MARZO. Un micromosaico inédito de Barberi en el Palacio Cerralbo.

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RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
PIEZA DEL MES
MARZO 2011
UN MICROMOSAICO
INÉDITO DE BARBERI EN
EL PALACIO CERRALBO
Días 5, 12, 19 y 26 de Marzo a las 12:30
por Raquel Sigüenza Martín
Ventura Rodríguez, 17
28008 Madrid
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI
EN EL PALACIO CERRALBO
Objetos de vitrina
Texto: Raquel Sigüenza Martín
Coordinación: Cecilia Casas Desantes
Maquetación: Gráficas Pedraza
© Museo Cerralbo, 2011
N.I.P.O. 551-11-001-7
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Muy acorde con el exquisito gusto de don Enrique de
Aguilera y Gamboa, y excelente muestra de la diversidad
de sus colecciones, el Museo despliega en sus salas algunas
vitrinas en las que se exponen pequeños objetos de artes
decorativas. Podemos mencionar desde las delicadas
porcelanas de las vitrinas de las Galerías del Piso Principal,
hasta los relojes, joyas o camafeos de la denominada Vitrina
de Joyas, localizada en la Galería I, conocida también como
Galería de Antepasados por reunir toda una serie de retratos
familiares. La Vitrina de Joyas custodia una magnífica caja
tabaquera de oro francesa, de principios del XIX, decorada
con un micromosaico romano del taller de Barberi. Esta
pieza ingresó en la colección del Museo formando parte del
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
legado testamentario del Marqués, fechado a 17 de agosto
de 1922, y ha permanecido inédita hasta ahora.
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
importancia los artistas musivarios venecianos, que eran
requeridos por toda Europa.
Sea como fuere, los mosaicos están realizados con
pequeñas piezas llamadas teselas, fabricadas en materiales
duros cuya resistencia se ha convertido, precisamente, en la
clave de su éxito a través de los siglos.
Fue así como, en 1578, Gregorio XIII, que ocupaba
el solio pontificio desde hacía seis años, hizo llamar a Roma
a varios maestros venecianos para que se hicieran cargo de
la supervisión de los trabajos en mosaico que se estaban
realizando para la basílica de San Pedro del Vaticano. Con esta
técnica, más duradera que la pintura, pretendía el pontífice
decorar el templo iniciado en 1506 por Julio II. Sin embargo,
los procedimientos venecianos daban resultados demasiados
brillantes, alejados de los buscados acabados pictóricos, por lo
que se irían probando diferentes innovaciones técnicas para
lograr el objetivo propuesto. Lo más importante es que se
iniciaba así un taller que se asentaría poco a poco y en el que
los artistas romanos irían reemplazando a los venecianos, hasta
dar lugar al Estudio del Mosaico del Vaticano, organizado
como institución permanente en 1727, con Benedicto XIII.
Un interesante proyecto que se emprendió en el Estudio fue
el que pretendía hacer copias en mosaico de todas las pinturas
de San Pedro para poder trasladar éstas a otro lugar y salvarlas
así de la humedad, que podía acabar destruyéndolas. Hacia
1770 la mayoría de los retablos de la basílica mostraban ya sus
réplicas en mosaico.
Pasada esa primera etapa de génesis del mosaico de la
que aún queda mucho por descubrir, Roma logró encumbrar
la utilización del mosaico en pavimentos y revestimientos
murales, y su legado se transmitió al arte cristiano en su etapa
más temprana, para desarrollarse después con gran esplendor
en las iglesias bizantinas a partir del siglo VI, aunque en este caso
como recubrimiento parietal. Más adelante, la Italia medieval
y renacentista mantuvo su utilización en los revestimientos
interiores y exteriores de catedrales, adquiriendo una gran
Todas estas novedades y, especialmente, el nacimiento
del micromosaico, término acuñado por sir Arthur Gilbert,
famoso coleccionista de estas piezas, ya en el siglo XX,
pudieron darse, en parte, gracias al químico Alessio Mattioli,
que en 1731 logró fabricar una pasta vítrea más opaca, el
smalti filati, mezclando polvo de travertino, o estuco, con
aceite de linaza y los necesarios pigmentos de color, fundidos
a una temperatura de 800º aproximadamente. La masa
incandescente se trabajaba girándola, de modo que se obtenían
Mosaicos y micromosaicos
El arte del mosaico se conoce desde la antigüedad,
aunque ignoramos la fecha y lugar precisos de su nacimiento.
