TRAGICO-COMICA EN UN ACTO; A ESCOCESA LAMBE.UM. JLd. SU AUTOR D O N L U C IA N O F R A N C ISC O C O M E L L A , PERSONAS. El Conde Espark. M aría Lam brum ; Isabel de Inglaterra. El Marqués Sofolk. El Conde Enrique Belfort. M onteros, Guardias , Cazadores, — . - ■ ___/»Qfnfc L a Scena es estable, y se finge en un monte diez leguas distantes de Londres. Selva con arboleda á la orilla del rio , monte transitable, una corpulenta encina á la derecha debaxo de la qual aparece dormido el Conde Enrique B elfort, choza á la izquierda con poyo al lado, A l correrse la cortina sale de la choza Alaría Lam brum , el Sol sale por el O rizonte, Enrique hace al' gunos extremos en ademan de que el frió le despierta , tirita , se encoge, y •vuelve á quedarse dormido. Cantan las aves y y se verán revoleteando por el ayre. Atraviesan el monte algunos venados, á lo lejos se oye un Pastor que toca la g a y ta ; ínterin todo esto M aría estará en la puerta de su choza como admirada i y luego dice: A l tiempo de salir cuelga una jaula en la puerta» iWíí^.VálgameDios! para el hombre, para eí p ez, para la fiera, para el hom bre, para todos envía la providencia de Dios ]as luces del día menos para mí. Con ellas salta el p ez, se pule el ave, corre el bruto por Jas selvas, y todas las criaturas cobran nuevo se r, y cuentan un dia mas de placer como yo cuento de penas: un día mas de dolor, . catorce años de miserias, de infortunios y trabajos ha sido la recompensa de la amistad de María Stuarda... Compañera M úsica que imite la calandria, en un canto triste^ de mis desgracias, qué tienes? dímelo , de qué te quejas? de mi rigor? esos ecos doloridos son querellas, que contra m í das al ayre, porque pudiendo estar suelta* y buscar con tu piquito el sustento que te niega mi desgracia, de él te privo^ y te hago de m i indigencia participante: me miras con ojos tristes, me acuerdas m i crueldad, tienes razón, anda y busca por las selvas lo que yo no puedo darte; y ya que tu am iga muera, vive tú ; en vez de irte me acaricias! an d a , vuela,: goza de la libertad, mas qué esto! La desprecias? O buen D ios! á ios ingratos,, cómo las aves enseñan! L a colgaré de aquel árbol, y me iré para que pueda la cuelga^ mejor escapar. U n hombre tiritando allí se encuentra medio dormido. O si darle algún consuelo pudiera! Y o le despierto... mas ño, que fuera darle molestia en vez de alivio. Recibe de manos de la indigencia infeliz humanidad, este homenage. Qué ideas este anciano á la memoria me ha traído ! si pudiera descubrirle un poco el rostro.;; tiene en la mexilla puesta la m ano... veré si puedo quitársela..» mas despierta. E nr. Quién es ? Se incorpora; M ar, Él rostro,., la edad,,, pa'dre miol Enr. Si es quim era... si el deseo me lo finge.;; no pueden m entir las señas; H ija querida. Le ahrazá¿ M ar, Señor, quién os conduxo á estas selvas?' E/ír.Quando he logrado encontrarte sin duda mi buena estrella; por ser parcial de Stuarda he sufrido quantas penas y males la proscripcioa á un infeliz acarrea, erran te, prófugo y vago, perseguido de Isabela, comiendo frutas silvestres, andando de selva en selva, expuesto al calor y al frió, he vivido como fiera catorce a ñ o s, y si tuve hasta ahora resistencia para sufrir tantos males. ya no me siento con fuerzas para sufrir mas : los años. Jos achaques, la misería::sí supieras que en tres dias que ha que recorro estas breñas incultas en busca tuya, no he comido mas