capaz de satisfacer las
necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades para
atender sus propias necesidades de las generaciones del futuro. Esta idea se basaba en la
intersección de tres pilares: lo social, lo económico y lo ambiental. De tal manera que un
proyecto que sólo considera los aspectos naturales de un territorio y ninguno referente a la
1 calidad de vida de las personas que allí viven es tan poco sostenible como uno que sólo
prima los aspectos económicos.
Por este motivo es muy importante saber qué es y qué no es calidad de vida y cómo
debe ser incluida en nuestros proyectos para que sean realmente sostenibles. Encauzar
esta cuestión pasa inevitablemente por preguntarse a uno mismo qué necesita realmente
para ser feliz. Antes de analizar esta cuestión es importante profundizar en cómo podemos
lograr un mayor éxito en nuestros proyectos en general, ya que se vincula estrechamente
con cómo alcanzar nuestra felicidad.
Ser exitoso en un proyecto es todo un proyecto En nuestra vida, constantemente estamos tomando decisiones. Algunas son triviales
(por ejemplo: qué me apetece comer) y no empleamos mucho tiempo en elegir entre las
diversas opciones que tenemos. Sin embargo, en ciertas ocasiones nos encontramos en
una posición en la que tenemos que pararnos a decidir para lograr alguna meta, ya sea
conseguir un sueño, resolver algún tipo de problema o conflicto, o suplir una necesidad.
Dependiendo de cual sea nuestra misión y nuestra posición, puede incluso que las
decisiones que tomemos tengan consecuencias e influyan directa o indirectamente en la
vida de otras personas, lo cual nos lleva a embarcarnos en delicados y largos procesos de
deliberación para maximizar nuestro éxito y minimizar los riesgos.
Teniendo en cuenta estas premisas, podemos describir grosso modo un proyecto como
una estrategia compuesta por diversas etapas sucesivas, en cada una de las cuales
seleccionamos los mejores medios para alcanzar nuestros objetivos. Por consiguiente,
cuando nos planteamos desarrollar un proyecto debemos elegir previamente entre
diferentes opciones relativas a dos cuestiones y en el siguiente orden: qué quiero
conseguir (Objetivos) y cómo lo voy a lograr (Estrategia).
Objetivos y Estrategias tienen en común un elemento: la elección. Tradicionalmente se
ha supuesto que actuamos y decidimos mejor cuando calculamos los pros y contras de las
diferentes opciones de forma racional, es decir, en base a la fórmula económica genérica
de balance “coste/beneficio”. Aplicar esta fórmula no es una garantía de éxito; en nuestra
experiencia vital y profesional todos tenemos presente algún proyecto excelente,
perfectamente diseñado, con objetivos concretos y con los mejores recursos a nuestra
disposición que, sin embargo, no ha salido tan bien como habíamos pensado. Cuando
sucede esto, lo normal es recoger las diferentes evaluaciones que hayamos realizado, ver
2 en qué se ha fallado, y corregir los errores que han puesto de manifiesto que nuestro
razonamiento previo no había sido tan bueno como originariamente habíamos calculado.
Al margen de contingencias ajenas a nosotros, lo que en realidad ocurre en muchas de
estas ocasiones es que la culpa no es nuestra ni de nuestro razonamiento, sino que
simplemente se debe a que no hemos tenido en cuenta cómo funcionan las personas
realmente y eso ha evitado el éxito de nuestro magnífico proyecto. Esta idea se basa en la
multitud de estudios en neurociencia, psicología y economía conductual (relacionadas con
cómo nos comportamos realmente) que demuestran que nuestras actuaciones y
decisiones son menos racionales de lo que creíamos ya que están influenciadas
directamente por el contexto y por nuestras emociones.
En primer lugar, nuestra racionalidad puede verse mermada por una simple cuestión de
debilidad de la voluntad: querer hacer algo pero no hacerlo aunque tengamos todas las
razones a su favor (por ejemplo, dejar de fumar), o porque a veces pensamos de manera
desiderativa, es decir, construimos una serie de fantasías inconscientes para no querer
creernos las noticias malas (por ejemplo, “esa persona está loca por mí”, pero en realidad
no lo está). A esta cuestión se le añade que somos tremendamente irracionales, más de lo
que nos podemos imaginar. Hay que dejar claro que el hecho de que nos comportemos de
manera irracional no implica que seamos reducidos a simples animales instintivos, o que
nuestras elecciones carezcan de sentido, sino todo lo contrario: en muchos casos somos
irracionalmente previsibles. De esto último, dan buena cuenta por ejemplo los expertos en
marketing cuando diseñan sus productos y los lanzan en las campañas publicitarias.
