JLd.A ESCOCESA LAMBE.UM.

Anuncio
TRAGICO-COMICA
EN UN ACTO;
A ESCOCESA LAMBE.UM.
JLd.
SU AUTOR
D O N L U C IA N O F R A N C ISC O C O M E L L A ,
PERSONAS.
El Conde Espark.
M aría Lam brum ;
Isabel de Inglaterra.
El Marqués Sofolk.
El Conde Enrique Belfort.
M onteros, Guardias , Cazadores,
—
.
-
■
___/»Qfnfc
L a Scena es estable, y se finge en un monte diez leguas distantes de Londres.
Selva con arboleda á la orilla del rio , monte transitable, una corpulenta
encina á la derecha debaxo de la qual aparece dormido el Conde Enrique
B elfort, choza á la izquierda con poyo al lado, A l correrse la cortina sale
de la choza Alaría Lam brum , el Sol sale por el O rizonte, Enrique hace al'
gunos extremos en ademan de que el frió le despierta , tirita , se encoge, y
•vuelve á quedarse dormido. Cantan las aves y y se verán revoleteando por
el ayre. Atraviesan el monte algunos venados, á lo lejos se oye un Pastor
que toca la g a y ta ; ínterin todo esto M aría estará en la puerta de su choza
como admirada i y luego dice: A l tiempo de salir cuelga
una jaula en la puerta»
iWíí^.VálgameDios! para el hombre,
para eí p ez, para la fiera,
para el hom bre, para todos
envía la providencia
de Dios ]as luces del día
menos para mí. Con ellas
salta el p ez, se pule el ave,
corre el bruto por Jas selvas,
y todas las criaturas
cobran nuevo se r, y cuentan
un dia mas de placer
como yo cuento de penas:
un día mas de dolor, .
catorce años de miserias,
de infortunios y trabajos
ha sido la recompensa
de la amistad de María
Stuarda... Compañera
M úsica que imite la calandria, en
un canto triste^
de mis desgracias, qué tienes?
dímelo , de qué te quejas?
de mi rigor? esos ecos
doloridos son querellas,
que contra m í das al ayre,
porque pudiendo estar suelta*
y buscar con tu piquito
el sustento que te niega
mi desgracia, de él te privo^
y te hago de m i indigencia
participante: me miras
con ojos tristes, me acuerdas
m i crueldad, tienes razón,
anda y busca por las selvas
lo que yo no puedo darte;
y ya que tu am iga muera,
vive tú ; en vez de irte
me acaricias! an d a , vuela,:
goza de la libertad,
mas qué esto! La desprecias?
O buen D ios! á ios ingratos,,
cómo las aves enseñan!
L a colgaré de aquel árbol,
y me iré para que pueda la cuelga^
mejor escapar. U n hombre
tiritando allí se encuentra
medio dormido. O si darle
algún consuelo pudiera!
Y o le despierto... mas ño,
que fuera darle molestia
en vez de alivio. Recibe
de manos de la indigencia
infeliz humanidad,
este homenage. Qué ideas
este anciano á la memoria
me ha traído ! si pudiera
descubrirle un poco el rostro.;;
tiene en la mexilla puesta
la m ano... veré si puedo
quitársela..» mas despierta.
E nr. Quién es ?
Se incorpora;
M ar, Él rostro,., la edad,,,
pa'dre miol
Enr. Si es quim era...
si el deseo me lo finge.;;
no pueden m entir las señas;
H ija querida.
Le ahrazá¿
M ar, Señor,
quién os conduxo á estas selvas?'
E/ír.Quando he logrado encontrarte
sin duda mi buena estrella;
por ser parcial de Stuarda
he sufrido quantas penas
y males la proscripcioa
á un infeliz acarrea,
erran te, prófugo y vago,
perseguido de Isabela,
comiendo frutas silvestres,
andando de selva en selva,
expuesto al calor y al frió,
he vivido como fiera
catorce a ñ o s, y si tuve
hasta ahora resistencia
para sufrir tantos males.
ya no me siento con fuerzas
para sufrir mas : los años.
Jos achaques, la misería::sí supieras que en tres dias
que ha que recorro estas breñas
incultas en busca tuya,
no he comido mas que hiervas
silvestres que me ha ofrecido
por vianda la aspereza
de estos m ontes, qué dirías?