que hiervas silvestres que me ha ofrecido por vianda la aspereza de estos m ontes, qué dirías? Aunque tu también te encuentras proscripta, y sufres los males que esta desgracia acarrea, . has hallado un bienhechor, un Jam es que te dispensa el alimento preciso, aunque la ley lo reprueba. M ar, Es verdad que ese recurso m e dexó la Providencia en medio de m i desgracia, mas como no es duradera la dicha en los infelices, perdí al cabo su asistencia, m e faltó su auxilio# E nr. Pocos en lo adverso se conservan constantes; quántos exemplos de esta clase la experiencia m e ha hecho ver! 'Mar, N o confundáis á Jam es con la caterva de amigos falsos que solo á logro su amistad prestan^ H asta su postrer aliento cuidó de m i subsistencia, E nr, Con qué term inó sus dias? M ar. Sí se ñ o r, porque la penacon nadie está bien hallada si conmigo no se encuentra. E nr, Quién te asiste? M a r, El abandono. E nr, Quién te cuida?. M ar. La miseria. Enr. Quién te acompaña? M ar. El dolor. E nr. Luego en estado te encuentras de no poder socorrerme? M ar, Ningún recurso me queda, como no os alimentéis de la sangre de mis venas. E nr. En qué tiempo nuestras almas tuvieron la complacencia de encontrarse 1 mas supuesto que complacida se muestra e n 'v ern o s p e n a r, frustremos muriendo su complacencia. V am os, M aría, acabemos de una vez tantas miserias. Esos empinados riscos::M ar, E l despecho, padre, os ciega. E nr. Es inútil detenerm e::Se recuesta en un árbol desfallecido, ay que me faltan las fuerzas. Mar.Vd^Áxt mio::- Cómo es dable que del odio me desprenda, que reconcentró en el alma el rencor contra Isabela, al ver que por causa suya no hay pesar que no padezca? jN o bastaba porque el odio eterno en mi pecho fuera tres lustros de desventuras, de Stuarda la tragedia, la falta de mi marido, muerto en la cárcel de pena, que inflamarle mas la suerte con nuevos males pretenda? Pero entregada al t’olor me olvido de la asistencia de mi p ad re, con qué medios. con qué arbitrios::- La terneza me sugiere uno. Padre, por íioy ya la Providencia nos socorrió. E nr. De qué modo? M ar. D e mis males compañero, ven á m orir, que este pago m í cariño te reserva. P ero , ó D ios! la libertad adm itió : Desdicha fiera! Ya el recurso que tenia ia desventura me niega. Con la mayor aflicción. E nr. M uriendo, hija, de una vez, de una vez ios males cesan. M ar. Pues muramos. Se divide de su padre, E nr, N o me niegues el triste alivio siquiera de espirar entre tus brazos. M ar, Ahorrarm e, padre, esa pena que mi corazon no tiene para tanto resistencia. H e de dexaros morir sin que primero yo muera? O providencia de Dios! no me abandones... apenas invoqué tu santo nombre quando auxilios me franquea,.¿ d io si que desprenderme me es forzoso de la prenda mas exquisita que guardo en medio de mi pobreza. E n r, Qué profieres? J\^ar. É\ camino está detrás de esas peñas, buscaré algún pasagero... E w . M aría, qué es lo que intentas? y si á costa de tu honor::Mar,^ N o pienso con tal baxeza. ni adopto medios indignos . para hacer una obra buena. E nr. Qué prenda es esa que tanto sientes desprenderte de ella? M a r.L z que en todas mis desgracias ha dado alivio á mis penas. E nr. Pero quál es? Aíar. Ella misma os dará en breve respuesta. Entra en la choza. E nr. Qué podrá ser? Pero en breve saldré de estas dudas. Sale M arta. Vedla, Saca el retratro de Alaría Stuarda, conocéis este retrato? E nr. O desventurada