TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL dieciséis años, siempre que medie una situación de necesidad o de contraprestación monetaria; y (2) cuando una persona mayor de veintiún años abuse de una persona menor de dieciséis, permita a éste realizarlos con él o con terceros, siempre y cuando “…se aproveche de la falta de capacidad de la víctima para ejercer su libertad sexual”. Y si bien, la pena en estos casos oscila entre los tres o cinco años, el párrafo cuarto del referido artículo faculta al tribunal sentenciador a prescindir de la pena cuando la injusticia del hecho sea leve. Comenta TAMARIT SUMALLA sobre esta disposición que al no Àjar de un modo cerrado las situaciones y los medios, mediante los cuales se haya logrado el consentimiento, si pone el acento en la exigencia de una distancia cronológica entre el autor y la víctima, con lo que tal norma se acomoda en mayor medida a otros modelos existentes en el Derecho comparado. Ello ha servido para aÀrmar que el bien jurídico protegido por tal disposición es la protección sexual de la juventud, o más bien la protección penal de los menores de dieciséis años frente a los abusos sexuales de los adultos141. Por otra parte, el mismo StGB efectúa determinaciones conceptuales acerca de lo que debe entenderse por actos sexuales, así serán considerados como tales: (1) aquellos que sean de alguna notoriedad en relación al correspondiente bien jurídico; y (2) los que sean realizados ante otra persona que observe su ejecución (§ 184 c). c) Por último, conviene citar el panorama español luego de la aprobación del Código penal de 1995, y el cual posteriormente fue reformado en materia de delitos sexuales, mediante la Ley Orgánica 11/1999 del 30 de abril. La exposición de motivos de la referida ley es bastante expresiva de los motivos que dieron lugar a la modiÀcación del Código Penal: “…los requerimientos de la sociedad española, alarmada por la disminución de protección jurídica que se ha producido en el ámbito de los delitos de signiÀcación sexual, a partir del repetido Código Penal de 2 de noviembre de 1995”. Conforme a tal sentir, se buscó tipiÀcar “de manera más precisa los llamados delitos contra la libertad e indemnidad sexuales en relación con la edad de las víctimas y con las circunstancias concurrentes: reintroducir el delito de corrupción de menores o incapaces por considerar insuÀcientes las normas relativas a la prostitución, deÀniendo auténticamente ambos conceptos; ampliar las conductas reprochables de naturaleza pornográÀca, también en relación con los menores e incapaces; acomodar la valoración de las circunstancias que agravan la responsabilidad a cada una de las especies delictivas y revisar el sistema de penas, rechazando aquellas sanciones que en este ámbito no resultaran adecuadas al principio de proporcionalidad o a las necesidades de la prevención general y especial que la sociedad demanda, como sucedería en principio con las meramente pecuniarias”. 141 Así lo sostiene, luego de analizar las distintas posturas en la doctrina germánica, TAMARIT SUMALLA, La protección penal de menor frente al abuso y la explotación sexual, Edit. Aranzadi, Navarra, 2002, citado, Págs. 46-47. 81