DIMENSIÓN CRISTIANA Llamado por Dios para ser sus testigos Cuando uno se ofrece la alegría de leer las Sagradas Escrituras con el fin de descubrir la obra y la grandeza de Dios, de repente se ve sorprendido por la particularidad de una categoría de relatos que llamamos historias de vocación. Éstas brillan tanto por la sencillez de su estilo, así como por la enseñanza que traen consigo. Por un lado, se descubre un Dios que busca colaboradores, mejor dicho amigos. Por otro lado, vemos el hombre, quien es el beneficiario de la elección divina. Sorprendido de que la elección cae sobre é, el hombre empieza a buscar excusas para no responder a la llamada que Dios le dirige. Todos sabemos cómo termina la mayoría de estas historias. Dios, sin imponer, termina convenciendo al que él elige. Hay algunos que se dejan convencer por la fuerza de los argumentos y las pruebas dados por Dios; hay otros que se dejan arrebatar desde el primer encuentro sin preguntar. Sin embargo, hay quienes avanzan excusas y rechazan la llamada sin más ni menos. Estamos ante una pedagogía, una belleza hecha de varias pinturas de las cuales se desprenden varias personalidades y posibles actitudes frente a la llamada que Dios nos hace. Esto igualmente subraya que la elección de Dios es una elección libre, individual; sin embargo una elección que Dios valora porque él conoce el fin. Desde este momento lo que se espera del hombre que acepte colaborar en este plan de la salvación, aunque de entrada no entienda sus alcances. Con Dios, hay cosas que se van iluminando en la medida que se crece en la fe, la confianza, la fidelidad y en la intimidad con Dios. 1. LLAMADOS POR DIOS Cuando Dios llama a una persona es para confiarle una misión. Si la vocación es individual, la misión es también una misión particular que sólo una persona puede hacer. Dios llamó a Jeremías de manera particular. Él le dijo: "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieras de su seno te consagré para ser profeta de las naciones" (Jeremías 01:05). A Isaías, Dios dice: "Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros". En el Nuevo Testamento, las cosas no son muy diferentes. Jesús llama a cada uno en particular. Algunos en el lugar de su trabajo, este es el caso de Pedro y su hermano y de Levi. Otros vienen a Jesús porque alguien les ha hablado de Él, es el caso de los dos discípulos de Juan el Bautista. Es decir, la pedagogía vocacional se adapta a cada uno. De este análisis podemos llegar a algunas pautas que pueden ayudarnos en nuestro camino vocacional: La vocación es personal La respuesta debe ser igualmente personal, porque Dios llama a cada uno por su nombre teniendo en cuenta su historia personal Vivir su vocación como un don de Dios y no un mérito personal. Porque Dios escoge los débiles para confundir a los fuertes y poderosos - Convencerse en su mente y en su corazón que es Dios quien te llama y tener los ojos puestos en Jesús. A. Saber escuchar, localizar y autenticar la llamada: discernimiento y acompañamiento Creo que en la mayoría de los casos, existe una gran distracción en nuestra vida vocacional. Y esto puede ser causado por varios factores de los cuales los más destacados son: No escuchamos lo suficiente por estar rodeados de un mundo ruidoso. Sólo captan la voz de Dios los que saben reservar un tiempo de silencio en su vida. Es en el silencio del desierto que Dios habla al corazón de su amado, dice el profeta Oseas, el profeta de la ternura de Dios. Cuando escuchamos, debemos ser capaces de localizar de dónde viene la voz y de quién es la voz para evitar posibles confusiones. Podemos prestarnos a equivocaciones pensando que es Dios quien nos llama mientras que no es la voz de Dios. Quizás puede ser la voz de nuestros propios intereses. Es aquí donde intervienen dos conceptos muy importantes en cualquier proceso vocacional: el discernimiento y el acompañamiento. El término discernimiento puede llevarnos a experimentar el miedo sobre todo en esta primera etapa de nuestro proceso vocacional. De hecho, discernir significa entrar en profundidad de lo que vivo, veo y oigo en mí y a mí alrededor para descubrir su sentido. En otras palabras, comprender, con la ayuda del Espíritu Santo, lo que está sucediendo en mi vida. El discernimiento no puede detenerse a un nivel personal. Hay