DOM HELDER El pasado 27 de agosto, en la ciudad de Recife, murió el obispo Helder Cámara, de 90 años. "Brasil sentirá su ausencia", expresó el presidente Fernando Henrique Cardoso. También América Latina, especialmente los pobres del continente *. Laura Moreno Este artículo fue publicado en la revista Criterio, N" 2.244, de octubre de 1999. v^uando la historia recoja los nombres de quienes en nuestro siglo actuaron en favor de los Derechos Humanos y la defensa de los más pobres desde la perspectiva de la no violencia en América Latina, el de Helder Cámara, arzobispo emérito de la arqu¡diócesis de Olinda y Recife en el nordeste de Brasil, figurará seguramente entre los primeros. Este hombre de aspecto frágil, pequeño, de mirada vivaz, que prácticamente abarcó el siglo, fue un firme opositor a la dictadura militar de su país (1964-1985), un activo promotor de una Iglesia comprometida con los más pobres, uno de los fundadores de la Conferencia Episcopal Brasileña y del Consejo Episcopal Latinoamericano. Sin ser teólogo ni filósofo, intentó aplicar en su diócesis una práctica pastoral inspirada en la teología de la liberación. Le fueron otorgados más de veinte doctorados honoris causa por diversas universidades del mundo; cuatro veces su nombre estuvo nominado para el premio Nobel de la Paz; participó en las sesiones del Concilio Vaticano II con gran empeño por sensibilizara los padres conciliares sobre la necesidad de "una Iglesia desde y para los pobres", más atenta a los pueblos menos desarrollados, abierta al ecumenismo y en diálogo con los medios de comunicación y el mundo moderno. Nunca ocultó su posición crítica hacia sectores conservadores de la Iglesia; buscó formas alternativas de actuación, articulación y expresión entro los obispos, las que no siempre fueron comprendidas. U N OBISPO D E B R A S I L PARA A M É R I C A L A T I N A Helder Pessoa Cámara nació el 7 de febrero de 1909 en la ciudad brasileña de Fortaleza y a los 22 años fue ordenado sacerdote. En 1946 actuó como asesor del arzobispo de Rio de Janeiro en cuestiones sociales. En las favetas cariocas descubrió la necesidad de un trabajo asistencia! y de promoción de la justicia que continuó a lo largo de toda su vida. Por aquel entonces alcanzaron fama, por la eficacia de sus acciones, dos proyectos impulsados por él; la Cruzada de San Sebastián y el Banco de la Pro- iglesia1 videncia. En 1952 fue nombrado obispo auxiliar de esa arquidiócesis. Durante el Año Santo de 1950, al participar en el Primer Congreso Internacional de Laicos, siendo asesor nacional de !a Acción Católica otros colaboradores. Le fue prohibido hablar en el territorio de Brasil y fue acusado de demagogo y comunista. Desde 1978, al iniciarse en Brasil una lenta apertura política, Dom Helder Cámara desarro- "Tenemos que entrar al Tercer Milenio sentados a la mesa, comiendo y bebiendo, fraternos, abrigados del frío, la lluvia y el viento" H.C. Obrera de su país, tuvo ocasión de presentar sus inquietudes al papa Pío XII. El subsecretario de Estado, monseñor Giovanni Montini, futuro papa Pablo VI, durante su visita a Brasil el año siguiente, conoció la propuesta de crear una Conferencia Nacional de Obispos, hecho que se concretó muy pronto, y de la cual Dom Helder Cámara fue su secretario general por 10 años (19521962). Este constituyó un antecedente determinante para l.i creación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) cuya primera Asamblea General tuvo lugar en Rio de Janeiro en 1955. Dom Helder Cámara fue vicepresidente del CELAM entre 1955 y 1965. Profundamente sensibilizado por la realidad de los marginados de Rio de laneiro, fue desarrollando un pensamiento social convencido de que a la Iglesia le competen no sólo las acciones de caridad y la orientación espiritual de los pueblos. Para él era preciso enfrentar los problemas sociales y sumarse en una lucha por mejores condiciones de vida para la gente. Eran tiempos de necesidad de renovación en toda la Iglesia, que muy bien interpretó el papa Juan XXIII al convocar en 1962 al Concilio Ecuménico Vaticano II. En 1964 fue designado arzobispo de Olinda y Recite. Helder Cámara, como muchos obispos contemporáneos suyos, participó en las sesiones del Concilio con gran esperanza. Su figura pronto se convirtió en una vo? en favor de "una Iglesia de los pobres". Durante los años en los que sesionó el Concilio, el arzobispo brasileño estableció una activa articulación de relaciones internacionales y grupos de trabajo. Sin embargo, el postconcilio no fue fácil para este obispo, quien en la década del 60 debió enfrentar severas críticas del gobierno militar de su país, el secuestro y muerte de su asesor, el padre Antonio Henrique, y la persecución de lió una acción pastoral inspirada en la Teología de la Liberación: formó quinientas comunidades ecle5¡ales de base en las que reunió obreros, trabajadores rurales, pescadores y campesinos, promovió la participación de laicos, especialmente mujeres. En 1985, al cumplir los 75 años de edad, luán Pablo II aceptó su renuncia a la sede arzobispal. Desde entonces Dom Helder Cámara continuó participando en campañas de erradicación de la miseria en su país ven una profusa acción social y de promoción. Últimamente estaba empeñado en la lucha por una reforma agraria a causa de la profunda falta de equidad que existe en el Brasil con la propiedad de la tierra. También participó en la Asamblea Nacional Constituyente de su país realizando debates de concientización para la ciudadanía. La Sinfonía de dos mundos que Dom Helder Cámara escribiera en 1964 termina con palabras de esperan/a. Así queremos recordarlo: "¡Es noche en el mundo! Pero cómo olvidarse de que el Hijo de Dios al nacer eligió la medianoche... Cuanto más melancólica es la noche, más hermoso es el amanecer". <Jt MÍSTICO Y POETA "Misticismo y poesía, columna vertebral de un verdadero profeta, son dos de los más grandes dones que una persona puede recibir. Dom Helder supo acogerlos y emprendió así caminos privilegiados de encuentro con Dios y con los demás. Eso lo mantuvo siempre joven, no a pesar de sus noventa años recién cumplidos, sino gracias a la forma como los vivió y nos enseñó a vivir." Gustavo Gutiérrez Revista Páginas, Ne 159 D l l I! !