Aunque tu también te encuentras
proscripta, y sufres los males
que esta desgracia acarrea, .
has hallado un bienhechor,
un Jam es que te dispensa
el alimento preciso,
aunque la ley lo reprueba.
M ar, Es verdad que ese recurso
m e dexó la Providencia
en medio de m i desgracia,
mas como no es duradera
la dicha en los infelices,
perdí al cabo su asistencia,
m e faltó su auxilio#
E nr. Pocos
en lo adverso se conservan
constantes; quántos exemplos
de esta clase la experiencia
m e ha hecho ver!
'Mar, N o confundáis
á Jam es con la caterva
de amigos falsos que solo
á logro su amistad prestan^
H asta su postrer aliento
cuidó de m i subsistencia,
E nr, Con qué term inó sus dias?
M ar. Sí se ñ o r, porque la penacon nadie está bien hallada
si conmigo no se encuentra.
E nr, Quién te asiste?
M a r, El abandono.
E nr, Quién te cuida?.
M ar. La miseria.
Enr. Quién te acompaña?
M ar. El dolor.
E nr. Luego en estado te encuentras
de no poder socorrerme?
M ar, Ningún recurso me queda,
como no os alimentéis
de la sangre de mis venas.
E nr. En qué tiempo nuestras almas
tuvieron la complacencia
de encontrarse 1 mas supuesto
que complacida se muestra
e n 'v ern o s p e n a r, frustremos
muriendo su complacencia.
V am os, M aría, acabemos
de una vez tantas miserias.
Esos empinados riscos::M ar, E l despecho, padre, os ciega.
E nr. Es inútil detenerm e::Se recuesta en un árbol desfallecido,
ay que me faltan las fuerzas.
Mar.Vd^Áxt mio::- Cómo es dable
que del odio me desprenda,
que reconcentró en el alma
el rencor contra Isabela,
al ver que por causa suya
no hay pesar que no padezca?
jN o bastaba porque el odio
eterno en mi pecho fuera
tres lustros de desventuras,
de Stuarda la tragedia,
la falta de mi marido,
muerto en la cárcel de pena,
que inflamarle mas la suerte
con nuevos males pretenda?
Pero entregada al t’olor
me olvido de la asistencia
de mi p ad re, con qué medios.
con qué arbitrios::- La terneza
me sugiere uno. Padre,
por íioy ya la Providencia
nos socorrió.
E nr. De qué modo?
M ar. D e mis males compañero,
ven á m orir, que este pago
m í cariño te reserva.
P ero , ó D ios! la libertad
adm itió : Desdicha fiera!
Ya el recurso que tenia
ia desventura me niega.
Con la mayor aflicción.
E nr. M uriendo, hija, de una vez,
de una vez ios males cesan.
M ar. Pues muramos.
Se divide de su padre,
E nr, N o me niegues
el triste alivio siquiera
de espirar entre tus brazos.
M ar, Ahorrarm e, padre, esa pena
que mi corazon no tiene
para tanto resistencia.
H e de dexaros morir
sin que primero yo muera?
O providencia de Dios!
no me abandones... apenas
invoqué tu santo nombre
quando auxilios me franquea,.¿
d io si que desprenderme
me es forzoso de la prenda
mas exquisita que guardo
en medio de mi pobreza.
E n r, Qué profieres?
J\^ar. É\ camino
está detrás de esas peñas,
buscaré algún pasagero...
E w . M aría, qué es lo que intentas?
y si á costa de tu honor::Mar,^ N o pienso con tal baxeza.
ni adopto medios indignos
. para hacer una obra buena.
E nr. Qué prenda es esa que tanto
sientes desprenderte de ella?
M a r.L z que en todas mis desgracias
ha dado alivio á mis penas.
E nr. Pero quál es?
Aíar. Ella misma
os dará en breve respuesta.
Entra en la choza.
E nr. Qué podrá ser? Pero en breve
saldré de estas dudas.
Sale M arta. Vedla,
Saca el retratro de Alaría Stuarda,
conocéis este retrato?
E nr. O desventurada Reyna
de Escocia! infeliz Stuarda!
Y qué desprenderte piensas
de esa joya?
