Psicoanalisis e Infancia

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PSICOANÁLISIS E INFANCIA Ps. Carolina Bascuñán González; Ps. Marta González Bardelli. Unidad de Psicoanálisis con Niños y Adolescentes, CAPs Universidad de Chile Intentamos rastrear un origen. Más bien las consecuencias del origen de la infancia que escuchamos. Infancia nombrada desde la compasión y el sadismo como abandonada, excluida, vulnerada, maltratada... La infancia siempre molesta y duele, amnesia infantil dirá S. Freud, lo olvidado es lo infantil. Nos preguntamos cómo se olvida, cómo molesta y duele lo infantil depositado en instituciones al cuidado de niños cuyos padres han caído en su función. Pregunta que tratamos de pensar desde el trabajo al interior del Grupo de Estudios Psicoanalíticos del Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Chile. Algunos miembros de la Unidad de Psicoanálisis con Niños y Adolescentes estamos realizando desde el año pasado una intervención con una institución al cuidado de niños; trabajo que ha consistido en la realización de un diagnóstico de carácter grupal a las trabajadoras de la institución, la instalación de un grupo psicoterapéutico para niños y adolescentes y, la no instalación de un espacio de reflexión para las trabajadoras. Recalcamos: se ha instalado un grupo de niños y no se ha instalado un grupo de trabajadoras al cuidado de niños. A partir de un diagnóstico realizado el año 2004, en el que escuchamos a las trabajadoras, el equipo propuso a la directiva de la institución una intervención que involucrara tanto a los niños como a las trabajadoras. El destino de esta propuesta, inicialmente aceptada, estuvo mediatizado por múltiples lapsus y desencuentros que determinaron la no implementación del espacio para las mujeres que trabajan como madres sustitutas. Pues bien, habiendo sido obturado el discurso de las trabajadoras, madres sustitutas, nos resultó fundamental escuchar lo que los adultos tenían que decir sobre estos niños, cuyo cuidado constituye su función laboral. Por lo tanto, el trabajo que a continuación exponemos, intenta reflexionar sobre esta infancia marcada en su origen por la pérdida, a partir del material registrado en las sesiones de grupo realizadas con los niños y de lo escuchado en las reuniones de coordinación que se sostuvieron con la directiva de la institución. Intentamos investigar orígenes: de historias, de aparatos psíquicos, de síntomas... Resulta relevante entonces, rastrear algo de nuestro origen como equipo de trabajo: La práctica clínica en la Unidad de Psicoanálisis con Niños y Adolescentes surge en el CAPs como respuesta a una demanda de un grupo de estudiantes de la cátedra de Psicoterapia Infanto Juvenil de la carrera de Psicología de nuestra Universidad, motivados por generar al interior de este Centro una instancia de práctica profesional desde una dimensión diferente a la constituida por prácticas ligadas a otras corrientes psicoterapéuticas, la generación de un lugar distinto al del psicodiagnóstico y al de la psicoeducación. Espacio de escucha para estos niños y jóvenes, así como para los adultos que consultan por y con ellos. La Unidad se establece entonces, a partir del año 98, pasando a formar parte de la práctica psicoanalítica en el CAPs, destinada hasta ese momento fundamentalmente a la atención de pacientes adultos. (Palabras que inauguraron el Encuentro Psicoanálisis con Niños y Adolescentes en el Espacio institucional, Universidad de Chile, 2002). Actualmente, se sostiene al interior del Grupo de Estudios Psicoanalíticos del CAPs, la Unidad de Psicoanálisis con Niños y Adolescentes, unidad que a lo largo de su historia, ha realizado un trabajo en torno a tres ejes: Atención, Supervisión y Transmisión, involucrando en el trabajo a alumnos, egresados y psicólogos de la Universidad de Chile. Muchos hemos estado ligados al trabajo con la infancia, intentando pensar e intervenir desde el psicoanálisis, algunos seguimos en el CAPs, varios han partido y otros han partido y ahora están volviendo. Origen y Pérdida. Nos encontramos frente a una infancia particular, una infancia institucionalizada, enmarcada dentro de una institución dedicada al cuidado de niños y adolescentes en una situación particular. En virtud de lo cual, la infancia que escuchamos recibe diversas nominaciones que la adjetivan desde el discurso social que la atraviesa. Se trata por cierto de adjetivos, en tanto propiedad adjudicada a un sujeto niño por un otro: niño abandonado, violentado, abusado . Adjetivación que también da cuenta de un lugar. ¿A qué espacio psíquico habrán advenido estos niños? Trabajamos con aquellos niños que no reciben en ninguna parte , frase sostenida por uno de los directivos que nos refiere al lugar donde los niños son situados, esto es: el de la exclusión. Más aún, nos encontramos con un discurso que sitúa al niño en el lugar de víctima, el niño es quien recibe y sufre pasivamente las acciones ejecutadas por el adulto. Pero, ¿de qué adulto se trata? No de uno cualquiera. En el discurso institucional que intentamos escuchar los niños son nombrados en tanto víctimas de actos ejecutados por sus propios padres biológicos. Se trata, por tanto, del origen de esta infancia: madre abandonadora, padre violento, padres abusadores padres