Textos para la Historia de Roma IV. La Crisis Republicana La

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Textos para la Historia de Roma
IV. La Crisis Republicana
La República Tardía
Bases ideológicas y conceptuales
La nobilitas
Salustio, Guerra de
Yugurta, 85
Consejos
electorales
Q. Cicerón,
Commentariolum
petitionis, varios
<< Si los otros [los nobiles] flaquean, vienen en su ayuda su antigua nobleza, las
hazañas de sus antepasados, el favor de sus allegados por la sangre o por la alianza y el
gran número de sus clientes; pero yo [Mario, homo nouus] he de poner todas mis
esperanzas en mí mismo y no cuento para defenderlas sino con mi valía y mi integridad,
por que lo demás no cuenta. Advierto, claramente, ciudadanos, que todos los ojos están
puestos en mí y que los hombres justos y honrados, que saben que mis servicios son
inútiles para la República, están a mi favor y que los nobles buscan la ocasión de
echárseme encima. Por eso debo redoblar mis esfuerzos: para que no os engañen y para
que fracasen en lo que maquinan. Desde mi niñez hasta hoy, he vivido de forma que me
he acostumbrado a todo género de fatigas y peligros >>
<< [Identificación con los optimates: I, 5] Debes solicitarlos a todos con diligencia y
convencerlos y persuadirlos de que siempre hemos pensado políticamente como los
optimates y en modo alguno como los populares; y de que si alguna vez ha parecido
que hablábamos al modo de los populares ha sido por mor de conciliarnos (…) con un
adversario >>
<< [Encontrar una oportunidad en la corrupción de la nobilitas tradicional:
II, 7] También te ayuda mucho en tu condición de homo nouus el que los candidatos
nobles que concurren sean de suerte que nadie se atreva a decir de ellos que su nobleza
haya de ayudarles más que a ti tus méritos >>
<< [La entrega total a la acción política: IV, 15] Y, pues aspiras a la cima del
Estado y ves que hay sentimientos que se oponen a ello, advierte que necesitas de toda
inteligencia, cuidado, trabajo y diligencia >>
<< [Las clientelae y la plebs, bases de la campaña: V, 16] La campaña por las
magistraturas se divide en dos clases de cuidados: aplicado uno a la dedicación de los
amigos y a la voluntad popular, el otro. La dedicación de los amigos hay que lograr que
dimane de los favores, los servicios, la asiduidad y de la facilidad y amabilidad del
carácter. Pero el concepto de amigo, en campaña, es más amplio que de ordinario. En
efecto: a cualquiera que te muestre alguna simpatía, que te cultive, que frecuente tu casa,
has de tenerlo por tal. Empero, tendrás máximo provecho en hacerte amar y querer de
quienes son más propiamente amigos en razón de parentesco, afinidad, camaradería o
cualquier otra vinculación >>
<< [Amplitud de miras: VIII, 30] Luego (tras atender a los hombres
influyentes: Senadores y Equites) ocúpate de la Ciudad entera, de todas sus
corporaciones, aldeas y barrios. Si atraes a tu amistad a sus principales, contarás
fácilmente con el resto de la multitud. Después, ten presente y recuerda a Italia entera, en
conjunto y tribu por tribu y no consientas que haya municipio, colonia, prefectura ni, en
fin, lugar de Italia en que no tengas apoyo que no sea el bastante >>
<< Manejo de la opinión pública: XI, 41 y 45] Ya que he dicho lo bastante sobre
la trabazón de amistades, debo hablar de esa otra parte de la campaña que trata de la
mentalidad popular.
