Nuevos antecedentes cronoestratigráficos para la Sierra de Santa Ana, precordillera de Antofagasta. Felipe Espinoza G*., Carlos Venegas B., Natalia Astudillo L., Mariana Cervetto S. Departamento de Geología General, Sernageomin, Av. Santa María 0104, Providencia, Santiago, Chile * email: [email protected] Resumen. El levantamiento geológico de detalle de las unidades que conforman la sierra de Santa Ana, junto con nuevos antecedentes radiométricos obtenidos en rocas incluidas en ellas y en otras que las intruyen, sitúan esta secuencia volcánica en el Cretácico Superior (68 Ma) y permiten reasignarla a la Formación Llanta. De esta manera, la Formación Santa Ana, definida por Naranjo y Puig (1984) en ese lugar, pierde sustento estratigráfico por lo que se recomienda abandonar su utilización. El nuevo cuadro estratigráfico presentado en este trabajo para la sierra de Santa Ana releva la discusión de los eventos geológicos descritos en este sector en torno a la ubicación de los depósitos volcánicos del Cretácico Superior, la temporalidad y características de la deformación en el frente precordillerano y la intrusión de cuerpos porfíricos, potencialmente mineralizadores, durante la fase tectónica Incaica. parte alta de la Formación Llanta, que se expone ampliamente al suroeste del área de estudio. Lo anterior, junto con nuevas edades obtenidas en cuerpos intrusivos y con el reestudio de unidades fosilíferas del Jurásico Superior que aparecen en la misma sierra, permiten revisar y reinterpretar la sucesión de eventos geológicos y la deformación del frente cordillerano en este sector. Palabras Claves: sierra de Santa Ana, geocronología UPb, Cretácico Superior, Formación Llanta. 1 Introducción En el extremo austral de la región de Antofagasta, al sur de la quebrada del Chaco (Figura 1), Naranjo y Puig (1984) definieron la Formación Santa Ana en la sierra homónima como una secuencia clástica, con intercalaciones volcánicas de composición intermedia, de origen marino-continental. Estos autores complementaron la descripción de la unidad al correlacionarla con rocas marinas del sector que contaban con determinaciones biocronoestratigráficas, mediante lo cual le asignaron una edad en el Cretácico Inferior. Esta unidad ha sido considerada, desde su definición, como una secuencia de naturaleza transicional marinocontinental, depositada en las etapas finales de la evolución de la cuenca triásico-jurásica de Tarapacá, e interpretada como el registro de su continentalización durante el Cretácico Inferior. Posteriormente, Cornejo y Mpodozis (1996) y Cornejo et al. (2009) reestudiaron la secuencia expuesta en la sierra de Santa Ana y, considerando mayormente relaciones litoestratigráficas, la correlacionaron con el miembro superior de la Formación Candeleros, del Jurásico Superior. Nuevos antecedentes radiométricos para la secuencia volcánica que forma gran parte de la sierra de Santa Ana permiten establecer su edad en el Cretácico Superior y correlacionarla con los niveles efusivos incluidos en la Figura 1. Imagen del modelo de elevación digital (DEM) de parte del área comprendida por las carta Sierra Vaquillas Altas (25º00'- 25º30' S y 69º00' - 69º30' O) y Sierra Exploradora (25º30'- 26º00' S y 69º00' - 69º30' O). Con un recuadro se indica la ubicación de la Figura 2. 2 Geología y nueva cronoestratigrafía de la sierra de Santa Ana En su vertiente noroccidental, la sierra de Santa Ana está formada, a la base (Figura 2), por una secuencia clástica conformada por areniscas finas y medias, de color gris, con intercalaciones de fangolitas pardas y violáceas, y areniscas calcáreas con restos de los bivalvos Linotrigonia chongi y Syrotrigonia aff. biroi. (A. Rubilar in Venegas et al., 2013). La primera de estas especies ha sido encontrada en una localidad cercana en asociación con amonoideos del género Orthaspidoceras, representativos del Kimmeridgiano (Pérez y Reyes, 1985). La secuencia presenta una disposición aproximada de rumbo SE-NO y manteo 60° al NE (Figura 2). Estas rocas fueron asignadas por Venegas et al. (2013) a la Formación Profeta, y se habrían depositado en un ambiente marino somero. Sobre las areniscas fosilíferas se dispone, en leve discordancia angular, un horizonte de marcado color blanco-amarillento de toba lítico-cristalina de ceniza gruesa. Para esa roca se obtuvo una edad U-Pb en circones de 67,80±0,89 Ma (MSWD=1,3; n=15) (Figura 3). Sobre esa toba se desarrolla una sucesión volcánica compleja, formada principalmente por brechas volcánicas con clastos porfídicos de composición intermedia y coloración rojiza o