EL PENSAMIENTO DE LOS DOCENTES Y SU IMPRONTA SOBRE

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Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Humanas
V Encuentro Nacional y II Latinoamericano La Universidad como objeto de investigación
EL PENSAMIENTO DE LOS DOCENTES Y SU IMPRONTA SOBRE EL HACER PROFESIONAL
Ing. Agr. M.Sc. Biolatto, Renato Enrique.
Facultad de Ciencias Veterinarias, UNR. Argentina.
E-mail: [email protected]
Palabras Claves: docentes, interés, curriculum, impronta, práctica profesional.
El conocimiento profesional se basa principalmente en la formación científica disciplinar adquirida en parte a
través del pasaje o trayecto que los estudiantes hacen por la facultad, e indudablemente el currículo y la
manera particular de entender la profesión y su hacer profesional condicionaran la labor profesional de los
mismos cuando egresen.
El planeamiento y el modo en que se implementa y lleva adelante un diseño curricular, entendiendo este
como fruto de un proceso social, histórico y contextualizado, indudablemente ha de marcar y sesgar el perfil
profesional y la visión que los futuros egresados han de tener sobre su propia práctica.
Y desde este posicionamiento del curriculum como hecho social es que consideramos que son aquellos
actores con mayor poder de decisión en la institución, tal el caso de los docentes, quienes a través de su
pensamiento, de su interés, de la manera de actuar, de llevar adelante todo aquello que está explícito y de
ejecutar lo que no se enuncia pero marca el hacer institucional, de alguna manera promueven y orientan la
fuerte impronta
que el plan de estudios realmente vivenciado ha de dejar en los futuros Médicos
Veterinarios.
Es por ello que consideramos que no vasta con dejar por escrito una propuesta de plan de estudios a la que
considera superadora, sino que hay que trabajar de manera conjunta con todos aquellos actores institucionales
que han de llevar adelante el futuro proyecto para tratar de superar esa visión perimida del hacer veterinario
en su campo de acción profesional.
Hoy la sociedad solicita y exige un Médico Veterinario capaz de enfrentar situaciones nuevas, capaz de dar
respuestas superadoras que promuevan el desarrollo de la sociedad de una manera sustentable y en equilibrio
con el medio ambiente, y no es con un profesional orientado principalmente hacia la faz médico clínica como
hemos de lograrlo.
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Algunas consideraciones sobre currículo y práctica profesional.
La celeridad en el ritmo actual de producción de conocimientos y los cambios a los que se han visto
sometidas las organizaciones educativas, las impulsaron a modificar los criterios de planeamiento curricular y
a redefinir los procesos de selección del saber para la conformación del curriculum, teniendo siempre
presente que este debe ser siempre abordado desde una “concepción global y compleja que hace referencia al
carácter del mismo concibiéndolo como proceso social” (Alicia de Alba 1991: 138).
Ahora bien el currículo institucional se presenta bajo dos formas, una de ella explícita, oficializada diríamos
que blanqueada, correspondiendo al curriculum explícito que es aquel con objetivos y contenidos que hacen a
la formación de un futuro profesional, pero también sabemos que hay otras acciones que no figuran en ese
currículo y que son formadoras de subjetividad.
Ese otro currículo, el oculto, alude a los efectos provenientes de experiencias vividas en la realidad cotidiana
de la organización, sin planificación previa y responde a modalidades de pensamiento, juicios valorativos,
actitudes y disposiciones para la acción, que se corresponde con lo que algunos autores llaman “el imaginario
institucional”, entendiendo por este; las imágenes, creencias y representaciones; tanto concientes como
inconcientes; con que los actores institucionales significan sus prácticas cotidianas.
El egresado para conseguir su título de grado debe recorrer un plan de estudios o diseño curricular, debe
alcanzar los objetivos que el mismo propone, pero es indudable que el currículo real, suma de los
anteriormente enunciados, es el responsable de la verdadera significación que el futuro veterinario de a su
práctica profesional fruto de la formación académica recibida.
Dimos cuenta del currículo como hecho social, en consecuencia la forma y los objetivos de esa construcción
seguramente estarán determinados por intereses fundamentales, que lógicamente han de suponer conceptos
de personas y de la visión de aquellos que lo constituyeron, tienen acerca del mundo y de las relaciones
sociales.
