Otros factores de riesgo

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PATOLOGÍAS DEL SISTEMA NERVIOSO
Generalidades patologias sistema nervioso
https://youtu.be/mAjU0z66BJw
Efectos del alcohol
https://youtu.be/U3nh8trZ4JE
Patologias SNP
https://youtu.be/tL-A8juzZj0
Enfermedades SNC en general
https://youtu.be/BKAgz-Li7M0
Demencia y Alzheimer
https://youtu.be/rD2shkxSRJQ
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CONVULSIONES
Una convulsión es un síntoma que traduce una actividad anormal en el cerebro. Puede
aparecer como consecuencia de un tumor cerebral pero también existen otras causas
desencadenantes que pueden originarlas y no son específicas de un tumor cerebral pues
pueden darse en otras enfermedades.
Se pueden manifestar de diferente formas e intensidades que pueden ir desde mínimos
movimientos de muy corta duración a situaciones que conllevan pérdida de
conocimiento y/o movimientos totalmente incontrolados. Dependen también de que
parte del cerebro se encuentra afectada. Cuando las convulsiones se repiten las
denominamos entonces epilepsia. Pueden repetirse de forma repentina incluso mucho
tiempo después de haber aparecido por lo que en general pero no siempre precisan un
tratamiento médico prolongado y un modo de vida adaptado. Cuando esto ocurre a
veces aparece alguna señal (dolor de cabeza, cambio de comportamiento u otras) que
llamamos aura y que puede anunciarnos la aparición de la convulsión y por lo tanto
ayudarnos a controlarla (dejar de comer si lo estás haciendo, sentarse si se está de pie
etc).
Por todo esto es importante que nuestro entorno esté informado de ello y que
permanezcamos tranquilos pues la mayoría de las veces no precisan cuidados mayores.
Si es importante observar al paciente y llamar a la urgencia si las convulsiones son de
primera aparición o existen problemas de respiración o no ceden rápidamente.
Existen básicamente dos tipos de convulsiones, las denominadas parciales y las
generalizadas. Las parciales pueden empezar en una parte del cuerpo y luego extenderse
a otras áreas y puede o no haber pérdida de conocimiento durante las mismas. Pueden
también cursar con movimientos incontrolados. Las convulsiones generalizadas pueden
ser de diferentes tipos y en general de mayor intensidad y gravedad con pérdida de
conocimiento y/o descontrol de esfínteres (vesical y/o anal) .
El tratamiento de las convulsiones se hace principalmente con medicamentos
antiepilépticos y sirven tanto para tratarlas cuando aparecen como para prevenirlas.
Existen diferentes tipos de medicaciones y es el médico el que aconsejará de como se
deben tomar así como de informar sobre los efectos secundarios y de los controles y
modo de vida que deberá llevar el paciente. El control del tumor mediante la cirugía es
también un tratamiento fundamental para las convulsiones aunque puede ser necesario
tomar la medicación independientemente de que el tumor se haya quitado con la
cirugía.
El tratamiento médico de las convulsiones puede precisar en ocasiones mantener unos
niveles en sangre adecuados del o de los medicamentos que se están tomando para
controlarlas o prevenirlas por lo que puede ser necesario tener controles de sangre para
ello. Es importante también saber que los medicamentos antiepilépticos pueden
interaccionar (potenciar o disminuir) con otros medicamentos.
La conducción de vehículos suele estar prohibida en pacientes que toman antiepilépticos
y situaciones particulares como por ejemplo los baños en el mar o piscina deben estar
supervisados.
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PATOLOGÍA TUMORAL
El cerebro a su vez contiene dos hemisferios unidos por una estructura denominada
cuerpo calloso y se divide en 4 lóbulos
Frontal: controla el razonamiento, las emociones, parte del habla y de los movimientos
Parietal: controla las sensaciones del contacto, el dolor, la temperatura y partes del
habla
Temporal: controla la memoria, sentido del oído, y partes del habla.
