Risas que esconden llantos 1 Risas que esconden llantos Cuando sintió el calor de aquel osado rayo de sol acariciando su rostro, se maldijo a sí misma por no haber cerrado las persianas. Se volvió en busca de un poco de oscuridad y palpando torpemente el otro lado de la cama suspiró al saberse sola. De nuevo giró sobre sí misma y con desánimo y fastidio abrió los ojos a duras penas para ver el reloj digital que reposaba sobre la mesilla de noche. Dos horas y media, eso fue lo único que consiguió dormir tras una noche de guardia en la que apenas pudo descansar Escuchando sonidos provenientes de la cocina se incorporó un poco en la cama y no pudo más que sacar una sonrisa al oír la risa de su hijo. Aún casi vencida por el sueño se levantó arrastrándose hasta el suelo y tras ponerse una bata salió en dirección a foco de aquel ruido. Cuando llegó al umbral de la puerta se quedó parada en ella, con los brazos cruzados y pendiente de la escena que contemplaban sus ojos. Un pequeño de cuatro años, sentado en su sillita tiraba el juguete que le estaba entreteniendo y junto a él, una mujer alta, delgada y morena sirviéndose un café se daba la vuelta intentando que el crío no se entretuviera más -: Pedro, cariño (le dijo con voz cariñosa) termínate la leche que llegamos tarde al cole... Pedro: No quedo cole (contestó el niño intentando volver a coger su juguete) -: Va mi amor (siguió intentando convencerlo) si luego te lo pasas genial... ¿acaso no quieres terminar de aprenderte esa canción tan chula? Pedro: ¡Sí! (soltó Pedro mirando a su madre) ¿Luego tú y mamá? -: Claro (sonrió sintiéndose orgullosa de sí misma al ver que había sido capaz de convencerlo una vez más) luego nos la enseñas a mamá y a mí Pedro: Vale (dijo más convencido, mirando hacia la puerta y descubriendo a su madre allí) mamá, luego tú y mami apendéis la canción (soltó el crío y ella lo miró con una sonrisa en los labios) -: Claro que sí (contestó acercándose a él y besando su cabello) -: ¿Qué haces ya despierta? (preguntó mirándola sorprendida) ¿te hemos despertado? -: No... las persianas abiertas lo han hecho (contestó con tranquilidad) ¡Qué pronto te has despertado tú! ¿no? (soltó risueña, acercándose a ella y recibiendo un beso en la mejilla) -: Alguien tendrá que llevar a este campeón al cole (afirmó inocentemente) y tú has tenido turno de noche... (puntualizó mientras le regalaba una sonrisa) anda, vuelve a la cama, que no has dormido nada (continuó diciendo acariciando su pelo) -: Uhm... ahora voy (contestó sin tener intención de moverse de allí) en cuanto os vayáis... -: Ya... y yo voy y me lo creo (sonrió mirándola con incredulidad) Esther... ¿voy a tener que acostarte yo? E: Tentador (contestó con una sonrisa sin dejar de mirarla) Risas que esconden llantos 2 -: Venga anda... que te caes de sueño (le dijo tras una pequeña carcajada y arrastrándola fuera de la cocina) E: No trabajes mucho ¿vale? (decía dejándose empujar) -: Lo intentaré (sonrió) Pedro, dale un beso a mamá que nos vamos (el niño se levantó, le dio un beso de despedida y fue a coger su maleta) Luego hablamos E: Vale (contestó parada en la puerta de su habitación) anda... vete ya, Maca que llegaréis tarde (dijo acariciando levemente su mejilla) M: Sí, hasta luego (le dio un beso) descansa... E: Sí... (terminó de decir cerrando las persianas y metiéndose en la cama sonriente mientras escuchaba a Maca y Pedro charlar antes de cerrar la puerta) Entró en el hospital con una sonrisa en los labios, su hijo, en algún momento del camino hacia el colegio le había dicho que de mayor quería ser granjero y aquello le había hecho soltar una carcajada que le había dejado esa sonrisa imborrable en el rostro. Saludó a Teresa mientras firmaba el parte contándole la nueva de Pedro y la recepcionista sonrió por ello Ya cambiada, tras la reunión de médicos volvió a recepción para ver si tenía algún paciente. Al ver que no había nadie fue a tomarse el primer café de la mañana y allí se encontró con una Claudia cabizbaja que removía su café sin tener intención de tomárselo M: ¡Ey! (dijo a modo de saludo sentándose a su lado) ¿Estás bien? Claudia: uhm... sí (contestó aunque por su rostro Maca supo que no era cierto) M: Claudia... Claudia: Tranquila... estoy bien (Maca la miró un tanto interrogante) o lo estaré M: ¿Ha pasado algo con Carlos? (preguntó de nuevo, algo le decía que Claudia y Carlos no pasaban por su mejor momento y el suspiro de Claudia se lo confirmó) Claudia: Es... largo de contar y... (vio que Teresa se acercaba hasta ellos) ahora no tenemos tiempo T: Chicas llega un tráfico (informó Teresa a ambas médicos) M: ¿Hay niños? (quiso saber dándole el último sorbo a su café) T: No, pero sí una embarazada (comunicó) y quieren que estés por si acaso M: Vale, voy (miró hacia Claudia) ¿Comemos juntas y hablamos? (propuso) Claudia: Claro... (contestó desanimada) Lo cierto era que esa embarazada fue lo más interesante que tuvo durante el turno. Aparte de un par de niños con fiebre alta que presentaban un cuadro de otitis el primero y una gripe el segundo, no tuvo mucha más acción durante la jornada. Claudia estuvo bastante entretenida con un par de casos complicados, por lo que no pudieron hablar como le hubiera gustado, no le agradaba nada ver a su amiga triste y esperaba que durante la comida le contara qué era lo que ocurría Metida en su despacho, repasaba los historiales que debía entregar a Teresa y que ella llevaba retrasados, de vez en cuando, miraba las fotografías que reposaban en su mesa y sonreía al verlas... Risas que esconden llantos 3 Terminado el turno, fue con Claudia a un bar de tapas donde poder hablar, se sentaron en una de las mesas y aunque la neuróloga no estaba demasiado dispuesta a contarle sus problemas al principio, finalmente sintió la necesidad de desahogarse Claudia:... Y ahora todo se va a la mierda (siguió pronunciando de manera triste) apenas nos hablamos e incluso dormimos en habitaciones separadas, no sé lo que nos ha pasado... M: Ya... (contestó sin saber muy bien qué decirle) es complicado estar así... Claudia: Mucho (afirmó) y sé que tenemos que dar ese paso pero... no sé, creo que aún intento salvar algo M: Tienes que preguntarte si realmente hay algo que salvar Claudia (dijo con sinceridad) porque por más que lo intentes, si todo ha terminado, lo único que conseguirás es pasarlo peor Claudia: Es que no lo sé (se lamentaba) M: A ver... ¿tú le quieres? (Claudia afirmó) ¿Y él a ti? (la neuróloga se encogió de hombros) Claudia: Supongo que sí... pero... Maca... las dos sabemos que el amor no es siempre suficiente (continuó) eso son cuentos de hadas, hace falta más que quererse para que una pareja funcione bien M: Sí, tienes razón (continuó) ¿Y qué vas a hacer? (preguntó tras una pausa) Claudia: No lo sé... supongo que hablaré con él para saber si realmente podemos salvar algo de lo nuestro (Maca afirmó dándole a entender que es lo mejor que podían hacer) ¿Tú qué tal con Esther? ¿Cómo os va? (preguntó tras unos instantes de silencio) M: Bien, bien (dijo con tranquilidad y rapidez) estamos bien, ha sido duro y... complicado pero estamos bien (sonrió) Claudia: Sí, después de todo lo que... M: Ya (la cortó) pero ahora todo ha pasado y estamos bien, somos felices (continuó diciendo) Claudia: Me alegro (afirmó) M: Y yo (contestó con una sonrisa y sin querer darle más vueltas al tema siguieron con la comida centrándose en cosas del hospital, estaba claro que ninguna de las dos quería hablar más de aquellos otros temas) Tras la comida con Claudia que la había dejado un tanto preocupada por su amiga, comenzó a dar una vuelta con la ciudad. Lo cierto era que si tenía que ser sincera, no tenía ganas de volver a casa... no después de aquella conversación con Claudia que si bien, no había sido nada del otro mundo, había levantado pequeñas ampollas que se suponía que ya debían estar cicatrizadas Paseó por el retiro durante un buen rato. Habló por teléfono con Esther, quien ya había ido a recoger al niño e irían a pasar un rato al parque. La enfermera sabía que había quedado con Claudia para comer, así que supuso que no la esperarían, que Esther pensaría que la comida se había alargado durante toda la tarde e incluso parte de la noche, muchas veces les había ocurrido que, tras quedar para comer, terminaban cenando y tomándose alguna copa. Así que cuando ya casi la noche despuntaba, entró en un pub y pidió una copa. Mirando a su alrededor, descubrió, al otro lado de la sala una chica que no le quitaba ojo. Sonrió coqueta y elevó la copa como queriendo brindar con ella, la chica le devolvió la sonrisa y se acercó con insinuantes movimientos Risas que esconden llantos 4 -: Hola (saludó y con un movimiento lento se sentó en el taburete a su lado) M: Hola (contestó encarándola) ¿qué haces por aquí? (preguntó dándole un trago a su copa) -: Supuse que te encontraría por aquí (contestó) como no nos hemos visto en días... M: Ya... he estado liada (se excusó) trabajo, ya sabes -: Sí... me lo supongo (dijo acercando su cuerpo al de la pediatra) ¿Y no me has echado de menos? M: Uhm... (sonrió) tal vez... (dijo haciéndose la interesante) -: Va (se acercó aún más) un poquito sí que me habrás extrañado ¿A que sí? (terminó de decir besando sus labios por un instante) M: Solo un poquito (contestó tras recibir aquel leve beso que a decir verdad le supo a poco, así que ahora fue ella quien se acercó y mordió su labio inferior, para sonriente, volver a tomar un trago) Un par de palabras más, alguna que otra risita y un leve pero insinuante coqueteo le bastó para atrapar sus labios contra los suyos con más pasión y profundizar un beso que las dejó sin aliento. Tras esto, como casi siempre, todo fue rápido y excitante, el camino hacia el piso de aquella chica, los besos y las caricias subidas de tono en el ascensor y finalmente, dos cuerpos desnudos, gemidos entrecortados y caricias repletas de pasión bajo las sábanas Sentadas en la cafetería del hospital, mientras daban cuenta de un par de cafés no podían dejar de reír por algo que habían dicho. Algunos compañeros las miraban preguntándose qué tenía tanta gracia, ellas apenas hacían caso a las miradas de los demás, tan bien como estaban así, pasaban de lo que el resto pensara E: ¿Y qué le dijiste? (preguntó mientras reía) porque te temo... M: No me temas tanto (contestó con una sonrisa) y lo que le he dicho es que si quiere que me denuncie pero que no pienso abrir a su hijo en canal para sacarle un chicle del estómago (continuó) E: ¿Se lo has dicho así? (quiso saber asombrada y sonriente por la bordería de Maca) M: Tal y como te lo cuento (afirmó dándole un sorbo a su café) E: Mira que eres bruta, Maca (sonrió) ¿Cómo se te ocurre hablarle así? Es una madre preocupada... M: Esther, que me ha tenido como media hora machacándome porque decía que el chicle le iba a llegar al cerebro (continuó en su defensa) E: No, si... en realidad, hay gente más bruta que tú (sonrió) M: Se lo he dicho varias veces, que no se preocupara, que por un chicle no pasa absolutamente nada (afirmó) en unos días lo evacuará y ya está... pero claro, ya sabes cómo es la gente, se meten en internet y no hacen más que leer burradas Alicia: Hola chicas (saludó Alicia llegando hasta ellas) Maca, Javier quiere hablar contigo (le comunicó) M: ¿Te ha dicho para qué? (miró su reloj) porque mi turno termina en... diez minutos Alicia: No sé, algo sobre un niño y abrir en canal a alguien (la pediatra miró a Esther con los ojos abiertos) M: Genial... no si... ya verás (le dijo a la enfermera) al final la mando directamente a la mierda E: Venga, tranquila (acarició su brazo) Javier te va a dar la razón... Risas que esconden llantos 5 M: Supongo (se levantó terminando su café) Recojo yo a Pedro y me lo llevo al parque, ¿Te esperamos allí? E: Claro (contestó con una enorme sonrisa) no seas borde (advirtió) M: Ya... ya... (contestó mientras se marchaba) Esther la siguió con la mirada y una sonrisa en los labios, cuando se volvió Alicia la miraba sin dejar de sonreír, ella negó con la cabeza y su subordinada aumentó la sonrisa, la enfermera suspiró E: ¿Qué pasa Alicia? (preguntó por fin) Alicia: Nada... que me alegra veros así (sonrió) se os ve muy bien (apreció) E: Lo estamos (dijo convencida) la verdad es que estamos muy bien Alicia: Me dais envidia (soltó y la enfermera la miró sorprendida por aquella salida) sí, no sé, después de todo lo que... E: Ya (la cortó sin querer hablar del tema) me tengo que ir a hacer el pedido de farmacia (continuó diciendo ante el asombro de Alicia por dejarla con la palabra en la boca) luego te veo Alicia: Esther (la paró) no he querido... (dijo de manera algo culposa) E: Tranquila (sonrió) no pasa nada, luego nos vemos Alicia: Vale (contestó algo fastidiada y viendo cómo su jefa desaparecía de la cafetería) Llegó a farmacia y cerró la puerta quedándose a solas, miró a su alrededor, en realidad, no tenía nada que hacer allí, ya había hecho el pedido de farmacia, era solo que no quería seguir hablando de aquel tema y Alicia parecía no tener intención de parar En realidad la entendía, a ella y al resto de compañeros que se sorprendían de que estuvieran así, después de todo lo ocurrido, lo lógico hubiera sido algo muy diferente, pero habían sabido salir adelante y a pesar de que sabía que todos se alegraban al verlas bien, también entendía que se “sorprendieran” en cierta manera por ello No había sido fácil, muy por el contrario había sido lo más difícil que habían hecho pero merecía la pena, claro que lo hacía, porque para ella, Maca era una de las personas más importantes de su vida, y no quería perderla por nada del mundo. Aunque algo le decía que eso, no estaba del todo en sus manos M: Ey, ¿Estás bien? (acarició su rostro al entrar en enfermería y verla ausente) E: Sí, claro (sonrió ampliamente y se dejó acariciar) M: ¿Seguro? (Esther asintió) vale... pues, voy a buscar a Pedro, ¿Vienes tú al parque luego o te mejor pasamos a recoger? E: Yo voy al parque (afirmó) quiero pasar antes por casa M: Vale, pues luego nos vemos (terminó de decir para salir de allí e ir a recoger a su hijo. Esther la siguió con la mirada y pudo ver cómo, antes de desaparecer por las puertas de urgencias, la pediatra tomaba su móvil y parecía escribir un mensaje. Bajó la cabeza, negó lentamente, sacó una mínima sonrisa quizás algo triste y volvió a su trabajo) En el parque, Maca subía a su hijo una vez más al tobogán y este, tras tirarse de él, de nuevo le pedía que volviera a subirlo. Llevaban así cerca de una hora y media y aún no había ninguna señal que le dijera que Esther llegaría Risas que esconden llantos 6 Miraba el reloj de manera un tanto intermitente. Se le hacía tarde y Esther no aparecía. Tomó su móvil y llamó por teléfono, mientras que Pedro dejaba un poco olvidado el tobogán y se subía a un nuevo columpio pidiendo su atención Pedro: ¡Mami puja! (gritó el niño al ver que Maca no terminaba de acercarse) M: Voy mi amor, un segundo (le contestó esperando a que respondieran al otro lado de la línea) -: ¿Sí? (finalmente contestó) M: Hola (sonrió sabiendo que sacaría una sonrisa de ella) ¿Qué haces? -: Pues... me estaba preparando, he quedado ¿sabes? (continuó su interlocutora) M: ¿Ah sí? (preguntó) ¿tengo que ponerme celosa? (jugó) -: Uhmm... quien sabe (le siguió el juego) M: Anda que... (rió más ampliamente) Pedro: ¡Mami puja, mami! (gritó una vez más el crío) M: Espera un segundo (le dijo a la chica con quien hablaba) a ver, cariño (le empujó ligeramente) Pedro: ¡Más alto! (reía el pequeño) M: No, más alto no, que luego te da miedo (rió, Pedro protestó) así, Pedro, más no (repitió) Ya estoy contigo (le dijo de nuevo a su interlocutora mientras no dejaba de empujar ligeramente el columpio) -: ¿Dónde estás? (preguntó) pensé que habíamos quedado en media hora M: Ya... si por eso te llamo (dijo un tanto culpable) que... me voy a retrasar... estoy con Pedro en el parque... -: Ah... pues nada, entonces sí que voy a tener que buscarme a otra... (bromeó de nuevo) M: Ni se te ocurra tonta (continuó ella) si luego sabes que te compenso -: Eso espero (dijo en un tono de advertencia que hizo que Maca se mordiera el labio) M: Luego te veo ¿vale? (cortó aquel “juego” al ver que Esther llegaba hasta ellos) ciao (colgó el teléfono y lo guardó en el bolso justo cuando la enfermera quedaba junto a ella) Hola (saludó) sí que has tardado ¿uhm? E: Uff... es que al final se ha complicado la cosa (sonrió) ¿y mi príncipe no me va a saludar o qué? (le dijo a Pedro que la miraba jurando su cabeza) Pedro: Mami me puja (le contó) E: Ya lo veo ya (sonrió mirando a su hijo) ¿qué tal vosotros? (se volvió hacia Maca de nuevo) M: Bien... aunque yo ya un poco cansada... este no ha parado quieto ni cinco minutos desde que hemos llegado (le informó) E: En eso no podemos decir que no ha salido a ti (sonrió y se llevó un cariñoso palo a modo de reprimenda) M: Cómo no, buscando excusas para meterte conmigo (bromeó) E: Claro, ya me conoces (dijo con una mirada canalla) Durante un rato más, siguieron entre juegos con Pedro y charlando tranquilamente entre ellas sobre el hospital y lo que había pasado al final del turno de Esther. El niño parecía no querer moverse de aquel parque de juegos al que siempre le llevaban. Maca y Esther se limitaban a atender a su hijo llevándolo de un lado para otro y riendo entre ellas mientras se gastaban bromas Eran cerca de las seis y media de la tarde y Pedro, por fin, comenzaba a estar cansado. Así se lo hizo saber a su madre cuando le pidió que lo cogiera en brazos y allí se quedó Risas que esconden llantos 7 sin más ganas de juegos. Con cuidado Esther lo dejó en el carro y decidieron que ya era la hora de volver a casa. Estaban ya saliendo del parque cuando Maca, a lo lejos vio a una mujer que reconoció al instante acercándose a ellas. Miró a Esther, a su hijo y de nuevo a aquella chica que no tenía intención de desviarse de su camino -: Hola (dijo de manera general. Esther la miró con el ceño fruncido sin tener ni la menor idea de quién era aquella chica alta, morena y con los ojos claros que las saludaba) M: Hola (contestó al saludo) ¿qué haces aquí? (preguntó descolocada separándose un poco de Esther, no lo suficiente como para que no la oyera) -: Bueno... como no venías y tenía ganas de verte (Esther la miró) M: Ya... (miró hacia la enfermera) -: ¿No nos presentas? (preguntó con una sonrisa inocente que escondía el miedo a que Maca, tras esa autoinvitación se enfadara con ella) M: Ehh... sí (dijo algo dubitativa, pendiente de la mirada de Esther) claro... (la enfermera dio un paso hacia ellas) bueno... Ehmm... (se sentía bastante incómoda) ella es Adela... (la chica sonrió) y... bueno ella... ella es... E: Soy Esther (la atajó extendiendo la mano) su exmujer (aclaró con una sonrisa amable) Adela: Encantada (contestó apretando su mano) E: Igualmente (sonrió, se quedaron así durante unos segundos, sin saber qué decir o como reaccionar) en fin... tengo que llevar a Pedro a casa así que... (miró a la pediatra) Maca quédate con ella si quieres... hablamos mañana M: Sí, claro (contestó no demasiado convencida) vale. Luego... luego te llamo (susurró) E: Bien... hasta luego (terminó de decir despidiéndose de ellas y empujando el carro de su hijo después de que este se despidiera de su madre) M: ¿Por qué has venido? (se cruzó de brazos mirando a Adela) Adela: Ya te he dicho que tenía ganas de verte y... (la miró con una ceja alzada) ¿Te has enfadado? M: No (contestó) es solo que... no sé, no era así como quería presentarle a alguien... (dijo un tanto molesta) Adela: Bueno... tampoco ha sido tan malo (contestó acercándose a ella más de lo necesario) es muy simpática y vuestro hijo es una ricura (decía mientras coqueteaba) M: Sí... (seguía mirando el camino por el que se habían marchado) Adela: No te enfades va (dijo haciendo morritos y logrando que la mirara) ¿umh? (la besó levemente) ¿uhm? (repitió para profundizar algo más el beso) M: Anda... vámonos de aquí o daremos el espectáculo (dijo ya con otro humor y Adela sonrió de oreja a oreja) Esther llegó a casa y se dedicó a atender a su hijo. No pensó en aquel encuentro, ni siquiera se paró a preguntarse nada, cada una tenía su vida desde hacía tiempo y sí, habían conseguido llevarse bien, más que eso, habían conseguido ser amigas así que, si las cosas le iban bien, se alegraba por ella. Así que no quiso darle demasiadas vueltas al tema y simplemente, se concentró en Pedro, pasando la tarde con él y quedándose dormida en su cama tras contarle un cuento La mañana estaba siendo un auténtico caos, pareciera que era el día oficial de ponerse enfermo y urgencias, si bien no estaba colapsada era un ir y venir de médicos, Risas que esconden llantos 8 enfermeras y pacientes. No se habían visto en todo el turno, ni siquiera para tomarse ese café rutinario que siempre se tomaban cuando tenían turno juntas. Maca miraba a su alrededor, quería hablar con ella sobre lo que pasara el día anterior y no había manera de encontrarla. Desistió en su búsqueda y fue hacia cafetería, su sorpresa fue encontrarla allí, con Alicia mientras tranquilamente desayunaban M: Hola (las saludó) pensé que me buscarías para tomarnos un café (dijo algo sorprendida) E: Sí... pero con tanto lío pensé que estarías en pediatría y yo acabo de terminar con un paciente y me he escabullido un momento (se excusó, a Maca le pareció algo nerviosa en sus palabras) Alicia: Voy... voy a ver si alguien me necesita (dijo mirándolas a ambas que se habían quedado calladas) M: Quería hablar contigo (continuó sentándose una vez Alicia se marchó) sobre lo de ayer... E: No tienes que explicarme nada, Maca (sonrió) es tu vida, puedes hacer lo que quieras... M: Iba a contártelo (continuó como si no la hubiera oído) pero... no sabía si... no sé, como nunca hemos hablado de rehacer nuestras vidas ni... E: A ver (la cortó viendo que no sabía por donde seguir) ¿somos amigas no? (sonrió; Maca afirmó) pues ya está, puedes contarme lo que quieras... tanto si es un ligue como una novia o lo que sea, no me vas a enfadar, ni molestar ni nada (aseguró) M: No es... no es mi novia (continuó sin saber porqué quería darle tantas explicaciones) bueno... no técnicamente... es... no sé, muy pronto para ponerle ese nombre y tampoco es que hayamos hablado de eso... nos hemos visto unas cuantas veces pero de ahí a... a novia... E: Maca (sonrió, una vez más, la pediatra soltaba una verborrea que no terminaría nunca) de verdad, no pasa nada (repitió) a mí lo único que me interesa es que tú estés bien, que Pedro esté bien y ya está M: Vale... (bajó la cabeza) Es raro hablar de esto contigo (pronunció) E: Fummm (suspiró) Maca, no te comas la cabeza, ya está, somos amigas y ya está M: Sé que somos amigas, tú eres una de mis mejores amigas, Esther (contestó) pero entiende que después de todo haya ciertos temas que sean un tanto... complicados (dijo buscando la palabra) de tratar... no sé, no sabía cómo te lo ibas a tomar ni si había llegado el momento de hablar de estas cosas entre nosotras y... E: A ver... cálmate (la paró una vez más al ver que no dejaría el tema) si te preocupa que me pueda sentar mal, no lo hagas, me da igual (Maca alzó una ceja) a ver, no me entiendas mal, no me da igual, quiero que estés feliz y si esa chica lo hace, pues entonces bienvenida sea... pero no me hace daño (continuó) somos adultas y sabemos lo que hay entre nosotras (Maca afirmó) además, que yo también he tenido mis líos (soltó finalmente) M: ¿Ah sí? (sonrió de lado) ¿Y...? (la animó a seguir queriendo saber qué eran esos líos) E: Nada serio (afirmó) en cuanto haya algo serio te lo contaré... pero de momento no hay nada así que (hizo un gesto con la mano, como cerrando una cremallera en sus labios) M: Vale... (quedó callada de nuevo y suspiró antes de continuar a hablar) ¿No te da miedo? (preguntó) E: ¿Qué? (quiso saber un tanto fuera de juego) Risas que esconden llantos 9 M: Pues... eso... tener algo serio, empezar una relación... no sé, la nuestra no funcionó y da un poco de miedo (terminó de decir) E: Maca... que la nuestra no funcionara no significa que ninguna otra lo haga (apretó su mano dándole ánimos y dejó una leve caricia en ella) así que si te gusta esa chica, ve a por ella... (dijo con firmeza) M: Esther yo... (su busca comenzó a sonar y sus palabras quedaron en el aire) me tengo que ir (se levantó) gracias por todo (dijo agachándose y dejando un beso en su mejilla se alejó de la mesa) E: De nada... (murmuró Esther sin quitarle ojo hasta que desapareció de su campo de visión... negó con la cabeza, sonrió mínimamente y tras un largo y hondo suspiro se levantó para volver a trabajar) Sentada en el sofá de su casa no podía dejar de pensar en la conversación que había mantenido con Esther en el hospital. La verdad era que le resultaba un tanto irónico poder hablar con total naturalidad con ella sobre ese tema. Ellas que se habían querido como no habían querido a nadie, que se habían amado con el alma ahora hablaban con cierta normalidad sobre relaciones con otras personas No había sido fácil, las separaciones nunca lo son y sin embargo habían logrado salvar quizás lo más importante, la amistad. Sí, eran amigas, grandes amigas, pese a que en cierto modo se ocultaban cosas, hasta ese momento no habían hablado de otras mujeres, ni tan siquiera habían insinuado si les gustaba alguien o si habían tenido algo con alguna chica. Pero se había abierto la veda y ahora, tal vez, todo fuera incluso más fácil de lo que era Mientras pensaba en ello, venían a su mente recuerdos algo lejanos ya del porqué de aquella situación... sí, una separación siempre es difícil, pero, irónicamente, puede resultar más fácil cuando tienes algo que reprochar, en su caso, ellas no tenían nada que echarse en cara, simplemente todo había terminado entre ellas y un día se dieron cuenta que no había nada que salvar... M: Esto no va a ningún sitio, Esther (le había dicho aquella mañana de febrero, cuando apenas se habían levantado. Ella había sido la que finalmente había puesto en palabras lo que ambas pensaban y sentían desde hacía meses... ella había sido quien, tomando las fuerzas necesarias, había puesto sobre la mesa el final de su relación) E: Lo sé (había contestado Esther mientras daba un sorbo a su café y bajaba la mirada) M: Estoy... cansada... (afirmó sentándose a su lado) cansada de... de que últimamente no hagamos más que pelear por tonterías, cansada de sentirnos tan lejos la una de la otra... (la miró, tomó su mano y continuó) esto no funciona... E: Supongo que... (la miró con tristeza) lo más coherente que podemos hacer si no queremos terminar odiándonos es... es... (tragó saliva) separarnos... M: Sí (fue lo único que contestó) Y no hubo ningún tipo de reproches, ni gritos, ni luchas absurdas de abogados ni juicios. Fue una separación absolutamente amistosa, totalmente cordial y que ponía fin a un matrimonio que se había ido apagando poco a poco Risas que esconden llantos 10 Ninguna de las dos volvió a hablar del tema, ninguna de las dos quiso hurgar en la herida... pero dolía, claro que dolía, ambas sufrieron con aquella separación que sorprendió a todos sus allegados. A todo el mundo le pilló por sorpresa, acostumbrados a verlas como la pareja más fuerte y consolidada del mundo nadie pudo imaginarse nunca que, tras la puerta de casa, el matrimonio se venía abajo A pesar de la tranquilidad de la separación pasaron por un proceso de confusión que las llevó a no hablarse, a mantener las distancias e incluso ambas, en tiempos diferentes tuvieron un momento de ira hacia la otra. Sin embargo, con el paso del tiempo, todo se fue diluyendo y por el bien del pequeño y sobre todo porque, a decir verdad, ninguna de las dos quería perder a la otra, terminaron por convertirse en amigas... Amigas... sí, eran amigas, de un modo excepcional eran amigas... y eso, era otra de las grandes cosas que sorprendían a sus amigos, que dos personas que se habían querido tantísimo, que dos personas que habían vivido los momentos más felices de sus vidas juntas terminaran por ser tan solo dos amigas era algo que no todo el mundo consigue y que, según lo veían los demás, era digno de admiración. Amigas, dos amigas que tenían un pasado común. Amigas, dos amigas que reían juntas, que se contaban confidencias, que se apoyaban, que se ayudaban, que se conocían mejor que a cualquier otra persona. Simplemente, amigas por encima de todo... El teléfono de casa sonó y la sacó de sus pensamientos. Frunció el ceño porque no entendió que, de buenas a primeras, se pusiera a pensar en cosas del pasado que se suponía estaban superadas. Negando con la cabeza tomó el aparato y contestó M: ¿Sí? (preguntó tras descolgar) E: ¡Hola! (saludó una cantarina Esther al otro lado de la línea) ¿te pillo mal? (quiso saber) M: No... no (contestó) estaba aquí viendo una peli, no hacía nada E: Ah... y... ¿tienes algún plan para esta noche? (preguntó y Maca alzó una ceja a este lado de la línea) M: Pues... no... ¿por qué? ¿Vas a invitarme a una noche loca? (bromeó) E: Bueno... si quieres lo organizamos para otro día (continuó la broma) pero ha de ser muy loca, de esas de no saber en qué punto del mapa terminaremos M: Hecho (sonrió) pero si no me vas a invitar hoy, dime para qué querías saber si tengo algún plan hoy (continuó diciendo) E: Quería saber si habías quedado con... esta chica... M: Adela (terminó de decir) y no, hoy no he quedado con ella (dijo un tanto fuera de juego por esa salida) E: Ya... entonces... ¿Puedes quedarte con Pedro hoy aunque no te toque? (preguntó un tanto dubitativa) M: Eh... sí, claro (afirmó) sin problemas (dudó si preguntar pero finalmente no pudo evitarlo) ¿vas a salir? E: Sí... he quedado con Leonor (contestó con cierta naturalidad) ¿te acuerdas de ella? La enfermera esta que se fue a Castellón M: Sí, Leonor, claro que me acuerdo de ella (contestó, recordándola vagamente el día de su boda. Leonor era una antigua compañera y amiga de Esther del hospital, con la que había compartido piso y que antes de que ella llegara al Central, se había marchado a Castellón tras una oferta de un hospital, en un puesto mejor y un sueldo más suculento) Risas que esconden llantos 11 E: Pues ha venido a Madrid y vamos a ir a cenar y a tomar algo (le explicó, preguntándose porqué le daba tantas explicaciones, era como si, en el fondo, quisiera disculparse) M: Vale pues... tráeme a Pedro cuando quieras, estaré aquí (dijo con simpatía) y que os divirtáis (deseó) E: Gracias, Maca (contestó al otro lado de la línea) en una hora paso por allí M: Vale, te espero (terminó de decir colgando le teléfono) Quedó con el teléfono en la mano, Maca había colgado antes de que pudiera despedirse. Lo miró un tanto sorprendida y finalmente le restó importancia. Miró el reloj, como siempre tarde, así que sin querer darle más vueltas al asunto, dejó el teléfono sobre la mesa y fue a arreglarse concienzudamente. Esa noche, más que ninguna otra, tenía muchas ganas de salir y ¿quién sabía? Quizás comerse el mundo Cuando abrió la puerta se quedó parada mirándola. Estaba realmente preciosa, hacía mucho tiempo que no la veía tan arreglada y tan bonita así que simplemente, se quedó sin habla Pedro: Mami (pidió su atención el pequeño y ella desvió la mirada de Esther para sonreír a su hijo) quiero pizza para cenar (pidió el niño) M: Ya veremos (sonrió agachándose para darle un beso) anda, ve a dejar la mochila en tu cuarto (dijo dándole un cachete cariñoso en el culo, el niño entró en una carrera en casa y ella se levantó de nuevo. Esther hizo un gesto coqueto y dio una vuelta sobre sí misma) estás muy guapa E: Gracias (contestó con una sonrisa) no sabía si era demasiado M: No, que va (dijo de nuevo) estás muy, muy guapa (afirmó una vez más) vamos... que si te encontrara en algún pub intentaría ligar contigo E: Jaja, puedes intentarlo ahora ¿eh? (le siguió la broma) me subirás el ego M: No te hace falta que te suba el ego (contestó) porque más guapa no se puede estar (alabó de nuevo) ¿quieres pasar y tomarte algo? E: ¡Ajá! (exclamó) estás ligando conmigo M: Por supuesto, preciosa (continuó la broma haciéndole un gesto coqueto) venga... pasa... E: No puedo, Maca (terminaron ya con la broma) Leonor me está esperando (se excusó) M: Vale, pues... que os divirtáis y... (la miró de arriba abajo) liga mucho ¿eh? E: Lo que se pueda (sonrió, se acercó dejó un beso en su mejilla) hasta mañana (terminó de decir despidiéndose y entrando en el ascensor) En un restaurante del centro Leonor y Esther disfrutaban de una cena mientras se ponían al día de sus vidas. Hacía casi dos años que no se veían y tenían muchísimas cosas que contarse. Leonor le contó que estaba viviendo con un chico y que si todo iba bien, sonarían pronto campanas de boda. La enfermera se alegró por ella y la felicitó. Tras esto, ella le contó lo que había ocurrido con su matrimonio y Leonor no podía dejar de sorprenderse con todo lo que le contaba... Leonor: Pues... no sé, debe ser difícil esa situación (comentó una vez Esther le contó cómo estaban las cosas) Risas que esconden llantos 12 E: ¿Difícil? Que va, si estamos genial (sonrió, Leonor la miró con una ceja alzada) en serio, nos llevamos estupendamente y somos muy buenas amigas (afirmó convencida de ello) Leonor: Esther, no se puede ser amiga de tu ex (soltó ante la sorpresa de la enfermera) es imposible E: No, claro que no es imposible (rebatió) nosotras lo somos Leonor: ¿Seguro? (la enfermera asintió) pues qué quieres que te diga, no me lo creo... tal como yo lo veo fingís que sois amigas, pero no lo sois, puede parecer que tenéis una amistad pero no es cierta (siguió) te lo digo yo que he intentado ser amiga de todos mis ex y nunca ha funcionado E: A nosotras sí (soltó un tanto seria) Leonor: Ya... os funciona ahora, pero no sé cuánto vais a aguantar esta situación (siguió diciendo) habéis estado casadas, os habéis querido mucho, os habéis visto desnudas un montón de veces y habéis hecho el amor otras tantas, no podéis simplemente borrar lo que sentíais y pretender ser amigas... E: Pues lo somos Leonor: ¿Os habéis vuelto a acostar? (preguntó a bocajarro) E: ¿Qué? ¡No! (exclamó más sorprendida aún por aquella salida) estamos divorciadas Leonor, lo nuestro terminó Leonor: Ya... mira yo solo sé que entre ex, por muy amigas que pretendáis ser, siempre, siempre, habrá cierta tensión, llámala tensión sexual o tensión sentimental, llámala como quieras, pero esa tensión, por mucho que la disfracéis estará allí siempre y en algún momento os explotará en la cara (siguió diciendo, Esther no podía creer lo que escuchaba) E: ¡No hay tensión entre nosotras! (exclamó una vez más) Leonor: Vale... como quieras (dejó el tema viendo que Esther no quería escuchar ni entender lo que pretendía decirle) bueno, va, entonces cuéntame qué tal tu vida sin Maca E: Bien... muy bien (afirmó) sigo siendo la jefa de enfermeras, Pedro es el niño más maravilloso del mundo, tengo buenas amigas... Leonor: ¿Y amores? (preguntó) E: Pues... nada... (bajó la cabeza) Leonor: ¿Nada desde Maca? (Esther afirmó) ya... porque no quieres o porque no ha surgido... E: Pues... yo que sé (se puso nerviosa) porque no... no ha habido nadie que me atrajera... Leonor: Ya... (contestó sin que se lo creyera mucho) E: En serio Leo, no pienses cosas raras (dijo al adivinar lo que estaba pensando) entre Maca y yo no hay nada, de hecho, está saliendo con una chica (Leonor la miró) y aunque yo no haya tenido nada, no significa que no tenga ganas de encontrar a alguien y la encontraré, pero no será Maca (afirmó categórica) Leonor: Está bien... como quieras (afirmó dejando por fin el tema) La cena continuó de manera entretenida, cambiaron drásticamente de tema ya que ninguna de las dos quería ahondar más en ello. A pesar de no querer seguir hablando de ello, había algo que no dejaba de repetirse en la mente de Esther. Quizás no había querido pensar en ello antes, pero no entendía la razón por la que le dijo a Maca que ella también había tenido sus “líos” sin que fuera cierto. Se autoconvenció en la excusa de que de ese modo, sería más fácil para Maca hablar sobre el tema y que esa era única y exclusivamente la razón Risas que esconden llantos 13 Terminaron la cena y Esther se empeñó en ir a un bar de ambiente. No sabía demasiado bien por qué se empeñaba tanto en eso, quizás porque quería demostrarle a Leonor que todo lo que había dicho era una absoluta estupidez, que no existía ningún tipo de tensión entre Maca y ella y mucho menos sentimientos... así que cuando entraron en aquel pub, hizo un barrido con la mirada, buscaba algo, alguien que llamara su atención. Había llegado el momento de rehacer su vida de una vez por todas Una apendicitis con riesgo inminente de peritonitis le hizo entrar en quirófano apenas entró a trabajar. Ni siquiera le había dado tiempo a saludar a nadie cuando ya se estaba preparando para la operación. Mientras se lavaba las manos concienzudamente en la zona séptica, la puerta se abrió dejando paso a la enfermera que la asistiría. Sonrió ampliamente mirándola a través del espejo y recibió la misma sonrisa como respuesta M: Ya echaba de menos operar contigo (comentó sin dejar de mirarla) E: Y yo (aceptó) ¿Por qué te crees que le he dicho a Lorena que la sustituía? (sonrió cómplice) M: