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VERSIFICACIÓN C A S . ELLANA
* *
TRES B R E V E S
DISERTACIONES
POR
JULIO VICUÑA CIFUENTES
SANTIAGO DE CHILE
IMPRENTA UNIVERSITARIA
BANDERA 130
1918
PUBLICACIONES DEL AUTOR
L A MUERTE DE LAUTARO, c u a d r o trágico en un acto y
en
verso.
POESÍAS AMERICANAS del poeta brasileño A n t o n i o G o n g a l v e s
D i a s , traducidas en verso castellano.
AURORA DE CHILE, reimpresión paleográfica a plana y
glón del primer periódico nacional, con
ren-
una introducción
y un a n e x o con d o c u m e n t o s inéditos.
CONTRIBUCIÓN a la historia de la imprenta en Chile.
COA, j e r g a de los delincuentes chilenos. E s t u d i o y v o c a b u l a r i o .
INSTRUCCIONES para recoger de la tradición oral r o m a n c e s
populares.
ROMANCES POPULARES Y VULGARES r e c o g i d o s de la tradición
oral chilena.
MITOS Y SUPERSTICIONES r e c o g i d o s de la tradición oral
chi-
lena.
L A POESÍA POPULAR CHILENA. D i s c u r s o de incorporación
la A c a d e m i a Chilena, correspondiente
a
de la R e a l A c a d e -
mia E s p a ñ o l a .
VERSIFICACIÓN CASTELLANA. S o b r e el imaginario verso y á m b i c o de trece sílabas.
VERSIFICACIÓN CASTELLANA, T r e s breves disertaciones.
TRES BREVES DISERTACIONES
SOBRE MÉTRICA CASTELLANA
I
DE
LOS VERSOS
Y
DISÍLABOS,
TRISÍLABOS
TETRASÍLABOS
Tanto los preceptistas antiguos como los modernos que han
escrito de métrica castellana, admiten empíricamente versos de
dos, tres y cuatro sílabas, y dan abundantes ejemplos de todos
ellos. Esta uniformidad de pareceres, muy respetable por diversos conceptos, no ha bastado, sin embargo, para retraerme
de decir lo que p i e n s o — q u e es del todo contrario a lo que ellos
enseñan—sobre un punto que, a mi juicio, ha sido resuelto de
ligero, más por impresión auditiva y visual, que por la correcta
aplicación de las leyes de la métrica.
A fin de
saria, sólo
tetrasílabo,
que llegue,
no dar a este artículo mayor extensión de la neceexaminaré el más largo de los versos dichos, el
porque, cualesquiera que sean las conclusiones a
ellas serán aplicables a los otros dos.
Para que el todo rítmico que se llama verso lleve con propiedad este nombre, necesita estar separado del verso que le antecede y del que le sigue, por la pausa métrica, no por la cesura.
L a pausa métrica se diferencia de la cesura:
i . ° En que la pausa admite el hiato y rechaza la sinalefa, al
— 4 —
contrario de la cesura, que acepta la sinalefa y
repugna el
hiato.
2.° E n que la pausa, en el final del verso, cuenta
siempre
una sílaba después del último acento, supliéndola si no existe y
prescindiendo de las que e x c e d a n de este número; al revés d e
la cesura, que se atiene a las que están escritas, pues ni adiciona sílaba al a g u d o ni la resta al esdrújulo.
E s t o s son principios en q u e todos convienen.
Por c o n s i g u i e n t e — e n armonía con la primera distinción
que
hemos hecho entre pausa y c e s u r a — s i los tetrasílabos son verdaderos versos, c o m o quieren los preceptistas, no d e b e producirse entre ellos la sinalefa en la forma natural y espontánea
que es propia de este recurso métrico. L a experiencia, sin embargo, prueba todo lo contrario.
Sírvannos de ejemplo estos tetrasílabos de la Canción del Pirata, de E s p r o n c e d a :
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar...
H a y sinalefas entre el primero y el segundo, y entre el tercero y el cuarto. D e los cuatro se forman dos octosílabos:
Y del trueno al son violento,
y del viento al rebramar...