Muchos historiadores apuntan a la zona del Mediterráneo
Oriental, con ejemplos como los pavimentos de guijarros
hallados en Mira (Mesopotamia), fechados en el 2.000 a. C.;
los del siglo IX a. C. que decoraban varios palacios asirios,
o aquellos otros de Gordión (Anatolia), del siglo VIII a. C.,
desde donde pasarían a Occidente a través de Grecia. Otros
expertos, en cambio, aseguran que los numerosos pavimentos
de cantos rodados, localizados en diversas zonas de Grecia,
desde época prehistórica, son pruebas suficientes para ubicar
allí su origen (1).
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
largas varillas filiformes a partir de las cuales se cortaban unas
teselas mucho más pequeñas (llegando incluso a tener un
ancho inferior al milímetro, frente al centímetro cuadrado de
las teselas habituales), con colores mates y una gradación de
tonalidades casi infinita. Parece, no obstante, que se trató más
del perfeccionamiento de una técnica ya existente que de un
verdadero descubrimiento, puesto que los colores opacos se
usaban en San Pedro hacia 1600 (2).
Con estas nuevas teselas de diminuto tamaño se
podían realizar mosaicos para la venta al público, adornando
piezas de mobiliario o joyería, algo que empezó a hacerse a
partir del último cuarto del siglo XVIII, cuando el trabajo
oficial en el Estudio del Vaticano comenzó a escasear y los
maestros necesitaron diversificar sus actividades para ganarse
la vida. Se ha venido considerando que Giacomo Raffaelli
(1753-1836) fue el artífice del desarrollo de este arte, siendo
el primero en celebrar una exposición de micromosaicos en su
taller de Roma, en 1775, si bien parece bastante claro que su
nacimiento debió producirse algunos años antes, dado que ya
existían los materiales y técnicas necesarios.
Mesa con tapa de micromosaico y decoración de emblemas papales, regalo de Pío
IX a los reyes de Hannover (Sotheby’s, subasta en el castillo Marienburg, 2005).
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RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
Estos artistas musivarios trabajaron tanto para clientes
particulares de destacado poder económico, como para
plateros y joyeros de otros países, que les encargaban pequeñas
placas con las que decorar cajitas, tabaqueras, bomboneras,
snuff bottles o joyas, mientras que, en su papel al servicio
del papado, llevaban a cabo obras como regalo diplomático
para monarcas y personalidades importantes, costumbre
que ha permanecido viva hasta el día de hoy, como la mesa
que el papa Pío IX ofrecería entre 1850 y 1860 a los reyes
de Hannover, Jorge V y María, decorada con varios atributos
papales en el vástago central y con un micromosaico de flores
en la tapa, y que acabaría siendo vendida por Sotheby’s en
octubre de 2005. Varios fueron los factores que contribuyeron
al éxito inicial del micromosaico en el sector privado, entre los
que destacan la cultura neoclásica y el fenómeno del Grand
Tour, que dispararon el interés hacia los objetos inspirados en
la Antigüedad clásica, o la ocupación napoleónica de Roma
(1809-1814), que estimuló el comercio artístico e introdujo
innovaciones en el Estudio del Mosaico del Vaticano.
Asuntos y evolución técnica del micromosaico
En cuanto al soporte, los ejemplares más antiguos
utilizaban placas de cobre con un borde levantado alrededor
de todo su perímetro, pero después también se verán placas
redondas, ovales o rectangulares de vidrio opaco (o de color,
en el caso de las joyas), o paneles de piedras como el mármol
negro de Bélgica, ahuecadas en su centro. Dicho soporte se
cubría con un adhesivo de secado lento con una capa de yeso
sobre él, en la que se dibujaba con carboncillo el diseño a
realizar. Después, se iban reemplazando pequeños trozos de
yeso por las teselas de color, siguiendo el dibujo previo, para,
una vez que el adhesivo había secado, aplicar pequeños toques
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
de cera en aquellas partes que hubieran quedado huecas.
