158 FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES mediante la inserción de los órganos de la plebe, dentro de la estructura unitaria de la constitución ciudadana; junto a tal poder negativo, poco a poco, se fue reconociendo a los tribunos, primero por caminos revolucionarios, después, mediante vías legales, sobre todo por la Lex Valeria Horatia un poder positivo del summe coercendi potestas, para tutelar la propia inviolabilidad y el ejercicio de la intercessio. Este poder de coercitio se evidencia por la facultad de ordenar la detención (prensio) y la prisión del ciudadano, de imponerle multas, así como promover procesos a causa de las multas y también condenas capitales, aun frente a los exmagistrados por hechos cometidos por los mismos, durante el ejercicio de su cargo. Al lograrse la igualdad de la plebe con el patriciado, los tribunos de la plebe perdieron su originario carácter de órganos de clase y pasaron a ser expresión también de la nobilitas patricio-plebeya, instrumento de control senatorial acerca de la conducta de los magistrados. Se les reconoce el derecho de dirigirse al senado y de entrar a formar parte de él, una vez salidos del cargo, aparte de hacer convocar por el pretor las asambleas populares para promover, delante de ellos, procesos capitales contra los exmagistrados. La intercessio se ejercita frecuentemente también a favor de patricios y llega a tutelar las normas constitucionales emanadas de disposiciones senatoriales, y la coercitio, también se reconoce por el senado para poderla ejercitar fuera del pomerio ciudadano. 6.9. LA EDILIDAD. Los ediles, como magistratura no plebeya, surgieron en virtud de acuerdo entre los patricios y los plebeyos en el año 367 a.C.; al lado de los ediles plebeyos, elegidos por los concilios de la plebe, se establecieron otros dos ediles, elegidos por los comicios por tribus y en rotación en años alternos entre patricios y plebeyos. Su rango era inferior al de los pretores, pero superior al de los cuestores, como lo acredita el ostentar sella curulis y otras prerrogativas propias tan sólo de los magistrados mayores. Su función es la vigilancia del comercio público, ostentando en ella poder de juzgar las controversias surgidas en las ventas sobre el mercado de esclavos y de animales, y en el ejercicio de esta función dictaban cada año el correspondiente edicto, edictum aedilium curulium, a imitación de aquél del