M ar. Mi desgracia
mas recurso no le queda.
E nr. Su afable rostro, sus gracias,
quántas cosas me recuerdan!
Pero sabes que el rigor
de la implacable Isabela
se ha extendido hasta en las copias
de esta desdichada Reyna,
castigando con la muerte
al que en su poder las tenga?
M ar, N o lo ig n o ro ; pero dicen
que esa ley ya no se observa.
Demás de esto, estas montañas
distan de Londres diez leguas,
y rara vez aquí vienen
ios parciales de Isabela.
De Stuarda la memoria
todavía se respeta
entre los buenos Ingleses;
y quando la suerte adversa
mis precauciones burlase.
y diese con gente afecta
á Isabel , y de sus iras
fuese víctima sangrienta.
Cumplo muriendo por vos,
con Dios y naturaleza. Vasei
E nr. Espera, M aría, aguarda,
es en vano detenerla,
que en alas del pensamiento
el amor filial la lleva.
Tero el vigor me abandona,
y en su choza entrar quisiera
á descansar; cielos santos!
Esta es guarjda de fieras
ó alvergue? T echos, paredes,
todo respira pobreza
(do
y horror.Que habiendo en el munde esta clase de miserias,
sin haberlas socorrido,
se eche á dormir la opulencia!
O buen Dios! Pero estos ecos...
Ecos de trompas á lo lejos,
que escucho á lo le jo s, llenan
mi corazon de temor;
Qué podrá ser? De mas cerca ecos,
se escuchan ya; y el temor
crece al paso que se cercan:
sin duda esta es cacería:
Monteros son; hay mas penas!
E co s, y salen los Monteros por el
monte.
Esto es que algún poderoso
de Londres viene á estas breñas
á cazar. Aunque María
en ser vista nada arriesga,
porque del Reyno de Escocia
nunca salió; siempre es buena
Ja precaución, todo el monte
Salen Cazadores, el Conde deSpark,y
el Marqués de Sofolk ; quienes baxan
al llano , y despues acosados de los
Monteros atra'uiesán algunos vena*
dos por el monte,
de cazadores se puebla:
cortesanos s o n , no hay duda:
salvarme,y salvarla es ínt'ti.z.'vas,
M arq, Nunca creí que estos montes
tan poblados estuvieran
de caza mayor.
Cond. No en valde
deseaba tanto la Reyna
venir á ellos.
M arq. Spark,
á no ser por la aspereza
de estas m ontañas, no habría
sitio en que la complacencia
de Isabel mas se llenara
como éste en toda Inglaterra-’
Cond, Para evitarla el trab^ijo
de trepar por estas breñas,
mientras la doy el aviso
de la caza que hay en ellas,
dispondrás que los Monteros
la lleven por esa senda
que b.ixa al llano.
Vase,
M arq. Apruebo
tu resolución, y vuelvan
de los venatorios ecos
á repetir las cadencias.
Reciten los ecos, y se van desaparea
ciendo los del monte.
Y a van baxando, veré
si alcanzo á ver á Isabela
desde este ribazo.
Sale M ar. Nadie,
nadie encuentro que me quiera
este retrato. Del triste
bien dicen que se desp-ecia
hasta la memoria : un hombre
de los que el monte penetran
cazando, está allí parado.
M arq. No se alcanza á ver la Reyna,
y es preciso.
M ar. En caridad
para que de hambre no muer*n
dos infelices, quereis
com prar. S eñor, esta prenda?
M arq, Qué viene á ser?
M ar. U n retrato
de una infelice belleza,
M arq. Como sea tuyo al punto*
M ar. Pues no lo es,
M arq. Mucho me pesa,
porque me quitas el gusto
de adorar en él tus prendas.
M ar. Si supiera, aunque no es mió,
que le comprabais con esas
ideas, de ningún, modo,
no obstante que mi mal llega
á lo sumo de los males,
mi pobreza os lo vendiera,
M arq. Que con la pobreza unida
vaya siempre la soberbia.
M ar. No es soberbia, n o , la mía,
es honradez, pero vuestra
alma no es capaz de nada
que se oponga á la grandeza
con que ha nacido, y así
os pido con todas veras
que deponiendo las burlas
os doláis de la miseria
de una infeliz, que humilladaiiQuítate de mi presencia, vas.