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Ésta exige conocimiento de los hombres, halago, frecuentación, generosidad,
renombre popular, expectativa política (…) Para ello, he aquí una regla fácil: lo
que pienses hacer, muestra que lo harás con dedicación y gusto. Hay otra más difícil
(y más adecuada a esta coyuntura que a tu naturaleza): lo que no puedes hacer,
rehúsalo amablemente o no lo rehúses en modo alguno; lo primero es propio de un
hombre bueno, pero lo segundo de un buen candidato. Así, cuando se nos pide lo
que no podemos prometer honradamente y sin prejuicio (…) hay que negarse de
buenos modos, explicando tu deber de allegado, mostrando cuán molesto te es
negarte, convenciéndolo de que lo resarcirás en otros asuntos >>
<< [El poder de la apariencia: XII, 46] Así, los hombres aprecian más la
actitud y las palabras que el propio favor y la realidad (…) pues todos son del
modo que prefieren que les mientas a que te niegues >>
<< [Grandeza de la campaña y descrédito del rival: XIII, 52] Cuida de
que toda la campaña esté plena de pompa, que sea brillante, espléndida, popular,
que tenga magnífico aspecto y decoro; (…) que se suscite contra tus rivales el
descrédito, adecuado a sus costumbres, del crimen, el desenfreno o el soborno >>
El Orator
Cicerón, Orator, 17
Los Comitia
Aulo Gelio, Noches
Áticas XV, 27, 4-5
Amenazas de los
homines noui
Cicerón, Verrinas II,
180-183
<< (…) sin filosofía no puede conseguirse el orador que buscamos (…) pues sin
ella nadie puede hablar con amplitud y abundancia sobre temas de envergadura y
variedad (…) De ahí que nadie consiga esa verdadera y completa elocuencia ya que
una es la disciplina que enseña a pensar y otra y otra la que enseña a hablar, y
unos buscan la ciencia de las ideas y otros la ciencia de las palabras >>
<< También se escribe en esta obra [la de Lelio Félix, a la que cita Aulo
Gelio]: se trata de comicios curiados cuando el voto se emite según el nacimiento;
son comicios centuriados, cuando se ha emitido atendiendo a criterios de censo y
edad. Cuando el voto se emite según las regiones y el domicilio, se trata de comicios
tributos. Es nefasto celebrar los comicios centuriados dentro del pomerio, ya que el
ejército no puede ser reunido más que fuera de la ciudad, no en el interior de la
misma. Por ello, los comicios centuriados se celebran en el campo de Marte, donde se
reúne el ejército para organizar la defensa y el pueblo emite sus votos>>
<< Tal vez pregunte alguien: ´¿Vas a afrontar, entonces, un esfuerzo tan grande y
unas enemistades tan enconadas de tantos hombres?` ¡Por Hércules!, no por
vocación ni gusto, ciertamente; pero no me está permitido lo mismo que a los que
han nacido de linaje noble, a quienes les llegan, durmiendo, todos los favores del
pueblo romano. Yo tengo que vivir en su misma ciudad con otras normas y en otras
condiciones muy distintas. Me viene al pensamiento Marco Catón, un hombre lleno
de prudencia y laboriosidad, quien, como pensaba que eran sus cualidades, y no su
linaje, las que lo recomendaban ante el pueblo romano, queriendo que el principio
de su linaje naciera y se propagara a partir de sí mismo, afrontó las enemistades de
personajes muy poderosos y vivió en medio de los mayores trabajos hasta una vejez
extrema con enorme gloria. Posteriormente, Quinto Pompeyo, nacido en una familia
humilde y oscura, ¿acaso no alcanzó los más importantes cargos a costa de muchas
enemistades y grandísimos peligros y esfuerzos por su parte? Hace no mucho vimos
a Cayo Fimbria, Cayo Mario y Cayo Celio luchar para llegar a esos cargos a los
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que los nobles llegaron en medio del juego y la indolencia. Esa misma es la dirección
y el camino de nuestra pauta de conducta; nosotros seguimos la senda y las normas
de aquellos hombres. Vemos en medio de cuán enconado odio y cuán profundo
rencor se desenvuelven las cualidades y la laboriosidad de los hombres nuevos a los
ojos de ciertos miembros de la nobleza; vemos que, en el momento en que dejamos la
vigilancia lo más mínimo, ya se han preparado las emboscadas; que, si damos algún
pie a la sospecha o a la acusación, de inmediato tenemos que encajar un golpe;
vemos que tenemos que permanecer en vela siempre, siempre en el esfuerzo. Hay
enemistades, pues soportémoslas; esfuerzo, afróntese; pues las enemistades silenciosas
y encubiertas son más de temer que las declaradas y abiertas. Casi ninguno de los
