1. Lit e ra t u ra Propósito: Sabía que: La Generación del 98 está conformada por hombres preocupados por los aspectos esen ciales del ser humano y de la patria. Magníficos prosistas, tratan de crear un lenguaje sobrio, claro y sencillo. En este apartado, usted identificará las características historicoliterarias de la Generación del 98, al analizar la obra de Miguel de Unamuno, de quien leerá fragmentos de uno de sus ensayos; de Pío Baroja, mediante los fragmentos de una de sus novelas; y de Ramón del Valle Inclán, por medio de los fragmentos de una de sus obras dramáticas. Pío Baroja Miguel de Unamuno Ramón del Valle-Inclán 159 1. Elabore un cuadro sinóptico sobre la obra de la Generación del 98, destacando siglo, principales rasgos, acontecimientos,políticos que contextualizan la obra y estilo. 1.1 La Generación del 98 Se conoce con el nombre de Generación del 98 a un grupo de escritores españoles que nacen a la vida literaria a fines del siglo XIX. Todos ellos tienen algunos rasgos en común: un profundo nacionalismo, una búsqueda de los valores más importantes de España: intentan recobrar la esencia española. Los une también un gran pesimismo: es en ese año, 1898, cuando España pierde sus últimas colonias: Cuba y Puerto Rico en América y Filipinas en Asia. Esto produce una conmoción espiritual de desastre y cambia el carácter y el estilo de la literatura y de la cultura españolas. Otra característica es el autodidactismo: todos los escritores de esta generación son grandes lectores y, aunque carecen de una formación universitaria o científica formal y rigurosa, existe en ellos un gran conocimiento de la situación del hombre y del mundo y una actitud de crítica constante. Son rebeldes, no les gusta lo que sucede, se preocupan por España y, todo esto les provoca un pesimismo crítico. Hay también una renovación estilística: crean una prosa concisa, clara, breve, personal; y, aunque son distintos en muchos sentidos, todos ellos tienen la cualidad de ser grandes prosistas o poetas. Actividad: Elabore un Cuadro Sinóptico con base en la lectura considerando los siguientes aspectos: 160 Siglo: Características: Rasgos: Acontecimientos políticos que sucedían: Estilo: 2. Conteste las preguntas en torno al ensayo de Unamuno: Prosa aceitada, cuyos fragmentos se le ofrecen. 1.1.1 Miguel de Unamuno (1864-1936) Entre los representantes de la Generación del 98 se encuentra este escritor de acendrado humanismo. Durante la Guerra Civil Española, era rector de la Universidad de Salamanca, y se opuso a que las tropas franquistas entraran en el recinto universitario. Fue un escritor preocupado profundamente por el sentimiento trágico de la vida y por la muerte. Su prosa destaca por la brevedad de las oraciones, por la sencillez narrativa, por el ahorro de palabras innecesarias. Entre los paisajes españoles, su predilecto es Castilla: 161 De cuando en cuando, a la orilla de algún pobre regato medio seco o de un río claro, unos pocos álamos, que en la soledad infinita adquieren vida intensa y profunda. De ordinario, anuncian estos álamos al hombre: hay por allí algún pueblo, tendido en la llanura al sol, tostado por éste y curtido por el hielo, de adobes muy a menudo, dibujando en el azul del cielo la silueta de su campanario. (...) ¡Ancha es Castilla! ¡Y qué hermosa la tristeza reposada de este mar petrificado y lleno de cielo! Es un paisaje uniforme y monótono en sus contrastes de luz y sombra, en sus tintas disociadas y pobres en matices. Las tierras se presentan como en inmensa plancha de mosaico de pobrísima variedad, sobre la que se extiende el azul intensísimo del cielo. Faltan suaves transiciones, no hay otra continuidad armónica que la de la llanura inmensa y el azul compacto que la cubre e ilumina. En el ensayo es donde Unamuno destaca, alcanzando sus mayores logros; ello se debe a que en este género literario podía explayar su espíritu rebelde y crítico. Unamuno es una personalidad contradictoria: dice y se desdice; ataca