Finalmente, la superficie se pulía dando un acabado suave y
liso a la vista y al tacto (3).
Aunque estos maestros combinaron la plasmación de
motivos religiosos y seculares, los micromosaicos más antiguos,
de época neoclásica, se caracterizaban por una técnica muy
específica (4), que presenta teselas cuadradas u oblongas de un
único color cada una de ellas, normalmente dispuestas unas
junto a otras en líneas rectas y, a menudo, delimitadas por
teselas redondas o de millefiori a modo de borde decorativo.
Tienden a tratar asuntos mitológicos, imágenes tomadas de los
frescos pompeyanos, así como motivos silueteados contra un
fondo en contraste, a lo que se sumó el habitual motivo de las
Palomas de Plinio, el mosaico más famoso jamás descubierto.
Hoy en los Museos Capitolinos, apareció en 1737 en la villa de
Adriano en Tívoli, y copiaba otro anterior descrito por Plinio
el Viejo como obra de Sosos de Pérgamo, en el que aparecían
varias palomas bebiendo en un recipiente. Se convertiría en
uno de los motivos decorativos más repetidos y, al mismo
tiempo, por el diminuto tamaño de sus teselas, impulsó el
desarrollo del micromosaico.
El mosaico conocido como Las palomas de Plinio sirvió de ejemplo e impulso para
el desarrollo del arte del micromosaico.
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Giacomo Raffaelli firmaba y fechaba en 1801 esta versión de Las palomas de
Plinio, en la que se pueden ver claramente las teselas millefiori.
Buscando un mayor naturalismo, con el tiempo las
teselas se irán disponiendo en distintos ángulos, no estando
siempre alineadas, y plasmando una visión de las figuras en
tres cuartos, no sólo frontal o de perfil, para alcanzar el gran
logro del modelado escultórico con los mosaicos en grisalla.
El máximo ejemplo de esta tendencia es la cabeza de Júpiter
de Otricoli firmado y fechado en 1803 por Clemente Ciuli
(activo en la primera mitad del siglo XIX) en una cajita para
rapé que sería elegida por Antonio Canova como el regalo que
Pío VII ofrecería en la coronación de Napoleón Bonaparte en
1804.
En cuanto a la forma de las teselas, éstas evolucionan
entre 1790 y 1830 desde las rectangulares o cuadradas
hasta aquellas otras irregulares dispuestas en ángulo en vez
de en líneas paralelas, y que darían lugar a la aparición de
inevitables espacios huecos que se rellenarían con cera del
color apropiado, pasando también de las teselas monocromas
a las multicolores.
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
como Guido Reni, Claudio de Lorena o Nicolas Poussin, así
como aquellos otros que se mantuvieron siempre entre los
más buscados, y que plasmaban los monumentos de la antigua
Roma, tales como el Coliseo o el Panteón y, en especial, las
vistas de San Pedro del Vaticano, basándose muchas veces
en grabados como las Vedute di Roma, de Piranesi, y que se
utilizaban tanto para placas decorativas como para adornar
piezas de joyería.
El espacio entre las teselas se rellenaba con cera coloreada, mismo material
que se utiliza para las restauraciones.
Todavía en el XVIII comenzó una moda consistente en
encargar mesas con sobres de micromosaico utilizadas como
regalos diplomáticos, costumbre que se extendería también
en la siguiente centuria. Aunque no se tienen datos muy
concretos, parece que entre los ejemplares más tempranos se
encuentra una pareja de mesas, hoy en el Museo del Ermitage
en San Petersburgo, firmadas por Antonio Mora en 1791,
que habrían sido ofrecidas por la condesa Litta a Catalina la
Grande. Uno de los grandes especialistas en estas piezas sería
Michelangelo Barberi (1787-1867), que ganaría la Gran
Medalla del Consejo, único galardón ofrecido por los Estados
Pontificios, con El hermoso cielo de Italia, mesa que seguía de
cerca, aunque con algunas variaciones, otra diseñada según
las especificaciones de Nicolás I. En ella se representan ocho
lugares que el zar había visitado junto a la zarina en 1845, con
el busto de esta última de perfil en el centro de la tapa (5).