Pues me alegro, porque eres la mejor y le das mil vueltas a Lorena (continuó ella secándose ya las manos) E: Aduladora (comentó) es una operación sencilla y Lorena es buena asistente (terminó de decir) M: Lo será, pero me gusta operar contigo (dijo a modo de respuesta mirándola un segundo antes de entrar en el quirófano) no tardes ¿eh? E: Ya voy (decía mientras terminaba de lavarse) Comenzaron la operación con la profesionalidad que a ambas les caracterizaba. Durante los primeros quince minutos se centraron en el paciente, la operación no presentaba problemas ninguno y eso les dio la oportunidad de relajarse un poco sin perder la concentración M: Menos mal que no hay perforación (murmuró una vez llegó al punto del problema) E: Ya... pero un poco más y... (aspiraba) M: Nada, por suerte para este chaval no ha pasado nada (afirmó, la miró un segundo y volvió a la operación) oye, no me has contado nada de tu salida de anoche (comentó de manera pausada) E: Me lo pasé muy bien (sonrió tras la mascarilla y Maca pudo imaginarse su sonrisa) cenamos, hablamos, y luego fuimos a tomar unas copas... M: ¿Y ligaste? (preguntó con la mirada pícara) porque con lo guapa que ibas como para no hacerlo E: Maca... (protestó algo avergonzada) no es el sitio... (señaló con la cabeza al anestesista que las miraba intermitente) M: Tú has ligado (afirmó y ahora fue ella quien sonrió tras la mascarilla) E: ¡Maca! (volvió a protestar y la pediatra rió levemente) M: Has ligado (canturreó volviendo a la operación) E: ¿Vas a extirpar ya el apéndice? (preguntó queriendo cambiar de tema) M: Sí, prepáralo (contestó antes de echarle una última mirada) De nuevo inmersas en la operación dejaron el tema para más tarde. Maca la miraba de reojo de vez en cuando y se dio cuenta que, con la mascarilla le era muchísimo más fácil Risas que esconden llantos 14 diferenciar el brillo en los ojos de su exmujer de lo que le había sido antes en la zona séptica. Había ligado, estaba claro que sí, tenía esa mirada de quien se siente halagada y contenta, esa que aparece cuando una noche, una tarde o una mañana; en un pub, una cafetería o una biblioteca alguien se interesa por ti Terminada la operación y tras hablar con los padres, no pudo evitar buscarla, la enfermera se había escabullido de ella cuando había intentado tocar el tema y lo cierto era que sentía curiosidad por saber quién era aquella chica, porque estaba segura de que había una chica. Tras buscarla por medio hospital, finalmente la encontró en farmacia, haciendo inventario y hablando con una de sus subordinadas. Esperó a que ésta se marchara y entró cerrando la puerta tras de sí M: ¿No me lo vas a contar? (preguntó cruzándose de brazos) E: No hay nada que contar (contestó, pero de nuevo aquella sonrisa avergonzada y su ligero nerviosismo le dijo a Maca que sí había algo que contar) M: Vamos... somos amigas (le recordó) yo te hablé de Adela, podrías contármelo... E: Está bien... conocí a alguien (le contestó) pero no es nada... solo... charlamos... M: Pues para solo charlar tienes ese brillo (señaló sus ojos) E: ¿Qué brillo? (hizo aspavientos con las manos) déjate de tonterías M: No es una tontería (afirmó) te brillan los ojos como cuando... (se cortó) te brillan y hacía tiempo que no te brillaban (terminó de decir) E: Solo es una chica con la que charlé, pasamos la noche hablando... (continuó diciendo, se había percatado del modo en el que se había cortado pero decidió ignorarlo) me reí mucho con ella... M: ¿Y...? (la invitó a seguir) E: Y nada... ya está (intentó seguir con lo suyo) M: Va, Esther, que no quiero tener que buscar un sacacorchos para que me lo cuentes... E: Me dio su teléfono... (declaró, sin preguntarse para nada el por qué de tanto interés, era obvio que Maca tenía el mismo interés que ella, simplemente, contarse las cosas, como dos amigas que eran) es... muy inteligente, o lo parece y bastante simpática, hablamos de mil temas distintos y... lo pasé muy bien con ella... supongo que la llamaré para tomar un café (la miró, Maca asintió con la cabeza) pero no hay nada más... (terminó de decir) M: Me alegro de que lo pasaras bien (dijo acariciando su mejilla y mirándola a los ojos) E: Gracias (contestó devolviéndole la mirada) tengo que... que seguir con esto M: Sí, yo voy a ver cómo está el chico del apendicitis (informó para después salir de farmacia con las manos en los bolsillos) Cuando dio la vuelta a la esquina, se quedó parada un segundo, se alegraba por ella y esperaba que si tenía que pasar algo entre Esther y esa chica, les fuera bien, se lo merecía... le había alegrado volver a ver ese brillo en los ojos que antes, hacía mucho, era ella quien lo provocaba y que se fue apagando poco a poco sin saber muy bien por qué. No quiso pensar más en ello, eran cosas del pasado que debían seguir en el pasado así que, sacando su móvil del bolsillo buscó el número de Adela y marcó a la espera de respuesta Adela: Hola, preciosa (contestó al otro lado y a este, a ella le salió una pequeña sonrisa) M: Hola... ¿qué haces luego? (preguntó directamente) Adela: Pues... tenía pensado ver una peli con palomitas (contestó) M: Ya no (afirmó mientras reanudaba el paso) Risas que esconden llantos 15 Adela: ¿No? (preguntó retóricamente) ¿Y entonces qué hago luego? M: Pues ponerte más guapa de lo que ya eres y esperar a que te recoja (afirmó) tengo ganas de verte Adela: Y yo a ti (soltó algo mimosa) M: Termino a las siete y media (continuó) te veo entonces (había llegado ya a la habitación de su paciente) te tengo que dejar, estate lista y no me hagas esperar (terminó de decir colgando el teléfono sin darle apenas tiempo para despedirse. Guardó el móvil, suspiró, sonrió y finalmente entró en la habitación) En las siguientes semanas, Esther quedó en varias ocasiones con Susana, la chica que había conocido durante aquella salida con Leonor. La primera vez quedaron para tomar un café, la segunda para ir al cine, la tercera para cenar y la cuarta para dar un paseo que se alargó hasta la cena y tras esto fueron a tomar una copa. Parecía que poco a poco iba surgiendo algo entre ellas. Les gustaba estar juntas, se iban conociendo paso a paso y les encantaban pasarse horas hablando de todo y de nada Por su parte, Maca, comenzaba a implicarse más en su relación con Adela, la cual, parecía encantada con las atenciones de la pediatra. Quedaban para cualquier cosa, ya fuera una cena o ver una peli en casa de alguna de las dos. Como les pasara a Esther y Susana a ellas también les gustaba estar juntas y cada vez que podían buscaban la forma de pasar un rato una con la otra Como podría esperarse, que sus respectivas relaciones se estrecharan hacía que la relación-amistad entre Maca y Esther se resintiera un poco. No es que dejaran de verse pero ya no lo hacían con tanta asiduidad. En más de una ocasión se habían visto pasarse días sin verse y lo cierto era que cuando se veían, se daban cuenta que en cierta forma, se echaban de menos Aquel día ninguna de las dos había quedado. Maca había pasado el día con Pedro y Esther había tenido turno en el hospital. Cuando la pediatra fue a llevar al niño a casa de su ex, esperaba poder hablar un ratito con ella, echaba de menos sus charlas Como venía siendo habitual, o al menos había sido lo normal en ellas hasta que entraran en sus vidas Adela y Susana, Maca se quedó el resto de la tarde en casa de Esther, ayudándola con Pedro, jugando los tres y dividiéndose las tareas de baño y cena del niño. Cuando el pequeño finalmente se durmió, quedaron ellas a solas en el salón y una sensación algo extraña se instaló en ellas E: ¿Te quedas a cenar? (preguntó, como mil veces antes había preguntado, queriendo darle la normalidad que siempre habían tenido en momentos como ese) M: Claro (contestó con una sonrisa levantándose del sofá para ayudarla en la preparación de la cena) Prepararon algo ligero, un par de filetes y una ensalada, Maca sacó una botella de vino y la abrió sirviendo un par de vasos. Cenaron de forma tranquila, hablando básicamente del niño o de cosas del hospital. Tras cenar y recoger se sentaron en el sofá, aún con las copas de vino en la mano y la botella ya casi terminada M: ¿Qué tal te va con Susana? (preguntó mientras le daba un trago a su copa) Risas que esconden llantos 16 E: Bien (contestó sacando una sonrisita) nos estamos conociendo M: Me alegro mucho por ti (declaró mirándola a los ojos) E: ¿Y tú con Adela? (quiso saber ella) M: Pues... ahí estamos (contestó de manera leve) conociéndonos más (afirmó) E: Espero que te salga bien (afirmó) te lo mereces... Y el silencio se hizo protagonista. Las miradas no se apartaban de sus ojos. Y quizás fue el alcohol ingerido con el vino, o la sensación de familiaridad que sentían, o el momento de melancolía que se formó entre ellas... quizás fue simplemente una locura, una estupidez Maca acarició su mejilla, como mil veces en el pasado lo había hecho. Esther se dejó acaricias sabiendo que aquella caricia siempre había sido el preludio de un beso. La pediatra se acercó a ella, sin decir una palabra, acercando sus cuerpos, la enfermera no impidió el movimiento aunque las dos sabían que aquello no era lo correcto Y tal vez fue que se dejaron llevar por el clima que se había formado entre las dos, tal vez se remontaron a los momentos felices de su matrimonio confundiendo los tiempos y la escena. Tal vez, es que simplemente, no pudieron evitarlo La pediatra llevó la caricia de su mejilla a los labios de Esther y la enfermera cerró los ojos por inercia. Maca se mordió el labio y sin pensar más en ello, acortó la distancia y la besó. Fue un beso lento, una leve caricia en los labios de la otra, un pequeño mordisco y una tierna presión que hizo que Esther le concediera el permiso y el espacio para que su lengua saludara a la suya profundizando el beso... E: Maca... (susurró sintiendo esos labios acariciar los suyos) M: Esther (murmuró atrapando su labio inferior) E: No... no podemos (dijo al fin, en un momento de lucidez, alejándola lo suficiente de ella) M: Lo sé (la miró) pero... no sé, las recaídas con los ex son un clásico (murmuró intentando atrapar de nuevo su boca) E: Nosotras no (cortó su acercamiento) nosotras no (repitió mirándola a los ojos) Maca se dio cuenta de la estupidez que estaban haciendo, Esther tenía razón, ellas no podían caer en eso, bastante difícil había sido todo como para complicarlo más, eran amigas, simplemente y no albergaban ese tipo de sentimientos... ya no... se habían dejado llevar por las nostalgia, por la melancolía de lo que fue una vez pero sabían, las dos, que si dejaban que aquello pasara, a la larga sería peor M: Tienes razón (afirmó) lo siento... E: Tranquila (contestó, ella también había tenido parte de culpa) no pasa nada... M: Ya... (bajó la cabeza) voy a marcharme (anunció tras un largo momento de silencio) te... te veo mañana en el hospital (dijo ya en pie y recogiendo sus cosas) E: Sí (sacó una sonrisa que no supo de dónde nacía) nos vemos mañana (se despidió en la puerta) M: Hasta luego (fue lo último que dijo antes de desaparecer del piso. Quedando ambas con una sensación extraña y deseando con todas sus fuerzas que aquel incómodo y desafortunado beso no cambiara nada la relación tan excelente que mantenían) Risas que esconden llantos 17 Sentadas en la cafetería del hospital, Claudia y Maca disfrutaban del segundo café de la mañana. Era uno de esos extraños días en el Central en el que no había nadie a quien atender. La mayoría de los médicos estaban o dando una cabezadita en la sala de reuniones o en la cafetería al igual que ellas. Apenas un par de médicos atendía a algún paciente pero ningún caso que revistiera gravedad Claudia: Y nada... desde aquella conversación la cosa va mejor, mucho mejor (le comentaba, su relación con Carlos, el psicólogo del hospital había tenido un bache aunque parecía que todo volvía a la normalidad entre ellos, al menos poco a poco) M: Me alegro mucho, Claudia (contestó de pasada mirando hacia la puerta) de verdad Claudia: Tú tenías razón (continuó) aún había muchas cosas que salvar entre nosotros (Maca sonrió con algo de tristeza, Claudia no lo notó) M: Sí, además, supongo que vosotros tenéis la base más importante de todas (la miró) os queréis... y eso hace que... (se quedó callada y se removió en su asiento algo incómoda, Claudia llevó la mirada hacia la puerta y vio cómo Esther entraba, miraba a su alrededor, quizás buscando un sitio donde sentarse y finalmente iba hasta la barra a por un zumo) hace que... que sea más fácil solucionar las cosas (terminó de decir) Claudia: Supongo (la miró entrecerrando los ojos) ¿La invitamos a sentarse? (preguntó finalmente algo extrañada por aquello, pues, lo lógico hubiera sido que Esther nada más verlas, se hubiera sentado con ellas, más si era casi el único sitio libre en toda la cafetería) M: Ehhh... No creo que... Claudia: ¡Esther! (tarde, Claudia ya la llamaba) ven siéntate con nosotras (le dijo señalándole la silla libre) E: Bu... bueno, tengo que... que ir a (removía el zumo entre sus manos, mirando de reojo a Maca que ni tan siquiera la miraba) tengo que ir a hacer el pedido de farmacia (terminó de decir a modo de excusa y salió despedida de la cafetería) genial, Esther (se decía a sí misma mientras se alejaba) y tú eras la que quería que no cambiara nada... Claudia: ¿Me he perdido algo? (preguntó muy descolocada por la actitud de aquellas dos) M: Nada... que... ayer la... la besé (Claudia abrió los ojos como platos) o nos besamos... no sé muy bien cómo fue Claudia: No lo entiendo (dijo tras recuperarse de la sorpresa) ¿No decías que no sentías nada por ella y que solo era una amiga más? M: Y no siento nada por ella, solo es una amiga más (afirmó) Claudia: ¿Y para qué la besas? (preguntó queriendo entenderlo todo) M: Yo que sé (se defendió) fue... una tontería, estábamos en casa... en su casa (se corrigió) habíamos terminado una botella de vino y... qué sé yo... quizás fue la nostalgia o... Claudia: O que aún la quieres (afirmó) M: Claudia, no (contestó queriendo convencerla) eso se acabó, lo nuestro no funcionó y estábamos bien como estábamos ya está... ni yo la quiero, ni ella me quiere... Claudia: ¿Sabes Maca? No lo entiendo (continuó) de hecho nunca lo he entendido y no he querido preguntarte pero... no me lo trago (se encogió de hombros) vuestra relación funcionaba (Maca hizo un gesto) no (la paró antes de que pudiera hablar) funcionaba, joder, todo el mundo lo veía y tú siempre me dijiste que erais muy felices juntas... sí, vale teníais problemas como toda pareja, pero podríais haberlos solucionado (continuó) Risas que esconden llantos 18 M: No cuando no hay amor (se defendió) no cuando el amor se agota, Claudia Claudia: Nadie se acuesta amando a una persona y se levanta sin quererla (afirmó, Maca la miró a los ojos y Claudia sintió que a su amiga, le dolía horrores hablar de eso) no quiero hacerte daño (la pediatra negó con la cabeza, como siempre queriendo hacerse la más fuerte) solo intento entender cómo es posible que la pareja más compenetrada y más auténtica que he visto, se fue a la mierda tan de repente... M: No fue tan de repente (soltó y Claudia quedó algo sorprendida, Maca jamás, ni siquiera con ella había hablado del tema, de hecho, la información oficial y la única que había obtenido Claudia, era que, simplemente, se habían distanciado y que para mantener la amistad habían decidido separarse) empezó meses atrás... (continuó diciendo) puedo decirte el día y la hora exacta en que todo comenzó a terminarse entre nosotras... (terminó de decir fijando la mirada en su café) Claudia: ¿Qué pasó? (se aventuró a preguntar antes de que Maca buscara cualquier excusa para marcharse y no hablar del tema) M: Jum... (rió con tristeza) ¿Recuerdas aquel día en el que Esther y yo bajábamos de una cita con la ginecóloga? (preguntó, Claudia la miró intentando recordar ese momento) tú pensaste que intentábamos volver a quedarnos embarazadas y te extrañaste de que Esther casi no hablara (la neuróloga, de un modo lejano recordó aquel día) Claudia: Dijiste que solo era una revisión rutinaria (afirmó) pero Esther estaba algo... no sé, rara... triste M: Disimulaba, no hablaba porque sabía que acabaría llorando (la miró) y nunca ha dejado que nadie la viera mal, incluso conmigo le costaba llorar (recordó) ese día... tenías razón, queríamos darle un hermano a Pedro y veníamos a ver a la doctora Sánchez, la ginecóloga de planta y la misma que nos había atendido con Pedro Claudia: Sí, sé quién es (afirmó) M: Era la tercera vez que lo intentábamos (Claudia se sorprendió aún más, nunca supo que estaban intentando quedarse embarazadas de nuevo) No se lo habíamos dicho a nadie, queríamos dar la noticia cuando Esther estuviera de unos meses, cuando todo fuera en orden... pero la primera vez no fue bien... (removió su café) fue un chasco pero sabíamos que no iba a ser fácil... que saliera bien a la primera con Pedro no quería decir nada... la segunda fue un poco peor, las dos estábamos convencidas de que esa vez había funcionado y... aquel día... aquel día fue el peor... La doctora Sánchez tenía los análisis en un sobre encima de la mesa. Esther me tenía la mano cogida entre las suyas y sonreía convencida de que estaba embarazada, yo... yo me había contagiado de su felicidad, así que también estaba convencida de que esa era la buena... a la tercera va la vencida, según dicen... para nosotras no Doctora Sánchez: Bien... (suspiró) antes de deciros los resultados quisiera hacerle un par de pruebas a Esther (aquello nos tomó por sorpresa, no lo entendíamos y aun así, no borramos la sonrisa de la cara) E: ¿No puedes decirnos antes los resultados? (dijo Esther) estamos un poco nerviosas (supongo que ella no se percató de su tono de voz. Yo sí, no me hacía falta que abriera aquel sobre para saber que esta vez, tampoco lo habíamos logrado) M: ¿Qué tipo de pruebas? (le pregunté, por instinto apreté la mano de Esther entre las mías, siempre me ha conocido muy bien y con ese simple gesto supo que había algo que no iba bien) Doctora Sánchez: Veréis (suspiró y supe que lo que iba a decir no era nada bueno, no podía ser nada bueno... soy médico y sé cuándo un médico va a dar malas noticias) que una inseminación no salga bien la primera vez es muy habitual... más de lo que pensáis Risas que esconden llantos 19 (continuó) la segunda vez también es más o menos normal, no es una técnica exacta y depende mucho de la mujer a la que se le implanta un embrión (miró a Esther, yo también la miré y supe que no estaba bien, que también vaticinaba lo que iba a decir la doctora y supe que aquello la estaba destrozando, volví a apretar su mano) pero tres veces... son demasiadas y... puede pasar (intentó darnos algo de esperanza) pero no es... digamos que no es muy normal... (se quedó callada, supongo que buscando las palabras que decirnos... Esther se mantuvo en silencio, ni siquiera soltó una lágrima delante de la doctora, supongo que estaba en shock al saber que esta vez, tampoco estaba embarazada) M: ¿A... a que... a qué puede deberse? (conseguí preguntar a duras penas, ni siquiera sé cómo me salió la voz) Doctora Sánchez: Mirad... existe un pequeño porcentaje de mujeres que... que tienen lo que comúnmente llamamos una incompatibilidad de útero y embrión (y aquellas palabras hicieron que Esther temblara y que yo... yo me quedara sin saber qué hacer) el cuerpo recibe al embrión como un intruso y lo deshecha... el útero no lo acoge y no permite que se dé el embarazo (siguió explicando) tenemos que hacerte más pruebas (le dijo a Esther directamente, pero yo sabía que no la estaba escuchando) pero basándonos en lo que sabemos y revisando de nuevo todo tu historial creo que... creo que estás en ese porcentaje... Nos quedamos calladas, sin saber qué decir o qué hacer, ninguna de las dos supimos cómo enfrentarnos a eso... yo miraba a Esther y veía en su rostro cuánto mal le habían hecho aquello E: ¿Po... podré... quedarme embarazada? (fue lo único que preguntó y yo... yo quise morirme allí mismo al escuchar tanto dolor en sus palabras) Doctora Sánchez: No te voy a mentir (afirmó) pero si tras las pruebas que quiero hacerte se confirma que esto es lo que te pasa... es muy, muy difícil que algún día puedas quedarte embarazada (era tan devastador... tan doloroso...) E: ¿Qué po... posibilidades tengo? (insistió y yo sabía que necesitaba aferrarse a algo, a algo que le dijera que todo aquello era simplemente cuestión de intentarlo una vez más, por muy claro que lo hubiera dejado la doctora) Doctora Sánchez: No lo sé (dijo con sinceridad) una entre... entre mil... quizás menos (dijo con apatía, vi como Esther afirmaba con la cabeza, sin decir ni una sola palabra) M: Y yo... te juro Claudia que no supe cómo reaccionar, no supe qué decirle, ni siquiera fui capaz de... de abrazarla... (le dijo con pesar en su mirada) Claudia: Pero teníais a Pedro (le contestó tras oír aquel relato) ya erais madres M: Y Esther lo adora (sonrió) es la mejor madre del mundo (afirmó) pero... sabes tan bien como yo que una mujer siempre, en algún momento de su vida ha soñado con tener hijos, con estar embarazada, con sentir las pataditas, y Esther tenía el instinto maternal por las nubes, soñaba con estar embarazada, para ella era casi una necesidad... y saber que no podía... fue horrible para ella y... devastador para nosotras como pareja (quedaron en silencio por un segundo, Claudia sin saber qué decirle y Maca recordando aquellos momentos) Las pruebas confirmaron la sospecha de la doctora (continuó) y... buscamos un montón de soluciones, intentamos varios tratamientos pero... un día Esther se cansó y yo... yo también (declaró) no soportaba llegar a casa y encontrarla llorando a escondidas... ni siquiera en esos momentos quería que la viera llorar (continuó con su relato) Te juro que hice todo lo que estuvo en mi mano por hacerla feliz, por hacerle ver que... que no era su culpa, que a mí me bastaba con tenerla a ella y a Pedro... supongo Risas que esconden llantos 20 que para ella no era suficiente (dijo con un deje de tristeza) Empezamos a distanciarnos, dejamos de hablar, de comunicarnos como pareja y... bueno (suspiró) cuando no cuidas el amor, este se va apagando (la miró) No fue de un día para otro, yo no me acosté un día queriéndola y a la mañana siguiente me desperté sin sentir nada, fue un proceso largo y demasiado duro para las dos (Claudia no podía creer lo que escuchaba, se las veía siempre tan bien) de pronto nos peleábamos por cualquier cosa y... la situación se hizo insostenible (afirmó) nos dimos cuenta de que ese amor que tanto sentíamos la una por la otra se había ido consumiendo y... quisimos salvar lo poco que quedaba entre nosotras (continuó) si seguíamos así terminaríamos odiándonos y decidimos separarnos, tal y como estaban las cosas era lo mejor que podíamos hacer... y de ese modo intentar ser amigas (sonrió un poco más serena) y lo logramos, somos muy buenas amigas, solo buenas amigas (Claudia la miraba sin saber qué decirle) El beso de ayer fue una tontería, algo que no debió pasar... (continuó ella ante el mutismo de la neuróloga) estamos bien así, yo tengo a Adela y creo que puede funcionar y Esther parece ilusionada con Susana... somos felices así Y aunque a Claudia le pareció que con aquella última frase se autoconvencía de ello, no le dijo nada, ahora entendía tantas cosas... porque aunque a todos les pilló por sorpresa su separación, si echaba la vista atrás, podía ver cómo poco a poco, por aquella época, hubo una evolución en sus amigas... Era cierto que no había sido nada evidente y que cualquiera que las mirara veía a una pareja enamorada, pero se dio cuenta, de pequeños, pequeñísimos detalles que nadie vio y que habían sido el preludio de aquella separación Tras los primeros días después de aquel beso, pareció que todo volvió a la normalidad. La tensión creada se fue diluyendo con el paso de los días y de nuevo recuperaban el “estado de armonía” que las había estado acompañando desde hacía varios días Hacía tiempo que no organizaban una cena todos los compañeros y ese día, había sido el elegido para continuar con la “tradición” de quedar todos en un restaurante y disfrutar de una cena acompañados de sus parejas. Maca y Esther, sin tan siquiera preguntar ni querer indagar habían decidido ir acompañadas por Susana y Adela. Sus respectivas relaciones parecían ir viento en popa y ese día se lo habían tomado de un modo tácito como el día de la presentación oficial, no solo a sus compañeros sino entre ellas. Maca aún no conocía a Susana y Esther tan solo había visto una vez en su vida a Adela y muy rápidamente Sí, estaban nerviosas, aún sabiendo que sería algo amable y tranquilo, no podían dejar de sentirse un tanto nerviosas al saber que iban a conocer y presentar a su ex, a las mujeres que ahora, comenzaban a compartir sus vidas Cuando Maca llegó de la mano de Adela no pudo fingir no escuchar los leves cuchicheos que se formó en torno a la pareja, sobre todo por parte de Teresa y Alicia que en el fondo, aún mantenían la esperanza de que la pareja volviera a unirse, verla aparecer acompañada destrozaba todas sus ilusiones M: Hola a todos (dijo con una sonrisa) ella es Adela y cariño (soltó sin pensar más de uno elevó la ceja al oírla) ellos son todos (dijo de manera general con una sonrisa) Adela: Encantada (afirmó un tanto avergonzada) Risas que esconden llantos 21 Poco tardaron en aparecer Esther y Susana, quienes, llegaban riendo entre ellas por algo que comentaban, la situación fue bastante parecida a la ocurrida con Maca y Adela, algún murmullo y todos expectantes a lo que ocurriría E: Buenas noches (saludó de manera general) ella es Susana (comentó, la nombrada saludó con la mano de lejos) ellos son mis compañeros (le dijo al igual que había hecho Maca, de manera general) Maca miró a Esther; Esther miró a Maca; Sonrieron levemente y tras ver cómo todos comenzaban a entrar al restaurante, las cuatro quedaron paradas en mitad de la entrada. Se acercaron de manera un tanto tímida, la pediatra saludó más cariñosamente a Esther dándole un leve beso en la mejilla. Atrás, muy atrás quedaba ya aquel beso dado a destiempo y ningún tipo de incomodidad quedaba entre ellas por aquello M: Estás muy guapa (halagó) E: Quién fue a hablar (de devolvió el halago) bueno... (suspiró, buscando la mano de Susana) Ella es Maca (la presentó) y ella es Susana (sonrió) M: Encantada (dijo con amabilidad y acercándose para darle dos besos) Susana: Igualmente (contestó con tranquilidad) M: A Adela ya la conoces (dijo una vez que su acompañante se acercó más a ella) No sé si te acuerdas de Esther (le dijo a su chica) Alicia: Sí, claro (afirmó también acercándose para darle dos besos de rigor) Encantada de verte E: Lo mismo digo (contestó con tranquilidad) Presentaron a Adela y Susana y finalmente entraron en el local, nada más entrar pudieron escuchar, de lejos, el jaleo que estaban montando ya sus compañeros, Maca y Esther se miraron algo cómplices, conocedoras de cómo terminaban aquellas noches y las muchas risas que garantizaban, Susana y Adela se miraron un tanto, incómodas o más bien, extrañadas por la situación y encogiéndose de hombros las siguieron Siendo las últimas en sentarse, tuvieron que hacerlo juntas, cosa que a decir verdad no fue para nada perturbador. Muy por el contrario eso les dio pie a conocer mejor a las “nuevas personas de sus vidas” y sobre todo a mostrarse como siempre se habían mostrado, risueñas, gastándose bromas y tirándose algún coqueteo que no molestara a nadie... Alicia: Qué buen rollo ¿no? (preguntó Alicia en un susurro a Teresita) T: Jum... demasiado (dijo mirándolas de soslayo, en ese instante, Maca decía algo que hacía reír a Esther mientras que Susana y Adela las miraban sonrientes) esto de que todo sea tan bonito, tan amistoso no me gusta nada (soltó dejando a Alicia de una pieza) Alicia: ¿Y eso por qué? (cuestionó sin entenderlo) mejor así que no peleadas ¿no? T: Sí... (dijo no muy convencida) supongo (murmuró volviendo a mirarlas, y pudo ver cómo Esther tomaba la mano de Susana de un modo bastante cariñoso al tiempo que Maca tonteaba con Adela...) Las risas, las bromas, las conversaciones amenizaban aquella cena en la que todos, se lo estaban pasando en grande. Maca, Adela, Susana y Esther parecían estar en otro mundo, Risas que esconden llantos 22 sobre todo la enfermera y la pediatra que monopolizaban las conversaciones contándoles anécdotas a sus respectivas parejas Cuando terminaron la cena decidieron ir a un pub cercano. Un lugar bastante tranquilo en el que aparte de ellos no había mucha más gente, tampoco les hacía falta, estaban ellos y eso les bastaba. La música era agradable, no demasiado alta lo que facilitaba las conversaciones fluidas. Tomaron la primera copa charlando con los compañeros, la segunda llegó entre risas, en la tercera algunos osados pusieron a prueba su sentido del ritmo y en la cuarta, ya más de uno iba un poco achispado Maca y Adela hablaban en susurros coquetos, cualquiera que las viera desde fuera podía imaginarse perfectamente lo que se estaban diciendo, sus gestos, esa manera de morderse el labio y esa mirada un tanto lasciva daba todas las pistas sobre su conversación. Esther y Susana, por su parte, hablaban distraídamente con algún compañero más En un momento dado, los acordes de una música no muy movida comenzaron a sonar y tanto Maca como Esther se buscaron cómplices con la mirada. Sonrieron y “brindaron” de lejos. Cuando la letra empezó, ambas dejaron de charlar con sus compañeros para escucharla. La pediatra, tras decirle algo al oído a Adela se acercó junto con su chica hacia la otra pareja M: ¿Qué tal lo pasáis? (preguntó mirando más a la enfermera que a su compañera) E: Muy bien (afirmó) nos estamos riendo mucho con las tonterías de Héctor... creo que ya está borracho M: Ya, eso me ha parecido cuando ha intentado hacer un streptes, menos mal que Alicia nos ha librado de esa visión... sería todo un trauma para mí (rió) E: Mira que eres mala cuando quieres (contestó sonriente, Maca hizo un gesto afirmativo) M: Bueno... yo venía a robártela un segundo (le dijo ahora directamente a Susana) ¿Te importa? Susana: Eh... no, claro (contestó sin saber muy bien qué decir) M: Gracias (fue lo único que dijo antes de tomar la mano de Esther y llevársela al centro de la pista) Desde su posición, tanto Adela como Susana las miraban bailar, lo cierto era que se compenetraban demasiado bien, bailaban como si fuera una, sus movimientos estaban absolutamente acompasados, era como si hubieran estado bailando juntas toda la vida Susana: No sabía que se llevaran tan bien (murmuró mientras daba un sorbo a su copa) Adela: ¿Esther no te lo ha comentado? (preguntó) Susana: Sí... me dijo que eran amigas, pero no creí que tanto (contestó sin dejar de mirarlas) Adela: Ya... bueno, es raro que tengan esa relación pero... supongo que mejor así (se elevó de hombros mientras que también las miraba) Susana: No se puede decir que bailen mal (comentó de nuevo, tras unos segundos de silencio) Adela: No, nada mal (afirmó Adela) Risas que esconden llantos 23 Alicia: Míralas Teresa (escucharon que decía Alicia tras ellas) ¿no te parece increíble que después de tanto tiempo sigan bailando su canción como si fuera la primera vez? Susana: ¿Su canción? (preguntó Susana dándose la vuelta antes de que Teresa contestara) Alicia: ¡Sí! (afirmó sin darse cuenta de nada) ¿No es bonito? Es la misma canción que bailaron en su boda y desde entonces siempre la bailan juntas (Teresa le dio un codazo) ¿qué? T: Nada... que a veces estás más mona callada (le recriminó al ver los rostros contrariados de Susana y Adela) En la pista, con sendas sonrisas en los labios y sin poder dejar de mirarse, Maca y Esther continuaban moviéndose al son de los acordes de aquella canción, la pediatra la tenía tomada por las caderas y la guiaba en sus movimientos. Esther le seguía el paso riendo por algún gesto de la pediatra M: Me cae bien Susana (comentó en su oído tras una nueva vuelta) es muy simpática E: Es un encanto (afirmó) M: Y muy guapa (apuntó con un gesto cómico) siempre has tenido buen gusto E: Qué vas a decir tú si me casé contigo (soltó) M: Pues por eso (contestó) tienes muy buen gusto E: Qué creída (rió mientras hablaba) M: Sincera más que nada (se hizo la inocente) E: Ya... (miró hacia sus compañeras) Adela también es muy simpática M: Sí que lo es (afirmó) y como verás también tengo buen gusto (Esther rió) E: Muy buen gusto (contestó mirándola a los ojos) M: Me alegro de que todo te vaya bien (dijo con sinceridad, algo más serias ahora) me alegro mucho de que seas feliz E: Yo también me alegro por ti, Maca (contestó) te lo mereces... El resto de la canción continuaron moviéndose de manera más leve, casi balanceándose una con la otra. Mirándose a los ojos sin poder apartar las miradas y con una sonrisa en los labios que no se borraba. Cuando la canción terminó, quedaron allí, paradas, mirándose, hasta que Susana llegó reclamando las atenciones de Esther y Maca se acercó hacia Adela que sonrió un tanto confundida por aquella escena El camino a casa fue bastante frío para Esther y Susana, la enfermera, aunque veía a su chica algo seria prefirió dejarlo estar hasta llegar a casa. Por su parte, Maca y Adela llegaron a casa inmersas en un silencio que en lugar de ser cómodo resultaba muy incómodo. La pediatra la miraba de reojo sin saber muy bien qué era lo que le pasaba y Adela miraba por la ventanilla del coche más pendiente del paisaje que de lo que su chica podría estar diciéndole o no Cuando entraron en el piso de la pediatra, Maca fue a ver a la canguro quien le dijo que Pedro había cenado bien y se había dormido hacía ya un buen rato. Cuando la canguro se marchó, Maca fue en busca de Adela que estaba sentada en el sofá del salón M: ¿Vamos a la cama? (le preguntó) estoy bastante cansada Adela: Uhmm... (tendió la mano para que se sentara a su lado) Risas que esconden llantos 24 M: Va... Ade, estoy muerta (la empujó n poco para que se levantara pero Adela logró que se sentara) ¿qué pasa? Adela: Nada... quiero hablar contigo un segundo (comentó) M: ¿Ahora? (Miró el reloj) son casi las cuatro de la mañana... anda... vamos a la cama... Adela: No, espera... que mañana te escaquearás, quiero hablar ahora (Maca suspiró) M: Está bien (dijo bastante cansada) pero si me duermo lo siento, yo te he avisado Adela: Vale (contestó) aunque espero que no te duermas... (Maca sonrió levemente) solo quiero hacerte una pregunta... es muy sencillita, ¿por qué estás conmigo? (a la pediatra se le quitó el sueño de repente) M: Porque me gustas (contestó) porque me gusta estar contigo, porque me encantas (continuó) Adela: Ya... (la miró) dime una cosa y por favor, dime la verdad porque de ello depende que nosotras sigamos juntas (dijo con total seriedad) ¿Sientes algo por Esther? (le preguntó directamente y Maca volvió a abrir los ojos sorprendida por aquella pregunta) M: No, claro que no (contestó con seguridad) solo somos amigas Adela: ¿Seguro? (volvió a preguntar queriendo estar segura) M: Pues claro tonta (sonrió acercándose para besarla) no hay nada entre ella y yo... así que no pienses cosas raras (le pidió antes de besarla con más profundidad) Cuando Esther y Susana entraron en casa, fueron directamente a la habitación. La enfermera, mimosa se acercó a su chica y le robó un beso que intentó profundizar todo lo que pudo. Susana por su parte, respondió al beso para luego cortarlo y darse la vuelta dejando a Esther algo parada E: ¿Qué pasa eh? (se acercó tomando sus caderas, Susana se dejó pero no hizo ningún otro movimiento) ¿Ey? (besó su cuello) ¿Estás bien? Susana: Sí (contestó algo seca) E: A ver (la volteó para mirarla) ¿qué ocurre? Susana: Nada... no sé (se cruzó de brazos y se sentó al borde de la cama) es que... no me habías dicho que eras tan amiga de tu ex (soltó de golpe y Esther la miró) E: Sí te lo dije (afirmó) te conté que teníamos muy buena relación Susana: Ya... yo tengo buenas relaciones con alguna ex, Esther y lo que vosotras tenéis va mucho más allá de una buena relación (continuó diciendo) E: Somos amigas... ¿es malo ser amiga de tu ex? (preguntó sentándose a su lado) Susana: No, claro que no (afirmó) lo malo es seguir enamorada de ella (murmuró) E: ¿Cómo? (se quedó parada al oírla) no estoy enamorada de Maca (se defendió) Susana: Ya... entonces explícame qué tipo de relación os une, porque Esther (la miró fijamente) lo que he visto esta noche no sé muy bien como calificarlo E: A ver... Maca y yo nos divorciamos de mutuo acuerdo (contestó buscando las palabras) nos dimos cuenta que ya no buscábamos lo mismo y no sentíamos lo mismo, así que quisimos seguir siendo amigas y aunque al principio fue muy difícil, lo logramos (afirmó) y somos amigas, lo único que nos une como pareja es Pedro, por lo demás, cada una hace su vida y la otra simplemente se alegra por ello... Susana: ¿Y eso de bailar “vuestra” canción? (preguntó) E: Bueno... no sé, siempre lo hemos hecho (se elevó de hombros) pero bailo con ella como bailaría con Alicia o con Claudia... Susana: Mira Esther (tomó sus manos) tú me gustas mucho y... no sé, quizás podamos llegar lejos pero necesito saber qué hay realmente entre Maca y tú (dijo mirándola un tanto suplicante) Risas que esconden llantos 25 E: No hay nada (sonrió) solo somos amigas (afirmó) de verdad, solo somos amigas (terminó de decir para acercarse a sus labios y besarlos. Susana aunque al principio reticente, terminó respondiendo al beso y dejándose llevar por ese sentimiento que comenzaba a sentir por Esther) Aunque muchos pensaban que en algún momento Maca y Esther volverían a estar juntas, aquellos deseos se fueron al traste al ver cómo la relación de Esther y Susana y de Maca y Adela se consolidaba cada vez más. Aunque debían reconocer que eran más Esther y Susana quienes parecían tener un futuro juntas, Maca y Adela empezaron a tener planes de futuro. De ese modo, ambas relaciones las alejaron a ellas y aunque al principio les pesara se habituaron a la nueva situación con facilidad probando de ese modo que su relación era meramente amistosa y que cualquier sentimiento amoroso quedaba en el pasado Si bien era cierto que lo llevaban bastante bien, había días en los que se echaban de menos, teniendo en cuenta que hasta que no aparecieran en sus vidas Susana y Adela ellas siempre estaban juntas todo el tiempo que podían y que ahora apenas se veían en el hospital y poco más, era natural que el extrañarse la una a la otra se acentuara un poco más Ese día, como cualquier otro en el hospital, encontraron un hueco para tomarse un café. Comenzaron a hablar del caso que llevaban, pasaron a hablar de Pedro y finalmente de sus respectivas relaciones. Se alegraban por la otra, se veían ilusionadas con sus nuevas relaciones y eso hacía que no pudiera más que sonreír contentas por la otra M: ¿Sabes qué podemos hacer? (le preguntó en un momento dado) una cenita las cuatro... E: ¿Las cuatro? (respondió con otra pregunta, pues aunque todo estaba hablado con Susana, no sabía cómo le sentaría eso a su chica) M: Sí, no sé (se elevó de hombros) echo de menos nuestras charlas y... ¿qué mejor que una cena de parejitas para conocernos todas más? E: Sí, podría ser (murmuró) tendría que hablarlo con Susana y... M: Vale, háblalo con ella y me dices (sonrió) no sé, me gustaría poder verte fuera de este hospital... como antes (bajó la cabeza un segundo, Esther la miró enarcando una ceja) ya ni siquiera vamos con Pedro al parque ni nada... E: Ya, bueno, las cosas han cambiado (contestó tras un segundo en silencio) yo estoy con Susana, tú estás con Adela... M: Por eso lo digo (insistió) podríamos salir las cuatro, echo de menos a mi amiga... E: Vale, hablaré con Susana y ya quedaremos (sonrió, ella también echaba de menos a su amiga) Aunque al principio pareció reticente, finalmente Susana aceptó la cena queriendo ver realmente qué había entre Maca y Esther, se había convencido que tan solo las unía una amistad, pero algo dentro de ella le decía que había algo más... decidió que aquella noche, sería la idónea para comprobar si estaba o no en lo cierto La famosa cena se concertó para ese mismo viernes. Pedro se quedó con Encarna y ellas quedaron en un restaurante del centro de la ciudad. Cuando llegaron, Maca y Adela ya Risas que esconden llantos 26 las estaban esperando sentadas en su mesa y se murmuraban algo al oído entre sonrisa cómplices. Susana echó un vistazo a Esther a la que no parecía importarle en absoluto esas muestras de cariño E: Hola (saludó Esther cuando llegaron a la mesa) sentimos el retraso, nos ha costado un montón aparcar (les explicó) M: Tranquila, nosotras acabamos de llegar también (afirmó levantándose para saludarlas, le dio dos besos a Esther y luego se acercó a Susana) Hola (saludó también con dos besos) Adela también las saludó y se sentaron todas alrededor de la mesa. Maca y Adela a un lado y Esther y Susana al otro. La camarera les pidió nota de las bebidas mientras que les daba la carta y se alejó dejándolas decidir sobre lo que tomarían La tensión que pudiera haberse generado en aquella mesa se fue diluyendo poco a poco con el paso de los minutos. Al principio, cada una hablaba más que nada con su pareja hasta que finalmente, la conversación fue fluyendo con facilidad entre todas las comensales. M: ¿Y a qué te dedicas? (le preguntó a Susana una vez que la camarera llegó con los platos) Susana: Soy diseñadora gráfica (soltó con orgullo de su trabajo) E: Y una de las mejores (halagó a su chica) ahora está trabajando en un nuevo videojuego para niños (comentó) estoy convencida de que Pedro querrá ese juego para él M: Eso seguro (sonrió) con lo pequeño que es aun y lo que le gusta una consola... (miró a Esther) ¿te acuerdas de cuándo Jero le regaló aquel juego? E: Como para no acordarme (continuó ella) casi mato a tu hermano M: Con lo que te quiere mi hermano (bromeó) pobre... E: No, pobre nosotras que tuvimos consolita hasta en la sopa (afirmó, mientras que Adela y Susana las miraban como si estuvieran en un partido de tenis) veréis (se dio cuenta y quiso que participaran en la conversación) a Jero, el hermano de Maca, no se le ocurrió otra cosa que regalarle a Pedro uno de esos ordenadores para niños... de esos que sí, son educativos, pero no dejan de ser consolas (Susana y Adela asintieron dándole a entender que sabían a lo que se refería) pues... no lo dejaba ni a sol ni a sombra... era horrible, todo el día con el ordenador ese, si hasta para comer tenía que tenerlo al lado... M: Y no había manera de quitárselo (reía) que cuando lo intentabas montaba un berrinche de agárrate y no te menees (afirmó) ¡si hasta quería jugar en la bañera! Y mira que Esther le decía que no podía, que se estropearía (les seguía explicando) pues nada, es el niño más cabezota que hay en el mundo... E: En eso ha salido a ti sin duda (afirmó mientras bebía de su copa, Maca le hizo un gesto gracioso y ella contestó con otro) Adela: ¿Y al final qué hicisteis? (preguntó Adela cortando ese juego de muecas que había entre ellas) M: Pues le quitamos las pilas (sonrió) tan simple como eso y no se nos había ocurrido antes... E: Sí... bueno, tuvimos berrinche durante una semana más o menos, hasta que se olvidó del juguetito y ya no volvió a pedirlo (afirmó) pobre... con lo bueno que es... Risas que esconden llantos 27 M: ¿Bueno? Esther es un trasto (rebatió) desde siempre... si ya en el embarazo sabíamos que era un trasto... que anda que las patadas que daba el tío... y los antojos que me daba... E: Puff... no me recuerdes tus antojos (le advirtió) que no quiero ni acordarme de aquella vez que me hiciste recorrerme medio Madrid bajo la lluvia porque querías un plato de chocos1 (rió) M: Uhmm... chocos... (se relamió) tenemos que ir a Cádiz (le dijo a Adela) vas a probar el mejor pescaito frito del mundo Adela: Me encantará (afirmó mirándola con una sonrisa) M: Bueno (continuó tras un momento en el que se quedaron mirando a sus respectivas parejas) ¿Y tú que tal te llevas con Pedro? (le preguntó a Susana) Susana: Genial (afirmó) tenéis un hijo que es un encanto (continuó) y mira que a mí los niños siempre me han dado repelús, de hecho nunca he querido tener hijos, mi instinto maternal es absolutamente nulo (rió, Maca miró de reojo a Esther que había bajado un segundo el rostro para levantarlo después con una sonrisa) pero con Pedro... no sé, es distinto... E: Se llevan genial (continuó Esther) Pedro la adora y bueno, también a ti (señaló a Adela) que habla maravillas de ti cada vez que viene a casa M: Sí, la verdad es que Pedro se lleva muy bien con todo el mundo (continuó diciendo) La cena continuó de aquel modo, hablando entre todas, contándose anécdotas, riendo, bromeando. Maca y Esther hacían partícipes a Adela y Susana de todo lo que contaban, cosas del hospital, alguna fechoría de Pedro, dejaron a un lado sus “bromas privadas” y se concentraron en aquella cena de amigas, conociéndose más y logrando despejar toda duda que pudiera haber entre ellas Un mes después, tras haber quedado unas cuantas veces más las cuatro, las cosas parecieron comenzar a torcerse para Maca. Llevaba días notando rara a Adela, era como si se alejara de ella, intentaba saber qué le pasaba, quería hablar con ella pero Adela no quería hacerlo. No sabía qué estaba ocurriendo ni qué estaba fallando y sin embargo, no quería que pasara, no quería que se arruinara su relación Esa tarde, después del trabajo había ido a su casa, a pesar de que Adela le había dicho que estaba cansada y que no tenía ganas de quedar ella había ido a su casa. Necesitaba saber qué era lo que ocurría y no le quedaba paciencia para seguir esperando M: Hola (saludó sonriente en la puerta) Adela: Hola (dijo no tan sonriente) ¿qué haces aquí? (preguntó franqueando la puerta) M: Tenía ganas de verte (afirmó) y... no sé... ¿No crees que deberíamos hablar? Adela: Sí... supongo que sí (contestó abriendo la puerta e invitándola a entrar) Entraron al salón y se quedaron calladas sin saber muy bien qué decirse. Era raro, se suponía que eran pareja y cuando una pareja no tiene nada que decir, entonces es que nada va bien... Maca suspiró, conocía ese silencio, ese doloroso y tenso silencio, lo conocía demasiado bien, ya había pasado por eso y supo que aquella relación podría haber terminado 1 Chocos = Variedad de pescaito frito típico gaditano Risas que esconden llantos 28 Adela: No... no pensé que esto fuera tan duro (murmuró frotándose la frente con la mano en señal de agobio) M: ¿Por qué vas a dejarme? (preguntó con un tono un tanto borde) Adela: Maca... (la miró recriminándole su tono) no te pongas así... esto se veía venir M: Lo verías tú, porque yo ni siquiera me lo habría imaginado... estamos bien, joder... Adela: ¿De verdad? (le preguntó) ¿de verdad estamos bien? M: Bu... bueno... no es que tengamos la relación perfecta pero... (dudó en lo que decía) Adela: Ni tú misma puedes decir que estamos bien (la cortó con una risita irónica) mira Maca, seamos sinceras y terminemos con esto antes de que vaya a peor, porque ninguna de las dos somos felices... M: Yo soy feliz (afirmó) Adela: Maca... (pidió) M: ¿Es por Esther? (preguntó ante la sorpresa de Adela, sí, algo tenía que ver con Esther pero no pensó que Maca metería a la enfermera en la conversación tan pronto) ¿Te molesta que la vea? Adela: No... no demasiado (contestó con sinceridad) pero sé que podría llegar a molestarme y mucho (afirmó, Maca la miró interrogante) la relación que tenéis es... tan buena, tan íntima que podría llegar a molestarme si seguimos juntas y entonces tú tendrías que plantearte si estarías dispuesta a dejar de verla o al menos no verla tanto y no trataros como os tratáis (siguió diciendo, la pediatra la miraba sin saber qué decir) Dime Maca... ¿si llegara el momento, elegirías a Esther o a mí? (preguntó) ¿Estarías dispuesta a dejar de verla por estar conmigo? (quiso saber y Maca no supo qué contestar) M: Es mi amiga (dijo tras una pausa en la que buscó las palabras) y no podría sacarla de mi vida Adela: Ya... (bajó la cabeza sonriendo levemente) Maca... dime una cosa, si cierras los ojos y piensas en tu felicidad... ¿qué ves? M: ¿Cómo? (preguntó sin saber a qué se refería) Adela: ¿Te ves conmigo? (preguntó) ¿te ves con otra? (volvió a preguntar) no sé, Maca, cómo te ves si piensas en ser feliz... porque yo no me veo contigo (finalizó ante el estupor de la pediatra) lo siento (siguió al ver el mutismo de Maca) pero es así... si pienso en ser feliz, no me veo contigo y me encanta estar contigo pero... no seremos felices, sé que no lo seremos... M: Eso es una tontería (soltó) podemos ser felices... podemos intentarlo... Adela: Ya lo hemos intentado ¿no te das cuenta? (continuó) y no saldrá bien... siempre habrá algo que impida que salga bien... M: Pero ¿qué? (insistió) ¿qué puede haber que se interponga entre nosotras? Si queremos estar juntas, podemos estar juntas Adela: Ese es el problema (elevó las manos como queriendo mostrarle la evidencia) que ni siquiera tú te das cuenta del muro enorme que hay entre las dos y hasta que no lo veas, hasta que no reconozcas la verdad, no serás feliz y no podrás hacer feliz a nadie (continuó con una tranquilidad aplastante, como si tuviera todo muy pensado y aceptado) M: ¿A qué te refieres? (preguntó sin entenderlo) dime qué tengo que hacer, dime que... Adela: No (la cortó con una leve sonrisa) eso tendrás que averiguarlo tú... cuando estés preparada y de verdad quieras averiguarlo... cuando por fin tengas la valentía suficiente para quitarte la venda de los ojos M: Pero... Adela: Maca... ya (la cortó) ya está... se acabó, de verdad (Maca la miró con tristeza) No hay nada más que decir... Risas que esconden llantos 29 Maca supo que no podría decir o hacer nada para hacerla cambiar de opinión y no le quedó más que aceptar la decisión de Adela y terminar con su relación, porque Adela estaba tan convencida, tan segura de ello que no había oportunidad de hacerle ver lo contrario Se fue de allí sintiendo el dolor del nuevo fracaso, dándole vueltas a la cabeza a toda la conversación y sin saber por qué todo había terminado, no lo entendía, estaban bien, todo parecía ir bien entre ellas... ¿por qué de pronto todo se iba a la mierda? Entró en casa y dejó la chaqueta y el casco a un lado, Pedro estaba con Esther así que estaba sola y lo peor, se sentía más sola que nunca... se tapó la cara con las manos y rememoró una vez más la conversación que acababa de mantener con Adela Adela: Maca... dime una cosa, si cierras los ojos y piensas en tu felicidad... ¿qué ves? Y queriendo demostrarse a sí misma que podría verse con Adela, suspiró, cerró los ojos y pensó en su felicidad... E: Hola, soy Esther, la jefa de enfermeras (le había dicho con una enorme sonrisa en los labios) M: Maca, la nueva pediatra (contestó sonriéndole con amabilidad) Abrió los ojos asustada y confusa, no era eso lo que había querido rememorar, no era ese momento en lo que había querido pensar, había querido verse con Adela de la mano y sin embargo, si pensaba en ser feliz, tan solo una persona venía a su mente, si pensaba en su felicidad, tan solo encontraba el momento en que conoció a Esther... Cuando el sol se ocultó, la luna fue testigo de cómo una mujer, tumbada en el sofá de su casa, lloraba como muchas noches antes había llorado, con un montón de sentimientos encontrados y un montón de recuerdos pasando por su mente como si de una película se tratara No había salido de su despacho en todo lo que llevaba de turno más que para hacer la ronda por pediatría y atender a un niño que había entrado con un ataque de asma. No tenía ganas de ver a nadie y mucho menos de encontrarse con nadie. Así que fue la misma Claudia la que, al ver que no aparecía por urgencias pasó por su despacho para saber qué le ocurría, la conocía y sabía que, si se encerraba de esa forma era porque algo había pasado Le costó que le contara lo que había ocurrido, pero finalmente, Maca necesitando sacarlo todo se lo contó. Le explicó que su relación con Adela había terminado y aún sin reconocer lo que realmente sentía, le dejó ver que Esther tenía muchísimo que ver en el final de su relación Claudia: ¿Y qué vas a hacer? (le preguntó, Maca se encogió de hombros diciéndole así, que no tenía ni la menor idea) ¿Vas a intentar volver con ella o...? M: No (contestó finalmente) no voy a intentar nada, las cosas entre nosotras se han acabado así que... no hay nada que intentar Risas que esconden llantos 30 Claudia: Pero Maca... ¿No te gustaría volver a...? Se cortó porque un par de golpes en la puerta les anunció que alguien quería entrar. Tras la invitación la puerta se abrió y una sonriente Esther apareció con unos papeles en las manos. Las miró a ambas y tanto Claudia como Maca sacaron también una sonrisa a modo de saludo E: Me tienes que firmar este alta (le tendió el papel) y... te he estado buscando para tomar un café M: Ya... estoy liada con historiales (le enseñó la pila de carpetas que tenía sobre la mesa) luego te busco (le guiñó un ojo) E: ¿Estás bien? (preguntó un tanto preocupada al ver la cara de circunstancia de Claudia y las ojeras de Maca) M: Sí, solo que no he dormido mucho esta noche (afirmó) E: Entiendo (sonrió algo pícara, posiblemente Adela no la había dejado dormir) oye que... Susana y yo pensábamos llevar a Pedro al circo mañana, y no sé, si os queréis venir Adela y tú (sugirió, Claudia miró hacia otro lado) M: Que va... no podemos (contestó con amabilidad) bueno, es Adela la que no puede que tiene que trabajar, va a tener una semana bastante liada (la neuróloga la miró algo sorprendida) pero otro día... E: Claro... otro día (afirmó) o... no sé, puedes venirte tú (volvió a sugerir) a Pedro le gustará que vayamos las dos... M: Sí... lo pensaré y veré si no tengo guardia y... Claudia: Si no os importa que me autoinvite, a mí también me gustaría ir (dijo echándole un cable a su amiga, estaba claro que lo que Maca no quería era ir ella sola con la parejita) E: ¡Claro! Vente (afirmó) M: Está bien (dijo tras un suspiro) supongo que iremos entonces (continuó) intentaré que Adela venga pero no creo que pueda E: Bueno, tú díselo y sino pues nos vamos nosotras (siguió hablando con tranquilidad) y me voy a bajar ya, que tengo cosas que hacer (extendió la mano para que le devolviera el papel del alta) ¿Bajáis ahora o le doy yo el alta? M: Ahora bajamos (afirmó) en cuanto termine de revisar unas cosas con Claudia E: Vale (la miró una vez más) ¿Seguro que estás bien? M: Sí, en serio, solo un poco cansada (repitió la respuesta) E: Vale, pues... hasta luego (terminó de decir antes de salir del despacho, un tanto extrañada por la actitud de Maca pero sin querer darle mayor importancia, sabía que la pediatra, cuando estaba cansada no tenía muy buen humor) Claudia miró a Maca con una ceja alzada, la pediatra no dejaba de mirar la puerta cerrada por la que había salido Esther. Cuando se sintió observada intentó disimular y sacudiendo levemente la cabeza tomó una nueva carpeta y la abrió queriendo leer el informe. La neuróloga se cruzó de brazos sin dejar de mirarla M: Ummm... si no tienes nada más que decirme... (levantó el informe) tengo trabajo Claudia: ¿No piensas decirle que Adela y tú habéis roto? (preguntó a bocajarro) M: No (fue lo único que dijo mientras se intentaba concentrar en el historial) Claudia: ¿Por qué? (preguntó, Maca no le hizo caso y ella interrumpió su lectura poniendo la mano sobre el folio) Maca, ¿por qué no quieres decirle que lo habéis dejado? Risas que esconden llantos 31 M: ¿Para qué? (levantó la mirada) ¿para que se preocupe? ¿Para que haga preguntas? No puedo, Claudia, sé cómo es y sé qué preguntas hará y yo no sé si estoy preparada para contestarlas (afirmó) y tampoco creo que ella quiera escucharlas Claudia: Entonces es verdad que aún la quieres (afirmó) sigues enamorada de ella, Maca reconócelo de una vez M: ¿Qué más da? (soltó con los ojos brillantes) ¿Qué importa lo que yo sienta? Si sigo o no enamorada de ella no es relevante... ella está con Susana, les va muy bien, es feliz, después de todo lo que ha pasado es feliz (dijo y Claudia notó cierto tono de amargura en su voz que intentaba disimular) tiene ese brillo en los ojos y esa ilusión que hacía mucho tiempo que no tenía, no seré yo quien lo borre, no pienso decir ni hacer nada que pueda fastidiar su relación (afirmó) si la quiero o dejo de quererla no es lo importante, lo que importa es que ella es feliz ahora y nosotras solo somos amigas (Claudia pensó que si se lo repetía una vez más, tan solo una, quizás se lo creyera del todo) y por nada del mundo voy a poner en peligro esa amistad... Claudia: ¿Y qué piensas hacer? (quiso saber sin tener ni idea de qué decirle) M: Haré lo que hago siempre... me repondré, me levantaré y seguiré adelante (contestó) la vida no se acaba porque Adela me haya dejado (afirmó con un tanto de indiferencia y otro de dolor) y ella no tiene porqué saber lo que ha pasado... al menos de momento... ya se lo contaré, tranquila, cuando encuentre el momento lo haré (terminó de decir antes de que Claudia le dijera algo) Claudia: Como tú quieras (se levantó para marcharse) pero te estás equivocando y lo sabes (apuntó ya en la puerta) M: Créeme, no estoy equivocada (dijo empecinada y cabezota) Claudia: Lo que tú digas (terminó de decir antes de salir por fin del despacho) Dentro, Maca intentó volver a los historiales, intentó borrar esa conversación, intentó dejar de pensar en todo lo que había pasado y lo único que consiguió, fue tirar en un brote de rabia todas las carpetas que permanecían sobre la mesa y taparse la cara con las manos bastante más agobiada y superada de lo que le reconocería a nadie La tarde de circo comenzó cuando Claudia llegó a casa de una histérica Maca que no tenía ni idea de qué ponerse. Tras sacar todo el armario e intentar calmarse un poco, fueron hasta casa de la enfermera donde Pedro literalmente se tiró en sus brazos y ahí, en ese instante, con su hijo entre brazos fue cuando logró un poco de calma Pedro: ¡Vamos al circo mami! (dijo con alegría el peque) M: Sí, mi amor (afirmó) y ya verás que guay los payasos y los malabaristas y los animalitos... Pedro: Mamá dice que hay elefantes grandes, grandes (comentó) M: Sí que los hay, verás que bien nos lo pasamos (contestó dejándolo en el suelo al tiempo que miraba a su exmujer quien aparecía de la mano de Susana) Está como loco ¿eh? (dijo mientras se acercaba a ellas con una sonrisa) E: Sí, casi no ha comido queriendo irse ya (le devolvió la sonrisa dándole dos besos) ¿Qué tal Claudia? (saludó a la neuróloga) Claudia: Bien (la saludó también) creo que más nervioso que este (señaló al niño) hace muchísimos años que no voy al circo y estoy como si fuera una cría (rió) E: Pues como yo, más o menos (rió ella también) Susana: ¿Y Adela no ha podido cambiar su reunión? (preguntó a Maca una vez la saludó) Risas que esconden llantos 32 M: No, que va (contestó con calma) le ha sido imposible pero bueno... otro día vendrá Susana: Le das saludos de mi parte (le pidió) M: Claro, en cuanto la vea (contestó amable) ¿Nos vamos? (preguntó) al final se nos hará tarde E: Sí, claro vamos (dijo tomando camino al coche) Por cuestiones de espacio, decidieron que irían todas en el coche de Esther, era un monovolumen que se había comprado hacía unos meses y de ese modo no tenían que dividirse en dos vehículos. Cuando llegaron al circo todo fue emociones para Pedro y sonrisas para sus madres. El niño lo miraba todo con absoluta felicidad e iba preguntando qué era cada cosa y cuándo aparecerían los elefantes La actuación comenzó haciendo las delicias de pequeños y mayores, la cara de alucine de Pedro y la sonrisa de Esther llamaron la atención de Maca de manera desmesurada, tanto, que hasta Claudia tuvo que darle un golpe en el brazo para que dejara de mirar a la enfermera del modo en que la estaba mirando. Pero lo cierto era que se le hacía muy difícil no mirarla, más cuando veía esa sonrisa en sus labios, ese brillo en los ojos y esa emoción en el rostro. Era tan hermosa... tanto... que no podía apartar la mirada de ella... Hasta que Susana la besó... ahí, se le quitaron todas las ganas de volver a mirar Una vez acabó el espectáculo Esther y Susana propusieron ir a tomar algo para cenar, dada la hora que era ya y que el niño tenía hambre, Maca se las ingenió para alegar un tremendo dolor de cabeza declinando así la invitación, después del “espectáculo” que había visto en el circo, y no precisamente el protagonizado por malabaristas ni payasos (quizás alguna payasa, pensó) no tenía ganas de seguir con ellas. Llegaron a casa de Esther donde Claudia tenía aparcado el coche y comenzaron con las despedidas Susana: Bueno... hasta la próxima (comentó desde lejos) Claudia: Sí, hasta luego (se despidió) Esther, mañana nos vemos E: Sí, claro (sonrió amable acercándose a Maca que estaba despidiéndose de Pedro) ¿seguro que no quieres quedarte a cenar? (preguntó por enésima vez) M: No, de verdad (afirmó) me duele bastante la cabeza y quiero acostarme pronto... E: Como quieras (sonrió) bueno pues nos vemos mañana... (se acercó a darle dos besos) Puedes contar conmigo para lo que quieras, Maca... M: ¿Qué? (preguntó descolocada) E: Que no soy tonta (afirmó acariciando su mejilla con cariño) te conozco y estoy segura de que te pasa algo (la miró) las cosas no van demasiado bien con Adela... ¿o me equivoco? (elevó las cejas, Maca no contestó, el que calla otorga) vale... cuando quieras hablar de ello, estoy aquí ¿vale? M: Eh... mañana nos vemos (fue lo único que consiguió decir, le dio un último beso a Pedro y se metió en el coche de Claudia) joder, odio que me conozca tanto (protestó) Claudia: Ya, por eso estás enamorada de ella (afirmó) M: Argg cállate (espetó mirando por la ventanilla y una vez más tuvo que desviar la mirada al ver cómo Susana abrazaba por la cintura a su muj... a Esther...) No tenía turno hasta la tarde, así que se había pasado la mañana arreglando un poco las casa. Había ido a comprar, había puesto una lavadora y había decidido hacer limpieza general de armarios. Todo lo que fuera por no pensar demasiado en lo que se encontraría al llegar al hospital y ver a la enfermera, conociéndola como la conocía, Risas que esconden llantos 33 nadie la libraría de una charla para la que no estaba preparada y preguntas que no estaba dispuesta a contestar Pero ni tan siquiera le dio tiempo a llegar al hospital. El timbre de la puerta le hizo saber que alguien quería verla y suspirando llegó hasta la madera, al mirar por la mirilla se quedó con la frente pegada a la puerta... Esther y su poca paciencia... M: Hola (dijo tras tomar aire y abrirle) ¿qué haces aquí? E: Sabía que no tenías turno hasta esta tarde y quería hablar contigo (contestó con esa sonrisa tan suya) ¿Puedo pasar? M: Claro, pasa (abrió más para dejarla entrar) ¿quieres un café? E: Vale (aceptó llegando al salón) te ayudo (dijo con la intención de acompañarla) M: No, siéntate, si ya lo tengo hecho, solo tengo que servirlo (la paró pues necesitaba un tiempo para ella, al menos los pocos segundos que tardara en servir las dos tazas de café) ¿Y Susana? (preguntó llegando con la bandeja) E: Bien, bien (contestó con tranquilidad) trabajando (continuó) por cierto... ahora dice Pedro que de mayor quiere ser payaso (rió) me lo ha dicho en la puerta del colegio M: No si... este niño... va al circo y payaso... (rió también) no podía decir malabarista, él payaso E: Sí, ya sabes cómo es (reía también) dice que así estaríamos siempre riendo (la miró, Maca bajó la cabeza) te ha notado triste estos días... M: Ya... no estoy en mi mejor momento (bajó la cabeza) E: ¿Sabes que me lo puedes contar verdad? (preguntó moviéndose en el sofá para quedar cara a ella) M: Lo sé (dijo con seguridad) es solo que... no sé, creo que aún no lo asimilo del todo y... ya sabes cómo soy E: Sí, claro que sé cómo eres (afirmó rotunda) eres de las que se guardan todo y no habla con nadie y eso nunca ha sido sano Maca (la pediatra la miró) ¿Qué ha pasado? M: Supongo que lo más lógico que podía pasar (contestó intentando no darle demasiada importancia) se ha acabado (se elevó de hombros) tampoco es que tuviéramos una relación muy seria, ya sabes que todo empezó entre nosotras pues por... (se quedó callada) por encuentros algo esporádicos (terminó de decir sin ser capaz de mirarla al decir aquello) no teníamos mucho futuro juntas... E: Pues no lo parecía (afirmó) no sé, las veces que os he visto daba la impresión de que os iba bastante bien... M: Ya... tú y yo sabemos que a ojos de los demás una relación puede parecer perfecta y no serlo (soltó haciendo alusión a su relación) E: Sí, tienes razón (contestó) ¿Y por qué no ha funcionado? ¿Hay otra o...? M: ¿Otra? (no se esperaba aquella pregunta) no... no, no hay otra (terminó de decir bajando una vez más la mirada) por ninguna de las dos partes (añadió sin levantar la cabeza) No sé (continuó ahora sí mirándola) supongo que creímos que con el tiempo sentiríamos más, quisimos sentir más pero... no pudimos E: Esas cosas no se controlan (afirmó, Maca sonrió con algo de tristeza, qué se lo dijeran a ella que no podía controlar lo que sentía hacia su ex) se siente o no se siente... no se puede esperar a que el tiempo os haga sentir... M: Lo sé (afirmó) pero bueno... no me arrepiento ¿eh? (cambió el tono de voz por uno más animado) ha sido muy bonito lo que hemos vivido y es una grandísima persona, espero que todo le vaya genial y que encuentre a quien la quiera de verdad y la haga feliz Risas que esconden llantos 34 E: Lo mismo espero yo para ti (contestó acariciando su rostro un segundo) te mereces ser feliz M: Tú también (sonrió mirándola, y se quedaron así, mirándose, pensando en mil cosas a la vez, Maca viendo aquel brillo que tanto le gustaba en sus ojos, que tantas veces habían brillado por ella, que tantísima felicidad le dio en el pasado) a veces me gustaría que lo nuestro hubiera funcionado... (soltó sin pensar, sin darse cuenta que hablaba en voz alta. Esther al escucharla, bajó la mano terminando con aquella caricia algo contrariada por lo que acababa de escuchar) pero no pudo ser y no sabes lo mucho que me hace bien el que sigamos siendo amigas (intentó arreglarlo) lo mejor que hicimos fue separarnos, estaba claro que no podíamos seguir así (siguió diciendo y aunque parecía que lo decía totalmente convencida de ello, ella no se lo creía, pero al menos esperaba que Esther si creyera que lo decía de verdad) nos va mejor como amigas que como pareja ¿eh? (le dio un tono cómico a sus palabras) E: Sí (contestó) nos va mejor M: Me alegro de verte bien, Esther (siguió diciendo) Susana parece una chica estupenda y te hace feliz... E: Es maravillosa (y ahí estaba de nuevo ese brillo) una mujer excepcional M: Y que tiene la suerte de tener a otra mujer tan maravillosa como tú (continuó) E: No, la suerte la tengo yo por tenerla a ella (contestó sin saber o sin querer ver lo que causaban esas palabras en Maca) y ya verás cómo pronto encuentras a alguien que te merezca y que te hará feliz, y sé que esa chica tendrá la mayor de las suertes al tenerte a ti M: Sí, supongo que algún día la encontraré (pronunció mirándola a los ojos y desviando la mirada al saber que, si continuaba intentando perderse en sus ojos, Esther se daría cuenta de muchas cosas que debían permanecer ocultas) pero bueno... de momento no tengo prisa (de nuevo cambió el tono por otro más jocoso) creo que ahora voy a disfrutar un poco de la soltería, voy a centrarme en Pedro y... quien sabe, lo me daré alguna que otra alegría para el cuerpo (terminó de decir de manera chistosa) E: Vaya, vaya... así que va a salir a flote la Maca ligona y rompecorazones (siguió la broma) M: Nunca he sido rompecorazones (rió) pero... no sé, tengo ganas de estar un tiempo sola, y disfrutar un poco de la vida E: Esa es la filosofía, dejar las tristezas a un lado y disfrutar de lo que venga (contestó) M: Pues sí, carpe diem que dicen ¿no? (Esther afirmó) E: Jajaja pues sí (afirmó) disfruta de la soltería pero... con moderación, que tampoco es plan de volverte ahora una loca M: Tranquila (dijo quitándole hierro al asunto) solo tengo intención de ligarme a doscientas o trescientas chicas... E: Jajaja pero qué fantasma (soltó sin poder dejar de reír y Maca rió con ella, el ambiente por fin se había distendido y de nuevo, volvían a sus bromas y a ser lo que eran, buenas amigas) si tú no sabes ligar... M: ¡Cómo! (se hizo la ofendida) perdona bonita pero no puedo creer que tú, precisamente tú me digas esto (siguió) más que nada porque fui yo quien te ligué E: Esa sí que es buena (seguía riendo) ¡si hasta tartamudeabas! (exclamó) fui yo la que te ligué a ti, que hasta tuve que invitarte a cenar, porque si tengo que esperar a que me lo propusieras aún estaríamos en la sala de enfermeras M: ¡No me puedo creer lo que me estás contando! (exclamó ahora ella) E: Ess... Essther... que... que... no sé... había pensado que... que podríamos... esto... si... si te parece bien... o... te apetece... que... quizás... (imitaba) Risas que esconden llantos 35 M: ¡Pero qué fuerte! ¡No fue así! (la cortó) y además, me tenías mareada con tanta indirecta, que no sabía si te gustaba o te reías de mí E: No te excuses (siguió ella) y claro que fue así (reía a carcajadas) M: Te lo estás inventando ( continuó diciendo) y que sepas que yo tengo un recuerdo absolutamente diferente al tuyo y más real E: Tú qué vas a decir (sonrió) si has cambiado la historia desde siempre para que parezca que llevaste tú la voz cantante (la miró) reconócelo, estabas hecha un flan... M: Ja, y eso me lo dice la que se tiró toda la cena dándome patadas porque no dejaba de moverse de lo histérica que estaba (se defendió) E: No te di patadas (dijo con la boca pequeña sabiendo que tenía razón) M: Aún tengo cardenales (exageró) y mira que han pasado años de eso... E: Muchos años (corroboró ya dejando de reír) M: Sí... (“demasiados” pensó para sí) E: Bueno (dijo tras unos minutos de silencio) me voy a marchar que tengo cosas que hacer (se levantó del sofá) ¿Seguro que estás bien... o al menos lo estarás? M: Sí, tranquila (sonrió) estoy bien... E: Vale (fueron hasta la puerta) cuando quieras hablar o algo... ya sabes que aquí me tienes (afirmó) M: Gracias (abrió la puerta) te veo en un rato en el hospital... E: Sí, hasta luego (se acercó para dejarle un beso en la mejilla. Maca cerró los ojos al sentir el tacto de sus labios y sonrió despreocupada cuando Esther se separó) M: Hasta luego (terminó de despedirse cerrando la puerta tras ella, se quedó apoyada en la madera y respiró profundamente intentando calmar su alocado corazón que latía a mil por horas, como siempre que Esther estaba tan cerca de ella) El tiempo pasaba sin que nadie pudiera pararlo por mucho que, en ocasiones, Maca quisiera que se quedara congelado, que volviera a atrás, que no avanzara... Y es que, si al principio parecía que lo llevaba bien, con el paso de los días, al ver cómo la relación de Esther y Susana se consolidaba, todo le era más difícil. Se alegraba por Esther, eso era indiscutible, pero no podía negar que le hacía daño verlas así, más, cuando en el fondo, quería ser ella quien le regalara sonrisas, quien la hiciera reír de nuevo como lo hiciera en el pasado, quien continuara compartiendo su vida Pero las cosas estaban así y ella disimulaba todo cuanto podía sus sentimientos, por encima de todo estaba su amistad con Esther y por nada del mundo iba a ponerla en peligro. Prefería estar así, guardarse sus lágrimas y poder disfrutar de los momentos con ella que no tener nada Momentos con ella... si lo pensaba, cada vez eran menos... era algo que había estado esperando desde que comenzara su relación con Susana, era lo normal, lo lógico, que Esther se alejara de ella un poco y disfrutara de su... su novia... era lo más normal del mundo. No habían dejado de verse, pero sí era cierto que esas veces que se veían eran casi siempre en el hospital y esporádicamente fuera de él cuando tenía algo con ver con Pedro... quizás por eso estaba un poco más vulnerable, porque no verla tanto como antes acentuaba la sensación de nostalgia Aquel día, a Pedro le tocaba con Maca, cuando se despertaron para llevarlo al colegio, el pequeño se había dejado la mochila en casa de Esther lo que obligó a la pediatra a ir hacia la casa de su ex para recoger la mochila del pequeño antes de dejarlo en el Risas que esconden llantos 36 colegio. Como pasaba cada vez que una de las dos tenía turno de noche o por el contrario lo tenía de tarde y así podía dormir un poco más por la mañana, no se molestó en llamarla y avisarla de que iba. No les hacía falta, nunca les había hecho falta, tenían la suficiente confianza para utilizar la llave que cada una tenía de la casa de la otra, entrar, recoger al niño o lo que necesitara y salir del piso sin molestar o despertar a la otra Así que cuando llegó, simplemente utilizó su llave y entró pidiéndole al pequeño que se diera prisa en coger sus cosas o llegarían tarde al colegio. Mientras esperaba, fue a la cocina a tomar un vaso de agua, la casa estaba en silencio y la oscuridad aún reinaba en toda la estancia. Supuso que Esther seguía dormida así que no quiso hacer demasiado ruido para no despertarla, ya le contaría después, cuando la viera en el hospital o la llamara a una hora más decente que había tenido que pasar por su casa Lo que no esperaba, es que Esther se despertara aun sin hacer ruido alguno, así que cuando escuchó la puerta de la habitación de la enfermera abrirse y cerrarse, esperó dando un sorbo al vaso de agua y sonrió esperando verla aparecer somnolienta. Su sorpresa fue mayúscula cuando la que apareció no fue Esther sino Susana... M: Ho... hola (saludó sin saber qué decir) lo siento... no quería despertaros... Susana: ¿Qué haces aquí? (preguntó cruzándose de brazos) M: Pedro se dejó ayer la mochila del colegio (se excusó) solo hemos venido a recogerla... (dejó el vaso en el fregadero) Susana: Ya... ¿Y tienes por costumbre entrar en casa ajenas de esta manera? (volvió a preguntar de brazos cruzados en señal de defensa e incomodidad) M: No... bueno, no pensé que os molestaría y es solo un momento (se excusó) no me parecía prudente llamaros y despertaros, solo van a ser cinco minutos Susana: Ajá... vamos que tú entras en las casas de la gente así, porque sí, aunque sean cinco minutos sin importarte lo que pase dentro (siguió diciendo) M: Siempre lo hemos hecho así (se volvió a excusar) no