Shirley Grundy (1991: 23 y ss) toma la teoría de los intereses constitutivos del conocimiento del filósofo
alemán Jürgen Habermas para establecer un marco que dé sentido a las prácticas curriculares. Se trata de una
teoría sobre los intereses humanos fundamentales que influyen en la forma de “constituir” o construir el
conocimiento.
Es así como Habermas (1972: 211 y ss) señala tres intereses cognitivos básicos: técnicos, prácticos y
emancipadores.
Ellos constituyen los tres tipos de ciencia mediante lo que se genera y organiza el saber en nuestra sociedad,
de esta manera relaciona las ciencias empíricas-analíticas al interés cognitivo técnico, las ciencias históricohermenéuticas al práctico, y el enfoque de las ciencias críticamente orientadas incluye el interés cognitivo
emancipador.
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Para poder establecer los vínculos que llegan a crearse entre estos tres tipos de intereses y el curriculum, que
de ellos puede surgir, es necesario que establezcamos concisamente las diferencias que existen entre ellos.
El interés técnico, de acuerdo con el filósofo alemán, consiste en el control y la posibilidad de explotación
técnica del saber y “como la ciencia empírico-analítica se ocupa de identificar las regularidades que existen en
el medio, es posible formular reglas para la acción basadas en estas regularidades” Grundy resume que “es un
interés fundamental por el control del ambiente mediante la acción de acuerdo a reglas basadas en leyes con
fundamento empírico” (Grundy 1991: 29).
El interés práctico se trata de un interés por comprender el medio de modo que el sujeto sea capaz de
interactuar con él, se basa en la necesidad fundamental de la especie humana de vivir en el mundo y formando
parte de él, y no compitiendo con el ambiente para sobrevivir. Para esta autora “se trata del interés por llevar
a cabo la acción correcta (acción “práctica”) en un ambiente concreto”, también acota que la acción que surge
de este interés es la interacción, no es una acción sobre el ambiente, sino acción con el ambiente; por lo tanto
el interés práctico genera conocimiento subjetivo en vez de objetivo.
Ella define que “el interés práctico es un interés fundamental por comprender el ambiente mediante la
interacción, basado en una interpretación consensuada del significado” (Ibid. 1991: 32).
Habermas siguiendo a Kant considera que para las personas como seres intrínseca, o al menos
potencialmente racionales, de modo que los intereses estimulados por la razón son más fundamentales que
los motivados por la inclinación o el deseo (1972: 198 y ss).
Surge así el interés por la emancipación, por lo que Habermas identifica la emancipación con la autonomía
y la responsabilidad. “La autorreflexión es a la vez intuición y emancipación, comprensión y liberación de
dependencias dogmáticas” (Ibid. 208).
Surgen asociados conceptos de libertad y a su vez, a este término, se lo relaciona a los de verdad y justicia.
Sobre este interés Grundy acota que “el interés emancipador genera teorías críticas, son teorías acerca de las
personas y sobre la sociedad y la deformación para inhibir la libertad” y termina definiéndolo como “un
interés fundamental por la emancipación y la potenciación para comprometerse en una acción autónoma que
surge de intuiciones auténticas, críticas, de la construcción social de la sociedad humana” (ibid. 38).
Mientras los otros dos intereses se ocupan del control y de la comprensión respectivamente, el emancipador
se preocupa de la potenciación, o sea, de la capacitación de individuos y grupos para tomar las riendas de sus
propias vidas de manera autónoma y responsable
Hemos abordado someramente los distintos tipos de intereses cognitivos y en función de ellos vamos a
establecer diferencias conceptuales entre los curricula productos de los mismos.
En un curriculum técnico se consigue un “producto” que es el estudiante, en donde el objeto de trabajo del
profesor consiste en reproducir en ellos las diversas ideas que orientan esa labor. Podríamos decir que es un
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curriculum que manipula, que no solo controla el proceso sino también el contenido curricular, y a su vez
objetiva la realidad “considera el ambiente como objeto” (Grundy 1991: 51), y surge así de manera
fundamental el concepto de destreza.
El curriculum práctico se basa en el conocimiento o juicio práctico. Este es un conocimiento propiedad del
autor, convertido en personal, en él se reúnen conocimiento, juicio y prueba.
La autora sostiene que el interés práctico genera una acción entre sujetos, no sobre objetos, y lo importante
es ejercitar el juicio a través de la deliberación, llamada a menudo “reflexión” en la bibliografía en uso.