Reyna de Escocia! infeliz Stuarda! Y qué desprenderte piensas de esa joya? M ar. Mi desgracia mas recurso no le queda. E nr. Su afable rostro, sus gracias, quántas cosas me recuerdan! Pero sabes que el rigor de la implacable Isabela se ha extendido hasta en las copias de esta desdichada Reyna, castigando con la muerte al que en su poder las tenga? M ar, N o lo ig n o ro ; pero dicen que esa ley ya no se observa. Demás de esto, estas montañas distan de Londres diez leguas, y rara vez aquí vienen ios parciales de Isabela. De Stuarda la memoria todavía se respeta entre los buenos Ingleses; y quando la suerte adversa mis precauciones burlase. y diese con gente afecta á Isabel , y de sus iras fuese víctima sangrienta. Cumplo muriendo por vos, con Dios y naturaleza. Vasei E nr. Espera, M aría, aguarda, es en vano detenerla, que en alas del pensamiento el amor filial la lleva. Tero el vigor me abandona, y en su choza entrar quisiera á descansar; cielos santos! Esta es guarjda de fieras ó alvergue? T echos, paredes, todo respira pobreza (do y horror.Que habiendo en el munde esta clase de miserias, sin haberlas socorrido, se eche á dormir la opulencia! O buen Dios! Pero estos ecos... Ecos de trompas á lo lejos, que escucho á lo le jo s, llenan mi corazon de temor; Qué podrá ser? De mas cerca ecos, se escuchan ya; y el temor crece al paso que se cercan: sin duda esta es cacería: Monteros son; hay mas penas! E co s, y salen los Monteros por el monte. Esto es que algún poderoso de Londres viene á estas breñas á cazar. Aunque María en ser vista nada arriesga, porque del Reyno de Escocia nunca salió; siempre es buena Ja precaución, todo el monte Salen Cazadores, el Conde deSpark,y el Marqués de Sofolk ; quienes baxan al llano , y despues acosados de los Monteros atra'uiesán algunos vena* dos por el monte, de cazadores se puebla: cortesanos s o n , no hay duda: salvarme,y salvarla es ínt'ti.z.'vas, M arq, Nunca creí que estos montes tan poblados estuvieran de caza mayor. Cond. No en valde deseaba tanto la Reyna venir á ellos. M arq. Spark, á no ser por la aspereza de estas m ontañas, no habría sitio en que la complacencia de Isabel mas se llenara como éste en toda Inglaterra-’ Cond, Para evitarla el trab^ijo de trepar por estas breñas, mientras la doy el aviso de la caza que hay en ellas, dispondrás que los Monteros la lleven por esa senda que b.ixa al llano. Vase, M arq. Apruebo tu resolución, y vuelvan de los venatorios ecos á repetir las cadencias. Reciten los ecos, y se van desaparea ciendo los del monte. Y a van baxando, veré si alcanzo á ver á Isabela desde este ribazo. Sale M ar. Nadie, nadie encuentro que me quiera este retrato. Del triste bien dicen que se desp-ecia hasta la memoria : un hombre de los que el monte penetran cazando, está allí parado. M arq. No se alcanza á ver la Reyna, y es preciso. M ar. En caridad para que de hambre no muer*n dos infelices, quereis com prar. S eñor, esta prenda? M arq, Qué viene á ser? M ar. U n retrato de una infelice belleza, M arq. Como sea tuyo al punto* M ar. Pues no lo es, M arq. Mucho me pesa, porque me quitas el gusto de adorar en él tus prendas. M ar. Si supiera, aunque no es mió, que le comprabais con esas ideas, de ningún, modo, no obstante que mi mal llega á lo sumo de los males, mi pobreza os lo vendiera, M arq. Que con la pobreza unida vaya siempre la soberbia. M ar. No es soberbia, n o , la mía, es honradez, pero vuestra alma no