creo que sea nada importante... Susana: Siempre, hasta ahora (apuntó) aunque no te lo creas, Maca, las cosas han cambiado, por si no te ha quedado claro, Esther y yo tenemos una relación (siguió diciendo en tono serio) y por muy amigas que seáis no puedes presentarte aquí así, como así M: No creo que a Esther le importe (contestó un tanto sorprendida por aquella salida, ¿dónde estaba la Susana amable?) y esta es nuestra... su casa... Susana: ¿Y si hubiéramos estado haciendo el amor como locas en la cocina? (le soltó, Maca se quedó sin habla) ¿o en el salón...? ¿Tenemos que aguantar que una persona entre invadiendo nuestra intimidad de esta manera? (siguió) Creo que deberías pensar que ya no puedes hacer estas cosas M: La verdad es que no lo había pensado (fue lo único que pudo contestar porque la imagen de Esther y Susana haciendo el amor como locas en la cocina la golpeó en el estómago como un puñetazo) Susana: Pues a partir de ahora piénsalo (continuó diciendo) Esther y yo estamos juntas y eso hace que tú tengas que dejar de tomarte ciertas licencias M: Llaa... llamaré la próxima vez (soltó dejando el vaso en la cocina) solo he venido por la mochila de Pedro, se la dejó aquí ayer (le repitió el motivo de su visita) enseguida nos vemos Risas que esconden llantos 37 Susana: Bien... (no se movió del quicio de la puerta) espero que lo entiendas Maca (dijo en un tono un tanto más amable pero que a Maca le pareció algo falso) pero... no sé, no me parece lógico que entres así... ¿Lo entiendes verdad? M: Sí, claro (contestó de nuevo un poco ida, imaginándose a Esther y Susana retozando en el sofá entre gemidos) lo siento... Pedro: Mami ya (llegó pedro a la cocina) Hola Susi (saludó el pequeño contento) me voy al cole Susana: Muy bien campeón (sonrió al crío) te vemos luego ¿sí? Pedro: Sí, ¿vamos al parque? (preguntó con una sonrisa) Susana: Sí, luego vamos al parque (contestó cariñosa y Maca sintió que estaban usurpando su sitio) M: Vamos Pedro que llegaremos tarde (atajó la conversación) Pedro: Aios (le dio un beso a Susana) Susana: Adiós peque (le revolvió el pelo) aprende mucho ¿eh? (el niño se encogió de hombros y ella levantó de nuevo la mirada para ver a Maca) Adiós (su despedida fue mucho más seria dándose la vuelta para volver a la habitación) Cuando Maca dejó a Pedro en el colegio, no pudo evitar pensar en el encuentro que había tenido con Susana, si lo pensaba, realmente tenía razón, las cosas habían cambiado, ahora Esther estaba con Susana y Maca no tenía derecho a aparecer por su casa cuando le diera la gana sin llamar ni avisar... había alguien más en su vida, tendría que aprender a vivir con ello... Esther despertó y lo hizo con una sonrisa en los labios al encontrarse justo frente a ella, a una Susana que portaba una bandeja con el desayuno perfectamente preparado. Se incorporó en la cama al tiempo que su chica dejaba el desayuno en la mesita de noche y se sentaba frente a ella Susana: Buenos días (sonrió atrapando su labio inferior) E: Uhmm Hola (contestó tras el beso) ¿Y todo esto? Susana: Me apetecía (se elevó de hombros) ¿No te gusta? E: Me encanta (sonrió) Susana: A mí me encantas tú (afirmó mordiendo de nuevo su labio) oye que... quería hablar contigo de una cosa (dijo tras unos momentos de besos lentos) E: Dime (contestó robándole un nuevo beso) Susana: Es que... Maca ha estado aquí esta mañana (soltó y Esther se quedó algo parada) por lo visto Pedro se dejó la mochila aquí y... han pasado a recogerla E: Ajá (dijo tomando una tostada y mordiéndola, Susana miró su reacción, fue como si le estuviera diciendo algo que fuera lo más normal del mundo) Pedro siempre igual, le dices que coja la maleta del cole y él solo piensa en los juguetes... este niño... Susana: Ya... (bajó la cabeza) E: ¡Ey! (se dio cuenta de su tono) ¿Qué pasa? Susana: Nada... no sé, es solo que... tú y yo ahora estamos juntas y... ¿no te parece que Maca no debería entrar aquí así porque sí? (preguntó con todo el buen tono que pudo poner) E: A ver, no es así porque sí, son en circunstancias especiales, como que Pedro se deje la mochila o no sé, cosas así (afirmó) siempre lo hemos hecho de esa forma, no tiene nada de malo, yo también voy a su casa a veces... Risas que esconden llantos 38 Susana: Cariño... sé que sois amigas y que os lleváis bien... pero no sé... no me siento muy cómoda sabiendo que ella puede entrar en esta casa cuando quiera y... yo que sé, encontrarnos en alguna situación comprometida (soltó del tirón, como si lo hubiera estado ensayando) E: Ya... pero eso no va pasar (afirmó contundente) normalmente si alguna tiene que ir a casa de la otra llamamos, pero... si es por algo así y no queremos molestarnos o no estamos, pues usamos la llave (continuó explicando) no sé dónde está el problema, la verdad... Maca es prudente, no va a entrar aquí cuando le de la gana... Susana: No sé, Esther (negó levemente con la cabeza) si tú piensas así, yo no puedo hacer nada pero... (se cortó) olvídalo E: No, dime (la animó a seguir) ¿Pero qué? Susana: Pues que... no sé (dijo un tanto avergonzada como si le diera miedo su respuesta) ¿no sería más lógico que siendo yo tu pareja, fuera yo la que tuviera llaves de tu casa y no ella? Esther se quedó un poco parada, la verdad es que no había pensado en que a Susana pudiera no parecerle bien que Maca aún tuviera llaves de casa. Si lo pensaba, tenía toda la razón del mundo para decir lo que decía, vale que fueran amigas pero debía haber ciertos límites, más ahora que una de las dos tenía pareja... Susana: La verdad es que yo me sentiría mejor si fuera yo quien tuviera llaves de tu casa (continuó Susana) no me entiendas mal, me... alegra que tengáis buena relación y todo eso pero... (suspiró) es tu ex, Esther... y yo tu novia... y si te soy sincera no me apetece estar aquí sabiendo que puede entrar en cualquier momento (continuó) por mucho que sea solo en ocasiones especiales... E: Hablaré con ella (afirmó pues sabía que tenía razón, en el fondo tenía razón) Susana: Gracias cariño (dijo acercándose y besándola con una sonrisa en los labios. Beso que se prolongó más de lo que pensaban en un primer momento y que desencadenó en un desayuno que poco tenía que ver con lo preparado por Susana) Cuando Esther entró en el hospital, Maca la esperaba con ropa de calle, su turno terminaba cuando empezaba el de la enfermera pero había querido esperarla para hablar con ella de lo sucedido esa mañana Sabía que Susana, en el fondo, tenía razón en lo que dijo, que las cosas habían cambiado y ella no podía presentarse así en su casa, pero había algo que le chirriaba en toda la conversación que habían tenido, quizás las formas que había usado Susana o el hecho de que se tomara licencias que le debían ser concedidas solo a Esther. No era Susana quien tenía que decirle todo aquello y mucho menos en la manera en que lo hizo, con esa altanería, con esa chulería y sobre todo con esas palabras que tanto daño le habían hecho E: Hola (saludó Esther a Teresa y con una sonrisa a Maca) ¿te vas ya? M: Sí, voy a ir a recoger a Pedro del cole, pero te estaba esperando (la miró) quería hablar contigo de una cosita E: Sí, yo también (contestó y Maca miró su rostro queriendo adivinar qué sucedía, pero no había ningún gesto en ella que le diera alguna pista) ¿Me acompañas a vestuarios y charlamos un segundo? M: Claro (afirmó cediéndole el paso. Caminaron en silencio hasta el vestuario de enfermeras, una vez dentro, Esther cerró la puerta, dejó la chaqueta y el bolso a un lado Risas que esconden llantos 39 y se sentó en uno de los bancos) Esta mañana he estado en tu casa (comenzó a hablar antes de que Esther dijera algo) Pedro se dejó la mochila y pasé a recogerla, no te llamé porque era muy temprano, sabía que no tenías turno de mañana y no quise molestarte (continuó) Pero Susana se despertó y... E: Sí (la cortó) Susana me lo ha contado, de eso precisamente quería hablarte (continuó ella, Maca se quedó a la espera quizás de una disculpa de parte de Susana por el tratamiento que le había dado a Maca) las cosas han cambiado, Maca... (comenzó a decir. “como si no lo supiera” pensó Maca) y... yo ahora comparto mi vida con otra persona (siguió) no te lo tomes a mal, pero... no creo que debamos seguir entrando en casa de la otra de esta manera M: Ya (bajó el rostro, era una posibilidad y en cierta manera era lo más normal que podía pasar) yo no quiero causarte problemas, Esther (siguió ella) y no entré en tu casa con ningún otro objetivo que no fuera coger la mochila de Pedro, tampoco iba a dejar que el niño fuera al cole sin sus libros ni nada (se excusó) E: Lo entiendo (sonrió) de verdad, a mí no tienes que darme explicaciones, Maca, siempre hemos sabido respetar a la otra (afirmó) pero ahora es diferente y... (se levantó y fue hacia su bolso buscando algo dentro de él) creo que debemos ser conscientes de que hay cosas que deben cambiar (extendió la mano y le tendió un juego de llaves) M: ¿Y esto? (tomó las llaves que reconoció como las de su casa) E: Creo que ninguna de las dos debe tener llaves de casa de la otra (contestó con un tono neutro) M: No entiendo por qué ahora me devuelves las llaves de casa, ¿y si pasa algo y tienes que ir a mi casa? (contestó sin poder pararse) ¿Y si tengo que ir yo a la tuya y tú no estás? E: Si no estoy yo, estará Susana (contestó un tanto contrariada por la reacción de Maca quien enmudeció al escuchar esto último) y siempre puedes llamarme o hablar conmigo si tienes que ir a mi casa (continuó) Reconozcamos que no es algo muy habitual que tengamos tanta libertad para entrar en casa M: Siempre lo hemos hecho así, Esther (continuó) y no veo nada de malo en esto E: Maca (suspiró) siempre lo hemos hecho así porque ninguna de las dos tenía a otra persona en su vida... y sí, vale que tenemos confianza y lo que tú quieras pero debemos ponernos ciertos límites (la miró) al menos yo quiero poner límites, no quiero que esto pueda afectar a mi relación con Susana La pediatra ahogó un “Y a la nuestra sí” en su garganta, si lo soltaba seguramente delataría más de lo que quería, y Esther parecía tenerlo tan claro... tanto, que no fue capaz de rebatir nada más. Así que simplemente se levantó, sacó las llaves de Esther y se las tendió M: Te llevaré al niño cuando salgas de trabajar (fue lo único que dijo antes de marcharse, porque si seguía ahí, seguramente diría cosas que no quería decir) Esther la vio salir y se quedó mirando la puerta un tanto extrañada. Miró las llaves y negó con la cabeza, sabía que había hecho lo correcto, al menos eso pensaba, y por eso mismo no entendía ese malestar que se instaló en la boca de su estómago al ver el rosto de Maca antes de salir Durante los siguientes días, Maca se encargó mucho de no cruzarse con Esther más que para lo necesario. Tan solo se vieron para algún caso en el que coincidieron pero Maca Risas que esconden llantos 40 se mostraba lejana, hablando con monosílabos y con evidentes prisas por marcharse. Los primeros días lo dejó pasar, suponiendo que era cosa del estrés del trabajo, pero cuando al quinto día, intentó invitarla a un café y lo rechazó con la excusa más absurda del mundo supo que no había estrés por trabajo, que algo pasaba y creía saber qué era Posiblemente el hecho de que le pidiera las llaves de su casa no había sentado del todo bien a Maca, no supo por qué, pero algo le decía que con aquello, lo único que conseguía era alejarlas. Sabía que en cierta manera Susana tenía razón en sus argumentos pero también debía reconocer que siendo Maca la madre de su hijo y dada la buena relación que tenían era también normal que tuviera llaves de su casa por si en algún momento pasaba algo con el pequeño Aún con todo, consideraba que la pediatra estaba llevando al extremo algo quizás bastante simple, el hecho de no tener llaves no significaba que dejaran de ser amigas, ni que tuvieran que alejarse, ni que Maca se mostrara tan lejana a ella, era algo que no entendía y que en el fondo, tampoco soportaba Viendo que, si no hacía algo, la situación podía ir a más decidió ir a verla tras dejar a Pedro en el colegio. No la llamó, la conocía lo suficiente para saber que, si en el hospital la estaba evitando, muy probablemente ahora se inventaría alguna excusa para no quedar con ella. Consciente de que no tenía turno esa mañana decidió ir directamente a su casa, donde no podría decir nada para evitar una conversación Llamó esperando con una sonrisa a que abriera, Maca siempre despertaba temprano, tuviera o no que ir a trabajar siempre despertaba bastante temprano, así que no importunaría su sueño. Volvió a llamar al cabo de unos segundos al ver que nadie abría y esperó de nuevo. Si lo pensaba, no sabía muy bien qué iba a decirle, lo que sí tenía claro era que no quería que siguiera evitándola y que haría lo imposible porque entendiera la nueva situación M: ¡Esther! (dijo Maca abriendo la puerta cortando sus pensamientos) ¿Qué haces aquí? (preguntó sorprendida, Esther lo estaba aún más, cuando fue a su casa no esperó encontrarla así, la única prenda que cubría su cuerpo desnudo era una sábana enrollada. El pelo alborotado y los labios rojos y algo hinchados le daba la confirmación de lo que había interrumpido) E: Eh... lo... lo siento (consiguió decir) no... no quería... yo... no... M: ¿Ocurre algo? (preguntó tapándose un poco más) E: Quee... quería hablar contigo (tragó saliva cuando la sábana estuvo a punto de caer) M: Ya... este no es un buen momento (dijo con una ceja alzada) E: Sí, bueno... lo siento... no tenía que haber venido sin avisar... (bajó la cabeza) pero necesito que hablemos... M: ¿Le pasa algo a Pedro? (preguntó mirando hacia el interior) E: No, no... es... Pedro está bien... -: Maca, ¿vienes? (escucharon ambas que decía una chica) M: Ehmm... (se quedó parada) tengo que... (señaló el interior de la casa con el dedo) E: Sí... claro... (volvió a bajar la cabeza) te... te veo en el hospital M: Sí, hasta luego, Esther (terminó de decir cerrando la puerta y quedándose un segundo sobre la madera, no esperaba esa visita y verla, le había cortado todo el rollo) Risas que esconden llantos 41 E: Genial (murmuró al tiempo que se montaba en el ascensor) Y aquella imagen de Maca semidesnuda, tapada tan solo con una sábana trajo a su mente mil imágenes parecidas, mil momentos vividos con ella, mil veces que la había visto de la misma manera, con una sábana, con una toalla, sin ella... mil recuerdos que se negaba a recordar, que guardaba dentro, muy dentro de ella sin querer despertar los sentimientos que provocaba todos esos recuerdos Durante toda la mañana, sola en casa, con Susana trabajando, no pudo dejar de pensar en aquella escena. No quería pensar en ello y sin embargo no dejaba de hacerlo. Decidió distraerse, hacer limpieza, buscar cualquier cosa que hiciera que dejara de pensar en la escenita que acababa de presenciar. Comenzó por el salón, sacó todos los DVDs de la estantería y comenzó a ordenarlos, encontró uno de ellos, sin carátula y sin título, sin recordar qué contenía y pensando que sería alguna película en la caja equivocada, encendió el reproductor y metió el Cd. Cayó sentada en el sofá con la vista puesta en la pantalla mientras que las imágenes se sucedían Juez: Macarena, ¿consientes en contraer matrimonio con Esther? (la imagen, grabada desde una cámara particular, enfocaba a la pareja que se miraban emocionada, recordaba que fue Carlos quien se había encargado de hacerles el video de la boda, se había posicionado justo al lado del juez para poder enfocar sus rostros) M: Sí, consiento (contestó la pediatra mirando emocionada a la enfermera, la cámara grabó sus sonrisas) Juez: ¿Eres consciente de que lo contraes en este acto? M: Sí, lo soy Juez: Esther, ¿consientes en contraer matrimonio con Macarena? (había repetido la pregunta el juez mirándola a ella y ella, sin dejar de mirar a su mujer, con una emoción contenida sonreía enamorada) E: Sí (recordaba que apenas le salían las palabras) Juez: ¿Eres consciente de que lo contraes en este acto? (volvió a preguntar y Maca le había hecho un gesto cómico que había logrado que sonriera) E: Sí, claro Juez: Por el poder que me otorga el cargo que ostento, os declaro legalmente casadas La voz de Carlos vitoreándolas cuando se besaron se escuchó en la grabación. Desde el sofá, Esther sonreía con algo de nostalgia por aquellas imágenes. La siguiente escena era de ellas dos, saliendo de los juzgados, regalándose miradas emocionadas y el beso que todos los invitados querían que se dieran Un corte en la grabación y aparecían ya en la fiesta. Carlos parecía todo un profesional grabando a todos los invitados, grabándolas a ellas, que confidentes y enamoradas, hablaban en susurros en la mesa nupcial. Claudia: Vamos a ver de qué hablan las novias (había dicho Carlos directamente a la cámara volviendo a enfocarlas para acercarse a ellas) ¡buenas! ¿Qué tal las recién casadas? ¿qué murmuráis? M: Menudo cotilla (rió) ¿qué te importará a ti lo que hablo con mi mujer? (al decir aquello había hecho un gesto sonriente) mi mujer... mi mujer... mi mujer... Risas que esconden llantos 42 E: Eso, eso, repítelo muchas veces y termina de creértelo (se escuchó decir a sí misma) porque soy tu mujer, ya no te escapas M: Ni yo quiero escaparme tonta (había contestado acercándose a ella para besarla lentamente) te quiero muchísimo mi amor... E: Y yo a ti (contestó volviendo a besarla, la mano de Maca tapó el objetivo de la cámara de Carlos que intentaba acercarse aún más) Claudia: ¡Eh! La cámara ni tocarla (soltó chistoso) M: Pues no te metas en nuestras intimidades (contestó sin dejar de sonreír) anda, ve a grabar un rato a Teresa que seguro que estará llorando como una Magdalena y eso no quiero que te lo pierdas E: Pero mira que eres mala M: Mucho, por eso me quieres ( volvió a afirmar) Paró el video, sin querer seguir viendo aquellas escenas, guardó el DVD en la caja y lo dejó donde lo había encontrado. Decidió no pensar más en ello, o al menos intentarlo y continuar con la limpieza general de casa, manteniéndose entretenida y pensando en qué le diría a Maca cuando la viera esa misma tarde en el hospital Entró en el hospital mirando a su alrededor, nadie parecía haber por allí, así que firmó la entrada y fue directamente a vestuarios. Un tráfico le hizo cambiarse con prisas y adelantarse a los requerimientos del médico que atendía en ese momento al herido que entraba. Concentrada en su trabajo se olvidó de todo por fin. Ya no estaba Susana, ni Maca con su lejanía, ni ese video que había visto y que no había podido borrar de su mente, ni nada que no fuera aquella mujer que aunque grave, la miraba consciente pidiéndole con la mirada que la salvaran Pasó gran parte del turno en quirófano aquella chica había llegado peor de lo que parecía y fue bastante complicado sacarla adelante. Por suerte, tenía ganas de vivir y finalmente consiguieron estabilizarla y terminar la operación con grandes esperanzas de recuperación Cuando salió de quirófano lo hizo muy cansada, demasiado, lo único que quería era ir a cafetería y tomarse un café que la mantuviera activa lo que quedaba de turno. Al entrar, hizo un barrido por la estancia viendo cómo, en una de las mesas Maca y Claudia hablaban entre ellas y sonreían por algo que decían. Iba a acercarse cuando alguien la llamó a su espalda Susana: ¡Esther! (dijo Susana acercándose a ella) hola, cariño (saludó con un beso) E: Hola (contestó algo contrariada) ¿qué haces aquí? Susana: Pasaba por aquí cerca y he dicho, voy a ver si mi chica tiene tiempo para un café (le explicó al tiempo que sonreía) E: Sí, claro (contestó) si además tengo un ratito, acabo de salir de quirófano y parece que todo está más tranquilo Susana: ¿Ha ido bien la operación? (preguntó) E: Sí, bastante bien... bueno ha sido complicado (le decía mientras en la barra pedían un par de cafés) pero parece que la chica se recuperará, al menos eso dice Rai Susana: Me alegro (acarició su brazo. Esther miró hacia la mesa en la que se encontraba Maca y la vio bajar la mirada como si la hubiera pillado mirando) anda, mira, si está ahí Maca (comentó Susana llevando la mirada hacia allí) Risas que esconden llantos 43 E: Sí, la acabo de ver (contestó) iba a sentarme con ellas, pero ya que estás aquí... Susana: A mí no me importa ¿eh? (contestó) quiero tomarme un café con mi chica, me da igual que estén ellas E: Vale, porque además, tengo que comentarle una cosa a Claudia sobre la chica esta, Rai quiere que le haga unas pruebas (siguió explicando al tiempo que ya iban hacia la mesa) Hola... ¿os importa? Claudia: No, claro (contestó por Maca) sentaos E: Gracias (sonrió a ambas, Maca le devolvió la mirada) Susana: Hola (saludó) ¿qué tal Maca? (le preguntó directamente a la pediatra) M: Muy bien, haciendo un descansito (contestó, mirando de reojo a Esther) E: Eh... Claudia, que Rai quiere que le hagas un tac a la chica del tráfico (dijo a la neuróloga al ver que la mesa se quedaba absolutamente en silencio) Claudia: Uhmm vale (miró el reloj) pero me parece que va a tener que esperar un poquito (continuó) estaban terminando de arreglar no sé qué problema E: Pues lo hablas tú con él (soltó) yo de momento me voy a tomar este café Alicia: Esther, perdona (llegó Alicia hasta ella) te está buscando Javier E: ¿A mí? (dijo un tanto fastidiada) Alicia: Sí, no sé qué de un problema de suministros de enfermería (le medio explicó) está en su despacho E: Joder... (suspiró algo frustrada) ¿me esperas un segundo? (le dijo a Susana) Susana: Claro, aquí estaré (sonrió) Esther se levantó, miró un segundo a Maca quien tenía la mirada perdida en algún punto de la cafetería. Rai llegó justo en ese instante queriendo hablar con Claudia, lo que propició que Maca y Susana se quedaran solas en la mesa La pediatra la ignoró, pendiente de todo menos de ella. Desde el encuentro aquella mañana no estaba para nada cómoda con su presencia. Susana, por su parte, se concentró en el café, al menos eso parecía Susana: Quería pedirte disculpas, Maca (comenzó a decir) creo que me pasé un poco el otro día M: ¿Eh? (no le estaba prestando atención) ah... nada, tranquila... Susana: No, en serio (siguió diciendo) debería haber dicho las cosas de otro modo... M: Uhmm... o quedarte calladita (soltó sin querer) Susana: ¿Perdón? ¿En serio crees que tenía que callarme? (no podía creer lo que estaba escuchando) M: Lo que creo es que eso tendría que haberlo dicho Esther, no tú (afirmó con rotundidad) en mi opinión te tomas unas libertades que no te corresponden aun siendo la pareja de Esther Susana: Y en la mía tú aún crees que formas parte de su vida cuando saliste de ella hace mucho tiempo (soltó) M: Formo parte de su vida (rebatió) te guste o no, y no tengo intención de salir de ella Susana: A quien tiene que gustarle es a Esther (soltó) y parece que cada vez le gusta menos M: Ya, qué vas a decir tú (siguió diciendo sin querer prestarle atención) Susana: Sé lo que le pasa a mi pareja (continuó) por si no te acuerdas me acuesto con ella cada noche, sé lo que piensa y cómo siente M: Pues déjame decirte que no la conoces en absoluto (se levantó para marcharse pues no aguantaba más allí) Risas que esconden llantos 44 Susana: La conozco lo suficiente para saber que está hartándose de ti y de toda esta situación absurda que tenéis (siguió parándola) ¿o sino... por qué pedirte que le devolvieras las llaves de su casa si tan bien os lleváis? (sonrió para sus adentros) está claro que Esther está bastante harta de tenerte siempre pisándole los talones M: Entonces que me lo diga ella (soltó sin volverse y saliendo escopetada de la cafetería, con ganas de partirle la cara a esa estúpida, con ganas de mandarlo todo a la mierda, con ganas de encarar a Esther y que le dijera si todas esas sandeces que había soltado Susana eran ciertas o no y sin embargo, sabía que no serviría de nada, Susana estaba demostrando ser una auténtica hija de puta y posiblemente, lograría darle la vuelta a las cosas y hacer que Esther viera a Susana como una santa y a ella como la que se entrometía y malmetía en su relación. Así que lo único que hizo fue entrar en el vestuario, pegar un portazo y descargar toda su rabia contra la taquilla) Durante los siguientes días Maca se mostró muchísimo más distante, incluso diría que borde, Esther, que no entendía nada de lo que ocurría había intentado hablar con ella en varias ocasiones consiguiendo tan solo evasivas y alguna que otra contestación bastante fuera de lugar Le dolía ese comportamiento, más que nada porque no lo entendía, no comprendía cómo de la noche a la mañana, su amiga, su mejor amiga, se comportaba de esa manera con ella. Pero tenía que reconocer que no era solo eso lo que le ocurría, y es que, la verdad era que la echaba de menos. Echaba de menos poder hablar con ella, reírse con ella, pasar aunque fueran cinco minutos con ella. A veces se preguntaba por qué esa necesidad tenerla cerca y siempre se contestaba con la misma respuesta, eran amigas y la necesitaba como amiga Ese día, en el hospital, miraba hacia la entrada esperando verla aparecer, había dado por imposible poder mantener una conversación con ella pero al menos quería intentar suavizar las cosas. Cuando la vio aparecer disimuló su nerviosismo y se concentró en los papeles que tenía frente a ella M: Buenos días (saludó de manera general mientras firmaba el parte de entrada) T: Buenos días, Maca (le respondió al saludo) ¿has dormido hoy mejor? (preguntó, Esther la miró extrañada) M: Sí, mejor (fue lo único que contestó) me voy para dentro (ni tan siquiera miró a Esther) E: Maca que... M: Hasta luego (soltó ignorándola, la enfermera se quedó parada) E: No sé qué le pasa conmigo (murmuró decepcionada) T: No creo que sea contigo (contestó) con todo el lío que tiene en casa debe estar bastante harta, y ya sabemos lo borde que puede llegar a ser cuando se enfada E: ¿Qué le pasa? (preguntó sin tener ni idea de lo que hablaba) T: ¿No te lo ha contado? (se extrañó) E: No, últimamente no hablamos mucho (se lamentó) T: Vaya... ¿os ha pasado algo? Porque siempre os contáis todo (siguió intentando indagar) E: Nada, Teresa (intentó quitarle importancia) ¿qué es lo que le pasa? T: Pues resulta que el otro día se rompió una de las tuberías de su piso y no veas, todo un cristo, las paredes llenas de humedades y ya te imaginarás (le contó) total, que está Risas que esconden llantos 45 liada con obras y por lo que parece es más grave de lo que creían, ha tenido que irse a un hotel... y claro, hubo una boda y una despedida de solteros en el hotel, vamos, que lleva un par de noches sin casi poder dormir E: Ah... vaya... (contestó ¿por qué Maca no le había dicho nada? Podría haberse quedado en su casa en lugar de ir a un hotel) T: Sí... yo le dije que por qué no se quedaba en casa de alguien (siguió) y me dijo que Claudia estaba pintando la casa y que no era plan... E: Ya... (sopesó las posibilidades) bueno, Teresa, me voy para dentro (dijo con prisas siguiendo los pasos de Maca, cuando la vio entrar en vestuarios, no dejó que se cerrara la puerta y se coló dentro) hola M: Ho... hola (miró hacia los lados extrañada) ¿pasa algo? E: Eso me gustaría saber a mí (afirmó) ¿te pasa algo conmigo? M: No, ¿qué debería de pasarme? (le devolvió la pregunta) E: Venga ya, Maca, me estás evitando (contestó) M: Que yo te... (suspiró) No te evito... hago mi vida y tú haces la tuya, es lo que querías ¿no? E: ¿Qué? (no entendía nada) Maca... mira, no sé qué se te pasa por la cabeza pero hacer cada una su vida no significa que tengamos que estar así, evitándonos, bueno, evitándome tú a mí (siguió) dejándonos al margen de todo lo que nos pasa y... M: Esther... no sé qué quieres que te diga, pero las cosas han cambiado, tú misma lo dijiste (contestó ella) E: Ya lo veo (bajó la cabeza) y... joder Maca... es que... últimamente no puedo ni acercarme a ti sin que me ladres y creo que no te he hecho nada (siguió diciendo) no sé, es... es que... siento que estoy perdiendo a mi amiga y no sé por qué... (terminó de decir sintiendo que las lágrimas se acumulaban en sus ojos) y no quiero perderte Maca (siguió “no otra vez” pensó para sí y se sorprendió de aquel pensamiento) M: Esther... (se acercó a ella abrazándola, nunca, en toda su vida podría soportar verla triste, verla mal, era superior a ella. Podría sufrir, sentir el dolor más grande del mundo, sentir que todo se caía bajo sus pies, pero verla a ella mal, verla triste, eso sí que no lo soportaba) E: Lo siento... lo siento yo... (se alejó de ella) no quería que... M: Tranquila... no pasa nada (contestó intentando acercarse, Esther dio un paso atrás) E: Teresa me ha dicho que estás en un hotel (dijo recomponiéndose) M: Sí... una tubería rota y un fontanero un poco cabroncete (bromeó, la enfermera sonrió, al menos bromeaban y eso debía ser bueno) E: Podrías venirte a casa (soltó ante la sorpresa de una Maca que cada vez entendía menos el comportamiento de Esther) M: No creo que sea muy buena idea (contestó dándose la vuelta para quitarse la camisa y colocarse la camiseta del pijama, Esther desvió la mirada) E: ¿Por qué? (preguntó de nuevo) no sé... me parece un gasto tonto de dinero que estés en un hotel y... para Pedro será más cómodo, hoy le toca contigo y no creo que un hotel sea... M: Por Pedro no te preocupes (cortó) la habitación es lo suficientemente grande como para que pueda jugar todo lo que quiera y duerma en su propia cama, me aseguré de ello cuando cogí la habitación (contestó) E: Maca... (insistió) es una tontería... vente a casa, estarás más cómoda M: De verdad, Esther, estoy bastante cómoda en el hotel y solo serán un par de días más (continuó sin querer decirle que obviamente no estaría nada cómoda en su casa con Susana) y... no me parece correcto, no quiero causarte problemas Risas que esconden llantos 46 E: No hay ningún problema (seguía insistiendo un poco más acalorada ante tanta negativa) te vienes a casa y ya está, no te gastas dinero y estarás mejor... M: Esther, déjalo (cortó) voy a quedarme en el hotel, gracias, pero no voy a ir a tu casa E: Es que no lo entiendo... Maca... M: No, la que no lo entiende soy yo (la cortó) Esther, ¿qué estás haciendo? (preguntó) en serio, de qué va todo esto... E: De nada... solo... hago lo que haría una amiga, ofrecerle a otra un sitio donde dormir M: Mira, vamos a dejarlo, porque no quiero discutir, de verdad (soltó) estoy cansada E: ¿Pero discutir por qué? (siguió con el tema intentando entenderlo todo) es que no entiendo nada... joder M: A ver, Esther (intentó decir con paciencia) esto no puede ser, no puedes tenerlo todo ¿vale? (soltó) querías que siguiéramos adelante, pues vamos a hacerlo, pero para ello tienes que dejar de hacer esto (siguió) tú estás con Susana, yo tengo mi vida, ya está, ¿Somos amigas? Sí, supongo (“aunque empiezo a dudarlo” pensó para sí) pero hay ciertos límites que no impusimos y que debemos hacerlo, tú ya lo dejaste claro, ahora me toca a mí (siguió) además, no creo que a Susana le hiciera mucha gracia que fuera a tu casa Quizás fue el tono que usó, o el gesto de desagrado que salió espontáneamente de su rostro, no supo qué, tal vez es que simplemente la conocía lo suficiente como para leer más allá de sus palabras y tras aquella última frase, Esther arrugó el mentón E: ¿Qué es lo que te pasa con Susana? (preguntó directamente) M: Nada (contestó mecánicamente intentando salir de vestuarios) E: Maca (la paró agarrándola del brazo) ¿qué pasa con Susana? M: Que no pasa nada (se soltó) tengo que ir a trabajar E: Por favor, Maca (la paró de nuevo) si tienes algo que decirme, simplemente dímelo (siguió) siempre hemos podido hablar de cualquier cosa... no te calles ahora... M: Esther, de verdad, déjalo (suspiró) E: ¡Que no joder! (protestó elevando la voz) que no lo dejo, dime lo que tengas que decirme M: Muy bien (soltó) ¿quieres la verdad? Pues la verdad es que Susana no me gusta (dejó impactada a Esther) no creo que sea la mujer adecuada para ti, creo que te está cambiando, ni siquiera te das cuenta pero ya no eres la misma E: No puedo creer lo que me estás diciendo (contestó alucinada) ¿Qué yo estoy cambiando? ¡Eres tú la que de buenas a primeras se ha vuelto la mujer más fría y borde del mundo! Susana no tiene nada que ver (siguió diciendo) es una buena mujer que me quiere y a la que... a la que quiero... no puedo creer que digas eso, ni siquiera te has molestado en conocerla M: Ni tampoco quiero hacerlo, te lo aseguro (contestó con seriedad) y me jode mucho ver lo ciega que estás... E: Tu eres tonta (espetó con rabia) ¿Cómo te atreves a decir algo así de Susana? ¿Me meto yo con tus parejas? ¿Critico yo a las mujeres con las que te acuestas? M: Mira Esther (la cortó) si no te gusta lo que oyes no haber insistido en preguntar (continuó) es mi opinión, tú puedes pensar lo que quieras E: Pues estás muy equivocada (contestó ella bastante enfadada) Susana es una gran mujer que me está haciendo feliz, así que hazte a la idea de que va a estar en mi vida durante mucho tiempo M: Muy bien, pues que seáis felices (terminó de decir por fin saliendo del vestuario, dejando a Esther allí parada y bastante enfadada por lo que había escuchado, sin saber Risas que esconden llantos 47 qué era lo que le daba más rabia, si que hubiera dicho aquello de Susana o que no intentara ni tan siquiera conocerla o alegrarse por ella) Tras pasar todo el fin de semana con Pedro, llegaba el domingo y se acercaba la hora de llevar al niño a casa de Esther. Hacía días que no hablaban, apenas se habían cruzado por el hospital, de hecho, Maca había cambiado turnos, y los pocos en los que coincidieron, Esther era ahora quien la evitaba. Suponía que estaba enfadada por todo lo que le dijo pero no tenía intención ninguna ni de disculparse ni de retractarse de sus palabras, había sido sincera, le había dicho que Susana no le gustaba nada y no iba a mentir diciendo lo contrario Claudia: Pues ya me dirás lo que vas a hacer (comentó Claudia, que junto a ella, vigilaban a un Pedro que jugaba a unos metros de ellas en el parque) porque no creo que podáis seguir evitándoos mucho tiempo M: Lo sé (afirmó) pero ahora mismo sinceramente no creo que sea el momento de hablar de nada (continuó) estará enfadad por lo que le dije y no pienso disculparme Claudia: Es que Maca... no sé... quizás te pasaste un poco... M: ¿Pasarme? Claudia esa tía es una manipuladora, tiene dos caras, la que le muestra a ella y la que saca cuando yo estoy cerca (contestó) Claudia: Habla con Esther (siguió diciendo Claudia) cuéntale por qué te cae tan mal, dile lo que pasó en cafetería M: Sí, claro (dijo de manera irónica) voy y le digo, mira cariño, tu novia es una puta zorra que quiere alejarte de mí y que te está manipulando (soltó) no puedo hacer eso, Claudia, y menos ahora que parece que no ve más allá de ella... está ciega y estoy convencida de que se enfadará aún más... Claudia: ¿Entonces vas a dejar que las cosas sigan así? (preguntó) ¿vas a poder estar cerca de ella sin poder acercarte? Porque sabes que si esto continúa así, al final acabaréis sin hablaros M: ¿Y qué hago? (decía un tanto dolida) en estos momentos no puedo hacer nada... es Esther la que tiene que darse cuenta de las cosas Claudia: Ya... M: Lo peor de todo es que ahora tengo que llevar al niño a su casa (comentó frustrada) y no me apetece nada encontrármela... Claudia: ¿Por qué no has quedado con ella aquí mismo? (quiso saber) M: Puff... pues porque Esther salía del hospital ahora y... yo que sé, siempre lo hemos hecho así (siguió) supongo que será cosa de rutina... Claudia: ¿Te acompaño? (miró el reloj para ver si le daba tiempo) M: No, déjalo (dijo agradecida) tienes que irte ya al hospital Claudia: Sí... debería irme (se levantó) M: Pues vamos, que yo también voy a llevar a este terremoto a casa (imitó su movimiento poniéndose en pie) ¡Pedro! Venga que vamos a casa de mamá (le gritó, el niño algo fastidiado por cortar su juego llegó hasta ellas) Pedro: ¿No podemos quedarnos un poco más? (pidió el crío) M: No, cariño (sonrió poniéndose a su altura) mamá te estará esperando, ¿no tienes ganas de verla? Pedro: Sí, mucha (afirmó) M: Pues vamos (le tomó de la mano) luego te llamo y te cuento (dijo mirando a Claudia) Risas que esconden llantos 48 Claudia: Sí, que te sea leve (dijo comprendiendo que en esta ocasión, a diferencia de otras muchas, sería algo incómodo para Maca) Durante el trayecto a casa de Esther, iba pensando que tan solo sería un momento, dejaría al niño, hablaría sobre él si se daba la ocasión y se marcharía. No estaría allí más de diez minutos, quizás ni eso, las cosas a pesar de lo que le gustaría, no estaban para nada más. Y sobre todas las cosas no quería encontrarse con Susana Llamó al timbre, esperando que la enfermera abriera la puerta, tras unos segundos ésta se abrió y para su fastidio fue Susana que lo hizo con una sonrisa en los labios Susana: Hola peque (dijo al crío quien la miró y la saludó con la mano) ¿qué tal el fin de semana? (le preguntó) Pedro: Bien (contestó el niño entrando en casa) mami me ha llevado a la sierra Susana: Anda, qué bien (respondió mirando a Maca) Hasta luego (hizo ademán de cerrar la puerta) M: Espera... ¿Y Esther? (preguntó sin cortesía alguna) Susana: ¿Te importa? (contesto de igual modo) M: Mi hijo está en su