toso, sobre el cual se cernía una nube negra que amenazaba con

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toso, sobre el cual se cernía una nube negra que amenazaba
con truenos y color una cercana lluvia».
Nuestro viajero, que sólo se detuvo en Tacunga para
comer, celebra con frases laudatorias el gusto y limpieza con
que le sirvieron, después de los comistrajos que habían sido
su alimento en los asquerosos tambos, donde buscara albergue durante su marcha. Molestado por la lluvia dejó Tacunga, pero comenzó a soplar Viento N. E . que lentamente fué
despejando las nevadas que podía alcanzar la vista. «¡Qué
espectáculo! Estaba en medio de un círculo marcado por los
nevados del Illinizani, hacia el N., con su cumbre piramidal
notable por las alternadas líneas negras de la roca y blancas
de la nieve, dispuestas horizontalmente o algo oblicuas, pero
nunca Verticales, que le dan aspecto de un sombreado a lápiz;
al S . el hermoso Tunguragua; al O. la prolongada cima del
Yana-Urcu; al N. E . la histórica montaña del Rumiñagua, cuya
cima apenas alcanza a reconocerse, y al E . , por último, el
sublime Cotopaxi cuyo blanco penacho de humo se reúne de
cuando en cuando con otro de color ceniza, subiendo juntos
al cielo sin mezclarse. El Cotopaxi parece una gigantesca ara
de mármol en la que se está consumando un sacrificio, dominando toda la comarca y elevando una especie de tributo de
la tierra al cielo.»
A las seis llegó al pueblecito de Muíalo, donde no era fácil
encontrar alojamiento de no acudir a la casa parroquial. Así
lo hizo, y el cura qué era un venerable anciano, le recibió amablemente en aquella morada humildísima, pobre de aspecto y
de moblaje, en la cual se respiraba un ambiente de una tranquilidad agradable. Espada consigna entre otros detalles el
de una sesión de catequesis que presenció en la iglesia. Los
niños y niñas, separados respectivamente en dos filas que se
daban las caras, repetían la doctrina recitada por el Ayudante.
A esto seguían algunos rezos que terminaban con la entonación de una salmodia, acabada la cual, salían delante las niñas
y a continuación los niños, tocando aquéllas un cuerno.
Estaba Muíalo cerca del Cotopaxi y aprovechó Espada la
oportunidad para visitar éste. A la una emprendía su ascensión acompañado de Pancho. Como a legua y media aparecen
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