Aspectos sobresalientes de la primera jurisprudencia del Tribunal Supremo en materia de despidos colectivos tras la reforma laboral Ana Campos Rodríguez de Tembleque Actualidad Jurídica Aranzadi, núm. 878/2014 (6 febrero) Desde la entrada en vigor de la reforma laboral en febrero de 2012, y mientras se sucedían modificaciones a la misma a mediados de ese año y en el año 2013, se han dictado sentencias sobre procedimientos de reestructuración –en un porcentaje elevado en materia de despido colectivo- que en algunas ocasiones han aclarado conceptos y principios y en otras han contribuido a una incertidumbre en cierto modo natural y lógica cuando se lleva a cabo una reforma de esta trascendencia. En esta tesitura, era conveniente que el Tribunal Supremo (en adelante, TS) estableciera la doctrina a tener en consideración en las materias más polémicas, como por ejemplo la trascendencia del grupo de empresas, la consecuencia del incumplimiento de los requisitos formales del procedimiento de despido colectivo, la obligación de negociar de buena fe, la concurrencia de causa, el cómputo de trabajadores a efectos de umbrales, y la legitimación para negociar. Hasta enero de 2014, el TS ha publicado siete sentencias en materia de despido colectivo conforme a la nueva regulación legal: en concreto, las de 20 de marzo de 2013, caso TALLERES (RJ 2013\2883), 27 de mayo de 2013, caso ASERPAL (RJ 2013\7656), 20 de septiembre de 2013, caso CELSA (RJ 2013\7744), 25 de septiembre de 2013, caso MAFECCO (recurso número 3/2013), 30 de octubre de 2013, caso PRISA (RJ 2013\7714) y 25 de noviembre de 2013, casos COBRA y GEACAM (JUR 2014\7288 y JUR 2014\7343). De las sentencias dictadas, merece especial consideración la doctrina sobre las materias citadas de cuatro de ellas, concretamente los casos ASERPAL (27 de mayo de 2013), CELSA (20 de septiembre de 2013), y casos COBRA y GEACAM (25 de noviembre de 2013). Así, en materia de grupo de empresas, la sentencia de 27 de mayo de 2013 (caso ASERPAL) contiene una reformulación del concepto y alcance del grupo de empresas en el despido colectivo, que altera sustancialmente el sostenido hasta ahora. Afirma el TS que el concepto de grupo de empresas debe ser el mismo en todas las ramas del Derecho, pero que en determinadas circunstancias, se darán consecuencias asociadas en función de la especialidad, como es el caso de la responsabilidad solidaria en el caso de grupo de empresas laborales. A este respecto, para el TS la “más que probable finalidad” de la exigencia de que la empresa dominante del grupo deba aportar determinados documentos es meramente informativa acerca de la “limpieza” de las relaciones entre la empresa matriz y sus filiales, así como de la concurrencia de alguno de los elementos adicionales. Si la intención del legislador hubiese sido establecer con carácter general la responsabilidad solidaria de las empresas del grupo o incluso la de ampliar el ámbito a tener en cuenta en la concurrencia de la causa económica, lo habría hecho con carácter expreso. En relación con los posibles defectos de las exigencias documentales, la citada resolución del TS declara que no todo incumplimiento puede alcanzar la consecuencia de nulidad establecida en el art. 124 LRJS, sino tan sólo aquélla que sea trascendente a los efectos de una negociación adecuadamente informada. Según el Alto Tribunal, la enumeración de documentos que hace la norma reglamentaria no tiene valor ad solemnitatem y no toda ausencia documental ha de conllevar por fuerza la referida declaración de nulidad. Finalmente, la citada sentencia concluye que el deber de negociar de buena fe se corresponde con el principio de buena fe negocial, que obliga a las partes a negociar pero no a pactar. Respecto a la causa justificativa del despido colectivo, es obligado mencionar la sentencia del caso CELSA (20 de septiembre de 2013), en la que se revoca parcialmente la declaración de nulidad por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco del despido colectivo efectuado por la empresa. Esta sentencia del TS ha sido muy polémica ya incluso en la propia Sala General, puesto que cuenta con dos votos particulares suscritos por seis magistrados del TS. Sin perjuicio del interés –indudable- que la declaración parcial de nulidad de un despido colectivo pueda tener, es destacable la argumentación respecto a la concurrencia de la causa económica. Afirma el TS en esta sentencia que los supuestos típicos de situación económica negativa están mencionados en el art. 51 ET a título de ejemplo, y se enuncian separados por la disyuntiva “o”, por lo que para apreciar las causas económicas no debe exigirse la concurrencia conjunta de pérdidas y de disminución persistente de ingresos o ventas. Añade que el legislador de 2012 ha querido que los órganos jurisdiccionales no sustituyan al empresario en la elección de las medidas concretas a adoptar , limitando el control jurisdiccional, de forma que no debe efectuarse un juicio de proporcionalidad que suponga una valoración del carácter indispensable de la decisión adoptada, sino un juicio de adecuación más limitado, que compruebe la existencia de la causa o causas alegadas, su pertenencia al tipo legal y la idoneidad de las mismas en términos de gestión empresarial en orden a justificar los ceses acordados. Más recientemente, y en relación con los umbrales que determinan la obligación de llevar a cabo un despido colectivo, la sentencia de 25 de noviembre de 2013 (caso COBRA) interpreta que el art. 51 ET y la Directiva 98/59/CE de 20 de julio, imponen que tanto los despidos disciplinarios en los que se reconoce la improcedencia en transacciones judiciales o extrajudiciales, como los despidos objetivos en los que se firman finiquitos aceptando el efecto extintivo mediante acuerdos de naturaleza transaccional, son extinciones por motivos no inherentes a la persona del trabajador, y por lo tanto deben computarse a efectos de los umbrales que exigen que se siga el procedimiento de despido colectivo. Por último, respecto a la legitimación para negociar, la sentencia del caso GEACAM, también de fecha 25 de noviembre de 2013, confirma la nulidad del despido porque no se cumple con el principio de correspondencia entre el órgano de representación de los trabajadores que interviene y negocia en el período de consultas (comité intercentros) y el ámbito del personal afectado por el procedimiento, al estar compuesto el referido comité intercentros por trece miembros, once de los cuales representaban trabajadores no afectados por el despido colectivo. Por último, cabe señalar que la única sentencia del TS que revoca el fallo de instancia, y solo parcialmente, es la de 20 de septiembre de 2013 (caso CELSA). El resto de resoluciones judiciales del TS en materia de despido colectivo recaídas hasta la fecha con la nueva regulación normativa confirman las sentencias recurridas.