(8 sílabas)
(S silabas)
E s c r i b a m o s ahora otra estrofilla, para ver si es posible también la sinalefa entre el s e g u n d o y el tercero, que será pentasílabo:
Su sencillo,
dulce canto,
el pajarillo
lanza en tanto.
C o m o se ve, la sinalefa entre el s e g u n d o y el tercer v e r s o s
no se produce; el tercero conserva sus cinco sílabas. L o s c u a t r o
tetrasílabos no forman ahora dos octosílabos:
— 5 —
Su sencillo, dulce canto,
el pajarillo lanza en tanto.
(8 sílabas)
(g sílabas)
¿Por quéf
P o r q u e el s e g u n d o tetrasílabo («Dulce canto») no es sino el
último hemistiquio del primer octosílabo,
así c o m o el
tercero
(«El pajarillo») es el hemistiquio inicial del s e g u n d o . N o pueden
hacer sinalefa, porque ésta no es posible entre dos octosílabosPero distribuyamos de otro m o d o los tetrasílabos:
Lanza en tanto
el pajarillo,
su sencillo
dulce canto.
Lanza en tanto
su sencillo,
dulce canto
el pajarillo.
E n las dos formas en que los hemos escrito, se produce la
sinalefa, tan fácil y natural en una c o m o en otra. A m b a s se res u e l v e n en octosílabos:
Lanza en tanto el pajarillo
su sencillo, dulce canto.
(8 sílabas)
(8 sílabas)
Lanza en tanto su sencillo,
dulce canto el pajarillo.
(8 silabas)
(8 sílabas)
L a sinalefa sólo es imposible entre el s e g u n d o y el tercer
tetrasílabos, o lo que es lo mismo, generalizando la regla, entre
el tetrasílabo par y el impar siguiente, porque, c o m o pertenecen a octosílabos distintos, están divididos por pausas, no por
cesuras.
¿Se quiere una prueba más c o n c l u y e n t e y palpable de que
los tetrasílabos no son versos, sino hemistiquios del octosílabo?
D e ahí q u e E s p r o n c e d a , al hacer sus tetrasílabos, sólo percibió los octosílabos que se forman por la unión natural de cada
dos de aquéllos, y no t u v o reparo en escribirlos c o m o los escribió, sin darse cuenta de q u e a l g u n o s hemistiquios,
dispues-
tos c o m o versos, tenían más sílabas que otros, porque las de
e x c e s o desaparecen en las sinalefas.
Pero aun nos q u e d a algún camino que andar.
— 6 —
D e acuerdo con la s e g u n d a distinción que hicimos entre pausa y cesura, escribamos ahora una estrofilla tetrasílaba alternando esdrújulos con g r a v e s :
Voces débiles
resonaban,
cantos flébiles
entonaban.
El oído menos ejercitado en asuntos de métrica, percibe que
estos versos no tienen una medida uniforme. Sin e m b a r g o , el
segundo y el cuarto son tetrasílabos, y el primero y el tercero
lo serán también, si están separados por pausas de los que les
siguen, porque los esdrújulos en que rematan deben
perder
c a d a uno una sílaba. E m p e r o , no es así, y los cuatro tetrasílabos no se resuelven t a m p o c o en dos octosílabos:
Voces débiles resonaban,
cantos flébiles entonaban.
(g silabas)
(Q silabas)
¿Por qué sucede esto?
Porque los tetrasílabos esdrújulos no' son sino los hemistiquios iniciales de los dos octosílabos. Por consiguiente, las dicciones esdrújulas caen en las cesuras de los versos a que pertenecen, y por esta causa no pierden ninguna sílaba.
D i s t r i b u y a m o s los tetrásilabos de distinta manera, en forma
que los esdrújulos no caigan y a en las cesuras, sino en las pausas de los octosílabos. D e cualquier modo que entonces los escribamos, en serie de cuatro tetrasílabos o como pareados octosílabos, los versos resultarán de medida uniforme, porque los
d o s v o c a b l o s esdrújulos, c o l o c a d o s esta vez en las pausas, perderán cada uno una sílaba:
Resonaban
voces débiles,
entonaban
cantos flébiles.
