Aire fresco Volver a ser chicos y sentir sin culpas el aire fresco en la

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Aire fresco
Volver a ser chicos y sentir sin culpas el aire fresco en la cara. Volver a reírnos
de todas las risas, con ganas, sin darle explicaciones a nadie.
Jugarle una pulseada a la vida en cada mañana, pisar la pelota, patearla. Sentir
sin culpas, con la cara al viento y caminando sin pinturas ni arabescos.
Volver con frescura, regresar sin miedos a mirar al vecinito, sin culparnos
mientras el sol nos colma. Volver a pisar la vida sin miradas ni inquisidoras.
Revivir nuevamente, vivir aquel tiempo, tiempo de amor, tiempo de rosas,
tiempo de chiquilladas sin quejas, tiempo de mamá libre y de guardapolvos
con tiza, con olor a chocolate con otros aromas; tan lejanos que hasta miedo
nos causa; tan vívidos en nuestra memoria que jamás dejarán de llevarnos de
la mano con la memoria intacta como si nada hubiera pasado.
Recuerdos, niñez que felicidad volver a verte; y a través del chico decirte que
eres mi primer amigo, mi primer amor y que jamás dejarás de ser para mí
aquel asustado colegial y el mejor de mis hermanos.
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Basta de rejas
¿Qué respuesta puede darnos la sociedad ante tanta indiferencia?
¿Cómo permitir el triste calor gris de las paredes? ¿La altura limitante y
precisa que nos dice de ese lado los locos?
Los miran de costado, y a veces, todavía tienen que escuchar el
¡Pobrecito! ¿Qué haremos con ellos?
Nadie los ayuda.
La reclusión, la privación de la libertad enloquece a cualquier humano.
¡Basta de rejas! Abramos los brazos a estos vulnerables seres que tienen
una cruz, la cruz que la sociedad les brindó, y el rótulo de enfermos mentales.
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Caritas sin consuelo
Cuántas caritas sin consuelo en las noches de frío. Panzas llenas de
hambre ¿Allí está el amor humano? Paroles, palabras, noticieros, campañas. Y
en las noches de frío, la vejez, la humedad de algún lugar mal abastecido.
Y después me dicen, me comentan, y entonces me pregunto ¿el amor
humano, dónde está?
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El amor se renueva
Desde ayer lo veo diferente. Hay en su mirada algo de inocente.
Impaciente se pasea por el cuarto y se cambió el pijama. ¿Estará queriendo
decirme algo?
Bajó su tono de voz (siempre se lo critico) y me mira con ojos dulces.
Es la tercera carta de amor que me escribe. ¡Las rosas, las dos dulceras y
hasta una begoña, plantó en mis macetas.
¡Ay, cómo lo amo! No sabe demostrarme que me ama. Siempre cambia por
dentro y por fuera, y esos cambios me hacen sentir que este amor vive, que
este amor se oxigena, que este amor no muere, que este amor vibra y se
renueva.
Diferente
lo veo desde ayer.
Su mirada
tiene un poco de inocente.
Se cambió el pijama.
Se pasea
impaciente
por el cuarto.
De amor,
ya son tres las cartas que me escribe.
Las rosas
dos dulceras,
y hasta una begoña
el plantó en mis macetas.
¡Ay cómo lo amo!
Y su amor por mí no sabe demostrarme.
Por dentro y por fuera cambia siempre
y siento que ese amor vive en los cambios
que este amor se oxigena,
que este amor no muere.
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La actitud
En cada situación de la vida, y a través de los caminos de nuestra
inteligencia, esta maravillosa aventura que nos toca vivir día a día, nos
demuestra, nos enseña, el cómo y a veces el cuándo debemos hacer o dejar de
hacer determinadas cosas.
Al levantar la persiana diariamente esa gamita del cuento se transforma
en mis ojos que ven, y la maravilla de los cromos se pelean por penetrar en
mis pupilas y avasallarme con sus perfectos colores. Y después, sólo un
instante después, el trinar de los pájaros y el encuentro cotidiano con el
repiqueteo de las palomas. Y mi pupila refracta y mi respiración se agita;
levanto mi cuerpo y respiro profundo, y llevo a los pulmones no a esa gamita
ciega sino a una mujer con unas impresionantes ganas de vivir y sin
preguntarme el cómo, el cuándo, y tampoco el porqué.
Corrijo mis errores; vivo corrigiendo y desandando el camino hasta que
despejando esas mieles, esos dulces que aparecen apetecibles y sin embargo no
lo son, noto que ha quedado a través de mis pasos, lo mejor: el más brillante
de los rojos, el más armonioso de los cantos, y entonces agradezco estar viva,
la posibilidad que Dios me ofrece día a día, y como la gamita trato de no
volver a equivocarme aunque sea ardua la lucha y se vayan cerrando los
caminos. Siempre, la actitud.................., siempre todo es sólo una cuestión de
actitud, de............................, de sentir profundo, de beberse la miel en un
segundo sin preguntarse cuándo, sin preguntarse aquel fastidioso porqué.
Moraleja: En la vida todo pasa siempre por una cuestión de actitud.
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La complicidad
Me mirabas, te miraba. De repente un calor súbito me recorrió el pecho y la
cara.
De nuevo tu mirada. Luego tu mano tocó la mía –¡Qué calor aquel día!–, y
lentamente me acercaste a tu cuerpo, y con muchísimo miedo tus labios
rozaron los míos.
El primer beso, la complicidad de dos almas. Primer amor, único, inolvidable,
grande, irreprochable.
Complicidad, ternura, primer amor. Aquí, en mi corazón, brillarás para
siempre.
Gracias por tu calma.
Me mirabas
te miraba.
De pronto
un calor subió del pecho hasta mi cara.
Tu mirada de nuevo
de nuevo
mi mirada.
Luego
tu mano tomó mi mano
qué calor ese día
lentamente me acercaste a tu cuerpo
y con miedo
con muchísimo miedo
tus labios rozaron mis labios.
Primer beso
complicidad de dos almas.
Primer amor
único
inolvidable
grande
irreprochable.
Complicidad
ternura
primer amor
aquí en mi corazón
brillarás para siempre.
Gracias por tu calma.
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La esperanza
El hilito de la esperanza, ese infinito movimiento en el cual nos quedamos
con la mirada en el horizonte y preguntándonos ¿hasta cuándo? Hasta que la
maravillosa lucecita se enciende y un día más respiramos.
¡Qué bueno es no perderla! ¡Qué bueno es pensar que hay una mano, una
mirada o una pregunta que siempre llega a tiempo!
Remanso de los buenos y de los que todavía seguimos creyendo: la esperanza,
solaz de los justos.
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La reminiscencia del amor
¿El amor humano?
¿El amor humano?
¿Cómo hablar sobre el amor?
El amor no se transcribe,
el amor se demuestra,
el amor se percibe,
el amor se da,
el amor no se comparte,
el amor de siente.
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La vida me sonreía
Tenía pocos años y la vida me sonreía. Todavía podía pensar que se harían
realidad los sueños.
¿Qué pasaría, entonces? ¿El 2000 llegaría? ¿Robots? ¿Hombres en órbita?
Familia unida; con abrazos ¿Tal vez más grande?
¿Qué pasó?
Todo fracasó. Un inmenso dolor me invade. La decepción de ver como se
desmoronan mis sueños, la familia hizo un terrible break, yo me quebré
junto a ellos, y ni los robots tuvieron tiempo de subir a sus órbitas.
Por eso, fin de año, un día más, sólo un día más y nada más. Todo quedó en
el olvido, en la desazón de saber que tan sólo cambió un número en el frío
almanaque.
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