24 DE MARZO DE 2013 ECO DE LA PALABRA Convertidos cercanos No quisiéramos dar la impresión de que la conversión a la fe cristiana es cosa sólo de grandes personajes, de intelectuales o de “gente especial”, porque sencillamente no es verdad. Tan importantes, o quizá más, son las conversiones de las personas normales, de la calle, que han encontrado a Cristo en lo cotidiano y sencillo de la vida. Son conversiones que no han necesitado grandes templos para hallar la fe, a no ser que consideremos como un gran templo la propia conciencia. Conocer testimonios cotidianos de conversiones nos permite desmitificar muchas cosas. Así, solemos decir que la gente normal no se formula las grandes preguntas sobre la vida. Pero el taxista Paco Fernández no tenía ningún reparo en afirmar que su historia se resume en haber cambiado el Che Guevara por Cristo. Encontró la fe en un momento que le vino a la mente la idea de que “nacer, vivir, morir, no tenía ningún sentido: “¿para qué todo esto?”. Y comenzó, como quien no hace nada, a preguntar a sus clientes si creían en Dios. Uno se puede imaginar las reacciones que tal osadía provocaba. Entre sus encuestados halló a una joven creyente y practicante. Dirá que para él fue su “ángel de la guarda”. Ella le recomendó que mirara a su alrededor. Una mirada sobre el mundo que nos rodea puede ser decepcionante: “todo es tan pequeño…”. Pero también puede servir para descubrir nuestro anhelo insaciable de más verdad, más belleza y más amor. Es lo que le ocurrió a él. Y al recibir el Dios que se le ofrecía, se encontró consigo mismo. Desde entonces suele conducir las conversaciones en el taxi hacia temas “trascendentes” sin dejar el tono simpático y cercano… Un político en activo confiesa haber iniciado su conversión a Cristo en un lugar insospechado: en Las Vegas. Allí fue invitado, durante un viaje oficial a Estados Unidos, a pasar un fin de semana. Le acompaña un gran amigo, que al atardecer del sábado le dice que quiere ir a misa. Sorprendido por este deseo le acompaña a una iglesia, aunque sin entrar en ella. Pasó el tiempo solo, desconcertado, pensando qué significaba aquello… Fue el inicio de una búsqueda “iluminada” por algunos libros: La historia de un alma, de Sta. Teresa del Niño Jesús, las Confesiones de San Agustín, El regreso del Hijo Pródigo, de H. Nowen. Fue un camino de seis años, al cabo de los cuales entendió que debía tomar una decisión radical a favor o al margen de Jesucristo. Venció Jesucristo, a quien desde entonces desea seguir y servir en el compromiso político. La actriz y presentadora de televisión Pilar Soto cuenta que, tras haber sufrido durante cuatro años una grave bulimia, consecuencia de vivir su profesión obsesivamente preocupada por la imagen, un día al acabar una actuación perdió el conocimiento. Estuvo a las puertas de la muerte y, en aquel trance, le vino a la mente rezar. Ya recuperada contactó con una comunidad franciscana, la primera iglesia abierta que encontró. Fue el primer paso de un camino iluminador desde San Francisco, la integración en un movimiento, la recuperación personal y profesional y un nuevo ritmo de vida en el Espíritu: la libertad de vivir vinculada a la sencillez, la verdad y el amor a Cristo y a los hermanos. Ningún rincón de la tierra, ningún momento de la historia humana, por muy alejado de Dios que parezca, puede ser extraño a la voz del Espíritu. Las ondas que él emite, desde Cristo, llenan el universo y la historia. Solo buscan receptores que puedan y quieran sintonizar. Cuando hallan unos oídos y un corazón atentos y sensibles, entonces aparece la chispa de la fe y el resplandor de la conversión. † Agustí Cortés Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat