DE HISTORIA N A T U R A L . ai ilustrados, ha logrado conquistar justo renombre y merecida fama, contribuyendo á esclarecer varios puntos importantes. Para formar cabal concepto de los resultados prácticos del mencionado Congreso y quilatar el mérito contraido por nuestros vecinos, con gran contentamiento y satisfacción de los que hemos asistido, importa sobremanera que digamos algo, en primer lugar, de los materiales acopiados con anticipación, con objeto de facilitar las tareas á la Asamblea confiadas, en lo tocante á Portugal, y después procuraremos resumir en breves frases los puntos capitales que en ella se han discutido. Respecto á preparativos, dejando á un lado lo que hasta cierto punto debe calificarse de profano, pues se relaciona con banquetes, giras, bailes y recepciones regias que tanto a m e nizan estas reuniones científicas, en todo lo cual, sirviéndonos de una frase vulgar;, diríase que Portugal se ha excedido á sí mismo, y concretándonos á lo prehistórico, propiamente dicho, es imposible de todo punto formar idea de las riquezas que han acumulado en aquellos salones de la Academia de Ciencias los Ribeiro y Delgado; en las colecciones geológicas de la soberbia Escola Politécnica el Sr. Pereira d'Acosta; en el piso bajo de la Academia de Bellas Artes el Sr. Veiga; en el Museo Arqueológico do Carmo, perteneciente á la Sociedad de Arquitectos, el Sr. Possidonio da Silva; en Citania el señor don Francisco Martin Sarmentó, y tantos otros entusiastas portugueses, cuya lista sería sobrado prolijo formar. Baste decir, en justo elogio de todos estos ilustres adeptos de la ciencia, que las colecciones que hoy se admiran en los indicados centros, colocan á su patria, en el concepto arqueológico, á la altura de Dinamarca y Suecia, de Francia, Alemania é Italia. ¡Dichoso el día en que podamos decir otro tanto de nuestra amada España! En cuanto al Congreso en sí, inaugurado el dia 20 á la u n a de la tarde por SS. MM. el Rey D. Luis, el amado de los p o r t u gueses, y D. Fernando, ambos por su ilustración y amor á la patria y á la ciencia dignos de aplauso, y á cuya munificencia en gran parte se debe el éxito lisonjero que tanto enaltece á Portugal, puede decirse que estaba llamado ante todo á demostrar al mundo entero lo que puede un pueblo culto é i n s t r u i do, cuando á pesar de la pequenez de su territorio y de sus