es capaz de nada que se oponga á la grandeza con que ha nacido, y así os pido con todas veras que deponiendo las burlas os doláis de la miseria de una infeliz, que humilladaiiQuítate de mi presencia, vas. M ar, Que yo sufra estos ultrages:;cómo en esto se comprueba que no siempre el poderoso prodiga el bien con Ja idea de hacer bieni Quantos dedican una parte de sus rentas en favor del infeliz que este tributo no dieran á la virtud, si en sí misma quedara oculta esta buena obra; lo mas del bien que se hace se hace para que se sepa. Pero no está aquí mi padre, ha visto gente en la selva, y se habrá entrado en Fa choza; pero por una vereda viene una muger cazando: si vendrá á aliviar mis penas? A eso vendrá porque el alma se ha regocijado al verla; pero viene tan cansada, voy mi cabaña á ofrecerla. Sale Isabel con escopeta, Isah. Es inútil perseguir esta ave, su ligereza ha burlado mi esperanza. M ar, Ahora corazon recelas? Qué temes? Qué te acobarda? M aría, por qué no llegas? Isab, A nadie v e o , y perdida me encuentro en aquestas selvas.; Descansaré un breve rato, y despues veré si en ellas encuentro alguien que me guie; pero detras de unas peñas veo una muger dudoso. Q ué dudas? De qué recelas? temes que yo te haga daño? M ar, No Señora. Isab. Aquí que llevas? M ar, U na alhaja, que he salido á ver si hallo quien la quiera comprar para socorrer de mi padre la pobreza, y aunque en mucho la estimaba, me es fuerza en poco venderla. Isab. Qué viene á ser? M ar, U n retrato. os contarla los males Isa h .'T m Infelíce te encuentras que ese monstruo de Inglaterra que no tienes otra cosa me hace pasar, mas de paso, que vender? no obstante que la asistencia M ar. Si yo os dixera... de mi padre me insta ta n to ,' n ad a, nada, yo no sé os diré como esa fiera por qué el corazon recela. me hace sufrir los rigores Qué tienes? Explícate: que sufren quantos respetan para aliviar tu miseria la memoria de Stuarda: me trajo el acaso aquí. prófuga por esas selvas, M ar, Qué es lo que decís? sufriendo los intemperies Is<zb, Desecha de los tiem pos; de la pena el tem or; que yo el retrato y el dolor acompañada; te compraré como sea probando quantas miserias de mi gusto. puede inventar la desgracia, Mar» Fue infeliz vivo muriendo por ella su original, y estoy cierta catorce años h a ; y no es eso que no os gustará lo que mas contra Isabela Isab, Pues cómo? roe irrita , me encienda en ira, M ar. Yo lo digo aunque me pierda me inflama en odio y fiereza. como es de Stuarda. Isab, Finjamos Isab, Pues qué „ dilo? y apuremos la materia, M ar, De dolor murió en la prisión estrecha en favor de este volsilio por mió el Retrato queda, mi marido el mismo dia que aunque la Reyna Isabel que dexó escrita Inglaterra en sus anales con sangre no consiente que se tengan^ burlaré su vigilancia la lastimosa tragedia por medio de la cautela. de Stuarda: esta desgracia añadida á las violencias Por encontrar su retrato son muchas las diligencias de esta cruel m uger, de suerte que he practicado. emponzoñó la fiereza M ar, Según de mi corazon, que un punto ]a venganza no me dexa eso , sois de Stuarda afecta, Isah. Y mucho. sosegar, y pues que el sitio M ar. Si de mi padre y vuestro favor me prestan su protección, escuchadme la necesidad no fuera es el odio que profesa tan grande, y que es necesario mi corazon á Isabel ir á buscar quien m^ venda tan voraz, que hasta que vea algún sustento, con vos regar con su impura sangre desfogarla mis penas. de Londres todas las piedras, no he de parar: este tiempo vendrá, y yo la complacencia tendré de labar mis manos con su sangre, de bebería, de em briagarm e, y de aplacar todo mi rencor con ella. Isab. Para sufrir sus ultrages, me falta la resistencia. Cómo:::-Reportarme quiero. 