verdosa, tobas brechozas de similares características y, hacia el techo, areniscas volcanoclásticas gruesas de color gris. El análisis isotópico de los circones de una toba dacítica de la parte alta muestra dos poblaciones dominantes con interceptos a los 68,7±1,2 Ma y 60,4±2,3 Ma (discusión en Venegas et al, 2013). Además, en el flanco oriental de la misma sierra, se reconoce el regolito de un conglomerado polimíctico, con clastos de origen volcánico de color rojo y hasta 5 cm de diámetro. Toda la secuencia se encuentra plegada en un sinclinal de eje SE-NO (Figura 2). Las rocas, en particular los niveles de brecha, están afectadas por varios eventos sobreimpuestos de alteración hidrotermal (alteración sódico-cálcica, propilítica, argílica, fílica) y presentan, además, vetas con calcitasiderita. Hacia el este, la secuencia está en contacto con secuencias carbonatadas fosilíferas del Jurásico MedioSuperior. La nueva temporalidad presentada en este trabajo para las unidades en la sierra de Santa Ana indica que ese contacto corresponde a una falla inversa con vergencia hacia el oeste. Figura 2. Mapa geológico generalizado de la sierra de Santa Ana (modificado de Cornejo et al., 2009 y Venegas et al., 2013). En toda la extensión de la sierra, pero principalmente en las laderas occidental y noroccidental, estas rocas están intruídas por cuerpos de composición intermedia a básica (stocks, filones, diques); allí, para una monzodiorita de piroxeno se obtuvo una edad de cristalización mediante U-Pb en circones de 41,36±0,50 Ma. Por otro lado, al noroeste de la sierra de Santa Ana, en el extremo suroriental de la sierra Candeleros, aflora extensamente una secuencia siliciclástica bien estratificada, de marcada coloración rojiza, que está plegada en un sinclinal buzante de eje NNE-SSO. Estas rocas se apoyan en paraconcordancia sobre areniscas grises con estructuras de ‘flazers’, limolitas, lutitas y calizas con restos de peces (Lepidotes? sp.; posible Cretácico Inferior) y Syrotrigonia aff. Biroi, que son correlacionables con las rocas de la base de la secuencia descrita en la sierra de Santa Ana, asignada por Venegas et al. (2013) a la Formación Profeta (TithonianoCretácico Inferior, Figura 2). La unidad continental roja fue incluida por Naranjo y Puig (1984) dentro de la Formación Santa Ana; sin embargo, a partir del trabajo de Venegas et al. (2013) esa denominación pierde sustento y se le asigna a esa secuencia el nombre informal de Estratos de quebrada La Carreta. Dicha unidad está constituida por areniscas pardo-rojizas (litoarenitas) que gradan hacia el techo a conglomerados polimícticos volcanoclásticos, mal seleccionados, clastosoportados, de colores rojo-violáceos, que representarían facies aluviales y fluviales. Está intruída por filones andesíticos con hornblenda, dos de los cuales fueron datados por 40 Ar/39Ar y resultaron con edades (plateau) concordantes de ca. 86,6 Ma. Lo anterior junto con la asignación de la secuencia marina subyacente al Tithoniano-Cretácico Inferior, restringen la edad de la secuencia continental al periodo Tithoniano-Coniaciano (Venegas et al., 2013). Figura 3. Diagrama del promedio ponderado de las edades de los circones analizados (n=15) por LA-ICPMS de la toba de la base de la secuencia volcánica en la sierra de Santa Ana. 3 Discusión y Conclusiones Los afloramientos de la sierra de Santa Ana representan la ocurrencia más oriental de unidades volcánicas del Cretácico Superior en las inmediaciones de la zona de estudio. Predominan así estas rocas fuera de los depocentros principales, dominados por secuencias sedimentarias con intercalaciones volcánicas hacia el techo (Formación Llanta en los alrededores de El Salvador, ca. 100 km hacia el suroeste). Secuencias volcánicas similares aparecen hacia el norte, a ambos lados de la depresión Central, hasta alcanzar el siguiente depocentro del Cretácico Superior, en la localidad de Quebrada Mala, al sureste de Sierra Gorda. De esta forma, el Cretácico Superior culminó con una serie de eventos explosivos de gran magnitud que depositaron extensos niveles de ignimbritas. Luego, las cuencas y los depósitos volcánicos asociados fueron deformados durante la fase compresiva KT (Cornejo et al., 2003; Matthews et al., 2010; Espinoza et al., 2011, 2012). La distribución de estas secuencias sugiere que ciertas estructuras volcánicas (tipo caldera) pudieron haberse desarrollado hacia el este, en un sector de debilidad cortical que recurrentemente habría concentrado deformación (e.g. fallas de borde de la cuenca de Tarapacá) y sobre el cual se desarrollo la