Esta idea tiene una de sus bases principales en que somos incapaces de tomar
decisiones si no tenemos elementos para comparar. Así, la mayoría de las personas no
sabe lo que quiere si no lo ve en un contexto, y esto nos influye hasta tal punto que el
propio contexto puede llega a modificar incluso nuestras decisiones.
Dan Ariely, economista conductual, lleva muchos años investigando nuestro
comportamiento irracional. Algunas de las conclusiones de sus experimentos pueden ser
de utilidad a la hora de diseñar y ejecutar proyectos en pequeños municipios. En primer
lugar hay que tener en cuenta, como ya hemos apuntado, que raramente elegimos en
términos absolutos, sino que siempre observamos las cosas en relación con lo que las
rodea. Esto se debe a que, por cómo funciona nuestro cerebro, nos resulta más fácil
basarnos en comparaciones. Preguntémosle a alguien si su sueldo es elevado, la mayoría
dirá: “Depende de con cual se compare”. A veces obtenemos información más relevante y
3 valiosa si reformulamos la pregunta de tal manera que se adecúe mejor a nuestros
intereses reales, por ejemplo: “¿es suficiente tu sueldo para la calidad de vida que quieres
tener?”. El mismo sueldo puede dar como resultado una sensación muy satisfactoria si se
responde positivamente a este segundo ejemplo; pero puede crear cierto desaliento o
disgusto si resulta que ese mismo sueldo está muy por debajo de la media de tu entorno
de conocidos. La reflexión personal pasa por preguntarse a uno mismo si lo que le importa
realmente es estar lo más arriba de un ranking o tener la calidad de vida que uno quiere.
En publicidad se utiliza el llamado “efecto señuelo” y es explicado por Dan Ariely de una
manera muy sencilla. En primer lugar, se puede definir como “la introducción de –A (el
señuelo) crea una comparación relativamente simple con A, y, por lo tanto, hace que ésta
parezca mejor no sólo en relación con –A, sino también en general”.
El siguiente ejemplo nos puede ayudar a entender como funciona este efecto:
Partiremos de un hecho racionalmente incuestionable: 6 euros son 6 euros. Aunque se
trate de una verdad de Perogrullo a continuación veremos como a veces es más relativa
para nosotros de lo que creíamos. Imaginemos que vamos a comprar un bolígrafo a una
papelería y el vendedor nos dice que vale 8 euros, el precio nos parece excesivo porque
recordamos que hay otra tienda relativamente cerca donde un mes antes compramos el
mismo bolígrafo por 2 euros. Lo que hacemos es salir de la tienda y desplazarnos para
ahorrarnos 6 euros y nos sentimos muy a gusto con nuestra decisión. Esa misma tarde
vamos a una tienda de imagen y sonido para comprar una televisión, vemos un modelo
que nos gusta por 559 euros. En ese momento recordamos que en otra tienda estaba a un
precio de 553 euros. Lo que hacemos normalmente es comprar la tele en ese mismo lugar,
total, por 6 euros nos ahorramos el paseo.
¿Por qué razonamos así? Lo que ha ocurrido en el primer caso del bolígrafo es que
nuestra mente ha comparado 2 y 8 euros, por lo que un precio 4 veces superior era
motivación suficiente como para hacer el esfuerzo de acercarnos a otra tienda. En el caso
de la tele, la diferencia de precio suponía sólo un escaso 1 % del valor total, una cantidad
más que asumible si con eso obtenemos la tele al instante y nos evitamos un paseo. Este
es un ejemplo clásico de nuestro comportamiento irracional, ya que en términos racionales
en ambos casos suponía exactamente un mismo ahorro de 6 euros.