'Mar, Parece que mis querellas os disgustan. 'Jsab, No por cierto. M ar. Si sois parcial de Isabela, y reprobáis mi rencor, declaradla mis ideas, que en el estado en que me hallo nada importa que las sepa. Puede hacer mas que quit^irme la vida? Jsab. El dolor refrena. M ar. En el estado en que me hallo nada me importa perderla. Isab. Me da envidia su constancia. Alar. Vos estáis algo suspensa, vos no aprobais mi conducta. Isab. Como sé las preeminencias de los Reyes. M ar. Se el respeto que se debe al que en la tierra manda por Dios, no lo ignoro, Isab. Pues sabiéndolo debieras hablar de ellos con mas tino. M ar. Todo el rencor Jo atropella. Isab. Con el freno del talento Jas pasiones se refrenan. M ar. Yo estoy ciega de furor. Isab. A D i n , y el furor modera. M ar. Vos vais de mí resentida. Isah. Enseñadme la vereda 'que va al camino; M ar. No sois, como dixisteis, afecta á María. Isab. Su retrato comprara sino lo fuera? Poco estimo yo esta joya! bien se ve que el odio ciega; M ar. Pues Señora perdonad, IS i(b .W \t de mí satisfecha, Pero á D ios, que ya Ja gente que me acompaña se acerca* Ecos a lo lejos. M ar. El cielo os pague el favor. Isab. QuáJ es tu cabaña? M ar. Aquella. Isab, En breve volveré á verte; M ar. Yo os estimo la fineza. Isab. Ha infelice que no sabes que soy la misma Isabela! V asa M ar. Esta muger:::-esta gente;;:pero esto es una quimera; sino estimara el retrato tan liberal no andubiera conm igo, ni este voJsiJIo con tanto oro en recompensa me hubiera dado, no hay duda,' ella es de María afecta. D e esta ventura, á mi Padre, voy á dar al punto cuenta. Padre y señor ? No responde, si acaso Ja decadencia... Entro á registrar la choza para vorrar mis sospechas. Entra en la choza. 'Sale Enr. En vano para encontrarla he recorrido la senda que va al camino , del pecho los temores se acrecientan mas y mas con estas gentes Isab. El monstruo de Inglaterra: que estas malezas penetran. la fiera Isabel. Parece Veré si ha vuelto á la choza. que te turba mi presencia? M ar. A y de m í que no está en ella! conoces este retrato? Saliendo. Respóndeme. Por qué tiemblas^ E nr. María? fixas en mi comitiva M ar. Ved los efectos la vista? Entiendo tu idea. Sale y le enseña el bolsillos Retiraos, de la sabia Providencia. Ya ha atendido nuestros males. M arq. P^eparad::Isab. Conmigo mi valor queda: E nr. Qué dices? Se retiran. M ar. Que estas monedas porque no digas jamás una benéfica mano que se ha valido Isabela me ha entregado en recompensa para confundir tu orgullo del retrato. de la autoridad suprema, E nr. Y si te vende? he mandado retirar M ar. D e su bondad estoy cierta, la com itiva, que á mengua y estoy cierta::tendría mi noble esfuerzo, E nr. Pero calla, que en el mundo se digera, que ruido en el monte suena* que había quien se atrevía ven á la choza: buen Dios, á competir mi entereza: quándo acabarán mis penas! solas estamos, ninguno Salen por el monte Isabel, el Conde, puede frustrar tus ideas, el M arqués, Monteros y Guardias, muger e re s, muger soy,; y van baxando al llano, junta toda tu fiereza, Isab. Esa es su choza. todo tu rencor convoca Cond, N