casa, claro que me importa (dijo con seriedad extrema) Susana: Pues ha bajado a comprar algo de cena, ahora sube, tranquila, el niño está bien (intentó volver a cerrar) M: Bien, pues te importe o no, la voy a esperar (se coló dentro sin que Susana pudiera evitarlo) Susana: ¡No puedes entrar aquí así! (exclamó) ¿quién te crees que...? (se cortó al ver a Pedro junto a su madre) M: Pedro, cariño (dijo con un tono mucho más dulce) ¿Por qué no vas a tu cuarto a dejar la mochila? (el niño miró a su madre, después a Susana y dándole un beso a la pediatra desapareció por el pasillo) para que te quede claro, he venido a dejar a mi hijo con SU madre, no con una extraña Susana: No soy una extraña (continuó ella) soy la mujer de su madre, me conoce de sobras M: Me da igual si eres su mujer, su hermana o la virgen (continuó) no pienso dejarlo contigo, lo dejaré con su madre Susana: Tú lo único que quieres es tener una excusa para verla (espetó) entérate de una vez, Esther está conmigo y tú no vas a hacer nada para separarnos M: Ni lo haré, ni lo pretendo (contestó) pero no me gustas, es más, conmigo has dejado ver tus cartas, Esther puede que esté ciega, pero yo no y no voy a dejar a mi hijo contigo Susana: No sé a qué te refieres con eso de ver mis cartas (dijo con una sonrisa cínica) yo solo defiendo lo mío... cosa que tú, por lo visto, no supiste hacer... M: ¿Qué dices? (soltó sintiendo que la rabia subía por su cuerpo) Susana: Bueno... está claro que no supiste hacerla feliz... (soltó con toda la intención) no supiste retenerla a tu lado... ¿qué pasa, que te jode que alguien que no seas tú la haga feliz? M: No tienes ni puta idea de lo que estás hablando (soltó con tanta ira que no supo cómo podía mantenerse quieta) Susana: ¿Es que acaso estoy mintiendo? (siguió pinchando) no supiste estar con ella cuando más te necesitaba y ahora eres incapaz de dejar que sea feliz... ¿qué pasa que te pone verla mal? ¿Te excita verla sufrir? M: Hija de puta (y de la misma rabia dio un paso hacia adelante y le cruzó la cara en una bofetada que resonó en toda la estancia) Risas que esconden llantos 49 E: ¿¡Pero qué coño pasa contigo!? (escucharon ambas que decía una fuera de sí Esther que entró justo en el momento en que la mano de Maca impactaba contra el rostro de Susana) En dos pasos estaba junto a Susana, le miraba el golpe y con fuego en la mirada se volvía hacia una Maca que no podía creer cómo había perdido de esa forma los papeles. Jamás en su vida había pegado a alguien y nunca pensó que pudiera llegar a hacerlo... E: ¿Estás bien? (escuchó que le decía a Susana y sintió de nuevo su sangre arder) M: Esther... E: No (la cortó) lárgate de aquí... ahora (la miró con rabia) M: Es... E: Ya, Maca (la cortó) vete de mi casa No dijo nada, simplemente tomó sus cosas y salió del piso dando un sonoro portazo Tres meses después La relación de Maca y Esther había pasado, en cuestión de tres meses de ser estupenda a no existir. Durante las primeras semanas después de aquella bofetada, todo habían sido broncas y reproches sobre lo ocurrido. La pediatra había intentado justificarse sin encontrar ningún tipo de respuesta por parte de Esther que tan solo veía lo que Susana le hubiera contado y no la dejaba explicarse De ese modo, cansada de tanto pelear con ella, había optado por la vía de la ignorancia. Todos en el hospital se habían dado cuenta de lo mal que estaban las cosas entre ellas, mucho incluso se sorprendían de verlas así, ni tan siquiera cuando se separaron se comportaban de esa forma. No se hablaban, apenas se cruzaban por los pasillos y se negaban a trabajar juntas, en las escasas ocasiones en las que lo hacían, tan solo cruzaban las palabras necesarias para asistir al paciente, de forma dura, seria y sin ningún tipo de amabilidad No estaba siendo fácil, nada fácil, para ninguna de las dos, pese a que se mostraban indiferentes a que intentaban no bajar la guardia aquella bola de nieve se había convertido en un alud imposible de parar, quizás sus orgullos no las dejaban ver con claridad, pero la realidad era que cuando llegaban a casa tras un día en el hospital, cuando recordaban cómo no se habían mirado en el pasillo al cruzarse, o cómo una se había levantado de la mesa en la que la otra estaba tomando un café o cómo se habían soltado pullas con intención de quedar la una por encima de la otra, entonces era cuando se preguntaban qué estaban haciendo y lo más importante, cómo habían llegado a aquella situación Ambas sabían que no querían seguir así, que deberían hablar, que necesitaban terminar con esa guerra absurda y sin embargo, ninguna de las dos hacía nada por evitarlo, al contrario, cada día iba a peor... hasta esa noche... Risas que esconden llantos 50 Ese día, era un día especial, siempre lo fue, desde siempre, todos los años, en el mismo restaurante de siempre, una mesa reservada y una cena que si bien hubo un tiempo en que fue romántica, pasó a ser una cena entre amigas recordando su pasado juntas Su aniversario... ese que celebraban cada año, aun cuando ya se habían separado, aún cuando ya lo único que las unía era Pedro, seguían yendo a aquel restaurante, era como una cita obligada, como un lugar en el que las dos sentían que debían estar Y a pesar del mal rollo, de las peleas, de lo muy enfadada que estuviera, Maca había reservado mesa... más que una celebración podría decirse que se había convertido en tradición, así que, sin hacer caso a las advertencias de Claudia, que durante todo el día le había dicho que era una soberana tontería ir al restaurante, que seguramente Esther no iría, que tal y como estaban las cosas era querer añadir un dolor más a su corazón, ella fue al restaurante, se sentó en la mesa reservada, y esperó... esperó impaciente a que Esther entrara... pensaba que, si aparecía, tal vez pudieran terminar con todas aquellas broncas, que podrían volver a retomar su... su amistad... No sabía por qué había ido, no tenía ni idea de qué era lo que hacía allí, tal y como estaba ahora su relación, no tenía ningún sentido ir a aquel restaurante ese año. Quizás lo más sensato era darse la vuelta y marcharse, olvidarse de que tenían una “cita” y volver a casa, llamar a Susana, decirle que cambiaba la guardia y acurrucarse con ella en el sofá. Pero algo, no sabía qué, la había empujado allí, quizás el querer terminar de una vez por todas con todo aquello, dejar de pelear, zanjar todos los asuntos pendientes, si es que los tenían y retomar de una vez por todas cada una su vida... lejos la una de la otra... Quizás, simplemente, era que lo único que quería, era estar allí Veinte minutos después, una copa de vino y unas aceitunas para picar mientras esperaba, Maca levantaba la mano con elegancia para pedirle al camarero la cuenta. Estaba claro que Esther no iba a aparecer, así que no merecía la pena quedarse allí. Cuando el camarero se acercó a la mesa, justo cuando había perdido toda la esperanza, la puerta del restaurante volvió a abrirse por enésima vez aquella noche y una Esther con un rostro dudoso entró mirando hacia todos lados M: Póngame otra copa, por favor (le dijo al chico, éste asintió, sirvió más vino y se alejó) hola (saludó sin saber muy bien cómo comportarse al verla acercarse hasta ella) E: Hola (dijo de manera seria... no, definitivamente no había sido buena idea) M: Me iba ya (comentó) pensé que no vendrías... E: He estado a punto de irme (declaró) pero creo que tenemos que hablar. Zanjar de una buena vez todo este asunto M: Estoy de acuerdo (dijo cambiando el tono por uno más serio, intentando evitar el de Esther) siéntate, por favor La enfermera se sentó, el camarero llegó raudo a pedirle nota de la bebida y ellas, por primera vez en mucho tiempo, se miraron sin saber qué decirse, sin saber cómo hablarse... y las dos, de un modo u otro, se transportaron al pasado... M: ¿Te llevo a casa? (había preguntado con una enorme sonrisa a la salida del hospital) tengo la moto aquí mismo Risas que esconden llantos 51 E: No, que me da miedo (sonreía abiertamente) M: No te vas a caer... que voy despacio (le dio un pequeño empujón) E: Lo que me da miedo no es caerme (la miró) es lanzarme (y tal y como lo había dicho adelantó el paso E: No podemos continuar así, Maca (dijo Esther tras un silencio prolongado en la mesa) no quiero seguir peleando M: Yo tampoco (fue lo único que pudo contestar) E: ¿No me vas a decir dónde me llevas? (había preguntado con ojos ilusionados, en el ascensor de su piso una vez que Maca fue a recogerla) M: No, es una sorpresa (fue su respuesta con una sonrisa) E: Vale... (había mirado sus ojos y una vez más se había quedado prendada de ellos) ejem... por si... por si luego se me olvida... Me lo he pasado muy bien esta noche (dijo en tono bromista) M: Yo también (contestó tras una pequeña carcajada por la ocurrencia de Esther) E: Hagamos un esfuerzo (continuó) intentemos volver a estar bien... como antes... M: No creo que podamos (bajó la cabeza) no después de todo lo que ha pasado, Esther... E: Anoche lo pasé muy bien (le comentó en el pasillo del hospital, buscando su mano disimuladamente, con cara de boba) aunque me quedé con ganas de algo... (le soltó un tanto avergonzada) M: ¿Y me vas a decir de qué? (había querido saber acariciando los dedos de su mano) E: De... (se había acercado tanto a ella, que Maca sintió un escalofrío) de besarte (le murmuró al oído para marcharse con una sonrisa) E: Aún no sé por qué ha pasado todo esto... éramos amigas... M: Supongo que... no sé (se elevó de hombros) no quiero decir algo que te moleste, no esta noche E: Puedes decir lo que quieras (contestó) para eso estamos aquí, supongo M: Vale... pues... no creo que podamos volver a ser amigas, Esther (soltó con dolor en su tono de voz) E: Gracias por traerme (le dijo con el casco en la mano a las puertas de su piso) M: De nada, tonta (sonrió) E: ¿Sabes qué? Me encanta la forma que tienes de llamarme tonta M: Tonta (había repetido acercándose a su cuerpo) E: Maca... M: Yo también tenía muchas ganas de besarte... pero no quería asustarte (había susurrado a escasos centímetros de su boca) E: No me asustas (fue lo único que consiguió decir mientras su cuerpo entero temblaba) M: Vale (y con ternura, como nunca antes nadie lo hizo, Maca tomó sus caderas y le regaló el beso más dulce que nadie le había dado) llevo mucho tiempo soñando con esto (había susurrado en sus labios) E: Y yo... Risas que esconden llantos 52 E: ¿Qué es lo que tienes contra Susana, Maca? (preguntó necesitando respuestas) ¿por qué te cae tan mal? ¿A qué vino pegarle? Tú no eres así... M: Susana no es quien tú crees (soltó, Esther la miró alucinada) no te enfades, por favor... déjame acabar (pidió antes de que la enfermera pudiera decir algo) contigo se comportará como la mejor mujer del mundo... pero... me provocó... dijo cosas que me hicieron mucho daño (siguió) no quiero ponerte en su contra, pero... me gustaría que te dieras cuenta... creo que ella es la que ha querido separarnos y por ella estamos así E: Y yo creo que te equivocas (contestó tras un instante para sopesar sus palabras, sin querer creer en ellas) M: Estás temblando (murmuró, tumbada sobre ella en la cama de su habitación, con la emoción contenida de la pasión y unas ganas locas de demostrarle todo lo que sentía por ella) E: Estoy nerviosa (había reconocido tras atrapar sus labios de nuevo) M: Puedo esperar, si no estás preparada para esto (le dijo con una dulzura y una sinceridad que Esther agradeció con la más hermosa de sus sonrisas) E: Quiero hacerlo (la apretó contra ella) quiero que me hagas el amor... Entre caricias, besos, gemidos y palabras llenas de dulzura, Maca le hizo el amor tal y como le pidió Esther, sintiendo cada respiración, cada convulsión de su cuerpo bajo el suyo M: Te quiero (le había declarado al oído al ver que poco le quedaba a Esther para llegar al orgasmo) estoy totalmente enamorada de ti... E: Yo... yo también... también te quiero (dijo con la voz entrecortada consciente de que le estaba entregando su corazón entero) M: Lo siento (se disculpó) creo que no estoy llevando bien todo esto (dijo mirándola a los ojos y recordando mil momentos con ella) E: Debemos hacer un esfuerzo (siguió ella) por nosotras, pero sobre todo por Pedro. Maca, por favor (imploró) necesito que hagas un esfuerzo... M: Si me pides que... que me caiga bien Susana... (sonrió con tristeza) lo siento pero... no puedo... no puedo hacerlo E: ¿Me vas a decir ya lo que tengas que decirme? (se había cruzado de brazos mirándola con curiosidad mientras Maca iba de un lado a otro de la habitación) me estás poniendo histérica M: Pues ya sabes cómo estoy yo (había contestado mientras tomaba las fuerzas para hacerlo) E: ¿Quieres parar ya? (le obligó a parar) me mareas con tanta vueltecita M: Joder, ¿ni siquiera puedes dejarme que me tome mi tiempo para pedirte que te cases conmigo? (le había soltado ante la sorpresa de la enfermera) no es fácil hacerlo ¿eh? E: ¿Qué... qué has dicho? (soltó llegando hasta ella, mirándola a los ojos) Maca... cariño ¿qué has dicho? (había vuelto a preguntar al tiempo que la pediatra comenzaba a sonreír) M: Que... Que si... ¿quieres casarte conmigo? (había preguntado y Esther sonrió al verla temblar nerviosa) E: Sí, claro que quiero (el abrazo y el beso que le dio en aquel momento fue el mejor regalo y la mejor respuesta de todas) ¡te quiero! Risas que esconden llantos 53 M: Y yo a ti (había contestado antes de fundirse en un nuevo beso) E: Pues si no puedes hacerlo... entonces lo mejor será dejar de vernos (dijo bajando la mirada dolida por aquella actitud) me gustaría volver a tenerte en mi vida, pero si no puedes darle una oportunidad a Susana... entonces... hablaremos lo justo, en el hospital o sobre Pedro, pero nada más... (tenía unas ganas de llorar increíbles) supongo que todo se acaba aquí M: No... (su voz sonó casi a un ruego) No quiero que acabe aquí... (tomó aire queriendo tomar fuerzas para lo que iba a decirle) Esther... yo... E: Voy a casarme con ella, Maca (la cortó y la pediatra enmudeció al instante) En el hospital, una sonriente Esther le mostraba a Teresa las invitaciones para la boda. La recepcionista las miraba con el gesto fruncido, la enfermera, por su parte, esperaba, ilusionada, que dijera algo E: ¿Bueno qué, te gustan o no? (preguntó algo impaciente) T: Sí, sí, son muy bonitas (contestó dejándolas sobre el mostrador) E: ¿Qué pasa Teresa? (preguntó advirtiendo el tono poco ilusionado que usaba, raro en Teresa a la que todo lo referente con bodas le ilusionaba) T: Pues que... que no sé qué prisas te han dado con casarte (soltó sin poder callarse ante la sorpresa de Esther) E: ¿Cómo? T: Eso, que no sé... ¿Cuánto hace que estáis juntas? ¿cinco meses? (preguntó de nuevo) E: ¿Y qué más da el tiempo que llevemos juntas? Queremos casarnos y ya está (se defendió) podrías alegrarte... T: No sé, Esther (suavizó el tono) creo que te estás equivocando (siguió) lleváis muy poco tiempo juntas, apenas os conocéis y... E: ¿Y? (la invitó a seguir) T: Nada, una tontería (afirmó, callándose al ver quién llegaba) buenos días, Maca M: Buenos días (saludó a ambas de forma general, cuando iba a firmar el parte de entrada quedó parada al ver la invitación sobre el mostrador. Miró de reojo a Esther quien al parecer tenía serios problemas para lograr desviar su mirada de ella) ¿Hay algún niño, Teresa? (preguntó sin hacer alusión alguna a la invitación, tragándose sus sentimientos) T: No, hija, está todo muy tranquilo (afirmó) pero Javier quiere hablar contigo M: Vale, pues voy a verle (recogió sus cosas) hasta luego (se despidió sin mirarla directamente. Esther, sin embargo, la siguió con la mirada hasta que desapareció de su campo de visión) T: Definitivamente te estás equivocando (murmuró) E: No digas chorradas (dijo un tanto más seria) gracias por alegrarte... me voy para adentro, puedes quedarte la invitación, es la tuya (y tal y como dijo aquello desapareció de recepción dejando a Teresa negando con la cabeza) Durante el turno, no se cruzaron para nada. Maca, encerrada en su despacho por la falta de pacientes se dedicó a poner en orden historiales y a revisar algún caso antiguo con el que distraerse. A media mañana, bajó a urgencias y tras preguntar si había entrado algún niño para ella fue a cafetería cuando recibió una respuesta negativa. Se sentó en una Risas que esconden llantos 54 mesa alejada de todos, con un café en la mano y el periódico del día en la otra. Estaba absorta en la lectura cuando Claudia llegó y se sentó frente a ella Claudia: ¿Cómo lo llevas? (le preguntó tras los saludos) M: ¿Cómo llevo el qué? (quiso saber aun sabiendo de qué hablaba) Claudia: La boda del año (dijo a modo de slogan) no se habla de otra cosa M: No sé de qué se habla, me he pasado el día en mi despacho (afirmó) Claudia: Maca... en serio... ¿cómo estás? (quiso saber preocupada por su amiga) M: No lo sé, Claudia (dijo sincera) no sé cómo estoy... no sé cómo tomarme esto y tampoco sé cómo llevarlo... (siguió) Esther ha decidido seguir con su vida excluyéndome a mí y yo no hago más que acordarme de los buenos momentos... Claudia: Es normal que te acuerdes de ellos (afirmó) no sé... supongo que no tenéis momentos malos M: Claro que los teníamos (sonrió levemente) en toda pareja hay momentos malos y esos fueron los que llevaron al fin a nuestro matrimonio... creí que pesaban más ¿sabes? Y... no sé, puede que Susana tuviera razón... (la neuróloga la miró con una ceja alzada) no luché lo suficiente, no... no la ayudé... no sé, Claudia (dijo agobiada) todo esto está haciendo que me pregunte cosas que no quería preguntarme Claudia: ¿Cosas cómo qué? (preguntó) M: Pues... no sé, cosas que daba por supuestas y que no lo son (siguió ella) creía que tenía claro por qué no funcionó nuestro matrimonio pero ahora... supongo que por todo esto no lo tengo tan claro (afirmó) porque... si ella... si Esther quería tener hijos, si me dejó porque no podía tener hijos... entonces... ¿Por qué se casa ahora? (se preguntó) vale que Susana dijo una vez que no quería ser madre pero... no sé, ¿por qué con ella sí y conmigo no? (preguntó de nuevo) sé que fui yo la que dio el paso, la que puso las cartas sobre la mesa y la que dijo que no funcionaba... pero ella no dijo nada, al contrario, lo aceptó, además, yo no dije nada de separarnos, fue ella quien lo dijo y... yo acepté... creo que ese fue mi error, tenía que haber luchado más, hacerle ver que... no sé, que aunque dijera que no funcionaba podíamos hacer que funcionara, pero ella lo tenía tan claro o parecía que lo tenía tan claro que... no lo entiendo... ¿Por qué ahora quiere volver a casarse? (la neuróloga la escuchaba sin poder darle respuestas) supongo que estará enamorada y te juro que me hubiese alegrado enormemente por ella si se casara con otra persona pero... no sé, hay cosas que se me escapan en todo esto y últimamente no hago más que pensar en ello Claudia: ¿Por qué no hablas con ella de esto? (fue lo único que se le ocurrió preguntar sin saber qué decirle) M: Porque ya no tiene sentido (afirmó) ya no... no quiero joderle la vida, Claudia (seguía diciendo con dolor en el tono de voz) quiero que sea feliz, lo único que quiero es que sea feliz, a pesar de que no sea conmigo y... aunque a mí Susana no me guste, aunque tenga cosas que me hacen pensar que no es buena persona... ella parece feliz Claudia: ¿Entonces no vas a hacer nada? (volvió a preguntar) M: Bueno... me deben vacaciones (elevó los hombros en señal de derrota) tal vez los pida y haga un viaje... no quiero estar aquí cuando... cuando se case La conversación no duró mucho más, Maca no quería seguir hablando de ello y Claudia no deseaba hurgar más en la herida. Así que, intentando que dejara de pensar en ello, comentó un par de casos que llevaba e intentó que se distrajera un poco Risas que esconden llantos 55 El resto del turno, aún sin niños, lo pasó una vez más en su despacho. Hizo la ronda en pediatría, bajó a urgencias un par de veces pero siempre pendiente de no encontrarse con Esther. Lo había logrado, un turno completo sin verla, ayudó el hecho de que Esther hubiera pasado gran parte de este de quirófano en quirófano, sin embargo, a la hora de salida, cuando estaba ya firmando el parte, Esther apareció en recepción para firmar también E: Hola (la saludó con cierto recelo) M: Hola (contestó al saludo mientras revisaba unos papeles, no dijo nada más y tampoco dio pie a que Esther lo hiciera) E: Bueno... hasta mañana (dijo tras un silencio en el que había esperado que la pediatra dijera algo) M: Sí, hasta mañana (contestó como si le contestara a alguien a quien no conoce) Cabizbaja, Esther se marchó ante la mirada de Teresa que de nuevo había sido testigo de la escena. Maca miró disimuladamente a la enfermera que negando con la cabeza salía del hospital, suspiró, bajó la cabeza y volvió a sus papeles T: Entonces vas a dejar que se case (pronunció Teresa para sorpresa de Maca) M: Es su decisión, no puedo hacer nada (contestó tras unos instantes de reflexión) T: No va a ser feliz (afirmó) y tú lo sabes (soltó tomando unos expedientes y dándose la vuelta para marcharse y dejándola allí parada) Dos semanas, eso era lo que había aguantado Maca fuera de Madrid. Dos semanas, porque se le hacía tremendamente imposible estar lejos, a pesar de que sufría estando cerca, estando lejos era aún peor Había ido a la playa, había vuelto a reencontrarse con Cádiz, había visto a su madre, durante dos días puesto que no aguantó mucho más; había estado con sus hermanos y había vuelto a ver a viejas amigas... había salido, intentando borrar de su piel las caricias de Esther con alguna otra mujer y sin embargo... nada de eso había servido de nada... porque no pudo dejar de pensar en ella, no pudo olvidarse de que se casaba, no pudo, ni por un segundo, sentir, que cada minuto que pasaba sin verla sonreír, era un minuto perdido. Pero no solo a ella, también echaba terriblemente de menos a Pedro, su ángel, su pequeño terremoto, el que conseguía sacarle una sonrisa en el peor momento... era tanta la necesidad de verlo... de verlos a ambos, que finalmente volvió a Madrid ante de lo previsto Decidió ir directamente al colegio de Pedro, necesitaba verlo cuanto antes, llegó justo cuando los niños salían, miró a su alrededor, esperaba no encontrarse con Esther acompañada de Susana, no quería un enfrentamiento, pero necesitaba ver a su hijo cuanto antes, así que si se encontraba con ella, simplemente la ignoraría Para su suerte, en la puerta del colegio entre las demás madres, tan solo estaba Esther. Miró a su alrededor, ni rastro de Susana. La miró desde lejos, quedó parada observando cada movimiento, cada gesto. Estaba tan preciosa... tanto... que no pudo evitar sonreír. La había echado de menos esos días... M: Ho... hola (saludó un tanto dubitativa al acercarse) Risas que esconden llantos 56 E: ¡Maca! (soltó alegrándose de verla) ¡Hola! (se quedó parada sin saber qué hacer) ¿qué... cuando...? M: Hoy (contestó sabiendo qué preguntaba) tenía muchas ganas de ver a Pedro, le he echado mucho de menos E: Eh... sí, claro (su sonrisa no se borraba de la cara) y... ¿qué tal? ¿qué tal todo? ¿Dónde has estado? ¿cómo te lo has pasado? M: Esther... (la paró sonriendo) de una en una (Esther sonrió) todo muy bien, me lo he pasado bastante bien (comenzó a recordar) he estado en Cádiz, he ido a ver a mi madre y... ¡ah! ¿Te acuerdas de Nieves? E: Nieves... Nieves... ¡sí! Nieves, tu compañera de la facultad (recordó) M: La misma (sonrió) pues estuve con ella, me ha dado recuerdos para ti... y... no te lo vas a creer, se viene a vivir a Madrid E: Ah es... es genial (afirmó) me alegro de que lo pasaras bien M: Sí, la verdad es que me han sentado bien estos días (contestó sin saber muy bien de qué más hablar) ¿Y tú qué tal? E: Bien, bien (afirmó con la cabeza) liada con... con la boda y eso... M: Sí... la boda (miró al suelo) ya os queda poquito (demasiado poco pensó para sí Maca quien recordó que apenas quedaban un par de semanas para el “gran día”) E: Sí (contestó sin mirarla, quedando ambas en silencio por un instante) M: ¿Por qué? (la miró encarándola, Esther la miró interrogante) ¿por qué te casas? E: Maca... (pidió) M: Esth... Pedro: ¡Mami! (escucharon que gritaba Pedro corriendo hacia ellas) ¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! (decía contento de verla) M: Hola, mi amor (contestó agachándose y cogiéndolo en brazos dándole un montón de besos) hola cariño Pedro: Hola mami (decía el crío contento de verla) M: Te he echado de menos, cariño (seguía diciendo llenándose de su hijo, a su lado, Esther los miraba con una sonrisa en los labios) Pedro: Y yo, mucho, mucho (contestó) M: Oye, ¿te importa que me lo lleve a casa? (le preguntó a Esther) ya sé que te toca a ti pero... E: Claro, Maca (contestó sin poder borrar su sonrisa) te ha echado mucho de menos M: Gracias, yo a él también (sonrió, bajando al niño y tomándole de la mano) venga, dale un beso a mamá, que vamos a ir a casa y te doy el regalo que te he traído Pedro: ¡Regalo! (exclamó) mamá, mami me ha traído un regalo E: Ya lo he oído mi amor (le dio un beso) pórtate bien ¿eh? Pedro: Sí, vamos mami (hizo el intento de andar) M: Espera cariño (lo paró sin moverse de su posición) que... mañana lo recoges tú en el cole o... E: Sí, yo lo recojo (contestó sin dejar de mirarla) M: Vale... (no podía moverse de allí) a ti también te he echado de menos (murmuró bajando la cabeza sin saber si hacía o no lo correcto) E: Y yo a ti, Maca (declaró para sorpresa de la pediatra) la verdad es que te echo mucho de menos (no pudo evitar decir) M: Yo también (elevó la mano acariciando su mejilla, Esther cerró los ojos al sentir el contacto...) E: Maca, por favor (imploró para que no siguiera) M: Lo siento... (bajó la mano) lo siento E: Tengo que... que irme (afirmó dándose la vuelta para marcharse) Risas que esconden llantos 57 La vio marcharse, alejarse de su vida una vez más, la imaginó casándose con Susana, y no pudo evitarlo, dejó a Pedro jugando con un compañero de clase y aceleró sus pasos para llegar hasta Esther, la tomó del brazo y pudo ver que los ojos de la enfermera se mostraban vidriosos M: Espera (la paró, la enfermera la miró sorprendida) E: ¿Pasa algo? (dijo tras aclararse un poco la garganta) M: No... sí (se corrigió) Esther... E: No, Maca (le pidió, aventurándose a adivinar lo que iba a decir) M: Escúchame (negó con la cabeza) no... no te cases... (soltó, la enfermera quedó sin palabras) no te cases con ella (rogó) cásate conmigo... (terminó de decir ante la mirada estupefacta de Esther) E: ¿Qué? (consiguió preguntar sin salir de su asombro) M: Que... que te cases conmigo (repitió algo dubitativa) te quiero, Esther... nunca he dejado de quererte... E: No... no... (negó con la cabeza) no puedes estar hablando en serio M: Claro que hablo en serio (insistió acercándose a ella) te quiero... sigo enamorada de ti como el primer día y... E: ¿Tú te das cuenta de lo que estás diciendo? (no podía ser cierto) ¿cómo... cómo que aún me quieres? No me quieres... tú y yo solo... solo somos... Amigas, o lo éramos M: Tú y yo somos algo más que amigas, Esther (siguió diciendo) mi amor... E: Esto... esto no puede ser (contestó sin poder moverse del sitio) tú no... no puedes hacerme esto, voy a casarme y... (bajó la cabeza) lo nuestro no funcionó, Maca... y no funcionará M: No (la paró cuando intentó marcharse) eso no es verdad (dijo nerviosa) ¡funcionaba!, todos tenían razón, Teresa, Claudia, Nieves, incluso tu madre... todos tenían razón (seguía diciendo casi histérica) lo nuestro funcionaba y nosotras quisimos creer que no lo hacía (continuó) fuimos nosotras ¿no lo entiendes? Nosotras nos autoconvencimos de que no funcionara, nosotras nos empeñamos en creernos eso... E: No, Maca (rebatió) no, no fuimos nosotras, no fue algo que quisimos creer... (la miró con lo que a la pediatra le pareció emoción en la mirada, como si estuviera ¿aguantándose las ganas de llorar?) simplemente no funcionó... (repetía como una mantra) dejamos de... de querernos, Maca M: Pero... yo... yo te quiero (continuó) te sigo queriendo... nunca he dejado de hacerlo E: No me hagas esto... (rogó) M: Entonces dime que no me quieres (soltó haciendo que la mirara) dime que no me quieres (repitió) dímelo, Esther... Pedro: Mami, ¿amos a casa? (interrumpió el crío. Maca cerró los ojos frustrada por aquella interrupción, Esther, lo hizo aliviada) M: Sí, ahora vamos (contestó al niño sin dejar de mirar a su exmujer) ¿No tienes nada que decirme? (preguntó haciéndole saber que no se libraría de contestar, así estuviera allí Pedro o el santo papa) E: Voy a casarme con Susana, Maca (contestó tras una profunda respiración. Le había venido bien la interrupción de Pedro, le había servido para tomar fuerzas una vez más) eso debería contestarte (se agachó, le dio un beso a su hijo en la mejilla) te veo mañana, mi amor (dijo a modo de despedida, miró por última vez a Maca y se marchó con pasos ligeros, y a la pediatra le pareció que más que irse, lo que pretendía era huir) Risas que esconden llantos 58 Durante los siguientes días, Esther no pudo quitarse de la mente aquella conversación con Maca... era algo que no lograba olvidar y es que, que Maca le dijera que aún la quería no podía ser... ella que estaba convencida de que la pediatra ya no sentía nada por ella, que, se había convencido de que lo suyo no era más que una amistad, ahora se encontraba en la situación de saber que la que fuera su mujer, la que siempre fue el amor de su vida seguía queriéndola y ella... ella iba a casarse Lo cierto es que, si lo pensaba, no estaba demasiado convencida, no sabía si hacía o no lo correcto; una parte de ella deseaba que llegara ya el gran día y poder dar el “sí, quiero”, sin embargo, otra parte le hacía querer salir corriendo, olvidarse de Susana y de esa boda. Tenía dudas, sí, pero podían ser consideradas la dudas típicas pre-boda, pues... ¿quién no ha tenido dudas? Toda persona antes de casarse siente ese tipo de dudas, ve un montón de problemas y hasta se cuestiona el amor que siente por su pareja, así que, sin querer darle demasiadas vueltas más, continuó con la organización de las mesas mientras esperaba a que Susana volviera de trabajar Pedro: Mamá (dijo Pedro llegando frente a ella) E: Hola mi amor (soltó cogiéndolo en brazos y dejando a un lado lo que estaba haciendo, era curioso que cualquier cosa la distrajera) ¿Qué pasa, cariño? (preguntó al verlo un tanto raro) Pedro: ¿Puedo ir ya con mami? (preguntó el crío sentado en las faldas de su madre) E: ¿Con mami? (preguntó extrañada) con mami vas mañana mi vida... Pedro: Ya... (afirmó) ¿Pero puedo ir hoy? (volvió a preguntar y Esther una vez más se quedó algo parada) E: ¿No quieres quedarte conmigo o qué? (dijo con una sonrisa intentando bromear con él, aunque lo cierto era que no le gustaba nada que el pequeño no quisiera quedarse) Pedro: Sí (afirmó) contigo sí (siguió) E: ¿Y entonces por qué quieres irte con mami? (siguió preguntando) Pedro: Porque sí (fue lo único que contestó) E: A ver, mi amor (dijo haciendo que Pedro se diera la vuelta para encararlo) ¿Qué ocurre cariño? (el niño negó con la cabeza) sabes que puedes contarme lo que quieras ¿verdad? Pedro: Sí (dijo con una leve vocecita) E: Vale, entonces dime, ¿porqué te quieres ir con mamá ya? (le achuchó buscando su sonrisa) Pedro: Porque como tú ya no me vas a querer... (soltó para sorpresa de Esther) E: ¿Cómo que yo no te voy a querer? (dijo sorprendida) ¿Pero quién te ha dicho eso, mi amor? Si tú eres lo más importante de mi vida (vio el rostro entristecido de Pedro y se dio cuenta que su hijo, no buscaba mimos, sino que lo decía totalmente en serio) Pedro, cariño... ¿quién te ha dicho eso? Pedro: Es que... Susana dijo que cuando os casáis ya no me querrás tanto (dijo al fin el niño ante el estupor de Esther) E: ¿Qué te dijo qué? (no podía creerlo) ¿Y qué más te ha dicho? Pedro: No puedo decírtelo (siguió) si te lo digo te enfadarás y me castigarás E: Yo no me voy a enfadar, mi amor (contestó ella, sin poder creerse lo que estaba oyendo) te prometo que no me voy a enfadar Pedro: ¿De verdad? (preguntó el niño algo miedoso) E: Palabrita (dijo elevando la mano derecha para darle más solemnidad) a ver... qué más te ha dicho Susana Risas que esconden llantos 59 Pedro: Pues... dice que tú la quieres más a ella que a mí (comenzó a decir el niño) y dice muchas cosas feas de mami... E: ¿Cosas feas? (preguntó insistiendo en saber qué era lo que hacía Susana cuando se quedaba a solas en algún momento con Pedro) Pedro: Sí... (dijo bajando el tono) E: ¿Qué cosas feas dice? (quiso saber) Pedro: Pues... (miró a su madre) dice que mami es mala y... que quiere que no te vea más... (Esther lo miró sin poder creer lo que escuchaba) y... y... y... E: ¿Y qué cariño? (le instó tras un beso para que siguiera) Pedro: Una vez pelearon y... y Susana dijo muchas cosas malas y... y mami le pegó y entonces llegaste tú y le dijiste cosas feas a mami, pero Susana le dijo muchas cosas malas antes... E: Ya (fue lo único que pudo contestar recordando aquel momento) ¿Por qué no me lo has dicho antes cariño? Pedro: Porque... Susana dijo que si te decía algo te enfadarías mucho, mucho conmigo y me dejarías de querer... (decía el crío totalmente triste) E: Mírame (hizo que lo mirara) nada de lo que digas o hagas va a hacer que nunca deje de quererte, ¿me oyes? (el niño asintió) eres mi pequeño y te quiero muchísimo Pedro: Entonces ¿no te enfadas? (preguntó el niño) E: Claro que no mi amor (le volvió a besar, en ese momento oyeron la cerradura de la puerta, Esther supo que Susana estaba a punto de entrar así que bajando a su hijo se levantó) anda... ve a jugar a tu cuarto ¿vale? Ahora voy yo y juego contigo (le dio un nuevo beso al tiempo que Susana entraba en el salón) Susana: Hola cariño (saludó con una enorme sonrisa, se acercó para besar sus labios y Esther volvió la cara) ¿Ocurre algo? (preguntó extrañada) E: Sí (dijo muy, pero que muy seria) ¿Tú qué es lo que le has dicho a mi hijo? Susana: Nada... (se hizo la extrañada) no le he dicho nada E: Ya... me lo ha contado ¿sabes? (se cruzó de brazos) si ya decía yo que lo veía algo decaído y pensé que era porque ahora ya no nos ve tanto a Maca y a mí juntas y que sería cuestión de que se acostumbrara (seguía diciendo más para ella que para Susana) y resulta que no es por eso (la miró) resulta que es porque tú no dejas de decirle idioteces, de decirle que voy a dejar de quererlo y de hablarle mal de su madre Susana: Eso no es verdad (se defendió) yo jamás haría algo así (dijo dolida) E: Ya... claro, ahora resulta que mi hijo se va a inventar una cosa como esa, así, porque sí (soltó) Susana: Pues mira, lo mismo tanto ir a casa de Maca le está comiendo el cerebro (aprovechó la coyuntura) está claro que tu ex no me soporta, seguro que le ha llenado la cabeza de estupideces E: Maca no haría algo así (dijo absolutamente convencida) Susana: ¿Y yo sí? (se ofendió aún más) no puedo creer lo que me estás diciendo... ¿piensas creerlo a él antes que a mí? E: Es un niño (continuó) y está asustado, le has dicho que me enfadaría mucho si me decía algo, ¡Lo tenías amenazado por dios! (no daba crédito) Susana: ¡Eso no es verdad! (se defendió) E: ¿A no? (la miró con una ceja alzada) ¿Entonces estás diciendo que mi hijo miente? (preguntó) Susana: ¡Sí!, No solo miente sino que es un malcriado (continuó) ¡intenta separarnos! Igual que la imbécil de su madre (siguió diciendo perdiendo los papeles) son tal para cual... nadie puede negar que son madre e hijo (seguía diciendo con rabia) se nota que lleva sus genes, se nota muchísimo que no es tu hijo Risas que esconden llantos 60 Y lo vio tan claro, tanto... que no pudo más que reírse de sí misma por lo tonta que había sido... porque estaba claro que Maca tenía razón, Susana tenía dos caras, la que mostraba ante ella y la que sacaba ante los demás. Vio todo con tanta lucidez que se sintió incluso ridícula al darse cuenta de todo lo que había querido tapar con el único fin de seguir adelante con su vida E: ¿Sabes qué? (dijo seria y firme) tenía algunas dudas sobre la boda y de pronto han desaparecido de un plumazo (la miró con los brazos cruzados) no voy a casarme contigo (dijo segura de sí misma) se acabó, Susana, ni me voy a casar contigo, ni quiero seguir contigo (siguió diciendo) así que deja las llaves sobre la mesa y vete de mi casa, por favor (señaló la puerta) Susana: ¿Qué? Esther no puedes estar hablando en serio (contestó sin poder creerlo) no puedes dejarme así E: Sí que puedo (afirmó) se acabó, lo nuestro se acabó, no puedo estar con alguien que no me respeta y tú has demostrado que no lo haces al utilizar a MI hijo, así que, vete (dijo abriendo la puerta) te mandaré tus cosas por correo, no quiero volver a verte en mi casa y mucho menos cerca de mi hijo (sentenció con tanta seriedad, con tanta firmeza y seguridad que Susana ni siquiera supo qué decirle) El turno estaba siendo demasiado complicado, un accidente en la M-30 había llevado a urgencias a varios heridos de distinta consideración, entre ellos, un niño de la edad de Pedrito con un diagnóstico bastante más complicado de lo que parecía en un principio había tenido a Maca en quirófano bastante tiempo esa mañana. Así que no se extrañó cuando