Además afirma “que el juicio práctico da lugar a la interacción (acción práctica). La acción práctica (praxis) no
es una acción aleatoria, es una acción “en relación con el bien humano” y concluye “que el curriculum es
visto como un conjunto de documentos para poner en práctica” (Ibid. 91 y ss).
Es en este sentido que para el práctico consiste en interpretar al curriculum como un “texto”. No solo tiene
derecho, sino también obligación, de dar su propio significado al mismo.
Un curriculum emancipador supone una relación recíproca entre “reflexión y acción”, Paulo Freire dice
“(...) la actividad de los hombres consiste en la acción y la reflexión: es la praxis (...) y , en cuanto praxis,
necesita una teoría que la ilumine. La actividad de los hombres consiste en teoría y en práctica; es reflexión
acción” (1972: 96).
Grundy sobre la obra de Freire acota que “la praxis supone un proceso de construir un significado a las
cosas, pero se reconoce que el significado se construye socialmente, no es absoluto” (1991: 147).
Consideraciones acerca de los alcances de la profesión veterinaria.
Diversos autores entre los que podemos citar a Rosemberg y Casas Olascoaga (1991: 333).
hace más de una década, anticipándose a corrientes de pensamiento surgidos con posterioridad, plantearon
de una manera sumamente clara y fundamentada la necesidad de modificar la visión del médico veterinario.
Ellos establecieron una doble contrariedad dentro del marco conceptual que sustenta la profesión.
Por un lado hacen referencia al paradigma médico que siempre guío la acción veterinaria y, como ya quedó
planteado, la práctica profesional tomó el ejemplo de la medicina humana y aplicó iguales conceptos al
tratamiento de animales.
Por lo tanto quedaría establecido el binomio salud – enfermedad, donde el animal era un paciente al que había
que devolver el nivel de salud esperado, incluso se hablaba de “ruidos” y de tener que volver a conseguir en
el paciente un nivel de “silencio” esperado al recuperar la salud.
La segunda contrariedad estaba en la no resolución del objeto formal abstracto de la medicina veterinaria. “El
objeto formal abstracto de las ciencias veterinarias y, por ende, de la práctica profesional, no es menos
ambiguo y contradictorio. Como se ha visto, el veterinario transpone, casi siempre, el concepto de salud
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pública a la salud de los animales”. Pero esta situación sería de indefinición solo en apariencias pues como
ellos lo definen “generalmente la profesión entiende que su objeto específico de promoción de saludbienestar es la población animal. En el mejor de los casos incluye a ambas (la humana)” (Ibid. 336). Se piensa
en el bienestar de la población animal y sin embargo se trabaja para lograr producir alimentos, animales de
compañía u otros bienes provenientes de los animales para satisfacer necesidades humanas. Por ellos es lógico
aseverar que “todas las actividades paradigmáticas de la profesión veterinaria tienen vinculación directa de
objeto con el bienestar físico, psíquico y social del hombre”.
Sabemos que aún cuando las incumbencias y los planes de estudios habilitan a los veterinarios para ejercer su
acción en cualquiera de las distintas áreas de acción profesional tradicionales como son
la clínica, el
sanitarismo (salud pública y animal) y la producción animal parecería que su participación afectada por la
“concepción médica”, estaría más limitada a la sanidad. Quedando los aspectos ligados a la nutrición, genética y
manejo fuera del alcance del hacer profesional.
Cabe destacar que esta acción / participación en el área de la sanidad responde a una problemática de larga
data en las carreras de Ciencias Veterinarias, tal cual se lo plantea en: el informe final del trabajo de
investigación acerca del “Perfil Veterinario: grado de adecuación de su formación frente a los requerimientos
del mercado” de la UBA, (1985: 25), Mollis para la Facultad de Cs. Veterinarias de La Plata (1994) y Biolatto
(2005) para la facultad de Ciencias Veterinarias UNR.