elementos de la nobleza apoya nuestra actividad y no nos ganaremos su benevolencia
por muchos buenos servicios que prestemos. Como si estuvieran separados de
nosotros por naturaleza y por la raza, así están de distantes en sus sentimientos y
en su voluntad >>
Los tribunos de la
plebe
Varios
<< [Dionisio de Halicarnaso VI, 89 y ss.] << Estos cinco hombres fueron los
primeros que recibieron la potestad tribunicia el cuarto día antes de los idus de
diciembre, fecha que se ha mantenido hasta nuestros días. Terminada la elección, los
enviados del Senado consideraron que todos los asuntos para los que habían sido
enviados estaban resueltos. Pero Bruto convocó una asamblea y aconsejó a los
plebeyos que hicieran esta magistratura sagrada e inviolable, consolidando su
seguridad con una ley y un juramento. Todos estuvieron de acuerdo y Bruto y sus
colegas redactaron la siguiente ley: “Que nadie obligue a un tribuno de la plebe a
hacer algo contra su voluntad, como si se tratara de una persona cualquiera, ni lo
golpee, ni ordene a otro que lo haga, ni lo mate ni ordene matarlo. Si alguno viola
alguna de estas prohibiciones, sea expulsado como impío y sus bienes consagrados a
Ceres; y el que mate a alguno de los que realicen estos actos, quede libre de culpa” A
partir de entonces se estableció entre los romanos la costumbre de que las personas de
los tribunos de la plebe fueran sagradas e inviolables, costumbre que se ha mantenido
hasta nuestros días>>
[Floro, Historia Romana II, 1] << Todas las sediciones tienen su origen en el
poder de los tribunos: so pretexto de proteger a la plebe, la garantía de cuya defensa
tenían encargada, pero no buscando, de hecho, sino adquirir para sí mismos el poder
absoluto, se esforzaban en captarse la atención y el favor del pueblo por medio de
leyes agrarias, frumentarias y judiciales >>
Optimates y Populares << En esta ciudad siempre han existido dos tipos de personas que se esforzaron por
Cicerón, Pro Sextio, 45-46
dedicarse a la política y en sobresalir en su ejercicio; de las cuales clases unos quisieron
ser y ser considerados populares, otros optimates. Se consideraban populares
quienes lo que hacían y lo que decían querían que fuera agradable a la multitud;
optimates quienes se comportaban de modo que sus opiniones fueran del máximo
provecho para todos. Por tanto, ¿quién es todo optimate? En número, si lo preguntas,
innumerables; sin duda no hubiéramos podido perdurar de otra forma. Son los jefes de
la opinión pública; son los que siguen a éstos, son los hombres de los estamentos
superiores, para quienes la curia está abierta; son los ciudadanos de municipios y de la
campiña; son los hombres de negocios; son incluso los óptimos de los libertos. El
número, como he dicho, de esta clase, se encuentra difundido amplia y variamente >>
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La República Tardía
Principales hitos históricos
Los tribunos
reformistas
Varios
La reforma de Cayo
Mario
Salustio, Guerra de
Yugurta, 84
<< [La esencia del conflicto, según Plutarco, Tiberio Graco, IX, 4, en
palabras atribuidas al propio Tiberio] Las fieras de Italia tienen todas su
guarida, su madriguera, su refugio. Pero los hombres que luchan y mueren por
Italia reciben su parte de agua y de luz y nada más (…) Estos a quienes se llama
dueños del mundo y que no tienen ni un terrón de tierra, luchan y mueren por el
lujo y el enriquecimiento de otros >>
<< [Las reivindicaciones de Tib. Graco según Apiano, Guerras Civiles,
I, 8-9] En estas circunstancias [acaparamiento del ager publicus por los
ricos, explotación de los esclavos, y ruina de los pueblos itálicos, que
enumera con anterioridad] el pueblo se encontraba preocupado de no contar con
aliados de Italia e incluso porque su poder pudiera encontrarse en peligro ante una
masa tan grande de esclavos. Pero como no imaginaban un remedio, puesto que no
era fácil, ni en absoluto justo, privar a tantos hombres de tantas posesiones, que
tenían desde hacía tanto tiempo, consistentes en plantaciones propias, edificios y
enseres, promulgaron una ley en cierto momento y con dificultad y a instancias de los
tribunos de la plebe, de que nadie poseyera más de quinientas yugadas de este tipo
de tierra, ni apacentara más de cien cabezas de ganado mayor y quinientas de
menor. Y además se les ordenó que emplearan un cierto número de hombres libres
encargados de vigilar y dar cuenta de lo que ocurriera (...) Sin embargo, no hubo
