LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL. EJECUCIONES

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LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL.
EJECUCIONES. CORRECION
La guerra supuso una fractura demográfica importante. Por un lado, el impacto en
pérdidas humanas fue muy considerable. Se estima que las víctimas de la guerra
superaron el medio millón de personas, incluyendo muertos en combate y
represaliados en retaguardia.
Desde el punto de vista histórico, las consecuencias políticas y culturales fueron las
más importantes Con la dictadura militar se estableció la perdida de las libertades
políticas y la persecución de cualquier forma de disidencia, enviando a cárceles y
campos de concentración a todos los combatientes del bando republicano que no se
exiliaron.
Las ejecuciones en retaguardia fueron uno de los aspectos más atroces de la
contienda civil. Si tuvieron diferente carácter en las dos zonas (selectivas en la zona
leal a la República – clérigos, patronos y políticos destacados de la derecha
antirrepublicana-, masivas en el bando rebelde para dejar une retaguardia « limpia »
de enemigos), los asesinados se contaban por miles, incluso en provincias en las que
triunfó la rebelión sin apenas oposición – casos de las castellanas y gallegas.
Además, habría que contabilizar los ejecutados por los vencedores tras la guerra, que
no bajarían de 50 000 personas. A estas hay que sumar, al menos, otras 300 000
personas exiliadas a Francia y países latinoamericanos principalmente.
A. La represión política.
Millones de personas se vieron obligadas a cambiar bruscamente su comportamiento
e ideas conforme a las exigencias políticas y sociales del nuevo Estado. Otras ( 60
000 entre 1939 y 1945 ?) no tuvieron ni siquiera esa oportunidad, y fueron ejecutadas,
mucho más importantes en comparación a Francia tras la liberación.
Además, a la luz de los estudios más recientes, se puede estimar las cifras de las
ejecuciones contabilizadas por los historiadores entre 30 000 o 50 000
Los exiliados tuvieron que adaptarse a los países de acogida en situaciones
especialmente dramáticas y con la guerra mundial a punto de estallar, mientras que
los miembros de los partidos políticos derrotados que optaron por quedarse en España
sufrieron duras penas de cárcel y una continua marginación social. La jerarquía
eclesiástica, que estuvo al tanto de la represión oficiada por los ganadores, eligió
muchas veces silencio o la justificación de los excesos pretextando un bien mayor.
B. El control social e ideológico : censura, educación y propaganda.
La represión social fue, con el hambre, la primera en aparecer en la escena de la
posguerra. Un gran sector de las clases medias y obreras de filiación republicana se
despobló depurado por el régimen, que le sustituyó en sus trabajos por otras personas,
la mayor parte sin cualificación para la tarea encomendada. El temor a la represión y
la necesidad de trabajar creó una adhesión interesada al régimen, que alcanzó a
muchos sectores y que se apoyó en un sistema policial de delaciones, denuncias y
venganzas.
La prensa y los medios de comunicación fueron un instrumento férreamente
controlado por el Gobierno ; primero por, el ministerio de Gobernación y, a partir de
1951, por el Ministerio de Información y Turismo. Los periódicos eran llenos de una
información seleccionada, depurada y censurada, que reproducía las consignas
dictadas desde el poder. « Franco manda y España obedece ». pregonaba una
consigna propagandística del régimen franquista.
Universidades, institutos y, en particular, el cuerpo de maestros nacionales fueron
víctimas de implacables procesos de depuración. España perdía para siempre
científicos, juristas, historiadores, poetas y pintores que encontrarían, en muchos
casos, reconocimiento y acogida en distintos países de Hispanoamérica. Cerca del
90% de los intelectuales abandonó el país, dejando sin maestros a los españoles. Casi
al completo, la espléndida generación del 27, con Pedro Salinas, Rafael Alberti y
Jorge Guillén al frente, salió de España.
A través de un control absoluto de los mecanismos de propaganda y educación, solo
debilitado en los últimos años del período, la generación de la posguerra recibió un
modelo de enseñanza autoritario y coactivo del que se liberó luego por sus propios
medios.
C. Los años de hambre.
Los años 1939-1942 fueron de hambre generalizada, que provocó un movimiento de
ruralización impulsado por las condiciones de inhabitabilidad de muchas ciudades. La
batalla contra el hambre hizo ingerir varios residuos alimenticios que no fueron
suficientes para evitar ciclos epidémicos graves de tuberculosis, tifus o disentería.
La decisión de repartir equitativamente los escasos alimentos disponibles de primera
necesidad – mediante la cartilla de racionamiento – a precios razonables generó un
mercado negro de tal envergadura que obligó al gobierno a amenazar con la pena de
muerte a « aquellos cuyas maniobras especulativas pudieran ser calificadas de
rebelión ». Fruto de la corrupción generalizada, se propagó una red comercial paralela
que negociaba a precios de mercado negro e imponía el estraperlo como forma de
comprar, vender y subsistir.
El problema de la vivienda, muy grave en las zonas industrializadas, no sería
afrontado por el Gobierno hasta 1957, cuando puso en marcha un ministerio con tal
fin, el « Instituto Nacional de la Vivienda ». Por ello, el chabolismo formó parte
durante largos años del paisaje urbano de los cinturones industriales.
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