miró el reloj por casi primera vez aquel día y se dio cuenta que el turno se le había pasado con demasiada rapidez. Era la primera vez desde la conversación con Esther que el tiempo parecía acelerarse, por fin, un día, había dejado de pensar en ella centrándose en su trabajo Se cambió con tranquilidad. La enfermera, quien no tenía turno hasta la noche se encargaba de recoger a Pedro en el colegio y ella iría por él para pasar la noche en su casa. Salió a recepción y una Teresa algo nerviosa le hacía aspavientos con la mano M: ¿Qué pasa Teresa? (dijo cansada) no me digas que ha entrado alguien más porque tengo unas ganas enormes de irme a casa T: No, no, nada de eso (contestó con nervios) No sé si debería decirte esto pero... ha llamado Esther (le dijo) que se ha pedido unos días, por lo visto cancelan la boda M: ¿La boda? (Teresa asintió) ¿te ha dicho por qué? T: No... pero la he notado como llorando, no sé (decía algo preocupada por su amiga) M: Vale... gracias Teresa (soltó antes de despedirse y salir del hospital dejando a la recepcionista con la palabra en la boca) No sabía muy bien lo que tenía que hacer, no sabía si presentarse allí era lo mejor que podía hacer, pero algo la impulsaba a ir a su casa. Quizás fuera una coincidencia, pero que justamente tras decirle que la quería, Esther cancelara la boda era una posibilidad y sabía que, si no se lo preguntaba directamente, si no veía en sus ojos que una cosa no tenía nada que ver con la otra, no podría vivir en paz Risas que esconden llantos 61 Llamó a la puerta un par de veces esperando respuesta. Sonrió al escuchar a su hijo y a Esther tras él impidiéndole abrir, su voz, aunque igual de cariñosa que siempre, le pareció algo más apagada E: Hola, Maca (dijo con ojeras y los ojos hinchados, claro síntoma de que había estado llorando) ¿Qué haces aquí? M: Quería hablar contigo (afirmó sin entrar) ¿puedo entrar? E: No es un buen momento (contestó franqueando la puerta) Pedro: ¡Mami! (el niño saltó a sus brazos) ¡hola mami! M: Hola cariño (lo llenó de besos) ¿qué tal el cole? Pedro: ¡Bien! Ven tengo un dibu (dijo tomándola de la mano y obligándola a entrar en casa, Esther no pudo más que dejarla pasar ante la insistencia de su hijo y Maca se lo agradeció sin palabras pero gesticulando con los labios) mira M: Qué bonito mi amor (sonrió) ¿Esta quién es? (preguntó señalando un monigote) Pedro: Tú (contestó risueño) M: Qué guapa me has puesto (sonrió ella también) ¿Y esta quién es? (señaló otro monigote) Pedro: Mama (contestó de nuevo) M: ¿Y qué le pasa? (preguntó al ver que tenía algo dibujado en la cara) Pedro: Llora (afirmó un tanto triste, Maca miró a Esther y ésta bajó la cabeza) M: Ya... cariño, ¿por qué no vas a tu cuarto a jugar un ratito? (le preguntó centrando su mirada en la enfermera. El niño, obediente, se marchó dejándolas a solas, ella se levantó y la miró, Esther se sentó en el sofá lo más alejada de ella que pudo) ¿Estás bien? E: ¿Te parece que estoy bien? (dijo un tanto a la defensiva) M: ¿Qué ha pasado? (preguntó en un tono neutral) Teresa me ha dicho que has cancelado la boda E: Sí... (una vez más bajó la mirada) ya ves... tengo le don de joder todas mis relaciones... M: Ey... no digas eso (intentó acariciarla pero una vez más Esther se apartó) no es verdad E: Sí lo es (afirmó) lo es... lo ha sido siempre... (seguía diciendo sintiendo como las lágrimas comenzaban a agolparse en sus ojos) tengo la puñetera manía de hacer daño a la gente que más quiero en el mundo... (se lamentaba)hago que todos los que amo se alejen de mí... Le he hecho con Pedro al no querer ver lo que pasaba con Susana (dijo en un murmullo y Maca frunció el ceño sin entender qué decía) y lo hice contigo ¿no? (preguntó mordiéndose la lengua tras decirlo, no tenía que haberlo dicho) M: ¿Conmigo? (preguntó al ver que callaba) Esther... no fue solo cosa tuya, las dos tuvimos culpa E: No, Maca... tú no tuviste la culpa de que no funcionara (declaró) fui yo la que logré que no lo hiciera... me empeñé en joderlo todo y... y lo logré... (Maca no podía creer lo que oía) Fui yo la que terminó con nuestro matrimonio... tú intentaste salvarlo y yo... yo logré que se hundiera (declaró por fin con lágrimas surcando por sus mejillas y viendo el rostro casi desencajado de Maca) M: Deja de decir tonterías, Esther (contestó) tú no hundiste nuestro matrimonio... E: Sí, sí lo hice (continuó cortándola) claro que lo hice... recuérdalo (pidió) piensa en ello... (insistió) M: Lo he pensado ¿vale? (contestó ella) he pensado mil veces qué fue lo que nos pasó, lo he hecho... E: Entonces dilo de una vez (siguió Esther) hazte un favor y ve la verdad de una vez, fui yo la que se empeñó en terminar, fui yo la que llevó nuestro matrimonio al garete, y lo Risas que esconden llantos 62 hice queriendo hacerlo, lo hice consciente de lo que hacía (continuó y Maca la miró sorprendida) M: Eso no es cierto... (se negaba a creerlo, porque si lo creía, entonces solo significaba que Esther no la quería, que no sentía ningún tipo de amor por ella y eso... eso era más duro que cualquier otra cosa) E: Claro que lo es (insistió) lo hice queriendo, me alejé, busqué cualquier excusa para armar una bronca, me servía casi todo, desde que un día llegaras más tarde del hospital hasta un puñetero bolígrafo abierto sobre la mesa (Maca comenzó a recordar aquellas broncas, absurdas en su momento pero que poco a poco fueron minando su relación) acuérdate las veces que quisiste que nos fuéramos de viaje, decías que nos vendría bien y yo siempre me negaba... como también me negaba a salir a cualquier lugar, recuérdalo Maca, acuérdate de cómo me ponía cuando insistías, acuérdate de cómo comencé a rechazarte en la cama hasta que tú misma dejaste de buscarme para hacer el amor... acuérdate... porque cuando lo hagas te darás cuenta de que fui yo y solo yo la que hundió nuestra relación M: No puede ser (se negaba a creerlo) E: Sí... lo es, y tú... tú no hacías más que luchar contra todo lo que se oponía a seguir juntas, intentaste sacarnos adelante a las dos por mucho que yo no quisiera (seguía diciendo con lágrimas en los ojos) hasta que al fin te cansaste... y entonces dijiste que no podías más y yo... yo aproveché tu cansancio para pedirte el divorcio, para decirte que lo mejor era separarnos y... joder... te habías estrellado tantas veces contra el muro que era normal que abandonaras... aceptaste el divorcio y... y yo... yo me sentí la peor persona del mundo (se tapó la cara con las manos) M: No lo entiendo (la miró confusa) no lo entiendo... si... si querías que nos separáramos, si dices que de verdad querías separarte, que hiciste todo eso para que nos divorciáramos... entonces... (la miró con dudas) entonces por qué ese afán de ser amigas, por qué querer seguir estando cerca de mí... si no me querías cerca, ¿por qué querías que siguiéramos tan unidas? E: Porque a pesar de todo necesito estar a tu lado (contestó rota, absolutamente rota) porque... no puedo estar lejos de ti, Maca... porque cada vez que veía que te alejabas, yo sentía una opresión en el pecho que no me dejaba respirar... pensé que con Susana se aliviaría pero no fue así... (la miró) y... no puedo estar contigo pero... no quiero perderte (siguió) sé que suena egoísta pero... te necesito a mi lado, y lo único que puedo ofrecerte es mi amistad (le dijo con dolor) te necesito en mi vida... M: ¿Por qué? (preguntó acercándose a ella) ¿Por qué lo hiciste? (volvió a preguntar) podríamos... podríamos haber seguido juntas... te quería... te quiero y... tú... tú me quieres ¿verdad? (tomó su rostro entre sus manos) dime que me quieres, mi amor... por favor... E: No puedo (lloró) no puedo, Maca... M: ¿Por qué no? (preguntó con lágrimas saltadas por todo lo que había escuchado) ¿por qué no puedes? Esther... por favor (pidió en un susurro antes de besarla) Y Esther contestó al beso, como lo había hecho mil veces antes, como había soñado hacerlo durante todo ese tiempo. Respondió sintiendo que el corazón se le paralizaba, que toda su piel vibraba de nuevo al sentirla. Profundizó el beso todo lo que pudo mientras que las lágrimas de ambas se fundían en lágrimas únicas E: No puedo, Maca (bajó la cabeza, separándose de ella) no puedo... M: Sí que puedes (buscó sus labios de nuevo y volvió a besarla) puedes... (la besó una vez más) me quieres (sonrió robándole otro beso) me lo dice tu cuerpo (y acarició Risas que esconden llantos 63 levemente su cintura sintiendo su temblor) tus labios (susurró buscando una vez más su boca) me lo dices cada vez que me miras y me sonríes... cada vez que veo el brillo de tus ojos (continuó entre besos) porque ahora sé que brillaban por mí... siempre han brillado por mí (y una vez más se fundió en su boca, en un beso lento, tierno y que respondía a todo lo que había dicho) E: Por favor (imploró alejándola más de ella) por favor... no me hagas esto... M: Por qué... dime por qué (intentó de nuevo besarla, pero esta vez, Esther volvió a levantar el muro entre ellas) E: Porque no puedo estar contigo (afirmó levantándose, alejándose de ella todo cuanto pudo para no dejarse llevar) M: ¿Y qué coño es lo que te lo impide? Nos queremos, Esther, podemos hacerlo (decía comenzando a frustrarse, porque no entendía cómo era posible que Esther la quisiera como sentía que la quería y aun así, se negaba a lo evidente) E: No seríamos felices (logró decir) ninguna de las dos... porque yo no sería feliz y no podría hacerte feliz (declaró) y terminaríamos odiándonos M: ¿Cómo estás tan segura si ni siquiera quieres volver a intentarlo? (preguntó una vez más comenzando a desesperarse) E: Lo estoy (afirmó) lo estoy... porque la única persona en este mundo con la que yo quiero tener hijos, con la única persona con la que yo quiero quedarme embarazada... es contigo... y nunca podré (terminó de decir dejando a Maca totalmente sin palabras) M: Esther (fue lo único que dijo al verla del modo en que se encontraba tras decir aquello) cariño... (se acercó) escúchame... ya tenemos un hijo (afirmó) no tenemos por qué tener más y... a mí me basta con eso... E: No lo entiendes (la paró) sé que tenemos un hijo, Pedro es lo mejor que tengo en la vida y te juro que lo quiero más que a nada (afirmó) pero no lo he sentido dentro de mí... no he sentido sus patadas, ni he tenido nauseas, ni me ha dolido la espalda, ni he tenido antojos (seguía diciendo) no he sentido el embarazo Maca, y... y... (se le cortaba la voz) desde que tengo memoria siempre he querido ser madre, lo sabes, siempre he querido estar embarazada y no puedo y... y estar contigo hace que mis ganas aumenten, que se convierta en una necesidad porque sé que solo contigo quiero ser madre y... M: Escúchame (la cortó ahora ella) podemos con esto (afirmó) podemos superarlo juntas, a mí no me hace falta más que estar contigo... me da igual si no tenemos más hijos, podemos buscar ayuda, Esther (insistió) pero déjame estar contigo (se acercó) déjame demostrarte que te quiero, que no me importa otra cosa más que amarte E: Yo... no puedo (bajó de nuevo la cabeza) lo siento pero no puedo M: Esther... E: No (la volvió a cortar) no puedo, Maca, porque si estoy contigo, antes o después esto nos pesará a las dos (siguió diciendo) seguramente todo será perfecto y bonito los primeros meses y luego... luego todo esto comenzará a dolerme de nuevo, mi incapacidad para quedarme embarazada volverá a hacer que... que me sienta incompleta, que no sea feliz y lo pagaré contigo, querré volver a alejarte y no podría soportar verte infeliz de nuevo... (continuó) no podría vivir sabiendo que he vuelto a hacerte daño... M: Eso no puedes saberlo si no lo intentas (continuó) y te juro que hagas lo que hagas, no podrás hacerme infeliz, ¿no te das cuenta que la única manera en la que puedo ser feliz es estando contigo? (preguntó) déjame ayudarte... por favor... E: No (seguía diciendo, ofuscada, porque por mucho que Maca dijera, ella sabía que no la haría feliz, lo sabía, ya lo había hecho una vez, había destrozado su matrimonio, estaba claro que no podía hacerla feliz... no se perdonaría volver a verla llorar, volver a verla desesperada porque no sabía cómo salvar su matrimonio, y estaba convencida de Risas que esconden llantos 64 que pasaría así, estaba absolutamente convencida de que sería lo que pasaría... se lo había repetido tantas y tantas veces, que había terminado creyéndoselo como si fuera la única verdad en el universo) no quiero que me ayudes (continuó) no quiero volver contigo... (bajó la cabeza, no era capaz de mirarla a los ojos) lo único que puedo ofrecerte, lo único que puedo darte es... amistad (terminó de decir) M: Ya... (ahora fue ella la que bajó la cabeza) yo... yo no puedo ser solo tú amiga. Ya no... E: Maca... M: Lo siento, Esther (continuó) pero al igual que tú no puedes estar conmigo, yo no puedo fingir que no te quiero, no puedo fingir que no deseo amarte (continuó) y no puedo fingir que no siento nada por ti... simplemente, no puedo seguir fingiendo que solo somos amigas (dijo recogiendo su cosas) lo siento... pero si no me dejas que te ayude, no puedo ayudarte... (la miró ya en la puerta, esperando que dijera algo, que le diera una señal, lo que fuera con tal de no sentir que la misma Esther la dejaba marchar sin luchar... Pero la enfermera no dijo nada, no hizo señal alguna, parecía estar tan convencida de su discurso que no le daría ni una sola oportunidad a su relación... Y tenía que aceptarlo, no le quedaba más que aceptarlo, porque como bien le había dicho, si ella no la dejaba ayudarla, no podía hacer nada más que salir de su vida y esperar que, con el tiempo, el amor que sentía fuera mayor que todo lo demás o por el contrario, olvidarse de ella para siempre) Aquel día en el parque, Pedro jugaba en los columpios mientras que Maca lo vigilaba desde un banco cercano hablando con Claudia. La neuróloga escuchaba todo lo que le relataba Maca y ésta hacía esfuerzos por no dejar que las lágrimas le asaltaran mientras le iba contando todo lo sucedido días antes con Esther Claudia: ¿Y qué hiciste? (preguntó casi al final de su relato) M: Nada... me fui (contestó elevándose de hombros) es lo que ella quería, pues me fui de allí Claudia: Ya pero... no sé, Maca, a mí todo eso me suena más a una llamada de socorro que a otra cosa (siguió diciendo) quizás... deberías haberte quedado, hacerla entrar en razón... M: Que no, Claudia, que no (contestó ella) que no me va a dejar, joder, lo sé, es muy cabezota y se ha empeñado en que las cosas son así... está ciega, se ha cegado ella solita, joder, ¡si hasta dice que se cargó nuestro matrimonio! Ni si quiera me dio la oportunidad de rebatírselo, y sé que no me va a dar la oportunidad de seguir a su lado... Claudia: ¿Entonces ya está? (preguntó extrañada) ¿vas a tirar la toalla? M: ¿Y qué otra cosa podría hacer? Claudia: Joder, pues estar con ella (dijo como si fuera evidente) estar a su lado, demostrarle que no existe ningún problema entre las dos... M: ¿Te crees que no lo he intentado? (la cortó) llevo intentándolo desde que nos dieron aquella noticia, Claudia, llevo intentando hacerle ver que no pasa nada desde que la doctora nos dijo que no podría tener hijos, joder (seguía diciendo algo frustrada) ya tenemos un hijo, ya es madre, y sin embargo no quiere darse cuenta... y... está tirando por la borda nuestra felicidad por algo que... joder, a mí no me importa, si ni siquiera me he planteado tener más hijos... Claudia: El problema no es que a ti no te importe, o lo que tú quieras (siguió diciendo) el problema es lo que ella siente y cómo se siente (afirmó, Maca la miró) en cierta Risas que esconden llantos 65 manera la entiendo... sí, no sé, si a mí me dijeran que nunca voy a poder tener hijos... no sé, me hundiría... M: ¿Y dejarías a Carlos por eso? (quiso saber) Claudia: Pues... no lo sé (dijo con sinceridad) pero... tenemos la mala costumbre de alejar de nosotros a la gente que más queremos cuando algo va mal... M: Pues yo no la dejaría (dijo como si fuera una niña pequeña enrabietada) Claudia: ¿No? (la miró) tú que eres doña orgullosa y doña yo puedo sola contra el mundo... seguro que querrías superarlo sola y esa, es otra forma de alejarla de ti (Maca no contestó) mira, yo lo único que sé es que así estáis pasándolo mal las dos, y que algo tendréis que hacer... M: ¿Y qué se supone que tengo que hacer? Ya le he dicho que la quiero, le he dicho que podemos volver a intentarlo (seguía diciendo) le he dicho que lo superaríamos juntas y... lo único que he recibido es una negativa tras otra, ni siquiera quiere intentarlo (la miró bastante dolida) y yo... yo no puedo fingir que soy su amiga, Claudia, no puedo estar con ella solo como amiga... Claudia: Pues... tal y como yo lo veo, tienes dos opciones (le dijo ante la atenta mirada de Maca) o haces un esfuerzo y estás con ella como amiga, o... te alejas, y que sea ella la que te busque, créeme, si de verdad te quiere, al final se dará cuenta de que no puede estar sin ti, te buscará y volverá contigo... M: ¿Y si eso no ocurre? (preguntó con miedo) Claudia: Entonces no te quedará otra más que olvidarla y seguir con vuestras vidas cada una por su lado... (terminó de decir ante la mirada de una Maca que no tenía ni idea de qué hacer) Durante las siguientes semanas, se las ingenió para no cruzarse con Esther, ni siquiera en el hospital pues hizo malabarismos para cambiar turnos y no coincidir con ella. Quizás fuera algo desmesurado, quizás se estaba pasando pero simplemente no podía continuar fingiendo ser su amiga cuando lo único que quería era amarla sin condiciones. Pero Esther era tan cabezota, tan, tan orgullosa que sabía que no permitiría un acercamiento más allá de la mera amistad Claudia tenía razón debía alejarse y si Esther no volvía a ella, si no era la misma enfermera la que daba algún paso, entonces seguiría con su vida, intentaría ser feliz alejada de ella y desearía, con todo su corazón, que la enfermera encontrara la felicidad Aquella mañana, tras un par de días libres, entraba en el hospital con una sonrisa en los labios, había pasado el fin de semana con su hijo y habían disfrutado muchísimo. Al entrar en gabinete lo hizo sin borrar esa sonrisa y al encontrarse allí con Esther, la miró sin decir ni una sola palabra E: Hola (saludó con una leve sonrisa) M: Hola (contestó poniéndose la identificación) E: Me... me ha dicho Pedro que lo habéis pasado muy bien (comentó mirándola con algo de intensidad) M: Sí, nos hemos divertido muchísimo (afirmó) E: Sí... (bajó la cabeza. Quedaron calladas un segundo, Esther la miró, la pediatra revisaba algunas revistas sobre la mesa y de reojo también la miraba) te... ¿tenemos algo que hacer ahora? (preguntó) Risas que esconden llantos 66 M: No sé tú (dijo yendo ya hacia la puerta) yo me voy para pediatría E: Sí... claro (una vez más bajó la cabeza) Maca... me... me gustaría hablar contigo... M: Creí que ya estaba todo hablado... E: Maca... por favor... (pidió) yo... te echo de menos y... M: Yo también te echo de menos (afirmó) no sabes hasta qué punto (Esther sonrió de lado y la pediatra clavó su mirada en ella) pero lo que me pides, Esther, es más de lo que puedo darte, más de lo que puedo hacer sin salir dañada E: ¿Por qué? (preguntó un tanto contrariada) ¿Por qué te resulta tan difícil? (siguió preguntando) antes... éramos amigas, Maca, podemos volver a serlo M: Yo no puedo, Esther, ¿no lo entiendes? (la miró con los ojos cristalinos) cada vez que te veo solo tengo ganas de besarte, de abrazarte fuerte y no soltarte nunca, cada vez que me encuentro contigo quiero volver a acariciarte y no puedo... tú solo quieres que sea tu amiga, y yo no puedo... E: Al menos podrías intentarlo (dijo un tanto seria) M: Está bien (afirmó tras un suspiro) ¿quieres que lo intente? Vale, lo intentaré (se cruzó de brazos) ya que somos amigas, supongo que podremos contarnos nuestras cosas... así que... ayer me acosté con una rubia despampanante (soltó ante la sorpresa de Esther) no sabes la noche que pasamos... fue... ufff... E: ¿Qué? (no podía creer lo que oía) M: Fue tan fogosa, tan... vamos que vengo hoy casi sin dormir (siguió diciendo) E: ¿¡Por qué me haces esto!? (elevó el tono de voz) M: Porque esto es lo que hacen las amigas ¿no? Se cuentan sus ligues, sus relaciones (contestó) más de una vez hemos hablado de eso... no sé por qué te fastidia ahora escucharlo, quieres que seamos amigas, ¿no? E: No así... no de esta forma... M: No hay ninguna otra forma (contestó) E: Maca... por favor (pidió de nuevo con unas intensas ganas de llorar) M: Esther... (se acercó, era superior a ella verla así) no hay nadie ¿vale? No me he acostado con ninguna rubia pero... podría pasar, o que tú encuentres a otra y ninguna de las dos lo soportaríamos, ¿no lo entiendes? (acarició su rostro, Esther movió la cabeza intentando profundizar esa caricia) déjame estar contigo (susurró) déjame ayudarte, cariño... E: No puedes ayudarme (contestó con la voz tomada) nadie puede... M: Sí podemos (insistió) pero te empeñas en no dejarnos... y eso, cariño, nos está alejando demasiado (hizo que la mirara tomando su rostro entre sus manos) te quiero (declaró) te quiero muchísimo y sé que aún podemos ser felices juntas... pero tienes que ser tú la que quiera dar el paso... debes ser tú la que deje que la ayudemos, nada me gustaría más que ayudarte y estoy deseando que me dejes hacerlo (siguió limpiando una tímida lágrima de Esther con sus dedos) estoy aquí... estoy aquí, aquí esperándote, pero no me pidas que finja ser tu mejor amiga, porque simplemente no puedo... (rozó sus labios, tan solo un roce, demasiado leve como para considerarse beso, pero lo suficiente como para llenar su alma de esperanza) pero por favor... deja que te ayude, déjame estar contigo... antes de que me canse de esperar... (terminó de decir, separándose de ella y con pasos lentos y la mirada bajada salió del gabinete donde una Esther emocionada, se llevaba las manos a sus labios acariciándolos y queriendo sentir una vez más, ese leve roce que Maca le había regalado) Durante las siguientes semanas, Esther pudo constatar que Maca pese a seguir ahí, como le había pedido, sí tomó cierta distancia con ella. Sabía que para la pediatra no era nada Risas que esconden llantos 67 fácil aquella situación... tampoco lo era para Esther, quien anhelando estar con ella, deseando poder amarla como en el fondo la amaba sentía que algo la bloqueaba, no era capaz de tumbar aquella muralla que ella misma había construido frente a Maca... Quizás simplemente fuera miedo; miedo a que una vez más no saliera bien, miedo a que como ya lo hizo una vez, volviera a destruir ella solita su matrimonio y causarle un nuevo dolor a Maca y eso era lo único que no podría soportar, saber que por su culpa Maca volvería a sufrir y no estaba segura de no hacerlo... Aquel día, algo cambió, cuando entró en el hospital, la pediatra llegaba acompañada de una chica alta, rubia y bastante atractiva. Las miró con el ceño fruncido, se las veía contentas, bromeaban con algo y parecían tener cierta complicidad. Cuando se acercaron hasta recepción, saludaron algo de lejos, Esther buscó la mirada de su exmujer sin encontrarla, la pediatra rehuía sus ojos... -: ¿Tomamos un café? (preguntó la rubia a Maca ante la atenta mirada de la enfermera) M: Claro, aún tenemos algo de tiempo (contestó firmando la entrada, miró por un segundo a Esther y bajó la mirada como si se sintiera algo culpable) hasta luego (se despidió) E: Hasta luego (consiguió decir antes cuando ellas ya se marchaban) T: No pierde el tiempo la nueva psiquiatra (murmuró Teresa consiguiendo toda la atención de Esther) E: ¿Quién? (preguntó) T: Verónica Solé (le comunicó) llegó hace como un mes, estaba en planta pero le han asignado urgencias desde hace un par de semanas E: Pues no la conocía, vamos que ni siquiera me he cruzado con ella (afirmó) T: Sí, eso es porque tiene los mismos turnos que Maca (le dijo sin dulcificarlo) y como últimamente es raro el turno en el que Maca y tú coincidís, pues... no habrás tenido ocasión de verla (la miró de soslayo... descifrando su gesto y sonriendo para sus adentros al darse cuenta de que a Esther no le hacía ninguna gracia y eso... eso era bueno, al menos quería decir que aún sentía algo por Maca) E: Ya... se... se llevan bastante bien (comentó con un nudo en la garganta) T: Eso parece (dijo con toda la intención, ella, al igual que Maca, también esperaba que en algún momento Esther reaccionara) E: Sí... (bajó la vista, sintió una fuerte opresión en el pecho y negó con la cabeza levemente) me voy a trabajar... Sí, trabajar era lo mejor que podía hacer, mantener la mente inmersa entre pacientes, alguna que otra operación y revisión del pedido de farmacia, cualquier cosa valía con tal de no pensar en aquella rubia y la risa de Maca al llegar junto a ella Pero parecía que todo se confabulaba contra ella, de buenas a primeras, en cada esquina que doblaba se las encontraba juntas, charlando, riendo, o simplemente caminando... sus nervios se pusieron alerta cuando vio una de las manos de aquella rubia en la cintura de su mujer, sus celos despertaron al encontrarlas a solas y más juntas de lo normal en gabinete y finalmente, su rabia aumentó cuando en cafetería parecían contarse confidencias... De pronto sintió todos los celos que no había sentido hasta ese momento, ni tan siquiera cuando Maca estuvo con Adela, ni cuando le abrió la puerta con tan solo una sábana Risas que esconden llantos 68 dejando claro que estaba acompañada... no, era ahora, en ese momento cuando todos y cada uno de los celos no sentidos llegaban a ella con mayor intensidad que nunca. Quizás fuera que antes, pensando que ninguna de las dos sentía nada por la otra era más fácil de llevar, pero ahora... ahora era distinto... Y no solo estaba celosa, no, también estaba bastante enfadada, con ella misma y con Maca... ¿Dónde quedaba eso de que la iba a esperar? ¿Dónde quedaba todo el amor que sentía hacia ella si ahora estaba tonteando con aquella rubia? ¿De qué valían tantas palabras? ¿O aquel beso tan leve cómo profundo? ¿De qué valían sus palabras? Al parecer... de nada... o tal vez, como dijo, se había cansado de esperar... Sin poder evitarlo, una lágrima cayó por su mejilla, escondida en farmacia intentaba evadirse de todo, pero era absolutamente imposible... Cuanto más lo pensaba, más la veía reírse con aquella rubia y más se desataban sus celos. Y tal vez fuera absurdo, quizás era una tontería pensar en ello, al fin y al cabo no las había visto hacer nada malo, sin embargo, algo, en el fondo de su corazón le decía que si seguían así, podría haber algo entre ellas y solo de imaginarlo se ponía enferma. Con rabia, sin poder evitarlo, tiró una caja de ibuprofeno al suelo al tiempo que la puerta se abría... Vero: ¡Eepa! (exclamó dando un pequeño salto por el susto) parece que tenemos un mal día (dijo con desparpajo) E: Sí, bastante malo (contestó intentando no parecer borde) Vero: Vale... ehh... Yo venía buscando un calmante (soltó) por cierto, soy Vero, psiquiatra (se presentó) ¿tú eres Esther verdad? E: Sí (fue lo único que contestó) Vero: La exmujer de Maca (apuntó) E: Sí (no dijo nada más) Vero: La Madre (hizo hincapié en la palabra) de Pedro E: Sí, esa soy yo (contestó cruzándose de brazos) ¿vas a seguir contándome mi vida o qué? (soltó bastante borde, sin poder evitarlo) Vero: Lo siento... (se disculpó) no era mi intención molestarte E: Ya... (se dio la vuelta buscando algo, tomó una caja y de nuevo la encaró) los calmantes (dijo extendiéndole el medicamento) Vero: Gracias (hizo ademán de marcharse y abortó el movimiento) me gustaría hablar contigo, Esther E: ¿Conmigo? (soltó algo sorprendida) ¿sobre qué? Vero: Sobre Maca (contestó queriendo observar sus reacciones y le pareció ver que a Esther se le encendían todas las alertas) E: No tengo nada que hablar contigo sobre ella (afirmó) no te conozco, no sé por qué tendría que hablar contigo (dijo mirándola con seriedad) Vero: Porque Maca me gusta (soltó ante el estupor de Esther) me gusta muchísimo y quiero intentar algo con ella (siguió diciendo) solo quería que lo supieras (terminó de decir fijándose en la tensión de su cuerpo) Durante unos instantes no dijo nada, tan solo se limitó a mirarla, a inspirar profundamente para tomar las fuerzas y no saltar sobre su yugular como si estuviera defendiendo lo que era suyo... al fin y al cabo, eso era precisamente lo que quería, que Maca rehiciera su vida con otra, era lo que le había pedido ¿no? Entonces... ¿por qué le molestaba tanto? ¿Por qué no podía simplemente alegrarse y dejarla seguir con su vida? Risas que esconden llantos 69 E: No tienes que pedirme permiso para eso (soltó como pudo, aguantándose las ganas de gritarle cuatro cosas) Vero: No, no te estoy pidiendo permiso (siguió la psiquiatra) tan solo te informo de que pienso ir a por todas (continuó) y que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para estar con ella (siguió) quiero que sepas que voy a conseguir que te olvide... (continuó diciendo con toda la intención) piensa en mí como una rival fuerte, Esther, porque no voy a parar hasta conseguirla E: Como... (tragó saliva) como quieras... (dijo dándose la vuelta y volviendo a prestar atención a los medicamentos. Vero la miró sonrió para sí misma y dándose la vuelta desapareció de allí. Cuando Esther escuchó la puerta cerrarse fue cuando cerró los puños en señal de rabia, aquellas palabras habían levantado ampollas de heridas que debían estar cerradas y sobre todo, había despertado todos y cada uno de sus celos) Vero andaba por los pasillos con una sonrisa triunfal en el rostro, sabía lo que había provocado y no podía estar más contenta, al fondo, Maca atendía a unos padres que parecían bastante preocupados. Quedó rezagada y a la espera de que terminara y una vez lo hizo se acercó mostrando una enorme sonrisa Vero: Hola (saludó cantarina a una Maca que la miró sacando la misma sonrisa) M: Hola (contestó al saludo) ¿qué tal va el turno? (preguntó comenzando a andar por el pasillo) Vero: Muy tranquilo y durante los últimos quince minutos, bastante interesante (sonrió de manera enigmática) M: Qué habrás hecho ya (sonrió) Vero: ¿Yo? Nada, si soy muy buena persona (afirmó y a lo lejos, ambas pudieron ver a una Esther que caminaba con el rostro serio, levantó la mirada, las miró, Vero se acercó más a la pediatra, Esther se irguió y dándose la vuelta se alejó de ellas con pasos acelerados) he ahí, lo más interesante de mi turno (le comunicó para sorpresa de Maca) M: ¿Has hablado con ella? (preguntó) Vero: Sí... es lo que querías ¿no? (la miró un tanto confusa) M: Sí... pero... no sé, por cómo iba, más que hablar pareciera que os habéis peleado (murmuró evocando la mirada de rabia y odio que mostraban los ojos de Esther) ¿Qué le has dicho? Vero: Pues... (sonrió) básicamente que tenga cuidado conmigo porque voy a ir a por ti (soltó para estupor de la pediatra) M: ¿Qué le has dicho qué? (preguntó sorprendida) ¡Cómo se te ocurre! Vero: A ver... me pediste que os ayudara y eso estoy haciendo (afirmó) realmente no iba a decirle eso, tenía intención de intentar que hablara conmigo como profesional, pero... no sé, parece que nos ha estado viendo estos días y te aseguro que tiene un ataque de celos descomunal, así que he decidido aprovecharlo e intentar tomar ese camino para que reaccione... M: Joder Vero (protestó) te pedí ayuda como profesional... no para que hagas que todo se vaya a la mierda... Vero: No se va a ir a la mierda, confía en mí (decía totalmente convencida de ello) M: Conozco a mi mujer (afirmó) y sé que cuando está celosa no razona, es más, puede que más que acercarnos nos aleje más así Vero: No estoy de acuerdo (continuó) tu mujer (sonrió por aquel apelativo a pesar de estar divorciadas) tiene que reaccionar de alguna manera y te aseguro que no hay Risas que esconden llantos 70 sentimiento más sincero y más visceral que unos celos, controlados y hasta cierto punto, claro (aclaró) tú dame tiempo, verás cómo dentro de poco reacciona M: No sé... esto no me convence (decía algo dubitativa) Vero: Maca, en serio, confía en mi... vale que no sea un método demasiado ortodoxo, pero funcionará (afirmó) tu mujer te quiere, te lo aseguro, solo tiene que sentir que realmente puede perderte para que vuelva a ti y eso solo lo logrará si piensa que otra puede ocupar su lugar, tal y como están las cosas, sabe que te tiene ahí cuando quiera (siguió) tú misma se lo has dicho mil veces... no ha funcionado de esa forma... cambiemos las reglas del juego y veremos qué pasa... (sonrió triunfal) M: Eres una lianta (afirmó) y un poco retorcida (dijo sacando una leve sonrisa) y no sé cómo Arancha pudo casarse contigo... Vero: Pues por eso mismo (sonrió) porque soy una lianta (se rió de sí misma y Maca no pudo más que contestar con otra risa) y por cierto... voy a llamar a mi mujer... que a ver cómo le cuento que voy a tontear contigo delante de todos sin que se me enfade... (dijo mientras buscaba su móvil y se alejaba acelerando el paso) M: Puff... Pues esperemos que sirva... (murmuró para sí misma) o nos reconciliamos... o se acabó para siempre después de esto... (terminó de decir intentando hacerse a la idea de que esta, podría ser su última oportunidad) Durante los siguientes días la tónica habitual fue la misma siempre que coincidían en algún turno. Maca se paseaba con Vero sin dejar de quitarle ojos a una Esther que cada día se mostraba más celosa al verlas. Las primeras veces que las vio juntas se dedicó simplemente a marcharse, luego si coincidían en algún caso se mantenía cautelosa y tranquila sin querer montar ningún numerito pero ese día... ese día sintió la gota que colmó el vaso Estaba en cafetería, sentada en una de las mesas mientras que leía el periódico, escuchó la risa de Vero, una que cada día le resultaba mucho más irritante que el anterior y al levantar la vista las vio aparecer, como siempre juntitas y riendo, hizo un gesto de desagrado y tras esto intentó ignorarlas volviendo a su lectura Vero: Esto marcha (le susurró Vero a Maca mientras se sentaban un par de mesas más alejadas) M: Pues yo cada día lo veo peor, Vero (se lamentaba la pediatra) ya casi ni me saluda, joder... y yo me muero por... Vero: Por ir allí, contarle la verdad y que todo se vaya a la mierda, lo sé (la atajo) pero eso sería lo peor que puedes hacer... date cuenta, está celosa, por eso no te saluda (siguió) y seguramente estará enfadada y estoy convencida de que me costará mil años hacerme un poco amiga suya pero... es el primer paso (afirmó) porque después de eso explotará de alguna manera y se dará cuenta de que si siente tantos celos es porque desea con todas sus fuerzas estar contigo (seguía diciendo en su monólogo) solo tiene que aceptar que te quiere más que a nada y lo siguiente vendrá rodado... M: Yo no lo tengo tan claro (seguía diciendo mientras miraba de reojo a una Esther que más pasar páginas parecía luchar contra ellas) en serio... será mejor que dejemos el jueguecito este... si ya lo tenía difícil, posiblemente esto no haga otra cosa sino alejarla muchísimo más de mí Vero: Eso es lo que tú crees... pero por fa (dijo poniéndole morritos, Esther desvió su mirada al ver aquel gesto) dame unos días más, te prometo que si esto no funciona en un par de días, lo dejamos Risas que esconden llantos 71 M: Puff... Está bien (aceptó, tampoco es que tuviera muchas más opciones para hacer reaccionar a Esther) Vero: Vale, pues acércate (pidió acercándose ella aún más a la pediatra) y... (hizo un gesto con los labios como si fuera a besarla) M: No pienso besarte (corrió a decir) Vero: Joder, ni yo quiero que me beses... Arancha me mataría y luego te mataría a ti (rió) pero haz como que me besas... M: Nos estamos pasando... Vero: No lo creo (contestó manteniendo la distancia) M: Está mirando (dijo al desviar por un segundo la mirada) Vero: Ajá... ¿Y qué hace? (preguntó pues la tenía a su espalda) M: Puff... ¿desear matarme? (soltó) Eso como mínimo (Vero no pudo más que reír ante su tono) Vero: Tranquila (se separó de ella) funcionará (zanjó absolutamente convencida, Esther pasó justo por su mesa para llegar a la barra) por cierto, cama de agua, jacuzzi, champan (dijo elevando un poco la voz para que la enfermera pudiera oírlas) ya tengo reservada la habitación (terminó de decir en un tono bastante sugerente) Esther salió de la cafetería como alma que lleva al diablo, Maca hizo amago de levantarse pero Vero la paró. No lo tenía demasiado claro, no sabía si estaba actuando bien, despertar los celos de Esther era un arma de doble filo, podría hacerla reaccionar, sí, pero del mismo modo, podría hacer que terminara por alejarlas aún más la una de la otra Vero: Dale tiempo (volvió a pedir) y dime qué te parece la habitación M: Pues que tu mujer va a estar encantada con vuestro aniversario (murmuró sin dejar de mirar hacia la puerta) Vero: ¿A que sí? (sonrió) verás la sorpresa que se lleva, con lo que le gustan a ellas este tipo de hotelitos... que me ha salido tonta la niña (bromeó, la pediatra sonrió levemente con la cabeza sin poder evitar pensar en la enfermera) E: Estúpida rubia de bote (bufaba Esther entrando en la sala de médicos) es que te mataba... aggg... la odio... Claudia: Me parece que estoy en mal sitio (escuchó a Claudia