Occipital: controla la visión.
Figura 3: Lóbulos cerebrales (frontal, parietal, temporal y occipital). EN:
Manifestaciones Clínicas. Fernández Fernández, Oscar, Tamayo Toledo, José Antonio,
Bravo Utrera, Mariano. Servicio de Neurología. Hospital Regional Universitario Carlos
Haya, Málaga. EN: Tumores del Sistema Nervioso Central en el adulto y en la infancia.
Enfoque multidisciplinar neurooncológico. Editores: M. Benavides, MA Arraez, I.
Herruzo, T. Acha. Editorial Nova Sidonia 2010 (En prensa).
El cerebelo se sitúa en la parte posterior del cráneo y es el responsable principalmente
de la coordinación y del equilibrio. La médula espinal se encuentra dentro de la
columna vertebral y se extiende a continuación del encéfalo. Está también protegida por
las meninges y sirve de comunicación con el resto del organismo.
En España, según datos de los registros poblacionales de cáncer que abarcan a un 25%
aproximadamente de la población española, los tumores primarios del SNC representan
un 2% del total del cáncer en el adulto y hasta casi un 15% en los niños menores de 15
años; lo que nos indica que se trata, al menos en los adultos, de un tumor poco frecuente
siendo su incidencia mayor en los hombres.
La mortalidad podría estar estabilizada como consecuencia de los avances, tanto en las
técnicas diagnósticas de imagen como en las múltiples mejorías obtenidas con los
tratamientos. En cuanto al tipo histológico (variedad de tumor), los más frecuentes son
los denominados meningiomas seguidos de los gliomas.
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Etiología. Factores de riesgo
Un factor de riesgo es aquello que incrementa la posibilidad de que una persona
desarrolle una enfermedad, en nuestro caso el cáncer cerebral. Sin embargo, en la
mayoría de los tumores no conocemos bien el porqué ese factor puede producirla.
También es importante saber que hay personas que aunque tengan varios factores de
riesgo nunca desarrollarán la enfermedad, mientras que otras que no los tienen, lo harán;
lo que nos demuestra las limitaciones de los mismos.
En el caso de los tumores cerebrales, se desconocen las causas que pueden originarlos.
Factores genéticos, ambientales, virus, radiaciones y traumatismos han sido
considerados como posiblemente implicados en el desarrollo de los mismos, pero es
muy probable que sean mecanismos múltiples que actúan sobre bases genéticas.
Factores genéticos
La predisposición genética (riesgo de transmisión) puede que tenga un papel en el
desarrollo de los tumores cerebrales, pero no se puede decir que en la actualidad haya
datos claros para considerar que algunos tumores cerebrales puedan ser hereditarios. Sin
embargo, sí existen síndromes hereditarios en los que los tumores cerebrales forman
parte del global, como por ejemplo en algunas enfermedades raras como la
neurofibromatosis (tumoraciones múltiples en la piel y en el sistema nervioso con
formas y grados distintos) entre otras.
Con la publicación del Genoma Humano y los continuos avances derivados de ello es
posible que pueda encontrarse algún gen asociado al desarrollo de los tumores
cerebrales. Un proyecto denominado Atlas del Genoma del cáncer está también
catalagondo los cambios genéticos en múltiples tumores entre ellos el glioblastoma (tipo
de tumor cerebral) en el que ya se han descrito diferentes vías que pueden ayudar a
explicar como se desarrollan.
Cambios en los cromosomas
Cada célula del cuerpo humano tiene 23 pares de cromosomas y se ha visto que algunos
tipos de tumores cerebrales pueden perder o ganar alguna pieza (brazo) de los mismos.
Los cambios más conocidos y frecuentes descritos en algunos tumores cerebrales como
los denominados oligodendrogliomas pueden ocurrir en los cromosomas 1 y 19 y los
avances en el conocimiento de dichas alteraciones están ayudando en gran manera al
tratamiento de los mismos.