Igualmente, desde el XVIII fueron muy buscados los
micromosaicos que reproducían lienzos de grandes maestros
10
Placa vaticana con cuatro micromosaicos y medalla de Pío IX, regalada
por éste al duque de Osuna y fechada en 1862, (Segre, 2009).
Este micromosaico, firmado por Gioacchino Rossini, presenta un paisaje
típico inspirado en Claudio de Lorena, (Christie’s Nueva York, 2006).
Por otro lado, desde principios del XIX se hicieron
extremadamente populares las imágenes de personajes con
trajes tradicionales basadas en la pintura de género, mientras
que los retratos, copiados con frecuencia de los ejemplares
pictóricos, fueron un privilegio casi exclusivo de los altos
dignatarios de la Iglesia y los monarcas. También en este
siglo fueron especialmente buscadas las piezas adornadas
con escenas de animales, como osos, zorros, aves o perros,
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
algo que se pudo conseguir aproximadamente desde 1820
gracias al gran virtuosismo de los artífices y a la utilización
de unas teselas curvas de múltiples colores, logradas con la
misma técnica con la que se obtenía el vidrio millefiori, y que
posibilitaban la captación de las diferentes tonalidades de
las plumas y el pelaje de los animales. Igual que Clemente
Ciuli fue el gran maestro del mosaico monocromo, Antonio
Aguatti (muerto en 1846) se convirtió en el principal artífice
de figuras de animales, si bien no fue el único.
Caja tabaquera en oro con decoración de
micromosaico
Como ya se ha advertido, resultó bastante frecuente
que joyeros y plateros encargaran placas de micromosaico
romano a los diferentes artistas que trabajaban esta técnica,
para decorar con ellos sus propias piezas realizadas en metales
preciosos. Tal es el caso de la pequeña caja de oro del Museo
Cerralbo, con un micromosaico que representa tres perros en
un paisaje.
De origen parisino, y fechada a principios del XIX, está
realizada en oro con decoración de esmalte azul, y en la parte
superior de la tapa se dispone una placa oval de micromosaico
firmado “Barberi”, que presenta tres perros en un paisaje
boscoso.
La caja presenta tres grupos de dos marcas que se
repiten (6). La primera de ellas es la marca personal del platero
Étienne-Alexandre Quinet, registrada en 1803, que se reconoce
por un vaso entre dos crecientes lunares en la parte superior
y sus iniciales “E. A.” en la zona media y “Q” en la inferior,
todo ello inscrito en un rombo, característico de la platería
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RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
francesa. Este platero marcaba también con el vaso entre los
crecientes y únicamente la letra “Q”. Junto a ésta, aparece otra
que sabemos que certifica la ley del oro, 18 quilates en este
caso, en piezas realizadas en París, y es que, tanto las piezas
de oro como las de plata, una vez terminadas, se solían llevar
al marcador, quien ensayaba la obra, es decir, comprobaba
que contenía la cantidad de material precioso indicada por
la legislación vigente. Para ello sacaba una pequeña viruta del
metal en un lugar poco visible del objeto, lo que producía una
marca característica que se conoce con el nombre de burilada,
y que también se puede observar en el lateral izquierdo de la
caja del Cerralbo. Una vez se había constatado que la ley era la
correcta, se daba fe de ello marcándola. Para un objeto como
este resulta natural que no se utilice la pureza máxima del
oro, 24 quilates, puesto que las láminas de metal serían tan
endebles que no se podría trabajar, y por eso se necesita rebajarla
mediante una aleación. Además, en el lateral derecho, en la
zona que encaja con la tapa, aparecen tres pequeñas marcas
más: una cabeza de gallo, a la izquierda, y dos cabezas de águila
mirando a la derecha. La cabeza de gallo a la izquierda, con
el pico cerrado, es la marca utilizada entre 1809 y 1819 para
los objetos de oro formados por varias piezas. Finalmente, las
cabezas de águila a la derecha son garantía de baja ley a partir
de 1838 y hasta 1919 en París, año en el que se empezarán a
utilizar también en las piezas fabricadas fuera de esta ciudad,
en este caso acompañadas de una cifra que indica la ley del
metal (7).
Montaje fotográfico en el que podemos observar las diferentes marcas
que presenta la tabaquera.
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
La firma “Barberi” del micromosaico se puede encontrar
también como “G. Barberi”, como aparece en la caja de
oro suiza con marcas de “Mouliné, Bautte et Moynier”,
realizada en Ginebra hacia 1840, con micromosaico de un
perro de caza tumbado junto a la pieza que acaba de cobrar,
o “Gioacchino Barberi”, indistintamente, y responde al taller
de este artista, uno de los más grandes representantes del arte
del micromosaico.
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
clásico y un Perro y gato luchando (8), pero se conocen muchas
más obras realizadas en su taller, a las que ahora añadimos ésta
localizada en los fondos del Museo Cerralbo.
Al igual que la Alemania del XVIII había sentido
predilección por los perros pug o carlinos, tan habituales en
la porcelana de Meissen, el gusto decimonónimo, en lo que a
demanda de micromosaicos se refiere, tiende especialmente a
los spaniel y a los perros de aguas o caniches. Y así aparecen en
esta pieza un springer spaniel inglés en el centro, flanqueado
por un perro de aguas a la derecha y otro ejemplar, también
de caza, a la izquierda. Parece que la composición sigue algún
modelo bien conocido en la época, puesto que Aguatti firmaba
a principios del 1800 una placa en la que aparecía un caniche
exactamente igual, a excepción del pelaje color negro, junto a
otro spaniel, en este caso el denominado spaniel del rey Carlos,
raza de tamaño inferior, tumbado en la misma postura. No
es difícil encontrar otros micromosaicos, de calidades muy
diversas, con los mismos animales en posiciones idénticas.
Caja de oro marcada “Mouliné, Bautte et Moynier” (Ginebra, c. 1840)
con micromosaico firmado “G. Barberi”, (Christie’s Londres, 2005).
Gioacchino Barberi (1783- 1857), vivió desde su niñez
en contacto con la expresión artística pues su padre, Paolo
Emilio Barberi, era pintor, y su tío fue el renombrado caballero
Michelangelo Barberi, también artífice musivario de primer
orden. Su taller estaba localizado en el nº 99 de Piazza de
Spagna, y a su muerte, era reconocido por haber inventado el
esmalte negro que se usaba en los fondos de las composiciones
tomadas de los frescos hallados en Herculano. Entre sus obras,
se conoce una imagen del Foro, un Caniche sentado, un Paisaje
14
Broche francés (oro y micromosaico) con un spaniel del rey Carlos,
atribuible a Giacomo Raffaelli (c. 1810).
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
Barberi utiliza en el pelaje de los tres animales las
mencionadas teselas curvadas, aunque también se perciben
en otras partes del mosaico, y, para aumentar aún más la
dificultad de la pequeña pieza, en lugar de optar por un
fondo monocromo, se ha dispuesto un elaborado paisaje en
tonalidades pastel, en el que se recorta sobre un cielo surcado
por algunas nubes de apariencia ligera, una montaña, algunas
edificaciones y un lago, además de los árboles y la zona de
vegetación que rodea a los tres canes, un auténtico reto que
sólo podía realizarse por un artista que trabajase en el taller de
uno de los mejores artistas del micromosaico romano, como
era el caso de Barberi.
Aunque no sabemos el modo en que el Marqués se hizo
con esta pieza, que tal vez fuera un regalo, encaja perfectamente
con el gusto decimonónico en el que se aprecian los objetos
de fumador selectos y suntuosos, especialmente aquellos tan
refinados como esta caja con micromosaico, sin duda un signo
de distinción que retrataba perfectamente a un personaje de
alta alcurnia, culto e interesado en el arte.
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
Vista frontal de la caja de oro con micromosaico
Nº Inv. 02405, cerrada.
Vista en tres cuartos de la caja de oro con micromosaico
Nº Inv. 02405, abierta.
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
NOTAS
GLOSARIO
(1)
CARRASCOSA, B. y PASÍES, T.: La conservación y restauración del
mosaico, Universidad Politécnica de Valencia, Valencia, 2004, p. 18,
n. 3.
