Soy lo que he aprendido a ser, aunque

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Soy lo que he aprendido a ser, aunque posiblemente no sea lo que soy
Declaro que llevo varias décadas caminando, que no siempre hice lo correcto y
que a veces me arrepiento de ello. Pero no por eso voy a fustigarme, ni odiarme ni
maltratarme. Siempre hay una razón para no hacer lo acertado.
Si mis errores hicieron daño a otro, fue sin querer, aunque tal vez si escucho a
mi interior una parte de mí quería hacerlo. A veces para apartarte de mi lado,
porque no tengo el suficiente valor como para decirte abiertamente lo que siento.
Otras veces para que dejaras de amarme, porque creo que no soy merecedora de tu
amor o simplemente para culparme por no hacer las cosas bien, así tengo la
justificación para volver a hacerlas mal.
Si mis errores me dañaron a mí, posiblemente debía aprender algo de ellos. Si
me quedé a tu lado mientras me hacías daño, aprendí a ser más fuerte,
comprensiva, tolerante, indulgente, transigente. Si grité cuando debía callar
aprendí a expresar, a revelarme, a posicionarme, a imponerme. Si callé cuando
debía hablar aprendí a respetar, a considerar, a estimar. Si me marché cuando me
debí quedar aprendí a cuestionarme, analizarme, confundirme, determinarme.
Hemos crecido creyendo que siempre debíamos hacer lo correcto,
¿Correcto para quién? ¿Quién dispone lo que es correcto o erróneo para mí?
¿Tú que has nacido en otra cama, en otra casa, en otra familia, en otra
circunstancia, en otro ambiente, en otra sociedad, en otro país, en otra cultura, en
otro sexo, en otro, otro, otro… diferente al mío?
¿Tú que no sabes lo que es la indiferencia, el menosprecio, la renuncia, la
repulsión, la crítica, el abandono, la soledad, el miedo, la angustia, la violencia, la
violación, la insatisfacción, la tiranía, la manipulación?
¿Tú que nunca tuviste que callar, llorar, gritar, patalear, ahogar, sepultar,
ignorar, asesinar, mentir, asfixiar, oprimir, desesperar, competir?
¿Tú que tienes casa, familia, amigos, trabajo, dinero, amor, paz, serenidad,
tranquilidad, armonía, bienestar?
¿Tú que tuviste el tiempo suficiente para resolverte, comprenderte, escucharte,
sostenerte, abrigarte, alimentarte, analizarte?
No, no me taches de infantil, inmaduro, egoísta, dependiente, interesada,
liberal, presumida, miedoso, hedonista, manipuladora, embustera.
No, no me taches de bondadoso, varonil, generoso, fiel, amable, altruista,
desprendido, complaciente, sumiso, dócil, manejable.
Soy lo que he aprendido a ser, aunque posiblemente no sea lo que soy.
He intentado sobrevivir en este mundo con las herramientas que he aprendido.
Tal vez no sean las más apropiadas, acertadas o convenientes… pero son las que
tengo hasta que sea el momento adecuado para cuestionarlas, objetarlas y
cambiarlas.
Soy lo que soy, y lo he hecho lo mejor que he podido, dentro de lo mal que lo
haya hecho. Aunque de ahora en adelante prometo que intentaré no enjuiciar,
criticar, inventar, interpretar, dictaminar, condenar, calificar, sentenciar…
E intentaré comprender, silenciar, apoyar, defender, perdonar…
Y por todo esto, intento comprenderte…
A ti que anduviste por mi mismo camino uno, dos o tres días. Porque intuyo
que fueron los días que pudiste ofrecerme, a costa de tú soledad, libertad,
individualidad.
A ti que te consideré un egoísta por marcharte, abandonarme, no lucharme,
porque supongo que te enfrentaste a tus miedos, los guardaste, empaquetaste y
sedaste, aunque a veces esto no sea suficiente para acallarlos.
A ti que taché de inmaduro e infantil, porque nunca sabré que mares tuviste
que surcar cuando eras niño.
A ti que taché de dependiente emocional, porque no sé cuanta indiferencia,
menosprecio, frialdad o mutilación tuviste que soportar.
A ti que me usaste como trampolín porque tuviste el valor de tirarte a la piscina
aún cuando no sabías si habías aprendido a nadar.
A ti que quisiste encarcelarme porque sé que la soledad y el abandono te
esclavizan.
A ti que usaste la violencia para callarme, porque posiblemente nadie te trató
con respeto y amor.
A ti que huiste sin dar una explicación, porque no sé la de veces que tuviste
que huir para no sufrir.
A ti que no parabas de trabajar, porque quizás a alguien tenías que demostrar
que eras listo e inteligente.
No sé nada de ti, pero antes de juzgarte intentaré entenderte…
Y por mi parte decirte que simplemente he cometido un error, o dos o tres, no
he matado a nadie, AUNQUE TAL VEZ HAYA MATADO ALGO, a veces incluso
a mi misma.
Y POR ESO PIDO PERDON… y te agradezco que intentes comprenderme.
HILAVE agosto 2011
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