Ariely nos propone que, para salir de este problema de la relatividad, podemos cambiar
nuestro foco de atención y ampliar nuestras miras ya que nuestra forma natural de pensar
consiste en hacer juicios relativos. Esta actitud nos puede resultar de gran ayuda a la hora
4 de revisar nuestras partidas presupuestarias, ya que solemos reducir costes en recursos
necesarios cuyos gastos son menores y no ser tan austeros en términos globales cuando
hablamos de cantidades mayores.
Por otro lado, el contexto físico también nos influye a la hora de tomar decisiones. Es
decir, las decisiones que tomemos en un ambiente agradable, limpio y ordenado son más
positivas que las que tomamos en ambientes desordenados, sucios, ruidosos, etc. Tener
en cuenta esta realidad es importante, ya que si tenemos que tomar alguna decisión
importante lo mejor será buscar un lugar adecuado. Una iniciativa a nivel empresarial en
este sentido fue la iniciada por Toyota en los años 60 denominada “método de las 5S”1 que
tenía por objetivo lograr lugares de trabajo mejor organizados, más ordenados y más
limpios para generar una mayor productividad y un mejor entorno laboral. Esta idea se
puede ampliar a nuestro municipio, si las calles están limpias y el ambiente es agradable
contribuirán a que los vecinos tomen decisiones más positivas en su día a día y se
impliquen emocionalmente más en su pueblo. Un ejemplo maravilloso de cómo mejorar la
cohesión a través de iniciativas comunitarias originales y efectivas sobre el patrimonio
común es el proyecto de Juzbado libro abierto: un viaje a través de las emociones, el
paisaje y las emociones
2
que está desarrollando el Ayuntamiento de Juzbado
(Salamanca).
Otro estudio interesante desarrollado por Ariely está relacionado con el coste cero.
Cualquier transacción tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero cuando algo es gratis
nos olvidamos de las desventajas. Esto puede tener consecuencias positivas y negativas,
ya que por ejemplo cuando planteamos un voluntariado completamente gratuito puede
suceder que participen personas que no son un objetivo directo de nuestro voluntariado,
con muy poco interés por desarrollar dicho proyecto y que sólo vienen porque es gratis,
con lo que la inversión y el esfuerzo que hemos realizado en nuestro proyecto pueden no
dar los frutos que esperábamos.
Frente a esto, hay alternativas, como puede ser que los participantes se tengan que
costear al menos el viaje, poner una fianza, rellenar una hoja de inscripción de cierta
extensión, etc. Es decir, se trata de establecer un primer filtro pasivo a través de algún
1 Cada una de las 5S se corresponde con la inicial en japonés de las cinco etapas que componen dicho método: Clasificación (Seiri), Orden (Seiton), Limpieza (Seisō), Normalización (Seiketsu) y Mantener la disciplina (Shitsuke). 2 Para ver una presentación de este proyecto pulse el siguiente enlace web: http://www.jcyl.es/web/jcyl/binarios/893/19/Juzbado.pdf?blobheader=application%2Fpdf%3Bcharset%3DUTF-­‐
8&blobheadername1=Cache-­‐Control&blobheadername2=Expires&blobheadername3=Site&blobheadervalue1=no-­‐
store%2Cno-­‐cache%2Cmust-­‐revalidate&blobheadervalue2=0&blobheadervalue3=JCYL_MedioAmbiente&blobnocache=true 5 mecanismo que suponga algún tipo de coste o esfuerzo mínimo con el objeto de frenar el
acceso a quienes su única motivación es: “total es gratis”. Otra alternativa complementaria,
a mi juicio más provechosa e interesante, es tratar de organizar voluntariados técnicos
donde exista una motivación previa de tipo profesional. El voluntariado técnico tiene el plus
de que los proyectos que se pueden desarrollar son más interesantes, profundos y de
mayor alcance.
La duda que a uno le puede surgir es cómo atraer a un profesional cualificado para que
trabaje gratis para nosotros. La clave de esto reside en el mismo concepto gratis y en el
que se conoce como coste de las normas sociales. Ambas ideas se traducen en: “¿por qué
nos gusta más hacer cosas cuando no nos pagan por ello?”. Cuando nos pagan por algo
tenemos la sensación de que lo que hacemos es un trabajo remunerado, y como tal
estamos dentro de las normas del mercado. Es decir, vivimos en un mundo caracterizado
por los intercambios mercantiles que convive con otro mundo, el los intercambios sociales.