— 7
O bien:
Resonaban voces débiles,
entonaban cantos
flébiles.
(8 silabas)
(8 sílabas)
A l t e r n e m o s ahora tetrasílabos a g u d o s con graves:
Tan precoz,
bella artista,
con su voz
nos conquista.
Cualquiera advierte que no h a y uniformidad métrica en esta
estrofilla. D e los cuatro versos no resultan t a m p o c o d o s octosílabos:
Tan precoz, bella artista,
con su voz nos conquista.
(y silabas)
(7 sílabas)
L a razón de esto es análoga a la que señalarnos en el caso
anterior. L o s dos tetrasílabos agudos, c o m o antes los esdrújulos, son los hemistiquios iniciales de los octosílabos. Caen, por
consiguiente, las dicciones a g u d a s en las cesuras de los versos
de que forman parte, y por esta razón no adicionan sílabas.
Si
alteramos la distribución de los tetrasílabos, de m o d o que
los
a g u d o s coincidan con las p a u s a s de los octosílabos, t o d o s los
versos resultarán de medida
uniforme, c o m o quiera que se les
escriba, en serie tetrasílaba o c o m o octosílabos pareados, porque los dos v o c a b l o s a g u d o s habrán g a n a d o c a d a uno una sílaba:
Bella artista,
tan precoz,
nos conquista
con su voz.
O bien:
Bella artista, tan precoz,
nos conquista con su voz.
(8 sílabas)
(8 sílabas)
C r e o haber demostrado suficientemente, de la única manera
v á l i d a — a s í la estimo y o , por lo menos—en esta clase de estudios, que los tetrasílabos, a causa de no estar separados por la
pausa métrica, y sí sólo por la cesura, no son versos sino hemistiquios del octosílabo; como no lo son los trisílabos, hemistiquios a su vez del exasílabo; y como no lo es el disílabo, simple cláusula trocaica. D e lo que se sigue, que el menor de los
versos castellanos es el pentasílabo, porque y a entre ellos media claramente la pausa métrica, según es fácil probarlo.
Hablen también, en este caso, los ejemplos:
E l dulce canto
en la calle suena;
responde el llanto
a la cantilena.
Nadie dejará de notar que estos versos no son iguales entre
sí. y así es sin duda alguna, porque, para que lo fueran, se necesitaría que entre los dos primeros y entre los dos últimos hubiera sinalefas, las que no se producen espontáneamente (*),
como hemos visto que sucede entre los tetrasílabos.
En los pentasílabos, los esdrújulos y los agudos pueden ir
indiferentemente en los versos impares o en los pares, porque,
como están separados unos de otros por pausas métricas, no
(*) Por cierto que, empeñándose en ello, pueden hacerse artificialmente,
y aun entre versos mayores. A continuación doy ejemplos que he hallado
en versos dobles de diez, doce, catorce y diez y seis sílabas:
D e ojos de cielo y || nevada espalda...
ZORRILLA.
Sutiles dejando a [I través de sus hilos...
"
ZORRILLA.
Llenan el aire de he -1| chiceros veneficios...
DARÍO.
Límpido corre el torrente al || pie de la agreste montaña...
E . SÁNCHEZ.
Pero ¿hay alguien que admita como normales estas sinalefas? ¿Se parece
alguna de ellas a las que ocurren corrientemente entre los tetrasílabos?
por cesuras, los esdrújulos pierden y los agudos ganan sílabas
al fin de todos ellos:
Las voces débiles
do quier sonaban,
cantares flébiles
desparramaban.
D o quier sonaban
las voces débiles,
desparramaban
cantares flébiles.
Canto fugaz
suena acordado,
para solaz
del desdichado.
Suena acordado
canto fugaz,
del desdichado
para solaz.
Me parece que no hacen falta otras razones, caso de haberlas, para probar que no existen en nuestra métrica versos de
dos, tres y cuatro sílabas, y que el menor de los versos castellanos es el pentasílabo, que puede ser y á m b i c o o dactilico.