que, en función de tales actos, han perdido la posibilidad de ejercer su paternidad. Institución que, a partir de esto, asume como propia dicha tarea. El discurso establecido por los adultos de la institución parece operar negando la desaparición de los padres: E l niño que llega al Hogar, vuelve a tener una madre . A modo de una recomposición de escena, se trata de una nueva madre, de nuevos hermanos, de una nueva casa, pero carentes, justamente, del estatuto de novedad, en tanto no es posible nombrar ese lugar anterior que ha sido perdido. El funcionamiento que intenta establecer esta nueva familia , opera obturando toda prehistoria posible para estos niños. Frente a las interrogantes que los niños plantean sobre su historia de origen, las cuidadoras responden a medias, con silencio o con lo que ellas mismas denominan como mentiras piadosas . Historia negada que nos refiere a una pérdida, en la que nos interesa escuchar el padecer de estos niños, pero no en tanto pasivos receptores del operar adulto, sino en tanto sujetos que se encuentran inmersos en la tarea de constituirse como tales y que en este proceso de subjetivación han debido arreglárselas con las acciones ejecutadas por sus padres. De ahí el énfasis en nuestra escucha en cómo cada niño logra tramitar algo de su subjetividad, movilizándose en relación a estas pérdidas. En Inhibición Síntoma y Angustia (1926 [1925]), S. Freud se refiere a las posibles reacciones del sujeto frente a la amenaza de pérdida del objeto, considerando como patrón la reacción del niño frente a la ausencia de la madre. La situación traumática de la ausencia de la madre diverge en un punto decisivo de la situación traumática del nacimiento Desde entonces, repetidas situaciones de satisfacción han creado el objeto de la madre, que ahora en caso de despertarse la necesidad, experimenta una investidura intensiva, que ha de llamarse añorante. (p. 159). Radical divergencia. Un primer objeto ha sido creado a través de la relación que el niño ha logrado establecer con la madre, en tanto otro primordial. Las consecuencias de lo traumático de esta separación para el niño tienen relación, justamente, con el hecho que un objeto ha sido creado y que el trauma nos refiere a la pérdida de éste. En Duelo y Melancolía (1917 [1915]) , S. Freud define el duelo como aquella reacción normal presentada por un individuo frente a la pérdida del objeto de amor, determinando la retirada de libido del objeto perdido y posibilitando, así, el investimiento de un nuevo objeto. Ahora bien, el trabajo de duelo no implica una tarea fácil y su éxito no está asegurado. El operar del duelo entraña una lucha entre dos acciones opuestas: la primera, acatar la pérdida del objeto amado, quitando la libido ligada a éste, y en oposición a ello, la resistencia a abandonar el objeto, pese a que el examen de realidad evidencie su ausencia. Este trabajo ha de ejecutarse ... pieza por pieza con un gasto de tiempo y energía de investidura y entretanto la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico (p. 242). El éxito de la tarea requiere que ... cada uno de los recuerdos y cada una de las expectativas en que la libido se anudaba al objeto sean clausurados, sobreinvestidos y en ellos consumado el desasimiento de la libido (p. 243). Pero, tratemos de pensar qué ocurre en relación a la pérdida en esta infancia. De qué modo han podido movilizarse estos niños frente a la ausencia materna. Recordamos, en este punto, una conversación en sesión, que podría entregarnos algunos elementos. Un niño ha partido. Luego de las primeras sesiones, un niño del grupo ha partido de la institución junto a su madre biológica. Los niños en sesión señalan: Se escapó con su familia , Van a cerrar el Hogar , Lo van a denunciar . Situación que es vivenciada como una fuga desde la institución. Tenemos a un niño que ya no está. Aún así, este niño dejó marcas en el grupo. Antes de su partida, una pelota fue lanzada por él al entretecho de la sala. Una pelota ha desaparecido. Después de su partida, la pelota intenta ser recuperada. Los niños del grupo recuerdan con insistencia al niño que partió y a la pelota que lanzó. El grupo se impone como tarea hacer aparecer lo desaparecido. Cuando una de las coordinadoras nombra al niño que ya no está, surge en el grupo, desde el chiste, la extrañeza ante lo familiar: ¿quién es él?, pero, ¿quién es? . Asistimos a un doble movimiento grupal: por un lado, se nombra su ausencia una y otra vez, por otro, se le desconoce, se le niega. ¿Acaso, será esta también la relación que estos niños establecen frente a la desaparición de sus padres? ¿Dará cuenta este doble movimiento de un intento por realizar un trabajo de duelo con respecto de esa pérdida primordial? Revisemos entonces, lo que plantea S. Freud. El yo que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite ahora de manera activa una reproducción morigerada de éste, con la esperanza de poder guiar de manera autónoma su decurso. Sabemos que el niño adopta igual comportamiento frente a todas las vivencias penosas para él, reproduciéndolas en el juego; con esta modalidad de tránsito de la pasividad a la actividad procura dominar psíquicamente sus impresiones vitales (S. Freud. Inhibición, Síntoma y Angustia, p. 156). Esta infancia nos muestra