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APUNTES SOBRE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO (QUINTA PARTE)
Publicado por Lorenzo Aldrete - 20 Sep 2011 09:47
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Iturbide en su momento comunicará el Plan de Iguala al virrey Ruiz de Apodaca, cuyo texto definía una
nación católica, apostólica y romana, sin tolerancia de ninguna otra, independiente de la férula ibérica y
de toda otra potencia. Se preveía una monarquía moderada con un príncipe residente de la Casa de
Borbón, prioritariamente Fernando VII, el infante Don Carlos o Don Francisco de Paula. Se instalaría
una Junta Provisional para cumplir el proyecto que gobernaría en nombre del rey, mientras se
convocaba a Cortes para la redacción de una Constitución del Imperio Mexicano.
Todos los habitantes de la nueva nación serían considerados ciudadanos por derecho propio, sin que
mediase distinción de europeos o de castas. El Ejército de las Tres Garantías (religión, independencia y
unión) salvaguardaría la soberanía y se observaría respeto a las personas y sus propiedades. Se
mantendrían los fueros y las prerrogativas del clero secular y regular, y se otorgarían empleos al mérito.
Recuérdese que Matamoros, Hidalgo y Morelos también se opusieron al “ataque ilustrado contra las
inmunidades del clero”(Arenal), y defendieron acérrimamente la ortodoxia católica. Asimismo, un
concepto sustantivo en la concepción iturbidista del ejército, era el de “tropas de milicia nacional”,
buscando que hubiera en sus soldados celo cívico.
El Plan se publicó en la Gaceta Extraordinaria. En la “Proclama a los Mexicanos” del 3 de marzo de
1821, el virrey insta a Iturbide y a sus oficiales a rectificar, a cambio de olvido general, a la vez que
nombra como general del ejército de operaciones a Pascual de Liñán para combatirlo. En distintas
misivas, Iturbide simula con astucia arrepentimiento ante su impugnador, a fin de ganar tiempo y
consolidar su movimiento.
Concluye López Cancelada que tarde supo Ruiz de Apodaca “qué tan lejos estaba Iturbide de
fugarse…ya ni se hallaba en Iguala, ni eran bastantes las tropas para buscarlo y batirlo según habían
engrosado las suyas”. Afirma que “el virrey llegó a temerlo”, y lo acusa de haberse quedado con los
dineros públicos que se le dieran para combatir a Guerrero, así como con los millones del tabaco de
Córdoba y Orizaba. ¡Inextinguible era el odio del libelista ibérico!
Acuerda Iturbide con Quintanar –una vez que logra granjeárselo- controlar Valladolid, luego se extiende
a todo el Bajío hasta San Juan del Río, donde se entera de la inminente rendición de Guadalajara,
Córdoba y Orizaba, entre otras importantes poblaciones. Perote resiste, y además de esta estratégica
plaza se mantienen bajo control realista las ciudades de Oaxaca, Acapulco y San Luis Potosí.
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En sus proclamas, Iturbide es muy cuidadoso en ensalzar el legado de España, y en señalar los daños
que conllevaría la escisión entre oriundos y peninsulares. En este tenor afirma: “…la unión entre
americanos y europeos, indios e indígenas, es la única base sólida en que puede descansar nuestra
común felicidad…Españoles europeos: vuestra patria es la América, porque en ella vivís…¿Quién de
nosotros puede decir que no desciende de españoles?”. Nicolás Bravo redacta la proclama
emancipatoria que firma Iturbide. Ahí se afirma: “La América septentrional es ya señora de sí misma, ya
no reconoce subordinación o dependencia de España ni de otra nación”.
La Junta de Guerra advierte al virrey que sólo una expedición militar desde España salvaría al reino.
Ante lo insostenible de la situación, Ruiz de Apodaca es instado a entregar el mando al mariscal de
campo Francisco Novella, pide protección para dirigirse a Veracruz y embarcarse con su familia rumbo
a España. El nuevo gobernador de la ciudad de México dirige proclama “A los Fidelísimos Habitantes de
México”, donde los exhorta a servir como pundonorosos soldados realistas.
Señala Arenal que prevalecía hacia 1820 un agotamiento popular y económico generalizados, mientras
que el ordenamiento de Cádiz no había convencido ni a las autoridades virreinales ni a los oriundos,
pues no garantizaba equidad “entre indios, criollos, negros y castas”. En medio de esto, se fermentaba
un movimiento masón bajo preceptos liberales y anticlericales en contra de la conformación de un
Imperio Mexicano, en el que el plenipotenciario estadounidense Poinsett jugaría un papel decisivo.
Iturbide buscará, por ende, una constitución propia para los mexicanos. Dirá en su “Manifiesto” de
Liorna evocando al Plan de Iguala: “Lo consulté con aquellas personas más reputadas de los diversos
partidos, sin que de una sola dejase de merecer aprobación: no recibió modificaciones ni disminuciones
ni aumento”. Vicente Guerrero , Pedro Ascencio y otros insurgentes lo aceptaron, reconociendo a
Iturbide “como el primer jefe de los ejércitos nacionales”. Los diputados novohispanos se enteran del
Plan poco antes de embarcarse rumbo a las Cortes madrileñas.