Ambos tienen sus propias normas y mezclarlos puede resultar problemático. Imaginemos
que vamos a cenar a casa de la familia de un amigo, y cuando termina la cena sacamos la
cartera, preguntamos por quién ha cocinado, y le damos 70 euros diciendo, “la cena fue
excelente”. Seguramente esa persona se sienta confundida y en cierta medida ofendida
pese a que habíamos pagado un buen precio por el cubierto, con lo que es muy difícil que
se nos vuelva a invitar en esa casa. En cambio, si llevamos un detalle –cuyo coste es
incluso inferior a 70 euros- dicha persona se sentirá muy alagada y tendrá una opinión muy
positiva de nosotros.
En nuestros pequeños municipios podemos utilizar la existencia de las normas sociales
cuando queramos contar con un profesional cualificado y dispongamos de un presupuesto
reducido. En primer lugar nos tenemos que olvidar de intentar pagar su salario, ya que no
podemos pedir a nadie que trabaje por una cantidad inferior a su valor de mercado.
Pongamos que le pedimos a cualquier profesional que trabaje ocho horas al día para
nosotros durante dos semanas por un bruto de 150 euros. Sería mejor emplear ese dinero
para costear su manutención, y motivarle a que participe en nuestro proyecto.
Para ello, es necesario plantear proyectos interesantes, serios y con proyección, en los
que establezcamos relacionales sociales con los participantes. Ello nos puede permitir
contar con excelentes profesionales que, de otro manera, sería imposible, ya que no
tendríamos presupuesto para pagar por sus servicios. El límite y la clave están en llegar a
un equilibrio entre los intereses de ambas partes, y evitar en todo momento aprovecharnos
de la buena voluntad y la predisposición de las personas, incluidas las que tenemos a
6 nuestro cargo. Una vez roto el vínculo de las relaciones sociales es muy difícil recuperarlo,
y el boca a boca es muy poderoso.
Un ejemplo de este es el voluntariado que mantiene la Fundación Charles Darwin en las
Islas Galápagos en Ecuador que ha contado con más de 2.000 voluntarios desde 1971. Su
objetivo principal es “apoyar la educación local y nacional brindando oportunidades a los
estudiantes y profesionales –de todo el mundo- para colaborar, a través de la investigación
y la conservación en un medio ambiente excepcional como es Galápagos”3.
Cuando incluimos en nuestros proyectos las relaciones sociales podemos potenciar que
las personas que trabajen con nosotros sean más apasionadas, esforzadas, flexibles y
preocupadas. Esto requiere el cuidado de esas personas a través de sentimientos
positivos, algo que veremos más adelante con el concepto de “empoderamiento”. Por
tanto, el dinero puede ser una gran motivación, pero las normas sociales pueden ser la
fuerza necesaria que nos lleve al éxito y que mejore nuestro día a día.
Elegir tomar una decisión es toda una decisión Cuando tomamos una decisión operan tres elementos: el contexto que rodea a dicha
decisión, nos comportamos de manera irracional y necesitamos de nuestras emociones
para decidir. Todos ellos son ingredientes irracionales pero fundamentales para lograr
nuestros objetivos de manera exitosa si los utilizamos de forma positiva, un hecho que
pocas veces se tienen en cuenta a la hora de diseñar un proyecto. Hemos profundizado un
poco en la cuestión del contexto y de nuestro previsible comportamiento irracional, ahora
nos centraremos en la otra cara de la moneda: las emociones y su implicación necesaria
en la toma de buenas decisiones.
El primer caso que llamó la atención sobre la relación entre las emociones y la toma de
decisiones fue el de Phineas Gage. Gage era un trabajador modélico y responsable de las
vías del ferrocarril que consiguió sobrevivir milagrosamente a un aparatoso accidente con
una barra de acero que le atravesó la región frontal de cerebro. La cuestión fue que, pese
a que tras el suceso mantenía intactas sus habilidades cognitivas y sus capacidades
racionales (hablar, realizar cálculos matemáticos, etc.), sus familiares y amigos empezaron
a manifestar que se trataba de otra persona. Su carácter había cambiado por completo, se
volvió alguien maleducado, irregular, irreverente, impaciente y agresivo, perdió a su mujer
3 Para ver el programa completo de la Fundación Charles Darwin consulte el siguiente enlace web: http://www.darwinfoundation.org/espanol/pages/interna.php?txtCodiInfo=63 7 y su trabajo. En definitiva, era incapaz de pensar y llevar a cabo planes de futuro porque
tenía afectadas las funciones ejecutivas que nos permiten dirigir nuestra conducta hacia un
fin y la capacidad para planificar, realizar y corregir nuestra conducta. El neurólogo Antonio
Damasio estudió su caso y concluyó que existía una relación entre los lóbulos frontales, la
emoción y la toma de decisiones.