que abrirse a una persona más experimentada para hacerse ayudar. Esto es lo que llamamos acompañamiento. El caso más típico y pedagógico que nos puede iluminar es la vocación del joven Samuel. Al principio, no sabe distinguir de dónde viene la voz que llama. Él piensa que es la voz de Helí. Ha necesitado el discernimiento y el acompañamiento de Helí para comprender que esta voz era de Dios. Pero entre el discernimiento y el acompañamiento está toda la libertad de la persona acompañada. B. Voces discordantes (adverses) La experiencia cotidiana muestra que el camino vocacional está repleto de voces discordantes, de voces que nos llaman a otra cosa, que apuntan a otros lugares y no donde tendríamos que ir. Estas voces pueden estar tanto en nuestro interior como en el exterior. Para afrontarlas hace falta fijarse en su objetivo, en lo que se quiere ser y vivir. Hay que vivir el presente y no pensar en el futuro, es decir, si pienso volverme religioso, debo empezar a pedir a Dios que me dé el corazón del religioso que pienso ser. Es lo que se puede llamar consagración interior y personal de la propia vida. C. Los caminos de Dios = los caminos de la fe (Siracides 2,1-4) Jesús dijo a sus apóstoles, "Quien quiera seguirme debe llevar su cruz". Sencilla oración. Pero ésta dice lo que significa una vida discipulado de Jesús. Los caminos de Dios son caminos de fe para no decir caminos de cruz. Éste exige una vida profunda fundada en la fe firma en Dios y en Jesucristo. Por eso dos orientaciones pueden ayudarnos en el crecimiento de nuestra fe: la lectura de la Biblia más precisamente de los textos de Isaías 43, la vida pública de Jesús, la vida de los discípulos de Jesús tal como está relatada en el libro de los Hechos de los Apóstoles, la vida de santos y santas de Dios, y para nosotros, la vida del Padre Fundador. Son lugares importantes para entretener nuestra vida de fe y crecer en nuestra búsqueda de Dios. La segunda orientación tiene que ver con la vida personal de oración además de las oraciones comunitarias. D. La Respuesta a la llamada Toda respuesta supone una llamada, y nuestra respuesta a la llamada que nos hace Dios debe ser a la medida de lo que Dios mismo alimenta como espera. Cuando Dios llama espera de nosotros una respuesta, un compromiso libre así como una vida acorde a la respuesta dada. Entonces nuestra respuesta nos invita a una vida coherente de cada día. - Una respuesta meditada: momento, espacio de oración. - Una respuesta radical y personal. - Una respuesta que compromete la vida enteramente (toda la vida). - Una respuesta que se alimenta y se va madurando. - Una respuesta que yo renuevo día a día delante de Jesús y sobre todo en la celebración de la eucaristía. Porque la vocación es un tesoro que llevamos en vasijas de barro. Y la vasija puede caer y romperse en cualquier momento. Hay que tener la prudencia como la del que lleva en sus manos un maple de huevos. Lo mejor es guardar este tesoro donde los gusanos no pueden acceder, donde los ladrones no tienen acceso. Todo camino vocacional tiene por finalidad configurarnos con Cristo, de convertirnos en amigos y no servidores, de convertirnos en sus testigos. Un testigo anuncia lo que ha visto, es un amigo de la verdad y es esta verdad que anuncia (Cf. 1Juan 1,1-3a). El testigo que tu quieres ser ha de ser amigo de la verdad y esta verdad es Jesucristo. 2. PARA SER SUS TESTIGOS A. El testigo es el que ha visto. B. El testigo es un amigo de la verdad ya que se necesita de él que diga lo que ha visto, es decir, lo que pasó realmente. C. El testigo jura por la verdad, es un amigo de la verdad. Finalmente, la llamada de Dios en nuestra vida ha de resonar como una llamada para socorrer. Dios necesita de ti para socorrer al mundo, este mundo que va a su perdición, este mundo que no tiene más corazón y que necesita más misioneros que le comuniquen el amor y la ternura de Dios. ¿Quieres entonces ser parte de estas gentes, de estos hombres y mujeres que quieren responder la llamada de Dios? Dios deposita su confianza en ti y te pide contar con él, con su gracia, su amor. Pone todo al servicio tuyo, hasta los ángeles han recibido el orden de ayudarte en cada momento preciso que necesites su ayuda. Es un privilegio. También nuestro Padre Fundador vigila e intercede por nosotros.