Pensando en una propuesta superadora la Federación Veterinaria Argentina ( FEVA) en 1997 lanza un
documento madre para las distintas Facultades de Veterinarias del país donde establece de manera general el
Perfil Profesional trabajándolo desde los postulados pedagógicos de la UNESCO y determinan que: es
“aquel profesional
que adquiere conocimientos, habilidades y destrezas de su campo profesional, la
especialidad en el ejercicio y sus relaciones con otras profesiones; con habilidades para el planteamiento
adecuado de los problemas específicos (.....), con capacidad para la evaluación permanente que le permita
percibir y distinguir fenómenos y problemas del campo científico, profesional y social (...), con aceptación y
aprecio de las manifestaciones culturales, científicas, artísticas, (...), con valoración del método científico como
instrumento de comprensión de los fenómenos naturales y problemas sociales (...), con actitud crítica hacia la
vida personal, el ejercicio profesional, compromisos sociales y políticos (...), y con conciencia humana de su
rol en la sociedad y la historia; y compromiso activo en la construcción de una sociedad más Justa y
Humana”.
Ahora bien la Facultad de Ciencias Veterinarias UNR, ante esa situación de cambios políticos, económicos,
sociales se planteó modificar el plan de estudios y concretar así un nuevo Diseño Curricular que pudiese
llevar adelante las adecuaciones que estos nuevos escenarios exigen.
Es así como en el año 2003 se puso en vigencia el nuevo Plan de Estudios de la carrera de Medicina
Veterinaria UNR.
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Algunas consideraciones sobre el nuevo Diseño Curricular 2003
Este nuevo plan recién tiene cinco años de aplicación, con un número bajísimo de alumnos que están en
condiciones de poder cursar la totalidad de materias de quinto año durante el presente ciclo lectivo, por ende
sin egresados y sin poder establecer a través de ellos la impronta que el mismo les ha fijado.
En la Resolución C.S. N° 745/2002 de la Universidad Nacional de Rosario que aprueba el nuevo plan de
estudios de la carrera Medicina Veterinaria y quedan especificados los siguientes aspectos.
-Finalidad: la Facultad de Ciencias Veterinarias tiene como propósito institucional fundamental la formación
integral de profesionales en Medicina Veterinaria con sólidos
conocimientos en las ciencias básicas,
indispensables para un abordaje comprensivo de las áreas disciplinares más específicas de la carrera;
ofreciéndoles un continuo proceso de aprendizaje que garantice la adquisición de un pensamiento crítico y
creativo necesario para transformar la realidad utilizando como herramientas los actuales avances en la
ciencia y la tecnología.
La formación general debería, dadas las condiciones socioculturales y las perspectivas políticas y económicas a
largo plazo que imperan en nuestro país, garantizar mayores posibilidades de inserción de los egresados,
como así también un compromiso manifiesto frente a las demandas reales de la sociedad, propendiendo a
mejorar la calidad de vida del hombre y la conservación del medio ambiente, a partir de una actitud
permanente de solidaridad y respeto frente a la diversidad cultural, ideológica, biológica, etc.
Es por ello que la impronta que este plan pretende es la de obtener un Médico Veterinario Generalista.
-Objeto de Estudio: el objeto de estudio de la carrera de Medicina Veterinaria involucra a los animales como
poblaciones o como individuos en interacción con el ambiente y los sistemas productivos a favor de
promover una mayor calidad de vida del hombre y su contexto ambiental.
-Perfil del título: en este marco conceptual se adscribe al siguiente perfil profesional de Médico Veterinario:
Es el profesional que en función del mejoramiento de la calidad de vida y el desarrollo humano sustentable,
imbuido de un espíritu ético, científico y humanístico sea capaz de ejecutar acciones tendientes a la previsión,
planificación y resolución de la problemática planteada en diferentes ámbitos de la realidad socio-cultural y
ambiente, con relación a todo lo que directa o indirectamente sea atinente a las especies animales (FEVA, 2°
Plenario 1996).
Al realizar una lectura minuciosa de estos enunciados es posible interrogar al documento y encontrar
respuestas para cada uno de los analizadores que hemos planteado.
-Para el caso de Finalidad el ejercicio sería:
¿Qué formación es la que se busca?
•
Una formación integral.
•
Sólidos conocimientos básicos.
•
Aptitud de respeto frente a la diversidad (ético)
¿Qué profesional?
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•
Un profesional crítico y creativo.
¿Qué fin se persigue?
•
Transformar la realidad, mejorar la inserción, satisfacer las demandas reales y en consecuencia mejorar
la calidad de vida del hombre y conservación del medio ambiente.
Al analizar Objeto de Estudio queda claro que es el animal de manera individual o poblacional a fin de lograr
una “mayor calidad de vida del hombre y su contexto ambiental”.