Traumátismos
Los pocos datos disponibles en la especie humana, que además en ocasiones son
contradictorios, no permiten establecer en la actualidad una relación causa-efecto entre
traumatismo y tumor cerebral.
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Radiaciones
En el medio ambiente que nos rodea existen diversos tipos de radiaciones y algunas
pueden resultar peligrosas para las células humanas al modificar su estructura genética.
Las que más nos interesan son las radiaciones llamadas ionizantes que se utilizan en el
diagnóstico (rayos X o gamma) y/o tratamiento (radioterapia) de diferentes tipos de
tumores, incluyendo los cerebrales.
No existen argumentos consistentes para relacionar el desarrollo de tumores cerebrales
con la mayor parte de las radiaciones a las que estamos expuestos en la vida diaria. Las
radiaciones no ionizantes no inducen necesariamente lesiones de carácter oncogénico,
aunque no se puede descartar esta posibilidad. Los campos electromagnéticos entre los
que se encuentran los que provienen de los teléfonos móviles, podrían incrementar el
riesgo, aunque los resultados de los múltiples estudios científicos llevados a cabo tanto
en Europa como en Estados Unidos son controvertidos. En cualquier caso, se
recomiendan limitaciones en el uso de los mismos, en particular en las personas jóvenes
aconsejandose el uso de auriculares. También se ha estudiado si existe mayor riesgo en
función del tiempo durante el cual se ha utilizado un teléfono móvil con resultados
también en ocasiones controvertidos. En general, la mayoría de los estudios concluyen
que no existe una asociación consistente entre el uso de teléfonos móviles y el riesgo de
desarrollar un tumor cerebral aunque si pudiera ser que se incrementara en función del
tiempo durante el cual se ha utilizado. En definitiva, son necesarios más estudios y más
tiempo para intentar conocer mejor la relación o no entre el uso de teléfonos móviles y
tumores cerebrales tanto benignos como malignos.
Virus
No se ha podido hasta ahora establecer al menos en la especie humana, una clara
asociación entre ciertos virus y el desarrollo de tumores cerebrales.
Sustancias químicas
Dentro de los compuestos químicos con capacidad de desarrollar tumores cerebrales de
forma directa o indirecta podemos destacar los compuestos nitrosos presentes en el
medio ambiente y que poseen capacidad para inducir tumores cerebrales, con riesgo
potencial tanto para animales como para el hombre.
Otros factores de riesgo
El sexo masculino (más frecuentes en los hombres que en las mujeres), la raza (más
frecuentes en la raza blanca) y la edad (más frecuentes en los niños).
Signos y síntomas
El cerebro tiene pocas posibilidades de expandirse (crecer) al estar rodeado de una
estructura ósea rígida y cerrada que es el cráneo. Por ello, cuando aparece un tumor y
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crece, los síntomas se presentan en general de forma rápida y brusca. Los síntomas
variarán en función del área(s) afectada(s) y pueden ser variados. Un tumor cerebral
puede debutar con crisis epilépticas (convulsiones) o con síntomas generales como la
falta de concentración, lentitud de pensamiento, cambios de carácter o comportamiento
(denominados cognitivos), o también con síntomas secundarios debidos al incremento
de la presión intracraneal (dolor de cabeza, vómitos) o finalmente con síntomas más
relacionados con la localización del tumor como pueden ser alteraciones en los
movimientos o del lenguaje, etc.
Si el paciente ha presentado alguna crisis convulsiva (Ver más adelante: convulsiones),
los antiepilépticos permitirán tratarla y también reducirán el riesgo de que aparezcan de
nuevo. Pueden producir efectos secundarios y también interacciones
(incompatibilidades) con otros medicamentos, por lo que no se pueden tomar sin
supervisión médica. Para mejorar algunos de los diferentes síntomas que pueden
aparecer es frecuente el uso de un medicamento que se llama Dexametasona que reduce
el edema que puede aparecer rodeando al tumor y permite la mejoría parcial o total de
los síntomas. Pueden producir importantes efectos secundarios y cuando ya no son
necesarios se tienen que retirar de forma programada poco a poco por lo que su médico
le aconsejará en este sentido.
