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Una pelea de muy bajo vuelo
Los insultos están haciendo estragos en Bush, una vez considerado el principal candidato probable entre los
republicanos. Su intención de voto cayó a sólo siete por ciento en una nueva encuesta de Gallup, contra el 28 por ciento
para Trump.
31.08.2015
Por Por David Usborne . - Donald Trump más o menos cuestiona la virilidad de Jeb Bush, mientras que a Jeb Bush le ha dado por llamar a Donald Trump
“antiamericano” y, peor aún, un armario demócrata. Estas son las burlas que se entrecruzan dos de los candidatos por la nominación presidencial republicana,
metiéndose en nuevas profundidades de vitriolo político.
“Pequeño” y “baja energía” son las dos descripciones favoritas de Trump para el ex gobernador de la Florida. Recientemente, cuando se dirigía a partidarios en
Nueva Hampshire, a sólo unos cientos de yardas de distancia de un evento similar organizado por Bush, se burló: “Muy pequeña la multitud allí. Usted sabe lo
que está sucediendo con la multitud de Jeb... ¡se están durmiendo!”.
A veces Trump prefiere simplemente llamar tonto a su rival. Preguntado esta semana por un reportero si pensaba que Bush era el hombre adecuado para dirigir
la economía de Estados Unidos, Trump respondió: “¿Conducir él? El no puede conducirse a sí mismo”.
Hay evidencia de que los insultos están haciendo estragos en Bush, una vez considerado el principal candidato probable entre los republicanos. Su intención de
voto cayó a sólo siete por ciento en una nueva encuesta de Gallup, comparado con el 28 por ciento para Trump. Bush no tiene más remedio que participar, por
más desagradable que sea la batalla. Así, en los últimos días describió como “antiamericano” el plan de Trump de deportar a 11 millones de personas que están
en Estados Unidos ilegalmente. Repetidamente pregunta por las credenciales conservadoras de Trump, incluso su seriedad como candidato. “El liderazgo
significa que uno tiene que estar comprometido, no es cuestión de dar aullidos”, le dijo a los partidarios la semana pasada. No le hacía falta decir quién era el
aullador.
Hay lógica política tras el incesante bombardeo de Trump a Bush, que se ha ampliado para incluir a su hermano y su padre, ambos ex presidentes, y de hecho a
todo el clan Bush. Mientras que este verano le proporcionó una sólida ventaja en la carrera por la nominación, Bush es posiblemente aún la mayor amenaza de
Trump, aunque sólo sea en virtud de los torrentes de dinero en efectivo por parte de los grupos que lo apoyan.
Sin embargo, también es personal. Trump y Bush son algunos de los nombres más famosos de Estados Unidos, la realeza casi. Pero la corte de Trump y la
corte de Bush nunca se superponen. Lo más cerca que llegó a que sucediera fue en 1997, cuando George W. Bush padre persuadió a Donald de celebrar un
evento en Manhattan para recaudar fondos para Jeb cuando éste se presentaba como candidato para el cargo de gobernador de la Florida. Desde entonces, las
relaciones se han deteriorado. La clase podría ser una parte de ella. Algunos de sangre real son más azules, o en este caso waspier (de wasp, siglas que
significan blanco, anglo-sajón protestante). “Los Bush nunca fueron del agrado de Trump.” Roger Stone, hasta hace poco asesor de Trump, le dijo a The
Washington Post esta semana. “El no es del viejo dinero wasp, los Trump no vinieron en el Mayflower”.
En un intercambio de 33 minutos con The Washington Post, Trump logró dejar escapar dardos para la dinastía Bush al ritmo de uno por minuto, por lo que
fueron 33 en total. George W. era una lámpara de luz defectuosa que no parece entender las preguntas cuando es entrevistado en la televisión. (Y Trump lo ha
castigado mucho por invadir Irak.) George W. dijo “lean mis labios” que no aumentaría los impuestos, pero lo hizo. En cuanto a Jeb, Trump dijo: “No creo que
tenga ni idea... Jeb nunca va a llevarnos a la tierra prometida. No puede”.
Eso no es desprecio solo por el momento político. Hay pocos registros de Trump tratando de adular a Bush en los ocho años que gobernó Florida hasta el año
2007, a pesar de que tenía importantes aspiraciones de juegos de azar en el estado y su mansión en el estado Mar-a-Lago en Palm Beach, también. Y Trump es
recordado por hablar mal de Bush a otros políticos de la Florida, incluso mientras estaba en el cargo.
El daño que le infligió a Bush ya fue devastador. Se hace más fácil para Trump por la aversión actual de los votantes a todo lo que huela a dinastía política. Eso
podría un día ayudarlo con Hillary Clinton, también. Salvo que los Trump y los Clinton han sido bastante amigotes en los últimos años.
Tomado de Página 12
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