(2)
FARNETI, M.: Glossario técnico-storico del mosaico, Longo, Rávena, 1993, pp. 176 y 177; BRANCHETTI, M. G., Mosaici Minuti
Romani, Gangemi, Roma, 2004, p. 9 y RUDOE, J., “Mosaico in
Piccolo: Craftsmanship and Virtuosity in Miniature Mosaics”, en
GABRIEL, J. H., The Gilbert Collection. Micromosaics, Philip Wilson, Londres, 2000, p. 28.
Aguatti, Antonio (m. 1846)
Artista perteneciente a una dinastía de exitosos maestros musivarios,
y gran especialista en animales, su taller creó nuevas formas
geométricas y colores para las teselas de los micromosaicos. Entre
1834 y 1846, fue profesor en el Estudio del Mosaico del Vaticano,
donde aprendería, entre otros, Michelangelo Barberi.
(3)
MESSURI, E.: “Nascita del micromosaico”, en GRIECO, R.,
Micromosaici Romani, Gangemi, Roma, 2008, p. 22 y JEANETTE
HENISEE, G., op. cit., pp. 11-12.
(4)
Para todo lo relativo a la técnica, vid.: RUDOE, J.: op. cit., pp.
27-46.
(5)
GABRIEL, J. H.: op. cit, pp. 20 y 22.
(6)
Queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a los doctores Heike Zech y Richard Edgcumbe, del Museo Victoria & Albert
de Londres, por la orientación y ayuda prestada, especialmente en lo
que respecta a la manufactura de la caja, pero también en lo referido
al micromosaico en sí. Igualmente, agradecemos al conservador del
Museo Girar-Perregaux, Willy Schweizer, que nos haya atendido y
despejado ciertas dudas con tanta amabilidad.
(7)
ARMINJON, C., BEAPUIS, J. y BILIMOFF, M.: Dictionnaire
des poinçons de fabricants d’ouvrages d’or et d’argent de Paris et de la
Seine 1798-1838, Imprimerie Nationale, Paris, 1991, pp. 25-26,
122 y 305; Conseil des musées de Poitou-Charentes, L’évolution des
poinçons d’État d’or et d’argent de 1793 à nos jours, [en línea].
http://www.alienor.org/articles/poincons_etat/texte.htm [Consulta: 5
de febrero de 2011].
(8)
GABRIEL, J. H.: op. cit., p. 281.
18
Barberi, Michelangelo (1787-1867)
Probablemente el artista musivario más importante de todo el
siglo XIX, utiliza elementos neoclásicos en sus composiciones y sus
mesas fueron muy demandadas por los altos estamentos europeos
desde 1820.
Ciuli, Clemente
Activo en la primera mitad del siglo XIX, fue uno de los maestros
musivarios más importantes durante el período de la ocupación
napoleónica, sin bien desafortunadamente quedan pocas obras
suyas documentadas.
Grand Tour
Viaje de formación artística y cultural de moda entre la aristocracia
inglesa del siglo XVIII. Con una duración ideal de tres años, los
jóvenes, acompañados por sirvientes y un tutor, viajaban hasta Italia
a través de Francia, para regresar por Alemania y los Países Bajos.
Entre las piezas con las que regresaban a su país como recuerdo se
encontraban los micromosaicos, junto con pinturas o grabados. 19
UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
Millefiori
Literalmente “mil flores”, se trata de una técnica en la que diferentes
varillas de vidrio de color se colocaban verticalmente unas junto
a otras y se fundían siguiendo un diseño previo. Después, se
presionaban para expulsar el aire que pudiera quedar entre ellas,
se reducía la varilla resultante al grosor deseado y se cortaba en
rodajas para lograr fragmentos uniformes e iguales entre sí, con lo
que se podían crear patrones repetitivos de gran perfección.
Raffaelli, Giacomo (1753-1836)
Artista considerado el creador del micromosaico, se cree que
su familia era proovedora de smalti (esmaltes) para el Taller del
Vaticano y que estudió pintura y escultura desde pequeño.
Snuff bottle
Pequeñas botellas utilizadas en China para contener el tabaco en
polvo, de igual manera que en Europa se utilizaban las cajas de
rapé, y que pasaron a Occidente, convirtiéndose muy pronto en
objetos de colección en ambos mundos. RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
BIBLIOGRAFÍA
ARMINJON, C., BEAPUIS, J. y BILIMOFF, M.: Dictionnaire
des poinçons de fabricants d’ouvrages d’or et d’argent de Paris et de la
Seine 1798-1838, Imprimerie Nationale, Paris, 1991.