Los síntomas iniciales de un tumor cerebral dependerán principalmente de la
localización del mismo (Ver Apartado de Anatomía).
En tumores de los lóbulos frontales pueden aparecer alteraciones denominadas motoras
como parálisis de la cara o extremidades, trastornos del lenguaje, trastornos de la
función cognitiva (cambios de humor y falta de atención), alteraciones de la conducta y
de la personalidad e incontinencia (pérdida) urinaria y/o intestinal.
En tumores de los lóbulos temporales pueden aparecer trastornos visuales, o auditivos
o del equilibrio o del olfato y gusto. También trastornos del lenguaje o de la memoria
así como alteraciones emocionales y de la conducta.
Los lóbulos parietales no tienen una buena separación del resto de lóbulos lo que
ocasiona manifestaciones clínicas más complejas. Se pueden presentar diversos
síntomas como trastornos visuales o dificultad en el reconocimiento de objetos o de
partes del cuerpo o del lenguaje.
En los tumores de los lóbulos occipitales destacan sobre todo los trastornos visuales
incluyendo la ceguera.
Otras muchas localizaciones más concretas pueden determinar una variedad importante
de síntomas que hacen necesaria la consulta con el médico para determinar su origen y
pruebas necesarias a llevar a cabo.
Factores Pronósticos
Un factor pronóstico es aquella información de la enfermedad que nos permite conocer
como puede comportarse y valorar el tratamiento más adecuado.
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Entre los factores pronósticos a considerar en los tumores cerebrales están los
siguientes:
Tipo Histológico (tipo de tumor cerebral): Sabemos que no todos los tumores
cerebrales se comportan igual por lo que algunos de ellos tienen un comportamiento
menos agresivo que otros como por ejemplo el astrocitoma (grado II) en comparación
con el astrocitoma anaplásico (grado III) o con el glioblastoma (grado IV).
Grado histológico: El grado histológico informa dentro de un mismo tipo histológico
sobre el comportamiento del tumor. Por ello se han establecido cuatro grados (I a IV)
siendo los tumores de grado III y IV los de comportamiento más agresivo y menor
supervivencia. Los tumores de grado II son de comportamiento intermedio y pueden
progresar a grado III o grado IV con el tiempo. Para definir el grado de un determinado
tipo histológico de tumor cerebral consideramos diferentes características de las células
que lo componen como la Atipia nuclear (alteraciones en el núcleo de la célula), la
Mitosis (capacidad de crecimiento), Microproliferación vascular (aparición de nuevos
vasos) o la Necrosis (zonas del tumor con células muertas).
Alteraciones genéticas y moleculares: En estos últimos años asistimos a un cambio
cada vez más relevante en este apartado. En efecto disponemos de más y nueva
información que nos permite, sobre todo en los gliomas, individualizar cada vez más el
tratamiento. Algunas características moleculares también conocidas como
Biomarcadores y que vamos conociendo mejor hacen que podamos saber con mayor
certeza como se van a comportar (pronóstico) y/o como van a responder a los
tratamientos (predictivo). Estos Biomarcadores adoptan nombres de los genes (MGMT
o IDH) implicados o bien de alteraciones descritas en los cromosomas (1p/19q). Esta
información tiene ya hoy en día una aplicación directa en la clínica y permite adaptar
mejor los tratamientos y por lo tanto la supervivencia de los pacientes.
Estado funcional: La capacidad del paciente para hacer una vida más o menos
independiente en cuanto a sus actividades básicas de la vida diaria, es un importante
factor pronóstico. Cuanto más independiente esté el paciente mejor será su estado
funcional y ello conlleva un mejor pronóstico.