II
DEL
AGUDO
EN
EL
DE
HEPTASÍLABO
DE
LA
COPLA
SEGUIDILLA
Con razón dice don Federico Hanssen en el § 6 de su opúsculo La Seguidilla, estudio el más completo que y o he leído sobre
esta interesante combinación métrica: «Es muy notable la regla
de que tanto los heptasílabos como los pentasílabos son graves.
Por esta particularidad, la seguidilla se aparta de los otros metros castellanos de procedencia nacional. Pues el cambio libre
de rimas graves y agudas, es una de las notas más características de la versificación castellana. Se hallan excepciones, pero
su número es muy reducido... En las seguidillas antiguas, las
excepciones son rarísimas»
Es verdad, las terminaciones agudas se encuentran pocas
veces en la copla de seguidilla, y todas las que y o conozco, o
recuerdo, populares o literarias, están en los pentasílabos. Hanssen da un ejemplo de heptasílabo agud®, en el estribillo, de
procedencia literaria.
El agudo en los pentasílabos no tiene, en mi concepto, graves inconvenientes. Ni estorba para el canto, ni altera la métrica de la copla. Tampoco corre el peligro de quedar solo, rompiendo la simetría de la estrofa, porque, como la rima va en los
pentasílabos, a un pentasílabo agudo corresponderá siempre otro
que también lo sea. Por esto, tal vez, no se le ha negado del
todo la entrada en la popular seguidilla, y «las cuecas chilenas
— 12 —
hacen uso de esta licencia en numerosos casos», según observa
Hanssen.
M u y otra es la situación del heptasílabo respecto del agudoi
como vamos a verlo.
Sírvanos de ejemplo esta conocida copla:
Por San Juan hizo un año
que te quería,
y ahora estoy más firme
que el primer día.
L a cual suena lo mismo si la escribimos en dos versos, como
tal vez se hacía en los tiempos en que se inventó este metro,
según lo deja presumir la disposición de la rima, y como lo
han hecho en la época contemporánea, Zorrilla, Balart y otros
poetas:
Por San Juan hizo un año que te quería,
y ahora estoy más firme que el primer día.
Reemplacemos ahora graves por agudos en los finales de los
heptasílabos, y veremos que, y a escribamos los versos como
copla o como pareados, siempre nos resultarán dos perfectos
endecasílabos acentuados en la sexta y en la décima sílabas:
Por San Juan hizo un mes
que te quería,
y ahora estoy más fiel
que el primer día.
O bien:
Por San Juan hizo un mes que te quería,
y ahora estoy más fiel que el primer día.
Iguales a aquellos endecasílabos tan conocidos:
Libre España, feliz e independiente,
se abrió al cartaginés incautamente.
— 13 —
L o que ocurre entre los elementos simples de la naturaleza,
en los que hay afinidades y atracciones que los estimulan a
unirse para formar otros cuerpos, se observa también en la métrica, y es uno de los casos más notables el del exasílabo agudo, que, anulando la pausa, se une estrechamente al pentasíla
bo, para integrar una de las formas, la más antigua y genuina,
del endecasílabo yámbico.
Claro está que si leemos los exasílabos agudos con canturreo de copla, dando prolongación átona a la última vocal tónica:
Por San Juan hizo un mées
que te quería,
y ahora estoy más fiéíl
que el primer día,
afectan ellos recobrar su antigua cadencia de heptasílabos graves, y la copla, en cierta manera, parece reconstruirse; pero, a
la misma solución puede llegarse, si se les modula en esa forma, con los endecasílabos que acabamos de citar, y con todos
los que tengan aguda la sexta sílaba:
Libre España, fehVz
e independiente,
se abrió al cartaginéís
incautamente.
Ilusiones sin fíz'n
contemplaría,
claro y eterno sóol
de un nuevo día.
ESPRONCEDA.
Sin embargo, como aquí no se trata de cantar ni de canturrear, sino de leer, este subterfugio no sería admisible.