De este extraordinario suceso y otros estudios posteriores de personas que sufrieron
lesiones en la misma región del cerebro podemos extraer un aprendizaje muy interesante:
las emociones (el miedo, la alegría, el asco, la tristeza, la sorpresa, el amor o la ira) son
un proceso que implica la presencia de estímulos relevantes, una interpretación subjetiva
(experiencias o sentimientos), procesos valorativos (amplían los niveles de procesamiento
cognitivo), provocan cambios fisiológicos que se expresan de tal manera que hay patrones
expresivos y de comunicación, tienen efectos motivadores y permiten que nos adaptemos
a un entorno en continuo cambio. Por ejemplo, algunos sentimientos facilitan el
aprendizaje y el recuerdo mientras que otros lo reprimen. Además, como hemos visto, son
fundamentales en la toma de decisiones por su función adaptativa (nos permiten
reaccionar y responder adecuadamente a los estímulos del medio, lo cual está relacionado
con la calidad de vivir), motivadora (mueven a la acción), informadora y valorativa
(ofrecen información del exterior en relación al sujeto y nos dan perspectiva), y social
(permiten la comunicación y la empatía).
Este conocimiento que tenemos sobre las emociones lo podemos utilizar
positivamente a nivel personal. Como señala Seligman: el entretenimiento, la
satisfacción, el entusiasmo, el gozo y la alegría, son emociones positivas que desarrollan
nuestras “fortalezas personales”, características estables e intrínsecamente motivantes
entre las que se encontrarían la curiosidad, la inteligencia práctica, la perseverancia, el
autocontrol o el disfrute de la belleza. Pero, además, también nos son útiles para lograr el
éxito en nuestros proyectos a través de dos conceptos: el empoderamiento y las alianzas
entre diferentes organizaciones. Para ello es muy importante tener claro la función social
de las emociones, y, en concreto, nuestra capacidad de tener empatía con otras personas. La empatía es, en un primer estadio, una identificación emocional con el otro (por
ejemplo, el contagio emocional de un bebé que llora en presencia de otro bebé que está
llorando), pero un nivel superior y más útil de empatía, que se consigue con la edad y se
puede entrenar (por ejemplo con los juegos de roles de situación), nos permite reconocer y
comprender lo que sufre o siente otro individuo como alguien diferente y con ideas e
intereses distintos. Este tipo de empatía tiene su efecto en la tolerancia positiva descrita
por Carlos Thiebaut, es decir, la empatía me permite tratar de comprender al otro para
8 admitir que él puede tener razones que yo no tengo, lo cual me permite aprender de él y
no sólo rechazarle, reprenderle o infravalorarle sin más. Casi siempre se ha utilizado el temor como motivación, pues nos ayuda a evitar los
riesgos. Pero esta capacidad de ponernos en lo peor de cualquier circunstancia, puede
traer consecuencias negativas, como el estrés, o el agobio, ya que hay personas que
reaccionan de diferente manera ante el temor. La tolerancia positiva nos ayuda a mejorar la convivencia dentro de una organización,
una asociación, un ayuntamiento, etc. Es por tanto la base emocional del concepto de
“empoderamiento” que tiene que ver con “dar poder” a otros miembros de mi grupo de
trabajo, tanto para opinar, tomar decisiones y ejecutarlas, y que a la vez permite
desarrollar las “fortalezas personales” del otro. Por tanto, no es un simple delegar pasivo,
sino que este tipo de actitud nos permite volver sobre nuestras opiniones, ampliar nuestras
miras y criterios a la hora de elegir objetivos y estrategias en nuestros proyectos, y, en
definitiva, ser más autocríticos, además de mejorar el clima de trabajo, los niveles de
creatividad dentro nuestra organización, y el grado de implicación de cada uno de sus
miembros. Un ejemplo de empresa que funciona bajo estos criterios es la multinacional Apple Inc.,
inventora de productos tan revolucionarios en los últimos años como el Iphone o el Ipad.