BIGGS, E.: Enciclopedia de técnicas de mosaico, Acanto, Barcelona,
2004.
BRANCHETTI, M. G.: Mosaici minuti romani, Gangemi,
Stampa, Roma, 2004.
CARRASCOSA, B. y PASÍES, T.: La conservación y restauración
del mosaico, Universidad Politécnica de Valencia, Valencia, 2004.
CHAVARRÍA, J.: El mosaico, Parramón, Barcelona, 2006.
CONSEIL DES MUSÉES DE POITOU CHARENTES:
L’évolution des poinçons d’État d’or et d’argent de 1793 à nos jours, [en
línea]. Direccón URL: http://www.alienor.org/articles/poincons_
etat/texte.htm [Consulta: 5 de febrero de 2011]
GABRIEL, J. H.: The Gilbert Collection. Micromosaics, Phillip
Wilson, Londres, 2000.
GRIECO, R.: Micromosaici romani. Roman Micromosaic, Gangemi,
Roma, 2008.
MALTESE, C.: Las técnicas artísticas, Cátedra, Madrid, 1997.
SIGÜENZA, R.: “Micromosaicos. Pequeños tesoros a subasta”,
Subastas Siglo XXI, junio 2009, pp. 62-66.
TRUMAN, C.: The Gilbert Collection of gold boxes, vol. I, L.A.
County Museum of Art, Los Ángeles, 1991.
V.V.A.A.: Mosaici minuti romani dei secoli XVIII e XIX, AbetePetochi, Roma, 1981.
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UN MICROMOSAICO INÉDITO DE BARBERI EN EL PALACIO CERRALBO
RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS
PORTADA. Frontal de la tapa de la pieza 02405. Archivo Digital
Museo Cerralbo. Fotógrafo: Ángel Martínez Levas.
CONTRAPORTADA. Detalle de la firma en el micromosaico de
la pieza 02405. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotógrafo: Ángel
Martínez Levas.
Pág. 6:
Mesa con tapa de micromosaico. http://www.sothebys.com/app/
live/lot/LotDetail.jsp?lot_id=4H7ZN (13/05/2009).
Pág. 8:
Palomas de Plinio. Fotografía de Raquel Sigüenza Martín.
Pág. 9:
Detalle de micromosaico con palomas. Rudoe, J., “Mosaico in
Piccolo: Craftsmanship and Virtuosity in Miniature Mosaics”, en
Gabriel, J. H., The Gilbert Collection. Micromosaics, Phillip Wilson, Londres, 2000, p. 33.
Pág. 10:
Detalle de teselas. http://www.micromosaics.com/restoration.htm
(17/04/2009).
Pág. 11:
Placa vaticana con micromosaicos. Segre. Artes decorativas. 25 de
marzo. Catálogo de la subasta, lote 824, p. 91.
Pág. 11:
Micromosaico con paisaje. Christie’s. Subasta nº 1650, Nueva York,
20 de abril de 2006, lote 3. Fotografía enviada a través del departamento de prensa (24/11/2010).
Pág. 13:
Detalles de la pieza 02405. Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotógrafo: Ángel Martínez Levas.
Pág. 14:
Caja de oro y micromosaico. Christie’s. Subasta nº 7101, Londres,
6 de diciembre de 2005, lote 26. Fotografía enviada a través del
departamento de prensa (24/11/2010). Agradecemos a Cristiano
de Lorenzo y Marta Converso su rapidez y profesionalidad en la
atención de nuestras peticiones.
Pág. 15:
Broche de oro y micromosaico. http://www.hamsheregallery.co.uk/
upload/upload_images/586.jpg (18/12/2010).
Pág. 17:
Vista de la pieza Nº Inv. 02405. Archivo Digital Museo Cerralbo.
Fotógrafo: Ángel Martínez Levas.
Pág. 17:
Vista de la pieza Nº Inv. 02405. Archivo Digital Museo Cerralbo.
Fotógrafo: Ángel Martínez Levas.
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