El presbítero don Cayetano Fernández, autor de un volumen
de Fábulas Ascéticas, tuvo el capricho de escribir la titulada
El labrador burlado, en endecasílabos de doble rima dispuestos
de esta manera:
— 14 —
U n labriego incapaz
sembró altramuces
en un campo, feraz
a todas luces,
diciendo en su interior:
— D e aqueste modo,
sin gastos ni sudor
lo haremos todo. Etc.
Otro poeta español, que firmaba con el seudónimo de Torcuato, tuvo humorada parecida al escribir su cuentecillo El
sueño de Juan, en endecasílabos del tipo sáfico así dispuestos:
Casóse Juan,
y la primera noche
soñó el patán
que discurría en coche
por un jardín
de plantación moderna,
en el confín
de la heredad paterna. Etc.
N o puede dudarse de que los dos escribieron sus composiciones en endecasílabos yámbicos; sin embargo, los de Fernández se prestarían para que alguno que juzgase del fruto por la
corteza, sostuviera que son versos de seguidilla, y los de Torcuato, pentasílabos y heptasílabos alternados a la inversa.
El pueblo ha hecho bien, sin duda alguna, en no admitir que
los heptasílabos fueran agudos en la copla de seguidilla, y mejor han hecho, todavía, los poetas, en imitarle.
Como la seguidilla es una combinación métrica de origen popular, no puede extrañarnos la proscripción sistemática de los
finales esdrújulos, de que el pueblo no gusta, y que, para el
canto, dada la música con que estos versos se acompañan, deben de tener serios inconvenientes. En los romances genuinamente populares, nunca se encuentran. Sin embargo, si llegaran a usarse en la seguidilla, no se desnaturalizaría la métrica
de esta combinación:
— 15 —
Hizo un
que
y ahora
más
mes por San Plácido
te quería,
estoy queriéndote
que aquel día.
Sin discrepancia alguna
dicen los físicos,
que los que amando viven
se mueren tísicos.
L o s v e r s o s d e e s t a s c o p l a s s u e n a n d e la m i s m a m a n e r a si l o s
escribimos como pareados:
Hizo un mes por San Plácido que te quería,
y ahora estoy queriéndote más que aquel día.
Sin discrepancia alguna dicen los físicos,
que los que amando viven se mueren tísicos.
III
DEL
ESDRÚJULO
EN
LA
CESURA
DEL
ENDECASÍLABO
¿Es aceptable el esdrújulo en la cesura del endecasílabo yámbico del tipo sáficof
A n t e s de contestar a esta pregunta, conviene dar ejemplos
de las diversas formas en que puede presentarse.
'1. a forma, sin sinalefa en la cesura:
Copiosas lágrimas sus ojos vierten.
2. a forma, con sinalefa en la cesura:
Memoria tétrica anubló su rostro.
3. a forma, con la cesura convertida en pausa:
Al eco plácido respondió quejosa.
En la primera forma, el hemistiquio esdrújulo, que es exasílabo, tiende fatalmente a ajustar su medida a la del segundo,
que tiene cinco sílabas. L a cesura, por este solo hecho, se convierte en pausa, el esdrújulo pierde una sílaba, y lo que se quiso
que fuera un endecasílabo, resulta un verso de diez sílabas,
compuesto de dos pentasílabos.
En la segunda forma, el hemistiquio esdrújulo no puede moverse con la independencia que el del caso anterior, porque
— 18 —
está ligado por la sinalefa al segundo hemistiquio; lo que da
por resultado, no un verso definido de once ni de diez sílabas,
sino una frase híbrida y desapacible, que lo mismo remeda al
uno que al otro, según se le lea, sin ser propiamente ninguno
de los dos.
L a tercera forma es una frase de doce sílabas. Para suponer
que se trata de un verso de once, porque tal vez el esdrújulo
pierde una sílaba, habría que admitir que los hemistiquios están
divididos por la pausa, no por la cesura, lo que vale tanto como
decir que aquél no es un verso endecasílabo. Y , en realidad, no
lo es.
D e aquí que lleguemos a la conclusión de que el esdrújulo,
en la cesura del endecasílabo yámbico del tipo sáfico, es una
de estas dos cosas: o una desgraciada ocurrencia, o un descuido lamentable.
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