a todo y a todos; no quiere opinar como los demás, porque desea destacar, individualizarse. Sus ensayos son reflexiones en voz alta, llenas de sugerencias y de incitaciones a quien los lea, siempre los escribe en primera persona y un ejemplo de ellos son los siguientes fragmentos de un ensayo que apareció publicado en un periódico de Buenos Aires: Prosa aceitada Pues bien: un apuro parecido me sobrecoge cada vez que leo a los jóvenes y más recientes prosistas españoles e hispanoamericanos. Su lucha no es por buscar pensamientos claros y honrados o brillantes o sugerentes, sino por buscar una lengua nueva, original 162 y preciosa. No piensan en lo que escriben, sino que piensan en cómo han de escribirlo, y, claro está, la cosa les resulta artísticamente detestable. Sí, artísticamente detestable. Porque no hay nada más deplorable, desde el punto de vista estético, que eso que llaman estilo los estilistas. Por regla general, da sueño. Sueño y un sueño profundísimo, me da la prosa de hamaca de cierto prosista nuestro, cuya preocupación es ayuntar por primera vez dos palabras que antes no se han visto juntas. Cuando me dicen que un hombre habla como un libro, contesto siempre que prefiero los libros que hablan como los hombres. Y éste es uno de los encantos que para mí tiene Sarmiento, su prosa, su prosa hablada, y a veces agitada. Ya sé que a muchos de ésos... (¿les llamaré modernistas?) les parecerá una herejía literaria el que trate de presentar a Sarmiento como un prosista, y, sin embargo, así es. Le tengo por un gran prosista, inmensamente superior a todos los que andan tachando de los párrafos asonancias y repeticiones y buscando discordancias gramaticales, y no digo superior a los que vuelcan el diccionario en sus escritos y hacen un artículo para colocar una palabreja, porque éstos no son prosistas, ni buenos ni malos. Son otra cosa. Y al hablar de literario y de literatura con un cierto desdén, no vaya a creer el lector que desdeño la belleza, la hermosura y la poesía, no. Es que son cosas muy diversas, y hay excelentes, excelentísimos literatos, tanto en prosa como en verso, y hasta artistas que tienen muy poco o nada de poetas. Y, en cambio, en no pocas de las más rudas e incorrectas décimas del Martín Fierro —para poner un ejemplo de esta tierra— hay mucha más poesía, muchísima más que en tantas composiciones de eso que llaman rima rica, y llenas de garambainas artificiosas y de musiquilla de bandolín. 163 Miguel de Unamuno también tiene preocupaciones religiosas. Su obra lírica más importante es El cristo de Velázquez. Como ensayista: Del sentimiento trágico de la vida: el análisis del destino individual y de la inmortalidad del alma. También escribe novelas: Niebla y la Tía Tula. Actividades: Conteste las siguientes preguntas en torno al ensayo de Unamuno: Prosa aceitada, cuyos fragmentos acaba de leer: ¿Qué es lo que critica Unamuno en este ensayo? ¿Qué dice acerca de la obra de José Hernández Martín Fierro? ¿Cuál es el tono predominante de su ensayo: analítico o irónico? ¿Por qué? 164 ¿Cuáles son las características de la llamada Generación del 98 que se reflejan en la obra de Unamuno? 3. Responda preguntas sobre un fragmento de novela de Pío Baroja y de otro fragmento correspondiente a una obra dramática de Valle Inclán. 1.1.2 Pío Baroja ( 1872-1956) y Ramón del Valle Inclán (1866-1936) Otro destacado representante de la Generación del 98 es Pío Baroja, quien se distingue por ser un extraordinario narrador. Entre sus novelas destaca: Zalacaín el aventurero y Memorias de un hombre de acción, protagonizada por Eugenio Aviraneta: un aventurero conocido en la política del siglo XIX. Su estilo es sencillo, antiacadémico, utiliza frases cortas de gran expresividad, su lenguaje es pintoresco. El mundo predilecto de sus creaciones es el de la gente humilde y desventurada. En Zalacaín el aventurero, una de sus más bellas novelas, se narra la vida de un niño que crece junto a un viejo pariente (Tellagorri), y que lucha, desde su infancia contra todos y contra todo. Crece y se alista en las filas del ejército carlista (llamado así por referirse a don Carlos que pretendía el trono español en 1833), pero verdaderamente no toma partido por nadie; él sólo desea vencer todos los obstáculos que se le presentan: hombres, amor, adversidades. Lucha y cae muerto porque sí; porque nació para emprender todas aquellas acciones que un hombre prudente evitaría. 