desde el sofá) E: Lo siento Claudia (dijo sin cambiar en ningún momento su tono de voz) Claudia: ¿Puedo ayudarte en algo? (preguntó mirándola) E: Depende... ¿puedes matar a doña tinte? Claudia: ¿A quién? (preguntó con una sonrisa, lo cierto era que Esther estaba bastante graciosa) E: A nadie, olvídalo (se sentó a su lado) Claudia: Va, ¿qué pasa? (le dio pie para que le contara) E: Pues... es... es solo que... (tomó aire) ¿Tú sabes si Maca y Vero están juntas? (preguntó al fin) Claudia: No lo sé (contestó) sé que se llevan muy bien y que han salido un par de veces (contestó sabiendo de antemano la jugada de la pediatra y la psiquiatra) pero de ahí a estar juntas... juntas pues... E: O sea que salen... (soltó con malestar) cojonudo Claudia: Pensé que te alegrarías si Maca rehiciera su vida (soltó con toda la intención del mundo) Risas que esconden llantos 72 E: Pues resulta que no me alegra tanto (contestó incapaz de mentir) resulta que me jode muchísimo verlas juntas Claudia: ¿Y eso por qué? (siguió viendo que Esther, por fin, parecía comenzar a hablar con el corazón) E: Pues... yo que sé, simplemente me jode Claudia: Ya... (la miró) ¿Y qué vas a hacer? (preguntó haciendo que Esther la mirara) ¿Vas a hacer algo al respecto o vas a dejar que Vero la conquiste y finalmente la pierdas para siempre? (terminó de preguntar ante una Esther a la que todo aquello comenzaba a sobrepasarla) M: Jajajaja (reía sin poder evitarlo mientras que le daba un trago a su copa de vino) ¿Y tú qué le dijiste? (quiso saber) Arancha: ¿Yo? Si me quedé a cuadros, ¿Qué querías que le dijera? (contestaba entre sonrisas) eso sí, a partir de ese día llamó toda mi atención y ya... ya fue imposible no enamorarme de ella (miró a su mujer con ojos enamorados) Vero: Si es que no hay nadie que se resista a mí (bromeaba en tono chulesco ganándose una colleja de parte de su esposa) ¡Eh! Eso es maltrato Arancha: Pues deja de decir tonterías (reía) que estás hoy más graciosilla que otras veces... Vero: Y eso a ti te encanta mi amor (puso morritos) Arancha: Pues sí (no pudo negarlo. Maca las miraba con una sonrisa enorme, en cierta manera les tenía envidia, recordaba mil momentos como aquel en los que eran Esther y ella las que bromeaban y tonteaban delante de todos) bueno... contadme cómo va la “misión celos” y si sé sincera (miró a la pediatra) ¿Me tengo que preocupar porque aquí mi mujer se pase? M: No, para nada (contestó con una sonrisa) y lo de darle celos... no sé yo si estamos consiguiendo algo o todo lo contrario Vero: Estamos consiguiendo (afirmó) y a pasos agigantados... no te puedes imaginar la mirada de Esther el otro día (miró a su esposa) yo creo que está llegando a su límite M: Sí, está llegando a un punto en el que no sabe si matarnos o directamente descuartizarnos (murmuró con pesar) Vero: Que no... no seas así (reía) confía en mí... Arancha: Cariño... no sé, tal vez esto no sea buena idea (dijo intentando que su mujer se diera cuenta de que quizás, lo que estaban haciendo no iba por buen camino) Vero: En serio, todo va genial (seguía ella empecinada) Maca la miró, lo cierto era que no estaba nada convencida de lo que estaba pasando. Esther cada día se mostraba muy pero que muy lejana, ya apenas se saludaban y tampoco hablaban para casi nada, tan solo Pedro era lo único que parecía unirlas y pensaba que, tal vez, se estaba equivocando siguiendo el juego de Vero. En esas estaba cuando el teléfono sonó, se disculpó con la pareja que en esos momentos estaban, medio discutiendo entre bromas para levantarse y responder M: ¿Diga? E: Pedro quiere darte las buenas noches (escuchó al otro lado y su corazón comenzó a bombear) M: Claro (contestó yendo a la cocina buscando algo más de intimidad) pásamelo Pedro: Mami (escuchó la voz de su hijo) M: Hola, mi amor (sonrió) ¿Qué tal has pasado el día? Risas que esconden llantos 73 Pedro: Bien... mamá me ha llevado al parque tooooda la tarde (rió al escuchar a su hijo y recordó, con nostalgia cuando eran las dos las que llevaban al niño) M: ¿Y te lo has pasado bien? (preguntó) Pedro: Sí M: Bueno, mi vida, ahora a dormir ¿eh? Que mañana tienes cole Pedro: Sí, buenas noches mami (dijo el crío) M: Buenas noches, cariño (contestó) dile a mamá que se ponga (corrió a decir antes de que colgara) E: ¿Qué pasa? (preguntó con tono serio) M: ¿Por qué no me has llamado para ir al parque? (preguntó con cierto tono de reproche) siempre íbamos las dos E: De eso hace ya mucho tiempo (contestó) y las cosas han cambiado muchísimo entre nosotras M: Ya... me gustaría que volvieran a ser como antes... (se lamentó) E: Maca... (escuchó que dijo Esther en un murmullo y su corazón rebotó con algo de violencia dentro de su pecho) M: Esther... (susurró) cariño... volvamos a intentarlo, mi amor (se atrevió a decir) sabes que te quiero... E: Yo... (la pediatra notó cierta duda en su voz) yo... yo t... Vero: Maca, ¿Abrimos otra botella de vino? (dijo Vero entrando en la cocina, Maca hizo aspavientos con la mano para que callara y cerró los ojos esperando que Esther no la hubiera escuchado) E: ¿Esa es Vero? (preguntó con estupor) M: Eh... sí... (contestó con lamento) estamos... (Esther había colgado) genial... ¡joder Vero qué oportuna! Vero: Lo siento... lo siento (se lamentó sincera) joder, anda que yo... ya me podía haber quedado en la mesa... M: Puff... (se lamentó apoyada en la encimera y bajando la cabeza) esto se acabó (dijo con la voz rota) yo... yo ya no sé qué más hacer... creo que ya no hay más que hacer... se acabó (Vero la miró) tiro la toalla, Vero (terminó de decir saliendo de la cocina y escabulléndose al baño donde se encerró ante los rostros de circunstancia de la pareja Eran las cinco de la tarde, entraba por urgencias mirando todo a su alrededor, esperando ver a alguien pero sin lograr encontrar a quien buscaba. En recepción, frente a Teresa, esperaba que ésta terminara de hablar con una enfermera para que la atendiera. Tras unos segundos, por fin la miró T: ¿Dígame, qué le pasa? (preguntó) Arancha: Nada, nada... ehh... venía a hablar con Esther García, trabaja aquí (contestó) E: Soy yo (dijo la enfermera que segundos antes hablaba con la recepcionista) ¿Te conozco? Arancha: No, no nos conocemos pero... quisiera hablar contigo, me llamo Arancha (extendió la mano) E: Sí... disculpa... es que... (dijo mirándola dubitativa) ¿Necesitas un médico o...? Arancha: No, no, en serio, no me pasa nada (sonrió ampliamente) pero de verdad que necesito hablar contigo, es importante E: Verás... estoy trabajando y no te conozco... así que... Arancha: Soy la mujer de Verónica (la cortó logrando que Esther la mirara con atención) ¿Podemos hablar por favor? Risas que esconden llantos 74 E: No creo que tengas nada que hablar conmigo (dijo un tanto más seria y menos amable que antes) habla con tu mujer, que parece que os hace falta... Arancha: Ya... mira, quería hablar contigo en privado, pero parece que no me dejas otra opción (miró a Teresa quien disimuló fingiendo no prestarles atención) Vero y Maca no están liadas (soltó, el rostro de Esther pasó de la sorpresa por aquella afirmación a la incredulidad por lo que escuchaba) te lo digo en serio E: Ya... pues me importa muy poco si están o no liadas (afirmó intentando parecer convincente) Arancha: Eso es mentira y lo sabes (continuó) estás que te subes por las paredes, Esther y no tienes por qué, te lo aseguro (dijo afable) E: Tú qué vas a decir... defenderías a tu mujer, supongo Arancha: No, en algo así te aseguro que no (continuó) no están liadas, fingen que lo están para ponerte celosa, intentaban que reaccionaras Esther, todo para que reaccionaras, créeme, lo sé todo e incluso en algún momento he sido partícipe dándoles ideas (dijo no demasiado orgullosa de eso último) Maca te quiere, está absolutamente enamorada de ti, y no tiene nada con mi mujer E: ¿Por qué habría de creerte? (se cruzó de brazos) Arancha: Porque sabes tan bien como yo que Maca solo te quiere a ti... (continuó) y si tú la quieres, si realmente sigues queriéndola, más vale que te des prisa en superar lo que sea que te bloquea, porque ha tirado la toalla (terminó de decir) y esta vez de verdad E: ¿Qué quieres decir? (de pronto un miedo atroz la invadió) Arancha: Quiero decir que se ha cansado de esperar, de intentar que reaccionaras, cree que no lo harás... esta vez está convencida de que te ha perdido y no va a luchar más (continuó) puedes creerme o no, ese ya no es mi problema, pero tanto Vero como yo somos amigas de Maca y queríamos ayudarla, por eso he venido aquí hoy (explicó) ahora todo depende de ti (miró su reloj) y si me permitís, voy a subir a ver a mi mujer. Un placer, Esther y... espero que te des cuenta de lo que estás a punto de perder Tal y como vino, con la cabeza alta, segura de sí misma y con cierto desparpajo, desapareció de su vista en dirección hacia el despacho de Vero, dejando a una Esther bastante parada y sorprendida por todo lo que había dicho aquella chica T: Yo... creo que era sincera (apuntilló viendo la reacción de la enfermera que desapareció de allí sin tan siquiera responderle) Durante unos minutos estuvo sin saber muy bien cómo tomarse aquello y finalmente optó por hacerle frente, sin pensarlo mucho más, pues si lo hacía estaba convencida de que se arrepentiría, llegó a la planta de psiquiatría y más tarde al despacho de Verónica. Llamó un par de veces, escuchó ruidos dentro y lo que le pareció una invitación de entrada. Al abrir la puerta, se encontró con Vero con la camisa a medio abrir y su mujer sobre ella perdida en su cuello... E: Perdón, perdón (se disculpó avergonzada dándose la vuelta y cerrando la puerta al salir del despacho) ¡joder! Arancha: Uhmm... creí que tendríamos más tiempo (susurró Arancha al oído de su mujer) Vero: ¿Esto es cosa tuya? (preguntó sorprendida por su comentario y por la intempestiva entrada de Esther) Risas que esconden llantos 75 Arancha: No mi amor, es cosa nuestra (apuntó levantándose y arreglándole la camisa a Vero) será mejor que dejemos esto para cuando llegues a casa... Vero: Uhmmm... ¿lo prometes? (dijo coqueta) Arancha: Lo prometo (sonrió, dándole un suave beso) y ahora atiende a Esther antes de que se arrepienta (terminó de decir abriendo la puerta) pasa, Esther, yo ya me iba E: Sí... yo... lo siento (se disculpó una vez más) Arancha: Tranquila (sonrió) no llegues tarde (le dijo a Vero quien la miraba absolutamente enamorada) hasta luego Vero: Hasta luego (contestó sin dejar de sonreír) dime, Esther, ¿qué querías? (dijo una vez Arancha se marchó) E: Me habéis estado tomando el pelo como una imbécil (soltó) Vero: Esther... no era lo que pretendíamos, de verdad (dijo a modo de disculpa) solo queríamos hacerte reaccionar, que vieras que puedes perderla, solo eso... E: Pues no es que sea la mejor manera de hacerlo (siguió ella) Vero: No, no lo era, pero ha funcionado ¿no? (Esther la miró) si no fuera así, no estarías aquí E: Tu mujer me ha dicho que Maca ha tirado la toalla (soltó rebajando el tono) Vero: Sí, lo ha hecho (afirmó) se ha terminado de convencer de que tú nunca darás ningún paso y... supongo que intentará olvidarte (se echó hacia atrás en su silla acomodándose) ¿No es eso lo que querías? E: S... sí (dijo con convicción) no... no lo sé... solo sé que hay algo que me bloquea (soltó) algo que... que me dice una y otra vez que no seremos felices, que yo no la haré feliz... y... Vero: ¿Y? (la invitó a seguir) E: Necesito ayuda (terminó de decir por fin) no quiero perderla... (se sentó en la silla frente a ella) no quiero perderla... pero no sé cómo hacerlo... no sé cómo (repitió) necesito que me ayudes (pidió con ojos llorosos y un tono que Vero fácilmente podría describir como derrotado) Vero: Bien (dijo Vero tras una pausa prolongada) voy a darte el número de un psicólogo amigo mío, es muy bueno y te aseguro que te va a ayudar (siguió diciendo ante la mirada de Esther) E: Vale (aceptó, pues bien sabía que necesitaba ayuda, si quería recuperar a Maca, recuperar su vida, necesitaba ayuda profesional, necesitaba dejar de sentirse culpable por no poder ser madre y sabía que ese “trauma” no lo superaría sola) pero... no le digas nada a Maca (pidió) Vero: ¿Por qué? (quiso saber) Esther necesitas apoyo y... no veo a nadie mejor que a ella, además, creo que Maca también necesita saber que quieres estar con ella E: Ya... lo sé, pero... ¿Y si no lo supero? ¿Y si pasa demasiado tiempo antes de que... de que yo pueda estar con ella? No puedo pedirle una vez más que me espere (continuó) bastante me ha esperado ya y... lo último que quiero es que vuelva a sufrir... no quiero que se haga ilusiones para nada Vero: Como psiquiatra no puedo ir hablando de los asuntos de pacientes si ellos no quieren (contestó) pero como amiga de Maca, sinceramente creo que debe saberlo E: Lo sabrá... pero no ahora, por favor (pidió) déjame hacerlo a mi manera... Vero: Como quieras (dijo sin poder hacer nada más, si Esther no quería contárselo ella debía permanecer callada) toma, se llama Jaime, llámalo hoy mismo y dile que vas de mi parte (le extendió una tarjeta) E: Gracias (la tomó entre las manos) y... gracias por todo... (continuó) aunque hubiera querido matarte en un par de ocasiones entiendo por qué lo habéis hecho Risas que esconden llantos 76 Vero: De nada, Esther (contestó con una sonrisa antes de que la enfermera saliera de su despacho) Durante las siguientes semanas, Esther se mostró al principio reticente con el psicólogo, se veía incapaz de hablar de lo que le ocurría, con el paso de los días, poco a poco se fue abriendo, consciente de que era la única manera para ser feliz... y ella quería ser feliz, ya había sufrido y había hecho sufrir bastante, se merecía ser feliz, tanto ella como Maca se lo merecían sobre todo, por ese niño inocente y adorable que tenían y que necesitaba a sus madres bien Vero cumplió su promesa, no le dijo nada a Maca, aunque tuvo que morderse muy bien la lengua y en más de una ocasión intentó darle un par de pistas, aunque la pediatra, obcecada en su propia tristeza ni tan siquiera las supo leer. Y tal vez por eso, ella fue la primera sorprendida cuando sonó el teléfono y en la pantalla leyó claramente el nombre de Esther M: Ho... hola (contestó un tanto dubitativa) E: Hola, Maca (le devolvió el saludo) que... Pedro y yo vamos a ir mañana al cine y... el niño me ha pedido que te llame por si quieres venir... M: Eh... pues... (le había pillado tan de sorpresa que ahora mismo no sabía ni qué decir) sí, claro, pero... ¿a qué hora? Porque tengo turno de tarde, pero puedo pedirle a Salinas que me lo cambie o... E: Ya... si no puedes mañana podemos ir otro día (continuó para sorpresa de Esther) lo importante es que vengas M: Esther... ¿tú quieres que vaya? (preguntó pues después de todo, no sabía si realmente Esther quería que fuera) ¿O lo haces solo por el niño? E: Claro que quiero que vengas (contestó) y... si quieres puedes decírselo a Vero (Maca cerró los ojos como si se sintiera culpable) y a su mujer (la pediatra de nuevo los abrió) M: Lo sabes... E: Sí, desde hace varios días (contestó bastante tranquila) M: Ya... yo... E: No tienes que disculparte (la cortó) sé por qué lo habéis hecho M: ¿Sí? (preguntó algo sorprendida) E: Sí (siguió ella) y... funcionó ¿sabes? (Maca no se podía creer lo que escuchaba) estaba realmente celosa M: Ah... esto... (no sabía ni qué decirle, por miedo a decir algo y volver a fastidiarlo) E: Te echo de menos, Maca (soltó y a la pediatra casi se le cae el teléfono al escucharla) echo de menos hablar contigo, echo de menos nuestras risas y quedarnos hablando hasta las tantas... M: Yo también te echo de menos (contestó con los ojos cristalinos) pero no podemos seguir así... yo no puedo... E: Lo sé... (contestó) y estoy intentando que todo cambie... de verdad (hizo una pausa) hay cosas que... que quiero contarte y... quiero hablar contigo, pero... necesito que me des algo más de tiempo, solo un poco más de tiempo (continuó) sé que no tengo derecho y que posiblemente estarás cansada de toda esta historia pero... necesito un poco más de tiempo (repitió) Hubo una pausa, un silencio prolongado y algo incómodo entre las dos. En su casa, Esther esperaba nerviosa una respuesta de Maca y la pediatra, sentada en el sofá de su Risas que esconden llantos 77 piso, no sabía qué decirle. Esther le pedía tiempo cuando ella ya había decidido dejarlo, había decidido olvidarlo todo y seguir con su vida... pero lo cierto era que su vida era Esther, toda su vida eran ella y su hijo... y haría lo que fuera por recuperarla E: ¿Maca? (preguntó con la voz tomada y con algo de miedo de una respuesta negativa) M: ¿Has cenado? (preguntó) E: Pues... no (dijo un tanto fuera de juego por aquella salida) aún no... M: ¿Te parece si preparamos algo juntas? (soltó sacando una sonrisa que se materializó en los labios de Esther, esa era la manera que tenía Maca de decirle que le daría todo el tiempo que quisiera. Habían hecho eso mil veces antes, hablar por teléfono mientras se preparaban la cena y lo había echado tanto de menos... tanto, que no comprendía cómo había sido capaz de perderse momentos como ese) E: Claro (contestó algo más animada) M: Bien... pues vamos a ver qué tenemos en la nevera (siguió diciendo camino a la cocina) por cierto, no te vas a creer lo que ha pasado hoy en el hospital... Desde su piso, con el teléfono en la oreja, Esther sonreía y dejaba escapar una lágrima de sus ojos, la normalidad con la que Maca le hablaba, la manera en la que le contaba lo vivido en el hospital, era como si nunca se hubieran distanciado, era como si todo volvía a ser como antes, decidida a que esta vez, con un poco de tiempo, todo fuera mejor que antes... La tónica habitual durante los siguientes días fue esa, parecían que volvían al punto de partida, cuando eran amigas, cuando se reían con cualquier cosa, cuando volvían a tener una complicidad envidiable... Se veían a diario con Pedro, se llamaban cada vez que sentían la necesidad de oírse y aunque mantenían las distancias, aunque Esther aún parecía no estar demasiado preparada para dar un paso más, Maca sabía que paso a paso, la enfermera estaba consiguiendo derrumbar las murallas que las separaban... E: ¿Qué hace? (preguntó asustada) ¡Pero por qué sube por las escaleras! M: Está buscando una salida (le contestó con calma) E: Joder pues por la puerta (protestó ella, sin quitarle ojo a la película) ¡esta tía es tonta! M: No es tonta... está asustada (afirmó) E: Ni asustada ni ostias, tiene la puerta al lado y la tía va y sube por las escaleras, es absurdo... M: Vale, un poco absurdo sí es, pero si no sube, no habría película (afirmó) E: La va a matar... (seguía diciendo) la va a matar... M: Shhhh (la instó a callar metidas ambas en la peli) ¡joder! E: ¡Me cago en la puta! (soltaron ambas dando un bote al ver cómo el asesino abría intempestivamente una puerta que dada la música, la tensión y la película en sí, las hizo botar medio asustadas) joder, se me ha caído todo... M: Jajajajaja (reía tras el susto) jajaja ay qué bueno... E: Espera, voy a pararla que tengo que recoger las palomitas (dijo dándole al pause) M: Vale, te espero (hizo lo mismo) por cierto, ¿se te han quemado a ti las palomitas? (preguntó mientras miraba su bol, llena de unas palomitas quemadas que apenas había tocado) Risas que esconden llantos 78 E: Dos minutos y medio, Maca, te lo he dicho mil veces (reía mientras recogía) ¿Cuánto lo has puesto? M: Pues dos minutos y medio (contestó) E: Ya... ¿a qué potencia? (quiso saber) M: A la máxima... E: Era a la mínima, Maca (rió) siempre te pasa lo mismo, si es que no sé cómo es posible que no sepas hacer una simples palomitas... M: Yo que sé, siempre se me olvidan... no suelo hacer palomitas... E: En fin... ¿seguimos? (quiso saber sentándose de nuevo en el sofá) M: Claro... (soltó tomando le mando) va (le dio al play, Esther la imitó) Durante el resto de la película, siguieron comentando, riendo o asustándose, pero sobre todo, disfrutando de esa noche “semicompartida”. Al término del film, se quedaron durante un buen rato más quedaron hablando, riendo y gastándose bromas durante un par de horas más M: Jajaja ¿Cuántas copas de vino llevas ya? (reía por la voz de Esther, conocía sus tonos, tanto que sabía perfectamente, sin necesidad de verla, que la enfermera estaba un poco achispada) E: No sé, cuatro o cinco, creo jajaja no las cuento... M: Vale... dime más o menos por donde va tu botella (quiso saber) E: Uhmmm... (Esther miró la botella de vino que tenía frente a ella) más de la mitad... pero que conste que ya estaba abierta de antes... M: Vale, vale (sonrió al otro lado de la línea, deseando estar con ella, a su lado y poder abrazarla como quería hacerlo) más o menos como la mía (afirmó, pues ella, a decir verdad, también estaba un tanto achispada) E: Echaba de menos estas veladas (continuó diciendo acomodándose en el sofá) M: Y yo... yo también lo echaba de menos (contestó) E: ¿Sabes qué echo de menos también? (preguntó) M: No... qué (susurró, un susurro que hizo temblar a Esther) E: A ti (contestó con rotundidad) ya sé que te lo he dicho mil veces esta noche... pero es verdad M: Yo también te echo de menos (contestó) E: Y... ¿Sabes? Me... me gustaría que estuvieras aquí ahora (bajó el tono de voz) M: Esther... E: Sé que no debería decir esto... sé que quizás el vino está haciendo que diga cosas que no debo, no ahora, pero... ufff... Maca... es que te echo mucho de menos... M: Mi amor... (susurró) E: No sé cómo puedes seguir llamándome así después de todo (continuó ella) M: Porque siempre, por mucho que pase y por mucho que nos pase, siempre, seguirás siendo mi amor E: Perdóname, Maca (dijo con la voz algo tomada) perdóname por todo lo que te estoy haciendo pasar... M: No tengo nada que perdonarte, cariño... (afirmó) E: Uhmm... cariño (repitió) dímelo otra vez M: Cariño, mi amor, mi vida (dijo melosa, escuchando la voz de Esther y sin atreverse a pensar hacia dónde les estaba llevando esa conversación) E: Maca... (suspiró) M: Esther (contestó ella) Risas que esconden llantos 79 E: Echo de menos que me toques (afirmó tras una pausa, quizás fuera el alcohol, o las ganas de estar con ella, o que simplemente, no podía poner más barreras, fuera lo que fuera, estaba perdiendo el control de sí misma, y ni tan siquiera le importaba) M: Y yo tocarte (contestó en un murmullo contenido, cerrando los ojos y tragando saliva lentamente. Una parte de ella le recriminó, no debían comportarse así, no debían cruzar un límite, no esa noche, no cuando el alcohol parecía llevar las riendas de la conversación, pero las ganas y el deseo les estaban ganando la batalla a ambas) acariciarte lentamente... besarte... E: Uff... Maca (no sabía qué hacer con las manos, no sabía cómo ponerse, se movía inquieta, escuchándola, cerrando los ojos con fuerza y mordiéndose el labio) echo de menos tu cuerpo sobre el mío (siguió ella) tu cuerpo desnudo... M: Esther (gimió) E: Tus pechos... (siguió susurrando) tu lengua recorriéndome... M: Uhmmfff... (soltó) Esther... (intentaba mantener la cordura pero le era bastante difícil) ¿qué estamos haciendo Esther? E: No lo sé (afirmó) pero no quiero parar (dijo con absoluta excitación en su voz) Entró en el hospital hecha un auténtico flan, ver a Maca después de lo que pasó la noche anterior era algo que la tenía bastante nerviosa. Miró a su alrededor, buscándola o tal vez intentando ganar algo de tiempo para hacerle frente, y es que, tras lo ocurrido esa noche estaba bastante claro que las cosas habían cambiado de manera radical En vestuarios, mientras se cambiaba, venían a su mente imágenes de la noche anterior y esa conversación telefónica que comenzó siendo inocente y terminó como jamás pensó que terminaría, nunca en toda su vida había tenido sexo telefónico y debía reconocer que, aunque hubiera preferido mil veces tenerla junto a ella en ese momento, la experiencia había sido bastante excitante... sintió calor de nuevo subir por todo su cuerpo y tuvo que inspirar profundamente e intentar alejar sus pensamientos si quería tener un turno lo más tranquilo posible Por su parte, Maca, no había podido dormir en toda la noche, lo que pasó cambiaba radicalmente el curso de las cosas, estaba nerviosa pero más que nada feliz, aquello solo podía significar una cosa, Esther la quería, aún la amaba, no podía negarlo, no después de lo ocurrido, no después de escucharla susurrar su nombre entre gemidos, ya no podía negarlo más y ahora lo único que quería era hablar con ella cara a cara y hacerle enfrentarse directamente a sus sentimientos y no tras una línea telefónica Salió de su despacho, bajó a urgencias donde suponía que Esther ya había empezado a trabajar, se encontró con Claudia a la que saludó con cariño y la acompañó a recepción buscando tanto a Esther como a algún paciente que atender, al no encontrar a ninguno de los dos, fueron a la cafetería donde comenzaron a hablar con calma de lo ocurrido, ocultó los detalles pero le comentó a grandes rasgos y con cierta vergonzonería lo ocurrido la noche anterior y Claudia no pudo más que sonreír contenta por su amiga Claudia: Entonces... ¿estáis juntas de nuevo o...? (quiso saber) M: Pues no lo sé (contestó) aún no he podido hablar con ella... pero... no sé, lo de ayer fue... uff... supongo que ya no podrá decir que solo somos amigas, no después de esto Risas que esconden llantos 80 Claudia: Hombre, está claro que no (afirmó) pero también tienes que ir despacio, Maca, que te conozco y eres capaz de plantarte con las maletas en su casa y eso tampoco es así... M: Lo sé, lo sé (contestó) y no te niego que no me muero de ganas por plantarme con las maletas en su casa, si por mi fuera hoy mismo volveríamos a vivir juntas, pero soy consciente de que las cosas tienen su tiempo y supongo que tendremos que hablar sobre ello... Claudia: Me alegra que lo tengas tan claro (sonrió) y me alegro mucho por ti, te admiro ¿sabes? (sonrió) yo ni de coña hubiese tenido la paciencia que has tenido tú E: Hola (apareció Esther a su lado sin que ninguna las hubiera escuchado, ambas la miraron) Claudia: Hola, ¿qué tal estás? (preguntó con una sonrisa y Esther enrojeció) E: Eh... bien, bien (afirmó mirando de reojo a una Maca que parecía comérsela con la mirada) ¿Puedo sentarme? Claudia: Sí, claro (contestó levantándose ella) si además yo tengo que marcharme (Maca agradecida) os veo luego M: Sí, hasta luego (se despidió desviando los ojos hacia Esther y mirándola con intensidad) hola (saludó en un murmullo embaucador) E: Hola (contestó una vez más bajando la cabeza un tanto avergonzada) M: ¿Cómo estás? (preguntó queriendo lanzarse a sus labios) E: Bien... (sonrió) ¿Y tú? (le devolvió la pregunta) M: Muy bien (afirmó) Quedaron calladas durante un instante, por la mente de ambas pasaron imágenes y sonidos de la noche anterior, estaba claro que ninguna de las dos iba a poder olvidar esa noche en mucho tiempo y es que, los gemidos, los quejidos y los susurros subidos de tono se les había grabado como a fuego M: Esther E: Maca... (hablaron las dos a la vez y sonrieron sin poder evitarlo) tú primero... M: Vale... eh... respecto a lo de ayer (comenzó a decir, Esther bajó la mirada sintiendo como se ponía colorada) supongo que deberíamos hablar de ello ¿No te parece? E: Sí pero... no aquí, Maca (pidió) aún nos queda un largo turno por delante y... no es sitio para hablar de todo esto M: Estoy de acuerdo (afirmó un tanto decepcionada, esperaba algo, cualquier cosa que le dijera que Esther disfrutó tanto como ella) ¿Qué te parece si llamo a una canguro, y cenamos esta noche? (preguntó) E: Vale... me parece bien (Maca sonrió, que no se negara era un paso enorme, un avance que aún no llegaba a creerse del todo) ¿Pasas por mí a las nueve? Enfermera: Esther te necesitan en el box (avisó una compañera pasando por su lado) E: Voy (le contestó) ¿A las nueve entonces? M: Perfecto (no podía dejar de mirarla enamorada) hasta luego E: Hasta luego (la miró, Maca se mordió el labio y ella no pudo reprimir el deseo de acercarse a ella más de lo necesario) lo de anoche me encantó (susurró a su oído provocando un escalofrío en Maca quien se mordió de nuevo el labio reprimiendo las ganas de besarla y quedó con la mirada fija en su cuerpo hasta que abandonó la cafetería) Risas que esconden llantos 81 Con la puntualidad que siempre le caracterizaba, Maca llamó al timbre con las manos temblorosas, estaba nerviosa, era más que evidente, lo ocurrido la noche anterior y lo que podría pasar esa misma noche había hecho que pasase gran parte del día sin poder calmarse. Ni siquiera Pedro, cuando se despidió de él dejándolo ya en la cama logró que se calmara, así que ahí estaba, temblando mientras intentaba aparentar estar tranquila a la espera de que la puerta se abriera de una vez para encontrarse con los únicos ojos en el mundo que sabía, eran capaces de apaciguarla: Los de Esther La enfermera, quizás más nerviosa aún que ella, abrió la puerta sacando una sonrisa nada más verla y quedándose perpleja al verla. Estaba guapísima, simplemente maravillosa, ataviada con un pantalón que se ajustaba a su cintura y a sus piernas como si fuera una segunda piel, un top azul no demasiado escotado pero lo suficiente como para insinuar lo que escondía, un leve maquillaje que servía para realzar sus gestos sin que apenas se notara y finalmente el pelo suelo cayendo por los hombros con delicada perfección... E: Ho... (carraspeó) hola (consiguió saludar tragando saliva al verse rememorando la noche anterior y los susurros de Maca llegando a su oído) M: Hola (contestó, sonriendo para sí misma la darse cuenta de que los nervios de Esther, quizás superaban los suyos y eso era bueno, porque estaba claro que la enfermera aún albergaba muchos sentimientos por ella) ¿Nos vamos? (preguntó sin acercarse, de hecho, ninguna de las dos se acercó, ninguna de las dos supo cómo saludarse, por lo que se conformaron con un hola y un gesto leve con la mano) E: Claro, vamos (contestó cogiendo la chaqueta y cerrando la puerta tras ella) M: He reservado en ese restaurante que tanto te gustaba (comentó ya en el coche) aunque si quieres podemos ir a otro sitio... lo que tú prefieras E: No, no, ese restaurante está bien (afirmó mirando hacia la carretera) Por un momento, por una milésima de segundo ambas pensaron que aquello no iría a ninguna parte, el silencio que se instaló entre ellas pareció no augurar nada bueno, pero tan solo fue una milésima de segundo, hasta que en un semáforo, Maca volvió la vista a Esther y ésta, algo avergonzada le sonrió como mil veces le había sonreído en el pasado y como no había vuelto a hacerlo en demasiado tiempo. Maca correspondió a la sonrisa y no fue capaz de separar los ojos de ella M: Estás preciosa (consiguió susurrar. Y realmente lo estaba, había elegido un vestido verde con un estampado precioso que estilizaba su figura y que hacía que a Maca se le fueran los ojos a las piernas descubiertas unos milímetros por encima de las rodillas y al escote no demasiado pronunciado, en forma de pico y cogido al cuello por unos tirantes que a la pediatra le entraron ganas de bajar a base de besos) E: Tú también (contestó colorada por la mirada y el repaso que Maca le había echado) En el restaurante, el camarero las guió hasta su mesa, entre sonrisas tímidas y miradas algo huidizas pidieron las bebidas mientras miraban la carta sin poder evitar que sus ojos se buscaran. Esther suspiró, el fin de esa cena era hablar sobre todo lo ocurrido, abrir sus corazones, admitir por fin sus sentimientos y poder intentar retomar sus vidas y sin embargo, desde que se habían visto, no habían hecho más sino “babear” la una por la otra Risas que esconden llantos 82 M: Que nos dejamos de tonterías ¿no? (soltó adivinando la mirada de Esther, ella también había pensado lo mismo) E: Por favor (pidió con una sonrisa un tanto agobiada) M: Vale (dio un sorbo a la copa de vino que el camarero había servido escasos segundos antes) Esther yo... E: No, espera, por favor (pidió) déjame hablar a mí (Maca afirmó) yo... quiero pedirte disculpas, Maca (soltó y la pediatra la miró interrogante) todo lo que ha pasado ha sido culpa mía... (bajó la cabeza) yo... cuando la doctora nos dijo lo que me ocurría, me cerré, me encerré en mis propios sentimientos sin pensar en los tuyos... no dejé que me ayudaras y para terminar de fastidiarlo, en lugar de pedirte que estuvieras conmigo, simplemente te alejé de mi vida... M: Esther... E: Es verdad, Maca (atajó) lo hice, inventé un montón de idioteces para buscar una nueva confrontación, cualquier excusa era válida para discutir y finalmente destruir lo que teníamos (afirmó) lo único que pensaba en ese momento era que me sentía incompleta (soltó ante la atenta mirada de una Maca que la escuchaba con calma) saber que no podría tener hijos, que no podría darte a ti un hijo era... no sé, era superior a mí y cada vez que te veía más ganas tenía de quedarme embarazada (siguió) y... no podía... un día me desperté sintiendo que no era feliz, no porque tú no me hicieras feliz, sé que lo intentaste, pero todo me superaba, y si yo no era feliz... ¿cómo podía pretender hacerte feliz a ti? (preguntó) M: Tenías que haber hablado conmigo, Esther (pronunció si ningún tipo de reproche en la voz) ya teníamos un hijo, tenemos un hijo, Esther, Pedro es hijo de las dos, y aunque yo lo tuviera es tan hijo tuyo como mío E: Lo sé... lo sé (afirmó) siempre lo he sabido y siempre lo he sentido hijo mío, eso no lo pongas en duda nunca, por favor (pidió evitando que Maca pudiera pensar que Esther no se sentía madre de Pedro) el problema era yo... solo yo... y no quería arrastrarte a ti conmigo M: Mi amor (soltó y Esther sonrió de lado) no me habrías arrastrado, habríamos salido adelante... pero entiendo lo que hiciste... (afirmó para sorpresa de Esther) sí... ahora sí lo entiendo... supongo que... yo también tengo algo de culpa, no me di cuenta de tu depresión, no supe verlo y tampoco supe ayudarte... tú no tienes toda la culpa, yo también, porque en lugar de caer en las provocaciones tuve que averiguar por qué venían, no dejarme llevar por el genio E: No te lo puse fácil (sonrió con calma) pero... quiero que sepas que a pesar de todo nunca he dejado de quererte, por eso quise que siguiéramos siendo amigas, no me veía capaz de perderte del todo y me conformaba con verte aunque no pudiera tenerte (afirmó) y cuando me dijiste que salías con... con esta chica... ( intentaba acordarse) no recuerdo ahora como se llamaba... M: Adela (contestó) E: Eso, Adela, cuando me dijiste que empezabas a salir con ella... me di cuenta de que debíamos seguir con nuestras vidas por separado y aunque me dolió y me jodió mucho verte con otra por otra parte también me alegré por ti (siguió) sé que parece una contradicción pero... supongo que quise ver en Adela a la mujer que podía hacerte feliz, yo era incapaz de hacerlo en ese momento... (continuó) luego conocí a Susana (Maca hizo un gesto desagradable al escuchar de nuevo aquel nombre) ella no quería hijos, de hecho... luego demostró lo poco que le gustan los niños (dijo con pesar) pero me daba la seguridad de saber que no me vería queriendo quedarme embarazada, de hecho, nunca se me pasó por la cabeza tener hijos con ella (continuó) y... supongo que era una manera Risas que esconden llantos 83 de demostrarme a mí y más a ti que yo también podía seguir con mi vida (bajó la cabeza) pero elegí mal... Susana no fue quien parecía ser y... no sé cómo pude dejar que las cosas llegaran tan lejos M: No te culpes por eso (afirmó) por suerte te diste cuenta a tiempo... antes de... de casarte (consiguió decir) E: Pufff... ahora con la distancia me pregunto cómo pude ni tan siquiera pensar en casarme con ella (decía un tanto agobiada) luego tú me dijiste que aún me querías, que seguías enamorada de mí y... todo me explotó en la cara (Maca la miró esperando que siguiera al tiempo que Esther se perdía en su mirada) ahí me di cuenta de lo mucho que yo también te quería... pero... no podía, me seguía culpando y... no sé, Maca... estaba bloqueada (afirmó) M: ¿Y ahora? (quiso saber) ¿Sigues bloqueada ahora? E: No (afirmó) bueno... al menos no tanto como antes... (sonrió) sé que aún tengo cosas que superar y voy a hacerlo... ahora sé que lo único que me bloqueaba era el miedo a volver a sentirme como entonces y por tanto volver a hacerte daño a ti (afirmó) pero... estoy intentando no tener miedo y... (sonrió levemente) me estoy dejando una pasta en terapia (Maca también sonrió y aventurándose, sin dejar de mirarla, llevó una de sus manos hasta la de Esther, y la acarició sintiendo la mirada de la enfermera, tranquila y serena en sus ojos y recibiendo una leve caricia por su parte que hizo que su sonrisa se ensanchara mucho más) Terminaron la cena entre leves conversaciones, dejando a un lado la anterior e intentando que el ambiente dejara de llenarse de disculpas para colmarse de sonrisas, bromas y una complicidad que se instauraba entre ellas de nuevo a pasos agigantados Parecían que volvían a aquellos momentos, ya lejanos en los que se conocieron, en los que comenzaba a conocerse, en los que no podían dejar de soltar sonrisas tontas y de intentar capturar una mirada iluminada en sus retinas. Parecían tan solo, dos personas que enamoradas caminaban