M ar, Que yo sufra estos ultrages:;cómo en esto se comprueba
que no siempre el poderoso
prodiga el bien con Ja idea
de hacer bieni Quantos dedican
una parte de sus rentas
en favor del infeliz
que este tributo no dieran
á la virtud, si en sí misma
quedara oculta esta buena
obra; lo mas del bien que se hace
se hace para que se sepa.
Pero no está aquí mi padre,
ha visto gente en la selva,
y se habrá entrado en Fa choza;
pero por una vereda
viene una muger cazando:
si vendrá á aliviar mis penas?
A eso vendrá porque el alma
se ha regocijado al verla;
pero viene tan cansada,
voy mi cabaña á ofrecerla.
Sale Isabel con escopeta,
Isah. Es inútil perseguir
esta ave, su ligereza
ha burlado mi esperanza.
M ar, Ahora corazon recelas?
Qué temes? Qué te acobarda?
M aría, por qué no llegas?
Isab, A nadie v e o , y perdida
me encuentro en aquestas selvas.;
Descansaré un breve rato,
y despues veré si en ellas
encuentro alguien que me guie;
pero detras de unas peñas
veo una muger dudoso.
Q ué dudas? De qué recelas?
temes que yo te haga daño?
M ar, No Señora.
Isab. Aquí que llevas?
M ar, U na alhaja, que he salido
á ver si hallo quien la quiera
comprar para socorrer
de mi padre la pobreza,
y aunque en mucho la estimaba,
me es fuerza en poco venderla.
Isab. Qué viene á ser?
M ar, U n retrato.
os contarla los males
Isa h .'T m Infelíce te encuentras
que ese monstruo de Inglaterra
que no tienes otra cosa
me hace pasar, mas de paso,
que vender?
no obstante que la asistencia
M ar. Si yo os dixera...
de mi padre me insta ta n to ,'
n ad a, nada, yo no sé
os diré como esa fiera
por qué el corazon recela.
me hace sufrir los rigores
Qué tienes? Explícate:
que sufren quantos respetan
para aliviar tu miseria
la memoria de Stuarda:
me trajo el acaso aquí.
prófuga por esas selvas,
M ar, Qué es lo que decís?
sufriendo los intemperies
Is<zb, Desecha
de los tiem pos; de la pena
el tem or; que yo el retrato
y el dolor acompañada;
te compraré como sea
probando quantas miserias
de mi gusto.
puede inventar la desgracia,
Mar» Fue infeliz
vivo muriendo por ella
su original, y estoy cierta
catorce años h a ; y no es eso
que no os gustará
lo que mas contra Isabela
Isab, Pues cómo?
roe irrita , me encienda en ira,
M ar. Yo lo digo aunque me pierda
me inflama en odio y fiereza.
como es de Stuarda.
Isab, Finjamos
Isab, Pues qué „ dilo?
y apuremos la materia,
M ar, De dolor
murió en la prisión estrecha
en favor de este volsilio
por mió el Retrato queda,
mi marido el mismo dia
que aunque la Reyna Isabel
que dexó escrita Inglaterra
en sus anales con sangre
no consiente que se tengan^
burlaré su vigilancia
la lastimosa tragedia
por medio de la cautela.
de Stuarda: esta desgracia
añadida á las violencias
Por encontrar su retrato
son muchas las diligencias
de esta cruel m uger, de suerte
que he practicado.
emponzoñó la fiereza
M ar, Según
de mi corazon, que un punto
]a venganza no me dexa
eso , sois de Stuarda afecta,
Isah. Y mucho.
sosegar, y pues que el sitio
M ar. Si de mi padre
y vuestro favor me prestan
su protección, escuchadme
la necesidad no fuera
es el odio que profesa
tan grande, y que es necesario
mi corazon á Isabel
ir á buscar quien m^ venda
tan voraz, que hasta que vea
algún sustento, con vos
regar con su impura sangre
desfogarla mis penas.
de Londres todas las piedras,
no he de parar: este tiempo
vendrá, y yo la complacencia
tendré de labar mis manos
con su sangre, de bebería,
de em briagarm e, y de aplacar
todo mi rencor con ella.
Isab. Para sufrir sus ultrages,
me falta la resistencia.