165 A continuación le ofrecemos un fragmento de dicha novela: Donde se habla del viejo cínico Miguel de Tellagorri Algunas veces, cuando su madre enviaba por vino o por sidra a la taberna de Arcale a su hijo Martín, le solía decir: —Y si te encuentras al viejo Tellagorri, no le hables, y si te dice algo, respóndele a todo que no. Tellagorri, tío—abuelo de Martín, hermano de la madre de su padre, era un hombre flaco, de nariz enorme y ganchuda, pelo gris, ojos grises y la pipa de barro siempre en la boca. Punto fuerte en la taberna de Arcale, tenía allí su centro de operaciones, allí peroraba, discutía y mantenía vivo el odio latente que hay entre los campesinos por el propietario. Vivía el viejo Tellagorri con una porción de pequeños recursos que él se agenciaba y tenía mala fama entre las personas pudientes del pueblo. Era en el fondo un hombre de rapiña, alegre y jovial, buen bebedor, buen amigo, y en el interior de su alma bastante violento para pegarle un tiro a uno o para incendiar el pueblo entero. La madre de Martín presintió que, dado el carácter de su hijo, terminaría haciéndose amigo de Tellagorri, a quien ella consideraba como un hombre siniestro. Efectivamente, así fue; el mismo día en que el viejo supo la paliza que su sobrino había adjudicado al joven Ohando, le tomó bajo su protección y comenzó a iniciarle en su vida. El mismo señalado día en que Martín disfrutó de la amistad de Tellagorri, un perro chiquito, feo, contagiado hasta tal punto con las ideas, precauciones y mañas de su amo, que era como él: ladrón, astuto, vagabundo, viejo, cínico, insociable e independiente. 166 Además, participaba del odio de Tellagorri por los ricos, cosa rara en un perro. Si Marqués entraba alguna vez en la iglesia era para ver si los chicos habían dejado en el suelo de los bancos donde se sentaban algún mendrugo de pan, no por otra cosa. No tenía 167 veleidades místicas. A pesar de su título aristocrático, Marqués no simpatizaba ni con el clero ni con la nobleza. Tellagorri le llamaba siempre Marquesch, alteración que en vasco parece más cariñosa. Tellagorri poseía un huertecillo que no valía nada, según los inteligentes, en el extremo opuesto de su casa, y para ir a él le era indispensable recorrer todo el balcón de la muralla. Muchas veces le propusieron comprarle el huerto, pero él decía que le venía de familia y que los higos de sus higueras eran tan excelentes, que por nada del mundo vendería aquel pedazo de tierra. Todo el mundo creía que conservaba el huertecillo para tener derecho de pasar por la muralla y robar, y esta opinión no se hallaba, ni mucho menos, alejada de la realidad. Cuando Tellagorri tomó por su cuenta a Martín, le enseñó toda su ciencia. Le explicó la manera de acogotar una gallina sin que alborotase; le mostró la manera de coger los higos y las ciruelas de las huertas sin peligro de ser visto, y le enseñó a conocer las setas buenas de las venenosas por el color de la hierba en donde se crían. Tellagorri era un sabio; nadie conocía la comarca como él; nadie dominaba la geografía del río Ibaya, la fauna y la flora de sus orillas y de sus aguas como este viejo cínico. Guardaba, en los agujeros del puente romano, su aparejo y su red para cuando la veda; sabía pescar al martillo, procedimiento que se reduce a golpear algunas losas del fondo del río y luego a levantarlas, con lo que quedan las truchas que han estado debajo inmóviles y aletargadas. Sabía cazar los peces a tiros...; pero no empleaba nunca la dinamita, porque, aunque vagamente, Tellagorri amaba la naturaleza y no quería empobrecerla. 