En una entrevista a su co-fundador Steve Jobs4, elegido por la revista Fortune en 2012
como el mejor emprendedor de la historia moderna, afirma cómo una de las claves del
éxito de Apple es que se trata de una “empresa colaborativa”, en la que según él, el
secreto de que trabajen tan eficientemente en equipo es confiar en que los demás hacen
su parte sin requerir supervisión todo el tiempo. El otro punto clave que resalta Jobs es el
de hacer reuniones donde se escuchan y aceptan las críticas y se trabaja en ideas, y en
resolver problemas, y aceptar que los otros pueden tener razón aunque su opinión sea
diferente de la propia. Una frase que resume este carácter es la siguiente: “Si quieres
contratar a gente maravillosa que quiera trabajar contigo, tienes que dejarlos que tomen
muchas decisiones y tienes que equivocarte con tus ideas”.
Otro ejemplo de empoderamiento es el de los voluntariados técnicos de la Fundación
Charles Darwin que ya hemos mencionado. Contar con una persona motivada
positivamente nos permite enriquecernos más fácilmente de su experiencia vital,
profesional, y de sus ideas. El proyecto se empapará también de dicho espíritu, y no sólo
aumentarán las probabilidades de éxito del proyecto, sino que dicho espíritu se contagiará
a todo el equipo y mejorará la calidad y las posibilidades de todo el conjunto.
4 Puedes encontrar la entrevista completa en: http://www.youtube.com/watch?v=NO7QFnGK3qs 9 Esta manera de trabajar se puede implementar a la hora de establecer y cuidar las
relaciones y las alianzas con otro tipo de entidades, lo cual produce sinergias muy
interesantes donde el resultado es siempre mayor que la suma de las partes. Así, es
muy productivo tener una actitud de tolerancia positiva y empoderamiento con otras
instituciones y sus miembros. Ello nos permite evitar que se produzcan dobles esfuerzos,
nos hace más eficientes, mejora el clima de trabajo, nos ayuda a minimizar y resolver los
conflictos que suelen darse cuando trabajan varias entidades en un proyecto común. Como estamos viendo somos más irracionales de lo que pensábamos y en ocasiones
nuestro comportamiento es como el descrito en el “dilema del prisionero” o puede derivar
en la “tragedia de los comunes”. El “dilema del prisionero” se basa en la confianza y en la
cooperación mutua. Cuando todos los actores implicados actúan con esta actitud positiva
se obtiene el mejor resultado global, aunque pareciera a corto plazo que lo mejor es
pensar en uno mismo. En realidad este dilema demuestra que, si no se confía en el otro y
se actúa de manera auto-interesada, todos sufren las peores consecuencias, incluido uno
mismo. La “tragedia de los comunes”, descrita por Hardin, se resume en que cuando
estamos compartiendo recursos limitados, si todos tomamos más de lo que nos
corresponde porque aparentemente no se nota dentro del grupo (en un trabajo puede ser
escaquearse de sus responsabilidades) puede ocasionar que el recurso se agote (o que
nuestro proyecto fracase). Tiene una difícil solución técnica porque no sirve con apelar a la
buena conciencia. Por un lado, si no hacemos lo que se nos pide, actuamos como un
ciudadano irresponsable; y por otro lado, si uno se comporta como se le pide, puede
sentirse y ser considerado como un tonto ya que no se aprovecha de una situación de la
que el resto saca provecho y sufrirá las mismas consecuencias, por lo que sus actos no
servirían para nada. Para el caso que nos ocupa de las relaciones dentro o entre asociaciones que tienen un
proyecto común, las posibles soluciones son tres: 1) la coerción mutuamente acordada,
entendiendo la libertad como una necesidad, 2) la separación estricta del trabajo, y 3) que
todos reconozcamos que existen intereses compartidos que debemos respetar. Esta última
solución nos permite aprovecharnos de todas las ventajas que estamos viendo que nos
ofrece el pensamiento positivo. Un modelo de trabajo en el que se reflejan todas estas ideas es el proyecto “Pobreza y
cambio climático a través de la participación total” desarrollado en el Complejo PRAE de la