ningún respeto ni a las leyes ni a los juramentos y quienes parecían respetarlos,
distribuyeron la tierra fundamentalmente entre sus familiares, pero la mayoría los
despreció en su totalidad. Hasta que Tiberio Sempronio Graco, hombre preclaro y
notable por su ambición, de gran capacidad oratoria (…) pronunció un discurso
solemne, mientras era tribuno de la plebe, en relación con la raza itálica en tono de
reproche porque un pueblo muy valiente en la guerra (…) se estaba marchitando
poco a poco a causa de la indigencia y la falta de población sin tener siquiera la
esperanza de un remedio >>
<< Mario, por su parte, hecho cónsul, como arriba dijimos, conforme al
vehementísimo deseo de la plebe, aunque ya de antes era enemigo de la nobleza, una
vez que el pueblo le asignó la provincia de Numidia, comenzó a hostigarla muchas
veces, y con ferocidad, ya a unos individuos, ya a todos; repetía una y otra vez que él
había obtenido el consulado como botín de su victoria sobre ellos, con otras cosas de
este jaez, llenas de ufanía por su parte y mortificantes para los atacados. Entretanto,
atendía en primer lugar a lo necesario para la guerra; pedía el suplemento para las
legiones, reclamaba tropas auxiliares de las naciones, los reyes y los aliados; fuera de
ello, llamaba a los soldados más valerosos del Lacio, la mayoría conocidos ya por él
en las campañas, y algunos por su fama, y a fuerza de halagos obligaba a partir con
él a hombres que ya habían cumplido su servicio de guerra. El Senado, aun siéndole
contrario, no se atrevía a negarle nada, y hasta le había otorgado contento el
suplemento pedido, porque se pensaba que el servicio militar no era grato a la plebe y
que Mario tendría que prescindir de los medios de la guerra a favor de la
muchedumbre >>
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Dictadura Silana
Apiano, Guerras Civiles
I, 100
El recurso al
Princeps
Cicerón, República, II,
29
César y Pompeyo
Casio Dión XLI, 54
Consulado de
César
Cicerón, Ad Atticum
II, 16, 1-2
<< Sila, no obstante, para mantener la apariencia de la constitución patria encargó
que fueran designados cónsules, y resultaron elegidos Marco Tulio y Cornelio
Dolabela. Y el propio Sila, como si se tratase de un rey, era dictador sobre los
cónsules. Se hacía preceder, como dictador, de veinticuatro fasces, número igual al que
precedía a los antiguos reyes, y se hacía rodear de una numerosa guardia personal;
abolía unas leyes y promulgaba otras; prohibió que se ejerciera la pretura antes de la
cuestura y que se fuera cónsul antes que pretor, y también vetó que se desempeñara la
misma magistratura antes de haber transcurrido diez años. De igual modo, casi
destruyó también el poder de los tribunos de la plebe, debilitándolo en grado máximo
al impedir por ley que un tribuno pudiera ejercer ya ninguna otra magistratura. Por
lo cual todos aquellos que por razón de fama o linaje competían por esta
magistratura la rechazaron en el futuro. Yo no puedo decir con exactitud si Sila,
como ocurre ahora, transfirió este cargo del pueblo al Senado. Incrementó el número
de senadores, que había quedado bastante menguado a causa de las luchas civiles y
las guerras, con trescientos nuevos miembros reclutados entre los caballeros más
destacados, concediendo a las tribus el voto sobre cada uno de ellos. A su vez,
inscribió en la plebe a los esclavos más jóvenes y robustos, más de diez mil, de
aquellos ciudadanos muertos, después de haberles concedido la libertad y le otorgó la
ciudadanía de los romanos y les dio el nombre de Cornelios por su propio nombre, a
fin de tener dispuestos a todo a diez mil personas de entre los de la plebe.
Persiguiendo el mismo objetivo con respecto a Italia distribuyó entre las veintitrés
legiones que habían venido bajo su mando, según he dicho, una gran cantidad de
tierra en numerosas ciudades, de la que una parte era propiedad pública, que estaba
aún sin repartir, y la otra se la había quitado a las ciudades en pago de una
indemnización >>
<< Debe contraponerse (al rey tirano) el otro tipo, bueno, sabio y conocedor de lo
que es conveniente y digno para la Ciudad, que es como un tutor y administrador de
la República: así, en efecto, hay que llamar a cualquiera que rija y gobierne el timón
de la Ciudad (…) Él es quien, con su inteligencia y sus desvelos, puede preservar al
Estado >>
<< (Pompeyo y César) se distinguían, fundamentalmente, el uno del otro en que
Pompeyo no quería quedar en segundo lugar y César ansiaba ser el primero.
