como la Rusia de hoy, las secuelas terribles del control totalitario, su herencia. Dice Figes: "I'na población silenciosa y conformista es uno de los resultados del régimen de Stalin. Familias como los Golovin aprendieron a no hablar de su pasado... A los niños se le enseñaba a mantener la boca cerrada, a no hablar sobre sus familias...". En IMS susurradores aparece el drama totalitario en todo su esplendor. Su eficacia aumenta porque Figes no lo aborda frontalmente: se limita a colocar al lector frente a los hechos de millones de existencias vividas a media voz. Tomás Pérez Vejo, España en el debate público mexicano, 1836-1867: aportaciones para una historia de la nación. México: El Colegio de México-ENAH-iNAH, 2008. Emilio de Antuñano El siglo xi\ mexicano es un periodo convulso, azotado por conflictos y fracturas que parecen hoy confusos: hay liberales que reivindican la herencia indígena pero que buscan inmigración europea para liquidarla, o conservadores que pugnan por fortalecer el comercio y modernizar a la industria, entre un largo etcétera. La dificultad del análisis estriba en que no solamente estaba en juego definir un proyecto de Estado, conser\a- dor o liberal, o crear al Estado (aun(|ue quizás esto iiltimo fuera lo primordial); tampoco obedecían los conflictos decimonónicos solamente a un enfrentamiento entre estamentos y corporaciones persiguiendo beneficios y prerrogati\ as. Se trataba, además, de inventare imaginar a la nación, tarea en la que España jugaría un papel medular: ofro radical para unos, de cuyo pernicioso yugo había que librarse, y madre patria para unos más, orgullosa herencia. Entre todos los debates que atravesaron al México del xix -políticos, económicos, ideológicos- quizás el "identitario" sea el menos conocido, aquel que hoy nos es más extraño. I^a extrañeza obedece al triunfo incontestable del proyecto nacional propugnado por (digámoslo así para simplificar) los liberales: la desespañolización de México (desespañolización, sobra decirlo, inevitablemente trunca, pues se conservarían lengua y religión, para empezar). Que éste o cualquier otro proyecto nacional triunfara en un siglo de invasiones extranjeras, nulo crecimiento económico y en donde el Estado no aparecía por ningima parte -más aún, que muchos de los pilares de esa idea nacional permanezcan-' 'Apunta Maiiricid Tenorio (nie mientras México ha cambiado radicalmente en el último sifílo. la idea de México como nación sufrió pocas modificaciones desde (|ue se "'sintetizó entre \SW y 1930", periodo casi inmediatamente 174 RESEÑAS no deja de ser un resultado que merece una reflexión profunda. E;I libro de Pérez Vejo obliga al lector a acometer un ejercicio novedoso para los no historiadores: imaginar una pugna por el significado de la nación mexicana. Pugna que pasaba por dotar a debates sobre la Conquista, la Colonia y la Independencia, Hidalgo e Iturbide, de un significado fundamentalmente político. El libro resulta sugestivo, interesa y divierte porque describe -con lujo de detalle- un país en donde el significado de la nación -sus símbolos que hoy nos resultan más naturales-era incierto; en donde el panteón de los héroes de la patria estaba todavía en disputa; y cuya precaria esencia era amenazada por invasiones extranjeras y el contagio de las más inverosímiles y diversas razas - anglosajona, hispánica, latina e indígena, entre muchas otrasEl autor describe este asombroso triunfo del nacionalismo mexicano y el papel fundamental de otro que en él desempeñarían España y los españoles. La invención de la nación mexicana no se enfrentó solamente al problema de que ese otro frente el cual se construyó compartía lengua, religión y costumbres. La dificultad estribaba también en que posterior al que Pérez \ cjo estudia ("Del naeionalismo y México: un ensayo", /> cómo ¡¡¡iioriir. México; FCK.2(XK).p.73). el estatus jurídico de los españoles era tremendamente elusivo en el siglo xi.x (y cambiante a medida que tratados y constituciones se sucedían) y éstos formaban parte del "escenario social cotidiano" del México de la ép<x.'a: prestamistas, abarroteros, capataces de haciendas y hacendados, industriales o militares, entre otras ocupaciones. O si se prefiere: ricos, conservadores, blancos, propietarios. Gente decente en todo momento. Así, el análisis del nacionalismo mexicano en el xix resulta tanto más interesante cuanto que en él confluyen (como en cualquier otro) debates, intereses y conflictos económicos, sociales, políticos e ideológicos. No se trata de afirmar que los conflictos políticos entre liberales y conservadores, por ejemplo, simplemente se tradujesen en conflictos "identitarios" acerca del significado de la nación, o cjue sucediese lo contrario. La realidad es más compleja. Los liberales podían recurrir a un discurso antiespañol para defender programas políticos o intereses prosaicos de coyuntura en lo que constituía una instrumentalización del artilugio nacional. Pero lo otro también se daba: lealtades políticas en apariencia primarias -a la república o la monarquía, por ejemplo-demostraban una importancia menor de la que solemos atribuides y no hacían sino traducir identidades nacionales más profundas. Distinguir entre todos estos conflictos en 175 RESEÑAS donde la idea de España fungió como una suerte de galvanizador resulta extremadamente difícil, pues todos ellos se alimentan y confunden entre sí. Probablemente la derrota del proyecto nacional hispánico de los conservadores se debió parcialmente a que éste se asociaría irremediablemente con un proyecto político y un lenguaje, que para resumir llamaré "antirrepublicano", a contracorriente del espíritu de los tiempos. El libro de Pérez Vejo toca, de manera tangencial, otros temas extremadamente interesantes. Menciono uno de pasada: el papel de la prensa decimonónica en la configuración de un espacio público y en la difusión de imaginarios conservadores y liberales. El libro reseñado constituye una sugerente invitación a pensar aquellos imaginarios, así como otros que nos son más familiares y que definen no pocas filias y fobias. Reflexionar acerca de la relación entre nuestra idea de nación y las fracturas políticas, económicas o sociales que la surcan, es una tarea imperiosa sobre la cual, me gustaría creer, esta lectura arrojara no poca luz, al tiempo que quizás ordene algunos de nuestros más estridentes y acuciantes dilemas. • Stuart B. Schwartz, All Can Be Saved. Religious Tolerance and Salvation in the Iberian Atlantic World. New Haven/Londres: Yaie University Press, 2008. Jean Meyer Lidiamos, aquí, con un libro espléndido, original y atrevido que descansa sobre la propuesta de un dicho tradicional español: "Cada uno se puede salvar en su ley". Sí, la de Moisés, Jesucristo, Mahoma, Lutero, Calvino... Tal postulado fue sostenido por sujetos adeptos a los monarcas de España y Portugal del siglo xvi al xviii: hombres y mujeres, ricos y pobres, cultos, autodidactas y rústicos, libres y esclavos. Todos, estudiados por el autor en un libro generoso y divertido que vale la pena leer por gusto. Es posible que levante polémica, pero está llamado a convertirse en un gran clásico. Descansa en una inmensa literatura, pero principalmente en un amplio corpas elaborado .a partir de los archivos de los tribunales de la Inquisición, tanto en España como en Portugal, y las posesiones de ambas naciones en América. Lo que Stuart B. Schwartz persigue es la "tolerancia" en materia de religión entre la gente común y corriente (una sola excepción: el famoso P. Antonio Vieira S.J.). ¡Pero cuidado con la palabra tolerancia! Porque el español y el francés 176