1.3. El declive del algodón

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Esta situación se prorrogará durante los primeros años 60, y así
en al campaña 62/63 se Ilegaron a sembrar 346.200 ha., que es la
mayor superficie sembrada en España en su historia algodonera.
Este régimen de concesionarias cumplió el objetivo de expansión del cultivo siendo especialmente beneficioso para las industrias desmotadoras. Pero, por su parte, la industria textil estuvo
presionando al gobierno para que liberalizase las importaciones
de fibras, argumentando principalmente que los precios de mercancías exteriores eran inferiores a los nacionales. Es decir se
estableció un pulso entre la industria textil catalana y el sector
algodonero andaluz, ganado al final por la industria textil catalana, que consiguió la desaparición de las concesionarias, apoyándose en el abandono de la política autárquica del gobiernog.
1.3. EI declive del algodón
A finales de los años 50, con la ]legada al poder de ministros
tecnocráticos, la salida del aislamiento y la apertura comercial, se
va a provocar un importante giro en la política económica española, que se formalizaba con el ingreso de España en la OCDE
(1959). El Plan de Estabilización aprobado a su iniciativa, significará la puesta en marcha de una nueva política algodonera. iJna
política menos intervencionista, más preocupada por la calidad del
producto, abierta al comercio internacional y que suprime los contingentes de importación de fibra.
En febrero de 1962, un decreto y una orden complementaria,
deciden la caducidad de las concesiones exclusivas en zonas algodoneras, estableciendo la libertad de venta del algodón bruto por
parte de los agricultores (no querida al parecer ni por los agricultores ni por el subsistema desmotador), y la liberalización de
importaciones de fibra pagando sólo aranceles. En su lugar se fijaron precios mínimos de garantía para la adquisición de dos tipos
de algodón bruto por el Instituto para el Fomento de las Fibras
e EI diario "CÓrdoba" del 2/I I/1960, de manióesta tendencia agraria, publicaba: "EI cultivo del algodón tiene numerosos enemigos en España. EI principal reproche era que la industria textil puede obtenerlo
más barato en el Delta del Nilo o del Missisipi. Quizás sea cierto, pero siguiendo esa misma lógica, sería
más rentable comprar el trigo en Canadá, la came en Dinamarca o Argentina , la cebada en los Estados
Unidos y la remolacha en Alemania o Francia y dejar toda la geografía española a las perdices y los toros".
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Textiles. El precio del algodón fibra español dependerá ya en lo
sucesivo de las fluctuaciones del mercado internacional, compensándose a la industria desmotadora según el método "deficiency
payment" por la diferencia entre el precio interior que abonan al
productor y el precio internacional de la fibra, con pequeños matices en función de los costes de transporte.
Comienza otra nueva etapa en la política algodonera, etapa que
va a repercutir en un retroceso del cultivo tan espectacular como
había sido el incremento en los 20 años anteriores. Ni el pago en
razón de calidad de la fibra y según las diferentes categorías (campaña 66/67) en lugar del pago igual a todo el algodón bruto, ni el
establecimiento de tres modalidades de pago de la cosecha (campaña 68/69) serán efectivos. En la última campaña citada se sembraron 136.227 ha. lo que suponía e139,3% del área cultivada en la
campaña 62/63, o sea seis años antes.
Simultáneamente, en la campaña 66/67, es suprimido el
Instituto para el Fomento de las Fibras Textiles y sus funciones
fueron asumidas por la Dirección General de Agricultura y, al año
siguiente, por el FORPPA y el Instituto Nacional de
Investigaciones Agrarias (INIA), creándose el Departamento del
Algodón. Su entrada en funcionamiento apenas supuso cambios
notables en los objetivos de la política algodonera nacional y, por
consiguiente, tampoco consiguió frenar el declive del cultivo, producido a costes progresivamente más elevados y en desventaja
frente a cultivos alternativos más mecanizados. Y ello, a pesar de
ya no estar ligados los precios al productor con los precios pagados
por la industria textil. Pero ésta apenas demostraba ya interés en
el mantenimiento de la producción española.
Tampoco la recuperación superficial debida al incremento de
las primas a la calidad de la campaña 69/70 (se sembraron 154.151
ha.) tuvo continuación, pues a la siguiente campaña el descenso
fue de casi un 40%. EI algodón íba perdiendo importancia, e
incluso desapareció progresivamente en los secanos, y su plaza en
Andalucía es ocupada por el girasol. A partir de la campaña
69/70, que fue la primera de fijación de precio de garantía a esta
semilla oleaginosa, partiendo de unas cifras superficiales en secano casi idénticas para ambos cultivos, su evolución ha sido practicamente inversa.