Edad: En adultos, cuanto más joven, en general, el pronóstico es más favorable.
Tumor residual tras la cirugía: En los tumores cerebrales es relativamente frecuente
que por razones debidas a la localización del tumor, la cirugía no pueda llevarse a cabo
por el alto riesgo de secuelas graves. En estos casos solo podemos hacer una biopsia del
tumor por lo que siempre se queda enfermedad tumoral residual. Cuando esto ocurre el
pronóstico es peor.
Extensión metastásica de la enfermedad: La extensión de los tumores cerebrales a
otros órganos o a ganglios linfáticos es muy rara y excepcional salvo en algún tipo
concreto como el meduloblastoma que cuando ocurre comporta un peor pronóstico.
- See more at: http://www.seom.org/en/informacion-sobre-el-cancer/info-tiposcancer/tumores-cerebrales?start=7#content
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Tratamiento
El paciente con un tumor cerebral debe ser sometido a una terapia específica, y a un
tratamiento para el alivio de los síntomas: dolores de cabeza, crisis convulsivas, pérdida
de funciones motoras, sensitivas, etc… El tratamiento específico consistirá en cirugía
con o sin radioterapia, radioterapia si no es posible la cirugía y puede también estar
indicada la quimioterapia, habitualmente en asociación a las otras formas de
tratamiento.
Cirugía
Es una de las herramientas principales y en general la primera en utilizarse para el
tratamiento de la mayoría de los tumores cerebrales. En algunos de ellos puede ser
suficiente para controlar la enfermedad. Los objetivos principales de la cirugía son:
- Obtener tejido tumoral para poder realizar un diagnóstico histológico preciso es decir
para saber ante que tipo de tumor cerebral nos encontramos
- Realizar la máxima resección posible pero conservando la máxima función a la vez lo
que en muchas ocasiones da lugar a que la cirugía de los tumores cerebrales no permita
una resección completa del tumor.
- La cirugía permite también descomprimir los tejidos sanos lo que conlleva una
importante mejora de los síntomas que presentan los pacientes mejorando su
funcionalidad y su calidad de vida.
En diferentes estudios se ha podido demostrar claramente que cuando la resección del
tumor cerebral es completa el pronóstico mejora significativamente en relación a
cuando solo se puede hacer una biopsia como ocurre en pacientes en los que el tumor
está cercano a zonas que rigen funciones críticas y la resección no es posible.
La cirugía es siempre de gran complejidad pero cuenta hoy en día con nuevas
tecnologías que permiten en gran medida resecciones más completas con menor riesgo
de secuelas. Entre las diferentes técnicas se encuentran:
- La estereotaxia que permite localizar el tumor mediante un sistema geométrico que
nos sitúa el punto más adecuado para la biopsia.
- Los sistemas de neuronavegación que son instrumentos informáticos que fusionan las
imágenes radiológicas durante la intervención para una mejor definición de la extensión
del tumor en quirófano.
- El mapeo funcional cortical intraoperatorio. Se trata de un sistema que permite
localizar áreas elocuentes y así evitar el daño de esas zonas durante la intervención.
- La Fluorescencia que permite al neurocirujano conocer mejor durante la intervención
la zona en donde se encuentra el tumor.
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En algunos tumores cerebrales tras la cirugía, se realizará de forma precoz (menos de 72
horas) una resonancia que nos permitirá conocer el resultado de la misma y a la vez nos
servirá de base para ver la evolución del tumor y el efecto de los diferentes tratamientos
posteriores.
Otras técnicas diagnósticas como la tomografía por emisión de protón único con Talio
201 (SPECT-Talio 201), la resonancia con espectroscopia o la tomografía por emisión
de positrones (PET), pueden ayudarnos a aclarar la existencia o no de enfermedad
residual.