Cómo:::-Reportarme quiero.
'Mar, Parece que mis querellas
os disgustan.
'Jsab, No por cierto.
M ar. Si sois parcial de Isabela,
y reprobáis mi rencor,
declaradla mis ideas,
que en el estado en que me hallo
nada importa que las sepa.
Puede hacer mas que quit^irme
la vida?
Jsab. El dolor refrena.
M ar. En el estado en que me hallo
nada me importa perderla.
Isab. Me da envidia su constancia.
Alar. Vos estáis algo suspensa,
vos no aprobais mi conducta.
Isab. Como sé las preeminencias
de los Reyes.
M ar. Se el respeto
que se debe al que en la tierra
manda por Dios, no lo ignoro,
Isab. Pues sabiéndolo debieras
hablar de ellos con mas tino.
M ar. Todo el rencor Jo atropella.
Isab. Con el freno del talento
Jas pasiones se refrenan.
M ar. Yo estoy ciega de furor.
Isab. A D i n , y el furor modera.
M ar. Vos vais de mí resentida.
Isah. Enseñadme la vereda
'que va al camino;
M ar. No sois,
como dixisteis, afecta
á María.
Isab. Su retrato
comprara sino lo fuera?
Poco estimo yo esta joya!
bien se ve que el odio ciega;
M ar. Pues Señora perdonad,
IS i(b .W \t de mí satisfecha,
Pero á D ios, que ya Ja gente
que me acompaña se acerca*
Ecos a lo lejos.
M ar. El cielo os pague el favor.
Isab. QuáJ es tu cabaña?
M ar. Aquella.
Isab, En breve volveré á verte;
M ar. Yo os estimo la fineza.
Isab. Ha infelice que no sabes
que soy la misma Isabela! V asa
M ar. Esta muger:::-esta gente;;:pero esto es una quimera;
sino estimara el retrato
tan liberal no andubiera
conm igo, ni este voJsiJIo
con tanto oro en recompensa
me hubiera dado, no hay duda,'
ella es de María afecta.
D e esta ventura, á mi Padre,
voy á dar al punto cuenta.
Padre y señor ? No responde,
si acaso Ja decadencia...
Entro á registrar la choza
para vorrar mis sospechas.
Entra en la choza.
'Sale Enr. En vano para encontrarla
he recorrido la senda
que va al camino , del pecho
los temores se acrecientan
mas y mas con estas gentes
Isab. El monstruo de Inglaterra:
que estas malezas penetran.
la fiera Isabel. Parece
Veré si ha vuelto á la choza.
que te turba mi presencia?
M ar. A y de m í que no está en ella!
conoces este retrato?
Saliendo.
Respóndeme. Por qué tiemblas^
E nr. María?
fixas en mi comitiva
M ar. Ved los efectos
la vista? Entiendo tu idea.
Sale y le enseña el bolsillos
Retiraos,
de la sabia Providencia.
Ya ha atendido nuestros males. M arq. P^eparad::Isab. Conmigo mi valor queda:
E nr. Qué dices?
Se retiran.
M ar. Que estas monedas
porque no digas jamás
una benéfica mano
que se ha valido Isabela
me ha entregado en recompensa
para confundir tu orgullo
del retrato.
de la autoridad suprema,
E nr. Y si te vende?
he mandado retirar
M ar. D e su bondad estoy cierta,
la com itiva, que á mengua
y estoy cierta::tendría mi noble esfuerzo,
E nr. Pero calla,
que en el mundo se digera,
que ruido en el monte suena*
que había quien se atrevía
ven á la choza: buen Dios,
á competir mi entereza:
quándo acabarán mis penas!
solas estamos, ninguno
Salen por el monte Isabel, el Conde,
puede frustrar tus ideas,
el M arqués, Monteros y Guardias,
muger e re s, muger soy,;
y van baxando al llano,
junta toda tu fiereza,
Isab. Esa es su choza.
todo tu rencor convoca
Cond, N o entiendo
y contra Isabel le emplea,
los designios de la Reyna.
vierte mi sangre, pues tanto
Isab. Veremos si el mismo orgullo
verla vertida deseas,
manifiesta en mi presencia.
derramala. En qué reparas?
