24/06/2012 2 20:19 EL SIGLO DE DURANGO | Cuerpo F Pagina 2 Cyan Magenta Amarillo Negro | NOSOTROS LUNES 25 DE JUNIO DE 2012 PADRES E HIJOS POR IGNACIO ESPINOZA GODOY Guadalupe Castro, Grecia Herrera y Michelle Rodríguez. X Tirar basura, costumbre muy arraigada Uno de los principales hábitos que se deben inculcar a los hijos es tener conciencia ecológica, lo que se traduce, entre otros aspectos, en no arrojar basura al suelo, una costumbre que, al menos en la ciudad de Durango, estamos muy lejos de erradicar, pues basta observar cualquier calle para constatar la falta de sensibilidad sobre el impacto que estas conductas tienen en el entorno. Como se ya se ha abordado en anteriores ocasiones a través de esta columna, los valores y los hábitos positivos sólo se adquieren mediante el ejemplo de los padres, con el fomento de las actitudes y su práctica constante cuyo principal escenario es el hogar. De nada sirve que los progenitores les soltemos un largo rollo o sermón a los hijos sobre los beneficios de adoptar una cultura ecológica si somos los primeros en hacer lo contrario al arrojar al piso toda clase de desechos, por ejemplo, cuando nos sentamos en la sala mientras vemos un partido de futbol. Si deseamos que los hijos adquieran una verdadera conciencia sobre el valor que tiene nuestra contribución al medio ambiente, y si en realidad predicamos con el ejemplo, estaremos sentando las bases para que las próximas generaciones reflexionen y asuman un papel más activo en el cuidado del planeta. En lo personal siempre me ha llamado la atención una frase que promueven muchas ciudades del país para convocar a sus habitantes a mantener limpio su entorno y que reza lo siguiente: “Una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia”. Lamentablemente, al menos en la ciudad de Durango, la exhortación ha sido en vano, pues desafortunadamente podemos observar, sobre todo en el centro de la ciudad, cómo proliferan los desechos sólidos sobre el pavimento y las banquetas, lo que da una imagen de suciedad y descuido y que refleja una actitud de apatía por parte de quienes incurren en la práctica de tirar basura al suelo. A propósito, quiero compartir con usted, amable lector, una anécdota sobre una amarga experiencia que tuve al respecto hace unos días: Mientras quien esto escribe observó que un adolescente de unos 14 o 15 años tiraba basura por la ventanilla del vehículo en que viajaba como copiloto, le dije en voz baja “¡Qué bárbaro!”, en señal de mi inconformidad y desaprobación por su conducta, mientras el chofer de la camioneta –al parecer era su padre- avanzó unos metros al tiempo que con una mano me hizo una señal obscena, en respuesta a mi comentario. Ese tipo de reacción me hizo reflexionar, una vez más, que los padres somos los responsables directos de la formación de los hijos, de tal forma que los vamos moldeando, a veces inconscientemente, a imagen y semejanza de nosotros, aunque no siempre seamos el modelo ideal a seguir, pues en el incidente que viví no esperé una respuesta de ese tipo por parte del padre, ya que lo menos que este debió haber hecho era llamarle la atención a su muchacho sobre su error al arrojar basura fuera del vehículo, en lugar de pelearse conmigo por la falta de educación de su vástago, con lo que lo único que hizo fue afianzar el sentido de irresponsabilidad en su hijo, al tiempo que le mandó el mensaje equivocado de que lo apoyaba sin importar que su “niño” no tuviera la razón. Imagínese, estimado lector, cómo el muchachito va a educar a sus propios hijos, cuando su padre le fomenta valores negativos como la intolerancia, la violencia y, para rematar, la falta de cultura ecológica, cuando, en su momento, debió reprenderlo y pedirle que no se repitiera esa conducta. Seguramente muchas personas hemos observado, a veces con indignación y molestia, cómo hasta la gente grande como señoras y, sobre todo, choferes del transporte público arrojan basura al suelo sin el menor remordimiento de conciencia, pues también hay quienes piensan, y lo afirman con cinismo, que si no hubiera desechos en el piso no habría trabajo para los empleados del Municipio que recorren la ciudad con sus tambitos recogiendo toda clase de residuos que tiran los ciudadanos irresponsables. Otro escenario se repite también en los centros de trabajo, desde pequeños y grandes comercios, dependencias de gobierno, hasta todo tipo de empresas, donde algunos empleados tienen su espacio con basura alrededor ya que, lamentablemente, no obstante que se fomente la cultura del orden y la limpieza, nos falta conciencia ecológica y un poco –o tal vez mucho- de sentido común. Si cada quien, desde su trinchera, pusiera su granito de arena para contar con un entorno más limpio, empezando desde el hogar, este mundo tendría mejores perspectivas y no padecería tantos problemas como la falta de lluvias y el calentamiento global. Sin embargo, nunca es tarde. Todos somos parte de la solución. n las tardes de café en la ciudad, los duranguenses disfrutan cada instante de la compañía de los amigos. No hay nada mejor que degustar de una ri- E ca taza de café con las amigas o bien con la pareja y así, ponerse al día de información. Salir a tomar café con los amigos es sinónimo de que será una tarde muy agradable. Evelyn Gómez, Alfredo de León y Fer Lomelí. Familia González Ontiveros. Carolina Canales, Diana Guzmán e Ilián Garbalena. Diana y Junior Chávez. Edwin Arellano y Ari Solís. Portarretrato DE PASEO Karla, Mariana, Cecilia, Mónica y Paola, disfrutando de un paseo en el Corredor Constitución.