La cirugía puede llevar asociada un incremento del riesgo de complicaciones como
empeoramiento de los síntomas neurológicos, convulsiones, infecciones, hemorragias,
pérdida de líquido cefalorraquídeo y otras de carácter más general, como pueden ser
episodios trombóticos, infarto, hemorragia digestiva, etc.
Radioterapia
Es otra herramienta fundamental para el tratamiento de los tumores cerebrales. Consiste
en el envío de partículas ionizadas de alta energía contra las células del tumor. El
objetivo es producir daños en su material genético que facilitará la muerte celular del
tumor. Esta forma de tratamiento se realiza por médicos especialistas en oncología
radioterápica.
La radioterapia puede dañar también el tejido que rodea al tumor y para minimizar este
efecto se fracciona la dosis total a administrar a lo largo de varios días o semanas. Los
oncólogos radioterápicos, con la ayuda de los radiofísicos establecen sobre una
tomografía axial computarizada (TAC), una resonancia y/o sobre una PET, la
localización del tumor, para definir el área que debe ser irradiada. Es lo que se conoce
como planificación del tratamiento.
La radioterapia puede aplicarse mediante distintas técnicas; cada una de ellas puede
tener diferentes indicaciones según la extensión de la irradiación y el tipo tumoral. La
dosis que se necesita alcanzar para el control de la enfermedad depende de la naturaleza
del tumor y de la localización.
La radioterapia tiene un papel fundamental también en aquellos pacientes con
metástasis cerebrales, con gliomas de alto grado y con tumores irresecables. En los
tumores de bajo grado puede ser conveniente esperar a una evolución más tardía para
administrarla. La indicación de la misma se decidirá por parte del oncólogo
radioterapeuta en el seno de un comité multidisciplinar.
Existen diversas modalidades de administración de radioterapia:
Radioterapia externa convencional: Utiliza distintos haces de irradiación externa para
irradiar el volumen tumoral y minimizar la cantidad de tejido sano circundante
irradiado, y con ello, la toxicidad. El tratamiento es administrado, durante varios días o
semanas, recibiendo dosis diarias iguales. Durante el tratamiento el paciente es
inmovilizado con una máscara para asegurar los puntos de irradiación durante todo el
tratamiento.
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Radioterapia externa estereotáxica: Es una irradiación externa en la que el volumen
de irradiación es pequeño y sobre él que se alcanzan dosis más altas en una sola sesión.
El campo de irradiación se determina mediante un sistema de ejes de coordenadas
colocado en el paciente, que permite localizar con precisión el punto de irradiación. Es
precisa la utilización de una maquinaria específica como puede ser el acelerador lineal,
o un gammaknife (una unidad de cobalto modificada para un tratamiento multiplanar) o
un ciberknife (con sistema robótico que permite delimitar mejor el área de irradiación).
Puede ser útil en pacientes con metástasis cerebrales y en algunos casos de tumores
cerebrales seleccionados.
Radioterapia intersticial o braquiterapia: Consiste en implantar sobre el área
tumoral, catéteres como fuentes de irradiación (por ejemplo, agujas de iridio192, etc)
que alcanzan dosis terapéuticas alrededor de dicha área evitando la irradiación del tejido
sano a distancia. Estas técnicas son altamente especializadas y pueden ser utilizadas en
el tratamiento de los tumores cerebrales.
Terapia con haces de partículas: Se utilizan unas partículas llamadas protones o
neutrones en centros muy especializados, puesto que es preciso un ciclotrón para
generarlas. La principal ventaja de estas técnicas es la posibilidad de circunscribir de
forma más precisa el área de irradiación. Aunque se han utilizado para algunos tipos
especiales de tumores, están por definir sus indicaciones y sus ventajas frente a las
formas de tratamiento convencional.
Radioterapia externa hiperfraccionada: Es una forma de radioterapia externa en la
que con un mayor número de fracciones y dosis por día, se pretende aumentar la
capacidad de destrucción del tejido tumoral. Puede ser estereotáxica, si se quiere irradiar
un pequeño volumen pudiendo ser de utilidad en casos seleccionados.