Junta de Castilla y León durante el año 2011 y que fue seleccionado para el Congreso
Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) de 2012 dentro de la categoría de Innovación y
creatividad en la educación ambiental. El resultado último de esta experiencia fue la de
trabajar la problemática de la pobreza y su relación con el cambio climático desde el arte
10 urbano, la música y la reflexión ética que surgió de una secuencia de actividades cuya
metodología tenían como eje principal la participación. En su realización intervinieron
activa y conjuntamente instituciones públicas, universidades, colegios, institutos,
asociaciones y ONG’s , artistas, educadores ambientales, medios de comunicación, y
demás personas de “a pie”5. Por consiguiente, si seguimos una actitud positiva que tenga en cuenta las emociones y
que somos previsiblemente irracionales a hora de tomar decisiones, mejorando la
convivencia gracias al “empoderamiento” dentro de nuestra organización, y aumentando el
grado de cooperación y confianza en nuestras relaciones con otras instituciones podemos
ser más exitosos a la hora de establecer las estrategias mejores para alcanzar de una
manera más efectiva nuestros objetivos comunes, e incluso abrir nuevos caminos
productivos que posibiliten nuevas sinergias, con la consecuente ampliación de nuestro
poder de acción.
La felicidad: el bien-­‐vivir más allá del bienestar Hasta ahora hemos dado una serie de pinceladas para mejorar nuestro criterio a la hora
de elegir los mejores medios para llevar a buen fin nuestros proyectos. Es el momento de
ampliar nuestro criterio cuando queremos plantear los objetivos de un proyecto
“sostenible”.
A estas alturas de siglo XXI no es necesario justificar más la necesidad de la
sostenibilidad, pero sí cabe resaltar la presencia de la calidad de vida para que dicho
proyecto pueda ser catalogado como tal. Además, la calidad de vida es uno de los
elementos necesarios para lograr una vida feliz. Por definición, un proyecto “sostenible”
debe incluir en sus objetivos criterios relacionados con la calidad de vida, pero además, es
importante incluirlos porque también contribuyen a nuestra felicidad.
La felicidad es otro de esos términos que posee muchas ideas previas, entre las cuales
destaca que se trata de algo tan subjetivo que no se puede decir nada sobre ella. Sin
embargo, no hay nadie en el mundo que no desee ser feliz, por lo que merece la pena
5 Algunos enlaces para ver las diferentes etapas de este proyecto son los siguientes: http://www.praecyl.es/ver_noticia.php?id_not=591; http://www.praecyl.es/exposiciones.php?exposicion_id=4; http://www.praecyl.es/ver_noticia.php?id_not=585; http://www.praecyl.es/exposiciones.php?exposicion_id=6. 11 detenernos en qué significa eso de ser feliz6.
En una primera aproximación pudiera parecer que la felicidad está directamente
relacionada con nuestro poder adquisitivo, pero un estudio realizado por Richard Easterlin
en EE.UU. durante más de cincuenta años demostró que, una vez cubiertas ciertas
necesidades, no existe una relación directa entre el nivel de felicidad o satisfacción con la
vida de una población y su P.I.B. Un ejemplo lo podemos tener en nuestro país donde
nuestro P.I.B. es mayor que en los 50s, pero no somos proporcionalmente más felices que
entonces. Es decir, una vez cubiertos unos bienes básicos, más ingresos no implican
directamente una mayor felicidad7. Si estudiamos la etimología de la palabra en distintos idiomas y la evolución de su
significado nos encontramos con la felicidad es como una “pirámide de cristal” cuyos lados
tienen que ver respectivamente con la fortuna, el desarrollo espiritual, la sabiduría y la
calidad de vida. El hecho de ser una pirámide transparente implica que cuando miramos
por una de sus caras no podemos dejar de ver el resto de caras. Esta división no nos aclara nada sobre el contenido concreto ni sobre su condición
subjetiva. Pero en referencia a la calidad de vida resulta que, si preguntamos a cada uno
de manera concisa qué es para esa persona calidad de vida, y luego le pedimos que en