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En definitiva, "la política de primas no ha servido sino para
mantener el difícil equilibrio económico del cultivo algodonero en
España y, consiguientemente, ha seguido detectándose una reducción en las superficies destinadas a este cultivo "9.
Nuevamente en un momento de crisis económica y penuria en
el mercado mundial, -inicio de los años 70-, se hizo necesaria una
revisión de la política algodonera, que aparecería plasmada en el
"Acuerdo sobre Bases de Política Algodonera" en 1973.
Definitivamente, el precio de la fibra para la industria textil
es acomodado al precio internacional, separándolo del precio al
agricultor al que se le ayudaba con un precio superior más unos
precios de garantía por calidades. Y se decide además auxiliar
económicamente a los agricultores y a sus asociaciones, a fin de
mecanizar la recolección y disminuir así sus costes de cultivo.
Si el primer año hubo éxito, con 100.748 ha. sembradas (campaña 73/74), los años posteriores a esta campaña seguirá la tendencia descendente anteriormente iniciada y, una vez recuperada la normalidad de los abastecimientos mundiales y retornada
la democracia en España, (campaña 76/77), el declive continuará. La oposición al funcionamiento de las cosechadoras por
parte de algún sindicato agrario, en época de agitación social
después de años de represión, trajo consigo que las grandes
explotaciones se retiraran del cultivo del algodón, aún un cultivo con grandes exigencias de mano de obra, puesto que la recolección no era mecanizada. En al campaña 78/79, en que fue
suprimida la prima a la recolección mecanizada, el área sembrada apenas superó las 40.000 ha., descendiendo un 44% sobre
la campaña anterior. Y en secano (3.388 ha. un 8% del total
sembrado) se bajó a la quinta parte de la superficie de sólo cuatro años antes.
Comienza entonces el estudio de un nuevo plan para el algodón, al que se etiquetó de cultivo social, con el fin de "salvarlo ",
pues su viabilidad parecía puesta en entredicho y, sin embargo no
podía prescindirse de él en un momento de creciente paro en las
principales zonas productoras situadas en Andalucía Occidental.
9 HERMANDAD SINDICAL NACIONAL DE LABRADORES Y GANADEROS,
1974. El campo habla del algodón, Hermandad Sindical Nacional de Labradores y Ganaderos,
Madrid.
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Este sería el primero de los planes quinquenales que comentaremos seguidamente.
1.4. Los Planes Quinquenales
Teniendo en cuenta los elevados costes para la Hacienda
Pública de la anterior política algodonera -y con la vista puesta en
la incorporación de España a las Comunidades Europeas (C.E.)el Ministerio de Agricultura tras consultar y negociar con otros
Ministerios, los representantes sindicales, y las organizaciones de
agricultores, elaboró el "Plan Indicativo para la Expansión del
Cultivo Algodonero", aparecido en el BOE de 30/4/79. Su meta
era incrementar la producción nacional en los cinco años de vigencia, según estos tres objetivos básicos:
- Económico: Producir fibra de algodón en condiciones de
precios y calidad similares a la de otros países equiparables
al nuestro.
- Social: Frenar la tendencia decreciente del número de jornales que proporcionaba el cultivo y mantenerlo a los niveles existentes.
- Agrícola: Incrementar el cultivo en regadío en las zonas más
idóneas hasta llegar a 90.000 ha. al final del Plan.
Como método para conseguir el primer objetivo se trataba de
reducir los costes mecanizando rápida y progresivamente la recolección, lo que aseguraba la rentabilidad y posible competitividad
del cultivo. Este objetivo económico no resultaba incompatible
con el objetivo social, dado que se preveía la sustitución de cultivos con una demanda menor de mano de obrá por el algodón que,
aún mecanizado, podía ser considerado un cultivo "social".
El objetivo agrícola se pretendía lograr mediante incentivos a la
transformación en regadío y la modernización de las infraestructuras de ^las zonas regables.
A pesar de los cuantiosos gastos públicos en forma de compensacionés de precios para la fibra nacional, originados por la eliminación de los excedentes de ésta, y en forma de subvenciones a la
recolección del algodón bruto, al terminar el plan (campaña
83/84), no se habían cubierto ninguno de los objetivos previstos.
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