Radioterapia de intensidad modulada: Es un sistema por el cual se consigue dar dosis
más altas en unas áreas del tumor y dosis más bajas en otras áreas; el objetivo es
alcanzar las dosis adecuadas en todos los tejidos tumorales, con la menor toxicidad de
los tejidos circundantes. Se van conociendo en función de estudios recientes, aquellas
localizaciones donde puede mejorar los resultados de la radioterapia externa
convencional.
La radioterapia puede tener efectos secundarios que serán diferentes dependiendo del
momento
en
el
que
se
produzcan:
Agudos: Aparecen horas o días tras el inicio del tratamiento y son transitorios; consisten
generalmente en dolor de cabeza o empeoramiento de los síntomas neurológicos. Estos
efectos son producidos por aumento del edema asociado al tumor y pueden ser tratados
con esteroides.
Toxicidades diferidas tempranas: Pueden aparecer desde seis semanas hasta seis
meses después de finalizar la radioterapia. Son producidas por un daño neurológico
reversible y causan empeoramiento de los síntomas neurológicos, tratándose también
con esteroides. Clínicamente pueden ser similares a los cambios que se producen en el
paciente cuando está aumentando el tamaño del tumor y en estos casos, pueden ser
precisos estudios radiológicos y tratamiento médico.
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Toxicidades tardías: Pueden aparecer años después de finalizar la radioterapia y se
producen por destrucción o muerte celular del tejido cerebral (radionecrosis); los
síntomas son también similares a los que produce el crecimiento tumoral precisando
como en el caso anterior un diagnóstico preciso y un tratamiento.
Otro efecto indeseable tardío es el daño cognitivo que puede oscilar entre un ligero daño
neurológico y una auténtica demencia. También aunque muy poco frecuente pueden
aparecer tumores radioinducidos u otras toxicidades como la pérdida de la agudeza
visual o déficits hormonales.
Quimioterapia
De forma histórica, denominamos quimioterapia al conjunto de medicamentos que
utilizamos para el tratamiento específico del cáncer. Hoy en día este término quizás no
sea el más apropiado puesto que existen nuevos medicamentos contra el cáncer que no
son quimioterapia como tales y que denominamos biológicos por haber sido
desarrollados a partir de nuevos conocimientos a nivel molecular y con mecanismos de
acción diferentes y más selectivos en general que la quimioterapia. A diferencia de los
medicamentos clásicos considerados como quimioterápicos, los biológicos son
fármacos que en general aunque no siempre, tienen una diana que podemos determinar
y contra la que van dirigidos. De alguna forma constituyen una nueva y creciente
familia de medicamentos que conforman la denominada medicina personalizada. En
muchos tumores y por ende los tumores cerebrales utilizamos hoy en día esquemas de
tratamiento que combinan tanto quimioterapia como medicamento biológico al haber
demostrado estos que mejoran en muchos casos los resultados obtenidos previamente
con la quimioterapia sola.
Tanto la quimioterapia como los biológicos pueden según cuales ser administrados por
vía oral, intravenosa o local y tienen la capacidad de difundirse por todo el organismo
por lo que pueden actuar en diferentes órganos. El objetivo principal es el de destruir las
células tumorales. En el caso de los tumores cerebrales existen dos importantes
dificultades históricas en cuanto al tratamiento con fármacos que son la existencia de
una barrera natural denominada hematoencefálica (BHE) que protege al sistema
nervioso central de la llegada de sustancias tóxicas por la sangre y la resistencia
histórica de estos tumores al tratamiento antitumoral.
Sin embargo, la situación actual ha experimentado un cambio muy importante pues
disponemos de nuevos medicamentos (quimioterapia y biológicos) que están mejorando
la eficacia de forma significativa.