por la calle con el miedo o la vergüenza típica de quien no sabe muy bien cómo comportarse ante la persona que ama. Con un pasado común a sus espaldas que les daba cierta libertad a la hora de comportarse pero que también, en cierta medida las mantenían alejadas por no querer importunar a su compañera con un comentario a destiempo o una palabra mal dicha en el peor momento Y sin embargo, con todos los miedos, con toda la incertidumbre de no saber si serían capaces de superar de una vez por todas todo aquello que las había mantenido alejadas, ninguna de las dos podía evitar las ganas que tenían de acercarse, de tomarse de la mano, de mirarse como millones de veces en el pasado se miraron y de ruborizarse por algún recuerdo algo acalorado Sin necesidad de hablarlo demasiado entraron en un pub donde la música invadió sus oídos y el ambiente alcoholizado y lleno de hormonas proveniente de los jóvenes que esa noche habían decidido dejar el decoro en sus casa las hizo sonreír de nuevo y mirarse con cierto deseo en los ojos al tiempo que ambas se mordían el labio inferior de forma coqueta Pidieron un par de copas en la barra y se alejaron de ella, Maca, abriéndose paso entre parejas y algún que otro moscón, tomó la mano de Esther entre las suyas en un gesto tan espontáneo que a ninguna de las dos le extrañó y llegó hasta una de las mesas del fondo de la sala, sentándose e invitando a la enfermera a que lo hiciera a su lado Risas que esconden llantos 84 Durante los primeros minutos no se dijeron nada, simplemente se limitaron a mirar hacia la pista, a dejarse llevar levemente por la música y a dar un par de sorbos a sus copas. Maca, en un momento, desvió la mirada hacia Esther, quedándose parada en su perfil, mirándola embelesada, como hacía tiempo que no se atrevía a hacerlo. Sonrió levemente al verla tararear la música que sonaba en ese momento y se atrevió a posar una de sus manos en el muslo, dejando una leve caricia consiguiendo así, que Esther volviera el rostro para mirarla y de nuevo, sonriera M: ¿Puedo hacerte una pregunta? (dijo tras unos segundos, acercándose un poco más para que la oyera sin problemas sobre los acordes de la música) E: Dime (contestó) M: ¿Por qué... (la miró, no estaba muy segura de aquella pregunta pero algo le decía que tenía que hacerla)... por qué con Vero sentiste tantos celos y sin embargo no te mostraste tan celosa con Adela? E: Uff... (suspiró pensando en su respuesta) Supongo que... no sé (continuó) porque quizás la veía con más fuerza que Adela, más guapa, más inteligente... Tal vez porque me vino de frente a decirme que lucharía por ti (siguió diciendo) o porque yo ya sabía y me había encontrado más de una noche declarándome a mí misma enamorada de ti... no puedo darte una respuesta clara (afirmó) quizás porque sabía que si... si Vero conseguía algo entonces sí te perdía para siempre (sonrió levemente) o porque en el universo paralelo que me monté en mi cabeza tú y yo seguíamos juntas y ella era tu amante... (terminó de decir, riendo por la tontería que acababa de soltar) M: Te quiero (dijo sonriendo ante su risa, Esther dejó de reír y la miró) te quiero más que a nadie, como nunca he querido a ninguna otra mujer, Esther (afirmó) y ninguna Vero, Adela o cualquiera podrá hacer que nunca deje de quererte... E: Maca (contestó y esta vez no fue como las otras, no iba precediendo a un nuevo rechazo, sino que muy por el contrario, se mostró vergonzosa, una vergonzonería que Maca adoraba, bajó la cabeza y cuando volvió a mirarla la encontró a escasos centímetros de sus labios. Su garganta se secó de pronto y su corazón pareció salírsele del pecho) Ma... M: Shhh (la calló poniendo el dedo sobre sus labios los resiguió con él y terminó con una caricia en su mejilla) vamos a bailar (susurró alejándose de ella, tomándola de la mano y llevándola al centro de la pista con una sonrisa enorme sabiendo que la había dejado con las ganas de ese beso, pero que no haría nada para obtenerlo, quería que fuera Esther, cuando estuviera preparada y lista para besarla quien lo hiciera, porque necesitaba que fuera la enfermera la que diera el paso, y así, estar segura de que, cuando ocurriera, sería para siempre) En su despacho, mientras se suponía que debía estar poniendo al día los historiales, Maca no dejaba de sonreír recordando la noche anterior. Lo habían pasado en grande, habían bailado, reído y tonteado hasta bien entrada la madrugada y cuando la dejó en casa tuvo que hacer un enorme esfuerzo por no besarla. Supo que Esther se había quedado con las ganas de aquel beso al vislumbrar el desconcierto en su mirada al bajar del coche, sonrió nuevamente, las cosas iban bien, muy bien, a pesar de que todo su cuerpo le recriminara no besarla, no estrecharla entre sus brazos subir con ella a casa y hacerle el amor como deseaba hacerlo, las cosas iban muy bien. Quería que fuera Esther la que diera el siguiente paso y se armaba de valor pensando en cómo reprimir sus ganas frente a ella, pero estaba convencida de que no sería la pediatra la que diera un nuevo Risas que esconden llantos 85 paso al frente. Ahora le tocaba a Esther... “y por Dios que sea pronto” pensó para sí misma Mientras tanto, Esther andaba de un sitio para otro, no entraban demasiados pacientes pero los que había estaban siendo atendidos por médicos que pensaban que la única enfermera de todo el hospital era ella. Refunfuñaba por los caprichos de algunos médicos y mucho más, por no haber visto a Maca en lo que llevaba de turno. Quería verla, pero cada vez que intentaba subir a pediatría aparecía Vilches, o Gimeno, o cualquier otro médico pidiéndole asistencia Alicia: Esther, Vilches te necesita en el box (dijo Alicia llegando a su lado con una carpeta en la mano) E: Tengo que ir con Gimeno (medio protestó) ¿No puedes encargarte tú? Alicia: Pufff... que va, lo siento, Claudia me ha pedido que le suba esto a Maca, quiere su opinión (afirmó disculpándose y a Esther se le encendió la bombilla) E: Vale... ehhh... Dale esto a Gimeno (le entregó unos resultados) y ve tú con Vilches, yo le subo esto a Maca (dijo arrebatándole la carpeta sin que Alicia pudiera hacer nada por evitarlo) Alicia: Esther... que Vilches está de mala leche y... (dijo cautelosa) y quiere que seas tú la que le asista E: Ya, pues le dices que me he volatilizado, que no me has encontrado o que me he ido de vacaciones (vio que el ascensor se abría a unos pasos de ellas) lo siento Ali, invéntate algo por favor (corrió a decir mientras se metía en el ascensor) Alicia: ¡Esther! (exclamó fastidiada, recibió una sonrisa de la enfermera un guiño de ojos y las puertas se cerraron) ¡joder! A ver si terminan de arreglarlo de una vez... (dijo algo malhumorada dándose la vuelta para ir a ver a Vilches y su mala uva) Cuando llegó a pediatría lo hacía con una sonrisa en los labios, iba pensando que haría ella el pedido de farmacia en lugar de Alicia para compensarla por tener que aguantar al gruñón del central. Llegó a la puerta del despacho de Maca, tomó aire y abrió recibiendo al instante invitación para entrar E: Hola (saludó medio cantarina algo ruborizada) M: Hola (contestó al elevar la mirada usando ese tono entre cariñoso y sensual que hacía tiritar a Esther) E: Claudia quiere que le eches un vistazo a esto (dijo dejando la carpeta sobre la mesa) M: Vale (no dejaba de mirarla, sin dejar de sonreír) E: ¿No lo vas a abrir? (preguntó tras unos segundos en los que la pediatra no se movió ni un centímetro) M: Claro, ahora (y se mordió el labio de manera provocadora, haciendo que Esther mirara nerviosa hacia todos lados) E: Me estás poniendo nerviosa (susurró con una leve sonrisa en los labios) M: Solo te miro (dijo haciéndose la inocente) E: Pues por eso, por eso mismo me pones nerviosa (afirmó) M: Vale, pues no te miro (pero no dejó de hacerlo, Esther no pudo más que ampliar la sonrisa) E: Eres un bicho (afirmó negando con la cabeza) me tengo que ir a urgencias M: Ujum (la mirada de arriba abajo, la radiografía que le hizo por todo el cuerpo, volvió a hacer que Esther temblara) ¿Tienes mucha prisa? Risas que esconden llantos 86 E: Bu... bueno, Vilches quería que... (Maca se levantó) no sé qué de un anciano (seguía diciendo de manera lejana al verla acercarse) y... el pedido de... de farmacia y... Gimeno que... M: Qué de cosas... (la cortó muy cerca de ella) E: Sí... muchas (contestó mordiéndose ahora ella misma el labio para evitar saltar sobre Maca) M: ¿Qué haces esta tarde? (preguntó poniendo sus manos en las caderas de Esther, sonriendo para sí misma viendo cómo temblaba) E: Pues... no tenía ningún plan (afirmó) M: Ajá... (no dejaba de mirarla, y hasta ella misma no concebía cómo era posible que no estuviera besándola desde hacía varios minutos) ¿Qué te parece si alquilamos una peli y la vemos con Pedro? ¿O nos lo llevamos al cine o...? E: Alquilar está bien (contestó tragando saliva, lo cierto era que no le apetecía estar con más gente que no fuera su familia) M: Vale... (la miró muy, pero que muy insinuante, bajó el tono, enronqueció la voz y siguió hablando) ¿En tu casa... o en la mía? (preguntó) E: En tu cama... (Maca elevó las cejas) digo en tu casa (se corrigió tras un gesto cómico) en tu casa está bien M: Bien... pues te veo luego en casa (afirmó intentando separarse de ella y sintiendo que Esther le impedía el movimiento) ¿Qué? E: Na... nada (volvió a morderse el labio, Maca sonrió para sus adentros y cuando Esther comenzó a acercarse hacia ella, se le cortó la respiración) Claudia: Maca has visto... (se quedó parada con la puerta a medio abrir) perdón... E: Yo... yo ya me iba (corrió a decir Esther mirando a Maca de reojo quien parecía maldecir a Claudia en mil idiomas diferentes) luego hablamos (y salió del despacho pensando en que, si Claudia no hubiera entrado en el despacho, en ese instante estaría de nuevo saboreando los labios de su mujer, y se preguntó, por primera vez en mucho tiempo cuál era el motivo por el que no lo había hecho ya mil veces... Pues el que rondaba por su cabeza le parecía en ese instante la más absurda de las razones) M: Qué oportuna Claudita (le recriminó a su amiga recuperando la respiración y tomando la carpeta entre sus manos) Cuando Maca abrió la puerta de casa lo hizo con una enorme sonrisa al encontrarse allí a Esther y su hijo que de igual manera que ella sonreían con ganas. Pedro entró en casa como un loco, parecía que había estado deseando ver de nuevo a sus madres juntas, bien y sonriendo como siempre las había visto M: ¿No me piensas saludar o qué? (preguntó cortándole el paso a su hijo que la miró) Pedro: Sí, hola mami (dijo dándole un beso en la mejilla cuando Maca se agachó) ¿Has hecho palomitas? (preguntó el crío, cuando Esther le había dicho que iban a casa de mamá para pasar la tarde con ella y ver algunas películas, el niño no había parado de decir que quería palomitas) M: Están haciéndose (le dio un cachete cariñoso en el culo) anda, ve a dejar las cosas en tu cuarto (terminó de decir haciendo que el niño saliera corriendo) Hola (se volvió hacia Esther que se mantenía aún en el umbral sin dejar de sonreír al verlos juntos) E: Hola (contestó bajando la mirada) estaba como loco por venir (se excusó) así que siento haber llegado antes Risas que esconden llantos 87 M: No lo sientas (sonrió) ya te echaba de menos (terminó de decir) anda, pasa (dijo sin moverse de donde estaba, provocando que la falta de espacio hiciera que Esther tuviera que pasar tan cerca de ella que su cuerpo tembló al rozarla) Entraron al salón, Esther se quitó la chaqueta y Maca enmudeció al ver la blusa que llevaba, no era una blusa demasiado sexy, ni nada insinuante, pero no sabía que tenía esa camisa que siempre le había resultado tremendamente sensual en el cuerpo de Esther, estaba tan, tan atractiva que solo de imaginarse quitándole la camisa le sudaron las manos. Siempre, desde que la conocía aquella camisa era uno de sus puntos débiles y Esther lo sabía, por eso, casi siempre que quería provocarla se la ponía y le daba exactamente igual si estaba pasada de moda o no M: Tramposa (murmuró yendo hacia la cocina para buscar las palomitas, Esther sonrió para sí misma) las palomitas ya están Pedro (le dijo a su hijo poniéndolas en un bol) a ver... (llegó de nuevo al salón y evitó mirar a la enfermera que, para provocarla más, se había desabrochado el primer botón) ejem... tenemos Dumbo, El Rey León, Bambi... E: ¿Y alguna que sea un poco más moderna? (preguntó cómica) lo digo porque esas ya las ha visto mil veces M: Pues sí, también tengo (buscó un par de DVDs más) tenemos Tiana y el sapo, Up o Rapunzel Pedro: ¡Rapunzel, rapunzel! (pidió el crio apremiándola para que la pusiera) M: Vale, pues Rapunzel (dijo poniéndola en el reproductor) Con Pedro sentado entre ambas, comenzó la película, Maca intentaba concentrarse en el film sin poder evitar que sus ojos viajaran hacia la enfermera que, como si fuera una niña más, estaba muy metida en la película y reía ante las gracias de aquella chica rubia de largo cabello. Tanto Pedro como Esther disfrutaron del film, sin embargo, Maca que también disfrutó de la película, lo hizo mucho más al sentir que su familia estaba con ella, para la pediatra, le daba lo mismo estar viendo Rapunzel o tener la televisión apagada siempre y cuando estuvieran los tres en el sofá, medio abrazados y escuchando las risas de su hijo y de su... su mujer Terminada la película y aún con Pedro muy despierto, se dedicaron a jugar con él, rieron, jugaron y pasaron el resto de la tarde de una manera familiar, tanto, que ambas sintieron ese calor de hogar, de estar en casa al estar juntas, de no querer separarse más. Cuando ya caía la noche, sin ganas ninguna de separarse, prepararon algo de cenar y cuando Pedro cayó rendido en el sofá en brazos de Esther, esta le pidió permiso a Maca para llevarlo a la cama M: No tienes que preguntármelo (dijo ayudándola con el crío) esta es tu casa también (dijo mirándola a los ojos) anda, ve a acostarlo que yo recogeré un poco esto Cuando Esther volvió de acostar a Pedro, Maca estaba de vuelta sentada en el sofá, con dos copas de vino frente a ella y miraba un par de carátulas que tenía en la mano. Se quedó parada mirándola, recordando mil imágenes como esa, mil momentos que juntas habían vivido, en su casa, siendo matrimonio, cuando todo estaba bien, antes de que ella misma lo destrozara todo y el sentimiento de culpa volvió a traspasarla M: Tengo un par de pelis que también he alquilado para nosotras (dijo ajena a sus pensamientos) por si te apetecía ver alguna... Risas que esconden llantos 88 E: Sí... claro (contestó un tanto ausente) M: ¿Te pasa algo? (preguntó al escuchar su tono de voz, cuando la miró y vio su gesto un tanto apenado dejó las carátulas y le prestó toda la atención del mundo) ¿Qué ocurre? E: Nada (disimuló sacando una sonrisa, no quería volver a lo mismo y se tragó su culpabilidad al verla preocupada) solo pensaba en... en todo esto (hizo un gesto refiriéndose a la tarde y noche que estaban pasando) M: Ya... (bajó la cabeza) ¿No te sientes cómoda? (preguntó con algo de miedo) E: Al contrario (sonrió acercándose por fin, no sin antes ir a recoger su bolso, gesto que extrañó a la pediatra) me siento muy cómoda... como hacía tiempo que no me sentía M: Entonces bien... (afirmó con la cabeza) de eso se trataba (llevó su mano hacia su mentón, acariciándola levemente con el pulgar y haciendo que Esther sonriera de nuevo) mucho mejor (afirmó sin dejar de mirarla) E: Tengo algo para ti (dijo tras una pausa, rebuscando entre sus cosas, sacó un juego de llaves y se las mostró) nunca debí pedirte que me las devolvieras (susurró) M: Bueno... hiciste lo que creías que era mejor en ese momento (contestó comprensiva) E: No, no era lo mejor (rebatió) por muchas cosas... porque ahí comenzó el fin de nuestra amistad, porque tú eres la madre de Pedro y debías tener llaves de casa por si pudiera pasar algo y... (suspiró) porque nunca debí dejar que nadie te sacara de mi vida... M: Eso no importa ahora (contestó de nuevo) lo que ahora importa es este momento... ahora estamos bien, estamos como antes y... somos amigas... “Somos amigas” sonó tan convencido, tan simple, tan poca cosa que a Esther se le volvió a formar un nudo en la garganta... amigas... simplemente amigas... no era lo que quería, no era lo que le gritaba su corazón, pero Maca lo había dicho con tanto convencimiento que ella... ella no pudo decir nada en contra E: Sí... amigas (contestó) M: ¿Ponemos la peli? (preguntó tras un nuevo silencio, entre confusa y feliz, feliz porque había visto la decepción de Esther con su última frase, confusa porque la enfermera no parecía tener intención de hacer nada para cambiar las cosas) La película comenzó con cada una de ellas posicionada en cada extremo del sofá, apenas se miraban y de rozarse ni hablaban... parecían estar a un kilómetro de distancia la una de la otra y la realidad era que, si estiraban un poco sus brazos podrían tocarse, pero ninguna de las dos lo hacía... El film continuaba contando su historia y lo cierto era que aunque lo disimulaba, ninguna le prestaba atención, cada una metida en sus pensamientos. Maca la miraba de reojo, aguantándose las ganas de abrazarla, pero deseando que fuera Esther la que lo hiciera... ella ya no podía hacer nada, todo estaba en el tejado de Esther, porque era la enfermera la que se negaba a algo más, la que estaba bloqueada, la que no quería ir más allá Por su parte, Esther, no dejaba de pensar en aquella frase, amigas... solo amigas... ella no quería ser solo su amiga, no quería volver a pasar por lo mismo, no quería volver a enfrentarse a una posible novia de Maca, no claro que no lo quería, porque lo que ella más deseaba era ser la única en su vida, ser la mujer con la que se acostaría cada noche y se levantaría cada mañana, ser la única que pudiera besarla y tocarla... quería... quería ser de nuevo su mujer Risas que esconden llantos 89 En un momento dado de la película, los actores principales protagonizaron una escena de sexo que sin ser nada explícito y estando muy bien cuidada hizo que tanto Maca como Esther se movieran incómodas en sus asientos. El recuerdo de aquella conversación telefónica subida de tono y las ganas que tenían una por la otra, sumado a las escenas que emitía el televisor fue algo que las llevó al exponente máximo de incomodidad... Maca la miró, Esther devolvió la mirada. La pediatra se mordió el labio, la enfermera creyó desfallecer... E: No quiero ser tu amiga (susurró, convirtiendo en arena el muro que la bloqueaba) M: ¿Qué? (preguntó queriendo asegurarse de lo que había oído) E: Que no quiero ser solo tu amiga (repitió, vio la felicidad en los ojos de Maca y sin decir ni una sola palabra más, se movió con rapidez, con ganas y con un intenso deseo y sin casi darle tiempo a prepararse ni a acomodarse, atrapó sus labios en un beso que profundizó nada más sentir los labios de Maca contra los suyos) Paralizada por la sorpresa inicial, la pediatra quedó sin dar respuesta a aquel beso que con tanta efusividad le estaba regalando Esther, quien, tras unos segundos sin notar movimiento por parte de Maca se separó de ella con la mirada confusa E: Lo... lo siento yo (y no pudo seguir hablando porque ahora fue Maca quien se abalanzó sobre ella, atrapando sus labios y tumbándola en el sofá en un segundo) Sus lenguas batallaban sin descanso, se besaban con pasión, con una profunda pasión y una excitación que iba en aumento en cada segundo que pasaba. Maca, sobre ella, acariciaba por encima de la ropa su cintura y Esther, acomodándose más sobre el sofá, enroscó sus piernas alrededor de las caderas de Maca impidiendo que se alejara Paraban solo para tomar aire, se miraban de una manera efímera y volvían a perderse en la boca de su compañera sin querer dejar de hacerlo en ningún instante. La pediatra, quien apenas podía creer que aquello estaba ocurriendo de verdad tuvo que parar y mirarla, lo que vio en los ojos de Esther aún la dejó más paralizada que antes E: ¿Qué pasa? (preguntó al ver cómo la miraba) M: Nada (acarició su pelo) solo quiero saber si estás segura de esto (susurró con una sonrisa que encandiló a su mujer) E: Claro que lo estoy (afirmó, elevándose para atrapar sus labios una vez más) M: Ten en cuenta que a partir de ahora, por mucho que hagamos o digamos no vamos a separarnos en lo que nos queda de vida (continuó diciendo con el corazón embriagado y su imborrable sonrisa) E: Mejor, porque no tengo intención ninguna de separarme de ti nunca más (volvió a afirmar Esther, que de nuevo buscó sus labios impaciente por obtener más contacto) M: Mi amor (susurró perdiéndose en su boca, la enfermera sonrió, no podía creer cómo había estado tanto tiempo sin escucharla susurrar de ese modo) El beso, más tranquilo ahora que el primero volvió a ganar en profundidad. Las manos, cansadas de permanecer quietas comenzaron a moverse por el cuerpo de la otra. Maca Risas que esconden llantos 90 fue quien, mirándola al tiempo que iba besándola con delicadeza le abrió los botones de aquella camisa que tan loca la había vuelto siempre M: Eres una tramposa (murmuró mientras iba quitándole uno a uno los botones) sabes (besó sus labios) lo mucho (bajó a su cuello, Esther comenzaba a respirar con dificultad) que me (siguió bajando, mientras iba abriendo del todo la camisa y besando la piel que quedaba expuesta) provocas (besó un pecho por encima del sujetador, Esther se mordió el labio evitando soltar un gemido mayor) con esta ropa (besó el otro pecho, por encima de la tela y la enfermera, tomó su rostro con ímpetu para volver a perderse en el maravilloso sabor de su boca) Colonizó su pecho con la mano, acariciándolo, masajeándolo, torturándola y sonriendo con malicia al ver su rostro. De nuevo bajó al cuello y mientras le prestaba todas las atenciones a su yugular iba sacando el sujetador de Esther, impacientándose por llegar donde quería E: Maca... (suplicó) Pero Maca no le hacía el menor caso, seguía perdida en su cuello al tiempo que con una de sus manos estimulaba el pezón, sonriendo para sus adentros al escucharla suspirar con más dificultad cada vez. Por fin bajó hasta su objetivo y la enfermera cerró los ojos con fuerza cuando la lengua de su compañera acarició su pecho E: Uhmm (se removió inquieta al sentir la succión y en un arrebato elevó ahora ella la camiseta de Maca intentando quitársela. La pediatra dejando un último beso en el pezón excitado se separó lo justo para quitarse ella misma la camisa y sin dejar de mirarla, tomar una de las manos de Esther y llevarla hasta su propio pecho mordiéndose el labio al sentir la urgencia de Esther por acariciarla) La enfermera se irguió, quedando ambas sentadas en el sofá, besándose con frenesí, abarcando todo el pecho con sus manos y notando cómo Maca le abría el pantalón. Cuando sintió una caricia cerca de su sexo, perdió la cordura y sin pudor alguno, ahora fue ella la que llevó su boca hasta el pecho de Maca succionando sin cesar M: Vamos a la cama (susurró sabiendo que el sofá no era el mejor lugar para disfrutarla como quería) E: Llévame donde quieras (aceptó Esther, quien protestó al sentir cómo Maca sacaba su mano de sus pantalones) Sin saber cómo, entre besos profundos y caricias locas llegaron a la habitación de la pediatra. Cayeron en la cama abrazadas, sin dejar en ningún momento de besarse ni acariciarse. Esther se irguió y sin dejar de mirarla, contemplando la excitación en el rostro de Maca le quitó los pantalones y la ropa interior a la vez, dejándola desnuda a su merced y disfrutando, sin vergüenza ninguna de la visión que tenía ante sí... E: ¿Qué dijiste que querías hacerme la otra vez por teléfono? (preguntó en un tono que dejaba ver su absoluta excitación) M: Ven aquí y te lo mostraré (contestó de igual modo) Risas que esconden llantos 91 Antes de volver con Maca, ella misma se quitó el resto de la ropa, tumbándose sobre su mujer, que entre risas nerviosas la abrazó, la estrechó entre sus brazos y le pidió a quien fuera que nunca más la dejara marchar. De nuevo se besaron, con más lentitud esta vez pero con la misma excitación M: Te quiero (susurró en su oído antes de morder el lóbulo de su oreja, provocando que Esther se moviera sobre ella y sus sexos se rozaran) uff... dios cómo te quiero... (repitió entre besos) E: Yo... uhmm (suspiró cuando Maca clavando las manos en su trasero hizo que volvieran a unirse sus centros) yo también te quiero... El movimiento candente de sus caderas, creando una fricción deliciosa entre sus sexos, los susurros ahogados, las palabras de amor dichas casi sin aliento y las caricias por todo el cuerpo, hizo que ambas, con escasa diferencia de tiempo, llegaran a un orgasmo que tan solo fue el primero en una noche en la que se reencontraron en cuerpo y sobre todo en alma, uniendo sus corazones una vez más, como la primera vez, pero con la promesa eterna de que, en esta ocasión, no habría nada que pudiera volver a separarlas Como dos niñas pequeñas, bromeaban y jugueteaban entre las sábanas. Llevaban así cerca de una hora, entre besos, caricias picaras intentando tentarse y las sonrisas imborrables en el rostro. M: ¿Sabes qué voy a hacer? (preguntó, con una mirada pícara, tumbada sobre ella) E: ¿Qué? (contestó robándole un beso y peinándola con cariño) M: Uhmm... voy a empezar a darte bocaditos (sonrió con una mirada intensa de deseo) voy a empezar por aquí (mordió su mentón) luego, bajaré un poquito hacia aquí (mordió ahora su yugular, Esther se dejaba hacer mientras se mordía el labio) pasaré por este hombro (susurró, las manos de la enfermera acariciaban su espalda) luego por el otro (continuó mordiendo) E: Y... (tragó saliva) ¿Por dónde piensas seguir? (quiso saber) M: No sé... (la miró) tengo un dilema, porque no sé si seguir hacia este pecho (mordió ligeramente el derecho) o este otro (se desvió hacia el izquierdo) E: Pues... (suspiró) creo que a cualquiera de los dos le gustará M: ¿Sí? (Esther afirmó mordiéndose una vez más el labio) lo que pasa es que si me dedico a uno, el otro puede ponerse celoso... (siguió diciendo) E: Bueno pero (sonrió) no sé, lo mismo si... si ponemos esta mano aquí (tomó una de las manos de Maca y la llevó a uno de sus pechos, haciendo que Maca apretara y logrando que los ojos se le cerraran) tal vez no se sienta tan celoso... M: Es una buenísima idea (murmuró al tiempo que bajaba hacia el otro pecho y se llevaba el pezón a la boca) uhmm... delicioso E: ¿Te... te gusta? (consiguió decir a duras penas al sentirse cada vez más excitada) M: Me encanta (fue hacia el otro mientras que la mano que lo cubría bajaba perdiéndose entre sus piernas) uhmm... veo que a ti también te gusta (susurró con picardía al sentir su humedad) E: S... sí (contestó abriendo más sus piernas para dejarle más espacio) Pedro: ¡Mamá! (escucharon a Pedro) M: Aggrr... (cayó sobre Esther algo frustrada) esto no lo echaba de menos (murmuró) Risas que esconden llantos 92 E: Uff... ni yo (contestó intentando recuperar la compostura que Maca había comenzado a robarle) está viniendo (dijo al escuchar pasos) M: Mierda (corrió a hacerse a un lado, intentó buscar algo de ropa pero no le dio tiempo, Pedro ya entraba en la habitación de sus madres restregándose los ojos) Pedro: Mamá, no puedo dormir (dijo con un puchero) ¿Puedo dormir aquí? (preguntó) E: Claro que sí, mi amor (contestó sonriendo la ver la mueca de Maca al escucharla) ven aquí (dijo haciendo que el niño corriera y se subiera en la cama entre ambas) M: Estamos desnudas, Esther ( murmuró a su oído) E: Ni que fuera la primera vez (contestó recordándole las muchas veces que Pedro se había metido en su cama, con ellas desnudas durante su matrimonio) no pasa nada y no te enfades que tenemos mucho tiempo (afirmó mirándola y adivinando que Maca hubiera preferido seguir con sus juegos) M: Ya... (continuó tomando un par de camisetas) toma anda, póntela (le pidió) o no podré dormir Pedro, tumbado entre ellas, medio dormido y con una sonrisa en los labios, las miraba y aún sin entender lo que allí pasaba, sí sabía que tener a sus madres de ese modo era algo bueno. Tomó la mano de Maca, la de Esther y las unió sobre su cuerpo. Las miró triunfal por su hazaña y ellas sonrieron enternecidas Pedro: ¿Mamá y tú os queréis de nuevo? (le preguntó a Maca quien sonrió al escucharlo) M: Siempre nos hemos querido (afirmó) pero ahora además, queremos estar juntas de nuevo (Esther sonreía mirándolos) Pedro: Ya... ¿Y vamos a vivir todos juntos en una casa pronto? (quiso saber mirándolas a ambas) E: Pues... aún es pronto para hablar de eso cariño (dijo mirándolo, Maca prestó atención a lo que decía) pero vamos a ir paso a paso y tranquilas (esto último lo decía mirando a la pediatra) sin prisas... M: Eso... sin prisas (aunque si por ella fuera, se mudaban) pero tú no te preocupes, cariño, que verás cómo se te pasa el tiempo volando Pedro: Ya... (dijo con los ojos cerrados, como si no se estuviera enterando de mucho, medio dormido y apoyado en Maca) E: Anda, duerme cariño (dijo acariciando su cabeza) que es muy tarde Pedro no tardó en dormirse, apenas se acomodó, cayó rendido como un bendito. Ellas en silencio, se miraban e la oscuridad. Maca quiso decirle que estaba de acuerdo con Pedro y que estaba deseando que vivieran de nuevo todos juntos, pero se calló, sabiendo que la enfermera aún necesitaba algo más de tiempo. Si lo pensaba, ya no le importaba tanto esperar más o menos, porque el paso más importante ya estaba dado, Esther había reconocido que la quería, volvían a estar juntas, y lo demás, ya llegaría E: ¿Qué piensas? (preguntó entre susurros) M: Que te quiero (contestó con la mirada enamorada) E: Y yo a ti (dijo ella) te quiero mucho (repitió acercándose a su mujer, intentando no molestar al niño para besarla de manera tierna, logrando así, ver de nuevo la sonrisa de Maca que tanto amaba) Risas que esconden llantos 93 Hacía tiempo que no se sentía tan pletórica, hacía mucho tiempo que no sonreía como lo hacía ahora. Estar con Esther, de nuevo, era lo que había estado soñando desde que se separaran y verla ahí, a su lado, tumbada en su cama y con su niño entre las dos, era la realización de un sueño Se levantó con cuidado de no despertarlos, en apenas quince minutos el despertador comenzaría a sonar y quería prepararles el desayuno antes de llevar a Pedro al cole e irse ellas a trabajar. En la cocina, mientras el café comenzaba a hacerse y las tostadas estaban en el tostador, Maca tarareaba una canción sin dejar de sonreír E: Buenos días (dijo Esther abrazándola por la cintura, Maca amplió más su sonrisa cuando sintió un beso de la enfermera en su cuello) M: Hola (contestó) ¿qué haces despierta ya? E: He sentido como te levantabas y no he podido resistirme (afirmó) M: Uhmm... si es que soy irresistible (dijo con autosuficiencia, haciendo que Esther sonriera y dándose la vuelta para quedar cara a cara contra ella) buenos días (saludó de nuevo atrapando sus labios con lentitud) E: Buenos días... (contestó robándole un nuevo beso) ¿qué tal has dormido? (preguntó aún abrazada a ella) M: Como hacía mucho tiempo que no dormía (sonrió) y eso que Pedro se ha tirado toda la noche dándome patadas E: Sí, ya he notado que estaba algo inquieto (contestó en un murmullo) a ver si esta noche duerme mejor... M: Sí, pero esta vez en su cama (continuó) que no quiero tener que aguantarme las ganas de ti (dijo elevando repetidas veces las cejas) E: ¿Es que hoy también vamos a dormir juntas? (preguntó coqueta) M: Pues claro (aseguró) que te crees tú que ahora que nos hemos reconciliado voy a dejar pasar una noche sin dormir contigo (terminó de decir con una enorme sonrisa) E: Puff... dormir contigo todas las noches (hizo un fingido gesto de desagrado) ¿qué aburrido no? (preguntó claramente bromeando) M: Sí... muy aburrido (contestó con una sonrisa antes de volver a atrapar sus labios) pero siempre podemos... no sé, jugar a algo para no aburrirnos (continuó besando su cuello al tiempo que una de sus manos se aventuraba bajo la camiseta) E: Jumm... creo que tengo guardado un trivial por algún sitio (contestó juguetona) M: En el trivial estaba yo pensando (seguía en su cuello) precisamente en el trivial... Esther sonrió más ampliamente y cerró los ojos cuando una de las manos de Maca llegó a su pecho, tomó su rostro y la obligó a besarla con profundidad, con pasión y con un intenso deseo que nunca, en todo el tiempo que habían estado separadas se había borrado M: Ten... tenemos que movernos o llegaremos tarde a trabajar (dijo separándose de ella con esfuerzo y sabiendo cómo la había dejado) E: ¿Ahora? (preguntó intentando que Maca volviera donde estaba hacía escasos segundos) M: Ahora (confirmó) E: Te gusta dejarme a medias (protestó cruzándose de brazos) M: Es mi pequeña venganza, cariño (sonrió) por dejarme a medias a mí anoche al permitir que Pedro durmiera con nosotras (dijo con una media sonrisa) pero... si tantas Risas que esconden llantos 94 ganas tienes... (se volvió a acercar, Esther se mordía el labio esperando un nuevo beso) te aconsejo que te duches con agua fría (terminó de decir comenzando a reír) E: Eres una idiota (protestó entre sonrisas antes de desaparecer camino a la ducha) M: ¡Yo también te quiero! (elevó la voz para que la escuchara, sonriendo para sí misma y sobre todo feliz, inmensamente feliz de volver a tener a su familia) Durante las siguientes semanas, Maca pasó gran parte del tiempo en casa de Esther, cualquiera diría que volvían a vivir juntas, si no fuera porque de vez en cuando tenía que pasarse por su piso para recoger el correo y regar unas plantas que poco a poco se iban muriendo por falta de cuidado Ninguna de las dos hacía alusión a la nueva situación, quizás por miedo a que algo cambiara, tal vez por ir demasiado deprisa, aunque las dos, sin hablar de ello, estaban encantadas de la nueva situación, aquel, según pensaban ambas, era su estado natural Cuando Esther llegó a casa después de un largo y agotador turno, se encontró con Maca terminando de recoger la ropa, mientras Pedro, en el centro del salón jugaba mientras la tele, de fondo, emitía dibujos animados. Esther sonrió desde el umbral de la puerta, aquello era tan terriblemente normal que le parecía extraño pensar que no vivían juntas. Se quitó la chaqueta y dejándola a la entrada se acercó a su hijo y le besó la cabeza E: ¿Has hecho los deberes? (le preguntó al crío que seguía con sus cosas) Pedro: Sí (contestó mientras continuaba jugando con un coche de policía) E: ¿Todos? (lo miró con cariño) Pedro: Sí, todos (respondió de nuevo) mami me ha ayudado E: Muy bien mi amor (lo besó una vez más, se levantó y buscó a Maca) hola (saludó con una sonrisa en los labios, viendo como Maca terminaba de recoger la colada) M: Hola, cariño (contestó de igual modo, acercándose a ella y besándola un segundo) ¿qué tal el turno? (quiso saber) E: Puff... horrible (dijo acompañándola a la cocina tras dejar la ropa) no he parado de un lado a otro y Vilches... que me quería en todos los quirófanos... (seguía diciendo con voz cansada) M: Bueno... pues ahora te das una ducha, te sientas y yo preparo la cena... (la miró) Tú relájate (afirmó de nuevo acercándose a ella y abrazándola levemente por la cintura) dame un besito anda (sonrió entre sus brazos al recibir aquel beso de Esther. Cuando sintió que Maca iba a separarse, Esther impidió su movimiento abrazándola más) E: Uhmm... un poquito más (pidió mimosa y la pediatra sonrió besando su pelo) qué bien... te he echado de menos... no me gusta nada que tu libres mientras yo trabajo (dijo como una niña pequeña) pero me encanta llegar a casa y tenerte aquí (terminó de decir apretando más su abrazo) M: A mí también me encanta (afirmó) y ahora, venga, a la ducha (dijo dándole un par de golpecitos en el trasero) así te relajas, yo te hago la cena y cuando acostemos a Pedro te doy un masajito ¿qué me dices? (preguntó) E: Que te cases conmigo (soltó aún sin mirarla. La mano de Maca, que acariciaba lentamente su espalda quedó parada, Esther al sentirla, elevó el rostro para mirarla) ¿qué me dices? (preguntó con una enorme sonrisa) M: ¿Me lo estás pidiendo en serio? (no se lo podía creer) E: Sí (afirmó mirándola a los ojos y sin dejar de sonreír) Risas que esconden llantos 95 M: ¿Y me lo pides aquí? (preguntó intensamente feliz) ¿en mitad de la cocina, con la ropa en el cesto para planchar y sin tan siquiera un anillo? (sonrió aún más) ¡qué poco romántica eres cariño! E: Ya... y eso me lo dice la mujer que me lo pidió a mí en mitad de una operación de apendicitis de un chico de 14 años... (contestó elevando una ceja) M: Me salió así... y te recuerdo que luego te llevé a cenar... E: Sí, a un burguer (siguió) M: Ehmm.... Lo elegiste tú (dijo más que pillada) E: Deja de intentar arreglarlo anda... (Maca sonrió aún más y Esther la imitó) Bueno... ¿qué me contestas? M: Que te quiero (la besó) que te adoro (la volvió a besar) y que sí me caso contigo (y la besó de nuevo, esta vez, aumentando la presión, haciendo ese beso uno más largo y sellando así su nuevo compromiso, uno que en realidad, por mucho que hubiera pasado, nunca rompieron, porque nunca, por mucho que pasara, habían dejado de quererse y ambas sabían que nunca, por mucho que el futuro les deparara, se dejarían de amar FIN