168 Le gustaba también a este viejo embromar a la gente: decía que nada gustaba tanto a las nutrias como un periódico con buenas noticias y aseguraba que si se dejaba un papel a la orilla del río, estos animales salen a leerlo; contaba historias extraordinarias de la inteligencia de los salmones y de otros peces. para Tellagorri los perros, si no hablaban, era porque no querían, pero él los consideraba con tanta inteligencia como una persona. Tellagorri lo tenía como acompañante para todo, menos para ir a la taberna: allí no le quería a Martín. Al anochecer solía decirle, cuando él iba a perorar al parlamento de casa de Arcale: —Anda, vete a mi huerta y coge unas peras de allí del rincón, y llévatelas a casa. Mañana me darás la llave. Y le entregaba un pedazo de hierro que pesaba media tonelada, por lo menos. Martín recorría el balcón de la muralla. Así sabía que en casa de Tal habían plantado alcachofas, y en la de Cual, judías. El ver las huertas y las casas ajenas desde lo alto de la muralla, y el contemplar los trabajos de los demás, iba dando a Martín cierta inclinación a la filosofía y al robo. Como en el fondo el joven Zalacaín era agradecido y de buena pasta, sentía por su viejo mentor un gran entusiasmo y un gran respeto. Tellagorri lo sabía, aunque daba a entender que lo ignoraba; pero, en buena reciprocidad, todo lo que comprendía que le gustaba al muchacho o servía para su educación, lo hacía, si estaba en su mano. Actividades: Responda a las siguientes preguntas sobre el fragmento de novela que acaba de leer: 169 1. ¿Qué tipo de narrador aparece en esta novela? ¿Es un personaje de la novela o es un narrador que no es personaje, pero que sabe todo acerca de sus personajes (narrador onmnisciente)? Explíquelo. 2. Localice dos ejemplos de descripción y transcríbalos en las siguientes líneas: 3. ¿Cuáles son las características principales de la obra de Pío Baroja y cuáles son sus principales obras? Ramón María del Valle-Inclán Vive en tierra gallega hasta que llega a México. De regreso a España escribe sus obras más importantes: Luces de Bohemia y Sonatas (de primavera, de estío, de otoño y de invierno) con un mismo protagonista: el Marqués de Bradomín que narra sus aventuras amorosas en ambientes distintos: Italia, México, Galicia y la corte carlista. 170 Entre sus obras destaca Tirano Banderas: novela de un caudillo y de una revolución en un país latinoamericano. Su estilo muestra originalidad en el lenguaje y gusto por hacer referencia a lo lujoso. Se considera que es un escritor de transición: sus primeras obras son modernistas, las últimas se integran ya a la Generación del 98. En el teatro, Valle-Inclán presenta una tendencia en tres direcciones: es poético, trágico y satírico. Dentro de sus tragedias está Romance de lobos (1908), en la que se presenta el fin de una estirpe, la de don Juan Manuel Montenegro, símbolo de los grandes señores feudales gallegos, que todavía tenían poder a fines del siglo XIX, de quien se burlan sus propios hijos, quienes son violentos y despóticos como él, pero sin virtudes, ya que la virtud de don Juan Manuel era la de ayudar a los mendigos. Don Juan Manuel termina muriendo a manos de uno de sus propios hijos: don Mauro, quien atropella a los mendigos y mata a su padre. En la obra aparecen personajes simbólicos como el Pobre de San Lázaro que representa al pueblo de Galicia, España, que se rebela contra el parricidio que se cometió. A continuación le presentamos un fragmento de la obra Romance de lobos. Jornada tercera Escena final La cocina de la casona. En el hogar arde una gran fogata y las lenguas de la llama ponen reflejos de sangre en los rostros. Los cuatro segundones aparecen sobre el fondo oscuro de una puerta, cuando la cocina es invadida por la hueste clamorosa que sigue al Caballero. El caballero: ¿Soy un muerto que deja la sepultura para maldeciros! Don Farruquiño: ¡Padre, tengamos paz! 171 Don Rosendo: ¡Fuera de aquí toda esa gente! El caballero: ¡Son mis verdaderos hijos! ¡Para ellos os pedí una limosna y hallé cerrada la puerta! Don Mauro: ¡Y la tiene franca! El caballero: ¡Llego para hacer una gran justicia, porque vosotros no sois mis hijos... ¡Sois hijos de Satanás. Don Farruquiño: Entonces somos bien hijos de don Juan Manuel Montenegro. El caballero: ¡Ay, yo he sido un gran pecador, y mi vida una noche negra de rayos y de truenos!... ¡Por eso 172 a mi vejez me veo tan castigado... ¡Dios, para humillar mi soberbia quiso que en aquel vientre de mujer santa engendrase monstruos Satanás!... ¡Siento que mis horas están contadas, pero aún tendré tiempo para hacer una gran justicia! ¡Vuelvo aquí para despojaros, como a ladrones, de los bienes que disfrutáis por mí! ¡Dios me alarga la vida para que pueda arrancarlos de vuestras manos infames y repartirlos entre mis verdaderos hijos! ¡Salid de esta casa, hijos de Satanás! A las palabras del viejo linajudo, los cuatro segundones responden con una carcajada, y la hueste que le sigue calla suspensa y religiosa. El caballero adelanta algunos pasos, y los cuatro mancebos le rodean con bárbaro y cruel vocerío, y le cubren de lodo con su mofas. Don Mauro: ¡Hay que dormirla, señor don Juan Manuel! Don Rosendo: ¿Dónde la hemos cogido, padre? Don Gonzalito: ¡Buen sermón para Cuaresma! Don Farruquiño: ¡No mezclemos en estas burlas las cosas sagradas! Don Rosendo: ¿Dónde hay una cama? Don Mauro: Vosotros, los verdaderos hijos, salid, si no queréis que os eche los perros. ¡Pronto! ¡Fuera de aquí! ¡A pedir por los caminos! ¡A robar en la cercas! ¡A espiojarse al sol! El segundón atropella a los mendigos y los estruja contra la puerta con un impulso violento y fiero, que acompañan voces de gigante. La hueste se arrecauda con una queja humilde. Pegada a los quicios inicia la retirada, se dispersa con un murmullo de cobardes oraciones. El caballero interpone su figura resplandeciente de nobleza. Los ojos llenos de furias y demencias, y en el rostro la altivez de un rey y la palidez de un Cristo. Su mano abofetea la faz del segundón. Las llamas del hogar ponen su reflejo sangriento, y el segundón, con un aullido, hunde la maza de su puño sobre la frente del viejo vinculero 173 que cae con el rostro contra la tierra. La hueste de siervos se yergue con un gemido y con él se abate, mientras los ojos se hacen más sombríos en el grupo pálido de los mancebos. Y de pronto se ve crecer la sombra del leproso, poner sus manos sobre la garganta del segundón, luchar abrazados, y los albos dientes de lobo y la boca llagada, morderse y escupirse. Abrazados, caen entre las llamas del hogar. Transfigurado, envuelto en ellas, hermoso, como un arcángel, se levanta El pobre de San Lázaro. El pobre de San Lázaro: ¡Era nuestro padre! La voz de todos: ¡Era nuestro padre! ¡Era nuestro padre! La voz de los hijos: ¡Malditos estamos! ¡Y metidos en un pleito para veinte años! Actividades: Conteste las siguientes preguntas acerca del fragmento de la obra dramática de Valle-Inclán que acaba de leer: 1. ¿Quién se le enfrenta a don Mauro, luego de que éste ha matado a su padre? 2. ¿Quiénes son los que gritan: ¡Era nuestro padre! ¡Era nuestro padre!? 3. ¿Cuál es el destino final que usted propondría para los hijos de don Juan Manuel y cuál para los mendigos 174 Recuerde que... La Generación del 98 es un grupo de escritores españoles que nacen a la vida literaria a fines del siglo XIX. Todos ellos tienen algunos rasgos en común: un profundo nacionalismo, una búsqueda de los valores más importantes de España: intentan recobrar la esencia española. Los une también un gran pesimismo. Entre los representantes de esta corriente literaria están: Pío Baroja y Ramón del Valle-Inclán, y Miguel de Unamuno. a quienes él ayudaba? Escríbalo en las siguientes líneas: 4. ¿Qué caracteriza la obra de del Valle-Inclán? Espacio de reflexión: ¿Que piensa de las obras presentadas pertenecientes a ésta época? ¿le gustan? ¿por qué? 175