En general, el tratamiento de los tumores cerebrales con medicamentos se administra
después de la cirugía y asociado o no a la radioterapia según sea un tipo de tumor u otro.
En ocasiones también se administra antes de la cirugía con el objetivo de reducir el
tamaño del tumor o porque la cirugía no puede llevarse a cabo. En el Glioblastoma que
constituye el tumor cerebral de alto grado más frecuente, la quimioterapia con
Temozolamida ha demostrado un claro beneficio y constituye hoy en día el estándar de
tratamiento asociado a la radioterapia tras la cirugía. Investigaciones en curso tratan de
mejorar los resultados actuales y podrían modificar próximamente el estándar actual.
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En otros tumores de alto grado como los denominados oligodendrogliomas o los
oligoastrocitomas anaplásicos, la quimioterapia con un esquema denominado PCV
constituye también un estándar de tratamiento siendo estos tumores más sensibles a la
quimioterapia que el Glioblastoma. Otros tumores cerebrales poco frecuentes como el
meduloblastoma o el Linfoma del SNC, o los tumores germinales del SNC son también
sensibles a la quimioterapia y esta forma parte del tratamiento. La actividad de la
quimioterapia en otros tumores cerebrales es marginal y se encuentra en evaluación en
diferentes ensayos clínicos.
Otro aplicación de la quimioterapia puede ser a nivel local es decir en el lecho dejado
por el cirujano tras la extirpación del tumor durante la intervención habiendo
demostrado también un beneficio en supervivencia asociado a la radioterapia posterior a
la cirugía. Este efecto favorable se ha visto tanto en pacientes que son operados de una
recaída como en aquellos sometidos a cirugía completa tras el diagnóstico inicial.
Tanto la quimioterapia como las terapias biológicas presentan efectos secundarios y por
ello es muy importante conocerlos para poder prevenirlos y aminorar sus efectos. En
este sentido siempre que se administran estos tratamientos es imprescindible escuchar
bien los consejos del oncólogo médico. Los efectos pueden ser variables según los
medicamentos empleados. Pueden producir náuseas, vómitos, cansancio, pérdida de
apetito, leucopenia (disminución del número de glóbulos blancos, que se relaciona con
las defensas y la susceptibilidad a padecer infecciones), anemia, plaquetopenia
(disminución del número de plaquetas, que puede producir hemorragias), etc…. En el
caso de las terapias biológicas los efectos secundarios suelen ser específicos de los
mismos
y
variar
con
respecto
a
los
de
la
quimioterapia.
Su oncólogo médico le informará de la toxicidad esperable con el tratamiento y la dosis
empleada, así como de las medidas a tomar para su alivio.
ENFERMEDADES DEL S.N.P.
Los nervios periféricos son aquellos que se encuentran fuera del cerebro y de la médula
espinal. Como la estática en una línea telefónica, los trastornos de los nervios
periféricos distorsionan o interrumpen los mensajes entre el cerebro y el resto del
cuerpo.
Existen más de 100 tipos de trastornos de los nervios periféricos. Estos pueden afectar a
uno o a muchos nervios. Algunos surgen como resultado de otras enfermedades, como
los problemas neurológicos de los diabéticos. Otros, como el síndrome de GuillainBarre, ocurren después de una infección viral. Otros más, a consecuencia de la
compresión de un nervio, como el síndrome del túnel del carpo o el síndrome de la
salida torácica. En algunos casos, como el síndrome de dolor regional complejo y las
lesiones del plexo braquial, el problema se inicia a partir de una lesión. Algunas
personas nacen con trastornos en los nervios periféricos.
Los síntomas suelen comenzar gradualmente y después empeorar. Entre ellos se
encuentran:


Entumecimiento
Dolor
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


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Ardor u hormigueo
Debilidad muscular
Sensibilidad al tacto
El tratamiento busca tratar cualquier problema subyacente, mitigar el dolor y controlar
los síntomas.
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