La Oración Christian Bernard, F.R.C La oración es una técnica espiritual cuya ejecución se justifica por sí sola en el deseo de elevar el alma hacia la Divinidad. Si el proceso de orar se pone en práctica utilizando un cúmulo de fórmulas orales o mentales especificas que expresan los sentimientos del alma, es posible aplicar la Ley del Triángulo a este proceso místico. A fin de aplicar esa ley digamos que la oración tiene tres puntas que forman un triángulo; la primera punta la constituye el deseo manifestado en la intención de orar y por la intención de la plegaria. En otras palabras, podríamos decir que el término "orar" describe un proceso místico puesto en funcionamiento por un deseo legítimo del alma, deseo que constituye el motivo original sin el cual el proceso de orar no puede funcionar completa y perfectamente. Además, la conciencia tiene que enfocar ese deseo esencial en una impresión más tangible para que este al alcance de la comprensión humana. Este enfoque es expresado en la intención, cuyo análisis justifica o no el que se ponga en funcionamiento el proceso de orar. La naturaleza de la intención debe de ser tan pura como sea posible, a fin de que confiera a la oración un énfasis verdaderamente intenso y solemne: necesita vibrar en armonía con las cualidades que requiere una intención cuya sinceridad y simplicidad sean sus sólidos pilares. De esta manera, el legitimo deseo de orar se centrará en una intención pura, cuya naturaleza constituye el impulso interno necesario para poner en funcionamiento una oración deseada y deliberada. Además, la afirmación de que "el deseo de orar es ya una oración", tal vez revela un mensaje de esperanza en este lento proceso seguido en el reino de las bendiciones divinas. Ejemplos de oraciones La primera oración es de San Agustín, un obispo del siglo IV, y expresa gratitud: Señor, cuando reflexiono en mi propia vida me doy cuenta de que me has guiado tan cuidadosa y tiernamente, que me parece que no pudiste haber atendido a nadie más. Pero cuando veo lo maravillosamente que has guiado y sigues guiando al mundo, me sorprende que hayas tenido tiempo de atender a alguien como yo. La segunda de estas oraciones es de Zoroastro, fundador de la antigua religión persa, quien vivió alrededor del siglo VI a. de C. Esta oración expresa un sincero remordimiento: Todo lo que debí pensar pero no pensé; Todo lo que debí haber dicho pero callé; Todo lo que debí haber hecho pero no hice. Todo lo que no debí pensar pero pensé; Todo lo que debí callar y, sin embargo, dije; Todo lo que no debí haber hecho y, no obstante, hice. Me arrepiento de todos mis pensamientos, palabras y obras, y pido se me imponga penitencia para alcanzar el perdón. La tercera es una oración de intercesión escrita por el Dr. Reinhold Niebuhr. Esta petición revela gran sabiduría: Señor, concédeme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; Valor para cambiar lo que debo cambiar; Y sabiduría para distinguir la diferencia. En las palabras de Jesús, el más grande Maestro de la oración: "Quien ora con toda sinceridad por la felicidad de otros, obtendrá felicidad para sí mismo; y quien ora para que les sea concedida iluminación a otros, recibirá iluminación. De esa manera él abrirá la puerta a una mayor conciencia, que es Unidad y Amor". Esforcémonos por lograr Paz; paz entre las naciones y dentro de las naciones; paz entre la gente y dentro de la gente; porque nunca debemos olvidar que la paz que necesitamos obtener primero es la del corazón, o sea, la Paz Profunda.