From the SelectedWorks of Jorge Adame Goddard September 13, 2009 Soné un sueño: que no había diputados Jorge Adame Goddard Available at: http://works.bepress.com/jorge_adame_goddard/142/ 1 SOÑÉ UN SUEÑO: QUE NO HABÍA DIPUTADOS1 Por Jorge Adame Goddard …ni senadores, con las funciones que actualmente tienen. Se había reconocido que la función de legislar es a la vez técnica, jurídica y política, por lo que se había modificado el proceso legislativo. Seguía habiendo una cámara –solo una– de representantes políticos, no más de cien, cuya función era simplemente la de aprobar o rechazar los proyectos de ley que se les presentaban, pero no podían modificarlos. El juicio que se esperaba de esta cámara de representantes era simplemente el de si el proyecto de ley era políticamente viable, es decir si los diferentes grupos que conforman la nación representados en la cámara estarían dispuestas a obedecer la ley o, cuando menos a no objetarla. Esta función limitada de la cámara de representantes no le quitaba el poder o la soberanía, pues las leyes eran imperativas para todos los ciudadanos precisamente por el hecho de haber sido aprobadas por la cámara de representantes; en ella seguía residiendo el poder de legislar. La iniciativa para hacer un proyecto de ley correspondía a los órganos de gobierno encargados de aplicar la ley, aunque también tenían derecho de iniciativa los representantes populares. Como se entendía que la formación de un proyecto de ley es una función esencialmente técnica, el derecho de iniciar leyes significaba iniciar un procedimiento para que se constituyera una comisión de expertos que formularía el proyecto de ley o decidiera que no es técnicamente conveniente presentarlo. Si se trataba de formular una ley relativa a la economía, el texto lo hacían economistas, si era relativa a la ecología, lo hacían biólogos, químicos junto con economistas y expertos en organización, si era sobre salud, intervenían los médicos, y así cada proyecto de ley era formulado por los especialistas 1 Derechos Reservados © Jorge Adame Goddard, Farol 124, CP52785, Huixquilucan, Edomex, México. Se autoriza su reproducción, publicación, impresión o edición, total (sin cambios ni cortes) para fines públicos o privados. 2 correspondientes. También formaban parte de las comisiones representantes de las entidades públicas encargadas de la aplicación de la ley, para que aportaron su experiencia al respecto, y representantes de los grupos sociales a quienes se aplicaría principalmente la ley. Estas comisiones eran temporales, pues terminaban al concluir sus trabajos, y especiales, pues se constituía una para cada proyecto de ley. Los gastos para la constitución y funcionamiento de estas comisiones, que podían incluir honorarios para sus integrantes y asesores, se cubrirían con una parte de lo que se ahorraba en sueldo y gastos de diputados. Una vez formulado el proyecto por los especialistas y los representantes de los principales involucrados, se pasaba a una comisión, ésta si de carácter permanente, encargada de cuidar la conformidad del proyecto con todo el orden jurídico, así como de cuidar su redacción y estilo. Los miembros de esta comisión eran también expertos. Unos conocedores del orden jurídico nacional, encargados de evitar las contradicciones entre las leyes, de asignarles sus características formales de ley federal, o ley general, o ley orgánica, o ley reglamentaria, o ley de orden público, y de precisar el contenido de los artículos transitorios. Los otros, eran expertos en lenguaje, que cuidaban ante todo que los textos, no obstante su carácter técnico, fueran claros, de modo que se evitaran dudas en su interpretación y aplicación; igualmente cuidaban que el estilo de las leyes fuera uniforme, que sus divisiones en títulos, capítulos, secciones, etcétera, así como la numeración correspondiente se hicieran conforma a un sistema predeterminado y común a todas las leyes. Cuando el proyecto estaba listo, se enviaba a la cámara de representantes, quienes simplemente votaban por mayoría si lo aprobaban o lo rechazaban. No era necesario que pronunciaran muchos discursos, que discutieran acaloradamente, que tomaran la tribuna o se arrebataran la palabra. Bastaba con que votaran. Si lo aprobaban, se promulgaba como ley; si lo rechazaban se regresaba a la comisión de expertos para que ellos, oyendo las razones que los representantes tuvieron para rechazarlo, hicieran las modificaciones necesarias sin romper la coherencia técnica del proyecto y lo volvieran a presentar para su aprobación y publicación como ley. 3 En este sistema de formación de las leyes había un equilibrio entre el saber de los expertos y el poder de los representantes. No podía decirse que era una «tecnocracia», porque los expertos no eran los que daban la orden imperativa, pues esto correspondía al poder de los representantes. Tampoco podía calificarse como una «tiranía de las mayorías», porque el contenido de la ley era definidos por los que saben y no por el mayor número, o sea por la fuerza. Cuando desperté del sueño, vi a los diputados discutiendo dos temas fundamentales para la vida del país: la ley de ingresos y el presupuesto de egresos. Vi noticias de «posicionamientos» de los partidos, declaraciones que ciertos impuestos “no pasarían”, de que el poder ejecutivo hacía mal o bien presentando esas iniciativas. Sé que finalmente los diputados aprobarán algo, que modificarán mucho la iniciativa, que previamente habrá negociaciones y “amarres”. Sé también que quienes presentaron la iniciativa contaban con que tendría que ser modificada por los diputados, por lo que la presentarían de modo que hubiera cosas que de antemano se pudieran quitar, y ofrecerlas como cesiones o renuncias en las negociaciones. Y sabiendo esto y soñado aquello, me pregunto si no será necesario modificar este sistema legislativo que renuncia a la razón en favor del poder.