repeticion y transferencia

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REPETICION Y TRANSFERENCIA
Sara Rotbart
La transferencia es fundada para el psicoanálisis a partir de la instalación del
S.S.S.
Lacan, la define en el Seminario XI, como un fenómeno esencial, que incluye al
sujeto y al psicoanalista, y apunta al deseo como fenómeno nodal del ser humano.
En la medida en que se supone que el analista sabe, se supone también que irá al
encuentro del deseo inconciente y de su significación. Este movimiento de instalación
de la transferencia es doble. Por un lado, abarca la suposición del estatuto de un saber
determinado; por otro, la de un sujeto.
Las consideraciones de Freud y Lacan respecto de este fenómeno permiten
pensarlo desde los tres registros anudados estructuralmente en psicoanálisis, y hablar así
de la dimensión simbólica, imaginaria y real de la transferencia.
Como consecuencia de la suposición de saber, Lacan ubica lo que va a llamar
efecto de transferencia: la constitución del amor de transferencia, posibilidad para el
comienzo de un análisis. Aunque, esto fue descubierto por Freud en su faz de resistencia
y obstáculo. Esta temática reaparece en Lacan, en distintos momentos de su obra,
abordada a partir del Banquete de Platón.
El concepto de repetición sufre modificaciones teóricas a lo largo de la obra de
Freud y Lacan, y la articulación que se pueda establecer con el concepto de
transferencia, nos importa en la medida en que marca diferencias clínicas respecto de la
posición del analista.
Lacan insiste en el Seminario 11 en la necesidad de separar la repetición de la
transferencia, y en señalar el punto de no coincidencia entre ambas.
Para pensar en el valor clínico de esta diferencia:
¿Habría que centrarse en el giro que va a cobrar la repetición, articulada ahora
con lo real, bajo el modo de un encuentro fallido?
¿Habría que centrarse en los soportes transferenciales: la presencia y el deseo
del psicoanalista, en tanto operadores clínicos?
¿O habría que atender a ambas cuestiones?
¿Cuál es la idea de inconciente que Lacan maneja en este Seminario y cómo se
ubica la repetición a esta altura?
Partiendo de un lugar precedente, en El Seminario, libro VIII, “La transferencia”,
Lacan ubica un punto de coincidencia entre repetición y transferencia. Ambas van a
quedar pegadas. ¿Por qué? ¿Qué clase de repetición sostiene en ese momento?
Revisemos la clase de 1º de marzo de 1961 y recordemos que en Freud la
primera vez que se menciona el concepto de compulsión de repetición es en Recordar,
repetir, reelaborar. El analizado no recuerda nada de lo olvidado y reprimido sino que lo
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actúa. Aparece el recuerdo en acto (agieren). La repetición se escenifica bajo las
condiciones de la resistencia, alimentadas por las mociones pulsionales reprimidas. La
transferencia misma es solo una pieza de repetición y la repetición es la transferencia
misma del pasado olvidado.
El actuar le pone un límite a la rememoración y la maniobra transferencial que
pueda realizar el analista en el marco de la neurosis de transferencia le permitirá sortear
las resistencias, reconducir la repetición y el actuar en recuerdo.
El trabajo terapéutico que sostiene Freud en este momento, implica la
reconducción al pasado. El analista revela el sentido que posee esta repetición a través
de la conducta del sujeto y reconstruye una historia.
Es a propósito y en relación al problema de las resistencias que Freud distingue
el trabajo analítico del influjo sugestivo y para esto introduce lo que va a quedar del
lado del analizante: el concepto de reelaboración.
Articulada la compulsión de repetición en Más allá del principio de placer a una
fuente más originaria, Freud advierte la intervención de la repetición en la transferencia,
como algo distinto al mecanismo del retorno de lo reprimido. A su vez, este actúa
independientemente del saber y excede al campo de las representaciones. Presente en la
transferencia y en los otros referentes clínicos, la compulsión de repetición aparece
relacionada con la pulsión de muerte (ligada al super-yo y al ello) y marca un punto de
exterioridad a la regulación homeostática del principio de placer.
Esta repetición se separa de la vertiente simbólica de la transferencia, entendida
como desplazamiento y falso enlace. La dimensión simbólica de la transferencia es la
que permite el desplazamiento de la libido, del interés de una persona hacia otra, y la
sustitución significante.
En la clase citada del Seminario VIII, “La transferencia”, Lacan retoma el
concepto de repetición por dos vías distintas: una, en relación a la temática del amor, y
la otra afirmando que la transferencia es el automatismo de repetición. ¿En qué consiste
esta afirmación?
La realidad de la transferencia implica la presencia en acto del pasado. Más
precisamente: la repetición consiste en la reproducción del pasado. En la transferencia
se reproducen y repiten las distintas significaciones fantasmáticas de un sujeto. El
automatismo de repetición no se separa de la transferencia, desde el momento en que
ésta consiste en el despliegue de estas significaciones, sostenidas por el analista y
otorgadas vía la interpretación.
El analista sostiene la repetición, desde la posición de sujeto-supuesto-saber,
interpreta al deseo, confirmando el dispositivo de la neurosis de transferencia. ¿Qué
problemas plantea esta transferencia?