M arq. H a de la choza.
por qué no rompes mis venas,
Cond. Parece
y tus sacrilegas manos
que no hay nadie dentro de ella,
M arq. A bran, digo.
de sangriento humor te llenas?
Purifícalas, salpica
Isab. Sino abren,
echad á baxo la puerta.
de Londres despues las piedras,
M ar. Quien es? R etiraos, padre.
bebela, tu sed agaga,
Entre abriendo.
embriágate con ella.
C ond.SiW A , ó nuestra fiereza::Pero hay de tí si te atreves
M ar. Soltadme digo,, quién me
á armar contra mí la diestraí
busca?
no me valdré del podec
id
para castigar tu Idea,
sinq solo deJ valor
que en mí corazon se hospeda,
haciéndote, mas pedazos
que tiene el empíreo estrellas.
'Mar, No hay duda, el poder divino
guarda las personas regias.
Qué dudas? la enormidad
del delito consideras?
ó meditas el castigo
que te impondrá m i entereza?
Habla. Por qué no respondes?
te hechas á mis plantas régias?
qué quieres?
'Mar. Si os he ofendido,
aquí tenéis mi cabeza.
'Isab, A no mirar que eres::- Ola,
Salen todos.
llevar esta muger presa.
'Cond. Ofendió vuestra persona?
Isab. Preguntárselo á ella mesma*
'Marq. Venid pues.
Aírtr. Pues q ué, pensáis
que si respeté á la Reyna
respetaré sus sequaces?
Son déviJcs vuestras fuerzas
para separarme un punto
ác este sitio , sino, vengan,
vengan á probarlo quantos
quieran probar mi entereza.
Llegad.
Cond. Frustremos su arrojo
apelando á la violencia.
'Mar. Inhumanos::M arq, A la choza
quieres ir? En vano intentas
desasirte.
Cond. En sus ojos
manifiesta que se dexa
su corazon en la choza«
M arq, Entrad á reconocerla#
M ar. Ay padre mío!
E ntra un Montero à registrarla,
M ónt. Este anciano
hemos encontrado en ella.
Saca á Enrique,
Cond, Quién sois vos?
Enr. Bien recelaba
el corazon ; ay mas penas!
Marq.Q^MiÍLn sois, pues?
E nr. U n desdichado.
Cond. Cómo os llamais?
E nr. M i respuesta
no os lo ha dicho?
M arq. Yo conozco
esta v o z , todas las señasítr
Sois el Conde de Belfort?
E n r. El mismo soy.
M ar. D ura estrella!
Y yo su infelíce hija.
Cond, Id á dar parte á la R eynâ
de lo que pasa. Belfort»
f/'ase el Marqués,
por proscripto de Inglaterra,;
debo aseguraros.
E nr. Nada
le acobarda á mí entereza.;
M ar. Padre amado!
E nr. H ija querida!
Si es esta la recompensa
que el mundo da á las virtudes,qué dará al vicio? Y a pruebas
de tu poca precaución
las fatales conseqüencías.
‘M ar. Debía yo consentir
que fueseis víctima fiera
de la hambre?
E nr. M ejor serla.
Sale Isabel y el Marqués.
Isab. Ya de todo quedo impuesta.
Con qué el Conde de Bcifort
se ocultaba en estas peñas?
Enríq, Sí Señora, que la suerte
le conduxo á estas miserias.
M ar, Por vos su infelice hija
las mismas desdichas prueba.
Isab, Y
B elfort, habéis faltada
á la ley que tengo impuesta,
y sufriréis el castigo,
á que la ley os condena.
M ar. Veis si es con razón el odio
que el corazon os profesa?Enriq. Calla María.
Isab, Que nada
baste á aplacar su soberbia í
Mar,. De una muger despechada
nada aplaca la fiereza.
Jsab, Que el tesón de esta muger
competir el mió quiera?
Acércate. Retirad
á Belfort.
E nriq, H i;a contempla
m i situación y la tuya, Ee reticon la Reyna no te excedas, {ran^
Isah, Sin salir de estas montañas,
quiero probar tu entereza:
culpada de tres delitos
á mi vista te presentas,,
tú estás proscripta del Reyno,.
y en el Reyno te se encuentra,,
contra mi expreso mandato
el retrato de la Reyna. Vase»
M ar. Señora, ya que m i muerte
satisface los ofensas
hechas á vuestro decoro,
m i amor por un padre os ruega*
Os retiráis hácia el monte
sin escuchar mis querellas?"
me dexais sin atenderme?