El instrumento se firma el 24 de febrero de 1821 y se proclama de manera solemne el primero y el
segundo de marzo. Iturbide nunca se juzgó traidor a la causa española, fue por ello que invitó a Ruiz de
Apodaca a presidir la Junta Gubernativa. Éste expresó rechazo total al Plan y declaró a Iturbide fuera de
la ley el 14 de marzo de 1821.
López Cancelada nos dice que Novella instauró ley marcial, al tiempo que procuró mantener la
disciplina militar y aumentar sus huestes, pero con muy poca fortuna. Iturbide avanza hacia la capital
por Cuautitlán(ahí tiene algún éxito el realista Concha) y Tlalnepantla, mandando Quintanar y
Bustamante a las tropas. Se da cierta resistencia del brigadier realista Melchor Álvarez. Iturbide habla
de clemencia, religión, unión e independencia.
Al llegar Juan de O’Donojú al puerto de Veracruz el 30 de julio de 1821, pronto se percata de la
situación y reconoce sin ambages que “la independencia ya era indefectible sin que hubiera fuerza en
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el mundo capaz de contrarrestarla…América, nación soberana e independiente…en lo sucesivo Imperio
Mexicano”. Éste masón sevillano, Capitán General de Andalucía, se presenta como Jefe Político
Superior de Nueva España y Teniente General de los Ejércitos de España.
O´Donojú celebra el Tratado de Córdoba el 21 de agosto de 1821, formará parte de la Junta Provisional
Gubernativa de Iturbide y firmará el Acta de Independencia. Novella lo insta a ir a la capital y mostrar
sus credenciales, cosa que O’Donojú, quien venía sin tropa, no hace. Por el contrario exhorta a Novella
a “una capitulación decorosa”.
El obstinado mariscal ve a O’Donojú como un liberal engañado que puede comprometer al virreinato,
pues el rey jamás aprobaría el Plan de
Iguala. Los capitanes de Novella se vanaglorian de efímeros triunfos en Azcapotzalco (Concha y Buceli)
y otras regiones periféricas a la capital. Novella manda a los coroneles José de Castro y Luna para
intentar que O’Donojú se apersone en la capital, Iturbide los detiene en Taxco, por no aceptar el virrey
el armisticio.
O´Donojú –con estudiado pragmatismo- expresa a los mexicanos: “…yo no dependo de un rey tirano,
de un gobierno déspota, yo no pertenezco a un gobierno inmortal…no vengo a amontonar
tesoros…Nueva España la colonia de un extranjero, o la presa de un tirano, yo acabo de llegar
desarmado, solo…contaba con vuestra hospitalidad”.
Hay conmoción en Novella por este texto, mientras tanto Negrete rinde la plaza de Durango. Iturbide
funge como primer jefe del Ejército Imperial Mexicano de las Tres Garantías. Se integra una Junta
Provisional de Gobierno de cinco miembros, elegidos por sus virtudes, por sus destinos y por sus
fortunas. O’Donojú forma parte de ella. Se estipula una regencia de tres personas.
Miguel Barragán toma Pátzcuaro; Pedro Celestino Negrete, alto funcionario de intendencia de
Guadalajara, proclama ahí el Plan. En Querétaro se rinde pacíficamente Luaces ante Iturbide,
Bustamante se queda en la plaza. Ciriaco del Llano capitula en Puebla ante Bravo y Herrera, y el obispo
Antonio Joaquín Pérez celebra Te Deum en honor a las huestes trigarantes. Muestran adhesión al
nuevo gobierno Guerrero, Bravo, Bustamante, Herrera, Santa Anna y Quintanar.
Iturbide expresa que si bien O’Donojú no era portador de instrucciones especiales, sí era la primera
autoridad, con lo cual quedaba facultado para las altas y graves gestiones que había efectuado. El
arzobispo Fonte recomienda esperar a conocer credenciales de O’Donojú, lo que nunca acaece.
Iturbide se refiere a Novela como subinspector de artillería en la Gaceta Imperial.
Finalmente el 13 de septiembre de 1821 en la Hacienda de La Patera, Novela se entrevista con
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O’Donojú para protocolizar la entrega de la Ciudad de México. Novela llega a la cita con una imponente
comitiva de notables y oficiales del regimiento de dragones. Apodaca y su familia permanecen en el
Convento de San Fernando. O’Donojú dice a Novella que es empeño criminal sostener una lucha
perdida. Habla de civilidad de los independentistas, resistencia inútil.
El 27 de septiembre de 1821 entra Iturbide en la capital y es aclamado como libertador, con él está el
general Filisola al frente de 4,000 hombres y también O’Donojú. El 28 de septiembre, Iturbide notifica a
este último que han cesado sus facultades como jefe superior político y capitán general, encomiando
sus virtudes. El alcalde Ormanchera le entrega las llaves de la ciudad, mientras que el arzobispo Fonte
celebra un Te Deum en su honor. Iturbide expresa con motivo de la ocasión: “Ya sabéis el modo de ser
libres, a vosotros toca señalar el de ser felices”. Arenal pondera el que se trató de una independencia
incruenta. Iturbide será elegido por aclamación, presidente de la Junta Provisional de Gobierno.