La transferencia es un fenómeno espontaneo que parte del analizante quien
espera su cura. El analista, confirmando solo la suposición de saber, despliega sentidos
inagotables, recortando solo el campo del deseo, metonimia significante, sustitución. No
hay conmoción a nivel de la estructura. El análisis adviene interminable. La
transferencia es equiparable a la sugestión.
Con la introducción de los conceptos de Tyché y Automatón del Seminario 11 se
esboza un nuevo estatuto de la repetición. La transferencia afirma Lacan no es la
sombra de algo vivido antes. No es ectopía. La transferencia se aleja de la idea de la
repetición entendida como reproducción del pasado.
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La rememoración, retorno de los signos, pensamientos, enmarcados dentro del
campo del placer, solo conduce a un deslizamiento de la cadena significante y es la
función del Automatón como repetición simbólica.
En la repetición como Tyché, se incluye siempre una novedad, una diferencia, lo
que se repite no consiste en una estereotipia de la conducta ni en la reproducción de algo
ya vivido sino que se produce como un encuentro fallido (dimensión del trauma y del
despertar). Insistencia de un resto que no pude ser ligado simbólicamente. La función de
lo real implica esta forma de irrupción azarosa que excede al campo simbólico
quedando por fuera de la significación fantasmática y del dominio del principio de
placer. La clínica de lo real incluye el problema de la terminación del análisis y pone en
juego el concepto de goce en lo que se refiere a la satisfacción pulsional.
¿Cómo se resitúa la transferencia a partir de esta inclusión?
Si la transferencia abarcaría solo la repetición, la transferencia se convertiría en
la repetición del mismo malogro y el analista se transformaría en un mero contemplador
pasivo de estas citas fallidas. Por otra parte, esta repetición invalida la condición y
posibilidad que tenía la interpretación de abrir significación.
La transferencia deja de ser un fenómeno espontaneo a partir del rechazo de
saber que asume el analista en su práctica. Con la destitución del sujeto-supuesto-saber
se conduce a la formalización de un operador clínico: el deseo del analista como
función, esta función que no se enmarca dentro del deseo del Otro hace posible
intervenir con lo real. Y de esta misma posición surge la formalización de Lacan.
El desenlace transferencial como consecuencia del rechazo de saber del analista
también implica la liquidación o la caída del dispositivo de la neurosis de transferencia,
el viraje transferencial, señala la constitución de una clínica que no coincide con la
sugestión ya que no apunta solo a la cadena significante ni conduce a la eternización del
análisis ya que apunta a producir un cambio de posición subjetiva respecto del goce de
un analizante.
El abordaje que realiza Lacan en este Seminario relativo a la función de la
causa, aquello distinguible de la ley significante y su conexión con el objeto a le
permite reubicar la posición del analista respecto de sujeto-supuesto-saber y plantear la
estructura del inconciente.
Dicontinuidad y sincronía constituyen las formas en las que se presenta y
articula esta estructura con su función de pulsación temporal; apertura y cierre. El
inconciente sale a la luz en el momento de su irrupción para volver a cerrarse. Decir que
el inconciente es el discurso del Otro y se estructura como un lenguaje, alude a las leyes
de su funcionamiento -metáfora y metonimia- y presupone la existencia de un juego
combinatorio que opera autónomamente y de manera presubjetiva. Podemos hablar de
la indeterminación del sujeto del inconciente si lo ubicamos como un conjunto de
marcas, elementos equivalentes que conforman un sistema sincrónico de oposición. La
indeterminación se juega a partir de la posibilidad que tiene el sujeto de ser
representado.
La discontinuidad supone que este estatuto no es óntico, no está dado como una
totalidad sino que se produce con la emergencia de un corte, intervalo significante,
irrupción de un elemento sin sentido en la cadena, hiancia en la que se articulan dos
elementos de diferente orden; la ley significante y la causa. El orden del inconciente es
de lo no realizado, se realiza en acto, por ejemplo, en el acto fallido para volver a
cerrarse.
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La escansión como modelo de la intervención analítica de este momento apunta
a sostener el instante de vacilación del sujeto, poniendo en suspenso el despliegue de
significación. La transferencia y la presencia del analista coinciden con el momento de
cierre del inconciente, la posición del analista ligada a la causa sostiene este
movimiento. La transferencia se la puede ubicar del lado de la operación de separación
del sujeto. Esta operación se instaura con la función del objeto a, a partir de esta función
el sujeto aparece determinado en la cadena significante y deja de estar ligado al sentido.
Lacan en este momento postula lo siguiente: “La transferencia es la puesta en
acto de la realidad del inconciente”. Plantea la realidad del inconciente como realidad
sexual. Siendo la pulsión la forma en la que se inscribe la sexualidad en el ser hablante,
los dos ejes conceptuales para pensar la articulación entre el inconciente y la sexualidad
son deseo y pulsión.
El estatuto del inconciente y la posición del analista lo llevan a Lacan a recurrir a
la topología y plantear la transferencia como un nudo.
BIBLIOGRAFIA
- Freud, S., Recordar, repetir, reelaborar, A.E., Bs.As.
-Freud, S., Más allá del principio de placer, A.E., Bs.As.
- Lacan, J., El Seminario, libro
, “La transferencia”, lección del 1/III/61.
- Lacan, J., El Seminario, libro 11, “Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis”, cap.V; cap. X; cap. XII; cap. XVIII; cap.XIX, Paidós, Bs.As..
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