El Reino del Hada Ludivina Loar Zour © 2009 Dedicación Para todos los niños Página 1 En ciertos momentos del día o la noche, se dice que el reino de las hadas abre sus puertas y que los seres humanos pueden entrar. Erase una vez, esto es lo que le pasó a la pequeña Fleur: Estaba jugando a las escondidas con su papá y su mamá y se escondió detras de un lindo arbustito. ¡Fue allí que sucedió! Un minuto más tarde, sin saber como había ocurrido, se encontró sentada en una piedra llana en medio de un bosque desconocido. ¿Qué estaba haciendo allí? Página 2 Tenía que encontrar cómo volver, así que se levantó y empezó a caminar. Había un pequeño sendero entre los árboles, de seguro la llevaría a casa, a su mamá y papá. Fleur avanzó cuidadosamente, mirando a su alrededor el hermoso bosque, era diferente a todos los bosques en los que había caminado con sus padres. Todo era diferente, incluyendo por ejemplo, el enorme caracol que era más grande que ella, quien le sonrió con una mirada gentil. Página 4 “¿Y quién eres tú?” Preguntó el caracol. “Eh… mi nombre es Fleur… ¿y tú?” Riéndose, el caracol le dijo que se llamaba Lulú. “¿Te puedo ayudar?” le preguntó Lulú dulcemente. “Sí por favor, creo que estoy perdida y quisiera encontrar a mi mamá y papá,” le dijo Fleur un poco llorosa. “¡Ah, entonces eso es! Veremos lo que podemos hacer para ayudarte. Ven, voy a presentarte a alguien. Súbete en mi espalda.” Fleur se subió al caparazón de Lulú y se marcharon. En el camino Lulú le dijo los nombres de todos los amigos a medida que los pasaban: los árboles, las flores, el búho (quien todavía estaba dormido), el conejo (quien cruzó el camino corriendo, apresurado por ir a casa). Página 6 ¡Aparentemente, Lulú tenía muchos amigos! Con una gran sonrisa, cada uno de ellos le dió gentilmente los buenos días a Fleur, haciéndola sentir menos triste. Lulú y Fleur llegaron a una encrucijada en el camino y en el medio había una gran roca. La roca tenía los ojos cerrados y roncaba ruidosamente. “¡Hey Marta! ¡Despierta!” La roca gruñó y abrió sus grandes ojos azules enmarcados por unas magníficas y largas pestañas. “Ah, eres tú Lulú. Conoces bien este camino, ¿por qué me despertaste?” “Necesito saber donde está la Señora hoy. ¡Mira lo que traigo en mi espalda! Se llama Fleur y está perdida. Tenemos que ayudarla a regresar a casa.” “Oh, está bien. Entiendo. La Señora está en la cascada amatista.” Lulú le dió las gracias a Marta y tomó uno de los senderos. Página 8 “Marta es vieja y está un poco sorda, pero custodia muy bien el camino,” le explicó Lulú. “Mira hacia allá, ¿ves esa Señora? Es el hada Ludivina. Has entrado en su reino y sólo ella te puede ayudar a regresar a casa.” ¡Los ojos de Fleur se abrieron enormes! Había escuchado que las hadas existían, pero nunca pensó que un día llegaría a ver una. El hada observó los curiosos viajeros, Fleur sentada en la espalda de Lulú. Página10 “Bueno Lulú” le dijo, “¿a quién has salvado hoy?” “Señora, es una niñita que se perdió en nuestro reino.” “Te agradezco Lulú. Voy a cuidar de ella. Fleur, puedes bajarte de la espalda de Lulú.” El hada se arrodilló frente a Fleur. ¡Era un hada hermosa! ¡Fleur se sonrojó de emoción! ¡Nunca había visto tal maravillosa persona! Página 11 “Buenos días Fleur. Soy el hada Ludivina.” No te preocupes, vives cerca de aqui. Te llevaré de vuelta al portón de tu jardín. ¿Quieres algo de comer y tomar? ¿Aún no has tomato el té, verdad? “Así es.” respondió Fleur. “me perdí antes de la hora del té.” Ludivina extendió su delicada mano perlada y con esto apareció una mesa colmada de delicias y bebidas. Fleur se sentó junto a Ludivina. Mientras comían deliciosos pasteles, y tomaban té, conversó con Ludivina acerca de las hadas y su reino. Página 12 Ludivina le explicó que su trabajo como hada, era proteger a los niños. No existía un niño triste o infeliz que no conociera. Fleur le preguntó que sucedía cuando el hada escuchaba el llanto de un niño, o cuando sentía que un niño era infeliz. “Me acerco al niño, sin que este me vea, pues fuera de mi reino muy pocos pueden verme, (pero los niños me ven mucho mas fácilmente que los adultos, porque estos ya no creen en hadas). Entonces los abrazo y les murmuro al oído dulces palabras para sanar su tristeza. Algunas veces, el niño escucha estas palabras y regresa su sonrisa, pero algunas veces no puede escucharme y continúa siendo infeliz.” Ludivina bajó tristemente la cabeza, luego levantó los ojos y le dijo: “Fleur, si algún día te sientes infeliz, llámame y yo siempre estaré ahí para ayudarte, aún si no me puedes ver.” “Voy a decirte algunas palabras secretas que les susurro al oído a los niños: Cada niño es un tesoro precioso; si lo crees, nadie ni nada puede hacerte un daño del que no te puedas recuperar. Nunca lo olvides, porque si lo crees, que tu vida es preciosa, harás milagros por tí misma y por los demás. ¿Me entiendes?” Página 14 Fleur asintió “Sí.” Había escrito aquellas palabras en su corazón y sabía que nunca las olvidaría. De esta manera, las palabras del hada la ayudarían cada vez que las necesitara. Ludivina leyó los pensamientos de Fleur y sonrió, pues el mensaje más importante había sido transmitido. “Ahora voy a acompañarte a la puerta del jardín. ¿Estas lista?” Tomadas de la mano cruzaron el hermoso bosque de las hadas y llegaron a una puerta de madera pintada de blanco. “Tengo que dejarte aquí Fleur, atraviesa la puerta y te encontrarás en tu jardín.” “Hasta pronto Fleur,” le dijo dándole un gran beso en la mejilla. Fleur entró por la puerta y se volteó para decirle adiós a su amiga el hada, pero el reino de Ludivina ya había desaparecido y se encontraba en medio del jardín de su mamá y papá. ¡Qué maravilloso era tener una amiga como el hada Ludivina! Fleur corrió hacia la casa de sus padres, su corazón lleno de dicha, confiada de que le iría muy bien en todo. Todos los derechos reservados