-Y para Perfil Profesional también podemos hacernos preguntas y encontrar sus respuestas en el documento.
¿Qué formación profesional se busca?
•
Ético, científico y humanista.
¿Para qué fin?
•
Mejorar la calidad de vida y un desarrollo sustentable.
¿Cómo lo hace?
•
Previendo, planificando y resolviendo la problemática sociocultural y ambiental.
Hay concordancia entre los tres apartados a nivel del fin a lograr. Quedando claro que es el bienestar del
hombre dentro de un contexto ambiental y sociocultural.
El término “problemática sociocultural” es tomado del documento de FEVA donde el mismo posee un
fuerte significado que marca una impronta al Perfil Profesional a conseguir, permanentemente se hace
referencia al animal, al medio y al hombre en un contexto socioeconómico determinado, se establece que “la
salud y la enfermedad se conciben, así como un proceso determinado socialmente por las condiciones
concretas de existencia” (
FEVA 1977: 8).
Consecuentemente esa misma idea fuerza debería estar presente en la Finalidad y el Objeto del nuevo plan de
estudios, hecho este que no queda planteado a excepción de un lineamiento superficial en Objeto donde se
hace referencia a “la mayor calidad de vida del hombre y su contexto ambiental”.
¿Cómo se propone lograr este objetivo? A través de una sólida formación ética – científica y humanística.
El pensamiento docente sobre el hacer profesional
Ya hemos dado cuenta con antelación que el curriculun es un constructo social, y por ser producto de la
acción de los hombres debe surgir del interés en particular que en ese momento histórico haya prevalecido
entre aquellos que tuvieron ingerencia directa en su concreción.
Si analizamos lo explicitado por este nuevo Diseño Curricular estamos en condiciones de aseverar que el
mismo se adecua a la nueva visión que se tiene sobre el hacer del Médico Veterinario alejada de la labor
preponderante en la faz clínica, pero para concretar
dichos enunciados. Sabemos que no basta con
explicitarlos y dejarlos especificados en un documento sino que hay que llevar adelante acciones que los
posibiliten.
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El nuevo plan de estudios debería tener una serie de contenidos, de actividades, de realización de prácticas
que permitiesen garantizar el logro de dicho objetivo. Es así como a través del análisis curricular realizado a
dicho plan de estudios (Biolatto 2005: 85) se pudo aseverar que este plan sigue enfocando la formación del
veterinario alrededor de la figura del animal enfermo, siendo tomado este como unidad o caso aislado y no
en un contexto y en una población en particular.
El grueso de las asignaturas que corresponden al área de Producción Animal y Salud Pública se encuentran
concentradas en el último tramo de la carrera por lo que se piensa que ha de ser sumamente difícil modificar
el concepto clínico de la profesión adquirido por los alumnos durante el transcurso por los primeros años del
plan de estudios.
Si se intenta introducir una visión de sistema, esto no es posible de lograrlo solo a través de algunas materias;
se necesita incorporar y retrabajar todos los contenidos desde este concepto en todas las asignaturas.
Rosemberg y Casas Olascoaga manifestaban que “el paradigma veterinario, sin embargo, no se resuelve
incorporando disciplinas de economía, sociología, ecología y teoría de sistemas, a la formación académica del
profesional.
La búsqueda de un paradigma veterinario debe comenzar por resolver su objeto formal
abstracto. Este es, y siempre fue, a nuestro juicio, las poblaciones humanas y no las animales”( 1991: 343).
En función de todo lo explicitado se argumentó que el nuevo diseño de plan de estudios tampoco muestra
una clara relación con el diseño anterior.
Las materias se incorporan, los objetivos se enuncian pero para lograrlos se exige un cambio de visión de los
profesionales que indudablemente ha de encausarse durante el proceso de su formación académica y sobre
este hecho en particular, no podemos aseverar que así ocurra si no se instauran espacios para el debate donde
se replanteen temas precisos como ser: objeto de estudio, alcances de la profesión entre otros.
Es ante esta situación que estamos en condiciones de enunciar que el nuevo plan de estudios mantiene los
lineamientos que guiaron históricamente la práctica de los Médicos Veterinarios en las distintas casas de
estudios del país, es decir el hacer principalmente médico, tal cual quedó explicitado en los trabajos de Mollis
y de la Fac. de Ciencias Veterinarias de la UBA oportunamente citados
En igual sentido Gastaldi et. al. (2006) aseveraban para la facultad de Ciencias Veterinarias UNL que “el
título de Médico Veterinario, enfatizaba en conocimientos clínicos, con escasa formación en producción y
salud pública, (…) criterio prevalente en todas las facultades (…)”.