Pompeyo ansiaba obtener honores voluntariamente otorgados, ejercer una autoridad
libremente aceptada y ser amado por quienes le obedecían >>
<< Pues hasta ha dicho los siguientes sofismas: “que aprueba las leyes de César,
que éste en persona debe defenderlas; que la ley agraria no le parece mal, que le es
totalmente indiferente si se pudiera presentar un veto; que le parece bien que se haga
algo respecto del rey Alejandrino, que no debe ir investigado si Bíbulo observa o no,
el cielo; que respecto de los publicanos ha querido estar a bien con ese estamento, que
él no podía adivinar qué pasaría si Bíbulo bajase al foro”. Mas ahora, mi
Sampsiceramo [Pomponio Ático], ¿qué me dices? (…) ¿De qué modo lo
obtendrá? “Os tendré”, dice, “presionados con el ejército de César”. ¡Por Hércules!
Tú no lo harás conmigo tanto con ese ejército como con las almas desagradecidas de
los honrados, que nunca me dieron la menor recompensa >>
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Muerte de César
Suetonio, César, 82
Propaganda de
Octaviano
Suetonio, Augusto, 1
<< Mientras se sentaba, los conjurados le rodearon bajo pretexto de ofrecerle sus
respetos y seguidamente, Tilio, que se había encargado del papel de protagonista, se
le acercó más, como para pedirle un favor; pero César le rechazó con una señal y con
su gesto indicó que aplazase su petición para otro momento. Entonces Tilio le cogió
de la toga por los hombros y al gritar César: “Esto es un acto de violencia”, uno le
hirió por la espalda, un poco más debajo de la garganta. César, cogiéndole por el
brazo, se lo atravesó con su estilete e intentó lanzarse adelante, pero fue detenido por
otra herida. Al darse cuenta entonces que, puñal en mano, le atacaban por todas
partes, se cubrió la cabeza con la toga, mientras que con su mano izquierda hacía
descender los pliegues hasta la extremidad de las piernas, para caer con más
decencia, con el cuerpo cubierto hasta su parte inferior. Así fue atravesado por
veintitrés puñaladas, sin lanzar más que un gemido al primer golpe, pero, sin
proferir palabra alguna. Sin embargo, según algunos, al precipitarse Marco Bruto
sobre él, había dicho: “¿Tú también, hijo mío?” >>
<< La estirpe de los Octavio fue en la antigüedad de los más ilustres de Velitras,
sino la que más. Abundan los indicios que lo apoyan. En primer lugar, en tiempos
remotísimos llevaba el nombre de Octavio un barrio situado en la zona más
populosa de la ciudad. En segundo, se exhibía allí un altar, consagrado por alguien
llamado Octavio, que fuera un caudillo en las guerras locales (…) El rey Tarquino
el Antiguo admitió en el Senado a la estirpe de los Octavio, como familia
segundona, y, luego, Servio Tulio, los promovió al patriciado. Con el tiempo, el
linaje declinó a la condición plebeya hasta que, nuevamente, tras largo tiempo, fue
promovida al patriciado por el Divino Julio (…) El mismo Augusto no especifica
sino que nació de una familia del orden de los caballeros, rica y de alta prosapia, en
la que el primer senador fue su propio padre. Marco Antonio le reprocha que su
bisabuelo fuera un liberto, un cordelero de Turio, y su abuelo, cambista. Y eso es
cuanto he podido hallar sobre los antepasados paternos de Augusto. Aunque, de
nuevo, Antonio, en su ansia de abajar despectivamente los orígenes de Augusto, le
reprocha que su bisabuelo fuera de origen africano, y que otrora había tenido una
perfumería y, luego, una tahona en Aricia. Y Casio de Parma reprocha a Augusto
no sólo ser nieto de un panadero, sino también de un cambista. Dice así en una
carta: “Tu harina materna se molió en un miserable molino de Aricia y la amasó
un cambista de Nerulón, con sus manos, sucias por el trajín con dinero >>
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