o entiendo y contra Isabel le emplea, los designios de la Reyna. vierte mi sangre, pues tanto Isab. Veremos si el mismo orgullo verla vertida deseas, manifiesta en mi presencia. derramala. En qué reparas? M arq. H a de la choza. por qué no rompes mis venas, Cond. Parece y tus sacrilegas manos que no hay nadie dentro de ella, M arq. A bran, digo. de sangriento humor te llenas? Purifícalas, salpica Isab. Sino abren, echad á baxo la puerta. de Londres despues las piedras, M ar. Quien es? R etiraos, padre. bebela, tu sed agaga, Entre abriendo. embriágate con ella. C ond.SiW A , ó nuestra fiereza::Pero hay de tí si te atreves M ar. Soltadme digo,, quién me á armar contra mí la diestraí busca? no me valdré del podec id para castigar tu Idea, sinq solo deJ valor que en mí corazon se hospeda, haciéndote, mas pedazos que tiene el empíreo estrellas. 'Mar, No hay duda, el poder divino guarda las personas regias. Qué dudas? la enormidad del delito consideras? ó meditas el castigo que te impondrá m i entereza? Habla. Por qué no respondes? te hechas á mis plantas régias? qué quieres? 'Mar. Si os he ofendido, aquí tenéis mi cabeza. 'Isab, A no mirar que eres::- Ola, Salen todos. llevar esta muger presa. 'Cond. Ofendió vuestra persona? Isab. Preguntárselo á ella mesma* 'Marq. Venid pues. Aírtr. Pues q ué, pensáis que si respeté á la Reyna respetaré sus sequaces? Son déviJcs vuestras fuerzas para separarme un punto ác este sitio , sino, vengan, vengan á probarlo quantos quieran probar mi entereza. Llegad. Cond. Frustremos su arrojo apelando á la violencia. 'Mar. Inhumanos::M arq, A la choza quieres ir? En vano intentas desasirte. Cond. En sus ojos manifiesta que se dexa su corazon en la choza« M arq, Entrad á reconocerla# M ar. Ay padre mío! E ntra un Montero à registrarla, M ónt. Este anciano hemos encontrado en ella. Saca á Enrique, Cond, Quién sois vos? Enr. Bien recelaba el corazon ; ay mas penas! Marq.Q^MiÍLn sois, pues? E nr. U n desdichado. Cond. Cómo os llamais? E nr. M i respuesta no os lo ha dicho? M arq. Yo conozco esta v o z , todas las señasítr Sois el Conde de Belfort? E n r. El mismo soy. M ar. D ura estrella! Y yo su infelíce hija. Cond, Id á dar parte á la R eynâ de lo que pasa. Belfort» f/'ase el Marqués, por proscripto de Inglaterra,; debo aseguraros. E nr. Nada le acobarda á mí entereza.; M ar. Padre amado! E nr. H ija querida! Si es esta la recompensa que el mundo da á las virtudes,qué dará al vicio? Y a pruebas de tu poca precaución las fatales conseqüencías. ‘M ar. Debía yo consentir que fueseis víctima fiera de la hambre? E nr. M ejor serla. Sale Isabel y el Marqués. Isab. Ya de todo quedo impuesta. Con qué el Conde de Bcifort se ocultaba en estas peñas? Enríq, Sí Señora, que la suerte le conduxo á estas miserias. M ar, Por vos su infelice hija las mismas desdichas prueba. Isab, Y B elfort, habéis faltada á la ley que tengo impuesta, y sufriréis el castigo, á que la ley os condena. M ar. Veis si es con razón el odio que el corazon os profesa?Enriq. Calla María. Isab, Que nada baste á aplacar su soberbia í Mar,. De una muger despechada nada aplaca la fiereza. Jsab, Que el tesón de esta muger competir el mió quiera? Acércate. Retirad á Belfort. E nriq, H i;a contempla m i situación y la tuya, Ee reticon la Reyna no te excedas, {ran^ Isah, Sin salir de estas montañas, quiero probar tu entereza: culpada de tres delitos á mi vista te presentas,, tú estás proscripta del