El 28 de septiembre se promulga el Acta de Independencia. No firma ningún antiguo insurgente. El 8 de
octubre de muere O’Donojú, lo sustituye el obispo de Puebla Antonio Joaquín Pérez. La Junta queda
investida de la figura de Majestad. Se adopta la Constitución de Cádiz en tanto el Congreso no redacte
un instrumento fundacional. El 15 y el 19 de octubre se rinden Acapulco y Perote respectivamente. El 24
de octubre, Iturbide declara el fin de la guerra. El gobernador de Veracruz, Dávila, se acantona en San
Juan de Ulúa. Santa Anna ocupa la ciudad.
En carta de Pelegrín, jefe político de la Habana, dirigida a Dávila y firmada en Madrid el 7 de diciembre
de 1821, se habla del repudio del rey a las gestiones de O’Donojú. El coronel Galindo y Buceli intentan
tomar Perote, Liñán está en Xalapa con las tropas del embarque. Galindo informa a Liñán haber
vencido en Zacapuaxtla (Puebla). Fracasa desembarco en Tuxpan de tropas desde San Juan de Ulúa.
Iturbide reparte provincias: Nueva Galicia a Negrete; México a Sotarriva; Veracruz a Luaces; la del Sur
a Guerrero; Oriente y Occidente en el interior a Bustamante. Se instaura el Primer Congreso
Constituyente el 24 de febrero de 1822 y deja de existir la Junta Provisional de Gobierno. Los
legisladores jurarán solemnemente el Plan y el Tratado de Córdoba, afirmando que en el Congreso
reside la soberanía nacional.
Hay ahí borbonistas, yorquinos y escoceses. Entre ellos José María Fagoaga, otrora defensor de
Iturrigaray y fundador del rito escocés, conspirador contra Iturbide. Se destaca entre los firmantes
Francisco Azcárate, sobreviviente del ayuntamiento de 1808.
En España –como era de esperarse- el gobierno liberal tilda a O’Donojú de traidor. Desde noviembre de
1821, el Consejo de Estado peninsular sabía del Tratado de Córdoba. En febrero de 1822, el rey y las
Cortes rechazan el Tratado, arguyendo que O’Donojú carecía de poderes para suscribirlo. El 27 de
marzo de 1821, Iturbide envía cuestionario a las autoridades locales de las diferentes provincias:
¿aceptaban la monarquía o una república? Todos insisten en la forma monárquica y le reconocen
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méritos a su persona por la incruenta victoria sobre las fuerzas peninsulares. Con esto se afirma su
prestigio militar.
Empero, la crisis política entre Iturbide y el Congreso será irreconciliable, por lo que el supuesto
sustento plebiscitario del caudillo como emperador con el respaldo de la fuerza militar, no quedará
legitimado por el poder legislativo, el cual aducirá en su momento coacción para proclamar al nuevo
gobernante. En agosto de 1822 el Congreso -al que el emperador había disuelto en febrero- fragua
detenerlo. Acorde con esto, el 26 de septiembre se rebela en Nuevo Santander (Tamaulipas, parte de
Nuevo León y Sur de Texas) el brigadier Felipe de la Garza con ayuda de Miguel Ramos Arizpe.
Empero, el coronel Lanuza termina con el levantamiento.
El Plan de Casa Mata (Veracruz) se promulga el primero de febrero de 1823, intervienen masones
escoceses y generales iturbidistas en contra del emperador. Se defiende que el Congreso trabaje en
libertad. Iturbide restablece al cuerpo legislativo el 4 de marzo de 1823 y a los pocos días abdica. En
Liorna escribirá: “Debí abdicar o faltar al sistema constitucional que me propuse desde Iguala”. El 19 de
marzo de 1823, el ministro Juan Gómez de Navarrete presenta al restituido Congreso la abdicación del
emperador.
Al día siguiente, el ministro Francisco de Paula Álvarez se apersona para reiterar la voluntad del
incumbente. Ocho meses duró el imperio. El Congreso había abjurado de las Bases Constitucionales a
las que solemnemente se adhiriera. Iturbide y su familia salen de Tacubaya escoltados por el general
Nicolás Bravo. Su hermana Nicolasa y su padre permanecen en la capital.
Espera varias semanas en el puerto de Veracruz antes de embarcarse. Sale rumbo a Liorna el 11 de
mayo de 1823, en la fragata inglesa Rowllins. Regresaría poco más de un año después creyendo poder
ofrecer sus servicios como soldado, ante la amenaza de una invasión de la Santa Alianza de Metternich
que respaldaba a Fernando VII, sólo para ser fusilado sumariamente. México se precipitaría en adelante
en las incesantes pugnas entre liberales y conservadores que marcarían su atribulada vida política
decimonónica, en medio de la voracidad estadounidense y europea.
Lorenzo Aldrete
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