N o siento entre tantas penas
m í muerte? siento el desprecio;
siento la desdicha fiera
de mi padre. Qué aguardais
que no cebáis la fiereza
de vuestro acero en mi pecho?
Llevadme pues donde tenga
el doloroso consuelo
de m orir; qué os amedrenta?
Arbitra de mí castigo
me ha dexado vuestra Reyna:
yo me he sentenciado á muerte,
con que cumplid mi sentencia.
Sa/e el Conde.
Cond, Aquí teneis el castigo
que ha decretado Isabela,
leedlo, pues.
Se retira»
M ar. Qué he mirado I
tanta bondad no creyera
en Isabel. Esto m as,..
Saca á E nrique
Cond. L legad, y abrazad á vuestra
hija.
M ar. Padre ! qué es aquesto?
Enriq,. Que me perdona Ja Reyna¿
M ar, Y á esto añade su bondad
este decreto, en que dexa
libres todos nuestros bienes
confiscados*
Enriq, Quién creyera
tal virtud!
M ar. Qué no me corra
de rubor al ver las pruebas
que me da de compasion:
cómo pagarla pudiera
tanto favor?' Ya hallé modo.
Enriq, Pero Isabel:::- á sus regias
plantas vamos á postrrrnos»
Los dos,. Señora::>
Sale Isab. A lzad; vuestras rentas,,
yuestras vidas disfrutad,.
quien eres tú , quién soy yo,
que así se venga Isabela;
-^u atrevimiento y mi ofensa.
M ar, Adm itir toda la gracia,
Qué castigo tu constancia
de la gracia abusar fuera.
á tus delitos decreta?
Señora , yo me conozco,
M ar. Me habéis heclioesa pregunta
y conozco la fiereza
de mi corazon, y aunque
como Juez , ó como Reyna.
Isab. Como Reyna.
aplacada ahora la dexa
M ar. Siendo así,
vuestra p iedad, la memoria
me perdono yo á mí mesma.
de las pasadas tragedias
Isab. A Dios; pero aguarda un poco,
puede volverla á excitar.
qué seguridad me dexas
N o estoy bien en Inglaterra,
de
que puedo estar tranquila
y si quereis que el favor
del
rencor que me profesas?
que os he debido agradezca,
M ar. Libertad á tanta costa
hacedme llevar á España,
mi corazon la desprecia,
esto os pido en recompensa
y así como Juez mi esfuerzo
de vuestra piedad.
á la m uerte me sentencia.
‘I sah, T u aviso
Isab, N o he visto tesón igual,
fuera en de<;prcciarlo necia,
su constancia me avergüenza.
vamos á Londres.
M ar. Llevarme á morir.
D e Escocia fiel conservabas,
Isab, M uy bíen:
tu con voces descompuestas
un instante aquí te espera.has ultrajado el decoro
E nr. El Cielo
de mi autoridad suprema:
guarde vuestra vida excelsa.
cada uno de estos delitos
M ar. Vamos Padre; mas qué veo!
es acreedor á la pena'
Y a volvió mí compañera,
capital; mas pues pretendes
pues tuviste parte siempre
competirme en entereza,
en mis desgracias acervas,
veremos Ja que ahora tienes
ven á tener parte ahora
en decretar tu sentencia:
de las dichas que me esperan.
su fuilo queda á tu arbitrio,
Se lleva la jaula*
mas primero considera
Acabada ésta, se cantará una tonadilla, y concluyen con un fin de fiesta,
intitulado la Función Casera, en la que un niño de siete años executa
el siguiente M onòlogo, intitulado:
COIJ L IC E N C IA . V A L E N C IA : F.N LA IMPRENTA DE MARTIN PERIS. AÑO 1 8 I ?•
Se hallará en la librería de la V iu da de J o s tf Carlos N a v a rr o ¡ calle de la Lonja de
la S e d n i a stm iím o un gran surtido de Comedias antiguar / m od ern as» Tragediasy
Autos S acra m en ta les ^ Sajfneiesjf Unipersonales.
Descargar