Reyno,. y en el Reyno te se encuentra,, contra mi expreso mandato el retrato de la Reyna. Vase» M ar. Señora, ya que m i muerte satisface los ofensas hechas á vuestro decoro, m i amor por un padre os ruega* Os retiráis hácia el monte sin escuchar mis querellas?" me dexais sin atenderme? N o siento entre tantas penas m í muerte? siento el desprecio; siento la desdicha fiera de mi padre. Qué aguardais que no cebáis la fiereza de vuestro acero en mi pecho? Llevadme pues donde tenga el doloroso consuelo de m orir; qué os amedrenta? Arbitra de mí castigo me ha dexado vuestra Reyna: yo me he sentenciado á muerte, con que cumplid mi sentencia. Sa/e el Conde. Cond, Aquí teneis el castigo que ha decretado Isabela, leedlo, pues. Se retira» M ar. Qué he mirado I tanta bondad no creyera en Isabel. Esto m as,.. Saca á E nrique Cond. L legad, y abrazad á vuestra hija. M ar. Padre ! qué es aquesto? Enriq,. Que me perdona Ja Reyna¿ M ar, Y á esto añade su bondad este decreto, en que dexa libres todos nuestros bienes confiscados* Enriq, Quién creyera tal virtud! M ar. Qué no me corra de rubor al ver las pruebas que me da de compasion: cómo pagarla pudiera tanto favor?' Ya hallé modo. Enriq, Pero Isabel:::- á sus regias plantas vamos á postrrrnos» Los dos,. Señora::> Sale Isab. A lzad; vuestras rentas,, yuestras vidas disfrutad,. quien eres tú , quién soy yo, que así se venga Isabela; -^u atrevimiento y mi ofensa. M ar, Adm itir toda la gracia, Qué castigo tu constancia de la gracia abusar fuera. á tus delitos decreta? Señora , yo me conozco, M ar. Me habéis heclioesa pregunta y conozco la fiereza de mi corazon, y aunque como Juez , ó como Reyna. Isab. Como Reyna. aplacada ahora la dexa M ar. Siendo así, vuestra p iedad, la memoria me perdono yo á mí mesma. de las pasadas tragedias Isab. A Dios; pero aguarda un poco, puede volverla á excitar. qué seguridad me dexas N o estoy bien en Inglaterra, de que puedo estar tranquila y si quereis que el favor del rencor que me profesas? que os he debido agradezca, M ar. Libertad á tanta costa hacedme llevar á España, mi corazon la desprecia, esto os pido en recompensa y así como Juez mi esfuerzo de vuestra piedad. á la m uerte me sentencia. ‘I sah, T u aviso Isab, N o he visto tesón igual, fuera en de<;prcciarlo necia, su constancia me avergüenza. vamos á Londres. M ar. Llevarme á morir. D e Escocia fiel conservabas, Isab, M uy bíen: tu con voces descompuestas un instante aquí te espera.has ultrajado el decoro E nr. El Cielo de mi autoridad suprema: guarde vuestra vida excelsa. cada uno de estos delitos M ar. Vamos Padre; mas qué veo! es acreedor á la pena' Y a volvió mí compañera, capital; mas pues pretendes pues tuviste parte siempre competirme en entereza, en mis desgracias acervas, veremos Ja que ahora tienes ven á tener parte ahora en decretar tu sentencia: de las dichas que me esperan. su fuilo queda á tu arbitrio, Se lleva la jaula* mas primero considera Acabada ésta, se cantará una tonadilla, y concluyen con un fin de fiesta, intitulado la Función Casera, en la que un niño de siete años executa el siguiente M onòlogo, intitulado: COIJ L IC E N C IA . V A L E N C IA : F.N LA IMPRENTA DE MARTIN PERIS. AÑO 1 8 I ?• Se hallará en la librería de la V iu da de J o s tf Carlos N a v a rr o ¡ calle de la Lonja de la S e d n i a stm iím o un gran surtido de Comedias antiguar / m od ern as» Tragediasy Autos S acra m en ta les ^ Sajfneiesjf Unipersonales.