grupo se pongan de acuerdo sobre cuáles son las cuestiones mínimas, resulta que los
habitantes de las Islas Galápagos tienen unas inquietudes muy parecidas a un grupo de
funcionarios de la Junta de Castilla y León. Los puntos mínimos que comparten ambos
grupos sobre lo que si es calidad de vida eran: tener suficientes alimentos y de calidad,
vivir sin contaminación, utilizar la tecnología correctamente, estabilidad económica y
respeto dentro de la sociedad; y los cinco puntos que no es son: la contaminación del
agua y el aire, estar en un entorno sin plantas ni animales, el ruido y la intranquilidad, la
falta de fuentes de trabajo estable y la baja calidad de la enseñanza8. 6 Una emotiva introducción a la felicidad es el anuncio titulado “Estás aquí para ser feliz” de una marca de refrescos donde un anciano de 102 años habla sobre las cosas realmente importantes de la vida a su nieto recién nacido. Puedes ver el anuncio en http://www.youtube.com/watch?v=7uv3-­‐1PQYtI. 7 Un estudio muy completo sobre por qué creemos que con más dinero se puede comprar más felicidad es “Con más dinero, ¿se puede comprar más felicidad?” realizado por Manel Baucells y Rakesh Sarin en 2007 para el IESE Business School de la universidad de Navarra. Puedes encontrar el documento completo en http://www.ieseinsight.com/doc.aspx?id=630&ar=11&idioma=1. 8 Un proyecto muy interesante y sugerente es el documental de Nuria Cabezas “Tu futuro en su pasado” basado en 20 testimonios de personas de diferentes puntos del planeta y condición social que en los últimos años de su vida responden “esas preguntan que sólo pueden ser respondidas al final de nuestras vidas: ¿Me arriesgo? ¿Qué importancia tiene realmente el dinero? ¿Y el éxito? ¿Cómo afronto la decepción? ¿Existe la suerte? ¿El destino quizás? ¿Y un amor para toda la vida? o ¿Cómo puedo alcanzar la felicidad?”. La web oficial es: http://www.tufuturoensupasado.com. 12 Se puede estar más o menos de acuerdo con esta lista; pero estos puntos en común
pueden ser un buen inicio para incluirlos en los objetivos de nuestros proyectos que
persigan la “sostenibilidad”, no porque sean los puntos a seguir por todos, sino porque es
un ejercicio muy necesario e interesante preguntar, directamente a quienes va dirigido
nuestro proyecto, en qué consiste ser feliz, debido a que nuestro objetivo último es ser
felices. Esta actividad se puede plantear como una metodología previa en un
ayuntamiento, en el grupo de destinatarios de nuestros programas, o como la base misma
de ciertos proyectos. Por ejemplo, René Ramírez hizo un estudio solicitado sobre la felicidad como medida
del buen vivir en Ecuador en el que llegó a representar una mapa de los diversos grados
de felicidad dentro del territorio ecuatoriano. Esto es de gran utilidad para un gobierno
preocupado por sus habitantes y le puede servir para plantear nuevas estrategias y
optimizar la elección de objetivos. Esta experiencia se puede extender a cualquier
municipio. Entendemos como normal que se conserve el patrimonio, pero muchas veces
dejamos que se pierdan los lugares emocionales donde cada uno, y nuestros familiares y
amigos han sido felices. Como señala la filósofa Carmen Velayos: la felicidad es un punto importante a
considerar en la elección, debido a que puede ayudar a movilizar la voluntad en la toma de
decisiones responsables e, incluso, a impulsarla por la vía de la racionalidad. A lo largo de esta ponencia se ha pretendido mostrar que el pensamiento positivo
aumenta nuestras miras y posibilidades, llegando a ser un elemento crucial en el éxito de
nuestros proyectos, sobre todo con los que tienen que ver con la “sostenibilidad”, y que,
además, contribuye a nuestra felicidad. Sirva para concluir la idea de Damasio según la cual “los sentimientos son relevantes
en el proceso de resolución de problemas, mejoran y amplían el proceso de manejo de la
vida”; y añadir que, por tanto, se trata de una gran herramienta a nuestro alcance para
lograr el éxito en nuestra vida.
Toni Aragón Rebollo
Almenara de Tormes, 28 de Febrero de 2013
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