Nos quieren hacer pasar por el aro

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Nos quieren hacer pasar por el aro
Fernando Sánchez Aranaz
Dejó dicho Cornel West que desmistificar "consiste en dejar al desnudo los modos complejos
por los que se producen y movilizan los significados para el mantenimiento de las relaciones de
dominación
".
En el año del Señor de 1660, las Juntas Generales de Gipuzkoa, reunidas en Zestoa,
suscribieron un acuerdo por el que declaraban espurio el documento pergeñado por Antonio de
Nobis, de auténtico nombre Antonio de Lupián Zapata, en el que se aseguraba que en 1200 la
"Provincia de Guipúzcoa" habría pactado con el rey de Castilla Alfonso VIII la incorporación a
su Corona.
Tal acuerdo no significaba que anteriormente los guipuzcoanos creyesen en la veracidad de la
teoría del pacto, salvo algunos personajes interesados como Esteban de Garibay y compañía,
sino que en ese momento se ven obligados a dejar clara su postura ante las invenciones del tal
Lupián.
Antonio de Lupián Zapata fue un clérigo ibicenco, fallecido en 1667, quien escribió varias
crónicas supuestamente históricas, entre ellas el "Cronicón de Hauberto", donde hace gala de
su prolífica inventiva, digna de mejor causa.
Con la declaración de Zestoa quedaba oficialmente desmentida, va a hacer tres siglos y medio,
la teoría del pacto que, sin embargo, tanto juego ha dado y sigue dando hoy en día a
nacionalistas españoles y foralistas varios.
No hacía falta mucha erudición para ello. A propósito de la llamada "voluntaria entrega" llevada
a cabo en 1332, en la crónica de Alfonso XI, escrita durante el reinado de Enrique II
Trastámara (1369-1379), el bastardo que destronó y asesinó a su hermano el rey Pedro I,
puede leerse: "Acaesció que antiguamiente desque fue conquistada la tierra de Alava et
tomada a los navarros, siempre ovo señorio apartado...
". O sea que Álava el
año 1200, al igual como veremos luego que los territorios conocidos como Gipuzkoa, fue
conquistada a los navarros y se constituyó en señorío apartado, es decir, al margen del señorío
del rey, que es lo que se entrega en 1332, la jurisdicción de los señores alaveses agrupados en
la Cofradía de Arriaga, institución cuyas noticias más antiguas, por cierto, datan de 1258.
Queda así evidenciado que la dicha Cofradía no provenía de la más remota antigüedad, en la
que los alaveses gozarían de una independencia originaria, sino que fue un privilegio
concedido a los señores alaveses por Alfonso VIII de Castilla en 1200, como premio a su
traición a su señor natural, el rey de Navarra. De hecho, a partir de entonces, no conocemos
señor de Álava que no fuera hijo del rey o señor castellano. En la citada crónica de Alfonso XI
se nos dice que "Et a las veces tomaban [los señores alaveses] por Señor alguno de los fijos
de los Reyes et a las veces al Señor de Vizcaya et a las veces al de Lara et a las veces al
Señor de Cameros
".
En el caso de los guipuzcoanos, podemos suponer que si el tal Lupián se ve en la obligación
de crear un documento apócrifo para sustentar la teoría del pacto, es porque no existía ningún
documento de ese tipo, por la sencilla razón de que tal hecho no había tenido lugar nunca.
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Sin embargo al contrario sí disponemos de documentación, además castellana. En la "Primera
Crónica General" puede leerse cómo en el año 1200 los castellanos tomaron "a Victoria et a
Alava et a Ibda et a Guipuzcoa
". Ibda es Ibai Uda, es decir el valle del río Uda, hoy llamado Aiuda, es decir, Treviño.
Se da la paradoja de que quienes niegan que los vascos hayan disfrutado nunca de la
independencia política, por mor de sostener hasta el absurdo la distinción y separación entre
"vascos" y "navarros", se ven en la obligación de aceptar una supuesta independencia
originaria de los territorios por ellos conquistados en 1200, a saber, el Duranguesado de
Bizkaia, Araba y Gipuzkoa. De hecho, según ellos, eran tan independientes que podían optar
entre pertenecer a Navarra o pasarse a Castilla. No podía ser de otra manera, puesto que
cualquiera entiende que la materialización de un acuerdo entre conquistador y conquistado no
es pacto, sino capitulación. Los pactos se hacen desde la independencia, no desde la
sumisión. Dado el éxito obtenido, no resulta extraño que luego, en el caso de la conquista de la
Alta Navarra en 1512, se echara mano de la falacia del pacto.
Lo malo no es que esto lo mantengan los nacionalistas españoles, que al fin y al cabo juegan
su papel, sino que lo hagan con la vergonzante aquiescencia del aranismo, que aún ahora,
cuando se evidencia el fracaso largamente anunciado de su proyecto, se recrean en el error.
Cuarenta generaciones de vascos han vivido machacadas por la mentira del pacto entre los
territorios vascos, supuestamente independientes en su origen, y la corona castellana. El
carlismo basó sus opciones a mantener lo que quedaba de libertad en los antiguos territorios
navarros, en el sostenimiento de un pacto entre el pueblo y el rey que nunca existió
históricamente. Si hubo pacto fue con los señores vascongados, ansiosos de igualarse en
privilegios y prebendas a sus homólogos castellanos, ambiciones que no encontraban salida
dentro de la monarquía navarra. Los carlistas, luego, crearon la ficción del pacto
dinastía-pueblo, que funcionó mientras los reyes carlistas se lo creyeron. Valga esto como
necesario preámbulo, puesto que el nacionalismo vasco aranista es un hijo del carlismo
defraudado por su rey. Arana considera que el rey de España, bien fuera Carlos VII o Alfonso
XII, para él ya daba lo mismo, había roto unilateralmente el pacto, había cometido felonía,
luego Bizkaia regresaba a su independencia original. Recientemente, durante la denominada
"transición democrática", su desiderátum fue ni más ni menos que el pacto con la Corona. El
aranismo siempre se ha planteado llegar a Malzaga pasando por Jaén y, ¡claro!, se pierde en
los cerros de Úbeda.
Ahora Idoia Mendia, portavoz del gobierno vasco, nos dice que quieren completar las
transferencias pendientes al estatuto llamado de Gernika, para refrendar lo que -para ellos es
un pacto constitucional y pacto entre vascos. Dicho supuesto pacto fue perpetrado en 1979
atentos a los fastos del 30 aniversario , cuando la banda sonora de aquella película estaba
basada en la música militar, "ruido de sables" la llamaban. Como para refrendar las palabras de
la miembra del PPSE, un grupo de militares españoles ha colocado un banderón de su país en
la cruz del Gorbea. "Maritxu sube al monte y verás la bandera de Euskadi ondear", cantábamos
en otros tiempos, "domuit vascones" replican ellos.
Nos toca desmistificar.
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