protocordillera de Domeyko. De acuerdo a los datos radiométricos y estructurales presentados por Venegas et al. (2013), la falla Santa Ana representa la prolongación del sistema de fallas principal del frente precordillerano, que hacia el norte recibe los nombres de falla Profeta y falla Sierra de Varas. De esta forma, la falla Santa Ana replica la cinemática que evidencian esas otras estructuras y que, en este caso, registra actividad desde, a lo menos, la fase de deformación del límite Cretácico-Paleoceno (fase KT, Cornejo et al., 2003). Según Cornejo et al. (2009), en el sector denominado Altos de Santa Ana (donde están expuestas, en continuidad de afloramiento, las secuencias descritas en la Sierra de Santa Ana), las rocas volcánicas que asignaron al Jurásico están cubiertas, en discordancia angular, por rocas volcánicas del Paleoceno Inferior (Secuencia Volcánica Cerro Nevado, 64 Ma). Las edades obtenidas para las rocas de la sierra de Santa Ana indican que esa discordancia representa, a lo menos, el evento de deformación KT. Por otro lado, si se considera que las secuencias marinas basales de las secciones expuestas en la quebrada La Carreta y en la sierra de Santa Ana son correlacionables (sedimentitas marinas fosilíferas del Jurásico SuperiorCretácico Inferior, de la Formación Profeta), se infiere una importante pérdida de sección de los Estratos de quebrada la Carreta hacia el sureste. Esto refleja la naturaleza singular y local de los procesos (aluviales y fluviales) que habrían formado esos depósitos. La misma situación se repite hacia el norte, donde la ocurrencia de secuencias siliciclásticas cretácicas se restringe a localidades aisladas menores (e.g. este cerro Paisaje). Los nuevos antecedentes cronológicos y la deformación reconocida en el sector definen una serie de tres pliegues de ejes NW y NE, que de este a oeste incluye: un sinclinal en la sierra de Santa Ana, un anticlinal buzante reconocido al sur, en las secuencias expuestas en la quebrada Santa Ana (Cornejo et al., 2009), que se prolonga hacia el noreste en la pampa al oeste de la sierra homónima, y un sinclinal, también buzante, en el extremo suroriental de la sierra Candeleros (Figuras 1 y 2). En los ejes de esos pliegues se reconocen cuerpos intrusivos subredondeados a elongados, con edades del Eoceno Inferior-Medio (55-41 Ma). La directa asociación entre esos cuerpos, la deformación de las secuencias cretácicas y extensas zonas con intensa alteración hidrotermal (mayormente argílica) podrían consolidar un modelo prospectivo para cuerpos porfíricos mineralizados en profundidad. Ejemplo de lo anterior es la mina Vaquillas, donde la mineralización podría estar asociada a cuerpos equivalentes a los datados en ca. 41 Ma en la sierra Santa Ana. Agradecimientos Los resultados aquí presentados son parte del proyecto de cartografía geológica de la Carta Sierra Vaquillas Altas, desarrollado por un equipo profesional del Departamento de Geología General, en el marco del Plan Nacional de Geología. El financiamiento en su totalidad corresponde a fondos sectoriales del Ministerio de Minería. Referencias Cornejo, P.; Mpodozis C. (1996). Geología de la Región de Sierra Exploradora (Cordillera de Domeyko 25°-26°S). Servicio Nacional de Geología y Minería-CODELCO, Informe Registrado, IR-96-09, 330 p. 9 mapas escala 1:50.000. Santiago Cornejo, P.; Matthews S.; Pérez de Arce, C. (2003). The “K-T” Compressive Deformation Event in Northern Chile (24-27°). In Congreso Geológico Chileno, No. 10, in CD-Rom (Thematic session 1): 11 p. Concepción. Cornejo, P.; Mpodozis, C.; Rivera, O.; Matthews, S. (2009). Carta Exploradora, Regiones de Antofagasta y Atacama. Servicio Nacional de Geología y Minería, Carta Geológica de Chile, Serie Geología Básica 119: 100 p., 1 mapa escala 1:100.000. Santiago Espinoza F., Matthews S., Cornejo P., Venegas C. (2011). Carta Catalina, Región de Antofagasta. Servicio Nacional de Geología y Minería, Carta Geológica de Chile, Serie Geología Básica 129: 65 p., 1 mapa escala 1:100.000. Santiago. Espinoza, F.; Matthews, S.; Cornejo, P. (2012). Carta Los Vientos, Región de Antofagasta. Servicio Nacional de Geología y Minería, Carta Geológica de Chile, Serie Geología Básica No. 138: 72 p., 1 mapa escala 1:100.000. Santiago. Matthews, S.; Espinoza, F.; Cornejo, P.; Venegas, C. (2010). Carta Altamira, Región de Antofagasta. Servicio Nacional de Geología y Minería, Carta Geológica de Chile, Serie Geología Básica 121: 66 p., 1 mapa escala 1:100.000. Santiago. Naranjo, J.A.; Puig, A. (1984). 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