cómo, efectivamente, intenta hacer algo con la pérdida, a pesar de la insistencia institucional en anular trozos de historia, mediante la imposición de una nueva familia, una nueva comunidad e incluso un grupo psicoterapéutico. Historia y Realidad. Historia siempre singular y plural, constituida por realidades psíquicas y materiales. ¿Cómo pensar los entrecruzamientos entre lo propio y lo compartido, la fantasía y la realidad? En la institución la categoría niños , prima sobre el niño . Lo colectivo se impone a lo singular. La vida en comunidad que en este hogar se intenta dar a los niños aplasta a la familia biológica. Algo de este orden se reprodujo en la escucha del equipo interventor, tornándose difícil que apareciera el niño y su historia particular. Lo que aparecía, principalmente, era la historia del grupo. Niño botado, niño expulsado, niño querido, niño gritado... La infancia que hemos escuchado en nuestro trabajo, ha hablado sobre madres, padres y hermanos verdaderos y falsos. En el decir de los niños hermanos y hermanísimos marcan, respectivamente, la diferencia entre familia sustituta y biología. ¿De qué historia se trata? Al parecer de una doble historia: por un lado la familia de origen sancionada desde la institución como aquella historia que debe ser silenciada, acallada y negada; por otro, la familia sustituta, que pretende constituirse como la historia oficial. Sin embargo, la biología insiste en reaparecer. La sangre tira señala un miembro de la institución. Con esta doble historia intentamos pensar la problemática que deben resolver los niños en los tiempos de su constitución subjetiva, respecto del tramado de su novela familiar. Es enteramente característica de la neurosis... una particularísima actividad fantaseadora, que se revela primero en los juegos infantiles y luego, más o menos desde la época de la prepubertad, se apodera del tema de las relaciones familiares . (S. Freud. La Novela Familiar de los Neuróticos, p. 218). El pequeño fantaseador urdiendo la trama de las relaciones familiares. ¿Cuál es el estatuto de una actividad fantaseadora inserta en la radicalidad y desborde de tanta realidad? Realidad material que aparece exacerbada una y otra vez en la historia de esta infancia: lo sexual, la agresión, el abandono, el olvido y la desaparición. En el nexo con la situación traumática, frente a la cual uno está desvalido, coinciden peligro externo e interno, peligro realista y exigencia pulsional, la situación económica es la misma, en ambos, la misma, y el desvalimiento motor encuentra su expresión en el desvalimiento psíquico (S. Freud. Inhibición, Síntoma y Angustia, p. 157). En el grupo de niños, la realidad psíquica se presentó siempre ligada a la realidad material. Ésta no se detuvo en la intervención. El decir de los niños y adolescentes colocó a la realidad material como protagonista, no siempre escuchada desde el equipo interventor. La realidad se imponía: Vamos al MIM, vamos a Fantasilandia, vamos al pasto... El exterior a la sala del grupo era siempre ocupado y la sala desocupada. Los niños salían y entraban. Intentamos pensar en lo que el movimiento grupal organizaba. El adentro acaso representaría lo impuesto por la institución: psicoterapia grupal para niños. El afuera de la sala quizá hablaría sobre el afuera de la institución: lo materno, la biología. Entre el afuera y el adentro de la sala, el grupo transitaba. Cruce de dos historias, intento de ligazón de lo separado, novelas familiares constituyéndose a partir de dos referentes históricos. Momento en que se reestablece el límite entre lo interno y lo externo ya prefigurado por el fort da , posibilitando la creación de algo propio. ¿Cómo ha de arreglárselas un niño en el marco de esta institución para hacerse algo propio a partir de esta doble historia? Rastreemos algunos elementos en el decir de la directiva de la institución: ... madre biológica y madre sustituta se encuentran en una relación compleja y competitiva . La trabajadora madre sustituta recuerda preguntas de los niños: mami, ¿por qué no viene mi mami? . Lo materno aparece indiferenciado. A pesar de esta indiferencia, el niño es capaz de interpelar a la madre sustituta, el niño formula una pregunta. Nosotros en tanto nos preguntamos: ¿Quién es la mami ? ¿A quién va dirigida esta interrogante? Silenciar elementos de la historia es un hecho en general practicado desde toda familia. Nos preguntamos sobre lo amordazado desde este tipo de instituciones. ¿Qué es lo silenciado de las historias de los niños y jóvenes sin padres? La pregunta por los orígenes nos continúa acompañando en nuestro trabajo. Quizá podrá ser parcialmente respondida, en tanto despejemos los determinantes psíquico ‐ políticos que afectan la concepción de familia y que, seguramente, nos han atravesado también en nuestras intervenciones. Bibliografía Freud, S. (1909 [1908]). La Novela Familiar de los Neuróticos . Vol. IX. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu Editores S. A. Freud, S. (1917 [1915]). Duelo y Melancolía . Vol. XIV. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu Editores S. A. Freud, S. (1926 [1925]). Inhibición, Síntoma y Angustia. Vol. XX. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu Editores S. A 
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