¿Y dónde hemos de encontrar el fundamento a esta forma de pensar la profesión y su hacer en el campo
laboral?
Indudablemente la respuesta está en el interés que marca el hacer profesional, en la visión que se tiene sobre
la propia práctica y la función de los saberes específicos que entran en juego en el campo profesional.
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En concordancia con C. Muñoz (2001: 1), es necesario señalar “que todo plan de estudio es producto del
contexto histórico, político y educacional, y resulta del interjuego de las tendencias dominantes en el discurso
pedagógico, de los intereses y luchas de poder de diferentes sectores y del currículo en acción, o sea lo que
está haciendo, que está regulado por las tradiciones que ese plan hace propias. Constituye un dispositivo
formativo, que regula la práctica y permite en algún grado anticiparla, aunque resulta insuficiente para
comprender y analizar lo que sucede en ella”.
Y es sobre este concepto, el de las “tradiciones”, de lo instituido, de lo que marca el paradigma que
sustenta la acción profesional que debemos trabajar.
Creemos conveniente incorporar a este análisis el concepto que Sanjuro (2002: 41) toma de Davini acerca de
las tradiciones “entendemos por tradiciones a configuraciones de pensamiento y de acción que, construidas
históricamente, se mantienen a lo largo del tiempo, en cuanto están institucionalizadas, incorporadas a las
prácticas y a la conciencia de los sujetos. Esto es que, más allá del momento histórico que como matriz de
origen las acuñó, sobreviven actualmente en la organización, en el currículo, en las prácticas y en los modos
de percibir de los sujetos, orientando toda una gama de acciones” (1995: 20).
En las palabras de Mollis (1994: 32) se aclara que es factible “reconocer el mandato histórico que la
institución sostiene como una tradición no siempre explícita, constituye un paso necesario para la elaboración
de un nuevo plan de estudios”, podemos encontrar el centro de esta problemática. Si realmente tenemos la
intención de mudar, de producir cambios que atiendan a la demanda para formar un profesional distinto al
logrado hasta este momento, los mismos deberían comenzar por mudar el mandato que rige la profesión y
para concretar esta aspiración debemos pensar en otro tipo de cambio distinto al actual.
Hace una década Alicia Camilloni (1995: 27) manifestaba que “nosotros estamos acostumbrados a las
modificaciones vegetativas: se cambia una materia por otra, se arreglan las correlativas o se cambia el número
de horas, una materia anual se hace cuatrimestral o se divide en dos cuatrimestrales. (...) Los cambios deben
tocar todos los aspectos de lo que podríamos decir el diseño y la implementación del curriculum, y requieren
algo que parece ser casi nuevo en la cuestión curricular, que es la creación de un verdadero proceso de
administración del cambio curricular. Ya no bastan los retoques, ya no basta tratar de maquillar y modernizar
un curriculum por el agregado de una nueva materia, o pensar en el alargamiento, que ha sido el modo de
actualizarlo durante mucho tiempo”. Vemos así como pese al tiempo transcurrido, este pensamiento no ha
perdido vigencia en nuestro caso, con respecto al tipo de cambios propuestos en el nuevo diseño de plan de
estudios; sino que hay que tratar de modificar lo instituido en él.
Esta autora siguiendo a William A. Reid (1961, 1968) manifiesta que “un cambio curricular es una forma de
cambio sociocultural muy profundo. Si nosotros queremos cambiar realmente el currículo que se enseña y no
solamente lo que está escrito en los papeles, y no aludo al pequeño cambio que implicaría sacar una materia e
introducir otra, sino de un cambio serio, aunque ese cambio estuviera escrito en los papeles, si no se tradujera
en un cambio muy profundo no sería efectivo, no existiría en la realidad” (Camilloni 2001: 25).
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De esta manera acordamos que ante un nuevo Diseño Curricular es imprescindible trabajar con los actores
institucionales que han de tener ingerencia sobre su concreción y ejecución, para determinar que intereses
son los que prevalecen y tratar de producir cambios, si es que aspiramos concretar un currículo distinto al ya
existente.
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